89 Contribución a la cronología de las crisis de mortalidad en la España interior: Calera de León (Badajoz), s. XVII al XX C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN RESUMEN En el presente trabajo, se analizan y describen las crisis de mortalidad en Calera de León (Badajoz) en el periodo comprendido entre 1631 y 1985. Se contabilizaron 11.935 muertes registradas en los Libros Sacramentales de la Iglesia de Santiago Apóstol de Calera. La metodología descrita por Del Panta y Livi-Bacci (1979), Dupâquier (1979) y Flinn (1974) se aplicó para determinar la cronología e intensidad de las crisis de mortalidad. Debido a la falta de documentación complementaria y a la ausencia de causas de muerte en gran parte del estudio, el objetivo ha sido reconciliar la información histórica y cuantitativa disponible para las cincuenta y tres crisis de mortalidad. ABSTRAC In the present work, we try to analyzed and described the crisis of mortality in Calera de León (Badajoz) in the period from 1631 to 1985. There were taken into account 11.935 deaths registered in the Sacramental Books of the Church of Santiago Apostle de Calera. The methodology described for the Del Panta y Livi-Bacci (1979), Dupâquier (1979) and Flinn (1974) is applied in order to determine the chronology and intensity of the mortality crises. Due to the absence of additional documentation and the absence of death causes largely of this study, the target has been to reconcile the available historical and quantitative information for fifty three crisis of mortality. 90 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 1. INTRODUCCIÓN Las poblaciones humanas, como sucede en el resto de poblaciones vivas, experimentan cambios en su dinámica poblacional relacionados con presiones en las condiciones ambientales en las que se encuentren. Estos cambios se reflejan a su vez en elementos como la movilidad, la natalidad y mortalidad, actuando estos dos últimos como reguladores esenciales de la dinámica demográfica. Los registros de las partidas de bautismos, defunciones (entierros) y matrimonios, así como las relaciones periódicas de confirmaciones, son el núcleo sobre el que se centran muchos de los estudios demográficos. Constituyen entonces, los archivos parroquiales, la principal fuente de documentación para reconstruir la demografía histórica de una población. Gracias a ellos, describimos hoy la historia demográfica de España en un trabajo colectivo que trata de componer un mapa histórico de las crisis de mortalidad en el antiguo y nuevo régimen demográfico. Una historia marcada por numerosas fluctuaciones debido a acontecimientos críticos que hacen que las poblaciones crezcan pausadamente. Perteneciente a la comarca de Zafra, provincia de Badajoz, Calera de León se sitúa a 128 Km. de la capital. Limitando con la provincia de Huelva al sur, el término municipal se extiende por 69.20 Km2 situados sobre una colina baja de la Sierra de Tentudía. Calera formaba parte de un conglomerado de villas realengas y de extensos señoríos eclesiásticos y seglares, dedicados a la ganadería pero carente de centro rector y de instituciones propias (Pérez Caminero, 1999). La población calereña no ha sufrido demasiados altibajos a lo largo de la historia, pero sí periodos de grandes fluctuaciones donde aparecen graves crisis. Esto viene a demostrar que la población ha seguido un modelo demográfico de tipo antiguo, caracterizado por fuertes oscilaciones en periodos cortos y una relativa estabilización a muy largo plazo. Desde 1950 el número de defunciones registradas en Calera de León descienden progresivamente hasta niveles solo comparables con los alcanzados en el siglo XVIII. Este descenso está ligado a una disminución en el número de habitantes, llegando a perderse hasta 1465 efectivos en cuestión de 49 años, debido principalmente a las migraciones que tuvieron lugar en todo el interior de la península y periferias en edades reproductoras debido al hambre y el desempleo (Figura 1). Esto ocasionó el progresivo despoblamiento de Calera, actualmente una de las poblaciones más envejecidas del sur de Extremadura. CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 91 3000 n.º de habitantes 2500 2000 1500 1000 500 0 188 7 190 0 193 0 195 0 196 5 197 5 198 6 199 6 200 0 200 3 años Figura 1: Número de habitantes en Calera de León, según censos (I.N.E) 2. MATERIAL Y MÉTODOS Las fuentes consultadas para el presente estudio son los Libros de difuntos del Archivo Parroquial de la Iglesia de Santiago Apóstol de Calera de León. La serie la conforman actualmente 10 libros donde se recogen las 11935 defunciones desde 1631 hasta 1985. El primer óbito que figura como propio de un libro de difuntos es del 22 de julio de 1631, aunque tal libro debería catalogarse como colecturía o libro de cargos, a no ser que los párrocos decidieran agrupar ambas informaciones en un solo volumen. Faltan 22 páginas en este primer libro, correspondiente a los años que van de 1662 a 1698 lo que imposibilita el estudio de casi cuatro décadas de siglo. Aparecen también muchos difuntos sin nombre ni apellidos que en este caso se han considerado como pobres y mendigos. Todavía en 1989 se hallaban diseminados los folios del libro primero, según consta en algunas notas dejadas por párrocos e investigadores anteriores. El segundo libro, que se inicia el 6 de junio de 1699, es más propiamente de difuntos, si bien aparecen periódicamente cuentas de colecturía coincidentes con visitas 92 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN pastorales. El primer libro intitulado expresamente de difuntos es el nº 4, que comprende los años de 1800 a 1820. Según Blanco Carrasco la profesión, la edad y causa de muerte no aparece hasta el siglo XVIII (Blanco Carrasco, 1995), pero no será hasta 1848 cuando encontremos diagnósticos de muerte de manera generalizada en Calera de León. Esto mismo sucede en Los Santos de Maimona (Pineda Núñez, 1999), retrasadas unos diez años con respecto a otras poblaciones como Llerena, Zafra y Villanueva del Fresno (Maldonado Vizuete et al. 2005). En los registros de defunciones no aparecen anotados los párvulos en un mismo libro hasta 1702, indicándose la nacionalidad del difunto ya en 1716. A partir de 1725 indica si muere en hospital, el oficio y la condición social. Encontraremos índices alfabéticos desde el libro nº 9, en el año 1902. Para establecer la cronología de las crisis y analizar su intensidad se han utilizado los métodos descritos por Del Panta y Livi-Bacci (1979); Dupâquier (1979) y Flinn (1974). Los tres métodos cuentan con la ventaja de no considerar el tamaño de la población para calcular la intensidad de las crisis (ver Tabla 1). Del Panta et al. (1979) definen las crisis de mortalidad como una perturbación de corta duración del régimen normal de la mortalidad. En su estudio metodológico de las crisis, cronología, intensidad y difusión de la mortalidad en Italia en los años 1600 al 1850, nos describen el número absoluto de defunciones como el principal indicador de mortalidad. Determinan el régimen normal de muertes mediante una media móvil de once términos alrededor del año considerado del cual los dos años de mayor y los dos años de menor número de defunciones se excluyen. La nueva serie calculada con la media móvil no se verá afectada por los picos de mortalidad (consecuencia de epidemias, bajo recuento de defunciones o migraciones). Estos autores consideran que una crisis afecta a las cohortes de modo que la población verá comprometida su reproducción incluso a pesar de la explotación máxima de su potencial de recuperación, creándose un daño estructural que solo podrá ser reestablecido a largo plazo. Consideran una “pequeña crisis” cuando el número de defunciones supera al régimen normal en un 50% mientras que un número de defunciones que supera al régimen normal en 4 veces la reconocen como “gran crisis”. Si la pequeña crisis no es compensada por la capacidad reproductiva máxima de las cohortes nacidas durante ese año, en las “grandes crisis” no podrá serlo por las 15 cohortes posteriores al año de crisis. Aquellos años cuyo índice comprende entre 1.5 y CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 93 2.5 será considerado como crisis menor mientras que los comprendidos entre 2.5 y 3.5 se consideran crisis media y a partir de 4 como gran crisis. Dupâquier (1979) propone las estadísticas de muerte como la principal medida para el estudio de la mortalidad y el posterior estudio de las fluctuaciones en matrimonios y nacimientos. Define las crisis de mortalidad como un aumento en el número absoluto de las muertes y por tanto estima las crisis en función de la diferencia entre las defunciones de un año y las defunciones medias de los cinco años anteriores y posteriores. Desecha los inmediatos al año en cuestión para eliminar las perturbaciones que causan las crisis, reducidas respecto a la desviación típica de los 10 años de referencia. Este índice tiene la ventaja de ser simple, fácil de calcular y elimina cualquier aprecio subjetivo del observador. Presenta además dos desventajas evidentes y es que el índice de referencia será relativamente estrecho y puede además estar perturbado por la proximidad de otras crisis. Este método es mucho más sensible a las pequeñas variaciones en el número de defunciones, acentuando las crisis de pequeña intensidad. Ya que la intensidad de una crisis aumenta mucho más rápido que el número absoluto de las muertes, la magnitud de las crisis solo alcanzará algunos grados. Clasifica las crisis en 6 categorías, desde la crisis menor, que corresponde a intensidades entre 1 y 2, hasta una magnitud de catastrófica con intensidades de 32 o más. Según la metodología propuesta por Flinn (1974) las series anuales de mortalidad han de trazarse en 4 niveles geográficos (a nivel parroquial, regional, nacional y subcontinental) obteniendo así una mejor cobertura geográfica de las crisis, frecuencia y la gravedad de las crisis de mortalidad tanto a nivel local como nacional. La gravedad o severidad de una crisis se aprecia por la magnitud del incremento de las muertes en comparación con la mortalidad normal, es decir valorando la extensión a la que la mortalidad aumentó con respecto a la normal. Respecto a la frecuencia hablamos de frecuencia comparativa o cambio de frecuencia en el tiempo. Con este estudio podremos ver la distribución geográfica de las crisis de mortalidad, su impacto en la mortalidad nacional y por tanto su contribución a la reducción de la velocidad de crecimiento. La mortalidad normal de un año se obtiene mediante una media de los 10 años circundantes sin incluir el año en cuestión (el quinquenio anterior y el posterior al año que consideramos). La severidad de las crisis por encima o debajo de la normal se halla mediante el cálculo de la proporción de mortali- 94 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN dad de crisis o CMR (crisis mortality ratio) que nos indica el incremento de mortalidad, por encima o por debajo de la normal. Una parroquia o ciudad pequeña que aquel año supere una CMR de más del 50% se considera una crisis. Para el caso de regiones y países en el que el CMR exceda del 30% también se consideraría crisis. El CMA (aggregate of mortality crisis) permite analizar la frecuencia de las crisis y su extensión geográfica. Se considera tanto en pequeñas como en grandes localizaciones, siendo CMA la suma de los CMRs de todas las crisis definidas en periodos de 25 años. La evolución de las crisis de mortalidad puede estudiarse mediante la representación de las medias aritméticas de los CMA de cada periodo de 25 años en todas las localizaciones cuya curva se considere representativa de una determinada zona. El CMA nos permite comparar la evolución de las crisis registradas en parroquias o regiones de diferentes características. Finalmente se ha calculado la TMB (tasa de mortalidad bruta) para el último siglo (ver Figura 9). Este indicador demográfico se aplica para calcular el número de defunciones por cada mil habitantes en una población y en un tiempo determinado. Dichos parámetros se calculan mediante la siguiente formula: TMB = Total de defunciones en un año x 1000 Población total media de ese año CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX DEL PANTA y LIVI-BACCI (1979) S. S. S. XVII XVIII XIX 1636* 1712 S. XX 1806 1902 DUPÂQUIER (1979) S. S. XVII XVIII 1636 1708 S. XIX 1806 95 FLINN (1974) S. XX S. S. S. XVII XVIII XIX S. XX 1902** 1639 1712 1806 1902 1639* 1726 1809 1918* 1639* 1711 1809* 1911* 1649 1735 1812 1922 1649 1823* 1918** 1651 1735 1812 1941 1650 1736 1817 1941 1650* 1721 1831 1927 1736 1823 1968 1651 1743 1823 1969 1651 1726 1832 1929 1743 1831 1969 1753 1831 1735* 1834* 1940* 1758 1832 1981 1758 1832 1736* 1848* 1941** 1760 1834 1743* 1855** 1954 1772 1848 1772 1848 1758* 1863 1961 1781 1855 1781 1855 1759* 1875* 1962 1786 1882 1786 1882 1760* 1882* 1968 1799 1894 1894 1772** 1888 1969* 1781* 1893 1979 1786* 1894* 1981 1797 1895 1712* 1650 1726 1809 1918 1760 1834 1799 Tabla 1: Cronología e intensidad de las crisis en Calera de León según Del Panta et al. 1979), Dupâquier (1979) y Flinn (1974). (* Intensidad media; **intensidad fuerte) . C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 96 180 160 nº defunciones 140 120 100 80 60 40 20 0 1 63 9 64 7 66 5 68 3 70 1 72 9 73 7 75 5 77 3 79 1 81 9 82 7 84 5 86 3 88 1 90 9 91 7 93 5 95 año Figura 2: Número de defunciones y régimen normal en Calera de León, siglos XVII-XX 3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN Debido a la falta de documentación histórica de la población, la cronología, intensidad, estacionalidad y evolución de las crisis será discutida mediante una exploración de las ocurridas en el resto de Extremadura. Por tanto, su ubicación y comparación con las crisis más importantes, será tenido en cuenta también a nivel nacional a la hora de discutir los resultados. El análisis global de las crisis siglo a siglo se ha realizado sumando las defunciones de párvulos a las de adultos, detectándose un total de 53 crisis (ver Tabla 1). De entre ellas, 21 son de intensidad intermedia y 5 de intensidad fuerte, 3 de ellas corresponden a crisis del siglo XX, momento en el que se recogen hasta el 46% de las defunciones (Figura 3). CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 97 3% 27% 24% 46% Siglo XVII SigloXSVIII Siglo XIX Siglo XX Figura 3: Porcentaje de defunciones en los siglos XVII al XX 3. 1. Siglo XVII La aparición de numerosos accidentes cíclicos y crisis de poca intensidad durante este siglo hace que el florecimiento y esplendor que presentaba el resto de España quede muy contrastado con los niveles de mortalidad y fecundidad que presentaba Extremadura. Son bien conocidas las causas de este deterioro que desde 1595 se ceba en la población extremeña. Las graves crisis de subsistencia, debido al encarecimiento de los precios; las epidemias en los organismos más debilitados; la peste, que azota de 1597-1602; y otros movimientos migratorias en la población activa masculina, hace que los datos representen una población reducida y ahogada en la miseria, siendo más numerosas l as crisis en su vertiente social y económica que en las epidemias infecciosas. En general se confirma la existencia de crisis periódicas donde la mortalidad catastrófica no juega un papel relevante. C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 98 Calera de León, será una de las poblaciones más castigadas, al igual que aquellas pequeñas poblaciones agrarias que hacia 1591 contaban con menos de 200 vecinos (Blanco Carrasco, 1999). Estos pueblos perderán hasta la tercera parte de la población lo que podría explicar, entre otras causas la apatía y negligencia de los párrocos a la hora de cumplir la imperativa establecida por el Concilio de Trento de imprimar debidamente los libros sacramentales. Los registros encontrados para este siglo en la Parroquia de Santiago Apóstol de Calera lamentablemente son muy escasos, aún así se detectan 5 crisis en los años registrados, todas coincidentes según la metodología de Del Panta et al. y Dupâquier. No coincide sin embargo la intensidad de las mismas (Figura 4). Los libros de óbitos, bajo el nombre de Libros de Colecturías, eran en un principio usados para anotar los cargos y misas dedicadas a los difuntos, previo pago por los familiares. En función a estos donativos se les dedicaba un número determinado de misas u oraciones de modo que es de suponer que aquellos párvulos, mendigos y pobres de solemnidad no están recogidos aquí. 30 nº defunciones 25 20 15 10 5 0 63 6 63 8 640 6 42 6 44 6 46 6 48 65 0 65 2 65 4 65 6 6 58 6 60 año Figura 4: Crisis de mortalidad y régimen normal en Calera de León en el siglo XVII según los datos recuperados de la parroquia Santiago Apóstol. 99 CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX La estacionalidad de las crisis no proporciona gran información, atisbándose, eso sí, una mayor frecuencia de muertes en los meses estivales en las primeras crisis y en los meses fríos y templados en las crisis de 1650 y 1651 (Tabla 2). Año E F M A M J J A S O N D Def. 1636 2 0 1 1 3 0 1 3 3 4 1 1 20 1639 1 1 2 1 1 0 5 4 2 2 1 2 28 1649 1 3 1 1 1 1 1 3 4 3 3 0 22 1650 2 0 4 5 0 0 3 2 2 2 3 3 26 1651 1 6 1 0 4 2 0 1 3 2 2 2 24 Tabla 2: Estacionalidad en los años de crisis del siglo XVII en Calera de León. Aparecen resaltados los meses con mayor número de defunciones Según apunta Pérez Morera “Las famosas oleadas de peste bubónica que España conoció en el siglo XVII, no afectaron de modo alguno a la España interior, al menos al interior castellano, prácticamente en ninguna ocasión. La peste se extendió, desde su origen en Argel (1647) o Esmirna y Oran (1676) sobre las costas, mientras el tifus se extendía principalmente por el interior, Sevilla y Lisboa están sujetas a peste, Salamanca, Alcalá y Valladolid a fiebre punticular”. Pese a los cordones establecidos en verano de 1649, y la orografía de Sierra Morena que salvaguarda las poblaciones del sur de Extremadura, dada la situación de Calera en el itinerario histórico comercial de La Vía de la Plata entre Sevilla, Mérida y Badajoz, y su proximidad a Huelva, podría haberse producido alguna difusión de la crisis de peste en estas tierras fronterizas. Si fue así, no existen pruebas que lo demuestren, fue leve y contenida rápidamente sin grandes consecuencias. 3.2. Siglo XVIII Entramos en la revolución industrial dando un giro a la situación demográfica de la población europea intercalándose épocas de expansión y crisis en todo el siglo. En España se observa el mismo patrón, pero se mantendrá C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 100 como uno de los países más despoblados a diferencia de otras potencias como Reino Unido, Francia e Italia (Livi-Bacci, 1988). La población regional va a aumentar muy lentamente de 1651 a 1700 (Blanco Carrasco, 1999). Crecimiento que se verá mucho más ralentizado en la primera mitad del siglo XVIII ya que hechos como la Guerra de la Sucesión (1700-1715) y otros conflictos bélicos con Portugal (1704-1705), no hacen sino que frenar el crecimiento de la población debido más a las levas militares y las consecuencias del saqueo y pillaje que a las consecuencias de la ocupación del territorio por parte de las propias tropas aliadas, como sucedió en la Guerra de la Independencia de Portugal. Gracias a la incorporación de los párvulos en los registros, importante elemento en el aumento del conjunto de defunciones, se podrá hacer un estudio más detallado de la intensidad y estacionalidad de las crisis en el estudio de la población. Se cuentan 11 crisis según Del Panta et al., coincidentes en su mayoría con las 11 estimadas según la metodología de Flinn y 16 según Dupâquier donde 8 tienen la modalidad de crisis intermedias y 1, la de 1772, será una crisis fuerte con una intensidad de 4.083 (ver Figura 5). Según Del Panta et al., las crisis del siglo XVIII en la primera mitad son de baja intensidad y según Dupâquier solo 2 de las 8 en total merecen la atención de crisis moderadamente graves, entre ellas las de 1735. 80 70 nº defunciones 60 50 40 30 20 10 0 700 707 714 721 728 735 742 749 756 763 770 777 784 791 8 79 año Figura 5: Número de defunciones y régimen normal en Calera de León en el siglo XVIII CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 101 Esta época parece coincidir con las importantes sequías registradas en gran parte de la península aunque no se descartan posibles brotes epidémicos (Pérez Moreda, 1980). Sin embargo no se observa disminución en el número de nacimientos sino más bien al contrario, se detecta una tendencia positiva con un crecimiento del 28% de nacimientos (Blanco Carrasco, 1999). Tampoco podemos afirmar que estos sean datos alentadores, ya que por otro lado Extremadura se encuentra en un periodo que va del 1710 al 1735 con una tendencia decreciente (Rodríguez Sánchez, 1988). Un análisis de la distribución por edad de las 2813 defunciones (ver Figura 6) muestra que la mitad corresponde a párvulos y la otra mitad a adultos. En las primeras décadas del siglo, las defunciones de adultos y párvulos siguen la misma evolución, aunque algo desplazado y superior en adultos. En la segunda mitad las crisis son más críticas en los párvulos, lo cual podría ser debido a la aparición de determinadas enfermedades infantiles. 70 60 nº defunciones 50 40 30 20 10 0 700 706 712 718 724 730 736 742 748 754 760 766 772 778 784 año Figura 6: Número de defunciones de párvulos (discontinua) y adultos calereños en el siglo XVIII 790 796 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 102 La segunda mitad del siglo está salpicada de pequeñas crisis bastante más numerosos que en la primera mitad, coincidiendo además con el panorama que se observa en el resto de la España interior. Será un periodo de grandes crisis agrarias lo que inclina la gravedad de las crisis más al interior que a la periferia (Pérez Moreda, 1980). El análisis de la estacionalidad en este siglo puede aportar mucha información sobre las causas de defunción ya que muchas de las enfermedades tanto en adultos como en párvulos presentan una estacionalidad determinada (ver Tabla 5). Dos de las crisis más importantes en Calera son las de 1758 y 1759 extendidas incluso hasta 1760. No presentan una estacionalidad demasiado marcada, a excepción de 1758 con predominio por los meses de verano. Año 1758 1759 Edad E F M A M J J A S O N D N.º Def. Párv. 5 1 0 1 0 3 4 7 8 2 3 4 38 Adul. 2 0 0 1 2 0 3 7 12 3 3 2 33 Párv. 5 0 2 0 0 0 0 3 4 4 1 5 24 Adul. 1 1 0 1 4 1 0 1 5 2 5 6 27 Párv. 0 3 4 0 3 4 1 8 5 2 3 3 36 Adul. 0 5 3 4 3 2 1 2 1 2 4 2 29 1760 1772 1781 Párv. 0 0 2 2 0 3 0 4 5 5 5 9 35 Adul. 1 4 2 3 1 1 2 0 4 1 3 1 23 Párv. 0 5 0 0 1 2 1 0 2 8 29 10 58 Adul. 1 1 0 1 0 3 0 0 2 5 0 1 12 Párv. 1 0 2 1 1 1 5 7 4 10 2 1 35 Adul. 1 0 1 1 0 0 0 0 3 2 3 2 13 Párv. 1 1 1 2 1 1 3 4 7 9 7 1 38 Adul. 1 3 2 2 2 1 0 6 4 4 1 3 29 1785 1786 Tabla 5: Estacionalidad en los años de crisis de la segunda mitad del siglo XVIII en Calera de León. Aparecen resaltados los meses con mayor número de defunciones. CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 103 Tampoco se observan grandes diferencias entre el número de defunciones de párvulos y adultos, lo que nos podría estar hablando de las repercusiones de las malas cosechas y deficiencias de las crisis agrarias de esta segunda mitad. Podría tratarse también de disenterías y paludismo que aparecen como fenómenos epidemiológicos del contexto general de las crisis agrarias. Son bien conocidas en Extremadura las crisis de los años siguientes donde, sobre todo en el norte de Extremadura, se dan crisis de subsistencias acompañadas de brotes de paludismo (Nadal, 1988). En los años 80 encontramos dos importantes crisis, ambas de intensidad media según Dupâquier, en 1781 y 1786. La primera crisis, con una marcada estacionalidad el mes de noviembre en los párvulos (50%), se ha asociado a la viruela y la segunda al paludismo, extendida durante los meses de agosto a noviembre. Aún disponiendo de la estacionalidad de las crisis es aventurado pronosticar las causas de defunción ya que estas, como dijimos, no aparecen en los registros hasta mediados del siglo XIX. En este siglo, las más graves epidemias palúdicas se empiezan a detectar en 1783 en Lérida y La Seo de Urgel, que aunque combatida con la opiata del Dr. Masdevall, se va extendiendo progresivamente por Tortosa y delta del Ebro, tierras valencianas hasta alcanzar especial dramatismo en Cartagena (Pérez Moreda, 1980). Como ya hiciera la peste a su paso por la península Ibérica en 1649, esta infección palúdica seguirá casi el mismo recorrido hacia el sur de España en 1785. Aunque en estas tierras ya se conocían las epidemias palúdicas, será en esta época, y extendiéndose hasta el siglo XX, cuando se den las más graves. De Andalucía a La Mancha, Castilla la Vieja, Salamanca y Aragón. A su paso, Extremadura, donde se instala en todo su apogeo en 1786 (López Gómez, 1989). En los últimos meses del siglo parece que vuelven las epidemias de viruela, que se continuaron con fiebres palúdicas, o al menos así parece constar según el alto numero de defunciones en 1799 ( el 65% de las defunciones corresponde a párvulos). Nos encontramos un territorio con unos 10 habitantes por Km2 y una población donde el 50% es menor de 25 años y solo el 14% supera los 50 años de vida (Blanco Carrasco, 1999). Calera entra en el último decenio con una población debilitada pero con una tendencia alcista en el crecimiento poblacional. 104 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 3.3. Siglo XIX Mientras que en Europa comienza una época de expansión demográfica, en España la entrada al régimen demográfico moderno será mucho más lenta. Las hambrunas de 1803 a 1805, acompañadas de pequeñas pero intensas epidemias endémicas en muchas poblaciones periféricas españolas, seguido de los 6 años de conflictos en la Guerra de la Independencia (18081814) hacen que el panorama a comienzos de siglo parezca catastrófico. Es una época de transición demográfica gradual y progresiva que, según Dopico, se sitúa en 1885 cuando ocurre en España la última epidemia de cólera (Dopico, 1998), después el descenso de la mortalidad y natalidad será gradual. Se incorpora un nuevo factor epidémico en el mapa cronológico de las crisis de mortalidad: el cólera, que aparecerá en España, entrando por Cádiz, en 1800 y se extenderá sucesivamente hasta 1911 en repetidas oleadas (Nadal, 1984). Estos brotes intermitentes se hacen cada vez más débiles siendo las crisis de 1833-35, 1855, 1865 y 1885 las más importantes (Rodríguez Ocaña, 1986). En Calera de León las crisis parecen ser mucho más abundantes en la primera mitad del siglo, según Del Panta et al. y Flinn (básicamente consideran las mismas crisis a excepción de la de 1817 que no llega a considerarse crisis según la metodología de Flinn), mientras que, según la metodología de Dupâquier, se registran 4 crisis de intensidad media en la primera mitad y otras cuatro crisis importantes en la segunda mitad, una de ellas, la de 1855, de intensidad fuerte y causa del cólera como veremos más adelante (ver Tabla 1 y Figura 7). Se habla de un siglo donde predominan las enfermedades infecciosas asociadas al hacinamiento masivo de personas y animales en habitaciones insanas y sin ventilación, así encontramos en toda España enfermedades como tabardillo (tifus exantemático), escarlatina, sarampión, viruela, tos ferina, disentería, cólera, fiebres tifoideas y tuberculosis. Son transmitidas por el agua, los alimentos y por el aire en estratos sociales que vivían bajo condiciones sanitarias precarias, de hacinamiento y con pocos recursos higiénicos (Rodríguez Flores, 1994). CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 105 180 160 nº defunciones 140 120 100 80 60 40 20 0 0 6 2 8 4 0 6 2 8 4 0 6 2 8 88000 88007 88114 88121 82828 83 83583 84824 88449 88556 86863 86 87807 88777 888844 889901 898 año Figura 7: Número de defunciones y régimen normal en Calera de León en el siglo XIX De estas enfermedades, pocas aparecen en Calera, sin embargo se han registrado otro tipo de diagnósticos tales como: derrames cerebrales, reumatismos, sarampión, epilepsias, catarros, fiebres o calenturas palúdicas, tuberculosis pulmonares, debilidad congénita, neumonías y cólera, pero posiblemente sea debido más al desconocimiento de las causas reales de muerte que a las condiciones en las que vivía la mayoría de la población y a la ausencia de enfermedades infecciosas. La estacionalidad en esta primera mitad del siglo parece seguir un patrón similar en todos los años de crisis. Esta se distribuye de manera que a partir de julio se dispara el número de muertes, siendo máxima en agosto y disminuyendo progresivamente en los últimos meses del año (ver Tabla 6). El aumento de defunciones en los meses de verano, julio y agosto concretamente, es máximo en 1809. Esta será la primera crisis importante del siglo, lo que nos podría estar indicando un aumento de defunciones debido a una enfermedad recurrente como la viruela, el sarampión, tifus o fiebres palúdicas. El paludismo o malaria, como se conoce hoy día, son frecuentes en zonas pantanosas o de aguas estancadas durante el estío y los primeros meses del otoño. El ciclo vital del mosquito Anopheles, principal transmisor del plasmodium, requiere de unas condiciones climatológicas específicas. Por lo C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 106 tanto esta primera crisis podría estar causada por dichas tercianas, aunque también por la viruela o sarampión ya que el 44% de las defunciones corresponde a párvulos difuntos en los meses de julio a agosto. Tampoco se descarta el tifus como causante de algunas crisis, acompañante de las tropas francesas en las campañas bélicas de la Guerra de la Independencia de España (1808-1814). Año 1809 1823 1831 1834 Edad E F M A M J J A S O N D N.º Def. Párv. 0 3 1 3 0 7 28 17 1 3 4 1 68 Adul. 2 0 1 5 2 3 7 9 4 3 1 2 39 Párv. 0 2 2 1 0 1 0 5 5 4 2 1 22 Adul. 1 2 0 0 1 5 2 26 3 5 0 0 45 Párv. 0 2 1 0 0 2 12 3 13 9 3 3 Adul. 2 3 2 0 2 1 3 2 5 5 6 4 Párv. 3 0 0 0 4 7 8 14 7 4 2 0 49 Adul. 1 1 1 1 0 0 0 3 3 16 7 0 33 Párv. 2 0 2 2 3 2 10 6 9 7 5 7 55 Adul. 2 0 5 1 1 0 1 2 4 5 4 4 29 1848 Tabla 6: Estacionalidad en los años de crisis de la segunda mitad del siglo XVIII en Calera de León. Aparecen resaltados los meses con mayor número de defunciones No será hasta septiembre de 1833 cuando entre el cólera en el sur de Extremadura por Campomayor dirección a Olivenza y Badajoz, aunque en agosto ya estaba en Ayamonte, Huelva y Sevilla (Nadal 1988). La crisis que observamos en Calera de 1834 podría estar hablándonos del paso del cólera por el sur de Extremadura. La estacionalidad en este año se extiende de julio a noviembre, viéndose afectados en un principio los párvulos y posteriormente los adultos con especial mención de gran cantidad de pobres y mendigos. Podría tratarse entonces de dos crisis sucesivas durante el mismo año. Una afectando a párvulos, posiblemente de sarampión y otra posterior que afectó CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 107 principalmente a adultos, posiblemente de cólera. Después de esta crisis se produce un periodo de estabilidad con respecto a la mortalidad crítica, ya que pasaran 13 años hasta que se vuelva a registrar otra crisis importante en 1848, casi con la misma estacionalidad que la anterior pero una distribución no tan marcada y más inclinada a las defunciones de párvulos que de adultos (Figura 8 (a y b)). Las epidemias de cólera en Extremadura son poco relevantes dentro del contexto nacional, siendo además más críticas en la segunda mitad del siglo que en la primera. La epidemia de 1834 será la crisis de cólera más larga, con una duración de más de 5 meses invadiendo a una veintena de pueblos. Aunque se extremaron precauciones desde 1833 y se organizaron cordones sanitarios para aislar y debilitar la influencia de la cadena epidémica en sus sucesivos brotes, la crisis de 1834 fue de intensidad media con respecto a la crisis de 1855, donde hubo 79 pueblos invadidos en un periodo de 1 mes y trece días (González de Sámano, 1834). En Calera de León la crisis de 1855 será la mayor crisis registrada en este siglo donde el 73% de las defunciones registradas corresponden a las del mes de octubre. Esto supondrá un duro golpe para la población, en un momento en el que los niveles de mortalidad parecen mantenerse elevados al menos hasta 1866. Es indudablemente consecuencia de cólera, registrado ya en los libros de difuntos como la causa de defunción. La presencia del cólera en la población puede estar explicando el aumento de las tasas de mortalidad durante varios años sucesivos, sin dejar de lado otro tipo de causas de muertes como las de 1857 donde se producen abundantes casos de pleuro-neumonías y neumonías agudas (el 45% de las defunciones se concentran en los meses de septiembre y octubre). En general la estacionalidad de las crisis más importantes se distribuye más homogéneamente por todos los meses del año, a excepción de la crisis de 1855. C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 108 12 18 16 10 14 8 nº defunciones nº defunciones 12 10 8 6 4 6 4 2 2 0 0 E F M A M J J mes A S O N D E F M A M J J A S O N D mes Figura 8 a y b: Estacionalidad de las defunciones de párvulos (discontinua) y adultos en el año 1834 y 1848 en Calera de León, respectivamente Por la estacionalidad de las crisis y las causas de defunción registradas en Calera, el balance general de las mismas en el último cuarto de siglo podría ser de tipo mixto. Las principales causas de defunción, además de innumerables casos de debilidad congénita debido a los periodos de carestía, son: • 1875: Fiebres mesentéricas en párvulos, pleuroneumonías y paludismo. • 1882: Sarampión, como el más abundante en los dos últimos meses del año. • 1888: Sarampión, ataques epilépticos, hemorragias cerebrales, paludismo y catarros intestinales, sobretodo en los meses primaverales y estivales (el 80% corresponde a párvulos) • 1894: Sarampión, epilepsias, catarros intestinales y paludismo. En adultos los casos de neumonías y tuberculosis pulmonares (tisis) se disparan en los primeros meses del año. Este tipo de crisis se mantiene hasta el siglo siguiente, momento en el que se da un giro a la estructura de la población. Las mejoras en la higiene personal, la calidad de la vivienda, el control en el manejo del alimento y los importantes adelantos en sanidad hacen disminuir el impacto de las crisis epidémicas. El crecimiento poblacional que ocasiona se verá bruscamente frenado por los movimientos migratorios del éxodo rural donde los jornaleros y campesinos parten en busca de trabajo tras la Guerra Civil española. CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 109 3.4. Siglo XX El descenso de la natalidad y por tanto la entrada de España en un nuevo régimen no se produce hasta la primera década de este siglo, momento en el que los niveles de mortalidad están disminuyendo progresivamente (Figura 9). Esta revolución demográfica está ocasionada por la disminución de la mortalidad infantil, gracias a la erradicación de enfermedades infecciosas por las mejoras en sanidad e higiene y el consiguiente incremento de la longevidad media. Otro de los factores que influye en la entrada en la nueva etapa demográfica será la guerra europea de 1914-1918 ya que tras la sobreproducción de materias a exportar, se favorece el enriquecimiento de algunos y el empobrecimiento de muchos, que no podrán competir con la subida de los precios. 40 TMB 35 30 25 20 15 10 5 0 1850 1870 1890 1910 1930 1950 1970 año Figura 9: Tasa de Mortalidad en Calera de León de 1860 a 1981 199 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 110 Esto provoca un movimiento máximo de efectivos hacia otros lugares lo que ocasiona un fuerte desequilibrio tanto en los centros rurales como urbanos debido a las grandes migraciones. Como consecuencia se produce una alteración en la estructura de la población, evolución y dinámica del movimiento natural tanto de la España interior como periférica (Nadal, 1988). Las crisis de subsistencia pasan a ser un factor demográfico secundario y empiezan a tomar importancia otros elementos como los movimientos migratorios, en oleadas sucesivas, eso si, y dependientes de la situación política y económica en la que se encuentre tanto el país receptor como la propia España. Este siglo se desarrolla con tres grandes crisis (Figura 10), consecuencia de; una elevada mortalidad infantil en 1902 debido a una epidemia de sarampión, meningitis y bronquitis, ejemplo de lo que se venía cosechando del siglo anterior; una de las mayores epidemias de gripe, en 1918; y en 1941 una crisis de tipo mixto donde cabría incluir las consecuencias de las malas cosechas en una situación de aislamiento debido a la Guerra Civil española. 140 nº defunciones 120 100 80 60 40 20 0 90 0 6 90 2 91 8 91 4 92 93 0 6 93 2 8 94 94 años 4 95 0 96 6 96 2 97 8 97 Figura 10: Número de defunciones y régimen normal en Calera de León en el siglo XX CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 111 Las enfermedades infecciosas se irán sustituyendo progresivamente por enfermedades crónicas y las relaciones con el propio entorno que va creando el hombre. El tifus, paludismo y la tos ferina van siendo sustituidas por la meningitis, bronquitis, diarreas y enteritis agudas (Viciana Fernández, 1998). Una vez establecida la cronología de las crisis sería conveniente analizar la evolución de las mismas en comparación con otras localidades tanto españolas como europeas. Se han seleccionado 4 poblaciones que podrían representar las tres zonas peninsulares antes señaladas, estas son: Las Hurdes (García-Moro, 1986), Adra (Luna et al., 1990), Es Mercadal (Muñoz-Tudurí et al. 2004) y Tortosa (García-Moro et al. 2000) (Tabla 7). Dos aspectos importantes a tener en cuenta son que, por un lado, las fechas de estudio para una población y otra son muy diferentes entre si, reduciéndose por tanto el margen de coincidencia temporal. Por otro lado la metodología aplicada en cada uno de los trabajos varían ligeramente, de este modo se han tenido en cuenta las crisis, de variable intensidad, halladas según la metodología de Del Panta et al (1979) y Dupâquier (1979). Población Calera Hurdes Adra Calera -------- 1711, 1817, 1968 1712, 1735, Es Mercadal 1649, 1823 1759, 1786 Hurdes Adra -------- -------- -------- -------- 1762 -------- Tortosa 1708, 1721, 1875, 1882 1685, 1704, 1736, 1763, 1723, 1790 1908 1667, 1714, 1775, 1802, 1771, 1803 1885 1715, 1754, Mercadal -------- -------- -------- -------- 1791, 1809, 1821, 1854 Tortosa -------- -------- -------- -------- -------- Tabla 7: Tabla comparativa entre otras localidades y Calera, considerando las más importantes detectadas según la metodología de Del Panta y Livi-Bacci C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN 112 Gracias a los estudios realizados por Flinn (1974) y Pérez Moreda (1980) se ha podido completar un gráfico (Figura 11) que permita representar y comparar la evolución y frecuencia de las crisis de mortalidad en países como Inglaterra, Francia, Suiza, Holanda y España, de 1600 a 1824. CMA Dado que no disponemos de registros suficientes de Calera para estudiar la evolución demográfica durante todo este período de tiempo, se realizará el estudio a partir del 1700, momento desde el que se dispone de un registro continuo y sin interrupciones. 800 700 600 500 400 300 200 100 0 99 49 74 24 49 74 24 99 74 24 99 49 16 16 18 16 16 18 18 17 17 17 18 17 5 07 52 55 00 00 07 52 50 07 55 02 517 16 16 18 16 18 16 18 18 17 17 17 período Calera España interior Localidades europeas Figura 11: Evolución de las crisis de mortalidad mediante el CMA (aggregate of crisis mortality). La figura muestra como los países de Europa occidental entran bruscamente en un nuevo régimen debido a la disminución de los índices de mortalidad. Este proceso se prolonga pero mucho menos acelerado durante todo el siglo XVIII y XIX, momento en el que la curva se estabiliza en el proceso llamado modernización demográfica. España, sin embargo, parece no alcanzar dicha estabilización hasta después del siglo XIX, ya que las fluctuaciones permanecen a lo largo de todo el período estudiado. Únicamente en la primera mitad del siglo XVII parece que los niveles sean menores a los europeos, y CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 113 que tras la crisis de peste disminuyen ligeramente estancándose en niveles mucho más superiores a los europeos durante cerca de siglo y medio para sufrir un retroceso en el primer cuarto de siglo del XIX. 4. CONCLUSIÓN Desde el final del siglo XVI, pasando por todo el XVII y hasta mediados del XVIII, toda Europa vivió tiempos difíciles de hambre, peste, guerras y epidemias. En Calera durante el periodo de estudio se han detectado 53 crisis de mortalidad, de las cuales más de la mitad se han podido determinar y verificar gracias a la bibliografía consultada y a la estacionalidad de las crisis tanto en párvulos como adultos. Coincidiendo con las crisis registradas en otras poblaciones extremeñas, las causas más importantes que han contribuido a moderar el descenso secular y duradero de la mortalidad en Calera han sido hechos como los episodios bélicos con Portugal, las innumerables crisis agrarias y las consecuentes hambrunas y épocas de carestía y miseria. En una población agraria como esta, cualquier factor que esté influyendo en la productividad agrícola queda reflejado tanto en crisis de intensidad débil como media. Las principales crisis y más intensas por causas epidémicas corresponden a enfermedades infecciosas que acompañan a las crisis alimentarias tanto en párvulos como en adultos. Entre ellas el paludismo, el cólera, tifus, sarampión, y las neumonías gripales aparecen citadas como las más abundantes una vez los registros incluyen la causa de mortalidad. Tampoco se deben olvidar otro tipo de enfermedades endémicas de esta zona que se dieron en fechas anteriores, entre ellas el tabardillo, difteria o garrotillo y la viruela como la más reincidente. El desarrollo de estas crisis va a depender principalmente de la nutrición, el medio ambiente, los avances sanitarios y las relaciones establecidas entre cada uno de los agentes patógenos y el huésped humano. La mayoría de las crisis parece coincidir con las del resto de la España interior, pudiéndose hablar entonces de una diferenciación entre las crisis según sean de la meseta, de la periférica peninsular y la insular. Según la bibliografía consultada, las crisis de mortalidad en los años de decadencia (hasta finales del siglo XVIII) fueron mucho más mortíferas en la periferia que en el interior. Las mayores crisis epidémicas penetran en la península por las costas para después extenderse hacia el interior. Esto concede un beneficio a las poblaciones de la meseta pues dispondrán de más tiempo para establecer cordones y sistemas preventivos para evitar y frenar las epidemias. 114 C. E. GARCÍA-MORO Y M. C. OLIVARES MARÍN A partir de 1700 Calera evoluciona de manera similar al resto de España a un nivel menor y con fluctuaciones menos exageradas. Los niveles con respecto a los europeos son intermedios, ya que son superiores a estos, pero inferiores a los del resto de la España interior. Es por tanto una evolución de crisis más ralentizada y con una entrada al régimen demográfico moderno que dura más de un siglo. Si hay algo que está claro es que para la reconstrucción histórica de la biodemografía de una población, no basta con consultar los registros de defunciones ya que estos resultan incompletos para dicho estudio, debiendo el interesado recurrir a otro tipo de fuentes para completarlo. Los problemas de salud y los episodios de enfermedades no pueden ser desligados de los aspectos socio-económicos, culturales, políticos, epidemiológicos y científicos que los condicionan. Se encuentran entonces todos estos episodios dentro de la historia demográfica de la población y en la evolución de la misma. Pasamos de un régimen antiguo, donde los altos niveles de mortalidad y fecundidad están frenados por frecuentes crisis demográficas y una baja esperanza de vida, a una época donde las enfermedades infecciosas serán las causantes de un progresivo estado transicional hacia el régimen moderno. El conocimiento de estas crisis y de las consecuencias demográficas, los datos histórico-médicos y epidemiológicos sobre la naturaleza y evolución de las enfermedades infecciosas de comportamiento epidémico, pueden ayudar a valorar la etiología, la morfología, la intensidad y la extensión de las crisis de mortalidad y lo que quizás tenga más trascendencia, como consiguen las poblaciones superarlas y controlarlas. En los países desarrollados las enfermedades infecciosas y cardiovasculares han disminuido considerablemente para sustituirse por enfermedades del sistema circulatorio y respiratorio, el cáncer y las defunciones por causas externas. En los países en vías de desarrollo, enfermedades epidémicas como la malaria, el SIDA, el cólera y la tuberculosis siguen causando una elevada mortalidad, sin contar con los innumerables conflictos bélicos que constituyen uno de los principales frenos en la evolución de las poblaciones. Podría decirse que nos encontramos ante un desequilibrio demográfico a nivel global ya que los diferentes continentes reflejan su propia estructura demográfica, representativa de la historia demográfica que ha tenido a los largo de los siglos. CONTRIBUCIÓN A LA CRONOLOGÍA DE LAS CRISIS DE MORTALIDAD EN LA ESPAÑA INTERIOR: CALERA DE LEÓN (BADAJOZ), SIGLOS XVII AL XX 115 Agradecimiento a D. Leonardo Terrazas, párroco de Calera de León BIBLIOGRAFÍA BLANCO CARRASCO, J. P.: Demografía, familia y sociedad en la Extremadura moderna, 1500-1860. Cáceres, 1999. BERNABEU MESTRE, J.: “Enfermedad y población: Introducción a los problemas y métodos de la Epidemiología Histórica”, Seminario de estudios sobre la ciencia. Valencia, 1995. CORTÉS CORTÉS, F.: La población de Zafra en los siglos XVI y XVII. Badajoz, 1983. DEL PANTA, L.: LIVI-BACCI, M.: “Chronology, Intensity and Difusión of Mortality in Italy, 1600-1850”. 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