Tema 3 La España de la Restauración

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Tema 3
La España de la Restauración
(1875-1902)
Con la Restauración en 1875 de la monarquía borbónica personificada en el hijo de la
depuesta Isabel II, el joven Alfonso XII, podemos considerar que el sistema liberalburgués español entra en una etapa de definitiva consolidación, y tal cosa ocurre
mediante la implantación de un sistema político ideado por el personaje clave del
periodo, Antonio Cánovas del Castillo y que se materializa en la Constitución de 1876.
Es el sistema conocido como turnismo, llamado así porque se prevé un turno o
alternancia pacífica y previamente concertada de los dos grandes partidos del momento,
el conservador de Cánovas y el liberal de Práxedes Mateo Sagasta. Por debajo de las
apariencias de régimen parlamentario, basado desde 1891 en el sufragio universal,
latía sin embargo un régimen corrupto, cuyo fundamento era un sistema social marcado
por el predominio de los caciques locales y que consistía básicamente en amañar las
elecciones al gusto de los grandes partidos dinásticos
En respuesta a esa situación, en la Restauración surgen o se consolidan unas
fuerzas políticas emergentes y que se mantienen en la periferia del sistema,
participando sólo en la medida que se lo permitían los grandes partidos y luchando por
sus propios intereses: se trata del republicanismo, del socialismo, ya conocidos, y de los
nacionalismos, de los que cabe decir que es ahora cuando adquieren carta de
naturaleza. Son ideologías y tendencias políticas de oposición que, en mayor o menor
medida, marcarán la historia de España durante el siglo XX y que, salvo quizá el
republicanismo, en la práctica desaparecido de la escena política, marcan aún la
realidad española en este comienzo del siglo XXI.
También analizamos en el presente tema los acontecimientos que condujeron a la
pérdida de los últimos vestigios de nuestro en otro momento inmenso imperio colonial.
En concreto, nos centraremos en la Guerra de Cuba. La pérdida de Cuba, Puerto Rico y
Filipinas, el Desastre sin más, provocó una profunda crisis de identidad colectiva en
España que dará lugar al Regeneracionismo en el tránsito del siglo XIX al XX.
En estas circunstancias, España se encaminaba a un convulso primer tercio de siglo XX
que contempló una crisis del liberalismo, una dictadura, una república, una guerra civil
y una nueva y más recalcitrante dictadura.
192
HISTORIA DE ESPAÑA
193
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
19. EL RÉGIMEN DE LA
RESTAURACIÓN Y EL
SISTEMA CANOVISTA. LA
CONSTITUCIÓN DE 1876
19. 1. LA RESTAURACIÓN DE LA DINASTÍA
BORBÓNICA: LA MONARQUÍA DE ALFONSO XII
Como ya sabemos, la etapa histórica anterior a la que analizamos en este
tema —el Sexenio Revolucionario— se caracterizó, en sus aspectos
positivos, por ser la primera auténticamente democrática de nuestra
historia, pero al mismo tiempo también se caracterizó en el lado negativo
por una enorme inestabilidad política (un monarca que tuvo que
abandonar el país, una república con cuatro presidentes en un año, dos
guerras sin resolver —carlista y Cuba—, una sublevación cantonalista,
dos pronunciamientos...). A la altura de 1874, durante el mandato de
Serrano, la sociedad española se mostraba muy cansada de tanto ensayo
político, por lo que fue tomando cuerpo la idea de proclamar de nuevo
la monarquía en la persona del hijo de Isabel II, el que luego sería
Alfonso XII. El personaje clave en ese proceso será Antonio Cánovas del
Castillo (1828-1897)
Antonio
Cánovas
del
Castillo será la gran figura
política de la Restauración
española. Ya lo vimos, de la
mano de O'Donnell, como
figura
destacada
del
pronunciamiento de 1854
—la Vicalvarada— que dio
paso al Bienio Progresista.
Pese
a
ello,
era
un
conservador por formación
y por convicción y un
profundo admirador del
sistema
político
inglés,
basado en un casi estricto
bipartidismo —sólo dos
partidos con posibilidades
de gobernar que se van
alternando en el poder y
que, desde el gobierno o la
oposición tiene como meta
el servicio a la Patria—. Su
proyecto era implantar ese
sistema en la España de
Alfonso XIII, cosa que
efectivamente haría, como
veremos a continuación. En
su
honor,
se
llama
canovista a ese sistema.
Alfonso XII, rey
de España entre
1875 y su
muerte en 1885
194
Cánovas fue quien redactó a principio de diciembre de 1874 un
documento, el Manifiesto de Sandhurst, (que firmó el joven
Alfonso como si fuera él el que lo hubiera escrito), en el que se
proclamaba la necesidad de la vuelta a una monarquía
constitucional tras la experiencia del Sexenio. Pero los
acontecimientos se precipitaron a una velocidad mayor que la
HISTORIA DE ESPAÑA
deseada por el propio Cánovas —que quería una implantación
legal y no forzada de la monarquía—, de modo que el día 29 del
mismo mes el General Martínez Campos se pronunció en
Sagunto (Valencia) y proclamó a Alfonso rey de España. Se
iniciaba así la etapa de nuestra historia que se conoce como
Restauración.
Podemos distinguir una serie de etapas claras que se suceden en
la historia de España en las siguientes décadas:
a) Desde 1875 hasta 1885, que corresponde al reinado de
Alfonso XII
b) Desde 1885 hasta 1902, años de la regencia de Mª Cristina.
c) En 1902 se inicia el reinado de Alfonso XIII, que será
analizada en el siguiente tema
Antonio Cánovas del
Castillo (izada.) y
Práxedes –Mateo
Sagasta, artífices del
turnismo
195
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
TEXTO DE APOYO
EL MANIFIESTO DE SANDHURST
"He recibido de España un gran número de felicitaciones con motivo
de mi cumpleaños, y algunas de compatriotas nuestros residentes
en Francia (...) Cuantos me han escrito muestran igual convicción de
que sólo el restablecimiento de la monarquía constitucional puede
poner término a la opresión, a la incertidumbre y a las crueles
perturbaciones que experimenta España (...).
Huérfana la nación ahora de todo derecho público e
indefinidamente privada de sus libertades, natural es que vuelva los
ojos a su acostumbrado derecho constitucional y a aquellas libres
instituciones que ni en 1812 le impidieron defender su
independencia ni acabar en 1840 otra empeñada guerra civil.
Debióles además muchos años de progreso constante, de
prosperidad, de crédito y aún de alguna gloria ( ... ).
Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi
augusta madre, tan generosa como infortunada, soy único
representante yo del derecho monárquico en España. Arranca éste
de una legislación secular, confirmada por todos los precedentes
históricos, y está indudablemente unida a las instituciones
representativas, que nunca dejaron de funcionar legalmente durante
los treinta y cinco años transcurridos desde que comenzó el reinado
de mi madre hasta que, niño aún, pise yo con todos los míos suelo
extranjero. (...)
Por todo esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en
España es una monarquía hereditario y representativa, mirándola
como irreemplazable garantía de sus derechos e intereses desde las
clases obreras hasta las más elevadas.
Afortunadamente la Monarquía hereditaria y constitucional
posee en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas
condiciones de acierto hacen falta para que todos los problemas que
traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de conformidad
con los votos y la conveniencia de la nación.
No hay que esperar que decida yo nada de plano y
arbitrariamente; sin Cortes no resolvieron los negocios arduos los
Príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la Monarquía, y
esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo en mi
condición presente, y cuando todos los españoles están ya
habituados a los procedimientos parlamentarios. Llegado el caso,
fácil será que se entiendan y concierten las cuestiones por resolver
un principio leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad.
A ello ha de contribuir poderosamente la dura lección de estos
tiempos, que si para nadie puede ser perdida todavía lo será menos
para las honradas y laboriosas clases populares, víctimas de
sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más
grandes y prósperas, y donde el orden, la libertad y la justicia se
admiran mejor, son aquellas que respetan más su propia historia. [
... ]
ALFONSO DE BORBÓN, Nork Town (Sandhurst), a 1 de diciembre de
1874."
19.2 LA CONSTITUCIÓN DE 1876
196
HISTORIA DE ESPAÑA
Para Cánovas era necesario hacer una síntesis entre “lo nuevo y lo
viejo”, es decir, entre la tradición política española y los ideales
progresistas del Sexenio. Por ello consideró que era necesario un
acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas del liberalismo
español —herederas de los partidos progresista y moderado del
reinado de Isabel II— que se reflejara en una Constitución
ampliamente consensuada. De ese modo se eligieron una Cortes
constituyentes por sufragio universal (y ello por mantener la
legalidad electoral del Sexenio) que aprobaron una Constitución
en 1876.
TEXTO DE APOYO
LA CONSTITUCIÓN DE 1876.
'Don Alfonso XII, por la gracia de Dios, Rey constitucional de
España; a todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed:
Que en unión y de acuerdo con las Cortes del Reino actualmente,
hemos venido en decretar y sancionar lo siguiente: ( ... )
Art. 4. Ningún español, ni extranjero, podrá ser detenido sino en
los casos y en la forma que las leyes prescriban.
Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la autoridad
judicial, dentro de las veinticuatro horas siguientes al acto de la
detención. ( ... )
Art. 6. Nadie podrá entrar en el domicilio de ningún español, o
extranjero residente en España, sin su consentimiento, excepto en
los casos y en la forma expresamente previstos en las leyes. ( ... )
Art. 9. Ningún español podrá ser compelido a mudar de domicilio
o residencia sino en virtud de mandato de autoridad competente, y
en los casos previstos por las leyes.
Art. 11. la religión Católica, Apostólica, Romana, es la del
Estado. la Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros.
Nadie será molestado en territorio español por sus opiniones
religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto
debido a la moral cristiano.
No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni
manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.
Art. 13. Todo español tiene derecho:
De emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por
escrito, valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento
semejante, sin sujeción a la censura previa.
De reunirse pacíficamente.
De asociarse para los fines de la vida humana.
De dirigir peticiones individual o colectivamente al Rey, a las
Cortes y a las autoridades. (...)
Art. 18. la potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con
el Rey.
Art. 19. las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores,
iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 20. El Senado se compone:
1.º De senadores por derecho propio.
2.º De senadores vitalicios nombrados por la Corona.
3.º De senadores elegidos por las corporaciones del Estado y
mayores contribuyentes en la forma que determine la ley.
El número de los senadores por derecho propio y vitalicios no
podrá exceder de ciento ochenta.
197
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
Este número será el de los senadores electivos.
Art. 21. Son senadores por derecho propio:
los hijos del Rey y del sucesor inmediato de la Corona, que
hayan llegado a la mayoría de edad.
los Grandes de España (...)
los capitanes generales del Ejército y el Almirante de la Armada.
El Patriarca de las Indias y los arzobispos.
El Presidente del Consejo de Estado, el del Tribunal Supremo, el
del Tribunal de Cuentas del Reino, el del Consejo Supremo de la
Guerra y el de la Armada, después de dos años de ejercicio. (...)
Art. 27. El Congreso de los Diputados se compondrá de los que
nombren las Juntas electorales, en la forma que determine la ley. Se
nombrará un Diputado a lo menos por cada cincuenta mil almas de
población. (...)
Art. 30. los diputados serán elegidos por cinco años.
Art. 75. Unos mismos Códigos regirán en toda la monarquía, sin
perjuicio de las variaciones que por particulares circunstancias
determinen las leyes. En ellos no se establecerá más que un solo
fuero para todos los españoles en los juicios comunes, civiles y
criminales.
Art. 89. (...) Cuba y Puerto Rico serán representadas en las
Cortes del Reino en la forma que determine una ley especial, que
podrá ser diversa para cada una de las dos provincias. (...)."
1. - La Constitución de 1876 sería, a la postre, la de más larga
implantación en nuestra historia hasta el presente (fue
suspendida en 1923 y sustituida por otra en 1931) y fue
concebida como un equilibrio entre la moderada de 1845 y la
democrática de 1869. Se puede considerar una Constitución
flexible, adaptada a los dos grandes partidos burgueses, pero es
fundamentalmente de inspiración moderada o conservadora.
Sus características más señaladas son:
a) Una amplia declaración de derechos, al estilo de la de la
Constitución de 1869. Me refiero a los derechos a la
inviolabilidad del domicilio y la correspondencia, la libertad de
conciencia, expresión, reunión y asociación, entre los más
significativos. Pero como en 1845, su concreción se remitía a
leyes ordinarias posteriores, que tendieron a restringirlos.
b) En relación con la anterior, se establece la confesionalidad
del Estado, pero por primera vez esa confesionalidad se hace
compatible con la libertad de culto muy limitada, ya que se
exige para la práctica de otros cultos que se ajusten a la moral
católica (!) y se prohíbe sus manifestaciones públicas. Se
mantiene la dotación de culto y clero.
c) Siguiendo el modelo del 45, se establece implícitamente el
principio de soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
El rey tiene amplias competencias en relación al poder
legislativo y ejerce a través de sus ministros el ejecutivo.
d) En materia de sufragio, no se establecía claramente un
modelo, permitiéndose tanto el censitario como el universal.
e) El poder ejecutivo, como decimos, es ejercido por el Rey a
través de sus ministros, que son los auténticos responsables
de su propia gestión. El rey elige libremente, sin estar
198
HISTORIA DE ESPAÑA
obligado por la composición de las Cortes, al jefe del
Gobierno, que a su vez sólo responde de su gestión ante el
monarca y no ante las Cámaras1.
f)
Las Cortes se estructuran en dos Cámaras, el Congreso de
los Diputados y el Senado. El primero era, como ya venía
siendo tradicional, la cámara de representación popular, con
diputados elegidos por distritos uninominales2 y por mayoría,
mediante sufragio directo. El Senado dejaba de ser de
representación popular, pero tampoco se volvía a la fórmula de
designación real pura de 1845. Estaba conformado por tres
tipos de senadores:
- Por derecho propio: grandes contribuyentes.
- Por designación real.
- Por designación de una serie de instituciones, como la
Iglesia, las Universidades, etcétera.
g) EL poder judicial seguía siendo independiente y se mantenía
la unidad del ordenamiento jurídico para todo el territorio
del Estado.
h) Se intensificó el centralismo, al quedar bajo el control del
Gobierno tanto los ayuntamientos como las diputaciones. Por
otro lado, los fueros vascos, mantenidos con ocasión de la
resolución de la Primera Guerra Carlista, fueron suprimidos.
2. – Como complemento de la Constitución, en 1878 se promulgó
—por el gobierno conservador de Cánovas— la Ley electoral que
regulaba la elección de los diputados, estableciendo un sistema de
sufragio censitario que sólo permitía el voto al 5% de la
población. Ello supone, y hay que destacarlo, una vuelta a un
sistema electoral propio de épocas que ya se creían superadas en
España. Es cierto que más tarde, en 1890, durante una de las
presidencias del liberal —burgués progresista— Sagasta, una
nueva ley electoral terminó por implantar el sufragio universal
masculino para los mayores de 25 años, pero pronto veremos que
el régimen se basó en un sistema electoral corrupto que
despreciaba la auténtica voluntad de los votantes y que
respondían exclusivamente a los intereses de las cúpulas
dirigentes de los dos grandes partidos y del rey. Se trata del
caciquismo.
1 Llamo tu atención sobre este aspecto: no se trataba de un régimen parlamentario
como el actual de 1978, en el que es el Parlamento (en concreto el Congreso de
los Diputados) el que designa al nuevo Presidente del Consejo de Ministros y el que
controla su gestión, pudiendo en último extremo, relevarlo de su cargo mediante
una moción de censura. En la Constitución de 1876, por el contrario, se otorga un
papel central en el sistema político al rey, que pone y quita gobiernos, quienes a su
vez pueden disolver las Cámaras a su conveniencia (más adelante veremos cómo
se utilizó esta posibilidad en la concreción real del sistema) sin estar controlados
por ellas.
2 A diferencia de la actual regulación en distritos electorales plurinominales (las
provincias), en los que se elige a un número variado de diputados, atendiendo
fundamentalmente a la población de la provincia, el sistema uninominal consistía
en establecer tanto distritos como escaños a elegir, de modo que en cada uno salía
elegido el candidato con más votos. Este sistema, si bien se piensa, favorece la
formación de mayorías y a los grandes partidos y dificulta el acceso al Parlamento
de las minorías a partir del tercer partido más representativo, que sólo
excepcionalmente conseguiría ser en alguna circunscripción el partido más votado.
En definitiva, se trata de in sistema diseñada para favorecer la creación de un
régimen bipartidista, que era precisamente la intención de Cánovas.
199
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
19.3 EL FUNCIONAMIENTO REAL DEL SISTEMA: EL
CACIQUISMO
Como antes he comentado, fue la admiración que Cánovas sentía
por el sistema político ingles —bipartidismo— la que le llevó a
concebir la vida política española sobre la base de dos partidos
políticos que aceptaran el marco constitucional y estuvieran
dispuestos a turnarse en el poder. Son los llamados partidos
dinásticos, dada la perfecta colaboración que se dio en la práctica
entre los mismos y el rey Alfonso XII primero y su viuda y regente,
Mª Cristina, después. Esos partidos son los siguientes:
Cánovas y
Sagasta,
turnándose
para comer el
caldo gordo;
la sirvienta es
España.
Dibujo de una
revista
satírica de la
época
a) Partido Conservador, dirigido por el propio Cánovas, era de
tendencia más derechista y fue el continuador de los antiguos
partidos moderado y unionista (Unión Liberal). Sus apoyos
sociales eran las clases altas
b) Partido Liberal, dirigido por el otro personaje clave del
periodo, Sagasta; era de tendencia más cercana al antiguo
partido progresista. Sus principales apoyos los encontró entre
las clases medias.
Es necesario aclarar que los dos partidos dinásticos, tanto el
Conservador como el Liberal, son, ambos, típicos partidos de
ideología liberal-burguesa, por lo que el hecho de que uno de ellos
reciba el nombre de Liberal no debe hacer pensar que el otro no
respondía, también, a esa misma ideología liberal.
En el período 1875-1898 concluye
pues, la construcción del Estado
liberal y centralizado. Se promulgan
códigos
de
todo
tipo
y
progresivamente se garantizan las
libertades básicas de expresión, de
asociación y de reunión.
Pero ¿cómo se garantizaba el turno
de ambos partidos? Hay que tener en
cuenta
que
la
Constitución
aparentemente
consagraba
un
sistema
político
parlamentario,
supuestamente limpio. Pero, por lo
pronto, recordemos que desde 1876
existía un sufragio censitario, por el
que solamente podían votar aquellos
que tenían propiedades o cierta
fortuna, un 5 % de la población.
Había además gran desinterés por
parte de la sociedad, pues se sabía
cuál iba a ser el resultado electoral
debido al fraude y a la manipulación
de resultados.
En el sistema político de la Restauración era necesario
teóricamente contar con el apoyo de las Cortes para poder
gobernar, pero en realidad la mecánica del turnismo o canovismo
actuó en sentido inverso, es decir, no de abajo a arriba, sino de
200
HISTORIA DE ESPAÑA
arriba abajo: Los dos partidos dinásticos decidían de mutuo
acuerdo y con el beneplácito del rey, que había llegado el
momento de proceder a una alternativa de gobierno, de ceder el
gobierno al partido de la oposición. De ese modo, el rey,
perfectamente enterado de la maniobra y de acuerdo con ella,
designaba como presidente del gobierno al jefe del otro partido. Y
lo que se hacía posteriormente era convocar unas elecciones con
el resultado amañado de antemano, para conseguir que las
Cortes resultantes tuvieran la composición que conviniera al
nuevo gobierno, para legitimar el cambio y facilitar la tarea al
nuevo gobierno. De ese modo, realmente el Gobierno no era
consecuencia de la composición de las Cortes, sino al contrario,
las Cortes se confeccionaban a la medida del Gobierno que
acababa de entrar. La mecánica concreta era tal y como sigue.
Esta caricatura
satírica dividía
España en tantas
provincias como
grandes caciques
1.— Una vez convocadas las elecciones, el ministro de la
Gobernación (el equivalente al actual ministro del Interior)
realizaba lo que en lenguaje de la época se llamaba “encasillado”,
es decir, decidía con nombres y apellidos los diputados que
habían de ser elegidos por cada distrito electoral y el de aquellos
que habían de “competir” por el escaño; es decir, decidía —salvo
sorpresas muy puntuales— cuál sería la composición de las
Cortes entrantes, cuidando que uno de los partidos tuviera una
cómoda mayoría y el otro una minoría digna. Pero, para salvar las
apariencias, lo que de cara a la población se hacía era acudir a
unas elecciones aparentemente limpias. Pura hipocresía política,
como puedes comprobar.
2. — El gobernador civil de la provincia (miembro del partido que
acaba de acceder al gobierno), insisto que con el beneplácito de
201
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
ambos partidos dinásticos y en colaboración con los caciques de
dicha provincia, manipulaba las elecciones En efecto, las
elecciones resultaban totalmente manipuladas, recurriendo
para ello a la compra de votos, a la coacción (se podía amenazar
con negarles a darles empleo a los que no votasen lo decidido por
los caciques o con la violencia física, si era necesario) o, en último
extremo, si las cosas no iban como se esperaba, acudiendo al
llamado pucherazo, es decir, al fraude electoral sin más,
metiendo en la urna las papeletas que fuera necesario, o
cambiando los auténticos datos salidos de las urnas mediante el
falseamiento del acta de escrutinio, todo ello con la connivencia
del notario, del juez o del jefe del puesto de la Guardia Civil. Todo
un espectáculo bochornoso por todos conocido y casi por todos
aceptado.
3. — Para entender este singular sistema político hay que aclarar
el concepto de cacique. Los caciques eran personas de enorme
poder económico en cada provincia, comarca o pueblo, alrededor
de los cuales existían importantes clientelas, grupos de personas
que recibían de los caciques prebendas, cartas de recomendación
para este o aquel empleo, influencias, favores y servicios de todo
tipo a cambio de su sumisión. Estómagos agradecidos, podíamos
decir. El hecho de que la sociedad española de la época fuera
mayoritariamente rural, subdesarrollada y analfabeta hacía el
resto. La incultura propiciaba que muchos los votantes vieran en
los caciques locales (señoritos, se les llamaría en Andalucía) como
a seres dotados de una autoridad y una aureola casi
sobrehumana, por lo que la obediencia a sus instrucciones se
daba por descontada.
4. — Pero caeríamos en un error si pensamos necesariamente en
el cacique como un opresor. El cacique bueno era una figura
presente en los pueblos y en las capitales. Aun cuando no eran
infrecuentes los abusos, eran también muchos los casos en los
que había que agradecerle al cacique local la canalización de
aguas, la instalación de un hospital, la pavimentación y la
iluminación de las calles, la construcción de una carretera o un
puente... De alguna forma, el cacique se convertía así en el
representante de las aspiraciones de su zona frente a las elites
políticas de Madrid. Votos a cambio de favores, sería la idea. Si
bien se piensa, es un sistema muy próximo al feudalismo que
teóricamente había sido fulminado con la implantación del
liberalismo. Donde antes existía un señor ahora había un
poderoso burgués, el cacique; donde vasallo, ahora había vecinos
o clientes.
5. — Una cuestión adicional era la lucha entre aquellos que
aspiraban a ser designados como los candidatos que debían ser
elegidos por uno y otro partido, es decir, los nombres elegidos en
el “encasillado”, lo que propiciaba frecuentes enfrentamientos en
el seno de los propios partidos. De ese modo, la política española
se convertía en una actividad de intrigas y zancadillas. Apareció
así la figura del diputado cunero, es decir, aquel que no residía
ni tenía nada que ver con el distrito que representaba (por
ejemplo, se elegía para “representar” a Almería a un político
madrileño que en su vida había estado en Almería). El interés que
desplegaban por su distrito estos diputados era, como se puede
suponer, nulo.
202
HISTORIA DE ESPAÑA
El Ministro de la
Gobernación, el
Gobernador, el
alcalde y el
cacique local,
caricaturizados
como piezas del
engranaje del
sistema electoral
corrupto
En consecuencia, el caciquismo garantizaba el turno pacífico en la
misma medida que significaba un alejamiento entre la España
oficial y la España real, cuya opinión política era simplemente
despreciada. Se trataba de un sistema inmoral y que propiciaba la
corrupción, pese a lo cual es innegable que dio estabilidad a la
vida política española.
TEXTO DE APOYO
OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO, SEGÚN EL REGENERACIONISTA
JOAQUN COSTA.
No es, no es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario,
viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al
contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por
instituciones aparentemente parlamentarias. 0, dicho de otro modo,
no es el régimen parlamentario la regla, y excepción de ella los
vicios y las corruptelas denunciadas en la prensa y en el Parlamento
mismo durante sesenta años; al revés, eso que llamamos
desviaciones y corruptelas constituyen el régimen, son la misma
regla. […]
Nos enseña, en primer lugar, que el problema de la libertad, que el
El Ministro
del Interior,
los
gobernadores,
los alcaldes y
los caciques
locales,
protagonistas
del sistema
electoral
corrupto,
según una
revista
satírica de la
época
203
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
problema de la reforma política no es el problema ordinario de un
régimen ya existente, falseado en la práctica, pero susceptible de
sanearse con depurativos igualmente ordinarios, sino que es un
hecho, y positivamente, todo un problema constitucional de cambio
de forma de gobierno; que se trata nada menos que de una revisión
de¡ movimiento revolucionario de 1868, y, más aún, de la revolución
misma de todo el siglo XIX, respuesta al estado de problema.
Nos enseña, en segundo lugar, que mientras esa revolución no se
haga, que mientras soportemos la actual forma de gobierno, será
inútil que tomemos las leyes en serio, buscando en ellas garantía o
defensa para el derecho. […]
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase
directora o gobernante, distribuida o encasillada en «partidos». Pero
aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte
integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no
es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de
extranjeros apoderados por la fuerza de los Ministerios, Capitanías,
telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y
cobrarlos.
JOAQUÍN COSTA, 1901.
María Cristina
de Habsburgo,
regente de
España entre
1885 y 1902
19.4 LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA (18851902): LA CONSOLIDACIÓN DEL TURNISMO
El 25 de noviembre de 1885 fallecía
Alfonso XII y la reina María Cristina
daría a luz seis meses después al que
con el tiempo sería Alfonso XIII. La
monarquía constitucional, con menos
de diez años de rodaje, se enfrentaba
con posibles levantamientos carlistas o
republicanos. Los partidos del poder,
conservadores y liberales, cerraron filas
en torno a la regente y al futuro rey, y
concluyeron un acuerdo de caballeros
(el llamado Pacto de El Pardo) para
mantener el sistema y el turno. En esta
época, por tanto, se producen cambios
en la fisonomía externa del régimen: en
la jefatura del Estado, que pasa a María
Cristina, y en la orientación general de
la política.
El sistema, sin embargo, no varía. Un
gobierno cae cuando el partido al cual
representa pierde su coherencia, la
confianza de la Regencia, o cuando las
elites políticas pactan o se ven
obligadas, para mantener el sistema, a
un relevo en el poder. Un gobierno no
cae nunca, o casi nunca, por una votación adversa en las
cámaras.
204
HISTORIA DE ESPAÑA
María
Cristina de
Habsburgo,
viuda de
Alfonso XII,
jura la
Constitución
de 1875 al
convertirse en
regente
Así pues, como primer gesto, Cánovas dejó que se encomendara el
gobierno a Sagasta tras recibir las Cortes el juramento
constitucional de María Cristina. Los liberales ganan las
elecciones de abril y gobiernan de 1885 a 1890: es el llamado
“Parlamento largo”, período en que aplican una legislación más
liberal y avanzada que la de los conservadores, como la Ley de
Asociaciones, que permitirá la actuación legal de sindicatos y
asociaciones obreras; la legalización de todos los partidos; la
instauración del juicio por jurados, y la institución del sufragio
universal (masculino) en 1890. Esto permite que las elecciones del
año siguiente sean mucho más democráticas que todas las
anteriores y lleguen al Congreso treinta diputados republicanos.
Los años noventa supusieron la continuidad del turnismo, pero
dos graves acontecimientos, el asesinato del creador del sistema,
Cánovas del Castillo, en 1897, y el inicio de la guerra de Cuba,
van a suponer el principio del fin del sistema.
19.5. OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO EN ANDALUCÍA
Aunque el caciquismo se dio en toda España, en Andalucía tuvo
arraigo especial. El hecho de que en Andalucía el caciquismo
conociera su máxima expresión hay que explicarlo por una
multiplicidad de factores que se interrelacionan entre sí:
a) Estamos en una región donde la mayoría de la población
habitaba en el mundo rural; un mundo rural marcado por
la existencia de un latifundismo extremo, dominando estos
caciques o sus representantes gran parte del mercado de
trabajo. Los escaños que más fácilmente se escapaban al
control del sistema eran los de las circunscripciones
205
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
urbanas; el predominio rural garantizaba el correcto
funcionamiento del mismo.
b) La incultura, el analfabetismo y el aislamiento de la gran
masa campesina, fenómenos todos ellos tristemente muy
representados en Andalucía,
fueron caldo de cultivo
propicio para la existencia del caciquismo.
c) Por otra parte existía una gran pasividad ante la política,
pasividad promovida desde el anarquismo dominante en
Andalucía, que como sabemos rechazaba la participación
en el sistema electoral burgués-liberal, sin preocuparse
por lo tanto sobre si era limpio o corrupto; o desde la
resignación histórica de quienes creían que nada era
posible hacer para mejorar las condiciones de vida, la
estructura social o la limpieza de los procesos electorales.
d) Por último, hay que destacar la existencia del miedo. Un
miedo generalizado a que la tormenta arruine la cosecha, a
que el señorito no llame a trabajar a determinadas
personas, un miedo causado por las sucesivas represiones
a las sublevaciones campesinas o un miedo simplemente
ala violencia física contra quien se mostrara reacio a
participar o tolerar aquel estado de cosas.
La red de caciques era amplísima habiendo jerarquía entre ellos
(había caciques de primer orden, provinciales, que se entendía
directamente con la oligarquía o cúspide de los partidos en
Madrid, y de segundo, tercero y sucesivos órdenes) y abundantes
disputas que tenían que ser solucionadas por el gobernador civil.
Citaremos algunos de los apellidos más famosos, algunos de ellos
aún hoy día muy conocidos. En Sevilla, los Rodríguez de la
Borbolla (en cuya familia nacería más tarde un Presidente de la
Junta de Andalucía del PSOE en los años 80); en Granada, los
Chica, los Rodríguez Acosta o Natalio Rivas; en Málaga,
Romero Robledo, ministro de gobernación y el gran urdidor del
caciquismo, o la familia Larios; en Huelva, los Burgos y Manso; y
en Cádiz los Domecq. Entre ellos los hubo de ideología liberal y
de signo conservador, pero todos ellos fueron colaboradores fieles
y eficaces en la maquinaria electoral corrupta al servicio del
sistema de la Restauración.
206
HISTORIA DE ESPAÑA
207
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
20. EL REPUBLICANISMO Y EL
MOVIMIENTO OBRERO EN LA
RESTAURACIÓN
Como hemos tenido ocasión de ir viendo a lo largo del curso, tanto el
republicanismo como el movimiento obrero vieron su primer impulso en
la época de Isabel II. Así, el republicanismo fue una tendencia del ala
izquierda del liberalismo burgués, cercana a la demócrata (defensa del
sufragio universal, de la libertad de expresión en todas sus modalidades y
de otros derechos y libertades, soberanía nacional, rechazo al impuesto
de consumos y a las quintas…) pero diferenciada ideológicamente
precisamente en el rechazo a la monarquía. Aunque su ideología partía
del tronco común del liberalismo de base burguesa, esta tendencia
política estuvo muy cercana durante los decenios centrales del siglo XIX y
fue de la mano en sus actuaciones concretas del movimiento obrero. El
republicanismo burgués español tuvo su primer momento de
protagonismo real, más allá de su tradicional papel de facción minoritaria
y exaltada del liberalismo, con ocasión de la elaboración de la
Constitución de 1869, cuando por primera vez se llegó a plantear
seriamente la posibilidad de instaurar una república en España, y sobre
todo, en 1873, cuando nuestro país pasó por la experiencia de su
Primera República. Ya por entonces, los republicanos se presentaron
seriamente divididos en torno a dos grandes modelos: la república
unitaria y la federal.
Por su parte, vimos cómo el movimiento obrero se fue gestando durante
las décadas de 1830 a 1860 y eclosionó en el Sexenio Revolucionario.
Recordarás que este periodo acabó con un retorno a actitudes más
intransigentes por parte de las autoridades respecto del breve periodo de
tolerancia y con una ruptura entre anarquistas españoles, mayoritarios,
y los marxistas o socialistas, que tras ser expulsados de la FTRE
fundaron la Nueva Federación Madrileña, germen del futuro PSOE.
20.1. EL REPUBLICANISMO
La experiencia de la Primera República había sido un banco de
pruebas para poner de manifiesto las muchas diferencias
existentes en el seno del republicanismo. Dada la distinta
personalidad de sus jefes —los exponentes de las variadas ideas
republicanas- y los diversos intereses y características sociales de
los grupos, la vida de éstos entre 1875 y 1890 tuvo muy poco en
común, si se exceptúa su posición a la izquierda y fuera del
sistema de la Restauración, junto con anarquistas y socialistas.
Precisamente la consolidación de éstos y la aparición de los
nacionalismos periféricos restaron apoyos a los republicanos,
al perder la exclusividad de dos de sus principales señas de
identidad: la defensa de los derechos de las clases populares y la
lucha contra el centralismo; junto a ellas hay que destacar la
posición anticlerical. En ambientes intelectuales y universitarios,
así como en amplios sectores de la prensa, el republicanismo
siguió contando con un fuerte respaldo
En medio de esta diversidad de opiniones podían percibirse
por lo menos tres grandes grupos:
208
HISTORIA DE ESPAÑA
1. El llamado posibilista o republicano histórico, que seguía a
Castelar, se mostraba a favor de una democracia
conservadora que no comprometiera la unidad nacional ni el
orden social.
2. Los federales de Pi y Margall, que en conjunto eran los mejor
organizados y los más cercanos a las asociaciones obreras,
buscaban un reformismo social que armonizara los intereses
del capital y del trabajo. Sin embargo, al estar sus propuestas
planteadas desde una actitud burguesa, tuvieron que aceptar
una continua deserción de los trabajadores en favor del
partido socialista.
3. El tercer grupo era el de los republicanos progresistasdemócratas, dirigidos por un ex-miembro del partido
demócrata (monárquico), Ruiz Zorrilla, quienes desde el
principio optaron por intentar provocar, por medio de acciones
subversivas, el cambio del régimen establecido y que
promovieron uno de los últimos pronunciamientos del siglo
XIX, el del general Villacampa.
De este modo, entre 1875 y 1890, las distintas elecciones fueron
proporcionando diputados republicanos. Cuantitativamente, la
representación republicana en las Cortes durante todo el periodo
fue escasa (unos veinte por término medio) y en el Senado
solamente lograron sentarse algunos posibilistas de Castelar. Pero
las intervenciones de sus diputados hicieron que los liberales de
Sagasta se vieran obligados a intentar hacer democrático el
sistema de Cánovas. A la altura de principios del siglo XX apenas
si tenían fuerza, y habría que esperar la irrupción de Alejandro
Lerroux para que el republicanismo español adquiriera nuevos
brios.
20.2. EL MOVIMIENTO OBRERO
Mientras el republicanismo ejerció una oposición exclusivamente
política al régimen de la Restauración, el movimiento obrero se
opuso frontalmente a todo el sistema.
En 1872 se había celebrado un congreso de las organizaciones afiliadas a
la Internacional. En él se produjo (como ya vimos) la escisión del
movimiento obrero en dos tendencias: una anarquista, que luchaba
contra el Estado y se oponía a toda participación política, y otra
socialista-marxista, que defendía la necesidad de participar en la vida
política para llegar a dominar el Estado y, desde él, proceder a la
emancipación de los trabajadores.
A los pocos días del golpe de Estado del general Pavía -3 de enero
de 1874- con el que se inició la República Unitaria de Serrano (por
lo tanto, aún en el Sexenio), un decreto disolvía las secciones
dependientes de la Asociación Internacional de Trabajadores y las
obligaba a entrar en la clandestinidad, en la que se mantuvieron
en los primeros años de la Restauración.
La fecha de 1881 marca la vuelta a la legalidad de las
organizaciones obreras, que a lo largo de este periodo se vieron
reforzadas por la aprobación de la Ley de Partidos (1887) y la
nueva Ley electoral de 1890, que establecía el sufragio universal.
209
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
La guerra de Cuba y la oposición a un servicio militar
discriminatorio fueron también factores de consolidación del
movimiento obrero.
A partir del inicio de la Restauración, anarquismo y marxismo van
a tener evoluciones diferentes e inversas. Mientras que la
primera tendencia irá de más representatividad y fuerza entre los
trabajadores a menos, hasta que llegados los años 90
prácticamente desaparezca, al socialismo marxista le ocurrirá
justo lo contrario: comenzará de forma muy modesta para ir
consolidándose a lo largo del periodo 1879-1910.
A. LOS ANARQUISTAS
En esta opción, que significaba la separación del mundo obrero de
la política oficial, no cabe duda que influyó la deslealtad de los
políticos para cumplir las promesas de mejora social hechas en la
revolución de 1868, contribuyendo a empujar al obrerismo a un
odio contra el Estado, de cualquier signo, y a la desconfianza en
todo tipo de acción política reformista.
El área geográfica de mayor implantación del anarquismo
coincidía en general con la del movimiento cantonal de 1873, y en
especial Barcelona, Zaragoza y las provincias de la Baja
Andalucía.
En 1881 el gobierno del Partido Liberal de Sagasta hizo que el
anarquismo retornara a la legalidad. Las nuevas circunstancias
trajeron una recomposición de las organizaciones, dispersas
geográficamente, para afrontar la nueva realidad, y el resultado
fue la reconstitución de la Federación de Trabajadores de la
Región Española y la incorporación en masa de nuevos afiliados.
TEXTO DE APOYO
LA POSTURA DE LOS ANARQUISTAS
La Federación de Trabajadores anárquico-colectivista […] no espera
ni quiere nada del Estado y sí de la organización de la clase
trabajadora, organización distinta y opuesta a la de todos los
partidos políticos; porque éstos aspiran a la conquista del gobierno y
los anarquistas deseamos la desaparición de todos los poderes
autoritarios; y porque nos ofrecéis la mejora y nosotros queremos la
completa emancipación del pueblo […]. Si aceptaseis el pacto y la
federación como los aceptan los anarquistas, sería fácil entendernos
para trabajar sin tregua ni descanso en pro de la única revolución
posible, […] LA LIBRE FEDERACIÓN UNIVERSAL DE TODOS LOS
MUNICIPIOS LIBRES.
Crónica de la FTRE, 1883
Los componentes de la comisión nacional de esta Federación
optaron por abandonar la idea de la destrucción del Estado y
organizar una resistencia solidaria y pacífica a través de las
210
HISTORIA DE ESPAÑA
huelgas generales, pero las mismas, defendidas por los sectores
industriales de Barcelona y Madrid, donde las concentraciones
de obreros garantizaban su éxito, resultaban ineficaces en el
campo andaluz, a causa de la dispersión campesina y la facilidad
con la que los patronos conseguían desactivarlas. Por todo ello,
los anarquistas andaluces se agruparon en sociedades secretas y
decidieron actuar como grupos subversivos. Así surgió la "Mano
Negra", una especie de organización secreta que fue acusada de
algunos asesinatos, lo que provocó la detención de cientos de
personas en Jerez, Cádiz y Sevilla. La represión gubernamental
consiguiente y, sobre todo, las luchas internas debilitaron a la
organización, de forma que a finales de siglo, el movimiento obrero
anarquista se encontraba limitado a grupos terroristas
incontrolado, entre cuyas acciones cabe destacar el atentado en el
Liceo de Barcelona (22 muertos) y el asesinato, en 1897, del
propio Cánovas del Castillo.
B. LOS SOCIALISTAS
La otra tendencia del movimiento
obrero iba a tener más implantación
en Extremadura, Castilla la Nueva y,
especialmente, Madrid. Desde aquí se
extendería a los núcleos mineros e
industriales de la periferia asturiana,
vizcaína y valenciana.
Esta tendencia se limitaba en 1874 a
unos reducidos núcleos de seguidores
de las ideas de Marx para quienes la
Asociación de Arte de Imprimir,
convertida en sociedad de resistencia
al entrar en la clandestinidad, servía
de refugio.
En mayo de aquel año, Pablo Iglesias
fue llamado a presidir la asociación,
que contaba con cerca de 250
miembros, y fue convenciendo a sus
compañeros de la necesidad de pasar
a la acción y formar un partido,
hasta que, por fin, el 2 de mayo de
1879, decidieron constituir el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) y crear una comisión encargada de redactar el programa y
el reglamento. En julio se celebró una asamblea para aprobar
dicho trabajo, que estaba directamente inspirado en los acuerdos
de la Internacional. Su ideología era netamente marxista y
resaltaba la necesidad de la participación política de la clase
trabajadora y de la formación de un partido obrero capaz de
enfrentarse con el régimen político y con el sistema económico
vigente.
Pablo Iglesias
211
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
TEXTO DE APOYO
PROGRAMA FUNDACIONAL DEL PARTIDO SOCIALISTA, 1879
Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus
miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la
burguesía, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase
dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su
fuerza vital, es la clase dominada.
[…] Que éste [antagonismo] ha alcanzado en nuestro días su mayor
grado de desarrollo, como bien claro lo revela el cada vez más
reducido número de los inmensamente ricos y el siempre creciente
de los inmensamente pobres;
Que la explotación que ejercen aquéllos sobre éstos es debida
únicamente a la posesión de los primeros de la tierra, máquinas y
demás instrumentos de trabajo;
Que dicha posesión está garantizada por el poder político del cual
se vale para dominar al proletariado, hoy en manos de la clase
explotadora; es decir, de la clase media [...].
Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de
la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento
intelectual y la dependencia política.
Por otra parte:
Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la
desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan,
reformando o destruyendo el estado social que las produce; [ ... ]
Por todas estas razones, el Partido Socialista Obrero Español
declara que su aspiración es:
Primero.- La posesión del Poder político por la clase trabajadora.
Segundo.- La transformación de la propiedad individual o corporativa
de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la sociedad
entera. Entendemos por instrumentos de trabajo: la tierra, las minas,
los transportes, las fábricas, máquinas, capital, moneda, etc.
Tercero- La organización de la sociedad sobre la base de la
federación económica, el usufructo de los instrumentos del trabajo
por las colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros
el producto total de su trabajo, y la enseñanza integral a los
individuos de ambos sexos en todos los grados de la ciencia, de la
industria y de las artes.
Y como medios inmediatos para acercarnos a la realización de este
ideal los siguientes: Libertades políticas. Derecho de coalición
[asociación] o legalidad de las huelgas. Reducción de las horas.
Prohibición del trabajo de los niños menores de nueve años [...].
Leyes protectoras de la vida y la salud de los trabajadores [...].
Creación de comisiones de vigilancia, elegidas por los obreros, que
visitarán las habitaciones en que éstos vivan, las minas, las fábricas
y los talleres [...]. Creación de escuelas gratuitas para la primera y
segunda enseñanza y de escuelas profesionales [...]. Servicio de
las armas obligatorio y universal y milicia popular [...]. Adquisición
212
HISTORIA DE ESPAÑA
por el Estado de todos los medios de transporte y de circulación así
como de las minas, bosques, etc., etc.
En suma: el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación
de la clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases
sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e
iguales, honrados e inteligentes. [ ... ]
El Partido Socialista proponía tres bases como condiciones
imprescindibles para el triunfo del proletariado:
a) La posesión del poder político por la clase trabajadora; la
transformación de la propiedad privada de los medios de
producción en propiedad colectiva, social o común —se
consideraban instrumentos de trabajo la tierra, las minas, las
fábricas, las máquinas, el capital-moneda etc.
b) La segunda contenía lo que más tarde se llamó el "Programa
máximo o aspiraciones finales del partido", esto era: la
abolición de todas las clases sociales y su conversión en
una sola de trabajadores dueños del fruto de su trabajo.
c) Y la tercera se refería a las medidas políticas y económicas de
inmediata realización para alcanzar el fin propuesto: la pugna
por los derechos de asociación y de reunión, libertad de
prensa, sufragio universal, jornada de ocho horas de trabajo,
salario igual para los trabajadores de uno y otro sexo, etc.
Quedó, pues, desde sus inicios confirmado como un "partido de
clase", un partido exclusivamente obrero, que pretendía
enfrentarse a los partidos burgueses en la lucha por el poder a
través de las elecciones.
La crisis económica de 1887, que trajo el cierre de fábricas, el
incremento del paro, etc., llevó al partido socialista a fundar, en
agosto de 1888, en Barcelona, de la Unión General de
Trabajadores (UGT). Su fin era puramente sindical, o lo que es
igual, económico-laboral, esto es, luchaba, frente a los
empresarios y no frente al gobierno, directamente por la mejora de
las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, y los medios
para obtener las reivindicaciones precisas serían la negociación
con los patronos y la huelga. Con unos mismos planteamientos
ideológicos, el partido sería el instrumento de la acción política, y
el sindicato —UGT—, el instrumento de las cotidianas exigencias
laborales.
A partir de 1891, con la implantación del sufragio universal, el
PSOE concentró sus esfuerzos en la política electoral, no
admitiendo ninguna alianza con los partidos burgueses. Tras
obtener escasos resultados, a principios del XX (1910) se formó la
Conjunción Republicano-Socialista, junto a los republicanos de
Lerroux, que llevó al primer diputado socialista, precisamente
Pablo Iglesias, a las Cortes.
213
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
TEXTO DE APOYO
LAS DEMANDAS DE LOS TRABAJADORES.
En el año 1890 comienza una seria depresión económica de alcance
internacional que tiene fuertes repercusiones en España. Justamente ese
año tendrá lugar la primera gran movilización obrera, en la que tiene un
papel protagonista la recién creada UGT.
El negocio de las empresas de Bilbao florecía a ojos vista, pero las
condiciones de trabajo seguían siendo tan penosas como quince
años atrás. En el informe que años después redactó el Instituto de
Reformas Sociales se señalan como principales causas de la huelga
de 1890 la jornada de trabajo (de doce y hasta trece horas), los
bajos salarios, la obligatoriedad de albergarse en los barracones de
la empresa durante toda la semana y de comprar los artículos
alimenticios en las tiendas de la empresa o de los capataces, la falta
absoluta de garantías en cuanto al despido o admisión de
trabajadores, etc. (...)
La chispa que encendió la hoguera fue el despido de cinco obreros
de «La Orconera» por su participación en la manifestación del 4 de
mayo. Al día siguiente del despido, el 13 de mayo, la huelga
comenzó en las minas «Orconera», «Lejona» y «Precavida». Los
obreros fueron recorriendo en manifestación todo el distrito minero
para incitar a la huelga a los gritos de «¡Vivan las ocho horas de
trabajo!, ¡Viva la unión de los trabajadores! ¡Vivan los socialistas!»
(...) A la mañana siguiente estaban en huelga cerca de nueve mil
mineros. (...) la huelga se extendía como mancha de aceite y en
aquel atardecer había 21.000 trabajadores en huelga, es decir, el 99
por 100 del censo obrero de Bilbao y la periferia
Los objetivos de la huelga fueron fijados en la nota que el comité
presentó a la patronal y a las autoridades (...).
1º. Que la jornada de trabajo no exceda de diez horas. 2º. Que se
supriman por completo las «tareas». 3º. Supresión absoluta de los
cuarteles o barracones, dejando, por tanto, en completa libertad a
los trabajadores para que se administren comestibles donde lo crean
conveniente. 4º. Admisión de los individuos que han sido
despedidos de sus trabajos.
Estas son las resoluciones adoptadas por los mineros en huelga, los
cuales se hallan decididos a mantenerla. La Arboleda, 15 de mayo
de 1890.
NÚÑEZ DE ARENAS, M., Y TUÑÓN DE LARA, M.: Historia del movimiento
obrero español, Barcelona, Novoterra, 1970, pp. 137-138.
214
HISTORIA DE ESPAÑA
215
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
21. LA APARICIÓN DE LOS
REGIONALISMOS Y LOS
NACIONALISMOS
21. 1. ASPECTOS GENERALES
Debo insistir en que el modelo de Estado adoptado por el
liberalismo español desde los años treinta, a imitación del
francés, fue profundamente uniformista, basado en el principio
liberal de la igualdad jurídica de los ciudadanos que exigía como
corolario la igualdad jurídica de los territorios, y dio por supuesta
la existencia de una "unidad nacional" española a fin de
eliminar las viejas singularidades regionales que habían
caracterizado al Antiguo Régimen —y que desde los Decretos de
Nueva Planta3 de Felipe V se habían querido borrar de la historia
de España.
De esta forma, la nueva organización centralista, profundamente
homogeneizadora, del Estado, con la división territorial basada en
las provincias, pretendió desconocer las realidades regionales
existentes y disolverlas en un proceso de integración común.
Bien es verdad que, siguiendo las pautas de otros estados, las
elites burguesas encargaron a intelectuales e historiadores que
elaboraran historias generales de España, que mostraran la
permanencia de esa cohesión a lo largo de los siglos; pero todo
quedó en un intento cultural desde arriba que no dio el fruto
apetecido; el hecho es que a importantes sectores de
determinadas zonas tales tendencias historiográficas no lograron
convencer de que eran más lo elementos comunes de lo español
que los elementos diferenciadores de sus respectivas regiones.
A esto hay que añadir que fue muy reducida la acción del
Estado liberal en favor de una auténtica integración nacional
basada en la nivelación de los niveles de vida en todas las
regiones y del mundo urbano y el rural o en la creación de una
adecuada red de infraestructuras. Así, la España del XIX fue un
país de centralismo legal pero de localismo y comarcalismo
real, en definitiva, un conjunto de comarcas mal comunicadas y
poco integradas entre sí.
Ello implicó la aparición, como ya vimos, de una industrialización
dispersa —por muy regionalizada—, muy sectorializada —
básicamente textil y siderúrgica— y muy dependiente de la
política económica de los Gobiernos. A finales de siglo, Cataluña y
el País Vasco eran unas sociedades relativamente
evolucionadas gracias al impulso industrializador, en contraste
con el resto de España, básicamente agraria y atrasada. De ahí
3
Ver página 36 de estos apuntes. Los Decretos de Nueva Planta fueron concebidos
por los catalanes como un punto de inflexión, como un antes y un después en su
historia. Antes, incorporados por los avatares históricos a un conjunto de
territorios llamado España, gozaron de sus privilegios y libertades y de cierto nivel
de autogobierno frente a la Monarquía habsburguesa de Madrid. Después,
perdieron esas libertades y se vieron sometidos a un proceso de asimilación
política y cultural (especialmente lingüística) por parte de Castilla.
216
HISTORIA DE ESPAÑA
que pueda afirmarse que, por esos años, no había una burguesía
"nacional española" con un proyecto "nacional” sino
burguesías regionales distintas y separadas entre sí.
Este conjunto de motivos propició el redescubrimiento de la
España plural y el regionalismo. A partir de 1875, frente a la
tendencia uniformizadora y centralista de los partidos políticos
gobernantes, volvieron a resurgir antiguos planteamientos
pluralistas, que dieron fuerza al recuerdo histórico de los países
que integraban la Corona de Aragón, o a las peculiaridades forales
del País. Ello permitió la manifestación espontánea de una
diversidad regional o nacional, que se hizo especialmente evidente
en Cataluña y en el País Vasco, precisamente las regiones con
más independencia económica.4
21.2. EL NACIONALISMO CATALÁN
A. LOS ANTECEDENTES DURANTE EL SIGLO XIX
En Cataluña, el idioma catalán, pese a la tendencia
castellanizante de los Decretos de Nueva Planta y del reformismo
borbónico del XVIII, se había mantenido como lengua de uso
popular. A partir de los años treinta fue surgiendo un movimiento
cultural, la Renaixença, que abarcaba los más diversos campos
de la actividad intelectual —Historia, Literatura, Artes...— que
tuvieran relación con Cataluña, utilizando como instrumento cada
vez más la lengua catalana, auténtico símbolo en torno al cual se
articuló el nacionalismo de esta región y que fue adquiriendo
carácter de lengua culta y literaria. Desde 1859 se reinstauran
los Jocs Florals (Juegos Florales), que eran una especie de
competición tradicional catalana para premiar composiciones
poéticas en catalán. La recuperación del idioma avanzaba a
marchas agigantadas
Autores destacados de este movimiento fueron Bonaventura Carles
Aribau, Àngel Guimerá, Jacint Verdaguer y Joan Maragall
Junto con este renacer de la cultura específicamente catalana,
diversos aspectos de la política de los liberales en el poder tenían
seriamente preocupados a los catalanes. Por un lado, el proceso
de elaboración de un Código Civil para toda España, con lo que
por fin se ponía en pie la pretensión expresada reiteradas veces
desde la Constitución de 1812. Este Código ponía en peligro la
pervivencia de derecho civil catalán (especialmente en materia
de familia y herencias) que había sido respetado por los Decretos
de Nueva Planta. Por otro lado, la política librecambista,
4 Es conveniente recordar en este punto la tensión entre centralismo y autonomía
que habían protagonizado en su momento (años 40 a 60) los moderados y los
progresistas. En ese caso, la tendencia centralista de los moderados consistía
básicamente en el control de los ayuntamientos por parte de la Administración
central (dos y sólo dos eran los niveles de las administraciones del Estado
español); mientras, los progresistas exigían la autonomía de los ayuntamientos,
cifrada en la posibilidad de que los alcaldes fueran elegidos por los vecinos. En
ningún caso los progresistas llevaban su defensa del principio de autonomía a la
propuesta de creación de comunidades autónomas (en terminología actual) o, lo
que viene a ser lo mismo, gobiernos regionales o Estados federados o comoquiera
que puedan ser denominados. En tal sentido, los progresistas —y los liberales de
Sagasta en el ámbito cronológico de este tema— eran tan centralistas como los
moderados —ahora conservadores de Cánovas.
217
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
defendida especialmente por los progresistas —ahora liberales—
ponía en peligro la industria catalana, al menos desde de punto
de vista de sus propietarios. Finalmente, hay que recordar las
tendencias federalistas del republicanismo español del Sexenio,
en las que también se apoyó en sus orígenes el catalanismo, como
evidencia el Pacto de Tortosa de 1869, de tipo federalista.
Enric Prat de la
Riba
Finalmente habrá que insistir en que las bases sociales de este
nacionalismo las constituyen los grupos de burgueses industriales
y urbanos, cuyo desarrollo hay que vincular al éxito de la
industrialización catalana, como se ha venido indicando en
distintas ocasiones.
B.
EL
DESARROLLO
INICIAL
CATALANISMO HASTA 1902
DEL
Pero habrá que esperar a la década de los
80, ya durante la Restauración, para poder
hablar del inicio real del catalanismo
político. El planteamiento del nacionalismo
catalán
en
estos
momentos
era
autonomista, y no independentista, de
modo que se afirmaba que la unidad de los
pueblos dentro del Estado no debía ser
impuesta a la fuerza desde el centro. La
propuesta, más idealista que real, era una
Cataluña capitalista y europea que debía
estar dirigida por una burguesía urbana e
industrial dispuesta a transformar el
Estado español a modo y semejanza suya.
TEXTO DE APOYO
MEMORIAL PRESENTADO A LA REGENTE EN 1888
Deseamos que vuelva a poseer la nación catalana sus Cortes
Generales libres e independientes abiertas por el Jefe del Estado o su
Lugarteniente […] Que sea Cataluña dueña y señora del gobierno
interior de su suelo y señale por sí misma el contingente del ejército
para el Principado, no por sorteo ni con levas forzosas, sino
proveyéndose de soldados voluntarios y a sueldo, lo cuales no deben
salir, en tiempo de paz, de nuestro territorio. Que la lengua catalana sea
la oficial de Cataluña para todas las manifestaciones de la vida de este
pueblo, que se use la lengua catalana para la enseñanza en Cataluña.
Que sean catalanes los tribunales de justicia, y todas las causas y
litigios se fallen definitivamente dentro del territorio; que sean los
mismos catalanes los que elijan a los que deben desempeñar cargos en
la nación catalana […] Que el Jefe del Estado venga a jurar a Cataluña
sus constituciones fundamentales, condición indispensable de antiguo
establecida para ejercer la soberanía en el Principado […].
Recogido en TUÑÓN DE LARA, Manuel, y otros: Historia de España, vol.
8. Ed. Labor, Barcelona, 1981.
En 1882 Valentí Almirall fundó el Centre Catalá, de tendencia
más radical, a quien se deben sendos Memoriales, a Alfonso XII
218
HISTORIA DE ESPAÑA
(1885) y su viuda (1888) en los que expresaba su defensa de la
personalidad política catalana, el rechazo a la monarquía
centralista de la Restauración y su deseo de vuelta a la situación
previa a los Decretos de Nueva Planta.
En 1887 los conservadores fundaron la Lliga de Catalunya que
presentó a la reina regente María Cristina de Habsburgo un
programa regionalista que mantenía, al mismo tiempo, la fidelidad
a la monarquía y la búsqueda de una amplia autonomía.
En 1891 se encontraron el Centre y la Lliga gracias al esfuerzo
conciliador de Enric Prat de la Riba y el resultado fue una
nueva organización, la Unió Catalanista. En su primera
asamblea, celebrada en Manresa en 1892, se suscribieron las
bases para una constitución regional catalana (conocidas por ello
como las Bases de Manresa), una síntesis de la concepción
federal de integración del Estado catalán en el Estado español y
de las ideas del catalanismo conservador. La pérdida de Cuba,
como veremos, produjo una profunda crisis moral y política, que
el catalanismo aprovecho para verter sus críticas contra el
sistema centralista. A ello se unió la pérdida de los mercados para
la industria catalana, lo que provocó el aumento de las
adhesiones al catalanismo por parte de la burguesía catalana.
En 1901 irrumpe con fuerza la vida política nacional una nueva
formación catalanista de signo monárquico y conservador y
talante conciliador, la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y
Francesc Cambó. Este último será el encargado de defender
durante las siguientes décadas ante el gobierno central la petición
de autonomía. Pero la falta de contenido social de este partido le
restó buena parte de su fuerza.
TEXTO DE APOYO
LAS BASES DE MANRESA (1892)
“PODER CENTRAL
Base 1ª. Sus atribuciones - A cargo del poder central estarán:
a) Las relaciones internacionales.
b) Ejército de mar y tierra, las obras de defensa y la enseñanza
militar.
c) Las relaciones económicas de España con los demás países, y
en consecuencia, fijar aranceles. […]
d) La construcción y conservación de carreteras, ferrocarriles,
canales y puertos que sean de interés general. […]
e) La resolución de todas las cuestiones y conflictos interregionales,
f) La formación del presupuesto anual de gastos.
PODER REGIONAL
Base 2ª. En la parte dogmática de la Constitución Regional Catalana
se mantendrá el carácter amplio de nuestra legislación antigua,
reformando, para ponerlas de acuerdo con las nuevas necesidades,
las sabias disposiciones que contiene respecto a los derechos y
libertades de los catalanes.
Base 3ª. La lengua catalana será la única que con carácter oficial
podrá usarse en Cataluña y en las relaciones de esta región con el
219
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
poder central.
Base 4ª. Únicamente los catalanes, ya lo sean por nacimiento o bien
por naturalización, podrán desempeñar cargos públicos en Cataluña,
aun tratándose de los gubernativos y administrativos que dependan
del poder central. También deberán ser desempeñados por catalanes
los cargos militares que supongan jurisdicción. [...]
Base 6ª. Cataluña será la única soberana de su gobierno interior;
por tanto, dictará libremente sus leyes orgánicas; cuidará de su
legislación civil, penal, mercantil, administrativa y procesal; del
establecimiento y percepción de impuestos, de la acuñación de
moneda, y tendrá todas las demás atribuciones inherentes a la
soberanía que no correspondan al poder central según la base
primera.
Base 7ª. El poder legislativo regional radicará en las Cortes
catalanas, que deberán reunirse todos los años en una época
determinada y en un lugar distinto.
Las Cortes se formarán mediante sufragio de todos los cabezas de
familia, agrupados en clases basadas en el trabajo manual. […]
Base 8ª. El poder judicial se organizará restableciendo la antigua
Audiencia de Cataluña. […].”
27 de marzo de 1892.
TEXTO DE APOYO
EL PENSAMIENTO DE PRAT DE LA RIBA
“España no es cuestión de lengua ni de corazón, sino de vientre.
Para los que viven de ella, España es una realidad providencial
indiscutible; para los demás es una expresión geográfica o bien la
denominación impropia de una sola de las nacionalidades
españolas, la nacionalidad castellana...”
Clarín, 1 de abril de 1896.
“Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre
de España, somos españoles de la misma manera que somos
europeos por estar comprendida España dentro del continente
Europa. Gobernada España por el Estado español, los catalanes
somos españoles como miembros de ese Estado, como ciudadanos
de esa sociedad política. No somos, pues, enemigos de España,
tomada en este sentido (que es el único real), ni al combatir al
Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y
justicia, y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de
la cual Cataluña pueda encontrar una vida de libertad y progreso.”
PRAT DE LA RIBA, E.: Nacionalisme catalá i separatisme espanyol, 10
de abril de 1900.
220
HISTORIA DE ESPAÑA
21.3. EL NACIONALISMO VASCO
A. BASES IDEOLÓGICAS Y SOCIALES
En el País Vasco no se produjo a lo largo del siglo XIX un
fenómeno similar al de la Renaixença catalana, entre otros
motivos porque el vascuence o euskera era un idioma muy
minoritario, al borde de la extinción (se usaba sólo en el ámbito
rural), e insuficiente para una expresión literaria y culta: un
hecho destacable es que ninguno de los grandes autores vascos
de la época (Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Miguel de Unamuno)
usaron este idioma, sino que antes al contrario, se sintieron
profundamente preocupados por la cultura y la situación política
del conjunto de España. Los fundamentos de la aparición de
nacionalismo vasco hay que buscarlos más bien en aquello que
había sido la base de la ideología del carlismo, la defensa de los
fueros vascos.
Hay que recordar que los tres fueros vascos, el de cada uno de los tres
“territorios históricos” o provincias más el de Navarra, habían sido objeto
del intento de abolición por los liberales de la regencia de los años treinta
y ello motivo en buena medida la adhesión de estos territorios a la causa
del pretendiente don Carlos María, defensor de los mismos. El Convenio
de Vergara (1839) estableció el respeto a los fueros, pero con la
Restauración (1876) fueron definitivamente abolidos. No obstante, se
conservaron dos importantes privilegios: ciertos aspectos del derecho
civil y la autonomía fiscal, consistente en que las provincias vascas
(cada una por separado) y Navarra recaudan directamente todos los
impuestos y posteriormente pagan al Estado una cantidad en concepto
de la parte proporcional de los gastos que el Estado, la Administración
central, dedica a estos territorios. Tal cantidad, denominada cupo, se
negocia con la Administración central, actualmente (el sistema sigue en
vigor) mediante el Concierto Económico (País Vasco) o Convenio
Económico (Navarra).
Otros aspectos del nacionalismo vasco que derivan directamente
del carlismo son su carácter profundamente católico y su
defensa de la patria vasca y de la vida e instituciones
tradicionales frente a la industrialización y a la llegada
corruptora de los inmigrantes del resto de España a los que
llamaran despectivamente maketos. Historiadores e ideólogos
afines se encargaron de elaborar la teoría de que ello había
supuesto la pérdida de la “edad dorada” por lo que todo se
magnificó y adquirió otras dimensiones, en un momento en que la
industrialización y la masiva llegada de inmigrantes planteaban
graves problemas a la sociedad tradicional vasca. De ahí que los
enemigos fueran el gobierno liberal español y la inmigración del
resto de España.
Por lo tanto, quizá se pueda concluir que en buena medida el
nacionalismo vasco surgió a finales del siglo XIX como una nueva
rama, más radical, del carlismo recientemente derrotado5. Sin
embargo, un elemento nuevo e inquitante se vino a añadir al
ideario carlista: el racismo. El nacionalismo vasco arrancará con
una batería de ideas profundamente racistas, que consideran la
superioridad sustancial de la raza vasca y de sus tradiciones
frente a la degenerada raza castellana, que por diversas causas
5
Sin embargo hay que decir que el carlismo, que sobrevivió a la Tercera Guerra y
aún hoy sobrevive, no aceptó ni acepta el nacionalismo vasco por su fuerte
componente separatista.
221
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
había devenido en invasora y opresora infame del noble pueblo
vasco. Toda colaboración, imitación o mezcla con los castellanos
era rechazada y denostada por poner en peligro la pureza de los
vascos. Por otro lado, el vascuence o euskera, pese a su
marginalidad y debilidad, habría de ser considerado el elemento
más claramente distintivo frente al opresor, por lo que habría que
regenerarlo y difundir su uso, en sustitución del español, que
debería ser abandonado.
En el colmo del delirio intolerante, se llegó a proponer que no se enseñara
vascuence a los invasores españoles y que si éstos llegaban a conocer y
usar el idioma, se abandonara por otro desconocido, como el ruso o el
finlandés (sic).
En cuanto a las bases sociales, el nacionalismo tendrá, al menos
inicialmente, más difusión en el ámbito rural y entre la clase
media urbana que entre la burguesía industrial de las ciudades,
más apegada a la monarquía conservadora de la Restauración.
B. EL DESARROLLO INICIAL DEL NACIONALISMO VASCO
El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, desde una
perspectiva fuerista tradicional, se limitó en los años noventa a
recoger y dar coherencia a estas ideas que flotaban en la sociedad,
y las depuró: para un pueblo "diferente" —de raza y, sobre todo,
lengua distintas— recuperar los fueros totales era recuperar la
plena soberanía, la cual significaba independencia.
Alcanzarla no era sino volver a la libertad originaria, a la esencia histórica
del pueblo vasco, a la Ley Vieja, y ello venía ungido por Dios: el lema
nacionalista vasco era Dios y Ley Vieja, o sea, fueros y tradiciones.
El 31 de julio de 1895 se fundó el primer
Partido Nacionalista Vasco (PNV, que aún
existe)
con
una
solemne
declaración
antiespañola y con una voluntad de restaurar
en el territorio vasco, al que él llamo Euzkadi (y
que comprendía los tres territorios históricos,
Navarra y el País Vasco francés) el orden
jurídico tradicional. Pero el partido no fue
capaz de conseguir nada mientras se mantuvo
en la órbita de los primeros seguidores de
Arana
—la
clase
media
bilbaína
tradicionalista—:
los
carlistas
navarros
recelaban de su separatismo, mientras que los
sindicalistas de la UGT, con gran fuerza en
Vizcaya,
les
consideraban
católicos
reaccionarios. Por ello se vio obligado a
ampliar sus bases hacía una burguesía más
moderna e industrial.
Sabino Arana
Goiri
222
Fue entonces cuando apareció la tensión interna entre los
defensores de la independencia y los que buscaban, como
objetivo más viable y práctico, la autonomía dentro del Estado
español. Estos últimos, urbanos, industriales y con dinero
imprescindible para el partido, se impusieron en el control del
PNV y desde 1902 entraron en la línea autonomista catalana,
HISTORIA DE ESPAÑA
copiando la idea de "rehacer España" desde, en este caso, el País
Vasco.
TEXTO DE APOYO
EL PENSAMIENTO DE SABINO ARANA
Libre e independiente de poder extraño vivía Bizcaia, gobernándose
y legislándose a sí misma, como nación aparte, como Estado
constituido, y vosotros, cansados de ser libres, habéis acatado la
dominación extraña, os habéis sometido al extranjero poder, tenéis a
vuestra Patria como región de país extranjero y habéis renegado de
vuestra nacionalidad para aceptar la extranjera. Vuestros usos y
costumbres eran dignos de la nobleza, virtud y virilidad de vuestro
pueblo, y vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia
española, o lo habéis adulterado por completo, o lo habéis
afeminado y embrutecido. Vuestra raza, singular por sus bellas
cualidades, pero más singular aun por no tener ningún punto de
contacto o fraternidad ni con la raza española ni con la francesa, que
son sus vecinas, ni con raza alguna del mundo, era la que constituía
a vuestra Patria Vizcaya; y vosotros, sin pizca de dignidad y sin
respeto a vuestros padres, habéis mezclado vuestra sangre con la
española o maketa, os habéis hermanado y confundido con la más
vil y despreciable de Europa. Poseías una lengua más antigua que
cualquiera de las conocidas, […] y vosotros las despreciáis sin
vergüenza y aceptáis en su lugar el idioma de gentes groseras y
degradadas, el idioma del mismo opresor de vuestra Patria.
ARANA, Sabino, Bizcaitarra, 30 de octubre de 1894.
SOBRE EL IDIOMA Y LA RAZA
Los catalanes quisieran que no sólo ellos, sino también todos los
demás españoles establecidos en su región hablasen catalán; para
nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro
territorio hablasen euskera. ¿Por qué? Porque la puereza de la raza
es, como la lengua, uno de los fundamentos del lema vizcaíno, y
mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un
buen diccionario, puede restaurase aunque nadie lo hable, la raza,
en cambio, no puede resucitarse una vez perdida.
ARANA, Sabino: Errores catalanistas, 1894
21. 4. OTROS NACIONALISMOS. EL REGIONALISMO
ANDALUZ
El nacionalismo gallego teorizó sobre la naturaleza nacional de Galicia territorio, raza, lengua, historia y conciencia nacional- de forma que los
planteamientos de sus principales ideólogos -Manuel Murguía, Alfredo
Brañas o Aureliano Pereira- serán recogidos sin alteraciones sustanciales
por los pensadores nacionalista del siglo XX. Con todo, este galleguismo
no pretendía alcanzar un Estado independiente, sino un modelo jurídicopolítico de descentralización designado con el término de autonomía.
223
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
Finalmente, el regionalismo andaluz comenzó a caminar, según
algunos historiadores, a partir de los movimientos cantonalistas
de 1873. Blas Infante, el creador de este nacionalismo, indicó
años más tarde, ya en el siglo XX, que esta fecha fue fundamental
para la formación de la conciencia andaluza en el marco de una
República Federal. En 1883 —décimo aniversario de la
República—, se proclamó en Antequera la Constitución
Federalista Andaluza y se solicitó expresamente una "Andalucía
soberana y autónoma". Sin embargo, no se alcanzó la
consolidación de un partido andalucista burgués, posiblemente
por la vinculación de la propia burguesía andaluza con el poder
central o por la derivación del movimiento obrero andaluz hacia el
anarquismo, contrario a todo pacto con la burguesía. Habrá que
esperar al reinado de Alfonso XIII y a la figura de Blas Infante
para ver consolidado este regionalismo.
TEXTO DE APOYO
CONSTITUCIÓN FEDERALISTA DE ANDALUCÍA
Título primero. Condiciones y objeto de la Federación.
Art. 1 º Andalucía es soberana y autónoma; se organiza en una
democracia republicana representativa, y no recibe su poder de
ninguna autoridad exterior al de las autonomías cantonales que le
instituyen por este Pacto. Art. 2º Los Cantones contratantes delegan
en la Federación regional las atribuciones que señala el apéndice III
Art. 30 Toda atribución no expresamente delegada, pertenece al
Cantón o al Municipio, según sus respectivas Constituciones.
Art. 4º la Federación andaluza tiene por objeto:
a) Mantener el reposo interior y asegurar la independencia e
integridad del territorio.
b) Realizar, mantener y garantizar la libertad y la igualdad, por
medio de las instituciones republicano democrático federales.
c) Aumentar el bienestar general y la instrucción pública; realizar el
derecho humano, cumplir la justicia, acelerar el progreso y el
desarrollo general; fomentar los intereses morales y materiales del
país.
Aprobado por la Asamblea de Antequera del Partido Republicano
Demócrata Federal a propuesta del diputado andaluz en Cortes,
Saurnill, 1883.
ACOSTA SÁNCHEZ, S.: La Constitución de Antequera. Estudio teóricocrítico, p. 157.
224
HISTORIA DE ESPAÑA
225
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
22. LA CAÍDA DEL IMPERIO
COLONIAL: LA PÉRDIDA DE
CUBA Y LA CRISIS DEL 98
22.1 LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA
HISPANO-NORTEAMERICANA: CUBA HASTA 1898
La isla de Cuba, situada a la entrada de mar Caribe y del golfo de
México, a escasas millas del sur de la península norteamericana
de Florida, era posesión española desde que en 1492 Colón la
descubriese durante su primer viaje a América, siendo desde
entonces de un enorme valor estratégico para España, que la
utilizó para la posterior conquista de Méjico (1519, en época de
Carlos I de Habsburgo) y como base de defensa de las colonias en
Tierra Firme y escala de las flotas comerciales. Veamos ahora qué
ocurrió en Cuba durante el siglo XIX.
1. Desde principios del siglo XIX el interés de España por Cuba
fue creciendo debido a que la isla se convirtió en la primera
productora mundial de azúcar de caña. La industria azucarera
cubana estaba en manos de ricos hacendados de la aristocracia
criolla a los que en principio sus intereses económicos les hicieron
preferir mantenerse bajo la dependencia española que optar
por la independencia como habían hecho las otras colonias
españolas en América en los años 10 y 20 del siglo XIX.
2. En torno a mediados de siglo la tendencia se invirtió en el
sentido del crecimiento de las ideas independentistas de la
aristocracia azucarera cubana, al verse amenazados sus intereses
económicos por las medidas abolicionistas de la esclavitud que,
por presiones internacionales, estaba adoptando España, a la que
se sumó una fuerte crisis económica debida a la bajada de los
precios internacionales del azúcar debido a la competencia de la
remolacha azucarera europea.
3. De 1869 a 1878.— Aprovechando la crisis política por la que
atravesaba España como consecuencia de la “Gloriosa
Revolución” de 1868 (inicio del Sexenio Revolucionario), el rico
hacendado criollo Manuel de Céspedes inicio en octubre de ese
mismo año —con lo que se conoce por “el Grito de Yara”,
nombre de su hacienda azucarera—la primera guerra por la
independencia de España, larga guerra que recibe el nombre de
Guerra de los Diez Años (1869-1878). Los independentistas
contaron con la circunstancia favorable de que los regímenes
españoles (desde el de Amadeo I hasta el de Alfonso XII, pasando
por la Primera República) tuvieron que hacer frente
simultáneamente y en el territorio metropolitano a la III Guerra
Carlista de 1872 a 1876. Una vez concluida ésta, el gobierno
español pudo concentrar sus esfuerzos en el problema cubano,
enviando al general Martínez Campos al frente de un ejército de
100.000 hombres. Bajo la promesa de una amplia amnistía y de
autonomía, la guerra concluyó con la Paz de Zanjón (1878).
226
HISTORIA DE ESPAÑA
4. Periodo de relativa pacificación de 1878 a 1895. -—Pero tras
la paz, España no llegó a cumplir sus promesas, lo que provocó
un nuevo intento de guerra de independencia rápidamente
sofocado (1879-1880) y, sobre todo, el desarrollo de un
movimiento independentista liderado por José Martí —poeta,
abogado y periodista exiliado en Estados Unidos—, fundador del
Partido Revolucionario Cubano en 1892 y que, junto a otros
importantes personajes, dio comienzo a la segunda guerra de
independencia de Cuba con el llamado Grito de Baire de febrero
de 1895. Los rebeldes proclamaron la República de Cuba, que por
supuesto no fue reconocida por España.
5. La guerra entre España y los independentistas cubanos
(1895-1898).— En España la consecuencia política fue la
sustitución, siguiendo los mecanismos ya conocidos del turnismo,
del gobierno del Partido Liberal —Sagasta— por un nuevo
gobierno del Conservador —Cánovas—, que envió de nuevo a
Martínez Campos a Cuba, con la esperanza de repetir los éxitos de
los años 70. Sin embargo, ello no fue posible y el propio Martínez
Campos se mostró partidario de una línea más dura. Con esa
intención fue sustituido en 1896 por el general Weyler, que
impuso una durísima estrategia antiguerrillera, con la que
comenzó a reconquistar terreno.
En ese momento el gobierno de Cánovas decidió aprovechar su
posición de fuerza para sustituir a Weyler por un militar de línea
menos dura, el general Blanco, y ofrecer autonomía para la isla,
que entró efectivamente en vigor el 1 de enero de 1898. Por aquel
entonces Cánovas había sido asesinado por un anarquista. Pero la
oferta de autonomía llegó demasiado tarde, porque los cubanos
sólo se conformaban con la independencia total. En este contexto
es en el que se produce la decisiva intervención de Estados
Unidos en el conflicto. Analizaremos a continuación los
antecedentes de esta intervención norteamericana y las causas y
desarrollo de la misma.
22.2. EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LAS
CAUSAS DE SU INTERVENCIÓN EN CUBA. LA
GUERRA HISPANO-NORTEAMERICANA
A la altura de 1898 los Estados Unidos se habían convertido en
una potencia mundial y estaba construyendo su imperio colonial
al mismo tiempo que España a duras penas podía mantener el
suyo.
1. La base económica del imperialismo norteamericano. — El
imperialismo norteamericano tenía su base en un gran potencial
económico que se había desarrollado sobre todo desde el final de
la Guerra de Secesión6 (1861-1865). Fue entonces cuando este
país se incorporó con enorme fuerza a la revolución industrial
con la creación de enormes grupos empresariales liderados por
personajes como Ford (el fundador de la empresa automovilística
del mismo nombre) o Rockefeller (relacionado con empresas
petrolíferas). En tales circunstancias, Estados Unidos necesitaba
6 La Guerra de Secesión —ojo, no de “Sucesión”— vino motivada por el intento de
los Estados del sur (Georgia, Alabama, Tennessee...) de separarse de la Unión a
causa de los planes del presidente Lincoln de abolir la esclavitud, base de la
economía de estos Estados tabaqueros y algodoneros.
227
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
ampliar sus mercados para vender su producción industrial y
para colocar sus capitales excedentarios, y puso sus ojos en todo
el continente americano.
2. La ideología sobre la que se apoya el imperialismo.— Ya
desde el primer cuarto del siglo se había desarrollado una
ideología para justificar su intervención en Sudamérica. Se
trata de la llamada Doctrina Monroe (por el presidente que la
elaboró) de 1823, que se organizaba en torno el lema “América
para los americanos”, que en principio venía a querer expresar
una voluntad de que los europeos abandonaran definitivamente
América y que, en el fondo, lo que proponía, de forma bastante
cínica, era que el histórico control del continente por parte de
Europa debía ser simplemente sustituido por el de Estados
Unidos. A esa doctrina se unió más tarde la llamada Doctrina del
Destino Manifiesto (1845) que defendía la superioridad de la
raza anglosajona y su misión histórica de “anglosajonizar” a la
Humanidad. Sobre estas bases ideológicas Estados Unidos
comenzó su intervencionismo en América Latina desde mediados
de siglo. En los años noventa, además, aparece una corriente de
opinión en Estados Unidos, la de los jingoístas, que reclamaba
para su país nuevos territorios, centrando su atención en el
Pacífico y el Caribe... precisamente las zonas donde nuestro país
aún tenía colonias. España, débil económica y políticamente,
prácticamente aislada internacionalmente, se constituyó en un
simple estorbo para los americanos. La guerra fue aceptada por
nuestra parte como una cuestión de honor, sabiendo que estaba
perdida de antemano.
TEXTO DE APOYO
EL ULTIMÁTUM A ESPAÑA POR PARTE DE EE.UU.
Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en
Cuba durante los últimos tres años, en isla tan próxima a nuestro
territorio, ha herido el sentimiento moral del pueblo de los Estados
Unidos; ha sido un desdoro para la civilización cristiana y ha llegado
a un periodo crítico con la destrucción de un barco de guerra
norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y
tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de La
Habana (...)
El Senado y la Cámara de Representantes, reunidas en Congreso,
acuerdan:
Primero: Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente,
Segundo: Que es deber de los Estados Unidos exigir, y por la
presente su gobierno exige, que el gobierno español renuncie
inmediatamente a su autoridad y gobierno en Cuba y retire sus
fuerzas terrestres y navales de las tierras y mares de la isla.
Tercero: Que se autoriza al presidente de los Estados Unidos y se le
encarga y ordena que utilice todas las fuerzas militares y navales de
los Estados Unidos (...) en el número que sea necesario para llevar
a cabo estos acuerdos.
Cuarto: Que los Estados Unidos, por la presente, niegan que tengan
ningún deseo ni intención de ejercer jurisdicción ni soberanía, ni
228
HISTORIA DE ESPAÑA
intervenir en el gobierno de Cuba, si no es para su pacificación, y
afirman su propósito de dejar el dominio y gobierno de la isla al
pueblo de ésta, una vez realizado dicha pacificación
Washington, 18 de abril de 1898
3. En estas circunstancias se produce una importante resolución
conjunta del Senado y la Cámara de Representantes (las dos
Cámaras que componen el Congreso de los Estados Unidos, es
decir, su Parlamento). En dicha resolución el Congreso, tras
denunciar las horribles condiciones que han existido en la isla de
Cuba desde 1895 y recordar la reciente destrucción de un
acorazado de los Estados Unidos (hecho del que hablo más abajo),
proclama:
a) El derecho de Cuba a su independencia
b) El (supuesto) deber de los EE.UU. de pedir a España que
abandone Cuba
c) La autorización al Presidente de los EE.UU. (que en aquel
momento era el republicano William MacKinley) a
intervenir militarmente en el conflicto.
d) La intención de EE.UU. de no ejercer soberanía,
jurisdicción o autoridad sobre la isla una vez haya quedado
independiente de España.
e) El establecimiento de un plazo muy breve (ultimátum) de
sólo cuatro días para que España satisfaga las peticiones
del Congreso, pasado el cual el Presidente procedería a
ordenar la intervención armada, la guerra, contra España.
4. Las auténticas intenciones de EE.UU. — Pese a la literalidad
de la resolución, las intenciones de EE.UU. eran muy diferentes.
En realidad lo que venían intentando desde hacía tiempo era
hacerse con el control de Cuba y la guerra se había convertido a
la altura de 1898 en la única posibilidad real, tras varios intentos
de compra a España desde 1843 hasta marzo de 1898 (es decir,
unos días antes de tan solemne como hipócrita resolución). Las
causas de dicha pretensión, ya apuntadas antes, serían la
necesidad de nuevos mercados y la sensación de que el control
de Cuba era esencial para asegurar la seguridad de la costa sur
de EE.UU. Pero el Congreso oculta dichas intenciones y causas
reales ante la opinión pública internacional alegando razones
humanitarias y la “provocación” que había supuesto la
destrucción del acorazado que cité anteriormente. Se trataba del
Maine, hundido en el puerto de La Habana el 15 de febrero
anterior. Dicho hundimiento se produjo por razones nunca
aclaradas, entre las que se citan desde una explosión accidental
de las calderas hasta un sabotaje de los propios norteamericanos
para tener un pretexto para la guerra, pasando por la
responsabilidad de los independentistas cubanos que esperaban
así forzar la intervención norteamericana. Sin embargo fue la idea
menos verosímil, la de que habían sido los españoles los
responsables, la que se difundió en EE.UU. por medio de la
prensa sensacionalista que alentó la idea de la guerra contra
España, con el lema “Recordad el Maine, al infierno con España”.
5. La guerra hispano-norteamericana y la resolución del
conflicto.— Sea como fuere, el caso es que, en efecto, EE.UU.
declaró la guerra a España en abril de 1898. En Madrid la noticia
229
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
de la declaración de guerra norteamericana lanzó a la gente a las
calles para manifestar su patriotismo y la prensa contribuyó
irresponsablemente a lanzar a la opinión pública a un belicismo
que conducía necesariamente a una derrota sin paliativos.
La desproporción de potencial bélico era tan abrumadoramente
favorable a las fuerzas norteamericanas que la guerra supuso
un auténtico desastre para España. La guerra se desarrolló en dos
escenarios: las Filipinas y el mar de las Antillas, y en realidad sólo
hubo tres episodios importantes: Cavite, Manila y Santiago de
Cuba.
En las Filipinas la población española era escasa y los capitales
invertidos eran poco significativos. Durante siglos la presencia colonial se
había mantenido gracias a unas tropas escasas y a la existencia de
diversas órdenes religiosas. La insurrección había comenzado en 1892
cuando José Rizal fundó la Liga Filipina, con el programa de expulsar a
los españoles y sus órdenes religiosas para lograr la independencia.
Desde 1896 la insurrección se extendió por el país y tras la condena a
muerte de Rizal su puesto fue ocupado por Emilio Aguinaldo. La
reacción militar española consiguió que los independentistas filipinos
tuvieran que firmar un pacto por el que se cerraba la crisis
momentáneamente.
Cuando en 1898 EE.UU. declaró la guerra a España, una escuadra de
ese país salió de Hong-Kong con destino a Manila. A la escuadra
española, compuesta por antiguos buques de casco de madera que poco
tenían que ver con los de hierro de los norteamericanos, sólo le quedaban
dos opciones: impedir su acceso a la bahía de Manila o permitir su
entrada en la misma para luchar con el apoyo de la artillería del fuerte
de Cavite. Se optó por esta segunda idea, pero nada pudo hacer frente a
la enorme superioridad norteamericana, por lo que Cavite hubo de
rendirse a las pocas horas. Manila se rindió el 14 de agosto de 1898.
Por lo que respecta a Cuba, fue decisiva la derrota en la ciudad de
Santiago de Cuba.
Cuando la escuadra española del almirante Cervera entró en su puerto
en busca de aprovisionamiento de carbón se encontró con que dicho
puerto estaba bloqueado por la escuadra norteamericana. Pese a lo
desesperado de la situación, el almirante Cervera recibió órdenes directas
desde Madrid para que entablara combate con los norteamericanos —
pura cuestión de honor— de modo que el día 3 de julio nuestra flota fue
literalmente machacada por la de EE.UU. en unas horas. Días mas
tardé cayó la propia ciudad de Santiago de Cuba y la isla de Puerto Rico,
con la intención conservarla en un futuro como base militar en el Caribe.
España tuvo que rendirse en el mes de agosto. En diciembre de
1989, mediante el Tratado de París, España cedía a EE.UU.
Puerto Rico, Filipinas y otras islas del Pacífico en concepto de
indemnización de guerra y concedía la independencia a Cuba.
TEXTO DE APOYO
EL TRATADO DE PAZ DE PARÍS (10/ 12/1898).
"Art. 1 .º España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad
sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por
España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, los Estados
Unidos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán
230
HISTORIA DE ESPAÑA
las obligaciones que por el hecho de ocuparla les impone el derecho
internacional, para la protección de vidas y haciendas.
Art. 2.º España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y
las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias
Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o
ladrones.
Art 3.º España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido
por las islas Filipinas ( ... ) Los Estados Unidos pagarán a España la
suma de veinte millones de dólares dentro de los tres meses
después del canje de ratificaciones del presente tratado ( ... ) "[Hasta
17 artículos.]"
Aprobado por el Senado estadounidense el 6 de febrero de 1899.
La independencia de Cuba fue más nominal que real, debido a la
“protección” que EE.UU. empezó a ejercer desde entonces sobre la isla, de
modo que en realidad se convirtió en su protectorado, ocupándola
militarmente entre 1899 y 1902, bajo el pretexto de proporcionarle las
condiciones necesarias para el inicio de su andadura independiente. En
1901 una resolución del Congreso autorizó EE.UU. a intervenir en la isla
“para defenderla” cuando lo estimase necesario. En 1903 un tratado
comercial cubano-norteamericano en teóricas condiciones de reciprocidad
sirvió en realidad para reforzar y garantizar la dependencia económica
cubana respecto de su vecino del norte. La actual situación —la
existencia de un bloqueo comercial norteamericano contra la Cuba
comunista y antinorteamericana de Fidel Castro, que dura ya más de
treinta años— tiene mucho que ver con la consideración que los EE.UU.
tiene de Cuba como su “patio trasero”, como algo que de la forma más
natural les pertenece.
22.3. LA CRISIS DEL 98 Y EL REGENERACIONISMO
Con el Tratado de París España perdía definitivamente todas
sus posesiones coloniales de Ultramar —salvo excepciones
minúsculas de las que no tardó en desprenderse. Se cerraba así
una larga etapa histórica de España iniciada con el
descubrimiento de América y se iniciaba una profunda crisis de
identidad de un país con un sistema político corrupto, inmoral e
hipócrita —el caciquismo—, muy atrasado económicamente en
comparación
con
los
países
del
entorno,
aislado
internacionalmente y que se quedaba sin lo que había constituido
su motivo de orgullo durante más de cuatro siglos: las posesiones
americanas.
Las repercusiones concretas del Desastre fueron, entre otras, el
resentimiento de los militares contra los políticos, a quienes
culpaban de haberles conducido a una guerra inútil y sin medios,
resentimiento que provocará en breve su vuelta a la vida política.
Por otro lado, se despertó un profundo antimilitarismo popular,
dado que, debido a la posibilidad de eludir el reclutamiento
mediante una redención en metálico, sólo fueron a la guerra los
más desfavorecidos; las campañas antimilitaristas de la izquierda
provocaron, a su vez, la animadversión hacia ésta de los militares.
En el plano económico, la pérdida del mercado colonial se intentó
compensar con una vuelta al proteccionismo, elevando los
aranceles que habían sido rebajados en 1891 e iniciando una
larga etapa que sólo terminará con el Plan franquista de
231
LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
Estabilización en 1959. En política exterior, la frustración por la
pérdida motivaría que inmediatamente se volviera los ojos a otra
zona de expansión, Marruecos, lo que costaría otro largo
conflicto y otra riada de sangre.
En 1898 España “se había quedado sin pulso” en expresión del
político de la época Silvela, con Cuba había perdido el norte como
nación y tenía que buscar una salida y revisar los presupuestos
ideológicos que la habían llevado a esa situación. Un deseo de
regeneración se extendió entre los intelectuales, los políticos y
entre amplias capas de la sociedad.
En ese contexto surge la corriente de opinión llamada
precisamente Regeneracionismo, con figuras destacadas como
las de Ángel Ganivet, Ramiro de Maeztu, Macías Picavea y sobre
todo Joaquín Costa; todos ellos señalan los males de España, sus
causas y apuntan soluciones que pasaban por una moralización
de la vida política, rechazando explícitamente el sistema
electoral corrupto y el sistema social del caciquismo, y una
mejora en el sistema productivo (por ejemplo, con el desarrollo de
infraestructuras de regadía) y un desarrollo de la educación
(Despensa y escuela era el lema de Joaquín Costa) como
elementos clave para la modernización de España, que se
identificaba con su europeización. El sistema de la Restauración
se veía pues abocada a una crisis que terminaría por liquidarlo
con el tiempo.
TEXTO DE APOYO
“ESPAÑA SIN PULSO”, ARTÍCULO PUBLICADO EN EL TIEMPO
DE MADRID, 16 DE AGOSTO DE 1898
Quisiéramos oír esas o parecidas palabras brotando de los labios
del pueblo; pero no se oye nada; no se percibe agitación en los
espíritus ni movimiento en las gentes.
Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarán,
sin duda, el mal, discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y
sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia que preste alguna
atención a asuntos públicos observa este singular estado de
España: donde quiera que se ponga el tacto, no encuentra pulso.
Monárquicos, republicanos, conservadores, liberales, todos los que
tengan algún interés en que este cuerpo nacional viva, es fuerza que
se alarmen y preocupen con tal suceso. Las turbulencias se
encauzan, las rebeldías se reprimen, hasta las locuras se reducen a
la razón por la pena o por el acertado régimen; pero el corazón que
cesa de latir y va dejando insensibles todas las regiones del cuerpo,
anuncia la descomposición y la muerte al más lego.
La guerra con los ingratos hijos de Cuba no movió una sola fibra del
sentimiento popular. Hablaban con elocuencia los oradores en la
Cámara, de sacrificar la última peseta y derramar la postrer gota de
sangre... de los demás; obsequiaban los Ayuntamientos a los
soldados, que saludaban y marchaban sumisos, trayendo a la
memoria el "Ave Cesar" de los gladiadores romanos; sonaba la
marcha de Cádiz; aplaudía la prensa y el país inerte dejaba hacer
Se hace la paz, la razón la aconseja, los hombres de sereno juicio
no la discuten; pero ello significa nuestro vencimiento, la expulsión
de nuestra bandera de las tierras que descubrimos y conquistamos
[...]; todos esperaban o temían algún estremecimiento de la
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HISTORIA DE ESPAÑA
conciencia popular; sólo se advierte una nube general de silenciosa
tristeza que presta como un fondo gris al cuadro, pero sin alterar
vida ni costumbres ni diversiones, ni sumisión al que sin saber por
qué ni para qué le toque ocupar el Gobierno [...].
En vano la prensa de gran circulación [...] se ha esforzado en mover
la opinión llamando a la puerta de las pasiones populares [...]. Con
visible simpatía mira gran parte del país la censura previa; no
porque entienda defiende el orden y la paz sino porque le atenúa y
suaviza el pasto espiritual que a diario le sirven los periódicos y lo
pone más en armonía con su indiferencia y flojedad de nervios [...]
En vano la prensa de gran circulación [...] se ha esforzado en mover
la opinión llamando a la puerta de las pasiones populares [...]. Con
visible simpatía mira gran parte del país la censura previa; no
porque entienda defiende el orden y la paz sino porque le atenúa y
suaviza el pasto espiritual que a diario le sirven los periódicos y lo
pone más en armonía con su indiferencia y flojedad de nervios [...]
Hay que dejar la mentira y desposarse con la verdad; hay que
abandonar las vanidades y sujetarse a la realidad, reconstituyendo
todos los organismos de la vida nacional sobre los cimientos,
modestos pero firmes, que nuestros medios nos consientan [...].
No hay que fingir [...] y hay que levantar a toda costa, y sin pararse
en amarguras y sacrificios y riesgos de parciales disgustos y
rebeldías, el concepto moral de los gobiernos centrales, porque si
esa dignificación no se logra, la descomposición del cuerpo nacional
es segura.
El efecto inevitable del menosprecio de un país respecto de su
poder central es el mismo que en todos los cuerpos vivos produce la
anemia y decadencia de la fuerza cerebral, primero la atonía y
después la disgregación y la muerte.
La degeneración de nuestras facultades y potencias tutelares ha
desbaratado nuestra dominación en América y tiene en grave
disputa la del Extremo Oriente; pero aún es más grave que la misma
corrupción y endeblez avance a los organismos más nobles y
precisos del tronco, y ello vendrá sin remedio si no se reconstituye y
dignifica la acción del Estada
Engañados gravemente vivirán los que crean que por no vocear los
republicanos en las ciudades, ni alzarse los carlistas en las
montañas, ni cuajar los intentos de tales o cuales jefes en los
cuarteles, ni cuidarse el país de que la imprenta calle o las
elecciones se mistifiquen, o los ayuntamientos exploten sin ruido las
concejalías y los gobernadores, los juegos y los servicios, está
asegurado el orden y es inconmovible el Trono, y nada hay que
temer ya de los males interiores que a otras generaciones afligieron;
si pronto no se cambia radicalmente de rumbo, el riesgo es
infinitamente mayor; por o mismo que es más hondo, y de remedio
imposible si se acude tarde; el riesgo es el total quebranto de los
vínculos nacionales, de la ordenación por nosotros mismos de
nuestros destinos como pueblo europeo.
Aparecido sin firma, en El Tiempo, el 16 de agosto de 1898, se suele
atribuir a FRANCISCO SILVELA
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LA ESPAÑA DE LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
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