Maquetación. Sistemas de retículas y plantillas La comunicación depende del orden. Los lectores buscan orden y sentido en la página impresa. La coherencia y la repetición determinan la estructura, aspecto prioritario del orden en los diseños secuenciales. La manera de plantear la estructura de la página, ya sea de un libro, revista, periódico, etc. viene determinada por dos estilos claramente diferenciados. Nos referimos al estilo tradicional que se viene practicando desde el Renacimiento, y al estilo moderno, consecuencia de las novedades del inicio del presente siglo derivadas de las teorías Gestálticas y la Bauhaus. La maquetación tradicional elemental consiste en construir inicialmente los márgenes para distribuir el texto en la zona viva facilitando la fluidez. Las proporciones clásicas, la simetría y el equilibrio pasivo son los elementos dominantes en este sistema desde su origen. Con las aportaciones de la Bauhaus, el diseño evoluciona enormemente aplicando principios de funcionalidad y economía de medios (menos es más). La maquetación busca la objetividad y la racionalidad. El espacio blanco de la página asume un valor esencial. Se busca el equilibrio entre unidad y variedad. La asimetría introduce el dinamismo activo frente al equilibrio pasivo de la simetría del estilo tradicional. Los factores determinantes de una correcta maquetación son la cantidad de texto, el número de elementos ilustrativos, la jerarquía del texto y el objetivo de la información. División geométrica. Márgenes y columnas La estructuración de la página y sus relaciones de proporción determinan la división geométrica de ésta, necesaria para la adecuación y disposición de los elementos con que contamos. Si se trata de una articulación del espacio desde el punto de vista tradicional, recurriremos a la construcción geométrica de los márgenes como elemento fundamental. El espacio entre ellos determinará la zona viva, el espacio en el que situaremos las columnas de texto. No es preciso recurrir a la aritmética para construir los márgenes. El uso de la geometría nos permite constatar las proporciones y las relaciones entre longitudes y espacios. Se emplean diagonales de página y doble página para definir las distintas zonas que subdividen las páginas. El margen más próximo a la encuadernación se llama interno. El tamaño de los márgenes se determina más por razones prácticas (economía, más información) que por motivos estéticos. En el pasado se reservaba un gran espacio para anotaciones. Las columnas ocupan la zona viva, son espacios verticales en los que se alinea el texto. Los márgenes y los espacios entre ellas deben ser cuidadosamente calculados. Las columnas definen el número de líneas y el cuerpo de los tipos, permitiendo calcular las pulsaciones por página. La reducción de los márgenes conduce a la división de la zona viva en dos columnas, una para el texto y otra para pies y subtítulos. Generalmente la estructura secuencial y continuada de las novelas exige una composición a una sola columna, lo que obliga al empleo de un cuerpo de texto relativamente amplio para evitar líneas que cansen debido a su extensión. Sin embargo, libros de carácter didáctico incluyen varias columnas, aún siendo subdivisión de dos básicas, para estructurar la información en diversas cadenas relacionadas. Se puede estructurar la interpretación del mensaje siguiendo los distintos estilos aunque correlativos. En la prensa, la densidad de su información junto a la amplitud de su formato, genera divisiones habitualmente múltiples, no menos de cuatro columnas, pudiendo llegar a doblarse. La información se estructura en función de la importancia de las columnas. Las exteriores siempre incluyen información menor, reservando el espacio interior y central, más protegido, para lo más destacado. En la estructura moderna, los márgenes no son un elemento esencial, están determinados por la concepción de la retícula, que da prioridad a la zona viva, quedando subordinados a su estructura. Un sistema de división geométrica muy elemental y muy útil cuando se trata de de organizar pocos elementos son las marcas de posición. Se producen dividiendo el espacio por medio de diagonales y segmentos horizontales (hasta 12 segmentos). Si situamos sobre esta tipo de estructura los elementos de una cubierta o un cartel, lograremos estabilidad y coherencia compositiva. Rectángulo Áureo La proporción es esencial para la armonía y el equilibrio. Las proporciones clásicas redescubiertas en el Renacimiento han formado parte de la cultura occidental durante siglos, por eso nos resultan normales y agradables. Las normas de la I.T.U. (International Typographical Union) sólo considera adecuados cinco formatos de rectángulo, todos ellos reflejo de las ratio clásicas. Estas proporciones no se reflejan sólo en la página sino también en los elementos contenido en ella. La proporción más conocida y objeto de mayor devoción es el rectángulo áureo, cuya ratio o razón es 1: 1.618. Esta proporción ocupa un lugar preeminente en el arte griego y renacentista, habiendo sido estudiada por numerosos artistas y matemáticos (La divina proporción). La mayoría de los objetos rectangulares que nos rodean pertenecen a este grupo y estudios como el de Fechner confirma la predilección generalizada por esta medida. Hay varios métodos de construcción geométrica del rectángulo áureo: partiendo de un cuadrado, trazaremos una diagonal desde su mitad, la emplearemos como radio para prolongar la base del cuadrado hasta obtener la anchura del rectángulo áureo buscado. A partir de un rectángulo áureo básico podemos ir desarrollando multitud de ellos simplemente añadiéndoles cuadrados con su anchura máxima como lado. Retículas y pautas. Elementos del texto Son la pauta o sistema empleado para que los textos y las imágenes se yuxtapongan de un modo visualmente consistente en las páginas de un diario, libro o revista. Consiste en una red de campos e intervalos que sirve de marco organizativo en el que se determinan las proporciones, el tamaño y la posición de los elementos. Los sistemas de retículas tienen una intencionalidad objetiva y ofrecen una base racional, garantizan la coherencia global y establecen relaciones proporcionales entre los distintos elementos. Contribuyen a equilibrar el aspecto de un espacio y a su vez son un mecanismo estilístico, individualizando y personalizando el aspecto de una publicación. El quebrantamiento buscado de la retícula puede producir buenos resultados, de igual modo que un uso inadecuado puede constituir un obstáculo más que una ayuda. La RETÍCULA BÁSICA, de utilidad limitada, efectúa divisiones a partir del espacio de la página y no de los elementos que debe incluir. Resulta más conveniente elaborar una RETÍCULA TIPOGRÁFICA en función de las exigencias del texto. Cuando una maqueta debe incluir más elementos al margen del texto, se crean campos adicionales dentro de la estructura mínima. Cada proyecto presenta sus propias peculiaridades, que precisan de su propia maqueta y retícula; pero la similitud de necesidades permite aplicar una misma retícula o modificarla levemente. El desarrollo de la retícula es una etapa esencial en el diseño de un impreso. Una vez establecida una pauta adecuada, la maquetación se limita a encajar coherentemente el texto. Los elementos de la página pueden clasificarse según su finalidad: - Tipográficos: texto, títulos, subtítulos, pies, números,… - Gráficos: todos los elementos visuales que refuerzan la comunicación (filetes, orlas) -Ilustrativos: aclarar o mejorar el mensaje (dibujos, diagramas, fotografías, mapas,…) - Decorativos: no son necesarios, mero valor visual. Todos los elementos no tipográficos deben supeditarse a estos, puesto que el texto es el dominante, la abundancia o frecuencia puede alterar la comunicación. - La disposición y proporción de los elementos debe hacerse en función de la retícula. - Es preciso establecer una jerarquía visual entre los elementos. No todos son dominantes. - Los elementos se situarán en la parte superior de los campos y alinearse con sus esquinas izquierdas. El texto no debe verse sometido a interrupciones de otros elementos. - Se debe ser sistemático. En documentos de varias páginas, los elementos similares irán en la misma posición en las páginas. - Conviene dejar un tercio de los campos vacíos, para garantizar la flexibilidad. - Debemos recurrir al contraste, la asimetría y otros principios para evitar el estatismo. Armonía y Legibilidad. Línea, cuerpo y mancha La subordinación de los elementos visuales al sistema reticular produce armonía global, claridad, orden y favorece la credibilidad. Una correcta disposición de los elementos permite una mejor lectura y entendimiento, y por tanto, un mayor asentamiento en la memoria. La unidad en la presentación de la información genera estabilidad y claridad que facilitan la lectura y su asimilación. No sólo se pretenden resultados estéticos sino funcionales. Si consideramos el texto como una mancha gris que ocupa el espacio de la página, se pueden descuidar las sutiles diferencias necesarias en los ajustes de la composición. El tamaño, interletrado, interlineado,longitud de línea y justificación son factores a tratar individualmente. La modificación aislada de uno de estos factores influye en la textura global de la página. La correcta combinación de todos ellos dará como resultado una página de textura uniforme y agradable tanto para ser vista como para ser leída. La buena legibilidad depende de: - La claridad de tipos y formas. - La longitud de líneas y columnas. - El correcto interlineado. - Las adecuadas proporciones de los blancos. Para la definición de las anchuras de las columnas conviene tener en cuenta la distancia habitual de lectura (30-35 cm.), el tamaño de los tipos debe facilitar la lectura. Las líneas largas resultan pesadas y las cortas cansan por los constantes cambios de línea. El interlineado también debe adecuarse al conjunto y ayudar a conducir al ojo sin alterar la velocidad de lectura. Los espacios blancos bien proporcionados estimulan la lectura. La relación armónica entre los márgenes, con contrastes y desigualdades serena y equilibra al lector.