Revista Semana El profeta • Steve Jobs pasará a la historia como el

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No. 47_ Octubre 10 de 2011
Revista Semana
El profeta
• Steve Jobs pasará a la historia como el hombre que definió el rumbo de la
tecnología en el siglo XXI. Como el hombre que inventó el futuro.
8/10/2011. Cuando Steve Jobs hacía un anuncio, el mundo entero contenía la
respiración y guardaba silencio. Con su camiseta negra de cuello de tortuga, sus
Levi's azules y sus tenis New Balance, en los últimos años acostumbró al mundo a
recibir nuevos productos que le cambiarían el rumbo a la industria de las
comunicaciones y el entretenimiento. Steve Jobs logró convertir la tecnología en
una religión que siguen cada vez más millones de adeptos de Apple en el mundo
entero.
Su muerte, sin guardar demasiadas proporciones, ha conmovido casi como la de
un papa. En todas las tiendas Apple del mundo atendieron a sus clientes en la
penumbra. De acuerdo con @eldatodeldía, "la muerte de Michael Jackson en 2009
generó 5.000 'tweets' por segundo, la muerte de Jobs generó 10.000 cada
segundo". Por primera vez en veinte años, la revista Time paró sus prensas y en
tres horas montaron una edición homenaje a Jobs que circuló el pasado jueves.
Jefes de Estado, sus principales rivales y antiguos compañeros de trabajo se han
manifestado con frases que normalmente se les reservan a personajes de la
dimensión de Einstein o de Gandhi.
"Fue uno de los más grandes innovadores norteamericanos. Suficientemente
valiente como para pensar de otra manera y fuerte para creer que podía cambiar
el mundo, y con talento para hacerlo", manifestó Barack Obama, presidente de
Estados Unidos, quien ahora lee la prensa en una tableta iPad.
"Steve definió una generación de estilo y tecnología que es poco probable que sea
igualada", Eric Schmidt, jefe de Google. "Hoy el mundo ha perdido a un líder
visionario, la industria ha perdido un ícono legendario y yo he perdido a un
amigo. Su legado será recordado por las generaciones venideras", Michael Dell,
de Dell Computer. "Innovador, iconoclasta y héroe estadounidense", Sean Parker,
creador de Napster y uno de los primeros accionistas de Facebook. "Steve,
gracias por ser un mentor y un amigo. Gracias por mostrar que lo que construyes
puede cambiar el mundo. Te echaré de menos", Mark Zuckerberg, el gran cerebro
de Facebook.
"Mientras otros simplemente aceptaban el 'statu quo', él veía el verdadero
potencial en cada cosa que tocaba y nunca abandonó esta visión. Esta es la
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magia de Steve Jobs", George Lucas, director y productor de cine. "El hombre
que inventó nuestro mundo", tituló la revista Slate en su portada.
Varias frases suyas han sido citadas en estos días infinidad de veces en Twitter,
como si se tratara de un libro de Paulo Coelho o de la canción Desiderata: "Sí
vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás
razón". "Manténgase ilusos, manténgase hambrientos". "Recordar que vas a
morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes
algo que perder". "La innovación es lo que distingue a un líder de los demás".
Es como si se hubiera muerto el gran profeta de una religión que se profesa en
los cinco continentes. Pero, a diferencia de la gran mayoría de las religiones, esta
no promete la redención y el paraíso en una vida futura, sino que, por el
contrario, trae al mundo de hoy objetos que parecen sacados del futuro.
En 1984, cuando todo el mundo hacía esfuerzos ingentes para aprenderse los
comandos que permitían en un computador personal abrir y cerrar comillas (algo
así como alt+crl+F7 abre comillas, alt+ctrl+F8 cierra comillas), Apple lanzó el
Macintosh, primer computador en el que las teclas funcionaban como en una
máquina de escribir.
Cuando todo el mundo consideraba que el manejo de un computador debía
realizarse en el frío mundo de los comandos y el lenguaje de la lógica, Apple
presentó una interfaz gráfica e intuitiva en la que el usuario veía un reloj que le
indicaba que la tarea estaba en proceso y una papelera de oficina que le indicaba
que allí podía depositar los documentos que ya no necesitaba. Y si a eso se
agrega el ratón, que permitía desplazarse por la pantalla y abrir documentos o
programas con un simple clic, dibujar…
Cuando Jobs regresó a Apple, en 1997, llegó con el lema 'Piense diferente'. Y
aparecieron los iMac, que más que computadores de escritorio parecían obras de
arte. Lo mismo sucedió con los portátiles iBook, que obligaron a los demás
fabricantes a pensar no solo en las prestaciones técnicas del aparato, sino
también en que fueran elegantes, de poco peso y fáciles de transportar. Hizo que
los computadores fueran objetos dignos del deseo.
Pero luego ese mundillo selecto de los consumidores de Apple se convirtió en
horda cuando Jobs lanzó el iPod, un pequeño dispositivo que combinaba la
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capacidad de almacenamiento de un disco duro de computador y la versatilidad
del Walkman.
Este invento sedujo no solo a los jóvenes, sino también a millones de adultos que
comenzaron a archivar sus discos de vinilo, sus CD y sus equipos de sonido y a
reemplazarlos por un aparato que les permitía viajar con toda su colección de
música a cualquier parte.
En 2006, contra todos los pronósticos, Apple entró de lleno al mundo de la
telefonía celular con el iPhone y, una vez más, cambiaron los paradigmas de un
negocio que parecía propiedad de gigantes como Nokia. El último invento de
Apple, el iPad, también ha conmocionado al mundo.
Todos estos logros de Apple fueron el resultado de una mente que, más que
inventar, supo ver en las innovaciones de su tiempo aplicaciones que no se le
habían ocurrido a nadie. Jobs no inventó el computador personal (el Altair es
anterior), ni la pantalla touch (creada por Palm), como tampoco el mouse ni la
interfase gráfica (desarrollada por Xerox). Pero Jobs sí fue un profeta en el
sentido de que supo rodearse de gente capaz de perfeccionar esas innovaciones,
motivarlos para que dieran lo mejor de sí y, mucho más importante aún,
vislumbrar un futuro inimaginable para los demás. Y si no, decidir cómo debería
ser el futuro, como pueden certificarlo los usuarios del iPod o del iPad. Por ese
motivo, su vida está íntimamente ligada a la de sus productos, de la misma
manera que Waterloo al duque de Wellington o Galileo al telescopio.
En el tiempo y el lugar oportunos
La vida de Steven Paul Jobs parece escrita por un guionista de Hollywood con
muchas ganas de exaltar los valores del sueño norteamericano. Nació en Los
Altos, California, el 24 de febrero de 1955. Joanne Carole Schieble y Abdulfattah
Jandali, sus padres biológicos, aún no se habían casado y decidieron darlo en
adopción. Joanne pretendía que sus nuevos padres se hubieran graduado de
alguna universidad. Al enterarse que de Paul y Clara Jobs no cumplían con ese
requisito, Joanne se negó a firmar el permiso hasta que los Jobs aseguraron que
harían todo lo posible para que Steve se graduara de una universidad.
La familia Jobs, de origen armenio (el verdadero apellido de Paul era Hagopian),
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se trasladó en 1961 a Mountain View, también en California, una ciudad cercana a
Palo Alto, donde hoy queda la sede de Google. A pesar de su infancia difícil por
las limitaciones económicas de sus padres, el pequeño Steve tuvo la suerte de
crecer en una zona que en los años sesenta comenzaba a transformarse en un
importante polo de desarrollo de la electrónica.
Durante su infancia y adolescencia, Jobs se hizo miembro del Hewlett-Packard
Explorer Club, lo que le permitió ver por primera vez una computadora cuando
tenía 12 años. Cuando estuvo frente a ella, decidió que dedicaría su vida a
trabajar en ese campo.
En 1969, Hewlett-Packard le dio la oportunidad de hacer allí prácticas de verano.
Fue cuando conoció a Stephen Wozniak. En 1972 entró a la Universidad Reed
College, en Portland, donde solo estuvo seis meses porque se dio cuenta de que
sus padres iban a gastarse los ahorros de su vida pagándole matrículas. Siguió en
los cursos que le interesaban, como asistente. Fue una época dura, en la que
dormía en los corredores de la universidad o donde algún amigo. Recogía latas y
botellas vacías para cambiarlas por comida y una vez a la semana caminaba 11
kilómetros para almorzar en un centro Hare Krishna.
En 1974 regresó a casa. En aquel tiempo, Wozniack acababa de desarrollar un
dispositivo que permitía hacer llamadas de larga distancia, y Jobs le ayudó a
venderlos. Esa relación marcó la estructura de lo que sería poco después el
nacimiento de Apple. Wozniack en la parte técnica y Jobs en el mercadeo. En
1976, Wozniack trabajaba en la construcción de un computador personal y, por
razones de su contrato con Hewlett-Packard, debía darle la primera opción a la
firma. Cuando rechazaron el proyecto porque les pareció ridículo, nació Apple
Computer Company.
El primer aparato que produjeron, el Apple I, costaba 660 dólares y se vendieron
alrededor de 200 unidades entre aficionados a los computadores, ferias de
electrónica y almacenes especializados.
La empresa comenzó en el garaje de la casa de Jobs y obtuvieron el primer
capital (1.300 dólares) al vender un microbús Volkswagen y una calculadora
científica Hewlett-Packard. Un año más tarde desarrollaron el Apple II y Jobs
animó a muchos programadores para que crearan aplicaciones para el nuevo
aparato. Para poder competir con un gigante como IBM, Jobs reclutó a Nolan
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Bushnell, un antiguo supervisor de Jobs en Atari, quien a su vez atrajo al
inversionista. Este incitó a Mike Markkula para que invirtiera en Apple. En mayo
de 1977, Markkula se convirtió en presidente de la compañía y la empresa logró
conseguir créditos por 600.000 dólares. Gracias a las ventas del Apple II, la
compañía entró en la bolsa de valores en 1980 y Jobs se volvió millonario.
En aquellos tiempos, Jobs visitó las instalaciones de Parc, el Centro de
Investigación de Xerox, en Palo Alto, California, donde vio un proyecto de
computador para empresas con una versión primitiva del mouse o ratón, una
impresora y una pantalla que además de textos y números podía mostrar gráficos
y dibujos. Jobs vio allí el futuro: un computador personal amigable para el
usuario.
Sin embargo, entre 1981 y 1983 la compañía sufrió serios reveses con el Apple
III, un verdadero desastre, y con Lisa -llevaba el nombre de la hija que tuvo en
1978 en una relación extramatrimonial-, que era un buen aparato que integraba
el mouse y la interfaz gráfica que Jobs le había pirateado a Xerox, pero cuyo
precio (10.000 dólares) era muy alto. En un intento por mantener la
competitividad de la compañía, Steve convenció a John Sculley, director ejecutivo
de Pepsi-Cola, para que se hiciera cargo de la compañía.
Apple se revitalizó con el lanzamiento del Macintosh, un aparato que no competía
con los IBM por sus prestaciones de capacidad y velocidad, sino por su interfaz
amigable, por su flexibilidad y por estar orientado al trabajo creativo. Estaba
pensado para una persona común y corriente. Incorporaba McPaint, un programa
que permitía dibujar con la ayuda del mouse, y McWrite, un procesador de texto
que permitía ver en la pantalla lo que iba a aparecer en el papel. Con este
modelo, Apple lanzó el sistema operativo OS, que inspiró el posterior Windows de
Microsoft. Sin embargo, no todo el mundo apreció las bondades del aparato e
incluso llegaron a calificar el mouse como un juguete inútil.
Entonces Jobs y Sculley comenzaron a tener diferencias y, como resultado de una
reestructuración de Apple, Jobs perdió protagonismo y no le quedó más remedio
que irse de Apple. Vendió 20 millones de dólares en acciones, viajó por Europa y
en agosto creó NeXT, una empresa orientada a la educación. No era fácil competir
con el sistema operativo DOS creado por Microsoft para IBM, pero el Cube de
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NeXT, que salió al mercado en 1988, interesó a varias empresas a las que les
ahorró tiempo y dinero en sus labores.
Pero Jobs no se contentó con su nueva empresa. En 1986 había comprado The
Graphics Group, que se dedicaba a los gráficos por computador, una empresa
subsidiaria de LucasFilms, la productora de George Lucas. La empresa cambió de
nombre a Pixar, que se asoció con Walt Disney para producir películas animadas.
En 1995 realizaron Toy Story, el mayor éxito de taquilla de aquel año, que ganó
un premio Óscar. Pixar también produciría más adelante Bichos, Monsters Inc.,
Buscando a Nemo, Cars, Wall-E y Up.
El regreso triunfal
En 1991 se casó con Laurene Powell, con quien tuvo tres hijos. Mientras tanto, las
ventas modestas del Cube (50.000 unidades en diez años), llevaron a Jobs a
transformar la empresa, en 1993, en una productora de software. El NeXTstep,
sistema operativo de sus máquinas, llamó la atención de varias empresas. Una de
ellas fue Apple, que en diciembre de 1996 la compró por 400 millones de dólares,
y de esa manera el hijo pródigo regresó a casa.
Y vaya regreso. Un año más tarde, Apple recuperó el ímpetu innovador y en
septiembre de aquel año Jobs asumió de nuevo la dirección de la empresa. Apple
le vendió un porcentaje de sus acciones a Microsoft para enderezar las finanzas
de la empresa y, de paso, dar por terminadas las disputas legales entre las dos
empresas por el supuesto plagio de Windows a la interfaz gráfica de OS y volver
compatibles los Macs con Java, Microsoft Office e Internet Explorer.
La noticia no fue del agrado del club de fanes de Apple. Pero gracias a estas
determinaciones, la compañía se centró en mejorar sus computadores, y en 1998
lanzó el iMac todo en uno, que fue un gran éxito. Apple volvió a ser una compañía
rentable, y con el siglo XXI llegaron las revoluciones del iPod, el iPhone y el iPad.
En 2004, los médicos le diagnosticaron a Jobs un cáncer de páncreas, del cual
pareció recuperarse. En enero de 2006, Disney compró las acciones de Pixar por
7.400 millones de dólares. A comienzos de 2009 anunció que padecía de un
problema hormonal y se sometió a un trasplante de hígado, lo que le impidió
estar al frente de la compañía en buena parte del año. Se reintegró al finalizar
este, pero en enero de 2011 tuvo que dejar la compañía para someterse a nuevos
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tratamientos. A lo largo del año hizo un par de apariciones públicas, pero el 24 de
agosto presentó su renuncia como CEO de Apple y lo reemplazó Timothy Cook.
Murió el 5 de octubre y pocas horas después de su muerte las acciones de Apple
Inc. perdieron el 5 por ciento de su valor.
Los millones de usuarios de Apple ven a Jobs como un redentor. Muchos de ellos
no permiten que se hable mal de ninguno de sus productos. Para ellos, el iPhone,
el iPad o el iMac son parte de su vida. Quienes trabajaron con él, en cambio, no
ven al santo. Aunque reconocen su capacidad de liderazgo y de sacar lo mejor del
ingenio creativo de las personas, también lo tildan de egocéntrico, arrogante y
tirano. La película Piratas de Silicon Valley, de Martyn Burke (1999), basada en el
libro de testimonios de colaboradores de Jobs y de Bill Gates, no lo deja muy bien
parado como ser humano.
Estricto vegetariano, amante de la estética minimalista y admirador de Bob Dylan
y de Picasso -porque siempre "estaban arriesgándose a fracasar"-, Jobs tenía la
personalidad de una estrella de rock. Como señaló Jay Elliot, exvicepresidente de
Apple, Jobs entendía la forma de pensar de la gente porque era uno de ellos. "Y
dado que piensa como sus futuros clientes, sabe cuándo ha visto el futuro".
Steve Jobs, el hombre que tantas veces vio el futuro, en 1993 le dijo a The Wall
Street Journal: "No me interesa ser el tipo más rico del cementerio. Irme a la
cama diciendo que hemos hecho algo maravilloso, eso es lo que me importa".
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