Gomez Las Patologías de Anorexia y el Ayuno

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LAS PATOLOGIAS DE ANOREXIA Y EL AYUNO
RELIGIOSO
Autores : Coordinación : Bettina Gómez Piñeiro de Nitsche.(*)
Integrantes : Liliana Perez Ferretti, Silvana Calvano de Fiorito, Ana
María Menescardi de Pinto.
Pais : ARGENTINA – Buenos Aires.
- Introducción
Nuestra sociedad actual nos brinda un fiel testimonio de algunas
tradiciones que han guardado dentro de sus prácticas rituales la del
ayuno. El lenguaje cotidiano contiene las huellas de aquello que ha
sufrido escisiones y represiones sucesivas, aunque su significación
originaria se haya perdido. Creencias y mitos confluyen en la historia
para crear estereotipos. Sobreviven en forma de restos, de palabras
sueltas e imágenes fragmentadas. En la historia, encontramos
ayunos místicos, caza de brujas, mitos literarios. El siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX son una clave
para comprender el
presente; allí se articulan los diferentes discursos: el médico, el
místico, el literario, el psicológico. El discurso religioso
pierde
hegemonía frente al discurso médico y, por primera vez en la
historia, el saber médico intenta imponerse sobre las creencias
religiosas. Es un momento muy especial. pues el cuerpo femenino,
desde lo externo e interno. pasa a ser investigado por la medicina y
asombra a los estudiosos de aquella época. Se interrogan acerca del
misterio de la mujer : lánguidas, esmirriadas…¿son santas. brujas o
« poseídas » ?
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- Breve reseña desde la historia
En Morzine, en el siglo XIX acontece una epidemia de posesión
demoníaca, la iglesia se negó a implementar el exorcismo y solicitó
la intervención de los médicos. En su observación, éstos resolvieron
que eran casos típicos de « demonomanía ». Enfermedad que se
presentaba
convulsiones
con
secreciones
y
pensamientos
de
fluído
confusos
nervioso.
que,
a
su
provocando
vez,
eran
considerados como efectos negativos de una religión erróneamente
interpretada
por
mujeres
ignorantes
o
de
mentes
muy
sugestionables. La medicina propuso un nombre a estos síntomas :
« histerodemonopatía epidémica »
Un nuevo saber tratará de sustituir a las creencias tradicionales,
al mismo tiempo que enseñará los riesgos y cuidará a aquellos que
todavía vivían en la ignorancia de siglos anteriores. Pero, ¿cómo se
presentaban en Morzine ? La historia relata que en diversos casos,
jovencitas de un colegio de monjas y, a veces, mujeres y hombres de
la aldea comenzaron a sufrir ataques en los que blasfemaban,
insultaban y se arrastraban por el piso queriendo demostrar que
estaban poseídos.
No se alimentaban y vomitaban cuando se las
obligaba a comer. Las jóvenes, también proferían insultos a Dios y
exigían ser exorcizadas por el sacerdote. Éste se negaba y solicitaba
la intervención de los médicos.
La reacción del pueblo ante esta
negativa fue violenta y los casos que ya eran numerosos, se
multiplicaron. El sacerdote era atacado por las poseídas y también
por los fieles. Los hospitales y las cárceles, que debían actuar en los
casos más rebeldes, se cubrieron de enfermas. La epidemia alcanzó
tales proporciones que casi la mitad de la población femenina fue
afectada ; tardó mucho tiempo en ser dominada : alrededor de
veinte años, dado que los rebrotes eran constantes. Finalmente,
terminó por desaparecer y los médicos triunfaron, pues las enfermas
se sometieron a la ciencia y pasaron a ser simples histéricas. Las
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que
continuaron
resistiéndose
fueron
denominadas
como
« erotómanas », siendo su destino el hospital psiquiátrico.
La enfermedad perdió su carácter de epidemia. Sin embargo, los
periódicos de la época : suizos, franceses e ingleses, que todavía hoy
pueden leerse, ofrecen testimonios de la enorme resonancia de este
acontecimiento.
Diez años más tarde, Charcot nombrado titular de la cátedra de
Clínica de las Enfermedades Nerviosas, en la Salpetriere (1882)
comenzará a trasmitir sus investigaciones sobre la histeria. Los
discípulos de Charcot clasificaban y reconocían, dentro de un cuadro
nosológico bien definido, la « gran histeria », así nominada por el
maestro. Si bien el tema de las poseídas de Morzine pudo haber sido
olvidado o desdibujado en medio de los escándalos y blasfemias a
Dios, reconocemos que ha sido el primer signo inconfundible de esta
enfermedad.
Esta síntesis muestra lo esencial de los sucesos de Morzine.
Merece destacarse el desconcierto y el enfrentamiento entre los
poderes en la lucha contra el « mal ». La negativa a alimentarse era
uno de los rasgos más notables. A su vez, la iglesia comenzó a
reconocer que ya no se trataba de « brujas », sino de enfermas, y a
sancionar
así
a
miembros
del
clero
que
todavía
practicaban
exorcismos. Sin embargo, Charcot se encuentra ante un serio
problema porque sabía que era muy difícil evitar que los prejuicios
de orden moral, ideológico o religioso contaminasen el discurso
médico. La prueba de ello son los tratados de sus predecesores
sobre la histeria, tales como Briquet, Huchard y muchos otros
psiquiatras de la primera mitad del siglo XIX, cuyo discurso estaba
enmarcado
por
apreciaciones
moralistas.
La
necesidad
de
diferenciarse de la moral y, en especial, de la moral clerical fue
esencial para el nuevo espíritu positivista, del cual Charcot era su
principal representante. Su objetivo no era solamente separar a la
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psiquis femenina de su presunto origen uterino y, por lo tanto
sexual, sino también de la amenaza –siempre al acecho- del poder
clerical sobre el sexo. Sin embargo, existen algunos testimonios,
entre otros, el del propio Freud cuando asistió a los cursos de la
Salpetriere, pues Charcot en los pasillos continuaba diciendo :
« c´est toujours le génital », mientras se esforzaba en demostrar a
sus discípulos y a sus histéricas lo equivocado de sus prejuicios. El
mérito de Charcot y la fuerza que imprimió a sus investigaciones es
haber
evidenciado
que
no
hay
una
correlación
empírica,
comprobable entre el dolor psíquico y un órgano supuestamente
lesionado. Y ha sido, justamente, este punto uno de los pilares en el
cual, más adelante, se apoyará Freud para fundar el psicoanálisis.
Así, el camino seguido por Breuer y Freud en « Estudios sobre la
histeria » les condujo a considerar la misma como una enfermedad
psíquica bien definida que reclamaba una etiología especifica,
sexual. Decía Breuer (1895) que para crear los fenómenos de la
anorexia, disfagia y vómitos era necesaria la acumulación de varios
factores, tales como, una predisposición nerviosa, el espanto, la
irrupción de lo sexual en la infancia, bajo la forma más brutal y,
como factor determinante, la representación repugnante.
En el « Manuscrito G »: Melancolía (1895) Freud acentuaba el
aspecto depresivo de la anorexia y escribía :
« La neurosis alimenticia llamada anorexia, puede compararse con
la melancolía. La anorexia mental de las adolescentes, trastorno éste
muy conocido, aparece, como una forma de melancolía en aquellos
sujetos cuya sexualidad está aún inacabada. La enferma afirma no
querer comer sólo porque no tiene hambre. Por lo tanto, hay pérdida
de apetito y, en el terreno sexual, pérdida de la libido. »
Las
investigaciones
semiología
desde
la
sobre
clínica,
la
histeria
abrieron
(1893/95/99)
las
puertas
y
para
su
los
4
descubrimientos
del
psicoanálisis :
inconsciente,
fantasma,
represión, conflicto defensivo, identificación, transferencia, etc.
La lectura de los historiales clínicos de Freud, aún hoy, nos
permiten reflexiones y renovados estudios de las patologías severas.
- La Anorexia es una enfermedad del Amor ?
Referirse a la anorexia nos lleva indefectiblemente a la bulimia
dado que no son alternativas antagónicas, sino las dos caras de una
misma moneda, pues allí donde la anorexia muestra la búsqueda de
la realización del ideal del sujeto, es decir, la privación de la comida,
la bulimia manifiesta la caída de este sistema bajo la necesidad de
una compulsión a la repetición desenfrenada : la de comer.
En
la
clínica
con
nuestras
pacientes,
observamos
que
la
aparición de la enfermedad coincide con la utilización de drásticas
restricciones de los alimentos para configurarse después en una
anorexia que, sólo en un segundo momento, tiende a transformarse
en bulimia. Sin embargo, esta evolución no suprime la función del
ideal anoréxico del cuerpo-delgado, del cual continúa rigiendo la
bulimia misma. En este sentido, la bulimia es un dialecto de la
anorexia ; la lengua materna permanece anoréxica mientras que la
posición bulímica es en la caída del proyecto anoréxico un derrumbe,
pero también referido al ideal del cuerpo delgado y a la privación
masoquista de la pulsión oral.
En
rigor,
preformado.
la
El
pulsión
objeto
de
oral
la
no
tiene
pulsión,
un
como
objeto
Freud
específico,
afirma
en
“ Pulsiones y destinos de pulsión” es la parte más « variable » del
montaje pulsional. Entonces, la pulsión oral no tiene su origen en un
programa genético-biológico pre-definido, sino que da vueltas en
torno a un vacío. Su satisfacción no está en lo lleno que puede
obtener del objeto, sino en la repetición de la vuelta al objeto. Por
5
ello, el objeto primordial de satisfacción que el post-freudismo
encarnó en lo real del pecho materno, es presentado por Freud como
perdido desde siempre.
Podemos decir que la anorexia es, en
consecuencia, una pasión por el vacío dado que la elección es el
rechazo del objeto-comida.
El vacío sería entonces la condición para que junto a la falta
pueda
existir
el
deseo,
y
la
anoréxica
lo
defenderá
con
desesperación, ofreciéndose en ser ella misma un vacío puro. A
través del vómito hace vacío en su cuerpo, es decir, vacía el peso de
la sustancia. Así, cada crisis de hambre demuestra al Otro que nada
del objeto- sustancia podrá jamás llenarla porque su vacío es aquel
de la falta-de ser, haciendo del cuerpo mismo una estructura
agujereada (las zonas erógenas según Freud) habitada por una
falta.
Sería
aquello
que
Lacan
menciona
como
“ alienación
significante” que tiene como efecto fundamental, el ofrecer al sujeto
mismo una inscripción simbólica, pero sólo a cambio de una pérdida
de ser, de una pérdida de goce.
Tomemos como ejemplo el grito, el llanto de un bebé que tiene
hambre, el suyo es un grito desgarrador. Es solamente la función
mediadora del Otro la que permite al grito transformarse en
demanda, una demanda de comida. En este sentido, Lacan precisa
la pulsión oral como demanda dirigida al Otro. Si el Otro no
comprende, no interpreta el grito que se le ha dirigido, no se
configura la función dialéctica de la inter-subjetividad. Sólo la acción
interpretativa convierte al grito en demanda. La imago materna
emerge, no tanto como ambiente bueno y tranquilizante, como ha
surgido en la literatura psicoanalítica post-freudiana (Winnicott,
Mahler, Spitz) o como continente de las angustias más arcaicas del
niño (Bion), sino como expresión directa de la pulsión de muerte.
En la anorexia lo que ha faltado es el amor como disposición del
Otro a ofrecerse, a brindarse como « madre » que ha dado lo que
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tenía : comida, cuidados, pero que, sin embargo, no ha ofrecido su
falta y, por lo tanto, no ha creado aquel lugar tan particular para el
sujeto que es el valer algo para el Otro, de hacerle falta al Otro.
Podemos decir, entonces, que la anorexia es una demostración del
sujeto que busca crear esta posición particular a través del rechazo
de todo lo que viene del Otro. La anoréxica, en su enfermedad,
muestra así los signos del amor, pues ella está dispuesta a dejarse
morir de hambre por amor.
En las santas anoréxicas la demanda de amor será padecer el
hambre, convertirse en un esqueleto viviente, exhibir estigmas del
propio cuerpo en riesgo de muerte con el fin de lograr la mirada de
Dios y mostrar así una especial falta, una necesidad de amor.
- La oralidad a través de los cuentos infantiles
Comer evoca el placer de alimentarse. Si este placer no fuese
habilitado, la necesidad se vería perturbada. Dicha necesidad, de no
ser satisfecha, podría amenazar los vínculos sociales. La conexión
entre realidad externa e interna representa un reencuentro con las
pulsiones. Si se omite este intercambio vincular y simbólico se
convierte en letra muerta.
Los cuentos infantiles son un escenario en el que se configuran
situaciones conflictivas de la vida del niño y del adolescente. Estos
relatos ponen de relieve la función liberadora del cuento como un
descubrimiento de la aventura de vivir. El psicoanálisis permite
acceder al significado inconsciente de ellos. La conexión que la
literatura brinda entre realidad externa e interna representa con el
anclaje corporal, una forma de reencuentro con las pulsiones,
partiendo de la oralidad. Ésta puede ser un modelo de neutralidad
de la destructividad dirigida al “otro”, en la que la cultura tiene un
poder transformador.
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En la literatura infantil la oralidad aparece representada desde
diversas facetas. Nos acercaremos al cuento de Caperucita Roja que
evoca desde lo edípico, “el comerte mejor”.
El relato se refiere al
deseo inconsciente de ser seducida por el padre. El padre está
presente en Caperucita de dos formas: como lobo que evidencia los
sentimientos edípicos y como cazador que ejerce una función de
protección y salvadora del poder de destrucción de la voracidad oral.
Aparece la disociación puesta en la voracidad del lobo. Mientras
tanto, la comida que lleva en su canasta a la abuelita está
libidinizada
y
tiene
un
poder
curativo
en
su
función
de
autoconservación. La historia termina cuando todos los personajes:
niña, madre abuela, cazador y lobo hacen lo que les corresponde; el
lobo intenta escapar y muere, posteriormente el cazador le saca la
piel y se la lleva a su casa, la abuela come lo que Caperucita le ha
traído y la niña
aprende la lección: no saldré del camino cuando
vaya sola por el bosque.
Otro cuento: “Hansel y Gretel:
Es la historia de dos niños cuyos padres están insertos en la
pobreza. Los niños escuchan que los padres están tramando un plan
para abandonarlos. El hambre que experimentan los lleva al temor
de morir. La historia nos dice que hasta entonces los padres habían
podido alimentar a sus hijos, pero ahora pasan por un momento
crítico.
El miedo a morir de hambre a Hansel lo obsesiona; por eso
puede pensar en la comida como solución a todas sus dificultades.
La historia de Hansel
y Gretel encarna las ansiedades y tareas de
aprendizaje del niño, que debe superar para poder sublimar los
deseos de destrucción más primitivos. Este cuento expresa de
manera simbólica las experiencias internas vinculadas a la madre.
El padre, a lo largo de toda la historia aparece como desdibujado
dado que el lugar principal corresponde a la madre, tanto en sus
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aspectos benévolos, como en los más amenazantes. La confianza en
la comida les ha fallado dando rienda suelta a la regresión oral. En la
casita de turrón que encuentran en el camino al bosque, aparece en
ellos el deseo de comerse a la madre que ofrece su cuerpo como
fuente de alimento. Habían proyectado en sus padres el temor a ser
devorados, como causa de su abandono. A pesar de la voz que les
pregunta
en
tono
amenazante
(la
bruja):
“¿quién
está
mordisqueando mi casita? “ los niños mienten y culpan al viento de
lo que sucede. El personaje de la bruja es la personificación de los
aspectos destructivos de la oralidad, dispuesta a devorar a los niños,
tanto como ellos a destruir la casita de turrón.
Hansel y Gretel es uno de los cuentos en el cual dos hermanos
colaboran para salvarse mutuamente consiguiéndolo gracias a sus
esfuerzos conjuntos, no sólo vencen los peligros reales sino también
sus propios temores.
Esta es la experiencia que tienen Hansel y
Gretel después de un largo recorrido vital.
En general, los niños necesitan oír cuentos en los que los
protagonistas
gracias
a
su
ingenio,
vencen
a
los
personajes
malvados de su imaginación.
Contar
historias,
dialogar,
ha
sido
una
conquista
de
la
humanidad. El cuento puede ser un medio valioso, pero no siempre
es un fin en sí mismo. Toda narración desencadena:
-procesos intrasubjetivos e intersubjetivos
-procesos de interacción múltiples
-una compleja trama verbal, gestual, vincular y sociocultural
-experiencias
en
las
que
se
ponen
en
juego
distintas
subjetividades: la del autor, la del adulto y la de los niños.
La narración de un cuento constituye una estrategia posible para
el despliegue y la transformación del pensamiento y lenguaje
infantil. Esta comunicación humana, constituye en sí misma una red
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potencial de enlaces significativos, cuya trama no sólo es lingüística,
sino psicosocial, cultural y afectivo-histórica.
Asumir el cuento oral como la escritura, es tender un puente
entre dos o más historias para aprender. Vale la pena intentarlo ya
que los niños y nosotros mismos, en tiempos de tanta fragmentación
e incertidumbre subjetiva y social, necesitamos construir, defender y
afianzar puentes comunicacionales inter e intrageneracionales a
través de los cuales transformar las interpretaciones del mundo y de
la realidad.
- Oralidad y ambivalencia
La oralidad es el camino privilegiado en el principio de la vida
para ir incorporando el mundo, salir de la simbiosis materna y
comenzar la construcción de la individualidad. Aquello que la madre
va brindando (alimento, cuidados, caricias, afecto) arma un sostén
que organiza, decodifica y comienza a dar sentido a las pulsiones. El
narcisismo comienza a resquebrajarse lentamente y el mundo se
empieza a incorporar.
Las figuras parentales, la madre como sostén del niño y el padre
como sostén de ambos, son fundamentales en el desarrollo, y la
forma en cómo manejen su propia ambivalencia es lo que dará al
niño mayor o menor seguridad.
La ambivalencia es innata al ser humano. Eros y Thánatos
conviven en un encuentro permanente; la predominancia de uno u
otro y el desequilibrio entre ambos, será motivo para que la
ambivalencia se acentúe.
En la construcción de la identidad si el niño recibe el “alimento afecto” con una ambivalencia desde sus padres, lo que incorpora es
confuso y, por lo tanto, malo, peligroso y debe ser expulsado. No se
favorece la apertura al mundo, sino la permanencia en el encierro
narcisista.
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La identidad se va armando desde un lugar de debilidad; la
ambivalencia afectiva de los padres no posibilitará la salida al
mundo desde una posición adulta, sino desde el aislamiento y el
encierro.
La anorexia podría ser pensada como una elección narcisista. La
muerte, a la que puede llevar la enfermedad, sería el reflejo de la
muerte psíquica por asfixia en el encierro en sí mismo.
- La organización pulsional oral: ayuno litúrgico, ayuno en
la
anorexia:
La organización pulsional oral, cuya constitución hemos descrito
anteriormente,
tramitada
tiene
diferentes
destinos
posibles
en cada caso singular. En algunos
según
sea
casos primarán las
transformaciones de la pulsión en rasgos de carácter modificando el
yo, en otros como síntomas, y en otros, en valiosos productos de la
sublimación..
Desde la
perspectiva
de la
estructuración libidinal hemos
señalado que mediante la anaclisis, la articulación de la pulsión y el
objeto como contingente, libera a las pulsiones de autoconservación.
“Comer, ser comido y comerse” son las posiciones posibles en la
fantasmática de la oralidad. La castración simbólica alcanza a la
pulsión oral poniendo un coto a la misma.
El alimento atravesado por la cultura
remitirá ya a un
intercambio en el cual se constituyen una ética y una estética del
comer. Ética y estética que observamos en diferentes prácticas
sociales, entre las que se encuentran las prácticas religiosas.
El ayuno como práctica ritual tiene un profundo sentido psíquico,
tanto como las prescripciones y prohibiciones de alimentos, y los
rituales de la comida sagrada.
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El ayuno litúrgico en las diferentes prácticas religiosas implica
por tanto, al orden simbólico. La anorexia en cambio se entrega al
sin límite, a la desmesura. Es el reino del puro capricho del Super-yo
y la vuelta contra sí mismo de la pulsión. El recorrido patológico va
del privarse, a devorarse. La posición reflexiva del yo en la
gramática de la pulsión, incluye un núcleo
fantasmático que se
figura como “comerse al muerto”. Es decir, desde esta perspectiva,
podemos diferenciar el ayuno litúrgico (el cual siempre incluye el
límite y las recomendaciones para
sostener
las pulsiones de
autoconservación) del síntoma anoréxico, el cual se
como pasión por
estructura
desarticular los límites, nada alcanza para esa
pasión por la nadificación arrasante.
El ayuno litúrgico es una experiencia individual, pero compartida
en su dimensión simbólica, supone
un cuerpo escenario de una
erogeneidad conservada en el que pueden advenir experiencias
emocionales
del orden del sentimiento oceánico; recordemos que
Freud decía de la Mística: “esa oscura percepción del ello”.
En el
síntoma anoréxico, por el contrario, son la desagregación pulsional
y la vuelta contra sí mismo lo que priman como mecanismos
defensivos en ese más allá de la represión.
Tiempo y espacio se enmarcan en un lazo simbólico en el ayuno
litúrgico. Tiempo de la liturgia
que diferencia momentos y da
sentido. Lo sacrificial atravesado por la ley que ordena, queda
circunscrito a un acuerdo con otros. El espacio es el de la intimidad,
pero no es del orden del secreto o la exhibición, como en la anorexia.
Pero lo que sí es cierto que, si bien podemos establecer estos
distingos, pueden haber distintas articulaciones entre las diferentes
corrientes psíquicas.
Catalina Benincasa nace en Siena en 1349 es reconocida Santa
en 1461 y en 1970 Doctora de la Iglesia.
clase media, llega al mundo
Hija
de una familia de
junto a una hermana melliza.
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Según G. Raimbault su madre debe decidir a cuál de las dos hijas
alimentar, pues las condiciones de salud de las recién nacidas
ameritaban alimentación y cuidados especiales. La madre la elige, y
su hermana es entregada a una nodriza, pero fallece al poco tiempo.
Episodio que su madre lee y recuerda reiteradamente, como prueba
de amor filial-sacrificial: ¡cuánto debe amar a Catalina que sacrificó
a la hermana melliza!.
Su madre, una mujer mayor de 40 años,
había experimentado las pérdidas de más de la mitad de los
veintidos hijos nacidos anteriormente.
Catalina es la única hija amamantada por su madre hasta el año
cuando esta queda embarazada y nace su hermana menor que lleva
el mismo nombre de la melliza muerta. Traumatismo de destete al
que se le suma la llegada de una hermana menor, mas una madre
acosada por una ciudad asolada por la peste y la crisis financiera de
su marido e hijo mayor. Se arma así el primer tiempo en la
formación de la anorexia que adquirirá especial relevancia cuando
posteriormente, en la pubertad, Catalina va a vivir con su hermana
Bonaventura quien muere en el parto de uno de sus hijos. Términos
que insisten y se anudan en prótesis: hermana , muerte, sacrificio,
sexualidad.
Los intentos de la familia
de casarla
con el cuñado viudo
fracasan y adquiere un nuevo ímpetu la religiosidad
La vida espiritual de Catalina
constituye así, un freno a las
demandas familiares, especialmente maternas. Las visiones de Jesús
a la edad de siete años, mas la entrega al amor de Dios, reordena un
mundo que la diferencia de su madre . A ella le importa lo mundano,
a Catalina las cosas de Dios. Mientras la madre anhela un doble, un
cuerpo soporte de embellecimientos femeninos que la conduzca al
matrimonio, Catalina vivencia el cuerpo como un obstáculo para la
entrega espiritual, dice: “quitarle esta carne cualquier otra carne o
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al menos tanto como le sea posible”. El cabello símbolo de
sensualidad lo corta como prueba de su determinación.
¿Cómo hacerse de lo propio?
La elaborada construcción de un
espacio interior inaccesible a la demanda materna, constituye el
espacio de su espiritualidad. Hay allí una representación Dios-Padre
que separa a madre e hija. El padre acompaña a su esposa en la
demanda, pero luego se pone del lado de la hija y le da su dormitorio
para que medite.
¿Es esta intervención paterna, esta ternura del padre la que la
conduce a elegir una orden laica para mujeres maduras y viudas, y
que le permite continuar en el hogar familiar?
Las restricciones alimentarias de carne parecen ir asociadas al
asco . Vemos así que tanto el pudor como el asco se constituyen en
diques pulsionales importantes en la estructuración del psiquismo
de Catalina. Dirá mas adelante que cuanto mayor es el amor a Dios
mayor es el odio al cuerpo, a la sensualidad.
Pan, hierbas crudas y agua serán su dieta. Luego ayunos
prolongados y sólo se alimentará con la eucaristía Dieta a la que le
sumará
el voto de silencio y la flagelación. Ahí donde el cuerpo
corre riesgo, Catalina pondrá sacrificio: de la palabra, de la
sensualidad. Régimen ascético que
trasciende
el espacio de lo
familiar. Se opone a sus confesores quienes ponen en duda el origen
del mismo y su sentido de santidad, a la vez que le ordenan comer.
Catalina se promueve como un ser de excepción
y desde este
lugar y con argumentaciones sofisticadas convence a los otros de
qué debe hacer. Pero al mismo tiempo que todo esto ocurre, ese
espacio la conduce a un refinamiento sublimatorio en el que la
palabra acrisolada en el sacrificio adquiere poder y estilo como
puede apreciarse en su obra epistolar dictada a secretarias.
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Allí donde la sensualidad ha sido borrada, el encuentro con Dios la
inunda en el goce de la experiencia del cuerpo extático.
La misión de salvar espiritualmente a la familia, como luego el
abocarse ardorosamente a la política de la Iglesia, constituyen una
clara
expresión
perfección.
de
la
construcción
de
un
ideal
exigente
de
El ayuno perfecto que la conduce a la muerte, que la
conduce a la unión absoluta con Dios.
En el caso de Catalina podemos decir que la experiencia mística,
ideal de la época, facilitó el síntoma anoréxico. Trastorno que no fue
desmentido ni por sus superiores, ni por su familia.
Allí donde la
obediencia es un voto personal pero comunitario, en Catalina
encontramos rebelión con defusión pulsional.
En su historia hemos rastreado la culpa por la supervivencia a la
hermana
melliza
como
una
posible
identificación
patológica
desencadenante: ¿Madre muerta según Green?
La doble vertiente de la hija única y especial para Dios, es
reduplicada traumáticamente en la vida como la hija “recordatorio
de una pérdida”, hija de una madre en duelo que inviste a la
superviviente de cuidados especiales.
Catalina dejó numerosas
manifestaciones epistolares de la
relación perturbada con su madre. Demostrar la “falta” en ella,
asumió la forma de demostrar la “falta de espiritualidad” materna.
Es desde ahí que constituyó un nombre propio
y con él una obra
personal monumental.
En síntesis, consideramos que no es raro encontrar en las
historias de la anorexia el elemento real de la muerte en la forma de
“muerte prematura” de un hermano o hermana, o de las pérdidas de
repetidas interrupciones de embarazos que pueden haber signado el
camino materno.
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En Catalina, más conocida como Santa Catalina de Siena, se pone
en evidencia la relación de la anorexia con el fantasma de la propia
pérdida.
Durante toda su vida, esta santa anoréxica, se consagró al
sacrificio y a la tortura de su cuerpo para expiar la culpa de haber
sido la causa de la muerte del otro. El odio de Catalina por su cuerpo,
refleja esta ausencia de deseo por el otro; tener hijos parece que
hubiera sido una tarea natural privada de deseo, a la cual la madre
de Catalina se doblegó sin amor, sólo por deber.
Será su gemela la que pagó el precio de esta presencia sin deseo.
Para su hermana Giovanna no quedó espacio. ella murió en los
brazos de una nodriza.
La conversión a la santidad de Catalina se produce justamente,
después de la muerte de otras dos hermanas
que murieron en el
lapso de un año, cuando ella tenía quince años.
Rodeada por las
muertes de su misma sangre, y por la terrible peste que irrumpió en
los años de su juventud, Catalina eligió ofrecerse sin vacilar a Dios, a
otro supuesto ser: el Otro del Amor. Así trató de reparar su culpa.
Culpa de sobrevivir a la muerte, culpa de haber ocupado el lugar de
otro, de haber estado en el lugar del muerto.
Podríamos
decir
que
esta
especie
de
certeza
melancólica,
desencadenó en ella un odio profundo por su cuerpo.
De modo irreversible se alejó de las cosas de este mundo, cortó
con los límites y las necesidades impuestas por su cuerpo.
Se
consagró a prácticas ascéticas de modo cada vez más despiadado.
Odio y persecución de su propio cuerpo como un goce supremo
superyoico, especialmente masoquista, sumergido en la melancolía
de su propia culpa. Catalina hizo votos a este goce, convirtiendo a
su cuerpo en la tumba de una identificación inconsciente con su
hermana muerta.
La anorexia le permitió lograr una pequeña
separación del Otro materno y dirigirle al Padre Ideal – Padre Dios su deseo.
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Su demanda a Dios en su impulso místico, era una demanda radical
de amor. Soportó el hambre para que Dios pudiera verla; hizo
estragos con su cuerpo, llegó a las penitencias más inhumanas para
que Dios pudiera escucharla y acompañarla siempre.
Mientras
rechazaba el alimento ella sólo deseaba alimentarse con la hostia
consagrada, cuerpo de Cristo, comida para el espíritu, pedazo
sensible del Otro del amor, puro significante del deseo del Otro que,
a veces, sólo bastaba contemplarlo para que infundiese en ella su
poder de pacificación.
Numerosos son los recorridos de la vida de Catalina que hemos
dejado de lado: la enfermedad y las curaciones, propias y ajenas, los
detalles de su actuación política, las dudas sobre sí misma al final de
su vida, etc. no por falta de interés en ellos, sino para acentuar la
mirada sobre el tópico del trastorno anoréxico.
Descriptores: Oralidad /ambivalencia /ayuno / anorexia-bulimia/
ayuno religioso.
Resumen
En
el
recorrido
de
este
trabajo
transitamos
algunas
perspectivas de las patologías de la anorexia y sus prácticas rituales,
como las del ayuno. En el lenguaje cotidiano persisten las huellas de
aquello que ha sufrido escisiones y represiones sucesivas. Creencias,
mitos y su sentido, confluyen para crear estereotipos. Rescatamos
en la historia (siglo XIX y mitad del siglo XX) un momento clave en
el cual la medicina intenta un saber riguroso sobre lo que ocurre en
interior y exterior del cuerpo femenino y su misterio: lánguidas y
esmirriadas…¿son santas, brujas o poseídas?. Es el momento en el
cual el discurso religioso pierde hegemonía frente al discurso
médico.
Desde la literatura, también hallamos en los cuentos infantiles,
mencionados en el trabajo, una forma de reencuentro con las
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pulsiones, entre ellas la pulsión oral. Consideramos que la oralidad
es el camino privilegiado para incorporar el mundo, salir de la
simbiosis materna y comenzar la construcción de la individualidad.
La
ambivalencia
puede
llevar
al
desarrollo
de
personalidades
frágiles. En la anorexia-bulimia destacamos la organización pulsional
oral y sus diferentes destinos. La castración simbólica alcanza a la
pulsión oral poniéndole coto.
El ayuno litúrgico implica el orden simbólico. La anorexia, en
cambio se entrega a la desmesura. La enfermedad muestra los
signos del amor y su falta. En la vida de Santa Catalina de Siena
investigamos un ensamble de ayuno litúrgico y síntoma anoréxico.
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(*) Miembro Titular de AIEMPR. Miembro Titular en función didáctica de la
Asociación Psicoanalítica Argentina, de la International Psycoanalytical
Association y de la FEPAL (Federación Psicoanalítica de América Latina) E-mail:
bnitsche@fibertel.com.ar
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