Carta del director o En Latinoamérica se está produciendo un nuevo fenómeno con la entrada de las primeras damas en la primera línea de la política, ya sea mediante el juego de la alternancia política con sus esposos presidentes, como copresidentas de facto o como apoyo político más allá de las clásicas funciones de asistencia social. Hay un conocido antecedente en la historia de Latinoamérica en la figura de Juan Domingo Perón, quien a su fallecimiento en 1974 fue sustituido por su esposa y vicepresidenta María Estela Martínez, conocida como Isabel Perón. Además, en sus mandatos previos, el presidente Perón compartió la popularidad con su anterior esposa, Eva Duarte, Evita, líder del movimiento peronista. El fenómeno no es exclusivo de Latinoamérica. En Asia, aunque en circunstancias distintas, se produjeron procesos de sustitución política entre matrimonios. Tras el asesinato de Benigno Aquino, su viuda, Corazón Aquino, le sucedió como líder de la oposición al regresar del exilio en 1983, y ocupó la presidencia en 1986. En Pakistán, Benazir Bhutto, asesinada en 2007 durante la campaña electoral, fue sucedida por su esposo Asif Ali Zardari como líder del Partido Popular de Pakistán y, posteriormente, como Presidente del país en 2008. Gracias al actual contexto democrático generalizado, las mujeres lati- noamericanas están alcanzando la presidencia en contienda electoral, pero su alto grado de empoderamiento político tiene ya un cierto recorrido: Violeta Chamorro (1990-1997) en Nicaragua, Mireya Moscoso (19992004) en Panamá, Michelle Bachelet (2006-2010) en Chile, Laura Chinchilla (desde 2010) en Costa Rica, Dilma Rousseff (desde 2011) en Brasil y Cristina Fernández de Kirchner (desde 2007) en Argentina. Esta última fue elegida para el cargo en 2007 después del mandato de su esposo Néstor Kirchner, fallecido en octubre de 2010, y el 21 de junio anunció su candidatura para competir por la reelección presidencial en octubre de 2011. En este número, se analizan los casos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Argentina; de Sandra Torres en Guatemala; Rosario Murillo, compañera del presidente Daniel Ortega de Nicaragua; de la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet, y de Margarita Zavala, copartícipe del proyecto político de su esposo, el presidente de México Felipe Calderón. Los ensayos han sido elaborados, respectivamente, por Dan Rosenheck, Dina Fernández, Gema Santamaría, Beatriz Manz y Sara Sefchovich, y ofrecen una perspectiva detallada y rigurosa de las primeras damas en un contexto histórico, así como su trayectoria y sus objetivos políticos. vii En otro orden de ideas, las revueltas en el mundo árabe son un tema que sigue abierto. El artículo de Farid Kahhat aborda la situación en el Medio Oriente y su relación con Latinoamérica, así como el paralelismo que se observa en los procesos de democratización de ambas regiones. En su ensayo, Dina Shehata describe y explica la caída de Hosni Mubarak en Egipto después de 18 días de disturbios inspirados en la Revolución del Jazmín en Túnez. Jack A. Goldstone brinda una explicación más holística de la caída de los regímenes dinásticos y autoritarios en el Medio Oriente y su extensión al norte de África: el aumento de precios y la falta de crecimiento no es lo que provoca las revoluciones, sino la persistencia de la pobreza en medio de una riqueza cada vez más extravagante. El dilema que plantea el autor es que si se ofrece ayuda económica a estos países antes de que se hayan creado nuevas instituciones y gobiernos responsables sólo se promovería la corrupción y se socavaría el avance hacia la democracia. Las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea no facilitan las soluciones, como explica Juan Tovar en su análisis de los desencuentros entre los líderes en ambos lados del Atlántico en los últimos años y señala las repercusiones que se podrían derivar de tal distanciamiento en distintas regiones, incluso en Latinoamérica. Centrado en Latinoamérica, Russell Crandall se refiere a la pérdida de influencia de Estados Unidos en la región en años recientes. En vista de los cambios que se están produciendo en Latinoamérica, Estados Unidos viii debe adaptarse a las nuevas realidades de la era posthegemónica, y actuar discretamente y sin tratar de mantener su legado de hegemonía. La prudencia de los gobiernos latinoamericanos, en especial de los de izquierda, sin abandonar su postura pro libre mercado y con recetas propias frente a la crisis económica, está teniendo éxito, como puede observarse en sus tasas de crecimiento económico. Crandall es contundente al afirmar que el auge de Brasil como potencia es el resultado directo de una menor influencia de Estados Unidos en la región. Esto significa un aumento de la responsabilidad de Brasil, un cambio en las relaciones con sus vecinos y un nuevo juego de equilibrios en el que los gobiernos más izquierdistas pierden influencia, mientras que los gobiernos de izquierda democrática optan por políticas favorables a Estados Unidos y tienen éxito. Las elecciones presidenciales en Perú pueden ser un ejemplo más de este realineamiento latinoamericano. Los electores peruanos han otorgado, en segunda vuelta, la presidencia a Ollanta Humala en su contienda contra Keiko Fujimori: una elección sin duda controvertida en la que se eligió entre el nacionalismo izquierdista de Humala y la propuesta liberal conservadora de Fujimori. El pasado autoritario y corrupto de su padre lastró el ascenso de Keiko Fujimori. Humala, en cambio, ha conseguido convencer al moderar su discurso y sus propuestas políticas, y al distanciarse de Hugo Chávez. Jordi Bacaria Colom