CARTA ROSH HASHANA 5775 web

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Traducción libre
Baruj Hashem, 6 de Tishrei, 5733
Brooklyn, N.Y.
A los hijos e hijas de Israel
Dondequiera se encuentren
D´s está sobre ellos, y que tengan vida
A continuación de la epístola anterior, en ocasión del nuevo año, donde se destacó el significado especial y la instrucción que hay en Rosh Hashaná…en relación
al calendario del presente año1
deseo detenerme aquí sobre un punto especial adicional con el cual difiere el
presente año y por ende también el Rosh Hashaná de este año – de la mayoría de
los años y de los otros Rosh Hashaná: el Rosh Hashaná del nuevo año constituye el
comienzo de un año sabático de “Shmitá” (el séptimo). Y en consonancia con lo
mencionado en la epístola anterior que Rosh Hashaná constituye la “cabeza” de todo
el año – también este aspecto debe reflejarse en todos los días del año, también en
aquellos días cuando no hay temas ligados al precepto de Shmitá (el trabajo del
campo y similares, como se explica a continuación).
El año de Shmitá, como es sabido, es el “Shabat” de los siete años. En lo que respecta al trabajo2 en especial –tal como el Shabat es el día de descanso, el sagrado de
los días de la semana, así también el año de Shmitá es el año de descanso3 entre los
años, con la diferencia4 de que en Shabat todos los trabajos están prohibidos, mientras que en el séptimo año, sólo lo están las labores vinculadas con el trabajo de la
tierra. Tal como dice el texto bíblico5: “y descansará la tierra un Shabat para Hashem…tu campo no habrás de sembrar y tu viñedo no habrás de podar”.
A pesar de que en muchos aspectos las indicaciones para el séptimo día son similares a las del séptimo año- sin embargo existe una diferencia en relación a las ideas
fundamentales destacadas por ellos.
El Shabat enfatiza principalmente que el Altísimo es el Creador del mundo
(“puesto6 que en seis días hizo Hashem a los Cielos y a la Tierra”), mientras que el
año de Shmitá subraya fundamentalmente que el Altísimo es ahora y permanentemente- el Amo del mundo. Las acciones del hombre (en el año de Shmitá) deben
mostrar que “no7 hay nada adjudicado a su dominio, sino que todo está bajo la potestad del Amo de todo8”.
En el séptimo año el dueño del campo cesaba de serlo, de acuerdo al mandato
de la Torá:
“Y9 será el Shabat de la tierra para ustedes para comerla, para tí, para tu siervo y
tu sierva….” y tal como Rashi lo explica: “no los He prohibido ni para comer ni para
derivar de ellas provecho, sino que no te conduzcas con ellas como dueño de casa,
sino que en ella todos habrán de ser iguales”.
En otras palabras: el séptimo año expresa la perspectiva de que a pesar de que
el Creador entregó la Tierra a los hombres, para consumir y tener provecho, deben
recordar que el verdadero dueño, en todo momento, es el Altísimo, como dice el
texto: “De10 Hashem es la Tierra y todo lo que contiene, el mundo y los que en él residen”. Para enfatizar y fortalecer este principio en todos los tiempos, de manera
que sea palpable en la vida cotidiana, el Altísimo fijó al séptimo año como un año
“sabático”, cuando cesan durante todo un año todas las labores del campo y del viñedo, y sus dueños dejan de ser dueños, y se manejan en la misma medida que sus
esclavos y esclavas, etc. Como lo expresa el Midrash11:“su campo no posee dueño, y
sus árboles no poseen dueño, y los cercos están abiertos, y ve cómo sus frutas son
consumidas” – y lo acepta. Con ello, el judío da testimonio que el verdadero dueño
es el Altísimo.
Este concepto, de que el Altísimo es el Amo del universo y de todos sus detalles
es una idea que el judío expresa cada día, todo el año, y lo hace en la práctica a través
de que previo a obtener todo provecho o consumir una comida (como lo expresa
Rashi) recita una bendición,12 una declaración de que el Altísimo es el “Rey del
Mundo” que crea a todo, etc. Pero en el año Shmitá el tema se ve subrayado en la
intensidad más extrema, como se dijo previamente.
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Esta es una de las indicaciones principales de Rosh Hashaná de este año: no es
suficiente con recordar de que el Altísimo es el Creador del mundo. También es
imperioso tener presente la conclusión de ello: que el Altísimo es también siempre
y para siempre, el dueño del mundo. Y esto debe reflejarse en la conducta diaria, en
cada uno de los días del año. Y a pesar de que las leyes de Shmitá no se aplican fuera
de la Tierra de Israel13–su significado espiritual e instrucción para la vida están
vigentes en todos los lugares.
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Esta concepción de que el Altísimo es el amo permanente14 del universo y de todo
lo que hay en él, cual se manifiesta en el séptimo año – se expresa en la medida más
destacada en el precepto de la Tzedaká, la beneficencia (y es la Tzedaká un precepto
global15 requerido de todo judío16): es su deber separar del dinero, fruto de su
esfuerzo, para un pobre que no trabajó para el mismo, a una institución de Torá o
una institución de beneficencia que se ocupa con las necesidades de los
menesterosos, etc.
Viene el año de Shmitá y nos enseña un enfoque especial en la actitud a tener al
donar Tzedaká: a) el hombre no da de lo suyo, sino de lo que el Altísimo depositó
en su mano y lo convirtió en un representante17 para entregarlo al pobre, b) por
medio de compartirlo con los demás – justifica que su parte permanezca en su poder.
Se sobreentiende de que el tema de la Tzedaká no se limita sólo al dinero, sino
– como la conocida expresión18 - “con el dinero, el cuerpo y la sabiduría (su alma)”.
La Tzedaká espiritual obliga a cada judío a ayudar a otro judío “pobre” en la Torá y
sus preceptos, más allá de cuánto su tiempo y sus esfuerzos le sean caros a él – para
aprovecharlos en el estudio personal de la Torá y la observancia propia de las Mitzvot-, se le hace saber a la persona que tiene prohibido manejarse con ellos como el
único dueño, sino que debe compartir de su tiempo y esfuerzo para difundir la Torá
y las Mitzvot entre aquellos que son “pobres” en este campo. Este es también uno de
los temas principales y de las decisiones de (Rosh Hashaná y) Iom Kipur “el arrepentimiento – la Teshuvá, la plegaria y la beneficencia”, y como se expresa también
en el párrafo bíblico19 de la Haftará de Iom HaKipurim: “este es el ayuno que habré
de elegir… partir tu pan para el hambriento……. Cuando veas un desnudo habrás
de cubrirlo…”- lo que además del significado literal de las cosas, nuestros sabios Z”l
dicen, que se refieren también a la beneficencia espiritual: alimentar al “hambriento” de alimento espiritual, Torá, y vestir con Mitzvot al “desnudo” de preceptos.
Y está la promesa Divina20: “aser teaser- diezmar diezmarás” (de la lectura de
Shmini Atzeret), como lo explican nuestros sabios Z”l-21 que a través de dar 21 los
diezmos para beneficencia, no sólo que no faltará del benefactor, sino, al contrario,
se le agregará mucho más, hasta alcanzar verdadera riqueza (“ashirut”). Y a pesar de
que los preceptos22 en general (incluso la Tzedaká23) no deben realizarse para recibir
una recompensa, sino porque el Altísimo, el Creador y Amo del Universo lo ordenó
así, sin embargo el Altísimo prometió que será “aser – diezmar - teaser (titasher) –
enriquecerás”, tanto en lo material como en lo espiritual.
Con bendición de
Jatimá y Gmar Jatimá Tová
-un sello y sellado final para bien
/Firma del Rebe: Menajem Schneerson/
Jabad Lubavitch Argentina
Agüero 1164 - Tel. 4963-1221
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