Consecuencias de la Segunda Guerra: Para el conjunto del conflicto de 1939-1945, tanto en Europa como en Asia, las cifras de pérdidas humanas son impresionante, las mayores que una guerra haya producido en toda la historia. En total se calculan 55 millones, 25 millones de cuales era militares y el resto civiles, sin contar 5 millones de judíos asesinado en el Holocausto ocasionado por los Nazis. Pero esto es sólo una estimación aproximada, las destrucciones de registros civiles por bombardeos aéreos, la confusión provocada por los traslados de población –que imposibilita distinguir entre fallecido y desaparecidos- y la pérdida de parte de la documentación han impedido un mayor acercamiento a la cifra real de los muertos. Alemania 8.000.000 Checoslovaquia 6.700 China 2.000.000 EE.UU. 405.399 Francia 600.000 Inglaterra 300.000 Japón 2.000.000 Polonia 6.000.000 URSS 22.000.000 Yugoslavia 1.500.000 A pesar de su falta de precisión, estas cifras aproximadas proporcionan una idea de la sangría demográfica que significó la Segunda Guerra Mundial, con un descenso poblacional casi cuatro veces mayor que el ocasionado por la de 1914-1918. Esta diferencia se explica por la considerable extensión del teatro de operaciones bélicas y por la implicación directa de toda la población en la guerra como efecto de los bombardeos aéreos. Todo ello agravado porque algunos países (Japón y la URSS principalmente) no respetaban la Convención de Ginebra de 1864 sobre prisioneros de guerra, y por las políticas racistas de exterminio sistemático llevadas a cabo por el Tercer Reich. A estas cifras se deben añadir 35 millones de heridos y 3 millones de desaparecidos, así como las víctimas de la sub alimentación que sufrían de enfermedades como la tuberculosis y el raquitismo. Además, esa hecatombe demográfica tendría consecuencias a largo plazo; en las pirámides de edades correspondientes países como la Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia y Alemania, se puede observar un desequilibrio en los indicadores de edad y sexo, que representa un notable descenso de la población activa que afectó de manera inmediata la reconstrucción de esos países y años después impactaría sobre el comportamiento del índice de natalidad. Al final de la guerra se planteaba en Europa el problema de las personas desplazadas a causa de las vicisitudes de la guerra. En tanto que millones de hombres y mujeres vagaban de un punto a otro del Continente, ex prisioneros de los campos de concentración nazis que trataban de volver a sus respectivos países, ex colaboracionistas que esperaban escapar a las represalias y los castigos y, sobre todo, millones de personas que abandonaban los territorios anexionados por los vencedores. Unos 10 millones de alemanes sin recursos expulsados de Polonia, de Checoslovaquia o de Hungría, fueron transportados a una Alemania que había perdido 25% de su territorio, mientras que cerca de dos millones de checos y eslovacos ocupaban los territorios abandonados por los alemanes. En Austria apenas si fueron dejados en sus hogares los descendientes de colonos alemanes. En la región del Báltico, la suerte más cruel la sufrieron los letones, estonios y lituanos, quienes, deportados a campos de trabajo alemanes durante la guerra, al terminar ésta fueron llevados a Rusia al tiempo que su territorio era ocupado por colonos rusos. Siglos de lentos procesos demográficos fueron barridos en pocos meses; el mapa desplazamiento de etnográfico de Europa central y oriental fijado desde la Edad Media fue radicalmente remodelado. Pérdidas materiales y financieras: El panorama de las destrucciones materiales era también desolador; numerosas viviendas y otras construcciones fueron destruidas. Las comunicaciones (puertos, ferrocarriles, puentes y viaductos) y las grandes ciudades sufrieron los daños mayores. Alemania perdió 20% de sus viviendas y Gran Bretaña 9%, a causa de los bombardeos que afectaron también numerosas fábricas. En Francia, Italia y Alemania, aparte de ciertos sectores como el de la siderurgia, las instalaciones industriales habían sufrido menores daños; en las naciones de tradición industrial lo que impediría la recuperación sería la falta de materias primas y recursos financieros. Pero fue en la Europa oriental donde las destrucciones alcanzaron mayor magnitud: en la Unión Soviética 17.000 ciudades y 70.000 pueblos fueron arrasados y, en conjunto, este país perdió más de 20% de su potencial industrial e incalculables daños en la agricultura y la ganadería. Polonia quedó arruinada, casi no quedaba edificio en pie, había perdido más de un tercio de su capacidad de producción y se encontraba al borde de la hambruna. En Yugoslavia, pueblos y campos quedaron destruidos y el país había perdido aproximadamente 38% de su capacidad productiva. En el aspecto financiero, los gastos de guerra y las muy pesadas exacciones monetarias impuestas por los alemanes en los países ocupados, particularmente en Francia, agravaron el déficit presupuestario y desencadenaron la inflación. Además, al finalizar la guerra apareció una gran masa de billetes atesorados durante el conflicto, cuya puesta en circulación constituyó otro factor inflacionario. Todo esto hacía inevitables las devaluaciones de las monedas, sobre todo en los países menos desarrollados como Hungría y Grecia. Algunas consecuencias favorables. Sin embargo, la guerra tuvo en algunos países, junto a efectos catastróficos, otras consecuencias de carácter favorable. La Unión Soviética es el mejor ejemplo; aunque sufrió pérdidas humanas y materiales en mayor medida que los demás países europeos, al final pudo ampliar notablemente su territorio. Además, ante la invasión alemana, el traslado de las fábricas soviéticas de la zona europea a las regiones situadas al este de los montes Urales, sentó la primera piedra del desarrollo industrial del Asia soviética. Así mismo, la ocupación militar y el traslado de fábricas de Alemania y de otros países después de 1945, significaron para la URSS una oportunidad única para establecer un control político y económico sobre Europa oriental y sudoriental, mismo que constituyó la base de su política hegemónica frente a Occidente. Otros países que salieron fortalecidos económicamente de la guerra fueron Estados Unidos y los que pudieron mantener su neutralidad, como Suecia, Suiza y los países de la Cornrnonwealth. Efectos psicológicos y morales: Aparte de las destrucciones materiales y los desplazamientos de población, la guerra trajo consigo la ruina psicológica y moral, ocasionada por varios motivos: la utilización sistemática de la tortura por la Gestapo, la dominación de dictaduras militares y policíacas, la acentuación de los antagonismos de clases, la lucha enconada entre colaboracionistas y miembros de la resistencia. Otro elemento negativo en este sentido fue la creación de hábitos de violencia y pillaje que trastornaron incluso el orden interno en países que antes se habían destacado por el respeto a las leyes y a los derechos individuales. Pero el extremo de la ruina moral y psicológica estaba en los campos de exterminio nazis, descubiertos tras la derrota alemana y la liberación de las naciones ocupadas. Se trataba de campos de concentración donde se llevaban a cabo los increíbles programas de exterminio del régimen nazi, ―fábricas de la muerte‖ en las que se intentó la ―solución final del problema judío‖ y se eliminaba también a los opositores políticos del nazismo, al tiempo que se ensayaban experimentos de esterilización y de eliminación de personas con defectos físicos o retraso mental, con miras a alcanzar la "pureza étnica‖ preconizada por las filosofías racistas alemanas. Aparte de la terrible huella dejada en los supervivientes de los campos de concentración, el conocimiento de aquellas atrocidades provocó un verdadero trauma moral en la conciencia humana ante el hecho inexplicable e injustificable de que una barbarie tal se hubiera podido desarrollar en el mundo civilizado del siglo XX. Pero la humanidad todavía había de presenciar azorada otra barbarie más cuando, en el mes de agosto siguiente, las bombas atómicas estadounidenses convirtieron en un verdadero infierno las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, provocando en ambas la muerte instantánea de cerca de 120 000 personas civiles y dejando una espantosa secuela de radiación nuclear que continuaría cobrando víctimas mortales por muchos años más. Diseño y organización de la paz: Conferencias y tratados de paz Una vez terminada la guerra, se hizo necesario ponerse de acuerdo para la forma en que se iba a reglamentar la paz entre vencedores y vencidos, lo cual no resultaba tarea fácil en virtud de los diferentes intereses de las naciones vencedoras y la desconfianza que existía entre ellas, sobre todo por el beneficio que representaba para Estados Unidos el poseer el secreto de la energía atómica y por la posición ventajosa de la Unión Soviética en la Europa oriental. Así pues, fue necesario celebrar varias reuniones para llegar a una decisión final sobre las condiciones de la nueva paz mundial. Las principales fueron dos conferencias celebradas en Moscú y París. Conferencia de Moscú. A petición del gobierno estadounidense interesado en abrir nuevamente las conversaciones, se realizó en la capital soviética una nueva reunión en la que participaron ministros de Asuntos Exteriores de las tres grandes potencias. La Conferencia de Moscú, celebrada en diciembre de 1945, aunque no logró resolver los problemas diplomáticos entre las naciones vencedoras, pudo fijar el procedimiento a seguir para redactar los Tratados de Paz. De singular importancia fueron las decisiones tomadas respecto a la situación del Lejano Oriente, ya que se acordó la creación de gobiernos democráticos en Corea y se aprobó el establecimiento de una nación unificada y un gobierno democrático en China, el cual puso fin a la guerra civil que asolaba ese país. Al final, un asunto de gran trascendencia fue la decisión de crear una ―comisión para el control de la energía atómica‖, a cargo de la nueva organización internacional que habría de establecerse en sustitución de la fracasada Sociedad de Naciones. Conferencia de París. Otra importante reunión internacional fue la Conferencia de París, celebrada en 1946 en la capital francesa en dos ocasiones, una entre el 28 de abril y el 16 de mayo, y la otra, del 15 de junio al 12 de julio, convocándose en esta última fecha la Conferencia de Paz. Los ministros de Asuntos Exteriores de las cuatro potencias después continuaron en la ciudad de Nueva York una última etapa de la Conferencia, entre los meses de octubre y diciembre del mismo año, en la que establecieron la fecha definitiva para la firma de los tratados de paz con Italia, Finlandia y con los tres países balcánicos: Hungría, Bulgaria y Rumania, que se llevó a cabo en París el 10 de febrero del año siguiente. El tratado con Austria no se firmaría hasta 1955, después de diez años de ocupación de las cuatro potencias vencedoras. Pero la solución del problema alemán fue eludida y no se alcanzó ningún acuerdo y, si a ello se agrega el hecho de que la URSS no firmó ningún tratado de paz con Japón, se puede llegar a la conclusión de que la Segunda Guerra Mundial no tuvo un final diplomático. Modificaciones territoriales: En Europa, el conjunto de los países vencidos estaba constituido por Alemania, Italia, Finlandia, Rumania, Hungría y Bulgaria, y en el Extremo Oriente por Japón y Siam (Tailandia). Todas estas naciones quedaron ocupadas militarmente por los países vencedores: Finlandia, Rumania, Hungría y Bulgaria por la Unión Soviética; Italia, por los ejércitos angloamericanos; y Japón por Estados Unidos. Las mayores modificaciones territoriales se dieron en Europa y Alemania fue la más afectada por ellas: perdió alrededor de 100000 kilómetros cuadrados de la superficie que tenía en 1937 y el territorio restante fue dividido en cuatro zonas de ocupación—soviética, estadounidense, británica y francesa—, división también aplicada a la ciudad de Berlín. Además, fueron anuladas todas las conquistas hitlerianas; Austria, Polonia y Checoslovaquia, que habían dejado de existir a causa del Anschluss de 1938, volvieron a constituirse como Estados nacionales. Austria sufrió la misma suerte que Alemania y fue subdividida en cuatro zonas de ocupación. En la Europa central y oriental los principales cambios territoriales beneficiaron a la URSS y a Polonia. Este país restituyó a la URSS los territorios conquistados en 1921 a expensas de Ucrania y Bielorrusia, pero en compensación se anexó una parte de la Prusia Oriental, la Pomerania y la Silesia, tomadas a Alemania; de esta forma Polonia llegaba a tener una importante salida al mar y un territorio más homogéneo. La Unión Soviética, aparte de recuperar los territorios del este de Polonia, recuperó los países bálticos que Alemania había conquistado en su avance hacia Rusia, y se anexionó también la región alemana de Koenigsberg. Italia tuvo que ceder varios territorios del continente europeo en favor de Grecia y de Francia, además de perder sus colonias en el norte de África. Rumania restituyó la Besarabia a la URSS y en cambio recuperó la Transilvania que había pasado a Hungría. Bulgaria perdió su salida al mar en beneficio de Grecia, en tanto que Checoslovaquia cedió a la URSS la región de la Rutenia. Es importante destacar el hecho de Europa había quedado dividida no solamente por motivo de la desintegración de Alemania, sino porque al avanzar los ejércitos soviéticos sobre las fuerzas militares del Eje fueron ocupando los territorios de Europa oriental. La Unión Soviética se vio entonces muy favorecida con la ventaja de que al ser derrotados los gobiernos nazi-fascistas, los pueblos de Europa oriental que habían estado dominados por éstos se inclinaron por el socialismo, lo cual resultó claramente favorable para el expansionismo soviético que progresivamente convirtió esos países en satélites suyos. Respecto al Lejano Oriente, la Conferencia de Yalta había previsto que Japón perdería todas sus posesiones. Pero los cambios territoriales y políticos dependieron de la cambiante situación en las últimas semanas de la guerra. El territorio de Manchuria —conquistado por Japón en 1931 y convertido en el Estado títere de Manchukuo bajo dominio japonés— fue ocupado por las tropas soviéticas, al tiempo que era reintegrado a China; pero se convirtió en un enclave de lucha entre comunistas y nacionalistas chinos. Corea, anexionada por Japón en 1910, quedó dividida en dos Estados: uno al norte del paralelo 38, ocupado por los soviéticos, y el otro al sur, ocupado por los estadounidenses. La URSS se anexó el sur de las islas Sajalín y las Kuriles, al norte de Japón. Estados Unidos, además de asegurarse los archipiélagos japoneses de las islas Marianas, Carolina y Marshall, ocuparon Japón y rehusaron compartir su autoridad sobre el territorio japonés con los otros Aliados. China recibió Formosa (Taiwan), pero la derrota de Japón reanimó la guerra civil entre los comunistas dirigidos por Mao Zedong (Mao Tse-tung) y el gobierno de Chiang Kai-chek. En el Sudeste asiático, británicos, franceses y holandeses recuperaron sus colonias. Pero en 1945, Ho Chi Minh, líder comunista vietnamita, y Achmed Sukarno, dirigente del movimiento nacionalista de Indonesia, proclamaron la independencia en sus respectivos países, mientras que en la India avanzaba el proceso de emancipación hasta alcanzarla en 1947. En el Medio Oriente, Etiopía recobró su independencia y le fue entregado el territorio de Eritrea, lo que le daba acceso directo al mar Rojo. Somalia y Libia, provisionalmente ocupadas por los ingleses, deberían obtener la independencia en poco tiempo. El retorno de la paz en la región estuvo marcado por el despertar del panarabismo, expresado en la creación de la Liga Árabe en marzo de 1945, y el inicio de la descolonización en los territorios bajo mandato británico y francés. Líbano y Siria alcanzaron su independencia en 1944 y 1946, respectivamente. Pero en Palestina, el problema se complicó con la creación del Estado de Israel en 1948, con el acuerdo de las grandes potencias y el patronazgo de la Organización de las Naciones Unidas. Creación de organismos supranacionales Organización de las Naciones Unidas (ONU) La idea de establecer un sistema de seguridad colectiva más eficaz que la Sociedad de Naciones surgió durante la guerra. En el documento establecido por Churchill y Roosevelt bajo el nombre de Carta del Atlántico, se preveía la ―institución de un sistema de seguridad general establecido sobre bases más amplias‖. No se trataba de resucitar simplemente la Sociedad de Naciones, cuyo fracaso era evidente, además de que la URSS, expulsada de ese organismo en diciembre de 1939, se oponía enérgicamente a su restitución. La idea que prevaleció fue la de crear una institución totalmente nueva y la iniciativa emanaba mucho más de Estados Unidos que de la Gran Bretaña o de la Unión Soviética. En la Conferencia de Yalta, Churchill, Roosevelt y Stalin se pusieron de acuerdo sobre el proyecto definitivo al que, después de largas controversias, se asoció Francia. Contrariamente a la Sociedad de Naciones, que había estado ligada a los tratados de paz de 1919, la nueva organización debía nacer de una conferencia internacional y de ninguna manera podía estar asociada a un reglamento de guerra. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue definitivamente fundada el 25 de junio de 1945, en la Conferencia de San Francisco. Los miembros originales fueron los 51 países firmantes de la Carta de fundación, con predominio de los Estados del continente americano (veintidós) y los europeos (quince), además de ocho asiáticos, cuatro africanos y dos de Oceanía. Los vencidos fueron por el momento excluidos, como ocurrió en 1919, al establecerse la Sociedad de Naciones. En la Carta se enunciaban los Propósitos y los Principios de la ONU. Los Propósitos eran cuatro: a) Mantener la paz y la seguridad internacionales; b) Fomentar relaciones de amistad entre las naciones; c) Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural y humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; d) Servir de centro armonizador de los esfuerzos de las naciones para alcanzar estos propósitos comunes. Los Principios, más numerosos, precisaban lo siguiente: 1. La organización se basaba en la igualdad soberana de todos sus miembros. 2. Todos los miembros cumplirían las obligaciones contraídas de conformidad con la Carta. 3. Los miembros arreglarían sus controversias internacionales por medios pacíficos y sin poner en peligro la paz, la seguridad o la justicia. 4. Los miembros, en sus relaciones internacionales, se abstendrían de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra otros Estados. 5. Los miembros prestarían a las Naciones Unidas toda la clase de ayuda en cualquier acción ejercida de conformidad con la Carta, y no ayudarían a Estado ninguno contra el cual la Organización estuviera ejecutando acción preventiva o coercitiva. 6. Ninguna disposición de la Carta autorizaría a la ONU a intervenir en los asuntos que son jurisdicción interna de los Estados. 7. Las Naciones Unidas harían que los Estados que no fueran miembros de la organización, se condujeran de acuerdo con estos principios en la medida que fuera necesaria para mantener la paz y la seguridad internacionales.