RESOLUCION Nº 182/00 En Buenos Aires, a los 9 días del mes de agosto del año dos mil, sesionando en la Sala de Plenario del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación, con la Presidencia del Dr. Bindo B. Caviglione Fraga, los señores consejeros presentes, VISTO: El expediente 385/99, caratulado “Cámara Nacional de Apel. en lo Penal Económico - Remite denuncia ‘Munilla, Enrique s/ denuncia contra Juzgado Nº 7’”, del que RESULTA: I. El Tribunal de Superintendencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la Capital Federal, remite a este Consejo de la Magistratura -en los términos del artículo 12, inciso a, del Reglamento de Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación- las actuaciones relacionadas con la denuncia efectuada el 5 de agosto de 1999, por defensor- el Dr. en la Enrique causa Nº Munilla 4374, -en su carácter caratulada “N.N de s/ infracción al art. 302 del C. Penal”, que tramita ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Penal Económico Nº 7, Secretaría Nº 14 -fs. 7-. II. En su exposición, el denunciante relata que el día 2 de agosto de 1999 “concurrió [a una audiencia convocada por el tribunal mencionado] juntamente con el testigo(...) contador Bouzigues” y que el oficial audiencista de la secretaría, Sr. Adrián Juan Velarde “le manifestó(...) que debía retirarse por cuanto como defensor no podía estar presente”. Refiere que ante tal situación requirió la presencia del magistrado, informándole el oficial que si bien el juez no podía atenderlo, lo haría el secretario Dr. Sebastián Sal. Sostiene que al concurrir al despacho de este último, habría mantenido un altercado, producido por la funcionario -fs. 1-. “inconducta y mala educación” del III. Agrega que el secretario “se disculpó pero con un tono de arrogancia muy particular que llevó al compareciente a no aceptarlas, diciéndole que se las debía dar el juez por ser su igual”. Seguidamente añade que “se retiró a la mesa de entradas y dejó constancia de lo ocurrido en el libro de notas(...) que no se le permitió controlar la audiencia testimonial aludida pero a su pedido en mesa de entradas le aceptaron el cargo de defensor”; afirma además que “en la nota(...) en el libro respectivo [escribió] su número de teléfono para que el magistrado le ofreciera las disculpas del (t)ribunal [y] (c)omo hasta la fecha [de la denuncia] no las recibió [concurría] a poner e[s]e hecho en conocimiento de [l]a (a)lzada”. A fs. 2/3 vta. obra agregada la ampliación de denuncia realizada por el Dr. Munilla, el 18 de agosto de 1999. IV. En acuerdo del 24 de agosto de 1999, el Tribunal de Superintendencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico, resolvió: “(s)urgiendo de los términos de la denuncia y de la ampliación(...) que aquélla compromete la actuación del titular del Juzgado Nº 7: a) comunicar al Consejo de la Magistratura la radicación de la denuncia(...) b) practicar información sumaria por intermedio del Sr. Presidente de es[a] (c)ámara(...)” (fs. 6). V. En atención a lo encomendado, el presidente del Tribunal de Superintendencia dispuso una serie de diligencias, entre las que se incluyeron las declaraciones del testigo Sr. Bouzigues y del oficial mayor Sr. Adrián Juan Velarde. VI. Como consecuencia de la investigación producida, el Tribunal de Superintendencia resolvió, en acuerdo del 21 de septiembre del año 1999, dar por concluida la información sumaria y elevar las actuaciones al Consejo de la Magistratura. En los considerandos se destacó que “de lo actuado, se evidenciaría una violación al ejercicio del derecho de defensa en juicio [y que] las actuaciones también acreditan que resultaría una práctica habitual en el mencionado (t)ribunal no permitir a los defensores estar presentes en audiencias en las que se prestan declaraciones testimoniales, con lo que se(...) configuraría una violación sistemática al ejercicio del derecho de defensa” (fs. 114/115 vta.). VII. Mediante la resolución 18 del 3 de noviembre de 1999, la Comisión de Disciplina de este Consejo evaluó los antecedentes remitidos por el Tribunal de Superintendencia, y resolvió ordenar la instrucción del sumario administrativo respectivo, designar instructor al Consejero Dr. Ricardo Branda, y correr vista de lo actuado al Dr. Tiscornia, de conformidad con lo prescripto en el artículo 14 del Reglamento de Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación -fs. 118/119-. VIII. El magistrado denunciado presentó el correspondiente descargo en tiempo y forma, constituyó domicilio y ofreció medidas de prueba -fs. 140/146-. En su defensa, el juez señaló, en primer lugar, las contradicciones en que habrían incurrido los vocales de la Sala A de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la Capital Federal, en ocasión de resolver la investigación de los hechos que se debaten, para luego entrar a considerar la cuestión central planteada: la presunta violación al derecho de defensa. En tal sentido, manifestó que “lo actuado y decidido por el (j)uzgado(...) a [su] cargo(...) se ajustó en un todo a la regla pautada en el art[ículo] 200 del Código Procesal Penal”. Consideró además que dicho precepto legal “establece con prístina claridad que los defensores de las partes tendrán derecho a asistir a los registros domiciliarios, reconocimientos, reconstrucciones, pericias dispuesto art[ículo] en el e inspecciones, 218, siempre naturaleza y características se definitivos e irreproducibles, lo deban mismo salvo que por lo su considerar que a las declaraciones de los testigos, que por su enfermedad u otro impedimento sea presumible que no podrán concurrir al debate”. IX. Con relación al episodio aludido por el Dr. Enrique Munilla, expresó que el letrado “pretendió ingresar al (t)ribunal a efectos de presenciar el desarrollo de una declaración testimonial [y que el juzgado] desechó -con base en la aludida regla del art[ículo] 200 del ritual- el pedido que hubo efectuado el citado letrado, por no tratarse en ese caso de una prueba definitiva o de carácter irreproducible”. Insistiendo en su posición destacó que, conforme al artículo mencionado “(e)l (j)uez podrá (tiempo verbal que denota el carácter facultativo y no imperativo de la alocución) permitir la asistencia del imputado o del ofendido, cuando sea útil para esclarecer los hechos o necesaria por la naturaleza del acto”. X. Para ilustrar con mayor precisión lo relatado, transcribió la resolución por la cual se rechazó el planteo de nulidad impetrado por el Dr. Munilla contra la providencia en la que se dispuso no hacer lugar a la pretensión de presenciar la declaración testimonial ordenada por el juzgado. En el comentario a dicho acto, hizo notar la intervención de la Sra. fiscal, Dra. Alicia Sustaita, quien “en ocasión de dictaminar propiciando la improcedencia de la nulidad articulada(...) no advirt[ió] ningún tipo de violación al ejercicio del derecho de defensa en juicio de la persona asistida por el mencionado letrado”. Resulta oportuno mencionar en este punto, que el planteo de nulidad aludido en el párrafo anterior fue apelado por el denunciante y que la cámara del fuero declaró la nulidad de la providencia, el 7 de diciembre de 1999, cuando ya se había iniciado el trámite de las presentes actuaciones -copia de fs. 178/178 vta.-. XI. En su exposición, el magistrado también negó haber instruido a sus subalternos a mantener una postura rígida y general frente al derecho de asistencia fijado en el artículo 200 del Código Procesal Penal. Al respecto, observó que la declaración testimonial del oficial Sr. Velarde, brindada en la información sumaria, era confusa respecto al criterio del Tribunal con relación a la presencia de abogados en las audiencias de testigos. Al respecto afirmó que “es absolutamente falso aceptar que el (j)uzgado tenga formado, en abstracto y con carácter general, una línea de criterio apriorística, respecto del derecho de la parte imputada de asistir a las declaraciones testimoniales(...) y que, además, conforme surge de la simple lectura del considerando sexto de [la] resolución interlocutoria, e[s]e magistrado puso especial énfasis en cuanto a ‘(q)ue no corresponde efectuar una evaluación apriorística respecto a la eventual configuración o concurrencia de los impedimentos aludidos por los art[ículos] 202 y 204 del código de rito en orden a posibles y futuras audiencias de declaración testimonial a designarse en autos, sino que -por el contrario- esa concreta ponderación deberá ser abordada -en su caso-, por el (t)ribunal frente a la concurrencia de un supuesto concreto”. XII. Refirió que “al momento de celebrarse la audiencia del testigo [Sr. Bouzigues] el Dr. Munilla no había aceptado aún formalmente el cargo de letrado defensor de la parte imputada, cosa que recién hizo con posterioridad a la declaración testimonial”, razón por la cual, a su legitimación entender, formal el para letrado “carecía formular ningún de toda tipo de solicitud”. En cuanto a las aseveraciones vertidas por el órgano de superintendencia, en el sentido de que no se le había permitido al letrado entrevistarse con el magistrado, asegura que “se encontraba ocupado por haber concedido una entrevista previamente requerida por los Dres. Santiago Feder y Héctor Vidal Albarracín”. XIII. También aseguró que en todo el tiempo que lleva como juez, desde el 2 de marzo de 1994 “ningún letrado de la matrícula, a excepción del Dr. Munilla, hubo formulado ni en forma verbal ni escrita, en ningún expediente judicial(...) queja o denuncia por violación sistemática al ejercicio de[l] derecho de defensa de los imputados, con exclusiva base en el derecho de asistencia”. XIV. Para corroborar sus dichos, el juez aportó varias resoluciones dictadas por él en otras causas, en las que hace saber a la defensa que podrá asistir a la audiencia testimonial ordenada en virtud de lo prescripto en el artículo 202 del Código Procesal Penal; además, acompañó copia de una declaración testimonial realizada en su juzgado, en la que consta la presencia de los abogados defensores de los imputados -fs. 136-. Como prueba testimonial, solicitó que se citara a declarar a los secretarios titulares de las Secretarías Nº 13 y 14 del juzgado a su cargo, Dres. Héctor Daniel Ochoa y Sebastián Sal; a la Secretaria contratada de ese juzgado, Dra. Mariana Zabala Duffau; a los prosecretarios administrativos, Sra. María Angélica Turano y Dr. Pablo Brugo, y a los Dres. Santiago Feder y Héctor G. Vidal Albarracín. En todos los casos, hizo uso del derecho que le asiste de presentar pliego de preguntas conforme a lo estipulado en el artículo 19 in fine del Reglamento de Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación. Como prueba documental e informativa, requirió que se librara oficios al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, a la secretaría de superintendencia de la cámara del fuero, y a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. CONSIDERANDO: 1º) Que en cuanto a la prueba testimonial ofrecida, se tomó declaración a todos los funcionarios del Juzgado Nº 7 propuestos por el magistrado, a los que se les formuló, entre otras, las siguiente preguntas: 1º) “si con respecto al derecho de asistencia del letrado defensor a las audiencias testimoniales, el titular del Juzgado Nro. 7, Dr. Tiscornia, impartió alguna directiva u orden general respecto a pedidos formulados por letrados para asistir a las audiencias de testigos, o si por el contrario, la directiva impartida consistió en promover consulta, ya sea a los Sres. (s)ecretarios o al propio (j)uez frente a cada caso concreto en que se formulara un pedido de asistencia a una audiencia de testigo”; 2º) “si conoce acerca de casos en que el Juzgado Nº 7, a cargo del Dr. Tiscornia, hubo acogido, en forma favorable, pedidos, ya sea de defensores oficiales o asistencia particulares, (art[ículo] 200 de ejercer del el C[ódigo] derecho de P[rocesal] P[enal])” -fs. 198, 199, 206, 207, 208 y 217-. Al primer interrogante todos los testigos, incluido el oficial audiencista Sr. Adrián Juan Velarde, contestaron invariablemente que no había ninguna orden general dictada por el magistrado al respecto; que en cada caso en particular se consultaba al juez, o en su defecto al secretario, sobre el criterio a seguir. Respecto a la segunda pregunta, los secretarios Ochoa, Sal y Zabala Duffau respondieron que sí recordaban casos en que se había evaluado la conveniencia de que el letrado defensor estuviera presente en la audiencia testimonial. Los funcionarios de menor rango, Turano, Brugo y Velarde, contestaron que no les constaba tal antecedente. Resulta conveniente destacar los testimonios del secretario Dr. Sal -que el denunciante involucra en el altercado que se habría producido en ocasión de la audiencia- y del oficial Sr. Velarde -quien le habría comunicado el criterio general del tribunal, contrario a la asistencia letrada en audiencias testimoniales-. El Dr. Sal sostuvo que “estima que lo manifestado por el Sr. Velarde, en la declaración de fecha 9 de septiembre de 1999 [ante el Tribunal de Superintendencia], en relación a las actuaciones por separado que se labraran contra [él] por los dichos que realizara el Dr. Enrique Munilla(...) se puede haber debido a un error conceptual por parte del [Sr. Velarde], sumado a lo poco claro de las preguntas que le fueran formuladas en dicha oportunidad”. Deviene conveniente adelantar que el Sr. Velarde manifestó en su declaración ante el mencionado tribunal de superintendencia que en ocasión de la audiencia en cuestión, le informó al Dr. Munilla “que el criterio del (t)ribunal es que los abogados de las partes no están autorizados a estar presentes, con excepción de los casos que el (c)ódigo establece [y que] el (t)ribunal se basaba en lo prescripto por el criterio del artículo 200 del (c)ódigo de rito” -fs. 107/108 vta.-. Sin embargo, al declarar en la presente instrucción, dio un matiz diferente a aquella afirmación expresando “que en cada caso particular, se hacía una consulta con el (s)ecretario o con el (j)uez”. Asimismo, interesa remarcar los testimonios de los Dres. Feder y Vidal Albarracín -fs 209 y 211- en cuanto confirman que en el momento en que sucedían los hechos que motivaron el presente sumario, se encontraban con el Dr. Tiscornia en el despacho de este último conversando sobre cuestiones atinentes a otra causa judicial en la que ellos actúan como codefensores. El Dr. Vidal Albarracín afirmó que al retirarse del despacho del juez “recuerda(...) haberse acercado al Dr. Munilla, a quien conoce tanto personal como profesionalmente [y que] éste haber tenido, momentos antes, un le manifestó incidente con el (s)ecretario del (t)ribunal, sin entrar en detalles”. En cuanto a las actuaciones labradas contra el secretario Sal por denuncia del Dr. Munilla, es menester aclarar que el Tribunal de Superintendencia resolvió archivar las actuaciones por considerar que “no median elementos suficientes que permitan acreditar lo efectivamente ocurrido” -copia de fs. 204/205 vta.-. 2º) Que al acompañar la prueba documental, el magistrado puso de resalto que en el tribunal a su cargo, las solicitudes de asistencia a audiencia de testigos eran materia de “cuidadosa ponderación”, caso por caso, y que cada situación era decidida de acuerdo a derecho. La constancia agregada -resolución en la que el juez hace saber a la defensa que podrá asistir a la audiencia testimonial o la constancia de la presencia de defensores en esa audiencia- demuestra que no existía, al menos, una prohibición generalizada a la asistencia de los defensores a las audiencias de testigos -copias de fs. 134/136-. 3º) Que la respuesta a los oficios dirigidos al Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, librados el 18 de febrero y el 20 de marzo del corriente año, mediante los cuales se solicitó información sobre la posible existencia de quejas o denuncias de letrados contra el Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº 7, no aportó información sobre el particular -fs. 187, 214 y 233-. Por otra parte, la Superintendencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico -en respuesta al oficio del mismo tenor que el anterior- informó mediante nota recibida el 1º de marzo del año 2000, que “la única denuncia que se ha recibido(...) fue la formulada por el Dr. Enrique Munilla” -fs 184, 190-. Por último, cabe señalar que a requerimiento del magistrado se solicitó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación la remisión de expedientes relacionados con sanciones impuestas por la cámara del fuero, en los que tramitaron reiterados pedidos de avocación formulados por el Dr. Tiscornia. Sobre el particular, es dable observar que examinados esos actuados, no se advierte que guarden relación directa con los hechos investigados, por lo que no corresponde hacer ninguna valoración. 4º) Que conforme la naturaleza de la denuncia incoada, resulta pertinente hacer referencia a antecedentes doctrinarios y jurisprudenciales relacionados con la cuestión planteada. Al respecto, los Dres. Guillermo R. Navarro y Roberto R. Daray, al comentar el artículo 200 del Código Procesal Penal de la Nación, realizan las siguiente consideraciones: En primer lugar se pronuncian sobre “El acto irrepetible”, en tal sentido, expresan “(l)a norma salvaguarda el derecho que las partes tienen de controlar, mediante su presencia, la producción de aquellos actos de prueba insusceptibles materialmente, por su naturaleza y características, o por las especiales circunstancias de su cumplimiento, de volverse a producir en iguales condiciones, de forma tal de no conculcar, de otro modo, su defensa”. Continúan “(l)a ejemplificación del precepto no es taxativa(...) pero aquellas pruebas sólo habrán de considerarse de imposible reproducción ‘siempre que ello resulte de su naturaleza y características’, conforme lo señala expresamente el dispositivo(...) o por las especiales circunstancias relativas a su realización, según lo ya señalado. Así lo será la prueba pericial si para practicarla hubiere examinado(...) también de la consumirse prueba el material testimonial si, como indica la norma, hubiere presunción de que el testigo no podrá concurrir al debate”. Más asistencia. establece, adelante, La en regla su al analizar general” primer párrafo, “El señalan el derecho “(l)a derecho de de norma ‘los defensores de las partes’ de asistir a estos actos(...) reivindicando una vez más (arts. 146, 202, 203, 258) la participación exclusiva de aquéllos en las tareas técnicas de la instrucción. En el segundo, en cambio, y a modo de excepción, otorga al juez la facultad discrecional de permitir al imputado o al ofendido presenciar, también, dichas diligencias, aunque limitando esa posibilidad a aquellas hipótesis en las cuales esa presencia resulte útil para esclarecer los hechos o necesaria por su naturaleza. Pero respecto a esa excepción caben dos aclaraciones. La primera es que la misma, en cuanto concierne al imputado -parte en el proceso-, esta referida a todos los actos de imposible reproducción con exclusión del registro domiciliario, pues en ese especial caso rige en beneficio de aquel el derecho irrestricto de presencia que le acuerda el párrafo tercero de la norma. La segunda es que, en orden al ofendido por el delito, es obvio que si éste actúa por sí en el proceso, esto es como querellante, su participación, siempre con patrocinio letrado, resultará equiparada a la de los defensores de las partes" (Código Procesal Penal de la Nación, Tomo I, páginas 432/434, 1996, Ed. Pensamiento Jurídico Editora). Francisco J. D'Albora al explicar el mismo artículo señala: "(t)anto los registros domiciliarios como los reconocimientos, inspecciones, son reconstrucciones, actividades que pueden pericias e resultar de imposible realización ulterior durante el proceso, al igual que las declaraciones testimoniales que se precisan en la oración final de este párrafo [del artículo]" (Código Procesal Penal de la Nación, Segunda Edición, pág. 267, 1996, Ed. Abeledo Perrot). En relación al concepto de actos definitivos e irreproducibles, Raúl W. Abalos sostiene "(s)on definitivos aquellos actos que, en el momento de ser ordenados, aparezcan como pruebas que tomará en cuenta el (t)ribunal de juicio, tal como se han practicado por el (j)uez de (i)nstrucción. Es decir, que en la instrucción son cumplidos y quedan agotados, pues allí mismo concluyen, sin posibilidad de revisión por el (t)ribunal de sentencia. Y se denominan actos irreproducibles aquellos que, cumplidos, no pueden renovarse sin variar las circunstancias originales” (Código Procesal Penal de la Nación, Tomo I, pág. 481, Ed. Ediciones Jurídicas Cuyo). Sobre Navarro y este Roberto tema R. en particular, Daray entienden Guillermo que: A. "(l)a calificación de ‘definitivos e irreproducibles’ es, sin embargo, gramaticalmente efecto, es aquello algo(...) la que voz incorrecta. decide, ‘Definitivo’, resuelve o ‘irreproducible’ en concluye o, aun, ‘irreproductible’, que usan varios autores(...) no integra el repertorio de la lengua española(...) por tales razones y atendiendo al concepto que ha querido traslucir con esa terminología el legislador, es correcto llamar a los actos probatorios a que refiere, como aquellos de imposible reproducción o, sencillamente, irrepetibles” (ob, cit. pág. 433). Por su parte, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, ha resuelto que la falta de notificación al defensor de una audiencia de testigos no invalidaba el acto porque "al no hallarse expresamente previstas las declaraciones testimoniales en el artículo 200 del Código Procesal Penal, ni darse la circunstancia de excepción allí prevista, la falta de notificación a la defensa no acarrea la nulidad que prevé el artículo 201 del Código Procesal Penal" (C.N.Crim. Sala VII "URQUIA, Pablo A. y otro s/robo", del 22 de febrero de 1993). La Sala III de la Cámara de Casación Penal ha ratificado “el carácter esencialmente reproducible del testimonio, razón por la cual se encuentra fuera de la exigencia formal del artículo 138 del ritual" (“González, Norberto A. s/ recurso de casación”, causa 696, voto del Dr. Casanovas, sentencia 107/96 del 10 de abril de 1996). En tal sentido ha opinado “(l)a prueba testifical es entonces, por naturaleza, reproducible en el debate y deberá ser practicada en la fase del juicio oral para ser sometida a los principios de inmediación, contradicción publicidad. De modo que(...) -dirigida hacia actos irreproducibles- no y la sanción del artículo 140 calificados comprende como con definitivos su alcance e el testimonio”. En referencia al tema, se invoca la causa “‘Larocca, Marcelo D. S/ casación’ reg. 179/94 del 17 [de noviembre de] 1994" en la que se sostuvo “(l)as previsiones del articulo 138 están dirigidas hacia los actos irreproducibles y definitivos que por vía ejemplificativa explícita la misma norma (esto es, el secuestro, las inspecciones oculares y la requisa personal) y que son necesariamente invocados en modo complementario en las prescripciones del primer párrafo del artículo 200 del C[ódigo] P[rocesal] P[enal de la Nación]" -voto del Dr. Tragant-. 5º) Que merituados los hechos que motivaron estas actuaciones, evaluada la prueba producida y en atención al derecho aplicable, debe colegirse que la materia bajo examen es de naturaleza extraña a la competencia de este Consejo de la Magistratura, por resultar un asunto procesal de índole netamente jurisdiccional. Se trata de una cuestión opinable, respecto de la cual, cabe incluso la posibilidad de que el juez haya errado en la interpretación de la norma, o la fiscal en oportunidad de dictaminar en el incidente de nulidad planteado por el denunciante. A pesar de ello, lo cierto es que el asunto quedó zanjado con el remedio procesal pertinente, es decir, con la resolución del tribunal de alzada que revocó el acto recurrido y declaró la nulidad de la providencia que no autorizaba la presencia del letrado en el acto de declaración del testigo. Por otra parte, las constancias de autos no prueban que la conducta del magistrado fuera subjetivamente maliciosa o representara que una la práctica verdadera habitual violación del juzgado sistemática del derecho de defensa. Este Consejo debe cumplir con el mandato constitucional de asegurar la independencia de los jueces, garantizando el derecho del magistrado a aplicar la ley de acuerdo a sus convicciones en absoluta libertad. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido en reiteradas oportunidades que “(t)odo lo relativo a la interpretación y aplicación de las normas jurídicas en un caso concreto es resorte exclusivo del (j)uez de la causa sin perjuicio de los recursos que la ley procesal concede a las partes para subsanar errores o vicios en el procedimiento o para obtener una reparación a los agravios que los pronunciamientos del magistrado pudiera ocasionarles” (Fallos: 303:741 y 305:113). En consecuencia -y de conformidad con lo propuesto por la Comisión de Disciplina (dictamen 55/00)corresponde eximir de responsabilidad al magistrado, por los hechos denunciados en estas actuaciones (artículo 27, inciso a, del Reglamento de Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación). Por ello, SE RESUELVE: 1º) Eximir de responsabilidad al Dr. Guillermo J. Tiscornia por los hechos denunciados en estas actuaciones (artículo 27, inciso a, del Reglamento de Informaciones Sumarias y Sumarios Administrativos para el Juzgamiento de las Faltas Disciplinarias de los Magistrados del Poder Judicial de la Nación). 2º) Notificar al denunciante y al magistrado denunciado, y archivar las actuaciones. Regístrese. Firmado por ante mí, que doy fe. Fdo.: Bindo B. Caviglione Fraga - Melchor R. Cruchaga María Lelia Chaya - Pablo D. Fernández - Angel F. Garrote - Juan C. Gemignani - Juan M. Gersenobitz - Margarita A. Gudiño de Argüelles - Diego J. May Zubiría - Eduardo D.E. Orio - Humberto Quiroga Lavié - Horacio D. Usandizaga Alfredo I.A. Vítolo - Santiago H. Corcuera (Secretario General)