ALEPO CIUDAD MÁRTIR En la audiencia general el Papa hace un llamamiento a la conciencia de los responsables de los bombardeos sobre el centro habitado Y hablando del buen ladrón recuerda que la misericordia es para todos, también para los malos Un «llamamiento a la conciencia de los responsables de los bombardeos» en Siria, «que deberán rendir cuentas ante Dios», ha dirigido el Papa Francisco al término de la audiencia general del miércoles 28 de septiembre en la plaza de San Pedro. Visiblemente emocionado, el Pontífice ha dirigido una vez más su «pensamiento a la amada y atormentada» nación, de donde —explicó— siguen llegando «noticias dramáticas sobre el destino de la población de Alepo». «Unido en el sufrimiento, a través de la oración y la cercanía espiritual» el Papa ha expresado «profundo dolor y viva preocupación por lo que sucede en esa ya atormentada ciudad, donde mueren niños, personas mayores, enfermos, jóvenes, ancianos», renovando «a todos el llamamiento a comprometerse con todas las fuerzas en la protección de los civiles, como requisito imprescindible y urgente». Entre las demás preocupaciones expresadas por el Pontífice durante los habituales saludos a los grupos de fieles, también aquellas «por los sufrimientos del pueblo mexicano» y por los empleados despedidos de su trabajo de la región italiana de Basilicata: «No puede ascender más —dijo al respecto— el porcentaje de desocupación». Anteriormente Francisco había dedicado la catequesis a la figura del buen ladrón. Comentando el pasaje tomado del Evangelio de san Lucas (23, 33.39-43) que habla del perdón en la cruz, el Papa ha puesto sobre todo de relieve que Jesús «en este gran sufrimiento permaneció así, y allí nos ha salvado», mientras que «nosotros sabemos que no es fácil “permanecer en la cruz”, en nuestras pequeñas cruces de cada día». En especial, según el Pontífice, el episodio enseña que «la salvación de Dios es para todos, sin que nadie quede excluido». Porque «la Iglesia no es sólo para los buenos o para aquellos que parecen» ser tales «o se creen buenos: es para todos, e incluso preferiblemente para los malos». Y esto es válido sobre todo en «este tiempo de gracia» que es el jubileo de la misericordia. Lo demuestra precisamente la situación del buen ladrón, «un condenado a muerte» que se convierte en «un modelo para nosotros», para cada «cristiano que confía en Jesús». Por lo demás, ha recordado Francisco, «es verdad, era un ladrón. Pero al final, arrepentido, mirando a Jesús logró ganarse el cielo». Publicado en L’Osservatore Romano