EL JNE Y SU FUNCION EDUCATIVA El tema de la educación y capacitación electorales La educación cívica comprende “un conjunto de principios y enseñanzas que conducen al respeto del derecho ajeno, al cumplimiento espontáneo del deber propio, a la convivencia pacífica, a la exclusión de la rebeldía sistemática y a cuantas actitudes aseguran una coexistencia general más solidaria, justa y grata1.” Cuando el inciso x) del artículo 5º de la ley orgánica del Jurado Nacional de Elecciones hace referencia a la educación cívica electoral, alude a los principios y enseñanzas que la educación importa aplicados al derecho electoral. La educación cívica electoral es un proceso largo y complejo, que promueve el conocimiento, el aprendizaje y la práctica de las humanidades, la ciencia, la técnica, las artes, la educación física y el deporte, preparando para la vida y el trabajo, además de fomentar la solidaridad2, pues la educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana como señala nuestra carta constitucional3. Esta es una función encomendada en exclusividad al JNE. La capacitación es la acción de capacitar4, entendida esta como la de enseñar lo necesario para desempeñar un puesto5 o cumplir con una función. Por ello, la capacitación es un tema más técnico y está dirigido más a funcionarios públicos que desarrollan labores durante un proceso electoral determinado, como los Miembros de Mesa, los miembros integrantes de los Jurados Electorales Especiales, del RENIEC y de la ONPE. Esta función la desarrollan en forma paralela, aunque orientada a públicos objetivos diferentes, tanto el JNE como la ONPE. En todo proceso educativo son obligatorios la formación ética, cívica permanente y la enseñanza continua de la Constitución y de los derechos humanos, impartiéndose dicha enseñanza en todos los niveles, con sujeción a los fines de la correspondiente institución y a los principios que se fundan en la dignidad del hombre, en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno6. La diferencia conceptual entre la educación electoral y capacitación electoral deja sentado que no existe duplicidad funcional alguna en la aplicación simultanea de ambas, más aún si en la práctica van orientadas a públicos objetivos distintos. Por lo que resulta perfectamente viable que el mandato legal contenido en el inciso x) del artículo 5º de la Ley No. 26486, de ejercer la función pedagógica electoral puede desarrollarse en épocas electorales. Además, el desarrollo de las labores pedagógicas dirigidas a la ciudadanía por parte del Jurado Nacional de Elecciones no interfieren sino todo lo contrario: encausan las labores de capacitación técnica que están a cargo de la ONPE en épocas electorales. Democráticos a través de la educación electoral Peter Häberle ha venido sosteniendo que el “territorio del estado es territorio culturalmente formado, un espacio cultural, no un factum brutum”. En este sentido, el poder del Estado debe concebirse como determinado de manera cultural, no actuando de manera natural y que los elementos tradicionales del estado, es decir, el pueblo, el poder y el propio territorio tienen que ser llenados desde la perspectiva de 1 CABANELLAS, Guillermo, “DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE DERECHO USUAL”. T. III. D – E. Editorial Heliasta. 25ª. Edición, revisada y actualizada por Luis Alcalá – Zamora y Castillo. Bs.As. 1988. Pág. 373. 2 Articulo 14 de la Constitución Política vigente. 3 Artículo 13 de la Constitución Política vigente. 4 Real Academia Española. “DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA”. Vigésima segunda edición. España, 2001. Pág. 295 5 CABANELLAS, Guillermo. Op. Cit. T. II. C – CH. Pág. 54. 6 Articulo 3 de la Constitución Política vigente. la ciencia cultural, empezando por el pueblo como “conjunto de hombres sometidos a los preceptos del derecho”, pero por lo mismo en el “status culturalis7”. Francisco Miro Quesada Rada anota que “un pueblo no es sólo políticamente culto porque ha asimilado ciertas prácticas consideradas como cívicas, es decir, porque sabe proceder de acuerdo a un conjunto de procesos formales, sino que ha podido asimilar los valores y las capacidades necesarias para poder participar en el proceso de decisiones políticas8” La cultura permite a las personas formar su opinión sobre un hecho político que les puede parecer justo o injusto, válido o no, legítimo e ilegítimo, lícito e ilícito, de derecho o contrario al derecho. Empero, el nivel de opinión estará supeditado al grado de instrucción , especialización de los individuos9.” Para ello, resulta importante fortalecer el proceso de formación ciudadana, a fin de que las personas conozcan las libertades y derechos políticos dentro del Estado Democrático de Derecho, para que puedan ejercerlos directamente; y, en suma, adquieran una cultura política democrática10. Norberto Bobbio, enumera un conjunto de valores e ideales compatibles con el Estado Democrático de Derecho( modelo político que resulta siendo también una creación cultural) tales como la tolerancia, la no violencia, la renovación gradual de la sociedad mediante el libre debate de ideas y el cambio de mentalidad y la manera de vivir, así como el ideal de la fraternidad, cuya concepción debe ser conocida por todos los ciudadanos para vivir en democracia11. Para ello, es indudable, que la democracia necesita las energías de los ciudadanos para que a través de la instrucción y del diálogo democrático, obtengan lo que desean, al mismo tiempo que contribuyen al funcionamiento del régimen democrático12. Si el pueblo no tiene una adecuada percepción de los fundamentos de un sistema democrático el resultado queda reservado al factor sorpresa13. 7 HABERLE, Peter. “EL ESTADO CONSTITUCIONAL”. Universidad Nacional Autónoma de México, Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2003. Pág.21 8 MIRO QUESADA RADA, Francisco. “MANUAL DE CIENCIA POLÍTICA”. Editorial Libros y Publicaciones. Segunda Edición. Lima 2003. Pág. 168. 9 STUART MILL, John. “EL GOBIERNO REPRESENTATIVO”. Colección Clásicos del Pensamiento. Segunda Edición. Editorial Tecnos. John Stuart Mill, que ha escrito acerca del gobierno representativo ha observado que: “El Gobierno consiste en actos ejecutados por seres humanos; ahora bien, si los agentes o electores de los agentes, o aquellos ante quienes los agentes son responsables, o el público, cuya opinión debería influir y pesar sobre todos, son simplemente masas de ignorancia, de estupidez, llena de prejuicios y errores, todas las operaciones del Gobierno serán mal dirigidas, mientras que, a medida que los hombres se eleven sobre este nivel, el Gobierno se elevará a su vez hacia el grado de excelencia posible de conseguir, aunque en ninguna parte se haya alcanzado todavía, en que los funcionarios del Gobierno, dotados todos ellos de virtud e inteligencia respiren la atmósfera superior de una opinión publica virtuoso e ilustrada.” 10 DAHL, Robert. “LA DEMOCRACIA: Una guía para todos los ciudadanos”. Editorial Taurus, Buenos Aires, 1999. Pág. 178. Afirma el citado actor que “Una cultura política democrática contribuye a formar ciudadanos que creen lo siguiente: que la democracia y la igualdad política son fines deseables, que el control sobre el ejército la policía deben estar completamente en manos de lideres electos; que las instituciones democráticas basadas (...) deben ser preservadas y que las diferencias y desacuerdos y que los ciudadanos deben ser tolerados y progresivos.” 11 BOBBIO, Norberto. “EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA”. Segunda edición en español, Fondo de Cultura Económica. México D.F., 1996. Págs. 47 – 48. 12 PASQUINO, Gianfranco. “LA DEMOCRACIA EXIGENTE”. Alianza Electoral. Págs. 78 – 79. 13 GARCIA BELAUNDE, Domingo. “EN PENSAMIENTO CONSTITUCIONAL”. Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 1995. Op. Cit. Pág. 66