1 Introducción. Una vez consideradas las muy importantes culturas prehistóricas del paleolítico, neolítico y calcolítico en la Península Ibérica, la Edad del Bronce aparece con gran pujanza en las zonas del sur y este peninsular. La Cultura del Vaso Campaniforme se extiende poderosamente hacia Europa, y bajo las sombras de las Culturas Megalíticas de Almería (Los Millares), focos autóctonos de metalurgia; aparece la Cultura de El Argar, con tecnología basada en el bronce y famosa por sus enterramientos en cistas o en grandes tinajas de arcilla. En tanto que durante el último cuarto del segundo milenio, nuestra Península sigue su propia evolución, la situación aparece más agitada en el Mediterráneo Oriental y Europa Central. En el Oriente, las invasiones de los pueblos del mar consiguen derribar grandes imperios, como el hitita, o tocar de muerte a otros como el egipcio; consecuencia de ello es la autonomía y relativa independencia de los territorios de Líbano y Palestina, uno de los pueblos del mar: los filisteos, se establece en la franja costera, los hebreos se enfrentan a ellos creando un reino, Saul, David y Salomón son reyes de Israel, hasta la división de su reino en dos partes independientes: Israel y Judá. Las ciudades costeras del Líbano independientes del poder de los faraones, se vuelcan al comercio y a la marinería, recorriendo el Mediterráneo en busca de nuevos mercados, a la hegemonía comercial de Sidón, le sucede la de Tiro, al ser la primera destruida por los filisteos. Otros de los pueblos del mar unidos a pueblos libios se difunden hacia Occidente, llegando a alcanzar Sicilia (sículos), Cerdeña (sardos), Italia (tirrenos) y tal vez Andalucía (tartesios). En Centroeuropa, las culturas del Bronce Antiguo (Unetice) y Medio (Túmulos), se ven sobrepasadas por una invasión (tal vez violenta) procedente de las llanuras y estepas del Este: los indoeuropeos, portadores de una nueva lengua, de unos nuevos modos de vida (caballo), una nueva tecnología para armas y herramientas: el hierro, y unas nuevas creencias, cuya manifestación significativa es el cambio de las costumbres funerarias, de la inhumación a la incineración: Cultura de los Campos de Urnas. Su evolución directa dará lugar a la Primera Edad del Hierro: Hallast; su posterior difusión, dará lugar a los pueblos de la protohistoria europea: Celtas, Celtíberos, Itálicos, ... Durante la primera mitad del primer milenio, todo el Mediterráneo Central y Occidental queda inmerso en el proceso de las colonizaciones. A los fenicios hay que sumar la presencia de los griegos, que se presentan como serios competidores, no tarda en llegar la confrontación entre los colonizadores griegos y los cartagineses, herederos del comercio de Tiro. Los escenarios de esta confrontación fueron: Córcega, el levante español y sobre todo Sicilia. Por último, el surgimiento de Roma como potencia, restringido inicialmente a los territorios peninsulares de Italia, termina inevitablemente con el enfrentamiento con Cartago: las Guerras Púnicas, siendo la causa de la llegada de los romanos a los territorios hispanos y en segundo lugar, ponen en contacto directo a Roma con las potencias helenísticas de la época, entrando a formar parte de los competidores por la hegemonía del comercio del Egeo. Los problemas sociales de la República llevan a la instauración de las dictaduras, y a los enfrentamientos civiles entre los partidarios de Mario y Sila, y después entre Pompeyo y César, tras la disolución del primer triunvirato. Estas guerras civiles tienen también por escenario la Península Ibérica en la que generales prestigiosos contaban con el apoyo de la población indígena. El punto de inflexión para la romanización de la Península es la rebelión de Sertorio, que establece un estado organizado paralelo a Roma. La pacificación definitiva de Hispania, habrá de esperar hasta casi el comienzo de la nueva era, cuando Octavio Augusto somete a cántabros y astures. Página 1 de 48 2 Sustratos de población en la Península Ibérica. La parte norte de la Península estuvo habitada en el Paleolítico Superior por poblaciones auriñacienses, que generan la base de la mayoría de la población franco-cantabrico-pirenaica, claros exponentes del hombre de Cromagnon. La parte levantina, recibiría un flujo considerable de poblaciones capsienses, provenientes del Norte de África, antecesoras de los beréberes, dado que es evidente el hecho de que la navegación de cabotaje está atestiguada en poblaciones epipaleolíticas, y que el Estrecho, no es particularmente difícil de atravesar. Sobre estas poblaciones base, se han de desarrollar las Culturas de Almería: Los Millares (Calcolítico) y El Argar (Bronce). Según algunos autores, estas brillantes culturas desarrolladas en España, provendrían de emigraciones de pueblos orientales, mientras que otros opinan que son autóctonas siendo focos metalúrgicos independientes de Oriente. La parte Norte y Este de la Península se ve influida por la cultura del Bronce Atlántico (Normandía, Bretaña, Islas Británicas, ...), siendo comunes los intercambios comerciales en estas áreas. Otra aportación discutida es la que se deriva de las invasiones de los pueblos del mar (siglos XII-X a.C.), según algunos autores, tras su dispersión por el faraón Ramsés III, algunos de estos pueblos habrían llegado a la Península Ibérica; probablemente un pueblo relacionado con los tirrenos (thursa), que llegaría a ser la clase social dominante en Tartessos, es decir habría una relación directa de Tartessos con los etruscos. Sin embargo, y ya sin lugar a dudas, la protohistoria de la Península se enmarca, al igual que la de toda la cuenca mediterránea occidental, dentro del fenómeno de las colonizaciones procedentes del Oriente. En primer lugar los fenicios, ya desde el siglo XI a.C., su interacción con el sustrato indígena dará lugar a Tartessos. En segundo lugar los griegos, primero focenses y después massaliotas, cuya influencia en la población indígena dará lugar a la Cultura Íbera. Problema aparte es del Norte e interior de la Península, donde las oleadas de invasores procedentes de Centroeuropa por los Pirineos, dan lugar a partir del siglo V a.C. a una cultura totalmente celta, en el sentido de celta=2ª Edad del Hierro -La Tène-. Aunque en España caben elementos locales que bien la diferencian de las desarrolladas en La Galia o Britania. 3 Los fenicios. Tradicionalmente durante el II milenio a.C., la costa sirio-palestina fue zona de influencia egipcia, solo disputada por los hititas, Ramsés II en la batalla de Kadesh llega a establecer, sino una recuperación de la zona para el Imperio Egipcio, al menos una no progresión de la influencia hitita. En la época final del milenio, pueblos de naturaleza aria, azotan las costas del Mediterráneo Oriental, Ramsés III se ve obligado a rechazarlos en el mismo Delta del Nilo. Tras su dispersión algunos de ellos llegan a fundar estados en Palestina como los peleset (filisteos), que son referenciados continuamente en La Biblia, otros pueblos del mar se desplazan hacia Anatolia y el Cáucaso (frigios, lidios, cilicios, etc.) Donde son los responsables de la caída del Imperio Hitita, y la creación de los principados neo-hititas en la zona norte de Siria; por último algunos otros recorren el Norte de África, saltando a Sicilia, Cerdeña, tal vez Italia (etruscos), y según algunos autores como Schulten a la zona sudoriental de la Península Ibérica: Tartessos. Página 2 de 48 La consecuencia directa de la falta de autoridad del faraón en la zona costera sirio-palestina, es el surgimiento de dos grandes civilizaciones: y El reino de Israel, nacido de la conquista del territorio palestino a los filisteos, y a otros pueblos cannaneos que lo habitaban. David y Salomón son sus máximos exponentes. y Los fenicios, habitando las ciudades-estado costeras en la estrecha franja entre el Mediterráneo y los Montes Líbano. Biblos, era el puerto comercial con el que los faraones comerciaban en busca de maderas preciosas, la hegemonía pasará a Sidón, que tras su destrucción por los filisteos cederá el poder a Tiro. Las naves de Tiro, no se conformaron con los mercados tradicionales y exploraron el Mediterráneo hasta su extremo occidental en épocas muy tempranas. Ya en el siglo XI a.C., parece que llegan al extremo sur de la Península Ibérica y en el año 1000 a.C. aproximadamente fundan Gadir (1.100 según las fuentes escritas y siglo VIII según los datos arqueológicos), y luego otras colonias: Malaca, Sexi, Adra, etc. Dentro del mismo proceso colonizador hemos de encontrar la fundación de Cartago (826 a.C.), en la costa de Túnez, cuya influencia en la historia posterior de la Península será determinante. 4 Tastessos. Envuelta en las nubes de la leyenda, entre el mito y la historia, la primera civilización que podemos llamar protohistórica -en el sentido de que fuentes escritas, no son suyas propias, sino que provienen de terceras partes- , es el imperio talasocrático de Tartessos. Las poblaciones del Suroeste peninsular, comprendidas entre las desembocaduras del Guadiana y Guadalquivir (Huelva, Golfo de Cádiz, etc.), sienten desde muy pronto el contacto cultural con pueblos llegados de la parte oriental del Mediterráneo, dejando aparte posibles presencias micénicas en España, de difícil justificación, y teniendo en cuenta el actual debate sobre la fecha fundacional de Cádiz, es posible la existencia de una etapa precolonizadora de los fenicios en la zona, que haya generado en los sustratos indígenas, una clase dominante capaz de obtener por intercambio los productos de lujo que los fenicios ofrecían. Esta aristocracia, es la que tras la fundación de Cádiz, da lugar a la civilización tartésica, adoptando la forma de vida y costumbres de sus convecinos fenicios, y colaborando activamente con ellos en la logística de explotación e intercambio. Su mítica capital Tartessos, permanece oculta a los ojos de la arqueología, lo que favorece el ambiente de leyenda que rodea a esta cultura, dominadora comercial de todo su entorno. Es entonces Tartessos el resultado de la interacción entre las aristocrácias de Andalucía Occidental y los colonizadores fenicios. Su tecnología está (al menos en el principio), basada en armas y herramientas de bronce -Espadas de la Ría de Huelva- . Un punto discutido es si los tartesios eran o no buenos navegantes. Es opinión generalizada que sí, pero hay quienes afirman que la exploración del Atlántico en busca de materias primas, fue obra de los fenicios de la zona. Las navegaciones tartesias por el Océano Atlántico se dirigen hacia el Norte, buscando el estaño de las Islas Casitérites (Gran Bretaña, Irlanda, costa de la Bretaña francesa, ...?), necesario para la industria del bronce; por el Sur se alcanzaría el Golfo de Guinea en busca de polvo de oro y marfil, con estas materias primas, junto con las explotadas en su propio territorio de influencia, el arte de Tartessos es lujoso y refleja la influencia de sus refinados vecinos fenicios, es el llamado arte orientalizante: tesoro del Carambolo. Página 3 de 48 En la época de esplendor de Tartessos (siglo VI a.C.), se produce la llegada de colonos procedentes de Grecia, una primera llegada parece corresponder con un viaje a título particular de un comerciante procedente de la isla de Samos: Coleo de Samos. Posteriormente son los focenses, procedentes de la costa asiática de Grecia los que llevan a cabo la primera colonización griega. El rey de Tartessos, el mítico Argantonio, cuyo reinado según las fuentes duró 80 años, recibe de buen grado a los visitantes, y les asigna tierras para fundar colonias. Este hecho no debió de agradar a sus vecinos los fenicios de Gadir, con los que Tartessos había mantenido siglos de relaciones de vecindad y colaboración. En Oriente sin embargo la situación no era buena para las metrópolis fenicias. Tiro cae en la órbita del dominio asirio, y posteriormente es tomada por Nabucodonosor tras 13 años de asedio, más tarde por los persas, terminando así la independencia de las ciudades fenicias. Cartago -fundación de los fenicios de Tiro-, situada en una posición estratégica en el Mediterráneo Central, se encargará del papel de metrópoli controladora del comercio con las colonias púnicas de Occidente. Sus primeros pasos le llevan al enfrentamiento con los griegos de Sicilia, donde los enfrentamientos son crónicos, sobre todo con Siracusa. En alianza con los etruscos dominan el comercio marítimo, perturbado ahora por los focenses, que desarrollan una intensa actividad pirática. En Corcega, etruscos y púnicos derrotan a los navios focenses en la batalla naval de Alalia, con lo que los griegos optan por fundar su principal colonia del Mediterráneo Occidental en Massalia (Marsella). Los cartagineses se establecen en Ebussus (Ibiza), desde donde dominan la navegación por el litoral levantino; tal vez a solicitud de los fenicios de Gadir, pero situado dentro del enfrentamiento de los púnico-etruscos con los focenses, a los que Tartessos favorecía comercialmente en este momento, se habría de enmarcar la destrucción de Mainake y Tartessos (siglo V a.C.), y el cierre por la flota púnica del Estrecho de Gibraltar (Columnas de Hércules), aunque no existe evidencia arqueológica, al no haberse podido situar su capital. 5 Los griegos. La entrada de Grecia en la historia, se lleva a cabo de la mano de Creta, la civilización minoica como corresponde a una isla, no puede ser más que orientada hacia el mar, llegando consolidar una extensa talasocracia en el Egeo y el Mediterráneo Oriental (Grecia Continental, Sicilia, Cicladas, Asia Menor, Chipre, etc.), no se sabe a ciencia cierta si los marinos cretenses llegaron más allá de estos lugares, y mucho menos si llegaron a la Península Ibérica, pero existe una semejanza que puede ir más allá de un parecido razonable entre las murallas de Los Millares y las de Chalandriani en las Cicladas, estructuras que pertenecen al calcolítico, por lo que los contactos entre culturas mediterráneas de Oriente y Occidente, pueden haber sido realizados anteriormente a lo que normalmente se cree. Procedentes del continente los aqueos, dan fin a la talasocracia cretense y destruyen sus palacios, erigiéndose en sucesores naturales de su cultura, de la misma forma que después los romanos serían sucesores de la cultura griega. Los reyes aqueos, reinan sobre ciudades como Micenas, Tirinto, Argos, Pilos, etc., su civilización, máximo exponente de la Edad del Bronce griega es la llamada Civilización Micénica, y está basada fuertemente en un componente guerrero, su escritura es el llamado Lineal B. Está documentado arqueológicamente el intercambio de productos con el Norte de Europa (Ruta del ámbar), y sus navegaciones arrojan restos en las costas de Italia Meridional y Sicilia, no es del todo imposible que llegaran a la Península Ibérica, sin embargo no hay restos arqueológicos constatados como en Italia, por lo que podemos asemejar el efecto de estas hipotéticas llegadas, al de las travesías vikingas que tocaron América Continental en la Edad Media. El afamado episodio de la guerra de Troya, que enfrentó a una liga de ciudades aqueas con esta ciudad situada en el extremo Noroeste de Asia Menor, tal vez más por el dominio del Helesponto (Estrecho de los Dardanelos) -paso hacia el Mar Negro (Ponto Euxino)-, que por Página 4 de 48 los ojos de la bella Helena, da lugar a su fin a una serie de relatos épicos -epopeyas de periplos marinos de las que la más famosa es la Odisea,-, en ellos se constata que los micénicos tuvieron un alto nivel en asuntos de marinería, siendo otro factor más a favor de los contactos e intercambios entre ambos extremos del Mediterráneo. Las invasiones de los pueblos dorios, en los siglos finales del segundo milenio, hacen que se derrumbe la civilización micénica. Estos pueblos, son de procedencia indoeuropea, y traen consigo las técnicas del hierro. Podemos considerarlos responsables del gran movimiento de pueblos que originan las llamadas invasiones de los pueblos del mar. Es más uno de ellos, es identificado como los aqueos (ehkwes, que algunos identifican con los ahiwaya, citados por los hititas como habitantes del Suroeste de Asia Menor, y que participarían en la destrucción de su imperio), que a su vez habrían sido desplazados por los dorios. Una primera emigración lleva a los aqueos, y a los jonios y eolios como pueblos aqueos que hasta entonces habitaban Grecia Continental a las costas del Asia Menor: La Jonia, cuna de los primeros sistemas filosóficos, que fueron desarrollados en sus ciudades e islas: Éfeso, Mileto, Lesbos, Mitilene, Samos, etc. Pueblos navegantes, los griegos son responsables de colonizaciones a gran escala a lo largo de todo el Mediterráneo, tal vez forzada por la escasez de recursos, y en otros casos por ciudadanos obligados a huir de algún tirano (el régimen tiránico es un fenómeno típico de las polis griegas en el siglo VI), se suceden las fundaciones en Sicilia, Magna Grecia, Ponto Euxino, y como no, en la Península Ibérica. Volvemos a incidir en el enfrentamiento comercial entre fenicios y griegos, por el dominio comercial del Mediterráneo, pues aquí aparece otra de sus posibles causas, el intenso entramado comercial desarrollado por las ciudades e islas jónicas es el que impide a los fenicios la penetración en el Egeo. Tras la conquista de Tiro por los asirios, y la posterior caída de Asiría a manos de los medos, Babilonia bajo los caldeos, toma por un corto espacio de tiempo la hegemonía, es su rey Nabucodonosor el que deporta a los judíos a Babilonia, y conquista Tiro tras un largo asedio de 13 años. La consecuencia es bien sabida: Cartago se erige como centro de referencia de las colonias fenicias de Occidente. Babilonia es conquistada por Ciro rey de los persas, que devuelve a los judíos a Jerusalén y goza de la simpatía de las ciudades fenicias, siendo tan diestros marinos parte fundamental de la flota del Gran Rey en las próximas guerras médicas. Ciro conquista el muy helenizado reino de Lidia en Asia Menor y las ciudades de la Jonia. Sus sucesores se introducen en Europa, dominando Tracia y haciendo vasallos persas a reinos muy helenizados como Macedonia. Anteriormente hemos mencionado una primera oleada de colonización griega hacia Iberia, a los rodios se les atribuye un antiguo emplazamiento en Rosas (Rhode) en fechas anteriores a la primera olimpiada (760 a.C.), el viaje de Coleo de Samos y el buen acogimiento dispensado por Argantonio, rey de Tartessos hacia los focences, pero es ahora cuando las ciudades de la Jonia; que no sufren de buen grado el dominio de los sátrapas persas, o los tiranos que el Gran Rey designa para gobernarlas; cuando se desencadena una segunda oleada colonizadora. Focea envia expediciones hacia Occidente. El primer punto de anclaje es la isla de Córcega, donde han de enfrentarse a cartagineses y etruscos, cuyos intereses están en la zona. Derrotados en la batalla de Alalia, aún logrando fundar una colonia en el sur de la isla, los focenses llevan a cabo su fundación más importante en la costa del Golfo de León: Massilia, zona de poblamiento céltico-ligur. Desde esa zona otras fundaciones se suceden en el litoral catalano-levantino: Rosas (refundada ahora por los focenses de Massilia), Ampurias (la más importante de las colonias griegas en España), Sagunto, Hemeroscopión (Denia), Mainake (refundación) y otras. Página 5 de 48 Los focenses fundan Ampurias sobre unos islotes próximos a la costa, constituyendo la ciudad antigua paleopolis-, posteriormente pasan a una nueva fundación ya en la tierra firme -neapolis-, separada de la población íbera indígena de los indiketes por tan solo la muralla, a pesar de esta proximidad, la relación no es de confianza, siendo extremos los servicios de guardia, y no saliendo los griegos de sus murallas, ni de noche ni solos. La colonia estaba bajo la advocación de Asclepios, del que se conserva una magnífica estatua. En los enfrentamientos entre los griegos con los etruscos y púnicos, parece que hubo una contienda naval en Hemeroscopión, que se engloba junto con las grandes victorias griegas de Himera y Cumas. Más tarde es Ampurias el punto de desembarco de los Scipiones en su llegada a Iberia, para fundar rápidamente Tarraco, que sería su base de operaciones en la Segunda Guerra Púnica, hasta la conquista de Cartago Nova. El recibimiento de los romanos por todas las colonias griegas no fue igual, al contrario que Ampurias la vecina ciudad de Rosas no los recibe de buen grado, siendo causa de su decadencia, hasta que con la pacificación y romanización es Ampurias quien decae, con la consiguiente elevación de Rosas. La influencia de los colonizadores griegos es grande sobre la base indígena . Los herederos de la cultura tartésica serán llamados turdetanos, y vivirán más bajo el influjo fenicio-cartagines, sin embargo en levante las tribus íberas: edetanos, cosetanos, ausetanos, illergetes, mastienos etc. Serán los llamados a crear la cultura íbera, que es el resultado de la mezcla los elementos indígenas, con las aportaciones de una civilización muy elaborada como la de los colonizadores griegos. 6 Los celtas. La más antigua documentación de uso del hierro, corresponde a los hititas, pero son sin duda las invasiones arias las que contribuyen a su difusión. En la Europa Bárbara se llama Edad del Hierro al periodo que cubre aproximadamente los últimos tres cuartos del primer milenio. Coincidiendo con el cambio de milenio, oleadas de pueblos indoeuropeos se mueven por el Centro de Europa. Son las culturas nómadas, que aún con las reservas propias del tema, pueden ser consideradas como pastoriles y ganaderas, con un tronco de lengua común: indoeuropeo. Su génesis se remontaría al Bronce Medio Europeo, la Civilización de los Túmulos (así llamada por sus enterramientos de inhumación cubiertos por montículos) se desarrollo desde 1.500 a.C. en el Sur de Alemania, Alsacia, Lorena, Franco Condado y Borgoña, pasando a partir del 1.300 a.C. A ocupar el Este y Norte de Francia. Posteriormente fueron desplazados por los ilirios hacia el 1.200, pueblo asentado en el Danubio Central, que a su vez se desplaza bajo la presión de los grupos traco-cimerios procedentes del Sur de Ucrania, Moldavia y Rumania. El resultado es la mezcla de las poblaciones ilirias con las poblaciones pertenecientes a la tradición de los Túmulos, imponiéndose una nueva forma de rito funerario: la incineración. Es habitual hacer responsables a los ilirios de la invasión de Grecia por los dorios y algunos les llegan a considerar como proto-celtas (en el sentido de la ecuación proto-celtas=Campos de Urnas). Como resultado, se origina la Cultura de los Campos de Urnas, la más significativa del Bronce Final y del Hierro I, la incineración se hace generalizada y los grupos migratorios de cultura pastoril y nómada tienden a fijar residencia en algún lugar estable, sedentarizándose. En el primer cuarto del milenio anterior al cambio de era, se desarrolla la Cultura de Hallast, nombre de una localidad alpina, que adquirió gran riqueza, gracias a la minería de la sal y su comercio, sus príncipes fueron sepultados junto con sus carros y todas sus riquezas, abandonando temporalmente el rito de la incineración. Es una cultura del hierro pleno, estos grupos de población deben ser considerados ya como totalmente celtas. Página 6 de 48 La evolución de la Cultura de Hallast, nos conduce a la Cultura de La Tène, que es la que tradicionalmente se conoce como la cultura de los celtas galos. Son los galos los que se expanden en todas las direcciones: y Hacia Grecia y Asia Menor, después de la muerte de Alejandro Magno, saqueando Delfos, enfrentándose con éxito a los monarcas helenísticos, y logrando establecerse en Asia Menor donde son conocidos como gálatas. y Hacia el interior de Italia, donde lograron durante un tiempo un cierto estatus de convivencia con los etruscos en los territorios situados entre el Po y el Arno, la tribu de los senones llegó a asaltar Roma, que solo se vio liberada de su presión por el pago de un fuerte tributo. y Hacia la Península Ibérica, zona ya muy celtizada desde finales del primer milenio. La penetración indoeuropea en la Península Ibérica suele dividirse en cuatro fases: y 1) Fase ilírica probablemente alrededor del 1.000 a.C., dudosa y en todo caso muy escasa. Algunos grupos ilíricos pudieron llegar a la Península y remontar el Ebro. En todo caso quedaría circunscrita a Navarra y tal vez a Catalunya. y 2) Fase Proto-celta o de los Campos de Urnas, desarrollada hacia el 950 a 700 a.C., con incidencia principal en Cataluña, desde allí pasó a Navarra por el Valle del Ebro, y se extendió también hacia el Levante. y 3) Fase de la Cultura de Hallstatt, 700 a 500 a.C. es la que tradicionalmente se menciona como invasión de los celtas, no costaría gran esfuerzo a las aristocracias guerreras de las Culturas de Hallast, que peleaban en carros y con caballos, dotados de armas de hierro (espadas largas, cuyo pomo terminaba en antenas, que por su longitud atestiguan que se peleaba desde caballo), someter a los primitivos pueblos del interior. Otra cuestión es enfrentarse a las ricas ciudades del Levante y de Andalucía, en la que la presencia de las colonias focenses en el primer caso y la presencia militar fenicio-cartaginesa en el segundo, se hace importante. y 4) Fase Post-Hallasttica y de La Tène, 500 a 300 a.C. Es particular de la Península Ibérica, ya que se desarrollan tipos culturales propios, que no encajan con el prototipo galo de La Tène, y que algunos autores han dado en llamar Post-Halllast, se constata una oleada migratoria procedente de Las Galias, y en tiempos de comienzos de la Segunda Guerra Púnica, las tribus celtíberas tienen núcleos de población estructurados en ciudades amuralladas, siguiendo el modelo del “oppidum” galo. Queda entonces la Península dividida en dos zonas, delimitadas por una linea imaginaria que uniría el Golfo de Rosas con el Cabo de San Vicente, la parte superior es de influencia y cultura celta, la inferior, desarrollará la cultura íbera, con dominio o tal vez solo influencia cartaginesa en Andalucía y bajo el influjo de las colonias griegas del Levante, en algún grado dependientes de Massilia. 7 Pueblos de la Hispania Pre-romana. La llegada de los romanos a la Península se produce como consecuencia de la Segunda Guerra Púnica, y como según lo anteriormente dicho, la situación resumida en aquel momento sería la siguiente: y Costa Mediterránea: y Íberos: Ocupan el Litoral levantino. y Colonias griegas: En algún grado dependientes de Massilia. y Cartagineses: Ocupantes de toda la zona de Andalucía. y Costa Atlántico-cantábrica e Interior: y Zona costero-atlántica: Lusitanos y galaicos (bracarenses). y Zona Costero-cantábrica: Galaicos (lucenses), astures, cántabros, vascones, etc. Página 7 de 48 y Zona del Interior-Meseta Central: vacceos y vetones en la parte Oeste, celtíberos en general en el Noreste, entre las cabeceras de los ríos Duero y Tajo, carpetanos y oretanos en la Meseta Sur 7 Los íberos Se conoce como íberos a los pueblos que ocupaban el Sur y Este de la Península Ibérica, este nombre es dado por los geógrafos griegos, que llamaron a la Península Iberia, y por lo tanto íberos a sus habitantes en general, sin tener en cuenta cual era su grado de relación, ni cuales eran sus afinidades culturales. Esta documentación se refiere siempre a situaciones registradas a partir del siglo V a.C., es decir cuando se produce la caída de Tartessos a manos de los cartagineses y cuando la influencia de las colonias focences, dependientes de Massilia, con Ampurias a la cabeza, es notoria. Dos grandes divisiones se pueden distinguir: y En la parte sur, la cultura que se desarrolla a partir del siglo V, es heredera de la de Tartessos, por lo que mantiene su herencia de procedencia fenicia. Gadir sigue siendo ciudad independiente, si bien ahora esta bajo la órbita púnica de Cartago. No esta bien determinado si hubo o no una ocupación militar de esta zona por la potencia norteafricana (una especie de dominio cartaginés anterior a la ocupación de los Barca después de la Primera Guerra Púnica), pero parece haber consenso en el hecho de que los cartagineses cerraron el paso del Estrecho de Gibraltar a la navegación de sus posibles competidores, mediante el establecimiento de plazas fortificadas situadas en ambos lados del Estrecho (Tarifa y Ceuta), conocidas como las Columnas de Hércules. Los habitantes de esta zona son conocidos como turdetanos y encuadrados dentro de la cultura íbera. y Por otra parte son los habitantes del Levante los que desarrollan la genuina cultura de los íberos, resultado de la interacción de las poblaciones indígenas con los colonizadores griegos. Massilia es el centro de irradiación de la influencia griega hacia el litoral español. El resultado es una sociedad de cultura muy elaborada, y aunque hay que considerar muchos grados intermedios, el máximo exponente son estructura ciudadanas semejantes a la polis griegas, prácticamente son ciudades-estado con territorios circundantes mucho más amplios que las limitadas polis griegas. Su situación política oscila entre la influencia de los cartagineses y de los massaliota-ampuritanos, de los que serán aliados o enemigos según sus necesidades. Culturalmente, hay que distinguir entre las ciudades situadas en el sur de Levante y Andalucía, que se encuentran en un grado de consolidación urbanística, algunas de ellas plenamente urbanizadas, mientras que la zona Norte del litoral (Cataluña), presenta poblaciones menos elaboradas, y más semejantes a los recintos amurallados de las ciudades célticas. Existen lengua y alfabeto propios, si bien en el actual momento la lengua de los íberos no está descifrada, durante los siglos V y IV a.C., el alfabeto silábico de los íberos cede paso al fonético de los griegos. Es en el aspecto artístico en el que la cultura íbera destacará como más conocida, en el terreno de la escultura de bulto redondo: La Iberia de las tres Damas: y La Dama de Elche, busto femenino de un realismo impresionante, características son las dos rodelas laterales, de gran tamaño, y el adorno pectoral. Podría corresponder a un sacerdotisa, ya que el abigarramiento de su ornamentación parece complicado incluso si se tratara de un personaje de gran poder político. y La Dama Oferente del Cerro de los Santos, estatua erguida de una figura femenina, que mantiene entre sus manos una copa de ofrendas. Página 8 de 48 y La Dama Sedente de Baza, con semejanzas con la figura de la Dama de Elche, se trata esta vez, de una escultura que presenta el cuerpo completo. Posibles representaciones de sacerdotisas realizando un ritual, su aspecto ornamental es muy elaborado. En algunos casos, su estructura interior hueca hace que se piense en una posible utilidad como urna cineraria, posible evolución del los rituales de incineración de las culturas procedentes de los Campos de Urnas, que en la zona de Cataluña, tuvieron vigencia hasta la mitad del primer milenio. Otro aspecto a destacar, y relacionado sin duda con la colonización griega, es la acusación de moneda, que sigue los patrones de las acuñadas en la “oikumene” helenística, cultura global de naturaleza helena que en esa época impregnaba todo el Mediterráneo, y de la que sin duda los íberos formaban parte. 8 La zona de influencia indoeuropea. y Los lusitanos: Son los pobladores del Litoral Atlántico y Extremadura, es un pueblo de origen céltico o muy celtizado, según las fuentes su tradición es muy guerrera, y su economía es pastoril. Su sistema de herencia, orientado al beneficio del primogénito, forzó a que los hijos segundones hubieran de buscar otras formas de vida, este hecho dio origen al bandolerismo lusitano. En su fase organizada ese bandolerismo les llevó, ya en época de la conquista romana, a la tierras de los turdetanos, e incluso a traspasar el Estrecho para efectuar incursiones en la zona norte de Marruecos. Los romanos debieron de enfrentarse a este problema, y una represión desmesurada llevó al levantamiento de Viriato. y Los galaicos: Son los ocupantes de una amplia zona que también comprendería el norte de Portugal (desde la desembocadura del Duero), los romanos distinguieron dos tipos: Lucenses (Lucus) y Bracarenses (Bracara), pero esta división es tan artificial como agrupar a todas las tribus que habitaban esta zona bajo el nombre de galaicos. Es la zona en que las costumbres célticas son más arraigadas en la Península, en el sentido de semejanza con las que Julio César describe para Las Galias y Britania, sin embargo, parece ser que no llegaron a Galicia las invasiones célticas procedentes de Europa, y que las semejanzas proceden de un milenario proceso de aculturación que arranca de los contactos con las Culturas del Bronce Atlántico de la zona de la Bretaña Francesa y el sur de Gran Bretaña. Sus núcleos urbanos son pequeños y están dispersos, el habitab típico es el de aldeas con viviendas de tipo cabaña circular , con frecuencia fortificadas: Cultura de los castros norteños. y Los cántabros y astures: Pueblos montañeses, su actividad es ganadera, su aislamiento es grande, y aún en la época de la conquista romana el nomadismo (aunque fuese estacional) era importante. No solo habitaban la actual zona delimitada por las comunidades autónomas de Asturias y Cantabria, sino partes importantes de León, Palencia y Burgos. Debido a su aislamiento, no sufrieron influencia alguna de cartagineses ni romanos. Sus costumbres son bárbaras según las describen los romanos: alimentarse de sangre de vacas y caballos; limpiarse los dientes con orines; cabellos largos, que se recogían con una banda de tela para pelear; cantos de guerra, que entonaban en el momento de ser ejecutados; etc. El mismo Octavio (César Augusto Octaviano), ha de desplazarse a la zona para someterlos y pacificarlos, ya en las proximidades del cambio de era (19 a.C.). y Los vascones: Al igual que cántabros y astures, son pueblos muy primitivos y dispersos. Es posible que los vascones quedaran aislados de las invasiones indoeuropeas, con lo que no adoptaron, ni las tradiciones, ni las lenguas celtas, si esto fuera así, constituirían el sustrato étnico más antiguo de la Península, su idioma: el euskera, podría ser semejante al usado en toda la Península, tanto antes de la invasión romana como antes de sufrir la aculturación céltica. Su zona de ocupación en tiempos de la conquista romana no es la del actual País Vasco, tanto español como francés, sino que ocupaban la zona de Navarra y La Rioja, siendo el río Ebro su límite meridional. Ésto les pone en contacto con los pueblos celtíberos, en los que la tribu de los arévacos se hallaba en periodo de expansión, a costa de sus vecinos, por lo que estaban enfrentados a ellos y son servidores de Roma durante las guerras celtibéricas. Página 9 de 48 y Los carpetanos y oretanos: Son pueblos de los que hay muy poca información, tanto de las fuentes escritas greco-latinas, como del registro arqueológico. Pueblan las zonas comprendidas entre las cuencas del Tajo y Guadiana. Son cantera de soldados mercenarios para los cartagineses, o en ocasiones se enfrentan a ellos con poco éxito. y Los vetones: Ocupan la zona del Norte de Extremadura, Salamanca y Ávila. Es una cultura muy interesante desde el punto de vista arqueológico, pues su evolución, puede ser seguida desde la época del Bronce Final: Las Cogotas I, hasta el Hierro Nuevo: Las Cogotas II. En la primera civilización vemos que ya se introducen en una zona tan avanzada de la Meseta, los usos que caracterizan las innovaciones Centroeuropeas, propias de las culturas de los Campos de Urnas, sobre todo en la cerámica: cerámicas excisas y de Boquique (en las que se quita una parte de pasta aún fresca de la pieza para luego rellenarla con pasta blanca, formando ondulaciones o dibujos geométricos). La segunda civilización. Las Cogotas II, se adscribe a un grupo étnico determinado: los vetones, su máximo exponente cultural son las esculturas de bulto redondo en las que se representan en piedra animales de tamaño grande (jabalíes, toros, etc.): los verracos; su significado se explica bien como divinidades protectoras de los rebaños, o como delimitadores de los territorios de cada poblado, no parece que tengan significado funerario. Famosos son los toros de Guisando en Ávila. La decadencia de esta cultura es normalmente asociada a las campañas de Aníbal por el interior de la Meseta, con objeto de reclutar mercenarios, y de asegurar la pacificación de estas tribus antes de comenzar su expedición de travesía de los Alpes, que culminarían con la destrucción de Salmantica, ciudad capital de los vetones. y Los vacceos: Ocupan la zona de Valladolid y Palencia. Es una cultura agrícola cerealística, cuya mayor particularidad es, según las fuentes, la práctica del colectivismo agrario, es decir la tierra cultivable es propiedad comunal de la tribu, no de una persona particular; este tipo de prácticas se interpretan como propias de estadios primitivos de civilización, en la que no hay diferencias significativas de estatus entre los miembros de una comunidad, y por tanto tampoco hay suficiente grado de diversificación del trabajo y de especialización. Comparten según el registro arqueológico, génesis común con los celtíberos como queda registrado en el yacimiento del Soto de la Medinilla (Valladolid). En los enfrentamientos con Roma, harán frente común con los arévacos de Numancia a los que suministran cereales. y Los Celtíberos: Contrariamente a o que su nombre indica, no son una mezcla de celtas e íberos, son una cultura totalmente celtizada. Ocupan las tierras de Burgos, Soria, Guadalajara y Valle del Jalón en Aragón. En la época de la conquista el pueblo más destacado es el de los arévacos, otros pueblos son: lusones, pelendones, titos y belos (Bronce de Contrebia Belaisca -Botorrita, Zaragoza-). La zona del Valle del Jalón (Arcóbriga -Arcos del Jalón-), registra la influencia sobre este pueblo celta llegada desde la elaborada civilización íbera de Levante. Los arévacos ocupan la parte de la cabecera del Duero (Soria), y en la época de la conquista romana están en plena fase de expansión, a costa de las tribus vecinas, principalmente vacceos, pelendones y vascones. Sus ciudades son urbanizadas y fortificadas, destacan: y Numancia: Paradigma de la resistencia ante Roma, “El Terror de la República”, es un núcleo de población de 4000-5000 habitantes. y Uxama: (Burgo de Osma), asentamiento arévaco en la confluencia de los ríos Avión y Ucero. y Tiermes: Ciudad que destaca por sus estructuras de viviendas excavadas en la roca, sublevada y conquistada después de la caída de Numancia, último núcleo de la resistencia celtíbera. Todos estos núcleos de población, tenían un alto grado de desarrollo, su tecnología era totalmente basada en el hierro, sus armas eran eficaces (espadas rectas: “gladius hispanicus”, y curvas: falcatas, lanzas cortas, escudos redondos (caetras), etc.), definen sociedades jerarquizadas y Página 10 de 48 orientadas a la guerra, fueron famosos los jinetes celtíberos, y el mercenariado era actividad común entre ellos. Los pueblos arévacos formaron una confederación de tipo militar cuyos objetivos eran: y Antes de la llegada de Roma, la expansión territorial, dominando y tomando territorios de las tribus circundantes. No es raro pensar que se encontraban en la fase de formación de un Estado en el tiempo en que llegó Roma. y Después de la llegada de Roma, la oposición al invasor. En la época de la conquista Roma pactó con cualquier pueblo íbero o celta, según sus intereses, sin importarle cederles mayor o menor grado de libertad o independencia, hasta considerar a algunos aliados de la República de Roma. No paso lo mismos con los arévacos en los que Roma adivinaba que bajo su fuerte y potente confederación, se encontraba el núcleo embrionario de lo que posiblemente en el futuro llegara a ser un estado organizado en la Península Ibérica. Por ello su destrucción fue total, como las de Cartago y Corinto, rivales político y comercial respectivamente, ocurridas en la misma época. Es de destacar que los pueblos que sufrían la expansión de los arévacos (pelendones, vascones, etc.), ayudaron de buen grado a los procónsules romanos, así se justifica que la ciudad de Numancia sea citada en las fuentes, primero como arévaca, y después como pelendona, habiendo sido otorgada por Roma a los pelendones a cambio de su ayuda contra los arévacos. Dentro del marco de las instituciones de los celtíberos, destacan dos: y El “hospitium”, por el que se regulaban las relaciones de hospitalidad, un testigo de estos usos son las teselas de hospitalidad, normalmente son piezas circulares de barro en las que se representa un dibujo o un texto, se parten por la mitad y cada uno de los pactantes retiene un trozo, que podrá presentar al otro en algún momento para reclamarle su deber de hospitalidad. y La “devotio”, de carácter militar , por la que un guerrero jura lealtad hasta la muerte hacia un jefe. Los romanos, no supieron muy bien apreciar las costumbres de esta sociedad tan guerrera, como el juramento de carácter religioso que unía a un guerrero con sus armas, por lo que las rebeliones eran constantes, sobre todo cuando tratando de establecer tratados de paz, intentaban obligar a los celtíberos a la entrega de sus armas. Un rito funerario curioso es el que se atestigua en grandes círculos de piedras, de 2 metros de diámetro que existen en las laderas del cerro numantino, se interpreta que son exponederos; con la creencia de que el alma de los guerreros muertos era llevada al cielo por las rapaces, servían para exponer sus cadáveres, para que fueran devorados por los buitres, abundantes en la zona, si bien hay que destacar que este rito no es exclusivo, existiendo necrópolis de incineración mayoritariamente. 9 Los cartagineses. Cartago fue colonia fenicia, fundada por Tiro en la costa tunecina, en época temprana (814 a.C.), aunque en esta misma zona hay colonias de anterior fundación (Útica). El ascendiente de Cartago proviene de la caída de Tiro ante los imperios mesopotámicos tardíos, primero Asiria, y sobre todo la difícil conquista de Tiro por Nabucodonosor, rey caldeo de Babilonia (513 a.C.). Cartago asume entonces la hegemonía sobre las colonias fenicias del Mediterráneo Occidental, esta asunción del poder, puede haber tenido sus problemas, como la posible (aunque no documentada) oposición de Gadir, lo que constituye una hipótesis alternativa para la caída de Tartessos, en la que Argantonio, los focenses y Gadir, como tradicional aliado de Tartessos, constituirían un frente común, contra el ascendiente de Cartago. Página 11 de 48 Al igual que su metrópoli fundadora, Cartago orienta su expansión sobre la base del dominio comercial, en lugar de sobre el dominio territorial. Su zona de comercio más cercana y natural sería Sicilia, Magna Grecia, Cerdeña, Córcega, Baleares y la zona de influencia púnica del Sureste de España. En la segunda mitad del primer milenio, Cartago ha desarrollado un papel fundamental en la configuración política del Mediterráneo Occidental, podemos dividir la actuación en tres etapas bien diferenciadas: y Reparto de zonas de influencia con los etruscos. Enfrentamiento con los focenses. y Enfrentamiento con los griegos de Sicilia. Helenización de Cartago. y Enfrentamiento con Roma: Guerras Púnicas. Aunque el propósito de este resumen, se orienta hacia la Península Ibérica, voy a comentar cada una de estas etapas por ser de vital importancia, haciendo hincapié sobre todo en la segunda, que es la que tradicionalmente menos se menciona en la literatura. 9-1 Los etruscos. Este pueblo de origen incierto habitó la región comprendida entre los ríos Tiber y Arno en la Península Itálica. En la época del Bronce Final y Primera Edad del Hierro, se desarrolla en Italia la cultura de Villanova, incineradora, cuyas urnas presentan aspectos adelantados en la elaboración artística (formas de casas con tejado a dos aguas, urnas con cimera, etc.). Se registra la llegada por vía marítima de un pueblo de procedencia externa, que se funde con los habitantes de la zona, para dar lugar a una cultura elaborada: La civilización etrusca. Sus orígenes son tan inciertos, que son varias las hipótesis que se han planteado (y todas ellas dentro de los más exigentes marcos científicos). La primera hipótesis es la de origen autóctono; la segunda les hace originarios de Asia Menor, y una tercera hipótesis les relaciona con los pueblos del mar; uno de ellos: thursa, tras su dispersión por Ramsés III, habría recorrido la costa libia, y saltado hacia Italia a través de las islas. Esta suposición suele ser englobada junto con la del común origen de etruscos y tartesios. De cualquier forma el idioma que desarrollan no pertenece a los troncos indoeuropeos. Desarrollan una cultura basada en la tecnología del hierro, de la que fueron maestros, debido a los ricos yacimientos y fundiciones de la isla de Elba. Entran en contacto con la cultura griega que en los siglos VII y VI coloniza la zona del Sur de Italia (Magna Grecia) y Sicilia, y con los fenicios a través de Cartago, que navegaba y comerciaba en estas aguas. El desarrollo artístico lleva al estilo orientalizante, caracterizado por sus formas abigarradas, y que aparte del mismo nombre, tiene también semejanza con el orientalizante tartesio. Políticamente, su estructura es semejante a la de ciudades-estado griegas. En la época de mayor preponderancia forma una confederación de 12 ciudades (Tarquinia, Caere, Populonia, Veyes, ...), cada una de ellas era regida por un magistrado electo con atribuciones religiosas: lucumón. Era tal su impregnación en la cultura griega, que no es raro que las ciudades etruscas dediquen ofrendas y efectúen consultas en el oráculo de Delfos. La máxima expansión de la influencia etrusca es el siglo VI, en esa época se extienden por el Norte, hasta el Po, influyendo en las tribus celtas (boyos). En el Adriático fundan los centros de Adria y Spina, para comerciar con el Norte de Grecia e Iliria. En el Lacio, Roma tiene reyes etruscos (Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio), hasta su expulsión tras la que se lleva a cabo la conquista de Roma por Lars Porsenna (lucumón de Caere). Hacia el Sur su dominio se deja sentir en la Campania, hasta llegar a las colonias griegas de la Magna Grecia. Página 12 de 48 En el comercio marítimo, pronto llegan a entenderse con Cartago delimitando tácitamente sus áreas de influencia. Mientras Córcega cae en la órbita etrusca, Cerdeña, Sicilia y Baleares caen en la órbita púnica. Esta situación es perturbada por la colonización focense, incidente ahora sobre las rutas comerciales de púnicos y etruscos, por lo que se enfrentan navalmente en Alalia (Córcega), siendo desplazada a una zona no explotada y originando la fundación de Massilia. Como ya hemos citado, podemos ver en este enfrentamiento la destrucción de Tartessos y el cierre del Estrecho. Culturalmente la herencia de los etruscos se manifiesta en Roma. La cultura romana de la época de la Monarquía y la República, es tributaria de los etruscos en las instituciones y magistraturas, en la religión, sobre todo en la práctica de augurios y presagios; y las competiciones y juegos gladiatorios, que son de origen religioso; y por último, en la construcción (gran parte de las obras públicas de Roma son de origen etrusco). El comercio etrusco está bien atestiguado por su cerámica: el “buchero”, de pasta negra, muy fina (“buchero sotile”). Es entonces lógico interrogarse sobre la posible presencia de los etruscos en la Península Ibérica. El registro arqueológico del buchero así lo confirma, pero habría que preguntarse, si su presencia es directa o si, dicha mercancía es transportada por los colonizadores fenicios o griegos. En cualquier caso, si fenicios y griegos, pudieron llegar a Iberia desde el Mediterráneo Oriental, tanto mejor lo harían los etruscos, aunque no existen fundaciones coloniales de origen tirreno. 9-2 Sicilia y Magna Grecia. El siglo VII a.C., es el de la mayor incidencia de colonización en el Sur de Italia y Sicilia, son fundadas colonias que luego serán parte fundamental de la historia de la Grecia clásica: y En Magna Grecia: Cumas, Neapolis, Tarento, Regio, Locri, Crotona (en donde residió Pitágoras), Síbaris (paradigma del refinamiento, por el lujo de sus habitantes), etc. y En Sicilia: Zancle (después llamada Mesina), Himera, Naxos, Leontinoi, Gela, Kamarina, Selinunte, Segesta, Akragás, Siracusa (sin duda alguna la más importante, pieza fundamental en la historia de Grecia, Roma y Cartago; en ella residió Platón y es la ciudad natal de Arquímides), etc. Durante el siglo VI a.C., se consolida en la isla una especie de estatus, por la que la parte occidental es zona de influencia púnica cuyas principales plazas son Motya, Panormos y Lilibeo, siendo el resto de la isla fundaciones griegas, las poblaciones indígenas, son: sicanos, el pueblo más primitivo; elímios, muy influenciados por los púnicos y sículos, más influenciados por los griegos. Es tradicional el enfrentamiento entre griegos y cartagineses en Sicilia, sin embargo un análisis de los hechos indica que Cartago, no estuvo nunca interesado en iniciar una política de ocupación de la isla. La causa principal de la intervención cartaginesa es la llamada en su ayuda de los tiranos, que gobiernan las ciudades de Magna Grecia y Sicilia, enfrentados entre sí, cuyas apetencias hacían peligrar los asentamientos púnicos. La tiranía es una forma de gobierno típica de las polis griegas en el siglo VI, el tirano suele ser un personaje cuyo origen es popular, contando con el apoyo de las capas más desfavorecidas, y utilizando un discurso demagógico y populista, se enfrenta a las oligarquías dominantes, y consigue el poder absoluto, aunque ésta es la regla general, también hay tiranos de origen oligárquico. Atenas es regida por un tirano: Pisístrato, que además parece ser que fue un muy buen gobernador, sucediéndole sus hijos: Hipias e Hiparco, que fueron derrocados en el 509 (casualmente en ese mismo año son expulsados de Roma los etruscos, cuyo último rey Tarquino el Soberbio, es considerado tirano, y que se refugia en la corte de otro tirano: Aristodemo de Cumas). En Magna Grecia se registra uno de los más famosos enfrentamientos originados en el fenómeno de la tiranía. Terys, tirano de Síbaris, se hace con el poder y sus oponentes se refugian en Crotona (ciudad en Página 13 de 48 la que también existían gobernantes tiránicos, influidos por la filosofía pitagórica, ya que Pitágoras residió y enseñó en la ciudad), a instancias de los refugiados, Crotona ataca Síbaris, capturando a sus habitantes, que como es habitual en estos casos son vendidos como esclavos, acabando así con la leyenda de una ciudad tan prospera que el gentilicio de sus habitantes se adoptó como sinónimo de refinamiento. La primera intervención de los cartagineses en la isla frente a los griegos, tiene una génesis complicada y arranca del enfrentamiento entre dos tiranos: y Hippócrates: Tirano de Gela, ciudad situada en el sur de la isla, en periodo de expansión, a costa de las colonias calcidias (fundadas por Calcis, ciudad situada en la isla de Eubea, cuya población era de origen jónico): Naxos, Leontinoi y Zancle. y Anaxágoras: Tirano de Regio, ciudad situada en la parte italiana del Estrecho de Mesina. En la época de ocupación de las ciudades jónicas del Asia Menor por los persas, Zancle, situada en la parte insular del Estrecho, invita a los exiliados jonios a establecerse en el Norte de la isla fundando una colonia en Kale-Acte. En ese momento se produce la ocupación de Zancle por Hippócrates de Gela. Anaxágoras, para oponerse a Gela, sugiere a los refugiados que se establezcan en Zancle, lo que hacen tras expulsar a la guarnición de Escita, gobernador designado por Hippócrates. Este último llega a un entendimiento con los jonios y recupera Zancle, que vuelve a pasar a manos de Anaxágoras, ya definitivamente, aprovechándose de los problemas que su oponente tenía con los sículos. Anaxágoras, de origen mesenio, cambia el nombre de la ciudad por Mesina, siendo el dueño de ambos lados: El Imperio del Estrecho. A la muerte de Hippócrates, toma el poder en Gela uno de sus generales: Gelón, uno de los personajes más importantes de la época, es el responsable de la conquista de Siracusa, colonia de Corinto, y por lo tanto doria, respondiendo a una petición de ayuda de la oligarquía (gamoroy), se hace con el control de la ciudad y traslada el centro de su poder de Gela a Siracusa. Aliado de Akragás, con cuyo tirano Terón, le unían lazos de parentesco, prácticamente entre los dos dominan Sicilia. Tan grande fue el poder de Gelón, que los griegos continentales, enfrentados con los persas, le pidieron ayuda, comprometiendo el tirano de Siracusa una enorme cantidad de recursos en naves, hombres armados y dinero, solo a cambio de ser el comandante de la expedición, a lo que los griegos se negaron. Anaxágoras, junto con su aliado Terillus, tirano de Himera, ve amenazado su control del Estrecho y llama en su ayuda a los cartagineses, haciéndoles ver que peligraban sus bases en el Oeste de la isla. Cartago manda una flota al mando de Amílcar (no confundir con Amílcar Barca, éste es uno de los innumerables Amílcares con los que Cartago cuenta), en la que se encuentra también algún contingente etrusco. Gelón en un audaz golpe de mano ataca por sorpresa a la flota púnica en Himera, que es destruida. La importancia de la batalla de Himera, es grande para los griegos de Occidente. Mientras Grecia Continental se encuentra inmersa en las Guerras Médicas, que para los griegos simbolizan la lucha entre el modelo de sociedad basada en la ciudad-estado, con regímenes más o menos participativos, basados en el ciudadano; y el modelo de monarquía absoluta orientalista, de carácter divino representada por el Gran Rey, acontece la victoria naval de Salamina, que con la de Platea en el año siguiente aseguran la victoria de la Hélade contra las tropas de Jerjes. Herodoto en un alarde de imaginación hace coincidir las dos batallas navales en el mismo día, con lo que en una sola jornada, los helenos derrotan a sus enemigos persas y púnicos. No está claro que es lo que pueda haber de cierto en la supuesta alianza de púnicos y persas, ya que dicha alianza es supuesta por los autores griegos, tal vez en un intento de magnificar sus victorias, frente a una posible tenaza medo-púnica, si bien parece ser que por lo menos hasta después de su derrota en la 2ª Guerra Púnica, la política de Persia no era precisamente pactar alianzas, sino someter naciones, sin embargo hay que destacar, que no es extraño que dichos contactos se hayan producido, ya que las relaciones entre tribus, pueblos, ciudades, reinos, naciones e imperios; debieron ser en la antigüedad, más fluidas de lo que hasta ahora se piensa. Por otra parte destacar el ya citado hecho de que Página 14 de 48 son los persas los destructores del imperio neo-babilónico, y los fenicios los acogen como libertadores, integrando los marinos fenicios la parte más importante de la flota persa que participa en la batalla de Salamina. A Gelón, le sucede Hierón, en cuyo activo hay que registrar otro de los grandes acontecimientos navales de la época, y también con resonada trascendencia. A petición de Aristodemo, tirano de Cumas (Campania), deseoso de sacudirse la influencia etrusca en Campania y aprovechando la presencia de los primeros síntomas de debilidad del dominio comercial de la dodecápolis etrusca, al haber sido los etruscos expulsados de Roma; una flota siracusana se enfrenta con los etruscos en Cumas, infligiéndoles una seria derrota, y terminando con su poderío naval. En resumen, es obra de los tiranos griegos, la activación del intenso entramado que aboca a la perdida de supremacía naval de los etruscos en el mar que toma su nombre: el mar Tirreno; y al posterior estado endémico de enfrentamientos greco-púnicos en Sicilia. Tras Hierón, Siracusa es gobernada por un régimen democrático, siendo este periodo de la historia de Sicilia poco conocido. Destaca la sublevación de los sículos, partiendo de la zona central de la isla (Etna), mandados por un caudillo helenizado: Ducetius, a la que hacen frente conjuntamente Siracusa y Akragas. El líder sículo pide asilo sagrado en Siracusa, que se lo ha de conceder, exiliándole a Corinto, de donde regresa, estableciendo un nuevo foco de resistencia sícula en Kale-Acte al norte, alejándose de Siracusa y Akragas, hasta ser de nuevo derrotado. El siguiente periodo de Sicilia está marcado por la intervención ateniense. Existen una serie de guerras entre las colonias griegas, la primera de ellas es entre Siracusa y Leontinoi, hay que notar aquí la existencia de un componente étnico. Siracusa es colonia fundada por Corinto -doria-, mientras que Leontinoi es colonia calcidia, fundada por Calcis (Eubea), -jónica-. Atenas, es llamada en socorro de los jonios; es Gorgias, uno de los siete sabios de Grecia, el que encabeza la delegación de Leontinoi en Atenas, por fin se envía un pequeño cuerpo de expedicionarios, que fracasa. La situación se prolonga y se convoca un congreso entre las “polis” de Sicilia y Magna Grecia: Congreso de Gela, donde el líder siracusano oligárquico Hermócrates, aboga por la unión de las ciudades griegas para hacer frente a un enemigo común: Atenas, que es la causa directa de la muy famosa expedición ateniense a Sicilia (415). Más importante es la guerra entre Segesta y Selinunte (416), con el cerco de Siracusa. El enfrentamiento entre Segesta y Selinunte, configura una política de alianzas, que no tiene nada que envidiar a los tratados internacionales del siglo XX, salvo que su ámbito se circunscribía al Mediterráneo Central, existen dos bandos, más algunos elementos neutrales: y En apoyo de Selinunte: y Siracusa junto con su órbita de influencia. y Los sículos de Kale-Acte. y En la Magna Grecia: Locrii y Tarento (fundación espartana). y El apoyo tácito de Corinto y Esparta, como oponentes de Atenas y la Liga de Delos. y En apoyo de Segesta: y Leontinoi, enemiga de Siracusa en la anterior guerra. y En Magna Grecia: Regio, opuesta al control de Siracusa en la zona del Estrecho. y El apoyo de Atenas, que se tradujo en una importante expedición militar. y Neutrales: y Akragas: La única ciudad de Sicilia con capacidad suficiente para enfrentarse a Siracusa. Su ayuda fue solicitada por Segesta, pero se mantuvieron neutrales. Página 15 de 48 y Cartago: Su socorro, también fue solicitado por Segesta, optando por la no intervención, un dato más que indica que los púnicos no estaban interesados en el dominio territorial de la isla. Las embajadas de solicitud de ayuda que Segesta y Leontinoi enviaron a Atenas, hicieron que una delegación ateniense se desplazara a Sicilia para investigar sobre el terreno. Los segestinos, desplegaron todas sus riquezas, mas las que fueron tomadas de los pueblos circundantes, y aseguraron contar con el apoyo de las ciudades helenas descontentas del dominio de Siracusa y los asentamientos sículos. En la Asamblea de Atenas, Nicias desaconseja la intervención, pero Alcibiades, joven ateniense, discípulo de Sócrates y gran demagogo, es capaz de que se apruebe la expedición. La flota queda al mando de tres generales: Nicias, Alcibiades y Lámaco. Alcibiades se ve envuelto en el asunto de la mutilación de los Hermes (figuras de piedra o madera con un falo erecto, que se erigían en Atenas frente a las puertas de las viviendas), considerado como un sacrilegio, y hace partir la flota hacia Sicilia con cierta antelación. Una vez en Sicilia la expedición es un fracaso, Alcibiades deserta y se refugia en Esparta, donde ejerce de “consultor con experiencia en asuntos atenienses”, (posteriormente regresará a Atenas, tomando otra vez el poder, siendo expulsado encontrará refugio en la corte del Gran Rey). Siracusa es sometida a un cerco de dos años en los que Hermócrates juega un papel importante en la defensa. Tras el fracaso los generales atenienses son ejecutados. En la época de la intervención ateniense, Hermócrates fue defensor de Siracusa, pero su posición favorable a la oligarquía, le llevo al enfrentamiento con los demócratas liderados por Diocles. De estos enfrentamientos saca partido un general audaz: Dionisio el Viejo. Tras el abandono de la isla por los atenienses, se reanudan las rivalidades entre las polis sicilianas, Segesta sigue solicitando la ayuda de Cartago, que esta vez sí accede a intervenir. Dionisio de Siracusa, se apresta a intervenir frente a Cartago, al que exige el abandono de todos sus puestos en Sicilia, reclamando para sí la hegemonía, son tres las guerras que Dionisio lleva contra Cartago, ninguna de ellas con éxito; en las dos primeras, ya cuando la situación se decantaba del bando púnico, casualmente se desencadenaban epidemias de tifus u otras enfermedades en el bando cartaginés. En la última su ataque a la base cartaginesa fortificada en Lilibeo, terminó en desastre, siendo apresadas por los púnicos 130 galeras siracusanas en Drepanum (Trapani). Como resultados de los enfrentamientos, se restablecen los límites de influencia de púnicos y helenos en la isla, y Siracusa compromete una indemnización de guerra. Es Dionisio el tirano más importante de la historia de Sicilia, no duda en el uso de la fuerza contra todos sus enemigos. En Sicilia, la destrucción de algunas ciudades y la reducción a la esclavitud de todos sus habitantes, hace que Leontinoi, tradicional enemigo de Siracusa se entregue sin lucha para no sufrir la misma suerte. Sin embargo fue un tirano ilustrado y protector de las artes y las letras. El filósofo Platón, director de la Academia, residió en Siracusa en la época de Dionisio, intentando influir en la política de la ciudad , tratando de llevar a la práctica su idea de “Estado Ideal”, que más o menos consistía en que un tirano con más o menos gusto por la filosofía, gobernara con poderes absolutos en beneficio teórico del pueblo, que no tendría ninguna participación (un modelo muy parecido a lo que en la Europa del siglo XVIII se dio, con el nombre de Despotismo Ilustrado). Aunque aficionado a las discusiones filosóficas, Dionisio no era hombre dado a que en asuntos de Estado le llevaran la contraria, con lo que parece ser que hizo que Platón fuese reducido a esclavitud y vendido. En la política interior, Dionisio fortificó la ciudad, dio prioridad a la fabricación de armamento, a la experimentación con armas de guerra y asalto (según parece, en esa época se invento en Siracusa la catapulta), si bien este esfuerzo no fue llevado a cabo por ciudadanos forzados, sino que la población participaba en el de buena gana y con convencimiento, en esta época parece ser que entre las tropas de Dionisio se encontraban mercenarios íberos y celtas procedentes de Iberia, por lo se puede suponer que ya Página 16 de 48 en aquellos tiempos andábamos corriendo mundo sin tantos remilgos como ahora. No faltó el reparto de tierras confiscadas a la oligarquía, que por otra parte eran los únicos en Siracusa que pudieran oponérsele. En la política exterior (dejando atrás las guerras con Cartago en Sicilia), Dionisio tiene vocación de expansión abarcando su actuación a los tres mares a los que Siracusa tenía acceso: y En el mar Jónico, la política de Dionisio es el control de los Estrechos, para lo cual destruye Regio (al parecer la ciudad se había rendido, pactando con el tirano la vida y libertad de sus habitantes, no dudando en faltar a su palabra y venderlos a todos como esclavos). y En el mar Adriático, ayuda al rey del Epiro Amintas, refugiado en la corte de los ilirios a recuperar su trono, con lo que abre al comercio de Siracusa los puertos de Epiro e Iliria. y En el mar Tirreno, teniendo en cuenta que el ascendente de Roma, en esa época enfrascada en sus difíciles guerras con los sammitas, le dejaba vía libre, no duda en practicar la piratería frente a los ya debilitados etruscos, saqueando el templo de Phyrgi. Su sucesor fue Dionisio II el Joven, en su primera etapa de gobierno estuvo influenciado por Dión (político y filósofo amigo de Platón, que como éste, también concebía la idea del tirano filósofo e ilustrado). Sin embargo Dionisio II, que era parecido a su padre, pero solo en la falta de escrúpulos morales, y no en la visión política, se vio influido por quienes veían en Dión y Platón a los infiltrados de Atenas, que ya que no había podido dominar Siracusa con su flota, trataba ahora de hacerlo mediante “triángulos isósceles”, el resultado es el exilio de Dión, mientras Platón no interviene en política, no sea que le vuelvan a vender como esclavo. Dado que la influencia de los platónicos y de la Academia era grande otros filósofos influyen en Dión aconsejándole la vuelta a Siracusa mediante el uso de la fuerza, dado que Dionisio II el Joven era más aficionado a residir en su ciudad natal: Locrii. El resultado es una serie de enfrentamientos que terminan con la petición de ayuda a Corinto, ciudad fundadora de Siracusa, que envia a uno de sus generales: Timoleón. Timoleón ha de enfrentarse a Dionisio II con el que llega a un entendimiento, que le permite a este último exiliarse en Corinto donde murió. El derrumbamiento del control siracusano, había llevado a las ciudades sicilianas a tomar su independencia proclamando otra vez sus propios tiranos, y enfrentándose a Siracusa, el más importante fue Hiketas de Akragas, que no dudó en solicitar la intervención de Cartago, que envió un ejercito y una flota al mando de Aníbal (otro de los innumerables Aníbales, que no debe confundirse con el bárcida) y Magón (otro nombre que tuvieron varios generales y políticos de Cartago). Timoleón se hace con la victoria final contra Cartago y los tiranos, llevando a cabo una reforma radical de las instituciones de Siracusa, su orientación es democrática, hasta el punto de mandar derribar la fortaleza Ortygia, adyacente a Siracusa, bastión del poder militar de los tiranos sobre la polis. Una vez terminadas sus reformas, cedió el poder, muriendo ciego, anciano y pobre. Las luchas internas se volvieron a producir, y es otro gran personaje, el que se hará con el poder: Agatocles. Su origen es incierto, si bien la leyenda le hace hijo de un alfarero, que escala los puestos en la milicia y la política local por su propio pie, prototipo del “hombre hecho a sí mismo”, se verá obligado al exilio dos veces. Agatocles es proclamado “strategos autocrator”, con la idea de la lucha contra Cartago. Es capaz de llevar la guerra al mismo territorio de Cartago en África. De esta forma desembarca un ejercito en África, asegurándose la alianza de las poblaciones libias y númidas a las que Cartago había sometido como tributarias. La reacción de Cartago es inmediata y lanza una flota que pone cerco a Siracusa. De esta manera, tanto Cartago como Siracusa tenían ejércitos enemigos frente a sus murallas. Página 17 de 48 En el orden internacional, a la muerte de Alejandro Magno, se produce la lucha entre los diadocos, los sucesores de Alejandro, que a partir de su parcela de poder, tratan de reconstruir el imperio del macedonio. Tras la batalla de Ipso son tres los reinos que realmente cuentan, y que son capaces de establecer dinastías que durarán hasta la conquista romana: y Los antigónidas en Macedonia. Descendientes de Antígono Monoftalmos, su hijo Demetrio Poliorcetes, se hace con el control de Grecia y Macedonia, disputándole el trono al rey del Epiro: Pirro, hasta entonces su aliado, que como rey sin reino, se dedica a intervenir en los asuntos de Italia y Sicilia. Tradicionalmente se enfrenta con los lágidas por el control del Egeo. En la Segunda Guerra Púnica, Filipo V es aliado de Aníbal. y Los seleúcidas en Siria, que poco a poco van perdiendo las lejanas partes orientales del imperio (India, Bactriana, Irán, ...), siendo una constante de su monarquía el enfrentamiento con los Ptolomeos de Egipto, por el control de la zona de Palestina y Celesiria. Su capital es Antioquía. En los tiempos posteriores a la Segunda Guerra Púnica, cuentan con un soberano fuerte: Antioco III, que recibe a Aníbal tras su obligada huida de Cartago, se enfrenta a Roma, siendo vencido. y Los Lágidas en Egipto, Ptolomeo Lago, general macedonio adopta el título de faraón con el nombre de Ptolomeo I Soter, fundará una dinastía cuya capital Alejandría sería la ciudad más cosmopolita del mundo helenístico. Será el último de los reinos helenísticos sometidos por Roma, tras la derrota de su última reina Cleopatra y su amante y aliado Marco Antonio ante Octavio. Agatocles no se considera menos que ninguno de los diadocos y sus sucesores, por lo que ciñe la diadema como símbolo de la realeza, y su política le lleva a firmar alianzas con los dinastas helenísticos. En primer lugar, en su estancia en África, negocia con Orphelas, general de Ptolomeo, que regía la Cirenaica, y que abrigaba esperanzas de fundar su propio reino independiente a costa de los territorios que pudiera conseguir de Cartago. Agatocles acaba deshaciéndose de él. En segundo lugar mantiene buenas relaciones con Pirro, casando a su hija con el rey del Epiro, en algún momento, y después de la ruptura del moloso con Poliorcetes, se decanta del lado del antigónida, casando ahora a su hija con Demetrio, la dote de estos matrimonios fue en ambos casos la isla de Corcira, lo que muestra que esta estratégica isla adriática estaba en manos de Siracusa. Parece ser que Agatocles murió asesinado, originándose un periodo de inestabilidad que no se cierra hasta el acceso al poder de Hierón II, lo cierto es que al igual que Sicilia había estado en el marco de la cultura clásica griega, con Agatocles, está dentro del concierto de los reinos helenísticos. Tras la desaparición de Agatocles, los cartagineses presionan otra vez sobre la isla con lo que los helenos llaman en su ayuda a Pirro, rey del Epiro. Este personaje es uno de los que más fama militar acumula en su tiempo. Hijo del rey del Epiro, región que podríamos situar en la actual Albania, que era uno de los generales de Alejandro, fue educado en la corte del rey de Iliria. Intervino en los asuntos de Grecia como mano derecha de Demetrio Poliorcetes, siendo uno de los rehenes que como parte de los tratados derivados de la batalla de Ipsos, fue entregado a Ptolomeo. Cuando Demetrio Poliorcetes se hace con el dominio de Macedonia, surgen las desavenencias entre ambos. En este momento en Italia, Roma se enfrenta con Tarento, colonia griega de origen espartano, que dominaba el comercio en la zona Sur de Italia, como ciudad próspera, basaba su defensa en las tropas mercenarias, y llamó en su ayuda a Pirro, que se enfrentó con los romanos en Heraclea. En este encuentro, la legión supo resistir el empuje de la falange, pero la caballería romana huyó espantada ante el uso de elefantes, animales a los que nunca habían visto. Pirro, acostumbrado a las guerras helenísticas, esperaba que tras la derrota Roma firmara la paz, pero no contó con la tozudez romana (avanzando hacia Roma, tenía concertada una entrevista con su Senado para negociar los términos de una paz honrosa para ambas partes, pero fue la intervención de un patricio, apelando al orgullo de Roma, la que lo impidió); encontrándose dentro de una guerra de desgaste, sus éxitos en batalla, no le proporcionaban la victoria en la guerra: victorias pírricas. Página 18 de 48 Tras la intervención en Italia, acude a Sicilia, enfrentándose con éxito a los cartagineses, pero las polis griegas de la isla, no aprobaban sus métodos de gobierno, que eran parecidos a los de los Ptolomeos en Egipto, acabando por regresar a los asuntos de Italia. Sufre una derrota en Maleventum (que desde ahora se llamará Benevento) y abandona los asuntos de Sicilia e Italia, con lo que Tarento cae en manos de los romanos. 9.3 Roma. La historia de Roma es bien conocida. Ciudad de pobladores latinos fundada en 753 a.C., va formando un radio de acción cada vez más amplio, entre las aldeas latinas de alrededor, sus primeros reyes son míticos: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio y Anco Marcio. Pasa a ser ciudad etrusca (o gobernada por reyes etruscos): Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio; éste último al gobernar como un tirano es expulsado de la ciudad, refugiándose en Cumas (509 a.C.). Porsenna, rey etrusco de Caere, trata de dominar la ciudad por la fuerza, que resiste lo suficiente como para verse (en breve plazo) libre de los etruscos. Proclamada la República los cargos principales del Estado son ahora ejercidos por dos cónsules (poder ejecutivo) y por dos pretores (poder judicial), cuyo periodo de permanencia en el cargo es de solo un año. Han de resistir la invasión de los senones, que cercan la ciudad y solo se retiran después de forzar el pago de un rescate. Sucesivamente Roma se expansiona, conquistando las ciudades etruscas (la última en caer fue Veyes, tras una larga guerra de 10 años), y enfrentándose a sus rivales del Apenino: los samnitas; éstos llegaron a infligirles severas derrotas (llegando a humillar al ejercito romano haciéndoles desfilar desnudos bajo unas horcas situadas a baja altura: horcas caudinas). Una vez vencidos los samnitas, propagan su influencia sobre las ciudades griegas de la Campania. Enfrentados con Tarento, y tras vencer a todo un general y monarca helenístico: Pirro, Roma es dueña de toda la Italia Continental. Las relaciones de Roma con Cartago, fueron siempre de amistad, varios tratados fueron firmados, por los que se reconocían las zonas de navegación e influencia de ambas ciudades, aunque en aquel tiempo Roma no era una potencia marítima. El primer tratado data del 509 a.C., y Roma en este momento, nada significaba para Cartago. Tratados posteriores se firman en 348, época en que el poder naval etrusco había sufrido el desastre de Cumas; y en 277, éste último es significativo, ya que Roma y Cartago son potencias aliadas cuando Pirro actúa en Italia contra Roma y acto seguido en Sicilia contra Cartago. Nada hacía presagiar las Guerras Púnicas. 9-3-1 La Primera Guerra Púnica. El enfrentamiento con Tarento fue la consagración internacional de Roma, toda una potencia helenística: el Egipto de los Ptolomeos, envia a Roma embajadas, tras la retirada de Pirro, suscribiendo con ella acuerdos de amistad (que para Egipto poco significaban); Cartago era una potencia más próxima, pero aliada; y Roma no tenía desarrollada una flota de guerra (aunque sí una fluida flota comercial). Una constante en el mundo helenístico es la existencia de mercenarios. Hemos visto como Tarento no teniendo su propio ejercito, alquila los servicios de todo un aspirante al imperio de Alejandro como mercenario. Iguales circunstancias existen en todos los reinos helenísticos de la época. Cartago, como ciudad muy helenizada, no es menos, presentando una peculiar particularidad: y Un ejercito de tierra formado por tropas mercenarias de la procedencia más diversa: Principalmente griegos; seguidos de italiotas (es decir de griegos de las colonias del Sur de Italia); libios (al Este de Cartago); númidas (al Oeste de Cartago); íberos de la parte Sudoriental de España; celtas del interior de la Península, del Sur de Las Galias y del Norte de Italia; baleáricos, famosos como honderos, y otros de procedencia mucho más lejana (tracios, frigios, sirios, etc.). Una innovación con la que Cartago contaba: los elefantes de guerra; introducidos por Alejandro, procedentes de sus enfrentamientos con los Página 19 de 48 reyes del valle del Indo, este arma de guerra, formaba parte de los ejércitos de las tres principales potencias helenísticas: Egipto, Macedonia y Siria. Cartago, aunque no heredera de Alejandro, era la única potencia que contaba en Occidente, y esta evolución tecnológica en las artes de guerra, no fue desconocida para ella. y Una flota de asalto, que al contrario del ejercito de tierra, esta está servida por ciudadanos libres, y Cartago siempre tuvo a gala que en los remos de sus trirremes, había hombres libres y no esclavos forzados En la otra parte Roma, contaba con el ejercito ciudadano junto con las tropas que le proporcionaban sus aliados itálicos, aunque no siempre de manera gustosa. Por el contrario no era una potencia marítima, e incluso sus conocimientos sobre lo que existía fuera de la Península Itálica eran escasos. El incidente que llevó a la Primera Guerra Púnica está directamente relacionado con el uso de tropas mercenarias, concretamente de un cuerpo del ejercito expedicionario que usó Agatocles en su invasión africana, formado por mercenarios campanos: mamertinos (llamados así por denominarse ellos mismos “hijos de Marte”). Los mamertinos eran mercenarios que estaban al servicio de Siracusa cuando Agatocles realizó su aventura africana. Una vez finalizada ésta, deambularon por Sicilia, terminando por ocupar Mesina. Siracusa no estaba dispuesta a consentir que estos mercenarios, se asentaran en su zona de influencia, por lo que les lanzó un ultimátum. Los mamertinos invocaron entonces la ayuda de Cartago -como enemigo de Siracusa-; y de Roma -por parentesco racial-. Cartago llegó antes que los romanos y ocupó la plaza, a la llegada de los romanos, el comandante cartaginés entregó la plaza a los romanos; parecía lo normal. Roma era entonces aliada de Cartago, y los tratados vigentes delimitaban zonas de influencia en Italia, Cerdeña y la Península Ibérica, pero no en Sicilia. El Consejo de Cartago no vio la cesión con buenos ojos, probablemente por temerse problemas comerciales en el Estrecho y por pensar que la ocasión era propicia para controlar toda Sicilia por fin; el citado comandante fue juzgado sumarísimamente y ajusticiado (se decía que en Cartago los buenos estrategas eran depuestos inmediatamente, y los malos estrategas crucificados) y exigió de Roma la entrega de Mesina a Cartago y el castigo de los mamertinos, de igual forma que los romanos habían acabado con unos mercenarios rebeldes en Regio al otro lado del Estrecho. De esta manera Roma y Cartago se ven enfrentadas en Sicilia. Siracusa, ante la presencia de los romanos en la isla se alía con Cartago, y Roma se ve así envuelta en una guerra que no esperaba, contra dos potencias con mayor experiencia que ella: Cartago y Siracusa. La reacción de Roma es inmediata: ejercito expedicionario a Sicilia y cerco de Siracusa, esta acción termina en fracaso, pero el cónsul que la llevó a cabo, consigue que Siracusa y su rey Hierön II cambien de bando y poniéndose de parte de los romanos. Bajo estas circunstancias Roma consigue el dominio definitivo de Mesina y el cónsul que lo consiguió: Valerio, adopta el nombre que los campanos daban a la ciudad: Messala (este nombre, es el usado para el protagonista de la parte romana en la película Ben-Hur, y una de sus descendientes, sería la famosa esposa del emperador Claudio, Mesalina). Durante 23 años que duraron las hostilidades, la guerra fue llevada al mar por los púnicos, para aprovechar su ventaja técnica y táctica. Los romanos no dominaban ni mucho menos las embestida y los giros que las trirremes púnicas efectuaban para luego virar en seco y clavar el espolón de proa (“rostra”), por lo que desarrollaron garfios con los que acercar las naves enemigas y poder aproximarse a ellas abordándolas mediante puentes de madera. Esta estrategia llevó a Roma a algunas victorias incluso en el mar, como la batalla de Myla. Pero la superioridad era de Cartago en los mares, por lo que Roma trató de llevar la guerra a África, donde Régulo, trató de atacar directamente a Cartago, una vez más las tropas mercenarias, al mando del espartano Xántipo derrotan a la legión romana, haciendo prisionero a Régulo, que según las fuentes, fue enviado a Roma con objeto de llegar a un tratado, bajo promesa de regresar a Página 20 de 48 Cartago, si no tenía éxito su gestión, muriendo después en Cartago (según las fuentes romanas después de ser torturado). Muchas veces Cartago tuvo la guerra casi en sus manos, con un estratega genial: Amílcar Barca, con un ejército mercenario de diversa procedencia: griegos, tracios, itálicos, celtas, íberos, baleáricos, etc., y una fortaleza casi inexpugnable en Lilibeo. (Donde el espumoso mar siciliano/el pie argenta de plata al Lilibeo/bóveda de las fraguas de Vulcano/o tumba de los huesos de Tifeo, -Luis de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea-). El problema de fondo parece ser, que Cartago era una potencia comercial, que basaba su política en el beneficio, para ello, cuando la situación de la guerra era favorable, el Consejo dejaba de suministrar fondos para el ejercito de Sicilia. Amílcar Barca, estratega de Sicilia, obtuvo con su tropas momentos de ventaja (batalla de Eryx), pero consolidar su situación, requería el auxilio de la flota. Los púnicos eran conscientes de su superioridad en el mar, por lo que no consideraban a Roma un enemigo en ese aspecto. Hasta que los romanos consiguieron hacerse con el secreto tecnológico de Cartago: la fabricación de naves en serie. Arqueológicamente se ha constatado en restos de navios púnicos, la existencia de signos alfabéticos grabados en sus piezas, esto es un indicio de que los cartagineses fabricaban sus naves usando métodos de producción en serie. El conocimiento de este secreto por los romanos hizo que fueran capaces de construir una nueva flota en 60 días. El combate de las islas Égates fue definitivo, obligando a Amílcar a negociar con Roma la paz. El resultado para Cartago fue desastroso: Una indemnización de guerra exorbitante, un tratado de “amistad” con Roma (es decir incapacidad absoluta de hacer la guerra con cualquier enemigo de Roma, aún en el caso de que atacaran directamente los intereses de Cartago), renuncia a toda la Sicilia Occidental, donde los púnicos llevaban siglos establecidos. Para Roma, el resultado le abrió las puertas de su futuro. Por primera vez Roma trascendía los límites de la Península Itálica, y Sicilia Occidental era su primera “provincia”. Descubrió el alcance del comercio en el Mediterráneo Central. Le obligó a reformar su estructura política para garantizar el control de los nuevos territorios. 9.3.2- El periodo entre guerras. Cartago, se ve obligada a replegarse a su solar de origen: África, sin embargo ha de llevarse consigo las tropas que hubo empleado en Sicilia bajo el mando de Amílcar Barca; dificultad añadida a la del pago de la exorbitante indemnización de guerra, llevan a una situación crítica para la metrópoli púnica: tropas mercenarias en su territorio, que no reciben su soldada y que están dispuestos a rebelarse contra su contratante. La rebelión de los mercenarios fue dura para Cartago. Los mercenarios, procedentes de Sicilia, se sentían unidos por juramentos de orden sagrado con su jefe: Amílcar. El Consejo de Cartago, fue siempre reticente a financiar los gastos de guerra que Amílcar demandaba, por lo que el general se vio obligado a negociar la paz con Roma. Una vez en África, el ejercito mercenario no es licenciado, ni pagado; por lo que se rebelan, gozando del apoyo de las algunas ciudades de origen libio y de los númidas. Los jefes de la rebelión fueron de origen diverso. Matho, jefe libio; Spendius, mercenario campano; Zarzas de origen celta y Audarido, tal vez balear. Cartago, se ve obligada a llamar en su ayuda a Amílcar, que sin mayor dificultad vence a sus antiguos subordinados (éste es el episodio que narra Flaubert en su novela Salambó). Aprovechando las dificultades internas de Cartago, Roma reclama el dominio de la isla de Cerdeña, abusando de su posición de fuerza; inmediatamente dominara también Córcega. Cartago es una ciudad, exhausta por los esfuerzos de guerra, la pesada indemnización, la rebelión de los mercenarios, la perdida de Cerdeña y Córcega, y la presencia de Roma en Sicilia Occidental. Por ello decide explotar una zona en donde la presencia púnica es antigua: la Península Ibérica. Gadir es el Página 21 de 48 principal enclave de origen fenicio en España, después de la caída de Tartessos, la influencia cartaginesa en Gadir fue grande, como lo demuestra que fuese la base de partida de los dos periplos más famosos de navegación en el Atlántico: y El viaje de Himilcón, que partiendo de Gadir se dirige hacia el Norte, llegando a establecer contactos ciertos con las costas de la Bretaña Francesa, Islas del Canal, Sur de Gran Bretaña y Cornualles, que en los viajes míticos de los tartesios fueron llamados Islas Casitérites. y El periplo de Hannón, expedición de colonización en la que participaron gran cantidad de pobladores, con objeto de establecer puntos comerciales y colonias. El gran número de barcos y personas que participaron en la expedición, hace que Gadir fuese una base imprescindible para la planificación del viaje. Recorriendo la costa africana, estableciendo alguna colonia en Mogador, parece ser que el límite de la travesía llegó a ser el Golfo de Guinea, donde entraron en contacto con pueblos con los que no podían ya comunicarse mediante intérpretes. De esta expedición procedían las pieles de gorilas que a su vuelta fueron depositadas en el templo de Baal. La riqueza metalífera de las tierras hispánicas, junto con la existencia de enclaves púnicos de antigua tradición, una población íbera que acogía con buen talante a los cartagineses, y la relativa lejanía de su enemiga, Roma, hizo que Amílcar buscase establecer en España las bases de un dominio mucho más sustancioso que el de las perdidas plazas de Sicilia. Mediante pactos de alianza se aseguro la colaboración de las tribus íberas, muy influenciadas por las colonizaciones púnica y helénica, venció con resolución a sus oponentes, entre los que se citan a Istolacio e Indortes, estableció su base de operaciones en la ciudad de Akra Leuke (Alicante), muriendo en combate cuando al retirarse del sitio de Helice (Elche), sufrió una emboscada. El mando de Iberia recayó en su yerno Asdrúbal, que consolidó el aparato administrativo de los dominios territoriales de Amílcar, para lo que fundó una capital cartaginesa en Iberia: Cartago Nova (Cartagena), y aprovechando momentos de debilidad de Roma, atacada en el Norte de Italia por las tribus celtas (tal vez instigados por Asdrúbal) y estando inmersos en la guerra de conquista con los ilirios, obligó a los romanos a firmar con él el tratado del Ebro, que establecía dicho río como límite entre las zonas de influencia púnica y romana: y Al Sur del Ebro, se considera zona de influencia púnica. y Al Norte del Ebro se considera zona de influencia romana, aunque como Roma no era una potencia que hasta el momento se hubiese expandido fuera de Italia, dicha influencia se ejercía mediante sus aliados los griegos de Massilia, y de sus colonias griegas dependientes en la costa catalana: Rosas y Ampurias. Asdrúbal murió asesinado por el esclavo de un rey celta a quien había hecho ejecutar. De los tres hijos de Amílcar Barca: Aníbal, Asdrúbal y Magón, fue Aníbal el que tomó el mando en Iberia. Genial estratega y hombre de gran cultura, y como todos los cartagineses de sus tiempos, muy helenizado, juró desde niño odio eterno a los romanos. Consolidó el dominio establecido por Asdrúbal, y llevó a cabo la expedición contra los vetones que terminó con el asalto a su capital Salmantica, con objeto de reclutar mercenarios celtibéricos. 9-3-3. La Segunda Guerra Púnica. El incidente que desencadena la Segunda Guerra Púnica es el de la toma de Sagunto por Aníbal. Sagunto, ciudad costera muy helenizada, parece ser que hostigaba a las tribus íberas de la zona de Teruel, aliados de Aníbal, por lo que Aníbal decide ponerle sitio, para acabar con la situación, ya que según el tratado del Ebro está en zona de influencia púnica. Parece ser que Sagunto invoca un antiguo tratado de amistad con Roma (tal vez ejercida a través de Massilia, pues que se sepa Roma no sostenía tratados con Página 22 de 48 poblaciones íberas). Ante la toma de Sagunto, Roma envía una embajada que termina declarando la guerra. Aníbal entonces hace lo que nadie esperaba que hiciese, a pesar de lo avanzado de la fecha atraviesa el Ebro y traspasa los Alpes para entrar en Italia desde el Norte, dejando el mando de las tropas de Iberia a su hermano Asdrúbal y con un muy bien equipado ejercito, en el que incluye elefantes de guerra, el primer obstáculo serio será sortear la vigilancia de Massilia, para lo que se desvía siguiendo el curso del Ródano, enfrentándose con las tribus hostiles a las que engaña con una fingida maniobra de atravesar el río, mientras el grueso de su ejercito lo hace más arriba, cayendo sobre sus enemigos por detrás. El paso siguiente fue atravesar los Alpes, perdiendo gran parte de su ejercito y casi la totalidad de los elefantes. Esta estrategia fue determinante, Roma había supuesto que la guerra se llevaría a cabo en Iberia o en África, por lo que envia sus tropas al mando de Publio Scipión, cuando llegó a España, Aníbal ya se había marchado, por lo que regresó a Italia por mar con objeto de enfrentarse con Aníbal en la Galia Cisalpina. Al igual que Agatocles y Régulo habían llevado la guerra a las puertas de Cartago, Aníbal trataba de llevar ahora la guerra a las puertas de Roma. Los enfrentamientos primeros son favorables a los cartagineses, que a su paso logran el favor de las tribus celtas del norte de Italia. En el río Tesino se enfrenta con un Publio Scipión enfurecido que es derrotado. Los restos del ejercito de Publio Scipión, se unen a los de Sempronio Longo, el cual desoyendo el consejo de Publio que ya conoce a Aníbal y su estrategia, trama combate en el río Trebia, siendo derrotados, y perdiendo Roma la Galia Cisalpina que había conquistado tan solo cuatro años antes. Publio Scipión es enviado entonces a España en compañía de su hermano Cneo, mientras en Italia es Flaminio quien se encarga de enfrentarse a los cartagineses que ya habían entrado en Etruria, siendo derrotado y muerto en el lago Trasimeno, en esta marcha Aníbal perdió un ojo. El camino hacia Roma estaba abierto. En Roma se nombró un dictador: Quinto Fabio Máximo, sabiendo que no podía atacar directamente a Roma, al menos sin haber hecho que sus aliados itálicos se decantaran por el bando cartaginés, lo que muchos no hicieron, ya que apreciaban la paz y prosperidad en que vivían bajo la tutela de Roma, (en realidad y pese al apoyo tácito de muchas ciudades itálicas, tan solo Capua se comprometió formalmente), Aníbal atravesó hacia el Sur de Italia, mientras que el dictador eludía entablar combate (lo que le valió el sobrenombre de “Cunctactor” -el que dilata-). Los enemigos políticos de Fabio: Terencio Varrón y Emilio Paulo fueron nombrados cónsules y optaron por enfrentarse con Aníbal, encontrándole en Cannas, cerca del mar Adriático, con un ejercito que duplicaba al púnico. La maniobra envolvente de la batalla de Cannas es otra de las muestras del genio del cartaginés, consiguiendo aniquilar a sus enemigos, muriendo Emilio Paulo en combate y suicidándose Terencio Varrón, fue la mayor derrota de Roma en toda su historia, el pánico en Roma fue tal que se llegaron a llevar a cabo sacrificios humanos (una pareja de galos y otra de griegos fueron enterrados vivos en el Campo de Marte para expiar los malos augurios derivados del no cumplimiento del voto de castidad por parte de una vestal). Pero Roma volvió a hacer gala de su tozudez y perseverancia comprendiendo que no podía enfrentarse a Aníbal en campo abierto y en Italia, por lo que se planteó volcar los recursos de la guerra fuera de Italia: Hispania (nombre con el que los romanos designarán a la Península Ibérica). Tras la derrota de Cannas, la situación política está de parte de Aníbal, que consigue que el rey de Macedonia Filipo V firme con él una alianza contra Roma, en Siracusa tras la muerte de Hierón II, existen dos tendencias partidistas, una de ellas a favor de Cartago, que logra imponerse, por lo que en esta época hay en Roma un sentimiento antihelénico acentuado. Página 23 de 48 Cneo y Publio Scipión desembarcan en Ampurias y someten a los illergetes, cuyo rey Indibil era uno de los firmes aliados de Asdrúbal, Cneo funda Tarraco, que de ahora en adelante será el centro de operaciones de los romanos. La acción en principio no es favorable a los romanos, y Asdrúbal puede contenerlos, pero la traición del rey númida Sifax, le obliga a desplazar tropas a África. De vuelta a la Península trae como aliado a Massinisa, otro de los reyes númidas y cuenta de nuevo con la alianza de Indibil, rey de los illergetes. Cneo y Publio Scipión son derrotados y muertos, pero el objetivo de Roma está ya conseguido: Asdrúbal no puede enviar refuerzos a Italia. El Senado envia un nuevo ejercito bajo el mando de Publio Cornelio Scipión, hijo de Publio Scipión, que en un audaz golpe de mano toma Cartago Nova. Mientras tanto Aníbal había invernado en Capua, y solicitado refuerzos de Cartago, que como siempre se los negó. Filipo V de Macedonia no arriesga lo suficiente, para mandar refuerzos a su aliado, que le hubieran proporcionado la victoria, Filipo V tenia sus propios interés y durante 10 años se enfrenta con Roma por las cuestiones relativas a Illiria, en la Primera Guerra Macedónica, Roma combate a los macedonios no solo con la flota en el Adriático, sino también con la diplomacia, logrando que, por oposición a Filipo V, se decanten del lado de la República: Pérgamo, reino creado en la parte occidental de Asia Menor por Atalo, y la Liga Etolia; llegando a la paz de Fénice. En Sicilia, Fabio recupera Tarento; y Siracusa es sometida a cerco por Marcelo, en la defensa de Siracusa participó activamente Arquímides, al que se le atribuye el diseño de máquinas de guerra, y el uso de espejos cóncavos que haciendo converger los rayos de luz sobre los navios romanos, conseguían que se incendiasen; Arquímides fue muerto, según la leyenda, mientras en la arena de su jardín resolvía un problema de geometría, diciendo al soldado romano que lo mató: “No borres mis círculos”. Con la caída de Siracusa (y su saqueo) en 212 a.C., los romanos se helenizan, tal y como se habían helenizado antes los etruscos y los cartagineses, gracias al rico botín capturado en estatuas y obras de arte de origen griego. Asdrúbal fue derrotado en Baecula e Illiberis, y con los restos de su ejercito trata de pasar a Italia, en ayuda de su hermano. Los mensajeros de Asdrúbal fueron interceptados, y éste fue derrotado y muerto en el río Metauro, Aníbal se retiró a Brutium (en la punta de la bota italiana) . Cartago envía por fin refuerzos, pero no para Aníbal, sino para España, con objeto de enfrentar a Scipión en Illipa; los cartagineses a pesar de su superioridad numérica son derrotados. En este momento la plaza púnica más importante de la Península: Gadir, se decanta del lado de Roma, con lo que Hispania deja de ser un problema para Roma., Cartago ha de abandonar Iberia, y el númida Massinisa llegó a un acuerdo con Scipíon, pasándose al lado de Roma. Publio Cornelio Scipión regresa a Italia y es elegido cónsul (a pesar solo tener 32 años, que no era edad suficiente), planeando llevar la guerra al África con el apoyo de Massinisa. Aníbal abandona Italia y se enfrenta a Scipión en Zama (202 a.C), siendo derrotado, sólo sufrió una derrota en su vida, pero bastó para que anulara todas sus anteriores victorias. Cartago hubo de pedir la paz. Las condiciones fueron tan duras como en la anterior guerra. Entrega de la flota y los elefantes, elevadísima indemnización de guerra, limitación de su territorio al África, e imposibilidad de hacer la guerra durante 50 años, lo que aprovechó Massinisa, que durante su longevo reinado tuvo libertad para perjudicar a Cartago siempre que quiso, con el apoyo de Roma. Aníbal, asumió funciones públicas como sufeta, con gran acierto en la reconstrucción y reorganización de la ciudad, pero Roma no lo perdía de vista, y terminó por exigir su entrega. Aníbal escapó a la corte de Antioco III de Siria, planeando una guerra contra Roma, que el seleucida no le permitió dirigir, siendo derrotado (más adelante hablaremos sobre esta guerra) y pasando a Bitinia, en la que el rey Prusias se sirvió de su estrategia en sus enfrentamientos con Pérgamo (ciudad que junto con la isla de Rodas era la más fiel aliada de Roma en el ámbito Egeo), Roma volvió a exigir su entrega, por lo que el genial cartaginés se suicidó (“Libremos de una vez a Roma de este molesto anciano”). Página 24 de 48 La consecuencias más importantes de la Segunda Guerra Púnica son: y Roma obtiene territorios en España, constituyendo dos provincias: Hispania Ulterior, e Hispania Citerior, según su lejanía o cercanía a Roma por supuesto, lo que requirió cambios en su estructura política y administrativa. Los gobernadores provinciales (primero llamados cónsules y pretores como en la ciudad y luego procónsules y propretores) eran enviados por periodos superiores a un año, el ejercito se profesionalizó, dejando los soldados de cultivar las tierras durante su periodo de servicio activo, para poder asumir los requerimientos de movilidad; ésto unido a la lejanía de Roma, fortaleció a los líderes provinciales e hizo a los ejércitos leales a sus jefes, más que a la Roma distante. Durante 100 años, la influencia y el poder de la tradición republicana mantuvo a raya a los militares, después vendrán los desastres de las guerras civiles. y En Italia, al Norte la Galia Cisalpina que había ayudado a Aníbal fue poblada por colonos latinos, y la población gala lentamente eliminada; al Sur las ciudades griegas quedaron tan debilitadas que nunca volvieron a tener influencia política. y Cartago no vuelve a tener influencia ninguna en el Mediterráneo poniendo así fin a sus seis siglos de andadura comercial y política. y Hace que Roma tenga en cuenta los asuntos de Grecia. Anteriormente había tenido una guerra con el reino de Illiria, ya que los ilirios practicaban la piratería en las costas del Adriático, donde Roma había establecido colonias en la costa italiana. La reina Teuta mantenía alianza con Macedonia. Polibio hace incidencia en que, en esta guerra no solo se defendían los intereses romanos, sino que también las ciudades griegas sufrían la piratería de los ilirios (pero también los mismos griegos la practicaban, por ejemplo la Liga Etolia). El general griego de la reina Teuta: Demetrio de Faros, se pasó al lado de los romanos, entregándoles la isla de Corfú (Corcira), desde donde atacaron el sur de Illiria. En agradecimiento los romanos fueron admitidos en los juegos ístmicos en Corinto en el 228 a.C. y se estableció sobre Illiria un protectorado de hecho a cuyo frente se situó a Demetrio de Faros, que en su puesto de líder ilirio, reanudó la tradicional alianza con Macedonia y prosiguió su política de expansión, una nueva intervención de Roma hace que Demetrio se refugie en la corte del nuevo rey macedonio Filipo V, del que fue consejero. La alianza con Aníbal de Filipo V, y la Primera Guerra Macedónica terminada en la paz de Fénice, hacen ver a la República que, si había sido vulnerable a un ataque desde las lejanas bases cartaginesas en Iberia, tanto más indefensa estaba a un ataque serio desde la vecina Península Balcánica. 9.3.4 La Tercera Guerra Púnica. Tras la batalla de Zama, Cartago ha de sufrir la rapiña del númida Massinisa, que con el apoyo de los romanos hostigaba su territorio. Roma siempre fue rencorosa con Aníbal, como lo muestran sus exigencias de que fuese entregado, pero también lo fue con la patria del general púnico. El romano que más destaca en su odio contra Cartago fue Marco Porcio Catón, que en 157 a.C. viajó a Cartago para dirimir una de las múltiples disputas iniciadas por el númida, quedando horrorizado de que los cartagineses gozaran de prosperidad, hay que tener en cuenta que Catón era un tradicionalista terrateniente, enemigo directo de los Scipiones que representaban dentro de Roma la tendencia más helenizante; puede que viese amenazado el comercio de vino y aceite desde Italia en el que él como terrateniente tenía intereses. Lo cierto es desde ese momento en el final de todos sus discursos, fueran del tema que fueran, añadía la frase: “También opino que Cartago deber ser destruida” -”Cartago delenda est”-). La oportunidad llegó por fin en el 149 a.C., en que la cuidad perdió los estribos con Massinisa, aunque éste resultó victorioso, Roma consideró que violaba los tratados, y desembarcó con su ejercito en África. Cartago solicitó la paz, pero las condiciones romanas llegaron a exigir el abandono de la ciudad y su establecimiento en otro lugar alejado 15 Km de la costa. Los púnicos, que como los fenicios, habían hecho del Mediterráneo algo más que un mar, se encerraron en la ciudad y lucharon con el valor de la Página 25 de 48 desesperación durante dos años. Ni Catón (85 años), ni Massinisa (90 años) llegaron a ver caída a su odiada enemiga. Publio Cornelio Scipión Emiliano, hijo del cónsul muerto en Cannas, Emilio Paulo, y nieto adoptivo del Africano (de ahí su nombre), destruyó e incendió Cartago en 146 a.C., lo que le valió el sobrenombre de “Africano”. El historiador Polibio, amigo de Scipión fue testigo de su final. En el mismo año Corinto fue también destruida por los romanos, dentro de la política romana de terminar con el poder de la Liga Aquea (junto con la Liga Etolia, dominada en el 167 a.C. por los romanos; era una de las dos ligas que existían en Grecia en la época helenística), la destrucción de Corinto es uno de los hechos menos justificables cometidos por los romanos, es posible que también fuese un rival comercial de Roma (competidores de la cerámica y la metalurgia campania), pero junto con la destrucción de Numancia en 133 a.C., hace pensar en que la política de Roma en la segunda mitad del siglo II se orientaba a sembrar el terror entre sus enemigos. 10. Expansión de Roma. La existencia de una política expansionista por parte de Roma es primero restringida a la Península Itálica, después de la Primera Guerra Púnica, se crea la primera provincia romana en la parte de Sicilia no controlada por Siracusa, no tiene Roma ningún inconveniente para aprovecharse de la debilidad de Cartago y controlar primero Cerdeña y después Corcega. El final de la Segunda Guerra Púnica pone en manos de la República las dos provincias de Hispania. A partir de aquí de una forma no muy planificada Roma interviene en los asuntos de Grecia y del Egeo, haciéndose participe del frágil equilibrio de los Estados helenísticos: y Grandes imperios (Macedonia, Seleucia y Egipto). y Monarquías de mediano tamaño que para su subsistencia debían buscar alianzas (Pérgamo, Bitinia, Ponto, ...) y Pequeñas repúblicas marinas dedicadas al comercio, sobre todos de esclavos procedentes de la piratería que eran vendidos en sus puertos francos (Rodas, Delos, etc.). y Ciudades-estado con partidos oligárquicos y democráticos (Atenas, Corinto, Esparta, Tebas, Argos, ...). y Ligas y confederaciones entre estados y ciudades estados (la Liga Etolia y la Liga Aquea), que buscaban el apoyo de alguno de los grandes monarcas helenísticos para poder hacer frente a otro de ellos. Por otra parte las nuevas provincias hispanas quedan sin someter, debido en gran parte a los abusos de poder por parte de los legados de Roma. En África, sujeto a las leoninas condiciones derivadas de la derrota, subsiste Cartago, rodeada por los reinos númidas. Podemos distinguir dos periodos: y El primero, con guerras de hegemonía, en los que el Senado derrota a sus oponentes, pero no conquista, ejemplos de ello son la Guerra de Illiria, la Primera y Segunda Guerra Macedónica, la Guerra de Antioco III, en los que se esgrimían proclamas tales como la de “la libertad de Grecia”, hecha por Flaminio, o se obliga a los vencidos a no oponerse a Roma. y El segundo de guerras que originan conquista, donde la victoria de las legiones es seguida de la declaración del territorio como provincia romana y el envío de los legados de Roma para su administración y control efectivo, como en la Tercera Guerra Macedónica y la Guerra contra la Liga Aquea, en Grecia, que originan las provincias de Illiria, Macedonia y Achaia; la Tercera Guerra Púnica, que origina la provincia de África, como ya hemos comentado en el párrafo anterior; y las Guerras Celtibéricas, que aunque no originan nuevas provincias, dan control efectivo sobre las dos de Hispania. 10.1 Los asuntos de Grecia. Página 26 de 48 10.1.1 La Segunda Guerra Macedónica. Como recordamos, es consecuencia de las Guerras Ilirias y de la Segunda Guerra Púnica, la toma de conciencia por Roma de la importancia de la política egea, así como contacto directo con el esplendor de la cultura helenística. Desde los tiempos de la derrota de Pirro, Roma había recibido la consideración de Egipto, este reino era tradicional enemigo de los seleucidas, con los que mantenía un enfrentamiento tradicional por el control de Palestina y Celesiria, también estaba enfrentado con los macedonios por la cuestión de sus posesiones en el Egeo, tanto insulares, como en tierra firme, en la parte europea (Tracia) y en Asia Menor. En la transición del segundo al primer siglo Seleucia y Macedonia cuentan con soberanos fuertes: Antioco III, que después de una guerra fallida con Egipto, que se resolvió en la batalla de Raphia, regresaba de campañas victoriosas en el Este, mientras que Filipo V, terminados sus problemas con Roma se decide a intervenir en Grecia. Por otra parte, Egipto se encuentra en estado de debilidad, por las crisis sufridas tras la muerte de Ptolomeo IV Filopator. Consecuencia de ello es el entendimiento de Filipo V y Antioco III para repartirse el Imperio de los lágidas; Antioco III recibiría todo Egipto, mientras que Filipo V obtendría las posesiones del Egeo y la Cirenaica (considerada como una prolongación natural de Grecia en África). Es Filipo quien interviene, amenazando Pérgamo, aliado de los romanos, junto con la isla de Rodas, que entonces, también contaba con posesiones en el continente asiático, el asunto era también significativo para Roma ya que Pérgamo y Rodas eran importantes para el control del tráfico marítimo. El Senado envió embajadas a Filipo V, que consideró que la paz de Fénice no era violada, ya que él actuaba sobre Grecia, no sobre Italia, las primeras victorias romanas hicieron que Filipo tratara de negociar una paz, pero las exigencias de abandono de las plazas fuertes que mantenía fuera de Macedonia: Corinto, Calcis y Demetrías, hizo imposible el acuerdo. En 197 a.C., Flaminio, personaje conocido por ser filoheleno y gran conocedor de los asuntos de Grecia venció en Cinoscéfalos, las condiciones relegaban a Macedonia a sus fronteras naturales: debía retirar sus guarniciones de las ciudades griegas, restituir sus conquistas en Tracia y Asia Menor y se comprometía a ceder su flota de guerra, excepto cinco naves de guerra y 5000 soldados como toda defensa. Aquel mismo año Flaminio, en los juegos ístmicos, proclamó “la libertad de Grecia”. 10.1.2 La Guerra con Antioco III de Seleucia. Los etolios, esperaban sacar amplio partido del apoyo prestado a Roma en su guerra con Macedonia, pero al no verse cumplidas sus expectativas, se indispusieron con Roma. Por otra parte Antioco III, trataba de obtener su parte de las posesiones de Egipto y volver a reconstruir el imperio de su antepasado Seleuco, desde Tracia hasta el Indo, para ello tenía que someter a Pérgamo, separado del estado seleucida hace un siglo por un rebelde. Antioco III pasó a Tracia y se convirtió en catalizador de todos los sentimientos antiromanos de los griegos, los etolios le nombraron “estratega honorífico” de su liga y tomaron la plaza fuerte de Demetrias. Antioco III avanzó hasta Tesalia, donde el cónsul Acilio Glabrio le derrotó en Las Termópilas, volviendo al Asia y refugiándose en Éfeso para preparar la resistencia. El grupo de los Scipiones, insistió en perseguir al enemigo y dio el mando a Lucio Cornelio Scipión, hermano del Africano, (parece ser que el “mando efectivo” del ejercito en realidad lo llevaba Publio Cornelio, pero no podía hacerse cargo de la titularidad por impedimentos legales), derrotando a Antioco III en la batalla de Magnesia de Sípilo, recibiendo Lucio el sobrenombre de “El Asiático”. En 188 a.C. se firma la paz de Apamea, los seleucidas han de abandonar las ciudades asiáticas, que pasan a manos de Eumenes de Pérgamo, la Liga Etolia aunque aún no fue disuelta hubo de pagar una indemnización y perdió su independencia política. Muchos se ha comentado sobre si el instigador de esta guerra con Roma fue Página 27 de 48 Aníbal, refugiado en la corte del seleucida, es posible; pero ya Roma era una potencia implicada en el difícil equilibrio helenístico, además con fuerza y con sólidos aliados en la zona, mientras que Antioco III, parece ser que menospreció al enemigo con el que se enfrentaba, cosa que Aníbal, después de ser derrotado en Zama y conociendo muy bien a los romanos, nunca hubiera aconsejado, ni mucho menos permitido. En las condiciones del tratado, ademas de la entrega de los elefantes, la flota y la indemnización, Roma pidió la entrega del cartaginés, que hubo de escapar a Bitinia. Tras la victoria de Lucio Cornelio Scipión, el Senado le investiga por un asunto de cuentas, una especie de escándalo financiero, con ramificaciones políticas, persiguiendo acabar con el prestigio de su hermano. Ambos fueron llevados a declarar ante el Senado, mencionó el Africano que aquel día era el aniversario de la batalla de Zama, bastando para resolver favorablemente el tema. 10.1.3 La Tercera Guerra Macedónica. En Macedonia Perseo, hijo mayor de Filipo V, convenció a los griegos de que Macedonia era el contrapeso ideal para oponerse a Roma, normalizando sus relaciones con la Liga Aquea, que hasta ahora había permanecido del lado de Roma, o neutral, selló un tratado con Beocia y se ligó con Seleuco IV casándose con su hija Laodicea. Según Polibio en el Senado romano se dejaron oír opiniones según las que Perseo, trataba de invadir Italia, convirtiéndose en otro Aníbal, ahora desde el Este. Roma desembarcó en Macedonia, y el ejercito romano avanzó a duras penas, los ilirios se pasaron al bando macedónico y el propio Eumenes, -cuyo reino estaba amenazado por los gálatas-, buscaba una solución negociada. Lucio Emilio Paulo, hijo del Emilio Paulo muerto por Aníbal en Cannas, logró junto con Scipión Nasica arrinconar al rey en Pidna, que fue derrotado, desapareciendo así de la historia la dinastía de los Antigónidas. Macedonia e Illiria fueron divididas en 4 y 3 regiones respectivamente, poco más tarde Macedonia se convierte en provincia (148 a.C), y se comienza la construcción de la vía Egnatia. 10.3.4 La Guerra contra la Liga Aquea. La Liga Aquea permaneció neutral, pero el Senado obligó a la entrega de 1000 rehenes (uno de ellos era el historiador Polibio). El intento de forzar a Esparta (que normalmente no se había integrado en ninguna de las dos confederaciones), hizo que Roma enviara embajadores a Corinto en donde pidieron la separación de la liga no solo de Esparta, sino de otras ciudades no aqueas como Corinto, Argos y Orcómeno, la reacción de los corintios fue la de degollar a todos los romanos, que hubieron de huir, la violencia antiromana se propagó a toda Grecia. El ejército romano que estaba en Macedonia bajó al Peloponeso; el estratega aqueo, Critolao, no logró contener a los romanos en Las Termópilas y fue capturado con su ejército en Escarfea por el comandante romano Cecilio Metelo. Recurriendo a la confiscación de bienes un segundo estratega: Diceos formó otro ejercito de 40.000 hombres que fue derrotado por L. Mummio en el istmo de Corinto, arrasando la ciudad (146 a.C.). El saqueo de Corinto, ya comentado y la reacción romana fue brutal y desproporcionada, luego Roma prohibió todas las ligas y sometió al Peloponeso al mando del gobernador de Macedonia, convirtiéndose en la provincia de Acaya. Finalmente, Roma es la dueña del Mediterráneo oriental. Al rey de Eumenes le sucede su hermano Atalo II y después su hijo Atalo III, que adopta la decisión de ceder su reino a Roma, creándose la provincia de Asia en 133-129 a.C. En los otros dos reinos helenísticos la situación es también controlada por Roma: y En Egipto después de la guerra de Antioco III, el poder se repartió entre dos hermanos: Ptolomeo Filometor y Ptolomeo Ervegetes, la lucha entre los dos fue continua. Roma arbitró una solución al conceder al primero Egipto y Chipre y al segundo la Cirenaica, la cuestión no fue resuelta, ya que había senadores partidarios de Filometor y de Ervegetes, poco después éste rey murió, su hermano atacó Siria aprovechando los desordenes dinásticos, pero si no se atrevió a unificar los dos reinos, fue por temor a Roma verdadero árbitro de la situación. Página 28 de 48 y En Siria tras la muerte de Antioco III le sucede su hijo Antioco IV (de 9 años), la regencia es ejercida por Lisias, pero el Senado manda una comisión para actuar como tutores del rey (tratando de liquidar los elefantes de guerra y la flota), su actitud provocó una revuelta en la que fue asesinado Cneo Octavio, jefe de la legación, Lisias envió disculpas, pero si bien fueron aceptadas, Roma envió a Demetrio, -rehén en Roma, hijo de Seleuco IV-, que asesinó a Lisias y al joven príncipe, siendo reconocido por Roma en 160 a.C. A partir de aquí las luchas por la sucesión, las usurpaciones y la sucesiva independencia y sublevación de ciudades se suceden hasta que Roma interviene definitivamente. 10.2 Los romanos en Hispania. Hemos visto como Scipión tras la batalla de Illipa toma para Roma el control efectivo de la Península, designando el senado dos gobernadores (pretores) para cada una de la dos nuevas provincias: Hispania Ulterior e Hispania Citerior, no tardan en producirse las primeras rebeliones. En el año 200 a.C. se produce una rebelión en la región bética liderada por el rey Culcas, que se extendió a la Citerior. El Senado envía para sofocarla al cónsul Marco Porcio Catón, que con un ejercito de 50.000 hombres lleva a cabo una pacificación precaria de la zona, que al menos permite poner en explotación las minas de Cartago Nova y la Bética. La paz no podía ser duradera sin el control de los pueblos guerreros del interior, en donde los celtíberos acudían como mercenarios a luchar de parte de cualquier pueblo que se enfrentase a Roma. Tiberio Sempronio Graco (el padre de los famosos tribunos de la plebe), llevó a cabo una pacificación intensa del valle del Ebro, fundando Gracchurris (Alfaro - La Rioja) y asentando a ciertas poblaciones seminómadas que vivían del pillaje. La explotación del territorio y los recursos hispanos por parte de Roma fue brutal, sobre todos por parte de Catón y L. Emilio Paulo (el vencedor de Perseo en Pidna en la Tercera Guerra Macedónica), que según Diodoro, fue el que mayor cantidad de oro llevó a Roma procedente de Hispania. La población hispana protestó enérgicamente contra el expolio en el Senado romano, que investiga los hechos, pero no castiga a los culpables, designando a unos “defensores” de los intereses de los hispanos: M. Porcio Catón, P. Cornelio Scipión, L. Emilio Paulo y C. Sulpicio Galba; salvo el último todos habían participado en la represión de las sublebaciones y en el saqueo de los recursos provinciales. A partir de 154 a.C. se suceden durante 20 años las llamadas Guerras Celtibéricas, cuyo escenario es Lusitania y la Celtiberia. 10.2.1 Viriato y los lusitanos. En 154 a.C., los lusitanos invaden la Ulterior derrotando en 151 a.C. a Sulpicio Galba, los romanos llevan a cabo una estrategia de represión brutal e indiscriminada (Licinio Lúculo ataca a los vacceos y masacra a los habitantes de Cauca (Coca)). Ambos pretores vencen a los lusitanos y estos solicitan negociaciones de paz, consiguiendo que se les prometan tierras para abandonar sus prácticas de bandolerismo. Galba no cumplió dicho tratado, sino que masacró a los lusitanos, vendiendo como esclavos a los supervivientes. Viriato, uno de ellos, sublevó toda la parte Occidental de España durante 7 años. Nacido en fecha incierta en la sierra de la Estrella (actual Portugal), venció a los pretores (gobernadores provinciales) Cayo Vetilio, Cayo Plaucio y Claudio Unimano entre los años 147 y 146 a.C., y a los cónsules (principales magistrados de Roma) Fabio Máximo Emiliano, Lelio y Serviliano, desde esa última fecha hasta el 140 a.C., apoderándose de gran parte de las provincias romanas de la Hispania Ulterior y de la Carpetania (Sur, Oeste y Centro de la Península Ibérica). Roma pactó con Viriato al verse impotente para terminar con su rebelión, llegando a otorgarle el título de “amicus populi romani”, pero el cónsul Servilio Cepión sobornó a sus emisarios Audas, Ditalkón y Minuros, quienes le asesinaron mientras dormía (139 a.C.); según la leyenda, se dice que tras la traición, Roma, les negó el pago de sus servicios: “Roma no paga a los traidores”. Su rebelión se convirtió en uno de los mayores símbolos de la resistencia peninsular frente a la dominación romana. En sus funerales se practicaron hecatombes (sacrificios de gran cantidad de ganado y caballos), y sacrificios humanos de prisioneros. Página 29 de 48 10.2.2 Numancia. Paralelamente surge la guerra de Numancia, como ya hemos citado la confederación de los arévacos, era en ese momento la potencia indígena guerrera de la Península. Los habitantes de Numancia dan refugio a los de la vecina Segeda (ciudad probablemente de los belos), que huyen de la represión de Roma, Pompeyo (no confundir con el famoso Pompeyo el Grande), es incapaz de dominar Numancia y Termancia. Quinto Cecilio Metelo (el Macedónico, participante en la Guerra contra los aqueos, y que ya había derrotados a otras tribus celtíberas como los titos, belos y lusones) también fracasa, y optan por atacar Termancia pero los arévacos hacen huir a la caballería de Pompeyo hacia un desfiladero en el que los acorralan. Un nuevo fracaso del cónsul Mancino, hace que los romanos pidan la paz, en Roma se ve a la pequeña ciudad hispana como “el terror de la República”, y para poner fin a dicha situación envía uno de sus generales más brillantes: Publio Cornelio Scipión Emiliano el Africano, el destructor de Cartago, al que acompañan Cayo Mario, Yugurta, rey de Numidia con sus elefantes, Cayo Craco y el historiador Polibio. En principio las operaciones de Scipión Emiliano no son para atacar Numancia, sino a los vacceos, impidiendo que ayudasen a los arévacos, después cerca la ciudad con empalizada foso y 7 campamentos romanos. Los elefantes de Yugurta aterrorizan a los celtíberos, pero una piedra lanzada por uno de ellos en su huida hace que los animales se enfurezcan, volviéndose contra los propios atacantes. Es bloqueados el cauce del Duero, para cortar el suministro de agua a los resistentes numantinos. El cerco es total, pero aún Retógenes, con unos compañeros logra salir de la ciudad, proponiéndose buscar apoyo en las ciudades vecinas, la sublevación es seguida por la ciudad de Lutia, cuyos habitantes son castigados por los romanos cortándoles a todos las manos. En situación insostenible, se pide negociar con Scipión Emiliano una salida honrosa, pero éste es inflexible y exige rendición incondicional, optando por el suicidio colectivo y la quema de la ciudad (133 a.C.). Supervivientes, si parece ser que hubo, los cuales, como es tradicional en estos casos fueron esclavizados. Scipión Emiliano pudo añadir a su ya largo nombre otro “cognomen” honorífico: Numantino. . Menos conocida aunque igualmente bélicos fue Termancia, que acogió a quienes pudieron huir, a la que Apiano y Diodoro se refieren como “ciudad arévaca no sometida a Roma”. Años más tarde aparecen nuevas referencias a esta ciudad hermana de Numancia cuando ya en el año 97 a.C. Tito Didio vence a los arévacos matando cerca de 20.000. Ante esta victoria romana Termancia fue obligada a bajar al llano sin posibilidad de protegerse con muralla a modo de castigo por su rebeldía. Numancia fue ejemplarmente castigada, como en su momento lo fueron Cartago y Corinto, ciudades rebeldes que mostraron una dura oposición ante el ejército romano. Fue reducida a cenizas y se prohibió su reconstrucción, a pesar de que más tarde Augusto edificó una ciudad romana sobre sus restos. A partir de este momento ya no se puede hablar en España de oposición seria al poder de la República, aunque la zona cantábrica (en todo su litoral) permanece no sometida. Cántabros y astures han de esperar a que Octavio consiga su poder unificado al ser proclamado “princeps”, dando origen al Alto Imperio Romano, para acudir a pacificarlos. 10.3 Aristócratas y populares: el último siglo de la República. Aunque nos volvemos a desviar del tema, los últimos tiempos de la República de Roma, merece la pena resumirlos, puesto que solo comprendiendo los fenómenos políticos y sociales que se desarrollaban en Roma, es entendible su propagación hacia las tierras de las dos provincias hispanas. El punto determinante para la romanización de Hispania fue la rebelión de Sertorio, jefe del partido marista, que creó un nuevo estado en tierras de Hispania. Consecuencia de la anterior, es la presencia en España de Pompeyo Magno, el fenómeno de las clientelas hace que este triunviro cuente con Hispania como uno de los apoyos más fuertes de su contienda contra César. El mismo César fue pretor en la Ulterior, Página 30 de 48 consiguiendo también prestigio militar y clientela: Balbo el Viejo, político y militar de origen hispano, amigo personal de César, Pompeyo y Cicerón (las tres figuras políticas más importantes del momento); fue uno de los mediadores en la formación del Primer Triunvirato. Tras la derrota de los pompeyanos, el enfrentamiento entre Octaviano y Marco Antonio se produce en tierras de Oriente; pero a su final, influye aquí el plan de Octaviano -ahora Augusto-, de incorporar como provincias todos aquellos territorios fronterizos, que no estaban sometidos o eran reinos clientes, lo que lleva a la sumisión y conquista de los territorios de cántabros y astures. Desde los primeros tiempos de la República, existió un enfrentamiento entre los patricios (nobleza de la ciudad, asisten al Senado y son los “patres” de la patria), y los plebeyos, resuelto con la promulgación de la Ley de las Doce Tablas, la situación después de las conquistas, ha variado sustancialmente desde una ciudad-estado, de base totalmente agrícola hacia el complejo entramado comercial del mundo helenístico. y En primer lugar, la derrota de Aníbal hace que Roma castigue a las ciudades que le ayudaron, que fueron muchas, tanto en la Galia Cisalpina como en la Magna Grecia, las confiscaciones aumentan grandemente el “ager publicus”, esta circunstancia favoreció la formación de un ejercito legionario, ya que para pertenecer a la legión hacia falta ser “adsiduus” (propietario de tierras). Las guerras de conquista abren nuevos mercados, por lo tanto se requiere incrementar el ritmo de producción de productos; son los grandes terratenientes quienes optan por la mano de obra esclava (muy abundante, debido a las guerras de conquista), para incrementar su producción. El circulo vicioso está cerrado: el pequeño campesino no puede competir y enajena sus tierras aumentando las propiedades de los latifundistas. y En segundo lugar, los miembros del Senado: la “nobilitas”, tienen prohibido el ejercicio del comercio según la ley Claudia de 218 a.C., por los que surgió una nueva clase: los caballeros (orden ecuestre), son los que se dedican primero a los negocios públicos, y luego a los privados, apareciendo sociedades formadas por senadores y caballeros dedicarse a las actividades comerciales y financieras. En el ejercito llegaban a desempeñar los cargos de oficiales. Sin embargo su reivindicación más sentida fue la de que les permitieran el acceso al “cursus honorum”, culminando con el acceso al cuerpo senatorial. y En tercer lugar Roma seguía teniendo estructura de ciudad-estado, por lo tanto los “socii” -los aliados itálicos-, parte integrante de las legiones que habían conquistado la “oikumene”, gozaban paradójicamente de iguales derechos que los romanos en el extranjero conquistado, pero no en la misma Roma. Estos socios exigían compartir también derechos, cosa a la que el Estado Romano se negaba. La reducción de propietarios y su emigración hacia las ciudades, forzó a la proletarización de la plebe, resintiéndose la estructura del ejercito. Como soluciones pueden darse tres: y Reducir el censo necesario para acceder a la milicia. y Prolongar la permanencia del soldado en la legión. y Aumentar el número de propietarios, para lo que el Estado debería redistribuir la tierra del “ager publicus”: la reforma agraria. Las elecciones a las magistraturas se realizaban (en esta época) en los comicios por tribus -”tributa”-, el hecho de que los senadores y miembros de la clase dominante (“optimates”), tuvieran relaciones de patronazgo con extensos grupos de clientela, viciaba el sistema electivo. A finales del siglo III a.C., las “leges tabellariae” establecen el voto secreto, mermando la capacidad de intervención de los optimates, y por contra aumentando la capacidad de decisión del pueblo y el poder de los tribunos de la plebe, que pasan a ser magistrados opuestos al Senado casi por definición. Es en esta época cuando se crean las dos corrientes de opinión (que no partidos): y Los aristocráticos: partidarios de una política conservadora, de beneficios para los terratenientes, contrarios a la ampliación de derechos. Página 31 de 48 y Los populares: Defendían las asambleas y el poder de los tribunos de la plebe como oposición al Senado, partidarios de la reforma agraria, del reparto gratuito de trigo , etc. 10.3.1 Los Gracos. El tribuno de la plebe del año 133 a.C.: Tiberio Sempronio Graco (hijo del pretor del mismo nombre que hemos visto actuar en Hispania), emparentado con los Scipiones, su madre Cornelia era hija del Africano y su hermana Sempronia esa esposa de Scipión Emiliano; fue encargado de presentar una ley de reforma agraria (probablemente no a iniciativa totalmente suya, sino como resultado de la puesta en conjunto de una amplia representación de ideas de personajes políticos relevantes de los que Tiberio fue instrumento operativo), que promovía la recuperación para el “ager publicus” de las tierras sin títulos ocupadas ilegalmente, y su distribución entre soldados pobres. La ciudad (y toda Italia) se dividió, y en los comicios por tribus, el otro tribuno (Marco Octavio), que fue sobornado, vetó la ley. T. S. Graco volvió a convocar los comicios por tribus y deponer a su colega oponente, la ley fue aprobada. Su aplicación fue más costosa (era ingente el trabajo de forzar la recuperación de tierras, surgieron disputas con los itálicos, etc.), solicitando como medida de financiación los tesoros y el propio reino de Atalo III, cedido como herencia al pueblo romano. Para poder continuar aplicando su reforma, T. S. Graco se presento al tribunado otra vez (la ley lo impedía, no se podía acceder otra vez a ninguna magistratura hasta pasados 10 años). La violencia de la sesión del Senado terminó con el asesinato del candidato a tribuno de la plebe. Scipión Emiliano regresó una vez resuelto el problema de Numancia y tomó partido por el Senado, ya vez que el mayor problema de aplicación de la ley era la determinación del status jurídico de los terrenos, hizo recaer el poder jurídico de los tribunos agrarios en los cónsules, siempre ausentes por motivos militares. Scipión Emiliano fue asesinado poco después. En 123 a.C., el hermano de Tiberio Sempronio: Cayo Graco fue tribuno de la plebe, decidió ir más despacio que su hermano consiguiendo que un gran número de leyes suyas fuesen aprobadas (venta de trigo a precios reducidos, reducción del tiempo de servicio en filas, cargo al Estado del equipamiento de los soldados), incluso asegurándose la reelección mediante una ley que expresamente lo autorizaba (“de tribunis reficiendis”), quitó fuerza al orden senatorial haciendo recaer la atribuciones de los jurados sobre el orden ecuestre, y atribuyó a los caballeros asientos fijos en los espectáculos públicos. Uno de los aspectos de la política popular de reparto de tierras, está en servirse de las tierras recientemente conquistadas mediante la fundación de colonias, proponiendo la creación de una colonia en el territorio de la antigua Cartago. Es así, que las reformas de los Gracos, no solo se servían de la tierra de Roma sino que hacían uso de la de los demás pueblos, alentando el imperialismo y el espíritu de más conquistas. Las leyes propuestas para conceder la ciudadanía romana a los itálicos más ricos y la latina a los demás, le hizo perder el apoyo de los ecuestres (el argumento era que si había más ciudadanos, no habría puestos fijos para todos en los espectáculos públicos). El Senado se valió de M. Livio Druso, el otro tribuno que interpuso el veto. Cayo Graco se retiró a organizar la colonia en Cartago. Pero sus oponentes consiguieron abolir la ley de creación de dicha colonia y al regreso de Graco a Roma se produjeron enfrentamientos. El Senado mandó un “senatus consultum ultimus” dotando al cónsul de poderes extraordinarios para restablecer el orden (una especie de estado de sitio y ley marcial), Cayo se hizo matar por un esclavo. Los años siguientes de Roma, son de control por parte de la “nobilitas”, conquistándose la Galia Narbonense, a la que por su proximidad a Italia los romanos llaman La Provincia: Provenza. Con el pretexto de defender a sus aliados massaliotas de los celtas, Sextio logró derrotar a los saluvios y fundó la ciudad de Aquae Sextiae (Aix-en-Provence). En el 122 a.C. el cónsul Cneo Domicio Ahenobarbo consiguió una gran victoria sobre los alóbroges y avernos, fundando Narbo (Narbona), se conseguía un Página 32 de 48 camino directo entre Italia e Hispania. En la misma época Cecilio Metelo conquistó las Baleares, acabando con la piratería a que se entregaban sus habitantes y fundando dos colonias: Palma y Pollentia. 10.3.2 Cayo Mario. La transición del segundo al primer siglo, lleva al poder a un personaje salido del ejercito: Cayo Mario, hemos visto que acompaña a Scipión Emiliano en el cerco de Numancia como tribuno militar. En Roma, Mario goza de la protección de los Metelos, es con motivo de la Guerra contra Yugurta (que también había acompañado a Scipión Emiliano en el cerco de Numancia) cuando gana relevancia. Yugurta, rey de Numidia es nieto de Massinisa, y a la muerte del hijo de éste (Mipcisa), comparte poder junto con sus primos, a los que termina asesinando y enfrentándose con Roma. El mando de la campaña, recae sobre Q. Cecilio Metelo, pero Mario logra, por medio del desprestigio de su protector, que el Senado le otorgue el mando. La victoria final se debe a la astucia de Lucio Cornelio Sila, cuestor a las ordenes de Mario, que logra que el rey Bocco de Mauritania traicione a Yugurta entregándole a Roma. Los consulados de Mario son sucesivos, llegando a ser elegido cónsul hasta seis veces, lo cual era tanto contrario a las leyes, como a las costumbres, pues no existían tales precedentes. Esto le dio tiempo a llevar a cabo una profunda reforma del ejercito, cuya piedra angular esta en el abandono del antiguo sistema de leva basado en el ciudadano-propietario-soldado, admitiendo en el servicio a los proletarios (“infra-classem”), al carecer estos de medios de fortuna, el Estado ha de proporcionarles: y Salario, bien a costa de la República, bien mediante la participación de la tropa en el botín. y Equipamiento, al menos de “philum” y escudo. A Mario se debe también el equipamiento adicional (herramientas, útiles de construcción, raciones de alimentación, etc.), que convirtieron al legionario romano (“miles romanus”), en “mulus marianus”. y Medios de subsistencia para después de su licenciamiento, las tierras conquistadas ofrecían superficie para la formación de colonias de veteranos. El resultado fue la formación de un ejercito proletario, ligado a su general, más que a la lealtad a la República, en el que confiaban, ya que en definitiva era el que les proporcionaba los medios de subsistencia: clientelas militares. Otra amenaza se cernía sobre Italia, los cimbros y los teutones, pueblos germánicos, que se habían visto desplazados de sus tierras de origen en la Península de Jutlandia por una regresión marina, similar a la que en el siglo XIII afectó a las costas de Holanda, su presión sobre la provincia narbonense, hizo que llegaran a amenazar a Italia. En 105 a.C., las tropas conjuntas de los dos cónsules son derrotadas en Arausio (Orange), muriendo 100.000 hombres (el mayor desastre desde Cannas). Los germanos se dirigieron hacia Hispania, donde fueron rechazados por los celtíberos, terminando por considerar a galos y celtíberos enemigos más peligrosos que las legiones de Roma. Mario asumió el mando, con su nuevo modelo de ejercito, derrotando por fin a los teutones en Aquae-Sextiae (Aix-en-Provenze) y al año siguiente a los cimbros en Vercelli (logrando capturar tal número de prisioneros, que los precios en el mercado de esclavos cayeron en picado). Mario era un hombre salido de las clases humildes, su éxito se debe a su capacidad militar, pero “Cayo Mario, como todo buen militar, no tenía cabeza”, esta circunstancia le llevaba a despreciar a la clase senatorial, alineándose con los populares, en contra de los “optimates”. Un problema latente era el de los socios itálicos de Roma, parte integrante del ejercito como tropas auxiliares, participaban en las campañas que engrandecían a la urbe, y por tanto aspiran a sus mismos derechos: la ciudadanía romana. El problema fue atacado con decisión por M. Livio Druso, cuyo asesinato, desencadenó las Guerras Sociales, que enfrentaron a una confederación de pueblos itálicos contra Roma (marsos, picenos, vestinos, pelignos y marrucinos en el frente septentrional, y samnitas, lucanos, hirpinos, frentanos, Página 33 de 48 pompeyanos y campanos, en el meridional). Se dotaron de una capital: Corfinium, a la que llamaron Itálica; instituciones (Senado, cónsules, etc.); y acuñaron moneda con motivos provocadores (un toro corneando a la loba romana, etc.). No todos los aliados tenían la misma prioridad, los septentrionales, probablemente tenían por meta la obtención de la ciudadanía; mientras que por ejemplo los samnitas pretendían la independencia, los etruscos y umbros permanecieron fieles a la República. Por supuesto entablan negociaciones con el enemigo de Roma en Oriente, en ese momento Mitrídates, rey del Ponto. La guerra, aunque corta (91-89 a.C.), fue dura, Mario actuó en el norte, Pompeyo Estrabón (con un ejercito propio) en el Piceno, y Sila en el Samnio. Los aliados comienzan a romper su unidad, cuando el Senado decide otorgar la ciudadanía a los socios que habían permanecido fieles -”lex Iulia de civitate”promovida por Lucio Julio César -padre del triunviro-, (un caso particular es el de la “turma salluitana” formada por jinetes celtíberos de Zaragoza, que recibieron la ciudadanía por sus valientes servicios a Pompeyo Estrabón). El problema de la incorporación de los aliados a la ciudadanía fue largo y complejo, pero en resumen, los itálicos aunque no habían ganado la guerra, habían obtenido la victoria. Políticamente se extiende la institución de los municipios (“municipia civium romanorum”), ciudades homologadas con Roma y dotadas de sus propios órganos de gobierno. 10.3.3 Lucio Cornelio Sila. Los intereses del partidos aristocrático están representados por Sila, fue soldado a las ordenes de Mario en la Guerra de Yugurta (y posiblemente el artífice del triunfo), y participó en la Guerra Social, en el frente sur, destacando su sangrienta represión sobre los samnitas. Ahora el enemigo de Roma era el rey del Ponto: Mitrídates. El Senado otorga el mando a Sila que ha de partir hacia Oriente, pero Mario también ambiciona el mando del ejército, contando con la colaboración del tribuno de la plebe Sulpicio Rufo, que hace votar a los nuevos ciudadanos en los comicios tributa, consiguiendo que Sila fuese destituido. Sila hace avanzar hacia Roma a las tropas destinadas a Oriente, que estaban acampadas en Nola, ganándose su apoyo mediante el argumento de que pretendían privarles del botín (fue secundado por la tropa, pero no por la mayoría de los oficiales, que permanecieron en la “legalidad”). Sila hizo entrar a sus legiones en Roma, lo cual no tenía precedentes, a parte de violar preceptos de carácter religioso (los generales no podían entrar con sus tropas en la ciudad, que para celebrar los triunfos debían esperar acampadas en las afueras). Mario ha de huir a África, y Sila intenta imponer un cierto consenso: uno de los cónsules, Cneo Octavio, era su partidario, mientras que el otro, Cinna, lo era de los populares; haciendo jurar a éste que respetaría los acuerdos establecidos. No fue así, sino que con la ayuda de Mario, que reclutó un ejercito en Etruría, se hicieron con el poder. La represión desencadenada por el odio de Mario fue desmedida (tanto que uno de sus oficiales de alto rango: Ser torio, hubo de enfrentarse a grupos de esclavos ilirios, que por orden de Mario saqueaban las posesiones de los aristocráticos). La muerte de Mario, después de una enfermedad, deja a Cinna como cónsul los 3 años siguientes, mientras Sila lleva a cabo su campaña contra Mitrídates. El Ponto, uno de los reinos independientes que surgen en Asia Menor tras la muerte de Alejandro, fue fundado en 301 a.C. por Mitrídates I. Al sur del Ponto se situaban los territorios de Galaica (reino de los gálatas, originados en las invasiones célticas del Asia Menor) y Capadora. En la época en que el reino de Pérgamo es recibido por Roma en herencia, Mitrídates V es un fiel aliado. A su muerte su hijo Mitrídates VI, fortaleció su reino, ocupó las costas del Norte del mar Negro (Cólquide, Crimea, ...), reafirmó su posición en Galaica y Capadocia y se alió con Armenia. Por fin invadió Bitinia, cuyo rey Nicomedes III era aliado de Roma. Por indicación de Roma, Mitrídates se retiró, pero a lo que no accedió fue a satisfacer una indemnización de guerra, por orden de Roma, que practicaba una especie de clientelismo internacional, Nicomedes III, invade el Ponto. Mitrídates ocupa toda Capadocia y lleva a cabo una marcha hasta Éfeso y la costa egea, concentrando todo el anti-romanismo de Oriente, ordenó la muerte de todos los romanos e itálicos de Asia (se contaron 80.000 muertes). Página 34 de 48 Mitrídates apareció ante los griegos de Grecia y Asia como libertador, ya que Roma esquilmaba también aquí a las ciudades para sufragar los gastos de sus Guerras Sociales, las deudas atenazaban a las ciudades y ciudadanos griegos. El rey del Ponto, puso en práctica un programa que trataba de ganarse el apoyo del pueblo: abolición de deudas, liberación de esclavos, etc. Atenas, puso todo su prestigio al servicio del Ponto, siendo el filósofo Aristión estratega. Sila desembarca en Grecia dando duros reveses a las ciudades griegas desleales, entre ellas Atenas que es destruida, su prisa para regresar a Roma le lleva a firmar con Mitrídates la paz de Dardano. Sila desembarca en Brindisi y macha hacia el norte, Cinna es muerto en un motín de su ejercito, y tras la batalla de la Puerta Colina, Sila toma el poder como dictador, iniciándose la represión, se confeccionan listas de los populares a ser depurados (tal vez era una forma de evitar la represión indiscriminada), consolida las instituciones y devuelve el poder al Senado, sin embargo no se perpetuó en el poder sino que se retiró de la política activa una vez alcanzados sus objetivos, muriendo al poco tiempo. 10.3.3 Sertorio en Hispania. Un problema pendiente es el de los partidarios de Mario y Cinna. Uno de los cónsules, M. Emilio Lépido, se enfrenta al Senado, el cual envía contra él a un joven general: Cneo Pompeyo, que será uno de los grandes protagonistas de la siguiente historia de Roma. Pompeyo le hace huir a Cerdeña, en donde muere. Mientras tanto en Hispania se produce un alzamiento, alentado por uno de los personajes más significativos del bando popular: Quinto Sertorio. Fue éste un soldado que conoció la derrota de las legiones a manos de los germanos en Arausio, para luego pasar a conocer la victoria bajo las ordenes de Mario en Aquae Sextiae. Sirvió en Hispania bajo las ordenes de Tito Didio, en sus luchas con los arévacos, cuando se produjo la rendición de Tiermes; en sus planes estaba optar al tribunado, pero no pudo obtenerlo por la oposición de Sila, lo que le decantó definitivamente al bando popular. Designado propretor de la Hispania Citerior, el desembarco de Sila le coloca en las listas de proscritos, por lo que se refugia en Hispania. Tras la derrota de Lépido a manos de Pompeyo, los hijos de Cinna: Perpenna y Bestia, ponen a su disposición las tropas de que disponen. Durante siete años en Hispania, Sertorio logra construir un gobierno (es decir un contra-gobierno de Roma), que no solo logra aglutinar a los romanos e itálicos de la Península, sino también a los propios hispanos. Tras una primera etapa en la que la fuerza de las armas no parece serle propicia, se enfrenta en el Norte de África con los partidarios del Senado, logrando tomar Tingis (Tánger). Los lusitanos le proclaman su rey, igual lealtad le ofrecen los celtíberos, con lo que tiene en sus manos toda Hispania, salvo el valle del Guadalquivir. La importancia de Sertorio en España es enorme, ya que fue creador de un verdadero Estado Romano en Hispania. Traidor para unos y héroe para los otros, no hay que ver en Sertorio un general separatista, aunque los apoyos recibidos de lusitanos y celtíberos, confiaban en que así sería; por el contrario la meta de Sertorio parece ser Roma, y sus aspiraciones las de dar la hegemonía política al partido popular. Es creador de una administración organizada, dividiendo su territorio en dos provincias: Lusitania -con capital en Évora- y Celtiberia -con capital en Osca-, dota de órganos de gobierno romanos a las ciudades: pretores, ediles, Senados provinciales, etc.; acuña moneda; en Osca funda una “universidad” para la formación latina de los hijos de los personajes nativos influyentes, que deberían ser los cuadros relevantes de su organización; atrae a su bando a gran cantidad de personajes romanos e itálicos. El resultado es la romanización de Hispania, conseguida por el apoyo de la población nativa, hacia un general que les considera sus aliados y parte integrante de su proyecto. Página 35 de 48 Para combatir a Sertorio, el Senado envía a dos de los más cualificados generales del momento: Cecilio Metelo Pío, y Cneo Pompeyo. Metelo solo logra mantener una linea de resistencia a lo largo del Guadiana, fundando algunos enclaves importantes como Metellinum (Medellín). En la busca de aliados para su lucha parece que mantuvo conversaciones con el enemigo oriental de Roma en el momento: Mitrídates VI, rey del Ponto, que le proporcionó 40 naves y dinero. Otra vez en Roma se vuelve a temer una tenaza como la que Aníbal y Filipo V tendieron durante la Segunda Guerra Púnica, y vuelve a considerarse la posibilidad de los ataques sobre Italia entrando desde el Norte, toda vez que Sertorio tenía también lealtades en Aquitania y la Narbonense. Es obra de Pompeyo la derrota de Sertorio, tomando Cartago Nova, que era leal al bando pompeyano, y obligándole a retirase al valle del Ebro. Una tras otra van cayendo en manos de los pompeyanos las ciudades del valle del Duero, produciéndose especial resistencia en Calagurris (Calahorra), defendida con igual tesón que Numancia. Sin embargo en este caso Pompeyo, al contrario que Scipión Emiliano fue generoso con los vencidos, a los que perdonó y otorgó la ciudadanía. Con este tipo de actuaciones Pompeyo creaba en tierras hispanas una clientela, que sería determinante en las Guerras Civiles contra César en la que Hispania fue por dos veces campo de batallas importantísimas. De igual forma premia la colaboración de los vascones (tradicionales enemigos de los celtíberos), fundando la ciudad de Pompaelo (Pamplona). Uno de los lugartenientes de Sertorio: Perpenna, hijo de Cinna, terminó asesinando a Sertorio en Osca en el transcurso de un banquete en el año 72 a.C. En poco tiempo las tropas de Pompeyo terminan con toda resistencia de los populares. 10.3.4 Cneo Pompeyo Magno. Cneo Pompeyo Magno, es hijo de Pompeyo Estrabón, aquel general que se ocupó de la represión en las tierras del Piceno durante las guerras sociales. Pompeyo es un hombre de Sila y como tal comenzó su carrera al servicio de los aristócratas, empleándose en la represión de la Hispania de Sertorio. Para ello obtuvo el título y los poderes de procónsul, aun no contando con la edad ni las condiciones legales para ejercerlo. Una oportunidad de poner sus tropas otra vez en acción y prestar un servicio a la República se produce con motivo de la rebelión de los esclavos, liderada por Espartaco. Hemos comentado como durante el siglo II A. C., se produce la proletarización del campesinado libre, y el aumento de mano de obra esclava procedente de los prisioneros de guerra en las explotaciones agrarias. La dureza del sistema esclavista llevó a rebeliones puntuales. Las grandes rebeliones son: y Las de Sicilia en 136 a.C., llevada a cabo por un sirio de nombre Euno, que intentó crear un estado de modelo helenístico con capital en Enna, y las de Salvio, de origen desconocido, en 103 a.C. que también se proclama rey con el nombre de Trifón. y La de Espartaco. Fue sin embargo la rebelión de Espartaco la más famosa de la historia de Roma, personaje mitificado diversos autores, desde Apiano a Karl Marx, llevado al cine por Kubrick e interpretado por Kird Douglas; fue un gladiador de origen tracio. Los juegos gladiatorios tienen su origen en los etruscos, siendo de carácter sagrado y funerario. Sin embargo fueron perdiendo esta peculiaridad y convirtiéndose en espectáculo público. Era el gladiador un esclavo entrenado en el manejo de las armas, si bien no era raro que los esclavos fueran armados, como por ejemplo los que eran dedicados al pastoreo. En la escuela de gladiadores de Capua, 70 esclavos entre los que se encontraba Espartaco huyen hacia el Vesubio, pronto incrementan sus filas, derrotando a varios ejércitos romanos. Encaminándose hacia el Norte, tal vez la idea de atravesar los Alpes les pareció demasiado difícil, vuelven hacia el Sur no atreviéndose a tomar Roma. El Senado otorga poderes a Licinio Craso (uno de los hombres más ricos de Página 36 de 48 Roma), que les arrincona en el Sur. Como siempre en esta época se busca la ayuda de Mitrídates, y de los piratas cilicios, que a cambio de una fuerte suma proporcionaría barcos para pasar el Estrecho de Mesina, llegado el momento los cilicios no aportaron los barcos prometidos y Espartaco se vio arrinconado por Craso. Logra burlar el cerco con un tercio de su ejercito y ha de requerirse la colaboración de las legiones de Pompeyo, terminada la rebelión de Hispania, y las de Lúculo procedentes de Macedonia. La próxima ocasión de lucimiento de Pompeyo fue el encargo recibido de limpiar de piratas el Mediterráneo. La piratería era una actividad habitual en la época y gran parte de los esclavos que se vendían en los mercados del Occidente romano procedían de los piratas, este comercio era alentado por los terratenientes de Roma e Italia; pero la cuestión de los suministros era más grave y llegó a dar la señal de alarma cuando la propia Roma se vio amenazada por el hambre, lo que consigue en dos etapas; primero desde Gibraltar a Mesina y luego atacando sus autenticas bases en Cilicia. Con la cesión de Bitinia en herencia al pueblo romano a la muerte de su rey Nicomedes IV, se constituía en Asia una nueva provincia que amenazaba los intereses de Mitrídates. El rey asiático invadió Bitinia y Lúculo fue el encargado de hacerle frente, tras una serie de batallas Mitrídates, se refugia en su yerno, el rey de Armenia Tigranes. Éste no entrega a su protegido a los embajadores romanos y Lúculo invadió Armenia tomando su capital Tigranocerta, persiguiendo a ambos hacia el este a través de las montañas de la Gran Armenia, una rebelión de sus tropas hace que el mando pase de Lúculo a Pompeyo (con la oposición de los populares), que derrota de nuevo a Mitrídates, esta vez Tigranes comprende que no es posible una política independiente de Roma y acepta ser su vasallo. Se crea la provincia del Ponto y Mitrídates huye hacia Crimea, en donde aún trata de reunir otro ejercito hasta que se suicidó en el 63 a.C. Pompeyo impone orden en los territorios del Oriente, creando la provincia de Siria, y dejando una serie de reinos vasallos o clientes, que sirvan de tampón a las provincias romanas contra los partos, uno de estos reinos es la Judea de los Asmoneos, que había logrado la independencia de los seleucidas en el siglo pasado, Roma a través de Pompeyo interviene en los asuntos del reino, tomando Jerusalem y acercándose a los dominios de los Ptolomeos en Jericó. Como el general más grande de Roma, Pompeyo decide su regreso a Italia, desembarcando en Brindisi y licenciando a su ejercito, Pompeyo no vuelve a ponerse al frente de tropas hasta después de 14 años, para enfrentarse con César. 10.3.5 Cicerón, Catilina y César. Mientras Pompeyo ejerce como general victorioso, la situación en Roma es de agitación política. Tanto Craso como Pompeyo, que representaban el poder del dinero y el poder de las armas, se habían acercado en sus posiciones a las del partido popular, que en aquel momento era garantía de éxito político. Nuevos personajes entran en la escena: y Marco Tulio Cicerón: Se inició en la jurisprudencia, la filosofía y la retórica, ganó fama en el proceso de Verres, como acusador de este gobernador de Sicilia, que había esquilmado su provincia (Verrinas). Trató de mantener una equidistancia entre el Senado y el partido popular, cosa que no consiguió. y Lucio Sergio Catilina: parece ser un personaje oportunista, que comenzó su andadura en el bando silano. Fue enjuiciado por abuso de poder en su mandato como gobernador de África, lo que le impidió acceder al consulado. Enemigo de Cicerón, traba una conspiración en la que pretendían asesinar a los dos cónsules y tomar el poder como dictadores: La Conspiración de Catilina. No contó con el apoyo de los líderes populares (Craso, que había sufragado las candidaturas de Catilina, juzgó que una cosa era arriesgar el dinero y otra muy distinta arriesgar la vida; y César, que si bien parece que al comienzo apoyó a Catilina, no le secundó, no pudiéndose probar nada al respecto). Los planes de Catilina fueron Página 37 de 48 desvelados por Cicerón en el Senado, famoso es el comienzo de su Primera Catilinaria: “Quo usque tandem abuteren, Catilina, patientia nostra?” -¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?-, y por Catón de Útica (Catón el Joven, biznieto de aquel que tanto insistió en la destrucción de Cartago), representante de los intereses de los optimates. Catilina huyó, sus partidarios en Roma fueron condenados a muerte (sin juicio), y el ejercito levantado por el conspirador fue derrotado por Marco Antonio, suicidándose su jefe. Cicerón estaba en la cumbre de su gloria, aclamado como salvador de la República, sus medidas se orientan a reforzar el poder del Senado. y Cayo Julio César: hijo de Lucio Julio César, uno de los cónsules, que como vimos, después de las Guerras Sociales, promulgó una ley de acceso a la ciudadanía para los itálicos. Llevó una juventud disipada (en aquel tiempo las costumbres eran relajadas, el divorcio y el adulterio eran comunes, y los más modosos como Cicerón y Catón de Útica, solo se divorciaban una vez, el mismo Cicerón, parece que se enteró de la amenaza sobre su vida por medio de Fulvia, una de sus amantes, que a su vez lo era de un catilinario). Pertenecía a la familia Julia, cuyos orígenes se remontan a la misma diosa Afrodita, ya que ésta tuvo un hijo con el troyano Anquises: Eneas, héroe de Troya, tras cuya destrucción, llega al Lacio, estableciéndose allí, su hijo Iulo funda Alba Longa, ciudad de la que se originó Roma, y la estirpe de la familia Julia. Su tía fue esposa de Mario y él mismo casó con Cornelia, hija de Cinna, lo que le granjeó la enemistad de Sila. Con estos antecedentes su adscripción era popular. Algo implicado como hemos visto en la conjuración de Catilina, pronto comprendió que eran tres los resortes del poder, al que aspiraba: y Dominio del ejercito, que en este momento era del general victorioso en Oriente: Pompeyo. y Dinero, siendo Craso el que podía proporcionárselo. y Control de las masas, que seguían al partido popular, y se dejaban influenciar por las donaciones de trigo y dinero, y por los espectáculos públicos gratuitos. 10.3.6 El Primer Triunvirato. En el 62 a.C. regresa Pompeyo a Italia, encontrándose con una situación inesperada, él que había librado a la República de las amenazas de los piratas y de Mitrídates, no es recibido como el salvador de la patria, en ese momento ese honor recae en Cicerón. Solicita del Senado que ratifique sus tratados firmados en Oriente y asigne tierras del “ager publicus” a los veteranos de su ejercito, encontrando dos fuertes enemigos en el Senado: Catón el Joven y Lúculo (el general al que sustituyó en la Guerra contra Mitrídates). Mientras tanto contó con el apoyo de César, que tras un periodo en la Hispania Ulterior, en el que derrota algunas tribus del Occidente (galaicos), consigue fama militar y dinero para intentar saldar sus deudas con Craso, regresa a Roma, presentándose al consulado del 59 a.C. Es en esta época en la que se fragua, intermediando Balbo el Viejo -ciudadano romano de origen hispano, amigo personal de César, Pompeyo y Cicerón-, un acuerdo privado entre César, Pompeyo y Craso: el Primer Triunvirato. El reparto de poder lleva a César a las Galias, gobernando la Cisalpina, la Narbonense e Illiria por cinco años, mientras en Roma su hombre de confianza Clodio, neutraliza a Cicerón acusándole de la ejecución sin juicio de los catilinarios, y a Catón mandándole a llevar a cabo la anexión de Chipre, perteneciente a los Ptolomeos. Pompeyo no se siente muy a gusto en Roma, por lo que a iniciativa de César, se reúnen los triunviros en Luca, Pompeyo recibe Hispania, casándose con Julia hija de César; Craso busca la gloria militar en Oriente contra los partos; y César debe terminar su obra de la conquista de las Galias. La obra más famosa de Julio César en el campo militar fue la Guerra de las Galias. Como gobernador que era de la Galia Cisalpina (que al fin y al cabo era parte de Italia) y de la Narbonense, junto con Illiria, los asuntos de las regiones limítrofes, caían dentro de su interés. Los pueblos de La Galia, como los de Hispania, tenían idénticas raíces, es la civilización de La Tène, es decir la cultura celta, la que durante las ultimas tres centurias antes del cambio de era, se había desarrollado en la actual Francia y en Gran Bretaña. Multitud de tribus en lucha entre sí, se organizaban bajo jefaturas alrededor de ciudades de tipo “oppidum”, amuralladas siguiendo un esquema de Página 38 de 48 terraplenes y muros de piedra y arena que el mismo César denomina “murus gallicus”. Al contrario que en Hispania y en Germanía, existía una clase sacerdotal de gran influencia: los druidas; éstos eran una especie de filósofos de la naturaleza que se encargaban de llevar a cabo los rituales de una religión de carácter naturalista, en la que se contemplaban sacrificios humanos; además se ocupaban de la enseñanza y la formación de los futuros jefes, los ritos de las ceremonias civiles (matrimonios, etc.), la función judicial, la conservación de la tradición (oral; ya que aunque conocían la escritura, no la usaban), la magia, la adivinación, la astronomía y el calendario (calendario de Colligny), e incluso la música y la poesía (los bardos célticos eran también druidas). El poder de los druidas era grande, ya que además llevaban a cabo asambleas intertribales en las que se discutían aspectos relativos a todas las tribus. Uno de los problemas era la creciente influencia de los comerciantes romanos en los territorios de las tribus galas, constituyéndose los druidas en los mayores enemigos de César. Julio César por su parte buscaba en La Galia fama militar que le permitiese equipararse con Pompeyo y dinero que le permitiese liquidar sus dependencias económicas de Craso, sin embargo no oculta sus planes de conquista del territorio, no busca subterfugios ideológicos, sino que expone su clara convicción de que ha de dominar y organizar el territorio según los modelos romanos. La primera ocasión de intervención se produjo con motivo de la gran marcha de los helvecios, tribu asentada en la actual Suiza, que se veían obligados a moverse bajo la presión de Ariovisto, rey de los suevos, pueblo germano, no celta. Tales movimientos de pueblos no parece ser que fueran raros, ya que los santones de Aquitania, les ofrecían tierras para instalarse y compartir, el problema estaba en que en su migración atravesarían las tierras de los alobroges, en la Narbonense, y eso era provincia romana (no es extraño, ya que la presión sobre los recursos de un territorio producida por el paso de 40.000 persona no es nada deseable). Los helvecios aceptaron la negativa, pero aún así César les derrotó en el territorio de los eduos, pueblo considerado por los romanos como amigo, uno de sus jefes Diviciaco era amigo personal de César. Desde ahora, es César arbitro inevitable en los asuntos de La Galia. Varios pueblos galos le instan a intervenir al otro lado del Rin contra Ariovisto, forzándole a retirarse, al año siguiente somete a los galos belgas y en el 56 a.C. a los venetos, naciones navegantes, que habitaban las regiones de Bretaña y Normandía; sirviéndose de una flota, derrotó a los navíos venetos en Morbihan. Para cortar las comunicaciones con el otro lado del Canal de la Mancha, desde donde los rebeldes galos recibían apoyo, suministro y refugio; lleva a cabo dos expediciones a Britania. En el año 52 a.C., en un intento desesperado de preservar su independencia, se produce la sublevación general de Las Galias, acaudillada por Vercingetorix, jefe de los arvernos (habitantes de la región de Auvernia), que reúne bajo su mando un ejercito formado por componentes de todas las tribus de La Galia. Parece ser que es una tribu en fase de expansión, de una forma un poco similar al situación presentada un siglo antes por los arévacos en Hispania. Las primeras campañas fueron favorables a los galos, incluso los mismos eduos, viendo mermada su confianza en César se unieron a la rebelión. César regresó desde la Cisalpina para ponerse al mando, logrando aislar a los rebeldes en Alesia, rodeando la ciudad con un cerco que impidió la llegada de refuerzos, ante una situación sin salida Vercingetorix se entregó. Inmediatamente se esfuerza en acabar con toda resistencia residual: Uxellodunum y Armórica, las tribus que no se incorporan a su modelo administrativo son exterminadas o reducidas a esclavitud, las demás se organizan agrupándose junto a otras tribus más grandes que gocen de la confianza de César (eduos, remos, etc.). Para hacernos una idea de lo conseguido por César en Las Galias hay que comentar que incorpora a Roma un inmenso territorio en tan solo 8 años, compárese con los cerca de 200 años que tardó Roma en incorporar Hispania. César escribe sobre esta campaña en su libro “De Bello Gallico”, donde se rebela como gran estratega, y perfecto conocedor de sus enemigos, sus relaciones, sus usos, sus costumbres; pero como historiador dista mucho de la ecuanimidad; es totalmente parcial a favor de sí mismo y en detrimento de sus enemigos. Página 39 de 48 10.3.7 La Guerra Civil: César contra Pompeyo Dos sucesos hacen que la relación de fuerzas en el triunvirato se desequilibre: y La muerte de Craso, en una precipitada campaña contra los partos, terminada con el desastre de Carras. y La muerte de Julia, hija de César y esposa de Pompeyo, que siempre había sido un elemento de estabilidad interpuesto entre ambos personajes. César una vez pacificada La Galia, pensó en optar al consulado para el año 49 a.C. (legalmente podía hacerlo ya que habían pasado 10 años desde su anterior consulado en el 59 a.C.), pero en Roma (y por instigación de Catón de Útica) le impusieron como condición que entregara el mando de sus tropas y viniese a Roma a presentar su campaña. Esto suponía su perdición, César sabía que si regresaba a Roma sin el apoyo de un ejército, Catón terminaría con él, procesándolo bajo cualquier acusación (violación de tratados del Senado con pueblos galos, malversación de fondos, ..., cualquier cosa); por ello pidió llevar a cabo su candidatura en ausencia. El Senado buscó el apoyo de Pompeyo, que permanecía en Roma, gobernando Hispania a través de sus legados. César hizo lo posible por negociar con Pompeyo y lanzó al Senado una última oferta consistente en renunciar a su “imperium” (mando militar), si Pompeyo hacía lo mismo y se arbitraban garantías para que pudiese llevar a cabo su candidatura al consulado. El nombramiento como cónsul de L. Domicio Ahenobarbo, enemigo personal de César, ya que consideraba a la Narbonense como un dominio particular de su familia, y vio como 10 años antes César se hizo con su gobierno en virtud de los pactos entre los triunviros; hizo que el Senado declarase a J. César “hostis” (enemigo). César se vio obligado a atravesar el Rubicón, río que separaba su territorio de Galia Cisalpina e Italia, pronunciando su famosa “frase de jugador de dados”: “Alea jacta est” -la suerte está hechada-. Vistas así las cosas, parece que no fue César quien buscó la confrontación civil con Pompeyo, al que siempre había apoyado, fue César parte importante en la obtención de su “imperium” para la guerra contra los piratas y las campañas de Oriente, en el tratado de Luca emparentaron a través de Julia, la hija de César, y hasta última hora intentó un pacto con Pompeyo que los optimates se encargaron de malograr. Pompeyo sin embargo parece ser que es manejado por el Senado haciéndole ver que era garante de la legalidad republicana, y que contaba con el apoyo de toda Italia. No fue así, nada más pasado el Rubicón, las ciudades de Italia se entregan a César, verdadero ídolo de la plebe, tan solo Corfinium (que en la Guerra Social fue capital de los itálicos) presenta resistencia bajo el mando de Domicio Ahenobarbo. Pompeyo parte hacia el Este, llevándose consigo una pesada carga: la mayor parte del Senado, con Catón y Cicerón entre ellos. Inmediatamente César ocupa Cerdeña y Sicilia para asegurar el abastecimiento de trigo. Las fuertes clientelas que Pompeyo había creado en la Península Ibérica, durante la guerra de Sertorio y su posterior gobierno, hacen que Hispania Citerior sea pompeyana. César en lugar de llevar a cabo una rápida persecución de Pompeyo en Grecia, trata de hacerse con Hispania, donde tampoco era un total desconocido ya que había sido gobernador de la Ulterior. Con la capitulación de Illerda (49 a.C.), la totalidad de Hispania está bajo control cesariano. Otro frente de batalla es África, donde el rey de los númidas Juba I, se declara del bando de Pompeyo, enfrentándose con los ejércitos de César mandados por Curio. César por fin se autoproclama cónsul del año 48 a.C., preparando una flota para pasar a Grecia por Dirraquium (Durres), ciudad defendida por Catón que no pudo tomar. El combate determinante tuvo lugar en Farsalia (Tesalia), las fuerzas de Pompeyo duplicaban a las de su enemigo, quien con una estrategia calculada rompió las lineas pompeyanas, Pompeyo huyó aún cuando la batalla no estaba Página 40 de 48 plenamente decidida, buscando refugio en Egipto gobernado por Ptolomeo XIII y su hermana y esposa (según las costumbres egipcias) Cleopatra VII Thea. Ptolomeo XII Auletes (tocador de flauta), fue un gobernante cruel y débil, por lo que sus hijas Berenice y Cleopatra VI, se sublevaron contra él, huyendo a Roma. Hubo de ser restaurado en el poder por Pompeyo, gobernó en Egipto bajo protección de Roma y a su muerte dejó el poder a su hijo Ptolomeo XIII, preceptivamente casado con su hermana Cleopatra VII, lo que no era obstáculo para que mantuviera con ella una guerra por el poder; dicho poder estaba bajo la tutoría de Roma, donde el Senado otorgó dicha tutela legal a Pompeyo. La llegada de Pompeyo a Egipto desde donde pensaba reorganizar un ejercito, hace que Ptolomeo (en realidad su ministro Potino), vea en Pompeyo a un perdedor, pensando en ganarse el favor de César asesinando a Pompeyo. A César estas costumbres de monarquías orientales no debieron parecerle muy bien (toda vez que como hemos visto nunca buscó el enfrentamiento con su enemigo, pero tampoco lo temía, sino que lo respetaba) y tomó el bando de Cleopatra, que estaba exiliada en Siria mientras que su hermana Arsinoe permanecía en Alejandría. Cleopatra se las ingenió para llegar a presencia de César en Alejandría (envuelta en una alfombra) convirtíéndole en su amante y con el que tuvo un hijo: Ptolomeo César (Cesarión). Fueron cercados en Alejandría, y en el cerco se produjo un incendio que dañó gravemente la magnífica biblioteca. César capturó el faro (isla de Pharos), y posteriormente derrotó a Potino y Arsinoe, hermana de Cleopatra y Ptolomeo XIII; y tras la muerte de Ptolomeo XIII (ahogado en el Nilo mientras huía), asocia con ella a su otro hermano Ptolomeo XIV. Es ésta una de las mujeres más sugerentes de la historia, parece que era una mujer bella, y así en cine y teatro ha sido siempre interpretada por las actrices más bellas del momento (Sarah Bernhardt, Vivian Leigh, Elisabeth Taylor, ...), vivió dos historias de amor con dos de los personajes más poderosos de su época: Julio César y Marco Antonio. Políticamente, Cleopatra comprende la dependencia de su reino respecto de Roma, que exigía el pago de los fuertes tributos generados por el apoyo de Roma a su padre Ptolomeo XII Auletes, pero trató de resolver esta circunstancia a su favor. Su ambición pudo ser, formar un Imperio Oriental, conjugando los elementos de dos culturas: la oriental en el sentido de las grandes monarquías helenísticas (Macedonia, Egipto y Seleucia), herederas de Alejandro; y la occidental representada por Roma. No lo consiguió, pero su idea debió de ser coherente porque más tarde llegaría a ser realidad: El Imperio Romano de Oriente -Bizancio-, que perduró hasta la caída de Constantinopla ante los turcos en 1453. César lleva a cabo una campaña relámpago contra Farnaces, sucesor de Mitrídates, rey del Ponto, de la que destacamos su informe al Senado: “Veni, vidi, vicí” -llegué, vi, vencí-, y regresa a Roma donde es proclamado dictador por 10 años. La resistencia pompeyana continua en África, donde los cesarianos consiguen la victoria de Thapso sobre Juba I y Catón de Útica. En la Península Ibérica los hijos de Pompeyo: Cneo Pompeyo El Joven y Sexto Pompeyo vuelven a sublevar a la Citerior, en parte debido a los abusos del legado cesariano Casio. Cneo Pompeyo El Joven es muerto en la batalla de Munda (en la que participó el propio César), y su hermano Sexto solo reanudaría la lucha contra el partido cesariano, después del asesinato del propio César. En esta contienda César nos se siente animado por ninguna clase obligación hacia los hijos de Pompeyo, que al contrario que Pompeyo mismo, o Catón de Útica, nunca habían obtenido su mando de las instituciones de la República. 10.3.8 La muerte de César. Una vez victorioso, César fue proclamado dictador, primero por un año, luego por 10, y finalmente dictador vitalicio. Los populares vieron entonces la ocasión de consolidar sus expectativas: confiscación y reparto de tierras, abolición de las deudas, etc.; los optimates temían las habituales mediadas de Página 41 de 48 proscripción. A ambos defraudó, su política fue tendente a reforzar el estado, pasando por alto la división partidista, lo que le distanció de los populares, que vieron como César gozaba de independencia. Su perdón hacia los senadores pompeyanos, entre ellos Cicerón, fue considerado erróneamente un signo de debilidad. Su cargo de dictador vitalicio resultó ser interpretado por todos como un paso hacia la monarquía, si bien César no pensó en hacer el cargo hereditario y su poder no era en sí mayor que el que habían detentado algunos cónsules, el largo plazo le resultó útil para llevar a cabo algunas medidas como la concesión de ciudadanía a toda la Cisalpina, y algunas ciudades de La Galia e Hispania, la creación de colonias fuera de Italia para sus veteranos y otros ciudadanos pobres, la distribución de tierras con cargo al “ager publicus” para los proletarios padres de tres hijos (lo que supuso un ahorro en la distribución de grano público); de esta forma Roma se convertía en la capital de un Imperio. Una de las reformas cesarianas se refiere al calendario. El calendario juliano, la base del calendario occidental usado en nuestros días. Auxiliado técnicamente por el astrónomo Sosilos, fija el año en 365 días y una cuarto, introduciendo el uso del año bisiesto, que añade un día adicional cada cuatro años, que había de ser incluido el 24 de febrero (a 6 días de los comienzos de Marzo, -”bis sextus die ad calendas Martis”-), la única modificación posterior fue ya en pleno Renacimiento, mediante el calendario gregoriano que fija como norma que los finales de centuria no serán bisiestos, salvo que sean divisibles por 400 (como todos los que estamos relacionados con la informática hemos tenido en cuenta como circunstancia adicional al año 2000). César se granjeó así una serie de enemigos, que le veían como peligroso para las libertades republicanas. Entre ellos, Marco Junio Bruto, hijo de Servilia, una de las amantes de César, adoptado por César; y Casio casado con la hermana de Bruto; Cicerón no olvidaba su gratitud a César, tras su apoyo a los pompeyanos, y no siendo partidario de estos métodos, no secunda la conspiración. Se da así un nuevo esquema de bandos, ya no se enfrentan populares con aristócratas pugnando por obtener magistraturas por un periodo de tiempo, sino partidarios de poderes absolutos, con apoyo de la plebe y el proletariado, como los que tenía César, contra los partidarios de la legalidad republicana, representada por el Senado y por tanto favorables a la oligarquía, como Cicerón: los republicanos. Finalmente César fue asesinado en las Idus de marzo del 44 a.C., a la entrada de la Curia, al pie de la estatua de su enemigo Pompeyo Magno, por un nutrido grupo de conspiradores. El personaje de Julio César es sin duda uno de los más conocidos de la historia de Roma, encumbrado por unos: el historiador Mommsen le cita como el único personaje verdaderamente original de Roma, los fascistas italianos, etc.; denostado por otros: Rousseau, Montesquieu y en general los enciclopedistas precursores de la revolución francesa y los liberales del siglo XIX, para los que la idea de “República” estaba muy valorada. El asesinato de César no resolvió ninguna cuestión. Marco Antonio, hombre de César, tenía el control efectivo del ejercito, junto con Lépido, otro de sus legados militares. Se preparan pactos en los que se llega a un reparto de las provincias, obteniendo Bruto y Casio provincias menores (Creta, Cirenaica y Oriente), mientras que M. Antonio obtiene Las Galias, Cisalpina y Commata El legado de César de 300 sextercios a cada ciudadano pobre, hizo que el pueblo exigiera el castigo de los conjurados. Por otra parte César designó como primer heredero a Cayo Octavio, su sobrino nieto, que fue adoptado por él, tomando el nombre de Cayo Julio César Octaviano, contaba entonces con 18 años, estudiante en Apollonia, que encontró en Cicerón, que había de agradecer mucho a César, un fiel aliado para su introducción en la vida política de Roma, Cicerón contaba con utilizar al joven Octaviano para romper la coherencia del partido cesariano en favor de la República. Cuando el joven Octaviano reclama en Roma su herencia, Marco Antonio no le recibe de buen grado, circunstancia que es aprovechada por Cicerón en su oratoria (Filípica Primera, discurso contra Marco Antonio, al que siguieron otros doce, con el mismo nombre que los que Demóstenes en Atenas pronunció Página 42 de 48 contra el padre de Alejandro). El Senado revoca la distribución de provincias pactada, quitando a M. Antonio el gobierno de la Cisalpina, lo que éste responde con las armas. El ejército de Bruto es cercado en Módena por Antonio, la legalidad republicana acude en su ayuda con los dos cónsules: Hircio y Pansa, a los que se suma Octaviano (nombrado pretor, magistratura anterior al consulado, que nunca le hubiera correspondido en situación normal). El resultado del enfrentamiento es desfavorable a Marco Antonio, que ha de huir, pero los dos cónsules pierden la vida, ante el consulado vacante Octaviano, lo reclama, a pesar de solo contar con 19 años (la edad legal para ejercer el consulado era de 42, y aunque en los últimos tiempos no era siempre respetada, nunca hubo antecedente tan joven), con la oposición del Senado, que ha de ser presionado por las tropas de Octaviano en la misma Roma. Se inicia así el distanciamiento del futuro Augusto respecto de los republicanos y su entendimiento con sus socios de gobierno: Marco Antonio y Lépido. 10.3.9 El Segundo Triunvirato. La Guerra de Módena, que podemos considerar obra de Cicerón, urdida con gran maestría, terminó dando los resultado contrarios a los que su promotor pretendía. Al igual que anteriormente en la formación del Primer Triunvirato; en Bolonia se constituye el Segundo Triunvirato: Marco Antonio, Octaviano y Lépido, sellan convenios para repartirse el poder. Al contrario que César y Pompeyo que contaban con la magnanimidad de perdonar a sus enemigos políticos e incluso militares, los nuevos triunviros llevan a cabo un plan de eliminación sistemática de toda oposición, comenzando por las proscripciones: ejecuciones sin juicio previo, y con posterior confiscación de bienes, se calcula que afectaron a 2000 caballeros y 300 senadores, entre los que se halló por fin Cicerón, que pagó así su enfrentamiento con Marco Antonio. El reparto territorial hubo de limitarse a Occidente, ya que las provincias de Oriente estaban en manos de los republicanos, es decir, de los directamente implicados en el asesinato de César. Las provincias se repartían de esta forma: y y y y y y y Segundo Triunvirato: Marco Antonio: Galia Cisalpina y Galia Commata. Lépido: Narbonense e Hispania, Ulterior y Citerior. Octaviano: Cerdeña, Sicilia, Numidia (provincia desde la derrota de Juba I) y África. Republicanos: Bruto: Illiria, Macedonia y Grecia. Casio: Cirenaica, Chipre y Asia. Los triunviros habían de recuperar el control efectivo de las provincias orientales, produciéndose el enfrentamiento definitivo en Filippos (Macedonia), donde murieron Bruto, y Casio y un gran número de senadores republicanos. Los restos del ejercito republicano que consiguieron escapar fueron reunidos por Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo Magno, que con su flota logró controlar el Mediterráneo Occidental. Octaviano no demostró en este caso habilidades militares como las de su padre adoptivo: Julio César; sino por medio de su general Agripa, quien desde ahora le resolverá cualquier tipo de asunto militar. En la hora de la victoria no fue magnánimo, sino que se cebó en la represión y el ultraje a los prisioneros de la “nobilitas”, lo que le valió el apodo de “Carnicero”. De la batalla de Filippos surge un nuevo reparto: y Marco Antonio: Suma la Cisalpina y todo Oriente a su dominio de las Galias Narbonense y Commata. Es pues el que mantiene una posición de supremacía. y Octaviano: Toma las dos Hispanias, Numidia y África, junto con el compromiso de desalojar a Sexto Pompeyo de Sicilia. Página 43 de 48 y Lépido: Por supuestas (o tal vez ciertas) sospechas de entendimiento con Sexto Pompeyo es relegado a desempeñar funciones religiosas (Sumo Pontífice, cargo importante, que también había desempeñado César). Octaviano ha de asumir el reparto de tierras y la instalación de veteranos, para lo cual confisca ciertas posesiones en Italia. Se opone a esta medida el hermano del triunviro: Lucio Antonio, que ha de ser reducido por la fuerza en Perugia. Este refuerzo de la posición militar hace que Caleno, legado de Antonio en la Galia le entregue el mando de su provincia con 11 legiones. Antonio desembarca con tropas en Brindisi, dispuesto a resolver el problema por las armas, fue la mediación de amigos comunes la que aplazó (por muy corto tiempo el enfrentamiento), dando lugar a un nuevo reparto: y y y Marco Antonio: Todo Oriente. Octaviano: Todo Occidente. Lépido: África. Este reparto es el que consolida la división en dos bandos enfrentados, Lépido no presenta ningún problema y sus tropas acaban por pasarse a Octaviano, ofreciéndole el control de su territorio. Más peliagudo resulta el tema de la flota de Sexto Pompeyo, que había logrado adueñarse de Sicilia, Corcega, Cerdeña y contaba con apoyos en África e Hispania. Octaviano intenta una negociación con él ofreciéndole la conservación de sus islas pero la renovación por otros 5 años del triunvirato, hace que falte a sus compromisos y ordene a su general Agripa que ataque a Sexto Pompeyo, derrotándole en Naucolos. Desde este momento solo hay en el mundo romano dos gobernantes: Octaviano y Marco Antonio. 10.3.10 César Octaviano Augusto. Después de Naucolos, ningún poder en Occidente puede oponerse a Octaviano, todos le secundan, por causas tan distintas como la fidelidad, la conveniencia o el miedo. Más difícil es el gobierno de Oriente, encargado a Marco Antonio. Muchos de los gobernadores de Oriente en la época republicana, habían sometido a sus provincias a un saqueo sistemático, las condiciones eran favorables para que muchos orientales, vieran en el naciente reino de los partos un contrapeso necesario para frenar la presencia romana. El desastre de Carras (55 a.C.), en el que murió Craso, demostraban que Roma podía ser vencida. El programa de Marco Antonio era complicado: y Frenar la expansión de los partos. y Reorganizar la administración romana de las provincias. y Conseguir una mayor integración de los reinos todavía independientes, que como clientes de Roma, rodeaban a los territorios de Oriente, establecidos en los tiempos de Pompeyo el Grande. La historiografía actual parece coincidir en que Antonio cumplió su programa, y que es el mismo que luego tras su ascenso al poder único, desarrolló Octaviano, sin embargo en Occidente se vieron las cosas de otro modo debido a otro de los colaboradores de Octaviano: Mecenas, que se sirvió del circulo de intelectuales a los que protegía para usar contra su oponente el arma de la propaganda. Donde los medios de difamación lograron el mayor éxito fue en la presentación de sus relaciones con Cleopatra, la reina de Egipto. Con objeto de requerir su alianza para la próxima campaña contra los partos, dado que hasta el momento la monarquía lágida había jugado una baza de dudosa lealtad; Marco Antonio requirió la presencia de Cleopatra en Tarso, presentándose ésta con su flota, mientras un navío remolcaba la lujosa lancha real, y la reina aparecía imitando a Venus. El romano quedó cautivado por la reina, aplazando su campaña y Página 44 de 48 yendo a vivir a Alejandría con Cleopatra con la que tendría tres hijos: Cleopatra Selene (casada más tarde con Juba II, rey de Mauritania, muy helenizado y aliado incondicional del futuro Augusto), Alejandro Helios, éstos dos eran gemelos; y Ptolomeo Philadelfo (nacido en el 36 a.C.). El regreso de Marco Antonio a Roma hizo que contrajera matrimonio con la hermana de Octaviano: Octavia, por lo tanto Octaviano (o mejor dicho Mecenas) presentó el hecho de que Antonio viviera en Alejandría con la egipcia, más el hecho de haber tenido hijos con ella, como un ultraje a los valores de la familia romana, en esta caso a su propia hermana Octavia. Antonio dio el paso definitivo cuando se casó con Cleopatra (matrimonio nulo ante la ley de Roma), y cuando pensó en repartir territorios de Oriente para sus hijos con Cleopatra, Selene recibiría Cirenaica y Creta; Alejandro Helios, Armenia y los territorios al Oeste del Éufrates, y Ptolomeo podría obtener los reinos del Oeste de Armenia y Siria. Cleopatra por su parte, había asesinado a su hermano Ptolomeo XIV, con el que compartía trono, y asociado al poder a su hijo Ptolomeo César Cesarión (Ptolomeo XV). Cleopatra y Antonio son designado divinos: Nea Isis y Neo Dionisios. Estos hechos se veían en Roma, desde la óptica de total abandono de Marco Antonio de las costumbres romanas, para caer en manos de una ramera extranjera, que gobernaba a su antojo sin atenerse a procedimientos legales, ni magistraturas como los que en Roma existían (pero que, como hemos visto, no siempre se respetaban), otorgando arbitrariamente territorios a sus hijos. Con la ayuda de las legiones de Antonio terminaría haciéndose con el poder en Roma, y desplazando la capital hacia Alejandría, que se convertiría en el centro del mundo. Por otra parte Cleopatra VII fue una reina preocupada por su pueblo, se enfrentó con las oligarquías locales, buscando las causas que habían llevado a la dinastía lágida a la decadencia, esto le llevó a enfrentarse con los sacerdotes, representantes de la antigua religión egipcia, pretendiendo que los templos, que eran poseedores de grandes extensiones de tierras, volvieran a pagar impuestos, para ello contaba con una argumento inmejorable: las legiones de Antonio. Fue la única soberana de la dinastía macedonia que llegó a hablar el idioma egipcio, entre otros nueve idiomas. En Roma Octaviano, hace que el Senado declare la guerra a Egipto. En el 31 a.C. En aguas de Actium (Grecia), se enfrentaron las dos armadas, Cleopatra participaba con 60 naves; las galeras de Antonio llevaron a cabo maniobras desafortunadas, y Cleopatra abandonó el escenario de la batalla, seguida por Antonio. Ambos huyeron a Egipto, donde mientras Antonio se abandonaba a la desesperación, la reina preparaba la defensa. Los aliados de Antonio tomaban el partido ganador: Octaviano. Cuando Octaviano alcanzó Alejandría, el ejercito de Antonio se le enfrentó, desertando la flota y la caballería, la infantería fue pronto derrotada, refugiándose en la ciudad. Allí Antonio se suicidó (al parecer de forma no muy valiente), Cleopatra fue avisada y llegó a verlo con vida en el mausoleo adonde lo habían trasladado, mientras Octaviano entraba en la ciudad, intentando negociar con Cleopatra su entrega, pidiendo a cambio que su reino fuese preservado para sus hijos. Octaviano capturó con vida a Cleopatra, que temiendo ser humillada por el vencedor (tal y como había sido humillada su hermana Arsinoe por César en Roma en su celebración del triunfo de Alejandría, si bien le respetó la vida, fue muerta después por Antonio a petición de Cleopatra), optó por suicidarse haciéndose morder por un áspid (cobra), uno de los símbolos de la realeza faraónica. Terminó así la independencia política del reino de los faraones, Egipto fue convertida en provincia romana, bajo el control directo y personal de Octaviano. Los hijos de Cleopatra, sufrieron diversa suerte, Cesarión era hijo reconocido de Julio César y podía encontrar un acomodo en la sociedad romana, pero presentaría tal vez una amenaza para Octaviano, por lo que fue estrangulado por su tutor. Cleopatra Selene casó con Juba II, rey de Mauritania y tuvo dos hijos: Ptolomeo y Drusila; de Alejandro Helios y de Ptolomeo Phildelfo, se supone que fueron asesinados por orden del rey Herodes I de Judea, que como Página 45 de 48 todos los de Oriente, tomo el partido de Antonio y Cleopatra, y ahora trataba de ganarse el favor del nuevo amo del mundo: Octaviano. Dos años después de su victoria sobre Egipto, en el 29 a.C. Se celebra su triple triunfo (Actium, Alejandría y Dalmacia); Octaviano confecciona nuevas listas para el Senado que le proclama Princeps (El primero), por lo que a su régimen se le ha denominado principado (en lugar de su antigua denominación Alto Imperio que abarcaba hasta Diocleciano, ahora se distingue entre Principado y Dominado). En el 27 a.C. Octaviano lleva a cabo una verdadera representación teatral en la que anuncia que quiere reinstaurar los viejos poderes de la República. El senado como respuesta le otorga: y El “imperium maius”, que representa mando supremo de todo el ejército. y El titulo de “Augustus”, derivado del lenguaje religioso, que le da base moral para el reconocimiento expreso de su autoridad militar. Además, y para salvaguardar las formas republicanas, Augusto seguía desempeñando el consulado, al que no renunció hasta el año 23 a.C., en que a raíz de una enfermedad, fue descubierta y abortada una conjura contra él. Sin embargo aumenta el número de cónsules, y para que todos los senadores puedan acceder al consulado, crea los “consules suffecti”, que tan solo ejercían el cargo por unos meses. El resultado es la anulación del consulado como máxima magistratura. Otra de sus atribuciones es la “tribunicia potestas” que ejerció hasta su muerte, es decir es tribuno de la plebe, y ahora vitalicio, lo que le designa como guardián de los intereses del pueblo. Este cargo lleva consigo la “autorictas”. En el campo de las atribuciones religiosas, y para compensar su aislamiento político en el Segundo Triunvirato, Lépido había recibido el cargo de Pontifice Máximo; al morir en el 12 a.C. Octaviano asume el cargo, conservándolo durante toda su vida, y transmitiéndolo a sus sucesores. Por último el reparto de las provincias y su división en senatoriales, e imperiales, las primeras ya conquistadas y muy romanizadas, tan solo requerían esfuerzo administrativo, las segundas requerían esfuerzo de guerra o defensa, pero a cambio ofrecían grandes beneficios de explotación. En la política exterior Augusto se fija la meta de limitar el Imperio mediante fronteras naturales: ríos, mares, cadenas montañosas. Para ello se sirve de estados clientes: Armenia, Plafagonia, Capadocia y Galacia en Asia Menor y Judea en la costa sirio-palestina; en caso de ser necesario estos reinos se convierten en provincias sin dificultad, como el caso de Capadocia, Galacia y Judea. En Mauritania Juba II (el esposo de Cleopatra Selene), hijo del rey Bocco, que fue aliado de Roma, educado en Roma, mantuvo la alianza, aunque Roma incorporó parte de su reino. Por el Norte los dominios de Augusto tratan de alcanzar la linea Elba-Danubio, pero el desastre sufrido por el general Varo en la selva de Teotoburgo, donde en una emboscada fueron perdidas tres legiones, obligaron a replegar los límites del imperio a la linea del Rin. En la linea del Danubio, se somete a los pueblos alpinos, y Nórica, Panonia, Dalmacia y Mesia pasan a convertirse en provincias romanas. Es dentro de esta política, de fijación de fronteras naturales donde hay que encuadrar el sometimiento en Hispania de cántabros y astures: las Guerras Cántabras, por representar una bolsa dentro de los territorios imperiales. Las Guerras Cántabras (desde el 29 a.C. al 19 a.C.). Feroces montañeses, bebedores de sangre de caballo, el pueblo cántabro, al que seguramente estaban unidos los várdulos, caristios y autrigones, sus próximos parientes y vecinos geográficos, fue siempre hostil a los romanos. Eran un pueblo de gente ruda, que soportaban toda clase de privaciones y penalidades, y eran especialmente belicosos hasta el punto que Página 46 de 48 cuando por ser demasiado ancianos ya no podían combatir se suicidaban arrojándose desde un precipicio. Su modo de subsistencia contemplaba como actividad, el ataque a las poblaciones del llano, desvastándolas y huyendo con el botín. Otra curiosa costumbre que los historiadores romanos asignan a los cántabros es la de restregarse los dientes con orines, para preservar su blancura. El origen de las campañas, está en la sublevación conjunta de estos pueblos montañeses con los vacceos de la meseta, siendo sometidos por Roma los vacceos, los montañeses se refugiaron en sus territorios. Las principales batallas fueron en Bergida (Olleros del Pisuerga, Palencia), replegándose a Monte Vindium (en los actuales límites de Cantabria, sitio muy elevado, en los Picos de Europa), los romanos cercaron la sierra y los rebeldes fueron rendidos por hambre al llegar el otoño. El último valuarte cántabro de resistencia fue el castro de Aracillum (Aradillos, en Campoo). El 26 a.C. Octavio (Augusto) estuvo en la zona plantando su campamento en Segisama (Sesamón, Burgos) y empleándose 7 legiones, y con la cooperación de su amigo y general Agripa, (que dirigió la flota que operó en la costa Cantábrica, traída desde Aquitania) logró someter a los cántabros el 25 a.C. regresando después a Roma, tras lo cual se sublevaron de nuevo (24 a.C.) siendo de nuevo vencidos; el 22 a.C. volvieron a sublevarse y de nuevo el poderío militar de Roma se impuso; el 20 a.C. se sublevaron por última vez: Agripa les combatió y puso fin a la rebelión a sangre y fuego. La presencia de Augusto en la zona dio fama a las Guerras Cántabras, como el incidente que narra como el jefe cántabro Corocota, sabiendo que Augusto había puesto precio a su cabeza se presentó en su campamento a cobrar el mismo la recompensa (el emperador le perdonó y según se dice le abonó dicha suma, lo cual es extraño puesto que Octaviano Augusto no mostró generalmente magnanimidad ni generosidad). Parece ser que Augusto se retiró de la zona siendo incapaz de soportar las penalidades derivadas de los rigores del clima en la zona, tras una breve estancia en Tarraco, regresó a Roma. Miles de prisioneros fueron condenados a ser crucificados (los cántabros entonaban cánticos guerreros hasta que morían) y otros fueron vendidos como esclavos (la mayoría se dieron muerte). El 19 a.C. toda la zona al Oeste del territorio peninsular quedó sometida a Roma y pacificada. En tiempos de Augusto tomaron su nombre algunas ciudades de la Citerior o Tarraconense, como Salduba que se llamó Cesaraugusta Colonia (Zaragoza). Después de la sumisión de los cántabros, y salvo una pequeña rebelión de los astures en tiempos de Nerón, y otros incidentes menores, nada volvió a turbar la paz de la provincia Tarraconense en todo el siglo I y II.. De los tiempos de Augusto data la reorganización de Hipania en tres provincias en lugar de las dos que existieron durante toda la República: y y La Citerior pasará a llamarse Tarraconense, siendo provincia imperial. La Ulterior se divide en dos provincias: y y Bética, senatorial (ya que era la zona más romanizada). Lusitania, también provincia imperial. 11. Finalización. A través de estas páginas se da una visión de las relaciones que existieron entre los diversos pueblos que poblaron, comerciaron, y se instalaron en la Península Ibérica, hasta la conquista romana, finalizada en el 19 a.C.; hay dos capítulos muy extensos, que se podría considerar que no guardan relación directa con el tema: los cartagineses en Sicilia y la República de Roma, sin embargo, en el primer caso ilustra los enfrentamientos con los griegos, y no hay que perder de vista que ambos tenían influencia y Página 47 de 48 asentamientos en Iberia. En el otro caso ver como Roma conquista Oriente, nos lleva a establecer paralelismos con la conquista de Hispania, además, las luchas entre populares y aristócratas, han de ser comprendidas, para ver porque Hispania fue uno de los principales escenarios de las guerras civiles. Página 48 de 48