esclavitud de epoca colonial

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA USAC
CENTRO UNIVERSITARIO DE ORIENTE
CUNORI
PEM. EN CIENCIAS NATURALES CON ORIENTACIÓN AMBIENTAL
HISTORIA DE GUATEMALA
LICDA. KARINA MARIELA GUERRA
LA ESCLAVITUD DE LA ÉPOCA COLONIAL
KAROL NOEMI ROSALES CHINCHILLA
201146357
CHIQUIMULA, AGOSTO DE 2013
LA EPOCA COLONIAL DE GUATEMALA
Un régimen colonial, en términos generales, aplicables también a la situación
que prevaleció en el Reino de Guatemala entre 1524 a 1821, se puede
concebir, en esencia, como la explotación económica de un territorio y del
trabajo de los habitantes de éste, que anteriormente gozaron de autonomía.
En el caso de la sociedad colonial de Guatemala es decir, durante el periodo
comprendido de 1524 a
considerado,
descanso
1821,
el aparato económico, estrictamente
principalmente
a
las
siguientes
columnas
institucionales: Esclavitud, Encomienda, Repartimiento, servicios personales,
propiedad y utilización de la tierra, administración de la hacienda pública,
tecnología, trabajo artesanal y comercio. Básicamente, sin embargo, en
Guatemala , el régimen colonial gravitó en el trabajo de los nativos , ya que los
móviles generales de la conquista , las coacciones en que esta se realizó y la
propia situación económico social de España y de la propia colonia .
LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS
El dominio casi absoluto de una persona sobremanera , equivalente a un
derecho de propiedad que traduce en la anulación de la libertad , la
personalidad y otros derechos individuales de quien ocupa la posición de
esclavo , fue un fenómeno que, con ligeras variantes , se conoció en todos los
continentes , inclusive África , y casi de manera ininterrumpida desde la
antigüedad . En el siglo XVI se conocía en las sociedades del viejo mundo, así
como en las sociedades mesoamericanas con la Pre conquista. En estas
últimas, el estrato de los esclavos se integraba, principalmente con prisioneros
de guerra o criminales condenados por la sociedad, pero los hijos de unos y
otros no necesariamente heredaban tal condición. En algunas zonas también
se obtenían esclavos mediante compra, el cobro de tributos por los señores o
bien por la comisión de varios y diversos delitos. Se les reconocía por su
posición inferior en los procesos productivos por supuesto y , en algunos
casos, por la correspondiente “MARCA” en la cara y en los brazos , tal como
se hacía en Nicaragua , por ejemplo donde se usaba, para tales efectos , un
polvo negro hecho de carbón de pino que se frotaba en una cortada hecha la
cara o en un brazo , para que la seña persistiera después de sanada la herida
. Esta práctica de la marcación fue continuada por los españoles después de
1524. Estos en efecto redujeron a la esclavitud a muchos nativos en los años
cruciales de la conquista y utilizaban una “G”
para marcar a los esclavos
obtenidos en guerra , y una especie de “R” compuesta , para los llamados
“ESCLAVOS DE RESCATE” . Estos últimos eran precisamente los que ya
tenían tal condición en las sociedades prehispánicas, y de cuya existencia
anterior persisten pruebas documentales, pictográficas y lingüísticas en la
actualidad. Estas pruebas se refieren a casi todo el territorio de la antigua
Mesoamérica y, en muchos casos, ponen de manifiesto ciertas prácticas de
excesiva crueldad asociadas a la esclavitud de aquella época.
Como en otras partes del viejo mundo, en la Guatemala prehispánica la
esclavitud implicaba un derecho u derecho de propiedad sobre la persona del
esclavo, lo que incluía los frutos del trabajo, así como la privación de la vida de
éste si se trataba de uno propio, o de una obligación de resarcimiento en el
caso de uno ajeno.
Desde entonces, se tomaron medidas efectivas para que tal práctica no
continuara, y se ordeno la liberación de muchos indígenas que se conservaban
bajo dicho régimen.
Es justo reconocer, por otra parte, que también hubo fuertes voces de crítica,
de denuncia, de abierta condena a la política esclavista que España y los
colonos españoles desarrollaron en América central. Entre tales voces , a
pesar de que había también religiosos comprometidos en dichas prácticas ,
destacaron la del licenciado Cristóbal de Pedraza , protector de los indios y
Obispo de Honduras , quien envió una cruda” Información “ sobre la situación
esclavista en ese país y por supuesto la voz implacable de celebérrimo Fray
Bartolomé de las Casas. Y en España, precisa decirlo, algún eco tuvieron
aquellas voces detonantes, cuando menos en el ámbito del “debe ser”
inherente a las leyes nuevas.
Otra modalidad irregular, entre los muchos procedimientos usados para
burlar el precario control de la práctica esclavista, consistió en la venta, en
calidad de esclavos, de muchos indios sometidos al régimen
de la
encomienda. Estos por definición , eran individuos libres , con la única
obligación del pago del tributo a su encomendero, pero este, en componenda
con funcionarios, religiosos , traficantes y eventualmente con los caciques
locales , se las ingeniaba para participar en el mercado de esclavos , a
expensas de la libertad de sus encomendados y del ingreso regular que
constituía el tributo
LA ESCLAVITUD DE LOS NEGROS:
Los primero núcleos de esclavos negros, paradójicamente se localizaron en el
propio continente africano. Desde una época no precisada, y como
consecuencia
de
guerras
intertribiales
o
de
peculiares
estructuras
socioeconómicas, unos negros eran sometidos a la esclavitud por otros de sus
congéneres, tal como ocurrió en el propio contexto
de las sociedades
precolombinas de América. En aquellas circunstancias primigenias , la
esclavitud era fuente de mano de obra y de prestigio social para los amos,
pero en los procesos productivos generales no alcanzo la importancia y la
envergadura que la caracterizaron cuando comenzó el trafico trasatlántico ,
derivado este de la expansión colonizadora de las potencias occidentales .
En cuanto a las políticas esclavistas institucionalizadas por España con
relación con el nuevo mundo, es significativo consignar que en 1518, Carlos I
autorizo el envió masivo de 4000 negros a las islas del Caribe. Esta concesión
de libero de impuestos por cuatro años, y se prohibió toda negociación
semejante por quienes carecieran de permiso expreso.
En las postrimerías del siglo XV todavía se manifestó abiertamente la
rivalidad, entre España y Portugal, por el control del comercio esclavista, pero
las bulas papales de 1493 favorecían el derecho esgrimido por el segundo de
dichos países, y así se reconoció por ambas naciones en 1494. Al tenor de
este acuerdo, a los portugueses se adjudico el derecho exclusivo de sacar
esclavos del continente Africano. Este tráfico empero, no pudo obviar cierto
control ejercido por los banqueros genoveses, como tampoco se pudo ignorar
la oposición de la casa de contratación de Sevilla, que reclama sus derechos
monopolísticos en el comercio con las Indias. Posteriormente concluido
el predominio portugués, se elimino la institución del asiento, y el tráfico de
esclavos negros disminuyo en una medida que afecto a la creciente demanda
de los colonos españoles en América. El rey por lo tanto, ante el aumento del
contrabando y otras presiones colaterales, opto por restablecer el asiento, y
entonces fueron los holandeses los encargados de proveer de negros a los
asentistas.
En la primera mitad del siglo XVII, el tráfico esclavista estaba generalizado en
el Caribe, y de él se beneficiaban las potencias europeas. La demanda
comenzó crecer
entre los colonos Españoles, en cuyas filas figuraban
miembros de las órdenes religiosas, como los propios dominicos que, por otra
parte, destacaron en la defensas de los indios. Ante la posibilidad de trasladar
esclavos blancos, que también los había disponibles en Europa como judíos,
rusos, egipcios, libaneses, guanches (originarios de las islas canarias), etc. Los
interesados es decir, vendedores y compradores, prefirieron a los Bozales, que
eran los esclavos capturados en África y que no habían tenido contacto
directo con la civilización occidental. Se suponía que estos podían ser mas
fácilmente cristianizados, en lo cual se reflejaba los intereses de la iglesia; que
estaban en capacidad de resistir las enfermedades europeas, puesto que el
contacto indirecto había desarrollado cierta disposición inmunológica; que
podía obtenerse su docilidad y sometimiento, precisamente por su desarraigo;
y que mas, importante aun, estarían en aptitud de desempeñar las tareas
pesadas y peligrosas
que, por razones de clima u otras similares, ni
españoles, ni indios podían asumir.
En los procedimientos de venta o de subasta los negros eran sometidos a
exámenes para detectar defectos físicos (verbigracia, mataduras en la piel,
falta de dientes, extremidades deformes) o supuestas taras “morales”
(por
ejemplo, la rebeldía la inadaptación por nostalgia etc.) ya que ello determinaba
su precio y, sobre todo su aptitud para calificar como una “pieza”, es decir
como un esclavo normal y joven. Por lo general eran marcados, ya con el fierro
del general, del asentista o de sus nuevos amos. En Guatemala las” piezas”
debían reunir ciertos requisitos, como altura, fuerza salud, etc. Y se les
clasificaba, según se tratara de niños, jóvenes o viejos, en las categorías
denominadas “mulequin” (hasta 6 años era media pieza), “muleque” (de 6 a 12
años) y “mulecón” (de 12 a 18 años), respectivamente. Esto determinaba la
demanda y el consiguiente precio.
Es interesante anotar que los primeros esclavos negros llegaron a Guatemala
en la propia expedición inicial de Pedro de Alvarado, aunque son precarias las
informaciones precisas al respecto. Arribaron, como tales, desprendidos de
los grupos de sus congéneres que ya existían en México y en la Antillas,
cuando no se había iniciado todavía otras formas de explotación de mano de
obra nativa, como las que se relacionan con la propia esclavitud, con la
encomienda, el repartimiento y los servicios personales.
La iglesia no se opuso categóricamente a la esclavitud y al tráfico de negros y,
precisamente los dominicos, en cuyas filas figuraron algunos de los más
conspicuos defensores de los indios, poseían muchos esclavos africanos en
sus propias haciendas. Una de las más famosas de estas
fue la de San
Jerónimo, en baja Verapaz, fundada desde los comienzos de la colonización.
En dicha hacienda, reputada
como una de las grandes empresas
agroindustriales de la época, se fabricaba, además de azúcar, un aguardiente
cuya fama trascendió las fronteras del reino, así como otros productos
diversos. Fue fundada en una fecha imprecisa entre 1540 y 1550, por los
dominicos que llegaron en pos de las Casas y los acompañantes de este.
Si se analiza la magnitud de empresas agroindustriales , como la hacienda de
san Jerónimo u otros ingenios o trapiches menores que abundaban en el
reino, pero en un contexto más amplio; y si se considera el peso que tuvieron
productos como el añil, el azúcar, e inclusive la minería, los servicios
personales, etc. Se puede medir el verdadero papel que jugó la esclavitud de
los negros en la vida económica de la colonia.
Los esclavos negros siempre tuvieron una condición diferente a la de los
indios, inclusive la que correspondía a quienes, entre estos últimos, se tenía
también por verdaderos esclavos. Aquellos por ejemplo, siempre fueron
“comprados”, como una cosa mueble, en tanto que los indios desde el principio,
eran simplemente “tomados” por los españoles. La esclavitud de los indios, por
otra parte se prohibió reiteradamente; por ejemplo, de modo taxativo, en las
leyes nuevas. Los negros además no estaban sujetos al pago del tributo,
como lo estaban los indios bajo la encomienda. Solo cuando adquirían la
condición de hombres libres, mediante la manumisión, la compra de su libertad
u otros procedimientos, los negros adquirían la obligación de pagar, en calidad
de tributarios de la corona, dos tostones al año.
Finalmente las transacciones referidas a un esclavo negro pagaban los
impuestos de alcabala y almojarifazgo.
Las ocupaciones de los esclavos negros no variaron en la etapa final de la
colonia, aunque fueron objeto de regulaciones especiales; estas se referían
también a la educación y, en general al trato que debía darse a los esclavos
sometidos al régimen en cuestión.
El punto ultimo de la esclavitud de los negros se marco en Guatemala en
1823
cuando la asamblea constituyente
decreto la abolición de aquel
fenómeno social, que tubo considerables repercusiones económicas en la
anterior etapa de la colonia .
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