La Mecánica de Newton La Mecánica de Newton Recordando la pluma de un agudo pensador, del árbol de la vida de Tycho Brahe no habría caído la manzana de Newton. Kepler, y esto le confiere señalada jerarquía en su hazaña en busca de una imagen cósmica más realista, puso las cosas en su lugar en lo referente al sistema solar, pero las ideas y concepciones sobre todo el universo seguían siendo todavía vagas y contradictorias. Todos los astrónomos, pensadores y hombres de ciencia que vivieron en el medio siglo comprendido entre los «Diálogos» de Galileo y la «Principia» de Newton, se resistían al movimiento de la Tierra y se sentían acobardados por las ideas dogmáticas y confesionales prevalecientes durante la Edad Media. Pero un hombre, sin abandonar sus propias creencias religiosas, con su genial posición tiene una trascendencia y un inigualado significado dentro del proceso que se inicia en la humanidad para esclarecer las ideas cosmológicas y de la configuración del universo. Nos referimos a Isaac Newton que con su genio provocó el derrumbe definitivo de las antiguas concepciones y abrió las puertas para que la mente del hombre, hasta entonces aprisionada por las enmohecidas rejas del escolasticismo, volara libre de toda traba. Newton elevó la universalidad de las leyes físicas a su máxima expresión. Sobre su mecánica racional se tuvieron que afirmar los avances científicos y tecnológicos de los siglos XVIII y XIX y aun gran parte de los de nuestra centuria. Isaac Newton es el más grande de los astrónomos ingleses;. se destacó también como gran físico y matemático. Fue en realidad un genio al cual debemos el descubrimiento de la ley de gravitación universal, que es una de las piedras angulares de la ciencia moderna. Fue uno de los inventores del cálculo diferencial e integral. Estableció las leyes de la mecánica clásica, y partiendo de la ley de gravitación universal dedujo las leyes de Kepler en forma más general. Logró construir el primer telescopio de reflexión. También son importantes sus contribuciones al estudio de la luz. Sus obras más importantes publicadas son la «Óptica», en la que explica sus teorías sobre la luz, y la obra monumental «Philosophiae Naturalis Principia Mathematica», comunmente conocida como «Principia», en la cual expone los fundamentos matemáticos del universo. En su obra «Principia» (1687), aplica por igual su nueva ley de gravedad a los arcos descritos por las balas de cañón, a las órbitas de los satélites y planetas y a las trayectorias de los cometas, calculando sus posibles rutas en forma detallada. Pero este genio era también un hombre de fe religiosa. Es así que, en las mismas «Principia», Newton describe al espacio a semejanza al cuerpo de Dios: "El Dios Supremos es un Ser eterno, infinito, absolutamente perfecto... Perdura eternamente y es omnipresente; y esta existencia eterna y omnipresencia constituyen la duración y el espacio". Igualmente, Newton sostiene que "este bellísimo sistema de Sol, planetas y cometas sólo podría provenir de la sabiduría y dominio de un Ser poderoso e inteligente". Así, para Newton, el universo considerado como un todo, era estático. También pensaba que el universo no podía estar expandiéndose o contrayéndose globalmente puesto que, según él, tales movimientos requieren por necesidad de un centro, tal como una explosión tiene su centro. Y la materia esparcida en un espacio infinito no define ningún centro. En consecuencia, estudiando los hechos hacia el pasado, el cosmos debía ser estático; o sea, terminó sustentando la tradición aristotélica de un cosmos sin alteración. Consignemos aquí que, a fin de cuentas, la gracia que nos legó Aristóteles nos persiguió hasta fines de la década de 1920, ya que sólo entonces, esa tradición, se empezó a cuestionar debido a las evidencias observacionales. Con la publicación de la «Principia» Isaac Newton entrega una herramienta fundamental para la cosmología: la gravitación universal. Newton no abordó el problema cosmológico de una manera directa, pero sí lo tocó en la correspondencia que sostuvo con el reverendo Richard Bentley, quien estaba preocupado de demostrar la existencia de Dios mediante la ley de gravitación universal. Para ello le pidió a Newton la aclaración de algunos puntos sobre su teoría; le manifiesta que un universo finito, estático, sería inestable y colapsaría gravitacionalmente hacia su centro. Esto se debe a que las estrellas del borde del universo sentirían una fuerza neta que las obligaría a moverse hacia el centro. Así el universo se haría más chico y más denso. La alternativa de un universo infinito también preocupaba a Bentley, pues en ese caso la Tierra sería atraída en todas direcciones del universo con una fuerza infinitamente grande y la suma de todas esas fuerzas debería ser nula; argumenta que la atracción que el Sol ejerce sobre la Tierra pasaría inadvertida entre tantos infinitos y por ende no le quedaba claro por qué la Tierra orbita alrededor del Sol y no camina simplemente en línea recta como un cuerpo sobre el cual no hay fuerzas netas. Newton estuvo de acuerdo con Bentley en los problemas de un universo finito y argumentó que el universo debería ser infinito y que si la Tierra es atraída en todas direcciones con una fuerza infinita la resultante es cero y si luego agregamos la fuerza atractiva del Sol, ella la hará girar a su alrededor. Por último Bentley señala que un universo infinito podría estar en equilibrio, pero sería inestable, pues al menor aumento de densidad las estrellas se atraerían más y se juntarían más, haciendo que el aumento de densidad creciera. Newton tuvo que concordar con Bentley en la inestabilidad del universo homogéneo e infinito. Los cimientos de toda la obra de Newton sobre la gravitación fueron su comprensión del movimiento, que expresaría finalmente como un conjunto de leyes: Primera ley del movimiento de Newton: Cada cuerpo persevera en su estado de reposo, o de movimiento uniforme en una línea recta, a menos que sea compelido a cambiar este estado por una fuerza ejercida sobre él. Los proyectiles perseveran en sus movimientos, mientras no sean retardados por la resistencia del aire, o impelidos hacia abajo por la fuerza de gravedad. Un trompo, cuyas partes por su cohesión están perpetuamente alejadas de movimientos rectilínios, no cesa en su rotación salvo que sea retardado por el aire. Los grandes cuerpos de los planetas y cometas, encontrándose con menos resistencia en espacios más libres, preservan sus movimientos, tanto progresivos como circulares, por un tiempo mucho más largo. Segunda ley del movimiento de Newton: El cambio de movimiento es siempre proporcional a la fuerza motriz que se imprime; y se efectúa en la dirección de la línea recta según la cual actúa la fuerza. Newton nos legó una fórmula matemática para averiguar su trayectoria cuando actúa esa u otra fuerza: F = ma Fuerza igual masa por aceleración. Si una fuerza cualquiera genera un movimiento, una fuerza doble generará un movimiento doble, una fuerza triple un movimiento triple, ya sea que la fuerza actúe enteramente y de una vez, o gradualmente y sucesivamente. . . Frente a la acción de una fuerza neta, un objeto experimenta una aceleración: • • directamente proporcional a la fuerza neta inversamente proporcional a la masa del objeto. a = F/m Recuerde, que • • F es la fuerza neta m es la masa en la cual actúa sobre ella la fuerza neta. Es una herramienta poderosa para contestar con precisión preguntas como las siguientes: ¿qué órbitas son posibles para planetas y cometas ante la atracción del Sol? ¿Qué curva describe en el aire el ombligo de un bañista que se tira a la piscina desde un tablón? ¿Qué ángulo tiene que darle un futbolista a la pelota para que llegue lo más lejos posible? O, si el Sol y su séquito de planetas giran a novecientos mil kilómetros por hora en torno al centro de la galaxia, distante doscientos cuarenta mil billones de kilómetros, ¿cuál es la masa contenida en el interior?, etc. (Respuestas: las órbitas posibles son las que se forman por la intersección de un plano con un cono: el círculo, la elipse y la hipérbole; la curva del ombligo del bañista es una parábola; el ángulo es de 45 grados si dejamos fuera el freno del aire; la masa es de unas cien mil millones de masas solares, etc.) Es, con la matemática de la segunda ley de Newton, que podemos calcular qué velocidad hay que imprimirle a un cohete para que se escape de la Tierra y se quede por ahí dando vueltas. Curiosamente, los cálculos que debemos realizar no dependen de la masa del cohete. Cualquier objeto de cualquiera de los tres reinos, incluido en ello una nave espacial, deben alcanzar la misma velocidad para escapar de las garras del planeta madre: cuarenta mil doscientos ochenta y cuatro kilómetros por hora u once mil ciento noventa kilómetros por segundo. Si es menos, el objeto vuelve a la Tierra. Si es más se escapa para siempre. Claro está, que cualquiera de los objetos que logren escapar de la atracción gravitatoria del planeta, perfectamente pueden ser capturados por la gravedad de otro planeta o del mismo Sol. De hecho, estimando cuidadosamente la velocidad para cada parte de la trayectoria a recorrer, gracias a lo que nos enseña esa famosa segunda ley, ha sido posible enviar naves espaciales no tripuladas a Marte y posarse en la superficie del planeta. Viajar por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, como lo hicieron las naves Voyager en 1977. O orbitar a Júpiter y sus satélites como actualmente lo hace la Galileo. Siempre aquí, salta la pregunta ¿y qué pasa con la luz? ¿puede escaparse? Aunque es un tema, dado la focalización literaria de este trabajo, que debemos de tratar con algunos detalles, aquí podemos señalar que la luz es distinta, se dice que no tiene masa, y por tanto la segunda ley parece no funcionar. Si sabemos que escapa, pues si no fuese así, profesionales como los astrónomos no tendrían trabajo, ya que no veríamos ni la Luna, ni el Sol, ni cuerpo alguno en el espacio, serían puros agujeros negros. Pero es una cuestión para no extenderse más aquí, ya que en el libro editado en esta misma dirección «A Horcajadas en el Tiempo» se encuentra descrita en detalle. Por ahora, sigamos con Newton y sus leyes. Tercera ley del movimiento de Newton: Esta tercera ley de Newton, también es conocida como de acción y reacción. A cada acción se opone siempre una reacción igual: o las acciones mutuas de dos cuerpos uno sobre el otro, son siempre iguales, y dirigidas en sentido contrario. ... . En un sistema donde ninguna fuerzas externas están presente, cada fuerza de acción son iguales y opuestas, adquiriendo velocidades inversas proporcionales a sus masas. Si usted presiona una piedra con su dedo, el dedo también es presionado por la piedra... Si un cuerpo golpea contra otro, y debido a su fuerza cambia el movimiento del otro cuerpo, ese cuerpo también sufrirá un cambio igual, en su propio movimiento, hacia la parte contraria. Los cambios ocasionados por estas acciones son iguales, no en las velocidades sino en los movimientos de los cuerpos; es decir, si los cuerpos no son estorbados por cualquier otro impedimento. Fab = -Fba Matemáticamente la tercera ley del movimiento de Newton suele expresarse como sigue: F1 = F2' donde F1 es la fuerza que actúa sobre el cuerpo 1 y F2' es la fuerza reactiva que actúa sobre el cuerpo 2. En una aplicación combinada de la segunda y tercera ley de Newton tenemos que: m1 a1 = m2 a2' donde los subíndices están referidos a los cuerpos 1 y 2. Ejemplo: La fuerza de atracción F1 que ejerce la Tierra sobre un objeto en su superficie es igual y opuesta a la fuerza de atracción F2 que emite el objeto. Ambos, la Tierra y objeto se aceleran, pero como la masa de la Tierra es inmensamente mayor, la aceleración de efecto que recibe es ínfima comparada con la que recepciona el objeto (su masa comparativa es muy pequeña). A ello se debe la razón del por qué nosotros podemos percibir la aceleración de un objeto que cae sobre la superficie de la Tierra, que es de 980 centímetros por segundo al cuadrado (cm/s2); sin embargo, no detectamos la aceleración de la Tierra, que es de aproximadamente sobre 1,5 x 10-21 cm/s2 para un objeto de 90 kg. Solamente, cuando dos cuerpos comportan masas semejantes, como un par de estrellas binarias, entonces nosotros fácilmente podemos observar la aceleración de ambas masas. LA LEY DE GRAVEDAD La gravedad está definida por la ley de gravitación universal: Dos cuerpos se atraen con una fuerza (F) directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. Matemáticas de la ley de gravitación: Si m1 es igual a la masa de un cuerpo y m2 corresponde a la masa de un segundo cuerpo; d12 es la distancia entre los centros de ambos cuerpos; F la fuerza de gravedad mutua entre ellos, y G la constante de gravedad, entonces la ley de gravedad puede ser expresada matemáticamente de la siguiente forma: F = Gm1m2 / d122 donde G es la constante de gravitación G = 6,67 x 10-8 g-1 . cm3 . s-2. Esta constante gravitacional G, fue estimada por primera vez en el siglo XVIII por Henry Cavendish (1731-1810). Aunque también se atribuye que el primer científico que logró estimar la constante de gravedad fue Galileo, cuando realizó el experimento de lanzar dos pelotas de diferentes masas desde la cúspide de la Torre de Pisa, las cuales cayeron con una aceleración constante, pero es un antecedente que no se encuentra confirmado. Pero, para nuestros objetivos, señalemos que conocemos las razones por las cuales las manzanas caen de los árboles hacia la tierra. Por la segunda ley del movimiento, nosotros sabemos que un cuerpo de masa m que se encuentra sometido a la atracción gravitatoria F de la Tierra experimenta una aceleración hacia la superficie de la Tierra de g = F/m. Ahora, según la ley de gravedad, esta fuerza es F = GmM/r, donde M es la masa de la Tierra y r es la distancia entre los centros de lo dos cuerpos o el radio de la Tierra. Como conocemos el valor de G, entonces tenemos: mg = GmM/r2 o g = GM/r2 donde la masa del cuerpo atraído ha sido anulada y su aceleración no depende de ella, sino que solamente del cuerpo atrayente, en este caso la Tierra. Ejemplo: La aceleración observada g de la superficie de la Tierra es 980 cm/s2; por otra parte, conocemos el valor de la constante gravitatoria G, y el radio de la Tierra es r = 6.38 x 108 cm; entonces, ahora podemos buscar el valor de la masa de la Tierra reestructurando la ecuación anterior: M = gr2/G o M = (980 cm/s2)(6.38 x 108 cm)2/(6.67 x 10-8 cm3/g.s2) = 5.98 x 1027 g Conocida la masa de la Tierra, ahora podemos estimar su densidad, que es igual a: M / [4 / 3 ( ) r3] = 5,5 g/cm. Una expresión matemática simplificada y popular de la ley de la fuerza de gravedad es la siguiente: Así, si consideramos la fuerza entre el Sol y la Tierra o La fuerza que ejerce el Sol sobre la Tierra es igual y opuesta a la fuerza ejercida sobre el Sol por la Tierra. o Si la masa de la Tierra fuera el doble, la fuerza sobre la Tierra sería el doble. o Si el Sol tuviera dos veces la masa actual, la fuerza que ejercería sobre la tierra sería también el doble. o Si la Tierra estuviera dos veces más alejada del Sol, la fuerza de éste sobre la Tierra sería cuatro veces menor que la actual. El significado de r : o Si dos objetos son muy pequeños en comparación a la distancia en que se encuentran el uno del otro, entonces la fuerza es dada por r que corresponde a la distancia entre los dos objetos. o Si un objeto es muy pequeño y el otro es simétricamente esférico, se aplica la misma fórmula en que r viene siendo la distancia que corre desde el objeto pequeño al centro del objeto mayor. Esto es una consecuencia derivada del punto anterior. Con esta ley del cuadrado inverso, Newton calculó el período de la órbita de la Luna, usando valores generalmente aceptados para la fuerza de gravedad en la superficie de la Tierra y para el radio de la Tierra. Su resultado, 29,3 días, distaba mucho de la realidad; el período observado es de 27, 3 días. Cuestión que lo desanimó, pero con factores más ajustados se pudo comprobar que la ley operaba en rigor. Es la famosa teoría de gravitación de Newton. Todo atrae a todo. Entre los ejemplos que usa para ilustrar el poder de su teoría de gravitación, se encuentra la primera explicación correcta de las mareas, ese subir y bajar de la inmensidad del océano que dejó perplejos a tantos desde la antigüedad. Imaginó Newton un canal con agua rodeando la Tierra, y demostró que bastaba la atracción de la Luna sobre sus aguas para producir la característica doble oscilación diaria que se observa en los grandes mares. Cuando el libro fue presentado al rey James II, Sir Edmund Halley, gran admirador de Newton, acompañó una carta en que explicaba en lenguaje sencillo la teoría de las mareas. El escrito fue luego publicado bajo el título La Verdadera Teoría de las Mareas, y constituye un ejemplo temprano y bien logrado de divulgación científica. Hasta aquí hemos explicado de como opera la gravedad tanto frente a los fenómenos de los cielos como los de nuestro mar, pero todavía no hemos asignado la causa de este poder. Es evidente que debe proceder de una causa que penetra hasta los mismos centros del Sol y planetas, sin sufrir la más mínima disminución de su fuerza; que actúa no de acuerdo al tamaño de las superficies de las partículas sobre las cuales opera (como lo acostumbran hacer las causas mecánicas), sino de acuerdo a la cantidad de materia sólida que contienen, y propaga su poder en todas direcciones a inmensas distancias, decreciendo siempre en proporción duplicada de las distancias. La gravitación hacia el Sol está compuesta de las gravitaciones hacia las diferentes partículas que constituyen el cuerpo del Sol; y al alejarse del Sol disminuye exactamente en proporción duplicada de las distancias hasta llegar incluso al círculo de Saturno, tal como se hace evidente por la quietud del afelio de los planetas; aún más, incluso hasta los remotos afelios de los cometas, si esos afelios también están quietos. Pero hasta ahora no he sido capaz de descubrir la causa de esas propiedades de la gravedad a partir de los fenómenos, y no formulo ninguna hipótesis. En lo referente a las estrellas fijas, la pequeñez de sus paralajes anuales demuestra que están a distancias inmensas del sistema de los planetas: que esta paralaje es menor que un minuto es por demás seguro, y de ahí se sigue que la distancia a las estrellas fijas es más de 360 veces mayor que la distancia de Saturno al Sol. Considerar la Tierra como uno de los planetas, y el Sol como una de las estrellas fijas, puede alejar las estrellas fijas a distancias aun mayores por los siguientes argumentos: por el movimiento anual de la Tierra se produciría una trasposición aparente de las estrellas fijas, una con respecto de la otra, casi igual al doble de su paralaje; pero hasta ahora no se ha observado que las estrellas más grandes y más cercanas tengan el menor movimiento con respecto a las más remotas, que sólo se ven con telescopios. Si suponemos que ese movimiento sea inferior solamente a 20", la distancia de las estrellas fijas más cercanas excedería la distancia media de Saturno en unas 2.000 veces. Con respecto a los cometas. Las colas de los cometas se originan en sus cabezas y tienden hacia las partes opuestas al Sol, cuestión además confirmada por las leyes que observan las colas; pues, estando en los planos de las órbitas de los cometas que pasan por el Sol, ellas se desvían constantemente de la posición opuesta al Sol hacia las partes que las cabezas de los cometas han dejado atrás en su progreso a lo largo de esas órbitas; y para un espectador colocado en esos planos ellas aparecen en las partes directamente opuestas al Sol; pero a medida que el espectador se aleja de esos planos, su desviación comienza a aparecer y diariamente se hace mayor. Cuando Newton elaboró sus famosas leyes, sus pensamientos flotaron más allá de la Tierra y de la Luna, al espacio interplanetario e interestelar. Los mismos principios que explican por qué las manzanas caen al suelo y por qué la Luna orbita la Tierra deberían explicar también por qué la Tierra y todos los demás planetas orbitan alrededor del Sol. La gravedad tiene que ser una fuerza ubicua que actúa entre dos cuerpos cualesquiera del universo. Newton llegó a esta conclusión a través de un proceso conocido hoy como «experimento de pensamiento»: utilizar un escenario para iluminar las reglas que gobiernan el mundo real. Se trata de un procedimiento que juega el rol de herramienta indispensable para los científicos en todos los campos, pero en especial para los cosmólogos, cuyas teorías son a menudo imposibles de comprobar. Sin embargo, Newton tenía a su disposición una poderoso medio de comprobación: las matemáticas. Podía ir muy lejos hacia confirmar sus hipótesis calculando sus consecuencias y luego comprobando sus resultados con las observaciones y experimentos. DEBILIDADES DE LA TEORÍA Los principios fundamentales de Newton son tan satisfactorios desde el punto de vista lógico que aparece como un requisito necesario para revisarlos la necesidad de contar con estímulos que sólo pueden ser gatillados desde hechos empíricos. Antes de proseguir, considero pertinente que es necesario consignar que Newton estaba consciente de las limitaciones de su edificio intelectual mejor que las generaciones de científicos que lo siguieron. Él siempre admitió las debilidades que comportaba su teoría. "Explicar toda la naturaleza es una tarea demasiado difícil para un hombre o incluso para una época", reconoció. Tuvo problemas en particular en intentar comprender la naturaleza real de la gravedad y del espacio. Aunque su teoría predice los efectos de la gravedad en forma muy práctica, no dice nada sobre los mecanismos a través del cual actúa esa gravedad. En sus trabajos, Newton muestra evidentes esfuerzos por representar sus sistemas como rigurosamente consecuentes por la experiencia y por introducir el menor número posible de conceptos no directamente referidos a objetos empíricos. Pese a ello, establecería los conceptos de «espacio absoluto» y «tiempo absoluto», cuestión por la cual a menudo se le criticó. Pero en ello, Newton es particularmente consistente. Había comprendido que las cantidades geométricas observables (distancias entre puntos materiales) y su curso en el tiempo no caracterizan por completo el movimiento en sus aspectos físicos, tal como demostró con su famoso experimento del cubo de agua rotatorio. Por ello, además de las masas y sus distancias, debe existir algo más que determina el movimiento. Newton consideró que ese "algo" debía ser la relación con el «espacio absoluto»; sabía que el espacio debe poseer una especie de realidad física si sus leyes del movimiento poseen algún significado, una realidad de la misma clase que la de los puntos materiales y sus distancias. En sus explicaciones matemáticas sobre los movimientos planetarios, Newton trabajó sobre la suposición de que la gravedad actúa instantáneamente a través del espacio. No le satisfacía esta idea, pero no encontró alternativas; en cualquier caso, no parecía tener importancia práctica para sus cálculos. La velocidad de la acción de la gravitación, en cambio, resultaba de importancia crítica cuando se consideraba el universo como un conjunto. Newton planteaba que el universo era infinito. De otro modo, argumentaba, tendría un borde y, en consecuencia, un centro gravitatorio como cualquier otro objeto finito. La atracción entre sus partes haría, señaló, que el universo "cayera hacia el centro del espacio", lo cual evidentemente no ocurría. Como contraparte, cada fragmento de materia en un universo infinito se halla sometido a fuerzas iguales desde todas direcciones y, en consecuencia, permanece estable. También era una preocupación para Newton la fragilidad de un universo gobernado por el equilibrio de estas fuerzas opuestas. Si la gravedad actúa instantáneamente sobre distancias infinitas, entonces las fuerzas sobre cada fragmento de materia serán no sólo iguales sino también infinitas, en todas direcciones. Cualquier pequeño desequilibrio en la distribución de la materia alteraría el equilibrio de la atracción, sometiendo a los cuerpos a enormes fuerzas asimétricas, mucho más fuertes que la gravitación ordinaria que mantiene a los planetas en sus órbitas o retiene juntas a las estrellas. Las consecuencias serían catastróficas: los astros se verían lanzados al espacio interestelar a velocidades increíbles. Sin embargo, puesto que el universo parecía estar bien cohesionado, Newton llegó a la conclusión de que la distribución de la materia era de hecho perfectamente uniforme y que el efecto gravitatorio neto de los objetos distantes era prácticamente cero. Otro de los temas que complicó a Newton fue la problemática de los cuerpos no sometidos a fuerzas externas, La ley de la inercia, enunciada primero por Galileo y asumida por Newton como la primera de sus leyes del movimiento afirma que un objeto continúa en un estado de reposo o de movimiento uniforme a menos que sea impulsado a cambiar de movimiento por fuerzas que actúan sobre él. Pero no existe ningún estándar claro por el que juzgar si un objeto está o no en reposo. Por ejemplo, un pasajero en un barco en una noche perfectamente tranquila puede ver luces que pasan en la oscuridad. Estas luces pueden ser interpretadas como un signo de que el barco se mueve hacia delante mientras se cruza con otro que se encuentra parado, pero también puede significar que el barco del observador se encuentra detenido mientras es el otro barco el que está pasando. 0 ambos barcos pueden estar moviéndose. Siempre que los movimientos implicados sean uniformes, es imposible determinar la condición estacionaria. Pero este problema abstracto es resuelto por Newton con otra abstracción. Un objeto está en reposo, señaló, si no posee ningún movimiento en relación con el «espacio absoluto», que "permanece siempre igual e inamovible". Dibujó el espacio absoluto como una parrilla invisible sobre la cual pueden trazarse cualquier movimiento, lo que implicaba la imposibilidad, para cualquiera, de poder distinguir entre movimiento absoluto y reposo. Por otro lado, la teoría de Newton no proporciona ninguna explicación para el curioso hecho de que el peso y la inercia de un cuerpo están determinados por la misma magnitud (su masa), siendo que el propio Newton había reparado en la peculiaridad de este hecho. Lo inmediatamente anterior descrito no puede clasificarse como una objeción lógica a la teoría newtoniana. En cierto sentido, sólo significa necesidades científicas insatisfechas por el hecho de no hallar en ella una visión conceptual uniforme y completa de los fenómenos naturales. Considerada como un programa de todo el conjunto de la física teórica, la teoría del movimiento de Newton recibió su primer golpe de la teoría de la electricidad de Maxwell. Se había llegado comprender con claridad que las interacciones eléctricas y magnéticas entre los cuerpos no eran debidas a fuerzas que operan de un modo instantáneo y a distancia, sino a procesos que se propagan a través del espacio a una velocidad finita. Junto con el punto de masa y su movimiento, aquí surgió, de acuerdo con el concepto de Faraday, una nueva especie de realidad física; es decir, «el campo». En una primera instancia, bajo la influencia del punto de vista de la mecánica, se intentó interpretar el campo como un estado mecánico (de movimiento o tensión) de un medio hipotético (el éter) que llena el espacio. Pero cuando esta interpretación no resultó adecuada, a pesar de los más obstinados esfuerzos, se fue gradualmente adoptando la idea de considerar que el «campo electromagnético» es el elemento final irreductible de la realidad física. De cuerdo con H.A. Lorentz, el único sustrato del campo es el espacio físico vacío (o éter), que incluso en la mecánica de Newton no estaba desprovisto de toda función física. Es en este punto, cuando se deja de considerar, dentro del mundo de la física, la factibilidad de la acción inmediata a distancia ni siquiera en la esfera de la gravitación. Pero el valor del principal aporte de Newton a la física fue la explicación de los fenómenos que los humanos podían percibir, desde las balas de cañón hasta los cometas. Esto queda comprobado con el éxito que alcanzó la física newtoniana a mediados del siglo XIX. Las irregularidades observadas en la órbita del planeta Urano condujo a dos jóvenes matemáticos, Urbain Leverrier en Francia y John Adams en Inglaterra, a una sorprendente conclusión: Tenía que existir otro planeta mucho más grande y más distante que Urano. Trabajando independientemente, utilizaron las leyes del movimiento y de la gravitación de Newton para calcular la posición del nuevo planeta. En septiembre de 1846 fue descubierto Neptuno, exactamente en el lugar donde Leverrier y Adams habían previsto. Con ello quedó demostrado el poder y la perfección de los instrumentos científicos aportados por Newton. Al analizar la teoría de Newton hay que tomar en consideración aspectos que son fundamentales, tanto para su comprensión como para su aplicación. La mecánica newtoniana, dentro de su rango de validez -las "escalas humanas"- viene a ser una teoría perfecta. Sólo cuando nos acercamos a sus «bordes» debemos sustituirla por otra que, por supuesto, debe coincidir con la teoría newtoniana dentro de sus límites. Así, en presencia de altas velocidades la sustituimos por la relatividad especial o restringida -a velocidades normales, la mecánica newtoniana y la relatividad especial dan los mismos resultados hasta órdenes de magnitud fuera de todo aparato experimental-. En consecuencia, hasta ahora, la mecánica newtoniana no es errónea mientras no se le saque de su rango de validez. http://www.loseskakeados.com