'-'¡ LA HISTORIA DE DOS MONARQUIAS: SEISSIGLOSDE RELACIONESHISPANO.BRITANICAS Pedro Schwartz Fundación Cultural Hispano-Británica Madrid Abril de 1986 LA HISTORIA I)U DOS MONARQUIAS: SEIS SIGLOSDE R E t , A C I O N ES H I S P A N O - B R I T A N I C A S Pedro Schwartz Girón es catedrático de Historia de las Doctrinas económicasde la Universidad Complutense de Madrid. Es licenciado y doctor en Derecho por la misma Universidad. También ostenta los grados de master en Cienciaseconómicasy doctor en Filosofia y Ciencias Políticas por la Universidad de Londres.Es Honorary ResearchFellow de University College,London. Pertenecea la Mont Pelerin Societyy es Diputado del Partido Liberal por Madrid. El Rey y larReina de España, D. Juan Carlos I de España y Doña Sofia, emprenden viaje al Reino Unido de Ia Gran Bretaña e lrlanda. Se trata de la primera visita de Estado de un Jefe de Estado español desde que Alfonso XIII visitara Londres en 1905 y conociera allí a la que iba a ser su esposa, la Princesa María Victoria de Battemberg. llst¿r notarble oc¿rsión en la historia de dos pueblos ban prírximos y tan distintos a l¿r vez, cuyos encuentros y conticndas h¿rnhecho sonar en Europa y Américal, unas veces las ¿ r r u r o n í ¿ cr si v i l e s d e l a p r o d u c c i ó n ,o t r a s l o s f r a g o r e s m i l i t a r e s de la guerrar, Inerece cclebración. [,¿rFund¿rciónCultural tlisp a n o B r i t á n i c a , b a . i oe l A u g u s t o P a t r o c i n i o d e S . A . R . l a I ) u qucsa de Soria, me ha hecho el honor de encargarme de Conferenciapronunciadael 14 de Abril de 1986 con motivo del Viaje de Estado de SS. MM. los Reyes de Españaa Gran Bretaña. con¡ncrnorarl¿r en la medida de mis menguados conocinrientos, con el ruego de quc nre ciñera sobre todo a la"srelac i o n e s c n t r e ¿ r m b a sc o r o n a s . I)os pensamientos me han llevado ¿r aceptar un empeño ttrn conrprometido. IIe record¿rdo l¿rs convicciones monárq u i c a r sd e r n i f a r n i l i a , e s p e c i a l r n c n t el a s d e m i a b u e l o D . P e d r o Schrvitt'tz,alc¿tldelilrcral qtrc fltrede Sant¡r Cruz de'fenerife, v l ¡ r sc k l u r i ¡ r i r d r e ,c l c l i p l o r n á t i c oI ) . J t r a n S c h w a r t z , t e s t i g o d c l c x i l i o d e S . A . l t . e l C o n d e d e l J ¿ r c e l o n ay s u f a m i l i a c n S r . r i z iyr 'fa¡¡rbión [)orttrgal. he recordado mi propia convicción, reforzad¿rcon los años, de que la monarquía parlamentaria es Navarra, obtuvo en 1367 ante el Castillo de Nájera una para España la única garantía de permanencia de un sislema sonada victoria: el rey Pedro I, agradecido, regaló al Príncipe democrático. Entiéndase este discurso como nuestro modesto homenaje a,la Casa Real española y sus servicios a la causa de de Gales la famosa piedra roja de la Corona. la libertad. Era Pedro cambiante y sanguinario. No sólo infringió con sus ejecuciones las reglas de la guerra caballeresca a las que PEDRO EL CRUEL Y EL PRINCIPE NL-GRO tan ñel era el Príncipe Negro, sino que, incumpliendo los acuerdos de Libourne, se negó a entregar Vizcaya al inglés y no pagó los 500.000 florines que le debia. El Príncipe Negro se Mi historia comienza hace más de seis siglos con una piedra preciosa: "the Black Prince Ruby", la piedra del Príncipe Negro, que luce, tamaña y bermeja, en [a corona de la reina retiró a sus tierras: llevaba la salud quebrantada y, como recuerdo, la piedra roja recibida en Nájera. Quedó Pedro a la ¡nerced de Enrique y su capitán francés Bertrand Duguesclin. IsabelII de Inglaterra. Las circunstancias de la muerte del rey en 1369 ante la fort a l e z a d e M o n t i e l , e n l a t i e n d a d e D u g u e s c l i n , l a s c o n o c e nu s - Reinaba en Castilla Pedro el I, rey apasionado y cruel, cuyo trono le disputaba .su hermano bastardo, Enrique de Trastámara. Fln medio de las vicisitudes de esta prolongada contienda civil, hubo de acudir D. Pedro, perdido virbualmente el reino, a Bayona, para procurar la ayuda de sus antig u o s a l i a d o s l o s i n g l e s e s ,a l a s a z ó n d u e ñ o s d e l a r e g i ó n d e Burdeos. l l n L i b o u r n e l l e g ó D . P e d r o a u n a c u e r d oc o n C a r l o s I I d e tedes, asi como la famosa frase del lrancés, digna de Poncio Pilatos, cuando se preparaba la cuchillada fratricidá de Enrique. ¿Cómo h¿rbía llegado la piedra a manos de Pedro I? Muhammad V de Granada, el creador del Patio de los Leones de l¿rAlharnbra, había sido depuesto, ocho años antes de Ná.jera, por las intrigas de una hermanastra y de un arráez o jefccillo, llamado Abú Said. Este, tras matar al joven que él Navarra y con el Príncipe de G¿¡les,Edward of Woodstock, al que la leyenda iba a conocer como el Príncipe Negro por el color de la armadura que luce su efigie en la Cabedral de m i s m o h a b í a c o l o c a d oe n e l t r o n o d e M u h a m m a d V , u s u r p ó l a corona y fue conocido con el mote de "el Rey Bermeio". Pedro I Canterbury. Gobernaba esa parte de Francia con el titulo de Príncipe de Aquitania. En la batalla de Crécy en la que los Itey l]ermeio fue desplazado por f-rnen 1362, corrió a Sevilla a p o n e r s e a l o s p i e s d e l r e y d e C ¿ r s t i l l a .P a r a a b l a n d a r l e [ a v o - i n g l e s e sb a j o e l r e y E d u a r d o I I I , y e s p e c i a l m e n t es u s t e m i b l e s l u n t a d l e l l e v a l l a u n a m a g n i f i c a p i e d r a r o . i a .P e d r o I o r d e n ó a 'fablada s u s n o b l e sq u e e n e l c a m p o d e ¿ r l a n c e a r a na l B e r m e j o y su sóquito, y ól mismo tomó parte en la carnicería. Luego arqueros derrotaran a los franceses y sus aliados, el Príncipe, en recuerdo de su valeroso comportamiento, había recibido las pltrmas de pavo real que, dcsde entonces, adornan l¿rs¿rrn'rasdel Príncipe de Gales. F)l Principe Negro apres<iluego al rey Juan II de Francia en Poitiers y obtuvo la pr<lvinciarde Aquitania para su pais. Aliado con Pedro y tras atravesar s i e m p r e a y u d ó a l r e y l e g í t i m o c o n t r a e l u s u r p a d o r . C u ¿ r n d oe l c n v i t i l a c i r b c z ¿crl c l t r s u r p a c l o ra l r c - vd e G r a n a d a . L a p i c d r a n o t : r ¿ rn i s i q u i c r a u n r u b í , s í l l o u n g r a n a t e , p e r o s u c o l o r r e s u l t ó 'Iengo sin duda apropiado. e s t a h i s t o r i ¿ rd e m i d e s a p a r e c i d a irmiga la Marquesa de Casa Valdés, que la relataba con un deje de ironía a quienes se habían extasiado ante lasjoyas de la Corona en la torre de Londres. con el Infante de Castilla Don Enrique, luego III de este nombre. Las Cortes, reunidas en Palencia concedieron por primera EL PRINCIPADO DE ASTURIAS vez a los desposados el título de Príncipes de Asturias, a jurarlos como herederos del trono castellano, a imitación de la dignidad de Príncipes de Gales que aquella les habría deparado en Inglaterua. Nos dice Fernando Pérez de Guzmán que la princesa "en el talle y el meneo del cuerpo tanto parecía un hombre como una mujer". situación D. Pedro I era tan cruel guerrero como amante apasionado. Al principio de su reinado, mesesantes de su boda con Doña Blanca de Borbón en Valladolid, había conocido a una hermosísima muchacha, María de Padilla, de la que se enamoró perdidamente. La boda no fue un éxito. A los dos días abandonóa la reina en Valladolid y corrió a los brazos de la Padilla. Tras años de reclusión en distintas fortalezas,la reina acabó muriendo en Medina Sidonia, se dice, quizá precipitadamente,que envenenada.Pocotiempo despuésy en 1361murió María de Padilla. Reunió el Rey en Sevilla a las Cortes y proclamó que se había casadocon la favorita antes de hacerlo con Blanca de Borbón, por lo que los cuatro hijos que de María tuviera eran sucesoresal trono. Una de las hijas de Pedro y la hermosa María era Constanza, que casó más adelante con John of Gaunt, Duque de Lancaster. Los inglesesestabanpreocupadospor la alianza de Castilla con Francia, debidoal poder de la flota castellana. En 1380 f'rrmaron una alianza ellos con Portugal y trasladaron un éuerpo expedicionario a la Península. En 1385 estos aliados. infligieron decisiva derrota a los castellanos en Aljubarrota, batalla en la que destacó lo atinado del tiro de los arqueros ingleses contra la caballería asaltante. El acuerdoentre portuguesese inglesesculminó en el tratado de Windsor de 1386.John of Gaunt atacó en Galicia, tomó La Coruña, y se proclamó rey (consorte)de Castilla, por estar casadocon la hija de Pedro[. Pero ni siquiera la ayuda de los pbrtuguesesIe permitió obtener algún éxito esta vez, y en 1388decidió el matrimonio de Catalina de Lancaster, su hija , La princesa tenía quince años y el rey nueve. CATALINA DE ARAGON Y EL CISMA INGLES Reinaron. La princesa llegó a regente, por muerte prematura de su marido. Pasó más de un siglo y nuevamente se cruzaron los destinos de las casas reales de Inglaterra y ahora España, con repercusiones profundas e inesperadas. Isabel, Reina de Castilla, y Fernando, Rey de Aragón, se hallaban empeñados en la conquista de Granada. EIlo no impidió que pensaran en una inversión de la alianza tradicional de los Trastámaras con Francia. Los Reyes Católicos querían prepararse para un co-nflicto con su poderoso vecino buscando el apoyo de Inglatema. Ofrecieron a Enrique Tudor, VII de ese nombre en Inglaberra, la mano de su hija, Catalina, para el Principe de Gales, Arturo, un niño de tres años de edad. Tras laboriosas negociaciones, prolongadas por la legendaria avaricia del rey inglés, dos embajadores ingleses, Thomas Savage y Richard Nanfan, ñrmaron en 1489 el Tratado de Medina del Campo y se acordó el enl¿rce. [,a lnfanba, por su parte, conbaba con c u a t r o a ñ o s d e e d a d . S i n h a b e r s e c o n s u m a r d oe l r n a t r i m o n i o , murió en 1502 Arturo, y empezaron las negociaciones para la devolucíón de la dote de Catalina. Fernando e lsabel sabian 6 que el ahorrativo Enrique VII se resistiría a devolver el dinero y que, por lo tanto, había posibilidadesde acordar otro matrimonio de su hija con el nuevo heredero, el futuro Enrique VIIL PoTescrúpuloreligioso Catalina se resistió al segündoenlace,puesel Levítico 18:16prohibíael matrimonio de un hombre con la mujer de su hermano. El Papa Julio II, aquel "uomo terribile" que empujó a Miguel Angel a pintar la Capilla Sixtina, concedió bula de dispensa, que el mismo documentodecía no ser necesaria por no haberse consumado aquel primer matrimonio. Consintió Catalina en desposarse en 1509,cuandoEnrique ya era rey. Principió Enrique por ser buen marido de Catalina y devoto yerno de Fernando el Católico. De su mujer esperabaun heredero. De su suegro, enseñanzaspolíticas y colaboración militar. Ambos decepcionaronal caprichosorey. Se comprende que Enrique VIII admirase a Fernando el Católico: las Indias, Nápoles, la conquista de Trípoli, todos estos triunfos del español encendían la caballeresca imaginación del monarca inglés. En 1512, Fernando convence a Enrique para que envíe tropas a Guipúzcoaal mando de Lord Dorset, con el f-rn,dice, de comenzar la reconquista de Aquitania para los ingleses. La intención de Fernando es muy otra: utilizarlas para su anexión de Navarra. Cuando el Duque de Alba se lanza sobre Pamplona, Lord Dorset disgustado, reembarca sus tropas. Por otra parte, el heredero se hace esperar: Catalina presentó pronto al rey una heredera, a la que llamaron María, que nluy luego aparecerá destacadamenteen nuestra historia. Pero no pudo conseguir un herederovarón. Durante algún tietmpo,las fisuras se esconden.Pero, en 1526,Enrique se enamorade Ana Bolena.No podemossaber a cienciacierta cuál de estostres motivos primó sobreel ánimo de Enrique, el amor, el escrúpulo religioso,o la responsabilidad dinástica. Catalina era gorda, tenía siete años más 7 que su marido, y era una Trastámara intensa: Ana era bonita,joven y vívaz.Catalina sólo le había dadouna hija y el Levítico en otro pasaje decía: "si uno toma la mujer de su hermano, es una inmundicia. Descubrió la desnudezde su hermano; no tendrán hijos" (20:21): el reconocimiento de la nulidad de ese matrimonio y la contracción de otro más santo podía darle un heredero. No sabia el rey que su sífilis quizá explicarala infertilidad sobrevenidaa Catalina. Hasta entonces, Ana Bolena le habia dado muéstras de fertilidad y la dinastíaTudor necesitabaotro rev varón. En 1533,Ana Bolena estabaembarazadade nuevo, y el Rey se divorció, a pesarde que Catalina eta la tía carnal del monarca más poderosode Ia tierra, el emperador Carlos V. Esedivorcio llegó a palacio a lomos de la reforma protestante y la consagró:cuál no sería el disgusto del rey cuando Ana Bolena dió a luz también una niña, inoporturno personajeque más tarde se iba a llamar IsabelI de Inglaterra. En el camino quedaban los cuerpos descabezadosdel Ministro de Justicia, Tomás Moro, y el ObispoJohn Fisher y las ruinas de ta cristi¿rndad tradicional y monástica, en la que Enrique, "DefiensorFidei", se había educado. PRTNCIPE DE.ESPAÑA, REY DE NAPOLES, Y REY DE INGLATERRA Sucedióa llnrique VIII en el trono de [nglaterua el hijo que tuvo de J¿rneSeymour,EduardoVI. Pronto murió 0lte de tisis y le sucedióen el trono Maria Tudor, la hija de Cat'alina dc Aragón. 8 Felipe, más tarde II de España, había enviudado de Maria de Portugal y ya tenía descendencia en el desgraciado Príncipe D. Carlos. Busacaba esposa, y motivos de alta política y religión le inclinaron por pedir la mano de su prima se-gunda, la reina de Inglaterra: buscaban los españoles aliados contra Frartcia: pretendian contribuir a la vuelta de la cismá-tica Albión al seno de la Iglesia. Ironías de la historia, el noble flamenco que presidió la embajada despachada por el Emperador a pedir la mano de María Tudor para su hijo era el conde de Egmont, al que años más tarde ajusticiaría el Gran Duque de Alba en Bruselas y en nombre del rey. Las condiciones aceptadas por el embajador fueron que Felipe nunca violaría los derechos y libertades de Inglaterra; que no llevaría allí tropas extranjeras; que no sacaría de ella a la reina sin consentimiento de ésta; que no darían cargos a extranjeros ni implicaria a Inglaterra en guerras exteriores; el hijo que tuvieron, además de heredar lnglaterra, reinaría, caso de morir don Carlos, en Borgoña, los Países Bajos, y España; si muriera la reina antes que Felipe, éste no intervendría en el gobierno de Inglaterra. Al espíritu de este documento obedeció estrictamente Felipe hasta la muerte de su nueva esposa. Todo ello llevaba en sí sugerencias de un futuro de armonía entre las dos naciones que los hados hicieron imposibles. El mismo espíritu impregnó las ceremonias de la boda. s r . r y ou n c s p í r i t u a n i r n o s o , u n c n [ e n d i m i c n t o a g u d o . y u n n ¿ r t t ¡ r a la f a b l e " . l , l r ¿ re l 2 4 c l c . i u n i o d c 1 5 4 , 1 .l t e c i b i ó l i ¡ n o t i c i a d e q u e s u p e r c l r cl e c l o n a b ¿er l l t c i n o d e N i r p o l c s , c o n l o q u c M a r í a s e c a s ¿ r b an o - y ¿ cr o n e l p r í n c i p c , s i n o c o n u n r e y . D i c e e l e m b a . i a d o r S o r ¿ r n z oq u e c r ¿ r e l l a d e c u t i s b l a n c o y s o n r o s e r d o , c¿rllclloro.iizo,rosLro rcdondo, nariz cort¿¡y arncha- si no fuera ya rle tantzr edad podría decirse con razón que era hermosa. l l u . y G ó n l e z d c S i l v ¿ re s c r i b í a : " [ , a ' r c i n ¿ r e s r n u y b u c n a c o s ¿ r , ¿u.rn(lucrnás vie'jade lo que nos decían'l. lll Rey dc Nírpoles co¡rt¿rbacon dieciseis años de edad, y la ltcina de Inglaterra, con veintiocho, ajados quizás por las n l ¿ r r c a sq u e l o s s u f r i ¡ n i e n t o s d e u n a j u v e n t u d s o l i t a r i a h a b í a n d c ' i a d oc n l a p i e l s i e m p r e s e n s i b l ed e u n ¿ rp e l i r r o . i a . l)rcvcnido de antcmano, Felipe se apresuró a besar los l a b i o s d e s u p r o m c t i d a , p u c s t a l e r a l ¿ rc o s t u m b r e d e l a c o r t e inglt:sa. l)e la nrisrna guisa salrrdó a l¿rsdc¡nírs damers y <krnccllas. Nos rcl-rere el llvclo. I)¿rdre [,uis Fernández y l"cr'¡r¿indczdc ltct¡rn¿rque los docurnentos de la ópocarrccogcn c l c l i s g t r s t od c l i r d t r q r r e s ad e A l b a , " i r q u i e n , r e c o r d ¿ r n d os u C u r t c , l e p a r e c í a a q t r c l l o i n a u d i t < 1 ,v m á s c u a n d o l ) e r b y l e r s ¿ r l u d <t ia m b i ó n a c l l ¿ rc o n t r n c l u s i v o b e s o c n l o s l a b i o s " . N o s t r a n q r r i l i z a s a b c r q t r c k r s d c ¡ n i r sc a l l a l l e r o s c s p a r ñ o l e s a l u d ¿ r r ' ¿ r n¿ l a r c i n t r . y ¿ l a s d a n r ¿ r sa l a c s p a ñ o l a , b c s á n d o l e sl a n r ¿ r llo. Cuando se encontraron en Winchester era Felipe, según el financiero Juan Elder, "bien proporcionado de rostro, la frente despejada, log ojos grises, recta la nariz y varonil la apostura, ...su paso marcial, los cabellos y la barba rubios A I día siguiente, tcstividad de Sanliergo Apóslo[, se ( : i \ s i r r o n c n l t c s p a c i u s ¿ rc a l e d r a r l g ó t i c i r d c l I u g a r . [ , u c g o t ' o n r i c n r n . l a b r r liír s ¿ r < vL ls c l i r v i t r o n l o s c l e d o sc < l nv i n o l l l ; . t n c o . claros y de tan correctas proporciones todo é1,... que dificilmente hubiera podido la naturaleza ofrecer un modelo más perfecto de su creacción.... A mi modo de ver, debe de ser el 10 [,)lrcy lue siempre cortés y consideraoo con su esposír,mas n o p ¿ r r e c ep o s i b l c q u e l a a m a r a . M a r í a c n c a m b i o s í p t r d o i l u s i o n a r s e p o r p r i m e r a v e z c . s u v i d a : s a b e m o sq u c . r . r h e l t i ¿ r r c l i c n t c r n e n tlcc n e r u n h i j o d e ó 1 .N o l o c o n s i g u i r i . I N n e l b r e v e t i e r n p o q u e p e r n r a n e c i c r ¿ rl , ' e l i ¡ l e e n l n g l a _ t e r r a , p r o c r r r ós i e m p r e m o d e r a r l a r i g i d c z r c l i g i o s a L- v p < l l í t i c a d e s u c o n s o r t e . I n g l a t e r r ¿ rv o l v i r i a l a o b e d i e n c i ¿cr l e l l o m a , s i b i e n s e p e r m i t i ó a l o s d u e ñ o s d e l a s t i c r r a s e c l e s i á s t i c a sq u e las conscrvaran. Cuando empezaron las persecuaciones de p r o t e s t a n t e s ,F e l i p e s e o p u s o a e l l t r s , m t r e s t r a d e l b u e n t i n o d e c s t e p r ' í n c i p eo n s u . j u v e n t u d . F ) n e l p a l a c i o d e I l e r m p t o n C o u r t t u v o l u g a r u n ¿ rd e e s a s entrevistas que sobrecogen al histori¿rdor por el rango y postcrior historia de los personajes, y porque la conjunción cle a r q t r e l l o sa s t r o s p u d o h a b e r d a d o l u g a r a q u e s e d c s v i a r ¿ r nd e s t r sr i r b i t a s . L l a m ¿ r r o na s u p r e s e n c i a l o s e s p o s o sa l a p r i n c e s a I s a b el , h i j a d c A n a [ ] o l e n a . S e n e g a b a F e l i p e a q u c , s e g ú n e l c o n s e . i od e M a r í a , s e e n v i a r a a l s a b e l a l t r s p a ñ aa u n c o n v e n t o p a r a q u e l a e d u c a r a n e n l a r c l i g i ó n d e l l o m a . I l a l l l ¿ ¡ r o nF . e l i p e y M a r í a p o r s c p a r a d oc o n l s a b e l . P u d o é s t a v e r a l o s m i e m b r o s d c l C o n s e j oy a s u t í o L o r d I [ o w a r d . [ , ' u c p u e s t a e n l i b e r t ¿ r d . P a s ¿ r d a sm á s d c c r r a t r o d ó c a d ¿ r s c, n 1 b 8 8 , l , . e l i p e e l s ¿ r b c l v o l v e r Í a n a e n l r c n t a r . s e ,p e r o p o r i n s t r u r n c n t o s i n t e r p u e s t o s . La gran Arrnada cspañola scrí¿rdestrtrída por los navíos i n g l e s e s ,y p o r l o s e l e n r e n t o s . I'RINCIt'F] DE GAI,I'S F]NMAI)RII) l , a r i v ¿ r l i d a d c n t r c I n g l . t e r r a r v I . ) s p a ñ asr c r . ¿ r . t t r v ' d ' r¿tnte r'¿rs dc dos siglos, hasta c¡.c l¿r ncccsidatl clc vc.ce¡ a Sin embargo, en ese intermedio, no todo fueron guerras, p i r a t e r í a s , c o n s p i r a c i o n e sy b a t a l l a s e n l a m a r . Nos encontramos en Madrid en el año de 1623. Reina el j o v e n Fe l i p e I V , q u e a p e n a s h a c u m p l i d o d i e c i o c h o ,y g o b i e r n a su valido, don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde (y luego Conde-Duque) de Olivares. El año anterior, una Junta de Censura, establecida a instancias de Olivares para corregir los abusos de reinado anterior, ha decretado la reducción del número de empleados públicos, la reimposición de las leyes sancionadoras del lujo, y la clausura de l¿rsmancebías. Pero tan buenos y austeros propósitos se hacen inviables: ha llegado de incógnito a la capital de la Monarquia Carrlos, Príncipe de Gales, acompañado por el Duque de Buckingham, a conocer a la infanta Maria, hermana del rey, que su padre el de Inglaterra le destinaba. 'lenía Carlos veinte años y merecía ya el mote de "caballero" con el que iba a conocerle la posteridad. Dice Mar¿rñón que venía lleno de pasión romántica a conocer a la lejana princesa de la misteriosa F)spaña, c n u m o r a d od e u n a i l u s i ó n . S e a l o . i óp r i m e r a m e n t e , s e g ú n t e n g o o i d o , e n l a C a s a d e l¿rsSiete Chirneneas, entonces sede de la Emba.iada inglesa. Lucgo le dieron ¿rposentoen el Real Alcázar. Volcóse todo M.rdrid, desde la Corte hast¿rel pueblo en agasajarle, pero en rurediode es¿rsfiestas el príncipe buscaba ver a la infanta, o se o c u p a b u d e n e g o c i u r l ¿ r sc o n d i c i o n e s d e m a t r i m o n i o . A l u d e Marañón ¿renctrentros furtivos entre los clos mozos reales "¿rl parstrrlas c¿lrroz¿rspor el Prado y aquel acecho clel Príncipe a l a I n f a n t a , d b s d e r r n r ¡ r u r od e l a C a s a d e C a m p o , ¡ n i e n t r a s e l l a cogia las rosas húrncdas de rocío, qlre recuerda el primer c t t c r r c n t r od e C ¿ r l i x t ov M e l i b e ¿ r . " Ntpolcón ¿liara de nuevoa las dos naciones. 11 12 No sabemos si la Infanta se ataviaba a la últinl¿r moda. De ser así,el príncipe quizá viera lo primero unos graves "quevedos". Recoge l)efourneaux de un viajcro de ese liernpo las siguientespalabras: "'lodos los llevan, sin distinción de ed¿rd ni sexo, jóvenes y viejas, ancianas y jovencittrs, sabios e ignoranbes, seglares y religiosos... No hay nada más gracioso que ver damas jóvenes con la nariz cargada por un par de anteojos que las cubre la mitad de las mejillas, sin servirse de ellos jamás: pues los tienen todo el día, aunque no hagan otra cosa sino conversar, y arlgunas no se los quitan más que para meterse en Ia cama". Inglaterra jurara en Londres y en secreto ante los embaj a d o r e s e s p a ñ o l e sq u e t a l e s c o n d i c i o n e ss e c u m p l i r i a n . E n t e t a n t o , y e n l o s s e i s m e s e sq u e d u r ó I a v i s i t a d e l n o vio, Madrid olvidó las leyes antisuntuarias ¡i ardió en fiestas. Se sucédieron casi diariamente desfiles. corridas de toros. fuegos de artificio, banquetes, comedias con música y tramoya, todas las diversiones de que gustaba Felipe IV, y / I También le llamarían la atención los vivaces colorines :on los que se maquillaban las damas entonces. Sobre un fondo blanquisimo, se pintaban las mejillas de color escarlata y se cubrían los labios con una ligera capa de cera pa.rá que brillaran. A falta de pulverizador, relata una francesa malediciente, empleaban una sirvienta que las roci¿rba a través de los dientes. Por fin, y esto sin duda pues lo vemos en los retr¿rtosde la época, la lnfanta llevaría guardainfante y debajo de él chapines con alza, para aumentar la estatura. Tan deforme era esta prenda que las mujeres no podian pasar por las puertas I para las que echaba en falta un escenario adecuado: de esa visita del Príncipe de Gales quizá naciera la idea de construir u n p a l a c i o e n l o sj a r d i n e s d e I B u e n R e t i r o . En la plaza Mayor vió Carlos sin duda algún .juegode cañas: Ios nobles caballeros se abalanzaban al galope sobre sus rivales, les arrojaban sus cañas, y volvían la grupa en un estruendo de cascos,un concierto de relinchos y una explosión de chispas. Con sus adargas, los atacados paraban las cañas y a su vez cruzaban como el viento para devolver la suerte. "Toros y cañas", se dice: pues toros habría. Distintos de los de hoy, se lidiaban a caballo y sólo desmontaba el caballero para inflingir la muerte a su enemigo si éste le habia "ofendido", h i r i e n d o a s u c a b a l l o . N o r m a l m e n t e , l o s p e o n e sd e s . j a r r r e t a b a n a la bestia con una cuchillada. Según recoge Defiourneaux de de las iglesias. un relato viajero, "en cuanto tropieza el toro, o marcha sólo sobre tres ptrtas, se ven llover por toders partes estocadas y No nos dejemos llevar, pues, por la irnaginación romántica. Añade Marañón que "la Infanta no era, ciertamente, un hada; -v,además, aterrada por la heterodoxia de su amanbe, le h a c í a , a l v e r l e , l a s e ñ a l d e l a c r u z ' r - P r e c i s a m e n t ea h i r e s i d i ó t a . j o s ,q u e e l l o s l l a m a n c u c h i l l a d a s , s o b r e e l p o b r e a n i m a l . E s aqui donde el pueblo ba.io muestra su carácter sanguinario". No dejaban de correr peligro los matones. Un autor del t i e m p o , f , u i s d e C a b r e r a , r e s u r ¡ r i óa s í u n a c o r r i d a e n l a P l a z a e l o b s t á c u l o .O l i v a r e s i m p o n í a u n a s c o n d i c i o n e sq u e d i e r o n a l traste con el proyecto: el príncipe tenía que convertirse: Mayor: "los toros flueron razonables, ¡nataron a cinco o seis h o n r b r e se h i r i e r o n a m u c h o s " . a d e m á sd c b í a s u p a d r e i n s t a u r a r e n I n g l a t e r r a u n a c o m p l e t a t o l e r ¿ r n c i ad e l a s c ¿ L t ó l i c o s¿,r s íc o m o c l e r o g a rl a s l e y e s p e n a l e s q u e l o s r e p r i m i a n . L I e g ó a c o n s e g u i r s eq u e e [ r e y J a c o b o I d e 13 C < l n v c n c i d o sr l e l ¿ ri n u t i l i d a d d e s u s c s f t r e r z o s ,a p e s a r d e los halagos y agasajos de que fueron objeto, Gales y l]uckingharn volvieron a su tierra. Carlos nunca perdonó el 14 toda su vida fue enemigo acérrimo de la Monarquía española. e l a ñ o d e 1 8 0 8 .E l p u e b l o m a d r i l e ñ o h a b í a e n c e n d i d ol a c h i s p a d e l a s u b l e v a c i ó ne l 2 d e m a y o d e e s e a ñ o . A r t h u r W e l l e s l e y , l u e g o d u q u e d e W e l l i n g t o n , p i s ó e n t o n c e sp o r p r i m e r a v e z l a Que su lrágica y noble muerte en el patíbulo de Whitehall nos lleve a recordarle, galán y cortesano en las fiesbas de amor de un Madrid hospitalario y una Corte generosa. Peninsula. Durante seis años iba a combatir al francéscon la ayuda indispensable de las tropas rcgulares y de los guerrilleros españoles. UNIDOS FRENTE A NAPOLEON L o s h i s t o r i a d o r e s d e o t r a s n a c i o n e sh a n s o l i d o m i n i m i z a r la contribuci<in de nuestros bravos y sanguinarios irregulares. No sólo fijaban tropas francesas en la defensa de desaire. Casó con una princesa (católica) de Francia y durante Pretende éste no ser sino un leve relato celebratorio de las relaciones entre los Monarcas españoles y los ingleses. No debe culparse a los monarcas de todos los enfrentamientos ni atribuírseles todos los acuerdos. Había fuerzas sociales que conducían a los dos pueblos por caminos que los dirigentes no podían siempre decidir. Por eso pasaré por encima de la intervención inglesa en la Guerra de Sucesión tras la que accedió al trono español la dinastia de los Borbones. Tampoco diré nada de la ocupación de Gibraltar por las tropas del Pretendienbe, ni de su cesión en el tratado de Utrecht; salvo que espero fiervientemente ver en vida mía el voto favorable de los "llanitos" a su integración en España porque hayamos sabido los españoles atraerlos a nuestra hermandad. Ni me detendré a contar nuestra ayuda a los independentistas americanos para humillar a Jorge III y recuperar Menorca. Prefiero pasar a un momento de Ia historia de nuestros. dos pueblos, en que no fueron los monarcas los que decidieron o parecieron decidir sobre nuestros destinos, sino los pueblos mismos quienes se unieron. Fern¿rndoVII se encontraba bajo secuestro en Valencay. [,a Gr¿rn Bretaña estaba en guerra contra los franceses virtualmenbe desde que habían decapitado a Luis KVI. Corría 15 víars de comunicación, sino que atrapaban correos cuyos d e s p a c h o sp a s a b a n l u e g o a m a n o s d e l g e n e r a l í s i m o i n g l é s . Estas informaciones resultaron preciosísimas, por e.jemplo durante [a persecución de Massena en retiracla frente a Wellington de Portugal a Extremadura .y Castilla, tras el fracaso de los franceses en Torres Vedras. Además suponían una sangrÍa constante del ejército ocupante. Como diio un general francés: "el ¿rrte magno de las guerrillas cs atacar siempre y no vcrse jamás florzadoa aceptar combate. En el momento en que las buscábamos dcsaparecían -v caían sobre nosotros como buitres cuando r n c n ( ) sI o s e s p e l a b a r n o s e ; sto lo hicierona la perfección,, L ¿ rr e l ¿ c i r l n c n t r e l ¿ r sn r u e r t e s c a u s a d a s p o r l a s g u e r r i l l a s ¿r los f'ranccscs -v las ba.iasque sufrieron en combate regular c l a i r l c a d c l c l c s g a s t cq u e a < ¡ u e l l o ss u p u s i e r o n p a r a e l e n e r n i g o : 1 8 0 . ( X ) 0r n t ¡ c r t o sp o r l o i r r e g u l a r d u r a n t e l o s c i n c o a ñ o s d e [ a c t i n t i e n c l ¿ rc,o r n p a r a d o sc t ¡ n . 1 5 . 0 0 0e n t r e m u e r t o s , h e r i d o s y ¡ r r i s i t i n c r o s c n b a t a l l a . I . l s a n r o r t a n d ¿ r dt u v o s u l a d o c r u d e l í s i r . o : l a c ' n t c n r p l ¿ r c i ó n< l e " [ , o s d e s ¿ r s t r e sc l c l a g u c r r . ¿ r ,c' l e ( - l r - l ' an o s h a c c r n c r l i t t r i r c s p a ñ o l c s y l - r u n c c s c ss o b r c s i no t l c b c r í a r r r o sl a ¡ n c n t ¡ t r c l r ¡ u e , c o n r l o t i v o c i c n t r c s t r o e n f ' r c n L ¿ r r n i e n tcon a t l r . r ccl n L o n c c s c, u n d i e r a l a g u e r r a d c q . u e r r i l l a s . 16 En todo caso, la contribucción del cuerpo expedicionario británico y de su comandante Arthur Wellesley fue decisiva. Su tenacidad, visión estratégica y capacidad de acuerdo con aliados tan fantasiosos y a menudo impreparados como los portugueses y españoles, le hicieron obtener victorias y merecer honores. Tras la batalla de Talavera recibió el título de , Para recordar la primera coloquémonos con la imaginación en el año l8?4. Pasaba España por un momento en que la institución monárquica semejaba haber desaparecido para siempre de nuestro suelo. Aunque se oían los estertores de la Primera República, el General Serrano, instalado en el poder supremo por el General Pavía, parecía querer perpertuarse vizconde de Wellington y generalísimo del ejército español. Los nombres de Ciudad Rodrigo, Badajoz, Arapiles, Vitoria, como un Presidente de derechas. San Marcial repican a gloria en la historia de nuestros dos pueblos. Pero el gran político liberal-conservador D. Antonio Cánovas del Castillo dirigía la educación del Príncipe Alfonso. Una visita obligada de los españales que ponemos el pie en Londres deberia ser Apsley House en Hyde Park Corner, la casa que el pueblo inglés regaló al Duque de Hierro. La cantidad de recuerdos y condecoraciones indican que Fernando VII y los españoles todos supimos ser agradecidos: quizá lo más preciado fuera el título de duque de Ciudad Rodrigo y la posesióndel Soto de Roma en Granada. Tras los estudios medios del príncipe en el Theresianum de Viena, quería Cánovas que esa educación se completara con estudios militares y con la experiencia directa de un sistema de monarquía parlamentaria. Por eso, y a pesar de la resistencia de Isabel II, decidió enviar a Alfonso a Sandhurst, Ia academia militar británica. "Es urgentísimo que se haga soldado - escribia Cánovas - ...que aprenda el oficio que desde los diecisiete años han sabido y practicado muchos monarcas españoles". Desde aquél entonces no han vuelto a romperse las hostilidades entre Portugal, Gran Bretaña, y España, como si aquella durísima prueba hubiera anudado entre los tres pueblos lazos de amistad inquebrantables. EL MANIFIESTO DE SANDHURST Se añadía a esta de la educación otra intención, la politica. "Maliciosamente se supone por algunos - escribió al Principe Alfonso - que Vuestra Alteza ha de querer una reacción extrema y que no ha de ser, como la mayoría del país deseaj un príncipe inspirado en los deseos de su época. Para combatir estos temores injustos quise yo este verano que Vuestra Alteza se diese a conocer en lnglaterra, aquel país clásico de los reyes constitucionales". Pero mi historia pretende ocuparse sobre todo de las relaciones de los monarcas españoles con Ia Gran Bretaña y sus reyes. Aún me quedan tres efemérides que anotar para que sea completa mi celebración de la próxima visita de Sus Majestades a Gran Bretaña: dos de ellas son de carácter político- Al poco tiempo de iniciar sus estudios en la academia militar británica, recibe el Príncipe, de Cánovas el texto de un maniñesto que ha de publicarse con su firma y que se c o n o c ec o n e l n o m b r e d e " M a n i f i e s t o d e S a n d h u r s t " . constitucional, y otra, no menos importante, de carácter matrimonial. Algunas de sus frases son válidas aún ahora: "lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía 17 18 hereditaria y representativa, mirándola como irremplazable garantía de sus derechos a intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas". Aunque la expresión sea un poco Es curiosa la superstición de que los buenos monarcas han de ser hombres: la experiencia espa.ñola y la británica presentan notables refutaciones de tal prejuicio. Is.rbel la Ca- antigua, el pensamiento es acorde con lo que opinamos hoy una gran mayoría de los españoles. bólica tuvo Castilla, e Isabel la Grande, Inglaterra. Victoria gobernó el Reino Unido, y Maria Cristina fue regente de gran acierto y prudencia en España, precisamente mientras Alfon- Terminaba el Príncipe su manifresto con las siguientes palabras, que tuvieron un notable efecto tranquilizador: "Sea so XIII se hacía hombre. la que sea mi propia suerte ni dejaré de ser buen español, ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre Hubo de buscarse consorte para el joven rey. En 1905 se encontraba éste de viaje oficial en Inglaterra, cuando, en una recepción ofrecida por el rey Eduardo VlI, vió una bella princesa rubia, de la que se enamoró perdidamente. Era nieta del siglo, verdaderamente liberal". Era el 19 de diciembre de 1874. Apenas un mes más tarde, Don Alfonso XII era rey. Se iniciaba así una etapa de libertad constitucional de 47 años,la más larga de Ia historia de Españahasta el momento. Lejos de mí toda pretensión de porrtificar universalmente cuandoseñalolo que la historia nos muestra inequivocamente a los españoles:que en Españalas libertadesse confunden, enfrentan y tambalean si no quedan coronadas por la institución monárquica. Son numerosos los paises libres constituídos en Repúblicas. Sin embargo, estoy seguro que muchossúbditosde S.M. la Reina Isabel II estarán de acuerdo conmigoen que la monarquíaresulta especialmenteapta, en los pueblos amantes de las tradiciones, para dulcilicar y limitar los conflictospolíticosde una democracia. AUEEN ENA OF SPAIN de la reina Victoria, de nombre Victoria Eugenia de Battemberg, y familiarmente conociada como "Ena". Ella también se Frjóen el apuesto monarca español y el enlace que se celebró en los Jerónimos el 31 de mayo de 1906 fue una boda de amor, más que una alianza política. La perfecta compostura, la dulce dignidad de la Reina Victoria se merecían un trato más amable que el que le dimos los españoles. El mismo día de su boda, en el carruaje que la llevaba con su augusto esposo de la iglesia al Palacio de Oriente, sufrió un atentado en la calle Mayor a manos de Nlateo Morral, del que salió ilesa en el cuerpo, pero seguramente herida en el alma por tanta y tan sangrienta mortandad. Su rcinado también acabó tristemente. No se me despinta dc la memoria la fotografia de la reina, sentada en una peña cerca de [,)l Escorial, despidiéndosede las damas que la acomp a ñ a b a n , a l d í a s i g u i e n t e d e l 1 4 d e a b r i l d e 1 9 3 1 .H a c í a t i e m po para que llegara el tren que de Fll Escorial habría de llev¿trl¿r¿rla lrontcra francesa. Cuenta Arrarás que "descendió Tempranamentemurió el joven rey, aceleradasu tisis por la infatigable galantería que le inspiraron las mu.ieresde nuestratierra. Por un momentoparecióque no iba a tener sucesiónmasculina,peropóstumamentele nacióAlfonsoXllI. l¿r ll,ein¿tcle su coche y buscó asiento en una picdra, con t:videntes muestras de fatiga. Encendió un cigarrillo.... A una hora conveniente se reanudó la marcha. Doña Victoria hizo 19 20 un elogio de la bondad del clima. Era un día deslumbrante, de oro y azul, heraldo de la primavera que sentía prisa por irrumpir en la tiema y en el cielo". Nunca dió muestras la reina Ena de estar dolida por estos y otros sinsabores más íntimos. Siempre habló de su segunda patria con amor. Al fin pudo volver a España para una ceremonia alegre y esperanzadora: el bautizo del actual Príncipe de Asturias. Una compensación que la Reina Victoria Eugenia se merecía. muy distinguidosen este palmarés,como nuestro rey actual Don Juan Carlos I, S.A.R.el Condede Barcelonaes, sin duda, el que más grandessacrificiosha hechopor esasideas. Desde el manifiestode Lausanade 1946,hasta la abdicaciónde sus derechosen su hijo Juan Carlos, pasandopor el acierto de la equilibraday españolísimaeducaciónque consiguiórecibiera S.M., todossusactosson testimoniode unasconviccionespolíticas que se formaron en su juventud. Mencionoestoshechos porque creo que coronandignamente la historia que he querido contar de las relacionesentre dos monarquíasy dos pueblos. DON JUAN EN DARTMOUTH El mismo 14 de abril de 1931 se presentóen la Escuela Naval de San Fernando un oficial inglés enviado por el Gobernador de Gibraltar, Sir Alexander Godley. Venía en busca del Infante Don Juan, a la sazón guardiamarina de la Armada española. Pudo así marchar el futuro Conde de Barcelonaal exilio sin percance.Llegadoa París, Don Alfonso decidió que su hijo continuara los estudios navales en Inglaterra, en la EscuelaNaval de Dartmouth. Permaneció Don Juan en la Navy hasbael mes de marzo de 1935,tras servir en los navíosEntreprise,Iron Duke (bautizado así en honor de Wellington) y Winchester (el nombre de la catedralen que FelipeII casócon María Tudor). Llegado este punto pidió.el retiro y el rey Jorge V de Inglaterra le concedióel grado de Teniente de Navío honorario de la Marina Británica. Me atrevo a calificar este aprendizaje,de elemento político constitucion¿rl en Ia historia que estoy relatando. De todos los príncipesde nuestra historia que han dado muestras de convicciones democráticas y constitucionales, y los hay 21 22 A U'I'ORII)A I)I.]S No he pretcndido componcr un traba.jo ert¡diLo, sólo cclcbrur un viarjey unos m()narcas. Los textos que a continuación relaciono han servido p¿rra corrcgir algunos de los nruchos crrores de hecho que, inevitablcmcnte, habré cometido por aventurarme en terrenos que no son de mi espccialidad. 'Iambién he tomado algunas citas cuyo tenor exacto no recordaba. Como libros de referencia he utilizado la segunda edición del Diccionari<t de I[istoria de.[,]spaña, dirigido por Germán llleiberg y editado por la llcvista dc Occidente (Madrid, 1968). 'l'ambién he utilizado la 154 edición d,e la blncyclopaedia IJritannica. (Chicago etc., 1979). LA VISITA REGIA Esa historia está, por suerte, inacabada.Quedan aún muchasefemérides,muchossiglosen el común futuro de las dos monarquíasy los dospueblos. Sólo me resta dese'árun venturoso viaje a Sus Majestades al Reino Unido; y subrayarque el honor más destacadoquizá de todos los que van a recibir es el de la sesión conjunta de ambas Cámaras del Parlamento, ante las cuales Don Juan Carlos I pronunciará un discurso. Se encontrará nuestro Rey "in the Mother of Parliaments". Podríamos redordar con justicia que los reyes de España también saben de Cortes y que las nuestras son más antiguas que las suyas. Más galanamente prefiero celebrar en estas palabras frnales la inspiración que la monarquía parlamentaria británica ha supuestopara la españolaen tiempos recientesy desear Iarga vida a Don Juan Carlos I y Doña Soña, los reyes de la libertad renovada y de la concordia. 23 Para detalles concreto* n" n*ptoado, cntre iltroó, los siguientes libros. Marquesa de Ca.s¿r Va{dés: Jardines- úe I,)spaña(Madrid, 1973). [,uis l.'ernándezv'1.'errrándeC de:Reta. na: España en liempos <Iel,'elipe If, tomo XXII de l¿ flisloria de l,)spaña dirigida por ltamón Menéndez Pidal parra llspasa C u l p e ( 3 9 e d . , M a d r i d , 1 9 7 6 ) .J o n ¿ r t h a nI l r o w n y J . t l . F l l l i o t t : U n p c r l u c i op u r a e L R " y ( Z g c d . , M a r d r i d , 1 9 8 5 ) . M a r c c l l i n l)clburneaux'. La uida cotidianq en Ia Españu de-I siglo de oro (llarcelon:r, 1983). Miguel Arlota G.rllcgo: La I')spaña de I,'ernundo V//, torno XXII de la citada Ilistoriu cle.Iispaña (24 cd., M¿rdrid, 1978). Josó-Andrés Garllego, coordinador: Reuolución v Rtstattrución (1868-1931), Lurno XVI-2 de l.r Ílistorio (l¿:nerul de Hspona y Américo dc Rialp (Madrid, l 9 8 l ) . l " c r n ¿ t n d o l ) i a z l ) [ a . i a :L < t ' h i s t o r i u < l e E s p a ñ u . e n . s t ¿ r i d o c u m e t ¡ t l o st.) t S i g l o X I X ( M a d r i d , 1 9 5 4 ) . . f o a q u í n A r r a r ¿ i s : de lo Segun<kt llepública esporit¡la (l'. I., 39 cd., ! l ¿ t t l r i < l .1 9 6 4 ) . I t a r r l r i nS i e r r a : I ) o n J u u n d e I J o r b ó n( N l ¿ r d r i d . Ilistoriu 1965). L4 Sólo me queda pedir indulgencia parralos errores de hecho o intcrprelarción que haya podido cometer, dc los que ltt Ilispano []ritánica, corno arnable It'und¿rción Cullural o¡:g¡nizad¡¡rade este aqto, no es en absoluto rcsponsable. La Fund,ación Cultural Hispano Britd,nica agradece a La F undación Juan March por la cesiónde su salón de actospara Ia celebraciónde esta conferencia,y a King's Documentation Centre S.A. por Ia edición d,eestetexto. 25