26 PARA EDUCAR LEYENDO Cuánto vale la vida Todos los seres humanos nacemos libres y con la misma dignidad, a pesar de nuestras diferencias. El reconocimiento y la voluntad de respetar a todo ser humano sin distinción de raza, sexo, edad, religión, posición ideológica, económica, social, etc., se fundamenta en la idea de que existe una dignidad igual para todos los seres humanos. La dignidad personal supone, entonces, un valor intrínseco, no sometido a condición, vinculado bien a la propia naturaleza humana o a su conexión con la divinidad. Ese fundamento absoluto porque vale por sí mismo obliga a que cada quien tenga el deber de reconocer y respetar a su semejante, es decir, a ese otro que es igual al yo. Si nos preguntamos ¿Cuánto vale una vida? Podemos afirmar sin ninguna duda que la grandeza del ser humano consiste en que no tiene precio sino dignidad. Tiene un valor intrínseco que le impide ser tratado como cosa. Sin embargo, si algo está amenazado hoy en día, de muchas maneras, es la supresión de la universalidad de los derechos fundamentales, y entre ellos, el derecho a la vida. Podemos decir que la crisis social del derecho a la vida tiene su raíz en la relativización del mismo y en la pretensión de valorar jurídicamente el principio, tal cual como lo consideren las mayorías. Ese criterio de las mayorías para ordenar lo jurídico, desvinculando el valor de la vida de lo absoluto o de su sentido con lo divino hace que la vida humana deje de ser sagrada, quede en manos de los hombres y pierda su valor incondicionado. Revista Educación en Valores . Universidad de Carabobo. Enero - Junio 2010 - Vol. 1. N° 13 27 Cualquier sociedad, en su esencia democrática, debe entender que los derechos fundamentales son preexistentes al Estado y que todo ordenamiento jurídico que ella dictamine sólo tiene que reconocer y proteger esos derechos. Corresponde al Estado el deber fundamental de garantizar la seguridad de la vida de sus ciudadanos y velar por la calidad de la misma. En consecuencia, hablar de verdadera paz o de una auténtica democracia tendrá sentido si se protege y respeta el valor de la vida. No hacerlo implica el desconocimiento del principio de la dignidad y la forma más radical de injusticia. Lamentablemente, en la mayoría de los ordenamientos jurídicos existe una diferenciación vida reconocido biológicamente al ser humano, y el conceptual entre el valor de la vida, derecho a la vida, vida reconocido a quienes tienen la condición jurídica de persona. Bajo esa premisa se viola el valor de la vida y no se consideran «personas» a los no nacidos, a pesar de ser seres vivientes dotados de un programa humano irrepetible, dando paso al aborto aborto, hoy mal llamado «interrupción de embarazo». Vivimos en un contexto social en el cual lo placentero y los valores materiales se han convertido en los referentes de la conducta humana. Se busca la gratificación material y suprimir todo lo que signifique muerte y sufrimiento, como si ambas cosas no fuesen esenciales a la naturaleza humana. Por tanto, se trata de reconocer, a través de la legislación, el derecho del paciente a una «muerte digna» que nada tiene que ver con ese título sino que es la «eutanasia» enmascarada para pretender justificar la acción, directa y deliberada, de provocar la muerte del enfermo con el fin de evitar sus sufrimientos o, simplemente, para acabar con una vida inútil por tratarse de una persona anciana o discapacitada. Ordenan los sentimientos y no los valores. Una verdadera muerte digna, es decir, tranquila y serena significa no utilizar procedimientos o terapias inútiles que prolonguen la agonía del enfermo y se diferencian Revista Educación en Valores . Universidad de Carabobo. Enero - Junio 2010 - Vol. 1. N° 13 28 de los cuidados normales y ordinarios, a los que estamos obligados, como son la higiene, la alimentación, terapias y otros medios que proporcionen consuelo físico y psicológico al enfermo. Frente a estos criterios de desvalorización, al hombre de nuestros días, y en particular al médico, le toca ir contracorriente para defender y cuidar la vida. Defensa que constituye uno de los pilares éticos de la sociedad y el fundamento básico de la vocación del médico. Una vida que deja de existir jamás podrá ser sustituida por otra exactamente igual. Cada uno de nosotros está por encima de todo precio porque es único e irrepetible y no tiene equivalente. Beatriz Montiel de López Revista Educación en Valores . Universidad de Carabobo. Enero - Junio 2010 - Vol. 1. N° 13