1720-14 PONENCIA PERSPECTIVA CULTURAL DE LA ILEGALIDAD Y LA CORRUPCIÓN: UNA MIRADA DESDE LOS REFRANES POPULARES CONGRESO INVESTIGACIÓN EN GESTIÓN PÚBLICA - IGP 2014: INNOVACIÓN PARA EL BUEN GOBIERNO Y EL SERVICIO A LA CIUDADANÍA 27 DE NOVIEMBRE DE 2014 Autor Angélica Paola Torres Quintero(1) Ponencia GPGD/1720-14 Bogotá, noviembre 2014 _________________________ (1) Profesora Asistente, Pontificia Universidad Javeriana. Consultor I, Cendex. 1 1720-14 Contenido 1 DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA PONENCIA 3 1.1 1.2 1.3 1.4 3 4 4 4 RESUMEN PALABRAS CLAVES EJE EN EL QUE SE INSCRIBE PANEL EN EL QUE SE INSCRIBE 2 CONTENIDO 5 3 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 13 2 1720-14 1 1.1 DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA PONENCIA Resumen El enfoque de las representaciones sociales ha sido utilizado en las últimas décadas en las ciencias sociales y de manera particular en la Psicología Social, para comprender las relaciones que se tejen entre ley, la norma social y el desarrollo moral. Otras investigaciones, se han concentrado en identificar las representaciones sociales que circulan en torno a la corrupción entre ciertos sectores sociales en consideración de variables de clase y nivel educativo. Sin embargo, son pocos los estudios que en esta materia tienen como intencionalidad explícita aportar al diseño de programas y políticas públicas para la consolidación de una cultura de la legalidad como estrategia en la lucha contra la corrupción. Este estudio del año 2012 realizado por el Centro de Proyectos para el Desarrollo CENDEX en el marco de una consultoría para la Procuraduría General de la Nación, focaliza su atención en explorar el núcleo figurativo de las representaciones sociales que líderes comunitarios, representantes de organizaciones de la sociedad civil y de control social de 4 regiones de Colombia (Caribe, Llanos Orientales y Amazonía, Santander y Bogotá), han construido en torno a la ilegalidad y la corrupción a través de la técnica de Redes Semánticas Naturales y la utilización de refranes populares que circulan entre la población. Al elegir los refranes como “conceptos evocadores” se esperaba analizar por un lado el grado de identificación y asociación de la carga simbólica que los refranes traen consigo con las imágenes sociales que evocan conceptos como ilegalidad, corrupción, injusticia, inequidad, gestión pública, bajo el reconocimiento del papel que juegan los factores culturales. Por otro lado, se esperaba propiciar un acercamiento a la manera como son significadas las experiencias de victimización directa o de sus comunidades por corrupción o ilegalidad, a fin de comprender el nivel de arraigo, legitimidad y frecuencia que éstas prácticas tienen en la vida cotidiana y con ello, su grado de naturalización y configuración como patrones de interacción sustentados en lógicas de tolerancia social a la ilegalidad y al fraude. Algunos de los refranes considerados en el estudio fueron: “la ley es para los de ruana”, “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”, “el que tiene padrino se bautiza”. La ponencia se concentrará en presentar de manera comparativa por región, los hallazgos obtenidos en el estudio visibilizando los significados culturales que circulan entre estos actores frente a las prácticas de ilegalidad y el ejercicio de la corrupción que desde su perspectiva tiene lugar en sus territorios, haciendo alusión a las diferencias y coincidencias regionales y con ello a aquellas representaciones dominantes inscritas en nuestros referentes culturales como país. 3 1720-14 1.2 Palabras claves Ilegalidad, corrupción, representaciones sociales, redes semánticas. 1.3 Eje en el que se inscribe Eje 1: La Gestión de las Políticas Públicas: Estado de los problemas de la administración pública en Colombia y América Latina. 1.4 Panel en el que se inscribe Panel 3: Investigación sobre corrupción en Colombia, estado de la cuestión y su papel en el desarrollo de la gestión pública 4 1720-14 2 CONTENIDO Los resultados y discusiones que se presentarán a continuación a manera de provocación para el diálogo posterior, se encuentran documentados con mayor detalle en el libro “Tejiendo el Hilo de Ariadna: Laberintos de la Legalidad y la Integridad”, publicado el año pasado por el Centro de Proyectos para el Desarrollo, Cendex en cabeza de la Doctora Julia Eslava y mía; el cual les invitamos a consultar. Para comenzar, vale la pena contarles que la revisión de los estudios y mediciones sistemáticas realizada por el equipo de investigación en el marco del Proyecto “Línea de Base de la Cultura de la Legalidad y la integridad” para la PGN en el año 2012, demostró que a pesar de haber sido identificadas 37 fuentes relevantes, con información correspondiente a 45 índices, indicadores o encuestas relacionados con los temas de corrupción, legalidad, ética pública, fraude, entre la década de los años 80 y el 2012 a nivel nacional e internacional, son escasos los indicadores o índices dirigidos a medir propiamente la legalidad y la integridad como fenómenos independientes, ya que estos suelen ser entendidos generalmente como variables subsidiarias de la corrupción (Eslava Rincon & Torres Quintero, 2013). Así, además de las limitaciones propias de las mediciones cuantitativas actualmente disponibles, para aproximarse a la complejidad de éstos fenómenos, las cuales fueron consideradas en el diseño de los Índices de Legalidad e Integridad por parte de la Universidad Javeriana (y sobre los cuales hablará la doctora Julia Eslava en su presentación), también se encontraron grandes limitaciones en la disponibilidad de estudios cualitativos orientados a la comprensión de los factores y móviles socioculturales asociados a las prácticas cotidianas de ilegalidad, que en gran parte configuran el sistema de creencias, valores e imaginarios que respaldan, justifican, minimizan o incluso inmovilizan la reacción de una sociedad frente a las expresiones de corrupción a todo nivel. Este hallazgo condujo a la necesidad de introducir en el estudio la perspectiva cualitativa, que al igual que la perspectiva cuantitativa está inscrita en la Teoría de las Representaciones Sociales. Teoría que nace con Moscovi (1967) en la Psicología Social, pero que en los últimos años se ha expandido a otras ciencias sociales y que resultaba útil para nuestros propósitos en la medida en que integra el campo individual con el campo colectivo, el ámbito simbólico con el social y el pensamiento con la acción, permitiendo de esta manera acceder a los significados que los sujetos individuales y colectivos (en este caso representantes de organizaciones de control social y organizaciones de la sociedad civil) atribuyen a los objetos de su entorno y examinar cómo tales significados están articulados a su sensibilidad, a sus intereses, a sus deseos, a sus emociones y a sus reacciones. 5 1720-14 Acudir a la perspectiva cualitativa a través del uso de ciertas técnicas como pretexto, permitió por consiguiente dar lugar a la voz de los actores, a las expresiones lingüísticas propias y coloquiales que recrean sus modos de vida, sus formas de relacionarse con las normas, con las leyes, con la ética, con los bienes públicos, con los demás ciudadanos, entre otros aspectos. Una de esas técnicas utilizadas en el marco de esta perspectiva y sobre la cual queremos presentar algunos hallazgos relevantes para el tema que nos atañe en este Congreso corresponde a las redes semánticas naturales, técnica desarrollada por Jesús Figueroa y su equipo de investigadores del Centro de Investigación en Computación del Instituto Politécnico Nacional en 1981 y, posteriormente ampliada por José Luis Valdez Medina en 1998. La premisa fundamental en la que se ampara la técnica es que el significado que las personas atribuyen o construyen sobre el mundo está íntimamente vinculado a la memoria semántica, es decir, a la memoria del lenguaje, de los conceptos y las relaciones entre ellos (Valdez, 1994, pág. 56). A través de la memoria semántica es posible construir una interpretación de la realidad, conectando las experiencias del pasado con las del presente y creando vínculos de causalidad y de predicción (Tejada-Tayabas & Arias Galicia, 2003). La técnica de redes semánticas naturales opera a través de la selección de palabras estímulo que provocan la emisión de diversos significados asociados; se espera que los participantes construyan una red de sentido a partir de palabras asociadas que luego deben jerarquizar a partir de la importancia o cercanía de cada palabra con el estímulo inicial. En esta investigación, los conceptos evocadores elegidos fueron refranes populares que, de acuerdo con el estado del arte elaborado en el estudio, tenían una relación directa con la justicia, la integridad y la legalidad o sus opuestos. Algunos de estos fueron “La ley es para los de ruana”, “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”, “el que tiene padrino se bautiza”, “la ocasión hace al ladrón”, “las cosas no son del dueño sino del que las necesita”, entre otros. Al elegir los refranes como conceptos evocadores, se esperaba identificar, por un lado, el nivel de reconocimiento, aceptación o legitimidad de tales significados entre los participantes y, por otro, explorar las prácticas —situaciones o experiencias concretas— que en este aspecto tuvieran lugar en el contexto territorial específico. Adicionalmente, los refranes populares implican el uso de un lenguaje sencillo que integra valores y prácticas con respecto a conceptos abstractos como la legalidad, muy favorables para la interlocución con líderes de procedencia urbana y rural en las distintas regiones del país, con niveles educativos y generacionales heterogéneos (Eslava Rincon & Torres Quintero, 2013). Por razones de tiempo, presentaremos a continuación los resultados del refrán: “La ley es para los de ruana” mostrando elementos comunes a las diferentes regiones y 6 1720-14 particularidades territoriales en donde unos significados cobran más sentido que otros y nos permiten comprender con matices como es vivenciada por estos ciudadanos la legalidad y la justicia. En la aplicación de la técnica participaron 165 personas procedentes de las ciudades de Cartagena, Barranquilla, Yopal, Florencia, Bucaramanga, Puerto Wilches, Barbosa y Bogotá. Muchas de ellas eran veedores, conciliadores en equidad, representantes de juntas de acción comunal, así como miembros de organizaciones no gubernamentales que trabajan en temas relacionados. Para el análisis de los datos y la presentación de los resultados, el equipo de investigación tomó la decisión de agrupar las ciudades en 4 regiones, así: Región Caribe, Llanos Orientales, Santander y Bogotá. Peso semántico: Jerarquía de palabras definidoras Distancia semántica: Porcentaje de personas por palabra asociada Núcleo figurativo: Palabras definidoras con mayor Peso Semántico Tabla 1. Núcleo semántico del Refrán “La ley es para los de ruana” A nivel general se encontró que el refrán “La ley es para los de ruana” está asociado principalmente con la legalidad en el ámbito de la administración de la justicia y las condiciones de equidad o inequidad de su aplicación. En el conjunto de todas las regiones estudiadas, el corpus del vocabulario que compone el refrán estuvo 7 1720-14 conformado por 242 palabras diferentes con las cuales fue asociado. El 28% de los participantes utilizó cinco palabras definidoras asociadas siguiendo las indicaciones dadas por el equipo investigador, el 55% utilizó por lo menos cuatro palabras y el 100% al menos una. El núcleo de la red semántica pone su acento en dos palabras principalmente “Desigualdad” y “pobres” las cuales aluden a la manera como es percibida la forma de impartir justicia, en este caso entendida como la sanción ante la infracción a la ley. Esto significa que para todos los participantes, sin importar la región existe la creencia de que la sanción se aplica de forma desigual: es implacable con aquellos que son “pobres” y benevolente con los “poderosos”. Es decir, la justicia “solo funciona” (en palabras de ellos) con quienes no tienen los recursos para “transar” su cumplimiento. Uno de los participantes de Cartagena lo explica de la siguiente manera: “Es que cómo puede ser que a un muchacho que no tiene ni que comer, por robarse 2 caldos maggi de un supermercado, le dan como 6 años de cárcel y ahí está que tenemos a los Nule que se robaron yo no sé cuántos millones allá en Bogotá y para esa gente si hay beneficios, que garantías, que rebaja de penas si confiesan, si delatan a sus compinches… claro, cómo ellos si tienen plata y son poderosos para negociar y no como ese muchacho que si está bien vaciado”. Este fragmento y otros similares nos conduce a dos ideas relevantes. La primera tiene que ver con las comparaciones entre la gravedad de los delitos entre “ricos” y “pobres” y, en esa misma dirección, con la idea de “injusticia” en la aplicación del castigo; así, parece haber consenso frente al hecho de que aquellos delitos que atentan contra el erario público son más graves pero al mismo tiempo son castigados con menor severidad. En contraste con los delitos considerados por los participantes como menos graves cometidos por personas que no tienen acceso a recursos, pero que por el contrario, son sancionados con mayor dureza. La segunda idea, nos remite a la comprensión de estos dos polos “los pobres” y “los ricos”. Si bien esta referencia está asociada el acceso y control de recursos económicos en primera instancia, también está referida al nivel educativo, al poder político y cultural. Un participante de Santander afirma: “A mí me parece que ahí lo que se ve es la injusticia grande en Colombia, porque no es justo que el pobre no tenga como defenderse, ¿sí? Porque el pobre comete un delito y le colocan es un abogado de oficio, mientras que el rico tiene a veces un pull de abogados a disposición; y si hacemos comparativamente los delitos, son más delicados de los ricos que de los pobres y las sentencias por lo general son más fuertes para los pobres porque no tienen el dinero, la riqueza”. 8 1720-14 Entre los participantes en general se aprecia un amplio consenso al posicionar la ley y las instituciones encargadas de su administración como una fuente de desigualdad que pone en desventaja a un amplio sector social caracterizado por la carencia de recursos económicos y simbólicos. En última instancia, la ley carece de legitimidad porque a los ojos de los participantes representa los intereses de ciertos sectores sociales y no de la sociedad en su conjunto y porque, asumida como “castigo”, es aplicada de forma inequitativa. Uno de los participantes de Yopal menciona: “Yo creo que todas las personas que estamos acá, que ya somos mayores de edad, hemos visto el Estado como tal y hemos perdido toda la credibilidad como decía aquí el caballero […] y no es que no hicieran nada; sí hacían, pero siempre terminaba juzgando al de ruana, al de abajo, el que no tenía nada que ver […] pero nunca vemos cuando se sanciona disciplinariamente, administrativamente o penalmente a las cabezas. Todos sabemos que los grandes corruptos son los dirigentes de los partidos políticos, pero a ellos no les pasa nada…”[…] nosotros los ciudadanos nos volvimos tan conformistas que apoyábamos a ese grupo delincuencial buscando entrar a lo que dicen acá a una rosca, o sea, cambiamos todos los valores que de pronto nos enseñaron nuestros padres de la honestidad y la transparencia y nos dejamos llevar por todo eso, pero también era porque necesitábamos que alguien nos protegiera”. Como puede apreciarse en este relato y en general en el conversatorio alrededor del refrán, los participantes de los llanos orientales, hacen particular alusión a “la credibilidad perdida”, la cual tiene dos connotaciones: por un lado, evidencia la falta de legitimidad de la ley y de la institucionalidad que se encarga de administrarla y, por otro, señala una pérdida de confianza en las posibilidades de cambio. Es decir, aunque los participantes muestran rechazo por este tipo de prácticas al nombrarlas como “corrupción”, “desigualdad” y “oportunismo”, parece existir un sometimiento a este tipo de lógicas en donde los actores identifican con claridad unos villanos (ciertos políticos, gobernantes, autoridades judiciales y militares de sus regiones) que dominan e imponen un determinado ordenamiento social, y por otro lado, un conjunto de víctimas (los pobres, humildes, campesinos) con quienes se auto-identifican. Este segundo grupo, parece caracterizarse por una sensación de impotencia “contagiosa”, que incluso conduce a adoptar o a acoplarse a estas lógicas, en busca del beneficio personal o al menos de un sentimiento de protección o seguridad. Como ha podido apreciarse en lo mencionado hasta el momento, además de las palabras de “desigualdad” y “pobres”, el núcleo semántico de este refrán también está constituido por las palabras de “Injusticia” y “tontos”. Esta última palabra aparece con más fuerza en la costa atlántica (Cartagena y Barranquilla). Los “tontos” o si se quiere “los pendejos” (como también son denominados) son lo opuesto a “los 9 1720-14 vivos”, los cuales están presentes en vida pública, pero también en la cotidianidad de los ciudadanos. Estos referentes semánticos son indicios de una fuerte representación social en la que la ley no es reconocida como un mecanismo que protege y garantiza los derechos fundamentales de las personas. Por el contrario, las reglas para mantenerse a salvo y con garantía de inclusión dentro de las redes sociales, tienen que ver con la cultura de la viveza, el oportunismo para sacar ventaja de las situaciones y el hacerle el quite a la ley. Así lo explica una de las participantes de Cartagena: “… lo más preocupante y lo más triste de esto es que pensamos que “el pendejo”, “el bobo”, es el funcionario que no tumba, que no roba. Es que es común oír decir a la gente “¿tú fuiste funcionario público y cómo, no saliste con nada, ni un carro, ni una casa, nada?”… pero el problema no es solamente con el funcionario público… Yo estoy convencida que la cultura política empieza desde nuestras prácticas cotidianas y aquí en nuestra cultura “el vivo” es primero. “Pendejo” es el taxista o el busetero que deja pasar al otro, es bobo el que frena cuando el ciudadano va pasando. Lo graves es que hemos llegado a una connotación de que todas esas cosas de cortesía y de cooperación y de solidaridad lo que hacen es volver bobo y pendejo a una persona y no un buen ciudadano”. Así el conversatorio en Cartagena pudimos apreciar que la prioridad no es cumplir la ley sino ser lo suficientemente sagaz para cometer actos de ilegalidad en el marco de la ley sin ser descubierto. Como bien lo dice un conocido refrán “lo malo no es violar la ley sino que lo cojan a uno con las manos en la masa”. En palabras de un participante: “[…] en Colombia prácticamente todo lo ilegal se ha vuelto legal, todo vale, todo está permitido o se mira como convertirlo en legal”. Así, la desigualdad no solo tiene que ver con la ilegitimidad con la que es percibida socialmente la ley, sino también con la ausencia de sanción en condiciones de universalidad cuando la ley es transgredida, lo que termina por convertirse en un estímulo para actuar en el marco de la ilegalidad. Finalmente entre los participantes de Bogotá, como ya lo mencionamos anteriormente, se comparte dentro del núcleo semántico las ideas de “desigualdad” e “injusticia”. No obstante, en esta región emergen dos palabras nuevas “abuso y exclusión”, que sin embargo, no son del todo ajenas a los significados ya descritos. Entre estos participantes son abundantes los ejemplos que señalan cómo el “abuso del poder” promueve “favoritismo” en el sentido de generar todo tipo de privilegios de unos actores a costa del bienestar de otros. En palabras de uno de ellos “un pobre cae a la cárcel y allá se pudre, en cambio a un político ¿qué le hacen?: le ponen es antes una mansión o la casa por cárcel o en fin. Esa sí es la violación de la 10 1720-14 ley!”, otro participante agrega: “El dinero es el que manda, no la justicia; es el dinero y el que no lo tiene se jode”, afirmación que sin duda denota como el poder adquisitivo constituye un criterio de exclusión frente a ciertos beneficios, que en este caso están asociados al concepto de justicia de los participantes, pero también al de severidad de la sanción. Pero la tenencia de dinero se percibe en estrecha relación con el acceso a otras posibilidades y recursos como la educación, las relaciones influyentes y en últimas el éxito (entendido como la satisfacción del interés individual) como ya veníamos mencionándolo. Entre los participantes de Bogotá y también entre los de Cartagena, es común la asociación entre el nivel educativo y la habilidad para “manipular” la ley, o si se quiere, para interpretar la ley al gusto del consumidor de tal manera que en lugar de perjudicarlo, termine por beneficiarlo. Aspecto que se ejemplifica con la expresión popular “Hecha la trampa, hecha la ley”. Así lo describe un participante: “Es que cuando nos referimos a los de ruana, nos referimos a la persona que no tiene estudio, que no tiene nada, mejor dicho que no tiene la capacidad de respuesta, de defensa. Si una persona ha estudiado, si conoce las leyes, es capaz con astucia de eludir las investigaciones que se le hagan y liberarse de sus responsabilidades”… “hecha la ley hecha la trampa, esa sí es, es decir, está hecha la ley pero el código contempla una serie de elementos legales para contradecir de entrada esa imputación que se le está haciendo, entonces así como está hecha la ley, también hay herramientas en el orden normativo para uno evadirla” Conocer y apropiar la norma se convierte entonces en una estrategia, no para la legalidad, sino para la ilegalidad y corrupción, en la medida en que es posible actuar en beneficio de intereses personales incluso en el marco de la ley, es decir, sin pretender violarla. A manera de cierre, solo quisiera agregar que este tipo de comprensiones, relaciones y prácticas cotidianas que los ciudadanos y ciudadanas establecemos con la ley, con la justicia, con los demás ciudadanos y con los recursos públicos, requieren ser transformadas en sus cimientos y de manera estructural. Decidir emprender una campaña en la lucha contra la corrupción, nos implica un compromiso como sociedad en su conjunto en donde servidores públicos, ciudadanos, sector privado, educadores y la institucionalidad misma estén sintonizados y compartan los mismos objetivos para actuar de forma decidida y continua durante un largo periodo. Pretender cambiar los imaginarios sociales, los valores con los que guiamos nuestros intercambios y relaciones cotidianas, las prácticas y comportamientos que comienzan con pequeños actos de ilegalidad como colarnos en una fila, hacer copia en un examen, fingir que estamos enfermos para no ir al trabajo, y que posteriormente se convertirán en sobornos, fraudes, estafas de cifras incalculables, no es una tarea 11 1720-14 fácil, ni una tarea que pueden resolver unos cuantos actores del sector público con buena voluntad. Se hace necesario actuar de forma simultánea en varios frentes, todos ellos apuntando hacia un mismo norte: la consolidación de una cultura de la legalidad con todo lo que esto implica: un sentido compartido del valor de la ley para la convivencia y la garantía de derechos; el fortalecimiento de una institucionalidad a la que el ciudadano pueda acceder sin intermediación alguna; el robustecimiento de los mecanismos de denuncia, investigación y sanción efectiva frente a los actos de ilegalidad vengan de quien vengan, es decir en condiciones de igualdad. Sin justicia y con una impunidad reinante, el entorno para la lucha contra la corrupción no es favorable y en cambio, las posibilidades de seguir desconfiando del poder de “lo legal” y “lo correcto” se incrementan. Necesitamos cambiar los refranes populares con los que la gente se identifica, los que guían nuestras acciones, los que orientan nuestros proyectos como personas y como país. Y ello nos demanda muchos retos para el presente y el futuro. Muchas gracias! 12 1720-14 3 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Araya, S. (2002). “Las representaciones sociales: ejes teóricos para su discusión”. (Flacso, Ed.) Cuaderno de Ciencias Sociales. Eslava, J. & Torres, A (2013). Tejiendo el hilo de Ariadna. Laberintos de la legalidad y la integridad. Bogotá: Ecoe Editores Moscovici, S. (1961). El psicoanálisis, su imagen y su público. Tejada-Tayabas, J.M. & Arias Galicia, F. (2003). “El significado de la tutoría académica en estudiantes de primer ingreso a licenciatura”. Revista de Educación Superior de ANUIES, XXXII(127), 25-38. Valdez, J.L. (1994). El autoconcepto de mexicanos. México D.F., México. 13