AÑO XVII.-"-20 DE ABEIL DE ISSa-NÜM.S

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P E R H ^ ^ D I G O Q U I N C E N A L D E D I G A D O AX^ B E L L O S E X O
EDUCACIÓN Y LABORES — MODAS — DIBUJOS PARA BORDAR
FIGURINES - PATRONES - MOSICA - BORDADOS
AÑO XVII.-"-20 DE ABEIL DE ISSa-NÜM.S;
Cada número coiistu de ocho ¡iá¡ima.s en folio, de anicjia 6 instnirtivii lectura, ilustradas con excelentes grabados, y de la cubierta, que contiene'aílverteiiciaK útiles ,^• cuantas ex])lÍciicÍoncs y anuncios sean de interés para las
familias, COICÍÍ-ÍOS de señoritas y escuelas de niñas. Este texto es conuin á las ediciones de labores y de modas.
En la ]í])icioN nií I.AHOIU:S,' redarte ademas en cada número un gran yUeyo cuajado de alfabetos, cifras, medallones y modelo.'^ de todas clases de labores; y como extraordiimrio, alternando convenientemente, dibujos-para crochet, malla, encaje inglés, 3' algunos m colores para bordar en cañamazo, con sedas, etc., piezas de música y figurines de modas.
„ . . , . ,
En la línicioN Dií íioDAs, rc]<artc mciisuabnentc flg-nnncs ilumniados con sus ])atrones cortados 6 dibujados, y
alternando convenientemente, figurines especiales, pliegos de labores ó jiiezas de música.
En la EDICIÓN DIÍ IUIUMOS, abecedarios y modelos de labores de todas clases.—Se repartirán cada mes dos
pl¡<íg-os estampados ]!0i- las dos caras.
AiíKCHi)Aiíiiis Y iiiur.ios ricAiios. Esüi publicación es la única que íacilita éstos á sus abonadasy la que puede
proporcionar á las señoras maestras de niñas colecciones completas de dibujos para la enseñanza de los bordados.
Bibujoi-. Se Iiaccn yov encardo toda clase de trabajos y se proporcionan, á recoger en la Administración, no
sólo muestras de los puiitos bordados, sino también las confecciones que se pidan, á precios convencionales. Ño
se hará ningún encargo sin haber recibido su importeLA (i (UUNAI.DA obse([UÍa ademas á .sus suscritoras con varios regalos y primas de impoi-tancia que deben verse
en el i)rospecto.
MUDO m
ÍÍACKH LAS SuSCÜIClONKS O KXCAllGOS QüK HAN DirADONAüSK SII'MPBK POH ADELANTADO.
sellos de correos. Taniuien ¡meaen nacerse las suscncjones por ins norerias, comisionados y corresponsales, con el
recargo en el precio que corresponda.
Las reclamaciones por extravío de los números de LA OUIHN.^LDA se servirán á Iss suscritoras dentro de los
plazos siguientes: Madrid, 15 dias. —Ib-ovincias. un mes.—Ultramar y extranjero, tres meses. Pasados estos plazos deberán abonarse los números al pi'ccio de venta. Para toda carta que exija contestación deberá enviarse el
sello correspondiente.
PRECIOS DE SUSCRIGION
2.» EDICIÓN.—MODAS.
L " EDICIÜN.—EÜtJCAClÜN í LABORES.
Maih-iil: en esla Adiniuistracioii: Un iiu^s,
1 pesotn.^Uii ano, U . ^ E n Jas libre lias:
Tvime.stro, Sptas. =Ario, 12
ProviiiciaR : dingiónilnse íi est.i Ailmiiiisli'acioii: Trimestre, ¡i'rJ()¡it!iH.=ye!Tiestre,
t)'.')U.=Año, 12.=Por cOrn;spon sales : Trimestro,3'7áp.=Seine5trc, 7,5í>, = Año, IS,
Extrnnjerü_y U l l n i m a r ; eii la Administración : Ano, •JO ]Hr;. = I'or comisionado, 2o.
3.'^ EDICIÓN.—DIBUJOS PARA BORDAR.
Maiirid: en esta Administración : Un nien, 1
¡ieSüla,=;Un afio, l l . = i i n las lilirerías;
Trimcstro, 3 I'ts.=.Año, 12,
Provincias; dírifriéndoae a esta Administración : Trimestre, S,i^<{) iils.^Homostre,
G'.^O.^AI'io, l:i.=Por corresponsales: Trimestre, ü'/r>p-=Semeslrc,T,W.=Ano.lí5.
Extranjuro y Ultramar; en la Administración : Año, 2(j p t s . = P o r comisionado, zó-
Madrid: en esla Administración: Semestre,
4plaH.=Ario, 7'ilO.=En las librerías: ¡Semestre, 4'ü I p t s . ^ A ñ o , 8 50.
Provincias: dirigiéndose A esta Atiministracion: Semestre, 4'.-,0 p t s . = A ñ o , S . ^ P o r
corresponsales: Semestre,ñ p . = A ñ o , 9'r>0
Extranjero y Ultramar: en la Administración: Año 12'M p e s e t a s . - P o r comisionado, 17'ñO.
EIIICIONKS I . a v 3.'^ o 2." y 3.«
EDICIONES 1 . « y 2 »
EBICION COMí'LETA (1.a 2.ft j 3 . » ) ,
Madrid: Mes, vr.O i)l.H.=Trimest.re, J.i^Scinestre, 8.=Ario, Ifi.
Provincias: Trimestre, l'íO iils.=Hcmeslre,
y . ^ A ñ o , ]7. = Por corresjionsnU's: Ti, Ü'óO
V mfí.
Eítvaiijero y Ultramar: Año, Sfi pls. y £0
por comiRionado.
Madrid: Un mes, 1'50 l>tR,=;Tr¡meBtre, J'.IO,
=Í5emüstre, S';íO.=,Ario, líj.
Provincias^ Trime.slre, S pta.=;5cmestre,
!í'.'>',=Ano, 17'.^0.= Por corresponsales,
&*.)•', lu'.'íU y 1S',':0.
Extranjero y Ultramar: Año, 2j pt.s. y LO
Pvr comisionado.
Madrid : Un me.i, 2 pts.=Tr¡mest'-e, G = S e .
mestrc, ]].=Ario, :.ü.
Provincins; Trimestre, 7 ptas.=;Soniestre,
12,—Año, 2 i = P o r corresponsales: 7'50
la y S .
Extranjero y Ultramar: Año, 35 ptas. y 40
por comisionado.
ÁLBUMS DE DIBUJOS, LETRAS Y ENLACES ' ,
Se publicarán periódicamente de éstos, y de crocbet y otras labores, con los mejores dibujos de LA GUIIINALDA.
—LOS precios serán: 1, l'oO y 8 Ptas.—l'ara facilitar la adquisición de estos dibujos, se abre suscricion para un reparto semanal do cuadernos para pag'arlos en el acto de su entrega á 2,") céntiinos de peseta en Madrid, y en pro%'incias á 30 céntimos entregados á domicilio.—También se remitirán á i)rovincias por el correo, abonándolos antes á 2i) céntimos cada uno.
EN VENTA: Números de 1.', 2 . ' y 3 . ' , 2'50 Ptas.—Número de una sola edición, 1.--Número de dos ediciones y pliegos de dibujos, estampsidos i)ür las dos caras, l'SO Ptas. — Pliegos de dibujos, 1.— Piezas de música, 1.—Álbums
de crocbet, frivolite y de colores i^ara cañamazos y sedas, de 0'50 á 3 Ptas.—Para las suscritoras, los pliegos de dibujos de años anteriores 0'50 y 0'7r) Ptas.; los álbñms, l'pO Ptas.—Anuncios á precios convencionales.
SE P U B L I C A LOS D Í A S 5 Y 20 DE CADA MES
ADMON.: BARCO, 2 DUP., 3.^ MADRID
Propietario, D. Miguel H. de Cámara, á quien
se dirigirá
(oda la
correspondencia.
Á
SUMARIO
Iíe'\'islii <U; modiiw, por Elisa S.^—Til oquiíinje liol Ruy José, novela
ovigiiial. por D. B. Percn Galilús. (cuiitinuación).—Diatrihucíóri riu
liis plantan en la üiiperllcii! del trlobo, (conliiHiacíúii). voy D .loa• iiiíii Ohnciiilla y l'iuy.—Ei anííül de las naciones, iior .1. Murtí-Miijuel.—:Miscol!iiiea.—Gliarada. — Ailvcrtoncia.--nuscripciúii de los
frailados dul t-jxto.—Labores, iior .1. Cüiidoya,—Ex¡>l¡citci('ni del plieÍ:O di; liibujos para bordar.-Modas.—Descripción .del fisurin iluminado,por ISlisa S.*—Anuncios,
G f T u b u d o s e i i . e l t e x l o . — S o m b r e r o do paja para niñas—Sombrero de i)iij;i i'sterilla.—Sómbrenlo Coxi; ÍIÍKI.-Traje de paseo,—
Traje de iiüio - T r a j e de visita.—Trajecito de niña.—Manteleta Goe.
land — .\.briií-o coecinellc—Trajo para visitas.—Traje do paseo.—
Trajo para viaje.—Traje para pn.seo.^Trajo pura calle.-^Uibor á
punto luneeiiio - E n t r e d ó s de tricot.—Cubierta para aparador de
comedor,—Detalle de los cuadros de la cubie;-ta,—l'unos do sombrilla.
I C d i c i ó n . e l e l . t b o i ' e s . - P l i c g - o de dihujos para liordar, por M. M.
J K d i c i o i x d e i - n o c l n s . - F í g - u r i u iluminado.
E d i c i ú i T d e d i b u j o . ' ^ . — P l i e í r o do dibujo.';.
una gran pluma cae sobre la parte anterior del ala, así como
los cabes de la cinta que rodea k copa.
2.
So.MitilERO DE p,\jA K,-íTEiiiiJ.A.—E.s de copa redonda, con el ala ligeramente inclinada hacia abajo; adornado cun
lazo.s de cinta y raniu de flores.
3.
So.MuaEiUTo c.Aín>..\NA.—Eó de paja, licclmra camjiana, con las alas vueltas luieía abajo y ligeramente !ib:ii'(¡uillrtdüs; una guirnalda de flores, sujeta tanto por detrás couio por
delante con un lazo de cinta, rodea la coi)a.
4.
Tii.A.MOS DK T'ASKij,—E.'íta ligura l!.:vii un vestido de
lana con l'alsa falda plegada, y sobre ella, otra cortada por la
parte ¡ulterior, de miinera que los puños queden entreabiertos
dejando ver los pliegues de la ía!sa faldii: por detrás forma
poi{t. Abrigo visita, de tela brochada ó de chai de la India,
(]ue de aniba.'i co.sas ]iuede hacerse; este abrigo entalla perfectamente, y tiene urniamangiis muy largas. Capota de seda,
bordada con azabache y adornada con enciíje.
5.
ADVERTENCIA
B^ecomeiiriamos á nne.stras lectoras que no dejen
de enterarse de las ventajas, que cual ninguna publicación del bello sexo les ofrece L.\. GUIUN.\LD.\.
Vean con cuidado el Prospecto para el año ISSB y
las condiciones editoriales insertas en esta cubierta;
fíjense bien en la variedad de modelos de todas clases que les da durante el año y en la cantidad de
primasj premios, rifas y regalos que sus abonadas
obtienen, en términos de resultar á un precio ínfimo la suscriciónj y no podrán menos de convencerse de que, bajo forma modesta, es la publicación
más completa y iitil para las familias, á las que proporciona explicaciones de los puntos do aguja, crocliet, malla, etc., así como todo lo referente al corte
y confección de las prendas qne necesitan, siendo
sin disputa la inús barata de las consagradas á la
educación y á las labores y modas del bello sexo.
La novedad de los regalos que se dan en el corriente año y el aliciente de la participación que
ofrecemos en billetes de la Lotería de N'auidad,
aparte de las demás ventajas conocidas, nos permiten contar con la seguridad de que nuestras constantes suscritoras continuarán favoreciéndono-s con
su abono, á fin de alcanzar sin desembolso alguno
cuantos beneficios positivos les otorgamos.
Tener derecho á regalos mensuales de inil reales,*j á jugar cinco céntimos por cada peseta que
abonen en pago adelantado de suscricióu en la Lotería de Navidadj además de obtener á menor precio que otros años el abono de L A GUIRNALDA, nos
parece más que suficiente incentivo, no sólo para
continuar suscritas, sino también para recomendarla á las personas que no la conozcan, convenciéndolas de que hace muchos años se ocupa especialmente de todo lo que puede enseñarse en el ramo
de labores y corte de prendas, como lo prueba la
publicación de los Manuales que en ella han visto
la luz y se anuncian en el lugar correspondiente.
DESCRIPCIÓN m LOS GRADADOS D l l TEXTO
1).
1.
SosiBUEno DE P A J A P A R A N I Ñ A . — T i e n e el ala forra-
T R A J E DK ^ " I S I T A . - - Se compone de una ¡irimcra í'alda
cntcran.eutc plegada, sobre la que cae una túnica delantal
que forma pouj por detrás, y que por delante está adornada
con hizos de cinta ríscalonados. Cuerpo de peto abierto, que
deja un chaleco fruncido, y que figura solapas por la parte
superior. Gola de encaje. Sombrero-capota de seda, con ala
ligeramente fruncida, adornada con u n a guirnalda de flores.
7.
TiiAJEciTO DE NiS.A.—]ís uu vcstidito á la inglesa:
va todo el plegado á grandes tablas cou cinturóu oscoeé.s de
gran lazo. Cuello marinero de tela igual á la del ciuturúii.
Ca])ota de paja, adornada con plumas.
<S.
MANTELETA
(.ÍOEI,.\.ND.—Se hace
de
pañete
color
verde oliva. JJOS delanteros son rectos como los de una man
teleta, y tienen puntas cuadradas que pasan del talle. La
manga pasa en redondo sobre el hombro y forma el costadíllo de la espalda; é.sta es ajustada por medio de u n a costura,
Cuellecito vuelto de terciojielo. Sombrero de paja de Jlanila,
adornado con un gran galón de terciopelo bordado con oro.
1).
A B R I G O C O C C I N E I . I . E . — E s t e abrigo es de casimir de
la India. Los delanteros forman u n a especie de estola y se
arquean sobre las caderas. El costadillo de la espalda y la
manga están en un solo pedazo. L a espalda es entallada.
Unas tiras de pasamanería de azabache adornan los bordes
del abrigo y el pecho, formando presillas en este liltimo. Vestido de gro, adornado con uu volante de encaje. Sombrero
capota de seda, adornado con una diadema de flores.
10. Tit.AJE i'AiiA VISITAS.—Vestido de tafetán bordado,
con la primera falda plegada y túnica que forma pouf por
detrás y delantal por la parte anterior. Manteleta Lesbia, de
tela de seda brochada: los delanteros son rectos y semi-ajustados por medio de un ])liegue. La costura de debajo del brazo es muy arqueada: la manga forma al mismo tiempo el costadillo de la espalda y se completan yiov u n a pieza formando
nesga: la espalda es entallada. U u rico galón y un fleco de
íeli)il]a constituyen el adorno de esta manteleta. Sombrero
de crespón de China, adornado con plumas, color salmón.
l l Y 15. T R A J E S D E P A S E O . — E s el mismo traje, sólo que
dibujado do frente y de espalda. La prenda principal es la
manteletita, que se hace de Otomano color blanco. Los delanteros van abrochados interiormente, y ajustados por medio de u n pliegue: el hombro va fruncido en la ]iartc superior: la espalda está cortada en un solo pedazo, y reunida al
delantero por la costura del hombro. Cuello de terciopelo
vuelto. Constituye el adorno de este abiigo un galón liso
que rodea los contornos y forma fleco. El resto del traje que
lleva la figura primera, es un vestido de casimir bordado con
lana y un sombrero de paja granate con alas vueltas hacia
arriba, y adornado con plumas. Y el de la figura octava, u n
vestido de bengalina color cuero, y u n sombrero de paja
bronce, adornado con encaje da oro y corona de lilas.
12,
d a interiormente en seda fruncida, y levantada por delante:
T R A J E DK N I S O . — - E S este trnjecíto de pañete de ve-
rano, comimesto de un calzón corto y ancho, u n a chaquetilla
recta y ancha tLimbiéu, un gran cuclio marinero y u n a gorrita con abultado pompón de seda.
T R A J E P A R A V I A J E . — L a prenda principal de este
traje es el abrigo: se hace de paño verde: los delanteros son
rectos, y están cortados de una sola pieza, de manera que la
falda que forman va á unirse con los cortadillos y la espalda,
que es también entalhida. T r e s gruesos pespunto? adornan
todos los bordea del abrigo. Cuello vuelto; mangas de codo
con puños aliievtos y abotonados. Sombrero do piija vurdc, forrado Gu terciopelo de color y adornado con una guirnalda de
bojas del niisuio terciopelo (luo rodea la copa y que c;ie por
detrás.
13,
T R A J K I)K i'ASEO.—Es de tafetán glaeé color azul:
la falsa falda está cubierta con otra plegada de la misma tela:
la punta de cada una de las tablas ((Ue forma el ])legado,
está ligorauícnte doblada figurando una solapa, adornada con
tres galones de terciopelo color záfiro. Túnica jilegada formando ^;OÍÍ/ l'rir detrás, y adornada con galones de terciopelo
y Folapas como las de la falda. Cuerpo de tafetán, cuyos delanteros están ajustados al talle por medio de pliegues, y la
espalda forma eubunnas. U n plegado de talctáii iVuricido en
el hombro y figurando tirantes, adorna esto elegante cuerpo.
i\Iangas de eodo, adurnadas como bi falda Sombrero de i>:ija,
ribeteado con terciopelo y adornado con encaje y plumas.
14.
T R . \ J 1 Í i'.ui.v c.-\l.LE.—Ks de paño de damas, eolor
mástic con seda, bordado ejipcio anuí y amarillo de oro, y
terciopelo azul. Falsa i'alda ternnnada por un volante de tevcioiielo azul, plegado en toda au extensión. Túnica de paño
que está como enrollada sobre !a falda: para conseguir este
efecto, se pliega desde la cadera y se llevan los i>liegues basta
la parto inferior del talle |>or detrás, resultando de ello un
j;oíí/'pequeñitíi: el bnrdc de la túnica lleva como adorno una
ancha eenei'a bordada. Chaquetilla do ¡jaño azul: los delanteros abotonan rectos, la espalda e^^ entallada y está adornada
todo alrededor con madroños de felpilla. ¡Mangas de codo,
adornadas con bordados. Sombrero de paja mástic, adornado
con narcisos de tereiopeio,
IG.
LABÜIL Á P U N T O T U N E C I N O . — E s l a labor sirve ¡lara
colcha y produce mejor efecto ejecutada con lana gruesa que
con algodón.
1.a y 2.a vuelta, como el crochet tunecino ordinario.
3.a v u e l t a * una malla lisa, cogiendo el primer punto t u necino, ]'jU el seguiuli) punto se hace: una malla triple; una
malla echando la liebra alrededor de la aguja; u n a doble
malla; se pasa la aguja al través de estas tres uiallas dejando
el último punto en la aguja pura (pie todos estos puntos formen la primera vuelta del crochet tunecino, A'uólvase al
signo '-•.
4.11 vuelta, como la segunda del crochet tunecino.
f).» como la tercera.
17. E N T R E D Ó S D E TRICUT.—^Este trabajo puede servir
para adornar toquillas de estambre, colchas, etc.
Se hace con agujas gruesas de hacer media.
] .H vuelta. Todos los j)untos al vGvés.
2.'^ vuelta. U n ¡muto liso ''• se ceba tres veces el hilo
s o b r e la aguja; u n punto liso *
3.»' vuelta. Se sueltan seis puntos lisos y se tiran por
igual basta formar puntos muy anchos con las tres hebras
íjue se ban echado sobre la aguja. Después se cogen los tres
puntos de la izquierda y se pasan al través de los tres primeros, y se trabajan los aeis puntos lisos. S e vuelve á bacer el
mismo trabajo con los sois puntos siguientes, y así sucesivamente toda la vuelta.
4.'^ vuelta. Todos los punto.s al revés.
'^
5.ÍI como la 2 . ' '
18.
CUBIERTA
PARA
APARADOR
DE
COJIEDOR.—Es
•de batista, formada de tres cuadros separados por u n entredós
d e crochet.
E l cuadro del centro lleva las iniciales y las d e los lados
•dos'alegorías.
Toda la cubierta va adornada con una ancha puntilla de
.crochet,
ly.
DETALLE
DK i,oa
CUADROS D E LA C U B I E R T A . —
Representa u n ángulo. Se bordan los contornos con algodón
•do colores á cordoncillo. E l centro se hace calado, sacando
cuatro hilos en cu>idro y dejando otros cuatro, y sujetándnlos
«on unas puntadas que forman el cuadro mate. Los demás
adornos de esta labor se hacen al pasado, punto de coral y
^jscapulario doblo.
20.
PDÍÍOS
B E SüMBllIl.l.A
PRIMERA EDICIÓN.—LABORES
Texto —Pliego du (1Í1»UJOH.
E x p l i c a c i ó n dol p l i e g o d o dibujos n ú m . 8.
Del 1 al 0. Iictras y cajirichos ]iara pañuelos, bordado.^
con l a u s Í n . - - 7 . Tira de encaje liirhclieu.—Del
8 al 12, 2<.t y
30. Dibujos para nuuitclería, bordados á cadeneta ó cadenilla, con algodones de colores.—Del 1 3 al 1 (j. Continuación
de abecedario para almobadoiies.—17 y IS- ¡Medallones |)ara
pañuelos, bordaijos al realce, punto de armas y calado.—Del
]'.) al 2 8 . Nombres ])ara pañuelos bordados al realce.—Del
31 al 34. Festones para canesú y enaguas.—3.') y 30. Dos
abecedarios para ¡lañuelos, l)ordados al realce.—37. Banda,
para sillería, y bordada con aplicación de paño p.ira i)ortiers.
SECIUNDA EDICIÓN. -MODAS
Taxi o.—Fi^fiiria iluminado.
Descripción d s l ñ g a r i n
iluminado.
l'lilMEORA FiüUít.v.—A'cstido de velo indiano. Ealsa falda
cubierta do otra á dobles pliegues redondos. Dos piuicles plegados de la misnuí uiencra y recogidos por la parte inferior
con un In/.o do cinta de rf:so, adornan los lados de la fdda.
Por detrás tiene \\n potij con lazos de cinta que le dividen en
tres jiartes. Chaquetilla canlinera, cuyos delanteros forman
dos puntas (pie quedan entreabiertas: la espalda, que es ajustada, termina por dos gruesos pliegues huecos que forman
aldeta frac. Mangas de codo, adornadas eon tres jaretas. Sombrero de jiaja con el ala bastante avanzada sobre la frente, y
rodeada por u n bullonado de terc!0])elo: u n plegado de terciopelo y u n a pluma amazona completan el adorno de este
sombrero.
SECÍUNDA r r n u R A . — T r a j e jmra niña ile siete años.
E.ste trajo es de (ela otomana color orcma, y de terciopelo
color cardenal. La parte inferior de la falda está adornada con
un volante de encaje y un ]>legado da terc-iopelo. Ciuupu'tiÜa
de la mi^ma tela ipio !a l'ahla: los delanteros quedan redondeados, y se entreabren sobre un chaleco de terciopelo: están
adornados con botones de nacur: un fiehw de encajo signe la
obertura del chaleco: en la parte inferior de los delanteros,
tiene Ijolsillito plegado, La espalda, ligeramente entallada,
está ternúnada por dos pliegues buceos ¡[ue ocultan on parte,
un lazo de cinta. Gran cuello do tereiopolo con volante de en-'
caje. Capota Buhó de tela igual á la del vestido con ala de
encaje, adornada con u n a mariposa de terciopelo.
T E K C E U A FKnntA.—Vestido de casimir color crema y
marrón. Falda inarrún enteramente plegada, ,'íobre la que cae
un delantal, ancho, largo y rectn de casimir color crema, adornado con tres tiras de tereiojielo marrón. Sobre este delantal
hay otro puntiagudo y adornado también con tiras de terciopelo. Pouf largo y abultado, rodeado eon terciopelo como el
delantal. Cuerpo entallado y de peto, cerrado con u n a hilera
de bijtones. Dos tiras de terciopelo á cada lado y u n a en cl
centro, le adornan por delante. La espalda, entallada también,
tiene una larga aldeta. í l a n g a s adornadas con tiras de terciopelo. Capota de terciopelo, adornada con encaje y eou u n penacho de pluma,
ELISA S.*
TERCERA EDICIÓN
Pliogo de dibujos núm. 8,
Las suscritoras i la 1 .'^ y 2.a edición que estén también
suscritas á la 3.=^ recibirán por esta edición el pliego para
el álbum de dibujos.
p iego d e dibujos p a r a á'.bum.
Dos abecedarios para bordar al realce, ojetes y calado,
medallón para pañuelo, y cifras enlazadas.
.^NXJisrcios •
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p a r a el I J P Ü O
y gnito
describiendo con claridad y exaelitud
res,
d e s d e la r n á s s e n c i l l a á la m á s c o m p l i c a d a .
pava las señoras
toda clase d e labo-
Directoras de líseuelas
y M a e s t r a s d e n i ñ a s , p u e s t o <]ue, juir
K s utilísinio
Normales,
medio
Colegios
de las magnífi-
c a s b h n i n a s , y a e n n e g r o , y a e n colorc-i, íjne c o n t i e n e ,
tener
u n a colección
de modelos
c o s t o s a , e s dii'ícil f u e r a
cuy;i
adquisición,
de las grandes
sexo,
s o l a z ií l a s s e ñ o -
ras,
logran
siempre
capitales.
K.st.e l i b r o , d i v i d i d o e n d o . s p a r t e s ,
comprende:
PitiMKiíA rAUTB.—Piólop-o.—Noticia l i i s l ó r i c a dol l i o n i d d o . — í m ] i o r t a n c i a d e l a b u e n a e l e c c i ó n \\v, IOM m o d e l o s p a r a l i o r d a r . — P r o c e d i m i e n t o s p a r a p a s a r l o s d i l i n j u s á l a s t e l a s . — M a n e r a du « • r r a a d a r ó r e d u c i r los d ¡ h u j u s . - - n i ) r d a i i o H oii b l a n c o . - H o r d a i l d s d a t a ) i i c ü r í a , —
B o n i a d o s c u n b a l o r i i i — R o r d n . l o s c o n s o d a s d o c o l o r e s —I.aboroR d e
felpilla.-Horilado á la Oriental - i i o r d n d o s de aplicación—Hordado
eiijuliado.—l.iordado do c i n t i l a s —Kloios c a r d a d a s . — B o r d a d o s en oro.—
Bordado con cordoncillo y lentejuelas. - Bordado sobrupuesto.—Floros
de realce enjabadas.—Calndo.s.
SEGUNDA I - M I T U . - L a b o r e s á p u n t o do a f í u j a — T r i c o t . - D i v e r s o s
p u n t o s d e a f r u j a . — C r o c h e t . — A l d i c n c i o i i e s do" o s r l i v o r s o ü p u n t o s d o
c r o c l i e t , — M a l l a — A p l i c a c i o n o s d e l b o r d a . l o ilo m a l l a . - I i ' r í v o i i l é — F l e cos —Hurdado R o i i a c i r n i e n t o . — P a s a i n a u e v í a . - S o i u . a c h e . - B o r d a d o s en
tul.—líiicnjes —líiicaje i n f í l é s — E n c a j o U e n a c i m i o n t o . — C a l a d o s , m o d e l o s d e c a l a d o s e n d i s U i i l a s l a b o i ' o s . F l o r e s y_ p u j a r o s d e l a n a — F l o r e s d e l e l a — F l o " e s y fruta-s d e d i v c r . s o s m a t e r i a l e s . - M o r e s d a p a p j l .
— F l o r o s d e o r o y p l a t a . — F l o r e a y l ' n i t a s d o c e r a . — L a b o r e s >íe f a n t a s i a .
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de L A Guill-
Jladrid.
L A C i i i t T K j>y. C A R L O S I V .
C u a d r o d o (•o.stuiuljre.s d e a q u e l
r e i n a d o {:i."- edir.); '¿ p e s e t a . * .
E L 11) i»ií i l A n z o Y E I . 2 U K
J I A Y O . D e s c r i p c i ó n d e los lied l o s gloriosos de estos dias e n
1 8 0 8 (2.11. edir.); 2 p e s e t a . ' ; .
l Í A i L i ' i N . K e l a t o d e l a iusifrn e victoriii q u e lauto buiuiljó
a) e j é r c i t o f'rHu<'i'.s ('2.'^ edií:.); '2
peseta.?.
N.M'Ol.KON líN C'H.\MATtTlS.
Del'i'ii.-a i|Ui' lii/.o ^ M a d r i d e i i a i i d o IVié .-^Itiado (lí.a i<Ur.); - p e setjta.
ZAiiAf¡<i/,.v. N a r r a i ' i o u <]<• l a
lieróiea deleiisa del l u i r l d o a r a goiié.'^ (2.11 edir.}; 2 p e s e t a s .
G K K O N A . (.'uriosa r e s e ñ a d e
lo.s S L i í ' r i m i c n t o . s d e u n ] H u d » l o
q u e svi]io r e s i s t i r a l e j é r c i t o
l'raiieé.s (2.it edic);
2 peícta^i.
C.tiiiz. Novelesca desérip<^¡^Ul d'.> l o s .'^oeesos (¡UIÍ t u v i e r o n
l u g a r e n l a s (,'órli's d e 1812 ( 2 . a
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E s u n idilio precioso, en q u e el
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eos, lia t r a z a d o d e m a n o m a e s tra tipos encantadores y desa r r o l l a d o \m p e n s a m i e n t o e l e
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L A F A M t L I A DK L K O N l í O C H .
( T r e s t o n i o . s ) ( 2 . a cdirioii.)
Estíl
novela en q u e se describen la
vida y costumbres madrileñas,
h a p r o d u c i d o g r a n .sensación e n
el p ú b l i c o . E x c i t a m u c h o l a c u r i o s i d a d d e t o d o s y la h a j u z gado m u y favorablemente la
( c r i t i c a . 2 pcscfas c a d a t o m o .
COKTKSA-
LA
SEQLrxDA
{.'.V.SACA.
ISe-
l l f s i n i o c u a d r o d e la.s e o . s t u i u b r e . s p o l í t i c a s e n lo.s a f i o s d e l
1 5 a l 2Ü; 2 p e s e t a s .
EL
OÜAN'DI; ORIEXTÍÍ.
Piel
p i n í o n i d e l o s b o i u b i ' e s y .soeit'd a d c s . s e c r e t a s q u e fan"ío p i u t u r b a r o n eí ])ais p o r l o s año.s d e
1820a!21;2pe.setas.
Los
(.'lEN' MIL ÍIMOS DK
H A N LtJis. N a r r a con vivos colores los sucesos d e la intervenc i ó n í ' r a n e e s a y d e lii c a í d a d e l
régimen eonsiitueiona!; 2 pesetas.
EL
TKKIIOII
B E 1824.
Con-
m o v e d o r a r e s e ñ a d e i o s cxeeso,s
de la reaeeiüii absolutista y d e
l a s c r u e l d a d e s l l e v a d a . s li c a b o
] ) o r ó r d e n e s d e ]iit;
Comisiones
militarus
ejeculii:ii.s;
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líi e x t r a o r d i n a r i a b e l l e z a d e s u
forma literaria reputan
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7 DE J U L I O . Ilebu-ion n o v e l e s c a d e ]o.s a c o n t e e t i n i e n t o s p o líticos del a ñ o 1822 2 p e s e t a s .
CARTILLA
P O R
K4UII'A.IIC D K L I Í E Y
GALDÓS
D o ü A P B R F E C T A , ( 2 , a edir.)
Ofrece esta novela el c u a d r o
m á s a c a b a d o q u e ,se p u e d e h a cer d e las c o s t u m b r e s d e a l g u no.s p u e b l o s y d e l f a i u i t i s m o p o lítico y religioso d e las lamillas
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LA GUIRNALDA
4.
TEAJK DE PASEO.
ASü XVII. — NtM. S — 20 de Abril de 1883.
5.
'TIIAJE DE íílfíC).-^^—' 6 -
THAJE DE VISITA. " 7 . TRAJEOITO DE NIÑA,
LA GUIRNALDA
5S
REVISTA DE MODAS
Como quiera qne en la Revista anterior hemos
liecho una ennraeración de las telas, adornos y liechuras qne están más en moda en la estación que
atravesamos, creemos muy conveniente presentar
hoy á la consideración de nuestras lectoras, una
colección de trajes completos, para que de este modo puedan formar una idea más exacta del asjíecto
general que la caprichosa moda ofrece en estos
momentos.
Comenzaremos, pues, nuestra tarea, describiendo un sencillo y elegante traje de calle, de casimir
de la India, color azul jabón, G.ompuesto de una falsa falda terminada por un volante plegado, y sobre
la que se pone una segunda falda de la misma tela
á dobles pliegues redondos: en el medio de cada
pliegue lleva un galón de lana labrada. Dos jilega-'
dos mu3' anchos y fruncidos cruzan sobre el delantero de la falda, y un 'pov,f chiquito la adorna
por detrás. Oliaquetilla casimir con delanteros rectos y la espalda entallada. Ksta cliaquetilla tiene
una aldeta postiza cortada formando almenas, rodeadas de uu rizadito Í}ÍQ faillc: el pecho está adornado con un caprichoso dibujo hecho con galón, y
tres tiras de él cabren la costura de la aldeta. Mangas de codo, terminadas por un ancho puño adornado con galón. Sombrero de paja, hechura Girondino, esto es, con el ala un poco anclia y h"geramente
levantada del lado izquierdo, adornado con una
ancha presilla de tercio^ielo, cerrada por una hebilla y que sirve de pié á una gran j^luma amazona.
Lindo modelo para traje de visita, os un vestido
de siciliana, cuya u'mica está formada por un plegado delantal, y nn paño de la misma tela, cortado
recto iigurando como la falda de una levita, y que
está ligeramente recogido al lado derecho: esta ti'inica va cosida al borde del cuerpo. Este es de la
misma tela que el resto del traje, está cerrado de
arriba á abajo con una hilera de botones, y forma
un pequeño j i o " / que va ensanchando hacia las caderas. Jiln toda esta parte el cuerpo es independiente del delantal, y éste va colocado encima de
u u cintnroncito. Mangas de codo muy ceñidas y
cerradas con botones. Abrigo-esclavina de tafetán
brochado; esta esclavina es cortita, no tiene largas
puntas por delante y lleva un cnelíecito, vuelto, de
siciliana. Es una prenda muy cómoda, porque como
no tiene mangas, puede ponerse y quitarse con
mucha facilidad. Una capota de tafetán bordado
adornada con un rizado de encaje alrededor del
ala, y con un grupo de plumas formando penacho,
completa esto modesto traje.
Como muy en breve comenzarán las excursiones á provincias, no estará demás que indiquemos
á nuestras lectoras un traje de viaje cómodo, elegante y sufrido, circunstancias indispensables en
esta clase do trajes. Nuestro modelo es de vicuña,
color verde-vidrio, y se compone de una falsa falda
cubierta por otra de la misma tela, plegada en toda
su extensión á anchas tablas, con el objeto de que
sea fácil de limpiar, pues sabido es que en los frunces y en los pliegues pequeños el polvo es más difícil de quitar. Un plegado de la jnisraa tela, á tablas anchas también, forma delantal, y cruza por
detrás figurándolo?'/. Chaquetilla de pañete verde;
los delanteros son rectos y huecos, y están abotonados rmicamente por la parte superior, quedando
entreabiertos por la inferior, para dejar ver un
chalequito recto abotonado y ceñido al talle. La espalda es ajustada, y las tres costuras que la forman
están un poco abiertas y redondeadas por la parte
inferior. Manga semi-ajustada, cuello de hechura
de chai. Sombrero de paja del mismo color que el
traje, ó negro, adornado única y exclusivamente con
un gran velo de gasa.
Descritos ya. estos tres modelos, que sin cambiar
en lo esencial de la forma y adornos, pueden variar
hasta lo infinito nuestras leC'-toras variando las telas y la disposición'de los adornos, vamos á describir también dos elegantes modelos de abrigos.
Es el primero una pelisa de tejido de lana chiné. E l forro y la tela de encima están cortados de
diversa mariera. Los delanteros del forro sojí rectos
y tienen dos pliegues; el costadiUo está marcado
por im tercer pliegue. El costadillo de la espalda
forma á manera de una columna; es corto, asi como
la espalda propiamente dicha. La tela de encima
está fruncida en el cuello y en el talle, y no tiene
pliegues. El costadillo de la esjialda es corto, y tiene una especie de panel añadido que le termina y
sirve de complemento. Forma la espalda un gran
¡íliegue redondo. Cuello vuelto y mangas de codo.
El segundo modelo es una especie de esclavina
de terciopelo estampado, colocado sobre un fondo
de p-ranadina. Los delanteros están reunidos á la
espalda por medio de la costura del hombro: éste
suministra iina parte de la manga. Los delanteros
están cortados no muy ajustados y terminan por
dos largas puntas ceñidas al talle por medio ile
frunces. Un flequillo de madroños de felpilla adorna todos los bordes de este abrigo.
Para terminar, dii'emos algunas jíalabras acerca
de los sombreros: en los de paja hay multitud de
modelos y de colores; unos son pequeñitos y con
alas recogidas, otros con alas anchas y copa un tanto alta. Se ven también, especialmente para trajede campo, sombreros campana con alas vueltas hacia abajo, y no faltan tampoco caprichosos sombreros de fieltro, casi iguales á los de caballero.
Para trajes de visitas, las capotas de seda adornadas con plumas y encaje de diversas formas, pero
generalmente más bien ¡jequeñas que grandes, son
las que obtienen la preferencia de las elegantes y
las que, 'pov lo tanto, recomendamos á nuesti-as
amigas.
ELISA
EPISODIOS
S.*
NACIONALES
POR B. PÉREZ GALDÓS
E r . E Q U I P A J E D E L R E V .TOSE
(Coiiiiiiuación)
XIV
Era Garlitos bastante parecido á su padre, salvo
algunas diferencias; se le asemejaba en la tez morena, en los cabellos asimismo negros, en la arrogancia del cuerpo y talle y en cierta expresión de
J>A OrTRNALDA
nobleza que en toda su persona gallardamente se
mostraba. Diferenciábase eu la extnictura de las
cejas que en el mozo eran juntas, y en la seriedad
invariable y algo torva que tenia en Jos grandes
ojos. Con respeto adelantóse el joven hacia su
padre, cuya mano besó, repitiendo la misma señal
de veneración y cortesía en las arrugadas extremidades de la vieja. D. Fernando contemplaba á su
liijo con el arrobamiento de un artista satisfeclio y
enfatuado ante la belleza de su obra maestra.
—¿Nos vamos ya?-—le preguntó.
—Dentro de una hora,—repuso el joven.—Difícil es que nos unamos á la partida de Longa que
está en Murguia con los ingleses; pero nos uniremos á los que están hacia Miranda con el general
Morillo. Para no tropezar con los franceses daremos la vuelta por Uralde y Bui'gueta, tomando el
camino real en Armiñón. No hay nada que temer
por ese lado.
D. Fernando se levantó para desperezarse, lo
cual hizo como un león viejo, no sin que crujieran
sus choquezuelas y sus articulaciones todas. Después dio algunos pasos por la liabitación como para
probar la elasticidad de sus miembros.
—Esta máquina sirve todavía,—dijo.
Y luego dio fuertes voces llamando á sus
criados.
—¡El caballo!... ¡ensillar el caballo!
Doña Perpetua, firme siempre en la perpetuidad
<le su desaprobación, movia la cabeza eu señal de
•duda respecto á la eficacia de aquella máquina para
hacer algo de provecho, y si no con la boca, con
los ojos reprendió á D. Fernando por su atrevida
aventura.
Al punto comenzó Garrote su atavío marcial,
•sepultando sus pies en antiguas botas de cuero
fino. Forróse después en un chaleco grueso y se
fajó con una interminable banda de seda que le
dio muchas vueltas en torno á la cintura, y sobre
esto se puso un uniforme blanco de los antiguos
regimientos distinguidos, el cual aunque viejo y
fuera de moda, estaba aún servible. La cabeza la
adornó con iin deforme sombrero procedente de las
campañas del décimo octavo siglo y que recordaba
•al general O'Reilly. A pesar de la notoria ancianidad de dichas prendas, tal era la histórica figura
del insigne Navarro, que no estaba ridículo con
•ellas.
_ Al vestirse parecía que se remozaba; la alegría
brillaba en sus ojos; decía mil bufonadas graciosas;
_y con fatuidad chispeante se presentaba á sí mismo
•como modelo do apuestos militares, deprimiendo á
la afeminada juventud del día. E n mitad de esta
escena entró el cura hecho un arsenal ambulante,
•según venía de armado y municionado, y celebró
con palmadas y vítores los preparativos de su ami.go, mostrando los suyos y volviéndose da todos
lados para que le vieran.
—¡A matar franceses!—gritó el presbítero.—¡A
.matar franceses y afrancesados, para gloria de la
nación y triunfo de la fó!
—Señores,—dijo Garrote con hueca voz y un
poco del tonillo pedantesco de los oradores modernos,—toda mi vida la he consagrado al servicio del
Rey, de la patria, de la religión...
La beata frunciendo el ceño, miró á D . F e r nando con expresión do burla.
—No, de la religión no, — añadió Navarro con
modestia, -quiero decir que no lie prestado á la
religión servicios directos; pero siempre he sido
piadoso, buen cristiano y temeroso de Dios... Alguno que otro pecadiUo que anda suelto por alii no
es para darse de cabezadas, ¿no es verdad, señor
cura?
—Sí, hombre, sí,—exclamó el padre de almas con
risa campechana.— Contra una juventud algo ligera
viene bien una vejez heroica en servicio de Dios.
—¡En servicio de Dios! A eso iba,— pru.s¡guió
Garrote acompañando sus palabras con una enérgica acción del dedo índice.—Quería decirque siempre fui ferviente cristiano y una vez reventé á palos á dos contrabandistas porque hablaron mal de
la santidad de Pío VI. Señores, en mis campañas
gloriosas, ó por mejor decir, en toda mi vida, he
tenido por norte la honra del Eej', la honra de la
nación y sobre todos los nortes y sures, el norte de
la religión que es mi guía, mi faro, mi luz del
cielo.
—Si este D. Fernando no hace ahora un. par de
heroicidades estupendas que dejen atrás la antigüedad de Aníbales y Césares,—exclamó con entusiasmo el cura,—me dejo quitar el hábito que visto
y las licencias del sagrado orden que practico.
—Pues bien,—señoi'es,—siguió el lieróe,—¿á que
han venido ac[uí los franceses? A quitarnos nuestro
Rey, á quitarnos nuestra patria y á quitarnos ¡oh
crimen nefando! nuestx-a santa religión. Ved á E s paña entera cómo se levanta en contra de esa canalla
y en pro de tan caros objetos. Ved á España, vedme
á mí, que un poco tarde, pero á tiempo todavía, me
decido á echar uua cana al aire.
—¡Una cana al aire!—-repitió doña Perpetua rascándose.—Si D . Fernando no las deja todas en el
campo de batalla, será milagro del Cielo.
—Hay mi mal grave, señores, un mal terrible,
al cual es preciso combatir,—continuó Garrote sin
hacer caso de la vieja.—¿Qué mal es este? Que los
franceses han traído acá la idea de cambiar nuestras costumbres, de C'diar por tierra todas las prácticas del gobierno de estos reinos, de mudar nuestra vida, haciéndonos á todos franceses, descreídos,
afeminados, badulaques, tontos de capirote y eunucos. ¿Y qué ha sucedido? que mientras la mayor
parte de los españoles se echaban al campo para
estirpar toda la maleza galaica y zahumar con <ú
vapor de la guerra el país infestado de franceses,
unos pocos de los nuestros han admitido aquella
mudanza. ¡Abominables tiempos, señores! Ved cómo hay en Madrid una casta de misei-ables sabandijas á quien llaman afrancesados, que son los que
visten á la francesa, comen á la francesa y piensan
á la francesa. Para ellos no hay España, y todos
los que guerreamos por la patria somos necios y
locos. Pero todavía existe una canalla peor que la
canalla afrancesada, pues estos al menos son malvados descubiertos y los otros hipócritas infames.
¿Sabéis á quién me refiero? pues os lo diré. Hablo
de los que eu Cádiz han hecho lo que llaman la
Constitucióu y los que no se ocupan sino de nuevas leyes y nuevos principólos y otras gansadas de-,;,^
que yo me reiría, si no viera que este torreDfcQ'^v^;;^^
constitucional trae mucha agua turbia y hace es- -'i,^,
pantoso ruido, por arrastrax''en su seno piedjras y '':^, "^^
cadáveres y fango. ¿Queréis pruebas? Pues oi41as * -^ •<
\
•,
^.'¿'
8.
MANTELKTA GOELAND.
9.
ABBIQO OOOOINELLE
10.
TBAJE PABA VISITAS.
" 11.
TEAJB Da PA8«0.
12.
TRAJB PABA VIAJE.
13.
TRAJI PABA PASEO.
14.
TBAJJC PABA OALLE.
15.
TRAJX DB PASEO.
62
LA
GUIRNALDA
montana, cuya base fuese el ecuador y su ápice el polo.
En general, el número de especies para una superficie
dada, aumenta desde el polo al ecuador.
El conjunto de individuos que ocupa una superficie
dada, es tanto mayor cuanto más favorables son á la vegetación las circunstancias físicas {lelpais de que se trata.
Puede acontecer <[uc en una comarca existan g-randes
desiertos y desnudas rocas, en cuyo caso la vegetación
será escasa. En aquellos países cálidos y abundantes en
(Se coulinuará.)
agua, su hallarán impenetrables bosques y mucho mayor
númci-o de plantas que en todos aquellos donde ha sido
la natni-aleza menos pródiga en sus envidiables dones. El
tamaño de ias plantas es menor también en los países fríos
DISTRIBUCIÓN DE LAS PLANTAS
y secos.
EN LA SUPERFICIE DEL GLOBO.
En resumen, el número absohito de las especies en un
país dado, dciiende de la extensión del país; de la temperatura y hujuedad más ó menos favorables para la vegeni
tación; del ]u'unero y jiaturaleza de las condiciones fi.'?icas
También ejercen influencia los- animales en la distri- del país (estaciones); de la aproximación ó alejamiento de
bución de his plantas. En uno.s casos destruyéndolas; lle- otra diversidad de causas.
vando !íis semillas en su estómago otra.s vece.?; adheridas
La extensión de un país y su posición relativamente
á la piel, pelo, lana, etc., en otras ocasiones. De igual mu- á otras, es el motivo por el cual, las semillas pueden d¡señera que unos vegetales ejercen, repecto ¡í. otros, mar- jninarse con más ó menos facilidad. En igualdad de sucada infliienciu. Por las sombras que proyectan por su.s perficie, los continentes son generalmente más ricos en
raíces, los restos de sus hojas y a marchitas, los olores que especies que las islas.
exhalan, etc., pueden ser origen de ventaja ó perjuicio
El número de géneros y familias de plantas con relapara las respectivas plantas que se liallan én la proxjjni- ción á una superficie dada, aumenta generalmente desde
dad unas de otras. Puede asegurarse, en general, que se Norte á Mediodía, aun cuando sea bastíinte difícil hacer
hacen mutua guerra, y así como los anin^ales se disputan exactas comparaciones en muchos casos por falta de
y devoran mutuamente por los alimentos, de igual suerte datos.
las plantas defienden y tratan de apoderarse del terreno
La mayor parte do los grupos vegetales ocupa una
que ocupan y de recibir los benóñcos rayos del sol que extensión determinada y el espacio comprendido entre
las ilumina y vivifica.
los límites de una habitación, recibe el nombre de área
Distinguense las estarúones, ó por la naturaleza do las d é l a especio, familia ó género de plantas de que se trate.
especies que viven, ó ¡ ". los caracteres físicos más notaDo Candollo demostró que las especies que crecen inbles. La especie dominante es lo que sirve en muchas oca- diferentemente en las altas moutañas o en las orillas del
siones, y así se dice un bosque de pinos, do encinas, etcé- mar, son las que se encuentran á grandes distancias geo tei"a; pero lo que se emplea en el mayor número do casos gráficas. Al practicar este estudio hay precisión de dividir
es el carácter físico, por lo cual se conocen las siguientes la superficie de la tierra en regiones donde ofrezca la veestaciones; el mar, las costas, las aguas dulces, los pan- getación caracteres más parecidos y á las que se ha detanos, los prados, los terrenos cultivados, las rocas, mu- nominado regiones botánicas, dándose el nombre de Flora
rallas, etc.; las arenas, los sitios estériles, los puntos eu al conjunto de vegetales propios de un país.
que hay restos de edificios derruidos, los montes, los subComo es natural, hay relación grandísima cutre el
terráneos, las montarías, las mismas plantas.
número total de las especies do un país y su extensión,
Las plantas que viven en el interior del mar se deno- grado de calor, huniedad y todas las demás circunstanminan marinas, y se distribuyen según la profundidad, cias propias para la vegetación. En toda la superficie do!
agitación y otras varias circunstancias. Cuando so Iiallan globo pueden marcarse tres grandes zonas que son: la
en el seno de las aguas dulces, reciben entonces las plan- intertropical, la extratropícal boreal 3'' la extratropical
tas la denominación de acuáticas; los terrenos arenosos austral.
convienen extraordinariamente á plantas poco jugosas, y
La duración y tallo de las plantas influye en la extenIOS subterráneos á las criptógainas, o sea las de organi- sión de su área media. Asi es que las leñosas tienen un
zación más sencilla que constituj'en el limite del reino ve- área más corta que las herbáceas, y los árboles la tienen
geta!. En cuanto á las montañas, liay que distinguir m u y todavía mas limitada. También es evidente que ha de
diversas estaciones según la altura 6 la naturaleza de la tener grande importancia en la extensión de las especies,
localidad. Las plantas que se hallan en la parte más baja la facilidad de reproducirse y disominarse.
de las altas montañas se llaman al}iesli-es; las de puntos algo
La posibilidad de ser trasportada una especie vegetal
más elevados siih-aljñnm; y las de la parte superior alpinas. de nn país á otro distante, es lo que se denomina naTambién hay vegetales que viven unos sobre otros, o lo turalización, la cual puede hacerse á grande ó á pequeña
que es lo mismo, parásitos, como acontece con algunos distancia. Dicha naturalización es favorecida por los vien
liqúenes y hongos que viven en el tronco de varios árbo- tos, las aguas de los ríos, los torrentes, los movimientos
les, así como hay también plantas que se hallan en las do los mares, los témpanos de liielo (jue viajan á larguísiraíces de otras y subsisten á expensas de sus jugos.
mas distancias y las aves que atraviesan grandes extenLa latitud y la altura son dos circunstancias en extre- siones de terreno en corto espacio de tiempo. Estos son,
mo influyentes, como y a hemos dicho, en la distribución pues, los principales medios de diseminación y trasporte.
de las especies vegetales. Algunos autores han establecido Algunas plantas hay que siguen incesantemente al homla comparación, que no deja de ofrecer alguna exactitud, bre doquiera establezca su vivienda, pudiéndose m u y
simulando cada hemisferio de! globo terráqueo á enorme bicji llamar sociales. En medio del desierto, en la cima do
E s t o s liom'bres se fiujen muy p a t r i o t a s y a p a r e n t a n
o d i a r al francés, p e r o e n r e a l i d a d le a m a n . ¡Ali!
P a s a d la v i s t a por sus a b o m i n a b l e s Gacetas. ¿Las
liabeia leído? D e c í s q u e n o . P u e s y o l a s h e leído y
sé q u e r e s p i r a n odio á los p a t r i o t a s , al P e y y á la
s a c r o s a n t a r e l i g i ó n . S o n los discípulos de Y o l t á i r e ,
q u e v a n por el m u n d o p r e d i c a n d o la n u e v a d e S a tanás.
LA
(•)3
GUIRNALDA
las altas montafiíis, en el fondo de los YÍIIICP, se encuentran esos vegetales siempvo que el hombre ponga su
planta en esos sitios.
Aun cuando pudiéramos hacer otras muchas consideraciones relativas ¿ tan interesante asunto, terminamos
con lo expuesto para no dar á este articulo extens^iún
exagerada.
JOAQUÍN OI^MEDII.LA V PUIG.
EL ANGKL DE LAS NACIONFS
El sol, dcsliaciéndóse en flores de luz, borda los campos, que, como un mar de movibles y vistosas gasas íovman capricliosas aureolas, y parece que la naturaleza
le ofrece it su Creador para coronar la frente de los justos.
La naturalcza,se entreabre, como el cfüiz de una flor,
para recoger en su seno la savia de la vida. La naturalc/.a
espléndida, magnífica, con su turbante de azuladas nubes, con su flotíinte luanto de esmeraldas, se oxtremecc
como el instante aquel en que brotó de la nada al soplo
lie su Hacedor.
Y en esa hora sublime de encantos y arjnonías, las
vírgenes tejen coronas de estrellas iluminadas con los encendidos rayos de sus miradas, qnevan á depositar al pié
del Trono de Dios.
Y el ángel de las naciones, de pié y extendidas sus
chispeantes alas, toca con su dedo inmortal la frente de
los puciblos; y-una voz inmensa grita en toda la tierra:
(•ii'.e acan uno. Padre mío, como Vas y yo somos uno.
.1. M.'iUTÍ-MlQUKL.
IVIISOEI-JANEA
PENSAMIENTOS.—131 sillón viejo de ñimilia es el sitio ca
LIODCIÜ rezaron los niños y marieron lus ancianos.—Taclceraij.
—El lingo! de líis iioeliGH de :uiior es un ányel mudo.
—Cuandü ac recuerda una pona y so llora, l:i.s hígrimas son
como el velo del i)asado que c;io sobro nuestros párpados.
—La anécdota es ia tienda al por menor de la historiu.—
Goncourt.
—Los hombres hacen las leyes, y las mujeres las coslumhrcs.— Conde de Segur.
—Tener hijos sólo cuesta trabajo y dolor; pero el gran honor es iorniar Iionibres, y esto lo hacen mejor las mujeres que
nosotros.—7. ¡h Maislre.
—La desigualdad de derecho.^ entre los dos sexos, no ha tenido por origen más que el abuso de la fuerza, y en vano se
ha procurado desnués excusarla con sofismas. — Condorcet.
—El ))orvenir do un hijo es siem])re la obra do su madre.
—Napoleón.
Una dama cubría sus aventuras bajo la capa de la religión y tenía en su escudo esta divisa elíonor á Dios».—
TJn maligno hizo una pequeña alteración cu la leyenda escribiendo: «¡adiós honorly—Chainjorl.
\
Las aves que más ventajas proporcionan á. los agiiculteres son las siguientes:
YA Jlarciélago, que por su si.Hema dentario destruye
infinidad de ¡nscetos nocivos á las ¡llantas,
El Buho, que limpia los campos de ratas y ratones.
El Mochuelo y la Lechuza, que auiquilan los topos y los
muzgftfios.
La Garza, que preserva al ganado vacuno de moscas y
otros insectos.
La Cigüeña, que destruye los reptiles.
El Cuervo, que como al día infinidad de gusanos de
tierra.
La CodorDÍz y la Perdiz, que hacen lo mismo.
El Cuco y el Cuclillo, que comen las orugas vellosas que
los demás pájaros no pueden comer.
El íMirlo, que Se alimenta de babosas y caracoles.
líl Avefría, ijue acaba con los moluscos que devastan
los prados.
La Alondra, la Calandria y la Cogujada, que destruyen
los grilios, los cigarrones, los huevos de las hormigas y los
gusanos que roen las raíces del trigo.
]íl Gorrión, que hace lo mismo.
la i>evui/ni;i u L .IJ.HIKI -..V, ..... . . . ^ . ,
se les ha liecho implacable guerra.
Jinchos labradores, que croen *^^xo los pájaros son unos
temerarios salteadort-s do sus eras, deben respetarlos.
*
—¡Hola! chico, ¿dónde has estao?
—Vengo de la iglesia,
—¿y qué ha habió?
—Muehas cosas; misa de tres en ringla, voces en la pedricaera y humeas al santo,
•
»
*
De Granada escriben relatando una anécdota por demás
curiosa.
En Abril de 1S83, visitaron el colegio del Sacro Monte,
cátablecido en aquella ciudad, las infantas Doña Isabel y
Doña Paz. En las cuevas de dicho colegio hay dos piedras
que tienen de antiguo un mote, la una .se llama de casarse
y de descasarse la otra,
Pvcspecto de la primera, es fama que la soltera que la
toca se casa al año.
Chocó á S. S. A. A. esta particularidad y se rieron en
extremo, y la infanta Üoüa Isabel instó á Doña Paz á que la
tocase.
La tocó, en efecto, y casualidad habrá sido, pero este
hecho ocurrió cd día 'A do Abril de 1 S82, y su Alteza Heal
la infanta Doña Paz ha contraído matrimonio cou el Príncipe
dt Baviera el día 2 de Abril de 1883, es decir, al año justo
de haber tocado la piedra llamada de casarse.
Si este fuera uu hecho, tal vez habría quien hiciera un
viaje por tocnr la piedra.
Una señora entró ayer on \í\ cocina y sorprendió á la cocinera dando un abrazo á un primo suyo (pie había ido á visitarla,
—En este iuatante se va usted de mi casa—la dijo.
— Yi\ pensaba yo hacerlo—contestó ella.—¡Pues no faltaba más sino que viviera yo en una casa en la que so entra en
los cuartos sin preguntar antes si se puede ó no!.
CHAKADA.
Saliendo de dos krcera
y en vez do ir á pima ires,
me puse á jugar, y luego
hasta sin fodo quedé.
(La sriiactúu B/I el número próxivio).
Suliicióii á la aiiteriov; Mármarít.
^ ^ ^ ^
Tinp. Lit. de L A GmitXALDA, Pozas, 12.
LA GUIBNALDA
64
Í9.
DETALLE
OE LOS OÜADEOS DE
LA
CÜBIEIITA.
LA GUIHNALDA
3.
ARo x'vii. — NúM. 9 — ü (le Mayo de 1883.
TilAJES DE NlSOS
66
LA GUIRNALDA
consistentes en la manera de colocar los adornos.
Pasaremos, pues, á ocuparnos de los abrigos.
Las manteletas de diversas clases son el abrigo
más elegante para trajes esmerados: hácense unas
Son tantas las variaciones qne experimenta la de tejido de perlas negras ó de color, brillantes
moda en esta época del año, es tal la diversidad do como las cotas de malla de los antiguos guerreros;
modelos q^ne las modistas inventan con la esperan- ciñense perfectamente al talle, cuyos contornos
za de que alguno de ellos llegue á alcanzar gran marcan, y caen por delante en puntas pequeñas:
aceptación, con lo que tienen asegurada sn fortuna, otras manteletas, por el contrario, son ligeras y vaque sería tarea dificilísima si no imposible seguir porosas, como que se hacen de encaje, siendo negras
paso á paso sus rápidas y múltijiles evolucioaes. De las destinadas á trajes de paseo y visita, y blancas
aquí el que, observando atentamente lo que obtiene las que han de llevarse con los trajes de playa y de
mayor favor, nos limitamos á describirlo, pues- campo. Finalmente, la manteleta de siciliana ó de
to que el propósito de L A GTUIUNALDA, no es el gró adornada con encaje y cuentas de azabache es,
patrocinar modas exajeradas ni estrambóticas, sino en nuestro concepto, la más aceptable, puesto que
ser la guía, el consejero de sus suscritoras, y esta puede llevarse indistintamente con toda clase de
misión de ningún modo puede llenarla mejor que vestidos. Hácense también manteletas de color que
describiendo trajes modestos y elegantes, al alcan- se adornan con encaje y cuentas de colores.
ce ])0Y lo tanto de todas las fortunas.
E n sombreros hay multitud de modelos á cual
Inspirándonos en esta idea, vamos á pasar una más caprichosos, pero los más aceptados, y que por
rápida revista á las telas, hechuras y adornos que lo tanto recomendamos á nuestras lectoras, son un
parecen llamados á gozar de mayor favor entre las sombrero de paja de Manila con las alas abarquillaelegantes.
das hacia arriba, dejando ver toda la parte inferior
Comenzando por las telas, diremos que el casi- que está cubierta por plegados de encaje: una echarmir de la India, el velo religiosa, el snrah, la sici- pe, de encaje también, prendida de trecho en trecho
liana y la Eoliana son las telas que más se llevan, con orquillas de concha, y uua raiiltitud de plumas
juntamente con otros tejidos de lana que son cono- azul pálido formando fnuf constituyen el adorno de
cidos con diversos y caprichosos nombres. Eespee- este sombrero. El llamado Dcmae, de tul de color, cuto á los colores más adoptados, indicaremos que el bierto con blonda negra y adornado alrededor del
rosa pálido, la hez de vino, el azul antiguo, el ma- ala y del bavolet con una guirnalda de hojas de clarrón y el rosa, el ciruela y el lila pálido, así como veles, es otro de los modelos que merecen especial
el verde musgo, el oro rojizo y el amarillo anaran- mención. Y aquí debemos decir, que las hojas de
jado son los que más emplean las modistas, siendo iloi-es, son este año uno de los adornos más en mode advertir que, por regla general, los colores pá- da para los sombreros, y que algunas modistas las
lidos comjíonen el fondo de los trajes, y ]os colores agrupan con tal arte, que sacan de ellas un gran
vivos son los que los adornan.
partido.
E l bordado continuará desempeñando un imE n sombreros redondos, el modelo que está más
portantísimo papel en los trajes de verano: las fíil- aceptado y que es más á propósito para traje de camdas de los vestidos, los cuerpos, los abrigos se bor- po, viaje etc., es el llamado Cazador. Este sombredan con caprichosos y ligeros dibujos, ó se adornan ro es de paja de color ó blanca, con alas estrechas
con aplicaciones bo i-dadas y rodeadas por un cor- inclinadas hacia abajo por el lado derecho y levandoncillo muy ñno. El bordado al pasado, sal]3Ícado tadas por el izquierdo, adornado simplemente con
de cuentas de azabache, ya negro, ya blanco, ya de un 'poLíf do flores ó de frutas. Finalmente, para tracolor, queda reservado á los trajes de gran lujo.
jes un puco más esmerados, recomendaremos un
Además de las telas lisas de que hemos habla- sombrerito también de paja, con alas estrechas y
do antes, y que son las ado23tadas para trajes un co^ia alta y plana, forrado en terciopelo de color y
tanto esmerados, debemos mencionar para vestidos adornado con un penacho de plumas.
de diariüj las cretonas, los percales 3^ las mezclas de
Para terminar esta ya extensa Revista, hemos
lana y algodón, con dibujos género Po'iivpadoitr^ ó de decir algunas palabras acerca de los abanico^,
formados por pájaros, mariposas, abejas, frutas y prenda indispensable en verano, y que tanto apreaun legumbres; pero preciso es confesar que mu- ciamos las españolas, Lns abanicos de raso, son los
chos de olios tienen algo de ridículo y que no pue- que más se llevarán este año: las armazones de náden ser aceptados sino á título de pasajero capricho, car, de concha, de ébano, ya liso, ya calado, ya
y por aquellas señoras que pueden hacerse muchos adornado con pinturas, sobre fondo negro, oro ó
vestidos y deshecharlos casi nuevos.
laca, son las más aceptadas para trajes esmerados.
Las faldas adornadas en el bajo con un ancho Para los de diario, asi como para campo, nada más
volante plegado, con delantal plegado también, elegante, sencillo y económico que los abanicos
cuyas puntas forman "pouf por detrás, son las de madera de su color natural, pero pulimentados,
más usuales y elegantes. Sirve de complemento al con país de cretona de color, representando persotraje ya un cuerpo ajustado, largo de talle y con najes originalmente dispuestos dentro de arabescos
gran peto, ya una blusa parisién con mangas hue- y forrados por detrás en percal satinado color de
cas, frunces ^en el pecho y á los lados del talle y madera.
ancho cinturón flotante, cuyas puntas caen al lado
En sombrillas hay tal variedad, que es difícil
izquierdo. Esto es el aspecto general del traje en señalar el gusto prodominante; deberá elegirse
estos _ momentos, y todo lo que pudiéramos decir aquella que mejor cuadre al principal objeto á que
describiendo diversos modelos, no sería más que se la destine.
esto mismo con ligerísimas variaciones de detalle
ELISA S *
REVISTA DE MODAS'
ir
LA GUIRNALDA
EPISODIOS
NACIONALES
POR B. PEIíE^ GALDÓS
EL
• , -'•_'•'
EQUIPAJE DEL R E Y
JOSÉ
(Conliíiuación)
El cura, al oir esto, sintió que las lági-imas se
agolpaban á sus ojos. Eran lágrimas de admiracióu.
Estaba pálido, mas no de envidia, aunque reconocía que él jamás había dicho en sus sermones cosas
tan bellas.
—Pues bien, señores—añadió Navarro,—hoy
voy á combatir coutra los franceses j mañana contra los afrancesados que son peores, y después contra los llamados liberales que son pésimos; y si yo
no pudiere ó si Dios se sii've llamarme á sí sobre
el campo de batalla, aquí está mi hijo, á quien entregaré mi espada y que ya tiene mi espíritu.
—Dios, que vela por España—dijo el cura con
acento solemne,^nos conservará á nuestro buen
amigo y volveremos todos cubiertos de laureles.
—Los laures—dijo la beata—no caen mal sobre
una frente serena que puede alzarse ante el tribunal de Dios sin los rubores del pecado. Sr. D. Fernando, ponga sus cinco sentidos en lo que le he
dicho, y no entregue su cuerpo al plomo enemigo
sin descargar un alma del peso de tantas y tan negras cu]23as. Ei cueiq:)0 que sirve de vaso á un alma
limpia es respetado por la muerte; no asi el que es
saco de inmundicias. No hay contra el plomo y las
bayonetas mejor coraza que mía, buena y general
confesión.
—Viejecita—repuso D. Fernando sonriendo,—
como el cura va conmigo á la guerra, echaremos un
p)árrafo por esos caminos y entre batalla y batalla
me iré descargando de todos mis pecados y él absolviéndomCj todo esto al com^iás de nuestras caballerías.
^ C a b a l , cabal—exclamó el presbítero.—Por mucha qne sea la faena, no falta un ratito para meter
la mano en la conciencia y sacar algunos puñados
de maleza.
—Y para los soldados, voto al chápiro—dijo don
Fernando, golpeando el suelo con la contera de la
espada,—ha de haber un poquito de manga ancha.
Ya se ve; siempre en campaña al sol y al frío, comiendo poco y bebiendo menos, sin otro regalo que
mil trabajos, y teniendo por cama el suelo, por descanso la fatiga, por almuerzo la pólvora y por cena
la metralla... ¡Oh! los que así vivimos no podemos
ser mirados como los demás, ¿no es verdad, señor
cura?
—Verdad, verdad... ¡Con que en marcha!... ¿No
se te olvida nada, Res23aldiza?—dijo el cura, preguntándose á sí mismo y tentándose el cuerpo.—No,
nada se te olvida, curita... la pólvora, las balas, el
fraaquito de aguardiente, las lonjas de jamón... el
chocolate crudo... el tabaco...
A todas estas iba llegando gente, amigos del insigne Garrote.
Llegó la hora de la partida y los expedicionarios oprimían los lomos de sus respectivas caballerías. La salida de la casa fué una verdadera ovación.
D. Fernando, segaido de su hijo, del cura y de los
demás guerrilleros, rompió por entre la multitud
que le vitoreaba aclamándole padre de la patria y
héroe de la Puebla. En aquel instante nadie se acordaba de las fechorías de D. Fernando Garrote, que
había sido siempre popular, muy po^íiilar, lo mismo
por sus generosidades que por sus atrevimientos.
E n España los audaces de buena ce2)n, aunque sean
bandidos ó Tenorios, son siempre queridos y admirados del pueblo, que lo perdona todo, á excepción
de la cobardía y la avaricia.
Luego que se encontró fuera de la campiña la
pequeña partida, compuesta de una docena do hombres, Carlos, indicando la dirección de Troviño, que
debían tomar por las montañas, se puso á vanguardia con otro amigo, para explorar el camino y ver
si se distinguían fuerzas francesas. E n tanto don
Fernando y el cura, quedándose solos atrás, emparejiíron sus cabalgaduras, que perezosamente iban
al paso, y entablaron el curiosísimo diálogo, que
se verá á continuación.
XV
-• .
.
—Señín- cura^dijo Garj'ote,—ahora que nos encontramos S0I0.S, quiero que conversemos un poco
sobre un apunto queme está escociendo por adentro.
—Ya le entiendo á usted, amigo mío; ust-d es de
parecer que en vez de unirnos á ía partida de Longa, marchemos solos al encuentro de los destacamentos franceses.
—No es nada de eso, Sr. D . Aparicio, lo qire me
preocupa.
—Ese fusil que lleva usted—añadió el cura,—
es un arma de jirír.cipes; en cambio esa espada no
sirve para degollar palominos. Por el contrario,
mi sable vple un imperio, y esta escopeta no lo es
más que en el nombre. Hagamos, pues, un cambalache: djU'éle á usted el sable, pues la principal habilidad de usted consiste en el tajo, mientras que
siendo mi fuerte la puntería, cogeré por lo tanto
su fusil.
—No es eso tampoco lo que tenía que hablar.
—Usted tiene muy cansada la vista y no puede
hacer la puntería.
— Que no es eso—repitió Garrote con enfado.
—¿Pues qué, hombre de Dios?
—-tln caso de conciencia.
—¿Esas tenemos?—dijo el cura riendo.—Esta
mañana estuve ana hora en el confesionario sin que
nadie se me acercara, y ahora que monto á caballo...
—No pierde el sacerdote el Sacramento por ir á
horcajadas.
—Jamás he visto que el ilustre Garrote se confesara; ¿y ahora que va á la guerra le entran esos
escrúpulos? ¿Hay algún pecado nuevo? Pero no sé
por qué recuerdo ahora. . Esa maldita Perpetua...
—No, los antiguos. Por lo mismo que voy á la
guerra, siento un vivo deseo de reconpiÜarme con
Dios... Aunque hombres como yo no mueren á dos
tiroues, quién sabe si por artes del enemigo me cogerá una bala...
—Y adiós alma... Nada, nada—dijo el cura,—
aun los hombres más bravos deben venir á estas
fiestas con el alma in-eparada... Aquí donde usted
me ve, voy como un angelito de Dios... Me podrían
enterrar con corona de rosas como á los niños.
—Vamos á ver. Si los pecados se perdonan con
el arrepentimiento y la penitencia, los míos ya los
puedo dar por idos. Estoy arrepentido de los males
-ví-v-t '
6.
MODELOS DB SüMBBBROS.
5.
TRAJE PAEA VISITA,
LA GUIRNALDA
70
q u e lie cansado, y aliora q u e soy viejo y n a d a p u e do, h e caído en la c u e u t a d e q u e h i c e mal, m u y
m a l . E u c u a n t o á la p e n i t e n c i a , ¿no es suficiente
esta q u e y o m i s m o m e i m p o n g o d e dejar la t r a n q u i l i d a d y b i e n e s t a r q u e d i s f r u t a b a en m i casa d e
P e ñ a c e r r a d a , p a r a e c h a r m e al c a m p o e n b u s c a d e
las p r i v a c i o n e s , de las h a m b r e s , d e las h e r i d a s , d e
los fríos, de los calores y q u i z á s , quizás de la m u e r te? Y todo esto n o p o r u n a causa c u a l q u i e r a , s i n o
p o r la causa d e D i o s , d e la r e l i g i ó n y su s a n t a I g l e sia p r i m e r o , y d e l ü e y y d e E s p a ñ a d e s p u é s .
— M i p a r e c e r e s — d i j o el cura, s o n r i e n d o y t e n t a n d o d e n u e v o sus bolsillos y la alforja p a r a v e r
si se le o l v i d a b a a l g o , — q u e cou lo h e c h o por usted,
con su arre2">entimiento p r i m e r o y el sacrificio d e
su b i e n e s t a r d e s p u é s , h a y p a r a irse d e r e c h o al cielo^
(Se coiuiíiuará.)
LA FIESTA DE MAYO
Venid, pítstoras; va ú comenzar la danza.
ronnaiido bulliciosos í^i-upos, ya esperun Impacientes
los zagales, vestidos con la ropa más ¡impía.
La dulzaina y el tamboril pueblan con sus alegres sones el espacio, satm-fido de ])erfumci>.
¿Qué os detiene? ¿Por qué tard;iis t:mto?
jEa! Dejad vuestras ovcjuekis guardadas en el aprisco, y ataviadas con el traje de Hcsta; acudid presurosas
á recibir el tierno obsequio de vuestros amajites.
Todos sonríen, todos catím gozosos y en todos los corazones late con violencia el inconsciente amor que les
aimna.
Bajad, bajad de la fértil colina, y no bagáis que con
vuestra ausencia se turbe la alegría que hoy es proclamada reina del lugar.
•^''cd cómo dirigen sus iuterrogadoras miradas hacia
vuestras blancas chozas.
Ved, todos llevan pendientes do sus manos, con rosadas cintas, ricas coronas de claveles, rosa.s y jazmines,
dulcemente aprisionadas con flexibles ttiUos de verde
mirto.
Cada una de ollas es símbolo de amores eternos y de
dichas infinitas.
Y todas son para vosotras, lindas zagiilas; para ceñir
en el baile vuestras vírgenes wiencs.
¡Qué lioruiosas estaréis! ¡Y cómo os contemplarán en
deliquio amoroso vuestros zagales!...
Pero ,!,por qué tardáis? ¿Consentiréis que se mustien las
puras y frescas corolas de tan cariñosas ílorcs?
¡Vamos! que la luz del dia languidece tras los altos pinares, y van á encenderse ¡as hogueras que han de alumbrar el baile.
¡Ingratas pastoras!...
¡A.h! no, no; y a os veo descender por la falda del vecino monte, juguetonas y risueñas, semejando una tupida
guirnalda de entreabiertos pimpollos, destacándose en uu
piélago de verdura; y a os veo, entrelazadas las manos, en
variados y encantadores grupos, llegar á las puertas de
la aldea... ¡Oh!... y a estáis aquí.
¡Á bailar, á bailar! Llenen el aire los acordes de la música; luzcau en las ventanas los vistosos gallardetes y
banderolas; píntese el júbilo en todos los rostros; comience la danza.
Las-bellas liijas de los prados vienen á conjuemorar
el mes do las flores.
li
.
¡Qué desorden! ¡Qué algazara!...
¿Por qué se ha roto el dilatado círculo que formaban
las apretadas parejas?
Pastoras, pastorcitas, ¿qué hacéis? ¿Dónde vai.s? Formad, foi-mad otra vez el corro y siga la danza.
Todavía arden las hogueras; aún su luz rojiza colora
de púrpura las altas cimas de las montañas; aún el azulado humo va á perderse en espiral inmensa en la rei^ión
de los astros.
¡Bailad, bailad, hermosas niñas!
Ved: vuestros compañeros, tristes y afanosos, tienen
sus miradas fijas en vosotras.
Y en cada mirada píntase la esperanza halagadora de
una súplica, de una súplica de amor eterno.
¡Y os sonreís, meneando graciosamente la gentil cabeza!
¡Crueles!... ¡Y os vais!...
¡Ah! Es que el vigilante gallo ha lanzado su cauto de
media noche.
Sí, sí, marchad; vuestros ancianos padres ya extrañarán vuestra tardanza; vuestras blancas ovejuelas ya dentro de poco os llamarán con dolientes balidos.
Sí, si, marchad... Aquí el amor os sonríe y os suplica:
allá os esperan el amor y el deber.
¿Oís, oís?... Es la voz de vucí^tros viejecitos que os llama, que pronuncia vuestros dulcísimos nombres desde el
dintel de Ifi entornada puerta...
¡Adiós, risueñas pastoras!... ¡Que nunca esa sonrisa de
casto amor h u y a de vuestros labios i-ojos!... ¡Que nunca
el dolor de un desengaño anublo la luz de vuestras radiantes pupilas! ¡Que os vele siempre el ángel de la inocencia!...
Pero ¿y tú, A-raelinda? ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? ¿Cúmo no sigues á t u s compañeras?
Dime, bella Amelinda: ¿qué dolor te aqueja?... ¿No me
oyes?... ¿por qué ocultas el rostro entre las manes? ¿Por
qué tristementeiiorasy suspiras?... Amelinda, Amelinda,
¿no respondes á mis palabras?
¡Ah! Te comprendo, pobre niña... ¡Tu amante te ha
abandonado por la seductora Délia!
Pero no, no llores: mi brazo, aunque débil y frío, podrá sostenerte; mis frases no tendrán el fueg'o de la juventud, pero sí la dulzura del consuelo: no sonreirás de
amor, pero sí de esperanza.
Las palabras de un viejo, con la experiencia del pasado, hermosean los adivinados horizontes de lo porvenir.
Ven, bolla Amelinda, apó^'ate cu mi brazo: ven, yo
te acompañaré... tu cabana no está lejos.
Así., así... ¡Ea! en marcha.
III
Ya clarea el día.
ü n tibio rayo del sol naciente ilumina la plazü.
¡Pobres dores!... Mustias, deshojadas, revueltas entre
el polvo, hasta habéis perdido el último aliento de vuestro purisimo'aroma!
¡Pobres flores!... Pocas sois, pero ¡cuan ajadas!
Al nacer la phiteada luna, sinibolizabais con vuestra
pureza 3- liermosura la esperanza de un amor eterno:
ahora sois el símbolo do un eterno dolor.
Vuestras hermanas, más felices, todavía frescas y lo-
LA
GUIRNALDA
zanas, cnvínii al cúfií'o su dclcíitoso perfume, ostentiuidose oi'g'ullosas en blancos búcaros llenos de agua fresca.
Vosotras, descoloridas, pisoteadas y sin aroma, j'aceis
mal guardadas entre cieno.
Ellas fueron felices con los suayes halagos de las puras
brisas.
tVosotras os arrojasteis, insensatas, en brazos de vertiginoso torbellino.
El calor, el tibio calor nunca apagado, de una mirada casta, un beso les presta á ellos la vida.
El ardoroso soplo de la pasión, jamás sentido, os ha
arrastrado á la muerto, después do cruelísimo sufrir.
El amor vivifica; pero el amor también mata.
Á ellas, el puro amor les da la vida; vosotras habéis
sucumbido en brazos de un amor insensato.
¡Pobres flurcs!... Pocas sois, pero ¡cuan ajadas!
Flt.\NCISCO W . MIQUEL.
LAS FLORES.
¡Qué bellas son, cuando salpicada.? de rocío abren sus
corolas á la alborada y aromatizan el jardín cun su fragancia!
¡Cuántas y cuántas jóvenes han confiado sus secretos
á u n a flor!
tíi comprendiésemos bien todo el influjo que las flores
ejercen sobre las mujeres, las querríamos mucho más de
lo que las queremos.
Ellas son el fiel emblema del sentimiento y del amor
puro, las partícipes del carino que guarda en su pecho la
joven á quien adoramos, y la ilusión de nuestra primera
juventud.
¡Cuántos hombres se han vuelto locos por una flor que
desprendida del tocado de una bella, ha caído en sus manos! ¡Y cuántas han Iiecho uso de ella para que se postraran á sus plantas los corazones más empedernidos!
Confieso, francamente, que más pronto me atrevería
á luchar con diez enemigos, sin visera ni cota de malla,
antes que intentar resistir á una mujer con una flor en la
mano.
Id á un baile, y lo primero que descubren vuestros
ojos cuando entráis en el salón, son esos jardines ambulantes que. como leves mariposas, revolotean sin descanso y en confuso torbellino de una parte á otra. La primera idea que cruza por vuestra imag-iuación al divisar las
hermosuras que convierten su cabeza en floriíio pensil,
fácihnente se comprende: poder adquirir una flor de las
que llevan: y con la amabilirlad y fluura exquisitas, propias tan sólo del pucljlo español, os acercáis á la bella
jardinera, demandándosela en paf^o de vuestros galanteos; y sí por fortuna pasa á vuestras manos el tesoro codiciado, á buen seguro que en el momento ni todas las
riquezas del Potosí, serían suficientes para haceros desprender de ella. Poniéndola por testigo do vuestros juramentos y del amor que sentís por la persona que os la
ha entregado, la encerráis, tan pronto como halláis ocasión para olio, en una cajiía do ébano ('i de marfil, creyendo tal vez que de osa manera liabrá de conservar más
tiempo su perfume.
¿Queréis obsequiar á una joven, pero sin que el mundo pueda interpretar de una manera diferente vuestro
galanteo? Pues la ofrecéis un ramo de flores; y si estáis en
inteligencia con ella, os entendéis perfectamente, sin que
sus deudos puedan echaros nada en cara.
•ff
Si ]as flores tuviesen como nosotros el don de la palabra, tal vez serían menos discretas de lo que son ahora.
Una flor podrá demostrar mucho, pero al mundo no le
dice nada. Tienen un lenguaje oculto, que la mayor parte de la gente ignora, pero que los amantes conocen perfectamente, y no olvidan jamás una vez que han llegado
á posesionarse de él.
Un pensamiento marchito en el devocionario de una
niña, os indica claramente la ausencia del amante por
quien suspira; una rosa do un vivo color encarnado, una
pasión extrema, un amor vehemente y profundo; y a.sí,
cada una de ellas tienen su significado, todas desempeñan
un papel y sirven de mucho en las cuestiones amorosas.
Flor y mujer, según algunos autores, son dos nombres
sinónimos, si bien el Diccionario de la Academia deja de
emitir su opinión en este caso. Yo, si á juzgar fuésemos,
creo que al fin también convendría en ello, pues existo
m u y poca diferencia ojitre una flor y una mujer hermosa.
Todas las cosas en cstemunilo tienen una persona (pie
saca á colación sus virtudes ó debilidades; y ese es el motivo por que Alfonso Karr publicó una Vida, de las Jores,
cuyo texto habrán saboreado más de una vez las simpáticas lectoras de LA. GüiiiNAr.DA.
^'o h a y poeta reputado ni escritor en agraz que no
las haya dedicado, cuando monos, un soneto. Testimonios
son de ello las muchas y variadas líevistas que ven la
luz en España.
Bien quisiera expresar el significado de todas las flores;
pero lo considero trabajo perdido por estar cu la íntima
persuasión de que las que me leen lo saben mucho mejor
que yo. Solamente diré que su lenguaje, aun cuando
mudo, es expresivo; y que una flor puesta en manos de
una bella es capaz de insurreccionar á toda una nación.
¡Bcnditassean, pues, esas hermanasde las mujeres, que
ofrecen con sus perfumes la ventura más completa al mísero jnortal que se siento aguijoneado por los dardos del
amor! Yo sufriré con sangre fría todos los desaires que
me puedan dar los hombres; pero nunca podré ver con
tranquilidad el movimiento continuo do una flor en las
manos de la mujer á quien adore.
Y pues nuestra vida orean
Con perfumes seductores,
¡Benditas sean las flores!
¡Benditas, benditas seanl
ENillQÜE FliANCO.
M:iscEXj^isrEA
PENSAMIENTOS,—Las cosas más movedizas son el curso
do las agua.s y el carácter de la mujer.—]?lularco.
E Q la mujer ex¡.ste todo lo agradable.—Dlipcihj.
L a mujer es u n intermedio c a t r e Dios y los ángeles.—
Segur.
*
Decía en cierta ocasión u n eélcbre ])ctardisfca:
— E l hombre debe siempre apresurarse á pagar-isus deudas.
— N o — le conLestú uno de sus acreedores,—debe pagarlas,
auoquc sea sin ¡ipresuramionto.
•
CHARADA
Toma mi todo, Marta,
y haz ^;r»»e)-rt y segunda
•
' •
i tercia y cuarta.
(Lnsiiluciún vn el núnítro próximo).
Solución ú la aiitoriov: Camisa.
Imp. Lit. (le L A GUIRNALDA, Pozas, V¿.
LA liUlRNALDA
14.
15.
PEIXADO DE BUCLES.
PEINADO DE TRENZAS
i 7.
¡^^^
18.
TRAJE ESCLAVINA.
CIALZÚN _^rARINERO.
_22 Y 2 3
LH'N'riLLAíiÁ CROCHET.
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19.
ENTREDÓS DE ENCAJE.
24.
ENCAJE-GUIPUEE DE V E N E C I A .
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