Dolomitas 2007 día 6

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Diario 2007
El momento de hoy sucede en la cima del Stelvio. No es que pase nada especial en
ella, simplemente es saborear ese instante. Como decía “Hanibal Smith” (jefe del
Equipo A), me encanta que los planes salgan bien.
El plato de pasta y la coca cola que nos tomamos en su cima no es que estén más
ricas que otras, pero a las cuatro de la tarde (con el hambre que tenemos), y a casi
2800 metros saben mejor.
Stelvio vertiente de Prato.
A comienzos de 1800, el emperador Fernando I de Austria quería una nueva carretera que pudiera
conectar La Val Venosta directamente con Milán (entonces territorio Austriaco) atravesando la
Valtellina. El encargo fue adjudicado al ingeniero jefe de la provincia de Sondrio, Carlo Donegani
(1775-1845), auténtico mago de la ingeniería de caminos de alta montaña, que ya había proyectado
el Passo Spluga. Los trabajos comenzaron en 1822 y fueron necesarios gran cantidad de operarios,
ingenieros y geólogos con la asidua presencia también del propio Donegani, quién con su evidente
ingenio tuvo que resolver innumerables dificultades que suponía realizar la obra. Tan sólo tres años
después, en 1825, la obra fue concluida y excelentemente inaugurada con la presencia de un
maravillado Fernando I. Para Donegani supuso una lluvia de honores . Hasta 1915, el desfiladero era
recorrido todo el año por un servicio de diligencias, gracias al eficiente trabajo de los zapadores durante
todo el invierno.
Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, fue el escenario de duros enfrentamientos entre la
infantería austríaca y la italiana, por estar el paso justo en la frontera Ítalo-Austriaca.
Tras la victoria del 4 de Noviembre ambas vertientes fueron italianas y el desfiladero como símbolo de
la unión entre Viena y Milán, fue clausurado durante el invierno. Después de la Segunda Guerra
Mundial, el paso del Stelvio fue rehabilitado gracias a la formidable intuición de Giuseppe Pirovano y
su esposa Giulana Boerchio, los cuáles decidieron la apertura de una escuela de skí estival sobre el
glacial cercano al paso.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
El amanecer del 4 de agosto promete una jornada calurosa. El cielo está despejado y
apenas divisamos nubes. Mucho mejor así, ya que hoy nos vamos a subir hasta los
2758 metros, el techo del viaje.
Todo el día de hoy está dedicado a un solo puerto. Quizás sea el puerto del viaje.
Ángel en su artículo para Pedalier dedicado a este puerto lo tituló como “el Rey” Por
algo será. No es el más duro, ni es el más largo, ¿es el más bello? No se que deciros.
Para mí personalmente no, pero sí es el más fotogénico, el que más luce, el que mejor
se presta a ser retratado, el más espectacular. A estas alturas, después de todo lo que
os he dicho y tras haber pasado la noche en Bormio, no puede haber dudas, me estoy
refiriendo obviamente al Passo dello Stelvio o Stilfserjoch.
La etapa de hoy tiene muchos alicientes, tanto para el Kulak como para mí. El Kulak
subirá el Stelvio por su vertiente más espectacular, esa que aparece en todas las
páginas de Internet cada vez que en el buscador hablas del Stelvio. La famosa
vertiente que nace en Prato y que en sus kilómetros finales tiene 48 curvas de
herradura, (más del doble que el Alpe d’Huez). Es también la más dura y salva un
desnivel muy importante. Probablemente, sino la más, una de las piezas más
cotizadas para nosotros los cazadores de puertos. Al igual que el Galibier en los Alpes
y el Tourmalet en los Pirineos, hoy en pleno verano el puerto va a estar a reventar, no
cabe duda. Ciclistas de todas las clases, profesionales, amateurs, sin distinción de sexo
o edad. Coches, moteros, autocaravanas, vamos una auténtica procesión de gente
que por una razón u otra pasa a observar esta maravilla de la naturaleza y de la
ingeniería.
Vistas desde la cima del Stelvio, vertiente de Prato.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
Lo dicho, una maravilla de la ingeniería. Hay que visitarlo, con bicicleta o sin ella. Merece la pena.
Como os he comentado, la jornada de hoy también tiene importantes alicientes para
mí. Yo he subido el Stelvio en dos ocasiones y ambas por la misma vertiente, la de
Prato. Hoy sin embargo voy a conocer las otras dos, la de Bormio y la vertiente Suiza
con el passo Umbrail.
La primera de ellas la tengo vista en coche. Tiene también bastantes herraduras y en
algunos tramos el puerto es muy espectacular. No llega a lo de la otra vertiente pero
es un auténtico puertazo. Su desnivel y longitud son también muy respetables y
volvemos a hablar de un puerto de fuera de categoría, se suba por donde se suba, de
eso no hay duda.
La vertiente suiza es algo completamente nuevo para mí. Vamos desconocía su
existencia hasta que Tana me habló de ella el año pasado. Primero hay que subir el
passo Umbrail que llega hasta los 2500 metros y tras coronarlo llegas a un cruce que
empalma con los tres últimos kilómetros de la vertiente de Bormio. Cuando le sugerí
a Ángel mi idea de realizar estas dos vertientes, rápidamente diseñó una etapa muy
completa y que finalizaba en Bormio 2000, final de etapa en el Giro del 2004.
Tras analizar un poco la etapa y el traslado en coche que tenemos más tarde, vemos
que no va a haber tiempo de subir a Bormio 2000. La idea es muy simple, yo salgo
del hotel en bicicleta y Kulak en coche. Dejará éste en Prato y subirá el Stelvio por
ahí. En teoría nos cruzaremos en algún momento, yo bajándolo y él subiéndolo. De
ahí me iré a Suiza para atacar el passo Umbrail y regresar de nuevo a la cima del
Stelvio donde nos encontraremos. Por último bajar de nuevo a Prato en bicicleta. Si
fuera a Bormio perderíamos muchísimo tiempo y luego deberíamos volver a subir en
coche el Stelvio y llegaríamos tardísimo a Canazei, siguiente destino. Mirándolo por el
lado positivo, yo hoy subiré por las dos vertientes por las que no lo he hecho y bajaré
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
dos veces por Prato. Entre subidas y bajadas, cuatro pasos por el Stelvio, ¿alguien da
más?
Etapa diseñada por Ángel. Como he comentado la modificamos un poco. Del Umbrail subiremos de
nuevo al Stelvio y luego volveremos a bajar a Prato.
Tras hablar de nuestros planes para la jornada de hoy, vamos a hablar de este puerto
y su historia en el Giro de Italia.
El Stelvio se ha subido en cuatro ocasiones en el Giro de Italia, todas ellas por la
vertiente de Prato. Ha sido programado alguna vez más, como en el año 1991, pero el
mal tiempo impidió se que se subiera y es que a comienzos de Junio y con esta altura
pues ya sabemos lo que puede pasar.
• La primera vez fue en 1975 y eso nos lleva a recordar inevitablemente a un
paisano muy cercano, Paco Galdós. Los ciclistas españoles han presentado
mucha batalla en la historia del Giro, pero hasta que por fin Indurain ganara
la carrera en 1992, ninguno pudo ni ha podido hasta la fecha vestirse de rosa
en Milán. Quizás el que más cerca haya estado haya sido Galdós.
Francisco Galdos Gauna nació el 6 de mayo de 1947 en Lasarte, en el municipio de
Vitoria. Vamos a rememorar su mejor año, el de 1975 donde rozó al victoria final en el
Giro.
Galdos parece haber recuperado la moral en la salida del Giro de Italia de 1975. La
ausencia de Merckx, que tras su fiasco en Romandía decide jugarse el todo por el todo en
el Tour, abre las puertas de par en par para un Felice Gimondi que se resigna
tirar la toalla.Sin embargo, aunque Gimondi hará un gran Giro, serán otros compatriotas
los protagonistas de la carrera: Giovanni Battaglin, Vladimiro Panizza y sobre todo el
desconocido Fausto Bertoglio. La tercera etapa entre Ancona y la subida a Prati di Tivo,
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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marca las primeras diferencias. La victoria de Battaglin le permite endosarse la maglia
rosa, pero Galdos sólo llega 21” después y Lasa pierde 1’53”. La alegría le dura poco al
futuro ganador de Vuelta y Giro en 1981, pues en la etapa siguiente, con llegada en
Campobasso y tres puertos de montaña, Galdos se hace con la tan deseada maglia rosa
mientras Roger de Vlaeminck comienza su particular festival de etapas. Galdos mantiene
la maglia sin problemas. En la 8ª etapa, entre Potenza y Sorrento, nuevamente con 3
puertos de montaña, poco importa la escapada victoriosa de Marcello Osler. Lo
importante es que el vitoriano se pega a la rueda de Battaglin, Conti y… Bertoglio.
Gimondi llega a más de minuto y medio del cuarteto y se aleja de la victoria final. En la
13ª etapa, con Galdos llevando 10 días la preciada maglia rosa, se disputa la primera
crono larga. No es la especialidad del vitoriano y por eso debe ceder la prenda nuevamente
a Giovanni Battaglin, el vencedor, y no sólo eso, pues Bertoglio consigue adelantarle
también.
Al día siguiente hay otra prueba contra el cronómetro, esta vez una cronoescalada al
Ciocco de 13 kms. Esta vez es el sorprendente Bertoglio el que vence y desbanca a
Battaglin del liderato. Paco Galdos queda 4º, pero a 1’02” del nuevo líder y aunque se
sitúa segundo de la general, está ya a 2 minutos justos de él. La igualdad es absoluta en
las siguientes etapas. En el segundo sector de la 17ª etapa, con subida a La Maddalena,
Bertoglio, que está haciendo la carrera de su vida, añade 4 segunditos más a su renta
sobre Galdos. En la 18ª, Roger de Vlaeminck consigue su 6ª victoria de etapa y los
Gimondi, Bertoglio, Galdos, Lasa y Panizza llegan juntitos. Para entonces, Battaglin ya
se ha descartado para la victoria final. La 19ª etapa ve cómo el colombiano Martín
Rodríguez logra la segunda victoria para su país en una gran vuelta, después de la que él
mismo consiguió en 1973. Quedan dos etapas para el final y todo parece decidido.
Bertolgio es líder con una cómoda ventaja de 2’04” sobre Paco Galdos. Sin embargo, las
dos últimas etapas son las más terroríficas. Galdos, nada acostumbrado a atacar, sabe
que no obstante se está jugando la gran oportunidad de su vida. La 20ª etapa, entre
Pordenone y Allenghe, con la Staulanza, Santa Lucía, la Marmolada y el Pordoi, es el
marco ideal para tratar de obtener la gloria y salir del cuasi anonimato al que Fuente,
Ocaña, Lasa y Perurena le ha sometido en los últimos años.
Dicho y hecho. Galdos espera al último puerto, el mítico Pordoi, para asestar su asalto al
liderato. Se deshace de Bertoglio y de Gimondi y su ventaja va en aumento. La España
ciclista reza. Cuando Galdos asoma en cabeza por la cima, la ventaja es de casi un
minuto. Queda el descenso a Allenghe. En el mismo, De Vlaeminck y Conti se juntan
con el vitoriano. En la meta se impone el insaciable De Vlaeminck, pero Galdos logra
sacarle 1’20” a Gimondi y 1’23” a Bertoglio, que sin duda ha recibido la inestimable
ayuda del gran Felice. Los demás llegarán como mínimo un minuto más tarde. La etapa
final se antoja apasionante. La ventaja de Bertoglio se ha visto reducida a 41” y el Giro
finaliza en otra cima mítica: el Stelvio, algo inaudito. Parecía todo programado para este
dramático final. La España de entonces asiste con TV en directo al desenlace final.
Antes del Stelvio hay dos puertos (San Pellegrino y Costalunga) que no deciden nada.
Paco Galdos se va a jugar el todo por el todo en el Stelvio, a casi 3.000 metros de altitud.
Confía en que el oxígeno se le acabe a su gran rival. Ambos se saben en el mejor momento
de sus carreras deportivas. Es ahora o quizá nunca. Por eso, Paco Galdos lanza su
previsto ataque en el ascenso. Nadie le puede seguir, está enrabietado. Toda España
anima delante del televisor. Bueno, nadie le puede seguir, no. El líder, la maglia rosa,
consigue pegársele como una lapa. “¡Vamos Paco, vamos!”, gritaban los afortunados
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
televidentes de entonces. Pero Paco no consigue zafarse del marcaje de Bertoglio. No es
un hombre de hachazos y su fuerte ritmo lo aguanta el italiano hasta la meta. La victoria
de etapa de Galdos, su primera gran victoria en una grande, le produce una profunda
tristeza y decepción. ¡Bertoglio ha ganado el Giro de Italia! Ni siquiera su victoria final
en el Gran Premio de la Montaña, ex-aequo con Andrés Oliva, le podrá consolar. Pero
nuestro Paco regresa a España en olor de multitud, como merecen los bravos luchadores.
Durante más de una hora, todo el país ha soñado con la primera victoria de un español en
el Giro. No ha podido ser, pero Paco merece un fuerte aplauso y los españoles se lo
reconocen.
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En 1980 se vuelve a subir y Jean Rene Bernaudeau es el primero en su cima.
Habremos de esperar hasta 1994, esa mágica etapa en que un servidor
conoció de golpe y porrazo el Stelvio y el Mortirolo, Franco Vona pasa
destacado por su cima.
La última ascensión data del 2005, donde el gran favorito y maglia rosa, Ivan
Basso, sufre de problemas estomacales y pierde una minutada. El honor de
coronarlo en primera posición recae en José Rujano.
Ahora sí, comenzamos el relato de la jornada.
Tras desayunar bien, pero sin pasarme, pagamos el hotel y nos despedimos del
botones. Un chicho argentino llamado Matías y con el que hemos conversado estos
dos días en la recepción del hotel. Cargamos todo el equipaje en el coche y desde el
mismo parking comienza mi andadura en la etapa de hoy.
Desde que entro en la carretera principal comienzo a subir. No hay pérdida posible,
es seguir recto. Los primeros seis kilómetros los hago con un desarrollo muy holgado.
Mi estómago aún está haciendo la digestión del desayuno, así que conviene no forzar
la máquina. Subo con algún diente más de lo necesario y esperando a entrar a sudar
cuanto antes, cosa que afortunadamente sucede pronto. Hasta el kilómetro once hay
un montón de galerías, son cortas y la visibilidad es buena, así que no suponen
demasiado problema. Las rampas son constantes y rondan el 8%, si bien hay una en
especial al salir del último túnel que se agarra muchísimo. Tras ella entro en una zona
de herraduras muy espectacular. En apenas tres-cuatro kilómetros voy a sortear más
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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de 12 curvas de herradura que me dan un panorámica preciosa del puerto. Hay
gente subiéndolo, en coches, bicicletas, pero nada que ver con la otra vertiente. Hay
hasta alguno que se cambia y sale a más de 2000 metros de altura, vamos que va a
subir la mitad del Stelvio, aunque luego diga en el trabajo que lo subió entero y que
no era tan duro, jeje. ¿Sus cómplices? Mujer e hijos y su amigo y compañero de
aventuras que está haciendo lo mismo que él con el visto bueno de su familia. Les
saludo al adelantarles y me sonrío, pero bueno, peor sería sacarse directamente la
foto en la cima tras echarse un poco de agua por la cabeza, ya conozco a alguno que
ha hecho eso. Sigo a lo mío. Hace un buen rato que he entrado a sudar y ahora estoy
disfrutando a tope de la subida porque no voy para nada despacio. Tengo la
referencia de un ciclista al que vengo viendo desde muy lejos y cada vez lo tengo más
cerca, pero me está costando muchísimo cogerlo. Así es, el Stelvio te permite ver
ciclistas que te llevan cientos de metros e incluso kilómetros. Y algunos, como este en
mi caso, te sirven de referencia. Tras superar todas las herraduras entro en una zona
de largas rectas, que suben la montaña. El paisaje ha cambiado por completo. Al
inicio era una carretera normal con galerías, luego ha habido una zona espectacular
de herraduras y ahora es como un prado gigante y la carretera por la mitad en una
recta interminable. El ciclista al que persigo me llevará ya menos de treinta segundos
cuando a mano izquierda veo el cruce al Umbrail. Por ahí debo venir a lo largo del
día, así que los tres últimos kilómetros del Stelvio los haré dos veces. Ahora para
coronarlo por primera vez y luego para finalizar la etapa. Por fin me pongo a la
altura del ciclista. Igual llevaba diez kilómetros detrás suyo dese que lo vi por primera
vez. Finísimo y va en BTT, eso sí, con ruedas finas. Le saludo y se pone a rueda. Juntos
hacemos el final del puerto que se agarra bastante, porque es duro, porque llevo ya
un buen rato subiendo, porque estamos a mucha altura. Los kilómetros finales
vuelven a presentar unas cuantas herraduras. Tras un último esfuerzo alcanzo la cima
“del rey” por tercera vez en bicicleta, la primera por Bormio.
Ha sido una escalada bonita, de disfrutar. Te tiras un buen rato y da para pensar en
montones de cosas, o para no pensar en nada y dejarte llevar por la maravilla que te
rodea. El día es espléndido y los dueños de las tiendas y restaurantes que hay en la
cima, ultiman los preparativos para lo que sin duda va a ser un día de mucho
trabajo. Hoy es sábado y habrá incluso más gente que un día normal de verano. Yo
aprovecho para ponerme el chubasquero y comprar un lata de coca cola. No me
detengo mucho más, tiempo tendré luego por la tarde.
Me lanzo hacia Prato. La bajada se hace lenta porque hay muchísimas herraduras.
Por Bormio había gente subiendo, pero no hay color por este otro lado. Hay un
mundo. Ciclistas de todas las clases y condiciones. Hasta señoras en BTT, no creo que
vengan desde abajo del todo, pero yo me las cruzo y ahí van, a su paso. Plato
pequeñito y piñón grande y sin prisas, avance mínimo pero seguro. De una cosa no
hay duda, esta vertiente del Stelvio es el Rey de las Dolomitas. En ningún otro habrá
tanta gente como en aquí. El Pordoi es el único que puede acercársele, pero a
bastante distancia. Y eso teniendo en cuenta que la dificultad por este lado hace que
no esté al alcance de todos. Estamos hablando de casi 1900 metros de desnivel en 25
kilómetros de subida. Muy constante, sin rampas inhumanas, pero un 8-9%
mantenido durante muchísimos kilómetros y esto unido a una altitud que le sitúa
como el tercer puerto de paso más alto de Europa, sólo superado por el Iseran (2.770
metros) y el Restefond si tomamos el bucle de la Bonette, que se iría a los (2.802
metros). El Veleta español o alguna subida austriaca superan esa altura, pero como
he dicho, no son puertos de paso con doble vertiente.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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Os muestro a continuación algunas fotos más del Stelvio por Prato.
Podríamos sacar fotos sin cesar. El día además, sin una nube en el cielo, se presta a
ello. Esta foto está tomada desde la misma cima. La verdad es que no se cuántos
kilómetros más abajo estarán las herraduras que os muestro ni a qué altitud se
hallarán.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
Herraduras casi en la cima, se nota la diferencia de color en el paisaje con la foto de abajo.
Arriba del todo se puede ver la cima.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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El puerto da para cientos de fotos. Es de los más fotogénicos que conozco. Esta que os
muestro está sacada muy abajo, casi en su inicio.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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Cuando estoy casi abajo me cruzo con el Kulak. Apenas me da tiempo de darle un
grito, puesto que me coge de sopetón en una larga recta y venía a bastante
velocidad. Por lo menos ya he visto que ha comenzado la subida. A mi aún me
queda un buen trecho por delante. En Prato me detengo a comprar algo para
comer. Un par de yogures y dos piezas de fruta. Tomo uno de cada cosa y reservo lo
otro para más adelante. Ahí mismo cojo el cruce para Glorenza y la frontera con
Suiza. Los siguientes kilómetros son llanos aunque siempre con tendencia ligeramente
ascendente, el problema es que le da por soplar aire de cara y se hacen duros. Al
llegar a Glorenza me desvío hacía Suiza sin entrar en esta localidad y ahora empiezo
a subir más descaradamente. No son pendientes fuertes, pero sí lo suficientemente
duras como para tener que quitar el plato grande y jugar con los piñones. Antes de
llegar a Santa María hay un tramo que debo meter hasta el piñón del 23 y es que
por espacio de casi tres kilómetros se acerca al 8%. Luego hay una bajada y de nuevo
un llano ascendente. Antes de llegar a Santa María me meto en un bar para beber
una coca cola y apurar el yogurt que me queda, el plátano sobrante me lo reservo
para la subida al Passo Umbrail, que está a punto de comenzar.
La subida es todo una incógnita, tanto el paisaje como sus pendientes. No es ninguna
broma (13 kms al 8,5%). Al llegar a Santa María me vuelvo a cruzar con el chico del
Mortirolo y su padre, están guardando las bicis, seguro que vienen del Umbrail. Giro a
la izquierda en el pueblo y de golpe y porrazo una rampa muy dura, por encima del
diez que enseguida se estabiliza en pendientes constantes del 9%.
Santa María de Munstertal.
En esta subida vuelvo a disfrutar como un enano. No hay prisa, el cuentakilómetros a
cero, apenas hay gente, el paisaje es alucinante y mi única referencia es el altímetro
al que echo un vistazo de vez en cuando. A mitad de subida hay un tramo sin
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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asfaltar. No presenta ningún problema para subir y para bajar tampoco, siempre
que se haga despacio. Un poco más incómodo, eso sí, pero se pasa muy bien. Tardo
en ver el final del puerto, voy pasando los kilómetros, pero hasta que no estoy arriba
no veo por dónde va. Al coronar el Umbrail, llamo a Kulak para saber dónde está.
Me dice que me está esperando en la cima del Stelvio en compañía de Zepv (un
forero de APM) que se ha encontrado subiendo el puerto.
Me restan poco más de tres kilómetros para volver a alcanzar la cima del Stelvio. Un
último esfuerzo y por fin lo corono de nuevo.
Coronando el Stelvio y acabando la etapa.
Se acabó lo que se daba. Buff, etapa dura esta también. Aprovechamos para
sacarnos unas fotos en los carteles del puerto, nos lo hemos ganado. Compramos
también algún souvenir y nos despedimos de Zepv que se va a buscar a su amigo
Sirhcar con el que ha quedado en Merano. Nosotros nos vamos a comer algo que hay
hambre. Además todavía nos queda un traslado que se que nos va a llevar un buen
rato. Canazei no está muy lejos, pero hoy Domingo va a costar mucho llegar, así que
mejor meter algo en el estómago.
No se si es por la altitud, por lo contentos que estamos o porque nos hemos metido
una buena paliza, pero el plato de pasta y la coca cola que nos tomamos entran
mejor que nunca. Creo que va a ser por lo último, pero da lo mismo. Tras recuperar
fuerzas no nos entretenemos y nos preparamos para bajar el Stelvio (segunda bajada
para mi en el día de hoy). Kulak me da la cámara para que vaya tirando fotos y es
ahora cuando saco todas las fotos que os he mostrado en esta etapa.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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Cartel del Stelvio (vertiente Bormio)
Monumento al gran campeón Coppi.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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Cartel (vertiente Prato)
Tras el largo descenso nos cambiamos con celeridad en el coche y tomamos rumbo
Canazei. Cuesta una barbaridad llegar. Hay que pasar Merano, luego Bolzano y de
allí tenemos dos opciones, la más conocida y transitada del Passo Costalunga o por el
Passo Nigra. Nos decantamos por esta segunda opción y a pesar de que hay menos
gente, por aquí también se hace pesado. La cima del Nigra y el Costalunga están
conectadas, así que cuando coronamos el duro passo Nigra (lo conozco bien de
haberlo subido en el 2003), nos dirigimos a la cima del Costalunga, para bajar éste
último a Moena. De allí tan sólo diez kilómetros más hasta nuestro siguiente destino:
Canazei. Vuelvo a estar aquí y hemos reservado en el mismo hotel en el que me alojé
en el 2003, el Croce Bianca, toda una monada de hotel.
Tras instalarnos y tomar una reparadora ducha nos vamos a cenar. Hay hambre, lo
del Stelvio sólo era engañar un poco al estómago, pero no ha colado demasiado,
porque por la noche nos tomamos unos carbonara y una pizza enormes, jeje. Claro
que sí, estoy hay que seguir celebrándolo. Vueltita corta por el pueblo que está muy
animado, música, las tiendas abiertas a medianoche, vamos un ambientazo
tremendo. Ahora ya estamos instalados en el corazón de las Dolomitas.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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