Domingo II después de Navidad En este domingo, volvemos a dejarnos seducir por el Prólogo de san Juan. La Iglesia continúa contemplando y saboreando el misterio de la Navidad. Dios nos salva amando y dándonos la capacidad de amar. El Hijo de Dios ha plantado su tienda entre nosotros y se queda con nosotros para siempre. «A cuantos le recibieron les da poder para ser hijos de Dios». Cristo viene para realizar este «maravilloso intercambio». Se abaja Él para levantarnos a nosotros. Nos llamamos hijos de Dios y lo somos (1 Jn 3,1). Se hace hombre para divinizarnos, para hacernos ¡partícipes de la naturaleza divina! (2 Pe 1,4). «La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre». La palabra “luz” impregna la liturgia de Navidad. La luz divina irrumpe en el mundo lleno de oscuridad y de problemas sin resolver. La gloria de Dios se apareció a los pastores y “los envolvió con su luz” (Lc 2,9) Luz significa conocimiento, verdad, en contraste con la oscuridad de la mentira y de la ignorancia. La luz nos hace vivir, nos indica el camino. Pero además, en cuanto da calor, la luz significa también amor. Donde hay amor, surge una luz en el mundo; donde hay odio, el mundo queda en la oscuridad. La luz de Belén nunca se ha apagado. Ha iluminado a hombres y mujeres a lo largo de los siglos, "los ha envuelto en su luz". Donde ha brotado la fe en aquel Niño, ha florecido también la caridad: la bondad hacia los demás, la atención solícita a los pobres y los que sufren, la gracia del perdón. “Desde Belén una estela de luz, de amor y de verdad impregna los siglos. Si nos fijamos en los santos -desde san Pablo y san Agustín a san Francisco y santo Domingo, desde san Francisco Javier a santa Teresa de Ávila y a la madre Teresa de Calcuta-, vemos esta corriente de bondad, este camino de luz. Contra la violencia de este mundo Dios opone, en ese Niño, su bondad. Y nos llama a seguir al Niño”.(Cf Benedicto XVI, Hom. Nochebuena) “También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera”.(Papa Francisco, Hom. Nochebuena). Dejemos que se encienda en nuestro corazón la llama de la bondad de Dios; llevemos todos con nuestro amor, la luz al mundo. Somos evangelizadores. No permitamos que esta llama luminosa, encendida en la fe, se apague por las corrientes frías de nuestro tiempo. Custodiémosla fielmente y ofrezcámosla a los demás. FELIZ AÑO NUEVO, EN PAZ Y FRATERNIDAD. + Mañana la Epifanía del Señor. LOS NIÑOS: Regalos, alegría. Que sean felices con los Reyes Magos. DON BOSCO DECÍA: «Es necesario que los jóvenes no solamente sean amados, sino que se den cuenta de que se les ama. No hay mejor «regalo de Reyes» para un niño que encontrarse en la vida con un buen padre, una buena madre o un buen educador.