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El dominio de si mismo
Por Rodman R. Clayson, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
Los estudiantes de filosofía tienen numerosas oportunidades de probar los principios
que se les enseñan para emplearlos en momentos de necesidad. El conocimiento de la
causa de nuestros males nos lleva a dominarlos.
Cuando se vive, como lo hacemos, en un mundo de luchas y confusiones, sentimos
inclinación hacia el miedo, la duda y la ansiedad por lo que pueda traernos el mañana.
Existe la amenaza de otra guerra; el precio de alimentos y ropas es tan elevado que
nuestro bienestar se ve amenazado. Verdaderamente afortunado es aquel que pueda
permanecer complacido sin dejarse arrastrar por el pesimismo y las condiciones adversas. Verdaderamente afortunado es aquel que pueda hacer frente, sin flaquear, a lo
que el hoy o el mañana puedan traer. No hay la menor duda de que verdaderamente
existen esas personas mentalmente afortunadas, y entre ellas pueden contarse muchos
Rosacruces.
Los Rosacruces son filósofos prácticos. A los miembros de la Orden Rosacruz se les da
toda oportunidad para desarrollar sus talentos latentes, para prepararse a vivir una
vida mejor, para tener mejor salud y para obtener mejores resultados en su vocación,
profesión o manejo de sus hogares y asuntos. Aprenden a hacer frente a todas las
situaciones, a razonar bien las cosas y a dirigir sus esfuerzos en vías que valgan la pena.
Como Rosacruces, estudian las leyes físicas y espirituales de la naturaleza y la manera
de vivir en armonía con esas leyes. Naturalmente, si toda la humanidad tuviera esos
conocimientos y esa comprensión, el mundo sería un sitio mucho mejor para vivir,
porque habría tolerancia, paciencia, sinceridad y consideración.
Sin embargo, ese estado utópico no se encuentra a la vuelta de la esquina, porque el
mundo está lleno de individuos que tienen grandes diferencias de ideas, de
temperamento, de deseos e ideales. Hasta hay personas que no tienen ideales ni
objetivos valiosos. Hay unos que se benefician con la experiencia y otros que no.
Además, la instrucción necesaria o esencial que se obtiene en nuestros institutos de
enseñanza, llega, todavía, sólo a un número relativamente reducido de seres humanos.
Sin embargo, hay también un aspecto mejor de este mismo cuadro, cuadro que es la
vida misma, si nos referimos a los millares de personas que, habiendo hecho frente a
una dura realidad, están tratando de hacer seriamente algo. Esos individuos, habiendo
reconocido sus fallas y su falta de esfuerzo efectivo, han ingresado en cursos especiales
de instrucción, a escuelas nocturnas y a instituciones como la Orden Rosacruz.
Están tratando de entenderse a si mismos, de razonar debidamente, de emplear sus
facultades tanto tiempo adormecidas, y de descubrir la iniciativa y los recursos. Están
aprendiendo que el hombre es complejo, es un ser compuesto y que todos los
elementos de su naturaleza deben funcionar de manera armoniosa.
Al aprender a tener dominio sobre si mismos, los hombres están adquiriendo
conocimientos que les ayudarán a vencer los obstáculos que encuentran en el progreso
de su vida. Están aprendiendo a restaurar la salud normal de la mente y del cuerpo.
Han visto que los temores y ansiedades de ayer se han desvanecido ante la aurora de
otro día, ante la luz del conocimiento.
Nuestras necesidades
El primer paso importante hacia la luz de la cultura es la comprensión de que la
necesitamos.
Cuando tenemos conciencia de que estamos poseídos por diversos temores, cuando
somos escépticos para con una tradición molesta y queremos librarnos de esas cargas,
estamos ya dando un paso hacia adelante. El Rosacruz ha visto que las enseñanzas
tienden a disipar la superstición, a substituir el miedo con la confianza, a liberar la
mente y la moral de toda obstrucción.
Al entrar a la Orden Rosacruz, al comenzar el estudio de sus enseñanzas, muchas
personas comprenden bien pronto que tienen ciertas facultades y funciones en su ser
que han estado casi completamente inertes. Nadie les había dicho nada anteriormente
acerca de estas facultades y por lo tanto no las habían empleado jamás. Luego, cuando
esas personas comenzaron a estudiar, el resultado fue semejante a cuando se descorre
un velo y se contempla un mundo desconocido, y así esas personas se asombran con su
propia potencialidad.
Este descubrimiento estimula, como es natural, el entusiasmo y el estudiante se
entrega con diligencia a sus estudios. Este impulso hace funcionar ciertas fuerzas
dentro del estudiante, y él comprueba que puede hacer cosas que antes creía
completamente fuera de su alcance. Ese individuo adquiere pronto una nueva
perspectiva de la vida y de su sitio en el mundo. El valor de este conocimiento no puede
exagerarse.
Es necesario hacer frente y dominar los problemas que se nos presentan a diario. El
dominio de estas dificultades contribuye a nuestra instrucción y desarrollo. Debernos
tratar de aprender las lecciones que contienen, para que sepamos inmediatamente qué
debemos hacer si otra vez se nos presentan experiencias semejantes.
Entre otras cosas, los estudios Rosacruces tienen el propósito de enseñar al estudiante
a resolver sus propios problemas. Si él hace conscientemente todo lo que es posible
para producir el cambio deseado, verá que cada vez va dominando más sus problemas,
cada vez serán menos frecuentes. Si el estudiante analiza estas cosas verá cómo todas
ellas, hasta las más adversas, eran por su bien y reconocerá la lección que contienen.
Muchas de nuestras mayores adversidades no son otra cosa que beneficios disfrazados.
El imán humano
El ser humano es un imán que atrae hacia sí los estados y condiciones que predominan
en su corazón y en su mente. El temor y las preocupaciones traerán mayores cargas y
contratiempos. La creencia de que va a suceder muchas veces es una invitación al
desastre.
Como lo saben los Rosacruces, el acto de darse cuenta el individuo de las cosas que lo
rodean, sean buenas o malas, atrae estados y condiciones semejantes. Por lo tanto,
debemos comprender que nuestros deseos, ideales y hasta nuestra propia conciencia,
funcionan como un imán. Si deseamos la armonía dentro de nosotros y la armonía a
nuestro alrededor, debemos pensar, actuar y crear las condiciones que produzcan esa
armonía.
La comprensión de que es necesaria la mejora de sí mismo y el dominio de los
obstáculos, ha abierto el camino para el progreso de la civilización. Es el esfuerzo
individual unido lo que ha producido esto, y continuará produciéndolo mientras
hombres y mujeres, con su pensamiento, contribuyan al bienestar y a la comodidad de
aquellos que tal vez son menos afortunados. En cada generación, millares de seres menos afortunados comienzan a sentir esa falta de comprensión y de conocimientos que
deberían poseer.
Fortaleza en el carácter
No decimos que el propósito de los estudios Rosacruces sea el de producir un ajuste
psicológico. La Orden no es una clínica para la rehabilitación psíquica. La Orden
fracasaría en sus propósitos humanitarios si se limitara a devolver a la sociedad
personas ya libres de inhibiciones, temores e incapacidades, por constructiva que sea
esta actividad en sí.
Las enseñanzas revelan leyes y principios que verdaderamente dan al individuo un
poder mayor para emplear su mente y su cuerpo. Las enseñanzas despiertan talentos y
nos inspiran a llevar a cabo cosas elevadas; ayudan a formular ideales y nos llevan
finalmente a realizarlos. Con las enseñanzas, el estudiante obtiene valor, confianza,
comprensión y poder para llevar a cabo las cosas.
Debido a sus conocimientos y a su comprensión, el Rosacruz puede hacer frente a las
dificultades de hoy y a las probabilidades que tiene en el futuro. Su preparación es algo
muy valioso, y está en situación no sólo de ayudarse a sí mismo sino también de dar
estimulo y consejo y de extender una ayuda y una mano a sus semejantes. El Rosacruz
vive por el precepto y el concepto, y se le conoce por la fortaleza de su carácter; sabe él
bien que tiene que alcanzar cierto grado de desarrollo antes de poder contribuir de
modo efectivo a elevar la estructura de la cultura y de la sociedad. Llega él a alcanzar la
felicidad y la paz de la mente, y así fortificado asume su responsabilidad y es capaz de
tomar resoluciones inteligentes y de llegar a conclusiones lógicas.
Hombres y mujeres de este calibre constituyen energía y fortaleza para prolongar la
civilización. y de este modo las fuerzas que engendran la guerra se van dirigiendo hacia
vías constructivas que contribuyen a elevar a la humanidad entera.
Hoy, tal vez más que nunca en toda la historia, el Rosacruz tiene una parte
inmensamente importante que llevar a cabo en la formación del mundo de mañana.
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