XI CONGRESO LATINO AMERICANO DE LA UNIAPAC SANTIAGO DE LOS CABALLEROS – REPÚBLICA DOMINICANA 07 Y 08 DE OCTUBRE DE 2014 PANEL 9: ÉTICA CRISTIANA, BIEN COMÚN Y DIGNIDAD HUMANA SÉRGIO CAVALIERI PRESIDENTE DE LA UNIAPAC LATINOAMERICANA Saludos de costumbre ... Comienzo mi charla con una citación del conocido escritor, profesor y consultor austriaco, padre de la administración moderna, Peter Drucker: "Los problemas de la sociedad se resolverán en la medida en que se resuelvan los problemas de la empresa." Creo que esta afirmación viniendo de alguien tan venerado por los círculos económicos, académicos y empresariales durante toda su vida, tiene peso y merece una cuidadosa consideración. Si por un lado Peter Drucker reconoce la importancia que tienen las empresas en la sociedad, por el otro impone a los líderes empresariales una gran responsabilidad. Para nosotros de la UNIAPAC, entidad que tiene como misión formar dirigentes de empresas en los valores cristianos, la comprensión de que el objetivo de la empresa va más allá del lucro, pues tiene la misión de generar riqueza social de manera sostenible y distribuida con justicia, la declaración de Peter Drucker no suena extraña o exagerada. Reconocemos humildemente el don que nos fue dado, la noble vocación que hemos recibido como participantes y colaboradores de la obra de Dios y en la realización de su plan para el mundo en el que vivimos. Paso a discurrir, en mi opinión, sobre el mundo actual en que vivimos, la nueva época en la historia de la humanidad de la cual tenemos el privilegio de estar tanto en el escenario como en la platea. Los grandes cambios de la actualidad resultan de la revolución de la tecnología que permitió la conectividad global, el flujo democrático de información en tiempo real y de forma transparente, que transformó radicalmente la forma en que las personas se relacionan entre sí, con la sociedad y con el mundo. El individuo, más informado, tiene más poder, exige respeto, autonomía y libertad, tiene una enorme capacidad de articular, de influir y de presionar a través de los llamados medios de comunicación social. Debemos reconocer que en las últimas dos décadas se han producido avances positivos en el desarrollo económico y el progreso social, con una reducción significativa en la tasa global de pobreza extrema, la clasificación utilizada para las personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. A pesar de la increíble revolución tecnológica, la inclusión social nunca antes experimentada por la humanidad y los cambios de comportamiento, permanecen graves problemas mundiales señalados por el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium relacionadas con el hambre, la salud, el agua, la vivienda, el saneamiento, la movilidad y otros igualmente graves originados de cuestiones culturales y de comportamiento, tales como la intolerancia, las guerras, las drogas, el híper consumismo, el fetiche por el dinero que gobierna, el individualismo, el egoísmo y la indiferencia que empujan a la gente a los márgenes de la sociedad y de la vida. El planeta sigue estando amenazado por la deforestación, la rápida urbanización, el aumento de la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera, el riesgo del calentamiento global, todo agravado por la población mundial que supera los 7 billones de habitantes ávidos de más comodidad o de condiciones dignas de vida, que exigen más recursos naturales que los que son suministrados por un solo planeta ya en fase de agotamiento. En política vemos estupefactos ideologías viejas y en bancarrota siendo resucitadas por las manos de los caudillos que, gracias a su capacidad de persuasión convencen a las personas poco aclaradas con promesas irresistibles de movilidad social y de un proveedor del bienestar estatal. Son políticos que hacen promesas generalmente imposibles de cumplirse, pues en general carecen de fundamento económico, ya que no favorece la generación de riqueza económica, impiden la generación de riqueza social, hinchan el estado, que se convierte en obeso y pesado, e implementan proyectos de poder, ocultos detrás de seudo democracias, mientras que el país retrocede y su pueblo empobrece y sufre. Al reflexionar sobre la realidad del nuevo mundo en que vivimos, sobre todo acerca de las condiciones de los países de Latinoamérica y del Caribe, y retornando al economista Peter Drucker con todo el optimismo característico de un dirigente cristiano de empresa, creo que cargar exclusivamente a las empresas la capacidad para resolver los problemas de la sociedad no parece razonable en el mundo actual. Los problemas actuales de la sociedad son tan complejos que para resolverlos es necesario el concurso de todas las fuerzas que moldan la sociedad. Necesitamos un nuevo consenso entre las empresas, el gobierno, la sociedad civil, la iglesia y los trabajadores, unidos con un solo objetivo, trabajando con valores éticos, buscando el bien común para el rescate de la dignidad del ser humano y la paz. En este punto me gustaría lanzar una idea, una provocación, tal vez un llamamiento. Se por un lado nosotros empresarios ya no tenemos la posibilidad de resolver solos los problemas del mundo, no deberíamos asumir el protagonismo de liderar el movimiento de unión de las varias fuerzas vivas de la sociedad? Nosotros, los representantes del sector productivo, para llevar a cabo las tareas cotidianas, aportamos capital, corremos el riesgo, organizamos el trabajo, la producción, transformamos materias primas en bienes útiles y necesarios para las personas , prestamos servicios para el bienestar de la sociedad, recaudamos impuestos, generamos riqueza económica, creamos trabajo donde las personas obtienen su sustento, su crecimiento profesional, personal y espiritual, tenemos legitimidad para liderar este movimiento y ser los inductores de un gran pacto intersectorial. Cada uno de nosotros en su país natal, fundado en los valores cristianos, en la ética, en la caridad, en la verdad, en la transparencia, puede empezar a crear un ambiente de confianza, cooperación y equilibrio que implique a todos los actores de la sociedad moderna, comprometiéndolos a participar también en el objetivo mayor: el bien común. Los miembros de las 11 Uniapacs nacionales de nuestro continente están listos y entusiasmados para hacer frente a este gran reto con el optimismo y el dinamismo de la fe cristiana, impulsados por el deseo que a cada uno de nosotros tiene en nuestra corta existencia terrenal, de dejar como legado empresas competitivas, humanas, perennes, admirados y que contribuyan a un mundo mejor hoy y para las generaciones futuras. Si creemos que es posible construir una nueva economía, ruego para que nosotros avancemos para más allá de las paredes de nuestras empresas y salgamos para dialogar con otros sectores de la sociedad, buscar un nuevo consenso en cada país y un nuevo consenso en Latino américa y en Caribe, para que haya una convivencia armónica entre los seres humanos, con dignidad, justicia, libertad, equidad, verdad y amor. Esta parece ser la única manera de construir un continente fraterno, en paz y donde la gente sea verdaderamente feliz, como es el sueño de Dios para cada uno de nosotros. ¿Quién diría? Nuestra responsabilidad como dirigentes de empresas es aún más grande que Peter Drucker podría imaginar. Muchas gracias.