ENFERMEDAD PULMONAR OBSTRUCTIVACRÓNICA Y EJERCICIO Prof. Gerardo A. Araya Vargas, M.Sc. y 1Prof. Cinthya Campos Salazar, M.Sc. 1 Escuela de Educación Física y Deportes, Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica 2 Escuela de Ciencias del Deporte, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional garavi@racsa.co.cr 53 1y2 Las personas que padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica, pueden beneficiarse de la práctica de ejercicio. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, incluye varias enfermedades de las vías respiratorias. Estas enfermedades incluyen el asma, la bronquitis, la bronquitis obstructiva crónica y el enfisema. Las personas que padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica, sufren obstrucción al flujo de aire y dificultad para respirar o disnea. La disnea o dificultad para respirar puede ser causada por varios motivos, entre, ellos está el aumento de peso, la pérdida de acondicionamiento físico o infecciones respiratorias. De hecho, cualquier persona que gane peso o que disminuya su nivel de acondicionamiento físico, puede experimentar cierto grado de disnea o dificultad para respirar. Pero esta disnea, es más grave en las personas que padecen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. El ejercicio, es clave en los programas de rehabilitación pulmonar. Dentro de los beneficios que se ha encontrado en varios estudios, se tiene que el ejercicio ayuda a aumentar la resistencia o capacidad para soportar ejercitarse. Otros beneficios del ejercicio en personas que padecen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, son que aumenta la capacidad funcional, disminuye la severidad de la disnea y mejora la calidad de vida de las personas que padecen esa enfermedad pulmonar. Cualquier tipo de ejercicio que involucre grupos musculares grandes, es apropiado para personas con enfermedad pulmonar. Hacer caminatas, por ejemplo, es muy recomendado, debido a que esta actividad está involucrada en todas las acciones de la vida diaria. Otros tipos de ejercicio incluyen la bicicleta estacionaria y remar. Se recomienda que la frecuencia de ejercicio sea de 3 a 5 veces por semana. Pero, las personas que tengan una capacidad funcional más baja, deberían hacer más ejercicio, por ejemplo, todos los días. La mayoría de personas que padecen asma, se benefician del ejercicio aeróbico, como la caminata o el trote suave. Existen estudios, por ejemplo, en adolescentes asmáticos, que han demostrado que hacer entrenamiento aeróbico regular, mejora el funcionamiento de las vías respiratorias. También, se ha demostrado que el ejercicio regular puede complementar el uso de broncodilatadores. Y se ha visto que en muchos casos, el uso de los broncodilatadores se reduce, mientras aumenta el acondicionamiento físico. Es decir, que es un mito que las personas asmáticas no puedan hacer ejercicio. Si se practica ejercicio aeróbico, a moderada intensidad y se cuenta con la supervisión de expertos en movimiento humano y salud, no hay de qué preocuparse. Pero hay un tipo de asma que es inducida o iniciada por hacer ejercicio. Las personas que padecen ese tipo de asma que es inducida por el ejercicio, sufren un enfriamiento de sus vías respiratorias, cuando inicia el esfuerzo físico. Este tipo de asma inducida por el ejercicio puede prevenirse usando broncodilatadores inhalados, varios minutos antes de empezar a hacer ejercicio y realizando un ejercicio de calentamiento de las vías respiratorias. En cuanto a la bronquitis y al enfisema crónico, las personas que padecen esas enfermedades, pueden beneficiarse también de la prescripción de ejercicio. Los resultados de la mayoría de los estudios disponibles, muestran que las personas con bronquitis y enfisema crónicos, que se ejercitan 118 regularmente, pueden aumentar su tolerancia al ejercicio, es decir, que pueden soportar cada vez más, hacer ejercicio y también, aumenta su consumo de oxígeno, aunque levemente. Las personas que padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica, pueden realizar ejercicio de caminata o marcha, como ya se ha mencionado antes. Pero también, se podría recomendar ejercicio para brazos, tronco y tórax, para fortalecer sus músculos no respiratorios, de esas zonas. Algunos estudios con pacientes de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, han demostrado que ese tipo de entrenamiento de fuerza, para brazos, hombros y músculos del tórax, ayuda a disminuir la disnea o dificultad para respirar. Pero, ya sea caminata o ejercicio de fuerza, la persona con enfermedad pulmonar obstructiva crónica debe trabajar a intensidad moderada y hasta donde pueda llegar al inicio de su programa de ejercicio. La sensación de disnea, la incomodidad en las piernas u otros síntomas, pueden hacer que las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, solo puedan hacer unos pocos minutos de ejercicio. Por eso, es recomendable que cuando una persona con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, está iniciando un programa de ejercicio, que haga ejercicio intermitente. Es decir, que haga muchos periodos cortos de ejercicio y descanso, ejercicio y descanso y así, hasta que la persona logre ir aumentando su tolerancia al ejercicio. Otra recomendación importante es que las personas que padecen de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, o que padecen asma, acostumbren respirar apretando los labios mientras hacen ejercicio. Este tipo de respiración apretando los labios, se hace así: Se debe respirar tomando aire por la nariz, lentamente, manteniendo los labios firmemente unidos, pero dejando un pequeño espacio en el centro de la boca y cuando se suelte el aire o exhale, se debe hacer soplando fuertemente a través de la pequeña separación de los labios. Hacer este tipo de respiración apretando los labios ayuda a disminuir la frecuencia respiratoria y aumenta el sentido de control de la respiración. En síntesis, la práctica de ejercicio, principalmente aeróbico como caminata o marcha, a moderada intensidad y entrenamiento de fuerza, puede beneficiar a las personas que padecen de trastornos de las vías respiratorias, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el asma, el enfisema y la bronquitis crónica. 119