Sagrado Corazón Geografía de España TEMA 6: LAS AGUAS Y LA RED HIDROGRÁFICA DE ESPAÑA Las vertientes hidrográficas españolas Los ríos y las cuencas hidrográficas Los regímenes fluviales. Uso y aprovechamiento de las aguas Sagrado Corazón Geografía de España Las vertientes hidrográficas españolas Los cursos de agua que discurren por la Península Ibérica forman una red hidrográfica cuyos rasgos esenciales son los siguientes: Disimetría de la red fluvial: existe una marcada disimetría entre los ríos que drenan al Atlántico y los que lo hacen al Mediterráneo. Debido a la configuración del relieve y a la inclinación de la meseta hacia el oeste cerca del 70% de las aguas españolas vierten al atlántico y sus ríos son largos y de escasa pendiente, todo lo contrario que los de la vertiente cantábrica y mediterránea. Adecuación al relieve: el trazado fluvial se adapta al relieve de la Península, disponiéndose en una dirección paralela entre un sistema montañoso y otro, Así se explica que ríos que transcurren por zonas relativamente secas, puedan llevar un caudal importante, ya que recogen a través de los afluentes las aguas procedentes de ambos sistemas montañosos. También se refleja en la gran longitud de los ríos que discurren por las llanuras y depresiones y el corto recorrido de los ríos de montaña. Caudal escaso: la cantidad de agua que transporta un río constituye su caudal. Puede expresarse en metros cúbicos por segundo (caudal absoluto) o relacionarse con la superficie de la que procede (caudal relativo), en cuyo caso se expresa en litros por segundo por km2 Los ríos peninsulares vierten sus aguas al mar Cantábrico, al océano Atlántico y al mar Mediterráneo. Cada una de estas vertientes recibe unos ríos que se diferencian por sus características físicas y por su régimen fluvial. Vertiente Cantábrica Son ríos cortos y caudalosos. Son cortos porque su nacimiento se sitúa a escasa distancia de su desembocadura en la cordillera cantábrica; esto explica por qué en su recorrido han de salvar un gran desnivel. Son caudalosos por la abundancia de precipitaciones de la zona por la que discurren; por eso su caudal no sufre grandes variaciones (crecidas y estiajes) Los más importantes son: Narcea-Nalón, Bidasoa, el Nervión, el Deva, el Sella, el Navia y el Eo. Vertiente Atlántica En el Atlántico desemboca los grandes ríos de la Meseta (Duero, Tajo, Guadiana) el Guadalquivir y el Miño (aunque éste por sus características es cantábrico). Adaptados a las condiciones del relieve y a la inclinación de la Meseta, los ríos de esta vertiente son largos y de pendientes muy suave. Conforme a la distribución espacial de las precipitaciones, disminuyen de caudal a medida que se sitúan más al sur. Su régimen se ve enriquecido por los grandes afluentes. Sagrado Corazón Geografía de España Vertiente Mediterránea Los ríos de la vertiente mediterránea son muy desiguales. El más importante es el Ebro, que destaca por su mayor longitud, caudal y regularidad, ya que recibe los aportes hídricos de sus afluentes pirenaicos e ibéricos. Los restantes ríos de esta vertiente (Ter, Llobregat, Turia, Júcar, Segura, Almanzora, Andarax, Guadalhorce…) están influidos por los relieves adyacentes. Por eso, son cortos y poco caudalosos, que sufren grandes crecidas estacionales y fortísimos estiajes. En esta vertiente abundan también las ramblas que sólo llevan agua en ocasiones, permaneciendo secos la mayor parte del año. Las cuencas hidrográficas en España El Miño Es el río gallego por excelencia y aunque desemboca en la vertiente atlántica tiene las mismas características de caudal, de longitud y de velocidad que los cantábricos. Nace en Fuenmiña, (Macizo Galaico) provincia de Lugo. Pasa por Lugo, Orense y Pontevedra. Desemboca en la Guardia, tras servir en su último tramo de frontera con Portugal. Tiene un caudal abundante debido a las precipitaciones. Su afluente principal es el Sil. El Duero Es el río de la submeseta septentrional, la mayor cuenca hidrográfica de España. Nace en los Picos de Urbión (Sistema Ibérico) provincia de Soria. Recorre parte de las provincias de Soria, Burgos, Valladolid y Zamora. Recoge agua de sus afluentes que nacen en la Cordillera Cantábrica y el Sistema Central, algunos de ellos son: Esla, Pisuerga, Adaja y Tormes. Desemboca en Oporto (Portugal) El Tajo Es el río más largo de la Península. Nace en la Sierra de Albarracín (Sistema Ibérico) provincia de Teruel. Discurre entre Sistema Central y los Montes de Toledo en la Submeseta meridional. Pasa por las provincias de Teruel, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Toledo y Cáceres. Desemboca en Lisboa (Portugal) formando un estuario. Sus afluentes entre otros son el Alberche, Tiétar y Alagón. Sagrado Corazón Geografía de España El Guadiana Nace Campo de Montiel, provincia de Albacete. Discurre entre los Montes de Toledo y Sierra Morena, en la submeseta meridional. Pasa por las provincias de Albacete, Ciudad Real y Badajoz. Hace su último trecho frontera con Portugal. Desemboca en Ayamonte (Huelva). Sus afluentes principales son el Jabalón, Záncara y Cigüela. El Guadalquivir Nace en la Sierra de Cazorla (Sistemas Béticos) provincia de Jaén. Recorre el valle que lleva su nombre pasando por las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz. Recoge aguas de Sierra Morena y Cordilleras Béticas a través de afluentes como el Genil o el Guadiato. Desemboca en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Su desembocadura en forma de marisma demuestra que proceso todavía no ha terminado, pues en época romana estas marismas eran un gran lago, lago que se ha ido llenando con los depósitos continentales y marinos. El Ebro Nace en Fontibre (Cordillera Cantábrica) provincia de Cantabria. Recorre el valle que lleva su nombre, pasando por las provincias de Cantabria, Burgos, La Rioja, Navarra, Zaragoza y Tarragona. Desemboca en Tortosa (Tarragona) formando un amplio delta. Es un río muy caudaloso en una zona muy seca debido al agua que recibe de sus afluentes que proceden de los Pirineos y del Sistema Ibérico. Algunos de ellos son: Gállego, Aragón, Jalón y Segre. Turia o Guadalaviar Nace en la Muela de San Juan (Sierra de Albarracín, Sistema Ibérico) provincia de Teruel. Pasa por Valencia, regando sus fértiles tierras. Desemboca en la ciudad de Valencia. Río Júcar Nace en la serranía de Cuenca (Sistema Ibérico) provincia de Cuenca. Atraviesa las provincias de Cuenca, Albacete y Valencia, regando las fértiles tierras de su vega. Desemboca en Cullera (Valencia) Su afluente es el Cabriel. Río Segura Nace en Sierra del Segura (Sistemas Béticos) provincia de Jaén. Pasa por las provincias de Jaén, Albacete, Murcia y Alicante, regando su fértil huerta. Desemboca en Guardamar del Segura (Alicante). Su afluente es el Mundo. Sagrado Corazón Geografía de España Los regímenes fluviales El caudal de los ríos españoles se caracterizan por la irregularidad anual e interanual, esta irregularidad es más palpable en los ríos de la España seca, y muy especialmente en los de la vertiente mediterránea; y por el régimen fluvial que es la variación del caudal de un río a lo largo de los doce meses del año. Los regímenes fluviales se clasifican de acuerdo con la procedencia de las aguas. Así, existen dos grandes regímenes; el pluvial, en el que el agua que llevan los ríos procede directamente de la lluvia, y un régimen nival, en el cual las aguas fluviales proceden de la fusión de las nieves. En el primer caso, el tiempo que media entre la caída de agua y su evacuación por los ríos es muy escaso, siempre y cuando los suelos estén saturados. En el segundo caso pueden transcurrir varios meses pues depende de la persistencia de las bajas temperaturas y del momento en el que se alcance la fusión de las nieves. Entre unos y otros regímenes existen situaciones intermedias, que se expresan como régimen nivo-pluvial, pluvio-nival… El régimen mayoritario de los ríos españoles es el pluvial, que se divide en distintas clasificaciones climáticas. Los factores que condicionan el régimen fluvial son los siguientes: El clima es el factor más importante e influyente en la red hidrográfica. Existe una relación directa entre la cantidad de precipitaciones y el caudal. Así, como existe otra relación muy directa entre el régimen pluviométrico de un clima y el régimen hidrográfico del río de ese clima. El relieve es el segundo factor. Condiciona su trazado, aporta su pendiente, la velocidad, la fuerza erosiva del río y su potencialidad para la producción de electricidad. El suelo es otro factor importante, ya que dependiendo de su grado de permeabilidad del cauce por donde transcurren, los ríos pueden tener unas características u otras. Si el sustrato es impermeable no interfiere en el caudal, pero si es permeable, como los suelos calizos, absorbe y retiene una gran cantidad de agua, que luego aflorara a través de los manantiales o muchos kilómetros de distancia. La vegetación evita el desplazamiento rápido de las aguas por las laderas y ralentiza el proceso de incorporación al río, siendo un excelente atenuador de las crecidas violentas y torrenciales de los ríos mediterráneos. Por otra parte, están los factores humanos que alteran los regímenes de los ríos a través de la construcción de pantanos o trasvase. Uso y aprovechamiento de las aguas El agua es un bien natural absolutamente imprescindible para la vida y las actividades humanas. Sobre la superficie terrestre la encontramos en los ríos, lagos, mares y embalses artificiales; la encontramos también en el subsuelo, como agua subterránea. Como bien de la naturaleza, el agua tiene carácter renovable; su existencia está regulada por el ciclo del agua y su provisión y distribución anual dependen del clima. Sagrado Corazón Geografía de España El agua procede de las precipitaciones (lluvia, nieve, granizo). En España su distribución se caracteriza por una doble desigualdad: espacial y temporal. En razón de la distribución espacial distinguimos regiones húmedas, secas y semiáridas; a efectos de uso y consumo, esto se traduce en una desigual disponibilidad regional. La desigual distribución en el tiempo es consecuencia de los regímenes climáticos de precipitación, entre los cuales destacan los oceánicos, los mediterráneos y los insulares canarios. El relieve también ejerce una gran influencia sobre el clima y, en consecuencia, sobre la mayor o menor disponibilidad de agua. Es el responsable último de la configuración de la red hidrográfica, la cual está constituida por ríos y afluentes que transportan las aguas de escorrentía que son objeto de aprovechamiento humano. Tanto éstas como las aguas estancadas o las subterráneas han sido utilizadas desde hace siglos. A medida que aumentaba la población española y crecía la superficie de regadío, se hacían mayores las necesidades y se incrementaba la presión sobre el agua, lo que hace cada vez más imprescindible un control efectivo y una gestión eficaz de este elemento. En España, las infraestructuras hidráulicas cuentan con antecedentes históricos de la época romana, los árabes y la España cristiana. En 1900 existía un importante número de presas; pero fue en el siglo XX cuando su cifra y la cantidad de agua embalsada aumentaron espectacularmente para abastecimiento urbano, regadío, regulación del régimen fluvial, para paliar las crecidas e inundaciones y producción de energía hidroeléctrica en los saltos de agua. Actualmente los embalses se extienden por toda la geografía española, se ubican con preferencia en el curso de los afluentes por donde desaguan nuestras montañas: aprovechan las buenas condiciones de construcción de presas que ofrecen los valles estrechos del curso alto; regulan los afluentes para amortiguar las crecidas; aumentan la altura de los saltos de producción de energía eléctrica y aseguran unas pendientes que permite el deslizamiento para los canales de riego. Las presas españolas varían de unas regiones a otras: en el norte son más pequeñas, pues el clima oceánico asegura la reposición regular del agua; en cambio en la España seca es preciso construir grandes vasos para adaptarse a las irregularidades pluviométricas del clima mediterráneo. En la actualidad, además de las aguas corrientes, también son objeto de captación y aprovechamiento las aguas subterráneas, almacenadas en los acuíferos. En la España peninsular y balear distinguimos tres acuíferos, que se corresponden con las denominadas Iberia silícea, caliza y arcillosas. En la zona silícea sólo existen pequeños acuíferos locales; el ámbito calizo es un excelente reservorio para el aprovechamiento de agua mediante pozos o fuentes; los ámbitos arcillosos se corresponden con las grandes depresiones o espacios litorales y son en realidad depósitos cubiertos por aluviones que ofrecen excelentes acuíferos. En las islas Canarias predominan formaciones volcánicas de gran espesor que aportan acuíferos. La mayoría de estos acuíferos se encuentran sobreexplotados. A fin de paliar los grandes déficit hídrico que padecen determinadas regiones se han proyectado trasvases entre cuencas excedentarias y deficitarias. El más importante ha sido el trasvase TajoSegura que ha contribuido a mejorar los regadíos del sureste peninsular. Sagrado Corazón Geografía de España Otra actuación para aumentar la disponibilidad de agua dulce en las regiones de mayor carestía ha sido la construcción de desalinizadoras de agua de mar, en Lanzarote, Almería… El agua se utiliza para consumo humano, para uso industrial y agrícola y para la obtención de energía eléctrica; la mayor parte se dedica a la agricultura. Más de las tres cuartas partes del agua consumida en España se emplea para el regadío. Alrededor del 14% es consumida por las ciudades y pueblos y un 6% por la industria. Se entiende bien que el regadío absorba una proporción tan importante del agua, porque la agricultura más rentable se da precisamente en la España seca, y depende en gran medida de la disponibilidad de agua. En cualquier política que busque el buen uso del agua en la península es fundamental analizar los sistemas de riego y decidir si se deben poner más superficie de tierras en regadío o no: elegir el sistema de riego más eficiente, de riego por goteo o por aspersión; ajustar las dosis de riego a las necesidades reales del cultivo en cada momento; elegir el momento de efectuar los riegos para evitar la evaporación del agua, sobre todo cuando se utiliza el riego por aspersión. En este sentido es preferible efectuar el riego en las primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, o incluso por la noche, en lugar de hacerlo a mediodía; evitar las pérdidas de agua; ajustar el empleo de fertilizantes a las necesidades reales del cultivo; permitir la recarga de los acuíferos en las zonas en que éstos estén sobreexplotados mediante la alternancia de los cultivos de regadío tradicionales con cultivos de secano o de demanda reducida de agua; procurar la utilización de cultivos adaptados a las condiciones del clima mediterráneo en los que el agua aportada con el regadío sea un complemento al agua de lluvia, en lugar de basar toda la producción en el agua de riego. La proporción de agua consumida por la población en España es muy similar a la normal en los países desarrollados. Aunque la cantidad de agua que se consume en las necesidades municipales y domésticas no es muy grande, su calidad tiene que ser muy buena, lo que afecta de forma importante al precio. En el suministro de agua a ciudades e industrias uno de los principales problemas es el de las pérdidas en las cañerías de distribución que, en bastantes lugares, son de más del 50% del agua repartida. Entre los principales problemas del agua destacan: El excesivo consumo está motivado por la ineficiencia y derroche de agua de muchas técnicas tradicionales de riego y por las pérdidas en conducciones y redes de abastecimiento. Los consumos humanos, que hoy se estiman en 200 litros por persona y día, también representan una cantidad excesiva. A la pérdida de calidad del agua han contribuido factores como el consumo excesivo, la sobreexplotación de los acuíferos, los vertidos urbanos e industriales, la fertilización de los cultivos y abonados de los campos… que han desencadenado procesos de contaminación o salinización de las aguas subterráneas. Conscientes de tan problemática situación, organismos e instituciones tratan de tomar medidas que palien los efectos negativos del mal uso del agua. El principal instrumento actualmente en vigor es el Plan Hidrológico Nacional, aprobado en 2001 y modificado en 2005, que introduce planteamientos que conducen a garantizar la equidad, la eficiencia y la sostenibilidad en la gestión y en el uso de los recursos hídricos.