PRPS fóiili EDICIÓN DE LA TARDK. SEGIIMBO Am-NBl. mmmmmmsmmemmm JMBM. SUSGRIGION EN PROVtNClASé 40 REALES TRinKSTflE.|: » las luAcricione^i de provincias dtbüapcMfitil tditpr-admiaislrador de LA EVOCA, «oosiiMilHido Ibrarw.a. La stiscricionon ultramary esUaoJeroporrtiOR e porle cuesta 80 rs. Irimeslre. Las suücriciones por afio dan detecho á ( r u f . des regalos cu libros. ^ 40 REALES ÁL UES 8» auicribe en Madrid, librarla de Mehier y OUcinas de l A KPOCA ,. calle del Principe, ''^"'-40,-principal de la derecha. Un periódico político diarioj—Limiilas de modas n todas las esUcioneMel 4iio. .2,: ACTOS OFICIALES DEL GOBIERNO. 1 los veinte hilos en el cuarto del cuadrado de la pulga- á impedir la .wganiiaóion'y sslitla do los insurgen- ral Concha calmará esas naturales inquietudes, y si MINISTERIO DE LA GUERRA. Circular núm. 14. £xcmo. Sr.: Convocadas las cortes por roal decreto oeiü de setiembre úllimo para e' dia 31 del mes ac'nal, se ha ssrvido resolver la roña (O- D. G.) que á IOS senadores y dipntados miiilares qae se encaeatren <n cualquier concepto, en las ptOTincias de la capitanía general del cargo d« V. E. les eipida el correspondiente pasaporte á (in de que puedan venir con oportfinidad á la corte para asistir á las sesiones. De real órdan lo digo á V. E. con el espresado ohjeíp. Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 4 3 de «Plnbre do iSM,TKi<M)#taBPJa.r^Soñor «apiUnr |ene>- íiJt do... ! • > ii¿i m'iMi . «imSTERIO DE COMERCIO, INSTRUCCIÓN T GIRAS PÚBLICAS. Industria. Excmo. Sr.: Algunos industriales que se hallan dispuestos á concurrir á la próxima esposioion de la in^Ostria española con los productos de sus fábricas y Wleres han solicitado de S. M. se prorogase el plazo *" que debian presentarlos para optar ¡i los premios prometidos. La dificultad de las comunicaciones en ™D"chos puntos , interrompidas por las continuadas ".UTias y recios temporales; la preparación lenta y penosa de varios objetos de fabricación ; la misma novedad de ciertos productos, y la necesidad de repetidos ensayos para darles toda la perfección de que son SDsceptibles, son otras tantas razones alegadas por los interesados en apoyo de su solicitud. Teniéndolas S. M. en consideración, y deipucsde haber oido ala junta calificadora de los productos de la industria española, conforme con su dictamen, se ha servido disponer que la esposioion industrial se abra al público «1 49 de noviembre próximo, á pesar de lo dispuesto en la circular de 29 de abril último. Es igualmente la noluntad de S. M. que hasta el 4 del mismo mes pue•íin los espositores presentar los productos de sus despectivas industrias; en el supuesto de que trascorrido esto término, si bien serán admitidos y se dar i cuenta de ellos en el catálogo de la esposicion, no se tendrán en cuenta para la distribución de los premios. De real orden lo digo á V. E). para su iateligenoia y céfiápUtoieato. D ^ guarde á V. £. muchos años. Madrid 44 de octubre de 4 850.—Seijas.—Señor duque de Veragua, presidente de la comisión calificadora de los productos de la industria. MINISTERIO DE HACIENDA. Illmo. Sr.: Visto el espediente iostfaido con motivo de haber declarado al despacho en la aduana de la Coruña los Sres. Braña, Abella y compañía mil cuatrocientos cuarenta pañuelos de algodón estampados, desde veinte hilos, con peso de ciento ochenta y cuatro libras, y haberse encontrado quinientos ochenta y ocho, con peso de setenta y cinco libi'as, que no tienen FOLLETÍN. LOS HOSQIIETGROS, TiaClIRA P A I T > . EL VIZCONDE DE BRAGELONNE, MOVEIíA - ; J 3 .l.í V tí-'- OB A. B O M A S . (Continuación.) Véase, pues, cuál era la situación. Albos, con su na< tural perspicacia, la comprendió al primer golpe de vista. Encontró al almirante de Francia un tanto aturdido, porque acababa de levantarse de la mesa, de ana mesa de cincuenta cubiertos, en donde se habia bebido largamente á la prosperidad de la espedicion, y en la loe á.los postres se habían abandonado los restos á los Criados y las fuentes á los curiosos. El príncipe se habia embriagado con su ruina y su popularidad á un tiempo, bebiendo su vino añejo á la *alud de su vino futuro. Luego que vjó á Athos con Raoul: —¡Oh! esclamó: aquí me traen á mi edecán. Venid Por aquí, conde; venid, vizconde. Athos buscaba cómo abrirse paso entre aquel baci•^Bmiento de ropas y vajilla. —¡Asil Saltad por encima , dijo el duque. V ofreció un vaso lleno á Atlios. Este aceptó: Raoul apenas hizo mas que mojar los da española que la ley exige para ser de perraUida entrada; y también setenta piezas con tiro de dos mil ochenta varas, y peso trescientas treinta y dos libras, de percal de algodón listado, de menos de veinte y seis hilos, cuyos géneros están valuados en doce mil setecientos cincuenta y dos reales; y considerando que del reconocimiento de las muestras practicadoen esta corle aparece que los pañuelos solo tienen diez y ocho hilos, y la tola de veinte y dos á veinte y cuatro cuando mas, he resuelto aprobar la declaración del comiso hecha por esa dirección general en 26 de setiembre úllimo, y desestimar la reclamación presentada inombre de losdespachaptes. • i.0 dig9 á V. I.,.Rap^ f<)^;»n|«l»gOB»io xflbas coDsi^ Rolentes. D1dS1?nárd6 PV. I. muchos años. Madrid i de octubre de 4 850.—Bravo Murillo.—Señor director d« aduanas. tes, pueden no serlo arpresénté la autoridad y las el desatentado López lltgasé á organizar «na nueVa mejores intenciohcs del rtugvo presidente mister cspedicion pirática, las acabañan de estinguir lo duró de la lección y lo terrible del escarmiento que Fillriioré.• • • • ¿Pero debemos concebir por eso serios temores? recibiría seguramente en las playas cubanas. El que ¿Delicínós con ellos mostrar una debilidad que no está seguro de su fuerza espera siempre tranquilo existe? ¿Debemos hacer una ofensa á la probada el ataque. No por esto queremos decir que no se lealtad y valor do los cubanos y de nuestro ejército, vigile para evitarlo y que no se reclame enérgicasuponiéndolos capaces de no rechazar ó resistir una mente contra los preparativos que puedan hacerse invasión de piratas por el estilo de lae que pudiera en países lejanos, á la sombra de las relaciones do organizar López? ¿Debemos tem^p que la espedi- España con ellos y del derecho de gentes por ambas cion no sea ya de piratas, sino W)« e ^ d i c i o n en parles invocado. La previsión y la energía del gomayor escala, príUegida y auxHiafla'trór el gobierno' bierno son para nosotros una segura garantía de 4*''im Witw/lm^mfWfftT'De fo primero responden que se hará loque convenga al interés y al honor el poco cuidado que inspiró la frustrada intentona de España. A estas iioras se habrá dado á la vela el LM'UCSO de las tropas (¡iic van á reforzar la guarnición de la isla de Culi;', y el general Concha, caiiilaii general de la misma, (ion esta salida han coincidido nuevos rumores de preparativos hostiles contra nuestra colonia por parle de los mismos (pie no liá mucho recibieron en Cárdenas tan dura lección. López, Avezzana y otros aventureros de la misma calaña nicditariaii una segunda cspedicion marítima contra la reina del Atlántico; pero aleccionados por recientes esperioncias, esta vez su golpe seria mas certero y tendría mas probabilidades de éxito. No falta quien con esos rumores, evidentemente exagerados en sus mellos, evidentemente absurdos en su fm, haya conebido serías inquietudes por la suerte de nuestra 'colonia, y tachado de escesiya la confianza do los que creen asegurada su posesión á la corona d.; Castilla. Séanos permitido no participar de estos temores y de estas inquietudes. Y no porque no croamos posible el que se apreste una nueva es|)edicion; no por([ue no creamos que pueda organizarse en la república anglo-arnerícana, al abrigo de la protección de ciertos estados y del disimulo de las autoridades de ellos; no porque no creamos que dejen de codiciar la posesión de la isla diferentes naciones. No; conlorme se preparó a la vista del gobierno de los Estados-Fnidos, y con escándalo de todas las naciones civilizadas, la anterior cspedicion pirática, pueden López y los anexionistas aprestar otra, y la impunidad en ([uc ha quedado aquel animarle á ello al mismo tiem|>o que animar á sus parciales; conforme las autoridades de los estados del Sud favorecieron antes con su tolerancia ó su complicidad aque los planes piráticos, pueden favorecer ahora los que se mediten; conforme el poder y la buena, fe del general Taylor no fueron entonciís bastantes de Lo[icz, el valor y la decisión con que fue rechazado ])nr linos cnantus hombres el desembarco de Cárdenas, la facilidad con que nuestra marinado guerra se apoderó de los buques espedicionarios, el entusiasmo en defensa de su nacionalidad y á favor de Esjjaña que en estos acontecimientos demostró la isla entera. De lo segundo; es decir, de que el goliicrno de los Eslados-Unidos pueda favorecer abiertamente una cspedicion anexionista , no solo nos responde el derecho de gentes, que no se infringe nunca ¡m[mnemenle, sino el ínteres directo do la Inglaterra de cortar los atrevidos vuelos de su anligua colonia y hoy su poderosa rival. Por otra parte, el gi^bierno; español nada omite de cuanto puede contribuir á, asegurarnos el afecto y á cítrecliar la adhesión do la isla de Cuba. El nomhramienlo do un joven, valiente y entendido general para el mando superior de ella, el envió de refuerzos militares que hagan más imposible una sorpresa ó un golpe de mano, el establecimiento de vapores-correos que acerquen la colunia á la madre patria, poniéndolas on rápida comunicación y facilitando el conocimiento de las necesidades de aquella, no son sino el principio de las medidas que sin duda so propone adoptar y adoptará el gobierno en bien de nuestra colonia. Ya han desaparecido muchos abusos do los (|ue se introducen en toda administración, y mas en la administración de colonias lejanas. Que á los medios de fuerza se añadan los medkispacíUcos; es decir, todas las reformas saludables y oportunas que puedan hacerse en los diversos ramos de la administración de la isla de Cuba, y su fidelidad, asegurada hoy, será eterna, y su posesión, disputada en la actualidad , nos será reconocida al cabo como firme ó indestructible. Por lo único que nos inspiran inquietud esos anuncios de nuevas intentonas es por la tranquilidad de la isla , por la agitación que naturalmente deberían causar en ella, de confirmarse, los aprestos de otra cspedicion, y por los perjuicios que todo ello oíasiona al comercio y á la prosperidad de aquel suelo. La salida de las fuerzas al mando del gene- —Aqui tenéis vuestro nombramiento, dijo el príncipe á Raoul, que ya lo tenia preparado, contando con vos. Vais á .«alir inmediatamente para Antibes. —Bien, monseñor. —Aqui tenéis la orden. Y Beaufort dio la orden á Bragelonne. —¿Conocéis el mar? —Sí, monseñor: he viajado con el principe de Conde. —Bien. Haréis que eslén dispuestas todas las gabarras, á fin deque puedan trasportar mis provisiones. Es preciso que el ejército pueda embarcarse dentro de quince dia.«, alo mas tarde. —Asi se hará, monseñor. —La presente orden os confiere facultades para hacer visitas y pesquisas en todas las islas que rodean la costa, y en ellas podréis hacer por mi cuenta todos los enganches voluntarios ó forzosos que os parezca. --Bien, señor duque. —Y como sois hombre activo y trabajareis mucho, gastareis también mucho dinero. —Espero que no, monseñor. —Pues yo creo que sí. MI intendente tiene preparados bonos de mil libras, pagaderas en las ciudades del Mediodía , y os dará ciento. Id por ellos, querido vizconde. Athos ¡nterrnmpió at principe. —Guardad vuestro dinero, monseñor, pues |;i guerra con los árabes lanío se hace con el oro como con al plomo. —Pues yo quiero intentar lo contrario, replicó el duque; y luego, ya conocéis mis ideas sobre la espedicion. Mucho ruido, mucho fuego, y yo desapareceré, síes preciso, enire el liiimo. Al terminar Mr. de Beaulort estas palabras, quiso echarse á reir; pero se le heló la risa en los labios ante la gravedad de Athos y Raoul. —jOli! dijo con el egoísmo cortés de su condición y de su edad; sois personas á quienes no puede verse después dfl comer, frios, estirados y secos, cunndo yo soy todo fuego, (lexibilidad y vino. No, llévcinn el diablo; trnUié do veros sien)pre en ayunas, viziiinde; y en cuanto á vos, conde, si ino ponéis esa cara, no me volvereis á ver mas. Esto lo decía estrechando la mano á Athos, que le respondió sonriéndose: —Monseñor, no hagáis semejante ostentación porque tengáis mucho dinero. Desde luego os pronostico que antes de un mes estaréis saco, estirado y frió en presencia de vuestro cofre, y que entonces, teniendo á Raoul Á vuestro IÍKIO, y vos bien en ayunas, os sorprenderá verle alegre, bullicioso y satisfecho, porque tendrá escudos que poder ofreceros. —¡Dios os oiga I esclamó gozoso el duque: os retengo á nú lado, conde. —No: deseo marchar con Raoul. La comisión que le habéis confiado es penosa y difícil, y le costaría trabajo desempeñarla por si solo. Sin duda, monseñor, no hacéis alto en que acabáis do darle un mando de primer orden. —¡Bah! — I Yen la marina! —Escierto. Pero un mozo como él, ¿no hari todo cuanto se quiera? —Monseñor, en nadie encontrareis tanto celo ó inteligencia , tanto valor verdadero como en Raoul; pero sise frustrase vuestro embarco, lo tendríais bien merecido. —¿Todavía me venís riñendo ? —Monseñor, para abastecer una escuadra , para reunir una lloUlla , para reclutar vuestro servicio marítimo, necesitarla un año un almirante. Raoul es un capitán de caballería, y no le dais mas que quince dias. —Os digo que sabrá salir airoso. —Lo creo; pero yo le ayudare. —S¡em|)ro conté con vos, y cuento también con que, viéndoos ya en Tolón, no le dejareis marchar solo. — ¡ ()ii ! dijo Allios meneando la cabeza. — ¡ raciencia , p.'oiencia ! —Monseñor, permitid que nos despidamos. —Pues manchad , y que mi fortuna os proteja. —Adiós, monseñor, y que vuestra fortuna os proleja también. — ¡Unen ])rincip¡o de ospodiciou! dijo Alhos á su hijo; ;;,ii5 víveres, siu reservas, sin ílotilla para el LA ÉPOCA. Por despacho tclegrálico se ha recibido ayer la triste nueva del fallecimíenlo de la reina de los beU ga.-i. lié aquí cómo da esta noticia El Heraldo de hoy: «Teaemos el sentimiento do anunciar que los temores que hacían concebir las últimas noticias de Bélgica sobra el estado de la salud de S. M. lá reina de los belgas se han realizado desgraciadamente. S. M. falleció enOstende en la tarde del dia 4 4 de la enferme'dad que pailecia, y que, según parece, era una tisis pulmonar. Las recientes desgracias de su augusta familia, y la muerto mas reciente aun de su padre, habrán contribuido á acelerar este desenlace funesto. «Luisa María Terasa Carlota Isabel de Orleans, reina de los belgas, é hija de Luis Felipe, nació en ^ de abril de 4 812. Ha espirado, pues, á los treinta y nueve años escasos de su vida. En 9 de agosto de 4 832 casó coa Leopoldo I, rey de los belgas, que habia estado catado anteriormente con la hija única de Jorge IV de Inglaterra, y deja tres hijos; dos príncipes y ana princesa. »La reina de los belgas era un modelo de esas virtudes domésticas que caracterizan á su augusta familia, y su dulzura y su bondad le habían asegurado el amor de su pueblo. En los últimos momentos de su enferme' dad, el rey lo ha prodigado todos ios cuidados que so situación exigía con una consagración que demaestra lo inmenso de la pérdida que esperimenla.» Toda la familia de Orlenns lia acompañado en su lecho de muerte á la augusta difunta. En dos años esta familia, modelo de virtudes, ha sufrido inmelnsas desventuras, ^ l e l a escelü» wnchrrfo LolB FiíWpB reciba el homenaje de nuestra profunda simpatía. Aunque el domingo anticipamos ya á nuestro» lectores las noticias sobre el consistorio celebrado en liorna y los nombres íl' los cardenales en él preconizados, creemos deber reproducir hoy integras las actas de esta solemne junta, tal como las publica ia Gaceta de hoy. Como por ellas verán nuestros lectores, en ninguno de los dos consistorios su santidad ha dicho una sola palabra sobre la lamentable cuestión pendiente hoy entre lioma y el Píamonte. En el estado actual de ella, sus palabras no podían menos de ser doloro»' sas y sentidas. Eeliciléinonos, pues, de este silencio. Irasportel... ¿Qué puedo hacerse con tales preliminares? — 1 Bueno t murmuró Raoul; si todos hacen lo que yo, no faltarán víveres. —Caballero, replicó Alhos con severidad: no seáis injusto y loco en vuestro egoísmo, ó en vuestro dolor, como mejor queráis. Desde el memento en que marcháis á esa guerra con intención de morir en ella , de nadie necesitáis, y no valia la pena el que so os recomendase á Mr. de Beaufort. Desde el punto en que os consagráis al principe comandante, y aceptáis la responsabilidad do un cargo en el ejército, no es ya cuestión vuestra, sino de todos e.«os pobres soldados que tienen como vos un corazón y on cuerpo, y que llorarán la patria y sufrirán todas las necesidades de la cond/cfon humana. Tened entendido, Hapul, que el oficial es un ministro tan dtll como un sacerdote , y que debe tener mas caridad que este, si cabe. —Señor, lo sabia, y lo he practicado siempre; lo mismo habría hecho ahora; pero... —Olvidáis también que sois de un país orgulloso con su gloria militar : id á morir , si queréis ; pero no muráis sin honor y sin fruto para la Francia. Vamos, Raoul; no os entristezcáis con mis palabras: os amo, y querría que fueseis perfecto. —Agradezco vuestras reconvenciones , señor , dijo dulcemente el joven ; pues á mas de servirme de alivio, me prueban que todavía me ama alguno. —Marchemos, pues, Raoul: jel tiempo es tan hermoso , y está tan puro el cielo I Ese cielo que encontraremos siempre encima de nuestras cabezas; qae rereis mas puro todavía en Gigcli, y que os heblari allá de mí, como aquí me habla de Dios. Los dos caballeros, después de ponerse de acuerdo en este punto, hablaron de las locas maneras del duque, convinieron en que la Franbia quedaría servida de una manera incompleta, y habiendo reasumido esa polilica en la palabra vanidai, se pusieron en caroloo para obedecer á su voluntad mas todavía que al desn tino. El sacrificio estaba consumado. /•Sa 'coiUnu»d.)