GLOBALIZACIÓN, AUTORIDAD Y DEMOCRACIA: De la relación “Gobernante – Gobernado” a la “Democracia Ciudadana”. (Aproximación desde la Teoría de las Relaciones Internacionales). Globalization, Authority and Democracy: Evolution to the "Civic Democracy." (Approach from the Theory of International Relations) AUTOR: Pedro A. Urruchurtu Noselli. (pedrourruchurtu@gmail.com) Estudios Políticos y Administrativos - Universidad Central de Venezuela (UCV). CO-AUTORES: Carlos S. Luna Ramírez. (carlosjrlunar@gmail.com) Estudios Políticos y Administrativos - Universidad Central de Venezuela (UCV). Adriana C. Jiménez Velásquez (acjv2259@gmail.com) Estudios Políticos y Administrativos - Universidad Central de Venezuela (UCV). Introducción Las presentes líneas transcurrirán en una disertación sobre el cambio de Orden Internacional –de la Guerra Fría a un mundo que, en palabras de los autores Joseph Nye y Robert Keohane, está cada vez más inmerso en la “interdependencia compleja”marcado por la turbulencia internacional, tema que es “cuestión inacabada o en pleno desarrollo”, originada por la globalización; transformando paradigmas, estructuras, las políticas públicas, etc. En resumen, ha trastocado puntos de referencia básicos: cómo es el mundo, cómo se percibe y cómo se trata de aprehender las realidades, las cuales son cada vez más dinámicas y cambiantes. De este modo, la globalización se presenta como un proceso contradictorio que, por una parte, trata de reivindicar muchos de los postulados liberales, es decir, la extensión de la democracia representativa como forma de gobierno y de los derechos humanos; la intensificación de los flujos económicos a todos los rincones del planeta homogenizando así los patrones de conducta de la humanidad; pero a la vez aparecen reacciones a estas dinámicas tales como la proliferación de manifestaciones locales, donde el individuo gana mayor preponderancia y donde este también tiene que debatirse frente a la incertidumbre que le representa la porosidad de las fronteras, y por ende, la 1 cada vez más dificultosa identificación entre “lo propio” y “lo ajeno”, o lo que es lo mismo, la diferencia entre lo “doméstico” y lo “internacional” De esta manera el presente ensayo, tratará, desde una perspectiva de la Teoría de las Relaciones Internacionales como disciplina científica auxiliar de las Ciencias Políticas, de aproximarse a lo que ha sido la evolución de la misma –tanto como objeto como sujeto de estudio social- desde la década de los años setenta (tiempos de distensión dentro de la fase histórica del siglo XX conocida como la Guerra Fría), donde se llevan a cabo la proliferación de actores que han de llamarse “de nueva generación”; temas de agenda varios, no vinculados a los Estados-Nación y a las concepciones clásicas de la soberanía; así como nuevos paradigmas para la comprensión de lo internacional como el de la “interdependencia compleja”, con lo cual, las sociedades se activan más en pos de la construcción de sus propias realidades, hasta formar un tejido social que se asemeja a las “telas de araña”, cosa que traerá consigo la llegada de la globalización luego de 19911. Esta complejización de las relaciones sociales a partir de la globalización ha causado un efecto cascada, o lo que el Prof. James Rosenau llama “turbulencia”, a través de la cual se ha generado un cambio en la concepción de la Política y de su espacio de acción de una “Polis” limitada entre fronteras, a una de carácter global; de las Relaciones Internacionales; del papel del Estado-Nación y hasta de la misma democracia y sus instancias de legitimación, ya que esta no se refiere tan solo al ejercicio del voto (legitimidad de origen), sino que ahora, gracias a lo que se denominará “revolución de las habilidades y capacidades de la gente”, genera un acercamiento cada vez mayor a los individuos, de los cuales se exige asumir un rol más activo en la construcción de la sociedad en términos de ciudadanía, presionando al Estado para el cumplimiento de sus obligaciones, pero al mismo tiempo, siendo un ente activo a partir del cual se elaboren y ejecuten Políticas Públicas en pos del bienestar colectivo (legitimidad de ejercicio). Lo anterior exige un reajuste de lo que eran las formas de interacción política en el marco de la democracia, para así –utilizando una frase del Prof. Anthony Giddens- “democratizar y profundizar la democracia”-. En ello, tanto los partidos políticos como las demás estructuras para articulación de intereses, bien sea como grupos de presión o 1 Se habla de 1991 como punto histórico de referencia, dado que para este momento es que ocurre el fin de la Guerra Fría por medio de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) 2 como grupos de interés, deben reposicionarse en sus interacciones con los ciudadanos, así como con respecto al Estado. Finalmente se intentará proponer un método de análisis teórico para unas relaciones caracterizadas por la revolución de las habilidades de la gente en el marco de una ciudadanía cada vez más activa en el marco de la democracia a comienzos del siglo XXI, y no es otro que el “Constructivismo Social en Relaciones Internacionales y la democracia deliberativa” como formas de elaboración de Políticas por y para los seres humanos, “de abajo hacia arriba”, con lo cual se rompe el paradigma clásico de Gobernantes y Gobernados, por otro donde dichos roles están intercalados en el marco de un complejo tejido social de la Polis global. LA “INTERDEPENDENCIA COMPLEJA” Y LA TURBULENCIA INTERNACIONAL COMO ELEMENTO DE CAMBIO POLITICO GLOBAL: Impactos sobre la Democracia Hablar sobre algo tan complejo como es la globalización, inicialmente no es una cosa sencilla, sin embargo, se empezará diciendo que eso que llaman globalización no es algo tan novedoso dentro de las Relaciones Internacionales como parece. Como todo proceso histórico –dado que se parte de la idea de que el conocimiento dentro de las Relaciones Internacionales es “acumulativo”-, hay unas causas-fuerzas esenciales que le dan inicio a todo. Para la década de los años setenta, se empiezan a dar ciertos cambios estructurales dentro del Sistema Internacional que poco a poco harán que se transforme en otro muy distinto. Por una parte, proliferan nuevos actores internacionales más allá del Estado2, cosa que hace que cambie también el concepto de Relaciones Internacionales. Anteriormente se concebía esto simplemente como las “relaciones entre Estados”, sin embargo, ahora con la aparición y consolidación de las Organizaciones Internacionales; de las Empresas Transnacionales y Multinacionales; las Organizaciones No Gubernamentales y el individuo (lo cual será llamado de ahora en adelante Actores No Estatales), se está frente a un mundo cada vez más complejo que pasa a definirse como: “Todas las interacciones humanas a través de las fronteras nacionales, llevadas a cabo con o sin la supervisión del 2 Se define actor internacional en correspondencia a la obra de Marcel Merle: “Sociología de las Relaciones Internacionales”, cuando indica que actor internacional será “Todo aquel ente que tiene capacidad de influencia dentro del Sistema Internacional” 3 Estado-Nación y de los factores que afectan tales interacciones.” (Pearson y Rochester. 2000, P.14.) Todo esto derivó, asimismo, en la multiplicación de temas de agenda más allá de los tradicionales dentro del marco de la Guerra Fría referidos a Seguridad y Defensa Nacional; dirigiéndose hacia una zona de temas de baja intensidad, o de “baja política”. Tal es el caso de la economía, de los asuntos sociales, entre otros. (Ver gráfico Nº1) Todas estas características teórico-conceptuales que se exponen brevemente, conducen a la estructuración de una “interdependencia compleja” entre los pueblos, que en palabras de la Prof. Esther Barbé, viene a ser similar a una “tela de araña”, donde se establecen relaciones mutuamente costosas para las partes inmiscuidas, las cuales casi siempre se llevan a cabo sin el control de las instancias estatales. Este modelo teórico creado por los Profesores Nye y Keohane, puede ilustrarse de la siguiente forma: (Ver Gráfico Nº 2) 4 De esta manera, y tomando en cuenta el esquema del Prof. James Rosenau en su artículo “El Postinternacionalismo en un mundo turbulento” otras de las causas fuerzas que dieron al traste con el advenimiento de la globalización como proceso es el “impacto de las tecnologías y las comunicaciones dinámicas”. La importancia real y verdadera de este fenómeno es que las distancias geográficas han sido acortadas, las distancias sociales estrechadas y las barreras económicas sobrepasadas, haciendo así el mundo más pequeño y sus pueblos cada vez más interconectados. Todo esto ha generado una crisis política global, ya que estos fenómenos impactan directamente sobre las nociones de soberanía (la cual ya no inexpugnable), y de EstadoNación, donde ya las fronteras se han hecho más y más porosas y los gobiernos deben tomar en consideración elementos internos y externos para seleccionar sus cursos de acción3. En consecuencia, lo que inicialmente parece un fenómeno eminentemente producido por la esfera económica, trasciende y pone en entredicho los canales por los cuales se han llevado a cabo las relaciones políticas entre las naciones. 3 Se parte de la noción clásica de que los elementos constitutivos del Estado son territorio, población, aplicación de la violencia legítima y reconocimiento internacional, es decir que define que solo el gobernante es la única autoridad legítima capaz de imponer el monopolio de la violencia; mientras que a lo externo, habrá una convivencia de unidades políticas, independientes y que determinan su futuro sin la intervención de ningún agente externo. Ahora bien, desde la década de los años setenta y ahora más con el devenir de la globalización, esa distinción de esferas entre lo doméstico y lo internacional se hacen difusas; las fronteras más porosas y es así como surgen los conceptos de vulnerabilidad y sensibilidad, o lo que se entenderá en términos de la Teoría Sistémica como los estímulos a los cuales se ve sometido el Estado gracias a la interdependencia, y en consecuencia, este emite respuestas que garanticen su supervivencia 5 Pero más allá de este planteamiento tremendamente optimista sobre las Relaciones Internacionales luego de la Guerra Fría, Rosenau ofrece a través de su paradigma sobre la turbulencia internacional, el modelo más explicativo sobre lo que hasta ahora marca el devenir de la globalización. Así enfatiza: La Política Postinternacional está, quizás más visiblemente marcada por la Turbulencia, es decir, por dinámicas que incitan conflictos intensos, desarrollos inesperados, incertidumbres penetrantes y cambios alteradores (…) (Rosenau, James y Mary Durfee: “El Postinternacionalismo en un Mundo Turbulento”. Pp. 03) Ahora bien, para explicar cómo la globalización y las nuevas tecnologías de la información han afectado la política y lo político, debe decirse que se produce un trastoque de las variables “tiempo y espacio” (en el sentido de que los acontecimientos en el mundo de hoy pueden ser conocidos en tiempo real sin importar donde ocurran los mismos), haciendo que las nociones de lo doméstico, lo internacional, lo público y lo privado no sean fácilmente distinguibles. Por consiguiente, en esta parte, se hará mención a los modelos desarrollados por autores como David Held en su Libro “Modelos de Democracia” cuando habla de la categoría de “democracia cosmopolita” o de James Rosenau que en su artículo “El Postinternacionalismo en un mundo turbulento”, refiere que, producto de la globalización, las estructuras ordenadoras de los Estados-Naciones y por ende del Sistema Internacional en términos de gobernabilidad y de gobernanza han cambiado 4 sensiblemente . Ambos autores refieren, cada uno en su ámbito de estudio y con sus categorías propias, que el ser humano de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI (que es quien da origen al Micro Nivel), es más consciente de sus potencialidades y capacidades como actor y constructor de su propia realidad; al tiempo que busca establecer relaciones de interdependencia con sus semejantes a fin de consolidar una estrecha red de 4 Tanto el Profesor Held (a nivel doméstico) como el Profesor Rosenau (enfocando el Sistema Internacional globalizado) dividen el fenómeno político que genera las trasformaciones, en tres niveles, a saber: a) Un Micro Nivel compuesto esencialmente por los ciudadanos quienes han sufrido un “proceso de revolución de sus capacidades”, siendo así más conscientes de sus aspiraciones, derechos y deberes; b) Un Macro-Micro Nivel que cambia el posicionamiento de las instituciones de articulación de intereses (Partidos políticos y Organizaciones de la Sociedad Civil) frente a los ciudadanos y; c) Un Macro Nivel que atiende al gobierno, sus instituciones y su capacidad de atender las necesidades y expectativas de los gobernados de manera eficiente. 6 cooperación “horizontal-intersubjetiva” para el logro de sus objetivos y la satisfacción de sus necesidades. El punto anterior, plantea a su vez la adecuación de las otras dos instancias restantes (El Macro-Micro Nivel, compuesto por los partidos; otros grupos de interés y de presión y las organizaciones civiles; y del Macro Nivel, que toma en cuenta esta vez al gobierno y sus instituciones) más allá del individuo dentro del Estado-Nación para evaluar la calidad del “delivery político” por parte del Estado en la satisfacción de las necesidades ciudadanas; así como poder observar como las organizaciones intermedias de articulación tradicional en este caso, los partidos políticos –con agendas estructuradas de manera general- establecen vínculos de diálogo e intercambio con instituciones de otra naturaleza como las Organizaciones de la Sociedad Civil, que tienden a trabajar, no con base en intereses generales sino fragmentados o especializados, más que todo en la función de accountability o lo que es lo mismo, control de la gestión pública. Todo lo anterior lo que quiere significar es que hay un mutuo acercamiento de la política y de lo político a los individuos dada la transformación de las variables tiempo y espacio, gracias a la globalización y a las tecnologías que de ella se derivan. A partir de acá, producto de la revolución de las capacidades y habilidades de la gente, el grado de conciencia social y política de los seres humanos, como elementos activos en la construcción intersubjetiva de su propia realidad, se potencia, produciéndose una verdadera transición de un rol de simple “habitante” a un verdadero “ciudadano” (que ejecuta, presiona, piensa y transforma su medio a través del ejercicio de sus derechos y deberes). Claro está que lo dicho anteriormente hace que el concepto mismo, así como la naturaleza de la democracia se transforme. Según el profesor Anthony Giddens en su libro “Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas”, definir democracia es una cuestión espinosa, gracias a que se han concedido muchas interpretaciones diferentes. No obstante, llega a una definición mínima que expresa de la siguiente forma: La democracia es un sistema que implica competencia efectiva entre partidos políticos que buscan puestos de poder. En una democracia hay elecciones regulares y limpias en la que toman parte todos los miembros de la población. Estos derechos de participación democrática van acompañados de libertades 7 civiles: Libertad de Expresión y Opinión, junto con la libertad de asociarse y afiliarse a grupos o asociaciones políticas (Giddens: 2000. P.82) De lo anterior se desprende una concepción eminentemente tradicional del fenómeno estudiado, en tanto y cuanto hace alusión a la participación del pueblo por vía del voto a través de elecciones limpias y regulares, de donde proviene la “legitimidad de origen” del gobernante allí elegido, más también menciona la “libertad de asociarse y afiliarse a grupos y asociaciones políticas”. Ahora bien, la pregunta es ¿Para qué? La respuesta parece obvia, cuando ya se ha mencionado que a partir de la interdependencia compleja, el surgimiento de nuevos actores internacionales como las Organizaciones No Gubernamentales y el individuo, pero esta vez no en estado simple, sino con conciencia política y empoderado a través de la revolución de las capacidades de la gente en sus derechos y deberes como ciudadano; comienza a velar y a presionar por el delivery o dicho con otras palabras “Por la capacidad de respuesta del EstadoNación frente a las cada vez más frecuentes demandas de los gobernados (las cuales vale destacar que también son más difusas)”, así como también se reúne gracias a sus intereses comunes, para encontrar soluciones intersubjetivas no institucionalizadas a los problemas que son padecidos día a día por la sociedad. De este modo, la democracia hoy en día no tiene como foco cuál es el origen o la fuente del poder del gobernante por vía del sufragio, sino más bien, cómo desempeña su gestión a partir de los poderes del Estado en términos de eficiencia; lo que es llamado “legitimidad de ejercicio”, a lo cual contribuyen los medios de comunicación y demás expresiones de las tecnologías de la información en la era global. Al respecto menciona Giddens: La revolución de las comunicaciones ha producido ciudadanos más activos y reflexivos que nunca. Son esas mismas tendencias, las que, al mismo tiempo, producen desafección en las democracias maduras. En un mundo destradicionalizado los políticos no pueden acudir a las formas antiguas de pompa y circunstancia para justificar lo que hacen. La Política parlamentaria ortodoxa se aleja remotamente del torrente de cambios que inunda las vidas de la gente. (Giddens: 2000. P. 87) 8 En la actualidad de la globalización, según propio criterio, no se asiste a una crisis de la política o de la democracia en sí mismas como concepto, en términos de Sistema Político, ya que las tecnologías de la información han generado un interés creciente de los miembros de la Polis por los problemas que se suceden en la Polis misma, sino que hay una crisis de relacionamiento entre la clase política y los gobernados y sus expectativas, ya que cada uno maneja códigos en extremo distintos, hasta el punto de muchas veces no comprenderse por motivos de una “parálisis paradigmática” o estancamiento en realidades pasadas frente a un planeta cada vez más dinámico e integrado. Lo dicho con anterioridad podría llevar a formular la siguiente pregunta en el actual contexto global: ¿Mantienen vigencia instituciones como el Estado-Nación y el sistema democrático en los tiempos que corren? Pareciera que hoy más que nunca, y muy a pesar de la globalización, es necesario el Estado, ya que el mismo viene a ser el ordenador por excelencia de las relaciones sociales, lo cual lo coloca en una posición referencial para los ciudadanos en cuanto a autoridad, impidiendo que la libertad sin control se convierta en anarquía dada la naturaleza egoísta racional de los seres humanos, los cuales tratan de maximizar sus ganancias y minimizar los costos. Por su parte, la democracia, a nivel global, o al menos para la civilización occidental es la respuesta a ¿Cómo se ha de vivir? Sin embargo necesita bajo la actual coyuntura de steplevel5, una adecuación o mejor dicho, una profundización en el sentido de acercarla más a los ciudadanos, para que ellos, a través de un empoderamiento sistemático, se sientan dadores y constructores de sus realidades. Esto se traduciría en “hacer más participativa la democracia representativa”, no dejando todo el trabajo al gobierno central, sino más bien que haya un efecto cascada desde lo local hacia lo nacional en términos de bienestar, inclusión y solidaridad; al tiempo que los mismos ciudadanos sean vigilantes – tanto en lo individual como en lo colectivo- de lo que acontece en la Polis, (tráfico de influencias; corrupción; arreglos secretos; ineficacia, etc.), y para ello los medios de comunicación y las tecnologías de la información son herramientas tremendamente valiosas: 5 Cuando se habla de steplevel, se acuña el término para designar desde la perspectiva de la Teoría de los Sistemas, la ruptura que se produce en la transición de un sistema histórico a otro, con sus respectivas repercusiones sobre los actores involucrados tanto en un plano material como en el plano de las ideas y paradigmas para aprehender la realidad. 9 (…) democratizar la democracia es volverla transnacional. Tenemos que democratizar por encima y también por debajo del nivel de la nación. Una era globalizadora requiere respuestas globales, y esto se aplica tanto a la política como a cualquier otra área. Se requiere una profundización de la democracia porque los viejos mecanismos del poder no funcionan en una sociedad en la que los ciudadanos viven en el mismo entorno informativo que los gobernados (…) Democratizar la democracia significa una devolución efectiva del poder allí donde está concentrado en el nivel nacional (…) (Giddens: 2000. Pp. 88-89) Ahora bien, y tomando en cuenta las proféticas palabras del libertador Simón Bolívar cuando dijo: “El talento sin probidad es un azote”, la participación en el marco de la democracia no se logra de un día para otro, en el sentido de ir más allá del ejercicio del voto y subsecuentemente ejercer plenamente la ciudadanía. Es por ello que la Ciencia Política, y la academia que la construye y la difunde en tiempos de globalización, juega papel preponderante a la hora de promover esquemas teóricos que estimulen la “democratización de la democracia”, y una “cultura cívica” en palabras de Giddens; es decir, una dinámica permanente de “pedagogía política”. Con base en este reto es que se desarrolla la tercera parte del presente trabajo. EL CONSTRUCTIVISMO SOCIAL, LA PEDAGOGIA POLÍTICA Y LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA COMO HERRAMIENTAS FORMADORAS DE UNA “CULTURA CIVICA” Las nuevas tecnologías del conocimiento, la globalización y la revolución de las capacidades de la gente generada por la turbulencia internacional del cambio de un Sistema Internacional de Guerra Fría por otro globalizado, han provocado que la cosmovisión de la Ciencia Política a lo interno y a lo externo del Estado (a través de su disciplina auxiliar como lo es la Teoría de las Relaciones Internacionales), cambie, yendo de lo más general a lo más concreto, centrando así su mirada en el individuo y la concepción del yo y su relación con el todo social. A partir de esta premisa, se llama la atención sobre el surgimiento de planteamientos teóricos que trabajan los intereses, percepciones e identidades de los individuos, y cómo estos a través de las ideas y de procesos comunicacionales pueden llevar a cabo “construcciones intersubjetivas” que transformen la sociedad tanto nacional como internacional. En el marco de la Teoría de las Relaciones Internacionales, este enfoque es conocido como: Constructivismo Social. 10 A fin de proporcionar una información completa en lo que respecta al Constructivismo Social como teoría explicativa de la realidad internacional, hay que decir que la misma entra en la palestra académica en la década de los años noventa constituyéndose a partir de ese momento, en lo que se conoce como una “teoría puente” ya que no implica una ruptura entre –un antes (racionalista) y un después (reflexivista) dentro de la disciplina de las Relaciones Internacionales- sino más bien un complemento flexible entre ambas formas de pensamiento. El programa de investigación del Constructivismo no es una cuestión formal. Más bien responde a las “carencias”6 que tienen los demás enfoques tradicionales de la Ciencia Política y las Relaciones Internacionales, particularmente en el tratamiento de los factores socio-cognitivos. Es importante afirmar que el Constructivismo “no es una Teoría en sí misma”, más bien es una forma de interpretación intuitiva de los hechos nacionales e internacionales o, para ser más elegante, parte de hipótesis de trabajo menos formales que las nacidas por el modelo racionalista. (…) el constructivismo sostiene la idea de que el mundo social, o más concretamente el sistema (tanto nacional como) internacional, es una construcción humana basada en ideas compartidas (…) En este sentido los hechos sociales existen porque atribuimos intersubjetivamente ciertos significados o funciones a determinados objetos y acciones. Una vez que los representamos colectivamente, confiriéndoles una existencia, se convierten en realidad social, con consecuencias reales. Estos significados intersubjetivos presentan propiedades estructurales en la medida en que definen los contornos relativos de la realidad social, convirtiendo ciertas acciones en aceptables o inaceptables, factibles o no factibles, concebibles o no concebibles (Sodupe: P. 166) El autor más representativo del Constructivismo en el área de las Relaciones Internacionales es Alexander Wendt. Para él, el Constructivismo Social de las Relaciones Internacionales viene a erigirse como una construcción cognitiva puente, sobre todo en temas como los regímenes internacionales como sistemas de normas, valores, principios y prácticas construidas socialmente (es decir, fomentadas por las ideas de los individuos en el marco de un nivel de análisis micro) y sus implicaciones, ya que la síntesis Neo-Neo 6 Hay que mencionar que las principales carencias que muestran los enfoques racionalistas están en la explicación de las nociones de cambio y transformación de los diversos órdenes dentro del Sistema Internacional. 11 usa en exceso la Teoría de los Juegos, o lo que es lo mismo, un modelo macroeconómico extremadamente racionalista atribuible a la razón de Estado, que subsume a los ciudadanos en la lógica del Interés Nacional… (…) que no concede especial interés a las identidades y los intereses de los participantes, sino que más bien los trata como factores exógenos fijos, centrándose en la manera en que los actores se comportan y en los resultados de sus acciones. Sin embargo, en opinión de Wendt, las posiciones Neoliberales que sostienen que los procesos y las instituciones pueden dar lugar a un comportamiento cooperativo a pesar de la anarquía, se verían reforzadas si contaran con una teoría sistemática que explicara la transformación de las identidades e intereses de los actores por parte de los regímenes e instituciones internacionales. A su vez las teorías Reflectivistas si se ocupan de cómo las prácticas de conocimiento constituyen a los individuos (Wendt en Salomón: P.14) Para apoyar aún más la afirmación anterior, hay que dejar claro que este tema corresponde al “debate epistemológico entre Racionalismo y Reflexivismo”. El primero de ellos se comporta bajo una conducta materialista ya que centran su atención en la estructura nacional e internacional en términos de distribución de recursos de poder, sin dar espacio alguno a las ideas. Los autores constructivistas mantienen que la estructura del sistema nacional e internacional está compuesta fundamentalmente por ideas (…) la estructura no está definida solo en términos de recursos materiales, sino también en términos de ideas. Dessler –uno de los autores constructivistas citados por Kepa Sodupe- habla de Reglas. Estas son los medios por los cuales los Estados se comunican entre sí y coordinan sus acciones. Una acción política no depende únicamente de las capacidades físicas. Requiere también un marco de sentido que defina, por una parte, hacer reconocible el uso de esas capacidades –como comportamiento intencionado y con sentido- y por otra, suministrar la base de las interacciones estatales que respondan a unas pautas. Por consiguiente los constructivistas realzan el componente normativo o de ideas de la estructura (Dessler en Sodupe: P. 167) Según la cita anterior, el Sistema Internacional, así como el sistema interno, visto por los constructivistas, se basa en un conjunto intersubjetivo de ideas, las cuales dan origen a la regulación de las interacciones entre los diversos agentes que lo componen. Acá se puede establecer un paralelismo teórico con lo establecido en el Derecho, dada la proximidad que este tiene con la teoría al estudiar a las Relaciones Internacionales como problema central, y más específicamente con la costumbre como fuente del Derecho, ya 12 que la norma proviene de un comportamiento generalizado y repetido por un gran lapso de tiempo, cosa que hace que el mismo se institucionalice, y haga que una conducta contraria a él, sea considerado como “incomprensible e inadmisible” por parte de la colectividad. Sin embargo esta corriente de pensamiento reflexivista-moderada enfoca su atención primordial en las “reglas constitutivas”. Las reglas constitutivas definen el conjunto de prácticas que hacen viable un determinado tipo de actividad social, al dejar claro que se entiende por tal actividad. Quien incumpla una regla de esa naturaleza torna su comportamiento incomprensible para los demás participantes. Así, pues, las reglas constitutivas tienen una función normativa en cuanto proveen marcos de significados, ayudando a los agentes a entender en que situación se hallan, y consecuentemente, cuales son en tal situación sus identidades e intereses. (Sodupe: P. 168) De esta manera, las instituciones que componen las Relaciones Internacionales, no son las que se está acostumbrado a observar dentro del enfoque racionalista a saber: Estados, Organizaciones Intergubernamentales como la ONU, la OEA, la Unión Europea, etc., sino que las instituciones a que hace referencia el Constructivismo Social, son aquellas reglas de comportamiento, que dan origen a las relaciones sociales más allá de las fronteras de un país, las cuales se construyen con la participación de todos los agentes. Tal es el caso de la soberanía, el multilateralismo o hasta la misma democracia que actualmente toma carácter global, y es un concepto que más que permanecer inmóvil, es tan dinámico como la misma realidad social contemporánea. En consecuencia, habría que decir que las “reglas constitutivas”, al ser generadoras del sistema tanto nacional como internacional tal y como se les conoce, según el Constructivismo, definen histórica y coyunturalmente el marco de principios y valores – que por demás tienen la capacidad de ser cambiantes, o mejor dicho maleables- de acuerdo al momento histórico que se vive, haciendo que los Estados y demás actores definan sus “intereses y sus identidades”7, cosa que echa por tierra el hecho de que los Estados no viven con una maleta de intereses predeterminada y no mutable. 7 Cuando se hable de las identidades, se hace alusión a cómo los decisores de Política Exterior perciben a su propio país, y como el resto de naciones que forman parte del Sistema Internacional los perciben a ellos –como amigos o enemigos-. Subsecuentemente, los actores no poseen una identidad previa o externa a las reglas constitutivas, cosa que si pasa en los paradigmas racionalistas 13 En cuanto a la dicotomía entre individualismo-holismo que ha marcado a la Ciencia Política en general y a la Teoría de las Relaciones Internacionales en particular, los constructivistas aparecen como opositores a la posición tomada por los racionalistas, de relación estática entre agente y estructura, o dicho en otras palabras, entre objeto cognoscible y sujeto cognoscente, –cosa que los ubica en este punto en particular como una corriente pro-reflectivista-. En este punto, los constructivistas sostienen que dicha relación es “dinámica”, por cuanto los agentes son entidades conscientes, racionales y capaces de aprehender y transformar el todo social que lo rodea, más allá de la influencia que tenga el objeto de estudio sobre el hombre, produciéndose con ello una estrecha imbricación entre objeto cognoscible y sujeto cognoscente. Como corolario, se dirá que el Constructivismo es partidario de una “construcción, desconstrucción y transformación intersubjetiva de la realidad tanto nacional como internacional”. Al mismo tiempo, en vez de basarse en un razonamiento utilitarista, el Constructivismo, producto de las interacciones intersubjetivas ve factible la “cuestión del cambio”, ya que como se ha dicho, se basa en intereses, identidades y percepciones mutables y basadas en lo apropiado, cosa que consigue al recomendarle a los Estados y a los individuos que le componen formularse preguntas tales como: ¿Qué situación es ésta?, ¿Quién soy? y ¿Cuáles son mis obligaciones? Todas estas explicaciones que se han referido sobre el Constructivismo en las Ciencias Políticas y en las Relaciones Internacionales, lo que quieren representar es una aproximación teórica para aprehender la lógica de un mundo, una sociedad, un Sistema Político y por ende una democracia que es hecha y re-hecha por ciudadanos y sus ideas cambiantes, ya que derivan de su grado de conciencia social, de sus demandas y de su empoderamiento en la sociedad de la información producto de la globalización. En consecuencia, la institución de la democracia, que durante el siglo XX fue de carácter representativo (legitimado por medio del voto), dado que las esferas de competencias estaban bien delimitadas y la capacidad del Estado-Nación era plena para responder a las necesidades de sus gobernados a través de una dinámica de articulación de intereses por medio de partidos políticos y demás grupos de interés o de presión; hoy por hoy se ve transformada gracias a que sus causas objetivas se han transformado por la globalización y a la impronta de las tecnologías de la información por otro tipo de democracia, en la cual, no solo la soberanía reside en el pueblo, sino que además, este la 14 activa por medio de su participación como vigilante, contralor y ejecutor de políticas públicas a través de la revolución de las habilidades de la gente. Ahora, ¿cómo darle sentido, y más importante aún, contenido a la democracia de ciudadanos verdaderamente participativos, empoderados y activados en la construcción de su realidad política y social de forma continuada? La respuesta en el marco de una sociedad globalizada como la existente, se puede encontrar a través de dos elementos a saber: 1) un modelo de democracia deliberativa y; 2) proceso de pedagogía política para la creación de cultura cívica. Sobre la democracia deliberativa se seguirá tomando el criterio de intersubjetividad, o lo que es lo mismo, en los intereses complementarios que siguen los actores en una sociedad frente a problemas comunes, que son transmitidos a través del habla y de allí a la argumentación (una de las cualidades que les diferencia del resto de los animales). Ésta estructura argumentativa será un discurso racional, libre de coacciones, donde las personas tienen que argumentar, tienen que dar razones para apoyar lo que afirman, y esas razones a su vez tienen que estar sustentadas en una evidencia, bien sea empírica o bien sea normativa. Así se empieza a generar una cadena de diálogos regidos por las reglas y principios de la argumentación, que garantizan qué medidas lícitas pueden ser utilizadas en el discurso para efectos de pretender persuadir al contendor. Jurgen Habermas, muy seducido por ese modelo de la teoría de la argumentación, defiende la democracia deliberativa. El individuo en esa democracia deliberativa es uno que sigue siendo racional en el sentido de que maneja una racionalidad instrumental escogida en los medios para lograr fines, pero claramente tiene insita la racionalidad práctica kantiana, ya que es un hombre moral. Por su parte, John Rawls, como seguidor contemporáneo de Kant en su “Teoría de la Justicia” ya tematiza ese punto. Rawls defendía otro concepto de persona humana, en el cual una persona humana que tiene sentido moral tiene una sensibilidad moral que lo lleva a actuar no solo como un racionalista instrumental. En la democracia deliberativa el concepto de persona tiene claramente esa racionalidad moral kantiana, que consiste (en contra de Hobbes) en la idea de que el ser humano no es simplemente un lobo del hombre que únicamente quiere imponer sus fines y asegurar su subsistencia y la de su 15 prole: también, y como bellamente lo dice Kant en “La fundamentación de la metafísica de las costumbres”, que lo que hace plenamente humano al humano es que puede imaginarse, representarse, actuando conforme a principios. Esa posibilidad humana de poder hacer una proyección, de anticipar la actuación representándose uno y actuando como si se ciñera a unos parámetros que puedan ser aceptables para todos, claramente hace que el individuo tenga un autocontrol y una estima por los otros muy importante y conduce a la idea de la libertad como libertad práctica en Kant. En resumen, la sociedad que resulta de una democracia deliberativa, como puede ser la generada por las tecnologías del conocimiento y la información, que fomenta la revolución de las capacidades de la gente, es una sociedad un poco idílica en el sentido de que los ciudadanos están permanentemente interesados en los asuntos de la Polis local y global, permanentemente en discusión, en foros abiertos que no le cierran la puerta a nadie, que todo el mundo discute, que todo el mundo intercambia opiniones que logran ir progresando en la discusión en la medida en que abandonamos aquellas convicciones que no se sustentan en razones. De ahí se va hacia el proceso político, uno donde se supone una gran racionalidad del discurso y la concreción de resultados por medio del fortalecimiento de tejido social. Ese es el origen de la construcción intersubjetiva de la sociedad actual. Por último, pero no menos importante e interconectado al Constructivismo Social y al desarrollo de una democracia deliberativa donde los procesos políticos se construyan de abajo hacia arriba, “democratizando la democracia”, en palabras de Anthony Giddens, está la pedagogía política en pro de una cultura cívica. Sin el interés de parecer repetitivos se dirá que el elemento clave de la pedagogía política en pos de una cultura cívica, se halla en el empoderamiento del individuo para que dependa cada vez en menor medida del Estado-Nación en la satisfacción de sus necesidades, dándole herramientas para que este ejerza plenamente su libertad tanto individual como colectiva. Para ello es necesario en todo momento de una concientización de la persona, no solo en que tiene derechos, sino más importante aún, que tiene deberes con la sociedad y que por consiguiente debe ser corresponsable de su propio progreso. El empoderamiento en la era de la globalización donde la esfera de lo “público y lo privado”, así como de lo “nacional y lo internacional” hacen que las fronteras entre los 16 conceptos y los pueblos sean difusas y porosas, hacen que se redefina la autoridad gracias a los medios de comunicación y a las tecnologías de la información, y la misma se desplace en dos vectores claramente marcados: el primero, del debate ideológico tradicional entre Estado-Nación y el Mercado, a una “mesa de tres patas”, como menciona Giddens al término de su libro “Un mundo desbocado”, donde los individuos organizados se agrupan en sociedades civiles que controlan el poder en función del bien común; y el segundo de una esfera de Política Exterior, donde lo que prevalece son los problemas vistos a través del lente del Interés Nacional de un determinado Estado, a una perspectiva de Política Internacional, donde la Polis se agranda a escala global y donde las soluciones serán producto de la cooperación intersubjetiva de todos los seres humanos en temas como: Derechos humanos, medio ambiente, pobreza, entre otros. De allí que a criterio propio y a modo de conclusión, no debería hablarse de una democracia participativa en la globalización, sino más bien realzar la idea de que hablar de democracia en el siglo XXI es igual a hablar de democracia de ciudadanos. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA BARBE, Esther (2003): “Relaciones Internacionales”. Editorial Tecnos. Segunda Edición. Madrid España BUZAN, Barry: The level of analysis problem in International Relations reconstructed en BOOTH Ken y Steve Smith (edits) (1995) “International Relations Theory Today”, Pennsylvania State University Press, and University Park, Pennsylvania. DESSLER, D (1999): Constructivism within a positivist social science. “Review of International Studies”, No. 25. Pennsylvania State University Press, and University Park, Pennsylvania GIDDENS, Anthony (2000): “Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas”. Ediciones Taurus. México D.F.- México. HELD, David (1996): “Modelos de Democracia”. Alianza Editorial. 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