VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración: 97 Democracia y Buen Gobierno. El PRD. La pugna por un nuevo liderazgo129 Yolanda Meyenberg Leycegui (Instituto de Investigaciones Sociales UNAM). Una de las definiciones más difundidas en la actualidad es la de democracia como un sistema basado en la selección de líderes mediante elecciones competitivas. Si se la da por buena, la pregunta que cabría hacerse es porqué un liderazgo tan aceptado a finales de la década de los ochenta para encabezar el tránsito del país a esta forma de régimen, como lo fue el de Cuauhtémoc Cárdenas, fue resultando cada vez menos atractivo como una opción de cambio en el nivel nacional. En este ensayo se analizará la situación actual del liderazgo en el Partido de la Revolución Democrática a la luz de sus orígenes; el liderazgo caudillista que lo ha caracterizado; la transformación de su programa de acción en 1998; y el intento de consolidación de nuevos liderazgos de cara al proceso electoral de 2006. Los orígenes ¿Nace el PRD como un partido político? El PRD se constituyó, en su momento, a partir de una coalición disímil de fuerzas divididas por su origen ideológico, sus intereses, su pertenencia política; y sus estrategias de presión. Los elementos que justificaban su integración entre las fuerzas de izquierda eran: la lucha por el cambio estructural, la defensa de los grupos minoritarios o la instauración de un régimen socialista en el país. 130 Otro de los elementos que incidieron en esta suma de intereses era la lucha en contra de la élite neoliberal que se hizo del poder a principios de la década de los 80, y que restringió el acceso a la élite política tradicional --anclada en el PRI-- y a los partidos de oposición. Por sus características y por la dinámica de su relación con otros partidos, el PRD puede considerarse como un caso atípico y de no fácil ubicación dentro de los parámetros que ofrece la teoría. La sustitución del Frente Democrático Nacional por un partido no fue una decisión largamente meditada, ni articulada a partir de un proyecto político con fines bien definidos. Por el contrario, el PRD fue creado en medio de la euforia de 1988 para aprovechar el éxito de la convergencia de partidos y de grupos de interés que se sumaron a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas.131 También se creó como una forma de salida al problema de darle respuesta organizativa a la gente que permanecía movilizada después de un largo tiempo de reclamo postelectoral y para no caer en un inmovilismo que podía ser interpretado como complicidad o falta de voluntad política. 132 De la coalición de partidos que constituyeron el FDN (PARM, PPS, PFCRN, PMS) sólo el PMS133 continuó en la alianza de fuerzas políticas que constituirían al PRD. El nuevo instituto político se caracterizó por ser una amalgama de diversos grupos de izquierda y expriistas con distintos anclajes políticos134 cuya existencia se justificaba a partir de la lucha para la toma del poder y la transformación del status quo. 129 Agradezco a Francisco Curi Perez Fernández sus comentarios y sus aportaciones a este ensayo. Francisco Curi recuerda que muy poco tiempo antes se había formado el PMS, principalmente con la afluencia del PSUM del PMT además de otros partidos y organizaciones políticas. es decir la izquierda estaba desde antes de la formación de la corriente democrática en el PRI, en un proceso de coincidencia organizativa y para muchos de ellos la formación del PRD fue una consecuencia de ese proceso. 130 131 Carlos Huneeus describe una situación semejante al momento de la constitución de la UCD en España ver: Unión del Centro Democrático y la Transición a la Democracia en España, Cis, Siglo XXI, 1985 132 Comentario de Francisco Curi 133 El PMS fue constituido en 1987 por la fusión del PSUM y PMT 134 Peschard Jacqueline, “Liderazgos en el cambio político en México” en Silvia Dutrenit y Leonardo Valdés El Fin del Siglo y los Partidos Políticos en América Latina Instituto Mora UAMI, 1994 GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración: 98 Democracia y Buen Gobierno. Su proyecto se basaba en la intención de refundar la ideología revolucionaria que legitimó la formación del Estado mexicano, para construir un nuevo pacto constitucional asentado en una democracia abierta y emancipatoria. El Partido de la Revolución Democrática pretendía avalar su presencia en el espectro partidista nacional dando a la historia un carácter de epopeya. Quería que su nacimiento fuera visto como uno más de los actos heroicos que han marcado el destino de la nación. En el caso de este partido, este acto consistía en preservar las tradiciones políticas y defender al país contra la cada vez más fuerte incursión del neoliberalismo. Otro de los argumentos en los que el PRD basó su proyecto fue en la denuncia y desconocimiento sistemático de los procesos electorales -locales o generales- en los que participaba. El partido denunció y confrontó al gobierno en distintas arenas políticas para señalar la ausencia de elecciones limpias. Toda derrota perredista -- aun las producidas en buena lid-- era considerada, por su dirigencia como un mero proceso formal para arrebatar al PRD puestos de representación efectivamente ganados en las urnas. Así pues, el PRD tenía como impulso político original y esencia de su existencia la lucha por alcanzar lo que, desde su propio punto de vista, era un verdadero sufragio efectivo de la ciudadanía. 135 En su nacimiento, el PRD recogió algunas de las tradiciones y los vicios de integración política prevalecientes en la política mexicana. A semejanza al viejo PRI, en su cara externa se proyectaba un partido de corte popular, que se servía de los grupos de presión que lograba cooptar como plataforma básica para su acción. Este rasgo ha propiciado que el foco estratégico de la labor del PRD se desarrolle principalmente fuera de los espacios parlamentarios136 En su cara interna, los grupos y partidos de izquierda que se incorporaron al PRD provenían también de un errático intento para consolidar su posición ideológica en el sistema de partidos. El hecho de que la izquierda tuviera que organizarse, primero en clandestinidad y después sufriera cambios sucesivos de membrete y de fisonomía, impidieron que se produjera en ella un proceso de maduración política El caudillo y la élite. El Partido de la Revolución Democrática ha sido producto de la conjunción de un liderazgo carismáticoplebiscitario y de la acción de pequeñas burocracias. 137 Esto se debió, en gran medida, a las características de su origen que han incidido en su incapacidad para proveerse de un sólido cuerpo institucional. El PRD es un partido joven y lo eran también las otras fuerzas políticas que en su momento lo constituyeron. Salvo sus militantes de cuño priista, el resto de su dirigencia carecía de una experiencia partidista significativa que le permitiera definir los criterios de operación técnica del partido. 138 Se observa así un precario avance en la definición de códigos de racionalidad básica que fomenten su cohesión institucional. De acuerdo con los requisitos que Panebianco otorga a una organización con una fuerte institucionalización --el grado de autonomía y de intercambio con respecto al entorno y la 135 Meyenberg Yolanda y Carrillo Ulises, El Partido de la Revolución Democrática. Avances electorales, responsabilidad de gobierno y ambigüedad identitaria. Revista Mexicana de Sociología , 3/99. 136 Marr Heinz, “Partidos de representación y partidos de integración” en Lenk Kurt y Neumann Franz, Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos, Anagrama, 1974. 137 Weber Max, “Tipos y estructuras de partidos”, Ibid, p.299 138Curi opina que en el fondo a la izquierda siempre la interesado preservar las formas independientemente del resultado. aquella frase de V.I.Ulianov, Lenin, de que “no hay practica revolucionaria, sin teoría revolucionaria” caló hondo en muchos que envejecieron siendo militantes puntillosos en los procedimientos internos, en las formas, en la discusion de la linea ideologica y en la preservacion de la nomenklatura . personajes que por otra parte se caracterizan por ser pésimos en diseñar una estrategia eficaz para tomar el poder. ciertamente hoy esta es una de las asignaturas por resolver en ese partido GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración: 99 Democracia y Buen Gobierno. sistematización e interdependencia entre las distintas partes que la constituyen--139 el PRD no se encuentra en ese caso. No obstante, existen opiniones en el sentido de que en el interior del PRD se observa un proceso de institucionalización salvaje. Que dentro de un clima de confrontación habitual hay, en efecto, reglas difíciles de entender y principios de convivencia que permiten una estabilidad dentro del caos; que existen códigos que definen los límites de interacción entre corrientes y caudillos, así como la manifestación de expresiones políticas que pueden ir desde férreos principios ideológicos hasta cálculos de un pragmatismo muy elemental. El PRD no ha logrado tampoco su integración a partir del desarrollo de mecanismos de adscripción afectiva. El carácter improvisado que marcó la su constitución, a partir de una coalición disímil e inestable, dio como resultado un partido fragmentado y en ciertos momentos polarizado. Los diferentes grupos y corrientes políticas que conviven en el partido distan mucho de tener una concepción homogénea con respecto a lo que éste debe ser. Esto ha propiciado desavenencias con respecto al lugar jerárquico de cada uno de los grupos que los constituyen, y a la postura ideológica que debe ser adoptada; también ha habido desacuerdos en relación con las estrategias de largo plazo y con la actitud del partido ante “asuntos coyunturales”.140 Esta incapacidad organizativa es la causa de que, por muchos años, el potencial político del partido se centrara en la palabra de un caudillo y en las decisiones tomadas por una pequeña élite situada a su alrededor. También indujo a que las tensiones y conflictos fueran resueltos a través del arbitraje y no de la normatividad. Con una estructura formal sui géneris, la lógica de su organigrama de funcionamiento se ha visto permanentemente interferida por la propia dinámica de los diferentes grupos que lo constituyen. La distribución del poder y la toma de decisiones, ha recaído casi exclusivamente en la dirección del partido. Ésta se ha encargado de la designación de los destinatarios de las prebendas directas e indirectas, del control, del manejo de las relaciones personales e institucionales y del establecimiento de jerarquías. Aunado a lo que se ha dado en calificar como un carisma de situación141 (o tal vez debido a él) 142 se encuentra el fenómeno de la alta personalización de la política en el interior del partido, expresada en el protagonismo de muchos de sus dirigentes. Este tipo de liderazgo se ha convertido en el modus operandi que permea a la organización en el nivel nacional. La estructura del PRD se constituye básicamente a partir de corporaciones dirigidas por caudillos locales y regionales. Como resultado de esto, los comités municipales y estatales presentan una imagen caótica y de permanente confrontación. En su mayoría poseen dos direcciones y otros hasta tres, es decir, no se ha podido estabilizar una dirección local unánime y eficaz. 143 El PRD pasa por una crisis importante, tanto en su forma de gobernarse como en la definición de su identidad. En su interior coexisten, de manera un tanto contradictoria, los matices de los partidos de izquierda clásicos que lo conformaron y cuya presencia persiste en sus reglas internas formales con elementos del caudillismo y de la lógica negociación del PRI más tradicional que se expresa en sus reglas internas no escritas. En su exterior el problema más grave del partido radica en su incapacidad para formular un proyecto viable de izquierda y en la ausencia de una estrategia que le permita organizarse para competir verdaderamente por el poder del Estado. 139 Panebianco Angelo, Modelos de partido, Alianza Universidad 1993, p 118 140 Sani y Sartori aluden a algunas de estas características en relación con los sistemas de partido, ver: Polarization, Fragmentation and Competition in Western Democracies, en Daadler y Mair, Op. Cit. 141 Ver Sánchez Marco Aurelio, PRD La Elite en Crisis, Plaza y Valdés, 1999 142 Panebianco alude a la definición de Tucker de carisma de situación como un fenómeno determinado no por los componentes mesiánicos de la personalidad del líder, sino más bien por un estado de stress agudo en la socidad que predispone a la gente a percibir como extraordinariamente calificado y a seguir con lealtad entusiasta a un liderazgo que ofrece una vía de salvación de la situación de stress, Op Cit., p. 113 143 Sánchez, Op. Cit. P 72 y 78 GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:100 Democracia y Buen Gobierno. En busca de mayor competitividad. Cambio de principios y programa de acción. El ascenso de Ernesto Zedillo al poder propició un cambio en la relación entre el partido y el poder Ejecutivo lo que resultó en una mayor disposición del PRD a cooperar en el proceso de cambio aceptando los códigos de la apertura política y de un tránsito a la democracia por la vía electoral. La depuración de la legislación electoral, que fue otorgando un carácter cada vez más competitivo a las elecciones y mayor transparencia a los procesos electorales, llegó a uno de sus momentos más importantes con la reforma de 1996 en la que se logró que la legislación promoviera la vigilancia de las fuentes de financiamiento de los partidos y la garantía de condiciones más equitativas para el desarrollo de sus actividades proselitistas. La transparencia y confianza garantizadas a los procesos a través de esta reforma agotaron la posibilidad del PRD de mantener el nicho de su discurso anti fraude como mecanismo de atracción del voto. El carácter vertiginoso de los cambios en el país y la puesta al día de otros partidos hacían evidente la obsolescencia de sus postulados políticos. En 1997, vendrían los resultados que le obligarían casi ineludiblemente a adoptar posiciones responsables, por lo menos en su programa de acción. El PRD parecía haber entendido el reto. En las elecciones del 6 de julio obtuvo 125 diputaciones federales, el 25% de la representación legislativa en la Cámara de Diputados, y 16 escaños, de un total de 128, en la Cámara de Senadores. Obtuvo el 25.70 de la votación emitida a nivel nacional. En septiembre de 1997, gobernaba 231 municipios, con el 9.30 % de la población nacional, de los cuales 71 poseían poblaciones superiores a los 25 mil habitantes; en 1993 apenas 16 rebasaban esa cifra. Todavía más importante fue el triunfo en la elección de Jefe del Gobierno del Distrito Federal, con el 48.11% de los votos emitidos, es decir, 1,861,444 sufragios. Concentró el 45.22 % de los votos para la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, logrando 38 de los 40 escaños de mayoría que componen dicha instancia. Empezó a gobernar a 8,489,007 mexicanos en la entidad más poblada del país. Al ocupar más espacios de poder, el PRD se vio precisado a diseñar políticas concretas y a respaldar sus acciones ejecutivas o legislativas con un mayor anclaje en la realidad. Se abrió también la posibilidad de buscar una nueva identidad política que le permitiera presentarse ante su electorado como un partido institucionalizado, plenamente incorporado al marco constitucional vigente y con una postura definida en el espectro político: una izquierda moderada. La actualización del PRD, en 1998, implicó cambios en su declaración de principios y su programa de acción, los cuales mostraban una redacción, un tono y unos alcances sorpresivamente mesurados al comparárseles con los de su predecesor. En el programa de acción aparece la necesidad de lograr un gobierno democrático, honesto y eficaz; elementos claramente identificables con el ejercicio público de poder, y no con su conquista. El PRD se pronunciaba más sobre las responsabilidades de la administración pública y menos sobre las vías para irrumpir en ella, modificarla y construir una nueva. En los nuevos documentos ya no se contempla la demanda de un nuevo pacto fundacional; se exige, en cambio, que se restituyan los principios establecidos en la Constitución. El cambio fundamental en estas nuevas señas identitarias se ubica en el reconocimiento del marco institucional vigente y en el abandono de la idea de la fundación de un nuevo Estado. El PRD abandonó sus posiciones antisistémicas y de enfrentamiento, no a raíz de una evaluación interna racional y profunda, sino por que la realidad de sus conquistas electorales lo rebasó y tuvo que dar respuestas, tanto a su militancia como a su electorado, en el ejercicio de gobierno. Empezó a ser necesario un programa de acción que hiciera posible generar opciones administrativas para gobernar y abrir espacios para la convivencia institucional con el régimen y otras fuerzas políticas, para lograr éxito en el gobierno. GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:101 Democracia y Buen Gobierno. El optimismo derivado del avance en el nivel local y el intento del PRD por construir una oferta que le permita aspirar realmente a la presidencia de la república no han logrado concretarse en cambios contundentes para consolidar al partido. Sin resolver sus desventajas de origen y sin capacidad para presentarse como una opción de poder y gobierno para la democracia, este partido permanece atrapado por la coyuntura y por los efectos perversos del sectarismo., Hasta ahora los cambios emprendidos han sido insuficientes tanto para consolidar su organización interna como para perfilar una identidad moderna. La pugna por un nuevo liderazgo. Si bien en su primera década de existencia el PRD no modificó en sustancia su cúpula y siguió depositando el poder en sus fundadores y en su “lider moral”, a partir de 1997 el panorama se mostró diferente. Muchos de sus líderes y actores relevantes habían cambiado sus posturas, y la responsabilidad de ejercer el gobierno más complicado de la Federación enfrentarse con la práctica de la política. Además de la ardua y fallida empresa de consolidación institucional y de los avances electorales, el perfil y la imagen del partido se han visto afectados por la manera en que sus líderes nacionales han decidido guiarlo. El carisma de situación que derivó en un gran apoyo al Frente Democrático Nacional en 1988 tuvo una fuerte influencia en la constitución del liderazgo del partido, Cuauhtémoc Cárdenas, candidato a la presidencia e hijo de un defensor del nacionalismo se convirtió en el caudillo y en el dador de prebendas y potestades en la nueva organización política. La integración del PRD bajo el dominio de su liderazgo carismático otorgó dos rasgos al partido de los que, pese a reiterados intentos no se ha podido desprender. El primero de ellos es una débil estructura partidista; el segundo es la ausencia de una propuesta de nueva izquierda semejante a la que plantean los partidos europeos. Durante su gestión al frente del partido emprendió una estrategia de enfrentamiento con Carlos Salinas de Gortari, a quien se consideraba culpable de suplantar al FDN en el gobierno. El discurso se concentró en enfatizar la ilegitimidad del régimen y en descalificar sus acciones. Este periodo marco el auge del discurso reivindicatorio del proyecto de la revolución mexicana, de la denuncia del fraude electoral, también se distinguió por la crítica permanente a las propuestas de reforma a la legislación electoral. Hasta la fecha, el tono beligerante de Cárdenas se deja escuchar, a título personal, cuando se le da pretexto. Entre 1993144 y 1996 Muñoz Ledo intentó imprimir una nueva imagen al PRD, a través de un cambio de estrategia. El discurso rupturista se transformó en una disposición al diálogo, además, fue en este periodo donde se planteó el primer intento de institucionalización y actualización del partido. El PRD decidió por fin acogerse al acuerdo general de los partidos y optar por la vía electoral a la transición a la democracia. A partir de esa decisión el PRD se incorporó a las negociaciones que definirán las directrices de la reforma electoral. El papel de Muñoz Ledo dentro del partido puede explicarse a partir de dos elementos. Uno, su intención negociadora, con la que pretendía acercar al partido a la dinámica reformista prevaleciente entre las otras fuerzas políticas para hacerlo parte del proceso de transición a la democracia; el otro, su intención de competir por la candidatura del PRD a la presidencia de la República, como “la segunda mejor opción”, apostando a que alguna circunstancia fortuita resultará en el descarte de Cárdenas. Estos elementos derivaron en una ríspida relación entre ambos líderes y, a la larga, en la salida de Muñoz Ledo del partido El periodo de López Obrador(1996-1999) marcó transformaciones significativas, durante su gestión se enfatizó la tendencia habitual de ofrecer la franquicia del PRD a personajes de otros partidos que tuvieran la posibilidad de darle un triunfo electoral más. En la mayoría de los casos los candidatos “adoptados” contaban con la suficiente capacidad de convocatoria o eran miembros distinguidos en su estado, lo que podía garantizar, de entrada, un buen porcentaje de votos. En 1998 la operación franquicia empleada a fondo por López Obrador comenzó a dar resultado, los gobiernos estatales: Ricardo Monreal, ex diputado priista ganó para el PRD la gubernatura de Zacatecas, Alfonso Sánchez Anaya, ex dirigente estatal del PRI en Tlaxcala ganó las elecciones como candidato de 144 De febrero a julio de 1993 Roberto Robles Garnica fue presidente interino del PRD GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:102 Democracia y Buen Gobierno. la coalición PRD, PT y PVE; otros dos expriistas: Leonel Cota Montaño, ganó Baja California Sur en una coalición PRD-PT y Antonio Echavarría es gobernador de Nayarit a través de una coalición PAN- PRD . En esta primera década, el liderazgo de Cárdenas dominó al partido. No obstante, con la institucionalización de corrientes verdaderamente fuertes: la integración de Nuevo Sol, bajo el liderazgo de Amalia García; Nueva Izquierda conducida por Jesús Ortega y la CID de René Bejarano, se inició una nueva correlación de fuerzas. Otro elemento importante de cambio fue la emergencia de Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno del Distrito Federal, con un nuevo estilo de liderazgo carismático. Antes de esto no habían existido lideres alternativos a Cárdenas -ni Porfirio Muñoz Ledo ni Heberto Castillo lo fueron. Tampoco surgieron corrientes estables y nacionales del PRD, es cierto que hubo algunos intentos, como el de la Trisecta y la Coalición Arcoiris, pero fueron neutralizados por la fuerza de Cárdenas. Los dos últimos procesos para la elección de presidente de partido han mostrado un pronunciado deterioro en su interior. Amalia García el PRD asumió el control en “segunda vuelta” después de que se tuvieron que repetir los comicios debido que se puso en evidencia su imparcialidad. Su presidencia estuvo marcada por dos acontecimientos por demás desafortunados. El primero fue el retroceso electoral del 2 de julio del 2000, en el que el partido pasó del 17.07 por ciento de los votos en 1994 a 16.64; el otro fue el Sexto Congreso del partido, celebrado en abril de 2001 que se convirtió en una evidencia más de la incompetencia del PRD para definir un programa a largo plazo y para discutir con seriedad las líneas de definición de su institucionalización interna. El tercer fracaso de Cuahutémoc Cárdenas en su intento de llegar a la presidencia, después de que abandonó el gobierno del Distrito Federal, y la salida del partido de Porfirio Muñoz Ledo abrieron la posibilidad de buscar un nuevo equilibrio de fuerzas a favor de las fracciones no cardenistas. El empecinamiento de las grandes “familias” en hacer públicas sus disputas por la distribución del poder marcó el sello de esta reunión. La corriente constituida por Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles a la que se suman Carlos Imaz, Imanol Ordorika y Camilo Valenzuela decidió ir de nuevo por todo el control del partido y presionar por la destitución de Amalia García. Esta estrategia pretendía debilitar a la corriente de los “Amalios”, constituida en su círculo interior por Martha Gastelum, Elías Miguel Moreno Brizuela y Raymundo Cárdenas, que ha mantenido, en ciertos momentos, alianzas estratégicas con los “Chuchos” encabezada por Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete. Una de las propuestas centrales discutidas durante el Congreso, la de reformar las estructuras de dirección, no partieron de la necesidad de definir nuevos criterios de racionalidad para mejorar su funcionamiento interno sino de los propósitos de limitar la capacidad de acción de la dirigencia en turno145 y de presionar por un reacomodo de poder. El Congreso de Zacatecas, anunciado como el inicio de la reforma del partido, resultó ser un catálogo de posturas divergentes no sólo en las formas de hacer y entender la política, sino sobre el futuro del partido, la nueva oferta política y la recomposición del tejido interno. La intención de hacer una limpieza de casa, para dotar de una nueva imagen al PRD y para proyectarlo como un partido capaz de asumir la presidencia de la República quedó como una buena intención que chocaba con un ambiente de intransigencia y de tensión. El ascenso de Rosario Robles a la presidencia en abril de 2002 sirvió de poco para calmar los ánimos. En medio de otro álgido proceso en el que las elecciones en seis estados fueron anuladas y en muchos otros 145 El Comité Político Nacional estará formado por un máximo de 45 integrantes: presidente, secretario general, los miembros del Secretariado Nacional y los coordinadores de los grupos parlamentarios del partido en el Congreso de la Unión. El presidente y el secretario serían electos por voto universal de los militantes, pero el resto de sus integrantes serían electos de una lista de personalidades del partido, gobernadores entre ellas, que presentaría el Consejo Político. Sus integrantes no tendrán sueldo. GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:103 Democracia y Buen Gobierno. muy cuestionadas146, la nueva dirección distaba mucho de instalarse en un contexto de legitimidad y el PRD parecía estar viviendo la división más profunda de su historia. Durante el periodo de Robles la operación franquicia fue poco explotada147, tal vez por lo que comentaba Fernández Menéndez148: “La estrategia que se había planteado el perredismo de crecer absorbiendo corrientes y grupos provenientes de otras fuerzas y sobre todo de los priístas antimadracistas, ya no tiene futuro: los priístas de buen nivel que se sienten desplazados en el PRI, al observar el escenario perredista, saben que pueden ganar más negociando dentro de su propio partido que buscando un espacio en un perredismo ávido de ajustar cuentas internas”. 149 La intención de Robles, al menos en el discurso150, de promover una reforma a fondo del partido quedó como un proyecto inconcluso debido a la brevedad de su mandato y a la fuerte oposición hacia su liderazgo, tanto de una parte de la cúpula como de un importante porcentaje de la militancia. En términos electorales, durante su gestión el PRD ganó la gubernatura de Michoacán y aumentó más de noventa por ciento su presencia en la Cámara de Diputados.151 Poco más de un mes después del proceso electoral de 2003, un escándalo de malversación de fondos produjo no sólo la renuncia de Robles, sino el rompimiento de su larga y poderosa alianza política con Cuauhtémoc Cárdenas. En su discurso denunciaba ser víctima de un “fuego amigo”. Sus palabras eran el eco de un clima tenso, con amenazas de escisión: “No estoy dispuesta a ser rehén y tampoco soy partidaria de la simulación. En los últimos días se ha hablado de unidad y de cierre de filas, mientras por debajo del agua se emprende de manera premeditada una guerra sucia para desprestigiar y socavar nuestra presencia en la presidencia nacional para colocarnos una camisa de fuerza”. El nuevo presidente del partido es Leonel Godoy y permanecerá en el cargo por un año, tras el cual se convocará a un nuevo proceso para renovar la dirigencia. La primera opción de las principales fuerzas del Consejo Nacional había sido Alejandro Encinas, quien rechazó el cargo. Es muy probable que la causa de esa decisión fuera que López Obrador hubiera querido exponerse a meter una carta propia al frente del PRD en momentos tan difíciles, porque esto lo hubiera llevado a corresponsabilizarse del endurecimiento de la postura del PRD en el Congreso y en el partido mismo. 146 En términos estrictos la elección tendría que haber sido anulada: según los estatutos del PRD si el 20 por ciento de las casillas son anuladas en un proceso de elección interna éste no tiene validez. Ahora bien, de acuerdo con el muy cuestionado comité organizador de estos comicios, para la elección de presidente nacional del partido que se quedaron las anulaciones exactamente en el límite: 19.7 por ciento de las casillas. Sin embargo, cuando se va el resto de la elección, la cifra sube al 36 por ciento e incluso hay situaciones, como la que se presenta en el Distrito Federal que podría hacer aumentar dramáticamente ese porcentaje. 146 Ver Fernández Menéndez Jorge PRD: Somos pocos pero sectarios, Milenio 8 de abril de 2002 147 Más allá del presidente en turno, otra de las razones de que esta operación disminuyera es una regla que existe en el partido de que a mayor presencia del PRD en un estado cualquiera que sea, es menor la capacidad de su dirigencia nacional para postular externos, aunque esto convenga a su causa. Tal es el caso reciente de Zacatecas con Amalia Garcia. 148 PRD: Somos pocos pero sectarios, Milenio 8 de abril de 2002. 149 No obstante esta baja en el impacto de esta operación franquicia, en el periodo rosarista, el PRD fue a elecciones postulando a ex priistas, tales son los casos de Tabasco, con un rico empresario, Cesar Raul Ojeda Zubieta y en Colima, con un candidato del grupo de Socorro Díaz - hoy diputada federal del PRD, en ambos casos sin éxito. 150 En el discurso emitido al asumir la presidencia del partido hizo un llamado a la autocrítica para recuperar la autoridad moral del partido, dijo que el PRD tenía que superar las visiones patrimonialistas, y corporativistas de las que todos habían participado . 151 En declaraciones públicas Rosario Robles afirmó que si el partido no alcanzaba un 20 por ciento de votos en las elecciones intermedias del 6 de julio de 2003 presentaría su renuncia. GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:104 Democracia y Buen Gobierno. Conclusión Algunos analistas manejan la hipótesis de que en la etapa en la ahora se encuentra el PRD sería conveniente empezar a procesar posibles consecuencias del poscardenismo. Otros, como Marco Aurelio Sánchez, afirman que el liderazgo de Cárdenas es intermitente: “Desde su alumbramiento, ese liderazgo ha experimentado momentos de gran auge seguidos por otros de disminución y práctica desaparición. Y esto ha sido así, porque sin resultados no hay fe, y sin fe no hay carisma. Las derrotas electorales de Cuauhtémoc Cárdenas, así como sus declaraciones contradictorias y sus estrategias políticas fallidas, deterioraron su imagen de líder carismático ante los ojos de muchos de los mexicanos que lo apoyaron en 1988; sin embargo, como el carisma no es un estado permanente, sino que puede crecer y disminuir, aparecer y desaparecer, o viceversa.” 152 La historia anecdótica del partido y la manera en que se han ido resolviendo los intentos de insurrección en el interior del mismo, hacen pensar que Cuauhtémoc Cárdenas no está dispuesto a convertirse en una figura protocolaria que abre espacios para que otros miembros de la cúpula partidista ocupen papeles más protagónicos y aspiren a la candidatura a la presidencia de la República en el 2006. No obstante, hay que tomar en cuenta que ha ido perdiendo poco a poco el alo del héroe que se enfrentó a la maquinaria del autoritarismo, tampoco cuenta ya con el electorado que apoyó su primer intento de llegar a la presidencia. Esto lo hace un candidato no muy atractivo para una ciudadanía, que gusta ahora de líderes más modernos. Muchos de los representantes de los grupos internos del partido piensan igual y han hecho esfuerzos para impulsar nuevos liderazgos. Si hasta el proceso electoral del 2000 Cárdenas fungió, en teoría, como la instancia absoluta de poder en el partido, en la práctica, la emergencia de líderes fuertes dentro del partido y la consolidación de corrientes con fuerte presencia nacional en la estructura cameral y partidaria, dejan ver a un PRD mucho más balanceado en tres bases de poder que en una personalidad única y suprema. El cambio en el partido tiene ahora como una de sus limitantes el hecho de que la circulación de las élites pondría en riesgo los privilegios de los que goza un grupo muy selecto. Valga de ejemplo la composición de la fracción parlamentaria del PRD en la Legislatura, que se caracteriza por el predominio de figuras políticas que han ido brincando de puesto en puesto desde la creación del partido. Entre los integrantes de la nueva bancada perredista se encuentran: Amalia García ex presidenta nacional del PRD y Pablo Gómez, y tres ex secretarios de gobierno, Arturo Nahle, de Zacatecas, José Agustín Ortiz Pincheti del Distrito Federal y Emilio Zebadua de Chiapas. Están también los ex alcaldes Zeferino Torreblanca de Acapulco, Horacio Duarte de Texcoco, y los ex delegados Iván García Solís de Venustiano Carranza y Rene Arce de Iztapalapa, también están 25 perredistas que fueron integrantes del Comité Ejecutivo Nacional. 153 ¿Se puede avizorar un nuevo liderazgo para el Partido de la Revolución Democrática? Hay ciertos indicios que hacen pensar que es factible. Uno puede ser que el conflicto llegue a tal magnitud que termine con la capacidad influencia de alguno de los grupos poderosos, con el consecuente impacto en la correlación de fuerzas. El efecto de la operación franquicia puede ser otro factor a tomarse en cuenta. Las alianzas ya establecidas con personajes notables de otros partidos influirán necesariamente en el surgimiento de otros liderazgos. Los gobernadores están teniendo una importante presencia en la toma de decisiones y han logrado incorporar a su gente de confianza dentro de la fracción parlamentaria del partido. El ejemplo más ilustrativo es el de Ricardo Monreal, quien se ha convertido en una figura cuyo peso político en el PRD no es desdeñable y que seguramente reclamará una cuota de control mayor dentro del mismo una vez finalizada su gestión en Zacatecas. 152 Sánchez, Op. Cit. p 60 153 Aguirre Alberto, Mural, julio 2003 GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias. VII Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración:105 Democracia y Buen Gobierno. En tercer lugar, está un liderazgo emergente que puede llegar a consolidar su presencia en el partido si logra aparecer como la figura capaz de conciliar los conflictos en su interior. Andrés Manuel López Obrador, quien subordinó en su momento su presencia en el partido a su lealtad hacia Cárdenas, se muestra ahora dispuesto a pelear por una posición más autónoma. Su gestión en el gobierno del Distrito Federal es percibida por el gran público como un éxito, además de que su popularidad está transcendiendo el espacio de la capital para perfilarlo como una figura nacional. En López Obrador se repite el carisma de situación que fue tan útil a Cárdenas en 1988 ya que, en el déficit entre las expectativas y los resultados de la democracia, la imagen de un líder fuerte, que hace cosas concretas en beneficio de sectores muy necesitados y que no se detiene ante situaciones adversas para llevar a cabo sus proyectos, resulta muy atractiva para una sociedad desencantada y ávida de un redentor. La posición de López Obrador dentro del PRD ha sido un tanto ambivalente. Su llegada al partido obedece a una gestión de Cuahutémoc Cárdenas, pero también se le identificó con Heberto Castillo y después con Porfirio Muñoz Ledo. Durante la etapa en que fue presidente del partido se le consideraba una gente muy cercana Cárdenas --con quien mantuvo una lealtad férrea-- incluso le hacía ser visto por algunos militantes como su “delfín”. 154 El distanciamiento de López Obrador con Cárdenas se genero a partir de las irregularidades de la cuenta publica que encontró su contraloría en la gestión de Rosario Robles por malos manejos durante su jefatura de gobierno y a la corrupción de algunos funcionarios del gobierno del D.F. que estuvieron ligados a las administraciones Cárdenas-Robles. En los recientes conflictos internos López Obrador ha decidido tomar distancia, lo cual hace pensar que su decisión de no tomar partido se debe a su intención de ampliar sus probabilidades de presentar su candidatura a la presidencia de la República en el 2006. La cuarta posibilidad –aunque un tanto endeble-- es que surja un nuevo liderazgo de entre los pocos jóvenes con incidencia en el partido, el mismo Lázaro Cárdenas Batel puede llegar a plantearse como el heredero del control que ha detentado su padre. En todo caso, la construcción de un nuevo liderazgo y una nueva estructura de autoridad tiene necesariamente que pasar por dos procesos: la adopción de una nueva identidad que le permita ponerse al día con los perfiles de la izquierda mundial y satisfacer a un electorado cuyas demandas han cambiado drásticamente de 1988 a la fecha. El otro proceso es el de la conciliación interna, que implicaría a su vez un cambio de la lógica en la que se concibe la distribución del poder. Su actualización requiere de emprender lo que se denomina un cambio organizativo, que remite a una reconfiguración de su nivel de institucionalización.155 El PRD tiene programado un Congreso en febrero, ojalá y éste no signifique otra oportunidad desperdiciada para iniciar una etapa en la que se transite de una coalición de facciones que comparten escasos objetivos en común a una organización madura capaz de convertirse en un partido competitivo y adecuado a los ritmos políticos que vive el país. Las experiencias anteriores no permiten ser muy optimistas, tampoco se puede olvidar la advertencia de Panebianco: “Ninguna organización puede escapar del todo a su pasado. Por muy profunda que sea la renovación de sus líderes y los cambios que se produzcan en el cuerpo de la organización, y por muy radical que sea el proceso de “sucesión de los fines”, nunca llegarán a desaparecer las huellas del “modelo originario” de la organización, que seguirán siendo visibles y numerosas”. 156 154 Sánchez, Op Cit. p. 86 155 Panebianco, Op. Cit. p.p. 484-485 156 Ibid GRUPO DE TRABAJO 23: Partidos y sistemas de partidos en nuevas democracias.