ISSN 0251-1584 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación Redactora: A. Perlis. Junta Consultiva sobre Política de Edición, Departamento de Montes: J. Ball, I.J. Bourke, S. Braatz, D. Kneeland, M. Morell, C. Palmberg-Lerche, A. Perlis, L. Russo, O. Souvannavong, M. Wilkie. Redacción, compaginación, elaboración gráfica y composición electrónica: Grupo Editorial, Dirección de Información de la FAO. Unasylva es una publicación trimestral en español, francés e inglés. Precio de suscripción: un año, 36 dólares EE.UU. Los pedidos pueden pagarse al Grupo de Ventas y Comercialización, FAO, Viale delle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia, o a los Puntos de venta de publicaciones de la FAO que figuran en la parte interna de la cubierta posterior. El material que no tenga los derechos reservados puede reproducirse mencionando «de Unasylva, FAO». Los artículos expresan las opiniones de sus autores y no representan necesariamente las de la FAO. 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Garside/Alcoa World Alumina Australia Revista internacional de silvicultura e industrias forestales Vol. 52 2001/4 207 Índice Editorial 2 J. Gardner Rehabilitación de minas para el mejor uso del terreno: la minería de bauxita en el bosque de jarrah de Australia Occidental 3 J.J. Griffith y T.J. Toy La revegetación de las minas de hierro en el estado de Minas Gerais, Brasil 9 J.-M. Sarrailh y N. Ayrault Rehabilitación de los emplazamientos de las minas de níquel en Nueva Caledonia 16 D. Rhodes Rehabilitación de laderas con fuerte declive deforestadas en la costa este de la Isla Norte, Nueva Zelandia 21 D. Williamson Proyecto de la FAO en la estepa para la mejora de pastizales y la creación de una reserva de fauna silvestre 30 A.M. Jensen y M.S. Hajej La Ruta de la Esperanza: inmovilización de dunas en Mauritania 31 V.A. Ipatyev La catástrofe de Chernobyl, la contaminación radiactiva de los bosques y su rehabilitación 37 G. Allard Prevención de incendios en bosques contaminados con radiación 41 J. Køeèek y Z. Hoøická Degradación y recuperación de cuencas hidrográficas de montaña: los montes Jizera en la República Checa L. Dammert El revestimiento del paisaje: iniciativas de forestación en Islandia 43 50 T. Marghescu Restauración de bosques degradados en Tailandia: el caso de Khao Kho 52 Red de rehabilitación forestal de Asia y el Pacífico 56 P.N. Hong Reforestación de manglares tras el grave impacto causado por los herbicidas en la guerra de Viet Nam: el caso de Can Gio 57 Actividades forestales de la FAO 61 El mundo forestal 64 Libros 66 2 EDITORIAL Rehabilitación de espacios degradados M uchas actividades humanas –desde la ganadería y la minería hasta los conflictos militares– pueden degradar los bosques y los ecosistemas. Gobiernos, industrias, organismos internacionales y comunidades locales han reaccionado tratando de reparar o reducir los daños. Este número de Unasylva se ocupa de las técnicas, pero también de los aspectos políticos y sociales, de la rehabilitación forestal de determinados espacios degradados. El número se inicia con tres artículos sobre rehabilitación de diversos tipos de zonas mineras en distintas partes del mundo. J. Gardner describe los esfuerzos de la industria minera para rehabilitar las minas de bauxita en Australia Occidental desde mediados del decenio de 1960. Hoy día la rehabilitación se orienta hacia la restauración de los valores de un uso plural de la tierra y de la riqueza de especies. Los éxitos obtenidos en un tiempo relativamente corto pueden verse claramente en nuestra portada. J.J. Griffith y T.J. Toy ponen como ejemplo la revegetación de minas de hierro a cielo abierto en el estado de Minas Gerais, Brasil, para ilustrar la evolución de las prácticas empresariales de rehabilitación desde los años setenta hasta el presente. El artículo recalca la importancia de un marco político y normativo para la rehabilitación del medio ambiente. En Nueva Caledonia, la opinión pública ha desempeñado un papel importante para forzar a las compañías mineras de níquel a tomar medidas ecológicas. Según la describen J.-M. Sarrailh y N. Ayrault, la rehabilitación de minas a cielo abierto se hace todavía a escala relativamente reducida, pero se va tomando más en serio. Cuando el Gobierno o la industria no han respondido todavía, las comunidades locales han emprendido la rehabilitación. En las laderas inclinadas de la Isla Norte de Nueva Zelandia, un siglo de ganadería lanar y vacuna intensiva ha producido una erosión grave. D. Rhodes expone los esfuerzos de reforestación del Gobierno, que además de dar estabilidad al suelo han producido beneficios socioeconómicos en forma de producción de madera, oportunidades de empleo y reducción de la emigración. A consecuencia de la sequía en Mauritania en los años setenta y ochenta, los nómadas dedicados al pastoreo se asentaron a lo largo de la carretera principal que atraviesa el país de este a oeste, llamada la «Ruta de la Esperanza». La degradación consiguiente de la cubierta boscosa puso en movimiento las dunas arenosas que recubrieron la carretera en gran parte de su recorrido. Un proyecto de la FAO propició plantaciones para estabilizar las dunas pero, como advierten A.M. Jensen y M.S. Hajej, algunos de los resultados no han sido duraderos por la falta de mantenimiento. Para determinadas formas de degradación forestal no hay soluciones fáciles. Cuando un reactor de la central nuclear de Chernobyl hizo explosión en abril de 1986, más de 4 millones de hectáreas de bosques en Belarús, Ucrania y la Federación de Rusia quedaron contaminadas por la radiación. V.A. Ipatyev describe las investiga- ciones en Belarús sobre formas de reducir los peligros de esos bosques, recalcando la necesidad de seguir investigando. En un recuadro adjunto se expone la atención prestada a la prevención de incendios forestales, que son un peligro especial en la zona de que se trata por su capacidad para difundir radionúclidos. Otro problema que propicia la degradación forestal, sobre todo en países industrializados y en vías de industrialización, es la contaminación del aire. En los años setenta y ochenta, las deposiciones atmosféricas ácidas, junto con prácticas forestales inadecuadas, causaron perjuicios en las cuencas fluviales de las montañas de Jizera, Bohemia septentrional, República Checa. La erosión del suelo produjo el deterioro de la calidad del agua y la extinción de los peces en los embalses. El artículo de J. Køeèek y Z. Hoøická explica cómo se ha recuperado la calidad del agua en los últimos diez años gracias a la menor contaminación del aire, la recolección para reducir la superficie foliar y el uso de especies nativas de raíces profundas. Los dos últimos artículos se refieren a espacios asiáticos degradados al menos en parte por operaciones militares. T. Marghescu presenta las enseñanzas deducidas de un proyecto de la FAO para reforestar las montañas de Khao Kho, Tailandia, desarboladas por la insurrección, la afluencia de migrantes y el peso de una explotación agrícola insostenible desde los años sesenta. Una de las deducciones del proyecto fue que puede reducirse la presión sobre las tierras degradadas prestando atención al uso de la tierra y a las necesidades de empleo de los habitantes, facilitando así la regeneración natural. P.H. Hong resume los esfuerzos por restaurar los manglares destruidos por el uso de herbicidas y defoliantes durante la guerra de Viet Nam. Por su importancia para proporcionar a la población local peces y mariscos, madera y leña, es esencial tomar medidas de protección para mantener los manglares restaurados. El éxito en la rehabilitación de espacios degradados depende no sólo del uso de técnicas adecuadas y de las lecciones de la experiencia, sino también de factores como la sensibilidad del público frente al medio ambiente, de un marco político y social propicio y de la consideración de las necesidades locales. Quienes trabajan en proyectos de rehabilitación reconocen cada vez más la importancia de utilizar especies indígenas, por ejemplo, no sólo por razones ambientales sino también para responder a las necesidades vitales y culturales de las comunidades locales que pueden depender de los productos y servicios forestales. Los proyectos de restauración de espacios degradados son a menudo sólo una parte de la batalla. Si persisten las amenazas de origen natural o humano al medio ambiente, será necesario mantener o ampliar los esfuerzos de reforestación, o de protección del bosque restaurado o de la cubierta forestal, para evitar la recaída en la situación degradada. También es importante cuidar de que actividades como minería, industria y pastoreo se realicen desde el principio de una manera menos nociva para el medio ambiente. ◆ 3 Rehabilitación de minas para el mejor uso del terreno: la minería de bauxita en el bosque de jarrah de Australia Occidental J. Gardner ALCOA La rehabilitación de minas debe aspirar a dar al terreno un valor de uso igual o superior al que tenía antes de la actividad minera. L a ciencia y la tecnología de la rehabilitación de tierras y la ecología restauradora han avanzado mucho, haciendo posible alcanzar objetivos complejos y variados. La selección de objetivos para el uso de antiguas explotaciones mineras debe hacerse teniendo en cuenta la compatibilidad con los usos de las tierras circundantes, los deseos de la población, la protección de la biodiversidad y las exigencias legales. En este artículo se presenta el programa de rehabilitación de la mina de Alcoa World Alumina Australia para dar usos múltiples al terreno en el bosque de jarrah (Eucalyptus marginata) del suroeste de Australia. Se utilizan técnicas avanzadas de preparación del terreno, acondicionamiento del suelo, tratamiento de semillas y propagación de plantas para restablecer el ecosistema forestal original. LA REHABILITACIÓN, A CARGO DE LA INDUSTRIA MINERA John Gardner es especialista en gestión ambiental de minas, Alcoa World Alumina Australia, Applecross, Australia. Unasylva 207, Vol. 52, 2001 La explotación minera suele destruir toda vegetación, alterar radicalmente el paisaje y perturbar totalmente el ecosistema. Si no se conducen debidamente, las actividades mineras pueden tener también consecuencias importantes fuera de su Extracción de bauxita mediante excavadoras sobre orugas y camiones de 105 toneladas terreno, sobre todo por la descarga de residuos contaminados con sedimentos, productos químicos, metales o acidez alterada. Las operaciones de minería pueden introducir también plagas, predadores y enfermedades en los ecosistemas naturales, y pueden abrir zonas aisladas a otras perturbaciones producidas por el hombre. Es demasiado frecuente el abandono de minas en condiciones pésimas, con escaso o nulo tratamiento de rehabilitación. Su aspecto es horrible, pueden tener efectos ambientales destructivos y constituyen una herencia que ni los gobiernos ni las poblaciones están en condiciones de manejar. Estos «pecados del pasado» –y algunos del presente– perjudican gravemente la reputación de la industria minera. Es natural, pues, que la minería encuentre a menudo oposición y que con frecuencia se niegue a las compañías mineras el acceso a la tierra, especialmente si son previsibles conflictos potenciales con la conservación de la natu- 4 raleza. Y sin embargo, la minería y los minerales son esenciales para el desarrollo futuro y contribuyen a mantener y elevar los niveles de vida en todo el mundo. Para que la industria minera pueda contribuir eficazmente al futuro desarrollo sostenible, debe adoptar y aplicar rigurosamente en todo el mundo unas prácticas sanas de gestión ambiental. Ante todo, necesita minimizar las repercusiones ambientales en el lugar y fuera de él durante la fase operacional de la explotación. Debe asimismo extraer y utilizar los recursos de manera eficiente, y promover la elaboración y el uso adecuados de sus productos. Aunque los minerales sean un recurso no renovable, en muchos casos pueden reutilizarse y reciclarse satisfactoriamente. De acuerdo con los principios del desarrollo sostenible, las operaciones mineras deben concebirse como un uso temporal del terreno. Esto significa que tras la explotación debe restaurarse la condición del terreno de manera que su valor sea igual o mayor al que tenía antes de ser alterado. El valor del terreno puede medirse en términos económicos, sociales o ecológicos. Hay muchos ejemplos de espacios mineros rehabilitados con éxito para la agricultura, la silvicultura, la conservación de la naturaleza o para usos urbanos o industriales (Laurence, 2001). En algunos de estos casos se reanudó el uso anterior, mientras que en otros se dio a la tierra un nuevo uso. Algunos de los cambios en el uso de la tierra se planificaron y realizaron cuidadosamente, y en otros casos hubo una evolución, a veces después de haber atravesado las tierras por un largo período de abandono (Moffat, 2001). La rehabilitación de minas (llamada también bonificación, saneamiento o restauración) debe ser el proceso de conversión de tierras mineras para su uso valioso en el futuro, y no un proceso de quema de residuos, nivelación y aplica- ción de una capa verde de vegetación de escaso valor. Selección de objetivos para el uso de la tierra Lo primero que hay que hacer en un buen programa de rehabilitación de minas es determinar un uso claramente definido de la tierra para después de las operaciones mineras. Tal uso ha de ser compatible con el uso de las tierras circundantes, debe sostener diversas especies, debe responder a los deseos de la comunidad local, y debe contar con la aprobación de los propietarios y de los organismos públicos competentes. Es esencial saber quién será el propietario futuro. Pese a las mejores intenciones, podría ser que no valga la pena tratar de propiciar un uso productivo como cultivo de frutales en unas tierras comunales no cultivadas. Cuando la compañía se retire, ¿quién recogerá los beneficios y quién se encargará del mantenimiento? ¿Quién será responsable de la tierra si ésta se degrada por falta de atenciones? Una vez determinados los objetivos adecuados de uso de la tierra, puede empezar la rehabilitación. Ante todo, hay que restituir las zonas mineras alteradas a una condición física segura y estable en armonía con el paisaje circundante. La seguridad ha de considerarse con referencia a riesgos para seres humanos, animales domésticos y silvestres, pero en el espacio rehabilitado debe tener cabida también el paisaje local; si hay en el lugar riscos escarpados o parajes rocosos y abruptos, podrán ser aceptables por su valor estético o como hábitat. Por otra parte, aunque en la naturaleza hay algunos terrenos inestables, sería difícilmente justificable conservarlos o crearlos. Los suelos estables son más adecuados para que crezcan las plantas y para mantener la productividad, y constituirán una capa protectora sobre cualesquiera materiales nocivos enterrados más abajo, como rocas acidificantes o subsuelos con concentraciones de sales tóxicas o metales. La estabilidad del suelo evitará también repercusiones fuera del lugar como turbiedad y atarquinamiento de ríos y arroyos. La mayoría de los programas de rehabilitación prevén también alguna forma de cubierta vegetal. Cualquiera que sea el uso de la tierra propuesto, la vegetación escogida debe ser productiva y sostenible. Si su uso va a ser comercial, la productividad de las plantas tendrá que ser competitiva con empresas similares establecidas en suelos naturales. Si se restaura la vegetación nativa, los niveles de productividad deben ser suficientes para establecer y mantener un ecosistema autosostenible. La restauración de la diversidad de especies puede ser un objetivo fundamental para los programas de rehabilitación que aspiren a restablecer ecosistemas nativos. El éxito de este empeño depende a menudo de que se establezcan primero los procesos adecuados de recuperación del hábitat y del ecosistema que propiciarán después la recolonización por el conjunto de la flora y la fauna. MODALIDADES DE REHABILITACIÓN Primeros intentos Hoy se sabe mucho de la ciencia y la tecnología de la rehabilitación y la restauración ecológica de las minas. Libros, revistas, conferencias y sociedades profesionales se dedican al tema. No era así cuando Alcoa World Alumina Australia (llamada en adelante Alcoa) comenzó a extraer bauxita del bosque de jarrah en el suroeste de Australia en 1963. Al principio las operaciones se hacían a escala relativamente reducida, desbrozándose y explotándose cada año unas 30 ha de bosque. Los depósitos de bauxita son superficiales y su extracción requiere la retirada de la débil capa superior y la Unasylva 207, Vol. 52, 2001 5 capa de recubrimiento (de un grosor aproximado de 0,5 a 1 metro) antes de excavar el mineral hasta una profundidad media de 3,5 a 4 metros. Las actividades de rehabilitación comenzaron en 1966, pero en forma muy rudimentaria. Se establecieron monocultivos de especies importadas de pino y especies de eucalipto de Australia oriental. Los pozos de las minas no fueron nivelados, la capa de recubrimiento y la capa superficial del suelo se esparcieron de nuevo sin laborar el subsuelo y los árboles se plantaron con una cantidad arbitraria de fertilizante orgánico. El objetivo era producir madera en esas tierras, pero los árboles crecieron en general poco y muchos fueron arrancados y derribados por el viento a causa de su deficiencia de nutrientes y por no poder las raíces penetrar en el suelo compactado de la mina. La compañía reconoció pronto que el rendimiento era bajo y que había que mejorarlo. Inmediatamente se empezó a trabajar en un programa de investigación y experimentación. Antes de cinco años se introdujeron mejoras en el programa de rehabilitación de minas. Esta labor ha continuado durante tres décadas, hasta que la calidad de la rehabilitación ha alcanzado un nivel muy alto (Baker, Gardner y Ward, 1995). Prácticas actuales Hoy día los objetivos de la rehabilitación dependen de los múltiples usos a que se destina el bosque de jarrah, de los intereses de la comunidad y de las técnicas y la capacidad de la rehabilitación, desarrolladas sobre todo localmente. El bosque de jarrah cubre alrededor de 1,8 millones de hectáreas, casi todas de propiedad pública y administradas como bosques estatales. El tipo de vegetación es de bosque alto abierto dominado por jarrah (Eucalyptus marginata) y marri (Corymbia calophylla). Hay diversidad ALCOA Punta roturadora alada incorporada a un tractor Caterpillar D11 Unasylva 207, Vol. 52, 2001 botánica, estimándose en 780 especies vegetales las presentes en la región forestal. Menos del 10 por ciento del bosque permanece en una condición de bosque primario. Alrededor del 15 por ciento se conserva en reservas que contienen muestras de las diversas especies forestales y protegen las restantes zonas primarias. No se permite la minería en las reservas de conservación y, hasta la fecha, de todas las zonas mineras se ha extraído madera selectivamente por lo menos una vez. Se aplican los principios de la gestión forestal ecológicamente sostenible para la conservación de la naturaleza, la protección de las cuencas de captación, la producción de madera, el turismo, las actividades recreativas, la minería y las industrias de la flora silvestre (Department of Conservation and Land Management, Western Australia, 1994). El bosque está detrás de Perth, la capital de Australia Occidental, con una población de más de 1 millón de habitantes. Esta población pide mucho al bosque, pero también tiene mucho interés en conservarlo sano. Alcoa explota dos minas de bauxita en Huntly y Willowdale, a unos 90 km y 135 km al sureste de Perth. Una tercera mina en Jarrahdale dejó de producir en 1998 y ha sido después desmantelada y plenamente rehabilitada. Actualmente se explotan y rehabilitan anualmente unas 550 hectáreas. Desde el comienzo de la actividad minera se han desbrozado 12 560 hectáreas y se han rehabilitado 10 600. El objetivo de Alcoa en cuanto a rehabilitación es devolver un ecosistema forestal de jarrah autosostenible que sirva para todos los usos anteriores a la explotación. La finalidad específica de conservación es promover características de flora, fauna y suelo similares a las del ecosistema forestal indígena de jarrah (Nichols et al., 1991). Una normativa de rehabilitación, formalmente convenida 6 ALCOA Roturación profunda siguiendo las curvas de nivel del pozo de mina acondicionado tras la restitución de las capas de recubrimiento y de superficie entre Alcoa y los principales organismos competentes, se estableció primeramente en 1979 y se revisa cada dos años. También se han formulado y aprobado criterios y normas para la devolución final de zonas rehabilitadas a la entera competencia gestora de las autoridades públicas (Elliott et al., 1996). Representantes de la administración pública, del sector académico, de grupos conservacionistas, de la industria y de la comunidad revisaron las normas antes de que el Gobierno diera su aprobación. La rehabilitación comienza con la rectificación de las paredes de los pozos, de 2 a 5 metros de altura, hasta darles una pendiente máxima de 18º. El arreglo de los bordes de los pozos vacíos pretende imitar el paisaje natural original. La capa de recubrimiento, antes levantada separadamente de la capa superficial y amontonada generalmente en un lugar cercano, se extiende de nuevo. Encima se echa la capa superficial tomada de zonas recién desbrozadas (práctica llamada de reposición directa) o, si esto no es posible, de los montones de tierra formados anteriormente. La reposición directa de la capa superficial recién retirada facilita el aprovechamiento de semillas viables, nutrientes, materia orgánica y microorganismos beneficiosos. Para mantener estas importantes propiedades del suelo en la superficie, la capa superior que se retira y repone ha de ser tan delgada como sea posible, generalmente de 10 a 15 cm. Una vez colocada la capa superficial, se ponen algunas cepas de árboles, troncos y rocas para ofrecer un hábitat a la fauna. Después se rotura el terreno hasta una profundidad de 1,5 m mediante una punta con alas. La roturación se hace en verano y otoño para quebrantar al máximo el subsuelo compacto. Se marcan en el terreno curvas de nivel a intervalos verticales de 3 a 5 m y la roturación las sigue exactamente. La roturación hace surcos de 0,4 m de altura y 1,5 m de anchura aproximadamente. Los surcos a lo largo de las curvas de nivel son esenciales para prevenir la escorrentía y la erosión del suelo. Inmediatamente después de la roturación y antes de las lluvias de otoño se esparce una mezcla de semillas de muy diversas especies vegetales locales (70 a 100 especies) en el terreno así preparado. La siembra a continuación de la roturación facilita el crecimiento de las plantas (Ward, Koch y Ainsworth, 1996). La siembra se hace a mano o mediante una máquina sembradora incorporada al tractor roturador. La mezcla de semillas se aplica a razón de unos 2 kg por hec- tárea. Las semillas de las especies arbóreas dominantes, jarrah y marri, se incluyen en la mezcla en proporciones análogas a las de su presencia en el bosque natural. La mezcla comprende únicamente especies indígenas, y todas las semillas se recogen a menos de unos 15 km de cada mina para conservar el material genético local en las zonas rehabilitadas. Otras especies vegetales que no es fácil restablecer a partir de las semillas por ser éstas poco viables, tener escasa fuerza de germinación o no disponerse de ellas, se propagan en contenedores en el vivero y laboratorio de Alcoa mediante cultivo de tejidos, esquejes o semillas. En 2001, Alcoa plantó en las minas 215 000 de estas plantas recalcitrantes. Se aplican fertilizantes desde helicóptero en las zonas rehabilitadas al final del invierno o al principio de la primavera. Se aplica un fertilizante compuesto (NPK y micronutrientes) a razón de 500 kg por hectárea. Puede confiarse en general en las lluvias de invierno, y las plantas arraigan desde el primer año. Si se ha hecho bien la roturación en curvas de nivel y se evita la erosión el primer año, el terreno se estabiliza y no queda expuesto a la erosión en años siguientes. El crecimiento en altura de las plantas sembradas no suele llegar a 0,5 m el primer año, pero es del orden de 1 m anual los años siguientes. El sotobosque también crece rápidamente. Las proporciones de semillas se fijan para establecer un mínimo de una planta Unasylva 207, Vol. 52, 2001 7 ALCOA Rehabilitación acabada, con troncos y rocas para hábitat de la fauna y plantación de especies recalcitrantes; algunas especies se protegen para que no las coman los canguros en el período de establecimiento ALCOA Paraje rehabilitado después de un año Paraje rehabilitado después de 14 años leguminosa por metro cuadrado y entre media y una planta no leguminosa por metro cuadrado. Gracias a los nutrientes del fertilizante extendido, la cubierta arbórea y el sotobosque se aproximan en densidad a los bosques vecinos en los cinco primeros años. Con esa edad, muchas especies vegetales de vida corta, en particular acacias, empiezan a envejecer, contribuyendo a la rápida formación de una capa de hojarasca. Supervisión En las zonas rehabilitadas se ejecutan varios programas de supervisión. Una supervisión inicial a los nueve meses comprueba que se han cumplido los requisitos de establecimiento de árboles y otras plantas. Se observa también si hay problemas de erosión en las zonas rehabilitadas. A los 15 meses, se mide la riqueza de especies vegetales. Se han emprendido estudios de sucesión de plantas, modelos de vegetación, crecimiento arbóreo, acumulación de biomasa, ciclo de nutrientes, uso del agua y calidad de la madera (Alcoa World Alumina Australia, 2001). También se han realizado varios estudios de recolonización y sucesión de fauna, que han confirmado que se cumplen los requisitos de alimentación y hábitat de los animales, aunque han revelado también deficiencias en las prácticas de rehabilitación que requieren atención, como la necesidad de colocar más troncos, cepas de árboles y rocas para restaurar el hábitat a nivel del terreno (Nichols y Gardner, 1998). ALCOA CONCLUSIONES Unasylva 207, Vol. 52, 2001 El empeño que Alcoa ha puesto en mejorar las prácticas de rehabilitación ha tendido a elevar la riqueza de especies en las zonas rehabilitadas hasta el mismo nivel que el bosque adyacente. En 1992 la riqueza de especies en las zonas rehabilitadas apenas superaba el 60 por 8 ciento del promedio en los bosques. Según la última medida en las zonas rehabilitadas en 1999, su promedio en riqueza de especies era un 96,8 por ciento del promedio en los bosques. Los progresos se han logrado gracias a los mejores métodos de manejo de la capa superficial del suelo, a los métodos de recolección, tratamiento y aplicación de semillas y a la plantación de especies recalcitrantes cultivadas en vivero. Fundamentalmente, los datos de la supervisión indican que las zonas rehabilitadas están alcanzando los objetivos propuestos. No obstante, en atención al nivel de perturbación causada por las actividades mineras y a la edad a la que tendrá que llegar el bosque para cumplir todas sus funciones, se requerirá algún tiempo para confirmarlo. El sector minero australiano tiene la suerte de operar en un contexto firme y estable en lo que se refiere a leyes, reglamentos, políticas, estrategia e inversiones, y de poder seguir directrices claras sobre evaluación del impacto ambiental, planificación, ejecución y supervisión. Pero aunque esto sea indudablemente una base útil para el éxito en la explotación de las minas y en el subsiguiente proceso de rehabilitación, lo conseguido por Alcoa se debe en gran medida a su propia iniciativa, localmente y más allá de la observancia de las leyes. De hecho, Alcoa se esfuerza por transferir las mejores prácticas y adoptar los mismos principios y normas de rehabilitación en todo el mundo, demostrando así que no es sólo en países desarrollados y estables donde pueden adoptarse las mejores prácticas. Las grandes compañías internacionales tienen muchas posibilidades de ayudar a mejorar las normas medioambientales de la minería en todo el mundo y de promover en los países en desarrollo la capacidad en los sectores jurídico, técnico y académico. ◆ Bibliografía Alcoa World Alumina Australia. 2001. Bibliography of environmental department publications. Alcoa World Alumina Australia Environmental Research Note No. 11. Documento en Internet: www.alcoa. com.au/environment/bib_internet.pdf Baker, S.R., Gardner, J.H. y Ward, S.C. 1995. Bauxite mining environmental management and rehabilitation practices in Western Australia. En Proceedings of the Australian Institute of Mining and Metallurgy, World’s Best Practice in Mining and Mineral Processing Conference. Sydney, Australia, 17-18 de mayo de 1995. Department of Conservation and Land Management, Western Australia. 1994. Forest Management Plan 1994-2003. Kensington, Australia. Elliott, P., Gardner, J., Allen, D. y Butcher, G. 1996. Completion criteria for Alcoa of Australia Limited’s bauxite mine rehabilitation. En Proceedings of the 3rd International and the 21st Annual Minerals Council of Australia Environmental Workshop. Newcastle, 14-18 de octubre de 1996. Laurence, D.C. 2001. Mine closure and the community. Mining Environmental Management, 9(4): 10-12. Moffat, A.J. 2001. Increasing woodland in urban areas in the UK – meeting ecological and environmental standards. En Forests in a changing landscape. Proceedings of the 16th Commonwealth Forestry Conference, Fremantle, Australia, 18-25 de abril de 2001. Nichols, O.G. y Gardner, J.H. 1998. Long term monitoring of fauna in bauxite mined areas of the Darling Range. En Proceedings of the Australian Centre for Minesite Rehabilitation Research workshop on Fauna Habitat Reconstruction. Adelaide, Australia, 10-11 de octubre de 1997. Nichols, O.G., Koch, J.M., Taylor, S. y Gardner, J.H. 1991. Conserving biodiversity. En Proceedings of the Australian Mining Industry Council Environmental Workshop, p. 116-136. Perth, Australia, octubre de 1991. Ward, S.C., Koch, J.M. y Ainsworth, G.L. 1996. The effect of timing of rehabilitation procedures on the establishment of a jarrah forest after bauxite mining. Restoration Ecology, 4: 19-24. ◆ Unasylva 207, Vol. 52, 2001