Año XLV Pamplona 23 de diciembre de 1939 _ O re o A N o DE LA "BIBLIOTECA CATÓLICO PROPAGANDISTA, UNA PATRIA - UN ESTADO - UN CAUDILLO LA NOCHE DEL NACIMIENTO Núm. 1.072 ADMINISTRACIÓN, ESTAFETA, 31 DIRECCIÓN. NAVAS DE TOLOSA. 21, 2.° iiq, UNA PATRIA: ESPAÑA — UN CAUDILLO: FRANCO No intentaremos nosotros, con menos inspiración y con menos méritos que los Evangelistas, ir más allá que ellos en la narración; pero en medio del desierto de la vida y en el rudo arenal de los días que uno a uno se van LBERGÁBANSE muy cerca—dice el Evangelio— desgranando bajo nuestros pies, sin poner nunca a descuunos pastores que velaban durante la noche, bierto una flor que alegre nuestra vida y que embalsame quienes repentinamente vieron aparecer un nuestro ambiente, séanos al menos lícito detenernos unos ángel rodeado de vivo resplandor, que les di>,. instantes en la contemplación de jo no Tuviesen miedo, sino que, NAVARRA ese dulcísimo oasis del Nacipor el contrarío, entrasen a gozar miento de! Salvador, para aspide un justo júbilo, porque hoy rar todos los perfumes y disfrumismo—les seguía diciendo—en tar de todas las bellezas que en la ciudad de David os ha naciél se encierran, a la vez que pado un Salvador, y es el Cristo, ra refrescar nuestras fauces con Nuestro Señor; mirad el signo e! agua de la gracia que de él por el cual podéis conocerle: brota a torrentes, y orear nuesencontraréis un Niño envueltros pulmones y reponer nuesto en pañales y acostado en un tras fuerzas con la paz que despobre pestbre. En el mismo insde él se promete a todos los tante, una legión numerosa de hombres de buena voluntad. la familia celestial, uniéndose al ángel, enroñó este magnífico ¡Cómo se apaga la sed de canto: «Gloria a Dios en las alnuestras ambiciones ante la poturas y paz en la tierra a los breza y la miseria del divino pehombres de buena voluntad.» sebre! ¡Cómo se expansiona el ániY apenas dicen más los Samo, cómo se respira al mismo grados Evangelios del sublime tiempo y cómo se disfruta ante Misterio que en la noche de la contemplación gratísima de mañana conmemora la Crisaquella suave mansedumbre con tiandad. que José y María soportan la Esta extraordinaria sobriedad pobreza de su Hijo, y la afable en la narración de un hecho de sonrisa con que Este saluda al tan gigantestas proporciones, paLUMBIER. - Detalle del retablo del altar mayor mundo, que tan manguado trorece revelar en ios santos Evande la iglesia parroquial no sabe ofrecer a su infinita gelistas un justificado temor de Foto Claverla •••-.. Majestad! empañar con el vaho de gárrula palabrería la grandiosidad de un Misterio que excede a ¡Cómo en aquel humilde rincón de la ciudad de Belén toda concepción y a todo poder. todo es apacible y tranquilo, sin que lleguen hasta él ni 278 LA AVA L A N C H A las inquietudes de la ciudad ni el continuo batallar de las pasiones de los mortales! ¡Cómo el resplandor de aquella estrella, cobijada en la modesta gruta de las inmediaciones de Judá, se extendió rápidamente por la faz de la tierra y sedujo de la misma manera a los pastores que a los reyes! ¡Ah, si nos Fuera dable que este bendito oasis se extendiera y que en todo lugar y en todo tiempo pudiéramos saturarnos de sus auras y disfrutar de sus deberes! ¡Que el Redentor del mundo naciera todos los días en nosotros del mismo modo que nació hace poco más de dtez y nueve siglos en aquella humilde aldea de la ciudad de Judá! y , sin embargo, así es. Todos los días son Navidad para nuestro corazón, si ardientemente fo deseamos. Jesús no es nunca sordo a nuestro llamamiento, y siempre que le dispongamos en nuestro pecho un humilde pesebre como el de Belén, con la mansedumbre de José y de María, la sencillez y la buena voluntad de los pastores y la dulzura y la paz de aquel apartado lugar, Jesucristo nacerá en nosotros y nos socorrerá con la misma amable sonrisa con que en los brazos de su Madre sonreía a aquel mundo que tan menguado trono sabía ofrecer a la inmensa Majestad de Dios. Pero ¡ay! que en nuestro pecho, en vez de la paja de la humildad, depositamos continuamente la pluma y la lana de la vanidad y de la soberbia; en vez de la mansedumbre de José y de María, nos revolcamos con la inquietud de la ambición y del placer; en vez de la sencillez y de la buena voluntad de los pastores, mostramos en todo instante doblez y mala intención; y en vez de la dulzura y de la paz de Belén, vivimos siempre agitados con la aci* dez del odio y de los temblores de la guerra, Por eso huye Jesús de nuestros pechos; por eso no se repite en nosotros cada día el sublime Misterio de la Natividad; por eso no se vislumbra nunca en el desierto de nuestra vida ese dulcísimo oasis de regeneración y de amor. PABLO SAENE DE BARES Fin de Año Con íos rogocijos de Navidad se mezcían fas impre» siones de fin de Año, que a todo corazón refléxi* - vo no pueden dejar de serie serias y Basta tai vez aBrumadoras. Tenemos un año más, fo cuaf, en rigor de verdad y en Suenas y exactas matemáticas, no significa sino que tenemos un año menos. Nos fo dio, como todos, ef Criador, para que con e'f fe sirviésemos y con e'f nos agenciásemos méritos para fa otra vida. Oigamos, pues, en estos días 1 fa voz severa de ese Año que nos ffama a Bafanee y nos pregunta, porque nos puede preguntar: ; <HomBre o mujer, quien quiera que seas, a quien Bice entrega de este Año que va a conefuir y que no vofveráya más a tus manos, ¿qué Bas hecho de éf? ¿qué réditos me trae tu actividad de ese • capitalque deBis te negociar en mi servicio? ¿que cosecBa de este campo que te entregué para cuf» Hvar?» Acongojados nos encontraríamos, y como se dice, en' tre espada y pared, si deSiésemos darfe a un juez de fa tierra respuesta a tan grave interrogatorio, soBre todo si supiésemos cierto que de safir maf fiBrados de éf quedamos sentenciados a confiscación de Bienes, y aun taf vez a pena capitaf Y es cierto, no oBstante, ciertfsimo todo esto, y no se tardarán muchos años, taf vez no muchos meses o semanas que no fó sepamos por tremenda ex» periencia. Ef tiempo es nuestro principafcapitaf. ¿ Quién nos fo dio? Ef Señor. < ¿Para qué nos fo dio? Para con éf servirfe y ganarnos ef ciefo, ¿Bajo qué condiciones? Bajó fas muy rigurosas de que fo empfeásemos todo en ef cumpfimiento de su Ley. ¿Con qué amenazas? Con fas def infierno sin fin, si nos encuentra desprea venidos a fa ñora en que nos fíame a generaf Baíance. ¿ Y qué hora será esa? La ignoramos; sáBese safo que ha de ser fa que menos pensemos, y que más affá de afgunós pocos años, no puede tardar, aunque dentro de muy pocos días o minutos Bien pudiera sohrevenir. Dígasenos, por caridad: ¿hay virtudes más ciertas que esas? ¿fas hay de carácter más práctico y positivo y a fa vez más fraseen den taf? ¿fas hay que más de cerca interesen af Bienestar y suerte distinta de cada uno? Se puede ser indiferente a fas ciencias, a fa pofítica, a ios negocios, a fa misma safudpropia y a fa mis» ma existencia témporaf; pero, ¿se puede ser indife» rente a fo que para mi feficidad eterna es cuestión de vida o muerte, de ser o no ser? Diríamos que no, si una ojeada a nuestro rededor no nos con» venciese de que desdichadamente para nada def mundo Bay indiferencia, y sofo en fa mayor parte de ios BomBres, para eso, fa hay. Guardémonos de tan funesta ohcecación, que es ver» dadera focura. Cuento daremos def año que va a expirar, como de ios que puede aun misericordia» sámente concedernos fa Providencia. A ios pies def Miño divino reconozcamos ef tiempo desapro» vechado; prometamos ef que en adeíante senos dé empfearfo mejor. F. S. y S. LA LOTERÍA DE NAVIDAD i A famosa lechera de la fábula es considerada por todo el mundo como una alucinada, revestida de candidez infantil; pero, no obstante ello, tiene incontables imitadores de sus fantasías, en grado mayor o menor, siendo éstos en numero muy crecido cuando entra por medio el juego de la lotería, ya que en expresión def vate P Vinuesa: Como el niño que corría tras la sombra que él hacía, al ponerse ayer el sol, así corre el español detrás de la lotería. LA 274 A V A L A N C H A A decir verdad, no estaba incluido entre ellos Pedro Migue!, el honrado carbonero de Elzaburu, pues ocupado en las faenas del campo y del bosque, ni envidiado ni envidioso, para nada se cuidaba de semejante fascinación, y eso que le llenaban los oídos y le invitaban a tomar parte activa, cuando iba a Pamplona a vender carbón, o algún cordero, sobre todo, en los mercados concurridos y bulliciosos de las próximas fiestas de Navidad. Pero, al fin, picó en el anzuelo. Recordando una vez que la mujer y los hijos le reprochaban porque en semejante época nunca (es traía algo de turrón, mazapán y de confites de la antigua Iruña, determinó echar un cuarto a espadas, y tomó una participación pequeña en el billete de un acreditado tratante de la comarca. Metió el papelito bien doblado en lo más hondo del bolsillo del pantalón, y mientras se dirigía de vuelta a su hogar, montado en el caballito que pacientemente solía llevar los sacos de corbón, decía, hablando consigo mismo en voz alta, como si tuviera a su lado algún compañero: —Ya jugaría, sí, cualquier cosa a que la Jossepa <su mujer) me pregunta si hay comprao turrunes o marzapanes pa ella y pa los hijos, y les hay de decir que en todavía no ha Ilegao Navidad, y nada más. Y o no les diré que hay cogido ese papel del tratante; pero, si me cae la lotería, todo hay de emplear en marzapanes, higos, orejones y otras lamínurías, hasta que se harten la jossepa y todos los hijos. A la Virgen de Veíate un rosario le hay de rezar pa que me se caiga la lotería; antes de ahora ya hemos cogido otros favores de la Virgen, y éste, a lo mejor, también... A alguno la de caer de contao. Entre estos soliloquios y ratos de silencio llegó a su casa, y apenas se reunió en la cocina con los suyos y se enteró la mujer de lo bien que había vendido el carbón, le preguntó muy enfadada: —¿A que no has traído algo pa la juamilia? ¡Qué poco tas acordao de nosotros! Ya habrás visto, pues, turrunes y otras cosas en las tiendas. x —Calla; aun no sa Ilegao Navidad. II Para el siguiente mercado ya había tenido lugar la lotería, y cuando Pedro Miguel llegó a Pamplona con el caballo cargado de sacos de carbón, oyó que alguien íe llamaba por su nombre. Era el tratante que le había dado participación en el billete. — ¡Qu.é hay, Pedro Miguel! ¿Qué me dices de la lotería? Yo, ¿qué hay de decir? No leo pedioricos ni otros papeles. Tú sí qué sabrás algo. —Pues, mira, nuestro número ha salido premiado con un premio modesto; pero algo es algo. A ti te tocan ochenta pesetas. — ¡Recondo! Bastante es pa la primera. ¡Gracias a la Virgen de Veíate! —Pues así son las cosas. Y echando mano a la cartera, le entregó las consabidas pesetas, y rasgó el papelito de participación que le devolvió Pedro Miguel y que había tomado ya el color del carbón. Se despidieron muy cordialmente, y Pedro Miguel fue a descargar en casa de un parroquiano el combustible, y fiel a su palabra, entró en la primera confitería que encontró a su pase, y allí invirtió las ochenta pesetas en golosinas, entregándole la tendera mucha cantidad de turrón de Jijona y de almendras, mazapán de Murcia, peladillas de Alcoy y un papelón de orejones. Hizo que le envolviesen todo en papel de estraza, y al llegar a su posada metió la mercancía en el fondo de un saco, y le puso sobre su caballo, colocando encima los demás sacos vacíos para que no se conociese que llevaba cosa de particular. En el camino rezó el santo Rosario, y cuando llegó a Elzaburu, la mujer se fijó en el caballo y también en su marido, y se convenció de que no traía cosa alguna peculiar para celebrar la Nochebuena. Así lo comunicó a sus hijos, y todos quedaron tristes, pero resignados. A l día siguiente marcaba el calendario el 24 de diciembre, y cuando anocheció comenzó la Jossepa a llenar el tamboril de castañas para completar la frugal cena, que consistía en patatas, leche, y para postre lo que contenía el tamboril. Mientras se asaban las castañas se rezó el Rosario, presidido por la abuela, o sea, la madre de Pedro Miguel, que lo recitaba lentamente y con una fe capaz de trasladar los montes. Cenaron lo especificado, y cuando creyeron que todo había concluido y que Pedro Miguel se levantaba para dar de comer al ganado, como de costumbre, vieron, llenos de alborozo, que volvía con unos cuantos paquetes conocidos del lector. Les contó minuciosamente el caso, y comenzó a distribuir (a colación. A su bendita madre le dio el suave mazapán, que no requiere dientes para ser desmenuzado; a su mujer, el delicado y sabroso turrón de Jijona, y a los rapazuelos, el rico turrón de almendras, peladillas de A l coy y orejones, todo en abundancia. Después que despacharon aquellos dulces, Pedro M i guel les dijo: —Vaya; muy bien amos celebrao la Nochebuena este año y amos rezao también a Jesús, María y José; a ver sí sernos siempre, yo, como San José; tú, Jossepa, como la Virgen, y vosotros, chiquitos, como el Niño Jesús. EL PRIOR DE RONCESVALLES. LA NOCHEBUENA EN LA ALDEA UÉ fría, qué helada (a noche en el pueblo, el pueblecito pobre que cree, que adora, que reza, que construye el pesebre en un rínconcíto del templo vetusto y ruinoso, y canta sus villancicos al Divino Niño—villancicos de muchas generaciones — deleitando sus sentidos y enfervorizando su alma ante aquellas figuritas de barro que entusiasman a los ninoi y embelesan a adultos y ancianos. En la Nochebuena y en los hogares humild2s de los sufridos esclavos del terruño, se ríe y se canta, se come y se bebe, en un ambiente de rebosante y pura alegría que emana de todos los corazones y a todos une estrechamente, y hasta hace olvidar los rigores de la habitual pobreza, que se ausenta por unas horas de las chozas donde no falta el extraordinario, frugal sí, pero apetitoso. Para los niños que juegan con más algazara que nunca, para la juventud que ama con más amor y ternura, para la vejez que se reanima y se vuelve contra las inclemencias de los años ingratos, es la Nochebuena la noche suspirada, de fe prístina sin dudas, de alegría sin sombras. Porque hasta la dolorosa memoria de las desgracias pasadas tiene en aquellas horas su lenitivo eficaz en los corazones cristianos que amoldan sus sentimientos a los de la Iglesia santa. Las familias y las casas se confunden en una sola, donde todos los resentimientos se disipan, todos los odios se deshacen y la fraternidad cristiana se patentiza como nunca. Es la casa de Dios. Allí se congregan los labriegos, abandonando con gusto sus tertulias y festejos para acompañar al sacerdote en el momento solemne de entonar el «¡Gloria!» que hace veinte siglos cantaron los ángeles en el portal de Belén. Remedando a los pastores, con admirable fe que se adivina en su compostura y recogimiento, se acercan humildes a besar los piececitos del Niño Jesús. A l alma indiferente llega también aquella poderosa fuerza que no tiene nada de natural y humaru, que rompe la tibieza del 280 LA AVALA NCH A corazón e infunde la fe, arrastrando al hombre hacia Dios con imperiosa voluntad. En las sombras de la noche y por las cortas y angostas callejuelas de la aldea desaparecen paulatinamente los devotos adoradores. Oyese luego el rechinar de los viejos goznes de las puertas al cerrarse éstas, y poco después todo queda sumido en un silencio imponente: un silencio que protege la fantasía del espíritu y que aconseja sublimes meditaciones cuando, en un instante de recogimiento espiritual, nuestro pensamiento vuela lejos, muy lejos, más allá de los picachos de (a cordillera que, coronados de nieve, son reyes y vigías del adormecido vaíle. A. C. CRÓNICA iWI MADRE ii El «Tío Esparavanes» Allá, en los revueltos días de la revolución de septiembre, era la provincia de Toledo una de nuestras provin» cias centrales más carlistas. De la Junta (Zatófico-mo* nárquica toledana era presidente el egregio Conde de Cedillo (pariente de mi fraternal amigo Jerónimo, digno heredero actual de las virtudes y de los títulos de su progenitor); y mi difunto padre era el vicepresidente de la misma Junta, que tantas veces puso en jaque al Gobierno y tantas desazones dio a Sagasta. En unas elecciones generales se empeñó Sagasta, ministro de la Gobernación entonces, que Toledo eligiese diputado al oficialmente encasillado don Pío Guitón, que andando el tiempo fue ministro sagastino varias veces en el reinado de Alfonso XII. Pero los carlistas de Toledo y su distrito se empeñaron en que mi padre fuese el diputado; y aconteció que eran tantos los votos con que éste contaba y tan pocos los partidarios de don Pío, que el gobernador, apremiado por el ministro para que saliese Gullón, dijo en vísperas de la elección y por telégrafo a Sagasta que para que el candidato del Gobierno saliese triunfante era preciso dar un saíto mortaf por encima de fa fey. A ese telegrama respondió impávidamente Sagasta con otro que a fa Cetra decía así: *Safte usted por encima de fa Catedraf de Tofedo.» Y, en efecto, el gobernador saltó de esta manera. Llegó el día de la elección; se hizo el escrutinio; sacó mi padre cincuenta veces más votos que Gullón; y entonces el presidente dijo así, con la mayor frescura; «Don Manuel Marín del Campo, diez mif votos. »Don Pío Gullón, doscientos. » Queda procfamado diputado Don Pío Guffón.» No embargante los pelotones de milicianos y civiles que el gobernador radical, oliéndose el poste, tenía apercibidos en aquel futuro campo de Agramante contra «I temeroso nublado de los carlistas, ¿quién dirá el belén y el zafarrancho que allí se armó? Pero no hablemos ahora de aquel gran jollín, de aquel tiberio, de la colosal trifulca, de la feroz sarracina, de la zalagarda de pópufo Bárbaro, del cisco de mil demonios y de la de San Quintín que allí estalló. Los carlistas más principales de Toledo y su provincia fueron desterrados. Mi padre logró librarse del destierro gracias a los mismos revolucionarios de mi pueblo y de la provincia, ios cuales querían venderle este favor y otros por si el día menos pensado entraba triunfante Don Carlos en Madrid. Por aquellos días nombraron secretario municipal de mi pueblo <pueblo de unas doce mil almas), a un perdulario cincuentón, alto, flaco, feísmo, desgarbado, de bigotes lacios y tordos, y que, por ser cegato, llevaba siempre unas enormes antiparras de armadura oxidada y casi negra, y como a mayor abundamiento de desgarbamiento y fealdad no podía andar sino dando pequeños saltos, quiero decir, levantando alternativamente las rodillas hasta la altura del estómago, con movimiento nervioso y rápido, movimiento muy parecido al de los caballos o las muías cuando carecen de esparaván,.. aconteció que a los ocho días de aparecer en mi pueblo el sujeto referido, dio en llamarle todo el mundo el Tío Esparavanes, porque en él era doble el esparaván maldito. Con ese mote vivió el año que todavía le quedó de vida, y con ese mote murió en la miseria aquel perdulario que estaba casado por fo civif con una pobre mujer portuguesa, vieja y coja. Pero, ¿de dónde habría salido aquella pareja de /áñeros? Llevado de la codicia aquel maldito curial, digno del pincel de don Francisco de Qyevedo, tuvo la avilantez de denunciar a mi padre como uno de los principales jefes carlistas de la provincia, para que todos sus bienes fuesen embargados. Con lo cual el muy ladino tiraba a redon* dearse para toda su vida con los miles de pesetas que montaba el tanto por ciento correspondiente al capital de mi padre, que era el primer contribuyente de mi pueblo; tanto por ciento que la ley revolucionaria otorgaba en tales casos al denunciante, como premio o paga de su de» nuncia y fechoría. ¡Qijé calvario pasó entonces mi madre! Mi padre se hallaba a la sazón oculto en las dependencias del convento de Religiosas Carmelitas de Jaén; y las comunicaciones entre esposa y esposo eran muy difíciles, porque la policía le andaba buscando por todas partes. ¡Cuántos oficios tuvo entonces que leer mi madre, cuántas notificaciones y citaciones que firmar, cuántos requerimientos que responder, cuántas conferencias que celebrar con el juez de primera instancia, con el municipal, con los caciques del pueblo, con parientes y con amigos, todos los cuales señores <sin exceptuar ni uno solo) estaban de nuestra parte, aunque muchos tenían forzosamente que aparentar que cumplían con la Ley! Pero lo que más trabajo debía costarle a la noble señora y lo que más debía de ejercitar su paciencia y resignación en aquellos días tan amargos y luctuosos para una madre de tantos hijos menores, privada de la compañía y amparo de su marido, era la desfachatez y desvergüenza con que el mismo denunciante (siendo, como quien dice, juez y parte en las diligencias del embargo), se presentaba a todas horas en mi casa para notificar o requerir judicialmente a su dueña. Algunas desvergüenzas (muy graciosas, por cierto, algunas de eilas) le dijeron al 7>b Esparavanes en mi propia casa las dos personas que más confianza tenían con mi madre, que eran mí abuela materna y una antigua y fidelísima criada, ambas a dos muy irascibles; pero esto lo sentía mi santa madre más que el embargo, porque tenía muy bien claveteadas en su corazón las excelencias del perdón de fos enemigos y la historia edificantísima <que cuando éramos niños nos contaba) de aquella heroica Tía CSicfana que al propio matador de su hijo único le libró ella misma de la muerte, burlando a los que al matador infame perseguían. Diéronse largas a las diligencias del embargo, que al fin y a la postre se declaró nulo cuando tornó mi padre de su encierro; y poco tiempo después le quitaron la secretaría al Tío Esparavanes, cuando soñaba el pobre hombre con ser juez municipal. El pobre hombre quedó en la mayor miseria y soledad, y luego cayó enfermo de muerte; pero pidió en buen hora los Santos Sacramentos, y se casó ¿miarticufo mortis con la portuguesa, Y cuando se sonó en m¡ casa que iban a administrarle el Santísimo Viático, nos endomingó mi santa madre a mi hermano Vidal y a mí; y los dos niños, con sendas velas encendidas y en compañía del morriffe» ro de mi casa, acompañamos a Su Divina Majestad, entramos llenos de miedo a ia misma alcoba del moribundo, a quien solo acompañaban en su agonía un hijo suyo <mo* LA 281 AVALANCHA zo de unos veinte años que no ¡hacía más que llorar) y aquella pobre mujer. Mt santa madre no quiso ir con nosotros para que en acto tan solemne su presencia no mortificase a los dolientes, y mayormente al moribundo, con recuerdos tristes de ya pasadas historias. Cuando dejamos a Su Divina Majestad en la Parroquia y tornamos a mi casa, tenía ya mi madre apercibida una canasta, que bien repuesta de pan y de comestibles con» fortativos, fue llevada a la casa del Tío Esparavanes por el mayordomo de mi casa, a quien también acompa* namos mí hermano y yo con dos cartuchos de dinero. ¡Cómo lloraba aquella pobre vieja! ¡Con qué ansia y agradecimiento recibió la limosna de mi santa madre! ¡Con qué catino nos abrazaba, y ccn qué respeto nos besó y nos acompañó sollozando hasta la puerta de la calle para despedirnos! Jamás se olvidan estas escenas tan dramáticas, tan edificantes y tan santas. Mas no es esta la única vez que he visto el divino desenlace con que Dios corona los episodios en donde interviene eíperdón de fos enemigos, y cómo premia a los buenos cristianos que de corazón perdonan a sus deudores¡La venganza es mía/ <dice e! Señor en los Libros Santos). Y Yo mismo fa tomaré en tiempo oportuno¡Palabras estupendas! ¿Por ventura no son propiedad o hacienda de Dios todas las casas? Pues, ¿por qué, en tratándose de la venganza, alega títulos especiales? Para que nadie la tome de obra, de palabra ni aun de pensamiento, como cosa sacratísima y propia del Señor. Dios castigará al ofensor injusto, y aun te castigará delante del perdonador generoso; pero no de manera que éste se goce en el castigo, sino de que crezca y se aventaje en afectos de compasión, de caridad y de misericordia; y a mayor abundamiento, infundirá el Señor en el castigado sentimientos de arrepentimiento y de humildad; y la divina alquimia del Supremo Juez, siempre misericordioso, trocará en amigos y en hermanos a los que fueron antes contrarios o enemigos. ¡LJftio est Mifn'f La venganza es mía <dtce Dios). ¡Ay de los que invaden esta hacienda sacratísima del Señor! Pero bienaventurados en la vida temporal y en la eterna los que perdonan.—CHAFAROTE Adoración de los Reyes L invierno, gran señor del silencio, cubrió de sombras los valles agazapados bajo la hosca amenaza de las cumbres. En la misteriosa luz de la colína, como a un mágico conjuro, van apareciendo figuras y contornos de humanas siluetas, hasta que la visión se concreta y las vagas imágenes toman forma. Una caravana numerosa parece acudir al reflejo de esta luz; hombres cubiertos con mantos recamados de oro y de púrpura, seguidos de lujoso séquito de servidores y esclavos, avanzan lentamente; tras ellos van otros hombres y mujeres de traza humilde: pastores, campesinos, labradores y zagales; todos siguen la misma ruta y todos entonan el mismo canto, dulce como una epifanía: ¡Gloria, gloria: el Hijo de Dios ha nacido en la tierra!... y cuando la multitud rodea la colina, acállase de pronto el místico himno, y una voz infinitamente dulce y dolorida extiende el eco de su acento: ¡Padre: los hombres me olvidan! ¡Haz que vuelva a nacer entre ellos para poder perdonarlos! El camino, después de los muros de los pesebres del tránsito, rodeaba el ejido, y encorvándose, se hundía en la anchura del valle. Campos matizados de verdor, campos en reposo, sernas de gleba recién desnuda, umbrías de terebintos, calma de olivar, tranquilidad de rediles, marginan la ruta de los Magos, plateada de luz estelar que guía a la comitiva principesca en dirección al pueblo de Belén. Los que venían de las labores del campo, los que trabajaban en el obrador artesano, los que ambulaban en vesperal paseo, contemplan COR emoción extática la brillante cabalgata, y a ella se suman, anhelantes ante el prodigio. Ya frente a la morada humilde, descabalgan los magnates y penetran en el establo, postrándose de hinojos ante el Niño recién nacido. Un murmurio de avidez expectante silabea la multitud atónita. La escena es emotiva. Con dulzura Melchor expresa: «Soy del Irán; a través de desiertos y montañas he venido para adoraros, y traigo flores de la ciudad de las rosas, perfumes de inciensos y bálsamos, perlas de Ormúz, oro y plata, paños bordados con leopardos y gacelas, cojines y alcatifas de los bazares de mi pueblo. Estos son mis regalos al Señor, que, ni* ño y pobre, ha nacido en este establo.» y Gaspar, sentimentalmente, agrega: «yo vengo de la región del Tigris y del Eufrates: he recorrido los bosques inmensos de palmeras; pasé por las ciudades de mi reino, pletórico de ruinas y de sepulcros, archivos imponentes de la historia. En Bagdad y en Basora, en Nínive y en Babilonia cargué mis camellos con alhajas de oro y relicarios magníficos de los reyes de Siria, para ofrendarlos a Jesús, nacido en Belén.» y Baltasar, sugestivo y emocionado, dice: «El sol esplendoroso de Etiopía ennegreció mi tez. Bañé mi cuerpo en el Nilo azul, y a través del mar rojo y de la Arabia, de Medina y de Jerusalén, he llegado a Belén. Proveíme de tejidos de púrpura en Damasco, cargué mi caravana de sándalos y aloes, mirras y cinamomos en las montañas del Líbano, y en mis ventrudos equipajes traigo juguetes mil para los niños que adoran a Jesús, recién nacido.» Cuando trasmontan en los hombres los días viriles, reverdece su recuerdo la ventura que los Magos marcaron en el archivo de sus impresiones más lejanas; entrelaza entonces la ilusión pasada con la de los nietos que en ella se fascinan y gozan de sus encantos por un fenómeno explicable de reversión que da en la vida tonos eternos de niñez feliz. ¡Que nunca se esfume la ilusión que poetiza la fiesta, porque el aroma fragante de sus candores es perfume, delicioso y santo que alegra eternamente la vida! MIGUEL ANCIL. Al Niño Jesús Duérmete, Jesús mío. Duerme en mis Brazos, Y no ífores, no ííores Por mis pecados. Duérmete, duerme, Y aunque íforar me sientas, ¡No te despiertes/ No me arrojes deí Portaf: Yo me estaré en un rincón', Y ya nos arregfaremos La muía, y eí buey y yo. Todo eí mundo anda revueftó: Pastores, ángefes, astros. Se conoce que este Niño Es gran revofucionario. •w» Ef Niño, aunque tan Niño, Dicen que come Corazoncitos tiernos De pecadores. ¡Jesús divino/ Aunque está un poco duro. Toma aífá ef mío. Ef corazón, Niño mío. Le tengo chorreando sangre; Y estas heridas defafma Sofo Tú curarías saBes. JULIO 5\L3\nc.ÓN. Y MELfNDEZ. S.J. 282 LA A VA L A N C H A La villa de Lumbier ni Su religiosidad: las ermitas, el templo, el convento/ monumentos de su fe demos decir de Lumbier, que tenía ambas cosas. Las murallas desaparecieron. Tampoco hacen ya falta. Pero no desaparecieron las ermitas. Son símbolo de su piedad y de su fe, y sin eso no se puede vivir, Lumbier no tiene en sus alrededores preciosos palacios; poco importa. Como cantaba Navarro Vílloslada: Fafacios de opufentos siBaritas No ostentan nuestros campos sofitarios; Pero fiay en camBio aítares, fiay ermitas... Era preciso que todos trajeran su ramito de boj, señal inequívoca de haber subido de romeraje a la cumbre, don* y eso era debido a su gran cristiandad. Los montes, de se da cuito ai primero y más augusto de nuestros mis* los campos, los bosques, todo querían que quedara consateños: la Santísima Trinidad. grado a su Dios. Rezumaban sus almas la piedad. y los niños, tan amigos de acomodarse a cuanto exY fa piedad, fecunda a maraviffa. presa fiesta, y solemnidad, y símbolo, jamás faltaban a es* Cuaja de ermitas campos y fugares. ta consigna, y entraban triunfadores en la villa, muy conLos Bosques, e(peñón, def mar fa oriffa. vencidos de haber realizado una hazaña. ¿Acaso no lo Por eso nuestras quintas son aftares; era haber vencido la empinada cuesta y oído formalmente Y si afcazares rústicos nos faftan, la Misa, que en día tan señalado en la humilde y sencilla May para ef poBre asifos a mi fiar es. ermita se celebra, y tomado la refección en compañía de Y desde ef pico en que fos corzos saftan las personas más conspicuas del pueblo, y contemplado A fa campiña en que se duerme ef rio. el panorama que desde allí se contempla, divisando en la lejanía montes y montes que se hacinan y aupan para reSantas ermitas nuestro suefo esmaftan. matar en el castillo roquero de Santa María de Uxue, a (De la «Canción de las ermitas», de Navarro Villoslada.) la que siempre se la saluda con l una «Salve», y en fin y sobre NAVARRA y las ermitas, y con ellas el todo, no era hazaña el haber ya templo, son los indicadores de merecido entroncarse con los la religiosidad de Lumbier. antepasados que allí también ascendieron, ligándose con su hisAquéllas, lámparas encenditoria, recogiendo sus tradiciones das en el altar de la fe, cuyo y empapándose en la mística de monumento es la mole parrosu espíritu? quial. Así podemos calificar a la iglesia, fábrica de no muy Porque eso es lo que entraña remotos tiempos que seguramenla romería a la ermita de la Trite reemplazó a otra de estilo ronidad y la que en su día se dirimánico, la que a su vez sería ge a la ermita de San Bartoloallí no la primera, sino la segunmé, sita a la izquierda de la ca~ da o tercera mansión del Dios rretera a Aíbar, junto al cruce de los cristianos. Ese templo de con la que viene de Pamplona a piedras sillares, de una grandioSangüesa y cercana a la famosa sidad semicatedraiicia, supone venta de Judas, y las que se hauna enorme suma de dinero que cen en rogativa a las de San saldría, naturalmente, de la aporCosme y San Damián y de la tación de los vecinos, y más que Magdalena. nada, de los bienes que entonEstas ermitas que esparcidas ces poseería la iglesia. Su planvemos por los términos jurisdicta es una cruz latina, y campea cionales de Lumbier y de otros sobre el edificio en general un pueblos de Navarra, como jaenorme torreón cuadrangular, lones que nos señalan el paso cuyo aspecto no es el airoso y de generaciones sincera y hongrácil del estilo ojival, ni el visdamente cristianas, como símbotoso y de tanta gracia del bolo de sus trascendentales esperrominesco, sino el austero del ranzas y eflorescencia espontárománico, sin sus adornos en nea en un campo que miraban los ventanales, donde cuelgan como vía sacra que les condulas campanas, y sin el recamado cía a la patria de las almas, van, de sus molduras en los capiteno pueden menos de ir ligadas les y arquería. En cambio, en a los más bellos recuerdos de su interior, ofrece una vista granuestra vida. tísima por su amplitud, por sus Por eso subsisten, como nota líneas bien trazadas, por su bóLUMBIER.—Iglesia parroquial poética y alegre en el vivir, coveda con hermosa y elegante Foto. Cía vería mo el rayo de luz en un cuadro, crucería. N o obstante, no es su mientras el pueblo conserva su fe y su sentido cristiano. Esas ermitas son como luces estilo el puro estilo ojival, es decir, se advierte no ser heque brillan en torno de los vecindarios católicos, como chura de los siglos en que dicho estilo gótico floreció, lleestrellas fijas que parpadean en su cielo, mientras dura gando a su apogeo, dejando cincelado en sus obras gela noche de su existencia y viven aguardando la salida del nuinas y maestras primor de gracia en las líneas, de filisol, el amanecer del día de la eternidad. grana en la piedra, de espiritualidad en el conjunto. Podemos calificar el templo de Lumbier de pseudo-ojival. Por En torno de nuestras ciudades modernas se suelen conslo menos esta es la idea que se forma quien lo contempla truir preciosos «chalets», moradas de comodidad, de lujo, y pone algo la atención en su fábrica. Hasta el presente de extremado «confort» a veces... Es un índice del espírino ha llegado a mi conocimiento noticia alguna del siglo tu materialista y de miras terrenales de estos tiempos. En de su construcción ni de los maestros y mazoneros que siglos pasados se edificaban cínturones de murallas, símen ella trabajaron. bolo de una época de lucha, y más afuera, ermitas que eran como una más sentida y eficaz defensa. Por eso, al Qyien pasa por Lumbier en el tren eléctrico, se queda contemplar el turista éstas y aquéllas, se dice: Por aquí sin ver su iglesia, porque se hallan arremolinados en torno ha pasado un pueblo católico y guerrero, y es lo que posuyo, como haciendo fuerza para no desprenderse de su LA AVALANCHA cariño, los edificios-viviendas, ocultando el perfil de sus contornos y líneas, y además no descuella, por ser el mismo plano donde una y otros se encuentran enclavados. Para vérsele campear es preciso mirar Lumbier desde el alto de Loiti, del monte de la Trinidad o de algunos otros puntos elevados de sus alrededores. Bien lo distinguieron los criminales aviadores marxistas, que enviados por quien, ocupando un alto puesto en su gobierno y tener intereses en esta villa, en fecha infausta lanzaron sus bombas sobre algunas casas, derrumbándolas y haciendo víctimas, y dando con otra en el rafe de la torre, destrozando algunos de sus sillares, sin más consecuencias. 383 eos años se había dispuesto por el Santo Concilio de Trento <sesión 25, cap. 15), que los Superiores de los Monasterios de monjas sitos en despoblados, cuidasen de llevarlos adentro de ios muros de las villas o ciudades, para que no quedaran expuestos a las violencias de ladrones y malos hombres. Para efectuar este traslado se pactó entre el Sr. Presidente, monjas y (a villa con las siguientes condiciones: «i.o, que las hijas, hermanas o sobrinas de los vecinos de Lumbier, teniendo las calidades que se requieren, de* ban ser admitidas para monjas deteste Monasterio por el dote que las hijas de la ciudad de Jaca pagan al de Santa Cruz de Seros en la misma ciudad, según se capituló cuando se trasladaron a ella; z.°, que la Abadesa y monjas de Lisau se trasladen a la dicha villa de Lumbier y caOtro edificio religioso que merece ser aquí consignado sas de Valentín Sanz y Jaso, sitas en el barrio de San Fecomo monumento de fe y testimonio de religiosidad de los lices; 3.0, que la referida villa haya de contribuir al Mohijos de Lumbier, es el convento de las monjas Benedictinasterio de monjas con 1.000 ducados <de oro viejo, connas. Esta afirmación hará ciertamente novedad a quien no tando por ducado a cincuenta tarse halle enterado de la historia de jas). Los 400 en valor, a las dichas' ese monasterio. Porque en grandes NAVARRA casas, y los 600, para la obra; 4.°, y pequeñas poblaciones hallamos que la misma villa da al expresado tales monasterios, sin que ninguna Monasterio la ermita de San Baro bien muy poca descollada relatolomé y4 la de Santa María Magción guarden con ellas; y nada didalena, <con todas sus casas, pie* gamos de las moradas de los muzas, viñas, heredades, derechos y chos institutos de enseñanza que pertenencias); 5.0, que también dase sitúan en lugares estratégicos ría la propia villa una buena calera para ejercer su apostolado libre y de cal, y por seis años, en cada espontánearr(ente. El convento de uno, dos jornales por vecino.» Benitas, de Lumbier, estuvo primi(Contrato firmado a 18 de octubre tivamente a unos doscientos pasos de 1572 ante Martín Sarri, notade Leire. Llevó el título de San rio Rl.) Cristóbal- Debió de ser el monasterio de San Salvador de Leire, Por todo lo aquí expuesto quefundado acaso lo mismo que el de da patente el interés de la villa de las monjas, por D. Gimeno, padre Lumbier en tener dentro de su rede Iñigo Arista <?>, uno de los que cinto un monasterio de monjas que llamaban dúplices. ' En tiempo de con su vida santa y plegarias fue-1 D. Teobaldo II, los monjes Beneran una garantía para sus habitan* dictinos de San Salvador de Leire - tes de la protección divina, y la fueron sustituidos por Cistercienfidelidad en cumpPr el contrato y ses. y este motivo y el carecer de la buena voluntad que pusieron en suficientes heredades para atender la edificación del convento, lo pruea su mantenimiento, parece que deba la hermosa fábrica que aun hoy terminó bastantes años más tarde está en pie, toda ella de piedra, con a las monjas a solicitar su traslado artística portada de Renacimiento al fundo propio que reñían en Lila iglesia, en la que el turista y el sau, junto a Lumbier, donde había amante del arte podrán descubrir una capilla dedicada a Santa May admirar algunos cuadros pictóriría Magdalena, Elevaron la peticos de mérito. En cuanto a mí, coción en el año 1456 al Capítulo Gemo historiador, me falta, para terneral de la Sagrada Congregación minar este artículo, citar los docuBenedictina Claustral Tarraconenmentos existentes en el Archivo se Cesaraugustana de Huesca, y del Monasterio, que he revisado, y se les otorgó lo que pedían, con la que son pocos si tenemos en cuenobligación de dejar un hombre o ta con los muchos que faltan y de una mujer en San Cristóbal para los cuales algunos se hallan guarcuidar de la iglesia. - La fábrica dados en el Archivo General de del nuevo monasterio se hizo de Navarra, llevados, y mejor, restipiedra traída de 3una peña sita a 50 tuidos no há muchos años de la pasos de Lisau. Parece que este LUMBIER Delegación de Hacienda. A dicho monasterio resultó muy insano, de— Puente de la Magdalena sobre el Salazar Archivo tendrá que recurrir quien bido a la humedad y vientos que y parte del pueblo visco desde un arco desee hacer una cumplida y fiel le castigaban, pues enfermaban y historia de este Monasterio, con 2°—Fábrica de Harinas y carretera de morían bastantes religiosas; y reotros curiosos datos que con él se Lumbier- A ibar sultas de ello fue que se retraían relacionan. 3." -El tren de «El Irati» pasando por el de entrar jóvenes para monjas. Vipuente de hierro, sobre el Salazar no, por consiguiente, a gran dismiDocumentos existentes en el Arnución su número. Compadecidas Potos Cía verla chivo del Monasterio relativos a su ias villas de Lumbier y Sangüesa del triste estado de las fundación son, entre otros, los que Benedictinas de Lisau, les instaban a que, dejando aquel siguen: N.° 1.—Pergamino de traslado del Monasterio de monasterio, les hicieran el honor de fundar dentro de una San Cristóbal de Leire a la granja de Lisau. N.° 3.—Perde estas dos poblaciones. Mas para efectuarlo precisaban gamino de la sentencia que manda que los pecheros de licencia de su Superior el limo. Presidente de la CongreCabanas y Apardués paguen al monasterio de San Crisgación, cuyo cargo lo ejercía entonces el Sr. D. Fr. Pedro tóbal la pecha acostumbrada: su fecha, en diciembre de Martín, Prior de Graus; y fue la villa de Lumbier [a que 1254, e:i Pamplona. N.o 6.—Tributo o censo que este Mose adelantó a recurrir a dicho Sr. Presidente, No costó nasterio recibía de Artieda. N.° 8.—Fórmula de obedien* gran cosa lograr esta licencia, puesto caso que hacía pocia que las Abadesas hacían al Abad de Leire. N.° 10.— Varios papeles sobre lo que Lumbier trabajó para que el LA AV A LANCHA 284 Monasterio de Lisau se trasladase a esta villa, y fas Benedictinas de Estella no se vinieran a vivir con ellas. Número i6.— Orden del Sr. Abad de San Juan de la Peña para que la Sra. Abadesa de Lisau vaya a Jaca mientras se construya el Monasterio de Lumbier. N.° 18.—Muerte de la M. 1. Abadesa Sra. María Magdalena Solchaga, última Abadesa de Lisau y primera de Lumbier. Falleció el 9 de junio de 1592. N.o 19.—Copia del título de Abadesa de doña María de Villanueva, venida del Monasterio de Jaca para desempeñar este cargo. 1593. Ligarza 1.a—Escritura censal de 1.000 ducados que este Monasterio prestó a los Cistercienses de San Salvador de Leire, 1715.—Permiso del Sr. Obispo para bendecir la ermita de Apardués, año 1733, y permiso para demolerla el ano 1796, ya que por estar en despoblado entraban pastores y gente pobre trashumante, y se la profanaba. NOTAS: 1 Asi lo dice el manuscrito de D. Fr. Francisco Benito de Ara, Prior de la villa de Ruesca y Mayor de Claustro del Rl. Monasterio de San Juan de la Peña. Este manuscrito se conserva en el Archivo del convento de Benedictinas de Lumbier, y cuanto se dice en él se fonda en general en lo que cantan los documentos aichivados. 2 Archivo del Monasterio de Lumbier, núm. 10. Copia del misn o núm. 5. 3 Así lo dice el manuscrito citado. Moret afirma que el Monasteilo de Lisau se construyó con la piedra de las ruinas del pueblecito de Apardués, que estaba cerca de Lisau y del lugar donde boy tienen su huerto las religiosas, próximo a la ermita de Santa María Magdalena. Apardués perteneció a las monjas, acaso por permuta con las monjas de Leire, a quienes anteriormente pertenecía. * No se ha de confundir esta ermita con la que antes y ahora todavía existe, dedicada a dicha Santa, debajo de la peña en Lisau. Era otra con la misma advocación y propiedad de la villa de Lumbier, camino de Liédena. JACINTO CLAVESÍA, C. M. F. Tolosa, a 12 de diciembre de 1939. das, del mismo modo podríamos afirmar que el día de los Inocentes, mejor o peor designado, es el 28 de diciembre, aunque todos sepamos que las inocentadas, por lo menos las cómicas y trágicas, y también las de mal gusto, abundan todo el año, por desgracia de la humanidad. El arte de engañar de broma o de veras ha sido usado por el hombre desde los tiempos más antiguos. Lo que hay es que el hombre unas veces engaña y otras lo engañan, y que con frecuencia va, como suele decirse, por lana para salir trasquilado, pues de todo hay ejemplos en la Historia, según los innumerables que pueden citarse. Como el engaño hecho a Godoy por Napoleón, para traer a España las tropas con las cuales invadió la Península. Como el engaño hecho por el General de las fuerzas napoleónicas, que en 1808 entraron en Pamplona para hacer creer a los incautos jefes españoles que el avance de los soldados franceses hacia la muralla, arrojándose peliazos de nieve, era sólo un juego infantil practicado para reaccionar contra el frió, pero no un ardid para apoderarse de la Ciudadela, como se apoderaron aquéllos. Corno el engaño hecho al Papa Pío II por el famoso mosén Pierres de Peralta, para hacerle creer que don Nicolás de Chávarrt era pariente suyo (sin serlo) y que por esa y otras razones debía nombrarlo Obispo de Pamplona, aunque luego fue absuelto por la mentira, según dicen los "Anales de Navarra,,. Como el engaño que hizo o quiso hacer el general castellano don Pedro Manrique, de acuerdo con su rey Enrique II, con objeto de hacer creer H Carlos II de Navarra la traición de dicho General para entregar al navarro la plaza de Logroño, pero con el firme propósito de cobrar las veinte mil doblas de oro que debían ser pagadas, y sobre todo, de apresar al Rey de Navarra, sucediendo lo primero, mas no lo segundo, gracias a la sagacidad de don Carlos, que sospechando algo de lo que contra él se tramaba, retrocedió hacia Viana, sin querer entrar a Logroño a tomar posesión de la plaza, según le proponía Pedro Manrique. El caso, algún tanto corriente, de ir por lana y salir trasquilado, como suele decirse, lo dio también dicho monarca Carlos II de Navarra, siempre astuto y ocurrente* en el año 1367. En la guerra fratricida que sostuvieron en Castilla los Engaños e inocentadas hermanos don Pedro I el Cruel y O. Enrique II el Bastardo, el rey don Carlos II de Navarra se comprometió 1, 28 de diciembre es día que la Iglesia dedica a los Santos Inocentes y que muchosfíelescon- a ayudar a \a vez a ambos contendientes, y para salir de algún modo de tan mal paso, discurrió el siguiente plan: memoraron y conmemoran con diversiones proOrdenó que se dejase entrar por Roncesvalles, para atrafanas cuyo artificio principal consiste en el envesar Navarra por la cuenca de Pamplona y tierras del gaño infantil o en la mentira leve e inofensiva y valle de Araquil hasta las de Álava y Rioja, al ejército también graciosa, que pueden distraer y hasta invasor que en favor de don Pedro de Casulla acaudillaservir de lección provechosa sin agravio de nadie. ban este Rey, el de Mallorca, el Príncipe de Gales y Claro es que la inocentada puede emplearse, y se emotras personas egregias, disponiendo que el alférez del plea, todo el año; pero se ha convenido en que su día Estandarte Real de Navarra don Martín Enriquez de Laprincipal sea el 28 de diciembre; y a la memoria del leccarra se uniese a los invasores con trescienias lanzas, setor acudirán seguramente bromas de inocentes dadas en gún lo convenido. Pero mientras tanto el monarca navatodas las épocas del año; pero recordará especialmente rro se fue a Tudela, donde él y el francés Olivier Mauni, las del 28 de diciembre, algunas de las cuales resultan que con sus tropas bretonas dominaba en Borja, se pumuy ingeniosas e interesantes. sieron de acuerdo para que don Carlos fuese hecho priAsí como suele decirse que todo el año es Carnaval, sionero y encerrado en el castillo de la referida poblaaunque las mascaradas actúan más en las Carnestolen- RASGOS DE LA PATRIA Caja de Ahorros Municipal Lleva SESENTA y SIETE años recibiendo y administrando ahorros del país y tiene la garantía total y comprobada del Excmo. Ayuntamiento de Pamplona INTERESES QUE ABONA A LOS IMPONENTES Cuentas corrientes 0*50 por 100 anual Libretas 2'00 „ „ Imposiciones anuales. 3'00 , „ „ Imposiciones semestrales 2'50 „ n „ OFICINAS Paseo de Sarasate, núm. S LA AJVALANCHA ción aragonesa, ofreciendo a Olivier por su servicio el gobierno de ia plaza de Cherburgo, en Normandía, con renta de tres mil francos anuales. Y en efecto, el rey Carlos II de Navarra salió de cacería, y según lo concertado, fue apresado y recluido en la fortaleza de Borja. Apenas don Carlos supo el resultado de la batalla de Nájera que decidió la victoria en favor de Pedro I de Castilla, pidió su liberación, según lo convenido; pero Olivier, mal caballero, dominado por una avaricia sin límites, dijo al Rey de Navarra que no saldría del castillo si, además de lo estipulado, no le pagaba por el rescate una cantidad importantísima de dinero. El monarca navarro, disimulando la indignación que le causó tal felonía, contestó a Otivíer que aceptaba su proposición; pero como estando preso no podía disponer de la suma exigida por el rescate, solicitaba que, para poder entregarla, tenía que ir a su Reino, y por tanto, para mayor seguridad, podía acompañarle a Tudela el mismo Olivier para recibir el dinero exigido, quedando como garantía en Borja, como rehenes, el infante navarro don Pedro, hijo del rey de Navarra. Accediendo Olivier a lo propuesto por don Carlos como único modo de cobrar el rescate deseado, fue el infante don Pedro a Borja, y marcharon a Tudela el Rey de Navarra, acompañado de Olivier y de un hermano de éste. Mas apenas llegaron a Tudela, don Carlos ordenó la prisión de ambos franceses, resultando que el hermano de Olivier escapó por los tejados, en los cuales lo mataron, y Olivier fue reducido a prisión, obligándole a dar una orden escrita para que las autoridades de Borja dejasen en libertad al infante don Pedro. Y como los bretones se resistían a cumplir el mandato, el Rey de" Navarra escribió al Rey de Aragón, amenazándole con invadir su Reino si no se libertaba a su hijo, y el monarca aragonés que entonces pasaba por una situación muy difícil para él, ordenó que el mencionado infante navarro saliera inmediatamente de la prisión. Con lo cual Olivier tuvo que regresar a Borja, como dice Alesón, confuso y sin dinero, y además, zumbándole en los oídos, como burla sangrienta, las palabras que, según dicen, oyó el Rey de Navarra en la despedida, al manifestarle que había dado pruebas de gran necedad, dejándose fiar de quien primero le había engañado. Pero aunque no sean históricos o famosos, hay en nuestro tiempo muchos engaños que merecen ser clasificados entre las grandes inocentadas. Como la estupidez de algunos aldeanos de caer en la trampa del timo de las misas, o de los perdigones, o del cambio de billetes del Banco de España por recortes de periódicos. Como la estulticia de los avaros o memos que para aumentar sus ganancias confían su dinero a los Stawinsky de tanda, u otros granujas de parecido jaez, incorregibles en sus incesantes latrocinios. Como los papanatas dispuestos a dar hasta la vida, luchando en las barricadas por ideales perversos o embusteros, mientras los caudillos de los mismos se hinchan de dinero y suben, gananciosos siempre, dejando a sus defensores caídos y descalificados. Podría recordar otros muchos casos semejantes a los citados, y no to hago porque se trata de engaños más propios de tontos o de malvados que de las inocentadas del día de Inocentes a que me refiero. Lo que sí me gustaría es poder relatar anécdotas, chistes y episodios propios del 28 de diciembre; pero no es posible ahora porque llevarían a mi pluma muy lejos y alargarían demasiado este artículo. Quizá lo que ya no puede ser hoy lo sea en otra ocasión oportuna. 285 Baste saber por ahora que una colección selecta y bien escogida de inocentadas sencillas, infantiles, candorosas, hábiles, o sea, adecuadas al día 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes, sería interesantísima por el ingenio de sus agudezas, por el encanto de sus gracias, por la sal de sus chistes, por la belleza de sus relatos, en suma, por sus muchos atractivos, todos del mejor gusto. JUAN P. ESTEBAN y CHAVARRÍA ¡Madrid... Nochebuena de 1936! ¡Nochebuena!... No se oyen fas zamBomBas, ni (os panderos suenan. Están cerrados todos ios portafes y fas caffes desiertas. ¡Pfaza de Santa Cruz/... ¿A dónde fueron . tus * Be/enes* con grutas y praderas, cotí reyes y pastores, que ffenaBan nuestros hogares de afegría ingenua, mientras chicos y grandes cantahan */Esta noche es Nochebuena/* • • • Esta noche de paz, no hay paz ni cafma, ni fumBre en ef hogar, ni afegre cena. Hay hamBre y frío, fía tito y amarguras; ya no es fa noche santal es noche negra, porque af ahandonar a Dios fós hombres se han convertido en fieras, y en vez de oírse dulces viffandeos, se oyen gritos, injurias y hfasfemias. • • • No fíaman esta noche fas campanas a fa 'Misa def Gaffo*. Las igfesias fueron pasto deffuego o son cuartefés, y sus Bronces- son ya Bocas de guerra. ¿ Por qué tanto dofor, tantas mafdades en esta NocheBuena? • • • —(Han ffamado af portad—dice fa madre, Y todos de mortaf angustia tiemhfan; que no es ef peregrino de otros años, que en demanda de pan y aBrigo ffegaj viene en auto ruidoso, con pistofas, ebrio, con. faz de hiena. Y a un Buen padre y a unos cristianos hijos a ampefiones se ffevan, ahogando en burfas cínicas : de una dé BUmujer fa horrihfe pena. • • • Envueftas quedan en oscuro manto fas caffes madrifeñas. Ronda ef terror, ef crimen, fa fujuria, y af fivido cfaror de fas estreffas, affá, sobre ios Bordes de frías carreteras, ya están en paz de Dios ios que cayeron en esta fría y roja NocheBuena. DOMINGO MELERO BOLDCfVA Madrid - 21 diciembre - 1936. 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