PRONUNCIAMIENTO RESPECTO DEL PROYECTO DE LEY QUE CREA EL MINISTERIO DE LAS CULTURAS, LAS ARTES Y EL PATRIMONIO Y DE LOS PROCEDIMIENTOS PARA SU ELABORACIÓN Colegio de Arqueólogos de Chile A.G. 25 de Septiembre de 2015 Como organización gremial vinculada directamente al patrimonio y a la herencia cultural de nuestro país, consideramos que la creación de un nuevo Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio debiera constituir una oportunidad a nivel país para fortalecer, reivindicar y salvaguardar nuestra herencia multicultural ya sea esta material o inmaterial. En mayo de 2013 el anterior gobierno de Sebastián Piñera envió al congreso el proyecto de Ley que crea este nuevo Ministerio. Desde entonces, bajo la estructura del Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) se produjo una aceptación de la forma de dicho proyecto, asumiendo que sólo podrían incluirse cambios mediante las llamadas “Indicaciones Sustitutivas”. En todo el proceso de elaboración de estas indicaciones –que culminaría en este mes-, se ha actuado con gran cautela desde las autoridades, mientras el clima entre los integrantes de diversas instituciones académicas y culturales, así como organizaciones de la sociedad civil e incluso de organismos estatales vinculados a la cultura y el patrimonio, ha sido de insatisfacción y preocupación. Hasta donde nos hemos enterado, las Indicaciones Sustitutivas de este proyecto de Ley elaboradas por los equipos legislativos de la ex Ministra Claudia Barattini y el actual Ministro Ernesto Ottone develan graves falencias en los principios y orgánica del nuevo Ministerio. Desde que Ottone es el actual Ministro, liderando el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), el proyecto ha sido de escaso conocimiento por parte de las organizaciones que pudieran tener interés en él, siendo expuesto en el marco de jornadas de discusión a puerta cerrada, segmentadas según diferentes públicos. La mayor parte de las veces se ha tratado de funcionarios de organismos estatales que se verán implicados en el nuevo ministerio y en menor medida organizaciones de la sociedad civil. Elegidos generalmente en base a su relativa fidelización, quienes reciben invitaciones con nombre y apellido e intransferibles. Estas instancias, a pesar de ser altamente exclusivas, fueron consideradas por las autoridades como "consulta ciudadana". Si poco se ha considerado la voz de la ciudadanía, cabe entonces preguntarse si el quipo legislativo del Ministro, liderado por Nivia Palma, ha tenido en cuenta, al menos, las diferentes instancias de discusión y reflexión en torno a la creación del nuevo Ministerio generadas por académicos y especialista relacionados al ámbito de las culturas, las artes y el patrimonio, como es el caso de las jornadas de la Universidad de Chile llevadas a cabo el año pasado. Bajo el modo operado, no tenemos conocimiento de que los lineamientos y sugerencias concordados en dicha instancia hayan sido efectivamente incorporado en el proyecto. Más grave aún es el hecho de que el Ministro Ottone tiene como meta entregar al congreso una versión definitiva de Indicación Sustitutiva del Proyecto de Ley antes de que finalice este mes de septiembre. Ante esta situación, y la invisibilidad de esta última propuesta, el Colegio de Arqueólogos de Chile A.G. considera necesario manifestar las inquietudes y demandas de nuestro gremio respecto a esta crucial instancia, relacionadas con la administración, gestión, difusión y valoración del patrimonio arqueológico del país. Se nos ha indicado que esta propuesta inicial se complementará con los cambios que se realizarían a la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales, lo cual genera aún más incertidumbre, al desconocerse el giro y la magnitud que estos tendrían. En esta circunstancia, queremos señalar que adscribimos a varios puntos discutidos en declaraciones públicas firmadas por la Asociación de Funcionarios de la Dirección de Bibliotecas, Archivo y Museos (Afudibam), Funcionarios del Consejo de Monumentos Nacionales, colegios profesionales y premios nacionales donde se identifican aspectos deficitarios de este proyecto de Ley. Desde el punto de vista de sus principios fundamentales, el nuevo Ministerio debería trabajar con una definición de patrimonio que no proviniera de reflexiones basadas en lugares comunes, elaboradas en el marco de estas jornadas de discusión a puerta cerrada y cuyos resultados obedecen a la premura de las actuales metas impuestas por las autoridades para crear este Ministerio. Una definición no sólo amplia, sino que orgánica, la que debiera provenir de una reflexión profunda por parte de todos los actores involucrados, integrando organizaciones civiles, académicos, especialistas del área cultural y patrimonial y representantes de los pueblos originarios. Esta definición debiera basarse también en las Convenciones sobre Patrimonio de la Unesco (1972 y 2003), además de enriquecer la idea de cultura a través de lo esbozado en la Convención Unesco sobre protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales y el Convenio 169 de la OIT, los que son parte de tratados ratificados por Chile. Estas definiciones debieran estar incluidas previamente en la futura Ley de Patrimonio, que vendría a reemplazar la actual Ley 17.288 de Monumentos Nacionales. Esta Ley debería ser discutida antes de la creación del Ministerio, debiendo ser la base orgánica de este último, al menos en este ámbito. Consideramos que un aspecto fundamental en este esfuerzo por definir una nueva institucionalidad en torno al Patrimonio Cultural, debiera considerar el concepto de DOCUMENTO, en tanto reservorio de información que puede ser constantemente retomado y reinterpretado. Este concepto aplica a los libros y otros documentos escritos, preservados por la DIBAM. Aquí, claramente se nota una contradicción con el concepto de Bibliotecas que maneja el CNCA, básicamente referido a la presencia de literatura a disposición de un público interesado. El uso del concepto de Documento, nos permite englobar a otras materialidades que deben disponerse para el estudio, y que deben conservarse para que puedan ser continuamente reinterpretados. En este sentido, los sitios y materialidades arqueológicas tienen el carácter de Documento, que no agotan su potencial informativo en su recuperación. Es por ello que necesitamos una institucionalidad y cuerpos legales que aseguren su preservación, investigación y puesta a disposición para las generaciones venideras. Cuando nuestra institucionalidad patrimonial se inicia a principios del siglo XX, no existían en Chile arqueólogos profesionales. Hoy, esta profesión se enseña en varias universidades, cuenta con dos cuerpos colegiados que agrupan a todos los arqueólogos, se ha incrementado fuertemente la cantidad de profesionales con postgrado, y constituye una rama de la ciencia de gran productividad científica en Chile, además de haberse insertado de manera constante y efectiva en el Sistema de Evaluación Ambiental. Hasta el momento sabemos que el nuevo Ministerio se dividiría en dos subsecretarías, una de las Artes, Industrias y Economía Creativa y Culturas Populares (“Subsecretaría de las Artes”) y otra Subsecretaría del Patrimonio, Culturas Tradicionales y Culturas de los Pueblos Originarios (“Subsecretaría del Patrimonio”). Consideramos que la nomenclatura de la primera sigue cargada del concepto de cultura concebido desde el punto de vista del lucro que es herencia de la primera versión de proyecto entregada al congreso por el ex presidente Piñera. La Subsecretaría del Patrimonio incluiría divisiones relacionadas a "Museos", "Archivos", "Bibliotecas Patrimoniales y Públicas", "Patrimonio Material e Inmaterial", "Artes, Cultura y Patrimonio Indígena", "Centro Nacional de Conservación y Restauración", pasando también el Consejo de Monumentos Nacionales a ser una Secretaría Ejecutiva dentro del Ministerio. Si hoy el presupuesto del CNCA duplica al de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), nos preocupa la real disponibilidad de presupuesto que tendrá este nuevo Ministerio para cubrir las necesidades de todas estas divisiones de la Secretaría de Patrimonio, sabiendo que el presupuesto país destinado a cultura no supera el 0,5% del gasto de la Nación. Con este presupuesto ¿Cómo se solucionará el abandono que sufre actualmente la mayoría de los museos del país? ¿Cómo se solucionará el grave problema que hoy existe debido a la falta de depósitos para materiales arqueológicos y su adecuada conservación? ¿Será este presupuesto suficiente para mantener y gestionar adecuadamente los archivos y bibliotecas patrimoniales y públicas? Como organización gremial conocemos a cabalidad los diversos ámbitos en los que se desempeña actualmente la labor arqueológica, y sabemos que todos ellos confluyen siempre en una misma institución: el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). Actualmente, este organismo tutela y resguarda todos los Monumentos Nacionales del territorio nacional y, en este sentido, toda la actividad arqueológica en nuestro país está supervisada, evaluada, aprobada, visada y fiscalizada por este servicio público. Sin embargo, actualmente las labores administrativas del CMN superan ampliamente aquellas derivadas de la Ley 17.288, ya que desde la década de 1990 entró en funcionamiento el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), ante lo cual el CMN se convirtió además en un órgano del Estado con competencia ambiental. Con ello, los funcionarios del Área de Arqueología del CMN pasaron a destinar la mayor parte de sus horas laborales a actividades relacionadas con el SEIA, en desmedro de labores como gestión, puesta en valor de sitios arqueológicos, elaboración de lineamientos de intervención y actualización de procedimientos. La mayor parte de las intervenciones de sitios arqueológicos se realiza en el marco de los estudios cautelados por el Sistema de Evaluación Ambiental, que pasan a la revisión del Consejo de Monumentos Nacionales como organismo sectorial. A pesar del exponencial incremento de la carga laboral que ha recibido este sistema en los últimos 25 años, dada la expansión de la intervención del territorio nacional dentro del modelo extractivista neoliberal, gracias a la labor de profesionales arqueólogos se ha logrado preservar gran cantidad de información. Ello ha constituido un verdadero corpus de material significativo que de otra forma se hubiera perdido. A pesar de lo relativamente frágil de esta institucionalidad y precariedad laboral del personal asociado al CMN, todos los grandes proyectos de inversión han debido someterse al estudio y preservación de los restos arqueológicos presentes. En el contexto de esta labor, los especialistas arqueólogos son indispensables en el trabajo de fiscalización, estudio y preservación del Documento Arqueológico. Al respecto, sabemos que los cambios relacionados al CMN en el marco del nuevo Ministerio refieren únicamente a su calidad como Secretaría Ejecutiva, pero no se asegura su competencia ambiental. Manifestamos nuestra preocupación en cuanto debe establecerse de manera explícita este rol para asegurar la competencia ambiental de la institución, otorgándole mayor especificidad a la planta funcionaria tanto a nivel nacional como regional, con la finalidad de asegurar que la institución sea capaz de responder a los requerimientos legales que protegen y resguardan al patrimonio arqueológico. En ese sentido, es también fundamental ampliar la planta profesional, ya que actualmente el CMN se ve superado debido a la evaluación de las propuestas surgidas en el marco del SEIA. En este contexto también nos preguntamos ¿Seguirá el CMN sin tener mayor presencia en regiones? ¿Se incluirían profesionales arqueólogos en las divisiones regionales si es que éstas se implementan? Consideramos que así debiera ser, sobre todo teniendo en cuenta la relevancia que ha adquirido la práctica arqueológica en el país, en relación a los desafíos derivados de los proyectos de Impacto Ambiental. Por ello consideramos fundamental la inclusión de un representante del Colegio de Arqueólogos de Chile A.G. entre los consejeros que integran el CMN. Por lo demás, aún se llevan a cabo proyectos de gran envergadura y que no son sometidos a evaluación ambiental, como es el caso de ciertos proyectos desarrollados por el Ministerio de Obras Públicas o todos aquellos proyectos del ámbito privado que logran no someterse a esta evaluación mediante resquicios legales de la actual Ley N°19.300 de Bases Generales del Medio Ambiente. Los monumentos nacionales protegidos por Ley en muchos casos se encuentran en grave peligro de destrucción, ya sea por abandono, desconocimiento por parte de la sociedad o por el inminente avance de proyectos de desarrollo estatales o privados. Por ello, el CMN debiera tener las atribuciones y el financiamiento necesario para ejercer su rol fiscalizador, lo cual implica necesariamente ampliar y mejorar su estructura regional. Esto se aplica también a la implementación de medidas de protección, conservación y difusión de los mismos monumentos. Finalmente, demandamos que se le dé mayor preponderancia al personal profesional y técnico que debería ocupar los cargos de la futura Subsecretaría del Patrimonio, y no únicamente a la plana política del futuro Ministerio (Ministro y SEREMIAS). Los directores de las futuras divisiones de esta Subsecretaría debieran ser elegidos vía concurso público según sus habilidades técnicas y experiencia específica para cada cargo. En esta misma línea, los diversos consejos que integrarían el nuevo Ministerio, a saber, Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consejo Asesor de Pueblos Originarios y Consejo de Monumentos Nacionales, debieran ser vinculantes, teniendo atribuciones relevantes y efectivas a la hora de definir y resguardar el patrimonio cultural. Estos deben conformarse por representantes técnicos y multidisciplinarios, no así representantes políticos designados por el gobierno de turno, lo cual pone en riesgo la independencia técnica que ha caracterizado en la últimas décadas el funcionamiento del Consejo de Monumentos Nacionales. Siendo esto último fundamental para el caso de las áreas de arqueología y paleontología de este último organismo.