53 LATERCERA Domingo 16 de marzo de 2014 minó aludiendo a los habitantes andaluces de la Residencia. Sin embargo, el andaluz García Lorca creyó que era una broma pesada dirigida a él. El libro de Gibson se encarga de aclarar que era éste el nombre de un libro de versos que Buñuel, que exploró la poesía, iba a publicar, pero dejó finalmente inédito. El éxito y la nombradía de la cinta señalada, así como de La edad de oro (1930), le proveyó un prestigio en la escena de avanzada. Y el escándalo, tan caro al surrealismo que abrazó, pasó a acompañar su nombre y a definir un arte capaz de representar como ninguno la mecánica de los sueños y el mundo de las pulsiones sexuales. Ilustrativo del desarrollo de esta vocación es la descripción que Gibson hace de su affaire con el séptimo arte una vez llegado a París. Con 25 años, y un pase gratis cedido por un amigo periodista, se iba a ver películas hollywoodenses. También de las otras, admirando a G.W. Pabst, a Fritz Lang y a Buster Keaton. Tanto le gustaba, que se las arregló para oficiar de crítico y escribir textos derechamente teóricos, entusiasmado como estaba con la pluma y la obra del francés Jean Epstein, su gran mentor. El joven lenguaje se convertía para RR Dalí (derecha) en El perro andaluz (1929), primer filme de Buñuel. FOTO: TOUTLECINE RR García Lorca y Buñuel en una foto de 1923. FOTO: AGUILAR él en lo que fue para Fernand Léger, otro vanguardista: “un gigantesco microscopio de las cosas nunca vistas y jamás sentidas”. La vocación cinéfila y la militancia surrealista llegarían a fundirse. Buñuel aprendió en poco tiempo la técnica, se dio maña para escribir guiones a terceros y desarrolló una vía de escritura sostenida en las bondades del azar y en el desprecio de toda racionalidad. “El surrealismo le aportó lución surrealista le vino como anillo al dedo”. Es cierto que los cerros de fuentes reunidos por el biógrafo nunca terminarán de decir quién fue realmente su biografiado. Pero ayudan a encaminarse. Gibson, por su parte, da una pista a quien no le baste con su libro ni con los demás: “El Buñuel más íntimo está en sus películas. Películas que nunca quiso ‘explicar’. ¡Naturalmente!”. b muchísimo a Buñuel, quien fue fiel al espíritu del movimiento hasta su muerte”, piensa Gibson. “Cuando llegó a Madrid con 17 años había roto, teóricamente, con el catolicismo, quería liberarse de sus padres y consideraba, con razón, que España era políticamente un desastre. Se siente ya revolucionario y más aún después del golpe de Estado de Primo de Rivera (1923). Además, ya leía ávidamente a Freud. La revo- LA FICHA Luis Buñuel: la forja de un cineasta universal Ian Gibson. Aguilar, 22 euros en fnac.es. En librerías desde abril.