Exigimos reanudación de los diálogos de paz y cese bilateral del fuego Declaración del Colectivo de Colombianos-as Refugiados-as en Asturias “Luciano Romero Molina”. Exigimos reanudación de los diálogos de paz y cese bilateral del fuego Colectivo de Colombianos-as Refugiados-as en Asturias “Luciano Romero Molina”. Como parte de un pueblo cansado de la guerra y que aspira a la paz con justicia social, nos preocupa que el gobierno colombiano haya suspendido las conversaciones con la guerrilla de la FARC-EP en La Habana, después de afirmarse en medios oficiales que un general del ejército cayó en manos de la insurgencia. Por ahora sólo conocemos el punto de vista del gobierno, pero aquello es una guerra entre dos partes. ¿Qué dice la guerrilla al respecto? Miles de colombianos-as pedimos desde el inicio de los diálogos que las conversaciones se adelantaran en medio de un cese bilateral del fuego para evitar sabotajes como éste, pero el gobierno se negó rotundo con la prepotencia que le insuflan los asesores militares yanquis. Si lo decido es que se dialogaba en medio de los combates ¿cabe levantarse de la mesa cuando la otra parte golpea? Cuando eres parte de un conflicto armado y caes en manos del enemigo ¿estás secuestrado o eres en realidad prisionero de guerra? El gobierno y sus medios de comunicación manipulan hasta el lenguaje. Las FARC han recibido muchos golpes en medio de las conversaciones y siguen en la mesa de diálogos. Desde el inicio y en las circunstancias más duras han demostrado su compromiso con la búsqueda de la paz dialogada. Mientras se exploraban vías de solución política el Presidente Juan Manuel Santos ordenó asesinar a su interlocutor, el comandante guerrillero Alfonso Cano. Lo bombardearon mientras dormía al borde de la selva. Militares y paramilitares a diario y por todo el país hostigan y atacan a guerrilleros y a milicianos, también y sobre todo a la población civil, como lo constató en el terreno la X Delegación Asturiano-Irlandesa de verificación del estado de los Derechos Humanos realizada en marzo de este año. ¿Qué buscaba el General Alzate Mora con sus 30 años de experiencia en combate, con amplia formación contrainsurgente en los EUA y conocedor de las selvas del Chocó, violando todos los protocolos de seguridad y las recomendaciones de inteligencia militar, metiéndose solo y de civil en un territorio que sabía era hostil? Esto suena a acción premeditada del General, a montaje de los poderosos enemigos de los diálogos entre los que está el expresidente Alvaro Uribe Vélez y su entorno de narcotraficantes, paramilitares y multinacionales, los monopolios de los medios masivos de comunicación, el Procurador General, el vociferante ministro de Defensa colombiano y la mano siniestra de los agentes de la CIA y del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Mientras se aclara este incidente es de esperar que nuevos sabotajes entorpezcan unas conversaciones que son la única salida deseable para una guerra de sesenta años, pues las guerrillas, a pesar del costoso despliegue tecnológico- militar criollo e imperial en la última década, están lejos de ser derrotadas. Denunciamos el sabotaje de los diálogos de la paz por parte de la extrema derecha colombiana y del poderoso aparato industrial y militar de los Estados Unidos, que se enriquecen con la continuación de esta guerra. Es urgente bajar la intensidad del conflicto. Es necesario que intervengan los gobiernos de Noruega y Cuba como garantes del proceso. Exigimos de nuevo al gobierno de Colombia que acepte un cese bilateral del fuego hasta que se haya pactado el fin de la guerra. Le exigimos que reanude de inmediato las conversaciones suspendidas con las FARC-EP en La Habana y que las abra con las insurgencias del ELN y el EPL. Colectivo de Colombianos-as Refugiados-as en Asturias “Luciano Romero Molina”. Javier Orozco Peñaranda, Misael Portuguez, Jimmy Ortiz Gutiérrez, Omar Fabián Montenegro Pardo , Luis Plaza Vélez, Félix Barrios García . Xixón-Asturies, 18 de noviembre/14 No hay diferencia entre narco, burguesía y élites Ayotzinapa: No es el crimen organizado, es crimen de Estado. Raúl Zibechi. La Jornada Propongo que dejemos de hablar de narco (narcotráfico o tráfico de drogas) como si fuera un negocio distinto a otros que realizan las clases dominantes. Atribuir los crímenes a los narcos contribuye a despolitizar el debate y desviar el núcleo central que revelan los terribles hechos: la alianza entre la élite económica y el poder militar-estatal para aplastar las resistencias populares. Lo que llamamos narco es parte de la élite y, como ella, no puede sino tener lazos estrechos con los estados. La historia suele ayudar a echar luz sobre los hechos actuales. La piratería, como práctica de saqueo y bandolerismo en el mar, jugó un papel importante en la transición hegemónica, debilitando a España, potencia colonial decadente, por parte de las potencias emergentes Francia e Inglaterra. La única diferencia entre piratas y corsarios es que éstos recibían patentes de corso, firmadas por monarcas, que legalizaban su actuación delictiva cuando la realizaban contra barcos y poblaciones de naciones enemigas. Las potencias disponían así de armadas adicionales sin los gastos que implicaban y conseguían debilitar a sus enemigos “tercerizando” la guerra. Además, utilizaban los servicios de los corsarios sin pagar costos políticos, como si los destrozos que causaban fueran desbordes fuera del control de las monarquías, cuando en realidad no tenían la menor autonomía de las élites en el poder. La línea que separa lo legal de lo ilegal es tenue y variable. Encuentro varias razones para dejar de considerar a los narcos como algo diferente de la burguesía y del Estado. La primera, es histórica. Es bien conocido el caso de Lucky Luciano, jefe de la Cosa Nostra preso en Estados Unidos. Cuando las tropas estadounidenses desembarcaron en Sicilia, en 1943, para combatir al régimen de Mussolini, contaron con el apoyo activo de la mafia. El gobierno de Estados Unidos había llegado a un acuerdo con Luciano, por el cual éste movilizó a sus partidarios a favor de los aliados a cambio de su posterior deportación a Italia, donde vivió el resto de su vida organizando sus negocios ilegales. Los mafiosos eran, además, fervientes anticomunistas, por lo que fueron usados en el combate a las fuerzas de izquierda en el mundo y como fuerza de choque contra los sindicatos estadounidenses. En segundo lugar, la superpotencia utilizó el negocio de las drogas en su intervención militar en el sureste de Asia, en particular en la guerra contra Vietnam. Pero también a escala local, en el mismo periodo, para destruir al movimiento revolucionario Panteras Negras. En ambos casos la CIA jugó un papel destacado. Sobre estos dos primeros puntos hay decenas de publicaciones, lo que hace innecesario entrar en detalles. En tercer lugar, Colombia ha sido el principal banco de pruebas en el uso de las bandas criminales contra las organizaciones revolucionarias y los sectores populares. Un informe de Americas Watch de 1990 establece que el cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, atacaba sistemáticamente a líderes sindicales, profesores, periodistas, defensores de los derechos humanos y políticos de izquierda, particularmente de la Unión Patriótica (Americas Watch, La guerra contra las drogas en Colombia, 1990, p. 22). A renglón seguido destaca que los narcotraficantes se han convertido en grandes terratenientes y, como tal, han comenzado a compartir la política de derecha de los terratenientes tradicionales y a dirigir algunos de los más notorios grupos paramilitares. Este es el punto clave: la confluencia de intereses entre dos sectores que buscan enriquecerse y mantener cuotas de poder, o adquirir más poder, a costa de los campesinos, los sectores populares y las izquierdas. Todo indica que la experiencia colombiana –en modo particular, la alianza de los narcos y los demás sectores de las clases dominantes– está siendo replicada en otros países como México y Guatemala, y está disponible para aplicarla donde las élites globales lo crean necesario. De más está decir que esto no podía hacerse sin el concurso de la agencia antidrogas estadounidense, así como de sus fuerzas armadas. En cuarto lugar, hace falta comprender que el negocio de las drogas forma parte de la acumulación por desposesión, tanto en su forma como en su contenido. Funciona como una empresa capitalista, como una actividad económica racional, como concluye el libro Cocaína & Co., de los sociólogos colombianos Ciro Krauthausen y Luis Fernando Sarmiento (Tercer Mundo Ediciones, 1991). Tiene algunas diferencias con los demás negocios capitalistas, sólo por tratarse de una actividad ilegal. La violencia criminal, considerada a veces como demencial, es el argumento que suelen utilizar los medios y las autoridades para enfatizar los aspectos especiales del negocio de las drogas. Es tan falso como lo sería atribuir un carácter criminal al cultivo y comercialización de bananas porque en diciembre de 1928 fueron asesinados mil 800 huelguistas que trabajaban en la United Fruit Company en la Ciénaga de Santa Marta, norte colombiano. Algo similar podría atribuirse al negocio minero o al petrolero, manchados de sangre en todo el mundo. El negocio de las drogas está en sintonía con la financierización de la economía global, con la cual confluye a través de los circuitos bancarios donde se lavan sus activos. Es bueno recordar que durante la crisis de 2008 el dinero del narco mantuvo la fluidez del sistema financiero, sin cuyos aportes hubiera padecido un cuello de botella que habría paralizado buena parte de la banca. Por último, eso que mal llamamos narco tiene exactamente los mismos intereses que el sector más concentrado de la burguesía, con la que se mimetiza, que consiste en destruir el tejido social, para hacer imposible e inviable la organización popular. Nada peor que seguir a los medios que presentan a los narcos como forajidos irracionales. Tienen una estrategia, de clase, la misma a la que pertenecen. www.jornada.unam.mx/2014/11/14/index.php?section=opinion&article=027a2pol 14 y 15 Payares. Xixón Antiguo Instituto ALCUENTRU DE MUYERES POLA DEFENSA DE LA ALIMENTACIÓN Entama: Soldepaz-Pachakuti Programa http://www.pachakuti.org/textos/sensibilizacion/muyeres-alimenten/alc14-programa.html Inscripciones soldepaz.pachakuti@pachakuti.org http://www.pachakuti.org/textos/sensibilizacion/muyeres-alimenten/alc14-programa.html Burkina Faso, el futuro incierto Si se mira desde un avión, mientras se sobrevuela Burkina Faso, se pueden ver grandes extensiones de techos de hojalata, el horno inmenso en el que se hacinan los pobres. Ante esa visión desgarradora, las palabras de Thomas Sankara fueron una bocanada de esperanza: “Mi sueño es sacarlos de ahí. Si mi pueblo no puede vivir dignamente, no hay revolución. La revolución no es una palabra, es acción” Antonio Lozano Autor del libro: El caso Sankara (2006) Hace unos días, miles de manifestantes invadieron el Parlamento de Burkina Faso, impidiendo así la celebración de una votación que pretendía, por tercera vez desde la proclamación como presidente de Blaise Compaoré, modificar el artículo 37 de la Constitución con el fin de permitirle a éste mantenerse en el poder que llevaba ejerciendo desde hace 27 años. Aunque en principio el Presidente había anunciado la celebración de un referéndum, la reacción del pueblo de Burkina frente a sus pretensiones le hizo desistir de la fórmula plebiscitaria para refugiarse en la votación parlamentaria que le garantizaba el logro de su propósito, dada la amplia mayoría con la que cuenta desde las primeras elecciones, de dudosísima legitimidad aquellas y todas las celebradas posteriormente. El éxito de la rebelión ciudadana y la posterior intromisión del ejército en la vida política del país han creado una situación de confusión que hace difícil saber cuál será el resultado final de las movilizaciones populares. En cualquier caso, para dilucidar el enigma habría que tener en cuenta diversos elementos fundamentales vinculados a la situación actual del país: LOS MOVIMIENTOS CIUDADANOS En primer lugar es de destacar que la rebelión popular que ha obligado a Compaoré no solo a abandonar el poder sino a huir del país no ha sido una reacción espontánea del pueblo burkinabé. Por el contrario se trata de un movimiento ciudadano puesto en marcha hace más de un año por dos músicos, el rapero Smockey y el cantante de reggae Sams K le Jah, con el nombre de Le balai citoyen (La escoba ciudadana) con el fin de barrer del poder a Blaise Compaoré y denunciar la mala gobernanza del país. También han intervenido otras iniciativas ciudadanas, como los comités anti referéndum y algunos partidos políticos de la oposición. La presencia de ambos músicos en la escena política de Burkina no es nueva: ya en la celebración del XX aniversario del asesinato de Sankara, hace 7 años, Sams K Le Jah, que participó activamente en las celebraciones, sufrió la presión del gobierno en su contra y vio cómo le despedían como presentador de un programa en una emisora de radio nacional y le quemaban el coche para disuadirlo de seguir adelante con el programa de actos, que finalmente fue un éxito absoluto, con la participación de decenas de miles de personas en todo el país. Desde que Blaise anunciara su intención de perpetuarse en el poder, Le balai citoyen multiplicó sus actos de protesta, hasta llegar a los días previos a la votación parlamentaria, donde cientos de miles de ciudadanos —un millón según algunas fuentes— salieron a la calle para acabar expulsando del poder a Blaise Compaoré, algo que pilló desprevenidos a todos, empezando por el propio Presidente. La fuerza de Le balai citoyen y de los movimientos ciudadanos es pues importante y su disposición a seguir la lucha hasta lograr la instauración de la democracia tendrá que ser muy tenida en cuenta en lo que suceda a partir de ahora en el país. LA REACCIÓN MILITAR Nada más consumarse la expulsión del poder de Compaoré, las Fuerzas Armadas entraron en acción. En primer lugar fue el general Honoré Traoré quien se autoproclamó responsable de la transición del país hacia la democracia, dando un plazo de doce meses para la celebración de elecciones, pero inmediatamente su nombre fue sustituido por el del teniente-coronel Isaac Zida. Todo ello da muestras de la división interna del ejército, pero también de su intención de hacerse con el poder aprovechando el vacío dejado por la huida de Compaoré. Las primeras reuniones de los responsables militares con representantes de Le balai citoyeny la petición de estos de que las fuerzas armadas asumieran su responsabilidad desató las críticas hacia el movimiento de los principales partidos de la oposición, evidentemente celosos del protagonismo de un movimiento que se escapa a su control. Sin embargo, los portavoces de Le balai citoyen dejaron claro en reciente rueda de prensa que se refería no a que el ejército asumiera el poder sino a que no reprimiera en la calle las protestas ciudadanas y se pusiera del lado de los manifestantes. En cualquier caso, tantoLe balai citoyen como los comités anti referéndum y la oposición reclama a los militares que vuelvan a sus cuarteles y que dejen el proceso de transición en manos de representantes de la sociedad civil. Está por ver quién ganará un pulso en el que los militares no parecen dispuestos a ceder. EL REGRESO DEL SANKARISMO Compaoré llegó al poder el mismo día que hizo asesinar a su compañero de armas y amigo íntimo, el Presidente Thomas Sankara, el 15 de octubre de 1987. Sankara, a lo largo de sus cuatro años como Presidente del país, había llevado a cabo profundas transformaciones políticas, económicas y sociales, eliminando el derroche y la corrupción y obteniendo logros impensables en el contexto africano de aquellos años en el campo de la economía endógena, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la sanidad, de la educación, de la cultura y en general en todos los ámbitos de la acción política. El sankarismo se había convertido en el máximo referente político en el continente africano para todos los pueblos que aspiraban a la transformación de sus sociedades, la expulsión de los dictadores corruptos impuestos por las antiguas metrópolis y la independencia absoluta de éstas. Mantuvo además un discurso panafricanista que defendía, entre otras medidas, el impago de la deuda, por concebirla como instrumento perverso para perpetuar la dominación del continente africano por parte de las antiguas metrópolis. Eso era mucho más de lo que podía permitir Francia, que urdió, con la probable participación de la CIA y de países del entorno fieles al Eliseo (Costa de Marfil y Togo), la trama que acabó con la vida de Sankara y aupó al poder a Compaoré, quien desató una represión sangrienta en los meses que siguieron. Ese referente sigue vivo hoy y ha sido el motor del movimiento popular que ha expulsado del poder al asesino de Sankara. El regreso del sankarismo en el nuevo Burkina Faso sería una excelente noticia, pero la división entre los partidos políticos sankaristas y la ausencia de un líder carismático que los aglutine puede ser un serio inconveniente. LOS INTERESES DE FRANCIA EN LA REGIÓN Blaise Compaoré era el gran amigo de Francia en África Occidental. En un arranque de sinceridad, Hollande confirmó hace unos días que su gobierno había colaborado en su salida del país. La antigua metrópoli se queda sin su mejor aliado, a quien propuso que renunciara a la reelección a cambio de un cargo internacional, lo que Compaoré rechazó. Tras el asesinato de Sankara, Francia reconoció de inmediato al nuevo Jefe de Estado y lo recibió con todos los honores, en varias ocasiones, en el Eliseo, a pesar de su responsabilidad en la represión post Sankara, el asesinato de opositores como el periodista Norbert Zongo en 1998 —cuando investigaba los desmanes del hermano del presidente, François Compaoré—, la participación en las guerras civiles de Sierra Leona y Liberia —su nombre aparece varias veces durante el juicio a Charles Taylor en La Haya—, su enriquecimiento desmedido a costa de las arcas del estado burkinabé, entre otros. Francia puso en marcha una operación cosmética a favor del dictador electo gracias a su apoyo en la financiación de la campaña electoral y la manipulación de los sucesivos procesos electorales (los porcentajes de votos a favor superiores al 80% hablan por sí solos), presentándolo como el gran mediador de conflictos en África Occidental y atreviéndose a un intento de presentar su candidatura al Nobel de la Paz en 2012. París convirtió el país en su principal base estratégica en la región, desde la cual “dirige la lucha contra el terrorismo islámico”, una operación encargada de disimular las verdaderas razones de su presencia en la zona: el control de la producción de uranio de Níger, que alimenta su programa de energía nuclear, el mantenimiento de su presencia en la vecina Mali, donde grandes yacimientos de petróleo, uranio y oro esperan a ser explotados, y en general el control militar y político de lo que sucede en una región estratégica para sus intereses. Francia, por lo tanto, no está dispuesta a que el futuro de Burkina Faso se diseñe sin su visto bueno. LA IMPUNIDAD DE COMPAORÉ Ni la oposición ni los movimientos ciudadanos están dispuesto a que los crímenes de Compaoré queden impunes, empezando por el asesinato de Thomas Sankara. En 2006, el Colectivo Jurídico Internacional Justicia para Sankara (CJIS) consiguió que el Comité de los Derechos Humanos de la ONU se pronunciara contra el gobierno de Burkina Faso, obligándolo entre otras cosas a la publicación de la resolución en los medios públicos del país (la única orden que acataron, haciéndola aparecer en la web gubernamental), la indemnización a la familia Sankara (que esta rechazó) y la rectificación del acta de defunción del presidente asesinado, que recoge como causa de su fallecimiento la muerte natural, lo que ha permitido hasta ahora que los jueces —en un sistema judicial absolutamente controlado por el ejecutivo— rechace reiteradamente las demandas presentadas por Mariam Sankara y sus hijos. Un par de años más tarde, a pesar de no haber acatado las órdenes que emanaban de su resolución, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU cedió a la incesante presión de Francia y EEUU y se dio por satisfecha, cerrando así el caso, con las inexistentes actuaciones del gobierno Compaoré. Pero son muchos más los cargos a los que debería responder el ex Presidente, desde el asesinato de Zongo y otros muchos, su enriquecimiento ilícito y su participación en las guerras de Sierra Leona y Liberia en apoyo a los señores de la guerra que asolaron ambos países. Si el ejército burkinabé y Francia facilitaron la huída del dictador antes de que fuera arrestado por la población —tuvo que cambiar sus planes cuando se dirigía hacia Po por carretera para escapar a Togo al saber que la población se había movilizado para detenerlo, y tomar un helicóptero enviado con urgencia por el presidente marfileño Alassane Ouattara, a petición de François Hollande—. La lucha contra la impunidad de Compaoré será otro caballo de batalla en el tablero en que se juega la partida del futuro del país. LA MISERIA Burkina Faso es el cuarto país más pobre del mundo. Ese dato contrasta con el enriquecimiento ilícito de Compaoré y su entorno, con el visto bueno de Francia, cuya estrategia post colonial se ha basado siempre en instalar líderes corruptos a cambio de la sumisión a sus dictados. En este sentido, Compaoré fue un alumno privilegiado y obediente. El gran problema del país es la supervivencia de su población. Sankara había afrontado el reto con éxito, generando una economía de autoconsumo y una reforma agraria —que, en palabras del ex relator de la ONU para el derecho a la alimentación, el suizo Jean Ziegler, constituyó un hito en la región al convertirse en el único país capaz de autoabastecerse en cereales—, la eliminación de la corrupción y otras rémoras como el nepotismo (los miembros directos de su familia y las de los ministros tenían prohibido acceder a cargos de relevancia en la administración), la inversión en educación y sanidad, entre otras muchas medidas. El desmantelamiento, por parte de Compaoré, de las estructuras y proyectos puestos en marcha por el gobierno sankarista devolvió a Burkina Faso a la situación de pobreza endémica que padecía antes del acceso a la presidencia de Thomas sankara, situación que aún perdura tras sus 27 años de gobierno. El regreso de la democracia deberá estar íntimamente vinculado al desarrollo del país y a la mejora de las condiciones de vida de la población, así como a la lucha contra la corrupción y la creación de instituciones democráticas sólidas y eficientes, o estará condenado al fracaso. Estos son algunos de los elementos que entrarán en juego en el complejo camino de Burkina Faso hacia la restauración de la democracia. A su favor tiene el hecho de que la sociedad civil, asociaciones ciudadanas y ciertos partidos políticos hayan tomado las riendas del destino de un país que parecía condenado al sometimiento eterno a un régimen corrupto y represor, expulsando al Presidente, algo que nadie podría haber imaginado —empezando por el propio Compaoré— hasta el momento mismo en que ocurrió. También a su favor, la formidable herencia del sankarismo, el paso por una experiencia política que durante cuatro años devolvió a los ciudadanos la dignidad perdida y la convicción de que su destino estaba en sus propias manos y cuyo recuerdo pervive en el recuerdo de la población. Si esto ya ocurrió entre 1983 y 1987, ¿por qué no puede hacerlo de nuevo hoy?, se preguntan muchos burkinabeses. En su contra, el intento de los militares de hacerse con el control del país —queda por ver si de manera transitoria o no—, los políticos afines a Compaoré que seguirán al acecho de una nueva oportunidad y la poderosa e imborrable sombra de Francia, que planea sobre tantos pueblos africanos. Y, evidentemente, la miseria, la dificilísima situación económica y social que 27 años de gobierno de Compaoré ha dejado como legado. Mientras tanto, toda África dirige su mirada hacia Burkina Faso, cuyo valeroso pueblo ha logrado expulsar del poder nada más y nada menos que al Presidente del país, discípulo predilecto de París. Tal como ocurrió durante los años de Sankara, el resto del continente mira con envidia y admiración al pueblo burkinabé Mensaje de Mariam Sankara Cae Blaise Campaoré que llegó al poder el 15 de octubre de 1987, en un golpe de Estado en el que se asesinó a sangre fría al popular presidente anterior, Thomas Sankara, y a otros doce de sus partidarios. Es una verdadera alegría lo que ha logrado el valiente pueblo burkinabé: las mujeres, la juventud, las organizaciones de la sociedad civil, los partidos de la oposición, así como gran parte del ejército republicano, respetuosa del pueblo. La alegría de ver expulsado del poder a aquel que creía que Burkina le pertenecía eternamente. Al referirse a la revolución del 4 de agosto, la juventud burkinabé ha rehabilitado al Presidente Thomas Sankara. Estoy orgullosa de vosotros, de vuestro espíritu de lucha. Os felicito. Quiero agradecer a todos aquellos y aquellas que han contribuido, de cerca o de lejos, a evitar el caos político en el que Compaoré y sus amigos querían sumir Burkina. Compaoré y sus secuaces han vuelto a sembrar el luto en el pueblo. Comparto el dolor de las familias afectadas y les envío mis condolencias sinceras. Deseo pronta recuperación a los numerosos heridos. Por otra parte, animo a estas familias a acudir a la justicia nacional e internacional para que Blaise Compaoré responda de sus crímenes. La imagen de mediador de la región de la que se había disfrazado no debe disculparle de ninguna manera. Incluso en el 2012, acarició la idea de ganar el Premio Nobel de la Paz, como si olvidara los crímenes perpetrados desde 1987. Ese señor que era solicitado como mediador en los conflictos era en realidad el mismo que los fomentaba. Países como Angola, Liberia, Sierra Leona, Guinea, Mali y Costa de Marfil, donde se ha refugiado, han sufrido sus maniobras de desestabilización. No, no debe pasar días plácidos en Yamoussoukro. Debe responder de sus actos y de sus asesinatos. Debemos mantener la movilización hasta la victoria final que consistirá en la organización de elecciones libres, justas y transparentes. Mientras tanto, me uno a la idea de que la gestión de la transición debe quedar en manos de civiles, para que el carácter democrático de nuestra lucha sea respetado. Esta victoria no sólo es esperada por el pueblo burkinabé, viendo los mensajes y testimonios que recibo del mundo entero. Ahora nos toca ser dignos de esta victoria, ahora nos toca demostrar que Blaise Compaoré no es indispensable. Para que nada vuelva a ser como antes, les corresponde a las fuerzas del cambio de permanecer unidas y vigilantes, de preparar una alternativa política, económica, social y cultural para el bienestar de los Burkinabé ¡Viva la democracia y Viva Burkina! ¡Patria o Muerte, Venceremos!” Montpellier, el 1 de noviembre del 2014