El Estado de México durante la Guerra México

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El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
1
El Estado de México durante la
Guerra México-Estados Unidos
1846-1848
Mª del Carmen Salinas Sandoval*
16
1998
La colección Documentos de Investigación difunde los avances de trabajo realizados por investigadores de El Colegio
Mexiquense, A.C., con la idea de que los autores reciban comentarios antes de la publicación definitiva de sus textos. Se
agradecerá que los comentarios se hagan llegar directamente al (los) autor(es). Los editores han mantenido fielmente el
texto original del presente documento, por lo que tanto el contenido como el estilo y la redacción son responsabilidad
exclusiva del(de los) autor(es). D.R. c El Colegio Mexiquense, A.C., Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec,
México. Teléfonos: (72) 18-01-00 y 18-00-56; fax: 18-03-58; E-mail: ui@cmq.colmex.mx Correspondencia: Apartado postal
48-D, Toluca 50120, México.
*E-mail: csalinas@cmq.colmex.mx
Mª del Carmen Salinas Sandoval
2
ÍNDICE
Introducción
1
1. Política nacional y avances de la invasión norteamericana
a) Política nacional
6
b) Invasión norteamericana
18
2. Situación política y participación en la guerra del
Estado de México
24
a) Posición del Poder Legislativo
b) Posición del Poder Ejecutivo
c) Participación estatal en la guerra
d) Erección del estado de Guerrero
26
33
39
48
3. Organización municipal y cooperación en la guerra
a) El gobierno municipal
b) Participación municipal en la guerra
Conclusiones
Bibliografía
6
51
52
64
72
74
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
RESUMEN
EL PRESENTE TRABAJO FORMA parte del proyecto colectivo: «México al tiempo de su guerra
con Estados Unidos (1846-1848)» dirigido por la Dra. Josefina Vázquez de El Colegio
de México. Este proyecto involucra a 20 historiadores aproximadamente, cada uno
de ellos investigó lo correspondiente a una entidad federativa. La parte que desarrollamos en esta investigación es la referente al Estado de México. Las preguntas que
guían el proyecto general son: ¿cuál fue la actitud de los poderes estatales en ese
periodo en que parecía naufragar el Estado? ¿qué sucedía en los diversos estados
cuando el funcionamiento del Estado nacional era casi imposible? ¿qué percepción
tenían de la guerra los estados no invadidos y cuál los invadidos? ¿cómo se percibía
la federación desde los diversos estados? y ¿cuáles fueron las reacciones a las derrotas y noticias de la capital?
Dentro del marco de las interrogantes, el objetivo particular de este trabajo es
demostrar que los habitantes del Estado de México como la mayoría de sus autoridades participaron en la guerra con la idea de cuidar sus intereses, sin advertir en la
derrota de las tropas mexicanas la pérdida de la mitad del territorio de la futura nación
que se pretendía constituir. Sus preocupaciones se restringieron al mundo estatal o
regional cercano: la organización de los poderes estatales, la lucha por el poder de
los caciques militares, la subsistencia de la hacienda pública y la organización del
gobierno municipal.
Se presenta un borrador general sobre la situación del Estado de México durante la guerra, en el cual no se han incorporado todos los materiales encontrados
en los archivos, respecto a Guardia Nacional, tranquilidad pública y hacienda estatal, por los límites de cuartillas en el proyecto general. Estos datos se podrán utilizar
para integrar en el futuro un libro que desarrolle con mayor precisión la misma temática.
3
Mª del Carmen Salinas Sandoval
4
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
5
INTRODUCCIÓN
E
n una sociedad de transición como era la
mexicana después de las Cortes de Cádiz,
o sea en su primer periodo de vida como
sociedad nacional emergente, son importantes, jurídica y socialmente, las fórmulas del liberalismo
constitucional de Cádiz (1812). De los estamentos
al servicio del poder real se pasaba, de modo gradual, a los ciudadanos que elegían y tenían poco
a poco mayor conciencia de la creación humana
del poder y de las limitaciones de la autoridad,
por más lenta que fuera su participación.
Con la herencia del constitucionalismo de
1812, la transformación jurídica y estructural del
sistema político proyectado en 1824, recibía también la conciencia liberal, de una minoría
escindida del pueblo y al mismo tiempo
autojustificada y empeñada--como en Cádiz--, en
legitimar por el pueblo y para el pueblo.
En México, el sentimiento nacionalista (incipiente) en su afán de lograr definir su identidad, pretendió cubrir dos realidades incompatibles, pero igualmente importantes en la vida social;
dos factores paralelamente activos en la estructura de la sociedad del nuevo país. Por una parte está la minoría que buscaba obtener el poder
y legislar de acuerdo a sus proyectos de nación;
y por otra, el pueblo, tradicionalista con gran
participación, que está envuelto en su mundo
inmediato. Ambos polos sociales empiezan a
definir lentamente su nueva personalidad social,
moldeada por las constantes luchas por la hegemonía.
Desde la Constitución de 1812 hasta la restauración de la República (1867-1876) se llevó a
cabo en el joven país un proceso de transformación social y política impregnado de pugnas por
el poder. Empezó una lucha entre los que pretendían establecer una república aristocrática, que
respetara en esencia la estructura social heredada de la Colonia, y los que se proponían una
república liberal, que destruyera justamente ese
régimen social.
Estos últimos se propusieron cambiar a
México mediante una transformación profunda,
en lo político con nuevos códigos constitucionales; y en lo social y económico, con el liberalismo como una nueva filosofía, científica, moral y
política que diera las bases a una sociedad moderna.
En los sucesivos pronunciamientos durante las primeras seis décadas del Siglo XIX,
conservatismo y liberalismo alternaron en un
diálogo monótono, sin perder su pauta de origen: ambos movimientos participaron del común
denominador que era permanecer al margen del
pueblo que pretendían gobernar y legislar. Estas
minorías ilustradas, tanto liberales como conservadoras, usaron a su vez al pueblo para crear la
semblanza de un sistema nacional: el proyecto de
un Estado y una sociedad nueva.
Características importantes de las minorías
fueron su afán de progreso y mejoramiento económico unidos al credo constitucionalista, a la
limitación del poder del Estado por un grupo
Mª del Carmen Salinas Sandoval
selecto, y a sus tendencias por querer mover al
resto de la sociedad según sus principios.
Por otro lado, el pueblo, cansado por las constantes luchas que al fin y al cabo no resolvían sus
problemas vitales, cansado de una demagogia
ininterrumpida de libertades nuevas, volvió a su
mutismo de perplejidades que lo mismo podía
encubrir veleidad, tumultos o entusiasmos insospechados. Tal parece fue el reto y la dialéctica
de la forja de una sociedad que estaba construyendo una nación.
Para comprender esta realidad llamada de
«anarquía» de la sociedad mexicana es importante el hecho de la dicotomía que se generó entre
el pueblo y las minorías dirigentes desarticuladas;
y consecuentemente, ente pueblo y gobierno. La
separación de estas dos realidades no fue un
capricho: fue la tensión política misma de la vida
de México que buscaba construir las bases del
Estado-nación. Si esta situación y sus consecuencias no llegan a entenderse, resulta imposible
comprender la vida social y política de México y
sus estructuras actuales.
En esos años de reacomodos internos que
crearon las bases para la construcción del Estado-nación, también tuvieron participación las
fricciones con el mundo exterior (con países
europeos y con norteamérica). En este contexto
de transformación política y social del país encontramos la guerra con Estados Unidos (18461848). México se enfrentó a las agresiones bélicas de una nación ya constituida pretendiendo
ser otra nación. Lo que estaba muy lejos de ser
una realidad. La desigualdad en el enfrentamiento
no fue sólo económica y de tácticas de guerra,
fue principalmente la falta de cohesión nacional
mexicana frente un país con un proyecto común
basado en su fe «democrática», en los beneficios
del trabajo y en la felicidad derivada de la posesión de la tierra. En palabras de Josefina Vázquez:
Estados Unidos tenía «un nacionalismo incipiente producido durante la revolución de independencia y en especial ante el éxito de la nueva
república».1
1
Vázquez, Josefina, «El Congreso de los Estados Unidos ante la
guerra del 47», en Anglia, Anuario, Estudios Angloamericanos Núm.
5, 1973, p. 72.
6
La derrota de México ante Estados Unidos
puso una huella indeleble y doliente en la historia del país y ha tenido consecuencias innegables
en la trayectoria de la nación mexicana. Es una
hecho histórico que invita a entenderlo en el
contexto de la lucha por crear las bases que
unirían política y socialmente al país. Era también
el momento de consolidar las entidades federativas
frente a un poder federal informe y endeble.
Pretendemos demostrar que los habitantes
del Estado de México como la mayoría de sus
autoridades no compartieron las ideas de desolación por la pérdida de la mitad del territorio,
porque tenían otros intereses y realidades que
afrontar. Las ideas de abatimiento se fueron generalizando a medida que existió en el país mayor cohesión social y política. Las preocupaciones estatales, en tiempos de la guerra, se restringieron al mundo estatal o regional cercano: la organización de los poderes estatales (por decreto
se cambiaba de sistema político del centralismo
al federalismo), la lucha por el poder de los caciques militares (como el general Juan Álvarez),
la subsistencia de la hacienda pública y la administración y gobierno de las municipalidades.
Tomaremos el extenso territorio del entonces Estado de México para apreciar la actitud de
la sociedad civil y los gobernantes durante la
guerra. Fue un estado clave por su cercanía a la
capital de la República, porque su territorio fue
ocupado, en muchos puntos, por las tropas extranjeras y porque contaba con jefes militares que
tenían apoyo social.
Las constantes manifestaciones de la guerra civil giraban en torno de quién controlaría el
poder central o federal y el regional. En este grupo
minoritario tenían la batuta los militares; por lo
cual podría suponerse que había una subordinación del punto de vista político al militar, sin
embargo fue a la inversa. La subordinación del
punto de vista militar al político fue la regla en
los alzamientos internos, en la dirección del gobierno y en las operaciones militares contra el
ejército de norteamérica. El espíritu político iba
por delante de las estrategias militares.
Por esta característica nos interesara resaltar que el papel de las tropas mexicanas estuvo
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
acorde con sus experiencias en las contiendas
políticas del país. La responsabilidad en las trifulcas
internas como en la defensa externa correspondió, en última instancia, a los problemas políticos del país, que incluso dejaban cabida al síndrome de la ambición personal de varios generales que eran presidentes de la República (como
los generales Antonio López de Santa Anna y
Mariano Paredes y Arrillaga).
Los jefes militares que llegaban a adquirir
poder político o social eran las personas que en
un momento particular determinaron cuáles eran
los intereses vitales del país y cómo debían defenderse en caso de amenaza; eran naturalmente los líderes políticos de la nación. Las alternativas acerca de lo que era posible o viable dependía de la fuerza que hubieran ganado sus contrincantes políticos.
La lucha política requería cierta hostilidad
o ira de los individuos que en ella participaban
como jefes militares y ciudadanos; esta ira se dirigía hacia un objeto que los líderes llamaban el
enemigo, pero ¿quién era el enemigo y cómo
atacarlo? Así como estuvo confuso en los pronunciamientos internos así lo estuvo en los primeros avances de las tropas norteamericanas en el
territorio del norte del país.
Las agresiones extranjeras no parecían ataques a los intereses de los habitantes del centro
del país por cuya preservación estarían dispuestos a luchar. Los diferentes grupos sociales estaban dispuestos a defender otros derechos que
sentían violados.
Los integrantes de los poderes federales y
estatales (principalmente el poder ejecutivo) tenían poder pero no autoridad, parecía que la
minoría que participaba políticamente se identificaba en forma especial con aquél que tenía
mayor capacidad, mayor fuerza, para nombrarlo
presidente de la República o gobernador de algún estado. Tenían el poder porque tenían la
posibilidad de obligar a autoridades menores
(prefectos, subprefectos, ayuntamientos) y a ciudadanos a que cumplieran una disposición arbitrariamente (por ejemplo apoyar un determinado pronunciamiento).
7
La autoridad de que carecían les impedía
tener el derecho a dirigir y a ser obedecido por
la sociedad; no tenían el reconocimiento como
representantes de la ciudadanía. Lo que planteaba el problema de que la conformación del gobierno no obedecía a la voluntad de la ciudadanía (gobierno representativo popular) y ni respondía al cumplimiento de una serie de intereses que fueran requeridos por la comunidad.
También ponía en tela de juicio que la integración de los órganos de poder se realizara a través del procedimiento previsto en la ley. La falta
del poder legítimo y de respeto en las leyes se
expresó en los constantes cambios en los cargos
políticos y en la carencia de respuestas estatales
a los problemas federales. Esta realidad fue evidente durante la invasión norteamericana.
La experiencia de gobierno centralista en
el país (1836-1846) no había logrado centralizar
el poder e implantar una jerarquía fuerte de autoridades. Por segunda ocasión se intentaba conducir al país mediante la República federal (a partir
de agosto de 1846), donde cada nivel de gobierno quería consolidarse (el federal, estatal y municipal). La herencia centralista en la cúspide
gubernamental dejó un Estado de México desorganizado y dependiente en sus poderes gubernativos; sin embargo, en el ámbito municipal hubo
más dinamismo político, porque recibió menos
coerción de las autoridades superiores, en comparación con los ámbitos departamental (estatal).
En cada uno de los tres niveles de gobierno existían conflictos internos, abiertos o latentes, susceptibles a engendrar violencia. Situación
que se agravó con la inevitable guerra contra
Estados Unidos. No se unieron esos niveles de
gobierno para afrontar la guerra sino que cada
uno afrontó el problema hasta que lo sentía a un
paso.
A continuación apreciaremos cómo se
afrontó en esos niveles la problemática con el país
vecino, en un periodo de la historia de México
que pretendía luchar por la paz interna. La guerra hizo más complejo el intento de los habitantes para superar los obstáculos con el fin de alcanzar una unidad política y un desarrollo social
sin violencia.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
Se divide el trabajo en tres partes: a) política
nacional y avances de la invasión norteamericana, b) problemáticas del gobierno en el Estado
de México y su participación en la defensa de su
territorio y c) organización municipal y cooperación en la lucha con el extranjero.
1. POLÍTICA
NACIONAL Y AVANCES DE LA INVA-
SIÓN NORTEAMERICANA
a) Política nacional
En el último año de la República centralista, 18451846, el país se encontraba en una lucha constante por mantener estabilidad política y económica. El presidente de la República, general José
Joaquín Herrera,2 tuvo que enfrentar graves problemas como la carencia de fondos públicos, el
reconocimiento de la independencia de Texas y
su anexión a Estados Unidos y los enfrentamientos
entre grupos políticos. Estos enfrentamientos se
manifestaron desde los integrantes del gabinete
hasta los pronunciamientos en favor de la federación y los del centralismo.
2
José Joaquín de Herrera nació en Jalapa, Veracruz en 1792 y
murió en la ciudad de México en 1854. Fue militar realista y combatió a los insurgentes hasta 1820.En marzo de 1821 se adhirió al
Plan de Iguala. Fue diputado por Veracruz al primer Congreso
Constituyente, 1822-1823. En este último año fue nombrado capitán general de la ciudad de México por el Supremo Poder Ejecutivo. En 1828 volvió a ser diputado federal por Veracruz. Durante el
llamado motín de la Acordada se le designó gobernador de la ciudad de México (4 de noviembre a 3 de diciembre de 1828). Fue
secretario de Guerra y Marina, de julio a marzo de 1824 y del 21
de mayo al 5 de noviembre de 1833, del 14 de febrero al 16 de
agosto de 1834. Inspector General del Ejército, 1834-37. En 1844
era presidente del Consejo de Estado cuando el Senado nombró
presidente a Valentín Canalizo, pero debido a su ausencia Herrera
ocupó su lugar del 12 al 21 de septiembre. El 27 de diciembre de
ese mismo año al 14 de junio de 1845 volvió a ser nombrado presidente de la República por el Senado y por Santa Anna. En esta
última fecha fue elegido presidente constitucional, pero el 30 de
diciembre de 1845 fue destituido por la rebelión que encabezó
Mariano Paredes. Durante la guerra con Estados Unidos, en 1847
fue miembro del estado mayor de Santa Anna y presidente del
Congreso. Al terminar el conflicto fue jefe militar en la ciudad de
México y sustituyó a Santa Anna como general en jefe del ejército.
El 30 de mayo de 1848 volvió a ser elegido presidente constitucional. Desempeñó este cargo del 3 de junio de ese año hasta el 15
de enero de 1851. Musacchio, Humberto, Diccionario Enciclopédico de México, México, Andrés León Editor, 1989, pp. 833834.
8
El general Mariano Paredes y Arrillaga3 levantó el gritó de rebelión contra el gobierno de
Herrera en San Luis Potosí, el 14 de diciembre
de 1845. Paredes veía la falta de energía del gobierno de Herrera, y la posibilidad de imponer
un nuevo régimen que enfrentara la inminente
guerra con Estados Unidos.
El general Paredes daba una idea de la lamentable situación del país por los problemas con
Texas, con los revoltosos internos y con los indios bárbaros que se internaban en el norte:
La república se disuelve por todas partes; Texas ha sido separado de la unión
nacional; los revoltosos de otros departamentos, especulando con la debilidad
de poder, predican abiertamente la insurrección; el gobierno dominado por
los partidos y ocupado solo de sus miserables querellas, abandona a las sanguinarias incursiones de los bárbaros
nuestros departamentos fronterizos.4
En el plan de San Luis el ejército de reserva y la
guarnición del Departamento se proclamaron
como los salvadores de la crisis administrativa,
social y política del país, provocada, según Paredes, por el gobierno de Herrera. También lo
acusan de pretender librarse de la guerra con
Estados Unidos poniendo en peligro la independencia y nacionalidad del país, con la presencia
3
Mariano Paredes y Arrillaga nació y murió en la ciudad de
México (1797-1849). Ingresó en el ejército realista en 1812 y combatió a los insurgentes. En 1821 se unió al Ejército Trigarante. En
1823 se adhirió al Plan de Casa Mata y participó en la sublevación
que derrotó al emperador Agustín de Iturbide. En diciembre de 1829
cuando era comandante militar de Guadalajara apoyó el golpe de
Estado de Anastasio Bustamante y combatió las fuerzas del presidente Vicente Guerrero. en 1839 reprimió un levantamiento liberal en Jalisco. En Guadalajara, en agosto de 1841 proclamó el Plan
de Progreso, en el que reclamaba al presidente Bustamante no haber
intentado la reconquista de Texas; al triunfo de la rebelión (luego
de la sublevación de Santa Anna en Veracruz) se encargó del gobierno de Jalisco (3 de noviembre de 1841 al 28 de enero de 1843).
En noviembre de 1844 acaudilló el alzamiento de la guarnición de
Guadalajara contra Santa Anna y en favor de una reforma en las
Bases Orgánicas. Derrotó a las fuerzas del gobierno e impuso en la
presidencia de la República a José Joaquín de Herrera. El 14 de
diciembre de 1845 proclamó en San Luis Potosí un plan que desconocía al presidente Herrera. Ibid., pp 833-834.
4
«Manifiesto del general Mariano Paredes y Arrillaga, 15 de diciembre de 1845», AHEM (Archivo Histórico del Estado de México), Gobierno, 1845-46, vol. 167, exp. 10.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
de un plenipotenciario norteamericano, que deseaba entrar en negociaciones con los gobernantes
mexicanos.5
Paredes atacaba la posición del Ejecutivo
y del Legislativo por su deseo de evitar la guerra; ante ello el presidente Herrera manifestó a
la opinión pública la posición política, militar y
económica que tenía el país y que le impedía
autorizar un enfrentamiento bélico con Estados
Unidos:
Pero para cubrirse de vergüenza el que
ha envilecido su profesión militar, era
preciso que apelara a la conducta que
en los asuntos de Texas y los Estados
Unidos ha observado el gobierno, Obligado éste a emplear no sólo las armas,
sino la política, a defender a un tiempo
el buen nombre del país y economizar
la sangre de nuestros soldados y los
costosos sacrificios de la nación, su resolución firme e invariable ha sido, o
prestarse a unos convenios honrosos y
dignos de México, o llevar una guerra
verdaderamente nacional y justa hasta
el territorio usurpado...Convencido
como estoy de toda la alevosía con que
se nos ha robado el departamento de
Texas, no he podido, sin embargo, dejar de allanarme a oír proposiciones de
un acomodamiento pacífico.6
Para Paredes era clara la pugna del Ejecutivo y
con algunos miembros del Congreso, integrado
en su mayoría por radicales, que estaba sistemática y tenazmente negando al presidente Herrera
toda clase de recursos para defender Texas, por
lo cual las tropas estaban muriendo de hambre.
Otra amenaza para Paredes eran los rumores de que Herrera iba a pronunciarse por la federación lo que significaría su ruina personal. Su
temor se fundaba en los levantamientos en favor
del sistema federal en el último año. Como los
5
«Manifiesto y plan de San Luis Potosí»en Planes de la nación
mexicana, México, Senado de la República, LII, El Colegio de México, México, 1987, vol 4, pp. 289-290.
6
«El Presidente Constitucional a la República Mexicana, 22 de
diciembre de 1845», en Riva Palacio, Vicente (dirección general),
México a Través de los siglos, México, Editorial Cumbre, 1987,
vol. XII, p. 246.
9
planes de pronunciamiento de la Guardia Nacional, de la guarnición y ayuntamiento de San Juan
Bautista y de los «liberales verdaderos».7
El gobierno de Herrera acusa a su vez a
Paredes de haber abandonado la campaña de
Texas y la defensa nacional en la guerra contra
Estados Unidos. En 1845 se le encargó el mando
de una de las dos divisiones del ejército encargadas de contener el avance de las tropas estadounidenses en el norte del país, pero en lugar
de ello se sublevó con el Plan de San Luis.8
El presidente Herrera renunció a su cargo
el 30 de diciembre de 1845 y a partir de enero
de 1846 tomó el poder Mariano Paredes. Reducía su programa de gobierno a derribar las autoridades vigentes en los poderes ejecutivo y legislativo del centro y a reunir un congreso constituyente para eregir una nueva Constitución. Se
comprometió a sostener el sistema representativo popular y la integridad del territorio nacional
ante cualquier agresión extranjera. No habla de
ningún cambio en el sistema de gobierno, sino
de una continuidad de los principios y garantías
adaptadas anteriormente. 9 Su gobierno duró
solamente siete meses, durante los cuales hubo
constantes cambios en su gabinete, principalmente
en el ministerio de hacienda.
En marzo de 1846, el general Paredes manifestaba su deseo de querer evitar la guerra con
Estados Unidos, pero que las circunstancias agresivas del país vecino lo obligaban a «repeler la
fuerza con la fuerza». También reiteró que su
principal objetivo era mantener y fomentar el
sistema republicano. Esta afirmación se debía a
los ataques que recibía de autoridades civiles y
militares por su proclividad al monarquismo, con
lo cual se destruirían las bases legales que dividían el poder.10
7
Ibid., pp. 284-289.
Cuando volvió a México, en 1848, después de su exilio en
Francia se unió a la sublevación de Celedonio Domeco de Jarauta
y Manuel Doblado, con quienes se negó a reconocer los tratados
de Guadalupe Hidalgo y se manifestó por la continuidad de la guerra,
en Riva Palacio, op. cit., pp. 244-245.
.9«Acta de la junta de representantes de los departamentos, 3 y
4 de enero de 1846», en Planes de la nación mexicana, op. cit.,
pp. 298-299.
10
«Manifiesto de fe republicana del general Paredes, 21 de marzo
de 1846», en Planes en la Nación Mexicana, op. cit., pp. 313-314,
8
Mª del Carmen Salinas Sandoval
No hay pruebas para acusar a Paredes de
tener ideas monárquicas porque en su proclama
del 2 de enero de 1846, donde adiciona y explica el plan de San Luis Potosí, anunciaba sostener «el sistema republicano popular representativo» y estar en favor de «las libertades nacionales y de las garantías de los ciudadanos»;11 No
obstante, era acusado de monarquista por algunos políticos. Además el Ministro de Justicia,
Mariano Riva Palacio, afirmaba que el movimiento
revolucionario de Paredes estaba apoyado por el
clero.12
Estos ataques continuaron; por ejemplo en
el pronunciamiento de las guarniciones de
Veracruz y Ulúa se explican los motivos del descontento popular:
Atendiendo a que la causa principal de la funesta discordia que existe es
la falta de un código fundamental, dictado libremente por la nación, que ha
manifestado detestar el sistema monárquico; y de un gobierno que sea el resultado de las opinión pública, y no de
las lides de las facciones, que el actual
gobierno carece de legalidad y ha desempeñado su misión de una manera
opresiva y dictando además, una convocatoria antipopular, que tiende a la
monarquía, a la vez que ocupado en tan
detestable trama ha desatendido la defensa del territorio nacional, y abandonando en la frontera a la parte del ejército encargado de sostenerla.13
Este plan de Veracruz apoyaba el de la guarnición de Guadalajara proclamado dos meses antes; el cual desconocía al general Paredes como
presidente interino y proclamaba a Santa Anna
como caudillo encargado de regenerar la república. Como el principio de los males, desde su
punto de vista, habían sido las constituciones
centralistas (1836 y 1843) se elegiría un nuevo
Congreso para adoptar la forma de gobierno que
10
le pareciera conveniente. La opinión pública
suponía que sería la federalista.
Paredes solicitó al Congreso de la Unión un
permiso para ponerse al frente del ejército que
luchaba contra el de Estados Unidos. El permiso
fue concedido el 19 de junio, pero no lo utilizó
hasta el 29 de julio bajo pretexto de reunir y
equipar sus tropas con un préstamo forzoso hecho al clero con las peores condiciones para el
Tesoro. Se encargó del poder ejecutivo Nicolás
Bravo, quien era el vicepresidente en turno. Paredes le encargó restableciera con todo vigor las
Bases Orgánicas, expedidas en 1843, y de acuerdo a ellas convocara a elecciones de poderes
constitucionales. Era su último esfuerzo por atraer
el apoyo del grupo en favor del centralismo. Poco
después fue encarcelado y autorizado para ir al
extranjero.14
Las ideas republicanas y federalistas vertidas en los pronunciamientos pasados fueron
retomadas en el Plan de la Ciudadela, proclamado el 4 de agosto de 1846, por el general Mariano
Salas y Valentín Gómez Farías, como comandantes generales del Departamento de México, desconociendo el gobierno de Paredes, el Congreso y las leyes promulgadas. Los pronunciados
aprovecharon que el general Paredes salió de la
ciudad de México para dirigir el ejército contra
los nortamericanos. Se apoyaban en las leyes
electorales de la primera república federal.15 El
general Salas había secundado el Plan de San Luis
y después se pronunciaba contra Paredes argumentando que había desvirtuado dicho plan al
reiterar la Constitución centralista.
La problemática de la guerra con Estados
Unidos la resolverían con el cambio de poderes,
particularmente del Congreso, quien dictaría las
medidas a seguir. No se apreciaba como un problema que ameritaba la actuación de toda la sociedad, independientemente de las pugnas políticas internas; sino que parecía que se iba a resolver automáticamente con el cambio de Congreso y de forma de gobierno. Sólo expresaban:
11
«Acta general del ejército», ibid., pp. 296-297,
Riva Palacio, op. cit.,, p.245.
13
«Pronunciamiento de las guarniciones de Veracruz y Ulúa, 31
de julio de 1846», en Planes en la nación mexicana, op. cit., p.
319.
12
14
Riva Palacio, op. cit., p. 19.
«Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», en Planes en la
nación mexicana, op. cit., pp. 321-322.
15
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
En lugar del Congreso que actualmente existe, se reunirá otro compuesto de representantes nombrados popularmente, según las leyes electorales que
sirvieron para el nombramiento del de
1824, el cual se encargará así de constituir la nación, adoptando la forma de
gobierno que le parezca conforme la
voluntad nacional, como también de
todo lo relativo a la guerra con Estados
Unidos y a la cuestión de Texas y demás departamentos fronterizos.16
Se dejaba al Congreso el peso mayor de decisión,
como si fuera el centro de poder y el verdadero
representante de la ciudadanía. Desconocían la
fuerza de los grupos que realmente decidían: los
oficiales del ejército y algunos civiles; y se desentendían de las divisiones al interior de esos
grupos.
A partir del Plan de la Ciudadela hubo
muchas actas de adhesión de los diferentes lugares del país. Tomaremos los que se proclamaron en el territorio del Estado de México, durante agosto de 1846. Todas ellas fueron promovidas por la máxima autoridad de los distritos y
partidos (prefectos y subprefectos), quienes convocaban a una junta a las autoridades civiles,
religiosas y militares existentes en las localidades:
ayuntamiento, jueces de paz, administradores de
rentas, jueces conciliadores o de primera instancia, curas y oficiales militares. Así como también
a los principales vecinos y a los ciudadanos. De
esta manera formaron un consenso social para
quitarle el apoyo estatal y municipal al general
Paredes y otorgarle su confianza nuevamente al
general Santa Anna para reorganizar el convulsionado país (Ver cuadro 1).
El general José Mariano Salas acusaba al gobierno del general Paredes de intentar destruir «la
organización de la sociedad» al querer imponer
los principios monárquicos: «se atrevió a ofrecernos como único remedio la erección de un trono extranjero» con un príncipe europeo. Manifestó que el principio de su cambio había estado
en reunir un congreso aristocrático (eran dipu16
«Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», Ibid., p. 322.
11
tados los once obispos diocesanos que había en
el país) y una «administración oligárquica». En su
programa reiteraba la cesación de los pactos
anteriores, el apoyo a la religión católica, a las
garantías individuales y a los principios republicanos, y pedía ayuda a los habitantes para sostener la guerra.17
Santa Anna reconoció las ideas anteriores
en su exposición del 21 de agosto de 1846, donde opinaba que mientras se expedía otra constitución se restablecería la federal de 1824. No
reconocía directamente el sistema federal para
gobernar la República, sólo aprovechó la coyuntura política propicia al federalismo, ya que las
últimas prácticas centralistas dejaban un país
desarticulado con el ejército norteamericano sobre su territorio.
El ministerio formado, desde el 28 de agosto, no se entendía, por la desconfianza entre unos
y otros. Estaba integrado por: Manuel Crecencio
Rejón en Relaciones, Juan Nepomuceno Almonte
en Guerra, Valentín Gómez Farías en Hacienda y
Ramón Pacheco en Justicia. Santa Anna entró a
la ciudad de México hasta el 14 de septiembre
como general en jefe del ejército de la República, sin tomar una actitud política comprometida,
dejando al general Salas a cargo del Poder Ejecutivo.
Salió Santa Anna, el 28 de septiembre, al
mando de dos brigadas de infantería y caballería
para dirigir la campaña contra el ejército extranjero; pero desde el lugar donde estuviera continuaba influyendo en las decisiones políticas de
los poderes federales.
El 24 de diciembre de 1846, salieron electos Santa Anna como presidente y como vicepresidente Valentín Gómez Farías. La misma mancuerna que había gobernado al país en 1833, cuando se intentaron las reformas radicales de los
federalistas. Santa Anna partió a San Luis Potosí
cuando ya los norteamericanos habían ganado la
plaza de Monterrey. Mientras el ejército estaba
pereciendo en el norte, por falta de recursos que
Farías no le enviaba, acontecía en la ciudad de
México el pronunciamiento de los polkos; así eran
17
Riva Palacio, op. cit., vol. XIII, p. 22-23.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
12
CUADRO 1
CUADRO DE ACTAS DE ADHESIÓN AL PLAN DE
LA CIUDADELA PROCLAMADAS EN EL ESTADO
DE MÉXICO, AGOSTO DE 1846.
LUGAR
PROMOVIDA POR: ASISTENTES
Toluca
Cuautitlán
Texcoco
Prefecto por orden
de Salas y Gómez
Farías
Ayuntamiento
Jueces
Admón. de rentas
Comandante
Cura
Ciudadanos
Prefecto
Juez de letras
Comandante militar
Cura
Vecinos
Prefecto
San Juan
Teotihuacan
Subprefecto
Comandante militar
Jueces de paz
empleados
ciudadanos
juez de paz
vecinos
Mineral de Zacualpan Subprefectura
autoridades
coronel
empleados
vecinos
Subprefecto
juez de paz
vecinos
Prefecto
Tepeji del Río
Subprefecto
Mineral de Sultepec
Tepotzotlán
Tejupilco
ASISTENTES
Malinalco
Juez de paz
juez 2º de paz
cura
Admón. de correos
vecinos
San Fco.
Tepexuxuco
juez de paz por
juez 2º de paz
orden de subprefecto cura
vecindario
Joquicingo
juez de paz por
jueces
orden de subprefecto ciudadanos
Otzoloapan
juez de paz por
orden de prefecto
Temascalcingo
juez de paz por
jueces
orden de subprefecto cura
ciudadanos
Coatepec Harinas
subprefecto
Ixtapan
autoridades
vecinos
ciudadanos
cura
juez de paz
vecinos
Prefecto
Subprefecto
juez de paz
empleados
vecinos
empleados
vecinos
jueces de paz
cura
empleados
ciudadanos
juez 1º de paz
jueces 2º de paz
vecinos
Zacualtipan
subprefecto
jueces de paz
jueces de letras
cura
Admón. de rentas
vecinos
ciudadanos
Temoaya
juez 1º de paz por
subprefecto
jueces
empleados
Tenancingo
subprefecto
jueces de paz
cura
empleados
varios vecinos
San Nicolás
Tenango
subprefecto
juez de paz
auxiliares
vecinos
cura
empleados
vecinos
Mineral de Sultepec
Temascaltepec
PROMOVIDA POR:
autoridades
vecinos
Coatlán
Zumpango de la
Laguna
LUGAR
autoridades
vecinos
Fuente: «Plan de la Ciudadela, 4 de agosto de 1846», en Planes en la nación mexicana, op. cit., pp. 321-360.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
llamados los ciudadanos médicos, abogados,
comerciantes y personas de «cierta posición social» que eran considerados como aristócratas y
vivían en la ciudad de México. Fue un movimiento
de los liberales moderados que habían sido
reclutados en varios batallones de Guardia Nacional. El secretario del motín era Guillermo Prieto.
Su plan político fue titulado «Bases del plan para
la restauración de los verdaderos principios
federativos» promovido por el general Matías de
la Peña Barragán el 27 de febrero de 1847.18
En el plan desconocían los poderes legislativo y ejecutivo por «haber desmerecido la confianza nacional». Su objetivo no era impulsar el
federalismo como sistema de gobierno, sino impedir que fueran enviados a combatir a Tuxpan;
ya que defender ese puerto era un requerimiento necesario para contener el desplazamiento de
los norteamericanos al centro del país. Para este
fin convocaron el federalismo y atrajeron el apoyo
económico del clero incorporando en su plan la
negativa a obedecer los decretos expedidos por
Gómez Farías relativas a la ocupación de los bienes de manos muertas.19
Santa Anna se puso del lado de los polkos,
tomó posesión del poder ejecutivo (por décima
ocasión ocuparía el poder) y se suprimió el cargo de vicepresidente para reemplazarlo por el de
un presidente sustituto; con estas medidas se
destituyó a Gómez Farías y se nombró a Pedro
María Anaya. Santa Anna decidió un rompimiento
con los federalistas puros y continuar con los
decretos que autorizaban utilizar los bienes eclesiásticos para sacar 20 millones (quince más de
los autorizados por Farías) por medio de convenios con las corporaciones religiosas.
En el «Acta constitutiva y de reformas» de
la Constitución federal de 1824 (promulgada el
21 de mayo de 1847) se precisó que se derogaban los artículos que establecían el cargo de vicepresidente de la República. Se ratificaba al
federalismo como sistema político en el país, que
permitía a los estados asociarse en torno a un
18
Ibid., pp. 81-85.
«Bases del plan para la restauración de los verdaderos principios federativos», 27 de febrero de 1847, Planes en la nación mexicana, op. cit., pp. 377-378.
19
13
pacto. Otras dos disposiciones de esa acta marcaban la vida política: la incorporación de los
derechos del hombre y el reconocimiento del
juicio de amparo.20
El 12 de septiembre de 1847 tuvo lugar el
ataque y toma de Chapultepec. El general Bravo
que mandaba entonces el Alcázar cayó preso,
junto con otros muchos. Así sucumbió el castillo
de Chapultepec el 13 de septiembre. El enemigo
atacó las garitas de San Cosme y de Belén; ante
ello Santa Anna salió de la ciudad de México el
14 de septiembre rumbo a Puebla después de
haber renunciado al poder. Quedó en el gobierno como presidente Manuel de la Peña y Peña,
a quien le correspondía el cargo por ser el presidente de la Suprema Corte de Justicia. En octubre el Presidente le pidió a Santa Anna, por medio
del Ministro de guerra que entregara el mando
del ejército al general Manuel Rincón o al general Juan Álvarez.21
El gobierno de la Peña y Peña se estableció en Querétaro, a donde también acudió el
Congreso. Éste describía la situación en que estaba el país después de la derrota:
La defensa de la independencia en lugar de promoverse con actividad, está
paralizada; el enemigo mira ya al gobierno no como vencido sino aniquilado;
las naciones extranjeras ven una nación
cuyo orden social desaparece y que con
su extinción apoyaría ante el mundo civilizado las imputaciones y las pretensiones de nuestros enemigos.22
El principal objetivo del Ejecutivo fue resolver la
disyuntiva entre la paz y la guerra. En junio de
1848, regresó nuevamente a la presidencia de la
20
«Acta Constitutiva y de Reformas sancionada por el Congreso
extraordinario constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, el
18 de mayo de 1847, jurada y promulgada el 21 del mismo» en
Colección de decretos de los congresos constitucionales del
estado libre y soberano de México, Toluca, Imprenta de J. Quijano,
vol. II, 1850, pp. 283-289.
21
«Despedida del general Antonio López de Santa Anna, 25 de
octubre de 1847», AHEM, Sección especial (cívico, social y cultural), C. 1, exp. 29, 1847.
22
«Se les informa a los diputados sobre que es seguro que el
presidente Antonio López de Santa Anna renuncia a su cargo, 23
de septiembre de 1847», AHEM, C.047.61, V. 99, Exp. 17.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
República José Joaquín de Herrera, como resultado de las elecciones.
La guerra civil marcaba la dirección de la
política del país. La total desorganización y desunión entre los grupos políticos impregnaba todas las decisiones efímeras que tomaba el grupo
gobernante. Reflejaban la carencia de una nación
que pudiera hacer frente al ejército enemigo.
Hemos visto los sucesos del centro del gobierno, pero en los diferentes puntos del territorio
del país había constantes conflictos de diferente
tipo: por la pugna de los grupos regionales por
el poder estatal y por los problemas sociales no
resueltos.
No había claridad ni convicción en los principios políticos que debían regir una determinada forma de gobierno (monarquía, república,
centralismo, federalismo), es más en la práctica
no existían como tales. No había líderes confiables,
los sectores medios de la sociedad, que podrían
serlo, únicamente querían conservar su bienestar personal, lo mismo sucedía con los otros sectores sociales que tenían poder (clero, milicia),
ya que su preocupación era casi individual. Las
autoridades a cargo de los poderes ejecutivo y
legislativo de la federación se daban cuenta del
lamentable estado del país, sin embargo creían
que la solución dependía exclusivamente de ellos,
dejando de lado la cohesión de toda la pirámide
de gobernantes, la identificación con el resto de
la sociedad y los ataques constantes de los otros
grupos políticos. A los habitantes no se le permitía practicar un gobierno republicano, porque
la cúpula del poder creía tener la representación
de los ciudadanos y por tanto era su responsabilidad la dirección del país. Por ejemplo, el general Nicolás Bravo manifestó en su discurso, al jurar
como encargado del mando supremo el 28 de julio
de 1846, su desconsuelo por la lamentable situación y dejaba en manos de las autoridades federales las decisiones:
En el conflicto en que ésta [la Patria] se
encuentra, dividida por las opiniones
políticas de sus hijos y amagada por la
ambición voraz de los Estados Unidos
del Norte, dificultoso es gobernarla, y
muy triste debe considerarse la suerte
14
del elegido para llevar, por enmedio de
tan espantosa tempestad, el timón de la
nave que zozobra. Once años de una
lucha obstinada y gloriosa para hacer
independiente a la Nación de su antigua Metrópoli, aunque cansados, dejaron satisfechos a los pueblos. Más revueltas sucesivas y casi continuas por el
espacio de 25 años, parece que han acabado por desalentar su patriotismo... A
la sabiduría del Congreso toca poner, a
tan grave mal, el oportuno remedio grande y más urgente como eficaz, el cual
consiste en criarlo y reorganizarlo todo
bajo el sistema establecido; difícil cosa
es ésta: necesario para ello, el choque
de mil intereses particulares; más no olvidemos que el fin principal de nuestros afanes, debe ser el sostenimiento
de una guerra para defender la independencia de la Patria.23
Subían y bajaban representantes del Ejecutivo y
Legislativo y continuaba sin resolverse la anarquía
política y la oposición al ejército norteamericano. La agresión externa se incorporó al cúmulo
de condiciones negativas que interactuban en la
sociedad mexicana, en lugar que desencadenara
reacciones que unieran al gobierno o que identificaran la sociedad civil con las autoridades, para
lograr un frente común contra los invasores.
b) Invasión norteamericana
Con la independencia de Texas (se firmó el acta
de independencia el 2 de marzo de 1836) y con
su posterior anexión a Estados Unidos (ratificación del decreto de incorporación el 4 de julio
de 1845), el expansionismo norteamericano empezó a manifestarse con claridad. Se iba acercando
el temido momento de enfrentarse a un país que
había sabido elegir y mantener el sistema político, social y económico.
23
«El general D. Nicolás Bravo, al jurar como encargado del mando
supremo, en 28 de julio de 1846», en Los presidentes de México
ante la nación, Informes, manifiestos y documentos de 1821
a 1966, México, Editado por XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados, 1966, vol. I, pp. 324-324a.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos, James
Knox Polk, presentaba ante el Congreso de su país
el mensaje de guerra que marcaba el inicio de las
hostilidades abiertas con México, el 11 de mayo
de 1846. Las justificaba de tres maneras: a) las
reclamaciones insatisfechas que alcanzaban un
monto de $8,491,603; b) el rechazo de la misión
de Jhon Slidell, quien fue comisionado como
ministro plenipotenciario de Estados Unidos en
México, para arreglar los límites con Texas (los
gobiernos de Herrera y Paredes le negaron cualquier entrevista); y c) el comienzo de las agresiones por parte de México alegando que el ejército mexicano «había invadido el territorio americano y derramado sangre americana en territorio americano», afirmación que se refería a la
defensa del ejército mexicano a la invasión de los
norteamericanos entre el río Nueces y el Bravo,
que se había empezado a efectuar desde enero
de ese año porque Texas reclamaba ese terreno.24
Razones que encubrían el verdadero motivo:
declarar la guerra significaba obtener las provincias del norte de México.
Según políticos mexicanos de la época
explicaban que los orígenes de la guerra fueron
el espíritu de engrandecimiento de Estados Unidos y la endeble situación política de México: «para
explicar en pocas palabras el verdadero origen
de la guerra, bastaría decir que la ha ocasionado
la ambición insaciable de los Estados Unidos,
favorecida por nuestra debilidad».25
Durante nueve años México se había rehusado a reconocer la independencia de Texas y no
había querido aceptar la oferta del presidente
norteamericano de comprar la California Norte.
Al fracasar sus esfuerzos por conseguir concesiones mediante medios pacíficos, Polk se decidió
a hacer una demostración de fuerza.
A partir de enero de 1846, las tropas norteamericanas siguieron internándose en el país.
Se turnaron órdenes norteamericanas en el Gol24
«Mensaje especial del presidente Polk al Congreso americano, pidiéndole que se declare el estado de guerra con México, Washington 11 de mayo de 1846», en Vázquez, Josefina (introducción
y selección de textos), Mexicanos y norteamericanos ante la
guerra del 47, México, Ediciones Ateneo, 1977, pp. 53-64.
25
«Orígenes de la guerra, 1848», Ibid., p. 66.
15
fo y en Pacífico de bloquear los puertos mexicanos. Se ordenó al general Kearny aprestar fuerzas para partir rumbo a Nuevo México y California
y al general Wool rumbo a Chihuahua. Matamoros fue ocupado el 18 de mayo. Ante ello, el
gobierno mexicano se vio en la necesidad de
declarar la guerra el 7 de julio de 1846. La declaración tenía un tono defensivo; ya que los gobiernos mexicanos habían tratado de evitar la guerra. México había jurado responder con la guerra a la anexión de Texas a Estados Unidos; sin
embargo, el gobierno del general José Joaquín
de Herrera deseaba preservar la paz y sabía que
no tenían posibilidades de recuperar Texas.
Expresaba, en 1847, el Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel de la Peña y Peña, la
desigual situación de México frente a Estados
Unidos sobre la posibilidad de ganar la guerra:
Una guerra extranjera que se haya de
sostener con una nación poderosa, adelantada en civilización, poseedora de una
marina respetable, y que tiene una población muy superior a la de su enemigo, la cual aumenta rápidamente todos
los días, por la inmigración que atrae a
ella una grande y no interrumpida carrera de prosperidad, importa inmensos
sacrificios de hombre y dinero, no ya
para asegurar la victoria, sino simplemente para evitar que se marche a un vencimiento seguro. Y ¿ serán posibles esos
sacrificios a la República Mexicana en el
estado de extenuación en que la han
dejado tantos años de errores y desventuras?26
Para el 13 de enero de 1847 se había ocupado la
Alta California y el 23 de enero se había logrado
quebrar en La Angostura la resistencia más seria
de parte de los mexicanos. Desde el 9 de marzo
empezó el bombardeo en puerto de Veracruz, que
26
Oficios anexos del ministro de Guerra, Pedro María Anaya, al
de Relaciones Exteriores, Gobernación y Policía, Manuel Peña y
Peña, En Comunicación circular...a los gobiernos y asambleas
departamentales, sobre la cuestión de paz o guerra, según el
estado que guardaba en aquella época. Imp. de J. M. Lara,
Querétaro, México, 1848, pp. 38-40, Citado por García Cantú, Gastón,
Las invasiones norteamericanas en México, México, Serie Popular Era, 1971, pp. 78-79.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
capituló 18 días después. En abril, Santa Anna fue
vencido en Cerro Gordo y un mes después, el
ejército extranjero ocupaba Puebla sin ninguna
resistencia. En agosto, las tropas norteamericanas
iniciaron su marcha a la ciudad de México cuidadosamente dirigido sobre las condiciones del
territorio, el estado de las tropas mexicanas y de
la población. La situación de la capital era muy
difícil, puesto que sólo siete estados de la República habían colaborado para su defensa.
La capital cayó en las manos del ejército
invasor en septiembre de 1847 después de las
batallas de Churubusco, Molino del Rey y
Chapultepec. El día 14 de ese mes la bandera
norteamericana ondeaba en el palacio nacional,
lo que provocó que el gobierno mexicano se
trasladara a Querétaro.27
A partir de abril de ese año un plenipotenciario norteamericano acompañaba al general
Winfield Scott, para recibir cualquier propuesta
mexicana de paz, con instrucciones de ofrecer
como máximo una cantidad de 30 millones a
cambio de las Californias, Nuevo México y el paso
a través de Tehuantepec. Fue escogido para aquél
puesto Nicholas P. Trist, quien rompió relaciones
con la comisión mexicana, que sólo aceptaba la
cesión de Texas y de California hasta el paralelo
37.
El Congreso de Estados Unidos llegó a discutir el asunto de la absorción de todo México.
Entre las razones que movieron muchos congresistas a oponerse a la absorción total estaban las
consideraciones de repulsión racial; se temía que
los mexicanos pusieran en peligro la «democracia» norteamericana. Por ejemplo el senador Jhon
Milton Niles manifestaba su repulsión ante la idea
de la anexión completa del país a la unión norteamericana:
La idea de unir los destinos de esta libre
y gran república a los de un país como
México, es sorprendente y debe llenar
de alarma el espíritu de cualquier persona reflexiva...¿En qué otro país de la
27
Vázquez, Josefina, «Los primeros tropiezos», en Historia General de México, México, El Colegio de México, 1981, vol. 2, pp.
815-817.
16
tierra podemos encontrar combinados
todos los males de raza, gobierno, religión y moral? Y si es que existen otros
males, seguramente también se encontrarán ahí.28
En el Congreso norteamericano no había líneas
definidas de opinión. Los más reacios a admitir
territorio mexicano eran los «whigs» sureños, al
igual que algunos diputados del norte, pero sus
argumentos descansaban en el antiesclavismo. Los
demócratas del sur se oponían a la
desmembración de México, en cambio los demócratas del norte y este deseaban adquirir territorio, pero sin presiones.29
Durante enero y febrero de 1848, el movimiento por absorber todo México llegó a su culminación. El 20 de febrero llegó a Washington el
Tratado de Guadalupe Hidalgo que Trist había
firmado con los mexicanos, aún desobedeciendo las órdenes de regresar a su país para recibir
nuevas instrucciones. El 29 de febrero se convienen las condiciones de la suspensión de hostilidades. En junio regresa a la presidencia del país
el general José Joaquín de Herrera y se hiza la
bandera mexicana en palacio una vez que habían
salido las tropas norteamericanas.30
México perdió con aquel tratado, además
de Texas, el terreno entre el río Nueces y el Bravo, perteneciente en su mayor parte a Tamaulipas,
todo el territorio de Nuevo México y toda la Alta
California. Según los cálculos hechos en Estados
Unidos, la pérdida territorial fue de 851,598 millas (1,370,221 Km2). La indemnización se fijó en
15 millones de pesos.31
En tanto que las fuerzas norteamericanas
fueron retirándose, la guerra civil tomaba una
nueva bandera engargolada nuevamente por el
28
Speech of Hon. John M. Niles of Connecticut on the War with
Mexico. Delivered in the Senate of the United States, 9 de febrero
de 1848. Washington, printed at the Congressional Globe Office,
1848, p.11. Citado por Vázquez, op. cit., 1977, pp. 25-26.
29
Vázquez, op. cit., 1973, p. 81.
30
Alcaraz, Ramón, Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos, México, Consejo Nacional Para
la Cultura y las Artes, 1991, pp. 27-29.
31
«Tratado de Guadalupe Hidalgo» en Matute, Alvaro, México
en el siglo XIX. Antología de fuentes e interpretaciones históricas, México, UNAM, 1984, pp. 450-472.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
general Manuel Paredes y Arrillaga, con el pretexto de que la paz con el país vecino no era
honrosa para los mexicanos. México seguía con
sus problemas internos después de haberle cedido a Estados Unidos la mitad de su territorio.
No sólo había disputa por el poder central, sino
también había sublevaciones indígenas en varios
estados, como en Yucatán donde ardía la guerra
de castas, los indios de Puebla y Oaxaca amenazaban esos estados, mientras los «indios bárbaros» incursionaban hasta Zacatecas y San Luis
Potosí.
Los mexicanos con visión política nacional,
más general que la que compartía la mayoría del
país, se dieron cuenta de que la derrota en la
guerra había significado uno de los golpes más
rudos que podía haber sufrido el joven país. Por
ejemplo, Mariano Otero32 hacía hincapié en la
actitud indiferente de la mayoría de la sociedad
y en la falta de espíritu nacional, como dos causas determinantes del fracaso ante el país extranjero:
Parece por demás inútil el que los escritores extranjeros se calientan la cabeza,
buscando en la feminación o degradación de la raza mexicana, ese
indiferentísimo que ha manifestado esta
nación en la guerra actual, así como es
ridículo el que los mexicanos se empeñen ahora en hacer inculpaciones unos
a otros por lo que ha sucedido. Nosotros, por nuestra parte, creemos que todo
está explicado en estas breves palabras:
en México no hay ni ha podido haber
eso que se llama espíritu nacional, porque no hay nación. En efecto, si una
nación no puede llamarse tal, sino cuando tiene en sí mismo todos los elemen-
32
Mariano Otero nació en la Guadalajara, Jalisco, en 1817 y murió
en la ciudad de México en 1850. Se tituló como abogado. En 1842
se le eligió como diputado por Jalisco al Congreso Constituyente
donde mantuvo ideas federalistas, y en 1846 fue nuevamente elegido diputado al Congreso Nacional Extraordinario con funciones
de constituyente. Fue uno de los cuatro diputados que se opuso a
los Tratados de Guadalupe Hidalgo y votaron por continuar la guerra
con Estados Unidos. Durante la presidencia de José Joaquín de
Herrera fue Secretario de Relaciones Exteriores (junio a diciembre
de 1848). Musacchio, op. cit., pp.1427-1428.
17
tos para hacer su felicidad en el interior,
y ser respetada en el exterior, México
no puede llamarse nación.33
La explicación de Otero nos parece muy acertada porque habla de la falta de unión entre los
habitantes, que se manifestaba en la permanente guerra civil, donde el pueblo se había acostumbrado a no respetar a sus autoridades. Atribuía la pérdida en la guerra a la división de la
sociedad en grupos políticos, cada uno de ellos
creía o pretendía creer que sus contrarios eran
la única causa de las desgracias del país; por lo
cual verían sin duda con menos sentimiento la
pérdida total del territorio, que el triunfo de cualquier partido que no fuera el suyo.
Este panorama lo podemos apreciar cuando acudimos a las relaciones políticas de algún
estado de la República, como el Estado de México, y nos aproximamos a la actuación de sus
autoridades y habitantes ante tres problemáticas:
a) un gobierno estatal en formación que quería
controlar sus recursos económicos y humanos, b)
la llegada de las tropas extranjeras a su territorio
y c) las disputas sociales y de poder internas.
2. SITUACIÓN POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN EN LA
GUERRA DEL ESTADO DE MÉXICO
En los primeros meses de 1846, existía una gran
inquietud en el Estado de México por la forma
de gobierno que debía implantarse en el país:
continuar con el centralismo o regresar al
federalismo. Era un tema que superaba en importancia al de la invasión extranjera; por lo cual el
presidente interino, Mariano Paredes y Arrillaga,
propuso a las autoridades estatales cesara de discutirse ese tema, porque se corría el riesgo de
«desmembrar los Departamentos» (división político administrativa de la República centralista) y
con ello el sistema centralista vigente. Orden que
33
«Consideraciones sobre la situación política y social de la
República Mexicana en el año de 1847», en Otero, Mariano, Obras,
Recopilación, selección, comentarios y estudio preliminar de Jesús
Reyes Heroles, México, Editorial Porrúa, 1967, p. 127,
Mª del Carmen Salinas Sandoval
se trasmitió a las prefecturas para que fuera cumplida.34
El general Paredes quería controlar más a
los Departamentos al decretar que se reservaba
el nombramiento de los gobernadores sin tomar
en cuenta la propuesta de las Asambleas, como
dictaba la Constitución. Necesitaba colocar gente de su entera confianza, porque facultó a los
gobernadores para que obraran expeditamente
cuando estuviera en peligro la independencia e
integridad del territorio nacional, a causa de la
invasión extranjera.35
Las inquietudes de la sociedad obedecían
al cambio de sistema de gobierno centralista, ya
que se había prometido informalmente desde
enero de ese año el cambio al federalismo. Desde que cae el gobierno del general Paredes, en
julio de 1846, se empiezan a reorganizar los poderes estatales. En agosto de ese año, el primer
paso fue el cese de funciones de los vocales de
la Asamblea Departamental (poder legislativo en
el sistema centralista) y del gobernador. El general en jefe del ejército libertador republicano, en
ejercicio del supremo poder ejecutivo, José
Mariano Salas, nombró gobernador interino del
estado al Lic. Francisco Modesto de Olaguíbel,36
quien fue nombrado gobernador constitucional
en noviembre de 1846 y estuvo en ese puesto
hasta febrero de 1848. También fue elegido el Lic.
Diego J. Pérez Fernández como Teniente Gobernador (era parte del Consejo de Estado y sustituía al gobernador en su ausencia), quien estuvo en ese puesto hasta su fallecimiento, el 18 de
octubre de 1847.37
34
«Oficio del Ministro de Relaciones Exteriores, gobernación y
policía al Secretario de Gobierno del Departamento de México, 14
de marzo de 1846», AHEM, Gobierno, 1846, en proceso de clasificación.
35
«El gobierno del Departamento de México remite una circular
por lo que propone el presidente interino se reserva para sí el
nombramiento de gobernadores, 13 de marzo de 1846», en BCEM
(Biblioteca del Congreso del Estado de México), 1846, T. 156, Exp.
298.
36
Francisco Modesto de Olaguíbel nació en Puebla en 1806 y
murió en la ciudad de México en 1865. Se tituló de abogado. Fue
senador en 1853, cuando fue desterrado por Antonio López de Santa
Anna. Volvió a México en 1861 y el presidente Benito Juárez lo
nombró procurador general interino. Musacchio, op. cit., p. 1114.
37
«Se le comunica al gobernador del Departamento de México
que ha cesado la Asamblea Departamental, 16 de agosto de 1846»,
18
El gobernador Olaguíbel decretó, el 29 de
agosto de 1846, de acuerdo a los poderes federales, que estaba vigente la Constitución estatal
de 1827; de acuerdo a esas disposiciones
federalistas se empezaron a organizar los poderes estatales. Se especificaba que la elección de
los diputados estatales y federales se haría conforme a las antiguas leyes federales (la primera
junta preparatoria del Congreso estatal se realizó el cuatro de noviembre). Este Congreso quedó integrado de 16 diputados, quienes integraron la Legislatura extraordinaria del 11 de noviembre de 1846 al 26 de febrero de 1849.38 El poder
judicial del estado residía en el Tribunal Superior
de Justicia del Estado, en la Audiencia, en los
jueces letrados de primera instancia y en los alcaldes conciliadores. En el gobierno municipal
permanecerían los jueces de paz mientras se eligieran ayuntamientos.39
Las disposiciones legales no eran suficientes para borrar diez años de prácticas dirigidas a
centralizar el poder en el centro de la República,
particularmente en un estado que había sido el
promotor del gobierno centralista entre 1834-35.
El gobernador se veía en la necesidad de hacer
un llamado a los habitantes para restablecer la
confederación (que se planeó en 1824), como
arma salvadora de las pugnas internas y de la
invasión extranjera.40
en AHEM, C.091, 1846, vol. 169, exp. 1. «Dictando providencias para
solemnizar el nombramiento del gobernador constitucional del
estado, 30 de agosto de 1846», en AHMT (Archivo Histórico del
Municipio de Toluca), Sección Especial (Gobierno), C. 4, exp. 265,
1846, 8, 6. «Fallecimiento del teniente gobernador José Pérez
Fernández, 18 de octubre de 1847», AHEM, C.037.0, 1847, V. 73,
Exp. 12.
38
Los integrantes de la Legislatura extraordinaria fueron: Mariano
Ariscorreta, Barrera, José del Villar Bocanegra, José R. González,
Manuel Guerra, Ignacio Gutiérrez, Joaquín Jiménez, José María
Legorreta, Rafael María Martínez, Tomás Ramón del Moral , Isidoro
Olvera, Eulalio María Ortega, Domingo María Pérez y Fernández,
Teodoro Riveroll, José María Romero Díaz y José María Verdiguel y
Fernández. Venegas, Aurelio, Índice cronológico de los gobernantes del Estado de México, 1912, Toluca, Talleres de la Escuela de Artes, p. 14.
39
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario del
estado libre y soberano de México que funcionó en la segunda época de la federación, Toluca, Tip. de J. Quijano, vol. III, 1850,
pp. 3-4.
40
«Alocución del gobernador del Estado de México, Francisco
M. Olaguíbel a los habitantes de Toluca, 13 de septiembre de 1846»,
AHEM, C.009.3, 1846, v. 35, Exp. 4.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
La manera de proceder del poder Legislativo nos permite acercarnos a la posición oficial
del Estado de México, entre 1846 y 1848, sobre
los asuntos de política interna y de actuación
externa.
a) Posición del Poder Legislativo
La Asamblea Departamental (de enero a agosto
de 1846) y el Congreso estatal (de agosto a diciembre), centraron su atención en la reorganización de la política estatal: elecciones de diputados, juntas calificadoras del contingente de sangre, tribunales de minería y mercantiles, reglamento de tribunales, indultos, impresión de un periódico oficial del estado, establecer presidios y
hospitales, establecimiento de ayuntamientos,
jueces letrados y visitas a juzgados. Entre estos
asuntos tuvo singular importancia el «Reglamento para el gobierno interior del Tribunal Superior de Justicia del Estado Libre y Soberano de
México», ya que precisaba el funcionamiento del
poder judicial, que aparecía muy tenue, pero era
uno de los tres pilares de la estructura de poder
federal.41
El segundo rubro en importancia para los
diputados fue la hacienda pública: presupuesto
general de gastos, arreglo provisional de las oficinas, aprobación de gastos para policía, restablecer peajes, aprobación de contribuciones por
cerdos y el reglamento de hacienda del estado.
En tercer lugar se encargaron de asuntos relativos a la Guardia Nacional:42 se promovió la organización de la «Guardia republicana rural del
Estado libre y soberano de México» y armar y
equipar a 6,000 hombres de Guardia Nacional y
41
«Reglamento para el gobierno interior del Tribunal Superior
de Justicia del Estado Libre y Soberano de México, 26 de octubre
de 1846», en AHEM (Gobierno) C.020, 1847, vol. 50, Exp. 2. «Sobre
si anualmente se deben nombrar nuevos vecinos para las juntas
calificadoras del reglamento sobre contingente, 18 de marzo de 1846»,
en BCEM, 1846, T. 156, exp. 283.
42
La Guardia Nacional se componía de todos los mexicanos
hábiles para el servicio militar, y que fueran ciudadanos. Se estableció para defender la «independencia de la nación» , sostener las
instituciones, conservar la tranquilidad pública y hacer establecer
las leyes y las autoridades establecidas por ellas. «Ley orgánica de
la Guardia Nacional» en Colección de decretos, op. cit., vol. 3, p.
341.
19
4,000 de caballería. Y en cuarto lugar se empezaron a ocupar de la invasión extranjera: cubrir
lo más rápido posible el contingente de sangre
con los acusados de vagancia, promover la creación de una fábrica de pólvora y declarar la soberanía del estado como parte integrante de la
federación, este reconocimiento sería «el más firme antemural que puede oponerse a los avances del enemigo extranjero».43
En noviembre de 1846, la Comisión de
Puntos Constitucionales consideró necesario ratificar la soberanía e independencia del Estado
de México, como representantes de la ciudadanía:
Considerando los representantes del Estado de México que en las actuales circunstancias de la República en que van
a integrar un Congreso extraordinario
para constituirlo de la manera más conforme a su voluntad y necesidades, ninguna cosa será más conducente que
hacer una declaración de su soberanía e
independencia, han venido a declarar
pública y solemnemente en nombre y
por la autoridad de sus comitentes, y
poniendo por testigo de la realidad al
Supremo Juez del mundo, que el Estado de México es parte integrante de la
federación mexicana que es libre independiente y soberano.44
Esta forma de proceder del poder legislativo
mostraba su tendencia a consolidar el poder
político y económico en el estado y a controlar
las pugnas entre diversos grupos sociales, como
los asuntos más prioritarios, para poder demostrar que era un «estado libre y soberano» que
formaba parte de una confederación, con la posibilidad de regir su destino. Consideraban que
sólo entonces el Estado de México tendría la fuerza
suficiente para enfrentarse al ejército extranjero.
El avance de este ejército rebasó los planes de
43
Colección de Decretos de los Congresos Constitucionales, op. cit., vol. II, pp. 602- 617. Colección de Decretos del
Congreso Extraordinario, op. cit., vol. III, pp. 1-66.
44
«Declaración de la soberanía e independencia del Estado de
México, 12 de noviembre de 1846», en BCEM, Año 1846, vol. 149,
Exp. 76.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
las autoridades estatales; ya que, en 1847, tuvieron que actuar aceleradamente sin haber resuelto su situación interna.
De enero a diciembre de 1847, la situación
cambió: las medidas relacionadas contra las tropas norteamericanas ocuparon el primer lugar en
la atención del Congreso estatal, que se fueron
relacionando con la hacienda y la organización
política. Antes de conocer estos asuntos es importante mencionar que casi con la misma continuidad trataban asuntos relacionados con el
gobierno municipal: precisar que se regirían por
la primera ley sobre ayuntamientos expedida en
el estado (de 1825), aumentar el número de
municipalidades, autorizar nuevas contribuciones
y ferias.45
Las disposiciones hacendarias directamente relacionadas con la guerra fueron las siguientes: autorizaban al poder ejecutivo (a propuesta
del teniente gobernador Pérez Fernández) para
realizar dos préstamos forzosos, el primero de
$300,000, de los cuales $100,000 se utilizarían en
el «ejército de operaciones» de la federación y el
resto en equipar y armar a la Guardia Nacional
que defendería al estado; y el segundo préstamo
fue por $200,000, la mitad en dinero y la otra mitad
en especie. Se rechazaron dos proposiciones de
Pérez Fernández sobre establecer la contribución
del uno al millar mensual sobre el valor de las
fincas rústicas y urbanas y aprobar que todo comerciante pagara el uno por ciento de las ventas
de un año.46
Se aumentaron los derechos de alcabala en
50% y todas las contribuciones directas en 100%
con excepción de la de instrucción pública. Se
autorizó a la diputación permanente para decretar toda clase de recursos para sostener la guerra. Al finalizar el año se extinguieron las alcabalas
y se sustituirían por un sistema de contribucio-
45
Estos asuntos los trataremos en el siguiente apartado.
«Proposición del Sr. Pérez Fernández para que se autorice al
gobierno del estado para que se proporcione medio millón de pesos,
3 de abril de 1847», en BCEM, 1847, T. 159, Exp. 80. «Proposición
del Sr. Pérez y Fernández sobre que mientras dure la guerra con
Estados Unidos se establezca la contribución del uno al millar mensual
sobre el valor de las fincas rústicas y urbanas que hay en el estado,
3 de abril de 1847».
46
20
nes directas. Esta ley creó varios conflictos, por
lo que únicamente estuvo vigente hasta el triunfo del Plan de Ayutla. Los problemas principales
se provocaban porque los establecimientos industriales, talleres y giros mercantiles pagarían cuotas mensuales fijadas por una junta local compuesta por el recaudador de rentas y dos personas más
en cada lugar. 47
Los diputados se manifestaron contra el
pronunciamiento de los «polkos» (Plan para la
restauración de los verdaderos principios
federativos), del 27 de febrero de la ciudad de
México, por considerarlo contrario a los principios federales, con lo cual obstruía la defensa de
la «independencia nacional» amagada por la guerra
con Estados Unidos.48
El Estado de México se adhería a la coalición promovida por Jalisco y secundada por
Zacatecas, Querétaro, Aguascalientes, San Luis
Potosí y Michoacán; esta coalición tenía como
finalidad «sostener la independencia nacional y
el sistema representativo popular federal» sin
perder las especificidades de cada estado. Los
comisionados para representar al estado en la
coalición serían diputados, dos propietarios y dos
suplentes. Se invitó a todos los estados de la «confederación mexicana» a integrar la junta de coalición, para que hubiese representación de la
mayoría; principalmente para elegir un Congreso general y un presidente provisionales si la
guerra hiciera desaparecer los supremos poderes federales. 49
Para preparar a la tropa del estado, los diputados locales consideraron necesarias varias
medidas: promover la producción de pólvora, por
lo cual ofrecía premios a los fabricantes. Autorizaban al Ejecutivo (gobernador, prefectos,
subprefectos) para recoger las armas de municiones que tuvieran los habitantes. Se autorizó al
gobierno poner «sobre las armas toda la fuerza
47
Colección de decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., pp. 113, decretos núms. 25, 44, 47, 63. 69, 11 de febrero, 21
y 23 de abril, 2 de junio, 23 de noviembre de 1847.
48
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., decreto núm. 32, 18 de marzo de 1847.
49
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., decretos núms. 35 y 37, 26 y 29 de marzo de 1847. decreto 5
expedido por la Junta Legislativa, 9 de diciembre 1947.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
21
que le sea posible» por lo cual ordenaron a los
ayuntamientos que eligieran a los ciudadanos de
su comarca para que formaran parte de la Guardia Nacional; tenían que alcanzar la cantidad de
6,000 hombres de infantería y 4,000 de caballería. Los ciudadanos que no pudieran prestar sus
servicios en la Guardia Nacional debían pagar una
contribución especial; pero los que se presentaran de manera voluntaria se les prometía como
premio la adjudicación de un terreno baldío cuya
dimensión dependería de los servicios prestados.
Se les anotaba en el padrón municipal con una
frase distintiva: «acudió espontáneamente a defender a su patria y a su religión, en la guerra de
invasión de los Estados Unidos de 1847».
Esos voluntarios formaban secciones ligeras de Guardia Nacional, que se componían de
50 a 100 individuos. En cada una de las cabeceras de los partidos debía haber una sección ligera de 100 hombres de caballería. Las «secciones
ligeras de voluntarios de la Guardia Nacional»
propiciaron la guerra de guerrillas en el estado,
particularmente en las municipalidades de
Temascaltepec, Sultepec, Cuernavaca, Huejutla,
Pachuca, Chalco y Tlalmanalco.50
Las disposiciones más importantes en la
organización política se dieron después de que
las tropas norteamericanas ocuparon la capital del
país. Éstas fueron: conceder facultades extraordinarias al gobierno del estado (19 de septiembre) para que en el receso del Congreso se nombrara una Junta Legislativa, para que representara junto con la Diputación permanente al Poder
Legislativo.51 Estas autoridades decidieron junto
con el Ejecutivo los asuntos urgentes. Uno de estos
asuntos fue manifestar su inconformidad ante el
Presidente de la República sobre los tratados de
paz que se celebraban con el enviado norteame-
ricano, sin que ese tratado fuera aprobado por
la mayoría de las Legislaturas de los estados de
la federación. También se autorizó, el 19 de septiembre, que los poderes del estado se trasladaran a Sultepec cuando las circunstancias de la
guerra lo exigieran. Este momento llegó en enero de 1848, cuando las fuerzas extranjeras estaban en Lerma y poco después entraban a Toluca.52
Las medidas dictadas por el poder legislativo no se apartaron de su objetivo central (fortalecer la entidad federativa), ya que se preocuparon por armar y engrosar las fuerzas estatales,
principalmente para su defensa; así como también buscaron tener más ingresos y cambiaron la
residencia de los poderes estatales. Fue el año de
1847 el de mayores respuestas del estado ante la
guerra, porque las tropas extranjeras entraron en
territorio del Estado de México en julio. Un grupo de 150 norteamericanos ocuparon Tantoyuca,
del distrito de Huejutla, y en agosto llegaron a
Chalco, en su camino a la ciudad de México.
En febrero de 1848, se dieron las últimas
medidas legislativas relacionadas con la guerra:
se nombró, el 7 de febrero, provisionalmente
como gobernador al Lic. Manuel Gracida debido que el gobernador Olaguíbel fue hecho prisionero en el camino de Sultepec por tropas
mexicanas; los rumores explicativos oscilaban
entre su oposición a la firma de los tratados de
Guadalupe-Hidalgo pronunciándose porque la
guerra continuara y entre los conflictos que tenía con el general Juan Álvarez, Jefe del Ejército
del Sur. Cuatro días después de ese nombramiento
los diputados aceptaron la renuncia del Lic.
Olaguíbel, aunque no todas las autoridades estaban de acuerdo, como el prefecto de Toluca.53
A finales de febrero, se revocó el decreto
que autorizaba el cambio de los poderes estata-
50
Colección de decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., decretos núms. 46, 47, 48, 58, 60, 22 de abril, 10 de mayo, 3
de junio de 1847. Iracheta, María del Pilar, «Guerrillas durante la
intervención norteamericana, 1846.1848» en Boletín del Archivo
General del Estado de México, núm. 3, septiembre-diciembre de
1979, pp. 22-33.
51
«Decreto que el Lic. Diego L. Pérez Fernández, Teniente Gobernador, en ejercicio del ejecutivo del Estado Libre y Soberano
de México, da a conocer, 19 de septiembre de 1847», en AHEM,
C.001.7, 003.0, 1847, vol. 17, Exp. 30.
52
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., decretos núms. 63 y 66, 16 y 19 de septiembre de 1847. Decreto núm. 7 de la Junta Legislativa, 22 de diciembre de 1847.
53
«Acuerdo que da a conocer el C. Lic. Joaquín Jiménez, presidente de la Diputación permanente del Estado Libre y Soberano
de México, 7 de febrero de 1848», en AHEM (Gobierno) C.008.9,
vol. 24, Exp. 25. «Oficio al prefecto de Toluca pidiendo informe
porque no publica el decreto que admitió la renuncia de Francisco
Olaguíbel, 24 de febrero de 1848», en AHEM (Gobierno), C.070.1,
vol. 126, Exp. 12.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
les a Sultepec, para que el Ejecutivo cambiara su
residencia al lugar del estado que juzgara conveniente, ante lo cual escogió Metepec.54
Los diputados del Estado de México se
enfrentaron a otra problemática nacional: el alzamiento del general Mariano Paredes y Arrillaga
contra el gobierno general. Por invitación de la
Legislatura de Puebla aceptaron unirse con los
estados de Puebla, Veracruz y Oaxaca, para tratar de neutralizar los avances del movimiento de
Paredes en sus respectivos territorios, y asegurar
con ello la continuidad del pacto federal.55
En este año de 1848, el Congreso continuó
ocupándose del gobierno municipal: particularmente de su división territorial, impuestos, erección de municipalidades y cambio de cabeceras
municipales. En cuanto a los asuntos estatales
sobresalían nombramientos de autoridades como
el gobernador y el teniente gobernador, la erección del estado de Guerrero, anulación de elecciones de diputados, pago a empleados públicos
y el nuevo reglamento de las oficinas de hacienda En este reglamento se especificaba que habría
en la capital del estado una tesorería y una contaduría, y las obligaciones y facultades de las
autoridades para la recaudación y administración
de las rentas.
En el segundo semestre de ese año, los
diputados locales consideraban que había cuatro problemáticas que atender: a) formular iniciativas de reforma de la Constitución federal, ya
que consideraban que las realizadas un año antes eran moderadas y no atacaban los obstáculos
para alcanzar un federalismo pleno; b) promover reformas a la Constitución estatal; c) atender
las modificaciones al contingente de sangre y d)
ocuparse de los asuntos económicos del Congreso.56
54
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit., decretos núms. 8, 9, 11, 7, 11 y 22 de febrero de 1848.
55
«Proposición de la Legislatura de Puebla a la Legislatura del
Estado de México, 3 de julio de 1848», BCEM, 1848, T. 161, Exp.
165.
56
«La Diputación permanente a convocado al Congreso del estado a sesiones extraordinarias, 14 de junio de 1848», en AHEM
(Gobierno) C.003.3, 1848, vol. 20, Exp. 8.
22
Parecía que la experiencia que les había
dejado la guerra era querer modificar su Código
fundamental porque no estaban del todo conformes con lo alcanzado hasta la fecha. Idea que
compartía el gobernador Mariano Arizcorreta
(empezó su administración en abril de 1848), pero
él exponía que la solución no era eregir otras
constituciones sino dar a los habitantes educación,
cambiar su moral, forjar sus costumbres, para crear
hábitos de respeto a las leyes y autoridades. Quizá
porque era un federal moderado no quería cambiar lo establecido, pero acertaba al exponer que
la mayoría de la sociedad no conocía esas leyes
que se querían reformar ni el sistema político que
se quería consolidar:
No tenemos pueblo sino una aglomeración de hombres, entre los que hay una
pequeña, muy pequeña fracción conocedora de sus derechos, de las bases
fundamentales del bien de las naciones,
de las providencias que engrandecen a
los pueblos todos de la tierra, y el resto
que es una inmensa mayoría, todo lo
ignora, no conoce la naturaleza del sistema de gobierno en que vive...57
b) Posición del Poder Ejecutivo
Entre 1846 y 1848 ocuparon el poder ejecutivo
del Estado de México cuatro personas: Francisco
M. de Olaguíbel (del 22 de agosto de 1846 al 7
de febrero de 1848), Mariano Villela (del 11 al 13
de noviembre de 1846)58 , Manuel Gracida (del 7
de febrero al 28 de abril de 1848) y Mariano
Ariscorreta (del 28 de abril de 1848 al 22 de marzo
de 1849). Al Lic. Olaguíbel le correspondió estar
al frente del estado durante la invasión norteamericana.
En noviembre de 1846, Olaguíbel consideraba que eran siete asuntos los que debían ocu57
«La Diputación permanente a convocado al Congreso del estado a sesiones extraordinarias, 14 de junio de 1848», en AHEM
(Gobierno) C.003.3, 1848, vol. 20, Exp. 8.
58
El Lic. Francisco M. Olaguíbel dejó el gobierno al Lic. Mariano
Villela, como Presidente del Tribunal Superior de Justicia, por la
renuncia que hizo de su cargo de gobernador el 11 de noviembre
de 1846. Dos días después se incorporó nuevamente. AHEM, C.012.0,
1846, V. 40, Exp. 25.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
par la atención del Ejecutivo y del Legislativo:
declarar la soberanía e independencia del estado, dar instrucciones a los representantes del
estado en el Congreso general sobre reformar la
Constitución de 1824, elegir constitucionalmente gobernador y teniente gobernador, revisar los
actos legislativos del gobernador, ocuparse de los
asuntos comunes de la Legislatura, «arbitrar y
decretar toda clase de recursos al gobierno general para la guerra de invasión, objeto preferente
de todo mexicano» y convocar al Congreso Constituyente del estado.59 Dentro del gran marco de
problemas ocupaba el sexto lugar el de la guerra, para enfrentarlo consideró como paso obligado por las órdenes del gobierno general ayudar a solventar los gastos de ésta.
La ayuda obligada al gobierno federal era
un acto al cual se resistía. Explicaba que las autoridades de la ciudad de México no entendían
las relaciones de respeto entre los integrantes de
una confederación:
Así, acaso, llegará un día en que se comprenda en nuestra ciudad de México, lo
que es federación. Así, acaso, llegará a
considerarse a los estados, limitándose
el gobierno general a lo que debe ser
en la confederación de unas naciones.60
La oposición de Olaguíbel a cumplir las disposiciones que el gobierno federal le daba, la hizo
extensiva a todas las autoridades del estado, principalmente a los prefectos; ya que éstos y los
ayuntamientos eran los responsables de la ejecución y supervisión de las órdenes superiores. El
gobernador mandó una circular, en enero de 1847,
a cada prefecto para prohibirle obedecer cualquier
ley de la federación, sino había pasado primero
por su autorización. Defendía su posición como
autoridad que representaba a la entidad federativa,
59
«Decreto del gobernador Francisco M. Olaguíbel, 2 de noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.044.4, 1846, vol. 82, exp. 3.
60
«Discurso pronunciado por el gobernador del Estado Libre y
Soberano de México, Lic. Francisco M. Olaguíbel en la solemne
apertura de las sesiones del estado, verificada en Toluca el 10 de
noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.009.3-003.5, 1846, vol.
35, exp. 8.
23
para lo cual se basaba en la reglamentación estatal:
El C. gobernador se ha servido disponer prevenga a usted, como lo hago, que
bajo su más estrecha responsabilidad se
le prohíbe obedecer toda ley o disposición del gobierno general que no le sea
comunicada por este gobierno, según lo
disponen las leyes del estado.61
Aún en mayo de ese año, el gobernador se seguía negando a actuar subordinado a la federación en la lucha contra Estados Unidos, luchaba
por mostrar su autonomía en el territorio estatal.
El presidente en turno, general Pedro María Anaya,
manifestaba la falta de cooperación del gobernador del Estado de México: no remitía las fuerzas
que se le pedían, ponía trabas a las rentas extraordinarias que se fijaban y había disuelto, por medio
del prefecto de Tula, las tropas de Guardia Nacional que se habían reunido en Huichapan. Se
preguntaba el presidente: «¿es esto ayudar al gobierno general? ¿podía yo esperarlo de un amigo mío y de un buen patriota como el Sr.
Olaguíbel?»62
El gobernador consideró más urgente ocuparse de la organización interna del estado: cambió los prefectos, se reabrieron escuelas, promovió
las Guardias Nacional y Rural y nombró nuevos
jueces.63 También hizo constantes cambios de
personal en las oficinas de hacienda. Incitó al
61
«El gobernador del estado de México, ha dispuesto la estrecha responsabilidad y obediencia a toda ley o disposición del gobierno general, 25 de enero de 1847», AHEM, C.021.5, 1847, V. 50,
Exp. 40.
62
«Carta de Presidente de la República al Lic. Mariano Ariscorreta,
5 de mayo de 1847», AHEM, C.001.5, V. 16, Exp, 39.
63
Prefectos que gobernaban los distritos según los nombramientos
que hizo el gobernador Olaguíbel (faltó el de Toluca): Acapulco,
el coronel Diego Álvarez propietario y como suplente Pedro Rita
Rosales; Chilapa, el coronel Gregorio Leyva propietario; Cuernavaca,
el teniente coronel Manuel Lozano propietario; Este de México,
Teodoro Riveroll propietario y como interino el coronel Joaquín
Zarco; Huejutla, Cristobal Andrade propietario; Oeste de México,
coronel Ignacio Comonfort propietario y el Lic. Manuel María Beytia
interino; Sultepec, Bernardino Alcalde propietario y José Sánchez
Feijo interino; Taxco, Román García propietario y el Lic. Rafael Solares
interino; Tula, Lic. Rafael María Villagrán propietario; y Tulancingo,
Antonio Sein propietario. Cada uno tiene un sueldo de $3,000
anuales. «Noticia de las personas que sirven en las prefecturas sujetas al gobierno del Estado de México, 24 de noviembre de 1846»,
AHEM, C.001.5, V.16, Exp. 39.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
Congreso estatal para que gestionara la devolución de la ciudad de México y que los poderes
de la Unión designaran otro punto para fijar su
residencia política.64 Para que sobresalieran sus
prácticas políticas describía la situación del Departamento de México cuando lo recibió:
No había gobierno cuando yo entré. Títulos, nombres, sueldos, no dan realidad a las cosas: una asamblea, un gobernador, unas prefecturas sin apoyo
en los pueblos y sin prestigio de ninguna clase, no podían hacer bien
alguno...La dictadura militar todo lo había invadido; la idea de monarquía sublevaba a los ciudadanos contra sus
gobernantes, y hacía ver en cada uno
de ellos un instrumento de opresión.65
La actitud del gobernador Olaguíbel provocó
desacuerdos con las autoridades de los poderes
federales, pero también con algunas de las autoridades estatales. Como con el Lic. Mariano
Ariscorreta, diputado estatal entonces, y el Lic.
Manuel Gracida, juez de letras; quienes también
tenían una tendencia política federal, pero era
menos radical que la que manifestaba el Gobernador, no tenían pretensiones de hacer transformaciones legales determinantes ni de actuar en
defensa de la entidad federativa enfrentándose a
los poderes generales.
El licenciado Ariscorreta presentó una acusación oficial, en mayo de 1847, contra el gobernador Olaguíbel ante la Cámara de diputados.
Eran 21 faltas las que denunciaba, derivadas de
los ocho meses de ejercer el Ejecutivo sin apegarse a las leyes estatales y federales. Las principales acusaciones fueron: despedir al Lic. Manuel
Gracida de su empleo de juez de letras de Toluca
64
«Nombramientos que hizo el gobernador Francisco M. Olaguíbel
entre octubre de 1846 y noviembre de 1847», en AHEM, C.012.3,
V. 46, Exp. 7. «El gobernador envía un oficio al Congreso del estado para que gestione la devolución de la Ciudad de México, 19 de
diciembre de 1846», AHEM, C.020, V.50, Exp. 1.
65
«Discurso pronunciado por el gobernador del Estado Libre y
Soberano de México, Lic. Francisco M. Olaguíbel en la solemne
apertura de las sesiones del estado, verificada en Toluca el 10 de
noviembre de 1846», en AHEM (Gobierno) C.009.3-003.5, 1846, vol.
35, exp. 8.
24
y lo mandó a Cuernavaca; expedir una ley sobre
ayuntamientos contraría a la Constitución de 1827;
pedir a los prestamistas en lugar de al clero un
préstamo forzoso de dos millones de pesos promovido por el gobierno general, cantidad que no
había ingresado completamente a la tesorería
general, al igual que los donativos para armar la
Guardia Nacional; expedir decretos y no darlos
a conocer a la opinión pública inmediatamente;
infringir el Reglamento de Guardia Nacional al
contratar oficiales; nombrar dos prefectos que no
eran ciudadanos del estado; cambiar la prefectura del Oeste de Tlalnepantla a Tlalpan; cobrar
multas que no entraban a la tesorería del estado;
disolver la tropa de dos mil hombres de Guardia
Nacional integrada en Tula; pagar sueldos a
empleados sin prestar servicio y haber dado órdenes como gobernador cuando oficialmente el
encargado del Ejecutivo era el teniente gobernador.66
Las acusaciones se centraban en problemas
de administración interna del estado, sin ampliar
su visión a la situación de guerra en la que se
encontraba el país. En su comparecencia ante el
Gran Jurado de la Cámara de Diputados, el gobernador Olaguíbel se defendió de la mayoría de
los cargos; por lo cual no se consideró que hubieran los elementos necesarios para iniciar la
causa judicial.67
Los conflictos de Olaguíbel al interior del
estado parecían más una pugna por el poder, que
el afán de mejorar las anomalías que se presentaban en el gobierno, principalmente de Mariano
Ariscorreta, quien había tenido una carrera política en el estado como diputado en el Congreso
y seguiría teniéndola como gobernador y en el
Tribunal Superior de Justicia.68 Tanto Gracida
66
«Acusación del Lic. Mariano Ariscorreta contra los actos del
gobernador Francisco M. Olaguíbel, 17 de mayo de 1847», AHEM,
C.001.5, V. 16, Exp. 39.
67
Iracheta Cenecorta, María del Pilar, «federalismo en invasión
norteamericana en el estado de México (1846-1848)», en Primer
Congreso de Historia de las intervenciones: México en guerra.
Perspectivas regionales 1846-1848, 18 de noviembre de 1994.
68
Mariano Ariscorreta fue diputado en el Congreso del Estado
de México del 22 de febrero de 1829 a 26 de febrero de 1830, del
17 de febrero de 1833 al 27 de mayo de 1834 y del 11 de noviembre de 1846 a abril de 1848. Fue ministro propietario del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de México de 1850 a 1857. Venegas,
op. cit. pp. 9, 12, 14 y 83.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
como Ariscorreta lograron su objetivo en 1847 al
ocupar la gubernatura provisionalmente Manuel
Gracida, el 7 de febrero, preparando el camino
a Ariscorreta que fue elegido constitucionalmente
gobernador el 28 de abril. Seis meses después
intentó renunciar, pero no fue aceptada su renuncia por el Congreso estatal, argumentaba que se
persuadía de que su credo político no era el que
imperaba en la opinión pública del estado, sin
que las constantes pugnas disminuyeran y sin que
él pudiera influir por medio de la justicia y la ley.69
A pesar de la tendencia de Ariscorreta de
evitar los conflictos directos con las autoridades
federales, tuvo que hacerlo, en noviembre de
1848, porque sentía que el pacto de federación
se desquebrajaba. Mandó una circular a los demás gobernadores de la confederación mexicana para informarles que el Congreso de la Unión
había invadido la soberanía del Estado de México, al declarar nulas las elecciones de diputados
por un reglamento que expidió el gobernador
sobre elecciones. Ante ello, pedía apoyo para
declarar anticonstitucionales las disposiciones del
Congreso de la Unión ante la Corte Suprema de
Justicia. Con su proceder quería alertar a los demás estados sobre el control que se quería ejercer desde el centro del país. Manifestaba:
Mejor sería que se arrojara enteramente
la máscara, y se dijera: no hay
federalismo, sólo sirvió de un pretexto
para derrocar una administración detestable, ya sirvió para su objetivo, y no
debe seguir, porque a nuestras almas
elevadas, nobles y grandes, nos causan
fastidio esos soberanitos que se llaman
estados. Acostumbrados a regir todo
desde el centro o a recibir todas las órdenes de un sólo mandarín, queremos
continuar en tal posición.70
69
«Renuncia del Lic. Mariano Ariscorreta al cargo de gobernador del Estado de México, 10 de octubre de 1847», AHEM, C.012.0,
1848, V. 40, Exp. 33.
70
«Circular que el gobernador del Estado de México dirige a los
de los otros estados de la confederación mexicana pidiendo su
cooperación y la de sus honorables legislaturas, 17 de noviembre
de 1848», AHEM, C.048.1, 1848, V. 102, Exp. 27.
25
La defensa por la libertad estatal que había practicado Francisco M. Olaguíbel no había logrado
el respeto de las autoridades federales por las
disposiciones estatales, pero sí había logrado que
los federalistas moderados, como Ariscorreta,
intentaran consolidar un pacto federal «justo».
Después de la derrota de la guerra, las respuestas de los poderes federales ante los intentos de
soberanía estatal tenían que ser más agresivas,
puesto que se había pagado un alto precio por
la necesidad de las entidades federativas de reafirmarse políticamente.
c) Participación estatal en la guerra
El gobernador Francisco M. Olaguíbel empezó a
incitar a los ciudadanos del Estado de México a
involucrarse en la lucha contra el invasor norteamericano, desde septiembre de 1846. No sólo
invitaba a los ciudadanos a cooperar con recursos y hombres, sino también a sostener las instituciones federales, quienes ayudarían a sostener
la lucha contra el extranjero y contra las abundantes «gavillas de ladrones» que se encontraban
en los principales caminos.71
Un mes después vuelve a dirigirse a los
habitantes del estado, para exhortarlos a colaborar con las fuerzas mexicanas que defendían el
territorio en la frontera norte. Cuando pedía la
ayuda ciudadana, hacía hincapié en la soberanía
que tenía cada estado de la República para organizar la defensa o ataque al ejército invasor. Los
poderes legislativo y ejecutivo estatales eran los
indicados, como representantes de los ciudadanos, de acordar la manera de actuar en los momentos de anarquía. Exponía:
Independientes de todo influjo, libres y
soberanos los estados, y sólo ellos, dispondrán de su futura suerte. Se prepararan para atacar al enemigo exterior, lo
combatirán con sus propias fuerzas, verificarán sus elecciones, y consolidando
71
«Discurso emitido por el gobernador Francisco M. Olaguíbel
en que se incita al pueblo a defender la libertad, 13 de septiembre
de 1846», AHMT, Sección Especial, C.17, Exp. 843, 1846.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
tan sagrada institución, se salvarán a sí
mismos, salvando a la nación.72
La manera como se dirigía el gobernador a la
sociedad manifestaba su ferviente federalismo, que
se oponía a las órdenes que recibía del gobierno general, para que auxiliara con recursos económicos a la Guardia Nacional y excitara a los
habitantes de cumplir con la «obligación en que
están de cooperar a repeler la actual invasión».73
Olaguíbel se revelaba contra esa forma de proceder, sin embargo no se oponía a colaborar en
el combate contra los extranjeros, ni en la guerra civil que se llevaba a cabo en la capital del
país.
En marzo de 1847, se dirigió a la ciudad de
México, con el fin de servir de intermediario, a
nombre de su estado, entre los sublevados de la
Guarnición y Guardia Nacional («Plan para la
restauración de los verdaderos principios
federativos») y las tropas del gobierno al mando
del general Valentín Canalizo. Su principal objetivo era que llegaran a un acuerdo para que el
gobierno de Gómez Farías otorgara recursos a las
fuerzas mexicanas del norte y enfrentara la invasión de Veracruz. Finalmente su participación no
fue importante, ya que se resolvió con la llegada
de Santa Anna a la presidencia.74
Un mes después, la necesidad del gobernador Olaguíbel por preparar la defensa de su
estado era eminente, esperaba que el enemigo
entrara por Huejutla, por el camino a la capital
del país. Promovió tres medidas en abril: la primera, incitó muchas veces al Congreso estatal para
que dictara la medidas a seguir y entre ellas su-
72
«Alocución que el gobernador del Estado de México dirigió a
los habitantes de dicho estado exhortándolos para que apoyaran
al gobierno, 26 de octubre de 1846», AHEM, C.009.3, 1846, V. 35,
Exp. 5.
73
«El Ministro de Relaciones incita al gobierno del Estado de
México a auxiliar a los jefes y comandantes con cuantos recursos
pueda, 7 de octubre de 1846», AHEM (Comandancia Militar)
G.Gu.C.M., Vol. 1, Exp. 13.
74
«Diego José Pérez Fernández informa a los habitantes del Estado
de México que ha tomado posesión interinamente del cargo de
gobernador, 10 de marzo de 1847», AHEM, C.0.0990.3, 1847, V. 166,
Exp. 11. Oficio del gobernador del Estado de México al Gobierno
general, 19 de marzo de 1847", AHEM, C.091.0-091.7, 1847, V. 169,
Exp. 14.
26
gería que cambiara los poderes a otro punto, como
sería Cuernavaca.75
Como segunda medida estableció, en abril
de 1847, una Junta Filantrópica» compuesta de
ocho ciudadanos distinguidos de Toluca, con el
propósito de «exitar la compasión pública y pedir socorros para los necesitados de Monterrey,
Matamoros, Chihuahua, Veracruz y demás puntos que ocupa el enemigo extranjero». La junta
empezó a trabajar rápidamente.76
Y como tercera disposición, Olaguíbel publicó un
manifiesto a los habitantes del estado, después
de la derrota del ejército mexicano en Cerro Gordo
donde quedó desintegrado; en ella exhortaba a
hombres y mujeres, a anciano y niños a defender su «patria» y «religión», de manera similar como
se había hecho en la guerra de independencia:
¡A las armas, conciudadanos! Levantémonos en masa y corramos sobre el anglosajón. Que vea éste a todos los mexicanos incendiar primero sus cosechas y sus
hogares, que dejarles para su sustento o
su abrigo; que vea una guerra nacional;
que vea que los hijos de los españoles,
y los descendientes de Xicotencal y
Guatimoc se baten como ellos, contra la
invasión extranjera.77
Cuando el ejército yanqui estaba en Puebla preparando su entrada a la ciudad de México (mayo
de 1847), los secretarios de Guerra y de Relaciones Interiores y Exteriores, del gobierno federal,
hicieron constantes peticiones y dieron enérgicas órdenes al gobernador Olaguíbel para que
mandara todas las fuerzas de Guardia Nacional
a la capital del país. La respuesta del gobernador fue que se dirigieran al general Nicolás Bravo, ya que todas las fuerzas de Guardia Nacional
75
«Francisco M. Olaguíbel solicita al Congreso estatal dicte las
medidas de defensa en el estado, 7 de abril de 1847», AHEM, C.091.7,
1848, V. 186, Exp. 44.
76
«Establecimiento de una Junta filantrópica para socorrer a los
habitantes de los lugares ocupados por el ejército extranjero», 13
de abril de 1847, AHEM, C.047.61-048.17, 1847, V. 99, Exp. 18.
77
«Manifiesto del gobernador del Estado de México con motivo
de la invasión norteamericana, 21 de abril de 1847», AHEM, C.009.1,
1847, V. 33, Exp. 22.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
del estado estaban a su cargo. Respuesta que hacía
más tensa la relación entre estado y federación.78
Por esta situación, el teniente gobernador
Pérez Fernández, se dirigió a los habitantes para
informarles el tipo de cooperación que hacía el
Estado de México a la guerra. Aseguraba, en julio de 1847, como responsable del Ejecutivo, ya
que Olaguíbel había salido a combatir a los extranjeros a la ciudad de México, que el estado
había colaborado con recursos económicos y
humanos provenientes de todos los distritos debido a que su sentimiento patrio y humano así
lo exigía:
El Estado de México, aunque apenas comienza a formarse, se ve obligado por
sí solo a hacer la más vigorosa resistencia; y su gobierno en cumplimiento de
tan sagrado deber ha prestado y seguirá
prestando, al Supremo de la Unión, cuantiosas sumas y armamento, haciendo que
marchen de todos los distritos, aún de
los más distantes, muchas fuerzas, a más
del número correspondiente de reemplazos.79
A pesar de esas explicaciones el gobierno general reclamaba, en agosto de 1847, la falta de apoyo
de las autoridades estatales para sostener la guerra. El teniente gobernador Pérez Fernández dirigió un manifiesto a la nación para exculparse
de las acusaciones que se le imputaban al gobierno del Estado de México. Exponía que dentro de
la pobreza del estado había hecho esfuerzos para
despertar el «espíritu público» y había mandado
«gruesas sumas» al gobierno general por donativos y subsidios y había hecho gastos considerables en conducir piezas de artillería por diversos
lugares, en armar y equipar a la Guardia Nacio-
78
«Comunicaciones del gobierno federal dirigidas al gobernador del Estado de México relativos a la guerra contra Estados Unidos, 20 al 24 de mayo de 1847», AHEM, (Milicia Nacional) G.Gu.Mn,
V. 3, Exp. 15, 1847.
79
«Alocución del Teniente gobernador en ejercicio del poder
ejecutivo del Estado de México a los ciudadanos del mismo estado, 5 de julio de 1847», AHEM, C.009.3, V. 35, Exp. 12.
27
nal, que se caracterizaba por cuerpos, piquetes
y guerrillas de todas las poblaciones del estado.80
García Fernández dio a conocer tres cuadros con datos sobre auxilios pecuniarios, fuerza de la Guardia Nacional y desertores y reemplazos que se habían mandado hasta la fecha a
la capital de la República (Ver cuadro 2).
Después de estar en las batallas de las inmediaciones de la ciudad de México (Santa Fe)
el Lic. Olaguíbel ratificó, el 26 de agosto, la cooperación que el Estado de México había hecho
para sostener la guerra y con sumo desagrado reclamaba, al Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores del gobierno general, las derrotas que se
habían tenido y exigía un castigo para los jefes
militares, quienes se habían comportado sin responsabilidad y sin profesionalismo. Consideraba
que los esfuerzos de todos los estados se habían
vilipendiado particularmente los del Estado de
México:
Esos esfuerzos, Sr. Ministro, esfuerzos
nobles y generosos, tiempo es ya de reconocerlos, y no es el mejor modo de
estimarlos el hacer caer las armas de las
manos de esos valientes ante la primera
intimación del enemigo extranjero, y si
esos esfuerzos no han sido bien dirigidos porque acaso entre nosotros el arte
de la guerra sólo ha sido conocido para
arruinar al país, ésta no es culpa de la
nación, no es culpa de los ciudadanos
benemérito, antes demasiado lamentable y doloroso es, que no hayan encontrado un jefe digno de mandarlos.81
Acusaba a todos los jefes y oficiales, pero en
particular al general Santa Anna, de no ser ni
buenos militares ni buenos políticos. Se sentía
defraudado por el armisticio firmado, el 24 de
agosto, entre los generales Santa Anna y Winfield
Scottla. Consideraba que los jefes militares del
80
«Diego José Pérez Fernández gobernador interino del Estado
de México informa a la nación sobre la ayuda que el estado prestó
para la guerra con Estados Unidos, 6 de agosto de 1847», AHEM,
C.091.7-0091.3, V. 186, Exp. 26.
81
«Cartas oficiales de los señores Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores y del Gobernador del Estado de México, 26 de
agosto de 1847», AHEM, C.091.7-009.3, 1847, V. 186, Exp. 33.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
28
CUADRO 2
CONTRIBUCIÓN DEL ESTADO DE MÉXICO A LA CAPITAL DE LA REPÚBLICA
AUXILIOS PECUNIARIOS
Por cuenta del contingente
Por el subsidio extraordinario de guerra
Por donativos voluntarios
Por la contribución extraordinaria de 17
de junio
Por equipo a las Guardias Nacionales
Por diversos gastos de guerra
Pago de vestuario del ejército
$133,250 3 1
5,298 7 9
998 2 3
30,572
34,876
19,798
120,000
4
1
1
0
0
0
9
0
$ 344,774 3 10
TOTAL
FUERZAS DE LA GUARDIA NACIONAL
PREFECTURAS
INFANTES
Toluca
Sultepec
Acapulco *
Tlalnepantla
Tula
Texcoco
Cuernavaca
Taxco
Tulancingo
Huejutla *
GUERRILLAS
De Simón Guzmán
De Ignacio Vara de Valdés
De Mariano Rivera
TOTALES
CABALLOS
1,201
141
1,000
266
449
123
889
64
458
300
293
0
0
0
318
25
377
0
300
80
4,892
147
160
65
1,765
* Extraoficialmente se sabe que de Acapulco ha marcado mucho mayor número, y de Huejutla asciende a 2,000 hombres.
DESERTORES Y REEMPLAZOS
Reemplazos
1,460
Desertores
435
TOTAL
1,895
Fuente: «Diego José Pérez Fernández gobernador interino del Estado de México informa a la nación sobre la ayuda que el estado
prestó para la guerra con Estados Unidos, 6 de agosto de 1847», AHEM, C.091.7-0091.3, V. 186, Exp. 26.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
gobierno general habían actuado ineficazmente,
pero seguía esperando que la sociedad civil no
se diera por vencida. Ese mismo día se dirigió
nuevamente a los habitantes del estado para
volverlos a incitar a la lucha, aunque las constantes
derrotas hubieran lastimado el patriotismo. Les
pedía que se sobrepusieran a las desgracias y que
murieran independientes y libres antes que vender parte del terreno y de los habitantes del norte del país.82
El armisticio se rompió, el 6 de septiembre,
iniciando nuevamente las hostilidades los norteamericanos; ante ello el gobernador Olaguíbel
vuelve a salir al frente de las tropas del Estado
de México rumbo a la capital del país. Olaguíbel
se dirigió, el 8 de septiembre, a los habitantes, a
los propietarios y a los sacerdotes. Pedía el apoyo de estos últimos que exhortaran a la sociedad
a defender su religión y sus libertades. Les expresó que era la batalla decisiva.83
Después de la caída de la ciudad de México volvió a Toluca, para tratar de organizar la
Guardia Nacional dispersa y vencida. El Teniente gobernador a cargo de Ejecutivo informaba a
los habitantes del estado las derrotas acaecidas
en la ciudad de México y volvía a motivarlos a la
unión y a condenar la deserción de las tropas:
Nunca debemos transigir con nuestros
enemigos. Ellos a nuestra desunión y
desconfianza han debido su triunfo efímero. Empuñaremos las armas que se
han salvado, y nos acompañaremos con
los valientes del ejército que aprecien
nuestra cooperación y que no sean capaces de cometer la infamia de abandonarnos.84
Provocada por las manifestaciones del gobierno
del estado y por la cercanía de las tropas extranjeras, se distribuyó en Toluca una proclama fir82
«Manifiesto del gobernador del Estado de México a los habitantes del estado exaltando su sentimiento patriótico, 26 de agosto
de 1847», AHEM, C.090.3, 1847, V. 166, Exp. 14.
83
«Boletín de noticias del Gobernador constitucional, 8 de septiembre de 1847», AHEM, C.091.7-009.3, 1847, V. 186, Exp. 35.
84
«Discurso del gobernador interino del Estado de México, Diego
Pérez Fernández, a los habitantes del mismo, 15 de septiembre de
1847», AHEM, C.009.3, 1847, V.35, Exp. 13.
29
mada por F. S. Tecpa y dirigida a «los anahuaquenses», el 25 de septiembre. Es probable que
se tratara de un sacerdote, que se decía indígena, y que proponía que los párrocos, autoridades y ciudadanos contribuyeran personalmente
en la defensa del país, porque los extranjeros
estaban destruyendo los bienes de la iglesia y de
la sociedad. La proclama tenía gran interés de
llegar a los indígenas de ahí que estaba escrita
en Náhuatl y en español y dirigida a los habitantes del Anáhuac, como se le proponía llamar al
país después de la guerra de independencia.
Exponía:
Ahora que nosotros los indígenas, por
débiles más que la otra clase, estamos
de consiguiente destinados a ser presa
del infernal yanqui, preparaos a una
completa desolación de ellos, no temáis
su ponderado cañón, no el número de
los invasores, pues es ninguno respecto
del valor indomable por la libertad de
vuestros hijos y de nuestra religión, no
permitáis que por vuestra indolencia
caiga sobre vosotros la maldición de Dios
y de vuestros descendientes.85
No hubo una gran respuesta social a esa proclama, aunque los habitantes compartían sus ideas.
La tranquilidad pública seguía perturbada por los
amagos de la invasión extranjera y por la «multitud de malhechores» en los caminos.86 El gobierno
se tubo que enfrentar además a los disturbios del
sur del estado, en los distritos de Acapulco, Chilapa
y Taxco, que habían empezado seis meses atrás
(como veremos en el siguiente apartado). A cuyos ciudadanos llamaba a secundar sus propuestas
de defensa del estado. Esta fue la última invitación que hizo Olaguíbel a la población para actuar como un solo cuerpo contra las agresiones
extranjeras:
85
«Proclama dirigida a los anahuaquenses incitándolos a la unión,
para luchar contra los yanquis, 25 de septiembre de 1847», AHEM,
C.091.4, 1847, V. 180, Exp. 32.
86
«Discurso del Gobernador del estado de México en la clausura de sesiones del Congreso estatal, 16 de octubre de 1847», AHEM,
C.091.0-091.7, 1847, V. 169, Exp. 15.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
¡Habitantes de los distritos de Acapulco,
Chilapa y Taxco! ¡Habitantes todos del
Estado de México! Entre nosotros no hay
enemigos no hay más que el enemigo
común. Todas las divergencias de opinión deberían confundirse ene l foco de
la libertad y la existencia política. Una
raza exterminadora está ya pronta a devorarlos, una facción inmoral y torpe nos
amenaza ya con una nueva e inmunda
revolución...87
Invitaba a los sublevados que se unieran a la causa
nacional y trataba de convencerlos de que los
problemas internos eran menos graves que la
pérdida del país. Esto fue un mes antes de que
llegaran los norteamericanos a Toluca. De enero
a marzo de 1848 fueron invadidos algunos lugares cercanos a Toluca. A partir del 14 de marzo
se fue regularizando el gobierno del estado como
resultado del armisticio entre los dos país. Se
fueron restableciendo las oficinas de rentas y se
nombraron algunos empleados. Las quejas principales fueron la pérdida de archivos y la ocupación de fincas urbanas por parte de las fuerzas
norteamericanas.88
La actitud contraria a la de Olaguíbel la
representaba el nuevo gobernador del estado, en
mayo de 1848, el Lic. Mariano Ariscorreta. El
primero impulsaba a los habitantes a no aceptar
los tratados de paz acordados por el gobierno de
la Unión mexicana y el de los Estados Unidos; y
Ariscorreta quería sosegar a los ciudadanos para
que aceptaran los tratados, como lo mejor que
le pudo pasar al país. Exponía: «en el estado en
que actualmente se encuentra la República, la
desaprobación de los tratados habría traído la
indefectible consecuencia de la ocupación militar de todos los estados no invadidos».89
87
«Proclama del gobernador Francisco M. Olaguíbel a los ciudadanos del estado para llamarlos a defender la independencia
nacional, 1 de diciembre de 1847», AHEM, C.091.7, 1847, V. 186,
Exp. 41.
88
«Quejas de varios vecinos por las arbitrariedades por parte de
las fuerzas norteamericanas, 23 de agosto de 1848, AHMT, Sección
Especial, C. 13, Exp. 692, 1848, 8, 8.
89
«Mariano Ariscorreta, gobernador del Estado de México, informa a los habitantes que se han aprobado los tratados de paz
con los norteamericanos, 31 de mayo de 1848», AHEM, C.091.7,
1848, V. 186, Exp. 43.
30
Agregaba que si esa explicación no satisfacía a los habitantes tenían que aceptar los tratados por creer en el sistema republicano, ya que
el Congreso de la Unión había sido el responsable de firmarlos. Por lo cual los incitaba a aceptar ciegamente lo ya aprobado por las autoridades y a continuar en el camino de las leyes y las
instituciones establecidas. Con su discurso el
gobernador daba por terminada la época más
tormentosa en el proceso de formación nacional.
Con el afán de mantener una aparente tranquilidad, después de la guerra, se trataban de olvidar
los esfuerzos de la autoridades estatales (Gobernador, Congreso y prefectos) y la colaboración
económica y humana; pero más importante aun,
se olvidaba de la pérdida del territorio y las familias de la frontera norte.
d) Erección del estado de Guerrero
La unidad geográfica que conformaban las regiones del Sur del Estado de México, su lejanía de
la capital Toluca y la carencia de medios de comunicación, provocaron que el general Juan
Álvarez, cacique del sur con ideas liberales, promoviera la erección del estado de Guerrero.90 Este
proyecto tenía más de una década de estarse fraguando. Desde 1835 el general Nicolás Bravo
realizó gestiones para que el Congreso general
aprobara la creación del Departamento del Sur;
y en octubre de 1841, los generales Álvarez y
Nicolás Bravo hicieron un manifiesto en
Chilpancingo para formar una entidad separada
del Departamento de México, que se llamaría
Departamento de Acapulco. Por problemas po-
90
Juan Álvarez nació en 1790 en Atoyac, estado de Guerrero y
murió en 1867 en la hacienda La Providencia en Guerrero. Dio dinero
y proporcionó hombres de sus ranchos a la causa de Independencia. Al consumarse ésta fue nombrado comandante general de
Acapulco, se declaraba republicano, federalista y liberal. Se afilió a
Bustamante y Guerrero para combatir a Iturbide. En 1838 ofrece
sus servicios a la invasión francesa. En 1841 fue ascendido a general de división. En 1842 y 1843 logró la pacificación de varios pueblos rebeldes de Chilapa y Guerrero. En 1844 combatió el centralismo y el gobierno de Santa Anna. En 1854 proclamó el Plan de
Ayutla y fue nombrado presidente de la República en octubre de
1855, renunció el 15 de septiembre de 1856. Diccionario Porrúa,
historia, biografía y geografía de México, México, Editorial Porrúa,
1986, pp. 116-117.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
líticos había quedado suspendidos estos trabajos,
que se volvieron a retomar en 1847.91
En la «Acta constitutiva y de reformas» de
mayo de 1847, ya se daba por hecho la erección
de ese estado compuesto de los distritos de
Acapulco, Chilapa, Tasco y Tlapa y la municipalidad de Coyucan, pertenecientes los tres primeros al Estado de México, el cuarto al de Puebla y
la municipalidad al de Michoacán.92
El Congreso del Estado de México se opuso a la erección por la pérdida en población y
extensión territorial, por tener el puerto más
importante del estado y por la rica economía de
la región. En octubre de 1848, consintió en la
creación de dicho estado debido a las continuas
sublevaciones de los pueblos del Sur ante las
autoridades estatales.93 Sin embargo, fue hasta
el 15 de mayo de 1849, que se firmó el decreto
presidencial que eregía el estado libre y soberano de Guerrero. En octubre de ese año, el presidente de la República José Joaquín de Herrera y
el Congreso federal dieron las primeras disposiciones para organizar el nuevo gobierno.94 Quedó de gobernador interino Juan Álvarez, quien
se convirtió en gobernador electo en 1850.
El gobierno del Estado de México se enfrentó, entre 1847 y 1848, a la doble problemática: el momento más álgido de su defensa ante
las tropas norteamericanas y a la decisiva desobediencia de los distritos del sur, encabezados por
el general Álvarez.
Desde abril de 1846, Álvarez se levantó en
armas en los pueblos del Sur contra el gobierno
de Paredes y Arrillaga, por su tendencia política
monarquista, y en favor del retorno de Santa Anna.
Al finalizar ese año, hubo constantes movimientos indígenas en la región del Sur por problemas
91
Illades, Carlos (compilador), Guerrero. Textos de su historia, México, 1989, Gobierno del Estado de Guerrero, Instituto de
Investigación Dr. José María Luis Mora, vol. 1, pp. 273-286.
92
«Acta constitutiva y de reformas sancionada por el Congreso
extraordinario constituyente de los Estados Unidos Mexicanos, el
18 de mayo de 1847 , jurada y promulgada el 21 del mismo», en
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op. cit.,
p. 285.
93
Colección de Decretos del Congreso Extraordinario, op.
cit. pp. 202-203.
94
«Decreto del Congreso General del 27 de octubre de 1849»
en AHEM, C.004.51, 1849, V. 27, Exp. 28.
31
por tierras, que se atribuían a los manejos de
Álvarez. Por lo cual, el gobierno general le enviaba constantes órdenes para que interviniera en
la pacificación de los pueblos. Según Fernando
Díaz y Díaz, el general Álvarez a su modo entendió el problema agrario y quiso darle una solución, matizada de oportunismo político.95
A finales de marzo de 1847, Álvarez obedeció órdenes del Secretario de Guerra (como
parte del gabinete federal) y se dirigió a la capital del país, pero por falta de recursos no pudo
pasar de Tixtla. Decidió entonces cubrir Acapulco
que se temía fuera amenazada por los norteamericanos. En mayo, reinició su viaje a la ciudad de
México y llegó a Tlalpan con una fuerza aproximada de 2,800 hombres y 150 caballos. Esta actitud orilló al Congreso de la Unión a que acordara que dentro del Acta de reformas a la Constitución de 1824 se incluyera la disposición que
permitía la erección del nuevo estado de Guerrero.
Disposición que reconocía la petición hecha por largo tiempo por el general Álvarez.96 En
junio, el secretario de guerra Lino Alcorta nombró al general Álvarez jefe del Ejército del Sur.
Sin embargo, no tuvo éxito en su puesto, por que
se perdieron las batallas enfrentadas durante
agosto y septiembre. El gobernador Olaguíbel le
negó recursos del estado para financiar la guerra, en octubre de 1847, porque lo acusaba de
haber permanecido inactivo en el combate del
Molino del Rey (8 de septiembre) permaneciendo en la hacienda de los Morales con sus tropas;
también lo acusaba de que los soldados a su
mando tuvieran una «conducta escandalosa» robando los caudales públicos.
La rivalidad entre Olaguíbel y Álvarez era
muy evidente, por lo que la opinión pública hacía
responsable a este último de la aprehensión del
gobernador Olaguíbel, en enero de 1848. El general Álvarez confesó al Secretario de guerra su
participación en la aprehensión y en la liberación
del Lic. Olaguíbel. No le perdonaba su negativa
de proporcionarle recursos, ni las acusaciones que
95
Díaz y Díaz, Fernando, Caudillos y Caciques, México, 1972,
El Colegio de México, pp. 205-207.
96
Ibid., p. 209.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
lo responsabilizaban de las derrotas en las batallas contra los norteamericanos.97
El enfrentamiento entre el gobernador
Olaguíbel y el general Álvarez, de finales de 1847,
se acrecentó porque ambos querían el control de
los distritos de Acapulco, Chilapa y Taxco; sin
embargo, éstos se mostraban en franca rebelión
contra el gobierno del estado y se negaban a
obedecerlo. El subprefecto de Chilapa tuvo que
organizar una junta con el Comandante general
de la línea del Sur, el párroco y autoridades
municipales de los pueblos indígenas para que
no siguieran participando en la rebelión encabezada por Domingo Santiago. Se hacía un llamado a los pueblos para que volvieran al orden, ya
que en esos momentos deberían estar luchando
por mantener la libertad del país:
En todos tiempos de ha recomendado
la unión entre los pueblos para que éstos vivan en medio de las prosperidades que proporciona la paz, con mucha
más razón debe hacerse en circunstancias en que la patria lo exige, para contar con el auxilio de sus hijos que defiendan la independencia a la vez que
se halla amenazada y en peligro de perderla.98
La guerra contra el país vecino no representó un
motivo para frenar las manifestaciones de rebeldía de los pueblos del Sur. Éstas continuaron hasta
que en octubre de 1848 se paralizaron momentáneamente; ya que la Legislatura del Estado de
México expidió el decreto que autorizaba condicionalmente la segregación de los distritos de
Acapulco, Chilapa y Taxco para integrar el nuevo estado federal.
Los pueblos como las autoridades del Sur
del Estado de México luchaban por alcanzar sus
objetivos separatistas, con fines políticos y económicos particulares, que estaban lejos de los
ideales de unidad política de las autoridades estatales y más aún de los ideales nacionalistas de
97
Ibid., pp.220-222.
«Domingo Santiago acaudilla la revolución levantada de los
tenangueños que trastornan el orden, 25 de septiembre de 1847»,
AHEM, C.09.1.1, 1847, V. 174, Exp. 16.
98
32
los poderes federales. La participación del Distrito de Acapulco en la guerra fue importante, pero
la de Chilapa y Taxco fue limitada, si consideramos el poder militar y social del general Álvarez
en la región y la capacidad de rebelión de los
habitantes.
Dentro de la actividad gubernamental del
Estado de México, entre 1846 y 1848, ocuparon
un importante lugar las disposiciones sobre el
gobierno municipal, porque las autoridades estatales tenían que atraer el dinamismo social que
aún conservaba la esfera municipal, para fortalecer el poder estatal. Así también de debe conocer la actividad local que se realizó para colaborar aportando recursos para la guerra.
3. ORGANIZACIÓN MUNICIPAL
Y COOPERACIÓN
EN LA GUERRA
Durante los tres años de la guerra contra Estados
Unidos surgen varias interrogantes relacionadas
con el ámbito municipal: qué pasaba con el gobierno interior en el Estado de México, cómo se
llevaba a cabo el cambio del sistema central al
federal, cómo se transformó la vida municipal con
la llegada de los invasores y cómo colaboraron
las municipalidades con los recursos para la guerra. Para atenderlas dividiremos este apartados en
dos secciones: el gobierno municipal y la participación municipal en la guerra.
a) El gobierno municipal
Con las «Bases Orgánicas de la República Mexicana», expedidas por el gobierno centralista en
1843, se cambiaron algunas disposiciones que
había tenido el gobierno municipal con la anterior Constitución centralista de 1836. Entre ellas
estaban: mayores restricciones de la participación
de los individuos para votar y ser elegidos (aumentó la renta anual para ser ciudadano de $100
a $200 como producto de su capital físico o de
su «trabajo honesto»). Legalmente el número de
ayuntamientos y municipalidades creció, ya que
se autorizó que hubiera un ayuntamiento por cada
4,000 habitantes (en lugar de uno por cada 8,000
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
habitantes); sin embargo en la práctica siguieron
existiendo los jueces de paz hasta 1845 (autoridades municipales que se establecieron en los
lugares donde había desaparecido un ayuntamiento).
Las autoridades en todos los niveles gubernativos del país debían estar respaldados por sus
ingresos económicos, debían tener renta anual
precisa los gobernadores y los vocales de las
Asambleas, $2,000 y $1,200 respectivamente; en
cuanto a los ayuntamientos no hay información
específica, se dejó en manos de cada Asamblea
Departamental.99
En un decreto de la Asamblea Departamental de México, en abril de 1845, se explicaba la
nueva red de autoridades administrativas en las
municipalidades del Departamento de México, en
donde los jueces de paz eran sustituidos por
auxiliares en las localidades chicas, el alcalde se
separaba del ayuntamiento para permanecer en
localidades intermedias y los ayuntamientos sólo
se constituían de regidores y síndicos. Los ayuntamientos y alcaldes serían elegidos por los ciudadanos y los auxiliares nombrados por el ayuntamiento.100 La división político territorial se basó
nuevamente en el número de habitantes:
CUADRO 3
AUTORIDAD MUNICIPAL DE ACUERDO
CON EL NÚMERO DE HABITANTES. 1845
AUTORIDAD MUNICIPAL
NÚMERO
DE HABITANTES
auxiliares
alcalde
ayuntamiento
(4 regidores y un síndico)
ayuntamiento
(6 regidores y un síndico)
ayuntamiento
(8 regidores y un síndico)
menos de 1,000
1,000 a 3,999
4,000 a 6,000
6,000 a 10,000
más de 10,000
Fuente: Decreto 28, «Designando lugares en que debe haber ayuntamientos,
sus facultades y obligaciones», 28 de abril de 1845, en Colección de decretos de
los congresos constitucionales, op. cit., pp. 525-532.
99
«Bases Orgánicas de la República Mexicana»,12 de junio de
1843, en Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México,
1808-1957, México, Editorial Porrúa, 1957, pp. 405-436.
100
Decreto 28, «Designando lugares en que debe haber ayuntamientos, sus facultades y obligaciones», 28 de abril de 1845, en
33
Esta nueva distribución de autoridades trajo consigo una diferente división territorial, que estuvo
vigente unos cuantos meses, porque empezó en
enero y terminó en agosto de 1846. Sin embargo, al regresar la época federalista quedaron funcionando los auxiliares y el número de ayuntamientos se respetó.101
Se continuó con la tendencia a reglamentar cada una de las funciones y obligaciones de
los ayuntamientos, por ello la Asamblea Departamental de México expidió nuevas Ordenanzas
Municipales, en octubre de 1845. Estas ordenanzas reglamentaban:
a) las funciones que debían cumplir alcaldes y
regidores: policía, cárceles, caminos y
puentes, seguridad pública, urbanización,
trabajo en pueblos y haciendas,
beneficencia, linderos de tierras comunales,
diversiones públicas, obras públicas,
fomento económico, mercados y abastos
públicos, pulquerías, tabernas, salubridad,
reemplazos del ejército y educación; b) el
procedimiento para que los pueblos
pudieran seguir litigando, con previa
autorización de los prefectos; y
c) los ingresos (propios y arbitrios) y egresos
municipales.102
El ayuntamiento de Toluca, en cumplimiento de
las Ordenanzas municipales organizó sus
actividades administrativas, entre 1846 y
1848, en 21 juntas integradas por los
regidores y el síndico: de hacienda;
sanidad; seguridad pública; fiel contraste;
cárcel; alumbrado; mercado; diversiones
públicas; agricultura, industria y comercio;
aseo, policía y caminos; educación pública;
alameda; alojamientos; cementerios; visita
de boticas; calificación de vago; fiscal de
tesorería; carnes, arreglo de pilones y
Colección de decretos de los congresos constitucionales, op.
cit., pp. 525-532.
101
«Designando los lugares en que debe haber ayuntamiento,
sus facultades y obligaciones, 28 de abril de 1845», AHMT, Sección
Especial, C. 18, Exp. 901, 1845, 8, 8.
102
«Ordenanzas municipales», 7 de octubre de 1845 y «Reglamento
para elección de ayuntamientos», 7 de octubre de 1845, Colección
de decretos de los congresos constitucionales, op. cit., pp. 557595.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
panaderías; protección de artes; vacunas y
música.103
A mediados de 1848, cuando ya habían salido las
tropas norteamericanas de la ciudad de Toluca,
el ayuntamiento hizo un balance del estado que
guardaban esos ramos municipales. Los más afectados fueron: la alameda, que quedó destruida;
la seguridad pública porque no había armas para
hacer las rondas nocturnas; la protección a las artes
y la música se suspendieron por falta de fondos;
también por falta de recursos económicos había
calles y callejones sin alumbrado. Los ramos que
seguían trabajando con cierta regularidad fueron:
mercados, particularmente por los tianguis de los
viernes, y el de fiel contraste porque se había
hecho el reconocimiento de pesas y medidas del
comercio.104
Se reglamentaron la mayoría de las actividades municipales, con el fin de provocar mayor eficacia administrativa en las municipalidades
y sujetarlos a los requerimientos de los poderes
legislativo y ejecutivo del departamento. Se precisó que las funciones municipales eran administrativas no políticas ni judiciales. Para ocuparse
de estas últimas funciones había un juez conciliador propietario y uno suplente en los lugares
donde había ayuntamiento o alcalde; quienes eran
elegidos por los mismos electores que elegían a
las autoridades municipales.
La Asamblea Departamental se encargó de
dividir su respectivo territorio departamental en
distritos y éstos en partidos, donde el gobernador nombraba prefectos y subprefectos respectivamente. En las Bases de Organización Política
se especificó que los partidos se dividirían en
municipalidades; contribución significativa porque en la primera ley fundamental no se reconocían.
En 1846, el Departamento estaba dividido
en 13 distritos y éstos en 43 partidos. Se respeta103
«Se da a conocer las comisiones del Ilustre ayuntamiento de
Toluca, años de 1846 y 1847», AHMT, Sección Especial, C. 6, Exp.
379, 1846, 8, 6 y AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 12, Exp. 2, 1847, 1,
3.
104
«Informes sobre la situación que presentan los distintos ramos municipales de Toluca, 29 de agosto de 1848», AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 13, Exp. 32, 1, 4.
34
ron los 11 distritos que había en la época federal
y se aumentaron el de México, que incorporaba
a la Ciudad de México, y el de Tlaxcala, que incorporaba al territorio de su nombre.105 En manos de 13 prefectos quedó la responsabilidad de
ocuparse de la administración del extenso territorio, que integraba el Departamento de México.
Los distritos eran muy diversos por su número de
partidos, características geográficas y cantidad de
población. Característica propia de todo el siglo
XIX.
Al retornar el federalismo permanecieron
en la práctica: 11 distritos y 38 partidos; así como
también se reconocieron las Ordenanzas municipales, los auxiliares como autoridades municipales menores y el número de ayuntamientos de
los últimos meses de la época centralista, que
trataban de coincidían con los existentes durante la primera República federal. El Congreso estatal ordenó que regresaran los ayuntamientos
existentes en 1834, que habían sido 167. Sin
embargo, en 1847 estaban trabajando 176 ayuntamientos aproximadamente, debido a la autorización del gran número de solicitudes que hicieron pueblos para tener su propio ayuntamiento
de acuerdo a las disposiciones legales. Aumentaron municipalidades en los distritos de Toluca,
Tulancingo, Cuernavaca y Oeste de México.106
A partir de la autorización de la Asamblea
Departamental para establecer ayuntamientos con
4,000 habitantes (abril de 1845), se presentaron
solicitudes de pueblos entre (octubre de 1845 y
105
Los distritos eran: de México (con los partidos de Ciudad de
México, Coyoacán, Tlalnepantla y Tacubaya), Acapulco (con
Acapulco y Tecpan), Chilapa (con Chilapa y Tixtla de Guerrero),
Cuautitlán (con Cuautitlán y Zumpango), Cuernavaca (con
Cuernavaca, Morelos y Jonacatepec), Mextitlán (con Mextitlán,
Huejutla, Yahualica y Zacualtipan), Taxco (con Taxco, Ajuchitlan y
Teloloapan), Temascaltepec (con Temascaltepec, Sultepec, Zacualpan
y Tejupilco), Texcoco (con Texcoco, Chalco y Teotihuacan), Tlaxcala
(con Tlaxcala, Huamantla y Tlasco), Toluca (con Toluca, Tenango
del Valle, Tenancingo, Ixtlahuaca), Tula (con Tula, Actopan, Jilotepec,
Zimapan, Ixmiquilpan y Huichapan), Tulancingo (con Tulancingo,
Pachuca y Apan), en «Sobre la nueva división de este territorio»,
Colección de decretos de los congresos constitucionales, op.
cit., pp. 396-397.
106
«Noticias que manifiestan los pueblos, ranchos, haciendas que
componen los diferentes distritos y de los pueblos en donde hay
ayuntamiento, 28 de mayo de 1847», AHEM, C.072.2-072.6, 184749, V. 133, Exp. 21.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
diciembre de 1846) para tener sus propias autoridades municipales. Para ser autorizados por el
poder legislativo tenían que justificar la cantidad
de habitantes y la existencia de fondos suficientes para mantener los empleados de la municipalidad. Algunas de esas solicitudes están en el
cuadro siguiente.
CUADRO 4
CUADRO DE PUEBLOS QUE SOLICITARON
AYUNTAMIENTO (1845-1846)
PUEBLO
Acaxochitlán
Cd. de Guerrero
Huehuetla
Zacatula
Tizayuca
Mineral de
Temascaltepec
Achiotepec
Sultepec
Ozoloapan
Chilpancingo
Zacualpan
Apan
Pachuca
Zempoala
Mineral del Monte
Tejupilco
Jojutla
Ocoyoacac
Tlacotepec
Tianguistenco
Calimaya
Capuluac
San Antonio la Isla
Almoloya del Río
Actopan
PARTIDO
ERA
AYUNTASE
MIENTO AUTORIZÓ
EN 1834
Tulancingo
Tixtla
Tulancingo
Tecpan
Pachuca
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
No
Sí
Sí
Temascaltepec
Mextitlán
Sultepec
Temascaltepec
Tixtla
Zacualpan
Apan
Pachuca
Pachuca
Pachuca
Tejupilco
Tlaquiltenango
Tenango del Valle
Toluca
Tenango
Tenango
Tenango
Tenango
Tenango
Tlalpan
Sí
No
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
No
Sí
No
Sí
Sí
Sí
No
No
No
Sí
No
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
No
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Sí
Fuente: «Sobre que se establezca ayuntamiento, de octubre de
1845 a diciembre de 1846», BCEM, vol. 149, 150, 153, 154, 155 y
157, Exps. 73, 83, 86, 87, 89, 232, 233, 234, 235, 238, 242, 244, 245,
263, 264, 267, 269, 270, 272, 273, 278, 283, 284 y 376.
Este cuadro muestra que antes de que se
terminara el gobierno centralista, varios pueblos
tuvieron la oportunidad de tener nuevamente
ayuntamiento, como en los últimos años de la primera República federalista. Particularmente la
35
Asamblea Departamental y los prefectos dieron
su aprobación donde había una cabecera de partido sin ayuntamiento. Entre estos pueblos que
hicieron solicitud de ayuntamiento su principal
preocupación era recuperar su lugar como municipalidad, que habían perdido durante los nueve
años anteriores.
Las autoridades estatales no quisieron perder los avances conseguidos por los centralistas
en la administración municipal, pero sí reprochaban los obstáculos legales para poder participar
políticamente, como eran los censos necesarios
para ser ciudadano y autoridad municipal. Regresaban algunas disposiciones de la primera ley
sobre ayuntamientos eregida en febrero de 1825
y se complementó momentáneamente con el
decreto «sobre establecimiento de los cuerpos
municipales», de octubre de 1846, que expidió el
gobernador Francisco M. Olaguíbel. Este decreto establecía que la cantidad mínima de población debía ser de 4,000 habitantes y el número
de integrantes de cada corporación se estratificaba
de la siguiente forma: en las cabeceras de partido, cuya población no llegara a 4,000 habitantes
el ayuntamiento se compondría de un alcalde, tres
regidores y un síndico, al igual que las que tuvieran de cuatro a seis mil habitantes; en las de
seis mil a diez mil habría dos alcaldes, seis
regidores y un síndico; y en las de más de diez
mil habitantes habría dos alcaldes, ocho regidores
y un síndico.107
Los alcaldes, síndicos y regidores tenían que
reunir los siguientes requisitos: ser ciudadano,
tener capital o ramo de industria que bastara para
mantenerlos, los alcaldes debían saber leer y escribir, no ser jornaleros, ni militares, ni del clero,
ni empleados públicos. La elección del ayuntamiento se hacía de forma indirecta, es decir se
hacían dos juntas electorales, en la primera se
elegía un elector por cada 500 habitantes y en la
segunda los electores elegían al ayuntamiento, la
reunión de electores estaba presidida por el alcalde de la municipalidad y el número de electores lo designaba el prefecto. Las nuevas moda107
«Sobre establecimiento de ayuntamientos, 30 de octubre de
1846», BCEM, 1846, T. 149, Exp. 79.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
36
CUADRO 5
INTEGRANTES DE LOS AYUNTAMIENTOS A PARTIR DE ENERO DE
1847
HABITANTES
INTEGRANTES DEL AYUNTAMIENTO
menos de 5,000
7
entre 5,000 y 10,000
11
más de 10,000
15
la capital del estado
25
Fuente: «Organización de los ayuntamientos, 7 de enero de 1847», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 66-77. «Se establece un reglamento que habrán de seguir los municipios, para la organización administrativa interna de cada uno de
ellos, 7 de enero de 1847», AHEM, C.070.0, V. 126, Exp. 5.
lidades electorales eran que los alcaldes durarían
dos años y los regidores y síndicos cuatro, según
el decreto de octubre de 1846. Estas disposiciones sobre los años de duración de los integrantes del ayuntamiento, junto con la cantidad de
integrantes de esos cuerpos, provocaron inconformidad entre los diputados estatales y las derogaron, en enero de 1847, para regresar a lo
establecido en la ley de ayuntamientos de 1825
que dictaba que las elecciones eran anuales y
aumentaba la cantidad de integrantes108(ver cuadro 5).
Entre 1846 y 1848 los ayuntamientos se encargaban de una gran variedad de asuntos, tanto
de trascendencia política y económica como de
la vida cotidiana. Por ejemplo, dentro de las actividades del ayuntamiento de Toluca se destacaban: la realización de diversos bandos de policía (prohibir la protección de cualquier invasor
del país, para reducir en una cuarta parte los sueldos de empleados); las concesiones a algunos comerciantes para que no dieran pilones, licencias
para abrir escuelas, permiso a la Compañía de
teatro para dar tres funciones y a un particular
para organizar una corrida de toros; el análisis de
las solicitudes de personas que no querían tomar
las armas y de auxiliares que no podían reunir
108
«Organización de los ayuntamientos, 7 de enero de 1847»,
Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp.
66-77. «Se establece un reglamento que habrán de seguir los municipios, para la organización administrativa interna de cada uno de
ellos, 7 de enero de 1847», AHEM, C.070.0, V. 126, Exp. 5.
cinco personas por pueblo para contribuir al contingente de sangre; la disposición de medidas para
atacar una epidemia de sarampión en Tlacotepec;
el enfrentamiento a problemas en el cobro de contribuciones, la revisión de las recetas de las boticas; la preparación de informes sobre población,
hacienda, cárcel y producción, que pidió el jefe
político Isidoro Olvera; ordenó que se marcaran
y enumeraran las calles y que se construyeran
algunos puentes y concedió permiso para desviar el agua de un río.109
Por iniciativa del gobernador o del Congreso estatal hubo varios decretos (1847-1848) que
concedían el título de villa a algún pueblo que
lo ameritara por sus actos políticos. Era considerado como un premio. Se les concedió a: Tenango
del Valle, Actopan, Metepec, Tlalpan. Además a
las dos primeras y al pueblo de Texcoco se les
autorizó una feria anual.110 La Comisión de Gobierno del Congreso explicaba los motivos por
los cuales se podía conceder a un pueblo el título de villa:
109
«Asuntos despachados por el ayuntamiento de Toluca, años
1846, 1847 y 1848», AHMT, (Presidencia), R. 1, C. 12, Exps. 1, 11,
1846, 1847, 1, 3. AHMT, (Presidencia), R. 1, C.13, Exps. 2 y 41, 1849,
1, 4. AHMT, (pueblos), R. 43, S. 17, C. 1, Exp. 6, 1846-1848. AHMT,
(Pueblos), R. 43, S. 15, C. 1, Exp. 6, 1847-1848.
110
«Sobre conceder el título de villa, febrero de 1847 a octubre
de 1848», BCEM, vols. 158 y 159, Exps. 10 y 65. Colección de
decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 82, 83, 91 y
189, decretos 23, 24, 38 y 97.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
Antiguamente se confería a las poblaciones que merecían por su aumento de
vecindario alguna distinción que pudieran tener sus autoridades locales...ahora
ha quedado este título únicamente como
de honor y distinción de Actopan porque en la época de nuestra emancipación prestó sus servicios distinguidos,
porque ha sido constante el buen juicio
de su población en nuestras continuas
revueltas, porque ha sido siempre defensor su vecindario del sistema federativo, porque en esta última asonada de
febrero se conservó fiel al Supremo gobierno.111
Entre las actividades locales ocupaban un espacio importante en las municipalidades las quejas
contra algunas autoridades municipales o
distritales, las cuales iban dirigidas al gobernador
del estado. Algunas de estas quejas fueron: los
vecinos de San Juan Tilapa se quejan del juez
conciliador por irresponsable y deshonesto, por
lo que piden su destitución para mantener la tranquilidad pública del pueblo. El juez de paz de
Iguala se quejó contra el cura de ese lugar por
no querer dar sepultura cristiana a los indígenas
que no tenían para pagar el servicio. El
subprefecto de Chalco manifestaba su descontento
contra el general José Toledano, quien puso en
libertad a un vago que iba a ser mandado a integrar el contingente de sangre. El administrador
de la hacienda de la Rosa desconocía la orden
del ayuntamiento de Lerma, porque quería que
el uso de las aguas del río que cruzaba la hacienda
fuera de servicio público. El juez de letras de
Jilotepec expresaba su inconformidad contra el
prefecto de Tula por la mala administración del
distrito y por el abuso de su cargo. Vecinos se
Jojutla se quejaban del alcalde por cometer arbitrariedades como imponer un impuesto a todo
el que tuviera perro. Y el alcalde primero de
Teotihuacan consideraba injusta la actitud del
prefecto de Texcoco por haberle quitado el cargo.112
111
«Sobre conceder al pueblo de Actopan el título de villa y una
feria anual, 16 de abril de 1847», BCEM, 1847, T. 159, Exp. 65.
112
«Quejas a autoridades locales, mayo de 1846 a diciembre de
1848», AHMT, (Pueblos), R. 43, S. 15, C. 1, Exp. 6, 1847-1848. BCEM,
37
Estas relaciones de conflicto eran propias
de la administración de justicia y de la manera
de gobernar de ayuntamientos y prefectos; pero
no estaban relacionadas con los problemas de la
guerra.
Un punto sobresaliente de las funciones del
ayuntamiento que marcaba el decreto de 1825 fue
el manejo de los fondos municipales. Éstos estaban integrados por las contribuciones con que se
gravaba a algunas propiedades y actividades
comerciales de las municipalidades. Se les llamó
propios y arbitrios de los ayuntamientos. Los
arbitrios estaban constituidos por el reconocimiento y venta de pesas y medidas, las pensiones sobre
plazas y puestos de venta públicos, permisos para
diversiones y juegos públicos, multas a los
infractores de los reglamentos de policía y todas
las contribuciones locales que aprobara el congreso estatal; los propios estaban formados por
los bienes raíces que poseían las municipalidades, los edificios que se construyeron con fondos públicos y las tierras que en común habían
poseído los pueblos con derechos y acciones que
les pertenecían.
Durante la primer República federal, los
ayuntamientos tenían la posibilidad de especificar el tipo de contribución que requerían para el
desarrollo de la municipalidad, aunque tenían que
pedir la aprobación del Congreso estatal, a través del prefecto y del gobernador. Esta posibilidad se fue perdiendo cuando regresó el
federalismo, porque se retomaron las disposiciones de los centralistas que planteaban un control
más estricto de la hacienda municipal. Los ayuntamientos tenían la obligación de presentar a los
subprefectos sus presupuestos anuales y mensuales para que los autorizara el gobernador. Además todos los arbitrios de último momento deberían estar autorizados por el Congreso estatal.113
Los principales impuestos municipales autorizados por los diputados, entre 1847-1849,
1846, T. 153, Exp. 231. AHEM, G.G.J. (Justicia). AHEM, 075.1, 1847,
Vol. 149, Exps. 18 y 19. AHEM, 072.6, 1847, Vol. 134, Exp. 9. AHEM.
C.078.4, 1849, Vol. 157, Exp. 8.
113
«Reformando los artículos 14, 49, 63 y 67 de las Ordenanzas
Municipales, 13 de febrero de 1849», Colección de decretos del
congreso extraordinario, op. cit., pp. 220-221.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
fueron: al ayuntamiento de Toluca se facultaba
para imponer una pensión municipal a diversos
productos que entraran a sus terrenos municipales (aguardiente, cereales, azúcar, sal, pulque, miel,
mantal, hilaza). Se estableció una contribución
municipal anual de cuatro días de ingresos a toda
persona que trabajara, para utilizarla en la manutención de escuelas de primeras letras y en el
sustento del alumno que tenían la obligación de
mandar al Instituto Literario. A la municipalidad
e Tulancingo se le concedieron arbitrios por $800
mensuales que se exigirían a comerciantes de
licores y pulque. Se concedió el impuesto de tres
granos por arroba, al pulque que se introducía
al pueblo de Huascazaloya. Se Autorizó al ayuntamiento de Tlayacapa para vender sus casas reales
e invertir ese dinero en la compra del local para
una escuela.114
Estas contribuciones municipales se autorizaban con el fin de mejorar los escasos ingresos que se quedaban en las municipalidades. Estos
asuntos se discutían en el Congreso a petición de
los ayuntamientos, como una medida para tratar
de reducir su déficit mensual. Por ejemplo el
ayuntamiento de Toluca preparó el plan de arbitrios para aumentar sus ingresos y poder solventar su déficit de mil pesos y atender el ramo de
policía; ya que este ramo requería de recursos
suficientes para enfrentar las gavillas de «malhechores» que rodeaban a Toluca. La pobreza de la
municipalidad era tal que tenía que pedir prestado a particulares para pagar el aceite con que
se alumbraba la ciudad o el papel para el nombramiento de empleados.115
Los problemas de la hacienda municipal se
agravaron cuando las autoridades estatales les
114
«Autorizando al ayuntamiento de Toluca para que pueda
imponer una contribución municipal, 6 de mayo de 1847", «Estableciendo una contribución directa, con la denominación de municipal, 13 de febrero de 1849», «Concediendo licencia al ayuntamiento de Tlayacapa para vender las casas viejas llamadas reales,
12 de octubre de 1848» y «Concediendo al pueblo de Huascazaloya
cobrar impuesto por el pulque que se introduce en el pueblo, 14
de octubre de 1848», Colección de decretos del congreso extraordinario, op. cit., pp. 100, 101, 217-221, 189.
115
«El prefecto de Toluca envía al gobernador el plan que propone el ayuntamiento de Toluca para auxiliar sus fondos, 6 de abril
de 1847», AHEM, 073.85, 1847, V. 142, Exp. 19. AHMT, R. 1, C. 12,
Exp. 26, 1847, 1, 3.
38
pidieron ayuda económica, particularmente durante la época de guerra. El gobernador del estado se dirigió al presidente municipal de Toluca
para decirle que teniendo el gobierno estatal que
cubrir atenciones urgentes le pedía que depositara en la tesorería general $344, que eran los
fondos totales que tenía la municipalidad, en
calidad de pronto pago. Orden que fue acatada.116
En materia hacendaria, un problema importante fue la manera de solventar los gastos de las
cárceles. El gobernador pidió a los presidentes
municipales que cooperaran para el sustento de
los presos de las cárceles de los partidos. Sin
embargo, las municipalidades no podían colaborar
como se les exigía; tan sólo los ayuntamientos del
partido de Toluca debían $3,985.4, en noviembre de 1848, por este concepto. Ante ello, se pidió a los hacendados y pequeños propietarios que
cooperaran con semillas para el sustento de los
reos. La mayoría de ellos donó maíz.117
Los ayuntamientos estaban agobiados por
la falta de liquidez para atender los diferentes
ramos administrativos y para cooperar con los
requerimientos del gobierno estatal, por lo cual
buscaban la autorización de nuevos impuestos,
que provocaron reacciones de descontento en la
población. El ayuntamiento de Tenango del Valle proponía que se repartieran las tierras de común repartimiento (antecedente de la ley de
desamortización de 1856), para que pudiera cobrar un censo perpetuo sobre cada lote de tierra. No se autorizó por los problemas de inconformidad que despertaría en los pueblos. Hubo
constantes peticiones de vecinos para que se les
condonaran diversas contribuciones argumentando que había un exceso de impuestos y que las
condiciones de intranquilidad pública no les
permitían poder pagarlas.118
116
«Préstamo de $344 que los fondos municipales hacen al Supremo gobierno del estado, 10 de diciembre de 1847», AHMT, R. 1,
C. 13, Exp. 10, 1848, 1, 4.
117
«Relativo al adeudo por alimentos de presos de las municipalidades, 13 de noviembre de 1848» y «Por la escasez de los fondos para la manutención de los reos, 27 de enero de 1849», AHMT,
R. 1, C. 13, Exps. 21 y 51, 1848, 1, 4.
118
«El prefecto de Tenango del Valle pide reformas a las Ordenanzas municipales, 22 de noviembre de 1848», AHEM, C.071.7, 1848,
V. 131, Exp. 35. «peticiones de condonación de contribuciones,
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
Al finalizar 1848, el gobernador Mariano
Arizcorreta reconocía «el desorden en que se halla
la administración de los fondos de propios y arbitrios de las municipalidades». Consideraba que
con un reglamento que señalara paso a paso la
organización de los egresos e ingresos se compondría esa situación. Eran los primeros pasos del
gobierno estatal por tratar de homogeneizar la
hacienda municipal, que aún estaba muy lejos de
lograrse.119
Con los anteriores aspectos municipales se
puede apreciar que el paso del gobierno central
al federal no fue determinante ni marcado. Se
siguió la misma tendencia en cuanto al número
de ayuntamientos, a las funciones de los ayuntamientos, a su dependencia de las autoridades
estatales, a sus problemas financieros. También
se observaba un dinamismo en la sociedad y en
las autoridades, que se expresaba cuando: manifestaban sus inconformidades para mejorar el
gobierno municipal, cuando los habitantes respondían a las peticiones de apoyo de sus autoridades y cuando los ayuntamientos mostraban su
iniciativa para atender los ramos administrativos
de acuerdo a las necesidades del momento. Estas características se manifestaron en la participación de habitantes y autoridades municipales y
distritales en la guerra con las tropas norteamericanas.
b) Participación municipal en la guerra
Los prefectos cumplieron activamente durante la
guerra con Estados Unidos; cumplían las ordenes del gobernador Francisco M. Olaguíbel respecto de incentivar a los habitantes a participar
en la lucha. El prefecto de Toluca, Isidoro Olvera,
se dirigió a los conciudadanos por medio de un
manifiesto para invitarlos a inscribirse en las
Guardias Nacionales. Exaltaba el sentimiento
patrio haciendo notar que la unión del pueblo
con el ejército era una realidad cercana, que
marzo- diciembre de 1848», AHMT, R. 1, C. 13, Exps. 5, 8, 9 y 12,
1848, 1, 4.
119
«Mariano Arizcorreta, gobernador del Estado de México, informa las disposiciones que se han tomado con motivo del desorden en la hacienda municipal, 11 de diciembre de 1848», AHEM,
C.200.7, 1848, V. 1, Exp. 25.
39
permitiría la «libertad en el interior» del estado y
«respetabilidad en el exterior».120
El prefecto del distrito del Este de México,
Joaquín Zarco, se dirigió a los habitantes de su
jurisdicción y en especial a los subprefectos,
después que los norteamericanos se apoderaron
de Veracruz, para despertar el espíritu patrio de
los pueblos y tomaran una parte eficaz en la
defensa del país. Al igual que el gobernador, el
prefecto pedía unión, en lugar de pugnas internas que debían desvanecerse frente al enemigo
común:
Prescindir de querellas domésticas, que
nos debilitan y aniquilan para caer inermes en las garras del invasor; y daos un
abrazo fraternal, combatiendo con valor
al frente de nuestro común
enemigo...Nuestro sufrido ejército y la
Guardia Nacional, los ancianos y los niños, el labrador y el sacerdote, todos,
todos, guiados por el general Santa Anna
irán a buscar la muerte, prefiriéndola mil
veces a la esclavitud, A las armas ¡habitantes del distrito a las armas!.121
Ese prefecto también se dirigió a los ayuntamientos para que los habitantes a su cargo diera recursos de hombres, armas y dinero. Les proponía nombrar una comisión que invitara a los
hacendados para obtener parte de esos recursos
con semillas y caballos. En cada municipalidad
organizó una «junta patriótica», la cual organizaba entre los vecinos donativos voluntarios, para
mandarlos a la tesorería general del ejército que
operaba en las fronteras del estado de Veracruz.
Se redactó un reglamento para el funcionamiento de esas juntas que serían organizadas por la
sociedad civil, sin participación de las autoridades.122
120
«El prefecto de Toluca dirige un mensaje a los habitantes para
que presten sus servicios a la patria, 22 d septiembre de 1846», AHEM,
C.072.4, 1846, V. 133, Exp. 48.
121
Joaquín Zarco, prefecto del este de México, hace un llamado a defender la independencia de la nación, 1 de abril de 1847",
AHEM, C.091.7, 1847, V. 186, Exp. 17.
122
«Reglamento que la comisión nombrada por la junta popular
del distrito de Chalco ha formado para las juntas patrióticas de guerra
establecidas en las municipalidades y territorios del mismo partido, 17 de abril de 1847», AHEM, C.091.7, 1847, V. 186, Exp. 17.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
Cuando el ejército invasor avanzaba hacia
la ciudad de México, la actitud de los prefectos
fue más agresiva para sacudir la apatía de algunos habitantes ante la aproximación de las tropas del país vecino. El prefecto de Toluca hacía
un nuevo llamado a los habitantes para que se
unieran en torno de los trabajos del gobierno
estatal:
Habitantes todos del distrito de
Toluca ; yo sería injusto si no os contemplase animados de iguales sentimientos a los míos. Sea la unión y el olvido
de nuestras querellas domésticas nuestra primera línea de defensa contra los
yanquis; odio eterno a su raza, el único
sentimiento que abriguen nuestros corazones; y guerra a muerte la sola expresión que profieran nuestros labios.
Sí compatriotas, unámonos al derredor
del supremo gobierno del estado;
aprontemosle todos nuestros recursos,
presentémonos sin excepción alguna a
tomar las armas.123
La respuesta de los habitantes ante las constantes iniciativas de las autoridades de los distritos
fue importante. De mayo de 1846 a septiembre
de 1847, hubo donativos voluntarios de autoridades y vecinos de varias municipalidades. Aún
estaba vigente el gobierno centralista cuando el
gobernador del Departamento de México, en
diciembre de 1845, dispuso a los prefectos de los
distritos que organizaran juntas de vecinos para
pedirles donativos voluntarios para sostener «los
gastos de la guerra de Texas». Se establecía que
era la lucha contra el país vecino, porque se tenía como principal referencia la anexión de Texas
a Estados Unidos.
Ante esa iniciativa, los autoridades y habitantes de los distritos actuaron de diversas maneras, entre mayo y julio de 1846. Algunos con
mucho entusiasmo y otros con gran indiferencia.
Presentamos los casos de Mextitlán, Texcoco, Tula
y Cuernavaca. El prefecto de Mextitlán (Huejutla),
123
«Discurso de Manuel Torrija, prefecto del distrito de Toluca,
en el cual incita a los habitantes a tomar las armas para defender la
independencia de México, 23 de abril de 1847», AHMT, Sección
Especial (Gobierno), C. 17, Exp. 894, 1847, 8, 8.
40
Cristobal Andrade, promovió de mayo a julio de
1846, juntas en las municipalidades y juzgados de
paz de los partidos de Huejutla, Mextitlán y
Zacualtipan. En ellas se acordó una «comisión
patriótica» nombrada por el subprefecto y los
jueces de paz, para que se encargara de colectar
las cuotas mensuales que autoridades y vecinos
se habían comprometido a aportar mientras durara la guerra. El prefecto encabezaba la lista del
partido de Huejutla: cooperaría con el sustento
de un soldado de infantería mientras durara la
guerra, el subprefecto con dos pesos cada mes y
el cura cinco pesos mensuales. La información más
completa fue la del partido de Mextitlán, cuya
suma ascendió a $577 como cooperación de 130
personas, además el cura donó en su nombre y
el de sus vicarios $50.124
El prefecto de Texcoco también promovió,
en mayo de 1846, los donativos voluntarios en
los partidos de Chalco, Texcoco y Teotihuacan.
Este último reunió $34, Chalco $265 y de Texcoco
no hubo noticia. En todos los pueblos del distrito de Cuautitlán hubo respuesta favorable logrando reunir $689.125 La mitad de esa cantidad aportó
el distrito de Cuernavaca ($350), aunque el prefecto, Ángel Pérez Palacio, hizo una constante
labor de convencimiento entre los habitantes, pero
su situación económica era muy limitada. El responsable de la junta de recaudadora de Meacatlán
decía: «adjunto la lista de inscripción que prometí
excitando el patriotismo de los vecinos mejor
acomodados de esta población, para que mensualmente contribuyan, según la posibilidad de
cada uno, para auxiliar los gastos de la guerra de
Texas. Tengo el disgusto de que el donativo no
haya correspondido a sus deseos».126
124
«Lista de las municipalidades que contribuyen con donativos
para sostener la guerra, 25 de mayo de 1846», AHEM, C.091.0-223.8,
1846, V. 169, Exp. 12.
125
«El Secretario de gobierno del Departamento de México pide
al prefecto de Texcoco le informe el estado de los donativos voluntarios, 15 de mayo de 1846», AHEM, C.094.9, 1846, V. 190, Exp.
30. «El prefecto de Cuautitlán informa lo relativo al donativo voluntario con que han contribuido los ciudadanos para auxilio de la
guerra de Texas, 3 de julio de 1846», AHEM, C.223.8, 1846, V. 28,
Exp. 18.
126
«Lista de los ciudadanos que se han comprometido a contribuir mensualmente para auxiliar los gastos de la guerra de Texas,
3 de junio de 1846», AHEM, C.223.8, 1846, V. 28, Exp. 19.
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
En contraste, el prefecto de Tula se disculpaba
con el Secretario del gobierno del Departamento por no haber cumplido con la organización de
los donativos para la guerra, porque tenía poco
tiempo en su puesto. Únicamente los vecinos del
Mineral de Jacala habían cooperado por propia
iniciativa con $135.127
De los distritos que se comprometieron a
seguir cooperando con los donativos mensualmente podemos mencionar a Huejutla; cuyos
habitantes continuaron dando su cuota donde
todos los meses de 1847. Su cantidad de enero a
agosto permaneció alrededor de $600, pero de
septiembre a diciembre fue disminuyendo considerablemente hasta quedar en $28, como respuesta a las constantes derrotas de las fuerzas
mexicanas. Para las autoridades y vecinos de este
distrito no fue importante el cambio de gobierno al federalismo, porque siguieron cumpliendo
con su compromiso de ayuda a la guerra adquirido durante el centralismo.128
Cuando llegó Olaguíbel al Ejecutivo del
estado también pidió apoyo económico de los
pueblos y terratenientes de los partidos y distritos, combinando los donativos voluntarios con los
préstamos forzosos. Probablemente se tuvo que
hacer mayor uso de los segundos, porque los
subprefectos comunicaban al Secretario del gobierno su confianza en el gobernador y su buena disposición para cooperar, pero no mandaban
sus aportaciones, como en el caso del partido de
Actopan.129
Las municipalidades del distrito de
Temascaltepec sólo cooperaron por medio de
préstamos forzosos que solicitó el gobierno estatal en noviembre de 1846. Reunieron $1,084 que
mandaron a la Administración de rentas del dis-
127
«El prefecto de Tula informa al Secretario del gobierno del
departamento sobre su incumplimiento en los donativos a la guerra de Texas, 26 de mayo de 1846», AHEM, C.095.7-094.3, 1846, V.
191, Exp. 14.
128
«Cuaderno para el asiento de las partidas de donativos voluntarios para la guerra de Texas hecho en la Administración de
rentas de Huejutla, año de 1847», AHEM, (Hacienda), Vol. 26, Exp.
36.
129
«los vecinos de Actopan se dirigen al gobierno del Estado de
México para manifestarle su sentimiento patriótico, 7 de noviembre de 1846», AHEM, C.090.3, 1846, V. 166, Exp. 10.
41
trito. En la ciudad de Toluca la recolección se hizo
por las dos vías, entre febrero y abril de 1847: se
reunieron $2,715 por préstamos forzosos y $2,202
por donativos voluntarios.130
Además de los problemas para recolectar
la ayuda económica, existían problemas en las
oficinas de rentas de los distritos porque llegaban oficiales armados con ordenes del presidente Santa Anna para recoger todos los fondos existentes. Los empleados de las oficinas no los entregaban porque tenían órdenes del gobernador
de no hacerlo, ya que eran recursos del estado
para la defensa del estado.131
Cuando las tropas norteamericanas ocuparon la ciudad de México, el subprefecto de
Sultepec manifestaba que los pueblos de su jurisdicción estaban dispuestos a defender con las
armas a las fuerzas extranjeras si llegaban a su
territorio; quienes eran los principales promotores de la defensa eran los curas:
Muchos sacerdotes han comenzado ya
a dirigir a los pueblos exhortaciones
desde el púlpito; les han hecho comprender todo el peligro que en estos momentos corre ya la religión, y estas exhortaciones han producido el mayor
entusiasmo en toda clase de personas.
Todos se preparan a la defensa, y de
estos pueblos podrá tener el gobierno
del estado muchos recursos si sabe dar
a estos sentimientos patrióticos la conveniente dirección.132
Tanto autoridades municipales como los habitantes tenían el firme propósito de acudir al llamado del gobernador o por propia iniciativa reali130
«Juan de Molina hace saber que el distrito de Temascaltepec
mandó $1,084 para la guerra de Texas, 28 de junio de 1847», AHEM,
C.004.29, 1847, V. 26, Exp. 26. «Listas de personas que han dado
donativos voluntarios y préstamos forzosos en Toluca, febrero de
1847», AHEM, C.223.8, V. 28, Exps. 22 y 23.
131
«Francisco M. Olaguíbel ordena a los administradores de rentas
de Texcoco y partidos de Morelos y Acapulco para que entreguen
las cantidades que pide Teodoro Rivera, 20 de junio de 1847», AHEM,
C.207.28, 1847, V. 13, Exp. 7.
132
Manuel Alas, prefecto de Sultepec, informa que los habitantes están en la mejor disposición para dar ayuda a la capital de la
República, 24 de septiembre de 1847", AHEM, C.091.7-090.3, 1847,
V. 186, Exp. 38.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
zar actos de preparación para la guerra. Sin embargo, había carencias económicas que impedían
el cumplimiento de sus deseos. Un número considerable de habitantes del Mineral del Monte
había organizado su Guardia Nacional pero la falta
de armamento les impedía actuar; por lo que
pidieron a sus vecinos donativos voluntarios, en
noviembre de 1846, cuya suma ascendió a $144.
Los habitantes estaban encabezados por los jueces de paz del lugar. Al mismo obstáculo se enfrentaban los ciudadanos que se propusieron
organizar guerrillas, como Remigio Mateos en
Toluca, quien manifestaba que como las armas
mexicanas habían pasado a manos de los norteamericanos, su guerrilla sólo necesitaba de hombres decididos a hostilizar al enemigo. Tenía que
confiar más en la habilidad y patriotismo de los
integrantes porque no tenían recursos para tener
armas.133
A pesar de las malas condiciones de las
improvisadas tropas del Estado de México tuvieron un triunfo en el distrito de Huejutla, en julio
de 1847, después de un enfrentamiento con 150
hombres de caballería del ejército extranjero, en
el río llamado el Calabozo.134
Las principales alteraciones de las municipalidades se dieron cuando las tropas invasoras
ocuparon parte o totalmente su territorio. El ayuntamiento de Toluca, en enero de 1848, se sentía
responsable de la suerte de la población, ya que
al no tener las condiciones para enfrentar a las
tropas extranjeras confiaban ingenuamente en la
buena conducta de estas tropas, que mostrarían
con sus propiedades y personas. Manifestaba el
alcalde primero, José María Díaz Noriega:
¡Toluqueños! Si la ciudad no se hallara
sin armas ni defensa, vuestros Capitulares, en cuyos pechos arde la pura antorcha del patriotismo y de la libertad, os
133
«Vecinos del Mineral del Monte solicitan armas para la guardia de dicho mineral, 26 de noviembre de 1846», AHEM, C.091.7095.2, 1846, V. 186, Exp. 6. «Se faculta a Remigio Mateos para organizar una guerrilla en el distrito de Toluca, 23 de abril de 1847»,
AHEM, (Policía rural) G.Gu. Pr., V. 1, Exp. 5, 1847.
134
«Cristobal Andrade, prefecto de Huejutla, informa que el ejército
mexicano derrotó al ejército invasor, 14 de julio de 1847», AHEM,
C.091.7, 1847, V.186, Exp. 23.
42
excitarían como buenos mexicanos al
sostenimiento de la nacionalidad ofendida. Mas ya que sucesos que no nos ha
sido dable evitar nos fuerzan a representar un papel pasivo en este drama
lamentable, consolaos con la idea de que
las tropas que van a ocupar la ciudad,
son las tropas de una nación civilizada,
y que el honor y respeto que se deben a
sí mismas, les impedirá entregarse a vergonzosos excesos, ajenos de la ilustración del siglo y del buen nombre de la
República a que pertenecen.135
De manera pacífica también los habitantes del
distrito del Oeste de México vieron entrar en su
territorio a las tropas norteamericanas: en
Huehuetoca entraron 300 hombres y 100 hombres de caballería en Zumpango. En cambio en
el partido de Taxco, el prefecto organizó un recibimiento agresivo con las fuerzas de Iguala, de
Tlacotlalpan y de Zacualpan, estas últimas las
enviaba el general Juan Álvarez. Sin embargo, al
quedarse el enemigo en Cuernavaca se regresaron esas fuerzas a sus lugares de origen.136
La ocupación de Cuernavaca, de febrero a
julio de 1848, provocó constantes quejas de propietarios de fincas, que veían deterioradas sus
propiedades, porque las ocuparon las fuerzas
enemigas. En los distritos de Texcoco y Tulancingo
hubo varias quejas de robos denunciadas por los
vecinos afectados, que acusaban a gavillas integradas por norteamericanos y mexicanos. La
delincuencia interna del país se combinó con la
invasión extranjera, para incrementar la inseguridad pública. Esta unión se dio cuando las tropas invasoras abrían las cárceles para dejar salir
a los presos.137
135
«El ayuntamiento de Toluca, con motivo de la próxima ocupación de la ciudad por las tropas norteamericanas les pide a los
ciudadanos que tengan confianza en el cuerpo municipal, 7 de enero
de 1848», AHEM, C.090.1-074, 1848, V. 165, Exp. 6.
136
«El subprefecto de Zumpango le comunica al Secretario de
relaciones que han llegado a Huehuetoca cerca de 400 hombres
de las fuerzas extranjeras, 24 de febrero de 1848", AHEM, C.074.4,
1848, V. 146, Exp. 18. «El prefecto de Taxco informa las medidas
que tomó para defender la cabecera de su municipalidad, 17 de
febrero de 1848», AHEM, C.074.2, 1848, V. 145, Exp. 11.
137
«Luis Colín, prefecto de Tulancingo informa que las fuerzas
norteamericanas desocuparon la ciudad e Pachuca, 14 de junio de
1848». AHEM, C.091.7, 1848, V. 186, Exp. 46. «El prefecto de Texcoco
El Estado de México durante la Guerra México-Estados Unidos
La participación de habitantes y autoridades en las municipalidades fue constante aunque
desigual en la lucha contra las tropas norteamericanas. Dependió en gran medida de la actitud
de los prefectos y subprefectos, quienes tomaron
el papel de líderes en la organización militar y
en la recolección de recursos económicos. En la
mayoría de los casos actuaron acatando órdenes
del gobernador, pero también se presentaron
casos de apoyo voluntario.
La actuación de las municipalidades, espontánea u obligada, se hizo evidente desde mayo
de 1846 hasta mediados de 1848. Las aportaciones económicas y la colaboración de hombres no
fueron suficientes para los requerimientos de la
guerra, pero demostraban que a pesar de la apatía de algunos vecinos, de la carencia de líderes
naturales y de falta de espíritu nacional, los habitantes y ayuntamientos cooperaron. Éstos se
vieron afectados en sus ingresos, en sus propiedades y en las prestación de servicios públicos.
Las municipalidades sintieron la tensión
entre el gobierno estatal y el federal, por el control de los recursos. En los lugares donde sucedió actuaron en apoyo del estatal, lo que implicaba que tenían mayor sentido de unidad e identificación con lo que era el Estado de México;
aunque la actuación hostil de los distritos del Sur
del estado confirman que no estaba totalmente
estructurada la entidad federativa.
La guerra contra Estados Unidos significaba en el ámbito municipal atentar contra su religión, alterar la seguridad pública, atropellar sus
derechos territoriales y transformar su realidad
inmediata. No había cuestionamientos sobre los
orígenes de la lucha y lo que significó la pérdida
de la mitad del territorio nacional. Sólo se hablaba de la exaltación del «patriotismo» cuando las
autoridades municipales y distritales querían
motivar a la sociedad civil para luchar por mantener su cotidianidad y para obedecer a las autoridades estatales. Se defendía la «patria» para deinforma que una gavilla asalta en Chicoloapan, 12 de marzo de 1848»,
12 de marzo de 1848", AHEM, C.074.9, 1848, V. 148, Exp. 17.»El
alcalde primero de Cuernavaca extiende certificados de daños sufridos en diversas propiedades, 9 de julio de 1848", AHEM, C.221.1,
1848, V. 21, Exp. 2.
43
fender los derechos ancestrales al trabajo, a la
tierra, a la religión, a la vida. Los pueblos se convertían en espectadores de una lucha que juzgaban ajena a su «patria», hasta que atacaba directamente sus intereses.
CONCLUSIONES
Este trabajo examinó la situación de un estado
de la República en un momento de guerra, entre
el país al que pertenecía y los Estados Unidos.
Era un momento caótico para la política interna
del país: por un lado el poder federal tratando
de adquirir fuerza para consolidarse, como cabeza
de un sistema de gobierno, y por el otro las entidades federativas buscando la unificación de las
decenas de municipalidades que los integraban.
En especial el Estado de México no quería ceder
ni un ápice el poder político y económico que
estaba logrando con esfuerzos. De ahí, que las
tensiones y conflictos entre los ámbitos de gobierno fueran constantes.
El gobernador y el Congreso estatal estuvieron dispuestos a cooperar en la defensa del
país, siempre y cuando el presidente de la República respetara su autonomía como parte de
la confederación mexicana. Esta actitud era producto de que a nivel estatal fue claro el cambio
de sistema de gobierno del centralismo al
federalismo; no así en el nivel municipal, donde
se presentaron mayores continuidades.
Ni en el ámbito nacional ni en el estatal
había un ejército que respondiera a las necesidades de la nación. El ejército existente también
era producto de la lucha por el poder político.
No pudieron enfrentarse con éxito a los norteamericanos porque, además de su inferioridad en
armamento, era su preparación para pequeñas
luchas entre similares, para quitar o elevar a una
persona a un puesto gubernativo. No había preparación militar para defender al país, ¿qué significaba defender el territorio nacional cuando
únicamente habían vencido a políticos? También
fracasaron las guerrillas a nivel nacional, porque
sus integrantes sólo triunfaban cuando defendían
sus localidades o sus inmediaciones.
Mª del Carmen Salinas Sandoval
44
Se combinaron los problemas políticos, con
la carencia de recursos económicos y con la falta de cohesión social de los habitantes más allá
de las fronteras municipales o estatales. Por esta
compleja conjunción de factores, los habitantes
y autoridades del Estado de México (con excepción del gobernador Francisco M. Olaguíbel)
participaron en la guerra queriendo evitar la invasión en su territorio, mas no con el afán de
triunfar completamente sobre el ejército extranjero y expulsarlo de los otros estados invadidos.
La derrota de las fuerzas mexicanas y los consecuentes tratados de paz representaron la oportunidad de continuar con sus prácticas de gobierno estatales y municipales y con la posibilidad
de alcanzar sus ideales de unión política y mejoramiento económico. Objetivos que no se abandonaron aunque se estaba participando en la
lucha.
El Lic. Olaguíbel tenía una convicción firme sobre el federalismo que aspiraba para el país,
que muy pocos hombres de su tiempo tenían.
Convicción que se complementaba con la necesidad de contemplar a México como una nación.
Para él la guerra iniciada por Estados Unidos sí
era una agresión a la nación, a la que se debía
defender, por ello estuvo dispuesto a participar
en la defensa, contrariamente a lo que opinaban
las autoridades federales.
El sistema confederal que se trataba de aplicar en
esos momentos con la segunda República federal estaba muy lejos de tener las bases políticas
de respeto y consolidación de los tres niveles de
poder, que Olaguíbel y los federalistas radicales
pretendían. Una manifestación tangible fue la
reacción de los diferentes ámbitos gubernamentales en la guerra.
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