Angiomatosis bacilar

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PRESENTACIÓN DE CASOS
Angiomatosis bacilar
Gerzaín Rodríguez 1, Beatriz E. Torres 2, Adriana Motta
1
2
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Laboratorio de Patología, Instituto Nacional de Salud; Departamento de Patología, Facultad de
Medicina, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C., Colombia.
Hospital Simón Bolívar; Facultad de Medicina, Universidad El Bosque, Bogotá, D.C., Colombia.
La angiomatosis bacilar es una enfermedad bacteriana que afecta a pacientes
inmunodeprimidos; compromete cualquier tejido, especialmente la piel y se presenta como
pápulas, nódulos o tumores angiomatosos. Estudiamos tres hombres jóvenes con sida, positivos
para VIH desde hace 4 años; presentaron 1 o 2 pápulas, nódulos o tumores subcutáneos, que
sugirieron granulomas telangiectásicos, sarcomas y lipomas. Microscópicamente se confundieron
con granulomas telangiectásicos, sarcoma de Kaposi y “angioma con inflamación secundaria”.
La revisión de la histopatología con coloraciones de hematoxilina-eosina (HE), Warthin-Starry
(WS) y microscopía óptica de alta resolución (MOAR) mostró su constitución por vasos de
endotelio prominente y estroma rico en polimorfonucleares con leucocitoclasia. Se vieron
depósitos fibrinoides vecinos a los vasos y masas eosinófilas, granulares, intersticiales,
correspondientes a los acúmulos de Bartonella, criterios que permiten el diagnóstico confiable
de la angiomatosis bacilar a la HE. La coloración de WS no fue útil; mediante inclusión del tejido
en resinas y microscopia electrónica, a partir del material incluido en parafina (MOAR), se
demostraron acúmulos de bacterias, tanto en el corte semifino como con microscopia electrónica,
confirmándose el diagnóstico de angiomatosis bacilar. Los pacientes curaron con tratamiento
quirúrgico y con eritromicina o doxiciclina. Revisamos la entidad y los diagnósticos diferenciales
con granulomas telangiectásicos, sarcoma de Kaposi, enfermedad de Carrión y enfermedad
por arañazo de gato. En conclusión, demostramos la angiomatosis bacilar en 3 pacientes,
mostramos su histopatología típica con la HE y demostramos las bacterias causales con la
técnica de MOAR y el microscopio electrónico; es esencial reconocerla porque la entidad es
curable con antibióticos.
Palabras clave: angiomatosis bacilar, arañazo de gato, Bartonella henselae, microscopía
electrónica de Bartonella, Bartonella en cortes semifinos.
Bacillary angiomatosis
Bacillary angiomatosis is a bacterial disease which affects mainly immunosuppressed patients.
It may compromise any tissue, especially the skin, presenting papules, nodules or angiomatous
tumors. We studied three young men with AIDS, all of them with 1-2 papules, nodules or
subcutaneous tumors suggesting telangiectatic granuloma, sarcoma and lipoma. Microscopically,
they were misdiagnosed as telangiectatic granuloma, Kaposi’s sarcoma and “angioma with
secondary inflammation”. After reviewing the histopathology, we saw them to be composed by
vessels with prominent endothelium and stroma rich in leucocytoclastic polymorphonuclears.
Fibrinoid deposits were observed in the neighborhood of vessels as well as minute eosinophilic
granular interstitial masses corresponding to Bartonella aggregates, criteria which answer to
the diagnosis of bacillary angiomatosis with HE staining. The Warthin-Starry stain was not useful;
using resin embedded tissue from paraffin-embedded material, bacterial clusters, both in semithin
sections stained with toluidine blue and in thin sections observed under the electron microscope,
were clearly seen, confirming bacillary angiomatosis diagnosis. Patients were succesfully treated
with surgery and either erythromycin or doxicycline. We reviewed the entity as well as its
differential diagnoses with telangiectatic granuloma, Kaposis sarcoma, Carrión's disease, and
cat-scratch disease. In conclusion, we showed the presence of bacillary angiomatosis in three
patients, illustrated its typical histopathological appearance with HE staining and demonstrated
the causal
141
bacteria in thick sections and with the electron microscope. It is essential to recognize bacillary
angiomatosis, as it can be cured with antibiotics.
Key words: Bacillary angiomatosis, cat scratch disease, Bartonella henselae, Bartonella's
electron microscopy, thick sections of Bartonella.
La angiomatosis bacilar es una enfermedad
pseudotumoral, vascular e inflamatoria que afecta
la piel y las vísceras, producida por bacterias del
género Bartonella, que compromete a pacientes
inmunosuprimidos, principalmente por sida (1).
Clínica e histológicamente, semeja granulomas
telangiectásicos y sarcoma de Kaposi. Como a
veces es grave y mortal, a la vez que se puede
tratar y curar con antibióticos, su diagnóstico
preciso es muy importante. En este trabajo
estudiamos tres pacientes con sida y
angiomatosis bacilar, ilustramos las características macro y microscópicas de la entidad y
hacemos una revisión general sobre esta
enfermedad y sus diagnósticos diferenciales.
Caso 1
Hombre de 30 años de edad, soltero, bisexual,
artesano, positivo para VIH desde hace cuatro
años, procedente de Bogotá. Ingresó al servicio
de urgencias porque desde hacía dos días
presentaba fiebre, tos productiva con
expectoración hialina y dolor en el hemitórax
derecho. Tuvo neumonía por Pneumocistis carinii
hace dos años. Ingería trimetoprimsulfametoxasol 160/800 mg 3 veces por semana
desde hacía dos años y hasta 2 semanas antes
del ingreso. Es alérgico a la penicilina. Relató
pérdida de peso de 4 kg en los últimos 3 meses.
Fue rasguñado por un gato casero en el dorso
de la mano y en el antebrazo derechos cinco
semanas antes del ingreso.
En el examen físico se encontró un paciente en
mal estado general, febril (37,5 °C). Presentaba
placas blanquecinas en los bordes laterales de
la lengua y pseudomembranas blanquecinas en
Correspondencia:
Gerzaín Rodríguez
Laboratorio de Patología, Instituto Nacional de Salud
Avenida Calle 26 No.51-60, Bogotá, Colombia.
Teléfono 220 7700
grodriguez@hemagogus.ins.gov.co
Recibido: 30/01/02; aceptado: 07/05/02
142
la mucosa del carrillo izquierdo. Los ruidos
respiratorios estaban disminuidos en el tercio
medio del hemitórax derecho y había roncus y
sibilancias en ambos campos pulmonares. El
hígado era palpable 3 cm por debajo del reborde
costal derecho. En el dorso de la mano derecha
tenía una placa linear cubierta por una costra
serohemática, de 7 x 0,3 cm, relacionada con el
arañazo del gato. También presentaba un nódulo
ulcerado, eritematoso, de bordes gruesos, a
manera de collarete, redondeado, de 1,5 cm de
diámetro, situado en la región proximal de la
palma derecha (figura 1), de un mes de evolución,
que durante el tratamiento se fue aplanando,
disminuyó de tamaño y se cubrió de
escamocostras (figura 2), hasta desaparecer.
Existía, además, una adenopatía axilar derecha,
móvil, dolorosa, de 2 x 2 cm. Se hicieron los
diagnósticos de sida, neumonía basal derecha,
enfermedad por arañazo de gato y candidosis
oral. Se sospechó, además, TBC pulmonar y
leucoplasia pilosa oral.
Las placas de tórax demostraron derrame pleural
derecho e infiltrados parahiliares derechos con
tendencia a la consolidación.
La toracentesis correspondió a un trasudado; se
descartó su origen tuberculoso por examen directo
y cultivo. El cuadro hemático mostró trombocitopenia, neutropenia y hemoglobina de 10 g %.
El VDRL fue no reactivo; glicemia: 120 mg/dl;
deshidrogenasa láctica (LDH): 1.203 U/L; LT/CD4:
33/mm³; CD8: 547/mm³; CD3: 590/mm³; relación
CD4/CD8: 0,06; carga viral: 138.821 copias/ml.
Con los hallazgos clínicos y de laboratorio (LDH
elevada), se sugirieron los diagnósticos de
neumonía por P. carinii y candidosis oral. Se inició
tratamiento con trimetoprim-sulfametoxazol, 20
mg/kg, cada 8 horas y antirretroviral con AZT +
3TC e indinavir y con fluconazol para la
candidosis. Se tomó biopsia del nódulo de la
palma, la cual se describe en conjunto con las
biopsias de los otros dos pacientes. La biopsia
Figura 1. Caso 1: nódulo ulcerado de centro deprimido,
eritematoso, friable, bordeado por collarete epidérmico; la
imagen semeja un granumoma telangiectásico.
Figura 2. La misma lesión luego de tratamiento parcial con
doxiciclina. Han disminuido el tamaño y el eritema y tiene
una superficie costrosa.
confirmó el diagnóstico de angiomatosis bacilar,
entidad que se trató con doxiciclina, 100 mg cada
12 horas, con involución del nódulo palmar (figura
2) y de la adenopatía. El paciente también mejoró
de la neumonía y de la candidosis oral.
examen físico, se observó en buen estado
general. Presentaba dos pápulas bien definidas,
semiesféricas, de superficie lisa, de color rojo
cereza, de 6 y 8 mm de diámetro, una en el
párpado inferior izquierdo y otra en el hombro
izquierdo. Presentaba, además, múltiples pápulas
y placas lenticulares, algunas confluentes,
eritematosas y violáceas, cubiertas por gruesas
escamocostras, localizadas en ambas piernas.
Las lesiones de la cara y del hombro se
Caso 2
Hombre de 42 años de edad, natural y procedente
de Bogotá, soltero, bisexual, promiscuo,
peluquero. Consultó por presentar manchas y
pápulas eritematosas en ambas piernas desde
hacía 15 días, que se interpretaron como prúrigo
por picaduras de insectos y se manejaron con
corticoide tópico. Diez días después las lesiones
habían aumentado de tamaño y número: eran
pápulas y placas eritematovioláceas, lenticulares,
cubiertas por escamocostras, que comprometían
ambas piernas (figura 3). Refería, además, fiebre,
malestar general y pérdida de peso no
cuantificada, así como la aparición de dos
pápulas color cereza, localizadas una en el
párpado inferior izquierdo y otra en el hombro
izquierdo, de crecimiento rápido, en menos de
diez días. Se quejaba además de artralgias en
las manos y en las rodillas, de un mes de
evolución, muy notorias. Desde hacía cuatro años
era positivo para VIH. Tuvo sífilis en 1996 y
trauma craneoencefálico en el mismo año con
reducción abierta de fractura malar y dentoalveolar
y enucleación del ojo izquierdo. Era fumador
habitual y consumía marihuana y cocaína
esporádicamente. Recibió terapia antirretroviral
en 1997 con AZT y DDI durante 8 meses. En el
Figura 3. Caso 2: pápulas y placas eritematosas de centro
costroso y borde descamativo de la pierna; algunas pápulas
rojas no costrosas semejan las lesiones iniciales de la
angiomatosis bacilar. Varias biopsias confirmaron su
naturaleza psoriásica.
143
interpretaron como granulomas telangiectásicos
pero se sospechó también angiomatosis bacilar;
las de las piernas sugirieron prúrigo por insectos.
Se tomó una biopsia del hombro, otra del párpado
y una de la pierna. El diagnóstico histopatológico
de las biopsias de la cara y del hombro fue de
angiomatosis bacilar y el de la biopsia de la pierna,
de psoriasis pustulosa. Como el aspecto papular y
eritematoso de estas lesiones también sugería
angiomatosis bacilar, se tomaron dos biopsias
adicionales, una de cada pierna, las que también
confirmaron el diagnóstico de psoriasis (figura 4).
En el laboratorio, la prueba RA fue positiva con
28 UI/µl; el cuadro hemático mostró anemia
ferropénica; la glicemia y el parcial de orina fueron
normales.
Se prescribió tratamiento con eritromicina, 500 mg
cada seis horas, que el paciente tomó
irregularmente. En los controles se observó que las
lesiones de angiomatosis bacilar se habían
extirpado para el estudio de las biopsias y no se
registraron lesiones nuevas; persistían las pápulas
de las piernas pero el paciente se perdió de control.
Figura 4. Biopsia de una de las lesiones demostradas en la
figura 3: muestra enorme paraqueratosis con abscesos
córneos, hiperplasia epidérmica, papilas profundas con
telangiectasias e infiltrado leve de linfocitos y PMN. La
imagen es típica de psoriasis, HE, 4X.
144
Caso 3
Hombre de 30 años de edad, administrador de
discoteca, procedente de Cocuy (Boyacá),
soltero, bisexual, positivo para VIH desde hace
cinco años. Consultó por presentar dolor
importante en el antebrazo derecho desde hacía
6 meses, seguido de la aparición gradual de una
masa en el mismo antebrazo, acompañados de
fiebre, malestar general, sudoración y pérdida de
8 kg de peso en los últimos cuatro meses. Había
tenido herpes zóster del miembro inferior derecho
hacía cuatro años y herpes simple labial hasta
hacía 15 días. Durante cuatro años había recibido
tratamiento antirretroviral con AZT + 3TC e
indinavir, el cual había suspendido hacía un año.
En el examen estaba en buen estado general.
Se palpó un tumor de 4,5 cm de diámetro, duro,
profundo y subcutáneo, cubierto por epidermis
eritematosa y descamativa, localizado en la cara
anterior, tercio distal del antebrazo derecho. Se
pensó en la posibilidad de osteomielitis del radio
derecho. La resonancia nuclear magnética de
esta masa se describió así: “masa fusiforme de
4,3 cm, paralela al eje del antebrazo, localizada
sobre el flexor común largo, con intensidad similar
a la muscular, de contornos bien definidos. Dentro
de la lesión hay imágenes hipointensas que
posiblemente corresponden a vasos sanguíneos.
Diagnóstico: tumor maligno de origen en tejido
blandos que puede corresponder a
fibrohistiocitoma o linfoma”. Otros exámenes
mostraron: Hb: 10,9 g%; hematocrito: 31%;
glicemia: 79 mg/dl; BUN: 12 mg%; carga viral:
330.000 copias/ml; LTCD4: 2/mm³; CD8: 351/mm³;
CD3: 394/mm³; relación CD4: CD8: 0,005.
La cirugía de la masa del antebrazo se describió
como de “aspecto sarcomatoso que recuerda
carne de pescado”. El estudio histológico del
especimen se informó como fase nodular de
sarcoma de Kaposi. Se suministraron dos
ampollas de bleomicina (30 UI) IM. Tres semanas
después consultó por presentar un tumor de
aspecto angiomatoso, localizado en la región
lumbar izquierda, friable, sesil, de 1 cm de
diámetro. Se interpretó como granuloma
telangiectásico; se sometió a curetaje, pero
durante el procedimiento presentó sangrado
abundante, por lo cual se amplió la incisión y se
extirpó totalmente; macroscópicamente era una
masa subcutánea de consistencia firme, de
superficie lisa, amarillenta, semejante a un
lipoma; medía 1,5 x 1 x 1 cm. El estudio
histológico de esta lesión demostró angiomatosis
bacilar, por lo cual se revisó el especimen tumoral
del antebrazo, encontrándose que también
correspondía a esta entidad. Se suspendió la
bleomicina. No se prescribió tratamiento
antibiótico adicional por razones logísticas del
servicio, pero no había lesiones nuevas y
tampoco han aparecido luego de 18 meses de
seguimiento, durante los cuales ha tenido sólo el
tratamiento antirretroviral.
elongados o redondeados, de endotelio
prominente, con núcleo eucromático y nucléolo
prominente (figura 6). Los vasos se veían
separados por conglomerados importantes de
polimorfonucleares neutrófilos (PMN) con
Estudio histopatológico y
de microscopía electrónica
Las biopsias estudiadas fueron: caso 1: biopsia
del nódulo de la mano; caso 2: biopsias de las
pápulas del hombro y del párpado inferior y tres
biopsias de las pápulas y las placas de las
piernas; caso 3: biopsias del tumor lumbar y del
tumor del antebrazo.
Los especímenes se fijaron en formol neutro y
se procesaron por inclusión en parafina. Se
tiñeron con hematoxilina-eosina (HE), Giemsa y
Warthin-Starry (WS) (2). Como no se dispuso de
biopsias fijadas para microscopía electrónica, de
cada lesión se extrajeron pequeños fragmentos
ya incluidos en parafina, se desparafinaron con xilol,
se rehidrataron en alcoholes descendentes hasta
llevarlos a solución tamponada de fosfatos, pH 7,2,
se postfijaron en 0s04 al 1%, se deshidrataron y se
incluyeron en resinas epóxicas (3). De estos
bloques se obtuvieron cortes de una micra de
espesor que se tiñeron con azul de toluidina,
siguiendo la técnica denominada microscopía
óptica de alta resolución (MOAR) (3) y, luego, de
áreas seleccionadas de estos especímenes se
hicieron cortes finos que se contrastaron con
acetato de uranilo y citrato de plomo y se
estudiaron y fotografiaron con el microscopio
electrónico (3).
Figura 5. Imagen panorámica de la angiomatosis bacilar;
se observa una lesión que ocupa la mayor parte de la dermis,
bien circunscrita, con numerosos vasos dilatados, más
prominentes en el centro; hay infiltrado inflamatorio dentro
de la lesión y, sobre todo, en su periferia, HE, 4X.
Resultados
Las biopsias de las lesiones cutáneas mostraron
nódulos angiomatosos situados en la dermis
media y profunda, sin comprometer la dermis
papilar, bien circunscritos (figura 5). Estaban
formados por vasos numerosos, pequeños,
Figura 6. Mayor aumento de la figura 5; resalta el endotelio
prominente de los vasos y el intersticio con infiltrado
importante de predominio polinuclear, HE, 20X.
145
Figura 7. A mayor aumento se ve el prominente endotelio
con núcleos y nucleolos voluminosos y el intersticio con
material fibrinoide, eosinófilo con abundantes PMN con
leucocitoclasia que comienzan a formar un absceso, HE,
40X.
leucocitoclasia discreta (figuras 7 y 8),
acompañados en algunos focos de material
fibrinoide, a veces voluminoso (figura 9); en
algunos campos se vieron pequeños acúmulos
eosinófilos, homogéneos o granulares, rodeados
por PMN, diferentes del material fibrinoide
(figuras 10 y 11). Había también macrófagos
intersticiales prominentes e infiltrado de linfocitos
con pocos plasmocitos; estos últimos
predominaron en la condensación dérmica que
rodea el nódulo angiomatoso (figura 5). Se
observaron también mitosis frecuentes
intersticiales que corres-pondieron a macrófagos
y a proliferación endotelial. No se apreció púrpura
notable ni se vieron siderófagos. Algunos vasos
centrales de la lesión eran voluminosos, de pared
tenue y con abundante contenido de eritrocitos.
Figura 8. Tumor subcutáneo; la imagen muestra su
naturaleza vascular con estructuras venocapilares dilatadas
y estroma edematoso con infiltrado inflamatorio rico en PMN,
HE, 12,5X.
Figura 9. Mayor aumento de la lesión que demuestra los
vasos de endotelio prominente y el intersticio con masas
eosinófilas e infiltrado inflamatorio, HE, 40X.
Los tumores profundos, subcutáneos, estaban
formados por vasos semejantes a los antes
descritos, sin tendencia a agruparse en lobulillos
y a estar separados por septos; el infiltrado
intersticial de PMN con leucocitoclasia fue más
llamativo, lo mismo que los acúmulos fibrinoides
y el material granular eosinófilo o púrpura, que
aparecía rodeado por PMN (figuras 8-11).
La coloración de Giemsa no demostró bacterias
y la de Warthin Starry se depositó en masas
densas intersticiales, sin individualizar gérmenes
con precisión. En los cortes semifinos de una
micra de espesor, obtenidos del tejido incluido
en resinas y teñidos con azul de toluidina
146
Figura 10. En la misma lesión se ve en el centro el material
granular eosinófilo que representa los acúmulos de
bartonelas, rodeado por PMN con leucocitoclasia (flechas);
hay edema notorio del estroma, HE, 50X.
(MOAR), se apreciaron claramente abundantes
cocobacilos intersticiales (figuras 12) que por
microscopía electrónica correspondieron a
conglomerados de bacterias de pared celular
trilaminar con materia fibrilar electrodenso
periférico (figura 13). Todos estos hallazgos son
típicos de angiomatosis bacilar (1,4-6).
Las biopsias de las lesiones de las piernas del
segundo paciente mostraron enorme capa córnea
paraqueratósica con numerosos abscesos de
PMN, extensas pústulas subcórneas e
hiperplasia epidérmica con papilas dérmicas
profundas con telangiectasias e infiltrado
linfocitario con PMN, que conforman un cuadro
de psoriasis pustulosa florida (figura 4).
Figura 11. Detalle de los conglomerados eosinófilos típicos,
que permiten el diagnóstico de angiomatosis bacilar a la
HE, rodeados por PMN, HE 100X.
Figura 12. Corte de una micra de espesor incluido en resinas
y teñido con azul de toluidina (MOAR); se ven claramente
los abundantes conglomerados extracelulares de bacterias
cocobacilares; en su vecindad hay células endoteliales de
núcleo y nucléolos prominentes, 100X.
Discusión
Los tres pacientes presentados fueron hombres
jóvenes con infección por el VIH desde hacía 4-5
años y con enfermedades diversas indicadoras
de sida, como la neumonía por P. carinii y la
candidosis oral. Tenían cargas virales altas y
depresión inmune notoria, según sus recuentos
de LT CD4. Sus historias ilustran la manera
irregular e inapropiada con la que reciben el
tratamiento antirretroviral. Su enfermedad actual
cursó con fiebre, malestar general e importante
pérdida de peso y con la presencia de pápulas,
nódulos y tumores que clínicamente sugirieron
granulomas telangiectásicos, lipomas o sarcomas
y que en dos de ellos permitieron sospechar la
angiomatosis bacilar. Microscópicamente se
interpretaron inicialmente como granulomas
telangiectásicos, “angiomas con inflamación
secundaria” o sarcoma de Kaposi. La revisión de
las biopsias permitió descubrir en ellas rasgos
típicos de angiomatosis bacilar: proliferación de
vasos pequeños, redondeados, de endotelio
prominente, con intersticio rico en PMN con
leucocitoclasia y con presencia de material
fibrinoide y de pequeñas masas eosinófilas
granulares. Estos hallazgos a la HE permiten
hacer el diagnóstico de angiomatosis bacilar (1,46); la coloración de WS, que demuestra las
bacterias causales (1,4), no fue suficientemente
conclusiva, pero el estudio de MOAR y de
microscopía electrónica confirmaron de manera
convincente el diagnóstico de esta enfermedad
oportunista.
Esta entidad puede tener pocas o centenares de
lesiones cutáneas (7-10), por lo cual es llamativo
que nuestros enfermos, a pesar de su
inmunosupresión importante, tuvieran no más de
dos lesiones. También es importante resaltar que
las placas y pápulas eritematosas de las piernas
del paciente dos sugirieron una angiomatosis
bacilar múltiple y que esa sospecha clínica indujo
a practicar varias biopsias de estas lesiones,
todas las cuales mostraron una psoriasis florida,
pustulosa que, en nuestro criterio, constituye otro
diagnóstico clínico diferencial de esta entidad.
El paciente dos presentaba artralgias que hicieron
estudiar la posibilidad de artritis. El paciente tres
147
presentó dolor importante, persistente, de 6
meses de evolución en el antebrazo, que hizo
pensar en osteomielitis del radio. Es posible que
estos dolores osteócopos se relacionen con el
compromiso óseo por la angiomatosis y hacen
recordar que las infecciones por Bartonella
quintana pueden cursar con dolores óseos
notorios, principalmente de la tibia (11). Las
lesiones óseas de la angiomatosis bacilar son
frecuentes y pueden presentar osteolisis
subyacente a los tumores subcutáneos (8,9). Las
imágenes diagnósticas, tanto de placas como
nucleares, detectan con facilidad las lesiones
osteolíticas (9), pero en nuestro caso dos no se
mencionó este daño cuando se describió el tumor
del antebrazo.
Revisión general de la angiomatoris bacilar
Definición: la angiomatosis bacilar es una
enfermedad zoonótica, pseudotumoral,
angiomatosa, producida por bacterias del género
Bartonella , especies Bartonella henselae y
Bartonella quintana (12-15); ocurre en pacientes
inmunosuprimidos, principalmente en el sida pero
también en los sometidos a quimioterapia o en
aquéllos con leucemias, linfomas y en
Figura 13. Electromicrografía que demuestra los conglomerados de Bartonellas de pared
trilaminar aglutinados por material denso, 60.000X
148
trasplantados (15). Es rara en personas
inmunocompetentes (1,9,15). La proliferación
vascular y la respuesta inflamatoria polimorfonuclear predomina en la piel, pero se puede
afectar cualquier órgano o tejido (1,9,10,15). Su
espectro clínico se ha agrupado en tres
manifestaciones: 1) cutánea y subcutánea; 2)
linfadenopatía crónica y 3) fiebre con síntomas y
signos abdominales, como hepato y
esplenomegalia (10). Como la angiomatosis
bacilar se puede tratar y curar con antibióticos
(9,10,15), su diagnóstico preciso es
particularmente importante.
Historia: el primer caso de esta entidad se
informó en 1983 en un paciente de 32 años con
sida, natural de San Vicente, Islas Vírgenes,
atendido en Nueva York (16); presentó múltiples
nódulos subcutáneos violáceos, semejantes a los
del sarcoma de Kaposi, que se resolvieron
completamente después del tratamiento con
eritromicina. La imagen histológica semejó para
los autores los hemangiomas epitelioides; se
demostraron en las lesiones acúmulos
bacterianos con la coloración de WS, bacterias
que también se observaron con el microscopio
electrónico, pero no pudieron aislar el germen
causal mediante cultivos (16). En 1987, Cockerell
y colaboradores describieron cinco pacientes con
sida que presentaban pápulas y nódulos de
aspecto angiomatoso, entidad que denominaron
“angiomatosis epitelioide” (7). Como la enfermedad
ocurría a veces en pacientes con sida con claro
antecedente de arañazo de gato, como en nuestro
caso uno, en 1988 se planteó la asociación entre el
agente causal de la enfermedad por arañazo de
gato, descrito en 1983 como Afipia felis, y la
angiomatosis epitelioide (1,17,18). En 1988,
LeBoit y colaboradores acuñaron el término de
“angiomatosis bacilar” para identificar este
desorden de proliferación vascular de naturaleza
infecciosa, nombre más apropiado, hoy utilizado
universalmente (4).
Nomenclatura y características de los agentes
etiológicos: las bacterias poseen un gen que
codifica una subunidad del ARN ribosómico,
denominada 16S, que posee regiones variables
y constantes (19). El análisis de las regiones
variables es un sistema preciso de clasificación
de los microorganismos (19). Conociéndose las
secuencias conservadas, es posible utilizar una
técnica de PCR que a partir de ellas revele
secundariamente las regiones variables (19).
Usando iniciadores de amplio rango para el rADN
16S de eubacterias, se amplificó una porción del
gen 16S rARN de las bacterias presentes en las
lesiones de angiomatosis bacilar, técnica con la
cual se logró concluir que la entidad es causada
por una bacteria parecida a una rickettsia,
semejante a Rochalimaea quintana, el agente
productor de la fiebre de las trincheras (19).
Después, a través de hemocultivos con la técnica
de lisis celular y centrifugación (20), se logró
cultivar un germen semejante a R. quintana y otra
bacteria que se denominó R. henselae (21,22).
A medida que con estos gérmenes aislados en
cultivo se hicieron estudios bioquímicos y de
biología molecular, con análisis de las secuencias
génicas del ARN 16S, se estableció que su genoma
era más afín al del género Bartonella y se cambió
la denominación de Rochalimaea por la de este
género (23), del cual existía una especie, Bartonella
bacilliformis, productora de la fiebre de Oroya,
verruga peruana o enfermedad de Carrión, género
creado en honor de Alberto Barton, el médico
peruano que descubrió en 1909 la bacteria
causante de la enfermedad de Carrión (24).
Rochalimaea es el género establecido en honor
del ilustre médico brasileño, tropicalista,
microbiólogo y patólogo, Henrique Da Rocha
Lima, quien caracterizó, identificó y nombró en
el piojo la Rickettsia prowazeki, productora del
tifo exantemático o epidémico (25); la especie
quintana se refiere a los cinco días iniciales de
fiebre en la fiebre de las trincheras y henselae es
un homenaje a la microbióloga estadinense Diane
Hensel (21).
B. henselae se ha aislado de gatos, especialmente
de los menores de 1 año de edad, así como de la
pulga del gato, Ctenocephalides felis (13,26-28).
Los gatos presentan bacteremia y desarrollan
anticuerpos contra la bacteria pero no sufren la
enfermedad (28,29). Los arañazos y mordeduras
del gato y aún el lamido (1), pueden transmitir la
bacteria al hombre, así como la picadura de pulga
(9,26). Nuestro primer paciente tuvo el
antecedente de arañazo de gato pero su lesión
inicial se presentó en la palma y no en el dorso
de
149
la mano donde ocurrió el arañazo. Tuvo, además,
adenopatía axilar satélite, hecho común en la
infección por B. henselae (15).
B. quintana no tiene reservorio animal conocido
y no se sabe como penetra en el hombre
(9,30,31). Es la causa de la angiomatosis bacilar
que se presenta en pacientes de muy bajo nivel
socioeconómico, vagabundos, indigentes y sin
hogar (15,31). Es posible que también produzca
peliosis hepática, una condición que se atribuye
sólo a B. henselae (30). Se trata de la misma
bacteria productora de la “fiebre de las
trincheras”, “fiebre quintana”, “fiebre de la canilla”
o “fiebre de la corva”, en alusión a los dolores
espontáneos y a la palpación de esta zona de la
pierna, transmitida al hombre por el piojo del
cuerpo; este vector probablemente transmita
también esta bacteria porque tener piojos es un
factor de riesgo para la enfermedad (15,32) y en
Francia, piojos de tres pacientes con
angiomatosis bacilar fueron positivos para B.
quintana por la técnica de PCR (31).
Lesiones viscerales: las lesiones viscerales
afectan el hígado y el bazo y se denominan
peliosis hepática y esplénica (1,9,10,33,34).
También se afecta el tracto gastrointestinal
(9,10,35,36). Las peliosis hepática y esplénica
consisten en la formación de grandes cavidades
vasculares tapizadas por endotelio, llenas de
sangre, rodeadas por discreto infiltrado
inflamatorio en donde se demuestran las
bacterias (1,33). Su sangrado puede ser grave y
aún mortal (1). Constituyen el síndrome visceral
de la angiomatosis bacilar, con hepatomegalia,
esplenomegalia, náuseas, vómito, diarrea y
distensión abdominal (1,10). La presencia de
hepatomegalia en nuestro caso dos podría ser
advertencia de esta posibilidad, pero otros
estudios practicados, así como la evolución
satisfactoria del paciente, no la sustentan.
Tanto B. henselae como B. quintana son
productoras de adenopatía, bacteremia,
endocarditis y encefalitis (37-41).
Diagnóstico: la angiomatosis bacilar debe
sospecharse en todo paciente con sida que
presente pápulas, nódulos o tumores angiomatosos cutáneos, únicos o múltiples, así como
150
tumores subcutáneos. Esta sospecha pondrá
sobre aviso al patólogo, quien debe buscar las
características de la enfermedad ilustradas en las
figuras. La sola HE produce un diagnóstico
confiable, basado en la proliferación de vasos
pequeños de endotelio prominente con nucléolos
voluminosos y en la inflamación intersticial rica
en PMN con leucocitoclasia (5,6). Las masas
eosinofílicas características, que representan los
acúmulos bacterianos (1,4-6), pueden ser bien
aparentes o escasas y diminutas; se pueden
confundir con fibrina y su apariencia depende de
la variante de HE utilizada. Se localizan en las
zonas con mayor densidad de PMN con
leucocitoclasia. La coloración de WS es difícil de
hacer, requiere el uso de vidriería lavada con
ácidos y de reactivos en solución tamponada a
pH 3,5 para obtener los mejores resultados (1);
es costosa, prolongada y requiere experiencia.
La coloración de Giemsa se ha usado con éxito
en algunos casos (1). En el estudio presentado
no nos fue de utilidad. El proceso de tejido incluido
en parafina por la técnica de MOAR (3) y con ME
nos fue muy útil porque reveló fácil y claramente
las bacterias, que son muy abundantes en las
áreas profundas de la lesión. Cuando el paciente
ha recibido tratamiento, el cuadro histológico se
torna de diagnóstico difícil por la disminución de
la inflamación y la aparición de fibrosis (1,15).
Otras técnicas diagnósticas útiles, no disponibles
entre nosotros, son: 1) inmunofluorescencia
indirecta para mostrar anticuerpos IgM e IgG contra
Bartonella en el suero del enfermo (1,42,43); si su
inmunosupresión es muy grande puede no tenerlos;
2) inmunohistoquímica con anticuerpos
antibartonela producidos en conejo (1,15); 3) cultivo
del germen en medios especiales, técnica que sigue
siendo poco sensible (44,45), y 4) PCR, con
iniciadores específicos (46).
Diagnóstico diferencial: los diagnósticos
diferenciales son clínicos e histológicos.
Clínicamente, la angiomatosis bacilar se debe
diferenciar del granuloma telangiectásico o
hemangioma lobulillar, del sarcoma de Kaposi,
del angiosarcomas y hemangiomas cereza, de
la verruga peruana y de diversos tumores
subcutáneos
(1,4,9).
El
granuloma
telangiectásico puede ser indistinguible
clínicamente de la angiomatosis bacilar. La figura
1 muestra el centro granular eritematoso y el
collarete epidérmico que circunscribe la lesión,
imagen común a la angiomatosis bacilar y al
granuloma telangiectásico. Este es múltiple sólo
ocasionalmente y no es subcutáneo. El sarcoma
de Kaposi presenta máculas y placas en su inicio,
las cuales no se ven en la angiomatosis bacilar.
Las pápulas y nódulos del sarcoma de Kaposi
pueden ser indistinguibles de la angiomatosis
bacilar, inclusive para expertos (1).
La verruga peruana es la fase proliferativa,
angiomatosa, cutánea, de la enfermedad de
Carrión, producida por B. baciliformis (24,47). Las
lesiones son pápulas miliares, incontables,
situadas principalmente en la cara y en las
piernas, en un enfermo que ha pasado por la fase
febril, hemolítica y notoriamente anemizante de
la enfermedad (24,47). La profusión de lesiones,
la historia previa y la procedencia geográfica
ayudan a la diferenciación. La verruga peruana
se presenta en áreas andinas de Perú y Ecuador
y del departamento de Nariño en Colombia (48).
En nuestro país, la enfermedad ha desaparecido
desde la epidemia de los años 30, tal vez por el
control del vector, Lutzomia columbiana (48),
aunque en 1988 se documentó la enfermedad,
clínicamente y por laboratorio, en un hombre de
31 años, de Pradera (Valle del Cauca) (48).
En la histopatología, el granuloma telangiectásico
y el sarcoma de Kaposi son los diagnósticos
diferenciales más importantes, aunque existen otros
como la hiperplasia angiolinfoide con eosinofilia, los
angiomas y los angiosarcomas (1,4-6). El
granuloma telangiectásico tiene collarete
epidérmico que lo circunscribe lateralmente; éste es
menos acentuado o no existe en la angiomatosis
bacilar; en ninguna de las biopsias que estudiamos
estuvo presente; en el granuloma telangiectásico
la proliferación de vasos pequeños tiende a formar
lobulillos circunscritos por septos conjuntivos, por
lo cual su mejor nombre es el de “angioma lobulillar”
(4-6), lobulillación que no ocurre en la angiomatosis
bacilar; en el angioma lobulillar hay PMN sólo en la
superficie de las lesiones ulceradas y no en toda
la lesión como sí ocurre con la angiomatosis; la
leucocitoclasia de estos PMN es característica
de la angiomatosis y no del granuloma
telangiectásico (6); los conglomerados granulares
eosinófilos o púrpuras, típicos de la angiomatosis,
no se presentan en el granuloma telangiectásico
(1,4-6).
En las fases papular, nodular o tumoral del
sarcoma de Kaposi hay amplio componente de
células fusiformes que forman hendiduras entre
sí; la proliferación vascular predomina alrededor
de vasos normales, con formación del signo del
promontorio; hay inclusiones eosinófilas,
redondeadas intracitoplasmáticas en las células
fusiformes, que representan eritrocitos en
digestión; el infiltrado intratumoral es escaso, de
linfocitos y plasmocitos y no hay PMN; la púrpura
y los siderófagos son abundantes, condiciones
todas que no se ven en la angiomatosis (1,4-6).
Siempre se debe tener en cuenta la posibilidad
de que existan lesiones combinadas o múltiples
de varias entidades en el sida, incluyendo la
presencia de sarcoma de Kaposi y angiomatosis
bacilar en el mismo paciente (8,9).
La verruga peruana tiene cambios microscópicos
semejantes a los de la angiomatosis bacilar, sin
los acúmulos eosinófilos y sin la profusión de
bacterias que se ven en la angiomatosis en la
técnica de MOAR o a la ME (47). Se ven
inclusiones de Rocha Lima que son
conglomerados de bacterias fagocitadas por los
macrófagos o por las células endoteliales,
especialmente aparentes con la técnica de MOAR
(47). Como la clínica también es semejante, los
criterios diferenciales deberían complementarse
con estudios epidemiológicos, inmunológicos,
moleculares y de cultivo del germen causal.
Angiomatosis bacilar y enfermedad por
arañazo de gato: una consideración especial
merece la enfermedad por arañazo de gato, que
tiene muchos puntos de confluencia con la
angiomatosis bacilar, hasta el grado de que
podrían considerarse como espectros clínicos de
la misma enfermedad. Así, B. henselae es agente
etiológico de ambas enfermedades, pero
B.quintana lo es de angiomatosis y no de la
enfermedad por arañazo de gato (49). Afipia felis
no es agente etiológico de la angiomatosis (1,8).
La enfermedad por arañazo de gato predomina
en niños y jóvenes: 80% de los casos ocurren en
menores de 20 años (50,51). La angiomatosis
151
bacilar ocurre en adultos y hasta hace pocos años
sólo se habían descrito 3 casos en niños, uno en
un paciente con sida, otro en un paciente en
tratamiento para leucemia y otro en un niño sin
inmunosupresión (51), a los cuales se añade otro
niño africano con sida (52). La enfermedad por
arañazo de gato se presenta en
inmunocompetentes y luego de la lesión local,
en el sitio del arañazo, el aspecto esencial que
define la enfermedad es una adenopatía regional,
crónica, voluminosa, que puede llegar a medir
hasta 10 cm de diámetro (50-52) y que se
resuelve espontáneamente en semanas o meses,
con o sin el uso de antibióticos, a los cuales la
enfermedad es poco sensible (50,51), mientras
que la angiomatosis bacilar responde
favorablemente a estos medicamentos (9,16,51).
La histopatología de la lesión cutánea de la
enfermedad por arañazo de gato no es
vasoproliferativa sino un granuloma mixto, con
absceso central de PMN y empalizada periférica
de células epitelioides y gigantes (53); en el
ganglio linfático hay granulomas mixtos,
abscesos estelares extensos y notoria necrosis
caseificante, que a diferencia de la tuberculosis
no tiende a calcificarse (53). Estos granulomas
no ocurren en la angiomatosis que afecte el
ganglio sino que allí también tiende a ser vascular
y proliferativa (1,53).
Las razones para que B. henselae produzca esta
gama de lesiones en pacientes con y sin
inmunosupresión no se conocen, pero deben
intervenir factores angiogénicos que producen las
bacterias o el mismo virus del sida a través del
gene tat (8), las infecciones concomitantes, las
interleucinas producidas de manera caótica o
descompensada y la respuesta inmune del
huésped (51,53).
Tratamiento: el tratamiento de primera línea para
la angiomatosis bacilar es la eritromicina a dosis
de 500 mg cada 6 horas por 8 semanas, o la
doxiciclina, cada 12 horas por 8 semanas
(9,51,53,54). En una segunda línea están la
claritromicina, 500 mg cada 12 horas, y la
azitromicina, 250 mg cada 12 horas (9,53).
Cuando hay compromiso sistémico, se puede
usar la doxiciclina 100 mg cada 12 horas junto
con rifampicina, 300 mg cada 12 horas (9,49).
152
Es conveniente prolongar la terapia aunque se
vea curación clínica de las lesiones porque
pueden presentarse recidivas (1,9,54,55).
Frecuencia en el mundo y en Colombia: la
angiomatosis bacilar es de distribución mundial,
con mayor frecuencia en Estados Unidos (1,8,9).
Es esporádica en Africa (52); en Alemania, la
prevalencia es de 1,2 casos/1.000 pacientes con
sida (55) y en Río de Janeiro de 1,42/1.000
pacientes con sida (54). Los tres enfermos que
estudiamos ocurrieron entre 1.569 pacientes con
sida atendidos en un período de 10 años en el
Hospital Simón Bolívar de Bogotá, lo que
representa una prevalencia de 1,91/1.000. Una
publicación reciente registró un caso de
angiomatosis bacilar en Medellín, en un hombre
de 26 años con sida, que presentó múltiples
nódulos cutáneos y compromiso de la tibia; el
enfermo curó con eritromicina (56). Es posible
que la frecuencia de angiomatosis bacilar sea
mayor entre nosotros porque hay baja sospecha
clínica de la enfermedad y por la probable
confusión con el sarcoma de Kaposi, hipótesis
sujeta a confirmación mediante la revisión de
esta neoplasia, frecuente en nuestros enfermos
con sida.
Agradecimientos
A Ladys Sarmiento de la Unidad de Microscopía
y Análisis de Imágenes del INS, por su ayuda
esencial en el estudio de microscopía electrónica.
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