Madrid 2 de Octubre de 1892 SIGLO MÉDICO RESUMEN BoletiD de la semana: En todas partes cuecen habns. - La ense. ñanza de In Veterinaria. """ Secctón de Madrid: Las n(';~orhidria8; Eu valor ssmeiológico :r traLamiento. = Sección profeslona1: i Despertad. médicos titulares! = Bibllografia médica: Congresos cienliftcos do Higiene y Demografía de 1891 .=PrenSB médica: Etttranj.ra: 1. Un caso de cilculos salivales.- JI. Las n6urnlgias renales-ITI. Io8uencia de 108 lesiones del útero y de la v8~ina durante el puto como causa de la locura puerperal. = Prescripciones y fórmulas. s::: Sección oficial: Cuerpo deSanidad MIlitar.Montepío Facullntivo.= Sociedades científicas: Real Academia de Medicma.c:Varledades: El Dr. Ferrá.n Jo' el cólera morbo.=Gaceta de la sa.lud públlca.: Estarlo sanitarIO de Madrid.= Cróni- ca.-'=' Folletin: Aspecto dtt Colón. - Sus eDfermedaries y causas de ¡:¡u muerte.- Los PinzoDes desde el punto de vista médico, .. Estafeta de partidos = Vacantes, = Anuncios. BOLETIN DE LA SEMANA EN TODAS PARTES CUECEN HABAS. - LA ENSEÑANZA DE LA VETERINARIA. El que no se onsuela es porque no quejábamos ell números anteriores de en punto á higiene reina en la Corte y Espaflas, y hete aquí que en la nación u á b c llena llamamos la cuIla Alemania, hay ulla citrdad de gmndísima importancia - Ramburgo, para que FOLLETIN ASPECTO DE COLON SUS ENFERMEDADES Y CAUSAS DE SU MUERTE. LOS PINZONE~ DESDE EL PUXTO DE YISTA ~ILDICO (1) No deja de tener alguna importancia desde el punto de vista antropológico el aspecto de Oolón. i la ciencia mod~rna puede vanagloriarse, y con justicia, de haber puesto en claro la grandísima inBuencia que en las manifestaciones externas é in ternas del hom bre tiene el modo de ser y estar constituídos los diverso 6rganos y aparatos de su economía) claro es que, tratándose de figuras tan excelsas como la del primer almirante de las Indias, ha de procurarse buscar la relaci6n que pudiera existir entre su parte material y su parte psíquica. Nosntros no pensamos entrar en largas disquisiciones acerca. de este escabroso asuntoj de buena vuluntad se lo dejamos ínt~gro para su resoluci6n á las muchas y doc· tas personas que en nuestro país y fuera de él se CODsagran á esta clase de estudios j pero no queremos dejar de reseñar los rasgos fisiognomónicos de Colón, siquiera sea á título de curiosidad, y convencidos de In. importancia grande que reviste todo cuanto se halla. relacionado con el descubrimiento de América. (1) Con sumo gueto trasladamos á nneelr'\B columnas eale nrlícnlo, qtle figura en el bien escrito follE"lo quP, con el Utulo Hechos utérl1C:08 ",.lflcionados con el descubnmiento de Amé,ica. aCtlba de dar á la estampa nnestro qUt:ndo R.lllljlO .Ilaboríoso é instruido profesor Dr. Calatraveño. - L. R. nadie se devane los sesos -, en muchas de cuyas viviendas se han descubierto, COIl motivo de la epidemia que tan duramente la ha castigado, atentados contra la Higiene verdaderamente horribles_ y no para uquí la cosa: en la no menos culta A~lstria, atendiendo á la excitación que le ha dirigido el Consejo Supremo de Sanidad, el ministro del Interior está preparando la reorganización del servicio sanitario dll Viena, la adquisición de camillas para trausporlar enfermos, la inscripción de médicos y practicantes para la asisteucia de coléricos y la cOllstl"Ucci6n de hospitales de elJidemias, COIl lo cual dicho se está que nada de esto tenían prepar-ado. Es decir, que no sólo es en Madrid donde estas cosas ocurren: con tales noticias podemos ya vivir tranquilos y hasta hombreamos con los alemanes y aust ~ coso Á bien que no por esto dejaremos de ofr asto abundaute á cualquiera epidemia, ne á Dios no p1uga evi tarla. De 5 acá, con tanto delegado, tauta desinfecc' n, tan o dinero gastado, nada ha adelantado la igiene d uestr-a Villa. Hoy como ayer, y siempre igual: mucho farol, mucho alumbrado, plazas maEn la Historia portuguesa de Juan de Barros encon· tramos descrita la figura de Colón en lo~ términos qu~ siguen: cAlto de cuerpo, el rostro largo y serio, nariz aguileüa, ojos garzos, color blanco que tiraba. á rojo encendido, barba y cabello rubio (cuando era. mozo), pues pronto se le blanqu~6, era gracio o y alegre bien hablaudo. elocuente y gloriuso en us negocios; era gra· ve en moderacl6n, con los extraiíos afable, con los de su casa sun~e y placentero, sobrio en comer, beber y vestir; su juramenf.o era siempre: Juro á San Fe1'11an· do.» He aquí los términos en que se expresa el historia· dor portugués j nuestros lectore3 sacarán de este relato las deducciones médicas de tercperamento, idiosincra· siG., y por ende el carácter distintivo de Col6n j hemos escogido esta descripci6n por parecernos habría. de dar por í sola más luz acerca de la. figura del almirante que cuantos retratos se conocen del mismo, ya que ronchos so han calificado como apócrifos, no pocos como de otros personajes, sin que exista uno tan s610 de quien se pue· da afirmar de una manera cierta la auténtica imagen de Oolón (J). (1) Retratos de Colón hay infinitos. Uno de los que gozan Inayor autenticidad se conserva en casa del duque de Berwick y Liria, descendiente de Colón, figura del natural, pin· tado al parecer en el SIglo XVII por un mediano copista, pero en el que aparecen indicIOS de la mano dI:' Antonio RlIlcón, cél~bre pintor de IOB Reyee Cat6hcoR. Ultlmnrnpnle se ha encontrado un nuevo retrato en la Biblioteca Nacional de Madrid, el cual están conformee en re('onOCe::r los derlit'adoB á esta clase de estudios, COlDO el más digno de aprecio, por eer copia exacta de la figura del almirante. dll yores ó menores, y lo esencial, cuanto..cohWJ!I!IilJ... ne se relaciona, totalmente abandonado. *** Según dicen los periódicos, el ministro de Fomen- to piensa reformar la enseftanztl de la Veterinaria suprimiendo tres de lus Escuelas que hoy existen y ampliando la carrera, pues se exigirá á los qne deleen ingresar en ella el grado de bachiller, y se afiadirán nuevas y muy útiles asignaturas. Aplaudimos sin reserva estas modificaciones, por las que ha tiempo suspiraba la postergada clase ve· terinaria. DECIO CARLÁN. 2 DE OCTUBRE DE 1892 ACLORHIDRIAS SU VALOR EMEIOLÓGTCO y TRATAMIENTO p•• el Dr. D. EDUARDO MORENO ZANCUDO AID,.. 1 Los procedimientos modernos de in transformado de una manera radicnl e Otros dos hechos curiosos para los médicos son la edad á que murió Colón y la clase de enfermedad que le llevó al sepulcro. Respecto al primer punto, no cabe ningún género de duda, si tenemos en cuenta las opiniones del bachiller Bernáldez, el cual trató al almirante en el aiio 1496, y dice refiriéndose á su muerte en el capítulo CXXXI de su I1istoda, cstas palabras: .El cual dicho almirante Cristóbal Colón, de maravillosa memoria, estando en Valladolid el año 1505, en el mes de Mayo, murió in senectute bona, inventor de las Indias, de edad de setenta años pocos 'm.ás ó "tenos.» Tal vez suspenda á los profanos ver cómo alcanzó edad tan avanzada un hombre qne la mayor parte de su vida estuvo dedicado á estudios dificilísimos, teniendo que vencer tremendas dificultades y arrostrar grandes peligros; pero esta admiración no habrán ele sentirla los hombres dedicados al estudio ele la !lfedicina, los cuales saben por su propia experiencia, y por la adq uirida en sus autores clásicos, que las vidas deslizadas en incesante placer, ó consumidas en constantes dolores, sen muy cortas, mientras que suelen prolongarse mucho las de aquellas personas que ven alteruar la alegría con la tristeza, las grandes tormentas de la desgracia con la serena calm/\ de los triunfos. Colón estuvo sujeto toda su existencia á esta serie de cambios; y no hemos de referir pnnto por punto su accidentada vida; basta recordarle pobre y mendicante en la Rábida, agasajado de los Reyes,condenado á muerte por sus impacientes tripulantes, sufriendo la alegria inmensa de divisar antes luz en el estudio mago y de 80S al pu menos de mino por recorrer miento de las gastropiltlae; cuyas desviaciones de la normal" flnidas. y que esto se debe principalmente ll.las in nes histoquímicas dtll contenido gástrico es dé punto incuestionable, toda ,·ez que la iucertidum vaguedad de los síntomas subjetivos y de los objetii suministrados por los antiguos métodos de exploram no habían logrado desvanecer la enorme confusión, el verdadero caos que imperaba en la patología del estómago. Ciertamente no es este órgano una simple retol'ta 6 tubo de ensayo en que sólo se realicen funciones puramente químicas. Bastaría considerar lo vasto y compli· cado de su inervación para convencerse de ello, si hechos experimentales no hubieran demostradoladiferencia que entre la verdadera digestión y las digestiones artificiales existe. Opéranse, pues, aliado de las funciones químicas otras funciones vitales y las propias de los fe ·mentos figurados, cuyo reciente estudio no ha podid videnciar todavía más que las modificaciones provo das por los micro - organismos enfrente de ciertas sus a cias proteicRR, pero sin que se haya conseguido legar óu á sentar premisas ciertas y de verdadero int~rés . ctico. Pero esto en nada disminnye el \'alor del anitlisis del coutenido gá trico: el acto digestivo es esen· cialmente químico, y el modo de realizarse normalmente este acto y el conocimiento de ns alteraciones morbosas que ningón otro la codiciada tierra, aclamado á su regreso con delirante frenesi por monarcas, grandes y pueblo, preso más tarde, cargaelo de grillos, él, que logró reunir sobre sí cnantos honores y distinciones ja- más pudo soúar la mente más ambiciosa. i Excelente temple de espíritu y cuerpo se necesita para pasar por tantos y diversos cambios sin verse presa de la enfermedad, silJ desmayar un solo momento, sin cejar en sus propósitos; maravilla orgánica debió ser el sistema nervioso de Colón, que en medio de tantas con· trariedades y rodeado de no pocas venturas, ni desfalleció un momento cayendo en la inercial ni se exaltó una hora trayéndole la vesa nia i si nosotros perteneciéramos á ciertas escuelas diríamos que Colón fué un elegido por poder sobrenatural para dejar, tras su aparición en la Hi¡;toria, rastro luminosísimo, que los siglos que sobre su memoria van cayendo no han conseguiao apa.gar ni amortiguar siquiera por b,"eve espacio de tiempo. El propósito que nos bemos formado de no prolongar hasta el cansancio este ligero estudio, nos obliga á prescindir de las diversas uoticias que poseemos acerca de las enfermedades de Colón; sólo eliremos que las oftalmías le molestaron con frecuencia, y que fuera de este padecimien to y fuertes dolores sufridos en las articulaciones. su salud fué excelente; sn vida errante, impoBi bilitándole gUllrdar las reglas higiénicas mis prec· su pobreza antes de encontrar protección en los mo cas espaúoles; sus cuatro viajes á América, e puesf¡Q mnte las largas travesías de aquella época' 1.. ciones nada higiénicas del bajel y , la Ii EL SIGLO MEDICO n siempre el principal fundamento de la patología 11& terapéutica del estómngo. Aun cuando no fuéramos deudo~es á estas investigaciones de otra cosa que el ha· ber quitado á la dispepsia el valor de proceso morhoso para reducirlo a un mero síntoma, a una alteración puramente química, y fundamentado la dietética sobre bases tan sólidas como las que informan el notabillsimo trabajo recientemente publicado por Boas (1), el análisis histoquímico del contenido gástrico tendría derecho indiscutible á figurar como medio de investigación de grau importancia. Pero hay más alÍn, es imposible sin su auxilio hacer un diagnóstico serio de la mayoría de Jas enfermedades gástricas. Si éstas, como todas Jas demás que padece el organismo humano, s610 consisten eu desviaciones de la normalidad, y para conocer las enfermedades de un aparato ú órgano precisa ante todo poseer una uoci6n exacta de sus funcioues fisio16gicas y de las alteraciones que éstas sufren en un proceso morboso determinado, siendo las de secreción las más importantes de las que se realizau en el est6mago, s610 el análisis de estas secreciones puede suministrarnos los datos necesarios para formular un diagnóstico exacto ó cuando menos aproximado á la verdad. Cuauto decimos de las secreciones pllede h ·se ex· tensivo it la motilidad y absorción gáStl'l , J e si bien á esta última uo es posible coucede I la importa 1cia que alguuos le hau asignado, en c. mbio, el poder motor del estómago desempeña en la at n·a de est gano y en los fen6menos de com pensaci 1 ást· principal papel; pero entre la 1l10tilidad y la abs del estómago existe una solidaridad tan íntima, q la mayor!a de los procesos morbosos del órgano qn tndialIlos se hace imposible deslindar los trastornos que cada nna es responsable. Por otra parte, al estudio de la motilidad, así como al de la absorción, se han aplicado procedimientos fnndameutados en los mismos principios que presiden al de las secreciones, y de nqu! que al hablar de las invp.stigaciones histoqulmicas, considere englobados en ellas el examen de todo el funcionalismo del órgano, así como el análisis histol6gico de los productos recogidos con la sonda. He creldo necesarias las an teriores reflexiones por ser precisamente la fal ta de valor patognom6nico de la aclorbiclria en el cáucer del estómago, el argumento de mayor fuerza apareute lanzado contra las investigaciones histoquímicas del contenido gástrico por los detractores de estos procedimientos. Aún debo bacer otra observación: al hablar del ácido clorhídrico me refiero exclusivamente al cuerpo quío mico, prescindiendo de su función fisiológica; así como los términos biperclorhidria, bipoclorhidriay aclorhidria no tienen otra significación que el aumento, disminución extinción total del referido ácido. Así, pues. siq i . considere más convenientes las denominaciones r pu tas por J akscb, de ácido c/orhldrico fisiológica. n nte ivo é inactivo para sustituir it las de libre y COI1l· inaa e ob equio á la brevedad he prescindillo de tao es cali ti vos, para emplearlos solamente en los casos en que és os encierreu verdadera utilidad é importancia. (1) Boas, Uebe¡- das (hn"dsiitze des Diiiteti" bti Km,,"heiten der Verdaungsof'gMl,e. Berlín. 1890. húmeda de la mar, debieron traerle como consecuencia crónico, que es) en nuestra modesta manera de pensar,la enfermedad que padecía, y cuyas complicaciones cardlacas 1 consecutivas casi siempre k este género de padecimien tos, determinaron su muerte. Los que se han ocupado en describir los síntomas de su dolencia. - bien someramente por cierto - dicen que estuvo mucho tiempo afecto de los fuertes dolores de que antes hicimos menci6n, y además que en la última etapa de su enfermedad se hinchó extraol'dinariarnente toclo su clt.erpo) especialnwnte de lJechos abajo; esto viene en COD.firmación de nuestras sospechas - no manifestadas por nadie hasta ahora - de que Col6n sufri6 la complicación cardíaca del reumatismo polial'ticular, que más tarde noS había de dar en forma de ley un eminente clínico (1); la hinchazón DO era otra cosa que la ascitis y edem.as consecutivos á la lesión cardíaca; siendo de lamentar no existan datos más concretos del curso de su mal, del proe11~(fl.l?natismopoliarticula1' fesor que le trat6 y de los medios que se pusierou en práctica para combatirle. .•. T6canos ahora dedicar unas cuantas líneas á una figu~ ra que ha sido elevada casi alllivel de Col6n por gran número de escritores, mientras que otros la cOl'lceden es- (1) Ley de Bouillaud: .En el reumatismo articulor generalizado, la coexistencia de una lesión 2n el centro cardíaco el la regla, la no existencia la excepción,. casa importancia. Nosotros creemos que su participaci6n en el descubrimiento de América fué escasa, SiD que por esto sostengamos fllera nula; apasionarse ciegamen~ te en asuntos históricos es correr el peligro de caer en el error; es preciso examinar hechos, documentos y noticias con verdadera imparcialidad, no dejándose llevar en ningún momento por antipatías 6 simpatías infun- dadas. y si á esto nos atenemos, si meditamos detenidamente las opilliones y hechos que hemos recogido de historiadores cuya veracidad nadie es capaz de poner en tela de juicio, la. figura de Piozón - que es á la que DOS venimos refiriendo - DO resulta de las proporciones qne algnnos la quieren asignar. ¿Cuál fué el auxilio que prestó para el descubrimieuto de América? Ninguno. La Pinta~ la Ni1ia y In. Santa llla"ia fueron armn.das en virtucl (le las terminantes Ó1'· clenes que ]Jara ello die1'on los Reyes) uua vez acordado y decidido que Colón ernprendiera su viaje; entonces y s610 entonces se embarc6 Pinzón, llevado de su cará.cter audaz y aVE'ntl1rero, obteniendo el nombramiento de capitán de Ja flota y la promesa de no escasa participaci6n en los beneficios que se obtuvieran CaD el descubrimiento. Esto eu lo referente al embarqne, que en cuanto á sus condiciones de subordinación y conducta en el viaje, basta Olr á diversos autores para formarse ideo. de su ca- rácter. Hablando de la familia Pinz6n dice el obispo de Chiapa: «Ellos por si debian ssr hombres de presunción y 628 los cuales figuran agu cloruradoe he podido La hipoclorhidria y aclorhidria no son realmente más ki y que' un síntoma, una pei·turbación quiUlica, y como tal otro sitio (1), el alCOhol ( pueden ser el resultado, la expresión de múltiples proce. cétera. Son generalmente eatai hi sos morbosos. Transitoria unas veces, permanente otras, racter transitorio y desaparecen al cabo la disminución ó falta absoluta del ácido clorhídrico po de haber cesado la medicación. Sólo una en el jugo gástrico indica siempre una depresión IDás ó visto persistir durante muchos meses en un menos profunda en la vitalidad del órgano y una falta que habla abusado en gran manera de las agu81 chy, si bien en este caso cabía la duda de siJa bi de aptitud para cumplir su destino fisiológico. No incumbe á mi propósito ocuparme en las hipo· hidria estaría sostenida por la profunda anemia d clorbidrias, que acompañan mucbas veces á los proce liada en el enfermo. Cuanto a las aclorhidrias que se presentan en la his-: 80S febriles, á las clorosis ó anemias, á los períodos avanzados de mucbas enfermedades constitucionales, tería y en la neurastenia, corrssponden á la categoria de! ni de las que obedecen á ciertos trastornos funcionales, los trastornos puramente funcionales del estómago; son en su inmensa mayoría de índole puramente nerviosa. verdaderas neurosis por depresión, cuya esencia íntima Oaanto á las primeras, tienen facilísima explicación nos es tan desconocida como la de las demás neurosis. en las alteraciones generales de la economía; y los cam· Conviene, sin embargo, oponerse á ellas con un tratabios experimentados en sus elementos constitutivos por miento oportuno, toda vez que las perversiones nutritiel jugo gástrico no tienen otra im portancia patogenética vas desempeñan un papel de tanta transcendencia en que la observada en otras secreciones. Respecto de las dichas enfermedades, y el perfecto cumplimiento del segundas, su carácter de movilidad les quita en gran acto digestivo, siquiera sea producido con la ayuda de parte el interés, así nosológico como terapéutico, y sólo ciertos remedios, es la primera condición de una nutri· hay entre elía u na que merezca fijar la a eió los c' n perfecta. prácticos; la hipoclorhidria Ó aclorbidri a la mujer Ju· ecto ele este pllnto, es preciso tener muy en cuentn rante el p dodo menstrual, alteración qu ha pasado in· ue muchos de lo~ casos diagnosticndos de dispepsia ad\'ertida para muchos ginecólogos y qUll xplica n s lo ne'lIioBa. en qne tan f~ecuentes son las hipoclorhidrias, la perturbaciones digestivas, tan frecue du' te e lo han sÍflo tan sólo por las deficiencias cn los medios pCl'íodo catamenial, sino también el mecal1lS o de otra de inves ígación )' por la falta de un exttmen necrópsi· debidas a reflejos útero· ovaricos. Conviene señalar también las hipo y aclorhidrias con· (1) Conferencia dada en el Ateneo Antropológico, en secutivas al u o prolongado de ciertos remedios, entre Abril de 1890. n valerosos, porque las riquezas levantan los corazones y aun también ciegan de soberbia, y le hicieron (se refiere á Colón) muchas befas é injurias en aquel camino é la grisqueta, quel Martin Alonso hizo de dejar al almi· rante. J) En Puuta Roja dieron á Colón las peores noticias de Pinzón, Jlues en aquel punto se llevó cuanto oro pudo, arrebatando hombres y mujeres (1). Muñoz, hablando de Pinzón, dice que .Ia experiencia y el tiempo empleado l!b el camino cerca de Cuba hicieron ver que había na. Pinzón nunca consideró á Colón superior ni en valor ni en ciencia, y sentía tal envidia por sus éxitos, que quiso adelantársele, como es sabido, á dar á 105 Reyes la noticia del descubrlmient.o; pero fué en vano, pues horas antes había desembarcado Colón y recibido el homenaje á que sus méritos le habían hecho acreedor. Nada hay que inspire tanta pena como la lectura de los tormentos que la envidia hizo sufrir á Pinzón; al desem barcal' y hallarse ya á Colóu en tierra, su corazón murió en el ado, según la expresión de Irving. vegado contra el viento reinante, en alas de la presun- ción y de la codicia » Recuérdese la noche del miércoles 21 de Noviembre, en que antes que el descubridor de América tomase la tierra y el puerto del Principe, como pretendía, se le fué Pinzón con la carabela Pinta, de que era capitán, sin licencia de Colón y contra la voluntad de éste; á ello le movió la codicia y soberbia, porque un indio de los que llevaba en su barco le dijo que él le enseñaría ciel·ta isla donde el oro abundaba (2). (1) Colección de docllmentos inéditos tomo LXII. -Histo· ria de las Indias, del obispo de Chiapa'. (2) El erudiUsimo P. ColI, honr.. de la Orden franciscana y autor de una notable obra titulada Colón y la Rábida, de la que ba temdo la bondarl de dedicarnos un ejemplar, dice hablando de la desobediencia de Pinzón lo siguiente: .En el mes de Noviembre de 1492 navegaba Colón á lo largo de la costa de Cuba. que él creyó siempre verdadero continente, cuando sinti.éndose contrariado por un pertinaz viento de popa, determinó retroceder: en consecuencia, dió orden para jugar la maniobra, y aunque la Niila correspon. dió al momento á la consigna uniéndose á la almiranta para tomar la nueva dirección, por lo que hace á la Pinta ni poco ni mucho se dió por entanrlida, antes bien conti~uó surcando á barlovento las encrespadas olas, y alejándose cada vez más del resto de la flota .• El Sr. Fernández Duro-que. se¡¡:ún la graciosa frase del P. Cull. tiene hipo con rl almirante Colón - trata de demo8traro aunque Con poquísima fortuna, Que la culpa de la separacIón debe achacarse al almirante. Para esto dice que en aquel tiempo era costumbre en las fiotas que á la hora de ponerse el sol pasaran laA naves por la popa <le la capitan.. para recibir á la voz la orden que hablan de tenpr en la DOche. Y replica el P. ColI: • Plles si tal cOAtumbre habla ¿~'" es que Pinzón, llegada la hora de ponerse el 801 no 8~ xlmó á la capitana á recibir órdeneA?' ' Nosotros contestaremos al iluAtrado franciscano di le que no lo hizo porque en aquellos momento8 8n eJ: da mente, invadida por el ,Ieti.ojo de g~4"d_ fiando c.nn el papel de descubridor de DDIYCII • la PrOVidenCIO, en SU8 inde8cifrabl.. d vado tan sólo para Colón. EL SIGLO MEDICO 629 detenido. Asi, por ejemplo, J urgens ha reunido 41 1l1S0S diagnosticados de la referida dispepsia, en cuya au 'l\ encontró una degeneración completa de los plexos de Meissner y Auerbach. De esperar es que á me· dida que aumenten y se perfeccionen nuestros medios de investigaci6n, desaparezcan estos últimos baluarte en que aún defiende la dispepsia su existencia conlO en· tidad morbosa. Pero las aclorhidrias é hi poclorbidrias de verdadera importancia son las de carácter permanente, que se presentan acompañando de una manel'a constante á de terminados procesos morboso desenvueltos en el e tó mago y que sólo desaparecen cnando se logra la cnra· ción ó al menos un alivio muy pronunciado Ó se extin· guen con la vida del enfermo, que es, por desgracia, lo mis frecuente, dada la índole de las enfermedades en que la aclorhidria se presenta, Entre todos estos procesos, aparece en primer térmi· no el cáncer del e tómago, no sólo por su importancia patológica, sino por las apasionadas controversias que aun no hace mucho tiempo suscitaron las afirmaciones hcchas respecto de eFte asunto por R. van der Veldeu; pues si bien es cierto que GoJding Birel bRbla ya indio ado con roucha Rnteriorielael (1842) la elis 'nución ó falta completa elel He!. en l1ll enfermo ( )8 '\ un cáncer elel e tómago, ha t:l los trabajo ulolicaelo "la tarde por el primero ele los autores Cit s nadie habia vuelto á preocupar e elel valor que c o íntonl! pa· tognomónico pudiera tener la aclorhielria n e ánc 1 del ventriculo abdominal. La cuestión está hoy completamente resuelta: el cáncer del estómago e~ de todo punto impotente para ele terminar la aclorhidria en tnnto que se halla limitado su trabajo deetrnctil'o, en el parénquima glandular del estómago, á la zona ocupada por la neoplasia; pero así que se desarrollan las gnstriti intersticiales concomi· tantes y provol'adas por el proceso irritativo desenvuelto por el tnmor, }' eete proceso determina la degeneración y destrucción de las glándulas, aparece la hipoclorhidria primero y la aclorhidria más tarde corno resultado, no del cáncer mismo, sino de la gastritis degeneratil"a ó atrófica á que ha dado origen, Así se explica la posibilidad y aun la frecuencia con qne puede evidenciarse la existencia del He!. en el cán· cer del estómago y aun el aumento en la cantidad nor· mal de dicho ácido, cuando se aualiza el jugo gástrico en los comienzos de los estados irritativos desarrollados por la neoplasia, que dan origen á una verdadera exal· tación eu el funcionalismo del órgano, Recientemente he tenido ocasión de ver un canceroso en quien la cifra HC!. se sostuvo enteramente normal hasta pocos días antes de su muerte y que había presentado hiperclor. hidrias durante mucho tiempo. Aunqne no se le hizo la autopsia, In existencia del tumor, los infartos ganglio· nares y la caquexia cancerOsa no dejaban lugar á la duda res lecto del diagnóstico. tro caso no menos intel'esante es el de un señor de s s 1 a y cinco años de edad, á quien, por rec0lI1enda· ión el distinguido laringólogo DI'. Uisneros, vi por uro r vez en ]<'ebrero de19Ü, Presentaba todos lo sin· toma d una gastritis crónica muy avanzada con ga . tro·ect, :la considerable. Por expresión abdominal, e obtuvo, despué del almuerzo de prueba de Ewald, un líquido espeso de olor infecto muy penetrante, de colnr EntrÓ en el pueblo sin ser vísto, y continuó eclipsado y lleno de melancolía los pocos días que sobrevivió. Des· pués de su llegada á Palos, los Reyes le recibieron con desagrado por haberse separado de Colón, y á pesar de su muerte (1) se hicieron grandes fiestas en el pU6blo. rrible melancolía que se apoderó de todo su sér al ver deshechos todos sus pianes. No queremos seguir acumulando cargos sobre este personaje, y terminaremos con la frase del erudito Aseosio, que refiriéndose:" e.m triste fin dice: «La. intensidad de su dolor basta para hacer olvidar sus errores» Como se ha visto, la envidia y la avaricia fueron los caracteres distintivos de la personalidad de Pinzón; nosotros, que como médicos no podemos nunca sustraernos de la influencia que los órganos, aparatos y sistemas ejercen en los actos que ejecutan los hombres , vamos á disculpar algunas de las faltas de Piozóo, atribuyéodo· las á su modo de ser orgánico; en concepto nuestro, tan discutido marino fué un verdadero epiléptico; y á esta neurosis debemos bacer responsable de su audacia) sus desplantes, su orgullo, su envidia, su avaricia) su poca conformidad en someterse á órdenes de sus superiores, su afán de grandezas, que le hizo abandouar á Colóo, correr riesgos infinitos eo el Océaoo, sólo pOI' llegar antes que nadie á dar cuenta á los l~eyes de sus deSCl\' brilDientos) y por último, de su muerte, efecto de la ha· N o nos ha guiado el capricho al presen tal' á Pinzón como afecto de epilepsia; sabido es que la. mayor pa.rte de las neurosis se heredan indefectiblemente, que los padres transmiten sus predisposiciones orgánicas general- mente á las hijas, y las madre á los hijos. Ahora bien: Pinzón tuvo una hija epiléptica. En el Archivo de Simancas existe una Real provisión, dada eo Graoada á 5 de Diciembre de 1500 (á instancias de Arias Pinzón), el mayor de los hijos de Martío .llonso - com pañero de viaje de Colón -, el cual, fundándo- se en la incomodidad (1) que le causaba tener consígo á una hermana que padecía de gota coral, pide que cada uno de sus hermanos alterne en cuidarla en sus casas tanto tiempo corno él, á cuyo deseo) como hemos visto, se accedió de real orden. Como al tratar del des ubrimiento de América se cita por todos á Piozón y nadie se acuerda del medico GarcíFernández, de quien nos hemos ocupado anteriormente; como nosotros creemos que contribuyó, mucho más que el marino, á que hecho tan grandioso se realizara, por la ayuda franca y noble que prestó á Colón, vamos á poner frente á frente los méritos de ambos persouajes, y así, sill apasionamientos) sin comentarios en pro ni en '-ran grande rué la tristeza senlida por Pinzón viendo que su conrlucln había sido tan poco correcta. que según testirnonios fehacientes, vivió tan sólo quince días después (1) de haber desembarcado. ¡Tanta es la influeocia de lo moral sobre lo Hsicol (1) Esta frase no habla muy alto en pro del carifio fra- ternal de los Pinzones, y viene á probar que donde exi9tan Beres bumanos predol1l1na siempre el egoíBmo y el inie,"éB, cualquiera que sea el siglo y época en que fijemos la atención. 680 oscuro, que acusaba una acidez total de 89: la dosificación del Acido clorhídrico hecha por el método de 8jiigvist era ue 3 por 1.000; el resto de la acidez era de· bida a los Acidos organicos: la observación micro~cópi· ca no permitió descubrir ningón elemento canceroso ni sangre. Un tratamiento ordenado mejoró rápidamente al en· fermo, que aumentó en peso y dejó de experimentar! os trastornos dispépticos (flatulencia, vómitos, etc.) que antes sentia; en el lavado gástrico hecho seis horas después de la comida principal, sólo se recogían pequeños reslos alimenticios sin olor alguno. En esLa situación perdí de visla al enfermo (si bien supe que habia vuelto á sus antiguos desórdenes dieLéticos, causa prin· cipal de su enfermerlad) hasta el mes de Mayo del 92, en que se me presentó en estado verdaderamenLe ca· quéctico; por la palpación descubrí un tumor implantado en la pared anterior del estómago, que se hacía más visible por la insuflación del estómago. En el jugo gás· trico no existía ningún ácido clorhldrico. Murió el enfer· mo en el mes Julio de este año a consecuencia de un caucer secundario del hígado. Dos años habían bastado para Lransformar una hiperclorhidria considerable en una completa aclorhidria. Por otra pRl-te, la posible transformaci .n de la c ra péptic8 en carcinoma, observada en no p cos casos, explica la exi Lencia de las hiperclorhidria en mu s CIlncel'OSOS del ventrículo abdomi na!. Es, pu s, muy posible que los primeros c oaA rva· dos por von del' Velden y los que con él sostenían el valor patognomónico de las aclorhidrias en el cáncer gástrico. recayeran en individuos afectados al mismo tiem- po de galtritis at ran IUI terminant.eB éste asunto comp dad, y no comprendo có'dlIl'.•!it?¡ argu mento contra la virtualidad de 1 tenido gástrico los detractorel de tales p En efecto, que la 9clorhidria sea privativa ci ma del ventrículo ó comón á otrol procesos vos de la mucosa, si puede quitar importancia el punto de vista semeiológico a un!l alteración minada en un proceso morboso, en modo alguno p esto hacente extensivo a todos los datos suministrad por el análisis histoquimico del contenido gástrico. Por otra parte, si la aclorhidria no puede elevarse • la categoría de síntoma positivo é infalible del carcinoma, no deja de ser de gran importancia en los caSOI dudosos de esta enfermedad, y cuando la insuflación del estómago haya permitido reconocer, no ya un tumor, que en tales casos no puede haber duda. sino única· mente ciertas desigualdades en la pared del estómago, y exista al mismo tiempo la aclorhidria, acompañan. dose ambos sintomas de profundas alteraciones digestivas. Puede entonces diagnosticarse, con grandes pro· babi idades de acierto, la existencia de un carcinoma, to, ez que las grande cicatrices pilór\cas, que á la p Ip. c ón simulan á veces un tumor canceroso, no de· termin la gastritis aLrófica y la aclorhidria consecutiva. e e breve espacio de tiempo cn que 10 hace el cáncer. DedÓcese de aqui el gran valor semeiológico de la aclorhidria en los ca os de diagnósLico dudoso entre el cáncer del esLómago y la fiebre intermitente. Los pri- contra de ninguno de ellos, ofreciendo la verdad desnu- Garci fué durante los años da, Due tras pacientisimos lectores sacarán las consecuencias que juzguen pertinentes á este objeto. que mediaron entre la pri- Garci-Fernández. Pi,tlzón. mera llegada de Colón á la Rábida hasta su partida, amigo noble, leal y desintere· sado. Pinzón no hizo nada en este espacio de tiempo; cuan- do torto estuvo dispuesto se limitó á embarcarse con 8U8 hermanos. Garci-Fernández, médico Pinzón, hombre sin estu- de pueblo, era 8abio, enten- dios Berios, presuntuoso, au- Por exceeo de a vancaa se dido en Matemáticas, sumamente modeoto, y tan desprovi.to de envidi". que á pe.ar de la pobreza en que vió por primera vez á Colón, daz, rico, prestó oídos á Colón mediante la promesa de obtener buena parte en los be neticios del descubrimiento. separó de Colón, pretendiendo llegar á Espalia antel que él. reconoció en él UD hombre de !lenio. Así 10 oeclaró, y este acto importante fué lo 8nflciente para decidir al P. Marchena á demandar la protección de la Reina. Garci no deecansa, escribe la carta para la Reina Isabel, qne flrmó el P. Man'hona, tuvo en sn mano los 20.000 maravedíe en oro que loe Re· yes enviaron para 108 primer08 gasto del R.lmiranle, ani· UIÓ constantemente á 108 ve- ve á figurar; COmo si su excesiva modestia le hubiera aconsej ado desaparecer de la edCelta a fin de 611st,raerse á las manift'staciones de entu· Pinzón estuvo rehacio para la partida; no hubo noticia de que hiciera ningún 88Cri. fleio pecuniario, ni de proceder en e8t~ 8eunto deeintere. sadam~nte. cinos de Palos en favor de la persona de Cristóbal Colón. Garo; no obtuvo ni la más leve recompensa ni la más ineignificanteventRja por 8U8 incesantes trabajos y valiosa ayuda; médico rural era, y ael murió. Garci declaró en favor del bijo de Colón en el pleito sostenido por éste, y no vuel- Pinzón alcanzó honores de capilán de la flota, el tercio de los beneficIOS y el nombramiento de capitanee para eue hermf\DOs. Pinzón muere de tri.teza, víctima de una pasión deprimente - la envidia -al contemplar las justfsimu ovaciones de que habla .ido objeto el almirante. siasmo que habían de prodigársele por el éxito de suo trabajos. Somos enemigos de establecer comparaciones; pero cuando se dejan en la oscuridad personalidades tan importantes como lo es la del médico titular de Palos, • necesario poner en claro hechos que, por falta de da sobra de malicia ó rozami en tos de clases se dejan ea. olvido muchos tratadistas, faltando á la verdad his ca, sieudo éste el móvil principal que ha animado tra pluma para hacer un paralelo entre las dos históricas que acabamos de presentar frllJlte áf EL SIGLO MEDICO eros hechos de esta índole han sido publicados por primera vez por P. Hampeln (1), habiendo observado también Ewald un caso eu el Ho pital Augu to, y grao cias á este sintoma he podido recientemente diagnosti· cal' en un caso muy dudoso, cuya historia publicaré muy en breve, la existencia de un cáncer gástrico, y re· chazar en otro, que actnalmente tengo en tratamiento, el diagnó tico de cáncer del estómago, que por la persi tencia de la fiebre, el estado caquéctico del enfermo y algún otro sin toma dudoso, hubiera podido suponerse. Sólo cnando la ga. tro·ectasia provocada por la e tena· Bis pilórica es muy antigua y completa Ó ca i completa, se de arrollan los pl'Oce o inflamatorios crónicos y la aclorhidrias sub!>lguientes. Pero se compr~nde des· de luego que semejantes procesos han de evolucionar con extraordinaria lentitud, lo que diferencia ba,tante ambas aclorhiclrins. La causa íntima de la aclorhidria en esta enferme· dad ha Hido interpretada de muy distintns maneras. van del' Velden la Cree debida á la neutralización del HOI. del jugo gá~trico por el jugo caoceroso procedente de las ulceraciones de la neoplasia; hipótesis desprovis. ta de fundamento, toda vez que la extinción del ácido clorhídrico puede te¡ler lugar sin que el t mOl ¡aya llegado al reblandecimiento y la ulceradi 1, seg e tenido ocasión de ob ervar en dos caso or su par e, Riegel asegura que en el carcinoma d I estómago, el jugo gástrico no está neutralizado siuo e ruido t mente en su poder activo, en virtud de n l' 'on química desconocida en su esencia. De ser cierta la hi· pótesis de Riegel, la aclorhidria coostitniria un Intoma patognomónica uel carcinoma gá trico, cosa que no es exacta, según la observaciones de casi todos los qne han e tudiado la cnestión. De ignal manera son inadmisibles la opinione de Jaworski y Korczyn ki, para quienes la aclorhidria can· cero a se debe á la neutralización del jugo ga trico por el moco, cosa que podrá ser cierta cuando la ga triti determinada por la neoplasia dé lugal' á la producción de grande, cantidades de moco, observánuose entonces las mismas alteraciones que se producen en la gastriti mucosa, pero que faltarán necesariamente cuando el desarrollo de esta gastritis no tenga Jugar. La aclorhidria en el cancer del estómago tiene una explicación tan racional en los procesos degenerativos y atróficos que el crecimiento de la neoplasia provoca, que creo innecesario apelar á ninguna otra causa para darnos cuenta de su frecueucia. Por otra parte, las úl· timas investigaciones histológicas han demostrado que en la mayoría de Jos casos (un SO por 100) acompa· ñan al desarrollo del carcinoma del estómago lesio· nes mas ó menos extensas de la mucosa, que si alguna vez son facilmente reconocibles á la investigación Ola· croscópica, eBcapan otras á este medio de análisis y solo el examen histológico puede descubrirlas. Posible· mente, en el caso de Rosenheim y otros análogos, en que se ha creído la mUCosa completamente indemne á pe· 631 .ar de la existencia del cáncer y la aclorhidria, no se ha practicado el análisis histológico. Una observación de gran interés para la explicación de la causa de la frecuencia con que la aclorhidria se presenta en el carcinoma gástrico, la sumini tran las recientes investigaciones histológicas de Mathieu y , tiénon, quienes han encontrado en esta enfermedad la gastritis atrófica, no solamente exlendiua en un espa. cio más Ó menoe grande alrededor de la neoplasia, siuo en zonas e parcidas en diversas regiones del órgano. La aclorhidria noes. pues, un sintoma patognomónico del cáncer del estómago; pero su exi tencia, observada muchas veces en un mi mo enfermo y á distintas ho· ras (pues es preciso no olvidar la propiedad que tienen ciertas sustancias alimenticias de apoderarse y combil1tu'se con el He\. libre, enmascarando su presencia), puede inducirnos á sospechar su existencia y deducir conclusiones de gran importancia para su tratamiento quirúrgico. Sería, en efecto, absurdo extirpar un carcino· ma del estómago, aunque estuviera perfectamente diag. nosticado y circunscrito, cuando vaya acompañado de una aclorhidria permanente, iuuicio seguro de la exis· sencia de una atrofia glandular generalizada, que cier' ta te no podrá separar e con el bistlll'í. PROFESIONAL En momentos como el presente, en que la epidemia ca· léric3. 1 enseñoreada de parte de la vieja Europa, amenaza invadir nuestra Penín ula; cuando, en previsión de tan infausto acontecimiento 1 se multiplican I atropellándose mejor que sucediéndose, reales órdenes y circulares, encaminadas todas á recordar á lo titulares españoles deberes que cumplir, aumentando siempre sus penosos trabajos, y mentando solnmente en alguna, y como por incidencia, la po ibilidad de obtener ilu orias y ri:siblts recompensns,jnmás cumplidas, y que tardarán en olvidarse lo que tarde en desaparecer el peligro que las motiva, se impone la necesidad de demostrar á quien corresponda la importancia de lo servicios prestados por los titulares, la vergonzosa retribución que perciben y el constan te indiferen tismo, con amagos °de desprecio, con que son mirados tan valiosos trabajos. Si, desaprovechando las favorables circunstancias actuales, no hacemos enérgico alarde de nuestras fuerzas, dignos seremos de la desdicha.da suerte que hoy nos cabe. El que estas líneas escribe hace tiempo que recibe y lee con (Tuición todas las circulares que, acortando siempre los costosamente adquiridos derechos del facul· tativo titular, le imponen cada vez más estrechos y penosos deberes, porque espera que, tras tan repetidos y sangrientos latigazos, la clase médica española en ge· neral, y la de titulares en particular, hartas do sufrir inmerecidas vejaciones, cuenten sus fuerzas y demuestren, de una vez para siempre, á. los que disponen á su antojo del poder, que no en balele se humilla por largo tiempo á. los que tienen en su mano y está.n directamen- (1) Hampeln, Z"r Symptomatologie occ,,/ter visceral..· C/lrcinome. Zeitsch. f. Elin. Med. Bd. 8. S. 292. te encargados de velar por la conservación de la salud pública. 632 Es en los tiempos que corremos la abnegación letra muerta, y como tal, despreciada: en el tan decantado siglo del progreso se impone en España el derecho de la fuerza (representado por el elemento militar), del mismo modo que se imponía, revistiendo fOl'ma diferente, en los rndos tiempos qne la Historia llama de la Edad Media; las tan traidas y llevadas economias hieren con palo de ciego al elemento civil y dejan intacto, con respeto qne tiene todas las apariencias del miedo, el elemento militar; ha sonado, por lo mismo, la hora de las imposiciones, No faltará qnien arguya qne el militar expone su vida, presentando el pecho dellcnbierto á las enemigas balas en luchas más ó meuos frecuentes; pero, ¿acaso el médico, constante soldado avanzado de la ciencia, no lucha á todas horas con las invisibles y mortíferas ualas que tratando comunes Y epidémi~as enfermedades le rodean? El militar muerto en campaña deja á su viuda é hijos á cnbierto de la miseria, legándoles con su muerte un timbre de glol'ia y la pensión que la Patria agradecida les seJiala; el médico que, cumpliendo heroicamente su difícil misión, sucumbe luchando contra mortífera epidemia, muere de un modo oscuro y lega á su familia por único patrimonio la miseria, y como fatales anejos dos caminos que elegir: ó sucumbir á los to 'pes"h"& agos de la lasciva sociedad actual, ó implorar el so jo en la frente, la pública caridad. Callar or más tiempo 110 puede ser por nadie jnzgado como la santa resignanación del má.rtir, que sacrifica valeros lente su v1:la en aras de un icleal; sí será por todos con . e.t.ado e m la vil indiferencia del esclavo que, degrada o mdignos tratamientos, arrastra estoicamente su cadena sin pensar, siqnier sea por un momento, que no hay hierros 'jue no rompa una voluntad decidida, la ;e~H:lW&\:\sc1ll'éhJJ.;\1J'Il"~UijnPti\,ol§¡h~i~al\.M-i~.rro'1~gs asegurada vuestra subsistencia por digna y vitalicia retribución, presentaréis en masa vuestra dimisión j hacedle ver por este medio cuán valiosos y desatendidos son vuestros servicios, y otra será la suerte que os espere, Si las infinitas vejaciones, tan de antiguo pacientemente sufridas por la respetable clase de los titulares, han dejado á sus miembros algo de dignidad profesional, • cuando menos indicios de la celebrada altivez del caballero español, no duda el que á vosotros tiene la _ _..J:l.llIwW1e...J:u'w'rj'u:Jie_...J~Jl.l1ahaI..éi nosible. anrol1.At!..bA...nt.l Congresos cietltijlcoB 11por el catedrático yaca y P,era, Publicada de real oraen. Esta nueva obra del Sr. Vilanova puedé como la con tin uación de otras varias mismo sobre los Congresos científicos habido. en el transcurso de estos últimos años, á casi cuales, unas veces por delegación de nuestro Gel otras por cuenta propia, ha asistido este emiDen fesor, Comprende esta obra las relaciones del Congreso Higiene y Demografía de Londres, de la Sociedad Hel tica de Ciencias de Friburgo, del freniático italiano Milán, del de la Asociación francesa para el progreso las Ciencias y una noticia de la Exposición Internaci nal de Higiene de Viena, ¿ Cómo pudo concurrir el sellor Vilanova á todos estos Congresos, celebrados casi consecutivamente, unos tras de otros, y en distintos paises? Pues del mismo modo que acude á las Reales Academias de Medicina, de la Historia y de Ciencias, á todas las cuales pertenece, y va luego al Ateneo y á la Sociedad de Higiene, y no des..tiende su cátedra, y lee y escribe y da conferendas, y aún le sobra tiempo para departir con s amigos en amena y siempre instructiva conversa· e última obra del Sr_ Vilanova, que no hemos de porque no lo permite la multiplicidad de los ltSU1!tn ue trata, da cuenta detalladísima y minucios.., no sólo d las sesiones, sino de todo el cuadro que constituye 10R Congreso.; y coleccionada con las otras anteriores, forma una especie de protocolo de todo el movimiento científico del último tercio del siglo actual. Al recorrer las páginas de esos curiosísimos libros va. vién· dose la marcta progresiva de la ciencia, lenta y reílexi- ~fi.\i'd~llv~8~sJld·e.rJ~¡'oMoffi'bJ',\'Ml8~~s?tlo'l?'Q~~g~1\1'a'§ preciosos pal'a juzgar á nuestra época y á nuestros hom· brcs de ciencia, Sin ese trabajo prolijo quese ha tomado el Sr. Vilallova, esos grandes concurSOS del saber pasarían inadvertidos para los que uo pudieran presenciarlos; y a\..n para los mismos que á. ellos asistieron no telldrían más efecto que el de esos aerolitos que atraviesan la atmósfera, deslumbran con su luz y desaparecen luego en el espacio. La ciencia necesita, como la religión, apóstoles que la propaguen, Tal es la men te de los Gobiernos al mandar sus delegados, por más que estos últis O-i.2.n.OJ:a sl1ele a.si iem..nJ' l..id :rJ..... .... EL SIGLO MEDICO 1 calor, al fdo, á la intemperie, para 61 !JO axis· ni las oomodidades ni el reposo. Sin n.mbiciones, _ d88eos, sin más vicios que el estudio, lleg6 á la vejez sin que su ouerpo ni su espiritu se lo advirtieran. Un dla, sin embargo, notó que sus piernas flaqueaban, que ee cansaba su respiraoi6n y que allá, en el fondo de su pecho, había algo que latía de una manera desacostumbrada. Lo que en un principio fué simple molestia, no tardó en convertirse en enfermedad real, y como el rico, muy satisfecho de su suerte, que pierde de repente su fortuna, así se vi6 transportado nuestro buen amigo, por sorpresa, desde la opulencia á. la miseria, desde la salud más envidiable á la impotencia casi absoluta. Tenía una afección cardíaca qlle su condición de médico no ]e permitía desconocer. En este estado, inmóvil en una silla, con las piernas entorpecidas por el edema, con accesos de dispnea que á cada rato amenazaban sofocarlo, sin sueño que diera re~ poso á. su fatiga., contando las interminables horas de las noches de invierno, en esa situación horrible redact6, una tras otra las páginas de ese libro, que sus aman~ tes hijas, ángeles custodios de aquel pobre viejo sin vida, iban escribiendo, borrando más de una vez con sus lágrimas los trazados que la tinta imprimiera. D l . :+: *' CARO. PRENSA MEDICA EXTRANJERA: 1. Uu caso de cálculos s,livales.H. Las neuralgias renales.-HI. Influencia de las lesiones del útero y de la vagiun. duran te el parto como causa de la locura puerpera!. 1 El Sr. Le Dentu ha tenido en el hospital Necker un caso de enfermedad poco frecuente, In. litiasis de la glándula submaxilar y del conducto de 'Vharton. Examinado este enfermo, se encuentra, debajo de la lengua, en el lado izq uiel'do del suelo de la boca, una tumefacci6n dura, alargada, desigual, algo abultada á trechos, que terminaba en el orificio del conducto de Wharton y tenía una dirección oblicua como este conducto. Por otra parte, la. glándula maxilar estaba tumefacta, abollada, dura. Sobresalía no s610 de la mucosa del suelo de la boca, sino de la piel de la regi6n su pra-hioidea. Sin embargo, en este lado no se percibían tan clara~ mente las abolladuras. La evolución de esta enfermedad fué enteramente latente, sin dolores, sin accesos inflamatorios. Dificil es, por tanto, precisar cuándo principi6, Sin embargo, actualmente hay uu poco de sensibilidad; la mucosa bucal está roja al nivel de los puntos tumefactos. La localizaci611 de la enfermedad en el conducto de Wharton y la glándula submaxilar no es discutible. Tampoco es dudosa su naturaleza. Las abolladun,s, la dureza, no pueden explicarse sino por cálculos salivales. Estos cálculos constituyen una afecci6n rara, yel primer hecho de que se hace menci6n en la ciencia es el '1118 refiere Ambrosio Pareo. Sin embargo, hasta 1737 no 633 localiza exactamente la enfermedad Schoror en la gláudula submaxilar, localización que, á pesar de ser tan lógica, combatieron vivamente Louis y Boyer, y no fué establecida definitivamente hasta 1855 por Closmadeuc. La patogenia de los cálculos salivales ha dado también lugar á numerosas discusiones. Se ha dicho que se formaban alrededor de lln n1.1cleo que era un cuerpo ex· traño, detritus alimenticio, por ejemplo, que había pe· netrado en el conducto de "\Vharton. Richet, en particular, atribuy6 gran importancia á las partículas de salTO desprendidas de los dientes. La cansa más f ..ecuente y más importante es, al parecer, la inflamación de la muo cosa bucal alrededor del orificio del conducto excretor, inflamaci6n que obra oponiéndose al curso de la saliva y quizás tam bién cargando á ésta más de sales. La inflamación explica que los cálculos sean mucho más frecuentes en el hombre que en la mujer, pues las irritaciones de la boca, en particular las producidas por el tabaco, son en aq uél mucho más frecuentes. Respecto á la edad, son más frecuentes en la adulta, de los veintiséis años á los cuarenta y cinco, sin que por esto dejen de observarse en el niño, y basta se ha dado un caso en uno de tres semanas. Desde el punto de vista de la localización, la glándula submaxilar es, con mucho, la más afecta (diez veces más que la ar6tida). Mucho más raros son aún los cálculos en las,gol dulas sublinguales, en las de los labios, velo del pa1ad 1 y mejilla. Los Ucu s son, ora únicos, ora múltiples. Cuando on lt e se articulan á men uclo, ofreciendo facetas de c ntacto. u forma es ya oblonga, cónica) irl'egula~' ( 1 ulos del nducto de Wharton), ora.- redondeada (cálculos del receptáculo común de los acini de la glándula). Los cálculos del conducto tieuen á veces una ranura que deja pasar la saliva, en cuyo caso se toleran mejor. La glándula irritada por la presencia del cálculo es asiento de una inflamación cr6nica. Sus divers(\s lóbulos se hipertrofian desigualmente. Esta inflamación hace creer á veces en un cáncer, y por otra parte inclina á pensar que el cálculo ocupa el l6bulo más hipertrofiado. El curso de los accidentes es muy va!'Íable. Ora su desanollo es latente y su evolnción lenta, gradual, insidiosa; ora á lo sumo existe un poco de molestia en el momento de las comidas y del aflujo de saliva que provocan. La casualidad es entonces la· que hace descubriJ' el cálculo. Otras veces hay inflamaci6n aguda; la enfermedad desctita con el nombre de ránula aguda es debida á menudo á la retención brusca provocada por un cálculo. El tumor puede desaparecer rápidamente si so expulsa el cálculo, pero la inflamaci6n puede invadir también la glándula, el tejido peri-glandular y ser, en algunos casos, el punto de partida de flemones del cuello. La ~uración espontánea no es enteramente rara, ora se oxpulse el cálculo por las vías naturales, ora al través de UDa ulceraci6n len ta, progresiva, sin gran inflamación. El diagn6stico no ofrece dificultades sino en los casos en que los accidentes toman la forma de ránula aguda yen aquellos en que la inflamación crónica ha determinado una hipertrofia en masa de la glándula. En el primer caso debe pensarse que las ránulas agudas son debidas á veces á la obliteraci6n del conducto, no por un cálculo, sino por nn tR.p6n moco-fibrinoso. En tanto no se expulsa éste, y con él la saliva retenida, los accidentes son enteramente los mismos. El cateterismo del 634 conducto de Wharton permitid. generalmente hacer sao nes de la pr6 lir el cálculo. Si quedase aún dllda, la conducta del práe- liones que in:fll1te tico dependerá más bien de la intensidad de la inflama- secl'eción urinariA, ción qlle de la callsa de ésta. hasta la fosfaturia. En el caso de inflamación cránica de la glándula, la Por último, lesiones vecina' tl primera impresión es bastante á menudo la del cáncer, denG, las lesiones de la column.. veMí pero el cáncer de la glándula submaxilar es una afec- ma de la arteria mesentérica ó de la .. ción muy rara. Además, no existe la induración en fol" terminar la neuralgia renal. ma de cordón del suelo bllcal, sino una invasión rápida Vese, pues, que es muy variable la etiol en masa del suelo de la boca y de la región supra- neuralgia renal. En cuanto á su sintomatolo hioidea. El cateterismo del conducto de Whartou, y en me en crisis que recuerdan desde todos los p caso necesario la acupuntura, permitirán generalmente vista el cólico nefrítico de origen calculoso. apreciar el cálculo. que es de ordinario brusco, parte del hipocon El pronóstico es benigno, pues sólo excepcionalmente irradia al ombligo, región inguinal, hombro y m producen las graves inflamaciones arriba iudicadas. rrespondiente. El testículo está retraído y hasta El tratamiento debe consistir de ordinario eu extraer ces asieuto de un dolor atroz. Los vómitos son f el cálculo por el interior de la boca. Los cálcnlos del tes, la necesidad de orinar continua, la orina r conducto de Wharton se abordan fácilmente por la in· francamente hematúrica; hay oliguria y á veces 8.n cisión; los de la glándula exigen una incisión más 1'1'0La duración de las crisis es variable, de una á va funda. H ..y que dislacerar todos los lóbulos tumefactos horas; hasta puede el dolor prolongarse varios días, 111l para estar bien seguros de haber extraído todos los semana, con remisiones tan pequeñas que es casi co cálculos. tinuo. La glándula está á veces tan inflamada, tan alterada, La frecuencia es también muy variable: ciertos enfer· que puede verse obligado el médico á extirparla por en- mas no tienen más que algunas eu un año, otros tienen tero. La Jlblación completa no puede h cer cilmente una ó dos por semana. Por último, el dolor puede ser sino por la región supra-hioidea, pe la abla i n de I casi continuo, sin crisis ):lieu marcadas. glándula debe mirarse siempre ca o un recurso exce Estas neuralgias tienen variable evolución Alguna. ciona!. La ablación del cuerpo extr o, combinada on u 'an espontáneamente ó bajo la influencia de un tra· la dislaceraoión de los lóbulos hip l' rofiados as a:,.A,"¡"'1>•.,,rl,i·ento médico. Otras, sobre todo cuando se trata de casi siempre para obtener la regresi su s uerviosos, conducen á los enfermos á la morfinamaUla Ó á operaciones quirúrgicas como la nefrecu tomía. Muchos autores han puesto en duda la existencia de Las analogias de la neuralgia renal con el cólico neo neuralgias renales creyendo que esta enfermedad de- fritico de origen calculoso son tan completas, qlle es supendía siempre de cálculos renales desconocidos. El doc- mamente dificil el diagnóstico diferencia!. En realidad, tor Félix Legueu ha demos tracia que, aunque rara, sólo dos caracteres permiten precisarlos, y aun no se los existe esta neuralgia con una sintomatologia que per- encuentra siempre con la limpieza necesada: la natura~ mite en ciertos casos hacer el diagnóstico diferencial leza del dolor ocasion'Ldo por los movimieutos y la forcon los cálculos del rüión. En uu caso observado por ma de la hematuria. En efecto, en los cálculos renales el Guyón, la exploración de este órgano por la incisión dolor provocado por los movimieotios cesa con el reposo, reveló que no contenia cálculos. para reaparecer con el ejercicio, la marcha, etc. En la Desde el punto de vista etiológico se puede dividir las neuralgia no presenta caracteres t ,n claramente mar neuralgias renales en dos clases, según que se producen dos. De igual modo, la hematuria, que se produce sin lesión ninguna ó son la manifestación á distancia y pre por los movimientos y cesa por el reposo, es ca refleja de la alteración de un órgano más ó menos leja. terística del cálculo, mientras que en la neuralgia; no. En el primer caso son idiopáticas, y sintomáticas aparición de la sangre en las orinas, si se prod~ en el segundo. afecta esta intermitencia tan especial y tan clara Las neuralgias idiopáticas, las más raras, pueden de- provocada. pender del neurosismo, del histerismo, hasta del paluEl tratamiento médico ha bastado en cierto nú dismo - según ha demostrado la eficacia del tratamien. de casos citados por el Sr. Legueu para producir la to por la quinina -, quizás del reumatismo y de la gota. ración; pero buen número de enfermos han sido El traumatismo ha obrado también en algunos casos dos, y en algunos ha .bastado la exploración direo como causa determinante. riñón para curar la neuralgia. Las neuralgias sintomáticas reconocen por causa las lesiones del sistema nervioso, del aparato urinario ó.de UI las partes vecinas. Entre las primeras hay que colocar la ataxia locomoEl Sr. Rohé refiere cuatro casos en los que res triz,. que puede 1>roducir la neuralgia del riñón con igual mente observó rotura del perineo, dislaceraci6n motivo que las demás visceralgias qlle se observa al Ha uterino, un estado morboso de los ovariOl principio de esta enfermedad. En un caso observado por trompas. En todos estos casos se practic61a el Dr. Péan se extirpó el riñón creyéndole calculoso, y y se extirparon los anejos uterinos. Dos de la tabes no se confirmó sino posteriormen te. después de la operación, curaron de sus Las afecciones de la vejiga pueden influir también tales, que con taban diez semanas de sobre el riñón, en particular los cálculos vesicales que diez y ocho meses en la otra. En lQl sin producir nada en la vejiga pueden determin~r la tenían cinco años de fecha, ooa neuralgia renal. Lo propio ocurre con ciertas afecciotervención operatoria prod 685 EL SIGLO MEDIOO siguientes con· La locura puerperal es, al menos en la mayoría casos, una psicosis infecciosa. ll' Sin negar la influencia de los demás factores, tales como la herencia, la anemia, la extenuaci6n, los pesares, una observación cuidad.osa revela que son muy pocos los casos de locura puerperal que no van precedidos ó aco mpañados de infección puerperal. He aquí las razones en que se funda esta opini6n: 1. & La locura puerperal, en la gran mayoría de los casos, aparece en los diez primeros días que siguen al parto - en los cinco primeros llías en la mitad de los casos -, es decir, en el período en q ne se manifiestan comúnmente las demás formas de la infecci6n puerperal. 2.& Va ordinariamente acompañada de elevaci6n de la temperatura y de otras manifestaciones de fen6meuos febriles. 3.1\ La forma clínica que presenta la locura puel'peral es, en la mayoría de los casos, In. mania aguda, delirante 6 confusa; los estados depresivos sou raros, salvo en las formas secundarias. En otros términos, la manifestación mental más frecuente es la que se p~rece más al delü10 febril. 4.3. La proporción de lh.s defunciones es mayor que en la simple manía: la muerte sobreviene indirecta te por extenuacíón, y por lo general con gran el act6 de temperatura y pnlso rápido. 5. 30 Las autopsias, aunque poco frecuente casos, han revelado graves trastornos de las pélvicas. 6. a El reconocimiento de los órganos pél vicos rante la vida descubre dislaceraciones del perineo y del cuello uterino (vías fáciles de infección en la mujer en estado puerperal)j como estados secundarios se encuentran inflamaciones intra·pélvicas (peritoneales), dislocaciones anormales consecutivas, dislocaciones y congestiones del útero, de las trompas y de los ovarios. 7.& El resultado de las operaciones parece demostrar que la ablación de los órganos aumenta las probabilida· des de curar los trastornos mentales. 6108 DR. RAUtÍN SEUnFJT. PRESCRIPCIONES Y FORMULAS Tratamiento profiláctico de la. gota rena\. (POTAIN) Carbonato de litina. 0,20 gramos. Acido benzoico. . . . . . . 0,05 Mézclese para un sello que se tomará. diariamen te por espacio de dos septeuarios para prevenir el acceso de gota renal y manteuer la integridad del riñón. Durante los ocho días siguientes se administra dos cucharaditas diarias de la siguiente solución: Ioduro potásico. . . . . . .. 3 gramos. Agua destilada. . . . . . .. lOO Altérnese así dlll'ante mucho tiempo el uso de los alca.linos y de las soluciones iodnradas. Inyecciones antisiflllticas. (STOUKONENKOF'- ) Benzoato de mercurio. Cloruro sódico. . Clorhidrato de cocaína.. Agua destilada. . . . . . 0 130 gramos. 0,100,15 40,00 H. s. a. una solución que contiene, por centímetro cúbico, un contigramo aproximadamente de benzoato de mercurio. La solución dehe ser fresca, pues se altera por la formación de un depósito y acaba por no contener ya mercurio. Se inyecta todos los días el contenido de una 6 de media jeringa de Pravaz, es decir, un centIgramo ó medio centigramo de' sal mercurial, en las regiones abundantemente provistas ele tejido celular. En una sífilis de mediauR intensidad el número de inyecciones es de 30 á 40. Convieneu sobre todo á los enferwos debilitados, á quienes se pued~ prescribir simultáneamente por la vía bucal medicamentos tónicos, ferrugiuosos 6 específicos, tales como la quina, el hierro y los ioduroe. Plldorae contra el aborto repetido de causa desconocida. (G. TUllAZZA) Gomo-resina de asafétida. .. 6 gramos. Extracto de lechuga. . . . c. s. Mézclese. Para 60 píldoras, de las qne se tomarán dia· riamente de dos á diez. Comienza á hacerse uso de estaq píldoras en cunnto se sospecha el embarazo. Se toman primero dos todos los días, y después se aumenta. gradualmente ha.sta diez ~Í1dorns ia. ·¡as. Cnando el embarazo 5 apl'o:,~Lma á u lisminuy pI' gresivameote 01 número de eja.n de administrarse en la época del contra las hemorroides. Clorhidrato de cocaína. 1,20 gramos. Sulfato de morfina. 0,30 de atropina.. 0 125 Tanino pulverizado. 1,20 Vaselina. . . . . . . 30,00 H. s. a. una pomada. - Procúrese que no vayan extre· ñidos los enfermos. S. SECCroN OFICIAL CUERPO DE SANIDAD MILITAR DESTffiOS, ASCENSO~, ETC. Real orden de 20 de Septiembre concediendo volver al servicio acti vo al médico mayor en situación de supernumerario sin sueldo en Filipinas Sr. Naranjo. Real orden de 22 de Septiembre concediendo pasar á situación de reemplazo al médico mayor Sr. Agüera y de la Vega. Real decreto ele 23 de Septiembre disponiendo pase á situación de retirado el inspector médico de segllnda clase Sr. Pardiñas. Real orden de 26 de Septiembre disponiendo que nna Comisión mix.ta de ingenieros y médicos militares estudie las concausns que determinan la aparición de fiebres tifoideas en la guarnición de Lérida. Real orden de 27 de Septiembre destinando al hospital de Badajoz el médico mayor Sr. Rniz Alcázar; al segun- 636 do regimiento de artillería de monta!a el m6dico primero Sr. Andrén; al batallón nazadores de Las Navas el médico primero Sr. Cilla; al regimiento infantería de Isabel II el médico primero Sr. Portas, y al regimiento infantería del Rey el médico segundo Sr. Alemany. Real orden de la misma fecha que la anterior destinando á la Farmacia de Madrid el subinspector farmacéutico de primera clase Sr. Pelegri ¡ al Laboratorio central el eubinspector farmacéutico de segunda clase Sr. Ferrán j á los hospitales de Valencia y Zaragoza los farmacéuticos mayores Sres. Martínez Cortina y Robre· do Iñigllez, y al Laboratorio sucursal de Barcelona y al hnspital de Mahón los farmacéuticos primeros seño· res Bonal y Martinez Espronceda. MONTEPlo FACULTATIVO SECRETARíA GENERAL D. Arturo Garela González, residente en Espadañedo (Zamora); D. José Precioso, residente en Murcia; don Manuel de Carvona, residente en La Gineta (Albacete)¡ D. Jaime Castell y Tullana, residente en Jalvu (Alicante), todos profesores en Medicina, han presentado solicitud de ingreso en este Montepio. Lo que se publica para conocimiento eoJa Sociedad y ' los efectos oportunos. Maddd, 15 de Septiembre de 1892. - El secretari neral, Francisco ltIarin y Sancho. tan cbnsicli algún día lÍe Después de Boletines d de Benefioencia ., de Diciembre, Enero y F61í~ero; y en ellos he encontrado la oonfir nes sobre la constitución médioa de k chos Boletines se consigna que las eufe tes han sido de carácter catarral, y en li1 se menciona la grippe; pero no para a tencia, sino para negarla de la manera máa terminante. Respecto á Enero, en que aumentó el númerO mos y el de defunciones, habiendo fallecido per elevada posicióu social, y entre ellos nuestro o presidente, el Sr. D. Eusebio Castelo, ni siquier, mención de la grippe; hablándose, en cambio, afecciones catarrales que eran las dominantes en mes, como lo habían sido en el anterior. Y en el B en que se da cuenta de las enfermedades reinante Febrero, se consigna en general la existencia de las a ciones catarrales en los distritos municipales de esta pital, y se manifies:a, al tratar de: de Buenavista, que las fiebres catarrales ban revestido verdaderos caracteres epidémicos y de indole infectiva; que en el del ROij. picio se han observado casos no muy bien definidos de 'infección g"ippal, y que en el de la Inclusa parecía 9 una intoxicación sin infección profunda babia sillo la ======================.:=====-1,0 SOCIEDADES CIEN REAL ACADEMIA DE MEDICINA SESIÓN DEL 4 DE JUNIO DE 1892 (1) Recordarán los señores académicos que tuvieron la bondad de escncharme, que en la sesión de 12 de Marzo último, en que hice mi comunicación sobre la constitución médica reinante en el invierno último, manifesté que, en mi opinión, habia existido y existía en Madrid una constitución catarral, unida á una influencia morbosa de carácter nervioso, y de manifestaciones periódIcas, adinámicas, atáxicas y aun malignas, y figurando también un elemento reumático muy generalizado; '1ue esa constitución catarral compleja se ha observado y se observa con mucha frecuencia en esta Corte, según se demuestra en la Topog"ofia ltlédica de l.Iadrid, escrita por el Dr. D. Antonio Pérez de Escobar en 1788, as! como en las Efemérides epidémicas de esta Acade· mia y en las pocas obras de Clínica médica que en este siglo han visto la luz pública ¡ que mi práctica médica en esta Corte así me lo ha enseñado, y que yo no podia admitir la existencia de la grippe, porque faltaba esa generalidad en las invasiones que caracteriza la epidemia catarral, su propagación de unos puntos á. otros, la duración comúnmente limitada, la mortalidad mucho mayor de la .,rdinaria, y ese genio epidémico especial, independiente hasta cierto punto de las condiciones ato mosféricas, que está sobre ellas y las domina; en una palabra, aquel conjunto de circunstancias y condiciones morbos~de morbilidad y de mortalidad, que observaIDOS en est~ación durante un plazo de tres semanas, á fines del año 1889 y principios del de 1890, en que fné (1) Véase el número anterior. usa de ciertas enfermedades, haciendo recordar la o 'ma grippal que la epidemia de 1890 trazó en su prin. ci io. Las observaciones que he tenido ocasión de recoger desde el 12 de Marzo hasta la fecha, me afirman en la creencia de q ne la grippe no ha reinado en esta pobla. ción en las dos estaciones últimas. y en efecto, si, como yo entiendo, la grippe es la fiebre catarral epidémica, que afecta al mismo tiempo á gran número de personas j que invade sucesiva 6 simultáneamente diversas coma.rcas, no alcanzando generalmente gran duración el periodo epidémico; que aumen· ta de un modo notable la mortalidad, é influye desfavo· rablemente en los afectos quirúrgicos, y en la cual ha hallado Seifert un esquizomiceto especial, que es el crococo de la influenza, muy poco diferente del coco la neumonía, así como diversos estreptococos en la s gre del bazo, la trlquea y los pulmones, me inclino pensar que no ha reinado en Maddd la mencionada fermedad, pues las fiebres catarrales nerviosas y reum ticas observadas, así como los afectos il'regulares anormales del aparato respiratorio, del digestivo y cerebro-espinal, pueden explicarse, en la forma en q se explican los siempre oscuros asuntos de la c1ín° por la constitución catarral reinante que se ha ob Tado en el otoño, invierno y primavera. Pero si se da otra significación á la palabra 9 si, como dice Jaccoud en su conocida obra de Pat médica, se consideran como casos de grippe 11 catm.,.os que se observan en invierno por simples mientos, lo cual le parece censurable al profesor y si, con Littré, que no deja de tener alguna en punto á tecnicismo médico, la palabra denominación vulgar de la bronquitis[d no hay duda de que en esta Corteba o D dad en cuestión, que seria ~ ciones. m.. SIGLO MEDICO ogia de la voz grippe puede explicar su va"lIcación, pues en tanto que Fl'ank y Grisolle D de la palabra polaca gry'pka, que para unos decir "onquera, para otrcs romadizo y para algu. (lIbatimiento, Landouzy cree que trae su origen del verbo francés agripper, qne significa coger de repente 6 con violencia. No creo, por tanto, que deba sostenerse que en Madrid ha reinado la epidemia catarrnl ó g7'ippe en las dos estaciones últimas, pues de admitir esta opinión habría que confesar que eu esta capital es la grippe enfermedad endémica, puesto que en todas las estaciones se han observado y se observan tipos morbosos como los que han llamado la atención de distinguidos prácticos en el invierno y primavera de este aüo. El número de enfermos y la mortalidad de la primavera dan una prueba más de qua no hemos sido castigados por la grippe, pues lo cierto es que ni el uno ni el otro factor han sido los que corresponden á dicha enfermedad epidemica j habiendo descendido el número de inhumaciones en algún día del mes de Mayo hasta 29, cifra muy inferior al término medio en esta población, aun en épocas en que no pued·e considerarse como desfa vorable la constitución médica reinan te. No qu~ere esto decir que no haya tenido algún carácter in.f;eceioso la constitucción médica, pues las fiebres catarrales, comO' las nerviosas, y todas las II mada. esenciales, Son padecimientos totius substanti J debidas á influencias generales, unas conocidas, ot -as desconocidas, pues toda.vía hay que apelar á alg tan oscuro como el qui(l (livinum de Ripócrates, á pe a' de los grandes progresos de la ciencia desde la época d a; Medicina griega. Una exposición detenida de los principales casos cllDjeos observados durante las dos últjmas estaciones sería en extremo instructiva y muy digna de la Academia, sirviendo de confirmación á cuanto be tenido ocasi6n de exponer. Mas DO debiendo traspasar el tiempo que resta de sesi6n, me limitaré á dar noticia de nna en· ferma de fiebre de larga duraciónj á hacer algunas con· sideraciones sobre los padecimientos cardiacos observados, citando un caso interesante; y, por último, á. recordar el empleo, en las enfermedades de la infancia, de poderosos agen tes terapéuticos, relega.dos al olvido en la actualidad, DO s610 en dicho período de la vida, sino en el tratamiento de la generalidad de las enfermedades. El caso de fiebre se refiere á una señora septuagenaria, de constitución deteriorada y temperamento nervioso, que ha. disfrutado de regular salud, pues haciendo ya algún tiempo que cuido á su familia, no recuerdo haberla asistido sino en ligeros catarros bronquiales y gastrointestinales. La enfermedad en cuestión empezó á fines de Enero: ha dnrado tres meses, y ha terminado por el restableci· miento completo. Los primeros síntomas consistieron en fiebre ligera, sin localizaci6n importante en ninguna de las mucosas, con angustia penosa en la región epigástrica, mareos y quebrantamiento de fuerzas. La fiebre ha sido generalmente pequeña, pues apenas ha pasado el termómetro de aso y las pulsaciones de 90; habiéodose presentado dos Ó tres recargos diarios, en los cuales se exacerbaba la angustia epigdstrica, que ha sido el síntoma m~s cODstante y molesto en todo el curSO de la enfermedad. ]¡11 aparato respiratorio no ha ofrecido manifestación alguna: ni un golpe de tos, ni dispnea, ní esputos; siendo esto tanto más de extraüar, cuanto que se trata de una constitución en que tan frecuente ha sido la bronquitis, y de una persona de edad, predispuesta. como todas las de condiciones análogas, á las localizaciones neumónicas. En cambio, el aparato digestivo ha presentado gran número de síntomas: anorexia tenaz; sed pocas vecos; lengua húmeda por lo común, en ocasiones seca y saburrosa; angustia epigástrica constante, con grandes exa.. cerb aciones; en contados días náuseas y vómitos; extre· ñimiento casi siempre, y rara vez diarrea 6 disentería, enteralgias y neuralgias. Los principales síntomas han correspondido al sistema nervioso: mareos, atolondramiento, raras veces cefalalgia gravati\·a, insomnio, en pocas ocasiones somnolencia ó delirio, angustia epigástrica y neurosis gas· tro - intestinales. La orina ha ofrecido grandes variaciones en su cantidad y caracteres físicos: abundante unas veces, escasa otras, clara como agua en ocasiones, y de color amarillo-rojizo más Ó menos subido en otras. Tal conjunto de síntomás corresponde á las fiebres nerviosas de larga duración, y habría sido calificada por los franceses de tifoidea prolongada. Pero como quiera que ha faltado el esluZJo?'J característico de los estados tifoideos, así como los síntomas del aparato dil?estivo 1 s variaciones cíclicas de la temperatura, n.o ebía sticarse de tifoidea, enca.jando Su cuadro sioto ic e el de las fiebres nerviosas, simples, adiámi a t x cas y malignas. E roo s·c me pareció siempre gl~are é inseg'uro, po' t 'atarse d na fiebre de maja índole y de una señora de c:::dad, y la terminación podía ser satisfactoria, como sucedi6, ó funesta.. El tratamiento consistió, además de los modificadores higiénicos para consel'Var la pureza del aire, la alimen· tación y el uso de bebidas convenientes, en el empleo do los tónicos neurasténicos y de los antiespasm6dicos. De entre los tónicos, prescribí casi todas las sales de quinina, sulfato, cloruro, bromuro y valerianato i la quinoidina; la quina en polvo, su infusión y vino; el cocimiento antiséptico de la F. E.; el neurasténico de qui.. na y valeriana, y las infusiones de carneddos, centan· rn.., ajenjos y genciana. Entre los antiespasmódicos, he administrndo la poción antiespasmódica de la F. E., la tintura corroborante, la valeriana en diver as formas medicinales, el almizcle y el alcanfor, y loE. bromuros de potasio, sodio y alcanfor. Para combatir las complicaciones del aparato diges~ tivo he hecho uso de los demulcentes; de los anodinos, como el opio y sus preparados, y de los emolientesj yen una palabra, he procurado satisfacer con los medios te~ rapéut.icos apropiados las numerosas indicaciones que se han presentado en enfermedad tan larga, peuosa y acciden tada. Por fortuna, el éxito ha sido satisfactorio, y la enferma ha logrado el restablecimiento de su salnd. Tratando de otra clase de enferD::ledades, he de insis. tir en que durante el invierno y la primavera de este año las afecciones del centro circulatorio han dado ~··.-.J~l~---"'''­ contingente á la morbilidad y á la mortalidad de la capital de España; lo cual no causará extrañeza, si se considera que los elementos reumático é infeccioso han figurado como factores patogénicos de capital in· fluencia. La endocaTdiC'8 DO ha dejado de obse, v ..~se en los P'" decimientos agudos; y entre los cr6nicosllas insuflcien" cias valvulares y estrecbeces de 1011 agujeros, ..si coftie diversas alteraciones funcionales y m ..terialss del mio· cardio; habiéndose 'puesto en práctica uibl terapktica cuya base han sido los a.nlirreumáticos, los moderadores de la inervación Mrdíaca, tónicos y é][citantes de la fibra estriada. del corazón, y los revulsivos á 1" piel y ..parato digestivo. Así es que se ha.n prescrito en el tra.tamienlo de las afecciones cardíacas, aguda.s y crónicas, los ioduros de potasio y de sodio, los salicilatos, las sa.les de quinina. y la. antipirina.: la. digital, conva.la.ria., sulfa.to de esparteína. y estrofa.nto i la. nuez vómica. y la estricnina. i el cornezuelo de centeno y la. ergotina; los eméticos y los purga.ntes, y los empla.stos de ta.psia. y de cantáridas. Entre el número no esca.so de cardiopatías que be tra.tado en Ia.s dos últimas estaciones, be de lla.mar especialmente la. atención sobre el que se refiere á una señol'a de cuarenta y siete años de edad, liufático- nerviosa., alta. y grue.a., con manifesta.ciones reumáticas desde hacía tiempo i que había sufrido de hemorroides y de proctorragia en el otoño úl timo, y que sen tía an belación, dispnea y palpitaciones al menor ejercicio, y molestias de diversa índole en las regiones ocupadas por el corazóu y los grandes vasos. En el invierno último se exacerba' as'll. tal pun o los síntomas cardíacos, que la disp a era im uente menor ejercicio, y la insuficiencia _ rtica con estrec que era la enfermedad que padee esta señ -a, l'la í temer uu funesto desenlace. Presc,'ijí el iod, de tElsio, la antipirina y el salicilato de s a.' v Isiv á la piel y al aparato digestivo; convalaria, digital, sulfato de esparteína, citl'ato de cafeína y otros modificadores; y después de algún tiempo se presentó UII prú1'igo reumático, con el que coincidió el alivio de la enferma, lle· gando basta tal grado, que desap,necieron la dispnea, las palpitaciones y las molestias en las regiones cardíacas; lo cual daba la apariencia de una curación en tan grave padecimiento. La enferma pasó cerca de tres meses en estado satisfactorio. Pero á principios de la semana :lnterior fué afectada de una intensa fiebre, que á las treinta boras tomó forma ce1'eb1'al y produjo la muerte á las veinticuatro horas, sin que produjeran resultado alguno satisfactorio los diversos modificadores terapéuticos que se pusieron en práctica para combatir tan gravísima enfermedad, que recaía en una persona afectada del corazón y dispuesta., por lo tanto, á localizaciones cerebrales. Réstame decir algunas palabras respecto al tratamiento de las enfermedades agudas de la infancia, para con altas temperaturas y pulso muy frecuente, una ó dos sanguijuelas aplicadas en las regiones infra-claviculares ó en la parte inferior del cuello, teniendo cuidado de restañar inmediatamente la sangre con la solución bemostática de cloruro fénico de la F. E., han pro· duc~ctos por todo extremo favorables, modificándose la en~edad de uua manera más beneficiosa. Lo mismo ha suoedido en las fiebres intensas con fluxión ó flegmasía ma'lingo-cerebraJ. Una ó dos sanguijuela.s en las regiones mastoidea.s ó ma.leola.res, res- talllUldo iat* SI) terap6utiQ. Las equivo las fiebres esenol cripción de las emi&io s610 se admite en dichas M boso, la hipeTCeTmia, y uua modUle& antitermia; sin fija.r la atención en la. I! turalmente ofrece la. tempera.tura en que el sistema nervioso, que conHituye men tos más im pnrtan tes de las pirexias, por los antitérmicos perturbaciones de caráCl mico, atáxicú ó ma.ligno, que influyen desfavor te en el curso y termina.ción de los padecimie briles. y no siéndome posible continua.r mis observ sobre los enfermos observados en la.s dos estacio tima.s, por ha.ber transcurrido el tiempo regla.m doy por terminada. mi ta.rea, repitiendo Ia.s más e][ vas gra.cía.s á la Aca.demia por la. benevolencia con se ha dignado oirme.» Terminado el discurso del SI'. Iglesias, el señor pr dente levantó la. sesión a.nuncia.ndo que se suspen las sesiones litera.rias en el presente año. - El seere rio perpetuo, 1IJatias }I.·ieto Serrano. VARIEDADES FERRÁN Y EL CÓLERA MORBO ónde está aquel sabio mierobió)ogo que dura.nte la. epidemia colérica. del a.ño 1885 fué el objetivo único de los médicos españoles y extranjeros, la conversación obligada. en círculos y reuniones y basta la. comidilla. constaute de los diálogos del vulgo? La aureola. de su nombre, la magnificencia de su invento apenas encuentran eco lejano entre los hijos de Esculapio y ni remotamente entre las gentes vulgares Allí, oculto en su labora.torio, a.lladn de la platina del microscopio, entre multitud de conejos sacrifica.dos por la ciencia, cuidando sus matraces y atenuando sus cul· tivos, permanece ignorado aquel que siete a.ños hace dió á conocer a.l mundo científico su sa.bio proceder par. librar á la Huma.nidad de tantas víctima.s, deteniendo la marcha. inva.sora de desolación, espanto y desconsue. lo á ese huésped del Ga.nges que vuelve á a.mena.zarn con su exterminadora guadaña, esperando ocasi6n propicia para cumplir sus deseos y complacer sus arreba.tos. El sabio Ferrán, que dedujo una de la.s cúnsecueuci fico, que constantemente recog-e el fruto de sus estlldi corolario consta.nte de una. vida a.a.rosa dedicada" profunda observación y una repetida. experiencia No lo olvida ta.mpoco la. agra.decida. Alcira., que dep&l'a.do distinguido luga.r en lns anales de su y que ba visto conllrma.dos h:lsta. la. sa.cied..d J. bIes experimen tos en el terreno de 1.. 6.ctic cacia de su proceder á la. ca.becera • bundo colérico. Ahí, entre el ~ multitud de infelices enfermos 639 EL SIGLO MEDICO lB, demostraban en SUB agónicos rostros el atroz o de e{ntomas que hablan tomado como teatro de -mentos sus desgraciados organismos, se veía á n impertérrito, mirando con la fl"iltldad del sabio y el oonvencimiento del hombre cieutifico cómo ibau desarrollando poco á poco la esceua y su circulo evolutivo los fenómenos de la. auto-infección, y cómo también, no encontrando terreno abonado para seguir evolucioDtt.ndo, desaparecían lentamente volviendo á. la vida á. aq nel sér agonizan te, proporcionándole franca reaccióu, jamás esperada si antes de la infección no se hubiera. desarrollado en el enfermo, por medio de la i.noculación preventiva, un cUlldro de síntomas atenuados, en algunos verdadera colerina, que debilitando el medio de vida y cultivo del virgula en el interior del organismo, proporcionáuanle seguro medio de esterilidad al terreno de la verdadera infección. Las aclamaciones unánimes de una cindad de la importancia. de Alcira no se consiguen fácilmente á no ser por tan maravillosos resultados, á no comprobar por sus propios ojos la inocencia del proceder y la. magnificencia de sus efectos. No se sugestiona tan de repente una ciudad que contiene elementos de alguna valía en su seno, ni se pueden despertar unánimes sentimientos sin que la epidemia, por un lado, arrebatara millares de seres á sus famiJias, aun en SllS comienzos, y por otra parte viendo cortada la infección, atenuados los que, por más que ;rechazadas y menospreciada gunos ~n periódicos no científicos, no han sid tida. en el pal uq ue de la discusión ui eu a Academias y sabias pol~micas a'eneistas. e hace exclamar espontáneamente á una c u tera un ¡Viva Fenán! cuando se ve que entr d 30.(X)Q inoculaciones sólo algún que otro caso de fletnón séptico tuvo lugar, y hoyes más fácil que entonces comprender la facilidad con que se introduce la bacteria séptica por la cánula de la jeringuilla de Pravaz y provoca, como ineludible consecuencia, el escalofrío inicial del flemón séptico. Pero, afortunadamente, ni se amputaron brazos ni hubo que recurrir más que á 13. l L.... _ _ ~l_ 1 __ .l'. ..l ... ~n"" \., ........ ;1. ... ,.1"1,, .......... I. .... ~; ... " .... ..,. ...., le cae en saco roto sus constantes estudios, sus progresivas investigaciones, que tanta luz han proporcionado al método preventivo ar..tirrábico J á la inoculación autidi fté ..ica, etc.; y si Rlgúu caso desgraciado ha servido á sus detractores como acerad9. arma con que herir sus susceptibles sentimientos, at}uellos que discurren con sereno juicio y que no están apasionados, le consagran fervoroso recuerdo y signen paso á paso su carrera de laureles, viendo que en el Extranjero encuentran eco sus escritos y condoliéndose de que en el presente siglo, que lleva por emblema la civilización y el progreso, le hagan sufrir sus mismos compatricios intestinas luchas que, ridículas en futuros tiempos, sirven de obstáculo ahora á su noble proceder y científicos estudios. La mayor prueba de inolvidable recuerdo se la da Alcira, teniendo presea te en la memoria y grabando con letras de oro la estadística de la invasión colérica del año 1885 que, copiada literalmente de sus archivos, es como sigue: «Los que suscriben, componentes del Cuerpo médico de Alcira, certificamos: Que de los libros Registro de la inoculación preventiva contra el cólera (método Ferráu), desde ell.O de Mayo al 31 de Julio, aparecen los datos siguientes: Censo oficial de la población. - Habitantes, 16.000. Individuos no inoen.¡ lados.. . . . . . .. 4.950 que wresponde 30,94 p. Trl"'n"\ 'nl'"l'll",rlnCl C) del teoso. 404 44 55 8,16 198 1,98 29 206 15 0,62 45 1 9 34,09 16,38 50,99 'J,161 »}t.Totas. % 1Q Q7 () 0,675 0,101 iete de los inoculados fallecidos fueron in- vadidos en los cinco días consecl]tivos!l. IfI.lnol".nln.C'.ión. Z '1Ilayor nÜ'IDero de los nalllados desInfectantes s o llpro cci6n y la maraha de la epidemia en el Ex auJero, todo induoe , creer que, si n ~ueda mmu.idad producida por la epidemia anterior en nuestra sgr ciada nínsula, venga á cebarle y hacernos comprend ,de una manera harto dolorosa, 1 descuidos de nuestr,. olvidada higiene y la pobreza de la presente generaci6n, depauperada por una vida de torturas y una alimeutaci6n sofisticada y deficiente. Porque hay que desengañarse; 6 reñir con las tendencias de la Medicina moderna, 6 admitir que la Higiene, llevada á su más perfecta aplicaci6n, ya pública, ya privada, es el mejor medio de atenuar los efectos de tan temible maI.No lo ignoran esto algunas poblaciones extranjeras, que gastan con provecho una gran parte de sus ingresos en la aplicaci6n lo más perfecta posible de esta rama de la Medicina. Y aquí repetiré lo de aquel sabio terapeuta: .Sie~pre, en toda enfermedad, vale mucho más precaver que curar.' DR. B. MAGRANER. Alcira, Septiembre de 1892. GACETA DE LA SALUD PUBLICA Estado sanitario de Madrid. OBSERVACIONES METEOROLÓGICAS DE LA SEMANA.- Altura barométrica máxima, 710, , íuima, 705 ll¡ temperatura máxima, 81°,8; míni a,12°,I; 'ento do minantes, Na., ENE. y SE. En la presente semana, con mo ·~o de los b' co bio de temperatura, han predo lado 1 afe del aparato respiratorio, en par tic 1 a ro uitis, laringitis y anginas catarrales. Han sido frecuentes las alteraciones gastl'o-intestinales, diarreas, cólicos, enteralgias, pero sin carácter grave ni síntomas sospechosos. Consecutivamente á esto quizás, se han presentado fiebres intestinales, gástricas y algunas con teudencia á tifoldeas. En los !Uños no hay enfermedades que por su número y naturaleza merezcan fijar la atenci6n. CRO~ICA Instituto de Terapéutica operatoria.-Ayer 1 ° de Octubre se inaugur6 el décimotercero ejercicio del Instituto de Terapéutica operatoria del Hospital de la Princesa, bajo la direcci6u de D. Federico Rubio, estand, abierta la suscripci6u en casa del secretario D. José N adal Mas, Pez, 22, priuci pal, izquierda, de tres á siete de la tarde. Congreso internacional de Antropología. - El graa duque Sergio Alexaudl"ovitch, presidente de honor del Congreso. de Ant.ropología, ha anuuciado al Sr. Bogd!,nof que, á lDstanClas suyas, el emperador había couced.do 5.000 rublos para los gastos del Congreso. El pr6ximo.Congreso de Antl"opolo~¡a y de Arqueología prehist6rlca se r~uDlrá, á ser poslble, en Constautínopla, yen caso negatIvo en Atenas. Los médicos músicos. - Hasta ahora teníamos basta'!tes médicos poetas y alguno que otl"O músico, como elllus.tre Letamendl. El Dr. E Coutagne, médico legista ventajosamente conOCido en Lyon, va á publicar eu un folleto de 80 páginas, el estudio crítico de los D"amas musicales de Ricardo Wagller y el teat7·o de Bayreuth. ED'Venenamiento por el pescado. - Dícese que para pre¡er."ar de la putrefacci6n el poscado destinado & ser .expedldo á p~ntos lejanos, lo espolvorean los industnales de la Cnmea con pequefias cantidades de sublimado corrosivo. Es probable que el pescado se cooserve bueno; pero convendrla saber qué tal se conservan Sociedad de Higiene de la Habana. Junta Directiva que regirá los destinos de dad ha quedado constituída de la manera Presidente: Dr. D. Domingo F. Cubas. Vicepresiden te: D. Ricardo Seco. Tesorero: D. José Montes. Secretario: Dr. D Manuel Delfín. Secretario de correspondencia: Dr. E WUson Vocales: Dr. J. González Gutiérrez; Dr. Gas drado; Dr. Emilio Reilling; Dr. M. Valdés Rodrlgnez; D. Benito Nieto; D. Domingo Una; Dr. Eduardo F. PI'; Dr. R. Cowley y Odero; DI' D. Tamayo; DI'. J. Santoa Feruández; Dr. D. Torres; Dr. J. Taboadela¡ Dr. C. • gado; ~r. Federico Grande Rossi; DI'. Antonio GOII Curquejo. . Asesinato de un médico. - La Gaceta médica rusa rateh da los detalles siguientes del horrible asesinato el Dr. Moltchanoff, cometido en Kwalin k. a víctima había sido encargada de la inst,alaci6n y direcci6n de las ambulancias para coléricos en San Petersburgo. Cuando estallaron los primeros des6rdenes, á pesar de los cousejos de sus amigos, que le suplicaban que se alejara, Moltchanoff, juzgando que no podía faltar á su deber, sigui6 desempefiando sus funciones. El 3D de Mayo último aument6 el número de revoltosos, y todos ellos pedian la cabeza del médico, al cual habían apodado el Dr. Cólera, acusáudole de enveneoar el agua de la ciudad. El doctor pudo, con trabajo, salvar la vida montando á caballo y ocultándose en casa de uo amigo. Poco después, las tUlbas, más írritadas que nunca, rodearon la ca a, amenazando COD prellderla. fuego ai se les entl"e~aba inmediatamente al Dr. Cólera. Después de resistir por espacio de algunas horas, casa fué invadida y los fanáticos se apoderaron médioo, al cual lanzaron al aire repetidas veces, has que qued6 moribundo sobre el pavimento. Ya en e situaci6n, le deshicieron el cráneo á fuerza de golp anastrando después su cadáver. El Gobierno ruso ha concedido una r.ensi6n á la viu é hijos del desdichado médico, horrib emeute asesin por cumplir los sagrados deberes de su profesi6n. Leche á domicilio. - Dícese que una Compañí dustrial de Nueva York trata de construir un si de canalizaci6n para conducir la leche á las casas el agua 6 el gas. El oonsumo se fijaría por medio contador La leche procedente de todas las quin los alrededores de la ciudad, en un perímetro de 60 metros, sería impulsada, desde el punto de parti rectamente á casa de los consumidores. por medio derosas máquiuas. Lo que no sabemos es c6mo piensa arreglar Compañía para impedir la acidificaci6n de 1.. esa canalizaci6n de tan difícillimpiesa.