Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis Vanesa Condito Introducción El presente trabajo tiene como objeto realizar una indagación respecto del modo de planteo y construcción del verosímil en ‘Yzur’ de Leopoldo Lugones, tomando como eje el modo en que se vincula tanto con la tradición literaria –esto es, a partir de su configuración genérica-, como con el horizonte de ideas, imaginarios y discursos de la coyuntura histórico-social en la que se inscribe –esto es, en relación con las problemáticas de ‘fin de siglo’, los procesos de secularización, el modernismo, el positivismo y el evolucionismo- . Como punto de partida asumiremos como categoría de análisis el concepto de ‘verosímil’ en dos de las acepciones planteadas por Tzvetan Todorov en “Introducción” a Lo verosímil 1 : el verosímil como ley discursiva inherente a un género y el verosímil como la puesta en relación de un discurso determinado con otros discursos que configuran la opinión pública, o en otras palabras -y aquí seguimos a Julia Kristeva- como el discurso que “sin ser verdadero (…) se asemeja al discurso que se asemeja a lo real” 2 . Ahora bien, para pensar la vinculación entre ‘Yzur’ y la tradición literaria que nos permite indagar la primera acepción de lo verosímil, tomaremos como base de sustentación las formulaciones teóricas de -una vez más- Tzvetan Todorov en su Introducción a la literatura Fantástica 3 . Es decir, en tanto entendemos al género como un conjunto de restricciones formales y semánticas que operan como eslabón que permite relacionar a la obra singular con la serie literaria, podemos pensar cómo las propiedades privativas del género fantástico instauran un determinado pacto de lectura. Por otra parte, consideramos pertinente y necesario como base de sustentación para la relación entre nuestro relato y ciertos discursos coyunturales, que partamos de la categoría teórica de 1 Todorov, Tzvetan, “Introducción”, en AA. VV.; Lo verosímil, Buenos aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1972 2 Por otra parte, es interesante confrontar las conceptualizaciones de Todorov ya mencionadas con las que propone la misma Kristeva, que sin ser homologables, tienen mucho en común y pueden señalar rasgos complementarios: el ‘verosímil sintáctico’ y el ‘verosímil semántico’. Kristeva “La productividad llamada texto”, en AA. VV., Op. Cit, p.65 3 Todorov, Tzvetan; Introducción a la literatura fantástica, México D. F., Coyoacán, 2003 Vanesa Condito ‘discurso social’ propuesta por Marc Angenot, en tanto nos introduce en el seno mismo de la problemática de la ‘interdiscursividad’ y nos habilita para ingresar a la segunda de las instancias de formulación del verosímil. Es decir, en tanto el ‘discurso social’ constituye en palabras de su autor “todo lo que se dice, todo lo que se escribe en un estado de sociedad dado (…) (y) el conjunto –no necesariamente sistémico sino más bien antagónico- de lo decible, de los discursos instituidos y de los temas provistos de aceptabilidad y de capacidad de migración/mutación en un momento histórico de una sociedad dada” 4 , uno de los modos de acercarnos a nuestro texto sería, justamente, pensándolo a partir de las marcas heterogéneas que allí se figuran de los fragmentos de ese todo orgánico de discursos. Cabe señalar, por otra parte, la estrecha vinculación que se establece entre tal formulación y las discusiones contemporáneas en torno de la condición postmoderna de los objetos y de las prácticas disciplinares y, por consiguiente, con la permeación de las fronteras discursivas 5 . Es a partir de esto último que nos inclinamos a indagar las múltiples vinculaciones entre la literatura y otras prácticas culturales. Como hipótesis de lectura partimos de la consideración de que ‘Yzur’ se constituye como un relato cuyo verosímil se plantea a partir de una marcada tensión entre discursos ortodoxos y heterodoxos en relación con su contexto de enunciación. Es decir, a partir de un análisis del relato, podremos ver cómo al mismo tiempo y en un mismo movimiento retórico tenemos allí elementos que inscribirían a su campo semántico tanto en relación con la episteme positivista como con una voluntad disidente y desestabilizadora -la cual, justamente abriría la posibilidad de inscripción de la matriz del género fantástico-. Desde aquí es que podemos, precisamente, leer a nuestro cuento tanto a partir de su sustento literario como de su sustento extraliterario, confluyendo ambas instancias para construirlo como “narrativamente verosímil” 6 . Fin de siglo, modernización y positivismo en la Argentina de Lugones En principio, cabe destacar que si bien ‘Yzur’ es un cuento aparecido en Las fuerzas extrañas publicado en 1906, muchos de los relatos que componen este libro fueron publicados en 4 Angenot, Marc ; "Intertextualité, interdiscursivité discours social" (pp.101- 113).Texte, Reveu de critique et de théorie littéraire N° 2 (1983) Intertextualité. 1984, Les Editions Trintexte, Canada. Trad. Luis Peschiera. PUBLICACIÓN PARA CIRCULACIÓN INTERNA DE LA CÁTEDRA DE ANÁLISIS Y CRÍTICA II- UNR. 5 Cfr. con la lectura propuesta por Graciela Montaldo en Montaldo, Graciela; Teoría crítica, teoría cultural, Caracas, Equinoccio, 2001. También, puede consultarse la lectura de Robin en Robin, Régine; “Extensión e incertidumbre de la noción de literatura”, en AA. VV.; Teoría literaria, Madrid, Siglo XXI, 1993. 6 Eco, Umberto; “La fuerza de lo falso” en Sobre literatura, Barcelona, RaqueR, 2002. 2 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis periódicos a fines del siglo anterior. Por este motivo y porque, siguiendo a Gutiérrez Girardot 7 y a Oscar Terán 8 , consideramos que puede pensarse que determinadas problemáticas históricoculturales de principios del siglo XX tienen su foco de surgimiento hacia fines del XIX, haremos referencia a la coyuntura de enunciación del cuento teniendo en cuenta el período que abarca –aproximadamente- el espacio temporal de 1880-1910. A grandes rasgos, siguiendo la lectura de Gutiérrez Girardot, podemos pensar al contexto global de fines del siglo XIX como clímax del proceso histórico de ‘secularización’ 9 , cuyo punto de máxima expresión estaría dado por el auge de la epistemología positivista tan en boga en ese entonces, y por el apogeo de la denominada ‘sociedad y cultura burguesa’, sociedad en la que, en palabras de Gutiérrez Girardot, “dominan el egoísmo, las dependencias recíprocas, el interés propio y el principio de utilidad”, y que está interesada principalmente en “los valores materiales, el dinero, la industria, el comercio, el ascenso social” 10 . Ahora bien, si bien en América Latina pueden observarse varias confluencias con los procesos acaecidos en Europa Occidental, necesariamente debemos indagar por las peculiaridades de su situación 11 , puesto que nos permitiría acercarnos con mayor precisión al imaginario de nuestro relato. Uno de los elementos en el que insiste buena parte de la bibliografía crítica que estudia este período es en el acelerado -y percibido como vertiginoso- proceso de transformación interna de las sociedades latinoamericanas. En estos años comienzan a producirse en concomitancia el ingreso del continente a los grandes mercados del capitalismo mundial y el acelerado crecimiento de las ciudades. . Asimismo, este proceso lleva aparejado el paulatino desplazamiento de los sectores más tradicionales de la oligarquía, y el afianzamiento de una burguesía cuyo ámbito de control intentaba abarcar tanto el mundo de los negocios, el de la política, como el de los bienes simbólicos. Ya situándonos específicamente en Argentina, cabría subrayar que este período significó a nivel político la consolidación –material y simbólica- del Estado Nacional; razón por la cual, gran parte de los discursos oficiales-hegemónicos que circulan deben ser leídos en relación con este proceso. Desde aquí, señalará Oscar Terán, que el positivismo en tanto matriz epistemológica dominante del período constituyó un basamento ideológico hegemónico desde el cual se 7 Gutiérrez Girardot, Rafael; Modernismo, Barcelona, Montesinos, 1983. 8 Terán, Oscar; Positivismo y nación en la argentina, Buenos Aires, Puntosur, 1987. 9 Proceso que Gutiérrez Girardot sintetiza bajo el lema “La ausencia de Dios”. Gutiérrez Girardot, Op. Cit., p. 52. 10 11 Gutiérrez Girardot, Rafael; Op. Cit., p.26- 30. A este respecto podemos remitirnos a los estudios realizados por Beatriz Sarlo y a su concepto de ‘modernidad periférica’. Sarlo, Beatriz; Una modernidad periférica: Buenos Aires, 1920 y 193, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1988 Asociación de Graduados en Letras de Rosario 3 Vanesa Condito organizaron las distintas prácticas institucionales: “(…) tanto por su capacidad para plantear una interpretación verosímil de estas realidades nacionales cuanto por articularse con instituciones que –como las educativas, jurídicas, sanitarias o militares- tramaron un sólido tejido de prácticas sociales en el momento de consolidación del Estado y de la nación” 12 . En este sentido, podemos leer toda una serie de modulaciones específicas que tuvieron los discursos oficiales de la coyuntura. En primer lugar, cabe destacar la fuerte impronta biologicista-evolucionista en los modos de aproximación y explicación de la realidad social local: “la sociología es una ciencia natural que estudia la evolución de la humanidad y la evolución particular de los grupos que la componen” 13 , así como la frecuente analogía entre la lógica explicativa del comportamiento animal con la del humano: “Las sociedades humanas pueden estudiarse con el mismo criterio que los naturalistas aplican al estudio de otras sociedades animales” 14 . Asimismo, otro elemento digno de mención cuya aparición es una constante en estos discursos es la configuración –que se traduce en una matriz enunciativa- de la figura del intelectualcientífico-pedagogo, en tanto observador racional, objetivo y capaz de experimentar, como único sujeto habilitado para dar una explicación y solución de los problemas contemporáneos: “Y tampoco podemos llegar a conocer las causas de nuestro fracaso relativo sino haciendo, como el médico, la autopsia de nuestras entrañas morales” 15 . Esto último nos da pie para pensar, además, el fuerte arraigo que tenía el discurso médico en la estructura argumental, dado que, como señala Terán, en tanto la sociedad está concebida según la metáfora del cuerpo, en correlación nos encontraremos con las crisis y conflictos sociales traducidos como enfermedades y el intelectual o el político aparecerán como médicos: “Conocido el sujeto, expongo ya la política criolla, la enfermedad objeto de este tratado de clínica social, tratado que, como sus semejantes en medicina social, concluye con la presentación de algunos ejemplos o casos clínicos (el subrayado es nuestro)” 16 . Otro elemento que se destaca de la estructura argumental de muchos de estos discursos oficiales es, y en clara correspondencia con su matriz epistemológica positivista, el tono de revelación, de afirmación rotunda y totalizadora y de verdad concebida como un ‘a priori’ que el sujeto –y, como vimos, no se trata de ‘cualquier sujeto’- tiene que obtener mediante la aplicación del método de análisis, y que además es pasible de ser enunciada mediante leyes. A título de ejemplo obsérvese este fragmento en el que claramente podemos observar dicha entonación y la 12 Terán, Oscar.; Op. Cit., p. 11. 13 Ingenieros, José; “De la sociología como ciencia natural”, en Terán, Oscar, Op. Cit., p. 193 14 Ingenieros, José; Op. Cit., p 193. 15 . Álvarez, Agustín; “¿Adónde vamos?”, en Terán, Oscar; Op. Cit., p.117. 16 4 Bunge, Carlos; “Nuestra América, en Terán, Oscar; Op. Cit., p.137. Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis ausencia de modalizadores en sus aseveraciones: “Principio así por sentar que existe una política criolla típica aplicable a todos los pueblos hispano-americanos, la cual es naturalmente producto de sus respectivas psicologías. Y sostengo que estas psicologías tienen sus vínculos y parecidos, a punto de poderse estudiar al hispano-americano en un tipo genérico y común. Durante el desarrollo de la obra se verá la demostración y descripción de los uno y de lo otro (el subrayado es nuestro)” 17 Por otra parte, si nos detenemos en la problemática en torno del surgimiento de las masas y de la población inmigratoria -percibida por parte del discurso oficial como ‘caos’-, podemos ver cómo otra de las inflexiones discursivas dominantes tiene que ver con la voluntad de análisis, experimentación y transformación del ‘otro’, cuyo referente siempre estará asociado con un origen racial y de clase calificado como inferior al del sujeto que enuncia. Como señala Terán, en el discurso de Ramos Mejía, por ejemplo, se puede advertir una relativa confianza en la potencia pedagógica del medio sobre la psicología social del inmigrante, a la cual se la califica en numerosas oportunidades como ‘regenerable’ y pasible de ser ‘humanizada’. No obstante ello, no habría que desatender la poderosa impronta que tienen tanto el discurso lombrosiano en la caracterización del otro: “La primera generación es, a menudo, deforme y poco bella hasta cierta edad; parece el producto de un molde grosero, los primeros vaciamientos de la fundición de un metal noble, pero todavía lleno de engrosamientos y aristas que el pulimento posterior va a corregir. Hay un tanto por ciento de narices chatas, orejas grandes y labios gruesos: su morfología no ha sido modificada aún por el cincel de la cultura” 18 , así como la confrontación y jerarquización de razas que claramente habilita y justifica una relación de dominación: “La diferencia entre los actuales pueblos salvajes y los pueblos civilizados debe ser menor que la existente entre éstos y los pueblos primitivos; a pesar de eso, es evidente la enorme desigualdad que existe entre cualquier tribu de negros centroafricanos y un club de caballeros londinenses” 19 . Obsérvese, por otra parte, cómo este fragmento citado señala una poderosa matriz del pensamiento evolucionista. Es decir, no sólo se comparan las sociedades-razas contemporáneas, sino que además -y aquí parece parafrasear al mismo Charles Darwin 20 - postula relaciones analógicas entre especies de fases anteriores en el proceso de evolución y las razas que se consideran inferiores -así como también, en numerosas instancias, las relaciones analógicas se establecerán con niños, mujeres, animales y discapacitados-. 17 Bunge, Carlos; Op. Cit., p.138. 18 Ingenieros, José; “Las multitudes Argentinas”, en Terán, Oscar; Op. Cit., p.78 19 Ingenieros, José.; Op. Cit, p. 200 20 Véase, por ejemplo, p. 112 o 115 en Darwin, Charles; Teoría de la evolución, Barcelona, Península, 1971. Asociación de Graduados en Letras de Rosario 5 Vanesa Condito Cabría señalar, por otra parte, que, siguiendo la lectura de Monserrat, 21 la alianza fuertemente arraigada entre el positivismo y evolucionismo en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, estaba a su vez estrechamente ligada en tanto legitimación científica –desde el paradigma dominante- a la ideología social del ‘progreso’; ideología que, en palabras de dicho autor “se convirtió en un artículo de fe para la humanidad (…) en una religión secular” 22 . Y, justamente, sería la lectura spenceriana de la evolución, con su optimista propuesta de leyes universales de cambio conducentes hacia una armonía final para la naturaleza humana, la que operaría como patrón dominante para los organizadores de la sociedad y el Estado nacional: “el progreso, pues, un progreso evolutivo articulado ideológicamente en la clave de una matriz intensamente biologista, será la característica central de nuestro positivismo” 23 No obstante, si bien el positivismo y su alianza con las ideas de evolución y de progreso ha sido la marca dominante que caracterizó gran parte de los imaginarios del período, se hace ineludible señalar que éste coexistió con toda otra serie de discursos que, justamente, venían a señalar, problematizar, denunciar y hasta ficcionalizar las fisuras y peligros de dicho imaginario. Y, será precisamente desde el tono de la desesperación, la duda, y la melancolía, y desde una cosmovisión marcadamente espiritualista y metafísica que se va a confrontar con las ideas y discursividades hegemónicas ya mencionadas: “si bien el positivismo configuró la matriz mental dominante durante el período 1880-1910 en la Argentina y en general en América Latina, en ese mismo período se asiste a una formidable superposición de ideologías en cuyo seno convivirán tendencias tan variadas como el vitalismo, el decadentismo o el espiritualismo modernista” 24 . Y será, precisamente, en el ámbito de la literatura en el que se manifestará con mayor explicitud esta heterogeneidad de discursos e imaginarios, en una línea que va desde el polo de las narrativas naturalistas hasta algunos poemas exotistas y sensuales de Rubén Darío, pasando por la literatura popular-criollista y por las primeras inscursiones en el género fantástico o en la ciencia-ficción. En su libro El cuerpo del delito. Un manual 25 , Josefina Ludmer investigará las distintas modalidades en que las ficciones de la época -mediante diversos procedimientos retóricos- se acercan o se alejan de la ‘coalición estatal’ o, lo que es lo mismo, de la ideología y epistemología dominantes que estuvimos describiendo. En la segunda parte del libro, podemos leer, justamente, los modelos –que ella ubicará en el sector de los 21 Monserrat, Marcelo; Ciencia, historia y sociedad en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, CEDAL, 1993. 22 Monserrat, Marcelo; Op. Cit., p. 51. 23 Monserrat, Marcelo; Op. Cit., p. 53. 24 Terán, Oscar; Op. Cit, p. 11. 25 Ludmer, Josefina; El cuerpo del delito, Buenos Aires, Perfil, 1999 6 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis ‘escritores de la bohemia modernista’- a partir de los cuales se señala la fragmentación y ruptura de tal ‘coalición’, y que principalmente tienen a la ‘ciencia oficial’ como punto fundamental de ofensiva, a partir de la incorporación de sujetos científicos heterodoxos, de teorías teosóficas y de modalizaciones estilísticas y genéricas nuevas. No obstante, cabría señalar que todas estas incorporaciones lejos de ser armónicas y mantener una relación unívoca con lo que discuten, se formulan con múltiples puntos de tensión en un complejo movimiento de distancia y acercamiento. A este respecto, resulta de interés que nos detengamos en la hipótesis central formulada por Gutiérrez Girardot para intentar explicar la significación de la literatura modernista-finisecular latinoamericana en su compleja relación con la coyuntura social: “Hay dos resultados principales del adelanto de las ciencias tal como éste ha influido en la literatura (…): el ateismo y la blasfemia, y el predominio de la fantasía” 26 . Por otra parte, esta reivindicación de la fantasía como ‘vía de escape’ de la lógica materialistacientificista guardaría estrecha relación no sólo con la aparición del género fantástico y con la ciencia-ficción como nuevas modulaciones de la serie, sino que además tendría que ver con el inicio del proceso de especialización del campo literario en América Latina, y su correlativa emancipación paulatina de la política. Como bien deja planteado Graciela Montaldo 27 (más allá de que su foco de interés reside en el estudio de la lírica finisecular) “El modernismo –el Fin de siglo, en verdad- se encuentra por vez primera con condiciones históricas de relativa estabilidad que tienden a establecer en parte del continente una organización de la vida política. Allí surge entonces lo que los románicos tanto buscaban y no conseguían, la ‘res publica’, el sistema de mediaciones institucionales entre las cuales podía filtrarse , entre las cuales podía filtrarse el plus estético de una comunidad. La estabilidad de la paz política y las mediaciones del espacio público son condiciones de posibilidad de la nueva estética (…) Esas condiciones de posibilidad no fundan sino el umbral del arte modernista que irá montando sus ficciones y mediaciones sobre la insatisfacción de los intelectuales con la realidad de sus países (…). Tratamos de subrayar las nuevas condiciones culturales en las cuales el modernismo puede fundar un nuevo pacto de ficcionalización con la tradición, con la modernidad y con sus lectores” 28 . Y, desde acá podemos ver cómo algunos de los rasgos que se plantean como propios de este nuevo pacto de ficcionalización tienen que ver tanto con una proto-ruptura del principio mimético, con un énfasis deliberado en la invención, con el sincretismo de discursos, como con lo que Montaldo denomina una ‘apropiación irresponsable’ de las culturas hegemónicas 26 Gutiérrez Girardot, Rafael; Op. Cit., p. 198. 27 Montaldo, Graciela; La sensibilidad amenazada. Fin de siglo y modernismo, Rosario, Beatriz Viterbo ed., 1994. 28 Montaldo, Graciela; Op. Cit., p. 67. Asociación de Graduados en Letras de Rosario 7 Vanesa Condito europeas, en desmedro de un uso subordinado que responda al principio de autoridad 29 . Y, es precisamente en este contexto de cambios que debemos volver a pensar los posibles modos en que muchos de los escritores del período comienzan a señalar de modo complejo en sus ficciones las fisuras del racionalismo, del positivismo y de la ideología evolutiva del progreso 30 . En síntesis, a lo largo de este somero recorrido por determinadas inflexiones del discurso social de la coyuntura de enunciación de ‘Yzur’, pudimos encontrar determinados ejes que luego nos serán sumamente necesarios para pensar lo que según Todorov configuraría uno de los principales modos de creación del verosímil: el positivismo con su impronta biologistaevolucionista, la figura del intelectual-científico-pedagogo, el discurso médico, el tono de revelación y de afirmación rotunda carente de modalización, la voluntad de análisis, la experimentación y transformación del ‘otro’ (racialmente ‘inferior’), la confianza en la potencia pedagógica del medio sobre la psicología social, las caracterizaciones lombrosianas, la ideología social del ‘progreso’, la confrontación y jerarquización de razas que justifica una relación de dominación, las relaciones analógicas de las razas inferiores con el animal-el niño-la mujer-el discapacitado, así como la tensión de todo esto con discursos que señalan sus peligros y fisuras desde imaginarios espiritualistas y metafísicos, el tono de la desesperación, la duda, y la melancolía, la ruptura del principio mimético, la reivindicación de la fantasía y de la invención, el sincretismo de discursos, la ‘apropiación irresponsable’ de las culturas hegemónicas europeas, y la incorporación de sujetos científicos heterodoxos, de teorías teosóficas y de modalizaciones estilísticas y genéricas nuevas. A continuación pasaremos a examinar –siguiendo a Tzvetan Todorov- las principales características que asume el género fantástico, con el objeto de introducirnos en el problema de la otra vertiente en la construcción del verosímil, tal como dejamos planteado en la Introducción del presente trabajo. El género fantástico. Problemas, caracterización y estructuras En primer lugar se hace necesario realizar determinadas aclaraciones para poder pensar el diseño de Tzvetan Todorov respecto del género que aquí nos ocupa. 29 Cfr. Con la lectura que propone Borges años después en Borges, Jorge Luis; “El escritor argentino y la tradición” en Discusión, Bs. As., Emecé, 1998. 30 Cfr. Con el planteo de Montaldo, quien señala como rasgo saliente de las textualizaciones y posiciones discursivas del período la configuración de ‘subjetividades amenazadas’. Montaldo, Graciela; Op. Cit.; p.95-97. 8 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis Si bien los planteos de Todorov nos resultan sumamente provechosos a los fines de nuestro objetivo -puesto que consisten en un riguroso tratado sobre las principales características del género obtenidas a partir de la confrontación con la empiria-, no debemos olvidar que la dimensión de lo fantástico no es inmutable en el tiempo. Es decir, se hace necesario que examinemos la definición de lo fantástico a la luz de las características de la coyuntura tal como la hemos establecido para poder pensar el modo en que se define la realización particular de las restricciones genéricas en nuestro relato. Es a partir de esto último que podemos pensar la alianza entre la estructuración y dimensión fantástica de ‘Yzur’ con el imaginario científico 31 . El núcleo principal que sostiene Todorov -y que articulará todas las postulaciones subsiguientes- es el de pensar a lo fantástico como un efecto de incertidumbre suscitado en el lector y potencialmente inscrito en el relato: “Lo fantástico ocupa el tiempo de la incertidumbre (…) Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobre natural” 32 . Es a partir de esto último que se desprenderán tres características que según el autor son estructurantes de todo relato fantástico y que, justamente, operan como base de sustentación a partir de la cual se inscribirán luego las peculiaridades de la obra singular: en primer lugar el texto fantástico configurará un ‘mundo textual’ con ciertas características de modo tal que obligue al lector a concebirlo en identidad con sus representaciones acerca de la realidad, y desde allí generará la aparición del/los elemento/s ‘extra-ordinarios’ que lo hagan vacilar entre una explicación sobrenatural y entre una explicación natural. En segundo lugar, es necesario a los fines de que se produzca el ‘efecto’ de lo fantástico que el lector no asuma –y por consiguiente que el texto no suscite- una interpretación ni poética ni alegórica. Y, finalmente, como tercer rasgo Todorov señala uno que no es requisito sine qua non pero que tiene gran tradición en este tipo de literatura, y que alude al hecho de que la vacilación experimentada por el lector sea compartida con la de un personaje de la obra, y por ende ‘lo fantástico’ también operaría aquí como tema. Asimismo, en tanto y por cuanto, como dijimos, lo fantástico está estrictamente ligado a la vacilación, dirá Todorov que éste se constituye en un lugar muy próximo a otras dos géneros: “Más que ser un género autónomo, parece situarse en el límite de dos géneros: lo maravilloso y lo extraño” 33 . Es decir, si en algún momento del desarrollo del relato aparecen indicios que conducen al establecimiento de una interpretación acorde con las leyes de la realidad, y por tanto ésta queda intacta, estamos en el terreno de lo ‘extraño’. Y si, 31 Cfr. Con la lectura propuesta por García Ramos en García Ramos, Arturo; “Introducción” en Lugones, Leopoldo; Las fuerzas extrañas, Madrid, Cátedra, 1996. 32 Todorov. Tzvetan; Op. Cit, p. 24. 33 Todorov, Tzvetan; Op. Cit., p. 37. Asociación de Graduados en Letras de Rosario 9 Vanesa Condito por el contrario, la incertidumbre deja de ser tal por el hecho de que el fenómeno puede ser percibido como explicable en el marco de unas leyes disímiles a las de la realidad, estamos en el terreno de lo maravilloso, dado que no hay vacilación y simplemente se acepta la existencia de otro modo de rección del mundo textual. No obstante, Todorov dejará sentado que muchas veces no quedará muy claro cuáles son los límites que separan a las innumerables fases intermedias entre los tres géneros. Por otra parte, a nivel estructural, tenemos tres elementos que en su mutua dependencia, colaboran a crear el efecto de lo fantástico -y resultan de suma utilidad en el momento de abordar un análisis-. En primer lugar, en el nivel del enunciado tenemos, en términos generales, un uso peculiar del lenguaje figurado: un uso literal de las metáforas o giros coloquiales que en el uso ordinario estaban desematizados, y el uso generalizado de hipérboles. En segundo lugar, en el nivel de la enunciación, tenemos un uso generalizado de la narración en la primera persona del singular, de modo que el personaje que experimenta algo del orden de lo fantástico –y, por consiguiente, queda suspendido en la duda-, es al mismo tiempo el que nos cuenta los acontecimientos, generando así un mayor grado de proximidad con el lector, posibilitando así en mayor medida su identificación. Y, en tercer lugar, ya en el nivel que Todorov denomina ‘sintáctico’ -en tanto refiere al modo de organizar y ordenar la trama narrativa-, se postula aquí la apelación al efectismo en el final del relato, y a la pormenorizada y gradual dosificación de la información durante el desarrollo, de modo que siempre confluyan hacia ese desenlace sorpresivo. Aquí, Todorov está claramente haciendo alusión a los preceptos que desde Edgar Allan Poe 34 han definido la concepción del cuento moderno en general –es decir, más allá del fantástico-, y que han configurado una vasta tradición en la literatura, hasta bien entrado el siglo XX. Por último, es menester que nos detengamos también en las ‘funciones’ que según nuestro autor se le atribuyen a lo fantástico. En primer lugar puede pensarse a la función de lo fantástico en relación con la economía de la de la obra literaria. Aquí Todorov encuentra tres sub-funciones: una función pragmática, en tanto lo que se busca es producir un efecto en el lector/destinatario; una función semántica, en tanto lo sobrenatural constituye su propia manifestación; y por último, una función sintáctica, en tanto el efecto fantástico interviene activamente en el desarrollo progresivo de la acción del 34 Cfr. Poe, Edgar Allan; “Filosofía de la composición” en Ensayos y críticas, Madrid, Alianza, 1973. También se puede revisar la lectura de Cortázar que retoma los principales lineamientos de Poe. Cortázar, Julio; “Algunos aspectos del cuento” en Obra crítica/2, Madrid, Alfaguara, 1994. 10 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis relato, o en otras palabras constituye el núcleo mismo de la trama narrativa puesto que opera como la fuerza causal que rompe ‘equilibrio’ o estado de cosas dado. En segundo lugar -y sobre todo aquí reside nuestro interés a los fines del presente trabajo-, Todorov señala que lo fantástico tendría una función social bien delimitada y que ha operado como tal prácticamente a lo largo de toda la historia del género –vale decir, el núcleo de la función es lo que no cambia, modificándose únicamente el ‘contenido’ de la misma-: la posibilidad de expresar lo inexpresable. Es decir, en términos generales según esta lectura del género –con la que, claro está, acordamos- lo fantástico consistiría en el espacio a partir del cual se pueden expresar ciertas ‘realidades’ que de otro modo resultarían censuradas, o en las palabras mismas del autor: “se trata de la transgresión de una ley. Ya sea dentro de la vida social o del relato, la intervención del elemento sobrenatural constituye siempre una ruptura en el sistema de reglas preestablecidas y encuentra en ello su justificación” 35 . Y, es justamente a partir de esto último que podemos establecer un puente con el próximo apartado del presente trabajo en el cual intentaremos integrar los elementos ya trabajados para plantear el análisis de ‘Yzur’ y la construcción del verosímil, que, como ya venimos anunciando, se constituirá a partir de la tensión entre elementos heterogéneos: “la literatura fantástica no es más que la conciencia intranquila de ese siglo XIX positivista” 36 . ‘Yzur’, la ciencia y lo inexplicable En este espacio -como bien señalamos- intentaremos aproximarnos a una lectura que pueda integrar los problemas trabajados con el objeto de pensar el modo en que este relato se configura, desde su materialidad misma, como narrativamente verosímil. En primer lugar, cabe señalar como una de las primeras marcas que ya nos estarían adelantando un horizonte de lectura posible, justamente, el mismo título del cuento: ‘Yzur’. Es decir, en términos estrictos, se nos estaría desde un primer momento proponiendo leer a partir de una incógnita: no sabemos -ni sabremos una vez finalizada la lectura- si el nombre del animal con el que se titula al relato tiene alguna significación u origen a partir del cual establecer un primer horizonte referencial; razón por la cual el relato comienza a configurarse desde el misterio o desde lo desconocido. A esto se le sumará el hecho de que el narrador mismo del relato señala 35 Todorov, Tzvetan; Op. Cit., p. 131. 36 Todorov, Tzvetan; Op. Cit., p.133. Asociación de Graduados en Letras de Rosario 11 Vanesa Condito su extrañamiento acerca de tal cuestión: “Yzur (nombre cuyo origen nunca pude descubrir, pues lo ignoraba igualmente su antiguo patrón)” 37 . Este gesto nos parece de importancia puesto que ya nos estaría dando un elemento que nos permite, en tanto lectores, identificarnos con el narrador-personaje -elemento fundamental para que luego pueda suscitarse lo fantástico-: ambos partimos desde el mismo extrañamiento. Ahora bien, dado que ya tenemos un primer elemento –que aunque todavía de carácter muy general, luego en confrontación con otros adquirirá mayor relieve- para pensar a la estructuración genérica de nuestro cuento, si nos detenemos a escrutarlo a partir de la clasificación relacional del género propuesta por Todorov, nos inclinaríamos en una primera lectura a pensarlo en el límite entre lo fantástico y lo extraño, puesto que la ‘teoría involucionista’ que propone el narrador-personaje en el inicio del relato operaría como sustento explicativo del hecho fantástico con el que se cierra (vale decir, que el mono efectivamente pueda hablar). No obstante, por un lado -como luego veremos- la estructuración global de esta narración nos acerca claramente a lo fantástico, y por otro lado, la ‘teoría’ que se estaría formulando como sustento es notoriamente heterodoxa si la confrontamos con los discursos considerados como científicos en el contexto de enunciación del cuento. Por otra parte, esto último es de nuestro interés en tanto nos viene a señalar la paradoja del hecho de que el cuento se inicie con la formulación -y aquí la retórica con que se lo hace es sumamente significativade un postulado que pretende ser teórico, pero al mismo tiempo éste está en las antípodas de los presupuestos evolucionistas y de la utopía del progreso con que se sustentaban los discursos oficiales de principios de siglo. De modo que aquí ya tendríamos uno de los primeros elementos en tensión que parece configurar el sustento de esta narrativa. En el mismo sentido puede pensarse el inicio mismo del relato; inicio en el que el narrador manifiesta su intencionalidad respecto de lo que va a narrar: “La primera vez que se me ocurrió tentar la experiencia a cuyo relato están dedicadas estas líneas... (el subrayado es nuestro)” (p. 97). Es decir, se nos plantea que lo que a continuación leeremos es, básicamente, ‘el relato de una experiencia’, o -lo que es lo mismo- la construcción narrativa de un proceder experimental que pretende corroborar una hipótesis. Es, entonces, que podemos inferir que a partir de este pequeño indicio inicial –pero en diálogo con el enigmático título- ya se deja planteado el modo en que se postula el pacto de lectura para las líneas que siguen: estamos en el ámbito de lo fantástico -la pura invención de fantasía- y al mismo tiempo en el ámbito del discurso de la ciencia –que, en el contexto de aparición del relato necesariamente activa el imaginario de ciencia positiva-experimental-. 37 Lugones, Leopoldo; “Yzur” en Las Fuerzas extrañas, Buenos Aires, Agebe, 2003, p.97. En adelante, utilizaremos esta edición para las referencias del cuento. 12 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis Asimismo, esto último puede ser pensado también si nos detenemos a analizar la estructura narrativa global de nuestro cuento (los niveles del ‘enunciado’ y la ‘sintaxis’ en términos de Todorov). Por un lado la estructuración que se plantea en la primera parte del relato –esto es, aproximadamente hasta que se introduce el testimonio del cocinero ‘horrorizado’- se plantea de modo tal que pareciera que lo que estamos leyendo se tratara de la descripción minuciosa del caso científico: tenemos explícitamente formulados y delimitados tanto el objeto de la investigación-experimentación como el método con el que se llevará a cabo, así como el tono de revelación de una ‘verdad’ y de certeza carente de modalizaciones, el uso de enunciados impersonales, el empleo de la cita de autoridad o la apelación indirecta a la comunidad científica, así como también la progresión a partir de razonamientos inductivos y deductivos. Obsérvese, a título de ejemplo, los siguientes fragmentos: “ello no tendría sino una demostración posible: volver al mono al lenguaje”, “dada la glotonería del mono, y siguiendo en esto un método empleado por Heinicke con los sordomudos…”, “sabía únicamente, con entera seguridad, que no hay ninguna razón científica para que el mono no hable”, “Pero el ejercicio del lenguaje es un arte difícil como lo prueban los balbuceos del niño…”, “esto ya lo había presentido en 1785 Heinicke”, “Conocía todas las infructuosas tentativas de mis antecesores”, “No hay a la verdad razón alguna para que el mono no articule absolutamente. Su lenguaje natural (…), su laringe (…), y en cuanto a su cerebro (…). Por lo que hace a la circunvolución de Broca (…)”, “Esta fue la primera relación que conoció entre el movimiento de su lengua y una idea; una relación perfectamente acorde con su naturaleza”, “primero de todo su extraordinaria movilidad mímica que compensa al lenguaje articulado, demostrando (…). Después, otros caracteres más peculiares por ser más específicos: la diligencia en el trabajo, la fidelidad…”, etc. (p. 97, 98, 99). Asimismo -y esto no es un dato menor- el hecho de que el narrador utilice como soporte argumentativo la formulación de relaciones analógicas entre el mono, el idiota, el mulato, el negro, y hasta con ‘un marinero borracho’, colaboran a inscribir el imaginario de lo narrado en el horizonte de ideas y discursos de la ciencia positivaevolucionista propia de la coyuntura histórica. En este mismo sentido se pueden también leer tanto la configuración del animal como ‘sujeto pedagógico’ y el optimismo inicial con que el narrador formula sus intenciones para con su objeto de experimentación científica, así como también la apelación a los datos físico-biológicos como soporte explicativo del comportamiento y de las capacidades intelectuales. Para esto último, obsérvese a título de ejemplo: “Las consonantes diéronme un trabajo endemoniado (…) Sus largos colmillos lo estorbaban enteramente” (p.101). No obstante, a partir de la segunda parte del relato -que, como se ha dicho, la ubicamos en el momento en que se manifiesta una peripecia capaz de hacer progresar el argumento- podemos Asociación de Graduados en Letras de Rosario 13 Vanesa Condito ver cómo a medida que nos acercamos hacia el desenlace los elementos y argumentos narrativos tienden tanto hacia la estructura del cuento moderno-efectista –tal como ya definimos-, como hacia el clima de lo fantástico en sentido estricto. En primer lugar, tenemos toda una serie de elementos que operarían directamente en favor de la economía de la progresión narrativa, construyendo una estructura gradual en lo que a la tensión se refiere. En este sentido podemos leer, por ejemplo, tanto la aceleración del ritmo narrativo (no parece casual el hecho de que las descripciones y explicaciones minuciosas comienzan a verse reducidas), como a todas las alusiones con las que se caracteriza al animal con atributos humanos -que, claro está, a mediada que avanzamos son cada vez más- que prefigurarían el desenlace-: “una cierta vislumbre de ironía en la azogada ubicuidad de sus muecas”(p.102), “su mano buscaba la mía en una intimidad de convalecencia”(p.103), y así continúa hasta culminar con “su expresión era tan humana que me infundió horror”(p.105). Por otra parte, este tipo de ejemplos también podría ser leído desde el plano de lo que Todorov señala como un rasgo característico de los enunciados del fantástico, puesto que en la lectura no podemos detectar bien si las descripciones del mono figuradas como un humano están utilizadas metafóricamente o si se trata de un uso literal de la lengua; razón por la cual nos encontramos una vez más en el terreno de la ambigüedad característico del género y de lo literario distanciado de lo mimético en general. Asimismo, en esta misma línea interpretativa, puede leerse, a mediada que nos acercamos al final, la proliferación creciente de elementos léxicos operando como subjetivemas 38 que dependen de la voz del personaje principal, en tanto narrador, y que cooperan con la generación del clima de misterio y además manifiestan -en buena medida- un progresivo pasaje desde la figura del personaje como observador hacia la figura del personaje como experimentador: “pasé la noche poseído”, “me tenía harto”(p. 102), “toda la terapéutica del espantoso mal le fue aplicada”, “Por momentos deseaba que se volviera loco”(p.103), “aquel desesperante silencio”(p.104), etc. Por otra parte, desde aquí podría leerse además en el gran fragmento narrativo que precede al desenlace del cuento (que se iniciaría con “Desde un oscuro fondo…”, y terminaría con “oponía también edad sobre edad como una muralla” -p. 104, 105-), la significatividad que tiene la modalidad exclamativa acompañada con un tono entre profético, melancólico y filosófico, que envuelve al relato cada vez más en la atmósfera de la incertidumbre, de misterio y desolación, lo cual no sólo es una característica del género fantástico sino también de la literatura modernista finisecular en general, tal como es descripta por Graciela Montaldo 39 . 38 Utilizamos este concepto en el sentido en que lo postula Kerbrat-Orecchioni en Kerbrat Orecchioni, Catherine; La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje, Buenos Aires, Edicial, 1999. 39 Por otra parte, si leemos con mayor detenimiento este gran apartado, es probable que encontremos además algunos ecos del modo de argumentar de Darwin en su Teoría de la evolución, sobre todo en la apelación conjetural a un 14 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis Ahora bien, el hecho de que hayamos -quizás de un modo un tanto esquemático- segmentado en dos partes a la trama narrativa, no significa que muchos de los elementos que según nuestro criterio predominan en una de ellas no fuera a aparecer en la otra, y viceversa. Por el contrario, como dejamos plantado en un inicio, la tensión y heterogeneidad discursiva es un rasgo característico de ‘Yzur’, y continuamente tenemos elementos que desestabilizan a los otros. Pensemos cómo opera, por ejemplo, el hecho de que en la primera parte, apenas se inicia el relato, en el momento de plantear el problema sobre el cual se basará la experimentación, se alude a una lectura con fuentes desconocidas, y por consiguiente se desestabiliza la rigurosidad que pretende el discurso científico de la época: “fue una tarde, leyendo ni sé dónde, que los naturales de Java…” (p. 97). Otro ejemplo interesante para que observemos y que sigue esta misma línea nos lo da otro enunciado que aparece hacia el inicio del cuento: “ensayar sobre él mi en apariencia disparatada teoría”(p. 98); enunciado claramente polifónico 40 en el que se pueden leer tanto las voces de la ‘ciencia oficial’ (en el calificativo ‘disparatada’), como la del científico heterodoxo que intenta probar una hipótesis que se encuentra sus antípodas, y que además opera como prospección narrativa prefigurando sutilmente el elemento fantástico del final del relato (en el ‘en apariencia’). Y, como contrapartida, pensemos en un ejemplo de la segunda parte, hacia el final, cuando interrumpiendo el desarrollo precipitado de los acontecimientos del relato, tenemos una apelación al discurso médico para dar cuenta de los síntomas del animal enfermo y de las medicaciones correspondientes. Por otra parte, si atendemos a la construcción de la figura del personaje-narrador veremos cómo también supone una complejidad no exenta de tensiones y ambigüedades como las que venimos señalando en otros niveles de análisis. Es decir, por un lado tenemos muchos elementos que lo acercarían a la posición del científico-pedagogo habilitado para experimentar y explicar al ‘otro’ -que, como ya tuvimos ocasión de ver, configuró una gran tradición en los discursos de la época-. Piénsese por ejemplo: “pero mi seriedad de hombre de negocios mal se avenía con tales payasadas”, o “Decidí entonces empezar mi obra…” (p. 97, 98. No obstante -y como ya vimos a raíz de la proliferación de subjetivemas- el personaje-narrador se va al mismo tiempo configurando como un ser humano sujeto a todas las pasiones que éste es capaz de experimentar, lo cual, según la lectura de Todorov, abre la posibilidad de identificación por parte del lector y así la aparición de lo fantástico. Por último, restaría que nos detengamos en el modo de aparición y utilización de determinadas series sintagmáticas que recorren todo el relato y que bien pueden resultar ilustrativas a los fines pasado remoto y por tanto imposible de conocerse en su totalidad. Por ejemplo, véase en Darwin, Charles; Op. Cit., p. 113. 40 Utilizamos este concepto en el sentido en que se lo plantea desde la teoría de la polifonía lingüística de Oswald Ducrot en Ducrot, Oswald; El decir y lo dicho, Buenos Aires, Edicial, 2001. Asociación de Graduados en Letras de Rosario 15 Vanesa Condito de la problemática de la heterogeneidad y tensión discursiva que venimos postulando: “trabajo endemoniado” (p. 101) - “obsesión dolorosa” - “excesiva curiosidad” (p.102), para culminar con “el demonio del análisis” (p.103). Es decir, si leemos con detenimiento podríamos conjeturar que, justamente, en esta serie sería posible verse sintetizado gran parte de lo que hemos intentado señalar en el transcurso de nuestro análisis: ‘Yzur’ pareciera constituir su pacto de lectura a partir de su composición sustentada tanto en una matriz específicamente literaria –la del género fantástico-, como en una cuyo anclaje referencial debe ser buscado en los discursos sociales hegemónicos con los que convivió en el momento de su publicación. Es precisamente desde aquí que debemos leer esta serie de sintagmas ambiguos en los que se alude tanto al imaginario científico-experimental como a una atmósfera de misterio y de peligros que desestabilizaría tal paradigma. Y, si continuamos con esta línea de lectura también podríamos suponer que el final del relato y la ambigüedad que sugieren las palabras del mismo narrador, concluyen sosteniendo dicha tensión constitutiva: permanecemos entre el ‘horror’ y ‘la reconciliación’, entre la ‘coronación’ y el ‘desvanecimiento de las esperanzas’. A modo de conclusión A lo largo de este desarrollo hemos intentado realizar una primera aproximación a ‘Yzur’ de Leopoldo Lugones a partir del problema de su configuración como discurso pasible de ser leído en una coyuntura sociocultural determinada. Como intentamos sostener y argumentar en distintas instancias del presente trabajo, pareciera que estamos ante un relato cuya constitución se sustentaría, precisamente, tanto a partir de la tensión entre distintos fragmentos y voces del discurso social, así como también a partir de la voluntad de erigirse desde la autonomía del discurso literario. Y, justamente, si tenemos en cuenta esto último, se evidencia el modo en que desde esta misma heterogeneidad del relato se puede leer cómo éste, lejos de ofrecernos una imagen armónica y sosegada del mundo, pareciera proponernos una representación de las fisuras y quiebres constitutivos de todos los discursos humanos que en vano se instituyen como capaces de comprender y dar cuenta de la totalidad que los rodea. Es, quizás por ello, y no sólo por su constitución formal, que ‘Yzur’ es un claro ejemplo del cuento de la modernidad, puesto que, siguiendo la lectura propuesta por Nicolás Casullo, “Las ambiciones omnicomprensivas de los lenguajes de la modernidad instauran el reinado de la razón pero también evidencian las 16 Asociación de Graduados en Letras de Rosario Sobre la construcción del verosímil en ‘Yzur’, de Leopoldo Lugones: el demonio del análisis fronteras de ese reino (…) El discurso de la modernidad se configura desde la crisis y hará de esa huella su modo de ser” 41 .- Bibliografía general • AA. VV.; Lo verosímil, Buenos aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1972. • Angenot, Marc ; "Intertextualité, interdiscursivité discours social" (pp.101- 113).Texte, Reveu de critique et de théorie littéraire N° 2 (1983) Intertextualité. 1984, Les Editions Trintexte, Canada. Trad. Luis Peschiera. 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