Reconocer directamente al ministro Zaldívar y a toda la primera sala de la SCJN; e indirectamente la convicción democrática de los gobiernos pasados, al menos en el compromiso de construir una SCJN independiente y equilibrada ideológicamente; quienes son los responsables de que, hoy, este tema se debata con la seriedad que merece. En mi participación abordaré cuatro puntos generales sobre la regulación de la marihuana, en el primero relacionado al actual modelo prohibicionista y el mercado paralelo desregulado que genera; El segundo relacionado con las forma de empleo de recursos en sistema de seguridad y justicia para la protección de la salud pública; El punto tres, acerca de las campañas de información que difunden tabús y no información útil y clara; y por ultimo una referencia al uso médico de la marihuana. 1.- Mercado ilegal, mercado desregulado. 1.1 En realidad el capitalismo en su versión más salvaje, es el capitalismo trasnacional desregulado, el de los mercados negros. 1.2 La ventaja competitiva de las organizaciones mafiosas está en los mercados clandestinos en general y no solo en el de las drogas. 1.3 Legalizar implica poner reglas, normar y no simplemente liberalizar. Legalizar es diseñar e implementar un sistema regulatorio que implique límites y derechos para los usuarios, así como la posibilidad de crear controles y tasas impositivas a su producción y comercialización. 1.4 Regular el mercado de la marihuana1, es solo un paso en la reducción de los mercados clandestinos que aumentan los recursos de los delincuentes y las organizaciones mafiosas, que –con la actual prohibición- la cantidad de recursos que se maneja en el mercado de drogas es suficientemente alta como para mantener una guerra contra el Estado. 1.5 Dejar la protección de la salud sólo al derecho penal, como es el caso de la marihuana, impide la utilización de al menos, 5 o 6 niveles de política pública previa para desincentivar el consumo. Pensemos en el tabaco, la prohibición de publicidad, la publicidad anti-tabaco en las cajetillas, los impuestos, la mayoría de edad, la prohibición de consumirlo en espacios públicos, una NOM sobre calidad del tabaco etc. En conclusión, para un niño de 10 años es más fácil –con el esquema actualcomprar un cigarro de marihuana en la esquina de su casa, que una cajetilla de cigarros en el Oxxo. 1 Por droga –psicoactiva o no- seguimos entendiendo lo que hace milenios entendían Hipócrates y Galeno, padres de la medicina científica: una sustancia que en vez de ser vencida por el cuerpo (y asimilada como simple nutrición) es capaz de vencerle, provocando – en dosis ridículamente pequeñas si se comparan con otros alimentos- grandes cambios orgánicos, anímicos o de ambos tipos. 2.- Ineficacia en el uso de recursos públicos y capacidad institucional, injusticia estructural. 2.1 La política de seguridad está, desproporcionadamente, recargada en nuestras policías. Las cuotas de detenciones que se les exigen a los elementos por semana, los hacen preferir detenciones fáciles y que impliquen un riesgo bajo para su integridad. Detener a una persona por consumir o portar mariguana es sencillo. 2.2 Es más fácil sembrar mariguana en un detenido, que en una maceta. La lógica en la que operan los policías, en donde es más importante “sacar de circulación” a quien ellos aseguran es un delincuente, en lugar de investigar y probar en juicio los hechos delictivos que cometió y buscar una reparación del daño a las víctimas. El modelo de gestión de calidad de las procuradurías en donde se contrasta la cantidad de averiguaciones previas iniciadas contra las consignaciones o sentencias, provoca que los ministerios públicos prioricen a las detenciones en flagrancia, con un estándar probatorio bajo a otro tipo de delitos. 2.3 Los recursos y capacidades técnicas para la investigación de hechos probablemente delictivos es limitada (en otras palabras nuestro CSI está jodido) y a pesar de esto la cantidad de conductas tipificadas en los códigos penales es gigante. Los ministerios públicos, en el mejor de los casos, tienen como mínimo 40 AP a su cargo. 2.4 En México hay Estados en donde el índice de impunidad del homicidio es de 95%, en este sentido, creemos que es una injusticia estructural que en un país repleto de victimas es se utilice gran parte de la capacidad institucional para investigar, acusar y castigar actos que no generan víctima. 2.5 Si el sistema de justicia Penal Acusatorio es implementado honestamente, evitando sistemáticamente la simulación, lo primero que saldrá a la luz, serán las debilidades institucionales y siempre será preferible, racionalizar la carga de trabajo de las fiscalías, reduciendo el catálogo de delitos, que tolerando la negligencia y la incapacidad que colapsó el sistema que pretendemos dejar atrás. 2.6.- Proteger la salud pública, ¿a balazos?, ¿metiendo a los centros penitenciarios –insalubres- a los consumidores? 3.- Campañas que difunden tabús “Vive sin drogas” (cómo si todas fueran igual y el alcohol no fuera una droga) o diseñar campañas de información sobre efectos y contra indicaciones de todas y cada una de estas. 4.- Derecho a la salud y cannabis médico: Prohibir un medicamente es éticamente inentendible e injustificable Náuseas y vómito, anorexia caquexia, espasticidad, enfermedades del movimiento esclerosis múltiple, glaucoma, enfermedades autoinmunes, epilepsia, asma, síndrome de abstinencia, Zofran (medicina para controlar el vómito y nauseas posteriores a quimioterapia): 500 pesos Un día típico de quimioterapia hasta 3 tabletas: 1500 pesos Un ciclo típico de quimioterapia dura 15 días: 22, 500 pesos Prohibir un medicamento, más barato y menos dañino, en un país tan desigual es una verdadera tragedia. Regular únicamente la marihuana para uso médico sería un avance, pero esto implicaría dejar ir una gran oportunidad de clausurar de tajo un mercado clandestino y, por el contrario se podría generar otro nuevo, el uso malicioso del sistema de salud, el fraude al sistema de salud con fines de consumo lúdico de la marihuana.