Narrativas en el arte contemporáneo internacional Sus bocas eran los vínculos aglutinantes de esa sociedad a la que la lucha por la supervivencia había obligado a resquebrajarse y desperdigarse a los cuatro vientos.1 Prólogo Los habladores es un título ambiguo para una muestra de arte, pero rico en posibilidades: se remonta a dos referentes claves de la narrativa contemporánea, como han sido Walter Benjamin, para la crítica y teoría literaria, y Mario Vargas Llosa, reconocido por sus novelas de innovadoras formas y por reflexionar constantemente sobre la importancia de la ficción en la existencia humana. El ensayo titulado El narrador, del primero, y la novela El hablador, del segundo —que, dicho sea de paso, comparten el nombre en su traducción al inglés y dan origen al título original de esta exposición—2 propulsan un debate interno en el que artistas contemporáneos reinterpretan, reelaboran y deconstruyen textos literarios de resonancia global poniendo en juego diversas narrativas, lenguajes, soportes y el acto mismo de leer. Originalmente inspirada por el interés personal de la curadora3 en la literatura latinoamericana y su “particular tradición narrativa” —en alusión a autores como Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, João Guimarães Rosa y Octavio Paz, por nombrar algunos—, abarca un amplio panorama de la literatura y la poesía, donde también figuran autores como James Joyce, Arthur Rimbaud, Pablo Neruda, Italo Calvino, Virginia Woolf y William Blake, entre otros. Los artistas participantes, mayoritariamente latinoamericanos, no solo traducen las historias de autores legendarios, pero vigentes en impresionantes obras de arte, sino que al hacerlo yuxtaponen y entretejen su plástica con estas, empleando ricos simbolismos, formas narrativas novedosas, y propuestas espaciales y temporales que a la larga las reinterpretan y presentan bajo múltiples perspectivas, permitiendo que la muestra sea leída en diversos niveles de complejidad. 1 2 3 Vargas Llosa, Mario, El hablador (Seix Barral: 1987, p. 159). Ambas obras llevan por título The storyteller en sus respectivas versiones en inglés. La exposición fue organizada por el Museo Stenersen, de Oslo, Noruega, y fue curada por Selena Wendt en colaboración con Gerardo Mosquera. ¿Habladores o narradores? Guía de estudio N° Porque hablar como habla un hablador es haber llegado a sentir y vivir lo más íntimo de esa cultura, haber calado en sus entresijos, llegado al tuétano de su historia y su mitología, somatizado sus tabúes, reflejos, apetitos y terrores ancestrales.4 133 La narración que el enfermo le hace al médico al principio de su tratamiento puede convertirse en el inicio del proceso de su curación. Surge así la cuestión de si la narración no formará el clima y la condición más favorable para producir la curación.5 Tanto Benjamín como Vargas Llosa replantean en sus textos, no sin cierta nostalgia, el valor que tiene la figura del narrador en la cultura literaria. El de Benjamin tiene un tono casi pesimista, como una elegía por la figura del narrador que encarna y transmite la tradición oral, amenazada por el auge de la novela en el advenimiento de la modernidad. Vargas Llosa, por otro lado, y quizás con una nota más alegre, presenta los dilemas y cuestionamientos que un escritor (personaje autobiográfico llamado también Mario) se hace al conocer acerca e ir tras las huellas del evanescente hablador de la etnia machiguenga, en la Amazonía peruana. Para Vargas Llosa, contar historias (e inventarlas) es un pasatiempo que nació y creció a la par con el lenguaje, actividad que enriquecía la miserable vida de los primeros hombres, que se debatían constantemente al filo de la subsistencia. Esas historias fueron las semillas de los diversos sistemas filosóficos, religiones, y formas literarias que hoy reconocemos. Este paliativo contra la adversidad del propio hábitat, descubrirían pronto los protohombres, funcionaba como arma de doble filo, y entre ficción y ficción, dice Vargas Llosa, terminaría humanizándonos al transmitir historias que ordenaban la realidad y les daban sentido a la vida y a la muerte, haciendo a las personas más inquietas y temerarias, y llevando a través de la palabra a “humanizar el acto físico del amor, que poco a poco se volvió ceremonia, teatro, aventura y acto creativo”.6 En un estilo muy diferente al de las novelas que lo han hecho un escritor contemporáneo de talla internacional (un lenguaje coloquial enredado, flujos de conciencia, tiempos entrelazados), 4 Vargas Llosa, ibid., p. 420. 5 Benjamin, Walter, “Imágenes que piensan”, en Obras, IV, I (Abada: 2001, pp. 380-381). 6 Vargas Llosa, Mario, “Telling Stories”, 2004. En Wendt, Selena (ed.), The Storytellers – Narratives in international contemporary art (Skira: 2013, p. 102). Mónica Bengoa. Wildblumen: Bienen-Ragwurz (Ophrys apifera) und Schachblume (Fritillaria meleagris) o Algunas consideraciones sobre flores silvestres: Orquídea abeja (Ophrys Apifera) y Flor tablero de damas (Fritillaria meleagris). 2011 Vargas Llosa presenta en El hablador dos formas narrativas claramente diferenciadas, intentando ahondar en su propio proceso creativo y en la pregunta por el papel de la ficción en nuestra existencia: en el libro se van intercalando prolijamente la autobiografía del cronista —analítica, testimonial, explicativa e inquisidora— y el discurrir atemporal del nómada contador de historias —el hablador— que ingenuamente difunde, no una visión personal, sino la de todo su pueblo, con un lenguaje mítico y simbólico. alguna, pues la memoria de la forma narrada pervive en los que la escuchan. Por otra parte, Benjamin afirma que “perder la figura del narrador es como si nos quitaran la más segura de nuestra posesiones: la habilidad de intercambiar experiencias”. El cambio en la concepción de la muerte, luego de la Primera Guerra, implicó un cambio en la concepción de la eternidad, que a su vez empobreció la experiencia comunicativa y diezmó la estirpe de contadores de historias tradicionales. La era de la novela traería el aislamiento, tanto para el que la escribe como para el que la lee, y en esa búsqueda de sentido que encarna la novela, expone Benjamin, no hay más que la perplejidad del solitario lector que se observa viviendo las situaciones del protagonista, mientras que todo aquel que “escucha” una historia está en compañía del narrador. La levedad con que se mueven los grandes narradores, fluyendo por los peldaños de la vida, es la imagen de la experiencia colectiva a la cual, aun el más profundo impacto sobre el individuo, la muerte, no provoca limitación Como explica Gerardo Mosquera en su ensayo,8 los artistas aquí presentes no intentan ilustrar las obras literarias citadas. Más bien, a través de sus interpretaciones cuestionan y replantean los mecanismos mismos de la narrativa, en lo que él llama una desnarración. En la etapa en que el arte empieza a versar sobre sí mismo y sus mecanismos internos, con el auge del conceptualismo posterior a Dadá y al arte pop, el arte deja de ser representativo y de contar historias, y se vuelca a otros intereses. “Desnarraciones” … saber que las palabras son sólo palabras, y los espectáculos sólo espectáculos, nos puede servir para entender mejor cómo palabras, historias y performances pueden ayudarnos a cambiar algo en el mundo en el que vivimos.7 El estudio del rol y el funcionamiento de la narrativa se pueden rastrear desde la República de Platón y la Poética de Aristóteles, y no solo en la teoría literaria, sino en ramas como la filosofía, la lingüística, las ciencias sociales y la 7 Rancière, Jacques, El espectador emancipado (Ellago Ediciones: 2010, p. 27). 8 Mosquera, Gerardo, “Denarrations, Unbindings”, en The Storytellers, pp. 104-110. Elida Tessler. Dubling, 2010 Los habladores: narrativas en el arte contemporáneo internacional Los habladores Mayo - Julio de 2013 Casa Republicana Biblioteca Luis Ángel Arango Valeska Soares. Love Stories V (Historias de amor V), 2008 psicología, hasta las prácticas contemporáneas del arte, en las que recientemente, y sobre todo por las teorías posestructuralistas, ha ganado terreno. Resulta iluminador el crítico literario y filósofo Mijail Bajtín, quien propuso el método dialógico, o diálogo intertextual, para estudiar la producción cultural y semiótica: cada obra asimila a las que le precedieron, actualizándolas e informándolas desde un nuevo enfoque, y la comprensión de esa obra está mediada por las contingencias tanto del trasfondo cultural de la obra como de la experiencia misma de ella, con lo cual se abre un entramado de sentidos posibles en oposición a un monólogo impositivo. Aquí, tanto artistas como público hacen las veces del espectador emancipado de Rancière:9 ellos son los narradores sensoriales, espaciales y mentales de esta exposición, inmersos en una red (dialógica, intertextual) de alusiones, metáforas y referencias, donde artistas como Ernesto Neto, Rosana Ricalde, Marilá Dardot o Monika Bravo construyen alegorías físicas y visuales a partir de Borges y Calvino; los estantes saturados de libros de Ryan Brown y Valeska Soares permiten leer en entrelíneas lo que una colección de libros nos puede decir sobre su dueño o sobre el objeto-libro mismo, haciendo 9 Jacques Rancière propone en su conferencia una comunidad emancipada de artistas que funcione como narradores y traductores independientes que sean, como el hablador en la novela de Vargas Llosa, intérpretes activos que se apropian de cada historia para volver a contarla desde su experiencia. Monika Bravo. Landscape of Belief. 2012 un guiño a Benjamin;10 los viajes y experiencias de Sergio Vega, Elida Tessler y Georges Adéagbo son condensados en imágenes, historias y mementos vinculados a la literatura que los motivó, haciendo eco en Joyce, Dante, la Torá y Marco Polo; obras como las de William Córdova, Milena Bonilla, Alfredo Jaar, Cristina Lucas o Liliana Angulo salen a nuestro encuentro desde la historia y su legado actual para insistir en profundos cuestionamientos políticos, partiendo de El capital de Marx, La historia de la esclavitud de William Blake, los ensayos de Octavio Paz e incluso la música popular; y películas como las de William Kentridge, la de Lobato y Guimarães, los videos de Nina Yuen o la instalación de Eder Santos van desde la poesía visual hasta la parodia, y en el caso del colectivo Young hae-Chang Heavy Industries, una especie de ultratexto digital, no sin cruzarse con figuras como Rimbaud, Méliès, Orwell o las historias de Disney. Epílogo … casi nada de cuanto nos sucede beneficia a la narración; casi todo es informativo. La mitad del arte de narrar consiste en liberar de explicaciones alguna historia al reproducirla.11 10 Cf. Benjamin, Walter, “Desempacando mi biblioteca” en Iluminaciones IV (Taurus, 1999). 11 Benjamin, Walter, “Imágenes que piensan”, en Obras, IV, I, pp. 387-388. Desde el auge de la prensa y la novela —y con mayor razón en estos tiempos de revolución digital de la palabra y el texto—, la mirada sobre la literatura y los lenguajes que han informado e inspirado la experiencia de estos artistas, sobre el libro mismo —tradicional vehículo transhistórico y geográfico de las ideas— y sobre las maneras de acumular este preciado objeto en colecciones, librerías y bibliotecas (reales o imaginadas, físicas o virtuales) que se erigen en monumentos de la lucha humana por sobrepasar la subsistencia y traer sentido a su existir, todo libro es un ejercicio de trascendencia, y toda deconstrucción es también una autodeconstrucción, afirma Mosquera en su texto. Así, el entramado intertextual postulado por Bajtín, y hoy hecho realidad y exacerbado al límite en la era digital, les otorgan una especial vigencia a las obras aquí reunidas. Bibliografía BENJAMIN, Walter, Obras, IV (Madrid: Abada Editores, 2007). , Iluminaciones (Madrid: Taurus, 1998) RANCIÈRE, Jacques, El espectador emancipado (Buenos Aires: Bordes/Manantial, 2010) VARGAS LLOSA, Mario, El hablador (Barcelona: Seix Barral, 1987). WENDT, Selena (ed.), The Storytellers (Oslo: Stenersen Museum, 2012). Texto: Alejandro Weyler, Grupo de Guías, Biblioteca Luis Ángel Arango Curaduría: Selene Wendt en colaboración con Gerardo Mosquera organizan: apoyan: