HISTORIA, Vol. 24, 1989: 471_475 HESERAS jACK llt:ECIl!:"OC: Las gul('ra,~ dc LC1)(mto. Editorial Argos Vergara, 2.5-1 púg~. Un acierto constituye la edición en castel!ano de la obra de Beeching, que une al rigor lúslórico una excelente prosa para una obra científica y de difusión a la vez. El autor expone con exactitud los acontecimientos que prepararon el formidable choque naval de Lcpanto, incluyendo la trayectoria de sus personajes. Ahí está don Juan de Austria, hijo natural de Carlos V y de Bárbara Blomberg, una hermosa joven rubia, cuya madre la condujo a una audiencia con el Emperador cuando fue a solicitarle una merced. La muchacha quedó en palacio y la merced fue concedida. El niño fue confiado a un buen hombre flamenco establecido en Castilla, con el nombre supuesto de Jerónimo; de allí el /erornín del padre Coloma. Muerto Carlos v, pasaron varios arios antes de que Felipe 11 reconociera a su hermanastro, pero aún no cumplía los veinte años cuando le confió una poderosa escuadra de treinta y tres galeras en \lna misión contra los árabes. Cuatro años más tarde capitanearía las escuadras cristianas en Lepanto, aunque Felipe 11 tomó la precaución de colocar a su lado a Luis de Requesens, hombre experimentado en las cosas del mar y de la vida, que debla autorizar los decisiones más importantes. Beeching también traza el perfil de Andrea Doria al mando del fuerte escuadrón de galeras genovesas. algunas de las cuales eran de su propiedad, porque no sólo era un viejo marino, sino también un buen negociante. Otras figuras son las del veneciano Sebastián Veniero, jefe de unas galeras anticuadas y deterioradas, y el español Alvaro de Buzán, marqués de Santa Cruz. Por el lado turco aparecen Solimán 1I, Dragut y Ochiali, entre otros. No es posible seguir en toda la trama los antecedentes de Lepanto ni la batalla misma, pero podemos detenernos en las earactedsticas escasamente conocidas de las galeras. "El casco de una galera de guerra -escribe el autor- suponb menos de la mitad del costo total. Acaso desnudo 'el chasis', tras deslizarse por la grada y pasar por una red de canales, a modo de cinta transportadora, ~e le añadían los reglamentarios másti1e~, vergas, aparejos, herrajes, velas, remos. cañones, proyectiles. barriles de pólvora, fabricado todo en serie. sin olvidar el agua y la galleta, de tal manera que sólo le restaba a la nave de guerra la tripulación para hacerse a la mar. De los ingresos anuales del erario de la república veneciana (siete millones de ducados de oro) se 472 mSTORlA 24 I 1989 destinaba siempre la suma de 500.000 ducados para las necesidades del Arsenal. La rápida botadura de la flota de guerra veneciana era una hazaña, un prodigio de organización que ninguna otra potencia era capaz de igualar. "En la sección de velas del Arsenal trabajaban cuatrocientas mujeres, sentadas con las piernas cruzadas, cosiendo velas triangulares para las galeras. Habla una cordelería de unos cien metros de longitud. Un centenar de herreros trabajaban día tras dl3 en doce fraguas. Había tres fundiciones y un inmenso taller donde se desecaba la madera. Había también ochocientos cañones de navío almacenados, listos para el uso, y armas suficientes para poner en pie de guerra a cincuenta mil hombres. Había Órdenes estrictas de que a la primera señal de alerta se dispusiesen. una tras otra, ochenta y cinco ,galeras. todas ellas listas nara el combate. de tal manera que con una Simple voz de mando podía variar todo el equilibrio del ooder naval en el Mediterráneo. "Venecia habla utilizado otrora sus ncsadas galeras. de hasta 250 toneladas, para transportar carg'amentos de especias, seda o malvasía de elevado precio hasta el Canal de la Mancha o el mar del Norte. "Cada g'alern de J!'uerra necesitaba cien hombres a los remos, nor lo nue para sostener aquellos treiota navíos venecianos de patrulln en el mar, la república requería tres mil remeros. nparte de los soldados v la tripuInción. Las islas y las bases costeras de su disperso imperio e"i<Tían unos treinta mil hombres s610 para defender las diversas guarniciones. El Arsenal veneciano, tan inteligentemente organizado. podía poseer el secreto que le permitía botar una flota enorme en tm plazo increíble". Las galeras v la vida a bordo de ellas ~on descritas por Becchin~ en fonna muy S1.1{!'erente. Las de guerra tenían dos mlistiles, eran largas v estrechas, propulsadas por remos v dos velas ctmdradas. Oficiale~ v pasajeros se aloiaban amontonados en camarotes en la dorada popa. Un f'SDOI6n metMico, como pico de ave, snlla de proa, qne en la oarte inferinr di~oonla además de tres cañone~. A lo largo de la borda las galeras eran descu· biertas. Los remeros. fuesen galeotes o Forzados, encadenados por los tobillos, se sentaban de cinco en fondo en anchos bancos y manejaban un solo remo de grandes proporciones, poniéndose de pie en el momento de haeer fuerza , El contramaestre o c6mitre iba sentado a popa y diril!Ía a los galeotes con un silbato. mientras por un pasillo central se paseaha un cabo de mar dispuesto a fustie:ar con un látij!o a los perezosos. Los galootes podlrm ser esclavos hechos en combate, condenados de la justicia y ,'oluntarios que preferían la ración de a bordo antes que mascar el hambre en tierra. Inmovilizados por las cadenas, todos debían cumplir sus necesidades biol6~eas in sitll , para emplear una e.xpresi6n elegante, El olor era insoportable y era fama que en momentos de neblina una galera aproximándose por barlovento podía detectarse por el olfato a media milla de distancia. 473 La propulsión a remo significaba que una galera pudiese maniobrar fácilmente en todo momento, e1Ccepto en las grandes tormentas. Podían girar o pasar de la línea a la fila o (.·ombatir en escalone'! con la misma precisión que la caballería. Cuando dos galeras rivales c¡uedahan adosadas para el abordaje la larca de la manileña hnbla concluido. Los soldados se lanzab:ln a la cubierta contraria y luchaban cuerpo ti. cuerpo. En Lepanto las fuerzas cristianas tenían ventajas técnica.~ fundamentales. En la flota turca escasea han los arcabuces y se preferían los arcos v ballestas bajo la idea de que era posible lanzar treinta saetaS mientras 1m soldado carg::aba un arcabuz Pero los ~oldados de don Juan de Austria ~c cubrían con petos y espaldares que le<; dejaban a salvo de armas arrojadizas y en sus fila~ se t'ncontraban numerosísimos arcabuceros que con ms tiros podían barrer las cuhiertlls musulmanas a distancia de 200 metros. El jefe español, además. habín alimentado el número de cañones en un ras~o que anunciaba el futuro énfagi~ en la artillería como anna decisiva en lo.~ encuentTos navales. Andr{'a Doria. car~ado dc afios y {'xpcricncia, decidió poco antes de la batana TPmover los espolones de SIIS galeras por considerarlos anticuados, ~iendo más eficaces los cailoncs que asomaban por la proa directamente hacia adelante. No estará de más recordar que entre tantos ~oldados bajo las órdenes del ~eno"és se ('ncontraba un español que aquel día "perdio el brazo izquierdo para I1;loria del derecho". El encuentro de las nota.~ enemi~3s ocurrió el 7 de octubre de 1571. m3rcando COII 511 estruendo infemal el término del reinado de la galem. SEJlCIO \'ILL¡\LOIlOS LAWru:XCE A. CL¡\YTON: 1850-1930. Otawa. Cracc. \V.K Gracr & Cn. Tllc Formali!J rCllrs Jameson Bnob. 1985, xiii. (5), 403, (5) lllinoi~: páginas. Láminas. \V.R. Crace & Co. ha sido ulla de las firmas comerciales lilas importantes en los países de la C(lsla occidental de Sudamérica, aunque sus multifacéticas actividades casi no hahlnn recibido la atención que merecen por pnrle de 10" historiadores. Una excepción es el señero articulo de Rory MJlIer sohre el contrato Gracc ('scrilo sobre b base de fuentes británicas· . • Rory MilJer, ''The !11aking or tht· Crace controcl: Brilish hondholders :md the PeruYiaJl Govemn.enl, Inumal uf (.l/ti" \mcriran St"dle~. Vol. 8. NQ 1, 1976, 73-100.