Print this article - Revista Electrónica de Autopsia

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REA :: EJAutopsy 2004, 26-41
Amparo Nogales Espert
Universidad Rey Juan Carlos
Departamento de CC de la Salud
Correspondencia:
Universidad Rey Juan Carlos
Departamento de CC de la Salud
Av de Atenas s/n
28922 Alcorcón, Madrid
(España)
Telf:+34 91 488 88 83
Fax:+34 91 488 88 31
E-mail: anogales@cs.urjc.es
http://rea.uninet.edu/ojs/
REVISIÓN
APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE LAS AUTOPSIAS
IV.- S. XVII Barroco. S. XVIII Ilustración. S. XIX Romanticismo.
El interés por asomarse al interior del cuerpo humano se observa desde las
sociedades más antiguas; sin embargo, no será hasta el siglo XIX cuando
alcance plena sistematización y vigencia. La autopsia constituye uno de los
procedimientos primordiales para conocer el cuerpo humano sano y enfermo, y
por ello nos ha parecido interesante rastrear a lo largo de la historia los avatares
de esta técnica. Para la realización de este estudio nos planteamos dos
preguntas: ¿ la práctica de las autopsias ha tenido una continuidad a lo largo de
la historia de la medicina?; ¿cuál ha sido la repercusión del ejercicio de las
autopsias en la evolución de la ciencia médica?. El trabajo que presentamos se
ha dividido en las siguientes partes: I.- Civilizaciones Antiguas. Medicina
Hipocrática. Escuela de Alejandría. Galeno . II.- Alta Edad Media. Baja Edad
Media. III.- Época prevesaliana. Renacimiento.Vesalio. Época postvesaliana.
IV.- S XVII Barroco. S. XVIII Ilustración. S. XIX Romanticismo.
Palabras clave: Historia, Autopsia, Barroco, Ilustración, Romanticismo
SIGLO XVII. BARROCO
La gran obra de carácter moderno de Vesalio fue la
anatomía; la fisiología en cambio aún respondía a un
concepto galénico antiguo. Será por tanto en fisiología
donde se producirá el cambio más importante hacia la
modernidad en el siglo XVII, que consistirá en un
especial interés por conocer del modo más fiel la
forma en que se producen las funciones fisiológicas.
El estatismo hacia la arquitectura corporal propio del
renacimiento, se verá sustituido en el barroco por un
marcado dinamismo. Una de las figuras más representativas de esta postura será Fabricio d´Acquapendente,
descubridor de las válvulas venosas.
En el siglo XVII el disector se sentirá
especialmente interesado por la interpretación de los
descubrimientos anatómicos, por conocer la función
de las formas anatómicas, cuál es su movimiento y
utilidad. Poco a poco y de este modo, la anatomía irá
separándose hasta quedar convertida finalmente en
una disciplina independiente y básica.
Pedro Laín y José Luis Peset han señalado las
tendencias que marcarán el siglo XVII con respecto a
los avances en el campo de la anatomía y fisiología
(1):
1.- El cambio geográfico respecto al cultivo de la
anatomía humana. En el siglo XVI los investigadores
formados en los anfiteatros de Pádua y Bolonia
difundieron los conocimientos sobre el cuerpo humano. Otros países absorberán dichos conocimientos:
Inglaterra, Holanda, Francia y Dinamarca alcanzarán
los primeros puestos en investigación anatómica. La
Guerra de los Treinta Años y la Contrarreforma fueron
la causa de que Alemania y España quedaran
rezagadas con respecto al desarrollo anatómico.
2.- El esqueleto humano había quedado prácticamente definido desde la anatomía del renacimiento.
Ahora el interés por la fisiología y en especial por la
angiología se vio muy estimulado por el
descubrimiento fisiológico de Harvey, Así, las
sustancias solidificadas y coloreables inyectadas en
los vasos sanguíneos del cadáver, ya practicadas por
Leonardo, se reinventan en el siglo XVII resultando
de gran interés para los investigadores.
3.- El interés del disector en el siglo XVII irá
buscando el detalle completo, el secreto de la
dinámica fisiológica de las partes del cuerpo, los
movimientos de los vasos, las glándulas, los conductos excretores, dando lugar a la aparición de la
fisiología moderna. La imponente fábrica humana
levantada por Vesalio en el renacimiento se enriqueció
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con los avances de la investigación posterior, y se
puso en funcionamiento en el siglo XVII gracias a la
fisiología; había surgido una nueva mentalidad
anatomofisiológica. Se editarán libros de anatomía y
se crearán cátedras en toda Europa. Las universidades
más importantes levantarán teatros anatómicos para la
formación de los médicos y cirujanos.
Para algunos autores en el siglo XVII se produce
una verdadera revolución científica, base fundamental
de la ciencia médica moderna (2). A lo largo del siglo
XVII, los descubrimientos anatómicos que se fueron
produciendo, así como las observaciones de la
estructura anatómica, también surgidas, permitieron
que desde la medicina comenzase a proyectarse una
imagen del cuerpo humano con las características de
una máquina formada por sólidos, las fibras, rodeadas
de líquidos, cuyas partes se hallaban en constante
movilidad (3). Mientras un grupo de médicos
concentran sus esfuerzos en la observación del enfermo, para ordenar después las enfermedades, otro
grupo intentará llegar a una concepción fisiopatológica de la enfermedad.
El examen post mortem de los enfermos fue
practicado por numerosos médicos del siglo XVII, que
facilitaron la obtención de importantes hallazgos.
Teophile Bonet (1620-1689), ginebrino graduado en
medicina en 1643, recopiló más de tres mil autopsias
realizadas por otros médicos y las ordenó de la cabeza
a los pies, no por lesiones internas, sino por los signos
dominantes de la enfermedad. Se trataba de una
erudita compilación destinada a llegar a conclusiones
válidas. En la obra de Bonet faltó la elaboración de un
índice que comparara los síntomas en el enfermo vivo
con las lesiones aparecidas posteriormente en los
cadáveres. Esta idea será desarrollada por Morgagni.
Giovanni María Lancisi (1654-1720) nació en
Roma, graduándose en la Sapienza, donde después
sería profesor en 1672, así como médico del Hospital
del Santo Spíritu. Entre sus obras se encuentra la
“Anatomía” (1691); en “De subitaneis mortibus“
(1707) estudió las lesiones encontradas en cadáveres
de fallecidos de muerte repentina en 1706,
describiendo de forma magistral la hipertrofia y
dilatación cardiaca; y en otra obra de 1728, “De motu
cordis et aneurysmatibus”, describió de una forma
muy real las lesiones de los aneurismas. Lancisi se
dedicó muy seriamente a la investigación anatomopatológica.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
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William Harvey (1578-1657) nació en la ciudad
inglesa de Folkestone y estudió medicina en la
universidad de Pádua. Gracias a su formación en Italia
conocía la circulación pulmonar. Lo importante de su
aportación fue demostrar por vez primera la
circulación mayor utilizando dos recursos del método
científico moderno. Investigando los mecanismos del
corazón se atrevió a afirmar que “el movimiento de la
sangre es continuo y circula gracias a los latidos del
corazón” (4). Entre los discípulos ingleses de Harvey
destacó el anatomista Thomas Willis, el cual fue uno
de los primeros estudiosos del sistema nervioso, y el
que acuñó el término “neurología”.
El descubrimiento de Harvey provocó una larga
polémica que perduró durante la centuria entre los
médicos tradicionales apegados al galenismo, los
cuales desmintieron el hallazgo, o pretendieron
restarle importancia por encontrarlo imposible, y los
médicos defensores de la renovación, que defendieron
el descubrimiento calificándolo como una revolución
metodológica.
La capacidad de observación de los científicos del
siglo XVII pudo ampliarse gracias a la aparición de
dos nuevos instrumentos, el anteojo astronómico, que
permitió ampliar el conocimiento de los fenómenos
celestes, y el microscopio, que posibilitó a los
estudiosos de la medicina acercarse a la textura más
íntima de los seres y al reconocimiento de aquellos
otros más diminutos.
Marcelo Malpighi (1628-1694), catedrático de la
universidad de Bolonia, introdujo dos aportaciones de
capital importancia: por una parte el descubrimiento
de los vasos capilares, con lo que se completaba la
obra de Harvey sobre la circulación sanguínea, y por
otra la demostración de que los pulmones estaban
formados por gran cantidad de saquitos minúsculos o
alvéolos.
Así pues los medios facilitadores del avance
científico fueron:
1.- Las interpretaciones químicas de los procesos
fisiológicos, patológicos y terapéuticos propias de los
paracelsistas.
2.- La nueva anatomía basada en la disección de
cadáveres humanos, que se había ya impuesto con más
fuerza desde la reforma vesaliana.
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3.- La doctrina de la circulación de la sangre.
4.- La observación de casos clínicos.
5.-La observación necróptica de las lesiones anatómicas internas.
La nueva anatomía de Vesalio surgida en el siglo
XVI influyó después en la práctica de autopsias con
intención anatomopatológica, para completar observaciones sobre casos concretos. Esta práctica, efectuada
ya por Juan Tomás Porcell (1528-1583), tratando de
confirmar visualmente las lesiones anatómicas en las
autopsias sistemáticas practicadas a los apestados por
la epidemia de peste de Zaragoza en 1564, se
convirtió después en una práctica más generalizada,
como se ha visto.
Después de Vesalio el estudio de la anatomía
buscó la relación entre las enfermedades de los vivos
y los signos patológicos aparecidos posteriormente en
los cadáveres. Giovanni Battista Morgagni (16821771) confirmó con sus experimentaciones la
necesidad de los estudios post mortem para descubrir
los cambios físicos producidos por la enfermedad en
el organismo, e igualmente se veía cómo la autopsia
podía incluso confirmar la causa de la muerte en casos
concretos. La extraordinaria experiencia alcanzada por
Morgagni fue el resultado de realizar personalmente
unas setecientas autopsias buscando demostrar cómo
los órganos del cuerpo muestran palpablemente las
huellas de la enfermedad.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
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Diversos científicos expusieron sus distintas
concepciones del cuerpo humano. Herman Boerhaave
(1668-1738), catedrático en Leiden, y uno de los
mejores profesores de medicina, expuso su visión del
sistema corporal como un conjunto armonioso,
integrado y equilibrado, en el que funcionaban la
presión y los fluidos de forma ordenada y dentro de un
nivel adecuado. No compartía la visión mecanicista
del cuerpo, por encontrarla elemental y tosca, más
bien concebía el organismo como una red bien
construida de fontanería, con sus conductos y vasos,
por donde circulaban los fluidos corporales. De este
modo la salud no era más que el resultado del
movimiento libre y vigoroso de los líquidos en el
interior del sistema vascular, y la enfermedad
significaba el bloqueo, o estancamiento de aquéllos.
Perduraba así la antigua idea del equilibrio humoral,
pero expresado en términos hidrostáticos y mecánicos.
Con sus experiencias Morgagni logró implantar
dos premisas que se convertirían en sólido fundamento para la educación y práctica de los futuros
estudiantes y médicos:
1.- Las enfermedades generalmente dejan
huellas en el organismo que son reveladoras.
2.- La forma más clara de verificar el tipo de
enfermedad que lleva a la muerte al paciente es,
precisamente, el estudio de las huellas dejadas por
la enfermedad.
Morggani elaboró por fin una lista detallada en la
que comentaba lo que los médicos habían encontrado
en los enfermos vivos, y otra detallando las
observaciones hechas en los cadáveres: “de modo que
si cualquier médico observa algo singular, cualquier
síntoma en un paciente, y desea saber qué lesión
interna debe corresponder a tal síntoma, o si
cualquier anatomista descubre alguna aparición
mórbida particular en la disección de un cuerpo y
desea saber qué síntoma precedió a la lesión de este
tipo en otros cuerpos, el médico, inspeccionando el
primero de estos índices, y el anatomista inspeccionando el segundo, inmediatamente encontrarán la
observación que contiene ambas” (5).
Esta teoría de las huellas dejadas por la
enfermedad en el cuerpo, y la importancia de describirlas a través de disecciones de cadáveres, no fue
aceptada por toda la comunidad médica; ciertos
grupos mostraron su desconfianza hacia los estudios
anatómicos, ya expresado en el siglo anterior por
algunos médicos como Sydenham; dudas sostenidas
por la creencia de que los resultados anatómicos
obtenidos en la autopsia, podían ser respuesta de la
descomposición natural después de la muerte, o bien
deberse a modificaciones orgánicas producidas por la
terapia administrada antes de la muerte. Por otra parte,
para sostener su escepticismo, afirmaban que en
última instancia las lesiones anatómicas indicaban
únicamente efectos y no causas de la enfermedad.
Durante la Ilustración prosiguió la investigación de
anatomías, publicándose atlas de gran belleza,
confirmándose de este modo la íntima relación entre
materia y arte.
Morgagni respondió a estas disertaciones defendiendo que los trabajos disectivos anatómicos,
realizados de forma sistemática y detallada por los
médicos anatomistas, irían mostrando a estos a través
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de experiencias y repitiendo comparaciones durante
tiempo, cómo distinguir las lesiones que habían sido
generadas por la enfermedad, de las que no lo eran;
con ello aumentaba la capacidad para diagnosticar
enfermedades en los vivos, e incluso a diferenciar
pacientes curables de los que no lo eran.
Finalmente Morgagni defendía que la disección
podía hacer avanzar el conocimiento sobre los
orígenes de la enfermedad, y poner en alerta a los
médicos ante cualquier situación peligrosa u otra
circunstancia, como los factores hereditarios, o cualquier accidente en la vida del enfermo, que podían ser
causa de alteraciones anatómicas.
Los anatomistas del siglo XVII partieron de la
reforma introducida por Vesalio, pero la aplicaron con
una orientación más amplia, propia de la mentalidad
barroca, en la que se ponen en práctica varios aspectos, algunos ya comentados:
1.- El dinamismo aplicado a la creación anatómica
y a la fisiología, es decir, el intento de comprender el
por qué de los órganos anatómicos, y el cómo
funcionan éstos.
2.- La indagación de la textura íntima de los
tejidos, tratando de conocer la parte más interna de
ellos. De este modo se producía el inicio de la
anatomía microscópica.
Una aportación importante a la iconografía del
XVII la dio el grabador valenciano Crisóstomo
Martínez, que recibió una beca del Gobierno Municipal de Valencia para marchar a París en 1687 a fin de
dibujar un Atlas Anatómico. Las láminas macroscópicas de Martínez representan el 90 % del esqueleto
humano y la musculatura. Los originales se conservan
en su mayor parte en el Archivo Municipal de
Valencia. Se trata de obras de gran belleza, naturalidad y dinamismo (6).
En el siglo XVII la Escuela Anatómica Valenciana
siguió practicando disecciones de cadáveres humanos
en el Hospital General de Valencia para enseñanza de
los estudiantes de medicina, encargándose los magistrados municipales de mantener y acondicionar las
dependencias en que se realizaban las disecciones (7).
Esta práctica habitual de disecciones, dentro de los
programas docentes de la Facultad de Medicina de
Valencia influyó en la formación sólida adquirida por
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
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los estudiantes, motivo por el que esta institución
alcanzó gran prestigio. Pongamos como ejemplo el
documento original fechado el 26 de Mayo de 1638,
en el cual el Rey accede a la petición de los
magistrados de la ciudad para aumentar el sueldo en
cien libras al catedrático de anatomía de la Facultad de
Valencia, Patricio Vendier, por las veinte anatomías
que realiza al año, cuya práctica suponía, según los
redactores, peligros para la salud y era un trabajo
pesado y fatigoso, valorando su importancia por el
gran beneficio que significaba para los estudiantes
que, tan solo en un año, alcanzaban más conocimientos que los de otras universidades en muchos años, y
por ello, decían, tenía la Universidad de Valencia un
nombre tan ilustre:
“Lo doctor Patricio Vendier doctor en medicina
cathedratich de la cátedra de Anatomia en esta
Universitat de Valencia… per raho de les Anotomies
ques fan ab tans perills de la salut per ser actio tan
enulhosa i factichosa i per altra part tan precisa y
necesaria per a la conservacio de la salut humana i
benefici publich, fonch servida la prefeta Real
Magestat de augmentar lo salari en dita cáthedra en
quantitat de 50 lliures que en augment venen a ser
100…lo qual cathedratich de dita cátedra ha de fer
12 anotomies mes entre el any, que en totes fan
numero de 20 en les quals venen los estudiants a
colegir un gran benefici, puix se fan capasos en un
any de lo que en altres universitats no alcançen en
molts i per aixo esta Universitat te lo nom tan
Illustre…” (8).
También en el Nuevo Mundo se practicaron
disecciones anatómicas. Juan de Correa, nacido en
Nueva España, no sabemos el lugar y el año, fue
cirujano del Santo Oficio de la Inquisición, sustituto y
ayudante en la cátedra de anatomía y cirugía en la
Universidad de México, y allí, el 8 de Octubre de
1646 “puso en ejecución por sí mismo lo que jamás se
había hecho en México… una anatomía…” (9).
Efectivamente, Juan de Correa desarrolló gran
habilidad como cirujano, llevando a la práctica
disecciones anatomopatológicas con fines didácticos.
Por otra parte dejó escrita la primera historia clínica
de México, donde Correa relata con detalle y día a día
el desarrollo de la enfermedad desde su inicio hasta el
fallecimiento del paciente, y después describe
minuciosamente las particularidades que encontró al
realizar la autopsia con posterioridad.
Correa se considera incluido en el grupo de
médicos que desarrollaron la medicina española de la
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época, caracterizándose por incorporar tres novedades:
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
3.- A la nosografía, o clasificación de las enfermedades, seguiría una descripción de las mismas para
llegar a encontrar regularidades sintomáticas.
1.- Práctica de autopsias
2.- Realización de historias clínicas como resultado
de la observación directa del enfermo
3.- Enseñanza práctica a los alumnos junto al lecho
del enfermo.
4.- El desarrollo sistemático de la observación
anatomopatológica y anatomoclínica.
5.- La aparición de novedades de carácter terapéutico y profiláctico de gran importancia, como la introducción por Withering de la cura digitálica, o la
invención por Jenner de la vacuna antivariólica.
SIGLO XVIII. ILUSTRACIÓN
La Ilustración trajo consigo por una parte, un
movimiento de secularización, por otra, el interés
general por la filosofía y la economía política,
generalizándose una idea que fue característica del
pensamiento ilustrado, sobre la posibilidad de
progreso y expansión económica ilimitados. Al mismo
tiempo tenían lugar cambios radicales en la propia
estructura de la sociedad, tradicionalmente organizada, que terminarán en la Revolución Francesa de
1789-1799. El Llamado siglo de las luces estuvo
guiado por un racionalismo confiado plenamente en la
capacidad del hombre para comprenderse a sí mismo
y para entender igualmente a la naturaleza con el
objetivo de dominarla.
El racionalismo impulsó el desarrollo de la ciencia
matemática y dio lugar al nacimiento de la química y
a las grandes conquistas de la física; las ciencias
naturales se ordenaron en sistemas, enriquecidas
enormemente por las nuevas especies procedentes de
las expediciones científicas, introducidas también en
medicina.
Las principales líneas de la ciencia racionalizada
de la ilustración se han descrito del siguiente modo:
1.- El paso de la experiencia a la experimentación.
Aunque la observación atenta del mundo entorno
había dado grandes resultados, como la morfología
comparada y las autopsias anatomopatológicas, sin
embargo fue abriéndose paso de forma natural la idea
de la investigación moderna, la búsqueda del
conocimiento de la verdad, mediante la unión de la
observación con la experimentación de laboratorio.
2.- La creciente tecnificación física y química con
una elaboración de la semiología. A los síntomas
observados había que añadir los signos y someterlos a
medición, siempre que fuera posible.
Una característica de los estudios anatómicos de la
Ilustración fue el carácter de utilitarismo dado a la
investigación. Si las investigaciones realizadas en los
siglos XVI y XVII estaban guiadas por un afán de
conocer, de desvelar lo desconocido, en el siglo XVIII
sin embargo, las investigaciones anatómicas se
dirigirán sobre todo a realizar descubrimientos de los
que obtener una aplicación práctica.
En las primeras décadas del XVIII el uso del
microscopio fue prácticamente abandonado, pues las
dificultades de su manejo, que requería una habilidad
técnica difícil de adquirir, unido a su coste elevado y a
la escasa perfección todavía de las lentes, justificaron
este detenimiento. Pero en la segunda mitad del siglo
la óptica mejoró extraordinariamente las posibilidades
de este instrumento, cuya utilización se reanudó
intensamente. Sin embargo en las salas de disección
solo se utilizaba en muy contadas ocasiones y no de
forma habitual.
En Gran Bretaña los estudios anatómicos se
hallaban en manos de los cirujanos, totalmente
separados en este país y subordinados a los médicos.
Pues bien, los cirujanos sentían la necesidad práctica
de realizar investigaciones por medio de disecciones
humanas, encontrándose con graves dificultades para
ello, ya que la legislación prohibía la utilización libre
de cadáveres, permitiendo las disecciones anatómicas
únicamente con aquellos cuerpos de condenados a
muerte, después de ser ajusticiados.
El aumento de estudiantes de medicina, y el
desarrollo de los estudios anatómicos, incrementó la
demanda de cadáveres para responder a los fines
investigadores y didácticos, motivo por el que, desde
finales del siglo XVII en adelante, se produjo una
verdadera búsqueda de cadáveres, abriéndose un
comercio de individuos poco escrupulosos con las
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escuelas anatómicas, muchas de ellas privadas,
llegándose hasta a desenterrar ilegalmente de noche
algunos cuerpos recientemente fallecidos.
Esta situación tuvo como consecuencia el rechazo
de la sociedad hacia estas prácticas y hacia los que las
realizaban, produciéndose una verdadera lucha entre
aquella y los llamados “resurreccionistas”. En
consecuencia, los cirujanos encargados de la disección
de los cuerpos de los ajusticiados, según marcaba la
ley, fueron despreciados recibiendo incluso agresiones
personales, con graves heridas, por parte de amigos de
un criminal ahorcado, cuyo cuerpo se trasladaba
legalmente para ser anatomizado. Este estado de cosas
hizo que la disección fuera rechazada de plano por la
sociedad, y que incluso profesores de anatomía y
estudiantes llegaran a ser procesados, bajo la
acusación de obtener cuerpos que no habían sido
condenados por la justicia y someterlos al indigno
proceso de disección.
Esto ocurría en Escocia, cuando se convirtió en un
centro importante de estudios anatómicos, y como otra
forma de obtención de cadáveres para investigar se
organizó la importación desde Francia, enviando
clandestinamente cuerpos de individuos recientemente
fallecidos, dentro de cajas bien embaladas con falsas
etiquetas de mercancías. Finalmente el Parlamento
tomó en consideración la situación a que había llegado
la escuela inglesa de anatomía, a través de una ley que
eliminando los excesos a que se había llegado,
permitía a los científicos satisfacer sus necesidades
legítimas para la enseñanza y la investigación,
eliminando viejos reglamentos ya obsoletos (10).
La anatomía en España tuvo un gran auge desde
principios del siglo XVIII, gracias a la presencia en la
corte de profesionales de prestigio, llegados con el
séquito del primer rey borbón. Estos profesionales
desde los puestos privilegiados que ocuparon en la
corte, se encargaron de impulsar los estudios
anatómicos. Florencio Kelli, formado en París, enseñó
anatomía en el existente “teatro anatómico” de Madrid
hacia 1703. Fueron sus discípulos los primeros autores
de tratados anatómicos españoles de la época: Manuel
de Porras y Martín Martínez. José Cervi, médico de
Felipe V, impulsó la labor realizada por los
anatomistas franceses Blas Beaumont y Guillermo
Jacobe en la Regia Sociedad Médica de Sevilla, y
logró la traducción al castellano de los tratados de
anatomía de Laurencio Heister, 1755, y Bernardo
Genga, 1744.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
Bajo el impulso de las disposiciones reales de
Carlos III y Carlos IV, la enseñanza de la anatomía
mejoró en las universidades españolas. Se dictaron
lecciones de anatomía y se ejecutaron prácticas de
disección en el Hospital General de Madrid y en la
Sociedad de Medicina de Sevilla, experimentando la
enseñanza de la anatomía un gran impulso con la
fundación de los Reales Colegios de Cádiz en 1748,
Barcelona en 1764, y de San Carlos de Madrid en
1787. En estos colegios los cirujanos recibían una
formación en anatomía muy sólida, gracias a la
extraordinaria experiencia de los fundadores de estas
instituciones, Pedro Virgili y Antonio Gimbernat (11).
En el anfiteatro anatómico del Real Colegio de
Cirugía de Cádiz, construido bajo la dirección de
Pedro Virgili, trabajaron con este último Lorenzo
Roland, que fue el primer demostrador anatómico,
Canivell y Gimbernat. Ignacio Lacaba también se
formó en Cádiz, siendo después disector del Colegio
de San Carlos de Madrid. Lacaba y Bonells fueron
autores conjuntamente del texto de anatomía español
más importante del siglo.
Más tarde, en 1764, Pedro Virgili fue nombrado
director del Colegio de Cirugía de Barcelona, siendo
autor del proyecto de fundación. Las prácticas
anatómicas se realizaban en principio en la sala de
anatomía cedida por el hospital. Virgili llevó consigo
como anatomistas a Lorenzo Roland y a Gimbernat.
La fundación del Colegio de Cirugía de San Carlos
de Madrid fue encomendada a Antonio Gimbernat,
quien por su condición de experto anatomista se
preocupó del progreso de los estudios anatómicos y de
la enseñanza de la anatomía, a través de la práctica de
disecciones. El primer profesor del Colegio de San
Carlos fue Diego Rodríguez del Pino, y como disector
actuaba Ignacio Lacaba.
El primer curso en que se impartió docencia en
Madrid solo hubo tres alumnos oficialmente matriculados, sin embargo asistieron como oyentes a las
clases entre veinte y sesenta estudiantes. A partir de
1793 se abrieron los servicios clínicos y aumentó el
número de alumnos. Fue tal el incremento de
estudiantes que el año 1806 se hizo necesario habilitar
una sala nueva en los sótanos del Hospital General
para realizar las disecciones anatómicas, pues los
asistentes eran ya más de doscientos (12).
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La importancia de los textos anatómicos publicados en España en el siglo XVIII indica la oportunidad
de hacer referencia a los más destacados, para
comprender la notoriedad adquirida por esta materia:
Manuel Porras escribe la “Anatomía Galénica
Moderna” en 1716; Martín Martínez publicó en 1718
“Anatomía completa del hombre”; Blas Beaumont,
destacado anatomista, escribió como fruto de una gran
labor de disección “Exercitaciones Anatómicas” en
1728, “Instrucciones Chirúrgicas y Anatómicas” en
1753; Jaime Bonells e Ignacio Lacaba publicaron a
finales de siglo la obra titulada “Curso completo de
Anatomía del cuerpo humano”, considerada como el
texto más importante español del siglo XVIII. De esta
obra merece destacarse el capítulo “Anatomía
Práctica”, donde de forma extensa y bien detallada se
exponen las normas a seguir en el ejercicio correcto de
las disecciones, que constituye la primera referencia
sobre este aspecto en la literatura anatómica española.
Diversas Academias y Sociedades científicas
españolas desarrollaron una intensa actividad científica como impulsoras del auge de la anatomía y cirugía,
y por tanto de la disección anatómica. Así Francisco
de Vincueiro leyó en la Academia de Ciencias y Arte
de Zaragoza el año 1760 el trabajo titulado
“Disertación sobre la utilidad de los experimentos
anatómicos y quirúrgicos en los cadáveres para el
estudio y práctica de la cirugía”.
Esta pequeña, aunque importante muestra de
publicaciones anatómicas españolas que encontramos
en el siglo XVIII, indica la notable formación que se
dio a los estudiantes en los Reales Colegios de Cirugía
de este país, partiendo de la práctica de la disección y
el perfeccionamiento de sus técnicas, pues bajo la
dirección de Pedro Virgili y Antonio Gimbernat, en
estas instituciones se enseñó anatomía y se practicaron
disecciones con entusiasmo y continuidad. Ambos se
consideran las dos figuras más importantes de la
cirugía española del siglo XVIII. Fueron anatomistas
excepcionales, y a su incansable trabajo y valía se
debió el desarrollo de la anatomía y la investigación
española de su época, pues en los Reales Colegios de
Cirugía, en los que intervinieron directamente, se
planificó e impartió la enseñanza a través de cursos en
los que se ofrecía un riguroso conocimiento de la
morfología humana mediante la práctica regular de
disecciones anatómicas.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
32
- Pedro Virgili (1699-1776) había estudiado en
Montpellier y París y al regresar a España trabajó
como cirujano del ejército, donde conoció a Juan
Lacomba, cirujano mayor de la Armada, y de esta
amistad surgió el proyecto de crear un Colegio de
Cirugía en Cádiz, lo que, como se ha dicho, fue una
realidad finalmente. Virgili elaboró los planes de
estudio de los reales Colegios de Cirugía de Cádiz y
Barcelona, y dentro de ellos, proyectó con gran
eficacia la enseñanza de la anatomía.
- Antonio Gimbernat (1734-1816), estudiante en el
Colegio de Cirugía de Cádiz, fue discípulo de Virgili y
continuador de su obra. Al terminar los estudios fue
profesor de anatomía en el mismo Colegio de Cádiz, y
después en el de Barcelona. Viajó a París, donde
entabló relación con importantes anatomistas y cirujanos. Posteriormente se le encomendó la labor de fundar en la Corte el Colegio de Cirugía de San Carlos, y
en él la enseñanza de la anatomía y la prácti-ca de
disecciones se llevaron a cabo con la misma amplitud
y dedicación que en los Colegios de Cádiz y Barcelona, siguiendo a su maestro Virgili.
Gimbernat testimonió su pericia como disector e
investigador implantando una técnica personal para
operar la hernia crural, experimentación a la que llegó
mediante una detallada indagación anatómica que le
permitió conocer perfectamente la región y describir
lo que llamó “arco crural”, importante contribución al
conocimiento del cuerpo humano. Esta técnica de
intervención quirúrgica la expuso en Londres ante
John Hunter en 1777, mereciendo la aprobación de
dicho cirujano, considerado el más ilustre del siglo.
- Abert Haller (1708-1777) anatomista suizo, gran
estudioso de la fisiología humana, realizó buen
número de trabajos anatómicos; llegó a disecar más de
cuatrocientos cadáveres y a utitizar inyecciones
intravasculares, lo que le llevó a desvelar con exactitud la red vascular de los testículos, los conos
vasculares del epidídimo y el círculo venoso superficial de la mama, que llevaron su nombre. Sus
profundos conocimientos anatómicos le permitieron
realizar importantes descripciones sobre el ojo, y el
corazón. Publicó obras tan extensas como importantes: “Icones anatomicae”, 1743-1754 en cuatro partes;
“Disputationes anatomicae selectae”, en Göttingen en
siete partes, 1746-1752; y la “Biblioteca anatomicae”
en Zurich, 1774-1777. En esta última obra se recoge
toda la literatura sobre anatomía publicada hasta
entonces.
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- Jacob Winslow (1669-1760), de origen danés, se
graduó en medicina en 1704 en el Hôtel Dieu de París,
y practicó personalmente disecciones. Su gran preparación le llevó a convertirse en anatomista del Jardin
du Roi, y posteriormente fue nombrado Regente de la
Facultad de Medicina de París en 1728, y en dicha
facultad mandó construir un nuevo anfiteatro anatómico. Considerado el mejor anatomista de su epoca, la
obra más importante de Winslow se titula “Exposition
anatomique de la structure du corps humain”, editada
en París en 1732.
- Tres generaciones de médicos de la familia
Monro encabezan la enseñanza de la anatomía
escocesa durante más de cien años (1720-1846).
Alexander Monro primus (1697-1767) nacido en
Londres, fue educado por su padre, cirujano militar,
para la enseñanza de la anatomía. Después de una
educación médica adquirida en París, Edimburgo y
Leiden, Monro se dedicó a la enseñanza de la
anatomía, destacando especialmente como gran
disector. Su prestigio le permitió influir decisivamente
en la fundación del Hospital Clínico de Edimburgo, y
en la publicación de los “Medical Essays and
Observations” (1732-1744). Su hijo Alexander Monro
secundus nació en Edimburgo (1733-1817); fue doctor
en medicina en 1755 y recibió una sólida formación
en anatomía en Londres, Berlín y Leiden, sustituyendo
a su padre como profesor de anatomía en Edimburgo,
y fue un buen maestro en historia de la antomía,
anatomía descriptiva, fisiología y cirugía. Su obra
escrita más importante es la titulada “Observations on
the structure and functions of the Nervous System”,
editada en Edimburgo en 1783, con originales
descripciones como la comunicación entre los ventrículos del cerebro. Alexander Monro tercius (17731859), hijo del anterior, llegó a ser profesor de
anatomía en 1798 gracias a su padre, pero fue un
mediocre maestro, que únicamente se limitó a repetir
en clase las lecciones impartidas por su abuelo.
La escisión entre cirujanos y barberos, que en Gran
Bretaña habían constituido tradicionalmente un
gremio, se produjo en 1719. A partir de entonces y por
falta de catedráticos de anatomía, algunos cirujanos,
que ya enseñaban anatomía cuando trabajaban en
común con los barberos, comenzaron a practicar la
disección privada en los hospitales. William Hunter
(1718-1783), que había estudiado anatomía en
Edimburgo con Monro, fue el primero que inició un
curso de anatomía en su casa, con suficiente éxito;
esto le animó a levantar un teatro anatómico en 1767
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
33
en Londres, en la calle Great Winmill, teniendo como
ayudante de disección a su hermano John Hunter
(1723-1793), formándose en su escuela los mejores
cirujanos del momento. Recibió el doctorado en
medicina por la universidad de Glasgow, y al morir
legó su importante museo anatómico a dicha
universidad.
- John Hunter abandonó el trabajo de colaborador
de su hermano, e ingresó como cirujano en el ejército.
Posteriormente, por su buena formación como
anatomista, se dedicó a la enseñanza de anatomía y
cirugía a partir de 1783, formándose con él los
mejores cirujanos ingleses y norteamericanos. Se dice
de él que fue uno de los que salían con sus discípulos
a la búsqueda de sujetos recién fallecidos para
proseguir sus actividades disectivas docentes. Calificado como uno de los más insignes anatomistas de la
época, John Hunter publicó en Londres, en 1771 la
obra “Treatise on the Natural History of the Human
Teeth”, donde explicaba el desarrollo y las características y diferencias del diente humano.
- Johannes N. Lieberkün (1711-1756) nació en
Berlín. Graduado en medicina en 1739, su interés por
la investigación le llevó a dominar las técnicas
microscópicas y las inyecciones vasculares con resina
coloreada y cera, y así pudo describir la circulación
del quilo en las vellosidades intestinales y la
estructura y función de sus glándulas. Este magnífico
trabajo fue la causa de su elección como miembro de
la Real Society of London en 1740, y de su acceso a
otras Academias. A dicho descubrimiento se le ha
dado su propio nombre (13).
SIGLO XIX. ROMANTICISMO
Fue una época de grandes acontecimientos en todos
los órdenes y en sucesión ininterrumpida, que
transformaron las mentalidades y el modo de vida de
las sociedades en todo el mundo. Recordaremos los
siguientes:
1.- En Europa durante el año 1848 se producirá la
primera revolución de las clases trabajadoras y aparecerá el Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
2.- Hacia final del siglo, 1895-1905, surgirá la
revolución intelectual y científica. Europa perderá la
supremacía mundial y se iniciará una vertiginosa
carrera de armamentos, hasta llegar al comienzo de la
primera Guerra Mundial en 1914.
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3.- Se producirá un incremento extraordinario de la
población mundial que pasará de cien o ciento veinte
millones de personas a mil seiscientos millones en
1850. De ellos corresponderán a Europa cuatrocientos
cincuenta y dos millones, y grandes masas humanas se
trasladarán del Viejo al Nuevo Mundo. Otro hecho
significativo de la gran movilidad humana será el
impresionante desplazamiento humano desde el campo a la ciudad, con lo que esta última se convierte en
protagonista de la historia y de la vida social.
4.- La revolución industrial, que se inicia en las
Islas Británicas comenzando por el campo textil, se
extenderá rápidamente a todos los países de Europa y
a Estados Unidos.
5.- La progresiva tecnificación de la vida trajo
consigo aspectos positivos, como el aumento en la
producción de bienes de consumo; pero también otros
negativos, como la explotación del hombre por el
hombre.
6.- En cuanto a las relaciones internacionales un
rasgo distintivo será la expansión mundial de los
europeos, partiendo de diferentes motivaciones:
expediciones científicas, colonialismo, misiones religiosas o emigración.
7.- Desde mediados del siglo XIX, a partir de 1848,
se producirá un hecho ocurrido por primera vez en la
historia: el desarrollo constante de la civilización
occidental, que se convertirá en patrimonio de todos
los pueblos del planeta.
8.- Desde 1848 crecerá una burguesía dinámica y
activa; se desarrollará el libre cambio y aparecerá el
ferrocarril. Esta forma de sociedad, partiendo de
Inglaterra, Francia y Estados Unidos irá extendiéndose
a los demás países, dando paso a una nueva forma de
pensamiento, el positivismo que, junto al evolucionismo, utilitarismo y realismo, pronto desplazarán a la
mentalidad romántica con que había comenzado el
siglo XIX.
9.- En medicina, la ciencia y la técnica enormemente potenciadas darán paso a una nueva visión en la
práctica asistencial: la pérdida de la individualidad y
la singularidad del ser humano enfermo. Se dirá: “no
hay enfermedades sino enfermos” pero, desde la
práctica, el médico pondrá todo su esfuerzo en el
diagnóstico, con el advenimiento de la llamada
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
34
“patología constitucional”, a partir de la cual el individuo enfermo importaba poco o nada. Afortunadamente en la actualidad se está retomando la importancia de la singularidad humana (14).
Respecto a las trasformaciones de la medicina, en
concreto el acabado conocimiento de la anatomía
descriptiva y de los planos de acceso topográfico,
fueron de gran utilidad para el desarrollo de la cirugía,
dándole sólidas bases para delimitar con exactitud las
áreas de intervención en las lesiones que había ido
mostrando la anatomía patológica.
La patología externa siguió el método del examen
clínico, desarrollando e impulsando a la medicina
interna. Con esta orientación el cirujano, conocedor
además del diagnóstico, podía llegar directamente a la
zona afectada, realizando la intervención quirúrgica
directa y correctamente.
Comenzaron a interpretarse las lesiones y a
mejorarse las técnicas operatorias en función de la
zona intervenida, especialmente en el aparato locomotor, y ello contribuyó a dar contenido científico a la
cirugía del romanticismo.
La cirugía experimental con animales empezó a
introducirse, dando grandes resultados orientados en
un principio hacia la ortopedia y la cirugía plástica.
Todo ello contribuyó al progreso de los cirujanos
como profesionales, y al crecimiento de su status
social, siendo especialmente ennoblecidos y distinguidos los grandes cirujanos por todas las monarquías de
Europa (15).
Desde el punto de vista de la práctica autópsica, los
más eminentes médicos y cirujanos del siglo se distinguieron especialmente por su experiencia disectiva y
docente en este campo, y por su dedicación a la
investigación, usando como método la disección
anatómica humana. Nos referiremos para terminar esta
aproximación a la historia de las autopsias, como
figuras representativas de su práctica y de los logros
para la ciencia médica derivados de la disección anatómica, a los siguientes autores: Bichat, Rokitanski,
Virchow y Maestre de San Juan.
- Marie François Xavier Bichat (1771-1802) nació
en Francia. Destacó extraordinariamente como
anatomista y fisiólogo, y fue defensor del vitalismo
que trataba de explicar, como doctrina biológica, todas
las funciones de los seres vivos como el resultado de
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A. Nogales Espert
una fuerza vital diferente de las fuerzas físicas,
mecánicas y químicas. Esta doctrina se oponía al
mecanicismo, que consideraba la vida como el
resultado del conjunto de las fuerzas antedichas.
Bichat contribuyó al avance conceptual de la época
de una forma decisiva. En 1799 publicó el tratado de
patología “Traité des membranes”, donde estudió las
estructuras que compartían una textura semejante, y
que al mismo tiempo se encontraban presentes en
diferentes órganos, describiendo veintiún tejidos
diferenciados por su apariencia y cualidades. Y al
definir su estructura y propiedades vitales, capacidad
de respuesta e irregularidades afirmó que en el futuro
las enfermedades se considerarían lesiones de los
tejidos, en lugar de lesiones de los órganos,
manifestando:
“Cuanto más observas las enfermedades en los
cadáveres abiertos, más te convences de la necesidad de
considerar las enfermedades no según el efecto que
presentan los órganos en toda su complejidad, sino el
que presentan los tejidos individualmente” (16).
Afirmaba con esta manifestación la importancia de la
experimentación con cadáveres humanos en el trabajo
de los investigadores de la época.
En la obra “Anatomía General aplicada a la
Fisiología y a la Medicina” Bichat dejaba muy clara
su interpretación de la enfermedad como una lesión
local en uno de los diversos tejidos de cada órgano y
no como una alteración general de todo el órgano. A
partir de esta teoría pudieron distinguirse dos clases de
síntomas patológicos: los del tejido afectado y los
propios del órgano en que este se encontraba. Una vez
más Bichat subrayaba la importancia de estudiar junto
a los síntomas en el enfermo vivo, los efectos de las
enfermedades en los cuerpos muertos:
“ Podeis tomar notas durante veinte años, de la
mañana a la noche al lado del lecho de los enfermos y
todo será para vosotros una simple confusión de
síntomas que no estando unidos en algún punto,
presentarán necesariamente tan solo una serie de
fenómenos incoherentes. Abrid unos cuantos cadáveres
y esta oscuridad pronto desaparecerá, que la observación por sí sola nunca habría logrado disipar” (17).
Desde esta nueva orientación de la patología Bichat
sentaba las bases de la nueva medicina clínica del
siglo XIX.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
35
- El barón Karl von Rokitansky (1804-1878) nació
en la ciudad checa de Hradec Králové y estudió
medicina en las universidades de Praga y Viena.
Comenzó a trabajar en el Instituto de Patología del
Hospital General de Viena en calidad de asistente.
Más tarde pasaría a ser director del mismo y
catedrático de la Facultad de Medicina. Dedicó sus
mayores esfuerzos al conocimiento de la anatomía del
hombre para poder curar más y mejor las
enfermedades. Defendía la realización de autopsias
como mejor instrumento para llegar a conocer la
constitución real del cuerpo humano.
Fue un clínico importantísimo que sentó las bases
físicas de la percusión y la auscultación. Como
investigador realizó más de setenta y cinco mil
trabajos relacionados directamente con las autopsias.
Por ello su obra “Manual de Anatomía Patológica” se
difundió por todo el mundo con una gran aceptación
por su alta calidad. Describió la atrofia aguda amarilla
del hígado, que ha recibido el nombre de “enfermedad
de Rokitansky”, y en 1852 lanzó la hipótesis sobre el
surgimiento de lo que hoy se conoce como aterosclerosis (18).
Entre las más destacables aportaciones a la ciencia
médica de Rokitansky se encuentran las siguientes:
1.- Desarrollo de la anatomía patológica como
ciencia independiente de la clínica.
2.- Creación de métodos característicos para el
examen de autopsias.
3.- Diferenciación de la existencia de numerosas
lesiones en el organismo humano.
4.- Establecimiento de la anatomía patológica
como especialidad, llegando a practicar personalmente
veinte mil autopsias con gran dedicación y rigor (19).
- Rudolf Ludwig Kar Virchow (1821-1902), uno de
los más eminentes fisiólogos y anatomo-patólogos,
nació en Prusia. Por su importante obra en torno a la
célula, se le considera el fundador de la patología
celular. De gran actividad investigadora fue un
experto enormemente hábil en el anfiteatro, realizando
disecciones anatómicas. Hacia 1849 fundó el “Archiv
för pathologische Anatomie und Physiologie und
klinische Medizin”. Cuando aconteció su muerte,
dirigía el primer Instituto Anatómico de Patología en
Berlín, donde contaba con numerosísimos discípulos.
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Su contribución al desarrollo de la anatomía
patológica es muy destacada por sus importantes
aportaciones: la interpretación correcta de la leucemia
y la leucocitosis, la trombosis y la embolia; la
descripción de la mielina, la neuroglia, o la distinción
entre hipertrofia e hiperplasia, entre otras muchas.
Pero su aportación fundamental fue el reconocimiento de la célula como unidad central en la
constitución interna del organismo. Si Morgagni había
dado como elemento central el órgano, y Bichat el
tejido, Virchow hizo lo mismo con la célula. De tal
manera que esta representación del organismo como
“república de células ordenadas recíprocamente”, fue
tan decisiva para la aparición de una nueva concepción del cuerpo humano y de la patología, que ha
convertido a Virchow en el patólogo más eminente de
su época y el más grande de todos los tiempos.
También alcanzó como médico una gran reputación.
Una clara muestra de la maestría de Virchow como
anatomista y disector aparece en su libro titulado
“Técnica de Autopsias”, que fue impreso en Madrid
en 1894. En él Virchow comienza remontándose a
1844 cuando fue ayudante del jefe de trabajos
anatómicos de la Caridad, y empezó a descubrir los
defectos con que se realizaban las autopsias: eran
practicadas por jóvenes médicos sin experiencia, por
lo que “…en general no se llevaba ningún registro de
los trabajos practicados, y los datos correspondientes
se fiaban a la memoria y no se anotaban hasta
después de terminada la autopsia” (20, pág. 1).
Cuando dos años más tarde, en 1846 fue nombrado
Director de trabajos anatómicos, comenzó a introducir
una serie de modificaciones en la práctica de las
autopsias: que se practicaran por una sola persona;
que se llevase un registro ordenado de ellas, y que se
coleccionasen estos datos para obtener sumas útiles
(20, pág. 2). Vio la necesidad de inventar un método
ordenado de examen anatomo-patológico e introducir
una técnica determinada.
Este método que fue desarrollando y perfeccionando en el transcurso de los años, partía de unas
premisas fundamentales. El método completo lo
plasmó en el “Reglamento para el procedimiento que
han de seguir los Médicos forenses en el examen
medico-legal de los cadáveres” , que constituye la
tercera parte de su libro “Técnica de las Autopsias”,
motivo por el cual lo reproducimos, a modo de
apéndice documental, al final de este tema.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
36
Las premisas básicas que deben presidir una
autopsia según Virchow son dos:
1.- “Ha de permitir una inspección lo más
completa posible, para que se pueda formar juicio
sobre la naturaleza y extensión de las lesiones de
todos los órganos.
2.- A fin de proporcionar también la posibilidad
de una demostración clara, utilizable para los fines
de la enseñanza, debe ser realizada de tal modo que
altere lo menos posible las conexiones de las partes
correspondientes” (20, pág 3).
En la primera parte de esta obra son interesantes
los capítulos en los que aparece con detalle el orden y
la forma en que debe realizarse la autopsia.
Destacamos los siguientes:
Capítulo IV: “Orden y plan de la autopsia.
Situación del diafragma. Apertura de las cavidades
torácica y abdominal.”
Capítulo V: “Color de las partes y especialmente
de la sangre. Repleción sanguínea e inyección
capilar”.
Capítulo VI: “Contenido insólito de las grandes
cavidades. Examen de la cavidad torácica”.
Capítulo VII: “Examen de la cavidad abdominal:
intestinos, hígado, duodeno, estómago, bazo,
páncreas, órganos urinarios y sexuales. Orden de
sucesión”. En este capítulo Virchow describe el orden
en que, según su método, deben examinarse los
órganos de la cavidad abdominal, que es el siguiente:
“1º Epiplon
2º Bazo
3º Riñón izquierdo, cápsula supra-renal y uréter
4º Riñón derecho, capsula, supra-renal y ureter
5º Vejiga urinaria, uretra, próstata, vesículas
seminales
6º a: Pene, testículos, cordón espermático
b: Vajina, matriz, trompas, ovarios, parametrio
7º Intestino recto
8º Duodeno, porción intestinal del conducto
colédoco
9º Estómago
10º Ligamento hepático-duodenal, conductos excretores de la bilis, vena porta, vejiga de la hiel,
hígado
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11º Páncreas, ganglio celíaco
12º Mesenterio con los ganglios linfáticos, vasos,
etc.
13º Intestino delgado y grueso
14º Ganglios linfáticos retro-peritoneales, cisterna del quilo (o de Pecquet), aorta, vena cava
inferior”. (20, pág, 36-37).
Capítulo VIII: “Técnica de la disección
anatomopatológica. Instrumentos de disección y
modo de dar los cortes”. En este capítulo Virchow
especifica que “la técnica de la disección patológica
debe ser esencialmente distinta que aquella que
procede seguir en el anfiteatro anatómico, o en la
sala de preparaciones” (20,pág 38).
Respecto a los instrumentos necesarios cita los
siguientes:
•
Cuchillo de autopsias (modificado por el propio
Virchow)
• Cuchillo común de disección
• Cuchillo de lomo más ancho, para cuando hay que
ejercer una gran presión.
Precisando más cita para realizar una autopsia lo
que llama tres cuchillos diferentes: “un escalpelo
ordinario, un cuchillo de autopsias y un condrótomo
reforzado para todos los trabajos más groseros” (20,
pág. 44-45).
Capítulo IX: “Conservación de la continuidad de
los órganos seccionados. Disección del cerebro.
Ventrículos cerebrales”.
Capítulo X: “Disección del corazón. Situación y
dirección de los cortes. Examen de los orificios.
Cortes en los ventrículos”.
La segunda parte del libro que comentamos está
dedicada a describir diversos casos prácticos. Citamos
algunos títulos:
1.- Sujeto conocido. Muerte por asfixia, a
consecuencia de hemorragia y edema de pulmón.
2.- Sujeto desconocido. Balazo en la cabeza
(suicidio).
El autor comienza con estos datos, prosiguiendo
seguidamente a utilizar su propio método disectivo.
Relata hasta un total de cuatro casos prácticos.
Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
37
La tercera parte del libro la dedica a detallar una
disección anatómica según su propio método, al que
da el nombre de “Reglamento prusiano. Para el
examen médico-legal de los cadáveres”.
- Aureliano Maestre de San Juan (1828-1890),
nacido en Granada, al terminar los estudios de
medicina obtuvo por oposición una plaza de
“Ayudante del preparador y conservador anatómico”,
de la Facultad de Medicina de la Universidad Central
de Madrid, en 1848. Esto le permitió conseguir un
conocimiento muy profundo de la anatomía y una
perfección excepcional en la práctica de las disecciones anatómicas.
En 1852 fue nombrado Profesor sustituto de Fisiología y Clínica Médica, desempeñando una importante
labor docente y destacando por sus grandes dotes de
dibujante, que le permitieron elaborar interesantes
esquemas para las clases con los alumnos. En 1854
ocurrió en Madrid una grave epidemia de cólera
asiático, Maestre de San Juan fue nombrado médico
de distrito, y asistió también como médico en el
Hospital de coléricos de San Jerónimo; allí atendió a
más de 1700 enfermos de cólera, y pudo practicar la
autopsia de aquellos enfermos que no consiguieron
sobrevivir, obteniendo datos de gran valor, con los que
logró reunir una importante colección de preparaciones de distintos órganos enfermos, los cuales
enriquecieron la colección del museo de la Facultad.
En 1857 obtuvo un puesto de profesor clínico en la
Universidad de Granada. Allí trabajó durante tres años
como docente y como asistencial, realizando más de
trescientas intervenciones quirúrgicas, y por su gran
destreza en anatomía adquirió también una importante
experiencia como cirujano. En 1860 obtenía la cátedra
de Anatomía Descriptiva y General de la Universidad
de Granada. A partir de aquí se dedicó plenamente a
su gran pasión, la Histología.
Maestre de San Juan viajó para conocer los centros
anatómicos más importantes de Europa y se relacionó
con las más eminentes figuras. En Leiden conoció a
Boogard y Zaayen, en Utrech a Harting y Donders, en
Berlín conoció a Virchow, Reichert, Kühne y Klebs,
en Estrasburgo contactó con Morel y en Inglaterra con
Beale. De este modo pudo conocer el estado de la
investigación histológica en los lugares más avanzados.
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Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
Su gran obra sobre anatomía titulada “Tratado de
Anatomía General” apareció en 1872 y fue la primera
obra original publicada sobre esta materia en España.
Y en 1873 obtenía la cátedra de Histología Normal y
Patológica de Madrid.
Fue fundador y presidente de la Sociedad
Histológica de Madrid, y creador en su cátedra de lo
que llamó “Escuela práctica” en el laboratorio histológico de la Facultad de Medicina de Madrid (21).
En 1879 salía publicada su obra “Tratado
elemental de Histología normal y patológica”, que
sería aceptada como texto oficial en las escuelas de
medicina.
En 1884 fue nombrado miembro de la Real
Academia Nacional de Medicina, sección Anatomía.
Su último trabajo, que se conserva en la Real
Academia, fue el de contestación a la toma de
posesión del Doctor Magaz y en él el Doctor Maestre
de San Juan quiso demostrar que la anatomía e
histología son el fundamento y base de la fisiología, e
igualmente que las vivisecciones son también fundamento y base tanto de la fisiología como de la
patología y la terapéutica.
*************
38
A lo largo de cuatro artículos hemos ido siguiendo
la evolución histórica de la práctica de las autopsias
desde las civilizaciones antiguas hasta finales del siglo
XIX, pudiendo apreciarse de forma inequívoca cómo a
través de las disecciones humanas se ha ido conociendo la verdadera constitución del ser humano. Se han
corregido errores y efectuado descubrimientos por
medio de la investigación humana post mortem, que
cambiaron los conocimientos sobre anatomía y
fisiología, haciendo que estas ciencias avanzasen hasta
completar el conocimiento real de las características
anatómicas y del modo de comportarse los órganos y
sistemas.
Por otra parte, los investigadores más formados,
aquellos que se habían ejercitado ampliamente en la
ejecución de prácticas disectivas humanas, han sido
precisamente los que han pasado a la historia de la
medicina con el descubrimiento de sistemas, órganos,
fibras y tejidos, y su forma de comportarse fisiológicamente. En muchos de estos hallazgos han quedado
inmortalizados sus descubridores, al otorgar la
comunidad científica a estos descubrimientos el
nombre de sus autores.
Hoy las autopsias siguen proporcionando la misma
riqueza de datos informativos para mejorar los
diagnósticos, perfeccionar los tratamientos y despejar
posibles errores. La práctica disectiva representa una
forma de autocrítica, capaz al mismo tiempo de
desvelar las posibles dudas acerca de la realidad que
afectaba al paciente, por lo que constituye una fuente
inagotable de aprendizaje para los médicos de cualquier especialidad, siempre que la autopsia se
practique de manera eficaz, reuniendo las condiciones
señaladas por Alberto Anaya de ser exhaustivas,
ordenadas, realizarse de forma tranquila y estar
informadas (22).
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Historia de las autopsias. IV- Siglos XVII a XIX
39
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