ESCENARIOS Maricel Chavarría Torroella de Montgrí No debería sorprendernos, porque ya es habitual en él, pero la actividad de Jordi Savall este agosto es espectacular. De escenario en escenario y con distintos repertorios –ya sea en el Festival de Música Antiga de Poblet, donde presentó incluso un programa inédito, o clausurando el Festival de Música Antiga dels Pirineus–, el maestro violagambista convierte en veraz su recurrente afirmación de que “hacer música es un momento de descanso”. Y el de anoche en el Espai Ter, clausurando por todo lo alto el Festival de Torroella de Montgrí, fue sin duda uno de esos momentos. Savall y Le Concert des Nations disfrutaron e hicieron disfrutar de uno de esos plácidos e incomparables momentos de descanso. Y así le llegó al público, que, feliz, había dejado a las puertas del auditorio la generosa tormenta y los inestables 20 grados del exterior. Ah, qué tranquila debe respirar en agosto la dirección de este certamen... mientras en otras citas como Cap Roig o Peralada ha habido que implorar al cielo para que no lloviera. Jordi Savall brindaba a la cobijada audiencia la última de esas veladas en rouge –por el intenso color de las paredes del escenario, de una resina muy económica y buen resultado acústico, según cuenta Josep Lloret, el alma del festival de Torroella–, por las que han transitado este año con factura inolvidable la orquesta Europa Galante, dirigida por Fabio Biondi, o la Akademie Für Alte Musik, también con un repertorio del barroco italiano –lástima– en lugar de alemán. Savall, por su parte, se lo jugaba todo al francés. O casi todo, a excepción de los germanos Carl Philipp Emanuel Bach y Telemann.. Con un programa titulado Les Goûts Réunis –en realidad una colección de diez conciertos publicados en el 1724 por François Couperin en los que se fusiona el estilo musical francés y el italiano–, Savall y Le Concert des Nations hicieron un recorrido por el esplendor del barroco francés, su sutileza, refinamiento y exquisitez que acabaron mezcladas con El maestro violagambista cautiva al público de Torroella con una exquisita dosis de barroco francés. El año que viene, más, y concentrado en agosto De los afectos y las melancolías de Savall Jordi Savall junto al violinista Manfredo Kraemer en el escenario del Espai Ter (20/VIII/2014) RAMON SÚRIO Programar uno de sus Caprichos en pleno mes de agosto era arriesgado y la sala Apolo solo registró media entrada pero la visita de Conor Oberst se saldó con un éxito artístico que agradecieron sus fans. El prolífico cantautor de Nebraska, también conocido por sus trabajos con Bright Eyes y la Mystic Valley Band, vino a estrenar su nuevo álbum Upside down mountain que ha editado en el prestigioso sello Nonesuch. Ayu- MARTÍ ARTALEJO Torroella sube a 13.500 espectadores ]El Festival de Torroella, que el año pasado cerró su 33.ª edición con más de 9.000 espectadores (3.000 más que la edición anterior gracias a la inauguración del Espai Ter), ha aumentado este año de nuevo la afluencia hasta situarse en los 13.500, con una media de ocupación del 87,7%. La curva ascendente responde no tanto a que el auditorio haya dispuesto este año todas sus Temperamento Lugar y fecha: Apolo el apasionado y extravertido estilo italiano, que, pese a las resistencias, acabó penetrando, creando esos gustos reunidos. Esta fiesta con la que Savall volvía a sus orígenes más excelsos comenzó con los aires ceremoniales del padre del estilo francés, Jean-Baptiste Lully, y su Marche pour la Cérémonie Turque, seguida de Monsieur de Sainte Colombe, sin duda un ser creado para justificar la maravilla de su música, pues no se sabe mucho más de él, aparte de que tenía dos hijas con los que ofrecía conciertos. Y llegó luego Couperin, el otro puntal de la música francesa. Todos los ingredientes de sentimientos, melancolías y afectos están en esos repertorios íntimos y personales, pero también cortesanos, detrás de los que se escon- Entregados aplausos para el músico al cerrar el certamen del Empordà con Le Concert des Nations butacas (no se suelen llegar a ocupar las 635) sino a la apuesta paralela por el jazz en el novedoso Festival L’Estartit, así como a los conciertos familiares y las propuestas participativas y gratuitas, como este Fringe que ha invitado a 130 jóvenes músicos a ofrecer sus propuestas por espacios de la localidad. La directora del certamen, Montse Faura, valora positivamente esta diversificación de CRÍTICA DE ROCK Conor Oberst LA VANGUARDIA 27 CULTURA SÁBADO, 23 AGOSTO 2014 dado en la producción por Jonathan Wilson, el espíritu Costa Oeste sobrevuela en unas canciones en las que, como las iniciales Time forgot y Zigzagging toward the light, predominan los tonos agridulces ribeteados por elegantes coros y solos de guitarra. Estos fueron proporcionados por el polivalente Taylor Goldsmith, líder del grupo californiano Dawes que ejerció de telonero y de banda de acompañamiento de Conor Oberst. Especialmente celebradas fueron las repescas de Bright Eyes, unas canciones que huyen del tono americana habitual para acercarse al melodrama en We are nowhere and it's now e incluso al pop barroco de tintes siniestros en Hit the switch, con un sonido sintético de arrebatado crescendo. Oscilando de los medios tiempos a las baladas, como la nueva Artifact # 1, siempre mandó su personal e inflamada voz, turnándose a las guitarras acústica y eléctrica para sentarse solo una ocasión al teclado. Esta labor la dejó para Tay Strathairn que se lució al órgano en el momento más álgido de la velada, durante el gran final que supuso I got the reason # 1 y su intensidad templada a fuego lento por unos solos en la tradición del mejor Neil Young. Oberst mostró su gran temperamento bordando un concierto que tuvo su momento más mágico en el bis con Lua, un tema de Bright Eyes interpretada a dúo con Taylor Goldsmith, recordando la versión que hizo junto a Gillian Welch en el disco benéfico Dark was the night.c públicos y sobre todo el hecho de que “la media de edad haya bajado, incluso en la clásica”. De los 15 conciertos de pago en el Espai Ter cabe destacar el éxito de Europa Galante con Fabio Biondi o el de la Akademie für Alte Musik Berlin, mientras que en l’Estartit brillaron entre los cinco conciertos de pago el de Preservation Band, Avishai Cohen y Jerry González con otras estrellas del jazz latino. de Marin Marais, el que llevó a Savall de la mano a Tous les matins du monde, que impulsó definitivamente su carrera en Francia, donde ya es ídolo absoluto... Savall alcanzó el descanso en plena gloria con el innovador Telemann. Y faltaban por llegar otras piezas de Rameau, Carl Philipp Emanuel Bach y Jean-Marie Leclair, pero el veneno ya había hecho su efecto. Transportado, herido por el rojo hipnótico del escenario que envolvía la calidez que emana el personaje de Savall, el público que se acercó y vibró anoche en al Espai Ter tuvo claro donde se el espera el próximo verano. Interesado ahora en diversificarse, el de Torroella –que el próximo año tiene intención de centrar toda la programación en el mes de agosto– ya no será aquel certamen de grandes revelaciones de la música antigua, aquella puerta por la que entraban en España por primera vez intérpretes que luego se comían el mundo –Philippe Jaroussky, por poner un ejemplo–, pero el cojín ya está hecho. Y el público parece saber lo que tiene.c Ullate clausura Porta Ferrada con ‘Samsara’ BARCELONA Redacción El Festival de La Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols baja hoy el telón con el trabajo del coreógrafo Víctor Ullate titulado Samsara, una pieza sobre la vida y la muerte –en algunas doctrinas orientales samsara designa el ciclo de transmigraciones o renacimientos del alma causados por el karma–, en la que el artista se alimenta de los viajes que ha realizado por Egipto, Irán, China, India, Japón o Nepal. Después de haber traído clásicos como Coppelia, la compañía de Víctor Ullate recala de nuevo en el festival del Empordà con esta propuesta radicalmente diferente, tomando la danza en su forma más primitiva y orgánica, y brindando un canto a la vida a la vez que una mirada crítica a las sociedades represivas. “La danza me ha servido de nexo entre culturas dispares para aportar pinceladas de ritmo, belleza y crítica social a la situación de este conjunto de países que he visitado a lo largo de tantos años y cuyo recuerdo e influencia han marcado mi vida”, señalaba el maestro al presentar esta pieza del 2011. La escenografía, de Paco Azorín, ha sido construida en los talleres de Sant Cugat, y la música es un collage de ritmos étnicos que marcan movimientos tribales, directos y limpios. Hasta 25 bailarines mueve la pieza en escena: de los solos sutiles hasta los números de impacto con todo el cuerpo de baile.c