Número 123 de abril de 2014 Notas del mes Reflexiones de urgencia sobre el 22-M Por Agustín Moreno Sobre la violencia en la marcha de la Dignidad Por Juan Torres López El 11-M, el PP y una multitud de perdices mareadas Por José Luis Gordillo Juegos de fulleros: de reformas fiscales y concertación social Por Albert Recio Andreu Más allá del europeísmo crítico Por Giaime Pala Del “modelo Barcelona” a la “marca Barcelona”: la devaluación competitiva de lo urbano Por Albert Recio Andreu Capas y clases sociales en Cataluña Por Antonio Antón Sobre la campaña publicitaria de los obispos en relación con el IRPF de 2012, declarado en 2013 Por M. Enrique Ruiz del Rosal Una información sobre Venezuela Por Joaquín O. Ensayo La economía informal (1ª parte) Joaquín Juan Albalate y Jesús Matamala Bacardit El extremista discreto Aspersiones de la primavera El Lobo Feroz La sana doctrina Luz Bel La Biblioteca de Babel Seguridad, Inc. Caterina García Segura y Pablo Pareja Alcaraz (eds.) La bestia sin bozal Gerardo Pisarello y Jaume Asens 1 Las tres bodas de Manolita Almudena Grandes La pasta nostra Xavier Horcajo En la pantalla Intervención de Julio Anguita en el campamento del 22-M Vídeo-debate: «Qué hacemos con el trabajo» Alma. Hija de la violencia Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère Le fond de l'air est rouge Chris Marker ...Y la lírica Con las piedras, con el viento... José Hierro De otras fuentes El Kaganato de Kíev y otras historias Rafael Poch Otras democracias son posibles: la Comuna de París Antoni Aguiló Contra el europeísmo elitista Ignacio Sánchez-Cuenca El colapso de la producción Antonio Turiel Foro de webs Latin American Perspectives System Change Not Climate Change 2 Reflexiones de urgencia sobre el 22-M Cinco reflexiones sobre las Marchas de la Dignidad del 22 de Marzo Agustín Moreno Han sido un gran éxito . La clave del mismo ha sido la unidad de muchísimas organizaciones, mareas y movimientos sociales. La entrada en los barrios de Madrid de las columnas de todos los rincones del Estado fue muy emocionante y la manifestación de la tarde del 22 de Marzo fue inmensa. Trabajadores de todos los sectores y mareas, jóvenes estudiantes, familias enteras con peligrosos radicales de corta edad que corrían y jugaban con globos en una gran fiesta ciudadana ¿Cuántos? No lo sé exactamente, no dos millones como han dicho los organizadores. Pero con la vara de medir usada en otras manifestaciones históricas, se podría hablar de un millón. En una burda manipulación la policía y medios como El País daban 50.000 personas cuando deberían de conocer que llegaron a Madrid más de 900 autocares, trenes y muchos coches particulares de toda España; según sus datos los madrileños nos habríamos quedado todos en casa. Los ocho carriles del Paseo del Prado y Recoletos, más los bulevares, por una longitud de 2 kilómetros y medio totalmente abarrotado; una hora detenidos en la Glorieta de Atocha… ¿36.000 personas, como dice la policía? Cuando se miente tan descaradamente, se pierde todo el crédito. Hubo Provocación gubernamental. Desde el comienzo de esa movilización se sabía cuál era la estrategia gubernamental: ignorar las marchas con un apagón informativo, pero organizar un despliegue policial desmesurado y convertir el triunfo de una de las manifestaciones más grandes de la historia en un problema de orden público. No habían acabado aún los discursos en la tribuna, actuaba la Solfónica cuando se empiezan a producir las cargas policiales en Colón, en las proximidades del acto del cierre de la manifestación. Justo a la hora del telediario, para no mostrar las imágenes de la fiesta ciudadanas, sino de los incidentes. Ya estaba la fiesta empañada: 24 detenidos y 88 heridos de carácter leve o muy leve (según Emergencias de Madrid), de los que 55 son policías y 33 ciudadanos. ¿De verdad alguien se puede creer estos datos? Los antidisturbios van blindados con sus cascos, chalecos, botas, porras y debidamente entrenados y organizados. Se manipula la información para criminalizar la protesta, justificar la ley de “inseguridad ciudadana” y para empurar a los detenidos. Hay peligro para para las libertades . Atentando contra la Constitución Española, han detenido y retenido durante horas a un centenar de autocares que venían a Madrid. Este gobierno que ha aplaudido a los manifestantes de la plaza Maidán de Kiev y a la oposición venezolana en la calle, arrasa con 3 inusitada violencia contra el intento de montar una acampada contra el pago de la deuda en las proximidades de Recoletos. Las cargas policiales, con carreras y porrazos, pelotas de goma y botes de humo, antes de acabar el acto pudieron poner en riesgo la seguridad de cientos de miles de personas que transitaban pacíficamente por la plaza de Colón y alrededores. Se instauró un auténtico “toque de queda” al dar un ultimátum a los manifestantes para que se disolvieran bajo la amenaza de cargar por ser la manifestación “ilegal” a partir de las 21:30 horas. Como dice la Coordinación Estatal de las Marchas de la Dignidad: “Hubo un ejército policial que usó porras, escopetas y gases lacrimógenos para vulnerar el legítimo ejercicio del derecho de reunión. Fue un montaje policial urdido desde el Gobierno que vulneró derechos fundamentales como el de reunión y manifestación”. Abundan los testimonios de personas que sufrieron agresiones y que han inundado las redes sociales. Parece que el gobierno quisiera hacer caja con detenciones masivas, no solo para intimidar a la ciudadanía, sino para reforzar un duro perfil de partido de extrema derecha que le reporte réditos electorales. En esta línea, recientemente hemos leído que el gobierno ha prohibido el derecho de manifestación en Vigo ante la visita de Felipe de Borbón, para evitar que ese día los afectados por la estafa de las preferentes salieran a la calle [1]. ¿Se pueden suspender los derechos constitucionales sin estar en un Estado de excepción? ¿A dónde podemos llegar todavía con Rajoy y Fernández Díaz? Grave error de Toxo y Méndez . El de los secretarios generales de CCOO y UGT que se reúnen con Rajoy y el presidente de la patronal para acordar recuperar el diálogo social. Ni al que asó la manteca se le ocurre sacarse una foto con Rajoy en vísperas de una movilización apoyada por sus organizaciones. Aprueban, además, una nota conjunta de tres hojas (lo que indica mucha alevosía en la preparación de la reunión), en la que junto a una sarta de generalidades, se recoge parte del discurso del gobierno sobre el inicio de la recuperación (“los signos de cambio”) y se habla de negociar temas como la formación continua y de los salarios (hasta ahora devaluados) o de “dialogar” sobre la reforma fiscal. Ni una palabra de aquello que estrangula a los trabajadores: la reforma laboral, la de pensiones o el desmantelamiento de los servicios públicos. La foto en sí misma supone un balón de oxígeno para Rajoy, al que las encuestas le dan perdedor de las elecciones europeas [2]. Con ella, con Cataluña, vendiendo la expectativa de una reforma fiscal y una dura política de orden público, intentará recuperar votos el 25 de mayo. Por eso la pregunta a hacer es ¿A qué juegan los dirigentes sindicales de CCOO y UGT? ¿Tan mal y tan condicionados están? Es vital la regeneración de los sindicatos, porque son más necesarios que nunca para los trabajadores, pero es dudoso que estas cúpulas sindicales lo puedan hacer. 4 Estoy con los bomberos de Madrid de CCOO [3], con el sector federal de Administración de Justicia de CCOO y otros: esa foto no representa a los miles de militantes sindicales de CCOO y UGT que se están partiendo el pecho defendiendo a los trabajadores en sus centros de trabajo. Ni tampoco les hace un ningún favor a los retratados. El 22-M hubo muchísimos trabajadores en la calle ¿estuvieron Toxo y Méndez? ¿Por qué no pueden aparecer los secretarios generales (y ex secretarios en el caso de CCOO) a una gigantesca manifestación, que apoyan a través de la Cumbre Social, a fundirse con el pueblo? Que justamente es lo que necesitan, tal y como les recomendaban preocupadamente los sindicatos alemanes, para no estar derrotados y volver a ser una oposición y una amenaza creíble a las fuerzas antilaborales [4]. Su ausencia no fue la única. Hubo otra clamorosa, la de dirigentes del PSOE. Existe una urgencia política. Que los objetivos de la Primavera de la Dignidad tengan éxito dependerá de la continuidad de la lucha y de su carácter pacífico y masivo, de la unidad y del salto de escala al plano político [5]. Porque la recuperación de derechos y libertades, si queremos que sea lo más rápida posible, habrá que conseguirla con la lucha y con las leyes de un gobierno progresista que desarmen las leyes reaccionarias anteriores. El 22-M los ciudadanos respondieron masivamente al llamamiento a salir a la calle por reivindicaciones justas. No tengo ninguna duda de que también responderían con entusiasmo a la llamada electoral para votar una lista unitaria. Y este es el salto de escala que se necesita. Esta debería ser la principal lección del 22 de Marzo. Hay tiempo para ello, el PP ni siquiera tiene designado su candidato. Y lo que nos jugamos es mucho más que vaya un puñado de diputados al parlamento de un proyecto europeo que no tiene ningún futuro mientras no se preocupe de las personas. Una derrota en las urnas del PP deslegitimaría su política antisocial y de recortes, haría más difícil nuevas agresiones y se podría exigir el adelanto de elecciones generales. Ni más ni menos. La izquierda no puede seguir jugando a los equilibrios de sus aparatos, a priorizar la construcción orgánica de pequeñas organizaciones y todo ello trufado de un duelo de narcisismos. Es una pequeña política que no está a la altura de las circunstancias históricas y que conduce al suicidio. Lo único cierto es que la situación social es de catástrofe y que así no podemos seguir. Quizá tenga que llegar el día en el que los ciudadanos, uno a uno, en silencio, a cara descubierta, arrostrando todas las consecuencias, se planten en silencio en las plazas del país hasta que un gobierno cada vez más ilegítimo dimita y convoque elecciones. Pero para ello tendría que haber una izquierda preparada para asumir su responsabilidad. Notas 5 [1] http://www.publico.es/actualidad/509492/el-gobierno-prohibe-las-protestas-en-vigo-ante-la-vis ita-del-principe. [2] Metroscopia: http://politica.elpais.com/politica/2014/03/22/actualidad/1395514840_833257.html. [3] Comunicado de los bomberos de CCOO de Madrid. [4] Informe de los sindicatos alemanes sobre los sindicatos españoles. 27/3/2014 6 Sobre la violencia en la marcha de la Dignidad Juan Torres López Cualquiera que se haya informado bien de lo ocurrido en los momentos finales de la Marcha de la Dignidad del pasado 22M ha podido comprobar que hubo lamentables momentos de violencia que desgraciadamente provocaron que varias personas (manifestantes y policías) resultasen heridas, algunas de consideración. Al respecto creo que lo primero que hay que manifestar es que resulta lamentable que haya ocurrido eso y que es deseable que todas esas personas se recuperen bien y cuanto antes. Quienes defendemos la dignidad y la vida no podemos hacerlo segmentada o parcialmente, cuando se quiebra solo la de "los nuestros". La grandeza de principios éticos como los que se supone que defendemos radica precisamente en su transversalidad y universalidad, en su capacidad para impulsar una realidad social y personal diferente para todos los seres humanos sin distinción, no solo, como tantas veces se ha creído, solo para quienes están en la misma trinchera. La Paz, precisamente por eso, debe ser una aspiración, un lenguaje y una práctica continua de los seres humanos, no algo excepcional. La violencia, venga de donde venga, la genere quien la genere y sea cuál sea su causa, es un fracaso de la humanidad. La paz, por el contrario es el camino y no un instrumento que utilicemos de vez en cuando, solo cuando no tenemos problemas con los demás o cuando son irrelevantes o de pequeña factura. Por tanto, creo que debemos condenar sin ningún reparo y sin paliativos la violencia que se ejerció al final de la Marcha. Digámoslo claro. Es indigno y completamente contrario a lo que perseguía la marcha que un joven trate de romper la cabeza de un policía con un ladrillo cuando éste último está en el suelo o cualquiera de las otras agresiones que se produjeron en la Marcha. Pero dicho eso, creo que también hay que ser coherentes y afrontar los hechos con objetividad pues las cosas no siempre ocurren como nos dicen que han ocurrido. Y, por tanto, pedir responsabilidades en todos los sentidos, y no en uno solo. Las organizaciones y personas que convocaron la Marcha hicieron siempre una llamada permanente a la acción pacífica. Nunca llamaron a la violencia sino que advirtieron para que nadie cayese en provocaciones. Por tanto, hay que rechazar con toda firmeza las acusaciones y la manipulación política que supone calificar a todas ellas como violentas. 7 Pero tampoco se puede negar, porque es cierto, que en la órbita ideológica de las izquierdas más radicales hay personas o grupos que no tienen otro modo de expresar sus reivindicaciones que no sea por medio de la violencia. Negar eso es una hipocresía. Basta por pasarse por los foros de debate que hay en la red para comprobarlo o incluso visitar las web de algunas organizaciones. Me ha granjeado ya críticas de todo tipo el haberlo denunciado varias veces, pero no me cansaré de repetir que me parece una aberración política y una vergüenza que las Juventudes Comunistas de Andalucía, por ejemplo, sigan vendiendo camisetas con la efigie de Ramón Mercader con un lema verdaderamente atroz y que muestra que el germen de la violencia está mucho más cerca de nosotros de lo que a veces nos creemos: "Clavando fuerte desde 1940" (puede verse en: http://tiendajca.tumblr.com/post/16007521884/sudadera-de-nuestro-club-de-a lpinismo. No son solamente cosas "de los jóvenes", sin mucha importancia. También es bien sabido desde hace mucho tiempo que en las manifestaciones progresistas se pueden infiltrar grupos provocadores de extrema derecha justamente para generar el efecto contrario al que buscan los promotores pacíficos de las movilizaciones. De ahí que en muchas ocasiones se produzca una desgraciada combinación de extremismo de derechas e izquierdas que a mi juicio tiene más que ver con la barbarie y la marginación que con otra cosa y, desde luego, muy poco o nada con la actividad política transformadora. Finalmente, no podemos olvidar que en los últimos años, precisamente cuando las manifestaciones han sido más numerosas y concurridas porque las agresiones sociales y los recortes de derechos son más profundos, es la propia policía quien infiltra a sus agentes como si fueran manifestantes normales y corrientes para provocar los incidentes que justifican la intervención policial y para que se puede tildar de violentos o incluso de terroristas a los convocantes y asistentes. Las pruebas de ello son abundantes e indiscutibles, pues hay multitud de fotos y videos que muestran que efectivamente los provocadores más violentos son muchas veces policías que hacen todo lo posible para que una manifestación pacífica se convierta en violenta y así puedan quedar justificadas las cargas policiales. Negarlo también es una hipocresía lamentable. Por la red hay docenas de fotos de encapuchados que ayudan a la policía uniformada a poner esposas a detenidos o de otros mostrando sus pulseras distintivas cuando van a ser golpeados por la policía, precisamente porque los habían detectado siendo especialmente violentos. La violencia que eso produce también es grave y su importancia no se debe soslayar. Es violencia provocadora y criminal y quizá aún mucho menos 8 justificada. Debería hacerse un esfuerzo para mostrarla a la sociedad y reivindicar también con fuerza que deje de darse. Tampoco es una simple casualidad que las cargas policiales y los hechos más violentos se produzcan siempre unos minutos antes de las noticias televisivas de la noche, lo que permite que los telediarios abran con escenas siempre impactantes y que crean un inevitable rechazo hacia las manifestaciones y hacia quienes las convocan. Comprendo que la policía debe hacer su trabajo y que su misión es procurar que no se den disturbios innecesarios pero lo que está ocurriendo ya en demasiadas ocasiones es que los mandos al servicio de un gobierno, a su vez cómplice y servidor de los grandes grupos financieros y de poder, utilizan a los policías para hacer un servicio de represión vergonzosa. No para prevenir, sino para crear altercados, a veces, como ha ocurrido en esta última ocasión, incluso poniendo en peligro la integridad física de los propios policías. Hay vídeos que demuestran que la policía irrumpió en el acto final del 22M antes de que hubiera concluido y cuando se trataba de un acción perfectamente legal y pacífica, lo que es natural que provocase indignación y rechazo. No voy a justificar ningún acto de violencia. No me voy a rendir. Quiero que la paz sea siempre mi única expresión, mi único modo de entenderme con los demás seres humanos. Pero no voy a caer en el error de dejarme llevar por la sinvergonzonería de unos dirigentes políticos que usan a otros seres humanos para evitar que la gran mayoría de la sociedad disfrute de derechos elementales que les están quitando en beneficio de unos pocos. Lamento sin ningún tipo de reserva la violencia y condeno los altercados y la lesiones y el daño que se han producido, tanto a manifestantes como a policías, y a ambos en la misma medida. Pero condeno sobre todo a quienes han provocado todo ello y ahora quieren hacer pasar por violentos a cientos de miles de personas pacíficas que reclaman con dignidad justicia y las libertades que nos están quitando. Hasta portavoces de sindicatos policiales han afirmado que el gobierno "busca un muerto", lo que le permitiría descalificar ya mucho más radicalmente a quienes se movilizan contra sus políticas reaccionarias e injustas. Hay que evitarlo por todos los medios, como hay que procurar que nunca más resulte una persona herida cuando se sale a la calle por libertad y la dignidad. Por eso quizá ha llegado la hora de que las distintas fuerzas políticas, sindicales, movimientos sociales y todo tipo de organizaciones se planteen formas efectivas de prevención de la violencia. Es una terrible paradoja que quienes 9 la practican contra los pueblos pretendan ahora utilizarla como arma política precisamente contra quienes más convencida y firmemente estamos contra la violencia porque amamos la vida y queremos vivirla con la dignidad y justicia que los gobiernos nos quitan. Me atrevería a decir que las izquierdas de todo tipo han tenido siempre un discurso algo instrumentalista de la paz. Siempre la han defendido como un blasón indiscutido entre sus reivindicaciones, pero enseguida afirmando que, sin embargo, no se puede renunciar a la violencia revolucionaria, a la respuesta ante las agresiones... Creo que hay que ir más allá. La Paz, como he dicho más arriba, es un valor absoluto que no me parece que debamos relativizar porque en cuanto que deja de estar dejamos de ser humanos. Otra cosa es que entendamos bien que la Paz es de suyo imperfecta, porque convive con la violencia y se construye precisamente en medio de conflictos y como respuesta a nuestra naturaleza más indeseable, porque es perfectible y quizá siempre inacabada, porque hemos de forjarla a cada instante y está siempre a punto de venirse abajo, porque es el resultado de una intervención constante en escenarios y relaciones de conflicto que nos obligan a continuos equilibrios y pactos, a dar pasos adelante y hacia atrás constantemente. Es lógico, además, que tenga que ser así. Eirené, la Paz, nace en la Antigua Grecia como una diosa no individualizada que pertenecía al grupo de las Horas o de las Estaciones junto a Díke, la Justicia, y Eunomía, la equidad o el buen gobierno. Las tres son hermanas y no pueden estar nunca separadas. No hay paz sin justicia y buen gobierno, ni buen gobierno sin paz y sin justicia, ni justicia sin paz y buen gobierno y por eso cada una de ellas es tan compleja y difícil de alcanzar. Con las tres al mismo tiempo hay orden y hay abundancia y riqueza. Sin cualquier de ellas, cuando Eirené o Díke o Eunomía están ausentes, no se regulan bien los conflictos y además se sufren carencias de donde nace la violencia (Candida Martínez López, Las mujeres y la paz en la historia. Aportaciones desde el mundo antiguo. Universidad de Granada 2000: http://bit.ly/1gSFEU7). Por eso, la dignidad que esperamos alcanzar con la satisfacción de las necesidades humanas que proporciona la libertad y el reparto más justo y eficiente de la riqueza que reclamamos es también radicalmente incompatible con la violencia, en cualquier de sus expresiones. 31/3/2014 10 El 11-M, el PP y una multitud de perdices mareadas José Luis Gordillo La conmemoración de los diez años de los atentados del 11 de marzo de 2004 ha dejado un sabor de boca agridulce. Por un lado, el gobierno del PP ha cumplido con correción los actos protocolarios sin que ninguno de sus miembros se haya descolgado con alguna especulación sin fundamento acerca de un hipotético complot “ETA-Al Qaeda-PSOE-servicios secretos marroquíes” como causante de la masacre. Pero, por el otro, no ha habido ningún homenaje popular a las víctimas y a sus familiares, así como a los miles de ciudadanos que en los días posteriores, sin romper ni una sola farola, se manifestaron o se plantaron ante las sedes del PP para gritar “¡Nuestros muertos, vuestras guerras!”, “¡Antes de votar, queremos la verdad!” y, sobre todo, “¿Quién ha sido?”. Curiosamente, durante los diez años transcurridos, han sido el PP y su entorno mediático quienes más esfuerzos han hecho para intentar aparentemente responder a esa pregunta y, al mismo tiempo, sembrar dudas sobre la que ha acabado siendo la versión oficial del 11-M. Lo bueno del asunto es que esa versión es también, en buena medida, responsabilidad suya. Recordemos brevemente los hechos básicos. En la misma mañana del 11 de marzo, cuando todavía se estaban retirando los cadáveres y trasladando los heridos a los hospitales, el entonces ministro de interior, Ángel Acebes, compareció en rueda de prensa para intentar instalar en la mente de los televidentes la atribución a ETA de la masacre. Mientras tanto, José María Aznar llamaba a los directores de los periódicos para convencerles de lo mismo y encargaba a Ana Palacios que promoviera la aprobación de una resolución de condena a ETA en el Consejo de Seguridad de la ONU. La aparición de una furgoneta con detonadores de explosivos y la detención de Jamal Zougam, la única persona que después sería condenada como autor material de los atentados (el resto lo fue por complicidad, cooperación o por delitos que nada tenían que ver directamente con el 11-M), a raíz del hallazgo de un móvil en una mochila que contenía una bomba que no llegó a explotar por la desconexión de unos cables, llevaron a Acebes a enredarse en unos juegos retóricos penosos sobre las “dos líneas de investigación”. El sábado 13 de marzo, el juez Juan del Olmo ordenó a Renfe que se hiciera cargo de los vagones de los trenes en los que se habían producido las explosiones, por considerar que ya se habían recogido todas las muestras necesarias para poder instruir la causa. Renfe decidió que todos los trenes menos uno fueran enviados rápidamente al desguace. La dirección de Renfe tenía una dependencia jerárquica del gobierno presidido por José María Aznar, lo que 11 permite deducir que, en un asunto tan delicado, esa destrucción se hizo con su aquiescencia. Fue una decisión que causaría perplejidad a los magistrados del Tribunal Supremo, como lo hicieron notar en su sentencia sobre el 11-M. El desguace de los vagones hizo imposible, por ejemplo, que los abogados defensores de los acusados pudieran solicitar nuevos informes periciales sobre los explosivos y otros aspectos relevantes de la investigación judicial. Dicho con las palabras de los magistrados del Tribunal Supremo: “[…] puede resultar sorprendente una tan apresurada destrucción [de los trenes], que impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad, e incluso su reiteración de haber sido necesaria, de aspectos que pudieran haber resultado de interés para la investigación.” (STS n.º 503/2008, p. 652) Las investigaciones policiales dirigidas por el gobierno del PP continuaron después de las elecciones hasta desembocar en la operación policial de Leganés del 3 de abril de 2004, dos semanas antes de que José Luis Rodríguez Zapatero tomara posesión como nuevo presidente de gobierno. El mismo Acebes que había atribuído la matanza a ETA, explicó luego que se había localizado a sus presuntos autores en un piso de Leganés. Horas más tarde esas personas morirían como resultado de una explosión que la policía y los servicios de inteligencia caracterizaron como un suicidio colectivo. Esa es la razón obvia de que casi todas las personas consideradas como los autores materiales de la masacre del 11-M no pudieran ser juzgadas y, a su vez, no pudieran defenderse de las graves acusaciones que se vertieron sobre ellas después de su muerte. También es la razón de que no se sepa en concreto quién hizo qué en la ejecución de los atentados (si éste o aquél fue el que puso una bomba en este o en aquel tren, etc.). Por desgracia o por lo que fuera, las muchas cámaras de seguridad existentes en las diferentes estaciones no captaron imágenes sobre los autores de los atentados en el momento en que subían o bajaban de los trenes. No obstante, los mandos policiales, dirigidos por José Mª Aznar, Ángel Acebes y Agustín Díaz de Mera, afirmaron haber encontrado pruebas fehacientes de su culpabilidad entre los escombros del piso de Leganés. Dichas pruebas fueron estimadas como válidas por los jueces de la Audiencia Nacional y de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Dicho con otras palabras, los jueces de ambos tribunales no hicieron más que dar por buena la versión de la policía dirigida por el gobierno del PP. Y, por cierto, lo que los jueces dictaminaron finalmente fue que el 11-M no fue obra de ETA pero tampoco de Al Qaeda, sino de una celula yihadista local sin conexión orgánica con Al Qaeda. Para decirlo nuevamente con las palabras de los jueces del Tribunal Supremo: “[…], no aparece relación alguna de carácter 12 jerárquico con otros grupos o con otros dirigentes de esa organización [Al Qaeda], lo que permite establecer que la célula que operaba en Madrid, en la medida en que ha sido indentificada, no dependía jerárquicamente de otra y por lo tanto puede considerarse a los efectos penales como un grupo u organización terrorista diferente e independiente” (STS, n.º 503/2008, pp. 581-582) Ahora bien, una vez en la oposición, Aznar y sus huestes se dedicaron a alentar dudas y a marear la perdiz sobre la investigación policial que ellos mismos habían dirigido y que los jueces validaron después. El mareo de la perdiz incluyó dudas sobre si lo de Leganés había sido realmente un suicidio o sobre si el rápido desguace de los trenes no perseguía en realidad el propósito de ocultar el tipo de explosivo utilizado. Sin embargo, hay que reconocer que su inmensa desfachatez les ha reportado resultados positivos por lo que se refiere a la elusión de sus responsabilidades. Como el ínclito Juan Palomo, ellos se lo guisaron, ellos se lo comieron y al final todos acabamos hartos del asunto, hasta el punto de que hoy en día nadie quiere oír hablar de él. Claro que también vale la pena preguntarse sobre lo que han hecho la izquierda política y los intelectuales que simpatizan con ella durante todos estos años para ayudar a proporcionar una respuesta honesta al “¿quién ha sido?” de los ciudadanos ejemplares de hace una década. En lo fundamental, lo único que han hecho es alegrarse mucho por la derrota de Aznar y confiar en los jueces. Pero éstos hicieron lo que pudieron a partir de las pruebas disponibles tras el desguace de los trenes y la muerte de la mayor parte de los acusados (mi deformación profesional y un elemental respeto a su derecho a la presunción de inocencia me impide llamarles culpables). Todo lo dicho no debe interpretarse como una sugerencia sobre una supuesta culpabilidad directa del PP en la comisión de los atentados, ni mucho menos. Más bien debe entenderse como una invitación a que alguna persona competente y sinceramente comprometida con las búsqueda de la verdad vuelva a analizar lo ocurrido ese día, e intente enhebrar un relato creíble y bien fundamentado sobre este trágico acontecimiento con la pespectiva que dan los diez años transcurridos y lo que hoy sabemos sobre la génesis y el desarrollo de la llamada “guerra contra el terrorismo”. A poder ser debería tratarse de un relato más consistente y verosímil que, por poner un ejemplo sobre lo que no se debe hacer, la teoría de la conspiración propagada por Fernando Reinares, el terroristólogo mayor del Reino, sobre la supuesta responsabilidad de Al Qaeda en el 11-M. Reinares contradice a los magistrados de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo a partir, en lo esencial, de especulaciones basadas en informes confidenciales de los servicios secretos a los que solamente ha tenido acceso él, vídeos de Bin 13 Laden y comunicados colgados en internet. Con esos mimbres se atreve a afirmar, incluso, que la matanza del 11-M se programó mucho antes de que se convocaran las elecciones generales de 2004 y que, por tanto, no se puede sostener que sus autores tuviesen la pretensión de influir en las elecciones. F. Reinares lleva explicando esa teoría desde poco después de que en 2007 se dictara la sentencia de la Audiencia Nacional en la que se exculpaba a Al Qaeda. Los asesinados, sus familiares, las personas que se movilizaron después de los atentados —en especial, la buena gente de Madrid— y el resto de la población se merecen algo más honesto y con más solidez intelectual. 23/3/2014 14 Juegos de fulleros: de reformas fiscales y concertación social Cuaderno de estancamiento: 8 Albert Recio Andreu Reforma fiscal, incentivos y derechos sociales 1. Ahora que todas las élites se han puesto de acuerdo en que la crisis está muerta y se prepara un porvenir venturoso, el gobierno se ha apresurado a anunciar que prepara una reforma fiscal. Y como ya es habitual ha encargado a una “comisión de sabios” dar una patina de seriedad a la próxima chapuza que prepara Moncloa. Lo que no se puede negar es la voluntad y decisión de Rajoy de hacer reformas, si por ellas se entiende la introducción de todo tipo de medidas a favor de los intereses del gran capital. Rajoy tiene fama de hablar poco, pero es que su estilo es otro, el de aquellos pistoleros de muchas películas del oeste tan parcos en palabras como alegres con el revólver. Los disparos del BOE nos laceran cada semana. Parece claro, sin embargo, que la mayor preocupación del PP con la nueva reforma fiscal no va a ser la de resolver realmente los problemas fiscales del país sino utilizarla para mejorar sus espectativas electorales. Su principal objetivo será seguramente practicar una rebaja universal del IRPF antes de las elecciones para que todo el mundo sienta la sensación de que las cosas mejoran. El discurso con el que se va a vestir la “reforma” es bastante previsible: nos dirán que puesto que ya se ha saneado la economía, gracias a la acción del gobierno, ahora están en condiciones de cumplir su palabra de recortar impuestos, lo que además demostraría que ellos sí tienen una visión estratégica y saben cuándo hay que sacrificarse y cuándo hay que acelerar. Un vano discurso político para engañar a personas desinformadas que oscila entre lo tramposo y lo criminal. Tramposo si la reducción de unos impuestos se compensa con el aumento de otros. Criminal si la reducción real se hace efectiva, pues ello sólo puede conducir a otro deterioro de los derechos sociales y de la economía misma. 2. Hace falta realmente una reforma fiscal. El estado español se encuentra entre los que menos recauda de la Unión Europea. Y en consecuencia, su capacidad de desarrollar políticas sociales ambiciosas y de promover una transformación productiva necesaria es menor que las de muchos otros países (ahí también está una de las causas del mayor desempleo español). Pero lo realmente curioso es que cuando se comparan los tipos oficiales de los impuestos españoles (del IRPF, de Sociedades, etc.) los tipos teóricos son parecidos a la mayoría de países. La causas fundamentales de que con los mismos tipos en España se recaude menos son claramente dos: a) los 15 numerosas formas de desgravación fiscal que incluye nuestro sistema impositivo (y que explica por qué una empresa que teóricamente tenía que pagar un 35% de sus beneficios acabe pagando sólo el 10 o el 12%); y b) el enorme volumen de fraude fiscal. Además, ninguno de los dos problemas es socialmente neutro. Los que más se benefician de los descuentos fiscales son los ricos (por ejemplo, de la desgravación fiscal sobre las aportaciones a pensiones privadas) y las grandes empresas. La evasión fiscal es más habitual entre los detentadores de renta del capital y los pequeños empresarios que entre los asalariados. Sin contar además con la existencia de un trato social discriminatorio en el IRPF a las rentas del trabajo (que tributan a un tipo progresivo) frente a las rentas de capital (que tributan a un tipo fijo). Por tanto, cualquier reforma a corto plazo se debería orientar a eliminar la maraña de desgravaciones, a eliminar el trato diferenciado a las rentas del capital y a buscar un mayor control de las bases fiscales. Esto último no sólo puede conseguirse con un mejor diseño de los impuestos sino con una mejor dotación de medios y efectivos de la agencia tributaria y con nuevos mecanismos de control sobre los flujos monetarios. Recaudar más y con más justicia (tratamiento igual a quien gana igual, progresividad) es una necesidad básica tanto desde el punto de vista de los derechos sociales como de la eficiencia económica. El objetivo de cualquier politica económica debería ser la búsqueda del bienestar de la mayoría de la sociedad sobre bases productivas sostenibles. Es evidente que la estructura productiva y la política económica actual no permiten ninguno de estos objetivos. La mayoría de los movimientos sociales de los últimos meses, la sucesión de mareas de todos los colores, tienen en la falta de dotaciones adecuadas una parte sustancial de sus demandas. Y una reconversión económica en clave ecológica tampoco puede hacerse sin un notable impulso público. Sin contar con la cuestión del déficit y el endeudamiento público. Aunque uno sea partidario del impago de la deuda injusta, parece evidente que ninguna política pública es a largo plazo sostenible con un déficit fiscal creciente (excepto si se ocupa una posición imperial como es el caso de EE.UU.). Apostar por rebajas fiscales, como sugiere el gobierno, es continuar la senda de la demolición de derechos sociales, impedir una restructuración profunda de nuestra base económica y convertir el problema de la deuda en una espada de damocles permanente sobre nuestras cabezas. Es simplemente criminal. Seguramente lo que se va a hacer es otra cosa: un recorte en algunos impuestos como señuelo electoral y un aumento en otros. Tampoco puede esperarse que se produzca una verdadera limpieza de las desgravaciones fiscales, porque ello supondría para el gobierno entrar en una guerra difícil de manejar con muchos de los intereses que son el sustento de su poder real. De hecho, los mismos organismos internacionales que por una 16 parte proponen reformas son quienes al mismo tiempo sugieren tratos de favor a cuestiones tan impresentables como “el ahorro” (o sea, las rentas del capital) vía pensiones privadas. 3. Lo que impide una reforma fiscal justa y necesaria es sin duda la influencia de los poderes económicos, acrecentados con la libertad de movimientos que han permitido las políticas neoliberales. Los intereses del gran capital cuentan además con una tropa de infanteria representada por muchos sectores de pequeña empresa y autónomos, organizados en corporaciones profesionales que suelen movilizarse ante reformas fiscales que afectan a sus rentas. Pero además de esta red de lobbies, organizaciones y grupos sociales que defienden sus intereses particulares, el conservadurismo fiscal cuenta con la inestimable aportación intelectual de buena parte de los economistas teóricos (y más especialmente de los especialistas en temas fiscales). El argumento fundamental en pro de la baja fiscalidad al capital es la cuestión de los incentivos. Para la particular antropología social que subyace en el núcleo duro de la teoría económica los individuos sólo hacemos cosas en función de los incentivos crematísticos (por ejemplo esto es lo primero que aprenden los estudiantes de economía que en su primer curso tienen como referencia el manual de Mankiw, el más habitual en nuestras universidades). El “homo económicus” es simplemente el buscador insaciable de rentas monetarias. Y toda la política económica se debe concentrar en adecuar la estructura de incentivos monetarios para potenciar una sociedad laboriosa y altamente productiva. Un discurso del cual se extraen consecuencias que afectan a toda la esfera social. Para los que ganan menos, el argumento de los incentivos se utiliza para cargar contra todo tipo de prestaciones sociales monetarias no relacionadas con el trabajo: los subsidios de desempleo, los esquemas de renta básica, son considerados un mero desincentivo a la búsqueda de empleo, una de las causas mismas del desempleo. (Curiosamente los bajos salarios y las condiciones laborales indignas nunca se consideran “desincentivos”.) Para las rentas altas, los incentivos al capital son vistos como la mejor manera de promover la acumulación y el empleo. Y aquí sí, los impuestos, las cotizaciones sociales, son desincentivos que hay que eliminar. De este modo se justifican las desgravaciones por contratación, los esquemas de incentivos a los directivos, los recortes fiscales a las clases altas. Hace años que existen evidencias de que muchos de los esquemas de incentivos son una mera coartada para justificar lo injustificable. Que muchos de los incentivos fiscales, por ejemplo las ayudas a la creación de empleo, son mayoritariamente innecesarias, “peso muerto”. Que los autoconcendidos incentivos a las élites directivas han conducido al modelo de capitalismo especulativo típico de nuestro tiempo. Que los incentivos económicos no explican por completo nuestro comportamiento cotidiano. Que los incentivos 17 individuales a menudo chocan con el buen funcionamiento cooperativo de muchas actividades. Y que la era de los incentivos que ha representado el inacabado período de capitalismo neoliberal ni ha tenido éxito en los términos de la economía convencional (las tasas de crecimiento han sido inferiores al de otros periodos) ni mucho menos en resolver las cuestiones básicas que afronta el conjunto de la humanidad (vida decente, sostenibilidad ambiental). La lucha por un sistema fiscal justo pasa por muchas vías. Por clarificar las prioridades de la actividad económica, el papel de lo público y la justicia social. Por desarticular el papel de los poderes económicos y los lobbies de diversa envergadura que parasitan el sistema. Por desmontar la coartada de los incentivos. La reforma que plantean los amigos del gobierno es simplemente un ejercicio de trilero para que todo siga empeorando. ¿Vuelve la concertación social? En vísperas de la Marcha por la Dignidad tuvo lugar en Madrid una reunión entre gobierno, patronal y sindicatos (CCOO y UGT) de la que lo único que salió claro fue la foto. Los malpensados consideraron que se trataba de una clásica maniobra de contraprogramación. Pero las cúpulas sindicales se han apresurado a informar a sus afiliados, entre quienes me encuentro, que se trata de una nueva oportunidad. De entrada hay que ser escepticos, por razones básicas que ya he intentado explicar en anteriores entregas de estos cuadernos: la crisis ha significado un nuevo paso en la quiebra del capitalismo de “pacto social” que se diseñó al final de la Segunda Guerra Mundial; las políticas preconizadas desde las instituciones globales (FMI, OCDE, UE) coinciden en propugnar la devaluación interna (la reducción de los costes salariales) como eje de la competitividad; la ortodoxia económica dominante considera a los sindicatos y la negociación colectiva un elemento de monopolio y rigidez (de hecho, lo considera el principal elemento monopolista) y por tanto su eliminación (o neutralización) como un elemento de eficiencia económica... Y además está la debilidad organizativa del movimiento sindical y de la izquierda en general, que no obliga al capital a tener que aceptar una negociación real. En este contexto, pensar que por arte de magia se produzca una vuelta a una concertación social real (si es que alguna vez la hubo) en la que se intercambien concesiones por ambas partes parece más un deseo utópico de algún burocráta sindical ansioso por volver a los buenos viejos tiempos que no un proceso forzado para resolver realmente problemas de la parte capitalista. Pero la cosa se hace aún más increible cuando se tiene noticia de lo que verdaderamente se trató en esta reunión, tal como recoge una publicación urgente de Gaceta Sindical enviada a los afiliados de CC.OO. El documento 18 destaca que “Gobierno, sindicatos y empresarios se compremeten a abrir un nuevo proceso de diálogo social para favorecer el cambio de ciclo económico, la creación de empleo y el diálogo social ” (la negrita está en el original), dando pábulo a la propaganda del cambio de ciclo (algo que desmienten los interesantes informes que elabora la Fundación Primero de Mayo) y de que en este país se va a crear mucho empleo en poco tiempo. Pero la cosa resulta aún más preocupante cuando se leen los temas sobre los que se ha acordado “dialogar”… De una parte el gobierno hablará con los agentes sociales sobre fiscalidad y presupuestos, sobre empleo público, sobre formación para el empleo y sobre desempleo juvenil y de larga duración. O sea, más o menos se hará un gesto para que parezca que la reforma laboral, la de la formación laboral (en vías de completa privatización) y la de la administración pública parezcan reformas consensuadas (lo del empleo me parece simple retórica en tanto se mantenga la actual políica económica). Y en un segundo paquete de negociación tripartita se intentará llegar a un Nuevo Acuerdo Nacional sobre Negociación Colectiva (en el que los ejes son competitividad, flexibilidad y cohesión social), buscar alternativas a la destrucción de empleo, controlar los precios y hablar sobre el salario mínimo interprofesional. Quizás somos muy ignorantes. O demasiado malpensados. Pero la comunicación y el planteamiento resultan sorprendentes. Por ejemplo, cómo se habla de trabajar por un Nuevo Acuerdo, cuando el anterior, firmado pocas semanas antes de que el Gobierno aprobara la reformal laboral, fue complatemente barrido por la misma (siempre he pensado que a los representantes de la CEOE que firmaron aquel acuerdo y que sin duda eran conocedores de lo que preparaba el gobierno, se les tenía que escapar la risa al firmar un pacto que sabían de antemano que era papel mojado). O cómo se puede aceptar una negociación que no exija previamente valorar el impacto económico y social de las medidas tomadas anteriormente, que no considere una exigencia de partida en la continuidad de los convenios colectivos y la recuperación de los que se han perdido y que no discuta las políticas distributivas a nivel general. Vista la experiencia previa parece claro que el gobierno (y posiblemente también la patronal) lo único que quiere es autoproclamar su talante negociador. Lo realmente increible es que las cúpulas de CC.OO. y UGT den por bueno retomar una negociación con tan poco contenido, con tanta carga ideológica pro capital, sin exigir que se evalúe el estropicio social que han generado las reformas ni incluir la necesidad de revisarlas. Más bien parece que la opción de la cúpula sindical es negociar aquello que están dispuestos a 19 aceptar patronal y gobierno y olvidarse de introducir todo aquello que perturba los intereses dominantes. Es, por desgracia, una vieja deriva que se gestó a principios de los años noventa y que no ha cesado de plantearse desde entonces. Pero que en el contexto actual de ataque general a la negociación colectiva y a las condiciones de empleo resulta mucho más incomprensible que nunca. Por una parte porque parece bastante claro que lo que se plantea en esta concertación no introduce cambios sustanciales en el modelo. Y por otra, porque este planteamiento refuerza la imagen social de unos líderes sindicales dispuestos a negociar lo que les echen, sin capacidad de discurso propio ni de ideas de cómo reorganizar y cambiar la correlación de fuerzas presente. Los lideres sindicales no parecen ser conscientes ni del nivel de descrédito social que indican las encuestas de opinión sobre ellos mismos, ni de la sangría en la afiliación. El ataque neoliberal ha sido tan profundo y devastador que les ha dejado casi fuera de juego. Les obliga a replantear sus modos de acción y organización. Sin ganar en legitimidad social es imposible recuperar la iniciativa. Y para ganar legitimidad hacen falta muchas cosas: un comportamiento entendible por las bases, un discurso alternativo que ponga en cuestión las ideas fuerza en la que se sustenta la propaganda neoliberal, un apoyo a las luchas y resistencias concretas y un diálogo permanente con las bases, un nuevo militantismo sindical cercano a las clases trabajadoras, una reflexión estratégica abierta a la sociedad, una clarificación entre lo que se puede y lo que no se puede negociar. Fiarlo todo a un vacío diálogo social es apostar por la decandencia inevitable. Para que pueda pensarse en una renacida concertación social, antes hay que haber acorralado socialmente las políticas neoliberales. Y nos tememos que lo que ahora estamos hablando sólo sirve para lo contrario: dar aire al Gobierno y debilitar aún más la imagen del sindicalismo. 30/3/2014 20 Más allá del europeísmo crítico Costas Lapavitsas y la crisis de la Eurozona Giaime Pala El euro: una moneda que no podía funcionar Es probable que los historiadores de la economía del futuro señalen el 2013 como el año en que se abrió definitivamente el debate sobre la viabilidad de la moneda única europea: el euro. En efecto, pese a los esfuerzos del mainstream económico y de las organizaciones políticas europeas de todas las tendencias para ocultar este debate, en los últimos meses se han levantado numerosas voces que han reclamado o bien una reforma radical, o bien la disolución ordenada de una moneda considerada como insostenible para todos los países de la eurozona (EZ): desde los premios Nobel de Economía Stiglitz, Krugman, Pissarides, Mirrless y Sargent hasta Martin Feldstein y los economistas que han redactado el “Manifiesto de Solidaridad Europea” [1]. Sus argumentos se fundamentan en un concepto básico, y mayoritariamente aceptado en la comunidad científica, de macroeconomía: que una zona monetaria no óptima, como la EZ, no era viable sin una unión político-fiscal europea que garantizara fuertes transferencias de dinero de los países más ricos hacia los más débiles y sin un Banco Central Europeo (BCE) que actuara de prestamista de última instancia para cada uno de los Estados miembros. Una “área monetaria óptima”, concepto acuñado por el economista Robert Mundell en 1961 [2], es la que se crea cuando un grupo de Estados deciden adoptar una misma moneda (y fijar, por ende, el tipo de cambio) y presentan unas perfectas flexibilidad de precios y salarios y movilidad de los factores de producción. No era éste, repetimos, el caso de la EZ, la cual tampoco podía contar, a diferencia de los Estados Unidos (otra zona monetaria no óptima), 21 con un fuerte presupuesto federal y un Banco Central comprometido no sólo con la estabilidad de precios, como el BCE, sino también con el crecimiento de la economía y la garantía de la deuda pública del país. En suma, la EZ que se diseñó en el Tratado de Maastricht de 1992 se ha revelado una estructura totalmente inestable y, lo que es peor, peligrosa, en tanto que ha provocado, como detallaremos más adelante, una marcada divergencia económica entre los países del sur y los del norte de Europa, con sus consiguientes tensiones políticas. Visto el asunto con conocimiento de causa, podemos constatar cuánta razón tenía el gran economista Nicholas Kaldor cuando, en 1971, afirmó no sólo que era imposible construir una unión monetaria sin una unión político-fiscal que la respaldara, sino que plantear un proceso de unificación europea partiendo de la moneda causaría graves tensiones socioeconómicas que terminarían impidiendo la misma unión política de los Estados del continente [3]. Esto es justamente lo que ha pasado, ya que para no sacrificar una moneda única que, a partir del inicio de la crisis en 2008, empezó a hacer agua por todos lados, se ha empobrecido a millones de personas mediante los planes de austeridad impuestos por la “Troika” (Comisión Europea, BCE y FMI). La consigna, implícita pero indiscutible, que lanzaron las instituciones comunitarias a los pueblos europeos es que estaban empeñadas en salvar al euro de sí mismo y no en salvar a los ciudadanos de un euro completamente disfuncional [4]. Con el añadido de que el acuerdo de gobierno firmado en otoño de 2013 por la CDU de Angela Merkel y el SPD pone negro sobre blanco que Alemania, el país hegemónico y más rico de Europa, no permitirá en los próximos cinco años una unión político-fiscal de la EZ. En definitiva, estamos ante un panorama sombrío, caracterizado por el estancamiento económico y el peligro de la trampa deflacionaria, un nivel de pobreza inédita en Europa y una creciente acumulación de poder por parte de instituciones no democráticas como la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el BCE, que está privando a los ciudadanos del “Viejo Mundo” del más importante derecho conseguido en la edad contemporánea: la soberanía popular. Así las cosas, se nos impone a todos el deber de sofisticar nuestros conocimientos acerca de las características y la crisis de la EZ con vistas a ofrecer propuestas convincentes para que Europa salga del atolladero en que se encuentra. Y para hacerlo, uno de los mejores libros es el del economista Costas Lapavitsas Crisis en la eurozona (Capitán Swing, 2013), que recoge una serie de informes redactados entre 2010 y 2011 y ofrece tanto una descripción de la crisis del euro como una plan de disolución concertada y progresista del mismo [5]. Veamos, pues, los motivos que explican por qué la moneda única no ha sido, tal y como prometió el establishment europeo en las últimas dos décadas del siglo XX, un factor de bienestar para los ciudadanos, y cómo salir de ella. Los costes socioeconómicos de la eurozona y las alternativas a la 22 moneda única Un análisis mínimamente articulado de la trayectoria de la eurozona tiene que partir de dos puntos: 1) el euro era una propuesta monetaria simétrica para realidades económicas asimétricas; y 2) esta propuesta simétrica se diseñó en base a los fundamentos macroeconómicos del país más fuerte del continente, es decir, Alemania. De hecho, que el Sistema Monetario Europeo (SME), que fue el primer serio intento de convergencia monetaria y que produjo fuertes desequilibrios en las balanzas de cuentas corrientes de los Estados, volara por los aires para que éstos pudieran afrontar el “shock” del ataque a la libra inglesa de 1992, no fue óbice para que las élites europeas impusieran una moneda única cuyo tipo de cambio fuera aún más rígido e, insistimos, con características calcadas a las del marco alemán. De manera que, a partir de mediados de los años noventa, casi todos los países de la futura EZ tuvieron que autodisciplinarse económicamente para acercarse a los duros parámetros de deuda y déficit públicos (60% y 3%, respectivamente) y baja inflación aprobados en Maastricht. Una vez fijado el tipo de cambio en 1999, volvió a producirse el mismo fenómeno que, a la larga, reventó el SME: la afluencia de capitales de los fuertes países del norte hacia unos países del sur que ya no podían devaluar sus monedas y que ofrecían tasas de interés natural más altas. Lógicamente, ello provocó un aumento de la inflación y una pérdida de competitividad de estos países, acompañados de la creación de burbujas financieras ligadas, como en España, al sector de la construcción. Además, dicha llegada de capitales, unida al estancamiento de los salarios reales que, en los países de sur, inició en los años ochenta, causó un todavía más preocupante endeudamiento de familias y empresas. Cuando el flujo del crédito internacional se interrumpió después de la quiebra de Lehman Brothers en 2008, los Estados tuvieron que rescatar a los bancos privados e inyectar liquidez para mantener a flote sus economías lastradas por el aumento del paro, por lo que los niveles de déficit y deuda públicos se elevaron rápidamente. A mayor abundamiento, una vez que la Troika optó por no garantizar la deuda pública griega después de que el recién elegido presidente Papandreu revelara en 2010 que Grecia estaba al borde de la bancarrota, los otros Estados del sur se vieron envueltos en una crisis de la prima de riesgo para salir de la cual tuvieron que sucumbir al chantaje que les presentó el BCE en agosto de 2011: la compra de deuda pública en los mercados secundarios a cambio de recortes de los salarios, precarización del mercado laboral, programas de privatización de los servicios públicos y reformas constitucionales que sancionaran límites estrictos de déficit público. Por si ello no bastara, el autor nos recuerda que, a partir de 2003, el gobierno alemán acaudillado por Gerhard Schröder dio inicio a una contundente política 23 de dumping social (la famosa “Agenda 2010”) basada en una presión sobre los salarios a causa de la cual —y a diferencia de lo que ocurría en los países del sur— los «costes unitarios laborales se movieron a un ritmo casi idéntico al de la productividad» (p. 57); lo que, sumado a una inflación que se mantenía más baja que la del resto de la EZ por una demanda agregada anémica, impulsó de forma extraordinaria la competitividad alemana. Liso y llano: el gobierno de Schröder realizó una auténtica devaluación interna al tiempo que la llegada de capitales de norte, la mayoría de los cuales procedían de Alemania, carcomía las economías del sur, endeudándolas (para comprar los productos alemanes ahora ya más convenientes) y mermando su competitividad [6]. El quid de la cuestión, como ya empieza a resultar evidente hasta a la prensa moderada más inteligente, reside en que el euro representó un drama tanto para las economías del sur —que no estaban preparadas para adoptar una moneda que, para más inri, no paró de apreciarse a partir de 2002 con la complicidad alemana y del BCE (cuyo objetivo era convertirlo en la gran moneda de reserva mundial)— como para los trabajadores alemanes, sobre cuyos sacrificios salariales se basó el tan cacareado “éxito alemán”. Pocas dudas pueden caber ya acerca de que el euro ha sido el principal instrumento mediante el cual la oligarquía europea ha disciplinado a los trabajadores del continente y derrumbado los avances sociales obtenidos después de la Segunda Guerra Mundial. La explicación de Lapavitsas de la divergencia económica continental que trajo el euro es robusta, documentada y ha sido confirmada en los últimos dos años por numerosos economistas. Con todo, hay un punto que olvida y que otro gran analista de la moneda única, el italiano Alberto Bagnai, ha subrayado con acierto: la política económica seguida por Schröder (y luego Merkel) ha ido en contra de uno de los artículos más importantes del Tratado de Maastricht, el número 2, según el cual el objetivo de la entonces Comunidad Económica Europea era el desarrollo armonioso y equilibrado de las actividades económicas en el conjunto de la Comunidad, un crecimiento sostenible y no inflacionista que respete el medio ambiente, un alto grado de convergencia de los resultados económicos, un alto nivel de empleo y de protección social, la elevación del nivel y de la calidad de vida, la cohesión económica y social y la solidaridad entre los Estados miembros [7]. Obviamente, el dumping social alemán era todo lo contrario de la política auspiciada por el Tratado. Sin embargo, ningún gobierno europeo del sur apeló a ese artículo para neutralizar las medidas de competición desleal practicadas por los gobiernos de Alemania. Todo lo contrario. A partir del inicio de la crisis, los segundos aprovecharon la crisis de deuda (interna/externa, pública/privada) que padecían los primeros para imponer una dinámica de “centro” y “periferia” en virtud de la cual Alemania se sintió lo suficientemente fuerte como para dictar los duros programas de austeridad 24 dirigidos a obligar a las sociedades del sur a pagar sus deudas a los bancos del norte. Concluyentemente, el proyecto de la EZ ha fracasado a la hora de impedir, como quería François Mitterand después de la caída del Muro de Berlín, que Alemania se erigiera en el país dominante de la UE. En estos momentos, hasta los políticos e intelectuales alemanes más honestos (U. Beck, H. Schimdt) se muestran preocupados por esta Alemania imperial que va granjeándose el odio de unos vecinos del sur sometidos a violentas terapias de austeridad social. ¿Qué hacer, por tanto, para evitar que éstos terminen sofocados por semejante situación de desesperanza y humillación? Lapavitsas nos presenta, a lo largo del libro, tres escenarios de futuro. El primero corresponde al que los eurócratas y gobiernos nacionales de la EZ han impuesto a la población europea: la austeridad, que el autor rechaza por basarse en un diagnóstico errado de las causas de la crisis, por los estragos sociales que está causando y, last but not least, por no solucionar los problemas económicos de los pueblos europeos. Un segundo escenario podría ser el de una reforma en profundidad del modelo de gobernanza de la EZ, basada en la unión político-fiscal de los territorios que la componen, en transformar el BCE en un organismo obligado a realizar políticas monetarias pensadas para fomentar el empleo y el crecimiento, y en crear una “Oficina de Deuda Pública” que pudiera coordinar la emisión y gestión de la deuda pública de cada Estado en colaboración con el BCE. Al respecto —y con razón, si pensamos en el ya citado acuerdo de gobierno alemán— Lapavitsas se muestra escéptico sobre su viabilidad, ya que comportaría una radical reestructuración de la soberanía en toda la EZ, dentro de la cual existe una férrea jerarquía de Estados e insoslayables intereses nacionales. Por otra parte, como ha recordado recientemente Wolfgang Streeck, aun en el caso de que los contribuyentes del norte quisieran costear la unión fiscal de la UE, ésta terminaría reproduciendo el viejo modelo italiano: un “Mezzogiorno” enjaulado en una unión monetaria que le es perjudicial, cuyo atraso sería paliado por el dinero del norte a costa de la renuncia de aquel a un futuro de progreso social y pleno empleo [8]. El tercer escenario es el del impago de la deuda por parte de los Estados del sur de Europa, y su salida de la moneda única. Este es el panorama que Lapavitsas considera más conveniente para ellos. Eso sí, siempre y cuando el proceso de salida no fuera desfavorable para sus clases trabajadoras, ya duramente castigadas en estos años de recortes. Para ello, el economista griego indica que el impacto, en su opinión fuerte, que tendría la salida de un país de la EZ, debería ir acompañado de medidas como: 1) la suspensión de pagos y la restructuración de la deuda internacional; 2) la nacionalización y la creación de un sistema de bancos públicos que garantizara los depósitos de 25 los ciudadanos y concediera créditos en condiciones razonables a pequeñas y medianas empresas (lo que protegería el empleo); 3) controles de capitales para evitar el flujo de salidas de fondos líquidos y proteger el sistema bancario del país que decide recuperar su soberanía monetaria; 4) una fuerte intervención pública para controlar aquellas áreas estratégicas de la economía (transportes, energía, telecomunicaciones, etc.) amenazadas por el impacto de la salida de la EZ. Como se puede notar, Lapavitsas concibe la salida del euro no sólo como una necesidad inevitable dada la situación de inmovilismo político que caracteriza la EZ, sino también como una oportunidad para llevar a cabo una reforma estructural de la economía por completo diferente de las recetas neoliberales que se han aplicado en Europa (y que nos empujaría, de paso, a repensar nuestras políticas fiscales, energéticas e industriales). Si bien el autor presenta un panorama de salida de la moneda única más impactante y menos detallado que los que plantean economistas como Jacques Sapir o el mismo Bagnai [9], su propuesta tiene un mérito indudable: el de ofrecer a la izquierda de los países del sur un programa de emergencia pero también ofensivo, capaz de aglutinar a las capas sociales pauperizadas por la austeridad y a millones de jóvenes sin perspectivas de futuro. Un programa, pues, que ofrece esperanza y un papel de protagonista a una izquierda transformadora que, desde que estalló la crisis, no ha sabido —o podido, según se mire— detener la ofensiva de la Troika. Porque, haciendo un ejercicio de honestidad, deberíamos reconocer que la izquierda europea no se encuentra en su mejor momento: en los tres principales países de la EZ, o ha sido arrinconada del juego político (Italia) o se encuentra claramente estancada en sus perspectivas de voto (Francia y Alemania); tampoco en Portugal y España las cosas van mucho mejor, ya que los partidos socialistas ibéricos parecen haber parado la hemorragia de votos que estaban sufriendo y frenado el ascenso de las siglas a su izquierda (IU, PCP y Bloque de Esquerda). Sólo en Grecia, Syriza sigue manteniéndose como alternativa real de gobierno. Este es el motivo por el que su líder, Alexis Tsipras, ha sido nombrado candidato por el Partido de la Izquierda Europea (PIE) a la presidencia de la Comisión Europea para las elecciones de mayo. Unas elecciones de extraordinaria importancia, hasta el punto de que el mismo Tsipras ha afirmado que representan «la última oportunidad» para construir una UE justa y «de las personas» [10]. O, lo que es lo mismo, que estamos ante la última oportunidad para el llamado “europeísmo crítico”. Habrá que ver qué resultados conseguirá el joven político heleno. Por ahora, los sondeos apuntan a un elevado nivel de abstención y a un crecimiento del PIE claramente insuficiente para determinar un cambio sustancial en las políticas de Bruselas. En fin, no es descartable que esta “última oportunidad” termine en un fracaso, razón por la que es oportuno formular aquí una última reflexión sobre cómo la izquierda se ha relacionado hasta hoy con el proceso de unificación europea. 26 Más allá del “europeísmo crítico” Una de las mayores cualidades del libro de Lapavitsas es que obliga a la izquierda continental a hacer un esfuerzo de clarificación mental acerca de un europeísmo —“crítico” todo lo que se quiera, pero europeísmo al fin y al cabo— del que, desde los años setenta, hace gala con orgullo. Esto es particularmente cierto para las izquierdas del sur [11], para las que el dogma de tener que conseguir una unidad de destino con países tan alejados y dispares como Letonia, Alemania, Finlandia o Irlanda, les ha impedido imaginar un futuro para sus países dentro de espacios económicos, culturales y lingüísticos más coherentes y factibles (área mediterránea e Iberoamérica). Es más, repetir machaconamente durante más de treinta años que se debía alcanzar una “escala” y un único “sujeto de lucha” europeos, no ha servido a la izquierda para crear un medio de información común a todos los países de la UE ni para tener una idea mínimamente clara de las características socioeconómicas de cada una de las realidades que componen el mosaico comunitario: pregunten, si no, a un militante español por las características del mercado laboral holandés o por la composición social de Italia. Y, sin embargo, un “sujeto europeo”, si quiere ser realmente viable e incisivo, no puede no basarse en el conocimiento pormenorizado de todas sus partes; máxime si se tiene en cuenta que la Unión Europea, y más todavía la EZ, son áreas profundamente asimétricas desde un punto de vista económico, por lo que resulta complicado dar con soluciones a los problemas comunitarios que satisfagan a todos (cuestión importante, ya que para reformar los tratados europeos se necesita la aprobación unánime de los países de la Unión). Es por eso por lo que el error que ha cometido la izquierda no es tanto haber apostado por el federalismo continental y el europeísmo social como haberse negado siquiera a pensar en un “Plan B” en caso de que sus planteamientos se demostraran —como ya parecen serlo— muy difíciles de realizar en el corto-medio plazo, esto es, el plazo para revertir una situación de descomposición social como la que vivimos. Nunca ha habido un plan alternativo porque en el fondo no lo podía haber: durante lustros fue fuerte —y, aunque menos, aún lo es— la convicción según la cual los países de la EZ estaban destinados a aceptar una mayor unión política y fiscal que haría sostenible para todos una moneda única “germanizada”. Dicho con otras palabras: que el europeísmo nadaba a favor de la corriente histórica y que, pese a todas sus contradicciones y a las brutales políticas antipopulares que los gobiernos de los países de la EZ estaban obligados a aplicar, se iba “por el buen camino” en la medida en que se crearía ese gran espacio europeo cada vez más homogéneo en el que la izquierda asumiría un rol de protagonista. Todo ello porque se consideraba como verdad incuestionable el hecho de que el europeísmo, ideal interclasista por antonomasia (tan europeísta puede sentirse Emilio Botín u Oli Rehn que un parado del Baix Llobregat o una ama 27 de casa de Vallecas), iba a ser una palanca eficacísima para construir un continente socialmente avanzado. Un convencimiento que, elevado a su máxima expresión acrítica, llevó a muchos sindicatos europeos y a intelectuales como Antonio Negri a pedir el “sí” para el referéndum sobre el proyecto de Constitución Europea de 2004 [12] (texto que blindaba, mucho más que el Tratado de Lisboa de 2007, el actual modelo de gobernanza político-económica de la UE contra el que la izquierda está luchando hoy en día con enormes dificultades). En definitiva, pese a los recortes sociales que se han producido en los países del sur para salvar la moneda única, y a las reglas económicas que gobiernos conservadores y socioliberales establecieron en los años noventa, la izquierda optó por no cuestionar el marco monetario vigente por considerarlo un marco irreversible pero modificable en un sentido progresivo. De manera que el euro venía a ser considerado algo así como una suerte de “final de la historia político-monetaria” del que nadie podía volver atrás so pena de ir en contradirección del natural progreso europeo, y que podía transformarse en un arma arrojadiza contra los mismos que la crearon —con toda la intención del mundo— con aquellas características neoliberales. Tamaña convicción contrastaba con una historia reciente plagada de rupturas de uniones monetarias (más de setenta después de 1945), con los vaticinios de un amplio número de economistas y, sobre todo, con una respuesta popular que no pudo parar —precisamente por la dificultad de construir un sujeto de ámbito continental— las políticas implantadas por la Troika. De ahí que, en este momento concreto y dentro de la izquierda, los partidarios de la moneda única estén en una situación cada vez más complicada a la hora de defender su posición, lo que explica el uso abundante que ellos hacen del tremendismo para representar un escenario posteuro en que los ciudadanos sólo encontrarían “desastres”, niveles de inflación “weimarianos” y tercermundismo social. En una palabra, una no-explicación que hace mella en los miedos de una población en seria dificultad económica para abortar el debate. Y huelga decir que la izquierda, hija histórica de la Ilustración, no puede ni debe basar sus decisiones políticas sobre el miedo, sino sobre el debate racional y la esperanza. Por este motivo conviene alejarse de los profetas del Apocalipsis y apostar por una discusión sosegada y que tenga en cuenta los excelentes estudios de los que disponemos para articular una propuesta convincente de salida de una moneda única destinada, tal y como están las cosas, a implosionar. Y el libro de Costas Lapavitsas es uno de ellos. Como él mismo nos recuerda, hay alternativas al euro que nos permitirían construir una Europa verdaderamente fraternal. Sólo hace falta que salgamos del bloqueo cognitivo que nos impide ver que, fuera de la EZ, hay vida. Y, si estamos dispuestos a discutir seriamente sobre el tema y a luchar, una vida mejor y más justa que la actual. 28 Notas [1] Juanma Lamet, «Los cinco Nobel de Economía que contemplan la salida de España del euro», Expansión, 7 de julio de 2013; sobre el Manifiesto de Solidaridad Europea, véase la página web: www.european-solidarity.eu. [2] Robert Mundell, «Theory of optimum currency areas», American Economic Review, n.º 51, 1961, pp. 657-665. [3] Nicholas Kaldor, «The Dynamic Effects Of The Common Market», The New Statement, 12/03/1971. [4] Esta es una de las principales conclusiones del excelente libro de Gavin Hewitt, Europa a la deriva, Madrid, Alianza, 2013. [5] En realidad, los estudios que forman el libro han sido elaborados por un equipo de economistas guiado por Lapavitsas. Sin embargo, en el presente texto se mencionará sólo al economista griego por una cuestión práctica. [6] Para una visión exhaustiva de la política económica y laboral de Alemania desde 1989, véase también: Rafael Poch-de-Feliu, Àngel Ferrero, Carmen Negrete, La quinta Alemania, Barcelona, Icària, 2013; Vladimiro Giacché, Anschluss. L’annessione. L’unificazione della Germania e il futuro dell’Europa, Reggio Emilia, Imprimatur editore, 2013. [7] Alberto Bagnai, Il tramonto dell’euro, Reggio Emilia, Imprimatur editore, 2012, pp. 231-232. [8] Wolfgang Streeck, «Mercados y pueblos: capitalismo democrático e integración europea», New Left Review (edición en castellano), n.º 73, marzo-abril de 2012, pp. 55-62. [9] Jacques Sapir, S’il faut sortir de l’Euro…, Cemi-Ehess, París, 2011; Alberto Bagnai, Il tramonto dell’euro, op. cit., pp. 307-398. [10] Alexis Tsipras: «Este es nuestro momento, es la última oportunidad para cambiar Europa», Público, 14 de diciembre de 2013. Consultable en: http://www.publico.es/internacional/489232/alexis-tsipras-este-es-nuestro-momento-es-la-ulti ma-oportunidad-para-cambiar-europa. [11] Con la excepción de los Partidos Comunistas de Grecia y Portugal, desde siempre contrarios al proceso de unificación europea tal y como éste se ha desarrollado. [12] Una crítica punzante y eficaz a los argumento que Negri (y sobre todo Habermas) adujeron para apoyar el proyecto de Constitución Europea es la de José María Ripalda, «Habermas y Europa», mientras tanto, n.º 96, 2005, pp. 17-22. 29 [El presente texto se publicó en el número 121 de mientras tanto] 31/3/2014 30 Del “modelo Barcelona” a la “marca Barcelona”: la devaluación competitiva de lo urbano Desde mi barrio: 6 Albert Recio Andreu I Nunca existió un “modelo Barcelona”. Éstá fue una idea que sobre todo propiciarion los intelectuales y urbanistas cercanos al Partit Socialista para resaltar a posteriori la importancia de su gestión política. De hecho, aún en sus mejores años Barcelona siempre fue el resultado de fuerzas contradictorias. De una parte, de las demandas de unos movimientos sociales, especialmente el vecinal, que en la década de los setenta alcanzaron un notable grado de movilización y presencia social. Que contaron con el apoyo de un importante volumen de técnicos que ayudaron a dar profundidad a estas demandas. Y que consiguieron que su plataforma reivindicativa fuera incluida entre los planes de acción de los primeros ayuntamientos democráticos. Pero junto a este impulso democrático, social, las políticas municipales siempre estuvieron contrapesadas por los intereses económicos que ya llevaban colonizando la política municipal desde tiempos inmemoriales. Por ejemplificar, Barcelona ha tenido una gestión privada del suministro de agua desde hace más de cien años (el origen del grupo Agbar, hoy controlado por la multinacional francesa Suez). De igual modo, el servicio de limpieza ya era privado cuando cambió el régimen (y es uno de los orígenes del actual grupo constructor FCC). Y donde más se ha dejado sentir este papel de lo privado ha sido en la vivienda, lo que explica el carácter totalmente subsidiario de la política específica al respecto hasta nuestros días. Si alguien ejemplifica esta contradicción entre demandas sociales y movimientos privados es tal vez la figura del primer alcalde democrático, Narcís Serra. Elegido como líder del PSC (especialmente con los votos cosechados en los barrios obreros de la ciudad), en la década anterior había sido uno de los principales directivos del especulativo proyecto del Pla de la Ribera (junto con su amigo Roca Junyent) propiciado por grupos empresariales locales (especialmente Catalana de Gas, el embrión de la actual Gas Natural Fenosa) y que obtuvo una respuesta contundente del movimiento vecinal de la época. La Vila Olímpica, el proyecto Diagonal Mar y el posterior del 22@ (propiciados todos ellos por los ayuntamientos socialistas) han sido en gran medida la aplicación de aquel viejo plan que buscaba revalorizar los antiguos 31 terrenos industriales en usos más rentables. No obstante, al menos durante los primeros años de gobiernos de izquierda, en la ciudad hubo una cierta dinámica de confrontación-diálogo-cooperación entre movimientos vecinales y administración municipal que posibilitó construir equipamientos, mejorar el tejido urbano y crear algunos mecanismos de participación con los que se podía debatir. Las mejores experiencias de la ciudad nacieron de estas dinámicas, no de planes preconcebidos desde arriba. Por ejemplo, lo que se ha presentado como logros sociales de las Olimpiadas del 92 (la cobertura de las Rondas para reducir molestias y contaminación a los barrios, el complejo deportivo de Can Dragó) fue la respuesta a una densa lucha popular que forzó su realización. Allí donde esta fuerza no existió, el resultado fue mucho menos progresista (por ejemplo en la Villa Olímpica no se incluyó ningún bloque de vivienda pública). Tras las Olimpiadas, el deterioro del presunto modelo fue evidente, como resultado combinado del debilitamiento del movimiento vecinal, la paulatina pérdida de visión de las élites del PSC y el cada vez más presente papel de los lobbies empresariales organizados. Un deterioro que con todo tenía sus aspectos contradictorios y dio lugar a algunas respuestas interesantes. Especialmente en el último gobierno socialista de la ciudad, donde, en parte por el mayor peso que en él tuvo Iniciativa-Verds, en parte por alguna renovada resistencia vecinal y en parte por la propia conciencia del alcalde socialista Hereu de perder apoyo social, se intentó rectificar la deriva en aspectos tales como un fuerte aumento de las políticas de servicios sociales (que siempre fueron un elemento residual en los mejores años del viejo modelo) o el fallido intento de reforma de la Diagonal que concitó una brutal (y exitosa) respuesta por el potente lobby del automóvil (organizado en torno al Real Automovil Club de Catalunya, una empresa privada con disfraz de club social). Buena muestra de lo contradictorio de esta política lo constituye la implicación de los últimos responsables socialistas del urbanismo municipal en una parte del “affaire del Palau de la Musica”, consintiendo una irregular recalificación de suelo para construir un hotel por el simple hecho de que “no se podían oponer a las demandas de una institución como el Palau”. Los que llevamos años peleando en el movimiento vecinal hemos recogido otros muchos casos de sumisión del ayuntamiento a las demandas urbanísticas de grandes grupos del poder, sin que siempre sea factible demostrar que exista un delito claro. En suma, si algo caracterizó el antinguo “modelo Barcelona” fue esta mezcla contradictoria de políticas impulsadas desde las luchas sociales, negociadas y consensuadas a veces, con ciertas dosis de procesos participativos e impulso de los intereses de grupos económicos cuya legitimidad casi nunca era cuestionada. Era un modelo que en el movimiento vecinal tildamos de “la 32 doble participación”: la del modelo formal orientado a organizaciones sociales y personas corrientes (lento, incompleto, insuficiente) y la del palco del Camp Nou (o del Liceo), de diálogo directo y ágil con los grupos dominantes, con las élites. II La llegada al poder del actual equipo de gobierno ha liquidado por completo cualquier idea de modelo participativo y social de ciudad. Su obsesión es promocionar cualquier actividad orientada al lucro privado, privatizar la gestión de lo social y convertir toda la ciudad en algo vendible. Más que de promocionar la “marca Barcelona”, a veces parece que el modelo que predomina es el “todo a cien”. Los ejemplos abundan en aspectos numerosos. Recojo sólo los que se citan en una de las resoluciones que ayer aprobamos en la asamblea de la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona: la creación sin ningún tipo de debate ni concurso público de una nueva compañía metropolitana de gestión del agua controlada por el grupo Agbar en un 80%. Y creada tras hacerse visible que había caducado la concesión a Agbar y era posible municipalizar el servicio sin autorización; la anunciada privatización de 25 aparcamientos públicos (los más rentables en el centro de la ciudad) y venta a Saba (la principal operadora privada de la ciudad, participada por la Caixa), que tenía próximo el vencimiento de sus concesiones; una nueva normativa de antenas de telefonía móvil y de uso del espacio urbano que en la práctica deja al completo control privado la instalación de antenas y la instalación de terrazas comerciales; la cesión del puerto antiguo (el Port Vell situado junto al barrio obrero de la Barceloneta) para la construcción de un exclusivo puerto de embarcaciones de lujo totalmente cerrado; el cambio de usos de Ciutat Vella (el área histórica de la ciudad) para favorecer la construcción de nuevos hoteles en una zona donde la población padece el impacto del monocultivo turístico que, entre otras cosas, favorece su expulsión; la introducción paulatina de tarifas al acceso a diversos espacios públicos (Parc Güell, Castell de Montjuic...) alegando la masificación generada por el turismo que está en el centro de la política municipal; el desvío de ayudas a las entidades sociales y la concesión de subvenciones millonarias a la organización de todo tipo de eventos, especialmente deportivos (en gran parte como respuesta a las presiones del muy organizado lobby Sport Cultura Barcelona); la mercantilización del espacio público de mil y una formas: se cierra un museo para celebrar una boda de la poderosa familia india Mittal, 33 se viste la estatua de Colón para rodar un spot publicitario del FC Barcelona, se buscan sponsors para las paradas de Metro, se cambian proyectos urbanísticos de barrio para favorecer la implantación de Mercadona. Y todo ello acompañado de una política de reformas que ignora los barrios obreros, por una política para los pobres nortada por la caridad y por el bloqueo total de la participación y el diálogo. La gestión conservadora del nacionalismo catalán cada vez se parece más a la de Madrid. Si alguna vez existió un modelo diferencial, la derecha local, ahora separatista, lo ha cepillado de cuajo. Aunque en cosas muy importantes, como en la creación de la empresa de aguas (o como en el reciente proyecto de casinos Barcelona World que de un plumazo rebajará los impuestos a todos los casinos catalanes, la mayoría de ellos en manos de los herederos del primer alcalde franquista de la ciudad), ha contado con el apoyo realista del PSC. Otra forma de decirle a la ciudadanía que “no hay alternativa”. Quizás la única buena noticia es que tanta política de mercantilización y desguace está ayudando a reanimar a los movimientos sociales. Reforzando la capacidad de acción del viejo movimiento vecinal, dando entrada a nuevos actores y en muchos casos generando convergencias en luchas aún incipientes pero prometedoras. Y es que mucha gente está volviendo a aprender que si algo se ganó en el pasado fue porque hubo una presión social que marcó el camino de lo que había que hacer. Una presión renacida que se ha hecho visible en las movidas de la PAH, de Nou Barris Cabrejada, del movimiento Stop Pujades (contra el brutal aumento del transporte público), en las diferentes mareas, en los Yayoflautas, en la lucha contra los desalojos de inmigrantes en Poble Nou... Y que ha empezado a cosechar algunos frutos como la recuperación de Can Batlló o la Flor de Maig. Parece, salvando las distancias, que la historia se repite. En este caso para bien. Aunque faltan aún muchas piezas para que el proyecto neoliberal de la “marca Barcelona” deje paso a un nuevo proyecto social, igualitario, sostenible, participativo. 30/3/2014 34 Capas y clases sociales en Cataluña Antonio Antón Marina Subirats, en su libro Barcelona: de la necesidad a la libertad. Las clases sociales en los albores del siglo XXI (Universitat Oberta de Catalunya, 2012), ha realizado una profunda y detallada investigación sobre la estructura social de Cataluña, con datos de 2006. Es el estudio más amplio sobre la división en clases sociales realizado en España en estas décadas. Se analizan 248 variables agrupadas en 15 ámbitos temáticos que son los siguientes (con número de variables): Nivel de estudios y hábitos culturales (15); Trabajo productivo (18); Tipos familiares (12); Consumo (11); Recursos económicos (21); Vacaciones (6); Equipamiento del hogar (18); Vivienda (17); Formas de relación (12); Tiempo libre (34); Origen geográfico (6); Salud (6); Entorno (29); Expectativas (8), y Voto y asociacionismo (6). Por tanto, se incorporan factores económicos, sociales, de estilo de vida y comportamiento social, con un enfoque multidimensional. En su análisis se comprueba la realidad de siete tipos distintos de capas sociales (más la clase corporativa y los sectores marginales que no aparecen con suficiente impacto estadístico en las encuestas pero que sí se evidencian): cuatro capas o subclases integradas en las clases medias (Empresarios con asalariados, Nueva clase media, Jóvenes de clase media y Autónomos) y tres en la clase trabajadora (Trabajadores jóvenes y adultos, Trabajadores viejos e Inmigrantes recientes). El resumen de su distribución global es la siguiente (p. 199): clases medias 40,4% y clase trabajadora 59,6%. Las clases trabajadoras son ampliamente mayoritarias respecto de las clases medias; coincide globalmente con mi investigación «Sujetos y clases sociales» (Estudio n.º 83 de la Fundación 1º de Mayo), aunque con alguna pequeña diferencia. En su valoración se da una gran importancia a la conformación de la clase corporativa como clase dominante, hasta tal punto que excluye de las clases altas o élites dirigentes a otros sectores de la llamada ‘burguesía’ catalana, como grandes empresarios y altos gestores. No obstante, como estadísticamente es inferior al 1% no se refleja en sus resultados. El otro matiz es en relación con la valoración de los autónomos que explicamos más tarde. Podemos resaltar la existencia dentro de las clases medias de una capa diferenciada por edad, los ‘jóvenes de clase media’ con rasgos distintos de la ‘clase media adulta’ y de los ‘jóvenes de clase trabajadora’ (e inmigrantes). Igualmente, dentro de las clases trabajadoras distingue a los trabajadores ‘viejos’ de los ‘jóvenes y adultos’, bloque este último que forma una misma 35 fracción. La distinción no solo es por la edad sino que viene acompañada de unas referencias culturales y estilos de vida diferentes (emigrantes de la península, castellano hablantes y con poca cualificación). Dentro de la clase trabajadora, también distingue al segmento de ‘inmigrantes recientes’ (extranjeros). La tabla adjunta muestra una clasificación corregida de sus resultados. Globalmente, me parecen adecuados los criterios metodológicos empleados. Es importante la distinción compartida entre clase social objetiva y clase social como agente colectivo, siendo éste el aspecto más relevante desde el punto de vista sociopolítico. Aquí se explican dos matices relevantes sobre su clasificación. A partir de sus propios datos, se han agrupado de forma diferente varios segmentos por criterios interpretativos distintos a los suyos. Uno, tiene poco impacto cuantitativo pero sí cualitativo en la interpretación de las élites dirigentes. Es la incorporación dentro de las clases altas o dominantes, además de la llamada clase corporativa —la más dominante y con influencia internacional— de otras dos capas minoritarias —suman un punto—: gestora —asalariada de alta dirección— y gran empresariado —propietarios—. Ambas pertenecen a la ‘burguesía’ (como dice la propia autora) y tienen un peso económico y político particular; por ello, esos segmentos, que en su investigación aparecen dentro de las clases medias 36 (nueva clase media y empresarios), aquí se extraen de ellas y se clasifican entre las clases altas (aunque estén subordinadas a la clase corporativa, como capa más dominante). Dos, en esta reinterpretación se adscribe un sector significativo de autónomos (4,8 puntos) a las clases trabajadoras, cuando en su texto se acumulan a las clases medias. Subirats reconoce acertadamente que una parte del asalariado (profesional, técnico…) pertenece a la (nueva) clase media (no a la clase trabajadora aunque tengan un salario, como hacen otros investigadores). Pero, en el caso de los autónomos, aunque admite su segmentación interna, no considera que el segmento de ingresos bajos y medio-bajos y empleo incierto, aunque no sean asalariados, forma parte de las clases trabajadoras, tal como se hace aquí, en que se distinguen de los autónomos de clase media. Tiene también una importancia cuantitativa no menor, ya que afecta al 70% de los mismos en Cataluña y el conjunto de España. Por tanto, respecto de sus resultados, las clases medias se deberían reducir casi seis puntos (5,8) e incrementar un punto la clase alta y 4,8 puntos las clases trabajadoras. El aspecto relevante no es la diferencia cuantitativa en la distribución de las clases sociales, partiendo de que cinco puntos arriba o abajo no son muy relevantes, sino en la caracterización de la minoría poderosa, la gran mayoría subordinada de las clases trabajadoras, (entre el 60% y los dos tercios) y la dimensión significativa de las clases medias, (entre un tercio y un 40%), aunque muy inferior a las clases trabajadoras. Asimismo, hay que recordar que el elemento principal para analizar las clases sociales como sujetos colectivos y su impacto sociopolítico es el ‘comportamiento social’ (su experiencia incluido su subjetividad), cuestión que se tiene cuenta en esa investigación. Una vez reelaborada esa clasificación, los resultados de la situación de clase en Cataluña, tal como aparecen en la tabla, son: clase alta o dominante, 1,2%; clases medias, 34,4%; clases trabajadoras, 64,4%. No obstante, hay que recordar que la muestra de los datos es del año 2006, es decir, antes de la crisis socioeconómica, y que estos años se han reducido algo las clases medias y se han ampliado las clases trabajadoras, particularmente el segmento en desempleo. Considerando ese impacto, no son muy distintos a los datos globales que con distintos criterios y fuentes sobre la población activa se explican en el informe citado para el conjunto de España. La interpretación sociopolítica y cultural de los distintos agentes sociales y políticos, y del conjunto de la sociedad y la ciudadanía activa, es imprescindible y fundamental para explicar, de forma completa, relacional e histórica, la reconfiguración de las clases sociales en España y su dimensión 37 social. Podemos terminar diciendo que lo que ha pasado en nuestra sociedad no ha sido la desaparición de las clases, sino la ocultación de sus signos más evidentes, que ha servido para instaurar la idea más general de que tales divisiones habían dejado de existir (Subirats, 2012: 401). [Antonio Antón es profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid] 27/3/2014 38 Sobre la campaña publicitaria de los obispos en relación con el IRPF de 2012, declarado en 2013 M. Enrique Ruiz del Rosal Un año más nos encontramos puntualmente con la campaña propagandística de la Iglesia católica (Ic, en adelante) en relación con la declaración de voluntad de l@s declarantes del IRPF, para que el Estado (quienes contribuimos) subvencione sus actividades de culto y clero. 1. Sigue causando estupor, mezclado con vergüenza, que no se publiquen previamente en las estadísticas oficiales de la Agencia Tributaria las escasas cifras que sí obran en poder de la Corporación católica: es la Administración Pública la que debería ofrecer dicha información como corresponde, al ser la Ic la beneficiaria de esta cuantiosa subvención pública: 249.051.689 euros —más de 41.000 millones de las antiguas pesetas—. ¿Por qué esta información no es de conocimiento público? ¿A qué obedece este privilegio? 2. Un año más se pretende engañar a la ciudadanía afirmando que “la iglesia renunció a la exención del IVA”. Es sencillamente falso. La exención del IVA, privilegio del que gozó la Ic hasta 2007, era ilegal desde la misma entrada de España en la Comunidad Europea, en 1986. La violación reiterada de la Directiva europea sobre armonización fiscal en esta materia obligó al Gobierno, tras múltiples avisos y amenazas, a eliminar este privilegio eclesial y acomodarse a la normativa europea. Ha tenido que ser la Comunidad Europea la que nos ayudara a acabar con este privilegio eclesiástico. No obstante, la Ic se ha encargado de que tal circunstancia no supusiera una minoración en sus ingresos, consiguiendo un aumento del 0,52% al 0,7% del porcentaje a recibir por las “X” de cada declaración de IRPF. Esto supuso que los 173 millones de euros (M€, en adelante) que recibió por la declaración de la renta de 2006, se convirtieron en ¡241,3 M€! por la declaración de la renta de 2007; lo cual significó un incremento del 38% de un solo golpe (maestro). Y este aspecto no ha permanecido oculto. El propio acuerdo de 2006 reconoce explícitamente que la subida hasta el 0,7%, se ha propuesto como “compensación por la pérdida de la exención del IVA a favor de la Iglesia católica, que es exigida por el Derecho comunitario”. Como posteriormente han demostrado los hechos, el negocio ha sido redondo para la Ic y ruinoso para el erario público, dado que la exención del IVA le suponía a la Iglesia, en dicho año, unos ingresos adicionales de 30 M€ y con el incremento del porcentaje ha ingresado 68 M€ más, lo que significa queen 2007 compensa 39 lo que pierde con el IVA y aumenta el “botín” en 38 M€ adicionales. Claro está que como la imposición por el IVA depende de las operaciones de consumo realizadas, en período de crisis, al realizar menos compras, el IVA que se soporta es mucho menor y, consecuentemente, el margen para la Iglesia mucho mayor. Así, según la propia Memoria Justificativa de Actividades del ejercicio 2011, última publicada por la Conferencia Episcopal, el IVA que debería compensar para ese ejercicio era sólo de 9,2 M€ (no de 30 M€, como en 2007), por lo que el margen a favor (botín) de la Ic fue, en 2011, de 59 M€ (casi 10 mil millones de las antiguas pesetas) . Así pues, la jerarquía católica no “renunció” a nada, como afirma en su propaganda. 3. Un año más (literalmente, como la nota del año pasado) se desliza la falsa idea de que “el Estado no garantiza ya ningún mínimo para el sostenimiento básico de la Iglesia”, porque ha dejado de existir el “complemento presupuestario”. Tan sólo cambia el vocero: este año es Gil Tamayo y no Martínez Camino. Al menos, no se repite aquella boutade (intervención pretendidamente ingeniosa destinada a impresionar, según el DRAE) de que “si ningún contribuyente quisiera marcar la X, la Iglesia no recibiría nada”. Sin embargo se mantiene la falsedad de que la Iglesia no recibe “nada de los Presupuestos Generales del Estado”. En primer lugar, toda la subvención que recibe la Ic por este concepto sale de los Presupuestos Generales del Estado, como no puede ser de otra forma. Si como dice la propaganda de la Corporación católica el contribuyente que marca la “X” no pone ni un euro de su bolsillo, o como afirma la nota propagandística marcar la casilla “no cuesta nada”, ¿de dónde otro sitio puede salir que no sea de los Presupuestos, es decir del bolsillo de tod@s l@s ciudadan@s? Los impuestos no “pertenecen” al ciudadano, sino al Estado, para proporcionar (supuestamente) servicios de interés general. Por tanto, en realidad, todo es gasto presupuestario. En segundo lugar, es falsa la sugerencia de que podría estar funcionando por debajo del “mínimo para su sostenimiento básico”, y mucho menos la fantasía demagógica de que podrían “no recibir nada”. Los jerarcas católicos saben que el artículo II del Acuerdo sobre Asuntos Económicos, de 1979, compromete (obliga) al Estado “a colaborar con la Ic en la consecución de su adecuado sostenimiento económico”. Por tanto, mientras siga vigente dicho Acuerdo, el Estado viene obligado a mantener a los obispos, sacerdotes, seminarios, congresos, parroquias y demás gastos de los denominados “de culto y clero”, independientemente de las “X” que marquen l@s contribuyentes. El eslogan de campaña de los obispos, para hacer honor a la verdad, debería ser: “No importa que marques la casilla, porque el Estado (todos los contribuyentes) nos tiene que sostener 40 obligatoriamente”. 4. Una año más, la interpretación que de las cifras realiza la Conferencia Episcopal (CEE) oculta una terca realidad: a pesar de todo su aparato propagandístico y mediático, en torno al 65% de l@s declarantes (el 65,13, en 2012, el 65,17, el año anterior y el 65,62 en 2007) sigue sin señalar la casilla de la Iglesia, como viene siendo habitual en la última década. Y ese porcentaje pesa como una losa, independientemente de que haya subidas más o menos coyunturales de declaraciones o de cantidades asignadas. Para ocultar esta realidad, la escasa información aportada ofrece un gráfico en el que los porcentajes de casillas marcadas a favor de la Ic, que pasan del 34,83% al 34,87%, se presentan en sendas rectas paralelas con una longitud muy diferente, cuando en realidad estamos hablando de una diferencia del 4 centésimas de punto (0,04, como se indica en el mismo gráfico). En fin, un burdo truco de manipulación visual de la información. 5. De la declaración del IRPF realizada en 2013, correspondiente a la renta de 2012, los dos únicos datos que se ofrecen (aparte de la novedad de los datos por Comunidades Autónomas) son el número total de declaraciones con “X” a favor de la Iglesia católica (7.339.102 declaraciones) y la correspondiente cantidad asignada a su favor por este motivo (249.051.689 euros, más de 41mil millones de las antiguas pesetas), lo que significaría que ha perdido 17.935 declaraciones respecto al año anterior (un 0,3% menos), aún cuando la cantidad que se le asignaría este año es casi 2 M€ superior a la del año pasado. No se ofrece ninguna razón que explique esta aparente paradoja en la información aportada por la Conferencia Episcopal. Sin embargo, el cuadro por Comunidades Autónomas permite alguna reflexión: a) hay Comunidades que aportan bastante más por declaración (Madrid, 57,34 €/declaración, o Cataluña, 44,35 €/declaración), que otras (Andalucía, 24,81 €/declaración, o Castilla y León, 25,48 €/declaración), lo que refleja unas mayores bases imponibles en las dos primeras citadas (efecto del mayor nivel de renta de las declaraciones con “X” en ambas Comunidades); b) en la casi totalidad de las Comunidades se ha incrementado la base imponible de l@s declarantes en 2012, respecto al año anterior, por lo que la cantidad que se desvía de cada declaración es mayor en dicho año; c) los mayores incrementos absolutos en los importes desviados a la Ic se deben, fundamentalmente, a los incrementos de recaudación en Madrid, Castilla y León, Cataluña, Galicia y Canarias, pero por distintos motivos: en el caso de las dos primeras al efecto de incremento de renta se suma el de más declaraciones señaladas, mientras que las otras tres han recaudado más presentando menos declaraciones, por lo que el 41 efecto de incremento de la base imponible (renta) ha compensado con creces la reducción de declaraciones marcadas. 6. Se afirma en la propaganda episcopal, en un intento de demostrar cómo está la crisis afectando “al sistema”, que la Ic “percibirá 3,6M€ menos que hace 4 años” (que fueron 252 M€), pero oculta que percibirá 75,3 M€ más que hace 6 años (que recibió 173,7 M€). Por lo tanto, es indudable que al sistema de financiación de la Iglesia católica no le ha afectado la crisis. De hecho, en los últimos 6 años que contamos con información (renta de 2007 hasta renta de 2012) la jerarquía católica ha recibido una media de 248 millones de euros anuales (41,2 mil millones de las antiguas pesetas). Repito, cada año. 7. No parece decir la verdad el episcopado cuando afirma en su propaganda que “las colectas o las suscripciones continúan siendo absolutamente indispensables”. En primer lugar, no aportan una sola cifra de a cuánto asciende la cantidad por estos conceptos para el ejercicio en cuestión (2012), por tanto deberíamos realizar un acto de fe para creerlo. En cualquier caso, de acuerdo a la única información disponible, facilitada por la CEE en su Memoria Justificativa de Actividades del ejercicio 2010, las diócesis nutrieron el Fondo Común Interdiocesano dicho año con 13,7 M€, de un total de 227,9 M€. Es decir, tan sólo el 6% del FCI lo aportaron las colectas de los fieles en las diócesis. Sin embargo, el restante 94% lo aportó la asignación de los Presupuestos por la asignación del IRPF. Así pues, las colectas no parecen ser “absolutamente indispensables” y sí en cambio la subvención del Estado vía casilla del IRPF. Es importante destacar que en la última Memoria de Actividades publicitada por la jerarquía católica, la correspondiente al ejercicio 2011, ha desaparecido cualquier mención a la aportación de las diócesis. Precisamente este punto era el que nos permitía esclarecer el grave déficit de éstas, pues en 2010 aportaron tan sólo 13,7 M€, mientras que recibieron 195 M€. Esto significa que las diócesis no cubren con sus aportaciones ni siquiera el 7% de sus necesidades y, en consecuencia, me permitía concluir: a) que las diócesis aportan cada vez menos al Fondo Común Interdiocesano y, por tanto, dependen del Estado cada vez en mayor medida, y b) que si no fuera por la financiación a través del Presupuesto del Estado (de tod@s l@s ciudadan@s), las diócesis católicas no podrían funcionar. Así pues, el cuadro que se presenta este año permite deducir que se distribuyó a las diócesis en 2011, 197,7 M€, (casi 33 mil millones de las antiguas pesetas) del Fondo Común Interdiocesano para 2011, pero nada nos dice acerca de cuánto aportaron las diócesis a dicho fondo. En cualquier caso, lo que se pretende ocultar en la Memoria es que , en 42 estos tiempos en que la lucha contra el déficit público y el recorte del gasto público se ha convertido en el objetivo principal de la política económica,el Estado sigue “alimentando”, año tras año, a unas instituciones privadas (las diócesis), que gastan quince veces más de lo que recaudan (datos 2010) y que no realizan ningún servicio de interés general ni, por tanto, público . Y ello, en un Estado que se define en su Constitución como aconfesional. 8. Un año más siembra confusión la propaganda episcopal, a propósito de la aplicación del dinero recibido por esta vía (IRPF). En la nota oficial de la declaración de la Renta 2013 (IRPF 2012) se mencionan las “otras funciones sociales: enseñanza, atención integral a los niños, los ancianos, los discapacitados, la acogida de los inmigrantes, la ayuda personal e inmediata a quienes la crisis económica pone en dificultades […]”, dando a entender que el dinero del FCI se aplica a estos menesteres caritativos. Nada más lejos de la realidad. Según la última Memoria de Actividades publicada, referida en el punto anterior (correspondiente al ejercicio 2011), las diócesis recibieron 197,7 M€, del total de 233,6 M€ que constituía el Fondo, esto es, un 84,6% del total. Actualmente es imposible determinar qué porcentaje de la cantidad enviada a las diócesis se emplea en sustentación del clero (sueldos y salarios de los curas), en gastos generales, en actividades pastorales o en otras actividades. Esta información dejó de suministrarla la Ic desde la Memoria del ejercicio 2009, y de ella se deducía que el 71,5% del gasto de las diócesis se empleaba en pagar los sueldos y salarios del clero y otro 10,8% en gastos generales (burocracia y mantenimiento). Tan sólo se dedicó a la actividad pastoral un exiguo 16% de todo lo que se envió a las diócesis. Por tanto, en contra de lo que afirma la nota propagandística de los obispos, las cantidades que el Fondo envía a las diócesis no se dedican ni a actividades pastorales ni a obras sociales y benéficas, sino a gastos más pedestres. Debe de resultar tan acusadora esta situación para la jerarquía católica (el hecho de que las tres cuartas partes de lo enviado a las diócesis se vaya en sueldos del clero) que esta información la han hecho desaparecer de las Memorias de Actividades posteriormente publicadas (2010 y 2011), de manera que ya no se puede saber, en términos aproximados, cuánto dedican a actividad pastoral. 9. Resulta difícil explicar que la Iglesia sólo dedique a actividades pastorales un exiguo 16% del montante que se envía a las diócesis, tratándose de una institución cuya prioridad es dicho tipo de actividades. La Ic no tiene casi 80.000 sacerdotes y religios@s en España para realizar 43 prioritariamente lo que tan pomposamente llama “actividad pastoral”; en realidad, para la actividad pastoral que declara sobraría el 90% de estos efectivos. Si el verdadero objetivo fueran las actividades pastorales, éstas deberían absorber más del 50 % de los recursos de las diócesis y el clero, sus funcionarios, no debería suponer más de un 30 % del presupuesto total de las diócesis. ¿Entonces, cuál es el verdadero motivo para mantener este “ejército” clerical, aparentemente ineficiente? La respuesta sólo puede ser que el objetivo de la Ic es mantener una extensa y profunda red de sacerdotes y religios@s, cuya estructura pueda garantizar la difusión de su particular moral e ideología y, en definitiva, la presión y el control político y moral sobre el mayor número de ciudadan@s posible. Y para ello debe influir desde sus púlpitos, desde sus universidades, desde sus periódicos, desde sus emisoras de radio y televisión, desde sus confesionarios, con sus campañas de agitación y propaganda. Sin olvidar su influencia “vicaria”, es decir, la que no tiene origen en la actividad directa de los curas y religiosos, sino que se produce a través de periodistas, intelectuales, creadores de opinión y políticos afines, en todo tipo de medios públicos y privados. 10. Un año más, se pretende perpetuar el engaño de que “la iglesia, para su sostenimiento, sólo recibe lo que resulta de la asignación voluntaria de los contribuyentes y nada de los Presupuestos Generales del Estado”. Nada más lejos de la realidad. La liquidación del Impuesto señala la obligación de los ciudadanos (también los católicos) en el sostenimiento de los gastos del Estado (escuelas, hospitales, asistencia social, desempleo…). Quienes marcan la “X” no sólo no aportan ninguna cantidad adicional a la Iglesia, sino que gozan del privilegio de decidir a qué dedicar el 0,7% de sus ingresos, privilegio del que no gozan los demás. De manera que “aportan”, generosamente, con dinero que no es suyo, sino del Estado, y por tanto de todos los españoles, sean sus creencias religiosas o de cualquier otra naturaleza. El efecto final es que contribuyen a los gastos generales, de todos, sólo en un 99,3% (un 98,6% en caso de poner también la “X” en los fines de interés social, que en una cantidad significativa también va destinada a instituciones católicas). En definitiva, las personas que ponen la “X”, están pagando menos impuestos y, sin embargo, los ritos y actividades de los católicos los estamos pagando todos los españoles, sean nuestras creencias religiosas o de cualquier otra naturaleza. La misma propaganda episcopal lo reconoce en su nota: “Marcar la casilla no cuesta nada”. Efectivamente, el contribuyente que marca la casilla no 44 pone un solo euro de su bolsillo. Así pues, las personas que marcan la “X”, no contribuyen al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo a su capacidad económica, como establece el artículo 31 de la Constitución. La actitud de estas personas es insolidaria e injusta, pues su decisión contribuye a financiar con fondos públicos actividades de interés particular (religiosas), en detrimento de las necesidades de interés general (sanidad, educación, dotaciones sociales…). Y el comportamiento del Gobierno que lo permite es un atentado a la laicidad del Estado y una violación de la conciencia de los ciudadanos con otras creencias distintas a las católicas (sean o no religiosas). 11. De la última Memoria de Actividades publicada por la Conferencia Episcopal, correspondiente a 2011, ha desaparecido la información de lo que las diócesis han recaudado y, por tanto, aportado al Fondo. Es explicable —aunque no justificable— que haya desaparecido, porque de la Memoria correspondiente a 2010 (último año en que se ofreció esta información) se deduce que las diócesis recaudaron 13,7 M€, mientras que recibieron 195,5 M€ para su funcionamiento, es decir, apenas cubrieron el 7% de sus gastos, o dicho de manera más actual, tienen un déficit del 1.227% [1]. En unos tiempos en que la lucha contra el déficit y el recorte de los gastos públicos se ha convertido en el único objetivo de la política económica, resulta inexplicable que el Estado siga “alimentando”, año tras año, a unas instituciones (las diócesis) que gastan trece veces más de lo que recaudan y que no realizan ningún servicio de interés general ni, por tanto, público. Y ello, en un Estado que se define como aconfesional. Es evidente quesi no fuera por la subvención aportada directamente por el Estado (por tod@s l@s ciudadan@s), las diócesis católicas no podrían funcionar. Conviene no olvidar, por último, que si lo que se desvía a la jerarquía católica, para mantenimiento de culto y clero, alcanza los 249 M€ (más de 41.000 millones de las antiguas pesetas), el importe global de lo que se apropia la Iglesia, incluyendo ayudas directas y exenciones y bonificaciones fiscales, es superior a 11.000 millones de euros, lo que supone más de un punto porcentual del PIB de la economía española. Rivas Vaciamadrid, a 24 de febrero de 2014 Nota [1] La diferencia entre lo que ingresan —13,7— y lo que gastan —195,5— es de 181,8 M€ (en porcentaje, el 1.227 %). 45 [M. Enrique Ruiz del Rosal es presidente de la Asociación Laica de Rivas Vaciamadrid y miembro de la junta directiva de Europa Laica] 24/3/2014 46 Una información sobre Venezuela Correo de Joaquín O. (Venezuela) a Néstor (Argentina) Joaquín O. [N. d. R.: Dadas las circunstancias que vive Venezuela, hemos preferido mantener una cautela sobre la identidad del autor de esta carta, fechable en este mes de marzo, que entendemos merece crédito. "Joaquín ha sido un luchador de toda la vida. Tuvo ofrecimientos de cargos por el propio Chavez; durante algún tiempo fue miembro del directorio de la Cia. de Electricidad, intachable, de honestidad total, y cuando no pudo contra la burocracia volvió a la base como trabajador" —escribe Néstor.] *** Hola Néstor, hoy domingo es que me siento a escribirte, en estos días estaba conectado y entró una llamada tuya a skype pero en esta computadora fija que es la mía, no tengo cámara; la que tenia se dañó, y gracias a este rarísimo socialismo de Maduro y los Alacranes, como los había bautizado el General Müller Rojas, no se consigue UN CARAJO; antes usaba la laptop de un sobrino de Yajaira que se mudó a un apartamento que la mamá compro aquí en Valencia. Entrando en tema o en el tema de este “verguero” que hay aquí: Pareciera haber un respiro de los actos más violentos (pues siguen todos los días alguna marcha, marchita o acciones de propaganda) promovidos por un sector de la oposición, un partido llamado Vanguardia Popular, sus líderes son Leopoldo López que está detenido y María Corina Machado, un burguesa de la familia Mendoza; el otro líder importante de ese grupo de derecha fascistoide pero que se ha potenciado mucho con este nuevo ciclo de crisis, un tal Del Vecchio, está escondido porque también tiene orden de detención. Este es uno de los elementos nuevos, la derecha se ha separado más entre ellos aunque oficialmente no se han dividido y mantienen el escenario común de la Mesa de la Unidad Democrática. Como ocurre en la agudización o en los momentos de mayor radicalización en la sociedad, los más radicales o los extremos se potencian y eso ha pasado con la derecha; este sector es el más ligado al imperialismo, son sus agentes directos, y son intransigentes en cuanto a la salida de Maduro por cualquier vía y por supuesto a ellos la del derrocamiento es la que más les gusta porque, en ese escenario, también podrían aprovechar de hacer su “limpieza” de Chavistas y de revolucionarios; bueno ese escenario lamentablemente es el más conocido en carne propia por Uds. 47 Ordenando un poco las ideas, esto empezó básicamente por dos cosas, una por las lados de Táchira, que como recordarás es uno de los Estados fronterizos con Colombia, el más movido, dicen que es la frontera más activa de toda Latinoamérica; allí hay muchísima gente con documentos de identidad de los dos países, la primera semana de Febrero empezaron fuertes, muy fuertes protestas en ese Estado y el trasfondo de todo, EN MI OPINIÓN, tiene que ver con el tema del contrabando de alimentos, otros productos de consumo masivo, gasolina, diesel y claro otras cosas. Esto siempre ha sido así allí en esa zona; de hecho estimo que no menos del 20 o 30% de la población de ese Estado o vive de eso o se “rebusca” como decimos aquí. El Gobierno viene tomando medidas pues según sus cifras, hasta el 40 % de lo que importa el país en alimentos y enseres de aseo, etc. del hogar y personales, salía por ahí, por el Zulia a través de la etnia Wayu que maneja esa mafia y por los lados de Apure, también fronterizo con Colombia, hacia Trinidad y Tobago se han decomisado lanchones que trasiegan gasolina y gasoil, pero como es por mar es más complicado y la salida es menor, pero lo de Táchira es demasiado masivo y descarado. Estas medidas incluso de una tarjeta electrónica para poder comprar gasolina y lo de la comida que era brutal, insultante, fueron calentando el ambiente, además porque parte de los negocios de ese contrabando lo manejaban o manejan militares; entre las cosas que hizo el Gobierno fue cambiar a casi todos, empezando por la oficialidad y Diosdado Cabello decía que debian cambiarlos al año porque o se corrompían o los amenazaban, y por esa vía los controlaban, así que saca la cuenta de cuánto dinero se maneja en ese “prospero” negocio de la descomposición capitalista. Esa combinación de mucho dinero, base social que vive de eso y el elemento político pues las municipales de diciembre ahí arraso la derecha en las alcaldías; más del 80 % de las alcaldías de ese estado, incluida las de la capital San Cristóbal las gano por paliza la derecha, contradictoriamente las de Gobernador las gano el chavismo, en estos días leí un análisis de una persona seria sobre eso, que atribuye esa victoria a dos cosas, una la pésima gestión y corrupta del Gobernador anterior de derecha, la otra que trancaron la frontera desde unos cinco días antes de las elecciones e impidieron que ese volumen de votantes de los “doble cedula” viniera de Colombia a votar, yo le agrego que la figura que puso el Chavismo tuvo prestigio en el manejo de la institución que maneja la recaudación de impuestos y al que Chávez apartó, aunque nunca se supo por qué. Pues bien: allí empezaron las protestas muy violentas de hecho, no han podido controlar del todo y sigue la candelita prendida que puede renacer de nuevo en cualquier momento. Una semana después, el día del estudiante aquí, al final de una marcha de los estudiantes, movidos por la derecha, hasta la Fiscalía, al final grupos de 48 encapuchados comenzaron a hacer actos violentos y por los alrededores estaban unos funcionarios del SEBIN, nueva policía política y de Inteligencia del Régimen, que al verse acorralados, pues dispararon a los protestantes, lo curioso es que en esa acción mueren dos personas y una de ellas era cuadro del chavismo del 23 de Enero; en la noche empezaron las barricadas en Chacao, donde muere otra persona dicen que por la acción de motorizados armados y a partir de ahí, ha sido barricada parejo, plomo parejo y violencia desenfrenada en varios municipios o sectores de estos que controla la derecha, principalmente en el Este de Caracas, Táchira, Mérida, y Valencia que ha sido las más violentas e “irreductibles” en los últimos días; en la última hubo tres muertos y al menos 15 heridos de bala, algunos por francotiradores de la derecha, dos de estos heridos fue de una marcha obrera que salió de la Zona Industrial de Valencia, principalmente automotrices y que los guarimberos de la derecha estaban esperando y les trancaron las vías, decidieron no pasar por ahí, pero a los primeros de la marcha les dispararon desde las azoteas de edificios cercanos e hirieron a dos. Han sido tan importantes y constantes las protestas que en este nuestro hermoso país del trópico, de fiesta permanente, pues las hicieron, e importantes, en plenas fiestas de Carnaval, que como recordaras el país se vacía hacia playas y otros destinos, que nunca antes ha pasado. Ha habido practicas demenciales de estos sectores de derecha como asaltar edificios públicos, quemarlos, construir barricadas de ladrillo, cemento y vigas de acero en algunas calles, poner alambres de un extremo a otro de la calle en el que han muerto varios motorizados, etc., etc., etc., etc. bueno esto es lo “anecdótico” digamos, paso a lo político. Es obvio que hay un sector de la derecha que se la jugó para intentar derrocar a Maduro, empujados por algún sector del imperialismo que no saca bien los cálculos, su consigna era “el que se cansa pierde” y generaron expectativa que Maduro caía en 5 días, los medios de comunicación nacionales e internacionales han sido brutales en apoyo a ellos y en tergiversar la realidad y les ha dado más fuerza. Su base social es esos sectores de clase media, rabiosamente antichavistas, muy de derecha, racistas y fachos por supuesto, al principio captaron un apoyo grande en ese sector de clase media, hasta los “menos” fachos, pero con el pasar de los días y esa violencia tan “desconocida” para nosotros fueron perdiendo fuerza y apoyo y provocando desgaste político en toda la oposición, pues han ido provocando rechazo en el país, aun cuando está focalizado en 10 o 20 municipios o partes de estos, de todo el país, aunque intentaron extenderlo con poco éxito o no más allá de escaramuzas en Barquisimeto, Barinas, Puerto La Cruz, Maracay, Margarita y Maracaibo, contradictoriamente las crudas noticias de la prensa y la manipulación de las informaciones pues terminó provocando rechazo y miedo en la gente. 49 El Gobierno ha ido variando sus posturas, de llamar a diálogos y hacer “conferencias de paz” para todo, cuando de verdad tenía el agua al cuello, a amenazas e intimidaciones ultimamente. Ayer le metieron una marcha de militares activos y milicia como para decirles que siguen fuerte ahí y si lo siguen, de hecho no hay duda que las Fuerzas Armadas han cerrado filas alrededor de Maduro, pues después de todo ellos también están en el Gobierno de manera directa y claro en los negocios más aún. Ha sido por esta vía, la represión y el desgaste de la derecha en las calles y que no se extendió como ellos intentaron, más alguna acción de grupos chavistas de choque, que el gobierno ha ido superando la situación o la coyuntura, pues NO HA TENIDO RESPALDO masivo del pueblo y ahora es que logran sacar unas marchas, alguna grande pero no tan numerosas como las del pasado no tan lejano. Por eso les ha sido tan difícil controlar la situación. El pueblo pobre y los trabajadores rechazan las acciones de la derecha pero no respaldan al gobierno, están ahí, a la expectativa y es que la vaina económica, la escasez, inflación y la especulación, la inseguridad, la corrupción, para nada ha sido controlada y la gente tiene que andar o tenemos que andar de sitio en sitio para conseguir los productos y mucha gente, mucha, mucha, hace hasta seis horas de cola para poder comprar las cosas básicas. Como ejemplo “hogareño” te cuento que en donde vivo se dañó la bomba de agua que alimenta unas 200 o 300 casas, no se consigue en el país, nos quieren “clavar” con los costos, como yo tengo un tanque en la casa pues busqué un camión cisterna y hace dos días tuve que pagar el equivalente a 150 dólares (según uno de los tanto cambios oficiales que hay ahora) por un camión de 6 mil litros de agua. En medio de todo esto, el gobierno ha girado más aun a la derecha y ha estado haciendo pactos con sectores burgueses para aumentar precios, darles más dólares y cabida en el manejo económico del país, esas son las cosas a las que le dan poco centimetraje en la prensa pero están pasando y seguirán erosionando la base de apoyo del gobierno; mi pronóstico que te di cuando estuve por ahí (y fui feliz) sigue igual, si Maduro llega a la mitad del periodo y le hacen referéndum, sale. Saca la cuenta de esta barbaridad política, en cadena nacional, en los momentos en que estaba más acorralado, Maduro invita públicamente, te repito por cadena nacional, a los trabajadores eléctricos a que vayamos a Miraflores que allí nos recibirá y trataremos todos los problemas, hizo énfasis en tratar TODO lo que se quisiera plantear, porque él sabe el gran descontento que ahí en el sector hacia el gobierno y es la electricidad del país de la que hablamos, la dirigencia sindical programo una marcha para este viernes pasado, está muy dividida porque el gobierno aúpa a uno de los grupos sindicales que es más entreguista que los que dirigen ahora, vamos como 2.000 trabajadores de todo el país, algunos viajando 16, 20 horas y dos 50 cuadras antes nos trancan el paso con Guardias Nacionales y policías preparados con todos los aperos antimotines y Maduro no nos recibió, !!No recibió a nadie!!, nos dejó ahí y mandaron a una funcionaria de mediano rango a atender una delegación que dejaron pasar y para no decir NADA. La derecha se ha dividido mucho, mejor dicho se ha fragmentado mucho, pues los sigue uniendo el sacar a Maduro y terminar de echar para atrás los avances inmensos que se lograron con Chávez y eso el Gobierno mismo lo está haciendo muy bien, pero muy que muy bien. Capriles sigue siendo la figura más destacada, pero ya está muy cuestionado y como no salió a apoyar abiertamente las barricadas se echó de enemigo a un sector y siguen surgiendo fragmentaciones que se convierten en partidos. Leopoldo López emerge como otra figura de esa oposición, él está nucleando a los sectores más radicalizados, los adecos están peligrosamente muy calladitos y hago referencia a ellos pues son políticos de “raza”, de “pedigrí”. En la parte del oficialismo han surgido voces disidentes muy críticas, pero no pasa de eso, no cuaja ningún sector que aparezca crítico por la izquierda y creo que es que TODOS están comiendo muy bien de las “mieles del poder”. En la clase obrera lo que hay es desorganización, desanimo, confusión no surge todavía nada y lo poco es ligandose a la oposición como alguna figura en Guayana, pero que tampoco desarrolla fuerza, apenas empiezan algunas luchas, si creo que la simpatía mayoritaria está girando hacia la oposición si no está ya en mayoría. De esos Consejos Comunales que uds hablaban pues no se ve nada, puede ser que yo esté muy “marginalizado” que algo así estoy, pero creo que con una situación así ya se hubiera hecho notar, lo que pasa es que como les comenté por allá, lo que surge ligado y con el “cinturón de castidad” del gobierno, no se desarrollará mucho revolucionariamente y si lo hace lo liquidan. Bueno Néstor confórmate con estas líneas por ahora, un abrazo y un beso para Marita (también de la floja para escribir Yajaira, más que yo, así que saca la cuenta de lo grave que es en ella). Saludos a los compañeros por allá. NOTA: Por supuesto puedes hacer el uso que creas con estas líneas, lo digo por si las quieres extender a otros compañeros, total o parcialmente, o como simples comentarios de una opinión que doy, algo desordenada, pero que puede serles útil para sus análisis. 25/3/2014 51 Ensayo Joaquín Juan Albalate y Jesús Matamala Bacardit La economía informal (1ª parte) Introducción Existe una gran diversidad de términos para denominar el concepto de economía informal. Conceptos como economía sumergida, trabajo clandestino o economía paralela o ilegal son, entre muchas otras, definiciones que hacen más o menos referencia a una misma idea central (Castells & Portes, 1990) y que confluye hacia "...un proceso de actividad generadora de ingresos caracterizado por un hecho principal: no está regulado por las instituciones de la sociedad en un medio social y legal en el que se reglamentan las actividades similares...". Por tanto, en el epígrafe de economía informal cabría incluir, en principio, a aquellas actividades que, siendo mercantiles, no están sujetas a la legalidad laboral y jurídica. En consecuencia, una empleada del hogar que trabaje para terceros sin declarar sus ingresos, o un hijo mayor de edad que ayuda a sus padres en un negocio familiar a quien no cotizan a la seguridad social o no declaran sus ingresos al fisco, o, en fin, un lampista que no proporciona la factura y cobra en negro, serían casos ejemplares de economía informal. En todo caso, lo que sí parece claro es que los numerosos estudios realizados sobre el fenómeno de la economía informal constatan que ni es reciente, ni es exclusivo del Tercer Mundo, ni es coyuntural, ni es un fenómeno que funciona autónomamente. Todo lo contrario, es tan fuerte el ligamen entre la economía informal y la formal que "una ya no es concebible sin la otra..." (Sanchís & Miñana, 1988: 9). 1. ¿Por qué surge la economía informal? A pesar de que no hay un consenso sobre las diversas causas que originan la aparición y el crecimiento del proceso de informalización de la economía, existen ciertos aspectos que explican el aumento que ha sufrido este tipo de economía y que cobran mayor importancia cuando el contexto económico y financiero se caracteriza por la persistencia de la incertidumbre y de ciclos recesivos más o menos duraderos. Estos aspectos inducen hacia la economía informal como consecuencia de: La reacción de las empresas de los sectores más tradicionales e intensivos en trabajo ante la globalización de la competitividad 52 protagonizada por otras empresas locales o extranjeras y ante la regulación fiscal y laboral a que les somete el Estado. La revalorización del trabajo doméstico en el hogar como fuente de producción y no sólo de consumo. Aunque el trabajo voluntario no es en principio trabajo informal puesto que no está monetarizado, cada vez tiene una mayor consideración como tal, en la medida que su creciente expansión y dimensión está abarcando y sustituyendo algunas actividades hasta ahora formales. Dado el gran volumen de paro y el coste fiscal del subsidio de paro y del resto de servicios sociales públicos, las Administraciones Públicas españolas han seguido y siguen una política de tolerancia y consentimiento hacia la economía informal. Fruto de la estrategia empresarial de descentralizar la producción de los bienes y servicios, muchas de las actividades subcontratadas dentro del país acaban operando en la economía informal. La deslocalización productiva hacia países foráneos con menores costes de producción e impuestos presiona a las empresas que se quedan en el país hacia la economía informal, estimulando la informalidad allí donde se dirigen tales actividades para obtener aún más ventajas comparativas. Existencia de una cierta cultura empresarial entre algunos pequeños y medianos empresarios que huyen sistemáticamente del riesgo de buscar los beneficios asumiendo los costes de actuar formalmente, para obtenerlos mediante la sobre-explotación y desregulación de los trabajadores carentes de mejores opciones ocupacionales. 2. La dimensión económica de la economía sumergida La economía informal es un fenómeno tan antiguo como la propia revolución industrial. La disminución de la informalidad económica ha evolucionado en paralelo al crecimiento de la intervención del Estado en la regulación de las actividades económicas (Giddens, 1989: 538). Lo que resulta nuevo en el contexto histórico actual es que el sector informal crece, aun en economías altamente institucionalizadas, a expensas de las relaciones de trabajo ya formalizadas (Castells & Portes, 1990). Hasta mediados de la década de los sesenta, la economía informal en países como España era observada como algo relativamente normal, en la medida que el Estado moderno aún estaba pendiente de formalizarse. Así, el bajo desempleo existente, como consecuencia del acelerado crecimiento económico del período fordista, permitía considerar ese fenómeno como algo secundario y, en todo caso, transitorio, a la espera de que alcanzaran el nivel de desarrollo de los países más ricos. 53 El impacto de la crisis energética, de la progresiva internacionalización de la competencia y de otros factores acaecidos en esa década, conducirá a una reacción de las empresas para recuperar los márgenes de beneficios perdidos tras esos impactos. para lo cual se adoptarán una serie de estrategias de cuyos efectos se derivará el surgimiento y crecimiento de la economía informal. Con ello quedará evidenciado que, aun habiéndose alcanzado un importante nivel de desarrollo económico en los decenios posteriores, el volumen de este tipo de actividad seguirá siendo elevado y complementario para cubrir todas las necesidades de la economía formal en España. Según un informe de 1988 para la CEE de F. Miguélez, se estimaba que un 20% de los trabajadores activos españoles se encontraban involucrados en actividades informales, alcanzándose cifras más elevadas en zonas como el área industrial textil de Sabadell (el trabajo informal generaba entre el 30% y el 50% de la riqueza de la zona) o la industria del juguete en la Comunidad Valenciana con un 90% de informalidad. Otros informes apuntaban a que el trabajo informal en España podría suponer una quinta parte del total del Producto Interior Bruto. En esa misma dirección, otros informes como el apuntado por Ernest Lluch (Diari de Barcelona, julio de 1987), se calculaba que en países como Italia entre el 25 y el 30% del total del Producto Interior Bruto era de procedencia informal e ilegal, la mayoría de él en manos de las mafias de ese país, lo cual podría explicar buena parte del "milagro" italiano de finales de los años ochenta, cuando desplazó del quinto puesto al Reino Unido en el ranking económico mundial. En todo caso, lo que es innegable es que la actividad económica informal no sólo no ha dejado de existir, sino que ha adquirido carta de naturaleza durante los últimos veinticinco años, y no sólo en España, sino también en otros países de nuestro entorno. Y la prueba de ello es que, transcurridos esos años de las cifras anteriores, el peso relativo de la economía informal sigue siendo muy importante. Autores como Schneider han puesto de relieve que Italia, Grecia y España siguen estando a la cabeza de los países de la OCDE en relación al porcentaje de economía sumergida que tenían a finales del primer decenio del siglo XXI. Según las estimaciones de Schneider (2008), tras la crisis financiera de 2008 el volumen de la economía informal en España ha vuelto a recuperar la tendencia ascendente que se había desacelerado desde la segunda mitad de los noventa, de modo que podría llegar a suponer en 2009 el 19,5% del total del PIB (unos 210.000 millones de euros que eludirán el fisco), lejos aún, sin embargo, del 22,4% alcanzado durante el bienio 1994-1995, pero que muy 54 probablemente marcará una tendencia que irá al alza, dado el estrecho vínculo demostrado entre crecimiento de la economía informal y crisis económica. Como ya se ha dicho, no es un fenómeno reciente ni exclusivo de España o de los países del sur de Europa –pues en otros países europeos como Alemania las estimaciones situaban a la economía sumergida de ese país alrededor del 14-15% del PIB para 2009– pero sigue siendo un hecho socioeconómico para-legal e ilegal muy importante por las repercusiones directas que tiene en el descenso de los ingresos públicos y, por tanto, en las prestaciones y servicios que podrá ofrecer el Estado a los ciudadanos, pero también por las consecuencias sociales indirectas que se derivan, en cuanto a las condiciones de trabajo de entre 12 y 15 millones de trabajadores que trabajaban de esa forma en Europa a finales del decenio de 2000. Volumen de la economía sumergida en porcentaje sobre el PIB de algunos países occidentales Cuadro 1 El Cuadro 1 corrobora la persistencia de la economía informal en todos los países del área occidental citados en ese Cuadro, a lo largo del tiempo, a pesar de las variaciones que se experimentan cuando cambia el sentido de los ciclos económicos. Salvo EE.UU., en el resto de países y en el conjunto de la OCDE se mantienen unas cifras que nunca descienden del 10%, con lo que se pone de manifiesto no sólo la estructuralidad, sino la funcionalidad que ha adquirido la economía sumergida en las sociedades capitalistas, en tanto que recurso con el que se cuenta de antemano, para completar la producción de bienes y servicios de estos países. 3. La dimensión económica de la economía informal en España Más recientemente y para el ámbito específico de España, el estudio presentado en enero de 2014 por el colectivo de Técnicos del Ministerios de 55 Hacienda y dirigido por el profesor Jordi Sardà de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, publicado en el diario El Periódico, ha permitido elaborar el mapa de la economía sumergida de España, a partir de relacionar una serie de variables como la evolución de la tasa de paro, del número de autónomos, el peso del sector de la construcción, de la renta per cápita, de las cotizaciones sociales, de los costes laborales unitarios, de la variación del PIB, de la tasa de actividad y del consumo de energía eléctrica por unidad de PIB. Con datos de 2012, el citado estudio clasificaba las 50 provincias españolas en seis segmentos según era el peso relativo que alcanzaba la economía sumergida en cada provincia respecto del PIB de España. La distribución de estos seis segmentos seguía la siguiente agrupación: Distribución por provincias del peso relativo de la economía sumergida en España, 2012 Cuadro 2 Una primera revisión de la distribución de la incidencia relativa de la economía sumergida por sectores permite conocer —más allá de las causas que provocan su aparición y persistencia, por otro lado explicadas en el siguiente epígrafe— que la cifra media de la economía oculta o sumergida de España se situaba, según este estudio, en el 24,6% del PIB, con un intervalo mínimo de hasta el 14% y uno máximo del 40%. Según dicho informe, esa desigual distribución territorial de la incidencia relativa de la economía sumergida mostraba que era en el País Vasco, Navarra y, en menor medida, Madrid, donde se alcanzan los niveles más bajos 56 de economía sumergida, mientras que en las provincias rurales o semirrurales (Extremadura y parte de Andalucía, pero también en casos más aislados como Albacete, Zamora y Lugo), era donde se llegaba a los niveles más elevados, mientras que en el norte del país —salvo el País Vasco y Navarra y la provincia de Lugo— y en el eje mediterráneo —salvo en las de Almería y Granada— se concentraban los niveles intermedios. Por tanto, parecería que, al margen de otras posibles explicaciones, la variable "predominio relativo de economía rural" en relación al "predominio relativo de economía industrial y servicios" podría aportar cierta luz para realizar una primera interpretación de tal distribución. La relativa escasa presencia de la economía sumergida en el País Vasco y Navarra podría atribuirse, entre otras cosas, a una relativamente menor actividad agraria y de la construcción en relación al resto de España y, en particular, al papel que han desarrollado, ya desde los inicios de la transición democrática, las instituciones gubernamentales vascas en la promoción de una cultura empresarial propensa a la protección social de los trabajadores (salarios elevados y condiciones de trabajo siempre por encima de la media española), en buena medida, provinente de una conciencia "patriótica" de solidaridad fiscal inducida, a su vez, por la recaudación que se obtiene del denominado "cupo vasco" o "fuero navarro". Por lo que se refiere a la menor presencia de la economía sumergida en la provincia de Madrid podría aventurarse que —a diferencia del caso anterior— la gran presencia de funcionarios asalariados, pero también de sedes de muchas grandes empresas y multinacionales, con muy poca actividad agraria y con un sector de servicios muy desarrollado, podría explicar, al menos parcialmente, esa menor presencia de la economía sumergida. La explicación de lo opuesto, es decir, de una presencia superior de la economía sumergida en el resto del territorio, habría que buscarla en argumentos inversos: existencia de una cierta actividad industrial y de una destacada presencia de la construcción y de una relativa importancia de la dinámica agraria en la que predomina una arraigada cultura informal rural. Por otra parte, el citado estudio apunta que el valor de la economía sumergida ha aumentado en 60.000 millones de euros entre 2009 y 2012, alcanzando con ello 253.135 millones de euros o, lo que es lo mismo, un 24,6% del PIB, cuando en 2008 esa cifra había sido el 17,8%: se había experimentado un crecimiento de 6,8 puntos en sólo cuatro años. Además, los resultados a los que se llegó en 2012 son también la consecuencia de la creciente brecha que viene produciéndose entre las provincias que mayor y menor porcentaje de economía sumergida acogen. 57 Bibliografía citada Castells, Manuel y Portes, Alejandro (1990), "El mundo sumergido: los orígenes, dinámicas y efectos de la economía informal", en Castells, Manuel et al., La economía informal, Buenos Aires: Planeta. Giddens, Anthony (1989), Sociología, Madrid: Alianza Editorial. Sanchis, Enric (1984), El trabajo a domicilio en el País Valenciano, Madrid: Instituto de la Mujer. Schneider, Friedrich (2008), "Shadow Economies and Corruption all over the World: Empirical Results for 1999 to 2003", International Journal of Social Economics (IJSE), serie 1, vol. 35, n.º 9. 27/3/2014 58 El extremista discreto El Lobo Feroz Aspersiones de la primavera Para el Telediario de TVE y las Sevicias Informativas de la PPRadio Nacional las Marchas de la Dignidad no eran Marchas de la Dignidad, sino "las llamadas Marchas de la Dignidad". 'Llamadas'. A cinco milímetros de 'presuntas'. *** A algunos antidisturbios que actuaron en Madrid el 22 de marzo les habían dado unas botas que, al correr, les produjeron laceraciones en las piernas. La superioridad, al enterarse, les envió al hospital para que constaran como heridos. Los médicos debieron practicarles curas de marea blanca. *** Determinadas estatuas, en España, resucitan. En Málaga, al ser proclamada la República, echaron al mar la del marqués de Larios sustituyéndola por un monumento al Trabajo. Sin embargo el franquismo recuperó de las aguas al marqués y lo reinstauró triunfalmente en 1951. En Barcelona la estatua de Antonio López, traficante de esclavos convertido en financiero y naturalmente también en marqués, durante la guerra civil fue fundida por la CNT para hacer balas. El franquismo encargó al escultor Marés que la reprodujera en piedra —por si acaso— y aún sigue allí, pese a que CCOO y UGT, con sus sedes en la vecindad, solicitaron educadamente que fuera retirada. *** A diferencia del sombrero, la gorra o incluso la boina, que pueden proteger los ojos de la lluvia primaveral, la barretina sirve sólo para calentar la cabeza. *** El refrán catalán De mica en mica s'omple la pica ("gota a gota se llena el lavadero") define bien la estrategia de ese nacionalismo desde la recuperación de las libertades: pasito a pasito, TV3 y prensa subvencionada mediante, con el PP y el Psoe mirando para otro lado para agradecerles las mayorías parlamentarias, ha logrado crear no un lavadero sino toda una piscina independentista. 59 *** ¿Quién se acuerda ahora de Padania, el país independiente de la Italia de los terroni, que impulsaba la Liga del Norte? ¿Qué se hizo del Parlamento Padano y del Gobierno de la Padania? Aquellas gentes acabaron apoyando a Berlusconi; referéndums de pega y con trampa por internet. ahora organizan *** Aquí, suma y sigue. Gallardón propone prohibir que, en los procesos penales, sindicatos, partidos, asociaciones cívicas, etc., puedan ejercer la acción popular "incluso por persona interpuesta". No se vé qué acción popular podría sobrevivir a eso. Pero está claro el por qué: Gürtel, la Infanta... *** Una ley de la politiquería es: a más votos menos pudor. *** Falta pan para tanto chorizo, sí, y también tiempo para tanta mani. Una pacífica Huelga General Política no vendría mal. 30/3/2014 Luz Bel La sana doctrina El obispo Munilla, de San Sebastián, lleno de caridad cristiana, pide que la ley penalice el aborto incluso en casos de violación. A la zaga el obispo de Alcalá, Reig Pla: opina que la legalización del aborto ha llevado a un "holocausto silencioso". Es surrealista lo que pueden decir quienes se ganan la vida predicando que hay otra cuando se ha acabado esta, que creen que su profeta favorito consiguió resucitar, que ser persona humana conlleva una culpa originaria que se extiende a toda la especie... Uno se pregunta cómo han podido convertir la prédica contestataria de Jesús de Nazaret en lo que propiamente se puede llamar un consolador para timoratos. Un consolador que con la doctrina de una segunda vida contribuye a la aceptación de las injusticias en la única que tenemos. 60 En su último minuto en la presidencia de la asamblea de los obispos católicos españoles Rouco Varela insistió una vez más en la maldad de lo que él llama "relativismo moral", expresión que en su boca designa la vigencia social de valores y principios morales distintos de los que él predica. Sin embargo, para auténtico "relativismo moral", el de la iglesia católica española, que aplica distintas varas de medir según quienes sean los sujetos. Esa congregación dice preocuparse por la suerte de los embriones, pero muy poco por las personas con vida propia. Nunca se la ha visto condenar las ventas de niños arrancados a presas políticas durante el franquismo —y al parecer también después, a madres solteras—, por obra de monjas sin escrúpulos que se lucraban con eso, por ejemplo. A la iglesia le importan más sus monjas manipuladoras que las madres engañadas y los niños vendidos. No deja de ser significativo que haya sido en los dos países europeos donde más poder tiene la iglesia católica, Irlanda y España, donde han proliferado esas atrocidades. La iglesia española protege discretamente a los curas y frailes pederastas porque son de los suyos, con indiferencia para las víctimas de sus prácticas. Si eso no es relativismo moral, no sé lo que es el relativismo. La iglesia católica de España tiene un problema: ha cooptado para las sedes episcopales a gentes que son principalmente políticos: personas que buscan defenderla de su decadencia social por medio de la influencia política y mediática. Pero lo hace a costa de ser incapaz de articular una doctrina pastoral a la altura de los tiempos: una doctrina centrada en el respeto por el otro, en la necesidad de no engañar, de no robar, de no defraudar. En el catolicismo esas maldades, gracias a la institución de la confesión auricular, se saldan con unas avemarías y a otra cosa, hasta la próxima vez. En la iglesia las mujeres, además de discriminadas (harían bien en irse de ahí), son víctimas de una moral talibán que trata de proscribir incluso el aborto terapéutico. Esa iglesia condena por rutina las prácticas sexuales más habituales de la población porque es incapaz de comprenderlas y de comprender a las personas, anclada en una Edad Media intelectual que le suministra aún el único arsenal doctrinal que sabe usar. Dejemos para otro día los dineros de los que vive el clero, procedentes en buena medida de lo que el Estado arranca a creyentes y no creyentes. Pero bueno: por sus obras los conocemos todos. 19/3/2014 61 La Biblioteca de Babel Caterina García Segura y Pablo Pareja Alcaraz (eds.) Seguridad, Inc. Las empresas militares y de seguridad privadas en las relaciones internacionales contemporáneas Edicions Bellaterra, Barcelona, 2013, 249 pags. El propósito de estas líneas es llamar la atención sobre el interesante libro titulado Seguridad, Inc. y su temática. Se trata de una obra colectiva que versa sobre el concepto de las denominadas empresas militares y de seguridad privadas (a partir de ahora, EMSP) y las implicaciones políticas, económicas y jurídicas de su existencia y proliferación. Las denominadas EMSP son empresas que se dedican a prestar toda clase de servicios vinculados al ámbito militar —menos la producción de armamento— y de seguridad en zonas de conflicto armado (o de riesgo del mismo) y de post-conflicto. Por consiguiente, son una de las manifestaciones más relevantes de un fenómeno cada vez más pujante: la privatización del uso de la fuerza. Este fenómeno tendría cuatro variantes principales: 1) la generalización de las empresas privadas de seguridad en contextos de 'normalidad' (no confundir con las EMSP; se trata de las empresas a las cuales se refiere el proyecto de ley de seguridad privada del ministro Fernández, como Securitas o Prosegur); 2) la aparición y difusión (por el momento, sólo en los países anglosajones) de empresas privadas de gestión de prisiones [1]; 3) la difusión de la violencia privada de múltiples facciones o bandas en los denominados estados 'fallidos' o 'fracasados' (failed states) tipo Somalia, República Democrática del Congo o Irak; y 4) las ya mencionadas EMSP. El libro Seguridad Inc. se ocupa, como se ha indicado anteriormente, de estas últimas. A continuación, voy a hacer una caracterización del fenómeno de las EMSP en seis puntos, caracterización que se desprende de la atenta lectura 62 del libro objeto del presente escrito. De este modo el lector podrá hacerse una idea de qué va a encontrar en él. 1. Las EMSP realizan un abanico muy variado de tareas relacionadas con la guerra y la seguridad en zonas de conflicto armado actual, reciente o potencial: tareas de apoyo logístico de toda clase (construcción y mantenimiento de instalaciones militares, catering, transporte, sistemas informáticos…); custodia, vigilancia y protección armadas de instalaciones militares y civiles, armamento o personas; labores de inteligencia (espionaje e interrogatorio de detenidos); alta tecnología e ingeniería civil y militar; entrenamiento de soldados y policías y asesoría militar y policial; excepcionalmente, acciones armadas ofensivas (por ejemplo, en África). 2. Algunas EMSP son verdaderas empresas transnacionales de considerables dimensiones, vinculadas muchas veces a las corporaciones armamentísticas. La inmensa mayoría son de EE.UU. o el Reino Unido, aunque también destacan las australianas, francesas, israelíes y, hasta hace no mucho tiempo, las sudafricanas [2]. Las EMSP han llegado a crear sus propias asociaciones corporativas para ejercer presión sobre los gobiernos. Las dos asociaciones más destacadas son la Asociación Internacional de Operaciones de Paz —nótese la denominación— y la Asociación de Compañías de Seguridad Privada, que reúne a las EMSP operativas en Irak —hay tantas actuando allí que han creado una asociación sólo para proteger sus intereses en esa zona del planeta—. 3. El personal de las EMSP, incluidos sus ejecutivos, son prototípicos del fenómeno de la 'puerta giratoria'. Suelen ser ex militares, ex políticos y ex altos cargos de servicios de inteligencia. Las EMSP contribuyen, por tanto, a la creación de una indiferenciada elite público-privada. 4. Los clientes de las EMSP son muy diversos. La categoría más destacada son los estados, especialmente los estados anglosajones, pues la mayoría de la EMSP procede de la externalización —privatización— de actividades que hasta los años noventa del siglo XX asumían por lo general los propios ejércitos, policías y servicios de inteligencia (ejemplo: el 95% de los contratos de Blackwater eran contratos concertados con los departamentos de defensa y estado de los EE.UU.). También sobresalen como clientes los débiles gobiernos subsaharianos, iraquí y afgano. Además de los estados, son clientes importantes las empresas de extracción o distribución/comercialización de recursos naturales que operan en África y Sudamérica (Shell, Chevron, Exxon, British Petroleum, De Beers…) y la mismísima ONU en operaciones de mantenimiento de la paz (ejemplos: Congo, Sierra Leona, Bosnia, Kosovo…). Por otra parte, se sabe que algunas EMSP tienen, o han tenido, clientes inconfesables: mafias; grupos rebeldes armados; grupos terroristas (pero 63 respecto a los turbios negocios de las EMSP reina una gran opacidad). 5. Desde el final de la guerra fría, las EMSP han experimentado un gran auge. Pero su época dorada llegó con las ocupaciones militares de Irak y Afganistán en la primera década del siglo XXI. En la primera década del siglo XXI, el volumen de negocios de las EMSP superó los 150.000 millones de dólares —lo cual no está nada mal: el primer rescate del sistema financiero norteamericano decretado por Bush en 2007 costó 700.000 millones de dólares—. Y se calcula que a mediados de esa primera década trabajaban para las EMSP sólo en Irak 100.000 personas, 48.000 de ellas armadas. 6. Sorprende la ausencia de regulaciones específicas, estatales o internacionales, de las EMSP, dada la facilidad con que el recurso a las mismas se presta a toda clase de abusos, sus cifras de negocios y la peligrosidad inherente a muchas de sus actividades. En líneas generales, las principales fuentes de regulación son las cláusulas contractuales concertadas con sus clientes. Las asociaciones corporativas de las EMSP han elaborado códigos de conducta empresariales con los cuales pretenden evitar que se generen normativas estatales o internacionales específicas sobre su actividad. En definitiva, buscan conservar la situación de impunidad de la cual han disfrutado en la práctica hasta ahora [3]. Mi parecer al respecto, que contrasta con el de los autores de Seguridad, Inc., es el siguiente: no creo que sea de recibo aceptar las EMSP como inevitables, de tal modo que ante ellas estemos únicamente ante un problema de regulación. Las EMSP deberían estar sencillamente prohibidas —las únicas actividades legítimamente externalizables, a mi juicio, son las de apoyo logístico menor y no armado; este sería el caso de los servicios de limpieza o catering—. Estos son los principales rasgos caracterizadores del fenómeno de las EMSP, para los cuales se puede encontrar una información mucho más detallada en Seguridad, Inc. Se podría pensar que el asunto de las EMSP, al igual que el de la privatización del uso de la fuerza, es un tema menor que apenas nos afecta, al menos a quienes vivimos en occidente. Pero no es así pues muestra que los procesos de privatización y la ideología neoliberal que los promueve han llegado al punto extremo de comenzar a erosionar la tarea mínima definitoria del estado moderno consolidado: el monopolio de la coacción física legítima. Si hasta la coacción física legítima llegase a caer en manos de la empresa privada y su lógica del beneficio irrestricto, estaríamos ante un mundo por completo irreconocible para quienes hemos vivido bajo gobiernos obligados jurídicamente a garantizar por sí mismos y en beneficio de toda la sociedad la seguridad física de los ciudadanos con independencia de sus ingresos y la defensa frente a agresiones exteriores. Dudo que un futuro en el cual incluso la coerción militar-policial esté en manos de la empresa privada (o en manos de un amorfo y anómico conjunto de entes público-privado) sea una 64 perspectiva deseable. Notas: [1] Al respeto es muy recomendable: Selman, D., Leighton, P., Punishment for sale. Private prisons, big business and the incarceration binge, Rowman & Littlefield, Plymouth, 2010 [2] Algunos nombres: la ya desaparecida Blackwater (famosa por sus repetidas matanzas en Irak y la práctica de la tortura en la prisión iraquí de Abu Ghraib); DynCorp (con un abultado historial de abusos en su actividad en el marco del Plan Colombia); Kellog Brown & Root Services (filial de la empresa Halliburton, montada por el exvicepresidente Richard Cheney); AirScan (que cuenta hasta con aviones de combate propios de última generación); Triple Canopy; Aegis Defense Services; ArmorGroup; Erynis Internacional; Executive Outcomes (la más famosa EMSP sudafricana, ya liquidada, especializada en operaciones militares ofensivas en el África subsahariana). [3] En la práctica y en la teoría: en los contratos se incluyen a veces cláusulas de inmunidad de jurisdicción en relación con los tribunales de los estados en cuyo territorio actúan o competentes por la nacionalidad de sus empleados. Incluso sendas disposiciones normativas de EEUU e Irak, modificadas en 2008, establecieron expresamente que las EMSP norteamericanas no podían ser llevadas ante los tribunales norteamericanos o iraquíes en relación con las operaciones realizadas en Irak. Por lo demás, las largas y enrevesadas cadenas de subcontratación entre gobiernos, EMSP y contratistas individuales complican enormemente las investigaciones policiales y judiciales a la hora de establecer responsabilidades por las acciones de las EMSP. Ramón Campderrich Bravo 26/3/2014 Gerardo Pisarello y Jaume Asens La bestia sin bozal En defensa del derecho a la protesta Los libros de la Catarata, Madrid, 2014, 182 pags. 65 Sería una lástima que la lectura de este reducida a militantes y activistas de la izquierda social más radical, protagonista de una parte sustancial de las historias que se cuentan en él. Sí, sería una pena que sus únicos lectores fuéramos quienes ya estamos convencidos, quienes comprendemos la metáfora del título del libro sin que asome un signo de estupor a nuestro rostro y se nos escapa incluso una sonrisa cómplice al fijarnos en el osado dibujo que ilustra la portada. En los tiempos turbulentos que corren, los textos que reúne este volumen han de suscitar la reflexión de un público mucho más amplio. También de quienes no se sienten afectados en su vida normal por el aparato coactivo estatal y, por lo tanto, no sintonizan de entrada con la portada del libro, pero no dudarían en hojear con interés, por ejemplo, alguno de los múltiples ensayos publicados últimamente sobre los derechos humanos, la democracia o cualquier otra dimensión relevante de la crisis de nuestro tiempo. Lo que este libro explica tiene que ver con todos estos asuntos, son cosas importantes para la inmensa mayoría de la población y su comprensión resulta de todo punto necesaria para hallar una salida digna de la crítica situación que estamos viviendo. El contenido de La Bestia sin bozal se puede enunciar fácilmente. De forma condensada puede expresarse así: la lucha entre el poder y la libertad, entre el despotismo y la democratización. Un inveterado combate, sin duda, del que este volumen selecciona algunas de sus manifestaciones más recientes ocurridas en el territorio español a partir de lo que se considera un punto de inflexión: el estallido de la crisis del año 2008. A lo largo de sus páginas se explican y analizan, pues, tanto episodios de protesta en defensa de derechos (la eclosión del 15-M, el rodeo al Parlament o al Congreso, las acciones de la PAH o del Sindicato Andaluz de Trabajadores, las protestas estudiantiles contra el Plan Boloña…) como diversas expresiones de las respuestas represivas del poder (restricciones al derecho de manifestación y de protesta, abusos policiales, detenciones arbitrarias, propuestas liberticidas como el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana…). 66 libro Con todo, esta temática, por más que hoy haya cobrado una gran relevancia y sea tratada con una claridad envidiable no exenta de rigor, no agota todo el interés de este ensayo. Lo que lo hace digno de alcanzar una audiencia más amplia son otros méritos que tal vez podrían correr el riesgo de perderse con una ojeada superficial. Me centraré en tres de ellos. En primer lugar, cabe destacar la buena orientación política que proporciona. Aunque el libro se estructura en capítulos que pueden ser leídos de forma autónoma e independiente, la lectura conjunta permite extraer una concepción de fondo a todas luces sistémica, global, política en el sentido mejor de la palabra. Así, pese a que todos los textos se hallan circunscritos a acontecimientos desarrollados en territorio español a partir del crack del 2008, su análisis trasciende estas coordenadas espacio-temporales para situar cada episodio en una tendencia histórica de hondas transformaciones jurídico-políticas, socio-económicas e ideológicas en la cual adquieren todo su sentido. Y ello no es nada baladí en este tiempo de desmemoria, desorientación y no poca manipulación. La contextualización que los autores de forma breve y brillante exponen ya en el primer capítulo, otorga inteligibilidad y coherencia al conjunto de escritos y permite comprender adecuadamente el momento histórico en el que estamos. Sin ir más lejos, la actuación policial tras las marchas de la Dignidad del 22-M así como la retahíla de declaraciones aparecidas en la prensa al día siguiente de distintos responsables del partido en el gobierno, adquieren una clara significación a la luz del trasfondo político que el libro proporciona. Sobre la relevancia política que posee este tratamiento histórico y sistémico frente al habitualmente empleado por los medios de comunicación incide, por cierto, la reflexión atinada de Jesús Rodríguez Sellés, redactor del semanario catalán alternativo La Directa, en el epílogo que cierra el libro. En segundo lugar, otro rasgo del texto que merece la pena destacar es la perspectiva jurídica que adopta en el tratamiento de los temas. Se trata, en consonancia con lo señalado antes, de una perspectiva más jurídico-política que jurídico-formal, juridicista. En la estela de su anterior trabajo No hay derecho(s). La ilegalidad del poder en tiempos de crisis (Barcelona, Icaria, 2011), Pisarello y Asens, conscientes de la función que el discurso jurídico desempeña a la hora de generar legitimación, persisten en su compromiso de disputar el terreno de la legalidad al poder. En efecto, un hilo común atraviesa los diferentes escritos que componen el libro: la tensión entre una legalidad autoritaria que oprime y una libertad garantista que trata de preservar espacios de autonomía. En su conjunto, supone una denuncia en toda regla, a partir de los principios más avanzados del constitucionalismo garantista y del Derecho Internacional, de la legislación de excepción que se ha ido desarrollando en los últimos años. Y tampoco esta aportación es desdeñable; antes al contrario, invita a una honda reflexión sobre el modo en el que 67 pensamos y concebimos el Derecho. El pensamiento emancipatorio ha transitado demasiadas veces al margen del Derecho y de sus posibilidades transformadoras. La tradición marxista, pese a que tuvo no poca influencia en la formación de algunos juristas, se ha caracterizado mayoritariamente por una concepción del Derecho como un obstáculo del progreso social y como un simple instrumento vinculado a la legitimación de la opresión. Libros como éste contribuyen a mostrar cómo el derecho y los derechos, desprendidos de su horma liberal, pueden ser útiles para generar los consensos necesarios para alcanzar la hegemonía social. Las palabras del prólogo escritas por la activista Ada Colau, portavoz de la PAH, resultan ilustrativas de este papel que puede desempeñar el derecho en las luchas sociales. Por último, también merece una mención aparte, aunque sea sucinta, la reflexión sobre la democracia que encierra el libro. En sus páginas se hallan buenos argumentos y un repertorio de ideas para combatir la concepción elitista de la democracia mostrando su endeblez y su problemática relación con los derechos civiles, políticos y sociales. Y dar esta batalla también es imprescindible para alcanzar las mayorías sociales suficientes con las que propiciar un cambio social. Frente a la pobre concepción de la democracia hoy predominante, Pisarello y Asens apuntan a una concepción mucho más robusta, que asume el conflicto, la protesta como dato positivo y no como problema que hay que erradicar. Sobre todo, claro es, cuando da voz a grupos marginados del espacio público que luchan por la expansión de los derechos de todos y las vías institucionales se hallan bloqueadas. En este sentido el capítulo conclusivo “Embridar a la bestia, radicalizar la democracia” constituye un texto antológico, que no tiene desperdicio. Xavier Pedrol Rovira 30/3/2014 Almudena Grandes Las tres bodas de Manolita Tusquets, Barcelona, 2014 Un nuevo episodio de Almudena Grandes 68 Esta tercera entrega de los "episodios de interminable" en que se ha embarcado a fondo la escritora en nada desdice, sino que acaso supera, la calidad literaria e histórica de los dos libros anteriores de la serie —hay que decir, para quien no los conozca, que pueden leerse cada uno con independencia de los demás y en cualquier orden, hasta ahora—. La capacidad para novelar de Almudena Grandes, a partir de hechos de la trágica vida real bajo aquel régimen canalla que hubo que sufrir, es, para este lector, tan alta como la de Galdós, y hasta ahora viene libre de los altibajos de los Episodios nacionales de este clásico. En los episodios de Almudena Grandes, que también serán un clásico, se aprecia muchísimo trabajo valioso, con la adopción de un punto de vista social que no desfallece en ningún momento. Se trata también de un libro escrito desde una gran sensibilidad, o desde una sensibilidad más universal que la masculina. Las tres bodas de Manolita devoran al lector, que difícilmente puede dejar de crecer como persona (como está de moda decir ahora) con su lectura, y es, al mismo tiempo, un libro que se devora, que difícilmente se puede abandonar; la lectura se convierte en seguida en inaplazable, como ocurre sólo con algunos de los grandes libros. La dolorosa crueldad de la materia narrativa no debe generar reticencias en el potencial lector: Almudena Grandes escribe desde la misma moral de resistencia de muchos de los personajes, creados a partir de la experiencia de personas reales que resistieron; esa admirable capacidad de empatía hace posible leer el libro con la esperanza y el ánimo que genera toda práctica de resistencia verdadera. J.R.C. 19/3/2014 Xavier Horcajo La pasta nostra 33 años de poder convergente en Cataluña 69 una Sekotia, Madrid, 2013 Este libro del periodista Xavier Horcajo viene a ser una especie de Who is who de la mafia político-económica catalana. Todos y cada uno de los miembros de la familia Pujol, así como Piqué Vidal, Planasdemunt, Prenafeta, Lao, de la Rosa, Pascual Estivill, Duran, Felip Puig, Alavedra o Millet son los protagonistas principales, junto a los cuales van desfilando los actores secundarios y los empresarios y directivos económicos implicados en las diversas telarañas de la trama. Al final del libro, un útil y extenso índice de los nombres citados. El texto es periodístico, y aparte de algunas anécdotas impagables, revela muy poco que un lector asiduo de la prensa no conozca ya. Pero los datos reunidos ofrecen una imagen de la corrupción local que salvo la sangre no tiene nada que envidiar a las mafias italianas. Una imagen también de su casi total impunidad. De paso, las cantidades astronómicas de los dineros que vienen y van resultan abrumadoras y pueden generar una depresión en el lector. El libro está, todo hay que decirlo, pésimamente escrito, hasta el punto de que no faltan las frases inconexas o sin sentido. Da la impresión de haber sido dictado o redactado a toda velocidad sin que nadie, ni el autor ni la casa editorial, se haya tomado la menor molestia para revisar la edición. Especialmente recomendable para militantes de las C.U.P. y secesionistas en general. J.R.C. 19/3/2014 70 En la pantalla Intervención de Julio Anguita en el campamento del 22-M 16/3/2014 Vídeo-debate: «Qué hacemos con el trabajo» Este martes, 25 de marzo, celebramos un nuevo debate del colectivo "Qué hacemos". Tras los anteriores sobre Competitividad, Banca Pública, Vivienda y Literatura, en esta ocasión analizaremos la realidad del mundo laboral hoy, y las propuestas para transformar las relaciones laborales y reconocer todas las formas de trabajo. Partimos del libro Qué hacemos con el trabajo, y en el debate participan: - Juan José Castillo, catedrático de Sociología y coordinador del libro - Begoña Marugán, adjunta a la Secretaría de la Mujer de CCOO (@Begoa46) - David G. Aristegui, coautor del libro (@Augusto_Ada) - Rodolfo Benito, presidente de la Fundación 1º de Mayo (@Rodolfo_Benito) Modera: Agustín Moreno, (@MorenoG_Agustin) miembro del colectivo 'Qué hacemos' También en el blog podéis ver los vídeos de los debates anteriores: Competitividad, Banca Pública, Vivienda y Literatura. Más información, en la web del colectivo. 25/3/2014 Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère Alma. Hija de la violencia Violencia guatelmateca. La otra cara de la moneda 2013 71 El documental web es un formato que permite complementar y enriquecer un relato princial con diferentes aportaciones visuales e informativas. Miguel Dewever-Plana e Isabelle Fougère lo emplean aquí para narrar el terrible testimonio de una joven que durante cinco años vivió y mató en el corazón de una las pandillas urbanas más violentas de Guatemala: los maras. Guatemala un país actualmente arrodillado por una guerra que no dice su nombre. Y Alma, una certera contraprogramación del relato habitual sobre la violencia en latinoamérica. Ofrece diversas versiones del asunto (la de la propaganda “gringa”, la del espectáculo morboso y la amarilla de un falso periodismo de investigación). Se ofrece así información alternativa a la habitual de las noticias y los documentales que emiten las diferentes televisiones, públicas y privadas. El documental viene acompañado de cuatro módulos interactivos que proporcionan información sobre el contexto y los factores clave de la violencia en Guatemala: “La historia y geografia del país”, “Maras”, “Violencia” y “Prevencion“. Miembro de la agencia VU’, Miquel Dewever se hizo fotógrafo en la década de 1990. Lleva quince años recorriendo Guatemala, donde realizó sus primeros reportajes sobre las poblaciones mayas (Mayas, Editorial Blume). Más tarde siguió de cerca las consecuencias del conflicto armado que desgarró al país, 72 acercándose a la guerrilla, compartiendo el día a día de los refugiados y recogiendo el testimonio de las familias de víctimas del genocidio maya por el ejército (La verdad bajo la tierra, Blume), con el cual recibió el premio “Fotoperiodismo y derechos humanos”. Desde 2007 Miquel Dewever-Plana fotografía y documenta la violencia endémica que golpea a Guatemala, la guerra de las pandillas y la corrupción generalizada. En 2008, conoce a Alma y decide ayudarla a realizar su confesión. Isabelle Foug¡ère es periodista y autora desde 1991. Sus reportajes sobre los derechos humanos, las mujeres, los inmigrantes o el desarrollo se publican con regularidad en la prensa francesa y extranjera (Géo, Marie-France, Figaro Magazine, Grazia, VSD, Photo magazine…). Entre 2001 y 2002 correalizó “Euroland”, una serie de documentales sobre Europa para la televisión italiana. Dos años más tarde, publicó Odyssée Moderne, voyage avec les migrants clandestins, du Sahara à la Grande Bleue (ed. Images en Manœuvres), a raíz de una travesía por el Sáhara junto a emigrantes africanos con rumbo a Europa. Hace tres años se unió al proyecto de Miquel de recoger la historia de Alma. Por Joaquim Dodero Curtani 24/3/2014 Chris Marker Le fond de l'air est rouge Francia, 1977 Le fond de l'air est rouge es una auténtica compilación de imágenes, memoria y testamento de toda una época, desde Vietnam y Mayo del 68 al golpe de Pinochet. El gran acopio de material, propio y ajeno, sobre las aspiraciones de los movimientos internacionales de 73 la izquierda, daría lugar a esta película, sin duda una de las obras fundamentales de Marker. Es, además, un ensayo sobre el poder de las imágenes y un esfuerzo por ponerlas a salvo del olvido. Las voces en off, sirven para restituir a la historia su carácter diverso y plantear, una vez más, la desmitificación de la pretendida objetividad del documental. El filme se divide en dos partes, tituladas Las manos frágiles y Las manos cortadas, que pueden visionarse en su totalidad en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/playlist?list=PL569B554C9AC4DC47. 15/3/2014 74 ...Y la lírica José Hierro Con las piedras, con el viento... Con las piedras, con el viento hablo de mi reino. Mi reino vivirá mientras estén verdes mis recuerdos. Cómo se pueden venir nuestras murallas al suelo. Cómo se puede no hablar de todo aquello. El viento no escucha. No escuchan las piedras, pero hay que hablar, comunicar, con las piedras, con el viento. Hay que no sentirse solo. Compañía presta el eco. El atormentado grita su amargura en el desierto. Hay que desendemoniarse, liberarse de su peso. Quien no responde, parece que nos entiende, con las piedras, con el viento. Se exprime así el alma. Así se libra de su veneno. Descansa, comunicando con las piedras, con el viento. 30/3/2014 75 De otras fuentes Rafael Poch El Kaganato de Kíev y otras historias Ucrania se desliza hacia el caos El Kaganato de Kíev Hay tres países que son vistos como obstáculo para el dominio mundial en Washington: China, Rusia e Irán. Estados Unidos salta de uno a otro, un día rodeando y agobiando militarmente a China y anunciando que su potencia militar se traslada hacia Oriente; otro rondando a Irán y pasando de la amenaza militar a la negociación y otro desestabilizando Europa por la vía de azuzar al oso ruso. La política exterior que provocó la muerte de varios centenares de miles en Irak para colocar a un régimen pro iraní en Bagdad, y que ha propiciado con dinero y armas del Golfo (los padrinos de Al Qaeda) la guerra civil en Siria, ha instalado en Kíev el actual “Kaganato”. El concepto es del analista brasileño Pepe Escobar, y se basa en el nombre de Robert Kagan un quimérico ideólogo neocón, vinculado a las anteriores chapuzas. Kagan está casado con Victoria Nuland, la vicesecretaria de Estado y “estratega” del cambio de régimen de Kíev. Asistida por sus peones polacos y con la obtusa aquiescencia alemana, Nuland ha puesto por fin a sus hombres en el gobierno de Kíev, los mismos que mencionaba el 25 de enero en una conversación telefónica grabada de la que trascendió aquel magnífico “¡Fuck the EU!”. El deseo de forzar el ingreso de Ucrania en la OTAN y de extender las bases americanas hacia las mismas barbas de Rusia, han acabado con un zarpazo del oso moscovita. El resultado; un claro peligro de guerra civil en Ucrania, la anexión de Crimea con violación de la integridad territorial ucraniana, y una inusitada tensión con Rusia. El Kaganato de Kíev es, hablando en plata, una gran cagada, dice Escobar. Mientras tanto la prensa occidental continúa ignorando el asunto y presentándolo como una mera maldad del “incendiario” Vladímir Putin. Audrius Butkevicius En 1990 un joven fisioterapeuta de 31 años llamado Audrius Butkévicius fue nombrado por el gobierno lituano, “Director del Departamento de Defensa del país”, una especie de ministro de defensa. Butkévicius se graduó en la “Institución Albert Einstein” dirigida por un gurú norteamericano llamado Gene Sharp especializado en la “resistencia no violenta”. Los libros y enseñanzas de Sharp fueron aplicados por Butkévicius en Lituania y más tarde por organizaciones como Kmara (Georgia) Porá (Ucrania), KelKel (Kirguizia) o Zubr (Bielorrusia) en diversas “revoluciones coloreadas”. 76 En 1991 Lituania mantenía un pulso muy serio para lograr su independencia de la URSS. Se esperaban medidas de fuerza de parte de Moscú. Era la lucha entre David y Goliat. “Decidí no crear un pequeño ejército, sino usar la guerra sicológica”, explica Butkevicius años después. “Sabíamos bastante bien lo que el adversario iba a hacer y les estropeamos todo el escenario” (entrevista en Youtube, enero de 2013). ”Las ideas tradicionales de defensa no iban a funcionar”, decía en otoño de 1990. “Vamos a crear un grupo paramilitar de unos 500 hombres capaz de responder rápidamente a las crisis y varias unidades entrenadas en la guerra sicológica”. (Boletin del Instituto Einstein, otoño de 1990). En Lituania había un genuino movimiento nacional popular. Moscú jugó movilizando a la minoría rusa. Quería provocar enfrentamientos y a continuación intervenir militarmente como “mediador”. Fue así como se llegó al “domingo sangriento”, el 13 de enero de 1991. La tropa rusa llegó a la torre de la televisión para desalojarla, pero la ciudadanía bloqueó el lugar. Entonces actuaron francotiradores. Más de una docena de personas murieron por impactos de armas de fuego y muchos más fueron heridos. Les tirotearon desde las azoteas y los balcones de los edificios circundantes. ¿Quién tiroteó a la multitud? “Mis hombres no estaban estacionados allí”, “La tropa especial 77 del KGB no llevaba munición real en sus armas, solo en los bolsillos como reserva, nuestro objetivo era entrar en la sede de la televisión”, explica el jefe del operativo ruso, Mijail Golovatov (en Die Presse, 3 de septiembre de 2011). Inmediatamente después de los hechos todo eso ya se dijo, pero ¿quién iba a creer que Goliat no disparó contra David y que aquello no había sido una “masacre del KGB? Hubo que esperar más de diez años para que el propio Butkevicius explicara que fueron sus hombres, armados con fusiles de caza, quienes dispararon a la muchedumbre desde las azoteas. Lo dijo en una entrevista con la revista “Obzor” publicada en el 2000: “No puedo justificar mi acción ante los familiares de las víctimas, pero sí ante la historia, porque aquellos muertos infligieron un doble golpe violento contra dos bastiones esenciales del poder soviético: el ejército y el KGB. Así fue como los desacreditamos. Lo digo claramente: fui yo el que planeó todo lo que ocurrió. Había trabajado bastante tiempo en la Institución Albert Einstein con el profesor Gene Sharp, que entonces se ocupaba de lo que se definía como “defensa civil”, en otras palabras la guerra sicológica. Sí, yo programé la manera de poner en dificultades al ejército ruso, en una situación tan incómoda que obligara a cada oficial ruso a avergonzarse. Fue guerra sicológica. En aquel conflicto no habíamos podido vencer con el uso de la fuerza, eso lo teníamos muy claro, por eso trasladé la batalla a otro plano, el del enfrentamiento sicológico, y vencí”. “De otra manera habría muerto mucha más gente, en esa situación solo murieron los que murieron”, dice Butkevicius en el video de enero de 2013. A la vista de lo que ha pasado en Kíev, con más de veinte muertos a manos de francotiradores el día 20 de febrero, la jornada que precipitó el acceso al poder del actual gobierno prooccidental, la pregunta sobre quién fue el Butkevicius de Kíev no es ninguna tontería. Hay que observar quién no quiere investigar aquellos hechos, además de reflexionar sobre a quién han beneficiado. Perspectiva de caza de brujas en el Este y de caos en Kíev El nuevo régimen de Kíev ha empezado la caza de “separatistas” en el Este y el Sur de Ucrania, donde su legitimidad es más discutida. En Járkov el martes encarcelaron al ex gobernador Mijail Dubkin, un político con gancho que acababa de anunciar que se presentaría a las presidenciales. Reinat Ajmetov, el hombre más rico de Ucrania que ha estado intentando mantener el equilibrio entre los dos bandos en esta crisis, ha dicho que el encarcelamiento de Dubkin (entretanto sometido a arresto domiciliario) “desestabiliza la situación en el Este del país”. Hay muchas más detenciones de opositores del nuevo gobierno acusados de ser “agentes de Rusia”. Las detenciones corren a 78 cargo de grupos bastante inquietantes. Hay que recordar que tanto la Fiscalía General (su jefe es Oleg Majnitski, de “Svoboda”), como el Consejo de Seguridad Nacional (su jefe es Andri Parubi controlando los ministerios del Interior, Defensa y servicios secretos) están en manos de ultraderechistas, lo que ofrece un pésimo pronóstico. Parubi, que ha anunciado una movilización de reservistas que todo el mundo ha ignorado, es señalado desde Moscú como el responsable de la matanza con francotiradores realizada —dicen— desde la sede de la filarmónica y el hotel Ukraina. Este nuevo hombre fuerte de los ministerios armados del kaganato, fue fundador en los noventa de un partido nazi y quiere integrar a los “grupos de autodefensa” del Maidán en las filas de una nueva “guardia nacional”. Parubi también dice que “Rusia se ha gastado mucho dinero en movilizar agitadores en las regiones de Lugansk, Donetsk, Odesa y Jerson”, lo que es perfectamente plausible. “Svoboda”, el partido ultra que tiene más de media docena de puestos importantes en el gobierno, fue condenado por el Parlamento Europeo en una resolución del 13 de diciembre de 2012 que denunciaba sus, “presupuestos racistas, antisemitas y xenófobos contrarios a los valores fundamentales de la Unión Europea”. Ahora que están en el gobierno, han dejado de ser objeto de preocupación en Bruselas. En Kíev bandas paramilitares han asaltado esta semana por lo menos una fiscalía de barrio (la de Kiv-Sviatoshinski), atracado un banco y atacado un autobús de adversarios del Maidán. El martes, en el Maidán, hubo tiroteos nocturnos, con uso de pistolas “makarov” y subfusiles, entre diversas “centurias” que siguen guardando la plaza, incluida el Pravy Sektor. Los medios de comunicación ucranianos no han informado. Le pregunto a un intelectual local no nacionalista si se siente amenazado y su respuesta es “todavía no”. Todo indica que el descontrol de esos grupos, liberados para el ajuste de cuentas, secuestros, incendios de casas de adversarios (todo eso ya ha ocurrido en Kíev), puede ir a más. El peligro de la extrema derecha no se reduce al gobierno de Kíev. El líder prorruso de la autonomía de Crimea es lo más parecido a un bandido y las bandas acorazadas (porra, casco y escudo) adversas al gobierno de Kíev que se han visto en Odesa, Jarkov o Donetsk, no se diferencian gran cosa de las de Kíev. El reclamo electoral que se agita en Crimea —y desde la propaganda rusa— del pulso entre la esvástica y la tricolor rusa, es manifiestamente grotesco: entre quienes gritan “el fascismo no pasará” hay mucha gente que merece una caracterización muy parecida. El peligro ruso y el nacionalismo ucraniano Los nacionalismos se forjan en el contraste con lo exterior, en reacción ante 79 peligros y amenazas exteriores. Invadiendo Crimea, Putin ha ofrecido a la nación ucraniana —que es una obra en construcción— una de esas situaciones formativas para la conciencia nacional. Eso afecta sobre todo a las regiones de Ucrania más favorables a Rusia, donde mi impresión es que la anexión de Crimea se observa con desagrado. Esa paradoja tiene una explicación muy sencilla: la ideología con la que Rusia ha entrado en Crimea es el nacionalismo ruso y con eso no se conquista el corazón de los ucranianos, sino más bien al contrario se fortalece su reacción y su conciencia nacional. Y el nacionalismo ruso es la única ideología del actual régimen ruso. No hay otra. Con esa ideología, Moscú nunca podrá consolidar su entorno ni siquiera entre sus aliados más próximos. No ya en Ucrania, sino en Bielorrusia y en Kazajstán, se asiste con extrema preocupación a la anexión de Crimea. Como los crimeanos, los bielorrusos son “casi rusos” y alrededor de la mitad de la población de Kazajstán es rusa. ¿Quién les garantiza que Moscú no invoque algún día la fuerza mayor para justificar otras anexiones? Este es el plan que el vicealmirante Igor Kabanenko, ex representante y consejero de la misión ucraniana ante la OTAN y actual vicejefe del Estado Mayor del Ejército de Ucrania ha atribuido a Rusia esta semana: “Tras la rápida anexión de Crimea, avance del vigésimo ejército ruso hacia Donetsk, el tercer ejército hacia Lugansk y la división 106 hacia Kíev. Desde Crimea incursión hacia Odesa, con uso de las fuerzas de Pridniestrovia por el otro lado. En cinco o seis días se crea un pasillo Lugansk-Donetsk-Odesa-Tiraspol”. Es decir, para quienes no estén familiarizados con el mapa: tomar todo el sur y el Este de Ucrania, privando a ese país de toda su salida al mar y convirtiéndola en una nación continental desprovista de toda significancia geopolítica. Este escenario es, naturalmente propagandístico. El Kremlin no está loco. Kabanenko lo baraja para la semana que viene. Pero a largo plazo es otra cuestión. Hay pocas dudas de que en condiciones normales una invasión en toda regla de Ucrania por tropas rusas cuya ideología ya no es la que acabó triunfando a principios del siglo XX sobre este mismo terreno (la “druzhba narodov”, la amistad entre los pueblos, el internacionalismo y la revolución social), sino un nacionalismo ruso prepotente y dominante, fortalecería una genuina lucha de liberación nacional ucraniana, pero mucho depende del nivel de caos que se cree en la región en los próximos meses. ¿Un Maidán social en el Este de Ucrania? Se puede discutir si la economía ucraniana ya está en quiebra o al borde de la 80 quiebra. En cualquier caso, su estado es ruinoso. El nuevo gobierno quiere aplicar medidas económicas drásticas en línea con las recetas occidentales. Si es así, eso destruirá la industria ucraniana, concentrada en el Este del país y con enorme vínculo con Rusia (esa fue la principal razón del rechazo de Yanukovich al acuerdo “Asociación Oriental” que le proponía Bruselas). ¿Cuánto tiempo podrá mantenerse un gobierno que aumente drásticamente los gastos de vivienda, corte las subvenciones energéticas y recorte salarios y pensiones que ya hoy no alcanzan apenas para sobrevivir? El nivel de caos generado en los próximos meses por el kaganato de Kiev, con su ideología nacionalista y sus padrinos occidentales —que si no han realizado un “plan Marshall” para el sur de Europa, aun menos lo harán para Ucrania— puede ser considerable. Es ahí donde hay que volver a escuchar la conferencia de prensa de Putin el pasado 4 de marzo, en la que se dijo que Rusia no quiere anexionarse nada si no es necesario: “Rusia”, dijo Putin, “no se quedará al margen si se comienza a perseguir a la población rusoparlante”. Pero si esta arriesgada jugada le sale mal a Putin, entonces habrá que pensar en un Maidán moscovita y en el escenario 1905 ya evocado desde estas páginas. La intervención, el pasado domingo, del magnate ruso Mijail Jodorkovski —el hombre que Occidente quiere para Rusia—, explicando a la multitud en Kíev que “hay otra Rusia”, es muy sintomática. Smuta Ucrania se desliza hacia lo que en esa parte del mundo se conoce como “Smuta”. Es un concepto de la historia rusa que designa la “turbulenta época” (“smutnoye vremia”) de finales del XVI y principios del XVII, pero muchos autores hacen un uso más amplio del concepto y caracterizan como “smuta” el principio del siglo XX y la Revolución de 1917 seguida de guerra civil (la “Krásnaya Smuta” de Vladimir Buldakov, por ejemplo), e incluso se refieren periodísticamente a la disolución de la URSS (1991), como una “smuta” de fin de siglo. Antídotos: un gobierno representativo de todas las regiones del país, una declaración de neutralidad de Ucrania (estatuto finlandés) y un reconocimiento de la soberanía e integridad territorial ucraniana a todos los efectos por parte de Euroatlántida y de Rusia. Por desgracia es poco probable que el kaganato occidental de Kíev y sus irresponsables padrinos que han llevado las cosas hasta este punto, abran vía a eso. Hasta personajes tan peculiares como Henry Kissinger advierten de que, “cualquier intento de una parte de Ucrania por dominar a la otra conduce a largo plazo a una guerra civil o a una división. Tratar a Ucrania como un capítulo de la confrontación Este/Oeste destruirá para décadas cualquier posibilidad de integrar a Rusia y Occidente, sobre todo a Rusia y a Europa, en 81 un sistema internacional cooperativo”. [Fuente: Diario de Berlín] 13/3/2014 Antoni Aguiló Otras democracias son posibles: la Comuna de París Acaban de cumplirse 143 años de la proclamación de la Comuna de París, una de las experiencias de democracia obrera participativa más iluminadoras de la historia contemporánea de Occidente, pero también, y al mismo tiempo, una de las más trágicas que se han conocido. Al final de la guerra franco-prusiana, con una Francia derrotada, su primer ministro, Adolphe Thiers, advirtió la importancia de desarmar inmediatamente París para imponer el humillante armisticio firmado con Prusia. El 18 de marzo de 1871, bajo el pretexto de que las armas eran propiedad del Estado, Thiers ordenó al ejército la retirada de los cañones que la Guardia Nacional tenía en las colinas Montmartre. Entonces una multitud indignada de mujeres y hombres de clase trabajadora se opuso al desarme, que dejaría indefensa la ciudad. Una parte de las tropas enviadas por el Gobierno se negó a disparar contra la gente y muchos de los soldados acabaron confraternizando con el movimiento de resistencia, que se alzaba en armas contra la Asamblea Nacional, desencadenando un proceso revolucionario que enfrentaba al proletariado parisino con la gran clase de terratenientes, rentistas y campesinos ricos que dominaba la Asamblea francesa. Tras el intento fallido de desarme, el gabinete de Thiers huyó a Versalles. Los sublevados instituyeron un gobierno municipal provisional que después de las elecciones del 26 de marzo se transformó en la Comuna de París. Se constituía, así, una alcaldía rebelde de fuerte base obrera. El ejemplo de París se extendió por otras ciudades y pueblos provinciales, como Lyon y Marsella, donde se proclamaron comunas insurgentes rápidamente aplastadas por Versalles. Más allá de sus tropiezos, la Comuna de París nos legó uno de los ejercicios de construcción de poder popular desde abajo más relevantes de la historia reciente. ¿Qué aprendizajes de la Comuna en materia de democracia pueden contribuir a iluminar las actuales luchas por democracias reales? ¿En qué medida estas luchas pasan por una práctica política revolucionaria que amplíe el poder efectivo de las clases populares y otros colectivos históricamente 82 afectados por la discriminación? A mi juicio, como embrión de democracia revolucionaria, la Comuna de París proporciona algunas enseñanzas clave que abren caminos poco explorados para el avance de democracias al servicio de la emancipación social: Democracia de base: la pretensión era la creación de un Estado desde la base formado por autogobiernos municipales federados entre sí con un gobierno central con escasas funciones de coordinación. Un Estado nuevo que contribuyera a deshacer la relación entre gobernantes y gobernados, donde obtener mejores condiciones de vida y trabajo, en el que la gente se sintiera reconocida y que estuviera dispuesta a defender. Democracia obrera de inspiración socialista. Los comuneros eran conscientes de la necesidad de romper con las viejas formas de dominación política (el parlamentarismo liberal y el Estado capitalista burgués), lo que los llevó a experimentar formas alternativas de política y sociedad. Aunque la Comuna no acabó con el Estado capitalista, su gran mérito fue arrebatar completamente su control a la burguesía, transformándolo en un organismo nuevo que permitía el acceso al poder a quienes tradicionalmente habían sido apartados de él. Ya no era el gobierno de las clases elitistas dominantes, sino de las mayorías populares no representadas, los obreros, cuya bandera roja, símbolo de la fraternidad internacional de los trabajadores, ondeaba por primera vez en la sede del Gobierno, el Hôtel de Ville. En este punto adquiere especial relevancia el componente socialista de la Comuna, presente en el tipo de democracia que estableció: una democracia no meramente formal, sino sustantiva, participativa, que combinaba democracia representativa con democracia directa. Una democracia que representaba un proceso más allá de la toma coyuntural del poder, ya que aspiraba a sustituir el aparato burgués del Estado por otro en correspondencia con los intereses de la clase trabajadora. En otras palabras, la democracia obrera de la Comuna permitió la inversión del poder, desplazando el poder político clasista y elitista acaparado por propietarios para poner en manos de la clase trabajadora la capacidad efectiva de deliberar, decidir y organizar la sociedad. La democracia de la Comuna se articulaba en torno a cinco principios: 1) elección por sufragio universal de todos los funcionarios públicos. 2) Limitación del salario de los miembros y funcionarios comunales, que no podía exceder el salario medio de un obrero cualificado, y en ningún caso superar los 6.000 francos anuales. 3) Los representantes políticos estaban umbilicalmente ligados a los electores por delegación y mandato imperativo. 4) Cualquier representante podía perder la confianza de los electores y ser depuesto de inmediato; de ahí que la Comuna instituyera la revocabilidad del 83 mandato, acabando con la perversidad de un sistema representativo liberal que, como en la actualidad, permitía suplantar la voluntad de los representados y promovía la profesionalización de la política. La Comuna se cuidó, de este modo, de hacer un uso contrahegemónico de la democracia representativa en el que los representantes obedeciesen y no, a diferencia de lo que ocurre hoy, donde los que mandan no obedecen y los que obedecen no mandan. Este tipo de democracia representativa consagraba el derecho popular a pedir cuentas, exigir responsabilidades y controlar a los representantes, lo que asestó un duro golpe a la aún tan en boga comprensión parasitaria de la política, vista como un trampolín para obtener privilegios, hacer carrera profesional y olvidarse del electorado. 5) Transferencia de tareas del Estado a los trabajadores organizados, como la promoción de la autogestión obrera mediante la socialización de las fábricas abandonadas por los patrones. Nuevas medidas emancipadoras. Las iniciativas para socializar el poder político no fueron las únicas. También se acompañaron de atrevidas medidas de carácter social, entre las que cabe destacar la separación entre la Iglesia y el Estado, garantizando el carácter laico, obligatorio y gratuito de la educación pública; la expropiación de los bienes de las iglesias; la supresión del servicio militar obligatorio; la aprobación de una moratoria sobre los alquileres de vivienda que abolía las anteriores leyes en esta materia, confiscaba las viviendas vacías y cancelaba las deudas por alquiler, poniendo la vivienda al servicio de las necesidades sociales y el bienestar general; la supresión del trabajo nocturno en las panaderías y la prohibición de la práctica patronal de multar a los empleados, una estrategia habitual para reducirles el salario. Sin embargo, la burguesía francesa no permitió que el nuevo sistema político prosperase. Con la colaboración de las tropas prusianas que cercaban París, el gobierno de Versalles envió más de 130.000 soldados que el 28 de mayo de 1871, tras 72 días intensos y fugaces de autogobierno popular, aniquilaron la Comuna. Se estima que en la batalla murieron más de 20.000 parisinos y que unos 43.000 combatientes fueron capturados; unos 13.000 fueron condenados a prisión, 7.000 de los cuales fueron deportados a Nueva Caledonia. La Comuna de París representa no sólo la última de las grandes revoluciones populares del siglo XIX, sino también el primero de los democraticidios de la era moderna, algo apenas mencionado en la historia “oficial” de la democracia. Lamentablemente, hoy también son tiempos de democraticidio, de exterminio de saberes y prácticas democráticas. El capitalismo ha fulminado la democracia representativa en buena parte de Europa, donde los Parlamentos y las elecciones, como en Italia, son prescindibles. Pero también son, entre otras cosas, tiempos de experimentalismo político, de grietas 84 abiertas en el poder constituido, de protestas populares, de organización colectiva y de luchas por un poder popular constituyente que, como nos recuerda la Comuna de París, nace en las calles como exigencia de cambio de las viejas estructuras políticas y económicas que oprimen a la gente y coartan la construcción de otras democracias posibles. [Fuente: Público. Antoni Aguiló es profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra] 18/3/2014 Ignacio Sánchez-Cuenca Contra el europeísmo elitista Las elecciones europeas se acercan y los partidos políticos sacan su artillería pesada contra aquellos pocos que dejan oír su voz crítica con la deriva de la Unión Europea (UE) durante la crisis. Vuelven las consignas de siempre: “Fuera de Europa hace mucho frío”, “España no tiene futuro al margen de Europa”, etc., etc., etc. Y vuelven también los epítetos que se dedican a todos aquellos que no comparten la tradicional lírica europea: son “populistas”, “nacionalistas” y / o “xenófobos”. Esta reacción despectiva resulta muy decepcionante, a la vez que revela la ausencia de un proyecto europeo mínimamente atractivo e ilusionante con el que atraer a la ciudadanía. Hay razones sobradas para emitir un juicio duro sobre la forma en la que las instituciones europeas, con la Comisión y el Banco Central Europeo a la cabeza, han gestionado la crisis. Especialmente si dicho juicio se emite desde los países más endeudados con el exterior, es decir, los países del sur, que han sido sometidos a una “terapia de caballo” (la de la austeridad) que ha hundido aún más sus economías, ha debilitado fatalmente sus frágiles Estados del bienestar y ha generado pobreza y desigualdad. Hoy día, en el sur de Europa, a la UE la defienden principalmente las élites, es decir, las personas con mayores recursos económicos y mayor formación. Gente con alta cualificación, con idiomas, que viaja con frecuencia, ya sean empresarios, políticos, financieros, profesores de universidad o profesionales más en general. Son quienes más ganan con la globalización y con la integración europea. Son también quienes menos han sentido la crisis en su vida diaria. En el pasado, antes de la crisis, era distinto: había una coincidencia entre el 85 discurso de las élites y las actitudes y preferencias de la opinión pública. España, durante muchos años, fue uno de los países más fervorosamente partidario de la integración europea. Sin embargo, con la llegada de la gran recesión, el europeísmo se ha hundido en los países del sur. En el siguiente gráfico, elaborado con datos del Eurobarómetro, muestro la evolución tan distinta que ha tenido la confianza en el Parlamento europeo en dos bloque de países. Por un lado, los cuatro países del Sur, fuertemente endeudados con el exterior y víctimas de las políticas de austeridad (España, Portugal, Italia y Grecia); por otro, los cuatro países del Norte más partidarios de la austeridad y la disciplina fiscal a ultranza (Alemania, Austria, Finlandia y Holanda). Como cabía esperar, la caída ha sido mucho más pronunciada en el bloque del Sur que en el del Norte. En los países del Sur, la confianza en el Parlamento europeo ha bajado en casi cincuenta puntos (algo insólito), mientras que en los del Norte la bajada no ha llegado a los 25 puntos. 86 La caída del bloque del Sur no parece afectar a las élites políticas, económicas e intelectuales de estos países. Se ha producido una desconexión entre estas élites y las sociedades de las que proceden. Mantienen un discurso que podía tener sentido antes de la crisis, pero que ya no encuentra eco en la ciudadanía. Es como si vivieran en un mundo distinto. Siguen instalados en el discurso de que la clave de nuestro futuro radica en la profundización de la unión económica y política entre los países europeos, tal y como se refleja en el ortegajo de que “España es el problema y Europa la solución”. La gente, sin embargo, se ha desengañado y entiende que si España es un problema, Europa, en estos momentos, es otro, tan o más grave como el nacional. Por supuesto, hay muchos europeístas que admiten que algo ha fallado en el plano europeo durante la crisis. Pero su solución siempre consiste en reclamar “más Europa”, sin aclarar nunca cómo se va a conseguir la mayor integración económica y política que demandan. Quien dice “más Europa” dice igualmente “otra Europa”. Sin embargo, en una UE fragmentada, con un fuerte conflicto de intereses entrelos países deudores y los acreedores, ¿cómo se consigue “más Europa”? Y, más importante todavía, si no se logra “más Europa” en un plazo razonable de tiempo, ¿qué alternativa ofrecen las elites europeístas? ¿No se dan cuenta de que el sueño europeísta se ha transformado en una pesadilla para grandes capas de la población en proceso de empobrecimiento? ¿Cuánto podemos aguantar en la situación actual, mientras esperamos que lleguen las ansiadas reformas en forma de unión bancaria, unión fiscal, eurobonos, etc.? Y si estas reformas finalmente no se materializan, ¿qué hacemos? ¿Aceptar resignadamente el hundimiento del país? Paradójicamente, lo que en mayor medida retrasa la consecución de muchos de los logros que se asocian a “más Europa” es la actitud sumisa de las élites europeístas del Sur. Mientras los países del Sur no defiendan conjuntamente sus intereses en la UE, los países del Norte mantendrán las actuales políticas, que tanto les benefician. Solo si hay una amenaza creíble de ruptura por parte de los países más afectados por la austeridad podrá abrirse un espacio para la negociación y el cambio a favor de una Europa más integrada y, por tanto, más solidaria. Con otras palabras, la mejor manera de defender en estos momentos un cambio profundo en la arquitectura institucional del área euro pasa por abandonar de una vez el europeísmo acrítico de las élites del Sur. El cambio sólo será posible si los países del Norte perciben algún coste asociado al mantenimiento del statu quo. De momento, las loas de “más Europa” no han conseguido poner nervioso a nadie en los centros de poder de la UE. 87 [Fuente: infoLibre] 18/3/2014 Antonio Turiel El colapso de la producción Queridos lectores, El perturbador artículo de Gail Tverberg sobre la actual tendencia de las grandes compañías petroleras a desinvertir en el llamado upstream, es decir, en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos (encontrarán su traducción al castellano aquí) lleva a una profunda reflexión sobre el futuro inmediato de nuestra sociedad. En el momento más crítico de la crisis energética las compañías petroleras lanzan la toalla. No es ninguna sorpresa. Hace cuatro años, en este mismo blog, explicábamos como algunas de estas compañías estaban abandonando la inversión en upstream. El espejismo del fracking (sobre todo en la busca del petróleo ligero de roca compacta, LTO por sus siglas en inglés) ha sido el último intento de continuar en el negocio. Como decía recientemente un analista del mundo del petróleo, EE.UU. tenía la necesidad de buscar un recurso por explotar porque no podía permitirse el lujo de dejar a la industria de explotación de hidrocarburos más potente del mundo sin trabajo, ya que las consecuencias sociales y económicas serían inasumibles. Así pues, se inventaron el milagro del fracking y con esta quimera han mantenido la ilusión de que se podía seguir adelante por el mismo camino durante estos cuatro años; gracias a las arenas bituminosas de Canadá, a los petróleos extrapesados de Venezuela y al LTO la producción de petróleo ha podido mantenerse estable en torno a los 76 millones de barriles diarios (Mb/d) desde hace tres años, y la de todos los líquidos del petróleo (incluyendo los líquidos del gas natural, PG en las gráficas que siguen) en torno a los 90 Mb/d, como muestran las siguientes gráficas de Telecomunista (encomiable su trabajo, que desde aquí felicito) que he tomado de un hilo de Burbuja.info: 88 Sin embargo las mismas gráficas muestran que el petróleo convencional, después de una larga meseta de producción de poco más de 70 Mb/d de media al año que comenzó hacia 2004, y con fuertes subidas y bajadas siguiendo el ciclo económico, parece haber comenzado ya su inexorable descenso. No es nada nuevo: la meseta de producción ya sale en el informe de 2010 de la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés; las otras siglas de las gráficas, EIA, corresponden a la Administración de Información sobre Energía del Departamento de Energía de los EE.UU.; observen que la Agencia Internacional de la Energía tiende a ser un poco más optimista que la EIA), y en el informe de 2012 se reconoce el inicio del declive del petróleo convencional. Peor aún, como ya explicamos al analizar el informe de 2013 la Agencia Internacional de la Energía avisa de que si no se producen las inversiones a tiempo la producción de petróleo puede caer rapidísimamente, ocasionando serios problemas. 89 ¿Y cuál es la reacción a este aviso? Comienza a ser evidente hasta para el mundo de los negocios que el LTO de fracking está llegando a su final y ésta era la última apuesta. Ya está. No hay nada más; realmente nos hemos quedado sin opciones. Por supuesto que continuará la repetición absurda de los mismos memes, las mismas quimeras (los hidratos de gas un día, las pizarras bituminosas otro, el petróleo Ártico o incluso Antártico, los yacimientos pre-sal de Brasil, sus contrapartes en la otra orilla del Atlántico... lo mismo que lleva diciéndose durante un par de décadas o más) mientras otros sueñan que las renovables nos sacarán del hoyo (cosa poca verosímil a la luz de los problemas que discutimos en la serie de posts "Los límites de las renovables"), o con los reactores nucleares de fusión (que probablemente no serán viables nunca, ya sea por la vía ITER o por confinamiento inercial ¡cuidado con las falseadas notas de prensa!), o los de 4ª Generación (sobre los que se experimenta desde hace 70 años sin que se resuelvan los problemas críticos que los aquejan) o con el uso del gas natural para automoción (que requeriría una inversión ingente no para la motorización sino para la distribución, cuando el pico del gas también está a la vuelta de la esquina), o con cualquier otra distracción que parezca que tenga algo que ver con la energía (ya sean tecnologías para baterías, el grafeno, el magnesio, o concentradores de energía infrarroja). El caso es que las petroleras están exahustas, como se explicaba en el post precedente, y han comenzando una agresiva política de desinversión (vean, 90 por ejemplo, esta presentación de Shell que resume sus resultados de 2013 y sus estrategias para 2014). En el post de Gail Tverberg se mostraba la gráfica de Steve Kopits que sintetiza la previsión de descenso de la inversión de las compañías multinacionales: En el gráfico de arriba, la línea gris horizontal representa la inversión en bienes de capital de las petroleras privadas que se preveía hace bien poco, en octubre del año pasado, hace apenas 6 meses; la línea gris declinante, la revisión que se hizo ese mismo mes; la línea negra de trazos, la previsión actual; y la roja de puntos la que indican las últimas declaraciones de las compañías multinacionales: una caída total de alrededor de un 30% en sólo un año. Piensen que en realidad para mantener el statu quo la inversión en bienes de equipo tendría que ir creciendo con el tiempo, puesto que los recursos que van quedando son cada vez peores y requieren mayor esfuerzo, así que una caída de un 30% en la inversión anticipa una caída mucho mayor en la nueva producción, y no olviden que los campos actualmente en producción ya caen un 6% anual (según reconocía en noviembre la propia 91 Agencia Internacional de la Energía). Algún avispado especialista en energía se ha precipitado ya a decir que aquí no pasa nada, que la desinversión es fruto de un ciclo de sobreeinversión. Esta interpretación tiene un fallo fundamental, como destacaba el otro día Juan Carlos Barba: cuando se produce un exceso de inversión en una actividad productiva (porque los inversores ven un buen negocio y lo hacen crecer demasiado rápido) la producción sube mucho, más de lo que el mercado pide en realidad, y por tanto al final el precio cae; en ese momento los inversores salen del negocio y cae la inversión hasta que la cosa se estabiliza. Sin embargo, aquí lo que pasa es que mientras la inversión subía y subía la producción ha caído y el precio se ha mantenido. Por tanto, la ramplona explicación de que se trata de un habitual ciclo de sobreinversión no se sostiene. No se preocupen: seguro que nuestros analistas económicos de cabecera ya encontrarán alguna alambicada explicación alternativa para justificar sus apriorismos; lo que sea antes que aceptar que el peak oil ya está aquí porque el peak oil era esto en realidad, 92 que simplemente es a esto a lo que huele el peak oil. Ciertamente estamos hablando de la desinversión de las compañías privadas y éstas sólo cubren un tercio del mercado mundial del petróleo, pero las compañías nacionales que suministran los otros dos tercios necesitan de las multinacionales para relanzar su propia producción, ya que están en pérdidas más que significativas (por ejemplo la mexicana Pemex o la noruega Statoil, pero es un fenómeno generalizado - fíjense en esta curiosa noticia sobre Arabia Saudita). Y la receta para salir de este atolladero, la misma que se repite machaconamente en todos los países con problemas de producción de petróleo ya sea México, Venezuela, Brasil, Argentina, Bahréin, Libia, Irán o Noruega, es abrirse a la inversión extranjera. Sin embargo, ¿quién entrará a invertir en esta plétora de nuevas y dudosas oportunidades? Los inversores naturales serían las grandes multinacionales del petróleo, pero justo éstas están huyendo de los yacimientos de dudosa rentabilidad y centrándose en los beneficios y en arrojar dividendos, en ir aumentando su rentabilidad aunque sea a costa de ir disminuyendo su tamaño. Peor aún: éstas se están deshaciendo de sus activos más dudosos. Tantos yacimientos a la venta por un lado junto con tantos países buscando inversión para sus explotaciones nacionales por el otro forman un exceso de oferta que proyecta más dudas sobre la rentabilidad y ahuyenta a los demás potenciales inversores. Es por tanto obvio que los problemas de las multinacionales del petróleo van a causar una fuerte caída de la inversión en petróleo a escala mundial tanto en el sector privado como en el público. La consecuencia más directa de todo esto a corto plazo es que no habrá un cuarto ciclo de inversión como se aventuraba en el post de mi compañero Antonio García-Olivares: como la sociedad no puede tolerar precios más altos, las compañías no pueden adentrarse en la explotación de los recursos más caros. Por tanto, si no cambia la tendencia actual de desinversión no va a haber una meseta de producción de petróleo hasta 2040 como decía Antonio García-Olivares (con todo lo malo que ello ya sería), sino que el declive de la producción de todos los líquidos del petróleo (no sólo el petróleo convencional) va a comenzar de inmediato. De hecho, si no se actúa rápidamente la pérdida de inversión que ya están aplicando las compañías multinacionales y los previsibles movimientos que harán las nacionales puede conducir a una caída de la producción de todos los líquidos del petróleo de entre 5 y 10 millones de barriles diarios (hasta un 11% de lo que se produce ahora mismo) en un plazo inferior a los dos años. Si una caída tan rápida de esta magnitud se materializa los efectos sobre la economía pueden ser devastadores, y la capacidad de adaptación de los diferentes países dependerá de su capacidad de echar mano de otros recursos. Por si todo lo anterior fuera poco hay un problema extra: la fuerte 93 dependencia en el petróleo que tiene la extracción de otros recursos naturales, energéticos o no. Algunos de los yacimientos más extremos de carbón, de gas y de uranio requieren el uso de ingentes cantidades de carburantes para mover toda la maquinaria asociada; y como el carbón, el gas y el uranio barato también se están acabando el peso del combustible en los costes de producción está subiendo: fíjense por ejemplo que ahora mismo el coste del diésel usado en la extracción representa el 10% del precio del uranio. Y eso sin entrar en el impacto en el sector agrícola, fuertemente dependiente del petróleo, que afecta no sólo a la nula rentabilidad de los biocombustibles, sino a la alimentación humana. En lo que respecta a la extracción de minerales en general, los crecientes costes de producción (reflejo del mayor consumo de combustible a medida que los filones restantes tienen concentraciones de mineral más pobres) compromete la viabilidad de las explotaciones de muchos minerales (como muestra, este artículo las minas de oro podrían cerrar en seis meses si no sube el precio). Alicia Valero escribió una extensa y detallada tesis hace unos años que en ocasiones cito en este blog, la cual usa una aproximación interesante para abordar el problema de la escasez de las materias primas ya sean energéticas o no. La idea consiste en calcular la exergía de cualquier materia, cuantificada como la cantidad de trabajo útil que representa para la sociedad. Esta aproximación exergética permite tratar el cenit de producción del cobre o del oro de la misma manera que el cenit del petróleo o del carbón. Esencialmente, nuestro problema no es sólo que la energía útil que nos llegue del petróleo o del uranio estén cayendo ya y que las del carbón y del gas estén a la vuelta de la esquina, sino que además la exergía de muchas materias primas fundamentales para nuestra sociedad (sea cobre o neodimio, acero o cemento) están ya cayendo o no muy lejos de hacerlo. La aproximación economicista que domina la visión de nuestra sociedad, tan alejada ella de la Termodinámica, sólo ve costes monetarios y ciclos de inversión, y es incapaz de reconocer que los techos de producción van bajando; simplemente creen que con más inversión se podría conseguir aumentar la producción, sin comprender que un montón de papeles de color verde no arrancan una pirita o un trozo de carbón del fondo de una mina. Para cuando la disminución de la producción de casi todo sea evidentemente menor que los niveles actuales los gurús de este credo al que llamamos Economía sacarán alguna de sus absurdas teorías ad hoc, reediciones de la vieja falacia del Peak Demand, y nos dirán que los gustos de la sociedad se han vuelto más austeros y que hemos decidido usar menos de todo por conciencia ecológica u otros motivos, como si la penuria fuera una elección. Nada nuevo desde Ésopo, vamos. Dejando al margen ese pensamiento sociopático e ignorante de la realidad física, el escenario que se nos dibuja para nuestro futuro inmediato es el de La Gran Escasez. Si no se actúa ya la probabilidad de que experimentemos en los 94 próximos años, incluso en un plazo de no demasiados meses, una transición fuertemente no lineal es muy elevado. El nivel de estrés del sistema es ahora altísimo; por todo el mundo están estallando conflictos donde la energía, sin ser siempre el factor fundamental, es uno de los factores importantes. Esto aumenta el riesgo de una caída repentina del flujo de energía y materiales; piensen, por ejemplo, qué pasaría si aumentasen las hostilidades con Rusia, país que se turna con Arabia Saudita en el primer puesto de la producción mundial de petróleo y que suministra el 26% del gas natural y más del 40% del petróleo que se consume en Europa. Piensen que pasaría si la actual y creciente inestabilidad en Bahrein o Yemen acaba degenerando en guerras civiles y se acaban contagiando a una Arabia Saudita donde los costes de producción crecen también al envejecer sus campos, comprometiendo su estabilidad presupuestaria y la paz social. O si Irán, Venezuela o Argelia acaban en una guerra civil. Además de la tragedia en los desgraciados países que sucumban, ¿se imaginan Vds. dónde irá el bienestar de Occidente cuando dejen de enviarnos puntualmente su petróleo y su gas natural? Éste es un punto de no retorno en la Historia de la Humanidad. Las contradicciones de nuestro sistema económico no pueden soslayarse por mucho más tiempo, pero nuestros líderes siguen ensoñándose con la salida de la crisis y el retorno del crecimiento económico. Pero en muy poco tiempo tendrán que tomar medidas de urgencia para evitar que la sociedad colapse. Es fácil de prever que en cuanto nuestros gobernantes se den cuenta de que el necesario petróleo está dejando de fluir, fruto de la desinversión de las grandes compañías, los Estados entren en el capital de estas empresas para asumir los proyectos menos rentables. Tal medida garantizará un flujo mínimo de base para la actividad económica, pero será a costa de gravar impuestos muy superiores a los actuales, con lo que este último intento de mantener el status quo extenderá rápidamente la pobreza y la miseria a la sociedad. En añadidura, dado el sobrecoste social que esta intervención supondrá para cada país, el comercio del petróleo se resentirá, puesto que los países se resistirán a compartir una materia tan esencial que tantos sacrificios les cuesta. Ahora miren a su alrededor. ¿Con qué recursos cuenta su país? ¿Qué esfuerzo societario implicará su explotación autárquica? ¿Cómo le afectará a Vd. la miseria que viene, qué potencial tiene para resistir la próxima ola? Se puede esbozar el caso de España como un caso tipo. Si se mantiene la forma de reaccionar que se ha demostrado durante estos primeros años de crisis energética, durante la próxima década España se apoyaría en su carbón autóctono. Las centrales eléctricas en activo serían principalmente las hidroeléctricas, las eólicas y las térmicas de carbón, las cuales permitirían mantener un nivel de suministro no muy inferior al actual, aunque el consumo 95 caería considerablemente, con lo que no sería esperable grandes caídas de la red durante las próximas décadas. El problema es, como tantas veces hemos repetido, que la electricidad es sólo el 21% del consumo de energía final en la España de hoy. Para el resto de usos energéticos se convertiría el carbón nacional en hidrocarburo líquido usando el proceso de Fisher-Tropsch aunque se desperdicie en el camino el 50% de su energía. Como la producción sería insuficiente para cubrir la demanda actual, se restringiría progresivamente su uso, centrándose en la agricultura, el Ejército y los servicios esenciales, y se iría abandonando la automoción privada, sólo al alcance de los más pudientes. Eso haría hundirse la mayoría de la actividad económica actual del país y condenaría a una gran masa de la población a la pobreza y a sobrevivir en los límites más miserables de la sociedad. Un fenómeno que ya hemos descrito aquí: La Gran Exclusión. Con el tiempo, la organización social podría devenir un nuevo feudalismo. ¿Es esto inevitable? No, pardiez. No tenemos por qué seguir un camino tan triste. No es nuestro destino inexorable acabar esclavizados, ni mucho menos, como tampoco lo es el colapso de la sociedad o la extinción de la raza humana; definitivamente, no tenemos por qué acabar en el Apocalipsis. Pero si no tenemos cuidado nuestro destino puede ser muy poco brillante. Aún podemos evitarlo. Para ello el primer paso es el de reconocer la verdad, una verdad dura que hay que decir a la cara; y después pasar por fin de la idea a la acción. Pero rápido: ya no queda mucho tiempo. [Fuente: The Oil Crash] 6/3/2014 96 Foro de webs Latin American Perspectives http://lap.sagepub.com/ Latin American Perspectives es una revista bimestral cuyo objetivo es debatir sobre la economía política del capitalismo, el imperialismo y las perspectivas del socialismo en el continente americano. Y a hacerlo desde una óptica multidisciplinar, combinando el estudio de la realidad socioeconómica de cada país americano con análisis de escala continental. 8/3/2014 System Change Not Climate Change http://systemchangenotclimatechange.org/ “System Change Not Climate Change: The Ecosocialist Coalition” es una coalición de grupos e individuos estadounidenses dedicados a la lucha contra la destrucción del medio ambiente y el sistema capitalista que lo causa, y por una sociedad socialmente justa y sostenible. En su página web, el lector podrá encontrar artículos y materiales de reflexión de calidad acerca de las luchas que están llevando a cabo los grupos ecosocialistas de todo el mundo. 8/3/2014 97 Powered by TCPDF (www.tcpdf.org)