PRESENTACIÓN DE CASOS Angiomatosis bacilar Gerzaín Rodríguez 1, Beatriz E. Torres 2, Adriana Motta 1 2 2 Laboratorio de Patología, Instituto Nacional de Salud; Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia. Hospital Simón Bolívar; Facultad de Medicina, Universidad El Bosque, Bogotá, D.C., Colombia. La angiomatosis bacilar es una enfermedad bacteriana que afecta a pacientes inmunodeprimidos; compromete cualquier tejido, especialmente la piel y se presenta como pápulas, nódulos o tumores angiomatosos. Estudiamos tres hombres jóvenes con sida, positivos para VIH desde hace 4 años; presentaron 1 o 2 pápulas, nódulos o tumores subcutáneos, que sugirieron granulomas telangiectásicos, sarcomas y lipomas. Microscópicamente se confundieron con granulomas telangiectásicos, sarcoma de Kaposi y “angioma con inflamación secundaria”. La revisión de la histopatología con coloraciones de hematoxilina-eosina (HE), Warthin-Starry (WS) y microscopía óptica de alta resolución (MOAR) mostró su constitución por vasos de endotelio prominente y estroma rico en polimorfonucleares con leucocitoclasia. Se vieron depósitos fibrinoides vecinos a los vasos y masas eosinófilas, granulares, intersticiales, correspondientes a los acúmulos de Bartonella, criterios que permiten el diagnóstico confiable de la angiomatosis bacilar a la HE. La coloración de WS no fue útil; mediante inclusión del tejido en resinas y microscopia electrónica, a partir del material incluido en parafina (MOAR), se demostraron acúmulos de bacterias, tanto en el corte semifino como con microscopia electrónica, confirmándose el diagnóstico de angiomatosis bacilar. Los pacientes curaron con tratamiento quirúrgico y con eritromicina o doxiciclina. Revisamos la entidad y los diagnósticos diferenciales con granulomas telangiectásicos, sarcoma de Kaposi, enfermedad de Carrión y enfermedad por arañazo de gato. En conclusión, demostramos la angiomatosis bacilar en 3 pacientes, mostramos su histopatología típica con la HE y demostramos las bacterias causales con la técnica de MOAR y el microscopio electrónico; es esencial reconocerla porque la entidad es curable con antibióticos. Palabras clave: angiomatosis bacilar, arañazo de gato, Bartonella henselae, microscopía electrónica de Bartonella, Bartonella en cortes semifinos. Bacillary angiomatosis Bacillary angiomatosis is a bacterial disease which affects mainly immunosuppressed patients. It may compromise any tissue, especially the skin, presenting papules, nodules or angiomatous tumors. We studied three young men with AIDS, all of them with 1-2 papules, nodules or subcutaneous tumors suggesting telangiectatic granuloma, sarcoma and lipoma. Microscopically, they were misdiagnosed as telangiectatic granuloma, Kaposi’s sarcoma and “angioma with secondary inflammation”. After reviewing the histopathology, we saw them to be composed by vessels with prominent endothelium and stroma rich in leucocytoclastic polymorphonuclears. Fibrinoid deposits were observed in the neighborhood of vessels as well as minute eosinophilic granular interstitial masses corresponding to Bartonella aggregates, criteria which answer to the diagnosis of bacillary angiomatosis with HE staining. The Warthin-Starry stain was not useful; using resin embedded tissue from paraffin-embedded material, bacterial clusters, both in semithin sections stained with toluidine blue and in thin sections observed under the electron microscope, were clearly seen, confirming bacillary angiomatosis diagnosis. Patients were succesfully treated with surgery and either erythromycin or doxicycline. We reviewed the entity as well as its differential diagnoses with telangiectatic granuloma, Kaposis sarcoma, Carrión's disease, and cat-scratch disease. In conclusion, we showed the presence of bacillary angiomatosis in three patients, illustrated its typical histopathological appearance with HE staining and demonstrated the causal 141 bacteria in thick sections and with the electron microscope. It is essential to recognize bacillary angiomatosis, as it can be cured with antibiotics. Key words: Bacillary angiomatosis, cat scratch disease, Bartonella henselae, Bartonella's electron microscopy, thick sections of Bartonella. La angiomatosis bacilar es una enfermedad pseudotumoral, vascular e inflamatoria que afecta la piel y las vísceras, producida por bacterias del género Bartonella, que compromete a pacientes inmunosuprimidos, principalmente por sida (1). Clínica e histológicamente, semeja granulomas telangiectásicos y sarcoma de Kaposi. Como a veces es grave y mortal, a la vez que se puede tratar y curar con antibióticos, su diagnóstico preciso es muy importante. En este trabajo estudiamos tres pacientes con sida y angiomatosis bacilar, ilustramos las características macro y microscópicas de la entidad y hacemos una revisión general sobre esta enfermedad y sus diagnósticos diferenciales. Caso 1 Hombre de 30 años de edad, soltero, bisexual, artesano, positivo para VIH desde hace cuatro años, procedente de Bogotá. Ingresó al servicio de urgencias porque desde hacía dos días presentaba fiebre, tos productiva con expectoración hialina y dolor en el hemitórax derecho. Tuvo neumonía por Pneumocistis carinii hace dos años. Ingería trimetoprimsulfametoxasol 160/800 mg 3 veces por semana desde hacía dos años y hasta 2 semanas antes del ingreso. Es alérgico a la penicilina. Relató pérdida de peso de 4 kg en los últimos 3 meses. Fue rasguñado por un gato casero en el dorso de la mano y en el antebrazo derechos cinco semanas antes del ingreso. En el examen físico se encontró un paciente en mal estado general, febril (37,5 °C). Presentaba placas blanquecinas en los bordes laterales de la lengua y pseudomembranas blanquecinas en Correspondencia: Gerzaín Rodríguez Laboratorio de Patología, Instituto Nacional de Salud Avenida Calle 26 No.51-60, Bogotá, Colombia. Teléfono 220 7700 grodriguez@hemagogus.ins.gov.co Recibido: 30/01/02; aceptado: 07/05/02 142 la mucosa del carrillo izquierdo. Los ruidos respiratorios estaban disminuidos en el tercio medio del hemitórax derecho y había roncus y sibilancias en ambos campos pulmonares. El hígado era palpable 3 cm por debajo del reborde costal derecho. En el dorso de la mano derecha tenía una placa linear cubierta por una costra serohemática, de 7 x 0,3 cm, relacionada con el arañazo del gato. También presentaba un nódulo ulcerado, eritematoso, de bordes gruesos, a manera de collarete, redondeado, de 1,5 cm de diámetro, situado en la región proximal de la palma derecha (figura 1), de un mes de evolución, que durante el tratamiento se fue aplanando, disminuyó de tamaño y se cubrió de escamocostras (figura 2), hasta desaparecer. Existía, además, una adenopatía axilar derecha, móvil, dolorosa, de 2 x 2 cm. Se hicieron los diagnósticos de sida, neumonía basal derecha, enfermedad por arañazo de gato y candidosis oral. Se sospechó, además, TBC pulmonar y leucoplasia pilosa oral. Las placas de tórax demostraron derrame pleural derecho e infiltrados parahiliares derechos con tendencia a la consolidación. La toracentesis correspondió a un trasudado; se descartó su origen tuberculoso por examen directo y cultivo. El cuadro hemático mostró trombocitopenia, neutropenia y hemoglobina de 10 g %. El VDRL fue no reactivo; glicemia: 120 mg/dl; deshidrogenasa láctica (LDH): 1.203 U/L; LT/CD4: 33/mm³; CD8: 547/mm³; CD3: 590/mm³; relación CD4/CD8: 0,06; carga viral: 138.821 copias/ml. Con los hallazgos clínicos y de laboratorio (LDH elevada), se sugirieron los diagnósticos de neumonía por P. carinii y candidosis oral. Se inició tratamiento con trimetoprim-sulfametoxazol, 20 mg/kg, cada 8 horas y antirretroviral con AZT + 3TC e indinavir y con fluconazol para la candidosis. Se tomó biopsia del nódulo de la palma, la cual se describe en conjunto con las biopsias de los otros dos pacientes. La biopsia Figura 1. Caso 1: nódulo ulcerado de centro deprimido, eritematoso, friable, bordeado por collarete epidérmico; la imagen semeja un granumoma telangiectásico. Figura 2. La misma lesión luego de tratamiento parcial con doxiciclina. Han disminuido el tamaño y el eritema y tiene una superficie costrosa. confirmó el diagnóstico de angiomatosis bacilar, entidad que se trató con doxiciclina, 100 mg cada 12 horas, con involución del nódulo palmar (figura 2) y de la adenopatía. El paciente también mejoró de la neumonía y de la candidosis oral. examen físico, se observó en buen estado general. Presentaba dos pápulas bien definidas, semiesféricas, de superficie lisa, de color rojo cereza, de 6 y 8 mm de diámetro, una en el párpado inferior izquierdo y otra en el hombro izquierdo. Presentaba, además, múltiples pápulas y placas lenticulares, algunas confluentes, eritematosas y violáceas, cubiertas por gruesas escamocostras, localizadas en ambas piernas. Las lesiones de la cara y del hombro se Caso 2 Hombre de 42 años de edad, natural y procedente de Bogotá, soltero, bisexual, promiscuo, peluquero. Consultó por presentar manchas y pápulas eritematosas en ambas piernas desde hacía 15 días, que se interpretaron como prúrigo por picaduras de insectos y se manejaron con corticoide tópico. Diez días después las lesiones habían aumentado de tamaño y número: eran pápulas y placas eritematovioláceas, lenticulares, cubiertas por escamocostras, que comprometían ambas piernas (figura 3). Refería, además, fiebre, malestar general y pérdida de peso no cuantificada, así como la aparición de dos pápulas color cereza, localizadas una en el párpado inferior izquierdo y otra en el hombro izquierdo, de crecimiento rápido, en menos de diez días. Se quejaba además de artralgias en las manos y en las rodillas, de un mes de evolución, muy notorias. Desde hacía cuatro años era positivo para VIH. Tuvo sífilis en 1996 y trauma craneoencefálico en el mismo año con reducción abierta de fractura malar y dentoalveolar y enucleación del ojo izquierdo. Era fumador habitual y consumía marihuana y cocaína esporádicamente. Recibió terapia antirretroviral en 1997 con AZT y DDI durante 8 meses. En el Figura 3. Caso 2: pápulas y placas eritematosas de centro costroso y borde descamativo de la pierna; algunas pápulas rojas no costrosas semejan las lesiones iniciales de la angiomatosis bacilar. Varias biopsias confirmaron su naturaleza psoriásica. 143 interpretaron como granulomas telangiectásicos pero se sospechó también angiomatosis bacilar; las de las piernas sugirieron prúrigo por insectos. Se tomó una biopsia del hombro, otra del párpado y una de la pierna. El diagnóstico histopatológico de las biopsias de la cara y del hombro fue de angiomatosis bacilar y el de la biopsia de la pierna, de psoriasis pustulosa. Como el aspecto papular y eritematoso de estas lesiones también sugería angiomatosis bacilar, se tomaron dos biopsias adicionales, una de cada pierna, las que también confirmaron el diagnóstico de psoriasis (figura 4). En el laboratorio, la prueba RA fue positiva con 28 UI/µl; el cuadro hemático mostró anemia ferropénica; la glicemia y el parcial de orina fueron normales. Se prescribió tratamiento con eritromicina, 500 mg cada seis horas, que el paciente tomó irregularmente. En los controles se observó que las lesiones de angiomatosis bacilar se habían extirpado para el estudio de las biopsias y no se registraron lesiones nuevas; persistían las pápulas de las piernas pero el paciente se perdió de control. Figura 4. Biopsia de una de las lesiones demostradas en la figura 3: muestra enorme paraqueratosis con abscesos córneos, hiperplasia epidérmica, papilas profundas con telangiectasias e infiltrado leve de linfocitos y PMN. La imagen es típica de psoriasis, HE, 4X. 144 Caso 3 Hombre de 30 años de edad, administrador de discoteca, procedente de Cocuy (Boyacá), soltero, bisexual, positivo para VIH desde hace cinco años. Consultó por presentar dolor importante en el antebrazo derecho desde hacía 6 meses, seguido de la aparición gradual de una masa en el mismo antebrazo, acompañados de fiebre, malestar general, sudoración y pérdida de 8 kg de peso en los últimos cuatro meses. Había tenido herpes zóster del miembro inferior derecho hacía cuatro años y herpes simple labial hasta hacía 15 días. Durante cuatro años había recibido tratamiento antirretroviral con AZT + 3TC e indinavir, el cual había suspendido hacía un año. En el examen estaba en buen estado general. Se palpó un tumor de 4,5 cm de diámetro, duro, profundo y subcutáneo, cubierto por epidermis eritematosa y descamativa, localizado en la cara anterior, tercio distal del antebrazo derecho. Se pensó en la posibilidad de osteomielitis del radio derecho. La resonancia nuclear magnética de esta masa se describió así: “masa fusiforme de 4,3 cm, paralela al eje del antebrazo, localizada sobre el flexor común largo, con intensidad similar a la muscular, de contornos bien definidos. Dentro de la lesión hay imágenes hipointensas que posiblemente corresponden a vasos sanguíneos. Diagnóstico: tumor maligno de origen en tejido blandos que puede corresponder a fibrohistiocitoma o linfoma”. Otros exámenes mostraron: Hb: 10,9 g%; hematocrito: 31%; glicemia: 79 mg/dl; BUN: 12 mg%; carga viral: 330.000 copias/ml; LTCD4: 2/mm³; CD8: 351/mm³; CD3: 394/mm³; relación CD4: CD8: 0,005. La cirugía de la masa del antebrazo se describió como de “aspecto sarcomatoso que recuerda carne de pescado”. El estudio histológico del especimen se informó como fase nodular de sarcoma de Kaposi. Se suministraron dos ampollas de bleomicina (30 UI) IM. Tres semanas después consultó por presentar un tumor de aspecto angiomatoso, localizado en la región lumbar izquierda, friable, sesil, de 1 cm de diámetro. Se interpretó como granuloma telangiectásico; se sometió a curetaje, pero durante el procedimiento presentó sangrado abundante, por lo cual se amplió la incisión y se extirpó totalmente; macroscópicamente era una masa subcutánea de consistencia firme, de superficie lisa, amarillenta, semejante a un lipoma; medía 1,5 x 1 x 1 cm. El estudio histológico de esta lesión demostró angiomatosis bacilar, por lo cual se revisó el especimen tumoral del antebrazo, encontrándose que también correspondía a esta entidad. Se suspendió la bleomicina. No se prescribió tratamiento antibiótico adicional por razones logísticas del servicio, pero no había lesiones nuevas y tampoco han aparecido luego de 18 meses de seguimiento, durante los cuales ha tenido sólo el tratamiento antirretroviral. elongados o redondeados, de endotelio prominente, con núcleo eucromático y nucléolo prominente (figura 6). Los vasos se veían separados por conglomerados importantes de polimorfonucleares neutrófilos (PMN) con Estudio histopatológico y de microscopía electrónica Las biopsias estudiadas fueron: caso 1: biopsia del nódulo de la mano; caso 2: biopsias de las pápulas del hombro y del párpado inferior y tres biopsias de las pápulas y las placas de las piernas; caso 3: biopsias del tumor lumbar y del tumor del antebrazo. Los especímenes se fijaron en formol neutro y se procesaron por inclusión en parafina. Se tiñeron con hematoxilina-eosina (HE), Giemsa y Warthin-Starry (WS) (2). Como no se dispuso de biopsias fijadas para microscopía electrónica, de cada lesión se extrajeron pequeños fragmentos ya incluidos en parafina, se desparafinaron con xilol, se rehidrataron en alcoholes descendentes hasta llevarlos a solución tamponada de fosfatos, pH 7,2, se postfijaron en 0s04 al 1%, se deshidrataron y se incluyeron en resinas epóxicas (3). De estos bloques se obtuvieron cortes de una micra de espesor que se tiñeron con azul de toluidina, siguiendo la técnica denominada microscopía óptica de alta resolución (MOAR) (3) y, luego, de áreas seleccionadas de estos especímenes se hicieron cortes finos que se contrastaron con acetato de uranilo y citrato de plomo y se estudiaron y fotografiaron con el microscopio electrónico (3). Figura 5. Imagen panorámica de la angiomatosis bacilar; se observa una lesión que ocupa la mayor parte de la dermis, bien circunscrita, con numerosos vasos dilatados, más prominentes en el centro; hay infiltrado inflamatorio dentro de la lesión y, sobre todo, en su periferia, HE, 4X. Resultados Las biopsias de las lesiones cutáneas mostraron nódulos angiomatosos situados en la dermis media y profunda, sin comprometer la dermis papilar, bien circunscritos (figura 5). Estaban formados por vasos numerosos, pequeños, Figura 6. Mayor aumento de la figura 5; resalta el endotelio prominente de los vasos y el intersticio con infiltrado importante de predominio polinuclear, HE, 20X. 145 Figura 7. A mayor aumento se ve el prominente endotelio con núcleos y nucleolos voluminosos y el intersticio con material fibrinoide, eosinófilo con abundantes PMN con leucocitoclasia que comienzan a formar un absceso, HE, 40X. leucocitoclasia discreta (figuras 7 y 8), acompañados en algunos focos de material fibrinoide, a veces voluminoso (figura 9); en algunos campos se vieron pequeños acúmulos eosinófilos, homogéneos o granulares, rodeados por PMN, diferentes del material fibrinoide (figuras 10 y 11). Había también macrófagos intersticiales prominentes e infiltrado de linfocitos con pocos plasmocitos; estos últimos predominaron en la condensación dérmica que rodea el nódulo angiomatoso (figura 5). Se observaron también mitosis frecuentes intersticiales que corres-pondieron a macrófagos y a proliferación endotelial. No se apreció púrpura notable ni se vieron siderófagos. Algunos vasos centrales de la lesión eran voluminosos, de pared tenue y con abundante contenido de eritrocitos. Figura 8. Tumor subcutáneo; la imagen muestra su naturaleza vascular con estructuras venocapilares dilatadas y estroma edematoso con infiltrado inflamatorio rico en PMN, HE, 12,5X. Figura 9. Mayor aumento de la lesión que demuestra los vasos de endotelio prominente y el intersticio con masas eosinófilas e infiltrado inflamatorio, HE, 40X. Los tumores profundos, subcutáneos, estaban formados por vasos semejantes a los antes descritos, sin tendencia a agruparse en lobulillos y a estar separados por septos; el infiltrado intersticial de PMN con leucocitoclasia fue más llamativo, lo mismo que los acúmulos fibrinoides y el material granular eosinófilo o púrpura, que aparecía rodeado por PMN (figuras 8-11). La coloración de Giemsa no demostró bacterias y la de Warthin Starry se depositó en masas densas intersticiales, sin individualizar gérmenes con precisión. En los cortes semifinos de una micra de espesor, obtenidos del tejido incluido en resinas y teñidos con azul de toluidina 146 Figura 10. En la misma lesión se ve en el centro el material granular eosinófilo que representa los acúmulos de bartonelas, rodeado por PMN con leucocitoclasia (flechas); hay edema notorio del estroma, HE, 50X. (MOAR), se apreciaron claramente abundantes cocobacilos intersticiales (figuras 12) que por microscopía electrónica correspondieron a conglomerados de bacterias de pared celular trilaminar con materia fibrilar electrodenso periférico (figura 13). Todos estos hallazgos son típicos de angiomatosis bacilar (1,4-6). Las biopsias de las lesiones de las piernas del segundo paciente mostraron enorme capa córnea paraqueratósica con numerosos abscesos de PMN, extensas pústulas subcórneas e hiperplasia epidérmica con papilas dérmicas profundas con telangiectasias e infiltrado linfocitario con PMN, que conforman un cuadro de psoriasis pustulosa florida (figura 4). Figura 11. Detalle de los conglomerados eosinófilos típicos, que permiten el diagnóstico de angiomatosis bacilar a la HE, rodeados por PMN, HE 100X. Figura 12. Corte de una micra de espesor incluido en resinas y teñido con azul de toluidina (MOAR); se ven claramente los abundantes conglomerados extracelulares de bacterias cocobacilares; en su vecindad hay células endoteliales de núcleo y nucléolos prominentes, 100X. Discusión Los tres pacientes presentados fueron hombres jóvenes con infección por el VIH desde hacía 4-5 años y con enfermedades diversas indicadoras de sida, como la neumonía por P. carinii y la candidosis oral. Tenían cargas virales altas y depresión inmune notoria, según sus recuentos de LT CD4. Sus historias ilustran la manera irregular e inapropiada con la que reciben el tratamiento antirretroviral. Su enfermedad actual cursó con fiebre, malestar general e importante pérdida de peso y con la presencia de pápulas, nódulos y tumores que clínicamente sugirieron granulomas telangiectásicos, lipomas o sarcomas y que en dos de ellos permitieron sospechar la angiomatosis bacilar. Microscópicamente se interpretaron inicialmente como granulomas telangiectásicos, “angiomas con inflamación secundaria” o sarcoma de Kaposi. La revisión de las biopsias permitió descubrir en ellas rasgos típicos de angiomatosis bacilar: proliferación de vasos pequeños, redondeados, de endotelio prominente, con intersticio rico en PMN con leucocitoclasia y con presencia de material fibrinoide y de pequeñas masas eosinófilas granulares. Estos hallazgos a la HE permiten hacer el diagnóstico de angiomatosis bacilar (1,46); la coloración de WS, que demuestra las bacterias causales (1,4), no fue suficientemente conclusiva, pero el estudio de MOAR y de microscopía electrónica confirmaron de manera convincente el diagnóstico de esta enfermedad oportunista. Esta entidad puede tener pocas o centenares de lesiones cutáneas (7-10), por lo cual es llamativo que nuestros enfermos, a pesar de su inmunosupresión importante, tuvieran no más de dos lesiones. También es importante resaltar que las placas y pápulas eritematosas de las piernas del paciente dos sugirieron una angiomatosis bacilar múltiple y que esa sospecha clínica indujo a practicar varias biopsias de estas lesiones, todas las cuales mostraron una psoriasis florida, pustulosa que, en nuestro criterio, constituye otro diagnóstico clínico diferencial de esta entidad. El paciente dos presentaba artralgias que hicieron estudiar la posibilidad de artritis. El paciente tres 147 presentó dolor importante, persistente, de 6 meses de evolución en el antebrazo, que hizo pensar en osteomielitis del radio. Es posible que estos dolores osteócopos se relacionen con el compromiso óseo por la angiomatosis y hacen recordar que las infecciones por Bartonella quintana pueden cursar con dolores óseos notorios, principalmente de la tibia (11). Las lesiones óseas de la angiomatosis bacilar son frecuentes y pueden presentar osteolisis subyacente a los tumores subcutáneos (8,9). Las imágenes diagnósticas, tanto de placas como nucleares, detectan con facilidad las lesiones osteolíticas (9), pero en nuestro caso dos no se mencionó este daño cuando se describió el tumor del antebrazo. Revisión general de la angiomatoris bacilar Definición: la angiomatosis bacilar es una enfermedad zoonótica, pseudotumoral, angiomatosa, producida por bacterias del género Bartonella , especies Bartonella henselae y Bartonella quintana (12-15); ocurre en pacientes inmunosuprimidos, principalmente en el sida pero también en los sometidos a quimioterapia o en aquéllos con leucemias, linfomas y en Figura 13. Electromicrografía que demuestra los conglomerados de Bartonellas de pared trilaminar aglutinados por material denso, 60.000X 148 trasplantados (15). Es rara en personas inmunocompetentes (1,9,15). La proliferación vascular y la respuesta inflamatoria polimorfonuclear predomina en la piel, pero se puede afectar cualquier órgano o tejido (1,9,10,15). Su espectro clínico se ha agrupado en tres manifestaciones: 1) cutánea y subcutánea; 2) linfadenopatía crónica y 3) fiebre con síntomas y signos abdominales, como hepato y esplenomegalia (10). Como la angiomatosis bacilar se puede tratar y curar con antibióticos (9,10,15), su diagnóstico preciso es particularmente importante. Historia: el primer caso de esta entidad se informó en 1983 en un paciente de 32 años con sida, natural de San Vicente, Islas Vírgenes, atendido en Nueva York (16); presentó múltiples nódulos subcutáneos violáceos, semejantes a los del sarcoma de Kaposi, que se resolvieron completamente después del tratamiento con eritromicina. La imagen histológica semejó para los autores los hemangiomas epitelioides; se demostraron en las lesiones acúmulos bacterianos con la coloración de WS, bacterias que también se observaron con el microscopio electrónico, pero no pudieron aislar el germen causal mediante cultivos (16). En 1987, Cockerell y colaboradores describieron cinco pacientes con sida que presentaban pápulas y nódulos de aspecto angiomatoso, entidad que denominaron “angiomatosis epitelioide” (7). Como la enfermedad ocurría a veces en pacientes con sida con claro antecedente de arañazo de gato, como en nuestro caso uno, en 1988 se planteó la asociación entre el agente causal de la enfermedad por arañazo de gato, descrito en 1983 como Afipia felis, y la angiomatosis epitelioide (1,17,18). En 1988, LeBoit y colaboradores acuñaron el término de “angiomatosis bacilar” para identificar este desorden de proliferación vascular de naturaleza infecciosa, nombre más apropiado, hoy utilizado universalmente (4). Nomenclatura y características de los agentes etiológicos: las bacterias poseen un gen que codifica una subunidad del ARN ribosómico, denominada 16S, que posee regiones variables y constantes (19). El análisis de las regiones variables es un sistema preciso de clasificación de los microorganismos (19). Conociéndose las secuencias conservadas, es posible utilizar una técnica de PCR que a partir de ellas revele secundariamente las regiones variables (19). Usando iniciadores de amplio rango para el rADN 16S de eubacterias, se amplificó una porción del gen 16S rARN de las bacterias presentes en las lesiones de angiomatosis bacilar, técnica con la cual se logró concluir que la entidad es causada por una bacteria parecida a una rickettsia, semejante a Rochalimaea quintana, el agente productor de la fiebre de las trincheras (19). Después, a través de hemocultivos con la técnica de lisis celular y centrifugación (20), se logró cultivar un germen semejante a R. quintana y otra bacteria que se denominó R. henselae (21,22). A medida que con estos gérmenes aislados en cultivo se hicieron estudios bioquímicos y de biología molecular, con análisis de las secuencias génicas del ARN 16S, se estableció que su genoma era más afín al del género Bartonella y se cambió la denominación de Rochalimaea por la de este género (23), del cual existía una especie, Bartonella bacilliformis, productora de la fiebre de Oroya, verruga peruana o enfermedad de Carrión, género creado en honor de Alberto Barton, el médico peruano que descubrió en 1909 la bacteria causante de la enfermedad de Carrión (24). Rochalimaea es el género establecido en honor del ilustre médico brasileño, tropicalista, microbiólogo y patólogo, Henrique Da Rocha Lima, quien caracterizó, identificó y nombró en el piojo la Rickettsia prowazeki, productora del tifo exantemático o epidémico (25); la especie quintana se refiere a los cinco días iniciales de fiebre en la fiebre de las trincheras y henselae es un homenaje a la microbióloga estadinense Diane Hensel (21). B. henselae se ha aislado de gatos, especialmente de los menores de 1 año de edad, así como de la pulga del gato, Ctenocephalides felis (13,26-28). Los gatos presentan bacteremia y desarrollan anticuerpos contra la bacteria pero no sufren la enfermedad (28,29). Los arañazos y mordeduras del gato y aún el lamido (1), pueden transmitir la bacteria al hombre, así como la picadura de pulga (9,26). Nuestro primer paciente tuvo el antecedente de arañazo de gato pero su lesión inicial se presentó en la palma y no en el dorso de 149 la mano donde ocurrió el arañazo. Tuvo, además, adenopatía axilar satélite, hecho común en la infección por B. henselae (15). B. quintana no tiene reservorio animal conocido y no se sabe como penetra en el hombre (9,30,31). Es la causa de la angiomatosis bacilar que se presenta en pacientes de muy bajo nivel socioeconómico, vagabundos, indigentes y sin hogar (15,31). Es posible que también produzca peliosis hepática, una condición que se atribuye sólo a B. henselae (30). Se trata de la misma bacteria productora de la “fiebre de las trincheras”, “fiebre quintana”, “fiebre de la canilla” o “fiebre de la corva”, en alusión a los dolores espontáneos y a la palpación de esta zona de la pierna, transmitida al hombre por el piojo del cuerpo; este vector probablemente transmita también esta bacteria porque tener piojos es un factor de riesgo para la enfermedad (15,32) y en Francia, piojos de tres pacientes con angiomatosis bacilar fueron positivos para B. quintana por la técnica de PCR (31). Lesiones viscerales: las lesiones viscerales afectan el hígado y el bazo y se denominan peliosis hepática y esplénica (1,9,10,33,34). También se afecta el tracto gastrointestinal (9,10,35,36). Las peliosis hepática y esplénica consisten en la formación de grandes cavidades vasculares tapizadas por endotelio, llenas de sangre, rodeadas por discreto infiltrado inflamatorio en donde se demuestran las bacterias (1,33). Su sangrado puede ser grave y aún mortal (1). Constituyen el síndrome visceral de la angiomatosis bacilar, con hepatomegalia, esplenomegalia, náuseas, vómito, diarrea y distensión abdominal (1,10). La presencia de hepatomegalia en nuestro caso dos podría ser advertencia de esta posibilidad, pero otros estudios practicados, así como la evolución satisfactoria del paciente, no la sustentan. Tanto B. henselae como B. quintana son productoras de adenopatía, bacteremia, endocarditis y encefalitis (37-41). Diagnóstico: la angiomatosis bacilar debe sospecharse en todo paciente con sida que presente pápulas, nódulos o tumores angiomatosos cutáneos, únicos o múltiples, así como 150 tumores subcutáneos. Esta sospecha pondrá sobre aviso al patólogo, quien debe buscar las características de la enfermedad ilustradas en las figuras. La sola HE produce un diagnóstico confiable, basado en la proliferación de vasos pequeños de endotelio prominente con nucléolos voluminosos y en la inflamación intersticial rica en PMN con leucocitoclasia (5,6). Las masas eosinofílicas características, que representan los acúmulos bacterianos (1,4-6), pueden ser bien aparentes o escasas y diminutas; se pueden confundir con fibrina y su apariencia depende de la variante de HE utilizada. Se localizan en las zonas con mayor densidad de PMN con leucocitoclasia. La coloración de WS es difícil de hacer, requiere el uso de vidriería lavada con ácidos y de reactivos en solución tamponada a pH 3,5 para obtener los mejores resultados (1); es costosa, prolongada y requiere experiencia. La coloración de Giemsa se ha usado con éxito en algunos casos (1). En el estudio presentado no nos fue de utilidad. El proceso de tejido incluido en parafina por la técnica de MOAR (3) y con ME nos fue muy útil porque reveló fácil y claramente las bacterias, que son muy abundantes en las áreas profundas de la lesión. Cuando el paciente ha recibido tratamiento, el cuadro histológico se torna de diagnóstico difícil por la disminución de la inflamación y la aparición de fibrosis (1,15). Otras técnicas diagnósticas útiles, no disponibles entre nosotros, son: 1) inmunofluorescencia indirecta para mostrar anticuerpos IgM e IgG contra Bartonella en el suero del enfermo (1,42,43); si su inmunosupresión es muy grande puede no tenerlos; 2) inmunohistoquímica con anticuerpos antibartonela producidos en conejo (1,15); 3) cultivo del germen en medios especiales, técnica que sigue siendo poco sensible (44,45), y 4) PCR, con iniciadores específicos (46). Diagnóstico diferencial: los diagnósticos diferenciales son clínicos e histológicos. Clínicamente, la angiomatosis bacilar se debe diferenciar del granuloma telangiectásico o hemangioma lobulillar, del sarcoma de Kaposi, del angiosarcomas y hemangiomas cereza, de la verruga peruana y de diversos tumores subcutáneos (1,4,9). El granuloma telangiectásico puede ser indistinguible clínicamente de la angiomatosis bacilar. La figura 1 muestra el centro granular eritematoso y el collarete epidérmico que circunscribe la lesión, imagen común a la angiomatosis bacilar y al granuloma telangiectásico. Este es múltiple sólo ocasionalmente y no es subcutáneo. El sarcoma de Kaposi presenta máculas y placas en su inicio, las cuales no se ven en la angiomatosis bacilar. Las pápulas y nódulos del sarcoma de Kaposi pueden ser indistinguibles de la angiomatosis bacilar, inclusive para expertos (1). La verruga peruana es la fase proliferativa, angiomatosa, cutánea, de la enfermedad de Carrión, producida por B. baciliformis (24,47). Las lesiones son pápulas miliares, incontables, situadas principalmente en la cara y en las piernas, en un enfermo que ha pasado por la fase febril, hemolítica y notoriamente anemizante de la enfermedad (24,47). La profusión de lesiones, la historia previa y la procedencia geográfica ayudan a la diferenciación. La verruga peruana se presenta en áreas andinas de Perú y Ecuador y del departamento de Nariño en Colombia (48). En nuestro país, la enfermedad ha desaparecido desde la epidemia de los años 30, tal vez por el control del vector, Lutzomia columbiana (48), aunque en 1988 se documentó la enfermedad, clínicamente y por laboratorio, en un hombre de 31 años, de Pradera (Valle del Cauca) (48). En la histopatología, el granuloma telangiectásico y el sarcoma de Kaposi son los diagnósticos diferenciales más importantes, aunque existen otros como la hiperplasia angiolinfoide con eosinofilia, los angiomas y los angiosarcomas (1,4-6). El granuloma telangiectásico tiene collarete epidérmico que lo circunscribe lateralmente; éste es menos acentuado o no existe en la angiomatosis bacilar; en ninguna de las biopsias que estudiamos estuvo presente; en el granuloma telangiectásico la proliferación de vasos pequeños tiende a formar lobulillos circunscritos por septos conjuntivos, por lo cual su mejor nombre es el de “angioma lobulillar” (4-6), lobulillación que no ocurre en la angiomatosis bacilar; en el angioma lobulillar hay PMN sólo en la superficie de las lesiones ulceradas y no en toda la lesión como sí ocurre con la angiomatosis; la leucocitoclasia de estos PMN es característica de la angiomatosis y no del granuloma telangiectásico (6); los conglomerados granulares eosinófilos o púrpuras, típicos de la angiomatosis, no se presentan en el granuloma telangiectásico (1,4-6). En las fases papular, nodular o tumoral del sarcoma de Kaposi hay amplio componente de células fusiformes que forman hendiduras entre sí; la proliferación vascular predomina alrededor de vasos normales, con formación del signo del promontorio; hay inclusiones eosinófilas, redondeadas intracitoplasmáticas en las células fusiformes, que representan eritrocitos en digestión; el infiltrado intratumoral es escaso, de linfocitos y plasmocitos y no hay PMN; la púrpura y los siderófagos son abundantes, condiciones todas que no se ven en la angiomatosis (1,4-6). Siempre se debe tener en cuenta la posibilidad de que existan lesiones combinadas o múltiples de varias entidades en el sida, incluyendo la presencia de sarcoma de Kaposi y angiomatosis bacilar en el mismo paciente (8,9). La verruga peruana tiene cambios microscópicos semejantes a los de la angiomatosis bacilar, sin los acúmulos eosinófilos y sin la profusión de bacterias que se ven en la angiomatosis en la técnica de MOAR o a la ME (47). Se ven inclusiones de Rocha Lima que son conglomerados de bacterias fagocitadas por los macrófagos o por las células endoteliales, especialmente aparentes con la técnica de MOAR (47). Como la clínica también es semejante, los criterios diferenciales deberían complementarse con estudios epidemiológicos, inmunológicos, moleculares y de cultivo del germen causal. Angiomatosis bacilar y enfermedad por arañazo de gato: una consideración especial merece la enfermedad por arañazo de gato, que tiene muchos puntos de confluencia con la angiomatosis bacilar, hasta el grado de que podrían considerarse como espectros clínicos de la misma enfermedad. Así, B. henselae es agente etiológico de ambas enfermedades, pero B.quintana lo es de angiomatosis y no de la enfermedad por arañazo de gato (49). Afipia felis no es agente etiológico de la angiomatosis (1,8). La enfermedad por arañazo de gato predomina en niños y jóvenes: 80% de los casos ocurren en menores de 20 años (50,51). La angiomatosis 151 bacilar ocurre en adultos y hasta hace pocos años sólo se habían descrito 3 casos en niños, uno en un paciente con sida, otro en un paciente en tratamiento para leucemia y otro en un niño sin inmunosupresión (51), a los cuales se añade otro niño africano con sida (52). La enfermedad por arañazo de gato se presenta en inmunocompetentes y luego de la lesión local, en el sitio del arañazo, el aspecto esencial que define la enfermedad es una adenopatía regional, crónica, voluminosa, que puede llegar a medir hasta 10 cm de diámetro (50-52) y que se resuelve espontáneamente en semanas o meses, con o sin el uso de antibióticos, a los cuales la enfermedad es poco sensible (50,51), mientras que la angiomatosis bacilar responde favorablemente a estos medicamentos (9,16,51). La histopatología de la lesión cutánea de la enfermedad por arañazo de gato no es vasoproliferativa sino un granuloma mixto, con absceso central de PMN y empalizada periférica de células epitelioides y gigantes (53); en el ganglio linfático hay granulomas mixtos, abscesos estelares extensos y notoria necrosis caseificante, que a diferencia de la tuberculosis no tiende a calcificarse (53). Estos granulomas no ocurren en la angiomatosis que afecte el ganglio sino que allí también tiende a ser vascular y proliferativa (1,53). Las razones para que B. henselae produzca esta gama de lesiones en pacientes con y sin inmunosupresión no se conocen, pero deben intervenir factores angiogénicos que producen las bacterias o el mismo virus del sida a través del gene tat (8), las infecciones concomitantes, las interleucinas producidas de manera caótica o descompensada y la respuesta inmune del huésped (51,53). Tratamiento: el tratamiento de primera línea para la angiomatosis bacilar es la eritromicina a dosis de 500 mg cada 6 horas por 8 semanas, o la doxiciclina, cada 12 horas por 8 semanas (9,51,53,54). En una segunda línea están la claritromicina, 500 mg cada 12 horas, y la azitromicina, 250 mg cada 12 horas (9,53). Cuando hay compromiso sistémico, se puede usar la doxiciclina 100 mg cada 12 horas junto con rifampicina, 300 mg cada 12 horas (9,49). 152 Es conveniente prolongar la terapia aunque se vea curación clínica de las lesiones porque pueden presentarse recidivas (1,9,54,55). Frecuencia en el mundo y en Colombia: la angiomatosis bacilar es de distribución mundial, con mayor frecuencia en Estados Unidos (1,8,9). Es esporádica en Africa (52); en Alemania, la prevalencia es de 1,2 casos/1.000 pacientes con sida (55) y en Río de Janeiro de 1,42/1.000 pacientes con sida (54). Los tres enfermos que estudiamos ocurrieron entre 1.569 pacientes con sida atendidos en un período de 10 años en el Hospital Simón Bolívar de Bogotá, lo que representa una prevalencia de 1,91/1.000. Una publicación reciente registró un caso de angiomatosis bacilar en Medellín, en un hombre de 26 años con sida, que presentó múltiples nódulos cutáneos y compromiso de la tibia; el enfermo curó con eritromicina (56). Es posible que la frecuencia de angiomatosis bacilar sea mayor entre nosotros porque hay baja sospecha clínica de la enfermedad y por la probable confusión con el sarcoma de Kaposi, hipótesis sujeta a confirmación mediante la revisión de esta neoplasia, frecuente en nuestros enfermos con sida. Agradecimientos A Ladys Sarmiento de la Unidad de Microscopía y Análisis de Imágenes del INS, por su ayuda esencial en el estudio de microscopía electrónica. Referencias 1. LeBoit PE. Bacillary angiomatosis. En: Connor DH, Chandler FW et al., editors.Pathology of infectious diseases. First edition. Stanford, Connecticut: Appleton & Lange; 1997; p.407-20. 2. Prophet EB, Mills B, Arrington JB, Sobin LH. Laboratory methods in histotechnology. Washington, D.C.: AFIP; 1992. p.53, 214. 3. Caldas ML, Ricaurte O, Rodríguez G, Amaya J. Microscopia óptica de alta resolución, MOAR. Bogotá: Instituto Nacional de Salud; 1993. 4. LeBoit PE, Berger TG, Egbert BM, Beckstead JH, Benedict TS, Stoler MH. 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