El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos 1 El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos 1846-1848 Mª del Carmen Salinas Sandoval* 16 1998 La colección Documentos de Investigación difunde los avances de trabajo realizados por investigadores de El Colegio Mexiquense, A.C., con la idea de que los autores reciban comentarios antes de la publicación definitiva de sus textos. Se agradecerá que los comentarios se hagan llegar directamente al (los) autor(es). Los editores han mantenido fielmente el texto original del presente documento, por lo que tanto el contenido como el estilo y la redacción son responsabilidad exclusiva del(de los) autor(es). D.R. c El Colegio Mexiquense, A.C., Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, México. Teléfonos: (72) 18-01-00 y 18-00-56; fax: 18-03-58; E-mail: ui@cmq.colmex.mx Correspondencia: Apartado postal 48-D, Toluca 50120, México. *E-mail: csalinas@cmq.colmex.mx Mª del Carmen Salinas Sandoval 2 ÍNDICE Introducción 1 1. Política nacional y avances de la invasión norteamericana a) Política nacional 6 b) Invasión norteamericana 18 2. Situación política y participación en la guerra del Estado de México 24 a) Posición del Poder Legislativo b) Posición del Poder Ejecutivo c) Participación estatal en la guerra d) Erección del estado de Guerrero 26 33 39 48 3. Organización municipal y cooperación en la guerra a) El gobierno municipal b) Participación municipal en la guerra Conclusiones Bibliografía 6 51 52 64 72 74 El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos RESUMEN EL PRESENTE TRABAJO FORMA parte del proyecto colectivo: «México al tiempo de su guerra con Estados Unidos (1846-1848)» dirigido por la Dra. Josefina Vázquez de El Colegio de México. Este proyecto involucra a 20 historiadores aproximadamente, cada uno de ellos investigó lo correspondiente a una entidad federativa. La parte que desarrollamos en esta investigación es la referente al Estado de México. Las preguntas que guían el proyecto general son: ¿cuál fue la actitud de los poderes estatales en ese periodo en que parecía naufragar el Estado? ¿qué sucedía en los diversos estados cuando el funcionamiento del Estado nacional era casi imposible? ¿qué percepción tenían de la guerra los estados no invadidos y cuál los invadidos? ¿cómo se percibía la federación desde los diversos estados? y ¿cuáles fueron las reacciones a las derrotas y noticias de la capital? Dentro del marco de las interrogantes, el objetivo particular de este trabajo es demostrar que los habitantes del Estado de México como la mayoría de sus autoridades participaron en la guerra con la idea de cuidar sus intereses, sin advertir en la derrota de las tropas mexicanas la pérdida de la mitad del territorio de la futura nación que se pretendía constituir. Sus preocupaciones se restringieron al mundo estatal o regional cercano: la organización de los poderes estatales, la lucha por el poder de los caciques militares, la subsistencia de la hacienda pública y la organización del gobierno municipal. Se presenta un borrador general sobre la situación del Estado de México durante la guerra, en el cual no se han incorporado todos los materiales encontrados en los archivos, respecto a Guardia Nacional, tranquilidad pública y hacienda estatal, por los límites de cuartillas en el proyecto general. Estos datos se podrán utilizar para integrar en el futuro un libro que desarrolle con mayor precisión la misma temática. 3 Mª del Carmen Salinas Sandoval 4 El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos 5 INTRODUCCIÓN E n una sociedad de transición como era la mexicana después de las Cortes de Cádiz, o sea en su primer periodo de vida como sociedad nacional emergente, son importantes, jurídica y socialmente, las fórmulas del liberalismo constitucional de Cádiz (1812). De los estamentos al servicio del poder real se pasaba, de modo gradual, a los ciudadanos que elegían y tenían poco a poco mayor conciencia de la creación humana del poder y de las limitaciones de la autoridad, por más lenta que fuera su participación. Con la herencia del constitucionalismo de 1812, la transformación jurídica y estructural del sistema político proyectado en 1824, recibía también la conciencia liberal, de una minoría escindida del pueblo y al mismo tiempo autojustificada y empeñada--como en Cádiz--, en legitimar por el pueblo y para el pueblo. En México, el sentimiento nacionalista (incipiente) en su afán de lograr definir su identidad, pretendió cubrir dos realidades incompatibles, pero igualmente importantes en la vida social; dos factores paralelamente activos en la estructura de la sociedad del nuevo país. Por una parte está la minoría que buscaba obtener el poder y legislar de acuerdo a sus proyectos de nación; y por otra, el pueblo, tradicionalista con gran participación, que está envuelto en su mundo inmediato. Ambos polos sociales empiezan a definir lentamente su nueva personalidad social, moldeada por las constantes luchas por la hegemonía. Desde la Constitución de 1812 hasta la restauración de la República (1867-1876) se llevó a cabo en el joven país un proceso de transformación social y política impregnado de pugnas por el poder. Empezó una lucha entre los que pretendían establecer una república aristocrática, que respetara en esencia la estructura social heredada de la Colonia, y los que se proponían una república liberal, que destruyera justamente ese régimen social. Estos últimos se propusieron cambiar a México mediante una transformación profunda, en lo político con nuevos códigos constitucionales; y en lo social y económico, con el liberalismo como una nueva filosofía, científica, moral y política que diera las bases a una sociedad moderna. En los sucesivos pronunciamientos durante las primeras seis décadas del Siglo XIX, conservatismo y liberalismo alternaron en un diálogo monótono, sin perder su pauta de origen: ambos movimientos participaron del común denominador que era permanecer al margen del pueblo que pretendían gobernar y legislar. Estas minorías ilustradas, tanto liberales como conservadoras, usaron a su vez al pueblo para crear la semblanza de un sistema nacional: el proyecto de un Estado y una sociedad nueva. Características importantes de las minorías fueron su afán de progreso y mejoramiento económico unidos al credo constitucionalista, a la limitación del poder del Estado por un grupo Mª del Carmen Salinas Sandoval selecto, y a sus tendencias por querer mover al resto de la sociedad según sus principios. Por otro lado, el pueblo, cansado por las constantes luchas que al fin y al cabo no resolvían sus problemas vitales, cansado de una demagogia ininterrumpida de libertades nuevas, volvió a su mutismo de perplejidades que lo mismo podía encubrir veleidad, tumultos o entusiasmos insospechados. Tal parece fue el reto y la dialéctica de la forja de una sociedad que estaba construyendo una nación. Para comprender esta realidad llamada de «anarquía» de la sociedad mexicana es importante el hecho de la dicotomía que se generó entre el pueblo y las minorías dirigentes desarticuladas; y consecuentemente, ente pueblo y gobierno. La separación de estas dos realidades no fue un capricho: fue la tensión política misma de la vida de México que buscaba construir las bases del Estado-nación. Si esta situación y sus consecuencias no llegan a entenderse, resulta imposible comprender la vida social y política de México y sus estructuras actuales. En esos años de reacomodos internos que crearon las bases para la construcción del Estado-nación, también tuvieron participación las fricciones con el mundo exterior (con países europeos y con norteamérica). En este contexto de transformación política y social del país encontramos la guerra con Estados Unidos (18461848). México se enfrentó a las agresiones bélicas de una nación ya constituida pretendiendo ser otra nación. Lo que estaba muy lejos de ser una realidad. La desigualdad en el enfrentamiento no fue sólo económica y de tácticas de guerra, fue principalmente la falta de cohesión nacional mexicana frente un país con un proyecto común basado en su fe «democrática», en los beneficios del trabajo y en la felicidad derivada de la posesión de la tierra. En palabras de Josefina Vázquez: Estados Unidos tenía «un nacionalismo incipiente producido durante la revolución de independencia y en especial ante el éxito de la nueva república».1 1 Vázquez, Josefina, «El Congreso de los Estados Unidos ante la guerra del 47», en Anglia, Anuario, Estudios Angloamericanos Núm. 5, 1973, p. 72. 6 La derrota de México ante Estados Unidos puso una huella indeleble y doliente en la historia del país y ha tenido consecuencias innegables en la trayectoria de la nación mexicana. Es una hecho histórico que invita a entenderlo en el contexto de la lucha por crear las bases que unirían política y socialmente al país. Era también el momento de consolidar las entidades federativas frente a un poder federal informe y endeble. Pretendemos demostrar que los habitantes del Estado de México como la mayoría de sus autoridades no compartieron las ideas de desolación por la pérdida de la mitad del territorio, porque tenían otros intereses y realidades que afrontar. Las ideas de abatimiento se fueron generalizando a medida que existió en el país mayor cohesión social y política. Las preocupaciones estatales, en tiempos de la guerra, se restringieron al mundo estatal o regional cercano: la organización de los poderes estatales (por decreto se cambiaba de sistema político del centralismo al federalismo), la lucha por el poder de los caciques militares (como el general Juan Álvarez), la subsistencia de la hacienda pública y la administración y gobierno de las municipalidades. Tomaremos el extenso territorio del entonces Estado de México para apreciar la actitud de la sociedad civil y los gobernantes durante la guerra. Fue un estado clave por su cercanía a la capital de la República, porque su territorio fue ocupado, en muchos puntos, por las tropas extranjeras y porque contaba con jefes militares que tenían apoyo social. Las constantes manifestaciones de la guerra civil giraban en torno de quién controlaría el poder central o federal y el regional. En este grupo minoritario tenían la batuta los militares; por lo cual podría suponerse que había una subordinación del punto de vista político al militar, sin embargo fue a la inversa. La subordinación del punto de vista militar al político fue la regla en los alzamientos internos, en la dirección del gobierno y en las operaciones militares contra el ejército de norteamérica. El espíritu político iba por delante de las estrategias militares. Por esta característica nos interesara resaltar que el papel de las tropas mexicanas estuvo El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos acorde con sus experiencias en las contiendas políticas del país. La responsabilidad en las trifulcas internas como en la defensa externa correspondió, en última instancia, a los problemas políticos del país, que incluso dejaban cabida al síndrome de la ambición personal de varios generales que eran presidentes de la República (como los generales Antonio López de Santa Anna y Mariano Paredes y Arrillaga). Los jefes militares que llegaban a adquirir poder político o social eran las personas que en un momento particular determinaron cuáles eran los intereses vitales del país y cómo debían defenderse en caso de amenaza; eran naturalmente los líderes políticos de la nación. Las alternativas acerca de lo que era posible o viable dependía de la fuerza que hubieran ganado sus contrincantes políticos. La lucha política requería cierta hostilidad o ira de los individuos que en ella participaban como jefes militares y ciudadanos; esta ira se dirigía hacia un objeto que los líderes llamaban el enemigo, pero ¿quién era el enemigo y cómo atacarlo? Así como estuvo confuso en los pronunciamientos internos así lo estuvo en los primeros avances de las tropas norteamericanas en el territorio del norte del país. Las agresiones extranjeras no parecían ataques a los intereses de los habitantes del centro del país por cuya preservación estarían dispuestos a luchar. Los diferentes grupos sociales estaban dispuestos a defender otros derechos que sentían violados. Los integrantes de los poderes federales y estatales (principalmente el poder ejecutivo) tenían poder pero no autoridad, parecía que la minoría que participaba políticamente se identificaba en forma especial con aquél que tenía mayor capacidad, mayor fuerza, para nombrarlo presidente de la República o gobernador de algún estado. Tenían el poder porque tenían la posibilidad de obligar a autoridades menores (prefectos, subprefectos, ayuntamientos) y a ciudadanos a que cumplieran una disposición arbitrariamente (por ejemplo apoyar un determinado pronunciamiento). 7 La autoridad de que carecían les impedía tener el derecho a dirigir y a ser obedecido por la sociedad; no tenían el reconocimiento como representantes de la ciudadanía. Lo que planteaba el problema de que la conformación del gobierno no obedecía a la voluntad de la ciudadanía (gobierno representativo popular) y ni respondía al cumplimiento de una serie de intereses que fueran requeridos por la comunidad. También ponía en tela de juicio que la integración de los órganos de poder se realizara a través del procedimiento previsto en la ley. La falta del poder legítimo y de respeto en las leyes se expresó en los constantes cambios en los cargos políticos y en la carencia de respuestas estatales a los problemas federales. Esta realidad fue evidente durante la invasión norteamericana. La experiencia de gobierno centralista en el país (1836-1846) no había logrado centralizar el poder e implantar una jerarquía fuerte de autoridades. Por segunda ocasión se intentaba conducir al país mediante la República federal (a partir de agosto de 1846), donde cada nivel de gobierno quería consolidarse (el federal, estatal y municipal). La herencia centralista en la cúspide gubernamental dejó un Estado de México desorganizado y dependiente en sus poderes gubernativos; sin embargo, en el ámbito municipal hubo más dinamismo político, porque recibió menos coerción de las autoridades superiores, en comparación con los ámbitos departamental (estatal). En cada uno de los tres niveles de gobierno existían conflictos internos, abiertos o latentes, susceptibles a engendrar violencia. Situación que se agravó con la inevitable guerra contra Estados Unidos. No se unieron esos niveles de gobierno para afrontar la guerra sino que cada uno afrontó el problema hasta que lo sentía a un paso. A continuación apreciaremos cómo se afrontó en esos niveles la problemática con el país vecino, en un periodo de la historia de México que pretendía luchar por la paz interna. La guerra hizo más complejo el intento de los habitantes para superar los obstáculos con el fin de alcanzar una unidad política y un desarrollo social sin violencia. Mª del Carmen Salinas Sandoval Se divide el trabajo en tres partes: a) política nacional y avances de la invasión norteamericana, b) problemáticas del gobierno en el Estado de México y su participación en la defensa de su territorio y c) organización municipal y cooperación en la lucha con el extranjero. 1. POLÍTICA NACIONAL Y AVANCES DE LA INVA- SIÓN NORTEAMERICANA a) Política nacional En el último año de la República centralista, 18451846, el país se encontraba en una lucha constante por mantener estabilidad política y económica. El presidente de la República, general José Joaquín Herrera,2 tuvo que enfrentar graves problemas como la carencia de fondos públicos, el reconocimiento de la independencia de Texas y su anexión a Estados Unidos y los enfrentamientos entre grupos políticos. Estos enfrentamientos se manifestaron desde los integrantes del gabinete hasta los pronunciamientos en favor de la federación y los del centralismo. 2 José Joaquín de Herrera nació en Jalapa, Veracruz en 1792 y murió en la ciudad de México en 1854. Fue militar realista y combatió a los insurgentes hasta 1820.En marzo de 1821 se adhirió al Plan de Iguala. Fue diputado por Veracruz al primer Congreso Constituyente, 1822-1823. En este último año fue nombrado capitán general de la ciudad de México por el Supremo Poder Ejecutivo. En 1828 volvió a ser diputado federal por Veracruz. Durante el llamado motín de la Acordada se le designó gobernador de la ciudad de México (4 de noviembre a 3 de diciembre de 1828). Fue secretario de Guerra y Marina, de julio a marzo de 1824 y del 21 de mayo al 5 de noviembre de 1833, del 14 de febrero al 16 de agosto de 1834. Inspector General del Ejército, 1834-37. En 1844 era presidente del Consejo de Estado cuando el Senado nombró presidente a Valentín Canalizo, pero debido a su ausencia Herrera ocupó su lugar del 12 al 21 de septiembre. El 27 de diciembre de ese mismo año al 14 de junio de 1845 volvió a ser nombrado presidente de la República por el Senado y por Santa Anna. En esta última fecha fue elegido presidente constitucional, pero el 30 de diciembre de 1845 fue destituido por la rebelión que encabezó Mariano Paredes. Durante la guerra con Estados Unidos, en 1847 fue miembro del estado mayor de Santa Anna y presidente del Congreso. Al terminar el conflicto fue jefe militar en la ciudad de México y sustituyó a Santa Anna como general en jefe del ejército. El 30 de mayo de 1848 volvió a ser elegido presidente constitucional. Desempeñó este cargo del 3 de junio de ese año hasta el 15 de enero de 1851. Musacchio, Humberto, Diccionario Enciclopédico de México, México, Andrés León Editor, 1989, pp. 833834. 8 El general Mariano Paredes y Arrillaga3 levantó el gritó de rebelión contra el gobierno de Herrera en San Luis Potosí, el 14 de diciembre de 1845. Paredes veía la falta de energía del gobierno de Herrera, y la posibilidad de imponer un nuevo régimen que enfrentara la inminente guerra con Estados Unidos. El general Paredes daba una idea de la lamentable situación del país por los problemas con Texas, con los revoltosos internos y con los indios bárbaros que se internaban en el norte: La república se disuelve por todas partes; Texas ha sido separado de la unión nacional; los revoltosos de otros departamentos, especulando con la debilidad de poder, predican abiertamente la insurrección; el gobierno dominado por los partidos y ocupado solo de sus miserables querellas, abandona a las sanguinarias incursiones de los bárbaros nuestros departamentos fronterizos.4 En el plan de San Luis el ejército de reserva y la guarnición del Departamento se proclamaron como los salvadores de la crisis administrativa, social y política del país, provocada, según Paredes, por el gobierno de Herrera. También lo acusan de pretender librarse de la guerra con Estados Unidos poniendo en peligro la independencia y nacionalidad del país, con la presencia 3 Mariano Paredes y Arrillaga nació y murió en la ciudad de México (1797-1849). Ingresó en el ejército realista en 1812 y combatió a los insurgentes. En 1821 se unió al Ejército Trigarante. En 1823 se adhirió al Plan de Casa Mata y participó en la sublevación que derrotó al emperador Agustín de Iturbide. En diciembre de 1829 cuando era comandante militar de Guadalajara apoyó el golpe de Estado de Anastasio Bustamante y combatió las fuerzas del presidente Vicente Guerrero. en 1839 reprimió un levantamiento liberal en Jalisco. En Guadalajara, en agosto de 1841 proclamó el Plan de Progreso, en el que reclamaba al presidente Bustamante no haber intentado la reconquista de Texas; al triunfo de la rebelión (luego de la sublevación de Santa Anna en Veracruz) se encargó del gobierno de Jalisco (3 de noviembre de 1841 al 28 de enero de 1843). En noviembre de 1844 acaudilló el alzamiento de la guarnición de Guadalajara contra Santa Anna y en favor de una reforma en las Bases Orgánicas. Derrotó a las fuerzas del gobierno e impuso en la presidencia de la República a José Joaquín de Herrera. El 14 de diciembre de 1845 proclamó en San Luis Potosí un plan que desconocía al presidente Herrera. Ibid., pp 833-834. 4 «Manifiesto del general Mariano Paredes y Arrillaga, 15 de diciembre de 1845», AHEM (Archivo Histórico del Estado de México), Gobierno, 1845-46, vol. 167, exp. 10. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos de un plenipotenciario norteamericano, que deseaba entrar en negociaciones con los gobernantes mexicanos.5 Paredes atacaba la posición del Ejecutivo y del Legislativo por su deseo de evitar la guerra; ante ello el presidente Herrera manifestó a la opinión pública la posición política, militar y económica que tenía el país y que le impedía autorizar un enfrentamiento bélico con Estados Unidos: Pero para cubrirse de vergüenza el que ha envilecido su profesión militar, era preciso que apelara a la conducta que en los asuntos de Texas y los Estados Unidos ha observado el gobierno, Obligado éste a emplear no sólo las armas, sino la política, a defender a un tiempo el buen nombre del país y economizar la sangre de nuestros soldados y los costosos sacrificios de la nación, su resolución firme e invariable ha sido, o prestarse a unos convenios honrosos y dignos de México, o llevar una guerra verdaderamente nacional y justa hasta el territorio usurpado...Convencido como estoy de toda la alevosía con que se nos ha robado el departamento de Texas, no he podido, sin embargo, dejar de allanarme a oír proposiciones de un acomodamiento pacífico.6 Para Paredes era clara la pugna del Ejecutivo y con algunos miembros del Congreso, integrado en su mayoría por radicales, que estaba sistemática y tenazmente negando al presidente Herrera toda clase de recursos para defender Texas, por lo cual las tropas estaban muriendo de hambre. Otra amenaza para Paredes eran los rumores de que Herrera iba a pronunciarse por la federación lo que significaría su ruina personal. Su temor se fundaba en los levantamientos en favor del sistema federal en el último año. Como los 5 «Manifiesto y plan de San Luis Potosí»en Planes de la nación mexicana, México, Senado de la República, LII, El Colegio de México, México, 1987, vol 4, pp. 289-290. 6 «El Presidente Constitucional a la República Mexicana, 22 de diciembre de 1845», en Riva Palacio, Vicente (dirección general), México a Través de los siglos, México, Editorial Cumbre, 1987, vol. XII, p. 246. 9 planes de pronunciamiento de la Guardia Nacional, de la guarnición y ayuntamiento de San Juan Bautista y de los «liberales verdaderos».7 El gobierno de Herrera acusa a su vez a Paredes de haber abandonado la campaña de Texas y la defensa nacional en la guerra contra Estados Unidos. En 1845 se le encargó el mando de una de las dos divisiones del ejército encargadas de contener el avance de las tropas estadounidenses en el norte del país, pero en lugar de ello se sublevó con el Plan de San Luis.8 El presidente Herrera renunció a su cargo el 30 de diciembre de 1845 y a partir de enero de 1846 tomó el poder Mariano Paredes. Reducía su programa de gobierno a derribar las autoridades vigentes en los poderes ejecutivo y legislativo del centro y a reunir un congreso constituyente para eregir una nueva Constitución. Se comprometió a sostener el sistema representativo popular y la integridad del territorio nacional ante cualquier agresión extranjera. No habla de ningún cambio en el sistema de gobierno, sino de una continuidad de los principios y garantías adaptadas anteriormente. 9 Su gobierno duró solamente siete meses, durante los cuales hubo constantes cambios en su gabinete, principalmente en el ministerio de hacienda. En marzo de 1846, el general Paredes manifestaba su deseo de querer evitar la guerra con Estados Unidos, pero que las circunstancias agresivas del país vecino lo obligaban a «repeler la fuerza con la fuerza». También reiteró que su principal objetivo era mantener y fomentar el sistema republicano. Esta afirmación se debía a los ataques que recibía de autoridades civiles y militares por su proclividad al monarquismo, con lo cual se destruirían las bases legales que dividían el poder.10 7 Ibid., pp. 284-289. Cuando volvió a México, en 1848, después de su exilio en Francia se unió a la sublevación de Celedonio Domeco de Jarauta y Manuel Doblado, con quienes se negó a reconocer los tratados de Guadalupe Hidalgo y se manifestó por la continuidad de la guerra, en Riva Palacio, op. cit., pp. 244-245. .9«Acta de la junta de representantes de los departamentos, 3 y 4 de enero de 1846», en Planes de la nación mexicana, op. cit., pp. 298-299. 10 «Manifiesto de fe republicana del general Paredes, 21 de marzo de 1846», en Planes en la Nación Mexicana, op. cit., pp. 313-314, 8 Mª del Carmen Salinas Sandoval No hay pruebas para acusar a Paredes de tener ideas monárquicas porque en su proclama del 2 de enero de 1846, donde adiciona y explica el plan de San Luis Potosí, anunciaba sostener «el sistema republicano popular representativo» y estar en favor de «las libertades nacionales y de las garantías de los ciudadanos»;11 No obstante, era acusado de monarquista por algunos políticos. Además el Ministro de Justicia, Mariano Riva Palacio, afirmaba que el movimiento revolucionario de Paredes estaba apoyado por el clero.12 Estos ataques continuaron; por ejemplo en el pronunciamiento de las guarniciones de Veracruz y Ulúa se explican los motivos del descontento popular: Atendiendo a que la causa principal de la funesta discordia que existe es la falta de un código fundamental, dictado libremente por la nación, que ha manifestado detestar el sistema monárquico; y de un gobierno que sea el resultado de las opinión pública, y no de las lides de las facciones, que el actual gobierno carece de legalidad y ha desempeñado su misión de una manera opresiva y dictando además, una convocatoria antipopular, que tiende a la monarquía, a la vez que ocupado en tan detestable trama ha desatendido la defensa del territorio nacional, y abandonando en la frontera a la parte del ejército encargado de sostenerla.13 Este plan de Veracruz apoyaba el de la guarnición de Guadalajara proclamado dos meses antes; el cual desconocía al general Paredes como presidente interino y proclamaba a Santa Anna como caudillo encargado de regenerar la república. Como el principio de los males, desde su punto de vista, habían sido las constituciones centralistas (1836 y 1843) se elegiría un nuevo Congreso para adoptar la forma de gobierno que 10 le pareciera conveniente. La opinión pública suponía que sería la federalista. Paredes solicitó al Congreso de la Unión un permiso para ponerse al frente del ejército que luchaba contra el de Estados Unidos. El permiso fue concedido el 19 de junio, pero no lo utilizó hasta el 29 de julio bajo pretexto de reunir y equipar sus tropas con un préstamo forzoso hecho al clero con las peores condiciones para el Tesoro. Se encargó del poder ejecutivo Nicolás Bravo, quien era el vicepresidente en turno. Paredes le encargó restableciera con todo vigor las Bases Orgánicas, expedidas en 1843, y de acuerdo a ellas convocara a elecciones de poderes constitucionales. Era su último esfuerzo por atraer el apoyo del grupo en favor del centralismo. Poco después fue encarcelado y autorizado para ir al extranjero.14 Las ideas republicanas y federalistas vertidas en los pronunciamientos pasados fueron retomadas en el Plan de la Ciudadela, proclamado el 4 de agosto de 1846, por el general Mariano Salas y Valentín Gómez Farías, como comandantes generales del Departamento de México, desconociendo el gobierno de Paredes, el Congreso y las leyes promulgadas. Los pronunciados aprovecharon que el general Paredes salió de la ciudad de México para dirigir el ejército contra los nortamericanos. Se apoyaban en las leyes electorales de la primera república federal.15 El general Salas había secundado el Plan de San Luis y después se pronunciaba contra Paredes argumentando que había desvirtuado dicho plan al reiterar la Constitución centralista. La problemática de la guerra con Estados Unidos la resolverían con el cambio de poderes, particularmente del Congreso, quien dictaría las medidas a seguir. No se apreciaba como un problema que ameritaba la actuación de toda la sociedad, independientemente de las pugnas políticas internas; sino que parecía que se iba a resolver automáticamente con el cambio de Congreso y de forma de gobierno. Sólo expresaban: 11 «Acta general del ejército», ibid., pp. 296-297, Riva Palacio, op. cit.,, p.245. 13 «Pronunciamiento de las guarniciones de Veracruz y Ulúa, 31 de julio de 1846», en Planes en la nación mexicana, op. cit., p. 319. 12 14 Riva Palacio, op. cit., p. 19. «Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», en Planes en la nación mexicana, op. cit., pp. 321-322. 15 El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos En lugar del Congreso que actualmente existe, se reunirá otro compuesto de representantes nombrados popularmente, según las leyes electorales que sirvieron para el nombramiento del de 1824, el cual se encargará así de constituir la nación, adoptando la forma de gobierno que le parezca conforme la voluntad nacional, como también de todo lo relativo a la guerra con Estados Unidos y a la cuestión de Texas y demás departamentos fronterizos.16 Se dejaba al Congreso el peso mayor de decisión, como si fuera el centro de poder y el verdadero representante de la ciudadanía. Desconocían la fuerza de los grupos que realmente decidían: los oficiales del ejército y algunos civiles; y se desentendían de las divisiones al interior de esos grupos. A partir del Plan de la Ciudadela hubo muchas actas de adhesión de los diferentes lugares del país. Tomaremos los que se proclamaron en el territorio del Estado de México, durante agosto de 1846. Todas ellas fueron promovidas por la máxima autoridad de los distritos y partidos (prefectos y subprefectos), quienes convocaban a una junta a las autoridades civiles, religiosas y militares existentes en las localidades: ayuntamiento, jueces de paz, administradores de rentas, jueces conciliadores o de primera instancia, curas y oficiales militares. Así como también a los principales vecinos y a los ciudadanos. De esta manera formaron un consenso social para quitarle el apoyo estatal y municipal al general Paredes y otorgarle su confianza nuevamente al general Santa Anna para reorganizar el convulsionado país (Ver cuadro 1). El general José Mariano Salas acusaba al gobierno del general Paredes de intentar destruir «la organización de la sociedad» al querer imponer los principios monárquicos: «se atrevió a ofrecernos como único remedio la erección de un trono extranjero» con un príncipe europeo. Manifestó que el principio de su cambio había estado en reunir un congreso aristocrático (eran dipu16 «Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», Ibid., p. 322. 11 tados los once obispos diocesanos que había en el país) y una «administración oligárquica». En su programa reiteraba la cesación de los pactos anteriores, el apoyo a la religión católica, a las garantías individuales y a los principios republicanos, y pedía ayuda a los habitantes para sostener la guerra.17 Santa Anna reconoció las ideas anteriores en su exposición del 21 de agosto de 1846, donde opinaba que mientras se expedía otra constitución se restablecería la federal de 1824. No reconocía directamente el sistema federal para gobernar la República, sólo aprovechó la coyuntura política propicia al federalismo, ya que las últimas prácticas centralistas dejaban un país desarticulado con el ejército norteamericano sobre su territorio. El ministerio formado, desde el 28 de agosto, no se entendía, por la desconfianza entre unos y otros. Estaba integrado por: Manuel Crecencio Rejón en Relaciones, Juan Nepomuceno Almonte en Guerra, Valentín Gómez Farías en Hacienda y Ramón Pacheco en Justicia. Santa Anna entró a la ciudad de México hasta el 14 de septiembre como general en jefe del ejército de la República, sin tomar una actitud política comprometida, dejando al general Salas a cargo del Poder Ejecutivo. Salió Santa Anna, el 28 de septiembre, al mando de dos brigadas de infantería y caballería para dirigir la campaña contra el ejército extranjero; pero desde el lugar donde estuviera continuaba influyendo en las decisiones políticas de los poderes federales. El 24 de diciembre de 1846, salieron electos Santa Anna como presidente y como vicepresidente Valentín Gómez Farías. La misma mancuerna que había gobernado al país en 1833, cuando se intentaron las reformas radicales de los federalistas. Santa Anna partió a San Luis Potosí cuando ya los norteamericanos habían ganado la plaza de Monterrey. Mientras el ejército estaba pereciendo en el norte, por falta de recursos que Farías no le enviaba, acontecía en la ciudad de México el pronunciamiento de los polkos; así eran 17 Riva Palacio, op. cit., vol. XIII, p. 22-23. Mª del Carmen Salinas Sandoval 12 CUADRO 1 CUADRO DE ACTAS DE ADHESIÓN AL PLAN DE LA CIUDADELA PROCLAMADAS EN EL ESTADO DE MÉXICO, AGOSTO DE 1846. LUGAR PROMOVIDA POR: ASISTENTES Toluca Cuautitlán Texcoco Prefecto por orden de Salas y Gómez Farías Ayuntamiento Jueces Admón. de rentas Comandante Cura Ciudadanos Prefecto Juez de letras Comandante militar Cura Vecinos Prefecto San Juan Teotihuacan Subprefecto Comandante militar Jueces de paz empleados ciudadanos juez de paz vecinos Mineral de Zacualpan Subprefectura autoridades coronel empleados vecinos Subprefecto juez de paz vecinos Prefecto Tepeji del Río Subprefecto Mineral de Sultepec Tepotzotlán Tejupilco ASISTENTES Malinalco Juez de paz juez 2º de paz cura Admón. de correos vecinos San Fco. Tepexuxuco juez de paz por juez 2º de paz orden de subprefecto cura vecindario Joquicingo juez de paz por jueces orden de subprefecto ciudadanos Otzoloapan juez de paz por orden de prefecto Temascalcingo juez de paz por jueces orden de subprefecto cura ciudadanos Coatepec Harinas subprefecto Ixtapan autoridades vecinos ciudadanos cura juez de paz vecinos Prefecto Subprefecto juez de paz empleados vecinos empleados vecinos jueces de paz cura empleados ciudadanos juez 1º de paz jueces 2º de paz vecinos Zacualtipan subprefecto jueces de paz jueces de letras cura Admón. de rentas vecinos ciudadanos Temoaya juez 1º de paz por subprefecto jueces empleados Tenancingo subprefecto jueces de paz cura empleados varios vecinos San Nicolás Tenango subprefecto juez de paz auxiliares vecinos cura empleados vecinos Mineral de Sultepec Temascaltepec PROMOVIDA POR: autoridades vecinos Coatlán Zumpango de la Laguna LUGAR autoridades vecinos Fuente: «Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», en Planes en la nación mexicana, op. cit., pp. 321-360. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos llamados los ciudadanos médicos, abogados, comerciantes y personas de «cierta posición social» que eran considerados como aristócratas y vivían en la ciudad de México. Fue un movimiento de los liberales moderados que habían sido reclutados en varios batallones de Guardia Nacional. El secretario del motín era Guillermo Prieto. Su plan político fue titulado «Bases del plan para la restauración de los verdaderos principios federativos» promovido por el general Matías de la Peña Barragán el 27 de febrero de 1847.18 En el plan desconocían los poderes legislativo y ejecutivo por «haber desmerecido la confianza nacional». Su objetivo no era impulsar el federalismo como sistema de gobierno, sino impedir que fueran enviados a combatir a Tuxpan; ya que defender ese puerto era un requerimiento necesario para contener el desplazamiento de los norteamericanos al centro del país. Para este fin convocaron el federalismo y atrajeron el apoyo económico del clero incorporando en su plan la negativa a obedecer los decretos expedidos por Gómez Farías relativas a la ocupación de los bienes de manos muertas.19 Santa Anna se puso del lado de los polkos, tomó posesión del poder ejecutivo (por décima ocasión ocuparía el poder) y se suprimió el cargo de vicepresidente para reemplazarlo por el de un presidente sustituto; con estas medidas se destituyó a Gómez Farías y se nombró a Pedro María Anaya. Santa Anna decidió un rompimiento con los federalistas puros y continuar con los decretos que autorizaban utilizar los bienes eclesiásticos para sacar 20 millones (quince más de los autorizados por Farías) por medio de convenios con las corporaciones religiosas. En el «Acta constitutiva y de reformas» de la Constitución federal de 1824 (promulgada el 21 de mayo de 1847) se precisó que se derogaban los artículos que establecían el cargo de vicepresidente de la República. Se ratificaba al federalismo como sistema político en el país, que permitía a los estados asociarse en torno a un 18 Ibid., pp. 81-85. «Bases del plan para la restauración de los verdaderos principios federativos», 27 de febrero de 1847, Planes en la nación mexicana, op. cit., pp. 377-378. 19 13 pacto. Otras dos disposiciones de esa acta marcaban la vida política: la incorporación de los derechos del hombre y el reconocimiento del juicio de amparo.20 El 12 de septiembre de 1847 tuvo lugar el ataque y toma de Chapultepec. El general Bravo que mandaba entonces el Alcázar cayó preso, junto con otros muchos. Así sucumbió el castillo de Chapultepec el 13 de septiembre. El enemigo atacó las garitas de San Cosme y de Belén; ante ello Santa Anna salió de la ciudad de México el 14 de septiembre rumbo a Puebla después de haber renunciado al poder. Quedó en el gobierno como presidente Manuel de la Peña y Peña, a quien le correspondía el cargo por ser el presidente de la Suprema Corte de Justicia. En octubre el Presidente le pidió a Santa Anna, por medio del Ministro de guerra que entregara el mando del ejército al general Manuel Rincón o al general Juan Álvarez.21 El gobierno de la Peña y Peña se estableció en Querétaro, a donde también acudió el Congreso. Éste describía la situación en que estaba el país después de la derrota: La defensa de la independencia en lugar de promoverse con actividad, está paralizada; el enemigo mira ya al gobierno no como vencido sino aniquilado; las naciones extranjeras ven una nación cuyo orden social desaparece y que con su extinción apoyaría ante el mundo civilizado las imputaciones y las pretensiones de nuestros enemigos.22 El principal objetivo del Ejecutivo fue resolver la disyuntiva entre la paz y la guerra. En junio de 1848, regresó nuevamente a la presidencia de la 20 «Acta Constitutiva y de Reformas sancionada por el Congreso extraordinario constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, el 18 de mayo de 1847, jurada y promulgada el 21 del mismo» en Colección de decretos de los congresos constitucionales del estado libre y soberano de México, Toluca, Imprenta de J. Quijano, vol. II, 1850, pp. 283-289. 21 «Despedida del general Antonio López de Santa Anna, 25 de octubre de 1847», AHEM, Sección especial (cívico, social y cultural), C. 1, exp. 29, 1847. 22 «Se les informa a los diputados sobre que es seguro que el presidente Antonio López de Santa Anna renuncia a su cargo, 23 de septiembre de 1847», AHEM, C.047.61, V. 99, Exp. 17. Mª del Carmen Salinas Sandoval República José Joaquín de Herrera, como resultado de las elecciones. La guerra civil marcaba la dirección de la política del país. La total desorganización y desunión entre los grupos políticos impregnaba todas las decisiones efímeras que tomaba el grupo gobernante. Reflejaban la carencia de una nación que pudiera hacer frente al ejército enemigo. Hemos visto los sucesos del centro del gobierno, pero en los diferentes puntos del territorio del país había constantes conflictos de diferente tipo: por la pugna de los grupos regionales por el poder estatal y por los problemas sociales no resueltos. No había claridad ni convicción en los principios políticos que debían regir una determinada forma de gobierno (monarquía, república, centralismo, federalismo), es más en la práctica no existían como tales. No había líderes confiables, los sectores medios de la sociedad, que podrían serlo, únicamente querían conservar su bienestar personal, lo mismo sucedía con los otros sectores sociales que tenían poder (clero, milicia), ya que su preocupación era casi individual. Las autoridades a cargo de los poderes ejecutivo y legislativo de la federación se daban cuenta del lamentable estado del país, sin embargo creían que la solución dependía exclusivamente de ellos, dejando de lado la cohesión de toda la pirámide de gobernantes, la identificación con el resto de la sociedad y los ataques constantes de los otros grupos políticos. A los habitantes no se le permitía practicar un gobierno republicano, porque la cúpula del poder creía tener la representación de los ciudadanos y por tanto era su responsabilidad la dirección del país. Por ejemplo, el general Nicolás Bravo manifestó en su discurso, al jurar como encargado del mando supremo el 28 de julio de 1846, su desconsuelo por la lamentable situación y dejaba en manos de las autoridades federales las decisiones: En el conflicto en que ésta [la Patria] se encuentra, dividida por las opiniones políticas de sus hijos y amagada por la ambición voraz de los Estados Unidos del Norte, dificultoso es gobernarla, y muy triste debe considerarse la suerte 14 del elegido para llevar, por enmedio de tan espantosa tempestad, el timón de la nave que zozobra. Once años de una lucha obstinada y gloriosa para hacer independiente a la Nación de su antigua Metrópoli, aunque cansados, dejaron satisfechos a los pueblos. Más revueltas sucesivas y casi continuas por el espacio de 25 años, parece que han acabado por desalentar su patriotismo... A la sabiduría del Congreso toca poner, a tan grave mal, el oportuno remedio grande y más urgente como eficaz, el cual consiste en criarlo y reorganizarlo todo bajo el sistema establecido; difícil cosa es ésta: necesario para ello, el choque de mil intereses particulares; más no olvidemos que el fin principal de nuestros afanes, debe ser el sostenimiento de una guerra para defender la independencia de la Patria.23 Subían y bajaban representantes del Ejecutivo y Legislativo y continuaba sin resolverse la anarquía política y la oposición al ejército norteamericano. La agresión externa se incorporó al cúmulo de condiciones negativas que interactuban en la sociedad mexicana, en lugar que desencadenara reacciones que unieran al gobierno o que identificaran la sociedad civil con las autoridades, para lograr un frente común contra los invasores. b) Invasión norteamericana Con la independencia de Texas (se firmó el acta de independencia el 2 de marzo de 1836) y con su posterior anexión a Estados Unidos (ratificación del decreto de incorporación el 4 de julio de 1845), el expansionismo norteamericano empezó a manifestarse con claridad. Se iba acercando el temido momento de enfrentarse a un país que había sabido elegir y mantener el sistema político, social y económico. 23 «El general D. Nicolás Bravo, al jurar como encargado del mando supremo, en 28 de julio de 1846», en Los presidentes de México ante la nación, Informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966, México, Editado por XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados, 1966, vol. I, pp. 324-324a. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos El presidente de Estados Unidos, James Knox Polk, presentaba ante el Congreso de su país el mensaje de guerra que marcaba el inicio de las hostilidades abiertas con México, el 11 de mayo de 1846. Las justificaba de tres maneras: a) las reclamaciones insatisfechas que alcanzaban un monto de $8,491,603; b) el rechazo de la misión de Jhon Slidell, quien fue comisionado como ministro plenipotenciario de Estados Unidos en México, para arreglar los límites con Texas (los gobiernos de Herrera y Paredes le negaron cualquier entrevista); y c) el comienzo de las agresiones por parte de México alegando que el ejército mexicano «había invadido el territorio americano y derramado sangre americana en territorio americano», afirmación que se refería a la defensa del ejército mexicano a la invasión de los norteamericanos entre el río Nueces y el Bravo, que se había empezado a efectuar desde enero de ese año porque Texas reclamaba ese terreno.24 Razones que encubrían el verdadero motivo: declarar la guerra significaba obtener las provincias del norte de México. Según políticos mexicanos de la época explicaban que los orígenes de la guerra fueron el espíritu de engrandecimiento de Estados Unidos y la endeble situación política de México: «para explicar en pocas palabras el verdadero origen de la guerra, bastaría decir que la ha ocasionado la ambición insaciable de los Estados Unidos, favorecida por nuestra debilidad».25 Durante nueve años México se había rehusado a reconocer la independencia de Texas y no había querido aceptar la oferta del presidente norteamericano de comprar la California Norte. Al fracasar sus esfuerzos por conseguir concesiones mediante medios pacíficos, Polk se decidió a hacer una demostración de fuerza. A partir de enero de 1846, las tropas norteamericanas siguieron internándose en el país. Se turnaron órdenes norteamericanas en el Gol24 «Mensaje especial del presidente Polk al Congreso americano, pidiéndole que se declare el estado de guerra con México, Washington 11 de mayo de 1846», en Vázquez, Josefina (introducción y selección de textos), Mexicanos y norteamericanos ante la guerra del 47, México, Ediciones Ateneo, 1977, pp. 53-64. 25 «Orígenes de la guerra, 1848», Ibid., p. 66. 15 fo y en Pacífico de bloquear los puertos mexicanos. Se ordenó al general Kearny aprestar fuerzas para partir rumbo a Nuevo México y California y al general Wool rumbo a Chihuahua. Matamoros fue ocupado el 18 de mayo. Ante ello, el gobierno mexicano se vio en la necesidad de declarar la guerra el 7 de julio de 1846. La declaración tenía un tono defensivo; ya que los gobiernos mexicanos habían tratado de evitar la guerra. México había jurado responder con la guerra a la anexión de Texas a Estados Unidos; sin embargo, el gobierno del general José Joaquín de Herrera deseaba preservar la paz y sabía que no tenían posibilidades de recuperar Texas. Expresaba, en 1847, el Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel de la Peña y Peña, la desigual situación de México frente a Estados Unidos sobre la posibilidad de ganar la guerra: Una guerra extranjera que se haya de sostener con una nación poderosa, adelantada en civilización, poseedora de una marina respetable, y que tiene una población muy superior a la de su enemigo, la cual aumenta rápidamente todos los días, por la inmigración que atrae a ella una grande y no interrumpida carrera de prosperidad, importa inmensos sacrificios de hombre y dinero, no ya para asegurar la victoria, sino simplemente para evitar que se marche a un vencimiento seguro. Y ¿ serán posibles esos sacrificios a la República Mexicana en el estado de extenuación en que la han dejado tantos años de errores y desventuras?26 Para el 13 de enero de 1847 se había ocupado la Alta California y el 23 de enero se había logrado quebrar en La Angostura la resistencia más seria de parte de los mexicanos. Desde el 9 de marzo empezó el bombardeo en puerto de Veracruz, que 26 Oficios anexos del ministro de Guerra, Pedro María Anaya, al de Relaciones Exteriores, Gobernación y Policía, Manuel Peña y Peña, En Comunicación circular...a los gobiernos y asambleas departamentales, sobre la cuestión de paz o guerra, según el estado que guardaba en aquella época. Imp. de J. M. Lara, Querétaro, México, 1848, pp. 38-40, Citado por García Cantú, Gastón, Las invasiones norteamericanas en México, México, Serie Popular Era, 1971, pp. 78-79. Mª del Carmen Salinas Sandoval capituló 18 días después. En abril, Santa Anna fue vencido en Cerro Gordo y un mes después, el ejército extranjero ocupaba Puebla sin ninguna resistencia. En agosto, las tropas norteamericanas iniciaron su marcha a la ciudad de México cuidadosamente dirigido sobre las condiciones del territorio, el estado de las tropas mexicanas y de la población. La situación de la capital era muy difícil, puesto que sólo siete estados de la República habían colaborado para su defensa. La capital cayó en las manos del ejército invasor en septiembre de 1847 después de las batallas de Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec. El día 14 de ese mes la bandera norteamericana ondeaba en el palacio nacional, lo que provocó que el gobierno mexicano se trasladara a Querétaro.27 A partir de abril de ese año un plenipotenciario norteamericano acompañaba al general Winfield Scott, para recibir cualquier propuesta mexicana de paz, con instrucciones de ofrecer como máximo una cantidad de 30 millones a cambio de las Californias, Nuevo México y el paso a través de Tehuantepec. Fue escogido para aquél puesto Nicholas P. Trist, quien rompió relaciones con la comisión mexicana, que sólo aceptaba la cesión de Texas y de California hasta el paralelo 37. El Congreso de Estados Unidos llegó a discutir el asunto de la absorción de todo México. Entre las razones que movieron muchos congresistas a oponerse a la absorción total estaban las consideraciones de repulsión racial; se temía que los mexicanos pusieran en peligro la «democracia» norteamericana. Por ejemplo el senador Jhon Milton Niles manifestaba su repulsión ante la idea de la anexión completa del país a la unión norteamericana: La idea de unir los destinos de esta libre y gran república a los de un país como México, es sorprendente y debe llenar de alarma el espíritu de cualquier persona reflexiva...¿En qué otro país de la 27 Vázquez, Josefina, «Los primeros tropiezos», en Historia General de México, México, El Colegio de México, 1981, vol. 2, pp. 815-817. 16 tierra podemos encontrar combinados todos los males de raza, gobierno, religión y moral? Y si es que existen otros males, seguramente también se encontrarán ahí.28 En el Congreso norteamericano no había líneas definidas de opinión. Los más reacios a admitir territorio mexicano eran los «whigs» sureños, al igual que algunos diputados del norte, pero sus argumentos descansaban en el antiesclavismo. Los demócratas del sur se oponían a la desmembración de México, en cambio los demócratas del norte y este deseaban adquirir territorio, pero sin presiones.29 Durante enero y febrero de 1848, el movimiento por absorber todo México llegó a su culminación. El 20 de febrero llegó a Washington el Tratado de Guadalupe Hidalgo que Trist había firmado con los mexicanos, aún desobedeciendo las órdenes de regresar a su país para recibir nuevas instrucciones. El 29 de febrero se convienen las condiciones de la suspensión de hostilidades. En junio regresa a la presidencia del país el general José Joaquín de Herrera y se hiza la bandera mexicana en palacio una vez que habían salido las tropas norteamericanas.30 México perdió con aquel tratado, además de Texas, el terreno entre el río Nueces y el Bravo, perteneciente en su mayor parte a Tamaulipas, todo el territorio de Nuevo México y toda la Alta California. Según los cálculos hechos en Estados Unidos, la pérdida territorial fue de 851,598 millas (1,370,221 Km2). La indemnización se fijó en 15 millones de pesos.31 En tanto que las fuerzas norteamericanas fueron retirándose, la guerra civil tomaba una nueva bandera engargolada nuevamente por el 28 Speech of Hon. John M. Niles of Connecticut on the War with Mexico. Delivered in the Senate of the United States, 9 de febrero de 1848. Washington, printed at the Congressional Globe Office, 1848, p.11. Citado por Vázquez, op. cit., 1977, pp. 25-26. 29 Vázquez, op. cit., 1973, p. 81. 30 Alcaraz, Ramón, Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, 1991, pp. 27-29. 31 «Tratado de Guadalupe Hidalgo» en Matute, Alvaro, México en el siglo XIX. Antología de fuentes e interpretaciones históricas, México, UNAM, 1984, pp. 450-472. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos general Manuel Paredes y Arrillaga, con el pretexto de que la paz con el país vecino no era honrosa para los mexicanos. México seguía con sus problemas internos después de haberle cedido a Estados Unidos la mitad de su territorio. No sólo había disputa por el poder central, sino también había sublevaciones indígenas en varios estados, como en Yucatán donde ardía la guerra de castas, los indios de Puebla y Oaxaca amenazaban esos estados, mientras los «indios bárbaros» incursionaban hasta Zacatecas y San Luis Potosí. Los mexicanos con visión política nacional, más general que la que compartía la mayoría del país, se dieron cuenta de que la derrota en la guerra había significado uno de los golpes más rudos que podía haber sufrido el joven país. Por ejemplo, Mariano Otero32 hacía hincapié en la actitud indiferente de la mayoría de la sociedad y en la falta de espíritu nacional, como dos causas determinantes del fracaso ante el país extranjero: Parece por demás inútil el que los escritores extranjeros se calientan la cabeza, buscando en la feminación o degradación de la raza mexicana, ese indiferentísimo que ha manifestado esta nación en la guerra actual, así como es ridículo el que los mexicanos se empeñen ahora en hacer inculpaciones unos a otros por lo que ha sucedido. Nosotros, por nuestra parte, creemos que todo está explicado en estas breves palabras: en México no hay ni ha podido haber eso que se llama espíritu nacional, porque no hay nación. En efecto, si una nación no puede llamarse tal, sino cuando tiene en sí mismo todos los elemen- 32 Mariano Otero nació en la Guadalajara, Jalisco, en 1817 y murió en la ciudad de México en 1850. Se tituló como abogado. En 1842 se le eligió como diputado por Jalisco al Congreso Constituyente donde mantuvo ideas federalistas, y en 1846 fue nuevamente elegido diputado al Congreso Nacional Extraordinario con funciones de constituyente. Fue uno de los cuatro diputados que se opuso a los Tratados de Guadalupe Hidalgo y votaron por continuar la guerra con Estados Unidos. Durante la presidencia de José Joaquín de Herrera fue Secretario de Relaciones Exteriores (junio a diciembre de 1848). Musacchio, op. cit., pp.1427-1428. 17 tos para hacer su felicidad en el interior, y ser respetada en el exterior, México no puede llamarse nación.33 La explicación de Otero nos parece muy acertada porque habla de la falta de unión entre los habitantes, que se manifestaba en la permanente guerra civil, donde el pueblo se había acostumbrado a no respetar a sus autoridades. Atribuía la pérdida en la guerra a la división de la sociedad en grupos políticos, cada uno de ellos creía o pretendía creer que sus contrarios eran la única causa de las desgracias del país; por lo cual verían sin duda con menos sentimiento la pérdida total del territorio, que el triunfo de cualquier partido que no fuera el suyo. Este panorama lo podemos apreciar cuando acudimos a las relaciones políticas de algún estado de la República, como el Estado de México, y nos aproximamos a la actuación de sus autoridades y habitantes ante tres problemáticas: a) un gobierno estatal en formación que quería controlar sus recursos económicos y humanos, b) la llegada de las tropas extranjeras a su territorio y c) las disputas sociales y de poder internas. 2. SITUACIÓN POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN EN LA GUERRA DEL ESTADO DE MÉXICO En los primeros meses de 1846, existía una gran inquietud en el Estado de México por la forma de gobierno que debía implantarse en el país: continuar con el centralismo o regresar al federalismo. Era un tema que superaba en importancia al de la invasión extranjera; por lo cual el presidente interino, Mariano Paredes y Arrillaga, propuso a las autoridades estatales cesara de discutirse ese tema, porque se corría el riesgo de «desmembrar los Departamentos» (división político administrativa de la República centralista) y con ello el sistema centralista vigente. Orden que 33 «Consideraciones sobre la situación política y social de la República Mexicana en el año de 1847», en Otero, Mariano, Obras, Recopilación, selección, comentarios y estudio preliminar de Jesús Reyes Heroles, México, Editorial Porrúa, 1967, p. 127, Mª del Carmen Salinas Sandoval se trasmitió a las prefecturas para que fuera cumplida.34 El general Paredes quería controlar más a los Departamentos al decretar que se reservaba el nombramiento de los gobernadores sin tomar en cuenta la propuesta de las Asambleas, como dictaba la Constitución. Necesitaba colocar gente de su entera confianza, porque facultó a los gobernadores para que obraran expeditamente cuando estuviera en peligro la independencia e integridad del territorio nacional, a causa de la invasión extranjera.35 Las inquietudes de la sociedad obedecían al cambio de sistema de gobierno centralista, ya que se había prometido informalmente desde enero de ese año el cambio al federalismo. Desde que cae el gobierno del general Paredes, en julio de 1846, se empiezan a reorganizar los poderes estatales. En agosto de ese año, el primer paso fue el cese de funciones de los vocales de la Asamblea Departamental (poder legislativo en el sistema centralista) y del gobernador. El general en jefe del ejército libertador republicano, en ejercicio del supremo poder ejecutivo, José Mariano Salas, nombró gobernador interino del estado al Lic. Francisco Modesto de Olaguíbel,36 quien fue nombrado gobernador constitucional en noviembre de 1846 y estuvo en ese puesto hasta febrero de 1848. También fue elegido el Lic. Diego J. Pérez Fernández como Teniente Gobernador (era parte del Consejo de Estado y sustituía al gobernador en su ausencia), quien estuvo en ese puesto hasta su fallecimiento, el 18 de octubre de 1847.37 34 «Oficio del Ministro de Relaciones Exteriores, gobernación y policía al Secretario de Gobierno del Departamento de México, 14 de marzo de 1846», AHEM, Gobierno, 1846, en proceso de clasificación. 35 «El gobierno del Departamento de México remite una circular por lo que propone el presidente interino se reserva para sí el nombramiento de gobernadores, 13 de marzo de 1846», en BCEM (Biblioteca del Congreso del Estado de México), 1846, T. 156, Exp. 298. 36 Francisco Modesto de Olaguíbel nació en Puebla en 1806 y murió en la ciudad de México en 1865. Se tituló de abogado. Fue senador en 1853, cuando fue desterrado por Antonio López de Santa Anna. Volvió a México en 1861 y el presidente Benito Juárez lo nombró procurador general interino. Musacchio, op. cit., p. 1114. 37 «Se le comunica al gobernador del Departamento de México que ha cesado la Asamblea Departamental, 16 de agosto de 1846», 18 El gobernador Olaguíbel decretó, el 29 de agosto de 1846, de acuerdo a los poderes federales, que estaba vigente la Constitución estatal de 1827; de acuerdo a esas disposiciones federalistas se empezaron a organizar los poderes estatales. Se especificaba que la elección de los diputados estatales y federales se haría conforme a las antiguas leyes federales (la primera junta preparatoria del Congreso estatal se realizó el cuatro de noviembre). Este Congreso quedó integrado de 16 diputados, quienes integraron la Legislatura extraordinaria del 11 de noviembre de 1846 al 26 de febrero de 1849.38 El poder judicial del estado residía en el Tribunal Superior de Justicia del Estado, en la Audiencia, en los jueces letrados de primera instancia y en los alcaldes conciliadores. En el gobierno municipal permanecerían los jueces de paz mientras se eligieran ayuntamientos.39 Las disposiciones legales no eran suficientes para borrar diez años de prácticas dirigidas a centralizar el poder en el centro de la República, particularmente en un estado que había sido el promotor del gobierno centralista entre 1834-35. El gobernador se veía en la necesidad de hacer un llamado a los habitantes para restablecer la confederación (que se planeó en 1824), como arma salvadora de las pugnas internas y de la invasión extranjera.40 en AHEM, C.091, 1846, vol. 169, exp. 1. «Dictando providencias para solemnizar el nombramiento del gobernador constitucional del estado, 30 de agosto de 1846», en AHMT (Archivo Histórico del Municipio de Toluca), Sección Especial (Gobierno), C. 4, exp. 265, 1846, 8, 6. «Fallecimiento del teniente gobernador José Pérez Fernández, 18 de octubre de 1847», AHEM, C.037.0, 1847, V. 73, Exp. 12. 38 Los integrantes de la Legislatura extraordinaria fueron: Mariano Ariscorreta, Barrera, José del Villar Bocanegra, José R. González, Manuel Guerra, Ignacio Gutiérrez, Joaquín Jiménez, José María Legorreta, Rafael María Martínez, Tomás Ramón del Moral , Isidoro Olvera, Eulalio María Ortega, Domingo María Pérez y Fernández, Teodoro Riveroll, José María Romero Díaz y José María Verdiguel y Fernández. Venegas, Aurelio, Índice cronológico de los gobernantes del Estado de México, 1912, Toluca, Talleres de la Escuela de Artes, p. 14. 39 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario del estado libre y soberano de México que funcionó en la segunda época de la federación, Toluca, Tip. de J. Quijano, vol. III, 1850, pp. 3-4. 40 «Alocución del gobernador del Estado de México, Francisco M. Olaguíbel a los habitantes de Toluca, 13 de septiembre de 1846», AHEM, C.009.3, 1846, v. 35, Exp. 4. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos La manera de proceder del poder Legislativo nos permite acercarnos a la posición oficial del Estado de México, entre 1846 y 1848, sobre los asuntos de política interna y de actuación externa. a) Posición del Poder Legislativo La Asamblea Departamental (de enero a agosto de 1846) y el Congreso estatal (de agosto a diciembre), centraron su atención en la reorganización de la política estatal: elecciones de diputados, juntas calificadoras del contingente de sangre, tribunales de minería y mercantiles, reglamento de tribunales, indultos, impresión de un periódico oficial del estado, establecer presidios y hospitales, establecimiento de ayuntamientos, jueces letrados y visitas a juzgados. Entre estos asuntos tuvo singular importancia el «Reglamento para el gobierno interior del Tribunal Superior de Justicia del Estado Libre y Soberano de México», ya que precisaba el funcionamiento del poder judicial, que aparecía muy tenue, pero era uno de los tres pilares de la estructura de poder federal.41 El segundo rubro en importancia para los diputados fue la hacienda pública: presupuesto general de gastos, arreglo provisional de las oficinas, aprobación de gastos para policía, restablecer peajes, aprobación de contribuciones por cerdos y el reglamento de hacienda del estado. En tercer lugar se encargaron de asuntos relativos a la Guardia Nacional:42 se promovió la organización de la «Guardia republicana rural del Estado libre y soberano de México» y armar y equipar a 6,000 hombres de Guardia Nacional y 41 «Reglamento para el gobierno interior del Tribunal Superior de Justicia del Estado Libre y Soberano de México, 26 de octubre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.020, 1847, vol. 50, Exp. 2. «Sobre si anualmente se deben nombrar nuevos vecinos para las juntas calificadoras del reglamento sobre contingente, 18 de marzo de 1846», en BCEM, 1846, T. 156, exp. 283. 42 La Guardia Nacional se componía de todos los mexicanos hábiles para el servicio militar, y que fueran ciudadanos. Se estableció para defender la «independencia de la nación» , sostener las instituciones, conservar la tranquilidad pública y hacer establecer las leyes y las autoridades establecidas por ellas. «Ley orgánica de la Guardia Nacional» en Colección de decretos, op. cit., vol. 3, p. 341. 19 4,000 de caballería. Y en cuarto lugar se empezaron a ocupar de la invasión extranjera: cubrir lo más rápido posible el contingente de sangre con los acusados de vagancia, promover la creación de una fábrica de pólvora y declarar la soberanía del estado como parte integrante de la federación, este reconocimiento sería «el más firme antemural que puede oponerse a los avances del enemigo extranjero».43 En noviembre de 1846, la Comisión de Puntos Constitucionales consideró necesario ratificar la soberanía e independencia del Estado de México, como representantes de la ciudadanía: Considerando los representantes del Estado de México que en las actuales circunstancias de la República en que van a integrar un Congreso extraordinario para constituirlo de la manera más conforme a su voluntad y necesidades, ninguna cosa será más conducente que hacer una declaración de su soberanía e independencia, han venido a declarar pública y solemnemente en nombre y por la autoridad de sus comitentes, y poniendo por testigo de la realidad al Supremo Juez del mundo, que el Estado de México es parte integrante de la federación mexicana que es libre independiente y soberano.44 Esta forma de proceder del poder legislativo mostraba su tendencia a consolidar el poder político y económico en el estado y a controlar las pugnas entre diversos grupos sociales, como los asuntos más prioritarios, para poder demostrar que era un «estado libre y soberano» que formaba parte de una confederación, con la posibilidad de regir su destino. Consideraban que sólo entonces el Estado de México tendría la fuerza suficiente para enfrentarse al ejército extranjero. El avance de este ejército rebasó los planes de 43 Colección de Decretos de los Congresos Constitucionales, op. cit., vol. II, pp. 602- 617. Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., vol. III, pp. 1-66. 44 «Declaración de la soberanía e independencia del Estado de México, 12 de noviembre de 1846», en BCEM, Año 1846, vol. 149, Exp. 76. Mª del Carmen Salinas Sandoval las autoridades estatales; ya que, en 1847, tuvieron que actuar aceleradamente sin haber resuelto su situación interna. De enero a diciembre de 1847, la situación cambió: las medidas relacionadas contra las tropas norteamericanas ocuparon el primer lugar en la atención del Congreso estatal, que se fueron relacionando con la hacienda y la organización política. Antes de conocer estos asuntos es importante mencionar que casi con la misma continuidad trataban asuntos relacionados con el gobierno municipal: precisar que se regirían por la primera ley sobre ayuntamientos expedida en el estado (de 1825), aumentar el número de municipalidades, autorizar nuevas contribuciones y ferias.45 Las disposiciones hacendarias directamente relacionadas con la guerra fueron las siguientes: autorizaban al poder ejecutivo (a propuesta del teniente gobernador Pérez Fernández) para realizar dos préstamos forzosos, el primero de $300,000, de los cuales $100,000 se utilizarían en el «ejército de operaciones» de la federación y el resto en equipar y armar a la Guardia Nacional que defendería al estado; y el segundo préstamo fue por $200,000, la mitad en dinero y la otra mitad en especie. Se rechazaron dos proposiciones de Pérez Fernández sobre establecer la contribución del uno al millar mensual sobre el valor de las fincas rústicas y urbanas y aprobar que todo comerciante pagara el uno por ciento de las ventas de un año.46 Se aumentaron los derechos de alcabala en 50% y todas las contribuciones directas en 100% con excepción de la de instrucción pública. Se autorizó a la diputación permanente para decretar toda clase de recursos para sostener la guerra. Al finalizar el año se extinguieron las alcabalas y se sustituirían por un sistema de contribucio- 45 Estos asuntos los trataremos en el siguiente apartado. «Proposición del Sr. Pérez Fernández para que se autorice al gobierno del estado para que se proporcione medio millón de pesos, 3 de abril de 1847», en BCEM, 1847, T. 159, Exp. 80. «Proposición del Sr. Pérez y Fernández sobre que mientras dure la guerra con Estados Unidos se establezca la contribución del uno al millar mensual sobre el valor de las fincas rústicas y urbanas que hay en el estado, 3 de abril de 1847». 46 20 nes directas. Esta ley creó varios conflictos, por lo que únicamente estuvo vigente hasta el triunfo del Plan de Ayutla. Los problemas principales se provocaban porque los establecimientos industriales, talleres y giros mercantiles pagarían cuotas mensuales fijadas por una junta local compuesta por el recaudador de rentas y dos personas más en cada lugar. 47 Los diputados se manifestaron contra el pronunciamiento de los «polkos» (Plan para la restauración de los verdaderos principios federativos), del 27 de febrero de la ciudad de México, por considerarlo contrario a los principios federales, con lo cual obstruía la defensa de la «independencia nacional» amagada por la guerra con Estados Unidos.48 El Estado de México se adhería a la coalición promovida por Jalisco y secundada por Zacatecas, Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí y Michoacán; esta coalición tenía como finalidad «sostener la independencia nacional y el sistema representativo popular federal» sin perder las especificidades de cada estado. Los comisionados para representar al estado en la coalición serían diputados, dos propietarios y dos suplentes. Se invitó a todos los estados de la «confederación mexicana» a integrar la junta de coalición, para que hubiese representación de la mayoría; principalmente para elegir un Congreso general y un presidente provisionales si la guerra hiciera desaparecer los supremos poderes federales. 49 Para preparar a la tropa del estado, los diputados locales consideraron necesarias varias medidas: promover la producción de pólvora, por lo cual ofrecía premios a los fabricantes. Autorizaban al Ejecutivo (gobernador, prefectos, subprefectos) para recoger las armas de municiones que tuvieran los habitantes. Se autorizó al gobierno poner «sobre las armas toda la fuerza 47 Colección de decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., pp. 113, decretos núms. 25, 44, 47, 63. 69, 11 de febrero, 21 y 23 de abril, 2 de junio, 23 de noviembre de 1847. 48 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., decreto núm. 32, 18 de marzo de 1847. 49 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., decretos núms. 35 y 37, 26 y 29 de marzo de 1847. decreto 5 expedido por la Junta Legislativa, 9 de diciembre 1947. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos 21 que le sea posible» por lo cual ordenaron a los ayuntamientos que eligieran a los ciudadanos de su comarca para que formaran parte de la Guardia Nacional; tenían que alcanzar la cantidad de 6,000 hombres de infantería y 4,000 de caballería. Los ciudadanos que no pudieran prestar sus servicios en la Guardia Nacional debían pagar una contribución especial; pero los que se presentaran de manera voluntaria se les prometía como premio la adjudicación de un terreno baldío cuya dimensión dependería de los servicios prestados. Se les anotaba en el padrón municipal con una frase distintiva: «acudió espontáneamente a defender a su patria y a su religión, en la guerra de invasión de los Estados Unidos de 1847». Esos voluntarios formaban secciones ligeras de Guardia Nacional, que se componían de 50 a 100 individuos. En cada una de las cabeceras de los partidos debía haber una sección ligera de 100 hombres de caballería. Las «secciones ligeras de voluntarios de la Guardia Nacional» propiciaron la guerra de guerrillas en el estado, particularmente en las municipalidades de Temascaltepec, Sultepec, Cuernavaca, Huejutla, Pachuca, Chalco y Tlalmanalco.50 Las disposiciones más importantes en la organización política se dieron después de que las tropas norteamericanas ocuparon la capital del país. Éstas fueron: conceder facultades extraordinarias al gobierno del estado (19 de septiembre) para que en el receso del Congreso se nombrara una Junta Legislativa, para que representara junto con la Diputación permanente al Poder Legislativo.51 Estas autoridades decidieron junto con el Ejecutivo los asuntos urgentes. Uno de estos asuntos fue manifestar su inconformidad ante el Presidente de la República sobre los tratados de paz que se celebraban con el enviado norteame- ricano, sin que ese tratado fuera aprobado por la mayoría de las Legislaturas de los estados de la federación. También se autorizó, el 19 de septiembre, que los poderes del estado se trasladaran a Sultepec cuando las circunstancias de la guerra lo exigieran. Este momento llegó en enero de 1848, cuando las fuerzas extranjeras estaban en Lerma y poco después entraban a Toluca.52 Las medidas dictadas por el poder legislativo no se apartaron de su objetivo central (fortalecer la entidad federativa), ya que se preocuparon por armar y engrosar las fuerzas estatales, principalmente para su defensa; así como también buscaron tener más ingresos y cambiaron la residencia de los poderes estatales. Fue el año de 1847 el de mayores respuestas del estado ante la guerra, porque las tropas extranjeras entraron en territorio del Estado de México en julio. Un grupo de 150 norteamericanos ocuparon Tantoyuca, del distrito de Huejutla, y en agosto llegaron a Chalco, en su camino a la ciudad de México. En febrero de 1848, se dieron las últimas medidas legislativas relacionadas con la guerra: se nombró, el 7 de febrero, provisionalmente como gobernador al Lic. Manuel Gracida debido que el gobernador Olaguíbel fue hecho prisionero en el camino de Sultepec por tropas mexicanas; los rumores explicativos oscilaban entre su oposición a la firma de los tratados de Guadalupe-Hidalgo pronunciándose porque la guerra continuara y entre los conflictos que tenía con el general Juan Álvarez, Jefe del Ejército del Sur. Cuatro días después de ese nombramiento los diputados aceptaron la renuncia del Lic. Olaguíbel, aunque no todas las autoridades estaban de acuerdo, como el prefecto de Toluca.53 A finales de febrero, se revocó el decreto que autorizaba el cambio de los poderes estata- 50 Colección de decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., decretos núms. 46, 47, 48, 58, 60, 22 de abril, 10 de mayo, 3 de junio de 1847. Iracheta, María del Pilar, «Guerrillas durante la intervención norteamericana, 1846.1848» en Boletín del Archivo General del Estado de México, núm. 3, septiembre-diciembre de 1979, pp. 22-33. 51 «Decreto que el Lic. Diego L. Pérez Fernández, Teniente Gobernador, en ejercicio del ejecutivo del Estado Libre y Soberano de México, da a conocer, 19 de septiembre de 1847», en AHEM, C.001.7, 003.0, 1847, vol. 17, Exp. 30. 52 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., decretos núms. 63 y 66, 16 y 19 de septiembre de 1847. Decreto núm. 7 de la Junta Legislativa, 22 de diciembre de 1847. 53 «Acuerdo que da a conocer el C. Lic. Joaquín Jiménez, presidente de la Diputación permanente del Estado Libre y Soberano de México, 7 de febrero de 1848», en AHEM (Gobierno) C.008.9, vol. 24, Exp. 25. «Oficio al prefecto de Toluca pidiendo informe porque no publica el decreto que admitió la renuncia de Francisco Olaguíbel, 24 de febrero de 1848», en AHEM (Gobierno), C.070.1, vol. 126, Exp. 12. Mª del Carmen Salinas Sandoval les a Sultepec, para que el Ejecutivo cambiara su residencia al lugar del estado que juzgara conveniente, ante lo cual escogió Metepec.54 Los diputados del Estado de México se enfrentaron a otra problemática nacional: el alzamiento del general Mariano Paredes y Arrillaga contra el gobierno general. Por invitación de la Legislatura de Puebla aceptaron unirse con los estados de Puebla, Veracruz y Oaxaca, para tratar de neutralizar los avances del movimiento de Paredes en sus respectivos territorios, y asegurar con ello la continuidad del pacto federal.55 En este año de 1848, el Congreso continuó ocupándose del gobierno municipal: particularmente de su división territorial, impuestos, erección de municipalidades y cambio de cabeceras municipales. En cuanto a los asuntos estatales sobresalían nombramientos de autoridades como el gobernador y el teniente gobernador, la erección del estado de Guerrero, anulación de elecciones de diputados, pago a empleados públicos y el nuevo reglamento de las oficinas de hacienda En este reglamento se especificaba que habría en la capital del estado una tesorería y una contaduría, y las obligaciones y facultades de las autoridades para la recaudación y administración de las rentas. En el segundo semestre de ese año, los diputados locales consideraban que había cuatro problemáticas que atender: a) formular iniciativas de reforma de la Constitución federal, ya que consideraban que las realizadas un año antes eran moderadas y no atacaban los obstáculos para alcanzar un federalismo pleno; b) promover reformas a la Constitución estatal; c) atender las modificaciones al contingente de sangre y d) ocuparse de los asuntos económicos del Congreso.56 54 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., decretos núms. 8, 9, 11, 7, 11 y 22 de febrero de 1848. 55 «Proposición de la Legislatura de Puebla a la Legislatura del Estado de México, 3 de julio de 1848», BCEM, 1848, T. 161, Exp. 165. 56 «La Diputación permanente a convocado al Congreso del estado a sesiones extraordinarias, 14 de junio de 1848», en AHEM (Gobierno) C.003.3, 1848, vol. 20, Exp. 8. 22 Parecía que la experiencia que les había dejado la guerra era querer modificar su Código fundamental porque no estaban del todo conformes con lo alcanzado hasta la fecha. Idea que compartía el gobernador Mariano Arizcorreta (empezó su administración en abril de 1848), pero él exponía que la solución no era eregir otras constituciones sino dar a los habitantes educación, cambiar su moral, forjar sus costumbres, para crear hábitos de respeto a las leyes y autoridades. Quizá porque era un federal moderado no quería cambiar lo establecido, pero acertaba al exponer que la mayoría de la sociedad no conocía esas leyes que se querían reformar ni el sistema político que se quería consolidar: No tenemos pueblo sino una aglomeración de hombres, entre los que hay una pequeña, muy pequeña fracción conocedora de sus derechos, de las bases fundamentales del bien de las naciones, de las providencias que engrandecen a los pueblos todos de la tierra, y el resto que es una inmensa mayoría, todo lo ignora, no conoce la naturaleza del sistema de gobierno en que vive...57 b) Posición del Poder Ejecutivo Entre 1846 y 1848 ocuparon el poder ejecutivo del Estado de México cuatro personas: Francisco M. de Olaguíbel (del 22 de agosto de 1846 al 7 de febrero de 1848), Mariano Villela (del 11 al 13 de noviembre de 1846)58 , Manuel Gracida (del 7 de febrero al 28 de abril de 1848) y Mariano Ariscorreta (del 28 de abril de 1848 al 22 de marzo de 1849). Al Lic. Olaguíbel le correspondió estar al frente del estado durante la invasión norteamericana. En noviembre de 1846, Olaguíbel consideraba que eran siete asuntos los que debían ocu57 «La Diputación permanente a convocado al Congreso del estado a sesiones extraordinarias, 14 de junio de 1848», en AHEM (Gobierno) C.003.3, 1848, vol. 20, Exp. 8. 58 El Lic. Francisco M. Olaguíbel dejó el gobierno al Lic. Mariano Villela, como Presidente del Tribunal Superior de Justicia, por la renuncia que hizo de su cargo de gobernador el 11 de noviembre de 1846. Dos días después se incorporó nuevamente. AHEM, C.012.0, 1846, V. 40, Exp. 25. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos par la atención del Ejecutivo y del Legislativo: declarar la soberanía e independencia del estado, dar instrucciones a los representantes del estado en el Congreso general sobre reformar la Constitución de 1824, elegir constitucionalmente gobernador y teniente gobernador, revisar los actos legislativos del gobernador, ocuparse de los asuntos comunes de la Legislatura, «arbitrar y decretar toda clase de recursos al gobierno general para la guerra de invasión, objeto preferente de todo mexicano» y convocar al Congreso Constituyente del estado.59 Dentro del gran marco de problemas ocupaba el sexto lugar el de la guerra, para enfrentarlo consideró como paso obligado por las órdenes del gobierno general ayudar a solventar los gastos de ésta. La ayuda obligada al gobierno federal era un acto al cual se resistía. Explicaba que las autoridades de la ciudad de México no entendían las relaciones de respeto entre los integrantes de una confederación: Así, acaso, llegará un día en que se comprenda en nuestra ciudad de México, lo que es federación. Así, acaso, llegará a considerarse a los estados, limitándose el gobierno general a lo que debe ser en la confederación de unas naciones.60 La oposición de Olaguíbel a cumplir las disposiciones que el gobierno federal le daba, la hizo extensiva a todas las autoridades del estado, principalmente a los prefectos; ya que éstos y los ayuntamientos eran los responsables de la ejecución y supervisión de las órdenes superiores. El gobernador mandó una circular, en enero de 1847, a cada prefecto para prohibirle obedecer cualquier ley de la federación, sino había pasado primero por su autorización. Defendía su posición como autoridad que representaba a la entidad federativa, 59 «Decreto del gobernador Francisco M. Olaguíbel, 2 de noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.044.4, 1846, vol. 82, exp. 3. 60 «Discurso pronunciado por el gobernador del Estado Libre y Soberano de México, Lic. Francisco M. Olaguíbel en la solemne apertura de las sesiones del estado, verificada en Toluca el 10 de noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.009.3-003.5, 1846, vol. 35, exp. 8. 23 para lo cual se basaba en la reglamentación estatal: El C. gobernador se ha servido disponer prevenga a usted, como lo hago, que bajo su más estrecha responsabilidad se le prohíbe obedecer toda ley o disposición del gobierno general que no le sea comunicada por este gobierno, según lo disponen las leyes del estado.61 Aún en mayo de ese año, el gobernador se seguía negando a actuar subordinado a la federación en la lucha contra Estados Unidos, luchaba por mostrar su autonomía en el territorio estatal. El presidente en turno, general Pedro María Anaya, manifestaba la falta de cooperación del gobernador del Estado de México: no remitía las fuerzas que se le pedían, ponía trabas a las rentas extraordinarias que se fijaban y había disuelto, por medio del prefecto de Tula, las tropas de Guardia Nacional que se habían reunido en Huichapan. Se preguntaba el presidente: «¿es esto ayudar al gobierno general? ¿podía yo esperarlo de un amigo mío y de un buen patriota como el Sr. Olaguíbel?»62 El gobernador consideró más urgente ocuparse de la organización interna del estado: cambió los prefectos, se reabrieron escuelas, promovió las Guardias Nacional y Rural y nombró nuevos jueces.63 También hizo constantes cambios de personal en las oficinas de hacienda. Incitó al 61 «El gobernador del estado de México, ha dispuesto la estrecha responsabilidad y obediencia a toda ley o disposición del gobierno general, 25 de enero de 1847», AHEM, C.021.5, 1847, V. 50, Exp. 40. 62 «Carta de Presidente de la República al Lic. Mariano Ariscorreta, 5 de mayo de 1847», AHEM, C.001.5, V. 16, Exp, 39. 63 Prefectos que gobernaban los distritos según los nombramientos que hizo el gobernador Olaguíbel (faltó el de Toluca): Acapulco, el coronel Diego Álvarez propietario y como suplente Pedro Rita Rosales; Chilapa, el coronel Gregorio Leyva propietario; Cuernavaca, el teniente coronel Manuel Lozano propietario; Este de México, Teodoro Riveroll propietario y como interino el coronel Joaquín Zarco; Huejutla, Cristobal Andrade propietario; Oeste de México, coronel Ignacio Comonfort propietario y el Lic. Manuel María Beytia interino; Sultepec, Bernardino Alcalde propietario y José Sánchez Feijo interino; Taxco, Román García propietario y el Lic. Rafael Solares interino; Tula, Lic. Rafael María Villagrán propietario; y Tulancingo, Antonio Sein propietario. Cada uno tiene un sueldo de $3,000 anuales. «Noticia de las personas que sirven en las prefecturas sujetas al gobierno del Estado de México, 24 de noviembre de 1846», AHEM, C.001.5, V.16, Exp. 39. Mª del Carmen Salinas Sandoval Congreso estatal para que gestionara la devolución de la ciudad de México y que los poderes de la Unión designaran otro punto para fijar su residencia política.64 Para que sobresalieran sus prácticas políticas describía la situación del Departamento de México cuando lo recibió: No había gobierno cuando yo entré. Títulos, nombres, sueldos, no dan realidad a las cosas: una asamblea, un gobernador, unas prefecturas sin apoyo en los pueblos y sin prestigio de ninguna clase, no podían hacer bien alguno...La dictadura militar todo lo había invadido; la idea de monarquía sublevaba a los ciudadanos contra sus gobernantes, y hacía ver en cada uno de ellos un instrumento de opresión.65 La actitud del gobernador Olaguíbel provocó desacuerdos con las autoridades de los poderes federales, pero también con algunas de las autoridades estatales. Como con el Lic. Mariano Ariscorreta, diputado estatal entonces, y el Lic. Manuel Gracida, juez de letras; quienes también tenían una tendencia política federal, pero era menos radical que la que manifestaba el Gobernador, no tenían pretensiones de hacer transformaciones legales determinantes ni de actuar en defensa de la entidad federativa enfrentándose a los poderes generales. El licenciado Ariscorreta presentó una acusación oficial, en mayo de 1847, contra el gobernador Olaguíbel ante la Cámara de diputados. Eran 21 faltas las que denunciaba, derivadas de los ocho meses de ejercer el Ejecutivo sin apegarse a las leyes estatales y federales. Las principales acusaciones fueron: despedir al Lic. Manuel Gracida de su empleo de juez de letras de Toluca 64 «Nombramientos que hizo el gobernador Francisco M. Olaguíbel entre octubre de 1846 y noviembre de 1847», en AHEM, C.012.3, V. 46, Exp. 7. «El gobernador envía un oficio al Congreso del estado para que gestione la devolución de la Ciudad de México, 19 de diciembre de 1846», AHEM, C.020, V.50, Exp. 1. 65 «Discurso pronunciado por el gobernador del Estado Libre y Soberano de México, Lic. Francisco M. Olaguíbel en la solemne apertura de las sesiones del estado, verificada en Toluca el 10 de noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.009.3-003.5, 1846, vol. 35, exp. 8. 24 y lo mandó a Cuernavaca; expedir una ley sobre ayuntamientos contraría a la Constitución de 1827; pedir a los prestamistas en lugar de al clero un préstamo forzoso de dos millones de pesos promovido por el gobierno general, cantidad que no había ingresado completamente a la tesorería general, al igual que los donativos para armar la Guardia Nacional; expedir decretos y no darlos a conocer a la opinión pública inmediatamente; infringir el Reglamento de Guardia Nacional al contratar oficiales; nombrar dos prefectos que no eran ciudadanos del estado; cambiar la prefectura del Oeste de Tlalnepantla a Tlalpan; cobrar multas que no entraban a la tesorería del estado; disolver la tropa de dos mil hombres de Guardia Nacional integrada en Tula; pagar sueldos a empleados sin prestar servicio y haber dado órdenes como gobernador cuando oficialmente el encargado del Ejecutivo era el teniente gobernador.66 Las acusaciones se centraban en problemas de administración interna del estado, sin ampliar su visión a la situación de guerra en la que se encontraba el país. En su comparecencia ante el Gran Jurado de la Cámara de Diputados, el gobernador Olaguíbel se defendió de la mayoría de los cargos; por lo cual no se consideró que hubieran los elementos necesarios para iniciar la causa judicial.67 Los conflictos de Olaguíbel al interior del estado parecían más una pugna por el poder, que el afán de mejorar las anomalías que se presentaban en el gobierno, principalmente de Mariano Ariscorreta, quien había tenido una carrera política en el estado como diputado en el Congreso y seguiría teniéndola como gobernador y en el Tribunal Superior de Justicia.68 Tanto Gracida 66 «Acusación del Lic. Mariano Ariscorreta contra los actos del gobernador Francisco M. Olaguíbel, 17 de mayo de 1847», AHEM, C.001.5, V. 16, Exp. 39. 67 Iracheta Cenecorta, María del Pilar, «federalismo en invasión norteamericana en el estado de México (1846-1848)», en Primer Congreso de Historia de las intervenciones: México en guerra. Perspectivas regionales 1846-1848, 18 de noviembre de 1994. 68 Mariano Ariscorreta fue diputado en el Congreso del Estado de México del 22 de febrero de 1829 a 26 de febrero de 1830, del 17 de febrero de 1833 al 27 de mayo de 1834 y del 11 de noviembre de 1846 a abril de 1848. Fue ministro propietario del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México de 1850 a 1857. Venegas, op. cit. pp. 9, 12, 14 y 83. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos como Ariscorreta lograron su objetivo en 1847 al ocupar la gubernatura provisionalmente Manuel Gracida, el 7 de febrero, preparando el camino a Ariscorreta que fue elegido constitucionalmente gobernador el 28 de abril. Seis meses después intentó renunciar, pero no fue aceptada su renuncia por el Congreso estatal, argumentaba que se persuadía de que su credo político no era el que imperaba en la opinión pública del estado, sin que las constantes pugnas disminuyeran y sin que él pudiera influir por medio de la justicia y la ley.69 A pesar de la tendencia de Ariscorreta de evitar los conflictos directos con las autoridades federales, tuvo que hacerlo, en noviembre de 1848, porque sentía que el pacto de federación se desquebrajaba. Mandó una circular a los demás gobernadores de la confederación mexicana para informarles que el Congreso de la Unión había invadido la soberanía del Estado de México, al declarar nulas las elecciones de diputados por un reglamento que expidió el gobernador sobre elecciones. Ante ello, pedía apoyo para declarar anticonstitucionales las disposiciones del Congreso de la Unión ante la Corte Suprema de Justicia. Con su proceder quería alertar a los demás estados sobre el control que se quería ejercer desde el centro del país. Manifestaba: Mejor sería que se arrojara enteramente la máscara, y se dijera: no hay federalismo, sólo sirvió de un pretexto para derrocar una administración detestable, ya sirvió para su objetivo, y no debe seguir, porque a nuestras almas elevadas, nobles y grandes, nos causan fastidio esos soberanitos que se llaman estados. Acostumbrados a regir todo desde el centro o a recibir todas las órdenes de un sólo mandarín, queremos continuar en tal posición.70 69 «Renuncia del Lic. Mariano Ariscorreta al cargo de gobernador del Estado de México, 10 de octubre de 1847», AHEM, C.012.0, 1848, V. 40, Exp. 33. 70 «Circular que el gobernador del Estado de México dirige a los de los otros estados de la confederación mexicana pidiendo su cooperación y la de sus honorables legislaturas, 17 de noviembre de 1848», AHEM, C.048.1, 1848, V. 102, Exp. 27. 25 La defensa por la libertad estatal que había practicado Francisco M. Olaguíbel no había logrado el respeto de las autoridades federales por las disposiciones estatales, pero sí había logrado que los federalistas moderados, como Ariscorreta, intentaran consolidar un pacto federal «justo». Después de la derrota de la guerra, las respuestas de los poderes federales ante los intentos de soberanía estatal tenían que ser más agresivas, puesto que se había pagado un alto precio por la necesidad de las entidades federativas de reafirmarse políticamente. c) Participación estatal en la guerra El gobernador Francisco M. Olaguíbel empezó a incitar a los ciudadanos del Estado de México a involucrarse en la lucha contra el invasor norteamericano, desde septiembre de 1846. No sólo invitaba a los ciudadanos a cooperar con recursos y hombres, sino también a sostener las instituciones federales, quienes ayudarían a sostener la lucha contra el extranjero y contra las abundantes «gavillas de ladrones» que se encontraban en los principales caminos.71 Un mes después vuelve a dirigirse a los habitantes del estado, para exhortarlos a colaborar con las fuerzas mexicanas que defendían el territorio en la frontera norte. Cuando pedía la ayuda ciudadana, hacía hincapié en la soberanía que tenía cada estado de la República para organizar la defensa o ataque al ejército invasor. Los poderes legislativo y ejecutivo estatales eran los indicados, como representantes de los ciudadanos, de acordar la manera de actuar en los momentos de anarquía. Exponía: Independientes de todo influjo, libres y soberanos los estados, y sólo ellos, dispondrán de su futura suerte. Se prepararan para atacar al enemigo exterior, lo combatirán con sus propias fuerzas, verificarán sus elecciones, y consolidando 71 «Discurso emitido por el gobernador Francisco M. Olaguíbel en que se incita al pueblo a defender la libertad, 13 de septiembre de 1846», AHMT, Sección Especial, C.17, Exp. 843, 1846. Mª del Carmen Salinas Sandoval tan sagrada institución, se salvarán a sí mismos, salvando a la nación.72 La manera como se dirigía el gobernador a la sociedad manifestaba su ferviente federalismo, que se oponía a las órdenes que recibía del gobierno general, para que auxiliara con recursos económicos a la Guardia Nacional y excitara a los habitantes de cumplir con la «obligación en que están de cooperar a repeler la actual invasión».73 Olaguíbel se revelaba contra esa forma de proceder, sin embargo no se oponía a colaborar en el combate contra los extranjeros, ni en la guerra civil que se llevaba a cabo en la capital del país. En marzo de 1847, se dirigió a la ciudad de México, con el fin de servir de intermediario, a nombre de su estado, entre los sublevados de la Guarnición y Guardia Nacional («Plan para la restauración de los verdaderos principios federativos») y las tropas del gobierno al mando del general Valentín Canalizo. Su principal objetivo era que llegaran a un acuerdo para que el gobierno de Gómez Farías otorgara recursos a las fuerzas mexicanas del norte y enfrentara la invasión de Veracruz. Finalmente su participación no fue importante, ya que se resolvió con la llegada de Santa Anna a la presidencia.74 Un mes después, la necesidad del gobernador Olaguíbel por preparar la defensa de su estado era eminente, esperaba que el enemigo entrara por Huejutla, por el camino a la capital del país. Promovió tres medidas en abril: la primera, incitó muchas veces al Congreso estatal para que dictara la medidas a seguir y entre ellas su- 72 «Alocución que el gobernador del Estado de México dirigió a los habitantes de dicho estado exhortándolos para que apoyaran al gobierno, 26 de octubre de 1846», AHEM, C.009.3, 1846, V. 35, Exp. 5. 73 «El Ministro de Relaciones incita al gobierno del Estado de México a auxiliar a los jefes y comandantes con cuantos recursos pueda, 7 de octubre de 1846», AHEM (Comandancia Militar) G.Gu.C.M., Vol. 1, Exp. 13. 74 «Diego José Pérez Fernández informa a los habitantes del Estado de México que ha tomado posesión interinamente del cargo de gobernador, 10 de marzo de 1847», AHEM, C.0.0990.3, 1847, V. 166, Exp. 11. Oficio del gobernador del Estado de México al Gobierno general, 19 de marzo de 1847", AHEM, C.091.0-091.7, 1847, V. 169, Exp. 14. 26 gería que cambiara los poderes a otro punto, como sería Cuernavaca.75 Como segunda medida estableció, en abril de 1847, una Junta Filantrópica» compuesta de ocho ciudadanos distinguidos de Toluca, con el propósito de «exitar la compasión pública y pedir socorros para los necesitados de Monterrey, Matamoros, Chihuahua, Veracruz y demás puntos que ocupa el enemigo extranjero». La junta empezó a trabajar rápidamente.76 Y como tercera disposición, Olaguíbel publicó un manifiesto a los habitantes del estado, después de la derrota del ejército mexicano en Cerro Gordo donde quedó desintegrado; en ella exhortaba a hombres y mujeres, a anciano y niños a defender su «patria» y «religión», de manera similar como se había hecho en la guerra de independencia: ¡A las armas, conciudadanos! Levantémonos en masa y corramos sobre el anglosajón. Que vea éste a todos los mexicanos incendiar primero sus cosechas y sus hogares, que dejarles para su sustento o su abrigo; que vea una guerra nacional; que vea que los hijos de los españoles, y los descendientes de Xicotencal y Guatimoc se baten como ellos, contra la invasión extranjera.77 Cuando el ejército yanqui estaba en Puebla preparando su entrada a la ciudad de México (mayo de 1847), los secretarios de Guerra y de Relaciones Interiores y Exteriores, del gobierno federal, hicieron constantes peticiones y dieron enérgicas órdenes al gobernador Olaguíbel para que mandara todas las fuerzas de Guardia Nacional a la capital del país. La respuesta del gobernador fue que se dirigieran al general Nicolás Bravo, ya que todas las fuerzas de Guardia Nacional 75 «Francisco M. Olaguíbel solicita al Congreso estatal dicte las medidas de defensa en el estado, 7 de abril de 1847», AHEM, C.091.7, 1848, V. 186, Exp. 44. 76 «Establecimiento de una Junta filantrópica para socorrer a los habitantes de los lugares ocupados por el ejército extranjero», 13 de abril de 1847, AHEM, C.047.61-048.17, 1847, V. 99, Exp. 18. 77 «Manifiesto del gobernador del Estado de México con motivo de la invasión norteamericana, 21 de abril de 1847», AHEM, C.009.1, 1847, V. 33, Exp. 22. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos del estado estaban a su cargo. Respuesta que hacía más tensa la relación entre estado y federación.78 Por esta situación, el teniente gobernador Pérez Fernández, se dirigió a los habitantes para informarles el tipo de cooperación que hacía el Estado de México a la guerra. Aseguraba, en julio de 1847, como responsable del Ejecutivo, ya que Olaguíbel había salido a combatir a los extranjeros a la ciudad de México, que el estado había colaborado con recursos económicos y humanos provenientes de todos los distritos debido a que su sentimiento patrio y humano así lo exigía: El Estado de México, aunque apenas comienza a formarse, se ve obligado por sí solo a hacer la más vigorosa resistencia; y su gobierno en cumplimiento de tan sagrado deber ha prestado y seguirá prestando, al Supremo de la Unión, cuantiosas sumas y armamento, haciendo que marchen de todos los distritos, aún de los más distantes, muchas fuerzas, a más del número correspondiente de reemplazos.79 A pesar de esas explicaciones el gobierno general reclamaba, en agosto de 1847, la falta de apoyo de las autoridades estatales para sostener la guerra. El teniente gobernador Pérez Fernández dirigió un manifiesto a la nación para exculparse de las acusaciones que se le imputaban al gobierno del Estado de México. Exponía que dentro de la pobreza del estado había hecho esfuerzos para despertar el «espíritu público» y había mandado «gruesas sumas» al gobierno general por donativos y subsidios y había hecho gastos considerables en conducir piezas de artillería por diversos lugares, en armar y equipar a la Guardia Nacio- 78 «Comunicaciones del gobierno federal dirigidas al gobernador del Estado de México relativos a la guerra contra Estados Unidos, 20 al 24 de mayo de 1847», AHEM, (Milicia Nacional) G.Gu.Mn, V. 3, Exp. 15, 1847. 79 «Alocución del Teniente gobernador en ejercicio del poder ejecutivo del Estado de México a los ciudadanos del mismo estado, 5 de julio de 1847», AHEM, C.009.3, V. 35, Exp. 12. 27 nal, que se caracterizaba por cuerpos, piquetes y guerrillas de todas las poblaciones del estado.80 García Fernández dio a conocer tres cuadros con datos sobre auxilios pecuniarios, fuerza de la Guardia Nacional y desertores y reemplazos que se habían mandado hasta la fecha a la capital de la República (Ver cuadro 2). Después de estar en las batallas de las inmediaciones de la ciudad de México (Santa Fe) el Lic. Olaguíbel ratificó, el 26 de agosto, la cooperación que el Estado de México había hecho para sostener la guerra y con sumo desagrado reclamaba, al Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores del gobierno general, las derrotas que se habían tenido y exigía un castigo para los jefes militares, quienes se habían comportado sin responsabilidad y sin profesionalismo. Consideraba que los esfuerzos de todos los estados se habían vilipendiado particularmente los del Estado de México: Esos esfuerzos, Sr. Ministro, esfuerzos nobles y generosos, tiempo es ya de reconocerlos, y no es el mejor modo de estimarlos el hacer caer las armas de las manos de esos valientes ante la primera intimación del enemigo extranjero, y si esos esfuerzos no han sido bien dirigidos porque acaso entre nosotros el arte de la guerra sólo ha sido conocido para arruinar al país, ésta no es culpa de la nación, no es culpa de los ciudadanos benemérito, antes demasiado lamentable y doloroso es, que no hayan encontrado un jefe digno de mandarlos.81 Acusaba a todos los jefes y oficiales, pero en particular al general Santa Anna, de no ser ni buenos militares ni buenos políticos. Se sentía defraudado por el armisticio firmado, el 24 de agosto, entre los generales Santa Anna y Winfield Scottla. Consideraba que los jefes militares del 80 «Diego José Pérez Fernández gobernador interino del Estado de México informa a la nación sobre la ayuda que el estado prestó para la guerra con Estados Unidos, 6 de agosto de 1847», AHEM, C.091.7-0091.3, V. 186, Exp. 26. 81 «Cartas oficiales de los señores Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores y del Gobernador del Estado de México, 26 de agosto de 1847», AHEM, C.091.7-009.3, 1847, V. 186, Exp. 33. Mª del Carmen Salinas Sandoval 28 CUADRO 2 CONTRIBUCIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO A LA CAPITAL DE LA REPÚBLICA AUXILIOS PECUNIARIOS Por cuenta del contingente Por el subsidio extraordinario de guerra Por donativos voluntarios Por la contribución extraordinaria de 17 de junio Por equipo a las Guardias Nacionales Por diversos gastos de guerra Pago de vestuario del ejército $133,250 3 1 5,298 7 9 998 2 3 30,572 34,876 19,798 120,000 4 1 1 0 0 0 9 0 $ 344,774 3 10 TOTAL FUERZAS DE LA GUARDIA NACIONAL PREFECTURAS INFANTES Toluca Sultepec Acapulco * Tlalnepantla Tula Texcoco Cuernavaca Taxco Tulancingo Huejutla * GUERRILLAS De Simón Guzmán De Ignacio Vara de Valdés De Mariano Rivera TOTALES CABALLOS 1,201 141 1,000 266 449 123 889 64 458 300 293 0 0 0 318 25 377 0 300 80 4,892 147 160 65 1,765 * Extraoficialmente se sabe que de Acapulco ha marcado mucho mayor número, y de Huejutla asciende a 2,000 hombres. DESERTORES Y REEMPLAZOS Reemplazos 1,460 Desertores 435 TOTAL 1,895 Fuente: «Diego José Pérez Fernández gobernador interino del Estado de México informa a la nación sobre la ayuda que el estado prestó para la guerra con Estados Unidos, 6 de agosto de 1847», AHEM, C.091.7-0091.3, V. 186, Exp. 26. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos gobierno general habían actuado ineficazmente, pero seguía esperando que la sociedad civil no se diera por vencida. Ese mismo día se dirigió nuevamente a los habitantes del estado para volverlos a incitar a la lucha, aunque las constantes derrotas hubieran lastimado el patriotismo. Les pedía que se sobrepusieran a las desgracias y que murieran independientes y libres antes que vender parte del terreno y de los habitantes del norte del país.82 El armisticio se rompió, el 6 de septiembre, iniciando nuevamente las hostilidades los norteamericanos; ante ello el gobernador Olaguíbel vuelve a salir al frente de las tropas del Estado de México rumbo a la capital del país. Olaguíbel se dirigió, el 8 de septiembre, a los habitantes, a los propietarios y a los sacerdotes. Pedía el apoyo de estos últimos que exhortaran a la sociedad a defender su religión y sus libertades. Les expresó que era la batalla decisiva.83 Después de la caída de la ciudad de México volvió a Toluca, para tratar de organizar la Guardia Nacional dispersa y vencida. El Teniente gobernador a cargo de Ejecutivo informaba a los habitantes del estado las derrotas acaecidas en la ciudad de México y volvía a motivarlos a la unión y a condenar la deserción de las tropas: Nunca debemos transigir con nuestros enemigos. Ellos a nuestra desunión y desconfianza han debido su triunfo efímero. Empuñaremos las armas que se han salvado, y nos acompañaremos con los valientes del ejército que aprecien nuestra cooperación y que no sean capaces de cometer la infamia de abandonarnos.84 Provocada por las manifestaciones del gobierno del estado y por la cercanía de las tropas extranjeras, se distribuyó en Toluca una proclama fir82 «Manifiesto del gobernador del Estado de México a los habitantes del estado exaltando su sentimiento patriótico, 26 de agosto de 1847», AHEM, C.090.3, 1847, V. 166, Exp. 14. 83 «Boletín de noticias del Gobernador constitucional, 8 de septiembre de 1847», AHEM, C.091.7-009.3, 1847, V. 186, Exp. 35. 84 «Discurso del gobernador interino del Estado de México, Diego Pérez Fernández, a los habitantes del mismo, 15 de septiembre de 1847», AHEM, C.009.3, 1847, V.35, Exp. 13. 29 mada por F. S. Tecpa y dirigida a «los anahuaquenses», el 25 de septiembre. Es probable que se tratara de un sacerdote, que se decía indígena, y que proponía que los párrocos, autoridades y ciudadanos contribuyeran personalmente en la defensa del país, porque los extranjeros estaban destruyendo los bienes de la iglesia y de la sociedad. La proclama tenía gran interés de llegar a los indígenas de ahí que estaba escrita en Náhuatl y en español y dirigida a los habitantes del Anáhuac, como se le proponía llamar al país después de la guerra de independencia. Exponía: Ahora que nosotros los indígenas, por débiles más que la otra clase, estamos de consiguiente destinados a ser presa del infernal yanqui, preparaos a una completa desolación de ellos, no temáis su ponderado cañón, no el número de los invasores, pues es ninguno respecto del valor indomable por la libertad de vuestros hijos y de nuestra religión, no permitáis que por vuestra indolencia caiga sobre vosotros la maldición de Dios y de vuestros descendientes.85 No hubo una gran respuesta social a esa proclama, aunque los habitantes compartían sus ideas. La tranquilidad pública seguía perturbada por los amagos de la invasión extranjera y por la «multitud de malhechores» en los caminos.86 El gobierno se tubo que enfrentar además a los disturbios del sur del estado, en los distritos de Acapulco, Chilapa y Taxco, que habían empezado seis meses atrás (como veremos en el siguiente apartado). A cuyos ciudadanos llamaba a secundar sus propuestas de defensa del estado. Esta fue la última invitación que hizo Olaguíbel a la población para actuar como un solo cuerpo contra las agresiones extranjeras: 85 «Proclama dirigida a los anahuaquenses incitándolos a la unión, para luchar contra los yanquis, 25 de septiembre de 1847», AHEM, C.091.4, 1847, V. 180, Exp. 32. 86 «Discurso del Gobernador del estado de México en la clausura de sesiones del Congreso estatal, 16 de octubre de 1847», AHEM, C.091.0-091.7, 1847, V. 169, Exp. 15. Mª del Carmen Salinas Sandoval ¡Habitantes de los distritos de Acapulco, Chilapa y Taxco! ¡Habitantes todos del Estado de México! Entre nosotros no hay enemigos no hay más que el enemigo común. Todas las divergencias de opinión deberían confundirse ene l foco de la libertad y la existencia política. Una raza exterminadora está ya pronta a devorarlos, una facción inmoral y torpe nos amenaza ya con una nueva e inmunda revolución...87 Invitaba a los sublevados que se unieran a la causa nacional y trataba de convencerlos de que los problemas internos eran menos graves que la pérdida del país. Esto fue un mes antes de que llegaran los norteamericanos a Toluca. De enero a marzo de 1848 fueron invadidos algunos lugares cercanos a Toluca. A partir del 14 de marzo se fue regularizando el gobierno del estado como resultado del armisticio entre los dos país. Se fueron restableciendo las oficinas de rentas y se nombraron algunos empleados. Las quejas principales fueron la pérdida de archivos y la ocupación de fincas urbanas por parte de las fuerzas norteamericanas.88 La actitud contraria a la de Olaguíbel la representaba el nuevo gobernador del estado, en mayo de 1848, el Lic. Mariano Ariscorreta. El primero impulsaba a los habitantes a no aceptar los tratados de paz acordados por el gobierno de la Unión mexicana y el de los Estados Unidos; y Ariscorreta quería sosegar a los ciudadanos para que aceptaran los tratados, como lo mejor que le pudo pasar al país. Exponía: «en el estado en que actualmente se encuentra la República, la desaprobación de los tratados habría traído la indefectible consecuencia de la ocupación militar de todos los estados no invadidos».89 87 «Proclama del gobernador Francisco M. Olaguíbel a los ciudadanos del estado para llamarlos a defender la independencia nacional, 1 de diciembre de 1847», AHEM, C.091.7, 1847, V. 186, Exp. 41. 88 «Quejas de varios vecinos por las arbitrariedades por parte de las fuerzas norteamericanas, 23 de agosto de 1848, AHMT, Sección Especial, C. 13, Exp. 692, 1848, 8, 8. 89 «Mariano Ariscorreta, gobernador del Estado de México, informa a los habitantes que se han aprobado los tratados de paz con los norteamericanos, 31 de mayo de 1848», AHEM, C.091.7, 1848, V. 186, Exp. 43. 30 Agregaba que si esa explicación no satisfacía a los habitantes tenían que aceptar los tratados por creer en el sistema republicano, ya que el Congreso de la Unión había sido el responsable de firmarlos. Por lo cual los incitaba a aceptar ciegamente lo ya aprobado por las autoridades y a continuar en el camino de las leyes y las instituciones establecidas. Con su discurso el gobernador daba por terminada la época más tormentosa en el proceso de formación nacional. Con el afán de mantener una aparente tranquilidad, después de la guerra, se trataban de olvidar los esfuerzos de la autoridades estatales (Gobernador, Congreso y prefectos) y la colaboración económica y humana; pero más importante aun, se olvidaba de la pérdida del territorio y las familias de la frontera norte. d) Erección del estado de Guerrero La unidad geográfica que conformaban las regiones del Sur del Estado de México, su lejanía de la capital Toluca y la carencia de medios de comunicación, provocaron que el general Juan Álvarez, cacique del sur con ideas liberales, promoviera la erección del estado de Guerrero.90 Este proyecto tenía más de una década de estarse fraguando. Desde 1835 el general Nicolás Bravo realizó gestiones para que el Congreso general aprobara la creación del Departamento del Sur; y en octubre de 1841, los generales Álvarez y Nicolás Bravo hicieron un manifiesto en Chilpancingo para formar una entidad separada del Departamento de México, que se llamaría Departamento de Acapulco. Por problemas po- 90 Juan Álvarez nació en 1790 en Atoyac, estado de Guerrero y murió en 1867 en la hacienda La Providencia en Guerrero. Dio dinero y proporcionó hombres de sus ranchos a la causa de Independencia. Al consumarse ésta fue nombrado comandante general de Acapulco, se declaraba republicano, federalista y liberal. Se afilió a Bustamante y Guerrero para combatir a Iturbide. En 1838 ofrece sus servicios a la invasión francesa. En 1841 fue ascendido a general de división. En 1842 y 1843 logró la pacificación de varios pueblos rebeldes de Chilapa y Guerrero. En 1844 combatió el centralismo y el gobierno de Santa Anna. En 1854 proclamó el Plan de Ayutla y fue nombrado presidente de la República en octubre de 1855, renunció el 15 de septiembre de 1856. Diccionario Porrúa, historia, biografía y geografía de México, México, Editorial Porrúa, 1986, pp. 116-117. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos líticos había quedado suspendidos estos trabajos, que se volvieron a retomar en 1847.91 En la «Acta constitutiva y de reformas» de mayo de 1847, ya se daba por hecho la erección de ese estado compuesto de los distritos de Acapulco, Chilapa, Tasco y Tlapa y la municipalidad de Coyucan, pertenecientes los tres primeros al Estado de México, el cuarto al de Puebla y la municipalidad al de Michoacán.92 El Congreso del Estado de México se opuso a la erección por la pérdida en población y extensión territorial, por tener el puerto más importante del estado y por la rica economía de la región. En octubre de 1848, consintió en la creación de dicho estado debido a las continuas sublevaciones de los pueblos del Sur ante las autoridades estatales.93 Sin embargo, fue hasta el 15 de mayo de 1849, que se firmó el decreto presidencial que eregía el estado libre y soberano de Guerrero. En octubre de ese año, el presidente de la República José Joaquín de Herrera y el Congreso federal dieron las primeras disposiciones para organizar el nuevo gobierno.94 Quedó de gobernador interino Juan Álvarez, quien se convirtió en gobernador electo en 1850. El gobierno del Estado de México se enfrentó, entre 1847 y 1848, a la doble problemática: el momento más álgido de su defensa ante las tropas norteamericanas y a la decisiva desobediencia de los distritos del sur, encabezados por el general Álvarez. Desde abril de 1846, Álvarez se levantó en armas en los pueblos del Sur contra el gobierno de Paredes y Arrillaga, por su tendencia política monarquista, y en favor del retorno de Santa Anna. Al finalizar ese año, hubo constantes movimientos indígenas en la región del Sur por problemas 91 Illades, Carlos (compilador), Guerrero. Textos de su historia, México, 1989, Gobierno del Estado de Guerrero, Instituto de Investigación Dr. José María Luis Mora, vol. 1, pp. 273-286. 92 «Acta constitutiva y de reformas sancionada por el Congreso extraordinario constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, el 18 de mayo de 1847 , jurada y promulgada el 21 del mismo», en Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit., p. 285. 93 Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit. pp. 202-203. 94 «Decreto del Congreso General del 27 de octubre de 1849» en AHEM, C.004.51, 1849, V. 27, Exp. 28. 31 por tierras, que se atribuían a los manejos de Álvarez. Por lo cual, el gobierno general le enviaba constantes órdenes para que interviniera en la pacificación de los pueblos. Según Fernando Díaz y Díaz, el general Álvarez a su modo entendió el problema agrario y quiso darle una solución, matizada de oportunismo político.95 A finales de marzo de 1847, Álvarez obedeció órdenes del Secretario de Guerra (como parte del gabinete federal) y se dirigió a la capital del país, pero por falta de recursos no pudo pasar de Tixtla. Decidió entonces cubrir Acapulco que se temía fuera amenazada por los norteamericanos. En mayo, reinició su viaje a la ciudad de México y llegó a Tlalpan con una fuerza aproximada de 2,800 hombres y 150 caballos. Esta actitud orilló al Congreso de la Unión a que acordara que dentro del Acta de reformas a la Constitución de 1824 se incluyera la disposición que permitía la erección del nuevo estado de Guerrero. Disposición que reconocía la petición hecha por largo tiempo por el general Álvarez.96 En junio, el secretario de guerra Lino Alcorta nombró al general Álvarez jefe del Ejército del Sur. Sin embargo, no tuvo éxito en su puesto, por que se perdieron las batallas enfrentadas durante agosto y septiembre. El gobernador Olaguíbel le negó recursos del estado para financiar la guerra, en octubre de 1847, porque lo acusaba de haber permanecido inactivo en el combate del Molino del Rey (8 de septiembre) permaneciendo en la hacienda de los Morales con sus tropas; también lo acusaba de que los soldados a su mando tuvieran una «conducta escandalosa» robando los caudales públicos. La rivalidad entre Olaguíbel y Álvarez era muy evidente, por lo que la opinión pública hacía responsable a este último de la aprehensión del gobernador Olaguíbel, en enero de 1848. El general Álvarez confesó al Secretario de guerra su participación en la aprehensión y en la liberación del Lic. Olaguíbel. No le perdonaba su negativa de proporcionarle recursos, ni las acusaciones que 95 Díaz y Díaz, Fernando, Caudillos y Caciques, México, 1972, El Colegio de México, pp. 205-207. 96 Ibid., p. 209. Mª del Carmen Salinas Sandoval lo responsabilizaban de las derrotas en las batallas contra los norteamericanos.97 El enfrentamiento entre el gobernador Olaguíbel y el general Álvarez, de finales de 1847, se acrecentó porque ambos querían el control de los distritos de Acapulco, Chilapa y Taxco; sin embargo, éstos se mostraban en franca rebelión contra el gobierno del estado y se negaban a obedecerlo. El subprefecto de Chilapa tuvo que organizar una junta con el Comandante general de la línea del Sur, el párroco y autoridades municipales de los pueblos indígenas para que no siguieran participando en la rebelión encabezada por Domingo Santiago. Se hacía un llamado a los pueblos para que volvieran al orden, ya que en esos momentos deberían estar luchando por mantener la libertad del país: En todos tiempos de ha recomendado la unión entre los pueblos para que éstos vivan en medio de las prosperidades que proporciona la paz, con mucha más razón debe hacerse en circunstancias en que la patria lo exige, para contar con el auxilio de sus hijos que defiendan la independencia a la vez que se halla amenazada y en peligro de perderla.98 La guerra contra el país vecino no representó un motivo para frenar las manifestaciones de rebeldía de los pueblos del Sur. Éstas continuaron hasta que en octubre de 1848 se paralizaron momentáneamente; ya que la Legislatura del Estado de México expidió el decreto que autorizaba condicionalmente la segregación de los distritos de Acapulco, Chilapa y Taxco para integrar el nuevo estado federal. Los pueblos como las autoridades del Sur del Estado de México luchaban por alcanzar sus objetivos separatistas, con fines políticos y económicos particulares, que estaban lejos de los ideales de unidad política de las autoridades estatales y más aún de los ideales nacionalistas de 97 Ibid., pp.220-222. «Domingo Santiago acaudilla la revolución levantada de los tenangueños que trastornan el orden, 25 de septiembre de 1847», AHEM, C.09.1.1, 1847, V. 174, Exp. 16. 98 32 los poderes federales. La participación del Distrito de Acapulco en la guerra fue importante, pero la de Chilapa y Taxco fue limitada, si consideramos el poder militar y social del general Álvarez en la región y la capacidad de rebelión de los habitantes. Dentro de la actividad gubernamental del Estado de México, entre 1846 y 1848, ocuparon un importante lugar las disposiciones sobre el gobierno municipal, porque las autoridades estatales tenían que atraer el dinamismo social que aún conservaba la esfera municipal, para fortalecer el poder estatal. Así también de debe conocer la actividad local que se realizó para colaborar aportando recursos para la guerra. 3. ORGANIZACIÓN MUNICIPAL Y COOPERACIÓN EN LA GUERRA Durante los tres años de la guerra contra Estados Unidos surgen varias interrogantes relacionadas con el ámbito municipal: qué pasaba con el gobierno interior en el Estado de México, cómo se llevaba a cabo el cambio del sistema central al federal, cómo se transformó la vida municipal con la llegada de los invasores y cómo colaboraron las municipalidades con los recursos para la guerra. Para atenderlas dividiremos este apartados en dos secciones: el gobierno municipal y la participación municipal en la guerra. a) El gobierno municipal Con las «Bases Orgánicas de la República Mexicana», expedidas por el gobierno centralista en 1843, se cambiaron algunas disposiciones que había tenido el gobierno municipal con la anterior Constitución centralista de 1836. Entre ellas estaban: mayores restricciones de la participación de los individuos para votar y ser elegidos (aumentó la renta anual para ser ciudadano de $100 a $200 como producto de su capital físico o de su «trabajo honesto»). Legalmente el número de ayuntamientos y municipalidades creció, ya que se autorizó que hubiera un ayuntamiento por cada 4,000 habitantes (en lugar de uno por cada 8,000 El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos habitantes); sin embargo en la práctica siguieron existiendo los jueces de paz hasta 1845 (autoridades municipales que se establecieron en los lugares donde había desaparecido un ayuntamiento). Las autoridades en todos los niveles gubernativos del país debían estar respaldados por sus ingresos económicos, debían tener renta anual precisa los gobernadores y los vocales de las Asambleas, $2,000 y $1,200 respectivamente; en cuanto a los ayuntamientos no hay información específica, se dejó en manos de cada Asamblea Departamental.99 En un decreto de la Asamblea Departamental de México, en abril de 1845, se explicaba la nueva red de autoridades administrativas en las municipalidades del Departamento de México, en donde los jueces de paz eran sustituidos por auxiliares en las localidades chicas, el alcalde se separaba del ayuntamiento para permanecer en localidades intermedias y los ayuntamientos sólo se constituían de regidores y síndicos. Los ayuntamientos y alcaldes serían elegidos por los ciudadanos y los auxiliares nombrados por el ayuntamiento.100 La división político territorial se basó nuevamente en el número de habitantes: CUADRO 3 AUTORIDAD MUNICIPAL DE ACUERDO CON EL NÚMERO DE HABITANTES. 1845 AUTORIDAD MUNICIPAL NÚMERO DE HABITANTES auxiliares alcalde ayuntamiento (4 regidores y un síndico) ayuntamiento (6 regidores y un síndico) ayuntamiento (8 regidores y un síndico) menos de 1,000 1,000 a 3,999 4,000 a 6,000 6,000 a 10,000 más de 10,000 Fuente: Decreto 28, «Designando lugares en que debe haber ayuntamientos, sus facultades y obligaciones», 28 de abril de 1845, en Colección de decretos de los congresos constitucionales, op. cit., pp. 525-532. 99 «Bases Orgánicas de la República Mexicana»,12 de junio de 1843, en Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México, 1808-1957, México, Editorial Porrúa, 1957, pp. 405-436. 100 Decreto 28, «Designando lugares en que debe haber ayuntamientos, sus facultades y obligaciones», 28 de abril de 1845, en 33 Esta nueva distribución de autoridades trajo consigo una diferente división territorial, que estuvo vigente unos cuantos meses, porque empezó en enero y terminó en agosto de 1846. Sin embargo, al regresar la época federalista quedaron funcionando los auxiliares y el número de ayuntamientos se respetó.101 Se continuó con la tendencia a reglamentar cada una de las funciones y obligaciones de los ayuntamientos, por ello la Asamblea Departamental de México expidió nuevas Ordenanzas Municipales, en octubre de 1845. Estas ordenanzas reglamentaban: a) las funciones que debían cumplir alcaldes y regidores: policía, cárceles, caminos y puentes, seguridad pública, urbanización, trabajo en pueblos y haciendas, beneficencia, linderos de tierras comunales, diversiones públicas, obras públicas, fomento económico, mercados y abastos públicos, pulquerías, tabernas, salubridad, reemplazos del ejército y educación; b) el procedimiento para que los pueblos pudieran seguir litigando, con previa autorización de los prefectos; y c) los ingresos (propios y arbitrios) y egresos municipales.102 El ayuntamiento de Toluca, en cumplimiento de las Ordenanzas municipales organizó sus actividades administrativas, entre 1846 y 1848, en 21 juntas integradas por los regidores y el síndico: de hacienda; sanidad; seguridad pública; fiel contraste; cárcel; alumbrado; mercado; diversiones públicas; agricultura, industria y comercio; aseo, policía y caminos; educación pública; alameda; alojamientos; cementerios; visita de boticas; calificación de vago; fiscal de tesorería; carnes, arreglo de pilones y Colección de decretos de los congresos constitucionales, op. cit., pp. 525-532. 101 «Designando los lugares en que debe haber ayuntamiento, sus facultades y obligaciones, 28 de abril de 1845», AHMT, Sección Especial, C. 18, Exp. 901, 1845, 8, 8. 102 «Ordenanzas municipales», 7 de octubre de 1845 y «Reglamento para elección de ayuntamientos», 7 de octubre de 1845, Colección de decretos de los congresos constitucionales, op. cit., pp. 557595. Mª del Carmen Salinas Sandoval panaderías; protección de artes; vacunas y música.103 A mediados de 1848, cuando ya habían salido las tropas norteamericanas de la ciudad de Toluca, el ayuntamiento hizo un balance del estado que guardaban esos ramos municipales. Los más afectados fueron: la alameda, que quedó destruida; la seguridad pública porque no había armas para hacer las rondas nocturnas; la protección a las artes y la música se suspendieron por falta de fondos; también por falta de recursos económicos había calles y callejones sin alumbrado. Los ramos que seguían trabajando con cierta regularidad fueron: mercados, particularmente por los tianguis de los viernes, y el de fiel contraste porque se había hecho el reconocimiento de pesas y medidas del comercio.104 Se reglamentaron la mayoría de las actividades municipales, con el fin de provocar mayor eficacia administrativa en las municipalidades y sujetarlos a los requerimientos de los poderes legislativo y ejecutivo del departamento. Se precisó que las funciones municipales eran administrativas no políticas ni judiciales. Para ocuparse de estas últimas funciones había un juez conciliador propietario y uno suplente en los lugares donde había ayuntamiento o alcalde; quienes eran elegidos por los mismos electores que elegían a las autoridades municipales. La Asamblea Departamental se encargó de dividir su respectivo territorio departamental en distritos y éstos en partidos, donde el gobernador nombraba prefectos y subprefectos respectivamente. En las Bases de Organización Política se especificó que los partidos se dividirían en municipalidades; contribución significativa porque en la primera ley fundamental no se reconocían. En 1846, el Departamento estaba dividido en 13 distritos y éstos en 43 partidos. Se respeta103 «Se da a conocer las comisiones del Ilustre ayuntamiento de Toluca, años de 1846 y 1847», AHMT, Sección Especial, C. 6, Exp. 379, 1846, 8, 6 y AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 12, Exp. 2, 1847, 1, 3. 104 «Informes sobre la situación que presentan los distintos ramos municipales de Toluca, 29 de agosto de 1848», AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 13, Exp. 32, 1, 4. 34 ron los 11 distritos que había en la época federal y se aumentaron el de México, que incorporaba a la Ciudad de México, y el de Tlaxcala, que incorporaba al territorio de su nombre.105 En manos de 13 prefectos quedó la responsabilidad de ocuparse de la administración del extenso territorio, que integraba el Departamento de México. Los distritos eran muy diversos por su número de partidos, características geográficas y cantidad de población. Característica propia de todo el siglo XIX. Al retornar el federalismo permanecieron en la práctica: 11 distritos y 38 partidos; así como también se reconocieron las Ordenanzas municipales, los auxiliares como autoridades municipales menores y el número de ayuntamientos de los últimos meses de la época centralista, que trataban de coincidían con los existentes durante la primera República federal. El Congreso estatal ordenó que regresaran los ayuntamientos existentes en 1834, que habían sido 167. Sin embargo, en 1847 estaban trabajando 176 ayuntamientos aproximadamente, debido a la autorización del gran número de solicitudes que hicieron pueblos para tener su propio ayuntamiento de acuerdo a las disposiciones legales. Aumentaron municipalidades en los distritos de Toluca, Tulancingo, Cuernavaca y Oeste de México.106 A partir de la autorización de la Asamblea Departamental para establecer ayuntamientos con 4,000 habitantes (abril de 1845), se presentaron solicitudes de pueblos entre (octubre de 1845 y 105 Los distritos eran: de México (con los partidos de Ciudad de México, Coyoacán, Tlalnepantla y Tacubaya), Acapulco (con Acapulco y Tecpan), Chilapa (con Chilapa y Tixtla de Guerrero), Cuautitlán (con Cuautitlán y Zumpango), Cuernavaca (con Cuernavaca, Morelos y Jonacatepec), Mextitlán (con Mextitlán, Huejutla, Yahualica y Zacualtipan), Taxco (con Taxco, Ajuchitlan y Teloloapan), Temascaltepec (con Temascaltepec, Sultepec, Zacualpan y Tejupilco), Texcoco (con Texcoco, Chalco y Teotihuacan), Tlaxcala (con Tlaxcala, Huamantla y Tlasco), Toluca (con Toluca, Tenango del Valle, Tenancingo, Ixtlahuaca), Tula (con Tula, Actopan, Jilotepec, Zimapan, Ixmiquilpan y Huichapan), Tulancingo (con Tulancingo, Pachuca y Apan), en «Sobre la nueva división de este territorio», Colección de decretos de los congresos constitucionales, op. cit., pp. 396-397. 106 «Noticias que manifiestan los pueblos, ranchos, haciendas que componen los diferentes distritos y de los pueblos en donde hay ayuntamiento, 28 de mayo de 1847», AHEM, C.072.2-072.6, 184749, V. 133, Exp. 21. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos diciembre de 1846) para tener sus propias autoridades municipales. Para ser autorizados por el poder legislativo tenían que justificar la cantidad de habitantes y la existencia de fondos suficientes para mantener los empleados de la municipalidad. Algunas de esas solicitudes están en el cuadro siguiente. CUADRO 4 CUADRO DE PUEBLOS QUE SOLICITARON AYUNTAMIENTO (1845-1846) PUEBLO Acaxochitlán Cd. de Guerrero Huehuetla Zacatula Tizayuca Mineral de Temascaltepec Achiotepec Sultepec Ozoloapan Chilpancingo Zacualpan Apan Pachuca Zempoala Mineral del Monte Tejupilco Jojutla Ocoyoacac Tlacotepec Tianguistenco Calimaya Capuluac San Antonio la Isla Almoloya del Río Actopan PARTIDO ERA AYUNTASE MIENTO AUTORIZÓ EN 1834 Tulancingo Tixtla Tulancingo Tecpan Pachuca Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí No Sí Sí Temascaltepec Mextitlán Sultepec Temascaltepec Tixtla Zacualpan Apan Pachuca Pachuca Pachuca Tejupilco Tlaquiltenango Tenango del Valle Toluca Tenango Tenango Tenango Tenango Tenango Tlalpan Sí No Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí No Sí No Sí Sí Sí No No No Sí No Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí Sí No Sí Sí Sí Sí Sí Sí Fuente: «Sobre que se establezca ayuntamiento, de octubre de 1845 a diciembre de 1846», BCEM, vol. 149, 150, 153, 154, 155 y 157, Exps. 73, 83, 86, 87, 89, 232, 233, 234, 235, 238, 242, 244, 245, 263, 264, 267, 269, 270, 272, 273, 278, 283, 284 y 376. Este cuadro muestra que antes de que se terminara el gobierno centralista, varios pueblos tuvieron la oportunidad de tener nuevamente ayuntamiento, como en los últimos años de la primera República federalista. Particularmente la 35 Asamblea Departamental y los prefectos dieron su aprobación donde había una cabecera de partido sin ayuntamiento. Entre estos pueblos que hicieron solicitud de ayuntamiento su principal preocupación era recuperar su lugar como municipalidad, que habían perdido durante los nueve años anteriores. Las autoridades estatales no quisieron perder los avances conseguidos por los centralistas en la administración municipal, pero sí reprochaban los obstáculos legales para poder participar políticamente, como eran los censos necesarios para ser ciudadano y autoridad municipal. Regresaban algunas disposiciones de la primera ley sobre ayuntamientos eregida en febrero de 1825 y se complementó momentáneamente con el decreto «sobre establecimiento de los cuerpos municipales», de octubre de 1846, que expidió el gobernador Francisco M. Olaguíbel. Este decreto establecía que la cantidad mínima de población debía ser de 4,000 habitantes y el número de integrantes de cada corporación se estratificaba de la siguiente forma: en las cabeceras de partido, cuya población no llegara a 4,000 habitantes el ayuntamiento se compondría de un alcalde, tres regidores y un síndico, al igual que las que tuvieran de cuatro a seis mil habitantes; en las de seis mil a diez mil habría dos alcaldes, seis regidores y un síndico; y en las de más de diez mil habitantes habría dos alcaldes, ocho regidores y un síndico.107 Los alcaldes, síndicos y regidores tenían que reunir los siguientes requisitos: ser ciudadano, tener capital o ramo de industria que bastara para mantenerlos, los alcaldes debían saber leer y escribir, no ser jornaleros, ni militares, ni del clero, ni empleados públicos. La elección del ayuntamiento se hacía de forma indirecta, es decir se hacían dos juntas electorales, en la primera se elegía un elector por cada 500 habitantes y en la segunda los electores elegían al ayuntamiento, la reunión de electores estaba presidida por el alcalde de la municipalidad y el número de electores lo designaba el prefecto. Las nuevas moda107 «Sobre establecimiento de ayuntamientos, 30 de octubre de 1846», BCEM, 1846, T. 149, Exp. 79. Mª del Carmen Salinas Sandoval 36 CUADRO 5 INTEGRANTES DE LOS AYUNTAMIENTOS A PARTIR DE ENERO DE 1847 HABITANTES INTEGRANTES DEL AYUNTAMIENTO menos de 5,000 7 entre 5,000 y 10,000 11 más de 10,000 15 la capital del estado 25 Fuente: «Organización de los ayuntamientos, 7 de enero de 1847», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 66-77. «Se establece un reglamento que habrán de seguir los municipios, para la organización administrativa interna de cada uno de ellos, 7 de enero de 1847», AHEM, C.070.0, V. 126, Exp. 5. lidades electorales eran que los alcaldes durarían dos años y los regidores y síndicos cuatro, según el decreto de octubre de 1846. Estas disposiciones sobre los años de duración de los integrantes del ayuntamiento, junto con la cantidad de integrantes de esos cuerpos, provocaron inconformidad entre los diputados estatales y las derogaron, en enero de 1847, para regresar a lo establecido en la ley de ayuntamientos de 1825 que dictaba que las elecciones eran anuales y aumentaba la cantidad de integrantes108(ver cuadro 5). Entre 1846 y 1848 los ayuntamientos se encargaban de una gran variedad de asuntos, tanto de trascendencia política y económica como de la vida cotidiana. Por ejemplo, dentro de las actividades del ayuntamiento de Toluca se destacaban: la realización de diversos bandos de policía (prohibir la protección de cualquier invasor del país, para reducir en una cuarta parte los sueldos de empleados); las concesiones a algunos comerciantes para que no dieran pilones, licencias para abrir escuelas, permiso a la Compañía de teatro para dar tres funciones y a un particular para organizar una corrida de toros; el análisis de las solicitudes de personas que no querían tomar las armas y de auxiliares que no podían reunir 108 «Organización de los ayuntamientos, 7 de enero de 1847», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 66-77. «Se establece un reglamento que habrán de seguir los municipios, para la organización administrativa interna de cada uno de ellos, 7 de enero de 1847», AHEM, C.070.0, V. 126, Exp. 5. cinco personas por pueblo para contribuir al contingente de sangre; la disposición de medidas para atacar una epidemia de sarampión en Tlacotepec; el enfrentamiento a problemas en el cobro de contribuciones, la revisión de las recetas de las boticas; la preparación de informes sobre población, hacienda, cárcel y producción, que pidió el jefe político Isidoro Olvera; ordenó que se marcaran y enumeraran las calles y que se construyeran algunos puentes y concedió permiso para desviar el agua de un río.109 Por iniciativa del gobernador o del Congreso estatal hubo varios decretos (1847-1848) que concedían el título de villa a algún pueblo que lo ameritara por sus actos políticos. Era considerado como un premio. Se les concedió a: Tenango del Valle, Actopan, Metepec, Tlalpan. Además a las dos primeras y al pueblo de Texcoco se les autorizó una feria anual.110 La Comisión de Gobierno del Congreso explicaba los motivos por los cuales se podía conceder a un pueblo el título de villa: 109 «Asuntos despachados por el ayuntamiento de Toluca, años 1846, 1847 y 1848», AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 12, Exps. 1, 11, 1846, 1847, 1, 3. AHMT, (Presidencia), R. 1, C.13, Exps. 2 y 41, 1849, 1, 4. AHMT, (pueblos), R. 43, S. 17, C. 1, Exp. 6, 1846-1848. AHMT, (Pueblos), R. 43, S. 15, C. 1, Exp. 6, 1847-1848. 110 «Sobre conceder el título de villa, febrero de 1847 a octubre de 1848», BCEM, vols. 158 y 159, Exps. 10 y 65. Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 82, 83, 91 y 189, decretos 23, 24, 38 y 97. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos Antiguamente se confería a las poblaciones que merecían por su aumento de vecindario alguna distinción que pudieran tener sus autoridades locales...ahora ha quedado este título únicamente como de honor y distinción de Actopan porque en la época de nuestra emancipación prestó sus servicios distinguidos, porque ha sido constante el buen juicio de su población en nuestras continuas revueltas, porque ha sido siempre defensor su vecindario del sistema federativo, porque en esta última asonada de febrero se conservó fiel al Supremo gobierno.111 Entre las actividades locales ocupaban un espacio importante en las municipalidades las quejas contra algunas autoridades municipales o distritales, las cuales iban dirigidas al gobernador del estado. Algunas de estas quejas fueron: los vecinos de San Juan Tilapa se quejan del juez conciliador por irresponsable y deshonesto, por lo que piden su destitución para mantener la tranquilidad pública del pueblo. El juez de paz de Iguala se quejó contra el cura de ese lugar por no querer dar sepultura cristiana a los indígenas que no tenían para pagar el servicio. El subprefecto de Chalco manifestaba su descontento contra el general José Toledano, quien puso en libertad a un vago que iba a ser mandado a integrar el contingente de sangre. El administrador de la hacienda de la Rosa desconocía la orden del ayuntamiento de Lerma, porque quería que el uso de las aguas del río que cruzaba la hacienda fuera de servicio público. El juez de letras de Jilotepec expresaba su inconformidad contra el prefecto de Tula por la mala administración del distrito y por el abuso de su cargo. Vecinos se Jojutla se quejaban del alcalde por cometer arbitrariedades como imponer un impuesto a todo el que tuviera perro. Y el alcalde primero de Teotihuacan consideraba injusta la actitud del prefecto de Texcoco por haberle quitado el cargo.112 111 «Sobre conceder al pueblo de Actopan el título de villa y una feria anual, 16 de abril de 1847», BCEM, 1847, T. 159, Exp. 65. 112 «Quejas a autoridades locales, mayo de 1846 a diciembre de 1848», AHMT, (Pueblos), R. 43, S. 15, C. 1, Exp. 6, 1847-1848. BCEM, 37 Estas relaciones de conflicto eran propias de la administración de justicia y de la manera de gobernar de ayuntamientos y prefectos; pero no estaban relacionadas con los problemas de la guerra. Un punto sobresaliente de las funciones del ayuntamiento que marcaba el decreto de 1825 fue el manejo de los fondos municipales. Éstos estaban integrados por las contribuciones con que se gravaba a algunas propiedades y actividades comerciales de las municipalidades. Se les llamó propios y arbitrios de los ayuntamientos. Los arbitrios estaban constituidos por el reconocimiento y venta de pesas y medidas, las pensiones sobre plazas y puestos de venta públicos, permisos para diversiones y juegos públicos, multas a los infractores de los reglamentos de policía y todas las contribuciones locales que aprobara el congreso estatal; los propios estaban formados por los bienes raíces que poseían las municipalidades, los edificios que se construyeron con fondos públicos y las tierras que en común habían poseído los pueblos con derechos y acciones que les pertenecían. Durante la primer República federal, los ayuntamientos tenían la posibilidad de especificar el tipo de contribución que requerían para el desarrollo de la municipalidad, aunque tenían que pedir la aprobación del Congreso estatal, a través del prefecto y del gobernador. Esta posibilidad se fue perdiendo cuando regresó el federalismo, porque se retomaron las disposiciones de los centralistas que planteaban un control más estricto de la hacienda municipal. Los ayuntamientos tenían la obligación de presentar a los subprefectos sus presupuestos anuales y mensuales para que los autorizara el gobernador. Además todos los arbitrios de último momento deberían estar autorizados por el Congreso estatal.113 Los principales impuestos municipales autorizados por los diputados, entre 1847-1849, 1846, T. 153, Exp. 231. AHEM, G.G.J. (Justicia). AHEM, 075.1, 1847, Vol. 149, Exps. 18 y 19. AHEM, 072.6, 1847, Vol. 134, Exp. 9. AHEM. C.078.4, 1849, Vol. 157, Exp. 8. 113 «Reformando los artículos 14, 49, 63 y 67 de las Ordenanzas Municipales, 13 de febrero de 1849», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 220-221. Mª del Carmen Salinas Sandoval fueron: al ayuntamiento de Toluca se facultaba para imponer una pensión municipal a diversos productos que entraran a sus terrenos municipales (aguardiente, cereales, azúcar, sal, pulque, miel, mantal, hilaza). Se estableció una contribución municipal anual de cuatro días de ingresos a toda persona que trabajara, para utilizarla en la manutención de escuelas de primeras letras y en el sustento del alumno que tenían la obligación de mandar al Instituto Literario. A la municipalidad e Tulancingo se le concedieron arbitrios por $800 mensuales que se exigirían a comerciantes de licores y pulque. Se concedió el impuesto de tres granos por arroba, al pulque que se introducía al pueblo de Huascazaloya. Se Autorizó al ayuntamiento de Tlayacapa para vender sus casas reales e invertir ese dinero en la compra del local para una escuela.114 Estas contribuciones municipales se autorizaban con el fin de mejorar los escasos ingresos que se quedaban en las municipalidades. Estos asuntos se discutían en el Congreso a petición de los ayuntamientos, como una medida para tratar de reducir su déficit mensual. Por ejemplo el ayuntamiento de Toluca preparó el plan de arbitrios para aumentar sus ingresos y poder solventar su déficit de mil pesos y atender el ramo de policía; ya que este ramo requería de recursos suficientes para enfrentar las gavillas de «malhechores» que rodeaban a Toluca. La pobreza de la municipalidad era tal que tenía que pedir prestado a particulares para pagar el aceite con que se alumbraba la ciudad o el papel para el nombramiento de empleados.115 Los problemas de la hacienda municipal se agravaron cuando las autoridades estatales les 114 «Autorizando al ayuntamiento de Toluca para que pueda imponer una contribución municipal, 6 de mayo de 1847", «Estableciendo una contribución directa, con la denominación de municipal, 13 de febrero de 1849», «Concediendo licencia al ayuntamiento de Tlayacapa para vender las casas viejas llamadas reales, 12 de octubre de 1848» y «Concediendo al pueblo de Huascazaloya cobrar impuesto por el pulque que se introduce en el pueblo, 14 de octubre de 1848», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 100, 101, 217-221, 189. 115 «El prefecto de Toluca envía al gobernador el plan que propone el ayuntamiento de Toluca para auxiliar sus fondos, 6 de abril de 1847», AHEM, 073.85, 1847, V. 142, Exp. 19. AHMT, R. 1, C. 12, Exp. 26, 1847, 1, 3. 38 pidieron ayuda económica, particularmente durante la época de guerra. El gobernador del estado se dirigió al presidente municipal de Toluca para decirle que teniendo el gobierno estatal que cubrir atenciones urgentes le pedía que depositara en la tesorería general $344, que eran los fondos totales que tenía la municipalidad, en calidad de pronto pago. Orden que fue acatada.116 En materia hacendaria, un problema importante fue la manera de solventar los gastos de las cárceles. El gobernador pidió a los presidentes municipales que cooperaran para el sustento de los presos de las cárceles de los partidos. Sin embargo, las municipalidades no podían colaborar como se les exigía; tan sólo los ayuntamientos del partido de Toluca debían $3,985.4, en noviembre de 1848, por este concepto. Ante ello, se pidió a los hacendados y pequeños propietarios que cooperaran con semillas para el sustento de los reos. La mayoría de ellos donó maíz.117 Los ayuntamientos estaban agobiados por la falta de liquidez para atender los diferentes ramos administrativos y para cooperar con los requerimientos del gobierno estatal, por lo cual buscaban la autorización de nuevos impuestos, que provocaron reacciones de descontento en la población. El ayuntamiento de Tenango del Valle proponía que se repartieran las tierras de común repartimiento (antecedente de la ley de desamortización de 1856), para que pudiera cobrar un censo perpetuo sobre cada lote de tierra. No se autorizó por los problemas de inconformidad que despertaría en los pueblos. Hubo constantes peticiones de vecinos para que se les condonaran diversas contribuciones argumentando que había un exceso de impuestos y que las condiciones de intranquilidad pública no les permitían poder pagarlas.118 116 «Préstamo de $344 que los fondos municipales hacen al Supremo gobierno del estado, 10 de diciembre de 1847», AHMT, R. 1, C. 13, Exp. 10, 1848, 1, 4. 117 «Relativo al adeudo por alimentos de presos de las municipalidades, 13 de noviembre de 1848» y «Por la escasez de los fondos para la manutención de los reos, 27 de enero de 1849», AHMT, R. 1, C. 13, Exps. 21 y 51, 1848, 1, 4. 118 «El prefecto de Tenango del Valle pide reformas a las Ordenanzas municipales, 22 de noviembre de 1848», AHEM, C.071.7, 1848, V. 131, Exp. 35. «peticiones de condonación de contribuciones, El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos Al finalizar 1848, el gobernador Mariano Arizcorreta reconocía «el desorden en que se halla la administración de los fondos de propios y arbitrios de las municipalidades». Consideraba que con un reglamento que señalara paso a paso la organización de los egresos e ingresos se compondría esa situación. Eran los primeros pasos del gobierno estatal por tratar de homogeneizar la hacienda municipal, que aún estaba muy lejos de lograrse.119 Con los anteriores aspectos municipales se puede apreciar que el paso del gobierno central al federal no fue determinante ni marcado. Se siguió la misma tendencia en cuanto al número de ayuntamientos, a las funciones de los ayuntamientos, a su dependencia de las autoridades estatales, a sus problemas financieros. También se observaba un dinamismo en la sociedad y en las autoridades, que se expresaba cuando: manifestaban sus inconformidades para mejorar el gobierno municipal, cuando los habitantes respondían a las peticiones de apoyo de sus autoridades y cuando los ayuntamientos mostraban su iniciativa para atender los ramos administrativos de acuerdo a las necesidades del momento. Estas características se manifestaron en la participación de habitantes y autoridades municipales y distritales en la guerra con las tropas norteamericanas. b) Participación municipal en la guerra Los prefectos cumplieron activamente durante la guerra con Estados Unidos; cumplían las ordenes del gobernador Francisco M. Olaguíbel respecto de incentivar a los habitantes a participar en la lucha. El prefecto de Toluca, Isidoro Olvera, se dirigió a los conciudadanos por medio de un manifiesto para invitarlos a inscribirse en las Guardias Nacionales. Exaltaba el sentimiento patrio haciendo notar que la unión del pueblo con el ejército era una realidad cercana, que marzo- diciembre de 1848», AHMT, R. 1, C. 13, Exps. 5, 8, 9 y 12, 1848, 1, 4. 119 «Mariano Arizcorreta, gobernador del Estado de México, informa las disposiciones que se han tomado con motivo del desorden en la hacienda municipal, 11 de diciembre de 1848», AHEM, C.200.7, 1848, V. 1, Exp. 25. 39 permitiría la «libertad en el interior» del estado y «respetabilidad en el exterior».120 El prefecto del distrito del Este de México, Joaquín Zarco, se dirigió a los habitantes de su jurisdicción y en especial a los subprefectos, después que los norteamericanos se apoderaron de Veracruz, para despertar el espíritu patrio de los pueblos y tomaran una parte eficaz en la defensa del país. Al igual que el gobernador, el prefecto pedía unión, en lugar de pugnas internas que debían desvanecerse frente al enemigo común: Prescindir de querellas domésticas, que nos debilitan y aniquilan para caer inermes en las garras del invasor; y daos un abrazo fraternal, combatiendo con valor al frente de nuestro común enemigo...Nuestro sufrido ejército y la Guardia Nacional, los ancianos y los niños, el labrador y el sacerdote, todos, todos, guiados por el general Santa Anna irán a buscar la muerte, prefiriéndola mil veces a la esclavitud, A las armas ¡habitantes del distrito a las armas!.121 Ese prefecto también se dirigió a los ayuntamientos para que los habitantes a su cargo diera recursos de hombres, armas y dinero. Les proponía nombrar una comisión que invitara a los hacendados para obtener parte de esos recursos con semillas y caballos. En cada municipalidad organizó una «junta patriótica», la cual organizaba entre los vecinos donativos voluntarios, para mandarlos a la tesorería general del ejército que operaba en las fronteras del estado de Veracruz. Se redactó un reglamento para el funcionamiento de esas juntas que serían organizadas por la sociedad civil, sin participación de las autoridades.122 120 «El prefecto de Toluca dirige un mensaje a los habitantes para que presten sus servicios a la patria, 22 d septiembre de 1846», AHEM, C.072.4, 1846, V. 133, Exp. 48. 121 Joaquín Zarco, prefecto del este de México, hace un llamado a defender la independencia de la nación, 1 de abril de 1847", AHEM, C.091.7, 1847, V. 186, Exp. 17. 122 «Reglamento que la comisión nombrada por la junta popular del distrito de Chalco ha formado para las juntas patrióticas de guerra establecidas en las municipalidades y territorios del mismo partido, 17 de abril de 1847», AHEM, C.091.7, 1847, V. 186, Exp. 17. Mª del Carmen Salinas Sandoval Cuando el ejército invasor avanzaba hacia la ciudad de México, la actitud de los prefectos fue más agresiva para sacudir la apatía de algunos habitantes ante la aproximación de las tropas del país vecino. El prefecto de Toluca hacía un nuevo llamado a los habitantes para que se unieran en torno de los trabajos del gobierno estatal: Habitantes todos del distrito de Toluca ; yo sería injusto si no os contemplase animados de iguales sentimientos a los míos. Sea la unión y el olvido de nuestras querellas domésticas nuestra primera línea de defensa contra los yanquis; odio eterno a su raza, el único sentimiento que abriguen nuestros corazones; y guerra a muerte la sola expresión que profieran nuestros labios. Sí compatriotas, unámonos al derredor del supremo gobierno del estado; aprontemosle todos nuestros recursos, presentémonos sin excepción alguna a tomar las armas.123 La respuesta de los habitantes ante las constantes iniciativas de las autoridades de los distritos fue importante. De mayo de 1846 a septiembre de 1847, hubo donativos voluntarios de autoridades y vecinos de varias municipalidades. Aún estaba vigente el gobierno centralista cuando el gobernador del Departamento de México, en diciembre de 1845, dispuso a los prefectos de los distritos que organizaran juntas de vecinos para pedirles donativos voluntarios para sostener «los gastos de la guerra de Texas». Se establecía que era la lucha contra el país vecino, porque se tenía como principal referencia la anexión de Texas a Estados Unidos. Ante esa iniciativa, los autoridades y habitantes de los distritos actuaron de diversas maneras, entre mayo y julio de 1846. Algunos con mucho entusiasmo y otros con gran indiferencia. Presentamos los casos de Mextitlán, Texcoco, Tula y Cuernavaca. El prefecto de Mextitlán (Huejutla), 123 «Discurso de Manuel Torrija, prefecto del distrito de Toluca, en el cual incita a los habitantes a tomar las armas para defender la independencia de México, 23 de abril de 1847», AHMT, Sección Especial (Gobierno), C. 17, Exp. 894, 1847, 8, 8. 40 Cristobal Andrade, promovió de mayo a julio de 1846, juntas en las municipalidades y juzgados de paz de los partidos de Huejutla, Mextitlán y Zacualtipan. En ellas se acordó una «comisión patriótica» nombrada por el subprefecto y los jueces de paz, para que se encargara de colectar las cuotas mensuales que autoridades y vecinos se habían comprometido a aportar mientras durara la guerra. El prefecto encabezaba la lista del partido de Huejutla: cooperaría con el sustento de un soldado de infantería mientras durara la guerra, el subprefecto con dos pesos cada mes y el cura cinco pesos mensuales. La información más completa fue la del partido de Mextitlán, cuya suma ascendió a $577 como cooperación de 130 personas, además el cura donó en su nombre y el de sus vicarios $50.124 El prefecto de Texcoco también promovió, en mayo de 1846, los donativos voluntarios en los partidos de Chalco, Texcoco y Teotihuacan. Este último reunió $34, Chalco $265 y de Texcoco no hubo noticia. En todos los pueblos del distrito de Cuautitlán hubo respuesta favorable logrando reunir $689.125 La mitad de esa cantidad aportó el distrito de Cuernavaca ($350), aunque el prefecto, Ángel Pérez Palacio, hizo una constante labor de convencimiento entre los habitantes, pero su situación económica era muy limitada. El responsable de la junta de recaudadora de Meacatlán decía: «adjunto la lista de inscripción que prometí excitando el patriotismo de los vecinos mejor acomodados de esta población, para que mensualmente contribuyan, según la posibilidad de cada uno, para auxiliar los gastos de la guerra de Texas. Tengo el disgusto de que el donativo no haya correspondido a sus deseos».126 124 «Lista de las municipalidades que contribuyen con donativos para sostener la guerra, 25 de mayo de 1846», AHEM, C.091.0-223.8, 1846, V. 169, Exp. 12. 125 «El Secretario de gobierno del Departamento de México pide al prefecto de Texcoco le informe el estado de los donativos voluntarios, 15 de mayo de 1846», AHEM, C.094.9, 1846, V. 190, Exp. 30. «El prefecto de Cuautitlán informa lo relativo al donativo voluntario con que han contribuido los ciudadanos para auxilio de la guerra de Texas, 3 de julio de 1846», AHEM, C.223.8, 1846, V. 28, Exp. 18. 126 «Lista de los ciudadanos que se han comprometido a contribuir mensualmente para auxiliar los gastos de la guerra de Texas, 3 de junio de 1846», AHEM, C.223.8, 1846, V. 28, Exp. 19. El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos En contraste, el prefecto de Tula se disculpaba con el Secretario del gobierno del Departamento por no haber cumplido con la organización de los donativos para la guerra, porque tenía poco tiempo en su puesto. Únicamente los vecinos del Mineral de Jacala habían cooperado por propia iniciativa con $135.127 De los distritos que se comprometieron a seguir cooperando con los donativos mensualmente podemos mencionar a Huejutla; cuyos habitantes continuaron dando su cuota donde todos los meses de 1847. Su cantidad de enero a agosto permaneció alrededor de $600, pero de septiembre a diciembre fue disminuyendo considerablemente hasta quedar en $28, como respuesta a las constantes derrotas de las fuerzas mexicanas. Para las autoridades y vecinos de este distrito no fue importante el cambio de gobierno al federalismo, porque siguieron cumpliendo con su compromiso de ayuda a la guerra adquirido durante el centralismo.128 Cuando llegó Olaguíbel al Ejecutivo del estado también pidió apoyo económico de los pueblos y terratenientes de los partidos y distritos, combinando los donativos voluntarios con los préstamos forzosos. Probablemente se tuvo que hacer mayor uso de los segundos, porque los subprefectos comunicaban al Secretario del gobierno su confianza en el gobernador y su buena disposición para cooperar, pero no mandaban sus aportaciones, como en el caso del partido de Actopan.129 Las municipalidades del distrito de Temascaltepec sólo cooperaron por medio de préstamos forzosos que solicitó el gobierno estatal en noviembre de 1846. Reunieron $1,084 que mandaron a la Administración de rentas del dis- 127 «El prefecto de Tula informa al Secretario del gobierno del departamento sobre su incumplimiento en los donativos a la guerra de Texas, 26 de mayo de 1846», AHEM, C.095.7-094.3, 1846, V. 191, Exp. 14. 128 «Cuaderno para el asiento de las partidas de donativos voluntarios para la guerra de Texas hecho en la Administración de rentas de Huejutla, año de 1847», AHEM, (Hacienda), Vol. 26, Exp. 36. 129 «los vecinos de Actopan se dirigen al gobierno del Estado de México para manifestarle su sentimiento patriótico, 7 de noviembre de 1846», AHEM, C.090.3, 1846, V. 166, Exp. 10. 41 trito. En la ciudad de Toluca la recolección se hizo por las dos vías, entre febrero y abril de 1847: se reunieron $2,715 por préstamos forzosos y $2,202 por donativos voluntarios.130 Además de los problemas para recolectar la ayuda económica, existían problemas en las oficinas de rentas de los distritos porque llegaban oficiales armados con ordenes del presidente Santa Anna para recoger todos los fondos existentes. Los empleados de las oficinas no los entregaban porque tenían órdenes del gobernador de no hacerlo, ya que eran recursos del estado para la defensa del estado.131 Cuando las tropas norteamericanas ocuparon la ciudad de México, el subprefecto de Sultepec manifestaba que los pueblos de su jurisdicción estaban dispuestos a defender con las armas a las fuerzas extranjeras si llegaban a su territorio; quienes eran los principales promotores de la defensa eran los curas: Muchos sacerdotes han comenzado ya a dirigir a los pueblos exhortaciones desde el púlpito; les han hecho comprender todo el peligro que en estos momentos corre ya la religión, y estas exhortaciones han producido el mayor entusiasmo en toda clase de personas. Todos se preparan a la defensa, y de estos pueblos podrá tener el gobierno del estado muchos recursos si sabe dar a estos sentimientos patrióticos la conveniente dirección.132 Tanto autoridades municipales como los habitantes tenían el firme propósito de acudir al llamado del gobernador o por propia iniciativa reali130 «Juan de Molina hace saber que el distrito de Temascaltepec mandó $1,084 para la guerra de Texas, 28 de junio de 1847», AHEM, C.004.29, 1847, V. 26, Exp. 26. «Listas de personas que han dado donativos voluntarios y préstamos forzosos en Toluca, febrero de 1847», AHEM, C.223.8, V. 28, Exps. 22 y 23. 131 «Francisco M. Olaguíbel ordena a los administradores de rentas de Texcoco y partidos de Morelos y Acapulco para que entreguen las cantidades que pide Teodoro Rivera, 20 de junio de 1847», AHEM, C.207.28, 1847, V. 13, Exp. 7. 132 Manuel Alas, prefecto de Sultepec, informa que los habitantes están en la mejor disposición para dar ayuda a la capital de la República, 24 de septiembre de 1847", AHEM, C.091.7-090.3, 1847, V. 186, Exp. 38. Mª del Carmen Salinas Sandoval zar actos de preparación para la guerra. Sin embargo, había carencias económicas que impedían el cumplimiento de sus deseos. Un número considerable de habitantes del Mineral del Monte había organizado su Guardia Nacional pero la falta de armamento les impedía actuar; por lo que pidieron a sus vecinos donativos voluntarios, en noviembre de 1846, cuya suma ascendió a $144. Los habitantes estaban encabezados por los jueces de paz del lugar. Al mismo obstáculo se enfrentaban los ciudadanos que se propusieron organizar guerrillas, como Remigio Mateos en Toluca, quien manifestaba que como las armas mexicanas habían pasado a manos de los norteamericanos, su guerrilla sólo necesitaba de hombres decididos a hostilizar al enemigo. Tenía que confiar más en la habilidad y patriotismo de los integrantes porque no tenían recursos para tener armas.133 A pesar de las malas condiciones de las improvisadas tropas del Estado de México tuvieron un triunfo en el distrito de Huejutla, en julio de 1847, después de un enfrentamiento con 150 hombres de caballería del ejército extranjero, en el río llamado el Calabozo.134 Las principales alteraciones de las municipalidades se dieron cuando las tropas invasoras ocuparon parte o totalmente su territorio. El ayuntamiento de Toluca, en enero de 1848, se sentía responsable de la suerte de la población, ya que al no tener las condiciones para enfrentar a las tropas extranjeras confiaban ingenuamente en la buena conducta de estas tropas, que mostrarían con sus propiedades y personas. Manifestaba el alcalde primero, José María Díaz Noriega: ¡Toluqueños! Si la ciudad no se hallara sin armas ni defensa, vuestros Capitulares, en cuyos pechos arde la pura antorcha del patriotismo y de la libertad, os 133 «Vecinos del Mineral del Monte solicitan armas para la guardia de dicho mineral, 26 de noviembre de 1846», AHEM, C.091.7095.2, 1846, V. 186, Exp. 6. «Se faculta a Remigio Mateos para organizar una guerrilla en el distrito de Toluca, 23 de abril de 1847», AHEM, (Policía rural) G.Gu. Pr., V. 1, Exp. 5, 1847. 134 «Cristobal Andrade, prefecto de Huejutla, informa que el ejército mexicano derrotó al ejército invasor, 14 de julio de 1847», AHEM, C.091.7, 1847, V.186, Exp. 23. 42 excitarían como buenos mexicanos al sostenimiento de la nacionalidad ofendida. Mas ya que sucesos que no nos ha sido dable evitar nos fuerzan a representar un papel pasivo en este drama lamentable, consolaos con la idea de que las tropas que van a ocupar la ciudad, son las tropas de una nación civilizada, y que el honor y respeto que se deben a sí mismas, les impedirá entregarse a vergonzosos excesos, ajenos de la ilustración del siglo y del buen nombre de la República a que pertenecen.135 De manera pacífica también los habitantes del distrito del Oeste de México vieron entrar en su territorio a las tropas norteamericanas: en Huehuetoca entraron 300 hombres y 100 hombres de caballería en Zumpango. En cambio en el partido de Taxco, el prefecto organizó un recibimiento agresivo con las fuerzas de Iguala, de Tlacotlalpan y de Zacualpan, estas últimas las enviaba el general Juan Álvarez. Sin embargo, al quedarse el enemigo en Cuernavaca se regresaron esas fuerzas a sus lugares de origen.136 La ocupación de Cuernavaca, de febrero a julio de 1848, provocó constantes quejas de propietarios de fincas, que veían deterioradas sus propiedades, porque las ocuparon las fuerzas enemigas. En los distritos de Texcoco y Tulancingo hubo varias quejas de robos denunciadas por los vecinos afectados, que acusaban a gavillas integradas por norteamericanos y mexicanos. La delincuencia interna del país se combinó con la invasión extranjera, para incrementar la inseguridad pública. Esta unión se dio cuando las tropas invasoras abrían las cárceles para dejar salir a los presos.137 135 «El ayuntamiento de Toluca, con motivo de la próxima ocupación de la ciudad por las tropas norteamericanas les pide a los ciudadanos que tengan confianza en el cuerpo municipal, 7 de enero de 1848», AHEM, C.090.1-074, 1848, V. 165, Exp. 6. 136 «El subprefecto de Zumpango le comunica al Secretario de relaciones que han llegado a Huehuetoca cerca de 400 hombres de las fuerzas extranjeras, 24 de febrero de 1848", AHEM, C.074.4, 1848, V. 146, Exp. 18. «El prefecto de Taxco informa las medidas que tomó para defender la cabecera de su municipalidad, 17 de febrero de 1848», AHEM, C.074.2, 1848, V. 145, Exp. 11. 137 «Luis Colín, prefecto de Tulancingo informa que las fuerzas norteamericanas desocuparon la ciudad e Pachuca, 14 de junio de 1848». AHEM, C.091.7, 1848, V. 186, Exp. 46. «El prefecto de Texcoco El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos La participación de habitantes y autoridades en las municipalidades fue constante aunque desigual en la lucha contra las tropas norteamericanas. Dependió en gran medida de la actitud de los prefectos y subprefectos, quienes tomaron el papel de líderes en la organización militar y en la recolección de recursos económicos. En la mayoría de los casos actuaron acatando órdenes del gobernador, pero también se presentaron casos de apoyo voluntario. La actuación de las municipalidades, espontánea u obligada, se hizo evidente desde mayo de 1846 hasta mediados de 1848. Las aportaciones económicas y la colaboración de hombres no fueron suficientes para los requerimientos de la guerra, pero demostraban que a pesar de la apatía de algunos vecinos, de la carencia de líderes naturales y de falta de espíritu nacional, los habitantes y ayuntamientos cooperaron. Éstos se vieron afectados en sus ingresos, en sus propiedades y en las prestación de servicios públicos. Las municipalidades sintieron la tensión entre el gobierno estatal y el federal, por el control de los recursos. En los lugares donde sucedió actuaron en apoyo del estatal, lo que implicaba que tenían mayor sentido de unidad e identificación con lo que era el Estado de México; aunque la actuación hostil de los distritos del Sur del estado confirman que no estaba totalmente estructurada la entidad federativa. La guerra contra Estados Unidos significaba en el ámbito municipal atentar contra su religión, alterar la seguridad pública, atropellar sus derechos territoriales y transformar su realidad inmediata. No había cuestionamientos sobre los orígenes de la lucha y lo que significó la pérdida de la mitad del territorio nacional. Sólo se hablaba de la exaltación del «patriotismo» cuando las autoridades municipales y distritales querían motivar a la sociedad civil para luchar por mantener su cotidianidad y para obedecer a las autoridades estatales. Se defendía la «patria» para deinforma que una gavilla asalta en Chicoloapan, 12 de marzo de 1848», 12 de marzo de 1848", AHEM, C.074.9, 1848, V. 148, Exp. 17.»El alcalde primero de Cuernavaca extiende certificados de daños sufridos en diversas propiedades, 9 de julio de 1848", AHEM, C.221.1, 1848, V. 21, Exp. 2. 43 fender los derechos ancestrales al trabajo, a la tierra, a la religión, a la vida. Los pueblos se convertían en espectadores de una lucha que juzgaban ajena a su «patria», hasta que atacaba directamente sus intereses. CONCLUSIONES Este trabajo examinó la situación de un estado de la República en un momento de guerra, entre el país al que pertenecía y los Estados Unidos. Era un momento caótico para la política interna del país: por un lado el poder federal tratando de adquirir fuerza para consolidarse, como cabeza de un sistema de gobierno, y por el otro las entidades federativas buscando la unificación de las decenas de municipalidades que los integraban. En especial el Estado de México no quería ceder ni un ápice el poder político y económico que estaba logrando con esfuerzos. De ahí, que las tensiones y conflictos entre los ámbitos de gobierno fueran constantes. El gobernador y el Congreso estatal estuvieron dispuestos a cooperar en la defensa del país, siempre y cuando el presidente de la República respetara su autonomía como parte de la confederación mexicana. Esta actitud era producto de que a nivel estatal fue claro el cambio de sistema de gobierno del centralismo al federalismo; no así en el nivel municipal, donde se presentaron mayores continuidades. Ni en el ámbito nacional ni en el estatal había un ejército que respondiera a las necesidades de la nación. El ejército existente también era producto de la lucha por el poder político. No pudieron enfrentarse con éxito a los norteamericanos porque, además de su inferioridad en armamento, era su preparación para pequeñas luchas entre similares, para quitar o elevar a una persona a un puesto gubernativo. No había preparación militar para defender al país, ¿qué significaba defender el territorio nacional cuando únicamente habían vencido a políticos? También fracasaron las guerrillas a nivel nacional, porque sus integrantes sólo triunfaban cuando defendían sus localidades o sus inmediaciones. Mª del Carmen Salinas Sandoval 44 Se combinaron los problemas políticos, con la carencia de recursos económicos y con la falta de cohesión social de los habitantes más allá de las fronteras municipales o estatales. Por esta compleja conjunción de factores, los habitantes y autoridades del Estado de México (con excepción del gobernador Francisco M. Olaguíbel) participaron en la guerra queriendo evitar la invasión en su territorio, mas no con el afán de triunfar completamente sobre el ejército extranjero y expulsarlo de los otros estados invadidos. La derrota de las fuerzas mexicanas y los consecuentes tratados de paz representaron la oportunidad de continuar con sus prácticas de gobierno estatales y municipales y con la posibilidad de alcanzar sus ideales de unión política y mejoramiento económico. Objetivos que no se abandonaron aunque se estaba participando en la lucha. El Lic. Olaguíbel tenía una convicción firme sobre el federalismo que aspiraba para el país, que muy pocos hombres de su tiempo tenían. Convicción que se complementaba con la necesidad de contemplar a México como una nación. Para él la guerra iniciada por Estados Unidos sí era una agresión a la nación, a la que se debía defender, por ello estuvo dispuesto a participar en la defensa, contrariamente a lo que opinaban las autoridades federales. El sistema confederal que se trataba de aplicar en esos momentos con la segunda República federal estaba muy lejos de tener las bases políticas de respeto y consolidación de los tres niveles de poder, que Olaguíbel y los federalistas radicales pretendían. Una manifestación tangible fue la reacción de los diferentes ámbitos gubernamentales en la guerra. Alcaraz, Ramón, et. alii. 1991 Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos, Prólogo Josefina Zoraida Vázquez, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes (primera edición: 1848) BIBLIOGRAFÍA Colección de decretos 1850 Colección de decretos del Congr eso extraordinario del estado libre y soberano de México, que funcionó en la segunda época de la federación, Toluca, Tip. de J. 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