la misión de los solteros abiertos a casarse

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LA MISIÓN DE LOS SOLTEROS ABIERTOS A CASARSE
Marshall Segal
Si eres una persona soltera, Satanás anda tras de ti.
Está bien, él nos persigue a todos, pero existen
peligros únicos en la soltería —en especial, en la
soltería no deseada—. A él le encanta engañar y
desanimar a los solteros de la iglesia y destruir su
devoción y compromiso con el ministerio. Sin
embargo, el propósito de Dios es usarlos a
ustedes, su fe, su tiempo y su soltería en este
momento de formas radicales, tal cual son.
Pueden haber leído 1 Corintios 7 concluyendo que
existen dos categorías de personas: aquellos que
vivirán, servirán y morirán solteros y aquellos que
deben casarse. Pablo elogia la soltería, haciendo una lista de los beneficios espirituales de no tener
cónyuge. La vida de soltero puede estar (relativamente) libre de preocupaciones relacionales
(7:32), de distracciones de este mundo (7:33), y libre para la adoración, la devoción y la
ministración (7:35). Así es como Pablo llega a la conclusión de que es mejor omitir la ceremonia,
literalmente, y disfrutar “plenamente dedicados al Señor”.
La mayoría dice, “bien por ti, Pablo... pero yo me voy a casar”. Quizás la tentación te abruma y
necesites una forma de satisfacer ese deseo honrando a Dios (7:2). Tal vez es clarísimo que
necesitas alguien que te ayude a llevar a cabo el llamado de Dios en tu vida (o tu necesidad es
evidente para otros). Es probable que quieras tener hijos y te des cuenta de que no puedes sola.
Probablemente, sólo tienes un deseo profundo e innegable por un compañero cariñoso y
comprometido. En cada caso, es bueno que te cases.
Mientras a primera vista parecieran ser dos categorías, rápidamente descubrimos que en la
práctica son tres: los solteros, los casados y los que aún no se casan. Después de todo, como
cualquier persona soltera sabe, el deseo de casarse no hace un matrimonio. Mi esperanza al
reflejar las palabras de Pablo es que aquellos que aún no contraen matrimonio puedan restaurar la
esperanza y la ambición de sus corazones y puedan afirmarse en la misión durante su soltería.
Listos para salir donde sea que haya que ir
Quizás la tentación más grande en la soltería es asumir que el matrimonio satisfará nuestras
necesidades que aún no han sido satisfechas, que resolverá nuestras debilidades, que organizará
nuestras vidas y que hará florecer nuestros dones. Lejos de ser una solución, Pablo muestra el
matrimonio como una suerte de problemático plan B de la vida cristiana y del ministerio. Cásense
si deben, pero la advertencia es ésta: seguir a Jesús no se hace más fácil cuando se juntan con otro
pecador en un mundo caído.
Mientras el matrimonio puede brindar felicidad, auxilio y alivio en algunas áreas, multiplica
inmediatamente las distracciones porque se es íntimamente responsable por otra persona, por las
necesidades de él o de ella, por sus sueños y su crecimiento. Es un gran y buen llamado, pero
demandante que no les va a permitir disfrutar de muchas otras cosas buenas.
Por lo tanto, para aquellos que aún no se han casado, la soltería (temporal) es un don. Realmente
lo es. Si Dios permite que te cases, nunca vas a poder vivir un tiempo como el de ahora. El tiempo
de soltería no es parte de las ligas menores del matrimonio, pues tiene el potencial de ser un
periodo único para dedicarse plenamente a Cristo y poder ministrar a otros sin distracciones.
Con el Espíritu en ustedes y la agenda libre, Dios les ha dado los medios para marcar
perdurablemente la diferencia para su reino. Como solteros, están listos y tienen toda bendición
espiritual en las regiones celestiales (Ef 1:3) para salir, literalmente, donde sea que haya que ir.
Con la ayuda y la guía de Dios, tienen la libertad de invertir su ser, su tiempo, sus recursos, su
juventud y su flexibilidad en relaciones, en el ministerio y en los propósitos que pueden dar frutos
increíbles.
A continuación les comparto ocho sugerencias para que puedan aprovechar al máximo la vida
mientras aún no se casan:
1. Eviten intercambiar las distracciones maritales con otras
Pablo pudo haber tenido la razón sobre nuestra libertad de las preocupaciones conyugales, pero
en un mundo de iPhones, iPads, iPods, de lo que sea que deseen, los solteros nunca tienen
problema para encontrar diversión. De hecho, si son como yo, las ganas de diversión aparecen y
tendemos a satisfacer ese deseo, ya sea yendo a centros deportivos, viendo series románticas,
ejercitando el físico, yendo a restaurantes caros, publicando entradas eternas en el blog y leyendo
otros, revisando las redes sociales o ganando el último juego que salió al mercado. Quizás a esto
le llamemos descanso, pero a menudo se ve, huele y suena mucho más a que estamos
desperdiciando nuestra soltería.
“En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo para la gloria de
Dios” (1 Co 10:31). Todo lo que se acaba de mencionar puede hacerse para la gloria de Dios,
pero también puede ser una distracción peligrosa que nos aparta de ella. Si niegan que puedan ser
una distracción, quizás deban dejar de lado sus smartphones, su control o sus rutinas.
Vean las formas en las que Satanás podría estar debilitándolos en la misión con pequeños y simples
placeres. Tal vez no sea necesario eliminarlos, pero sí limitarlos y buscar formas mejores de dar
espacio a otros en sus vidas por medio de ellas. Sean creativos y hagan discípulos en el equipo de
fútbol de la universidad, en las clases de cocina, en sus responsabilidades en vez de ausentarse sin
permiso de la misión de Dios debido a ellas.
2. Digan que “sí” a lo espontáneo
Es un hecho que el matrimonio mata la espontaneidad (no del todo, pero en gran manera). Si ya se
hubiesen dado cuenta, dudo que cualquiera de sus amigos (anteriormente espontáneos) se
hubiesen casado.
Uno de nuestros dones espirituales más grandes como solteros es nuestra libertad para decir que
“sí”. Decir que sí a una conversación telefónica casual; sí a un café; sí a ayudar a alguien a
cambiarse de casa; sí a visitar a alguien enfermo; sí a ver una película tarde en la noche o al evento
especial en el centro de la ciudad. Tienen la increíble libertad de decir que sí mientras que los
casados no pueden ni siquiera planteárselo. Cuando no hay cónyuge, no pueden dañarlos con sus
decisiones desinteresadas e impulsivas. ¡Tengan la disposición a decir que sí! ¡Bendigan a otros!,
incluso cuando no siempre tengan ganas.
3. Practiquen su preocupación por otros cuando aún estén solos
“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como
superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también
por los intereses de los demás”. Filipenses 2:3–4 sólo será más difícil de llevar a la práctica en el
matrimonio, por lo que deben practicarlo ahora.
Piensen en un par de personas o familias por las que podrían sacrificar sus vidas de solteros. Nadie
espera que se preocupen o sustenten a otros en este momento —nadie; es decir, excepto Dios—.
Así que preocúpense de conocer las necesidades de otros, especialmente de sus hermanos en la
iglesia y consideren contribuir en ayudarlos. Podrían ayudar con dinero o comida o sólo tiempo y
energía. Quizás especialmente con tiempo y energía. Sin considerar sus sueldos, a ustedes se les ha
dado mucho. Usen lo que han recibido sabia y libremente en las necesidades de otros.
Financieramente, están apoyando sólo a una persona. Por supuesto, deben ahorrar modestamente
para los días en los que necesiten más, pero mientras esperan, busquen formas en las que puedan
dar a otros. Aunque no estén comprando mercadería para cinco personas, para una cena para dos
ni para un sinfín de pañales, hagan un presupuesto para bendecir y desarrollar actitudes y hábitos
de sacrificio por otros. Será un servicio enorme para tu futuro esposo o esposa y, mientras tanto,
haces que Jesús brille con hermosura en aquellos que los rodean.
4. Hagan por Dios cosas radicales y que consuman su tiempo
Así como son libres para decir que sí a las cosas más espontáneas, también pueden decir que sí a
cosas que requieren más de ustedes y que un casado ya no puede hacer. Sueñen en grande, sueños
que sean más costosos. Comiencen con una reunión de oración diaria o algún compromiso regular
con sus iglesias; comprométanse con múltiples relaciones de discipulado; organicen un nuevo
proyecto de servicio comunitario centrado en Cristo. Hagan todo eso; se sorprenderán de cuán
capaces son ustedes y sus amigos solteros teniendo el Espíritu de Dios en ustedes y con el
propósito de vivir bien su soltería, especialmente cuando sueñan y trabajan juntos.
Sean radicales, pero no imprudentes. La idea no es intentar abarcar demasiado, así que tomen
decisiones con mucha oración y en comunidad, con gente que los ama y pueden decirles “no”
cuando sea necesario. Mi percepción, sin embargo, es que los creyentes que aún no se casan
pueden dar o hacer más de lo que son.
5. Pasen tiempo con matrimonios
Mientras más tiempo estén sin casarse, más tiempo tienen para aprender sobre el matrimonio, de
los éxitos y de los fracasos de otras personas. Aunque aún no deben trabajar para evitar su propio
set de tropiezos y pecados maritales porque no están casados, definitivamente pueden aumentar
las posibilidades de éxito, pequeños y grandes, al ser buenos estudiantes desde ahora.
Busquen oportunidades para ser parte regular de la vida y la familia de una persona casada. Si no
están lo suficientemente cerca para ver la fealdad y el desorden del matrimonio, tal vez no se han
acercado tanto. No les impongan cosas a las personas, pero tampoco tengan miedo de iniciar una
conversación. Puede ser tan simple como almorzar con ellos los domingos después de la iglesia.
Háganles fácil decir que sí siendo siervos dispuestos y entusiastas. Ofrézcanse para cuidar a sus
hijos cuando tengan un compromiso en la noche o para ayudar con la jardinería o llevarles comida
cuando uno de los niños se enferma.
Estudien; observen cuidadosamente; hagan preguntas; tomen nota de lo que deben imitar. En todo
lo que vean, sean humildes y corteses (esto no sería tan importante si tuvieran la oportunidad de
ver cómo sería su futuro matrimonio). A medida que nuestras mentes y corazones son moldeados
por las Escrituras para el matrimonio, necesitamos ejemplos de matrimonios imperfectos pero
fieles. Estas relaciones en desarrollo hacen que los principios y las lecciones sean reales y
repetibles.
6. Pasen tiempo con personas que aún no se han casado
Aunque los casados pueden darnos una perspectiva y un ejemplo importante, necesitamos
personas en nuestras vidas que estén sintiendo, anhelando y enfrentando tentaciones iguales a las
nuestras. Deben encontrar e invertir en personas que se estén preguntando lo mismo que ustedes
y que también busquen aprovechar al máximo este tiempo único de soltería por Jesús.
Piénsenlo, Pablo, aunque nunca se casó, llevó a cabo gran parte de su ministerio con otras
personas. Busquen para sus vidas amigos que sean confiables, con dones y enfocados en la misión y
ríndanse cuentas entre ustedes para que sus vidas de aún no casados importen para el reino.
Seguir a Cristo nunca supone hacerlo solo, incluso si son solteros.
7. Encuentren novio/a en el frente de batalla
En vez de que casarte sea tu misión, permite que la causa global de Dios y el avance del evangelio
en tu contexto lo sea y busca alguien que anhele lo mismo. Si esperan casarse con alguien que ame
a Jesús apasionadamente y lo dé a conocer, probablemente lo mejor es que busquen una
comunidad con personas comprometidas con eso.
Únanse a un grupo pequeño, no sólo un grupo de cristianos solteros, sino que uno en el que sean
activos en la misión. Únanse a un ministerio en sus iglesias que se comprometa con los perdidos
en la comunidad local. Concéntrense en la cosecha y encontrarán a alguien que los ayude.
8. Mientras esperan, tengan esperanza en Jesús más que el matrimonio
Primero, háganla una verdad para sus vidas. Pasen mucho tiempo nutriendo sus almas en todo lo
que Dios es para ustedes en Jesús. Luego sean valientes para decirlo cuando quieran hablar de sus
vidas amorosas. “Entonces, ¿alguna mujer en tu vida estos días?” “¿Están juntos?” “Ella es una gran
chica. ¿Qué piensas de ella?” “¿Estarías dispuesta a salir con el compañero de departamento del
primo de mi esposa?” Los casados tienen sus formas de enviarnos mensajes también.
Usen las pequeñas y extrañas conversaciones como una oportunidad para mostrarles al Novio
(Jesús) que compró la felicidad eterna para ustedes en vida o en muerte, en salud o en
enfermedad, ya sea en el matrimonio o “en el mercado”.
Así que cuando se sientan solos o desanimados en sus vidas de solteros, recuerden que son salvos
y que han sido enviados. En lugar de esperar hasta que llegue el día de tu boda para hacer que la
obra avance, aprovecha al máximo tu vida de aún no casado.
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