nuevo espíritu de participación crítica hacia la Administración y deseos de que se hicieran públicos los proyectos de rango oficial que afectaban al campo, tal y como pidió Luis Lizarraga de Lezaun ante el segundo Plan de Promoción Agrícola que estaba gestando la Diputación navarra. Por otra parte, hubo cambios y nuevos nombramientos en la dirección en 1976. El consiliario Sixto Iroz, que dirigía la revista, se jubiló en enero y fue sustituido en la dirección por Pedro Lázcoz, aunque siguió llevando La Acción Social Navarra hasta 1977. También la orientación y discusión de los problemas agrarios desde el doble punto de vista técnico y político comenzó a ocupar más espacio, perdiendo terreno la anterior orientación religiosa e ideológica. En este año el Consejo Rector nombró gerente de UTECO a José Javier Muguerza Mayayo, en sustitución de Angel Gárriz que pasaba a petición propia y del Consejo de la Caja Rural de Navarra a dedicarse completamente a la Caja Rural. 12.2. Las «guerras» agrícolas La revista, en los primeros años setenta era poco permeable a reflejar los acontecimientos políticos y sociales que tenían lugar en la provincia. Así por ejemplo, la Huelga General de junio de 1973, de enorme repercusión en la provincia, apenas encontró eco en sus páginas. Sin embargo, en las actas de la Junta Rectora de UTECO se reflejó el paro de dos días producido en CACECO, la fábrica de piensos. Según la Gerencia, «tal ^iaro se produjo más por el temor del personal a las amenazas que recibían de obreros de otros sectores que por mala disposición ^ara el trabajo», precisando que el trabajo se reanudó en cuanto el gobernádor ofreció protección para ello (9). (9) Act. Junt. Rect. UTECO, 23-fr1973. 378 Si 1973 fue un año de grandes movilizaciones y protestas de los obreros industriales y, en general, de los medios urbanos, también fue un año en el que hubo protestas contundentes en el medio rural. La «guerra del tomate» del verano de 1973, iniciada en la Ribera para conseguir un precio justo para el producto, fue el preludio de la salida a la carretera de los agricultores para manifestarse con sus tractores. Los pequeños propietarios eligieron una Junta que los representara ante los industriales. Así obtuvieron su primera victoria: un precio para el tomate de ^ 3,40 ptas./kg, aunque ellos pedían 3,50, frente a las 3 ptas./kg que ofrecían los conserveros. La UTECO no intervino para nada, pese a que en la confrontación de los dos sectores en pugna se estaba reflejando la vitalidad de las Cooperativas de la Ribera. Vinculada al sindicalismo vertical, no se enfrentaba con el régimen, por lo que los mismos agricultores de las cooperativas empezaron a organizarse para conseguir sus reivindicaciones en torno a lo que será la Unión de Agricultores y Ganaderos de Navarra. Si en el órgano de expresión de UTECO se abordaron los problemas del campo de forma general, y sólo tocaba con alguna particularidad lo referente a los graves momentos por los que atravesaba la ganadería, saliendo en su defensa, en las actas tampoco hay referencias a los conflictos agrarios. En septiembre de 1973 estalló la «guerra del pimiento», otro conflicto importante protagonizado por pequeños agricultores de productos hortícolas. El pimiento constituía uno de los cultivos fundamentales en algunos pueblos de la Ribera, lo cual amplió la magnitud del conflicto, como reflejó la prensa local y de ámbito estatal. Ante la drástica bajada del precio del pimiento los agricultores volvieron a salir a la carretera. Tractores con remolque ocuparon casi 30 km de la carretera general entre Ribaforada y la provincia de Zaragoza. Fueron cruzados algunos de ellos quedando cortada la carretera. Centenares de agricultores llenaban la calzada en diversos lugares. 379 La Guardia Civil no intervino el primer día, limitándose a tomar las matrículas de los tractores. Al día siguiente, el presidente de la Hermandad Nacional y los de la COSA de Navarra y Zaragoza se personaron en Buñuel y Mallén para intentar solucionar rápidamente el conflicto. Por primera vez no sólo los obreros industriales, sino los pequeños propietarios agrarios desbordaban el marco del sindicalismo vertical que se mostraba incapaz de canalizar las reivindicaciones de los campesinos. La UTECO permanecía, a la expectativa. Ese mismo día, por la mañana, cargó la Guardia Civil contra los manifestantes, produciéndose heridos de diversa consideración. El precio del pimiento fue fijado en 6 ptas./kg y nadie podía comprar ni vender a otro precio. La organización de los agricultores y su lucha en defensa de unos precios rentables se mostraba mucho más eficaz que el vertical y las cooperativas. Pero los conflictos siguieron. En diciembre del mismo año estallaba la «gzcerra de la leche». Los ganaderos navarros, que sufrían un aumento del precio de los piensos muy por encima del precio de la leche (0,25 ptas./litro), vieron cómo el Gobierno se decidía por la importación exterior ante el descenso general de la producción, y acordaron no entregar la leche a la central COPELECHE. Los socios de la Cooperativa, unos 4.000, se negaron a entregar la leche a su propia empresa. ^Cómo entender esta paradójica situación? La realidad era que la Cooperativa actuaba como una sociedad anónima y el conflicto se planteó de forma similar al que podría plantearse en una gran empresa. La UTECO tampoco intervino directamente para solucionar el problema. Fue la COSA la que intervino. Los huelguistas pedían, con un estudio razonado sobre los costes, 13,20 ptas./litro en lugar de las 8,75 que se pagaba en verano. El Gobernador Civil se comprometió a llevar las conclu- ^ siones de los ganaderos al Ministro de Agricultura. En los días que duró la huelga suministraron leche a clínicas y hospitales y se organizó un movimiento solidario para vender el 380 queso que elaboraban para no perder la leche. Ante la actitud del gobernador y por las fechas que eran, las navidades, decidieron conceder una tregua. En febrero de 1974 se reanudó la huelga y el Gobierno volvió a las importaciones: 70.000 litros para Navarra. La huelga se extendió a otras provincias. El Gobierno no cedió y a primeros de marzo, después de quince días de huelga, finalizó la «guerra de la leche». Seis dirigentes del conflicto fueron detenidos y procesados por impedir la llegada de camiones de leche. Era la primera vez que los ganaderos navarros eran procesados por el Tribunal de Orden Público. En la reunión de la Junta Rectora de COPELECHE del 14 de febrero se trató sobre «la oportunidad, consecuencias y efectos de estas medidas que afectan a los ganaderos y a la Central Lechera. Los miembros de la Junta, que son ganaderos, sopesan la responsabilidad de la Central en el suministro de leche a la ciudad y atenciones a sus clientes, a la vez que respetan las decisiones libres de los ganaderos y consocios en lo que consideran una acción reivindicativa» (10 ) . Este conflicto suscitó problemas internos en la Junta Rectora, pues las tensiones afloraron con fuerza y se pusieron en (10) LASN, 16-2-1974 y 23-2-1974. Las luchas más importantes que se produjeron en el agro en los años setenta tuvieron varios factores comunes: fueron pequeños productores sus protagonistas; tomaron posición contra la caída de precios, fijados. ya por los conserveros, ya por el Gobierno; no hubo organizaciones de tipo político y sindical que previamente hubieran planteado una táctica de lucha en el sector; hubo represión y violencia en algunas de ellas (guerras del pimiento y de la leche); y en otras se negoció al margen de las Hermandades (guerra del tomate); y no acabaron en derrotas totales ya que consiguieron algunas de las reivindicaciones propuestas (guerras del pimiento, tomate y maíz). Ver V. L. Alonso y otros, Crisis agrarias y luchas campesinas, 1970-1976, Ayuso, Madrid, 1976; ARRE, Las luchas y la defensa de los renteros y medieros (Cadreita). La radicalización del cooperativismo (Alcanadre), Hordago, Donostia, 1978, págs. 3844, 47-48, 57-72 y 74; y ARRE, IV Debate campesino. Vivir del Ebro. La gestión popular del agua en los pueblos de la cuenca del Ebro, Hordago, Donostia, 1979. 381 cuestión no sólo las diferencias en cuanto a la manera de actuar, sino también la idoneidad de algunas de las personas que ocupaban cargos en la Junta Rectora. Reflejo de esta situación fue el artículo aparecido sin firma en la revista, con el expresivo título de «Salvemos la unidad y la armonía», a propósito del conflicto lechero. En él, a partir del reconocimiento de la falta de rentabilidad de las explotaciones ganaderas en general, y de las de producción de leche en particular, se señalaba la imperiosa necesidad de mantener la unidad de los ganaderos, pues ésta era su fuerza, que habíá dado lugar al nacimiento de COPELECHE: «Entre nosotros ^iuede haber diferencias de opinión y estrategias diferentes en el modo de intentar los objetivos ^rroj^uestos. Y esto es sin duda un bien. [...J No obstante esta unidad de objetivos, se ha ^roducido una clara división entre los ganaderos, que sólo puede lleuar a un debilitamiento. de las fuerzas del grupo de malas consecuencias». La experiencia de las luchas agrarias de estos años llevó a las nuevas generaciones que dirigían las cooperativas a tomarse en serio la participación sindical en 1975. Querían también estar presentes y dirigir la COSA. Desde la revista se animaba a la participación, ya que la mayoría no consideraba representativos los organismos sindicales. Las cooperativas, consideradas como empresas agrarias, y sus socios, podían participar eficazmente pues votaban todos los agricultores y ganaderos que hubieran cumplido los 18 años. Además el presidente de la COSA debía ser elegido. Antes era nombrado por el ministro y el nombramiento recaía generalmente en el diputado que presidía la Comisión de Agricultura de la Diputación Foral. Ahora debía ser elegido por los miembros de la Junta General de la Cámara Oficial Sindical Agraria. La respuesta a la participación fue notable y los representantes de UTECO, que eran definidos como jóvenes agricultores, triunfaron en más de 80 Hermandades Locales. 382 La campaña que se realizó enfrentaba dos posiciones, la oficial, vinculada al sindicalismo vertical, y la alternativa de los jóvenes agricultores vinculados a UTECO; o lo que es lo mismo, la que defendía la jerarquización de las Hermandades y el régimen franquista, por un lado, y la que pretendía democratizar el sistema y ampliar la participación, por otro. Respecto a esta última, hubo algún intento de comparar el lema de unas octavillas, «labradores, Uníos», difundidas en el período electoral, con la propaganda de CC.00. de signo «comunista», «Trabajadores, Uníos», al mismo tiempo que se advertía a los agricultores que «la unión que ahora les predicen es más bien subversiva, intentando conseguir de ellos el repudio del régimen y para adscribirles en lo posible en organizaciones de signo "democrático "» (11) . La candidatura no oficial obtuvo la mayoría en la Comisión Permanente y la mitad del Comité Ejecutivo. A la reunión constitutiva acudieron 98 de los 100 miembros que componían la Junta General de la Cámara. Para presidente se presentaban dos candidatos: Jesús Fortún, diputado foral y candidato oficial del Sindicato Vertical; y Amadeo Sánchez de Muniáin, de la Junta de la Caja Rural y candidato de las Hermandades de Labradores y de la UTECO en definitiva. Como el candidato debía obtener el 75% de los votos para ser elegido y ninguno de los dos lo obtuvo, porque invariablemente durante las tres votaciones preceptivas se repetía el mismo resultado (Fortún, 53 votos; Sánchez de Muniáin, 43, uno en blanco y uno nulo), debía remitirse un quinteto de nombres para que los Ministros de Agricultura y Relaciones Sindicales nombrasen al sucesor de Julio Asiáin. Estos nombraron a Jesús Fortún. Sin embargo, tanto los cambios producidos en UTECO como en la COSA tuvieron como consecuencia una intervención más decidida de UTECO en los problemas, poniéndose (11) LASN, 21-6-1975 y 28-Fr1975. 383 al frente de las reivindicaciones agrarias, como sucedió en enero con motivo de la «guerra del maíz». El 19 de enero José M.a Lander, presidente de UTECO, y Amadeo Sánchez de Muniáin, vicepresidente de la Caja Rural, se reunieron en Tudela con las Cooperativas de Cortes, Cabanillas, Fustiñana, Caparroso, Cadreita, Buñuel, Peralta, Ribaforada y Tudela, entre las que sumaban 6.500 socios y llegaron al acuerdo de solicitar que se suspendieran temporalmente las importaciones o se limitaran a épocas y cifras que no perjudicaran la comercialización del maíz nacional; en caso de que llegara maíz extranjero se le aplicará en puerto el precio del costo del maíz nacional, y por último, se ordenarán medidas que impidieran comercializar maíz extranjero por debajo del precio de costo, estimado en 10,50 ptas./kg. Ante el poco efecto logrado, el día 25 volvieron a reunirse las cooperativas afectadas y acordarón solidarizarse con los agricultores de Zaragoza y manifestarse en la carretera con sus tractores y remolques, lo que se hizo efectivo a mediodía del día 26. La manifestación estuvo perfectamente organizada. A las 6,30 de la tarde del mismo día los tractores se retiraron de la carretera, pues la Administración aceptó las propuestas de subvencionar las hectáreas declaradas de maíz de la campaña anterior, proceder a la compra inmediata del maíz que se encontraba en poder de los agricultores o las cooperativas, y revisar los precios para el añó próximo. Este triunfo, según análisis posteriores, venía a afirmar a los agricultores en el convencimiento de que con la presión, como habían hecho otros grupos sociales, se conseguían ventajas de orden económico y social. Incluso se les llamaba a la participación política: «Estamos coñvencidos de que no basta ^»-oducir. La rentabilidad de nuestras explotaciones se juega en el campo de las organizaciones administrativas o políticas de rango superior, foral o nacional. Por eso, es ^ireciso 384 estar ^resentes en esós terrenos. De lo contrario, nos meterán muchos goles» (12) . En este sentido, resultan significativas las entrevistas realizadas a agricultores o dirigentes de UTECO: Francisco Uranga, José M.a Lander, Amadeo Sánchez de Muniáin, Angel Gárriz, Rafael Macua, Luis Lizarraga, Pedro Manuel Barbería y otros más, desfilarán por la revista manifestando sus opiniones acerca de la problemática agraria. 12.3. Participación politica de los agricultores Conocidos los antecedentes mencionados, la aparición pública de los dirigentes agrarios junto con otros dirigentes de la vida política democrática de Navarra era un paso esperado. Es el caso de la participación de José M.a Lander el 29 de enero de 1976 en el ciclo «Navarra ante el futuro» organizado por el Colegio Mayor Larraona, en el que se habló sobre la «Agricultura y el Cooperativismo Navarro». O las referencias a la nueva realidad política: «Después de muchos años de "calma" vuelven, como recordarán sólo los mayores, a ser actualidad los partidos políticos y los sindicatos, aunque las situaciones son muy diferentes» (13). Sin embargo aun reconociendo que nadie podía impedir el mantenimiento de ideas políticas diferentes y tras precisar que nadie podía obligar a que todos los agricultores y ganaderos se afiliaran a un partido político o sindicato determinado, surgió un planteamiento que haría fortuna. Según éste, los intereses de los agricultores y ganaderos «salvo excepciones, son ^rrácticamente los mismos», por lo que debía buscarse ante todo la unidad «en lugar de criticarnos y destruirnos», pues «si nuestros intereses son idénticos, nuestras ideas políticas no j^ueden (12) LASN, 31-1-1976. (13) LASN, 15-12-1976. 385