eucaristía: reconstruir la unidad

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EUCARISTÍA: RECONSTRUIR LA UNIDAD
Maximino Arias R.
Profesor de lu Factidad de Teología
de la U. C. de Chile
En los Escritob Paulinos llegados hasta nosotros
es donde principalmente y de una manera expresa
se reflexiona acerca de la importancia y significación para todos los hombres, sin ninguna distinción
ni límites, del Hecho Cristiano. El ineludible significado universal de Jesús de Nazaret está ya entrevisto y barruntado por los redactores de los Evangelios Sinópticos ', pero especialmente en éstos se
ponen, de una manera bastante clara, los principios
de los que se derivará la absoluta validez y universalidad del Hecho de Jesucristoz. Donde esta significación alcanza su más profunda expresión es en el
acto de la muerte de fesús y en la institución de la
Eucaristía como anticipación y preinterpretación de
aquella. En ambas narraciones sinópticas se expresa
la total entrega de jesús por todos (Cf. Rom. 8,32;
2 Cor. 5,14; Me. 10.45; Me. 14,24; Mt. 26.2S;
Jn. 6,51). De esta manera alcanza la vida de Jesús
el más profundo significado, y el más amplio. Con
la expresión por muchos o por todosJ se quiere expresar un doble contenido; el uso de la preposición
por, en griego "hyper", en sentido de por, en vistas
a, en favor de o en lugar de perlenece al Nuevo
Testamento y su punto de partida parece ser en las
confesiones de fe cristianas de la comunidad primera
1
Comparar Mi. 15.24 ton Me. 7,27. Cf. Me. 11,17. Leer tos encucmrub de |esú* con los extranjeros: M;+ 15.21-28: Mi. 8.5-13;
Me. í. 1-20. En estos encuentro* se le vn abriendo n Icsús la
ecltva universal tk su mcnsa¡v,
1
Uusta con leer el capítulo 10 del Evangelio de san Mdteo para
darse
cuenta da eliu.
1
Cf. |. | L HE MÍAS. Arl.: pa!lo¡. en: ThWNT. VI (1959) 536-545.
538
0 incluso las mismas palabras de Jesús en Ja última cena •. El sentido de esta preposición es indicar
sustitución. El empleo de muchos o todos indica
universalidad (Cf. Rom. 5,8: 1 Cor. 1,13; I Tes.
5,14; Jn. 6,51; 11,50; 18.14). San Pablo expone
machaconamente la miama idea en todas sus cartas
llegando a la siguiente feliz formulación:
. . . u n o ha muerto por iodos, y entonces, todos han
muerto; y éste murió por todos a fin de que lodos los
que viven no vivan ya para ellos mismos... (2 Cor.
5,14-15).
Cristo Jesús, único fundamento
Todos éramos pecadores, todos necesitábamos
de la salvación que ha venido por lesucristo (Rom.
3,23; 5,8 etc. 1 |n, 2.2). Frente al hecho salvador
de |esús, por tanto, no existen fronteras de ninguna
clase, ni nacionales ni sociales (Cf. t Cor. 12.15).
1.a carta a los Efesios expone claramente el pensamiento paulino cuando escribe:
Pero ahora, con el Cristo |esús. vosotros, los que
entonen estabais lejos, habíis llegado cerca con la sangre de Cristo. Pues ¿1 es nuestra paz, el que ha hecho
a los dos (pueblos) M.T uno solo destruyendo en su propia carne la barrera que les separaba, el «dio; suprimiendo la ley de los preceptos con mandatos, p;ira
crear a los dos en él mismo eumo un solo hombre nuevo,
dando paz y re;and!iandu <¿ím Dios a los dos en un
'Cf.
51*.
H . R I F S ü N r n i . I X A r i . : hyper, v n : T h W N T , V I I I (-1969) 5 1 0 -
La Eucaristía borra barreras entre los hombres
solo ciurpu mediante la cruz: en ¿I mbmu ha mataJo
al odio. (Ef. 2,13-16) \
a formar parte de su vida, sean económicos, sociológicos o psicológicos, siendo importantes para el
desarrollo normal de su persona, deben estar englobados, recogidos y edificados sobre la única piedra
angular que existe (Ef. 2,20), Querer pasar de largo
sobre esta realidad cristiana o no tenerla suficientemente presente es equivocar el camino. Demostrar,
pur oirá parte, que nuestro presupuesto es falso o
anticuado sólo será posible evidenciando por la
teoría o por la práctica (sobre todo por la práctica)
que no podemos edificar nuestra vida concreta sin
abandonarlo. Y va a ser algo difícil.
El nuevo pueblo que surge de la confluencia
de los dos que existían, es la Iglesia. la familia de
los que por la fe ponen su fundamento en Jesucristo.
La diferencia que existe ahora es la de Jglcsia-NoIglesia o, lo que es lo mismo, la diferencia entre los
que se unen a Cristo por la fe y los que no aceptan a Crista.
Es por eslo que frente a todo pensamiento nuevo o viejo el cristiano tiene que confesar que su
único fundamento es Cristo Jesús (Cf. 1 Cor. 3,11).
El suelo sobre el que crece, la raíz de su existencia
no puede ser otra que Cristo en su acto más fundamental, en su muerte por todos. El cristiano,
Dentro de la Iglesia no pueden existir diferencias
igual que la Iglesia, nace de la muerte y de la en6
trega de Cristo . Todos los otros factores que entran
Es, pues, principalmente a partir del Hecho sal5
vador de Jesucristo y de sus características por lo
Es bien probable MU-.- osios versas pertenezcan a un himno que
cantaba la comunidad cristiuna durante la liturgia bautismal. Ll
que hay que acordar con san Pablo que dentro de
pcribumlejilo aquí exprt-ssílo BCfta entonca más umiftuo que !¿i
carU a les Hítilos (entre el oño 61 y 61). C7 H SCHLIRR,
la Iglesia no pueden existir diferencias y que las
üer Brief un dle Ephcstr. Ein Kommcnlar, Ddssddurl: Hiilmoi
ltftí. p. 123.
que existen deben ser borradas. Según san Pablo las
»CÍ. HANS LRS VON BALTHASAR. Seriedad con las casas. C<Srdula o el caso autcSmieo. Traducida
pur D. Ruiz Bueno (=EílellB
primeras
que quedan borradas son las diferencias
Q
,i!untunca: Sjgucme I 6K, p. "iH.
539
nacionales, después las sociales y también incluso
las genéricas (Cf. Gal. 5,27; Col. "i. 10). En seguida
se echa de ver que este borrar diferencias tiene un
significado especial y que debe ser aclarado con el
contenido cristiano que esconde la palabra "diakonía", es decir, servicio. Cada uno debe de abajarse
para servir a los demás, dando lo que tiene de
propio (recibido por Dios) al que lo necesita. Esto
es más que estar con; es eslar con y por. No es,
sin embargo, un borrar las diferencias por eliminación, sino saltar por encima de ellas para ponerse
voluntariamente al servicio de la comunidad en recuerdo de la acción del Señor (Cf. Rom. 12,3-13;
1 Cor. 12; 2 Cor. 11,8; Ef. 4.11-12, etc.).
La Eucaristía, forjadora de unidad
En la doctrina de ía Eucaristía san Pablo nos
transmite un ejemplo para fijar más concretamente
la idea que hemos visto7.
Estamos acostumbrados a ver la Eucaristía únicamente como una celebración litúrgica o desde el
punto de vista de la transformación {iransustanciación) del pan y vino presentados en el Cuerpo y
Sangre del Señor. Esto en el mejor de los casos, pues
muchos la ven sólo como obligación y mandamiento
de la Iglesia. No fue siempre así. Durante doce siglos los teólogos y creyentes ven la Eucaristía y hablan de la Iglesia reunida. Se ponen los ojos en la
Eucaristía y se ve la Iglesia. Se habla de pan y se entiende la Unidad de la Iglesia8. Participar de la Eucaristía era participar de y edificar la Iglesia. La realidad (res) de la celebración eucarística no era la pre7
También podrían darse oíros ejemplos; 1 Cor. b.t<: Hl. 1,16.
' Libros fuhdamemales que lun estudiado esta perspectiva: H. DE
LUBAC Corpus Mysricum. L'Eucharlstle el TEgUse au Moyen
Age (ThdolOííie. 3). París: Aubier 1*18: H. DE LUBAC. Cathollcisme. Les aspeéis soelaux <lu doqme | M Vivante H). paris: Du
C e r f 1965, También es Interésame i-I urticulu
de: II, Fríes, La
Eucaristía y 1Ü unidad de la Iglesia, en: I7R11"S. Aspectos de la
Iglesia. Traducido por A.-P. Sánchez Pascual ( = Cristianismo y
hombie aaual. 72). Madrid: Guadarrama 1965, 107-111. Los ejemplos que se pueden dar para corroborar las efimjíclonra hechas
BOU innumerables: en ]a "djdacbé" u üuelrina de los Doce Apúsloles, IX. 4: "Como este fragmenio estaba disperso itibrt los
montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los
confines de la tierra en tu reino" ten: Padres Apostólicos. Edición
bilingüe completa. Introducciones, notas y veniún española por
D. Rui* Bueno (BAC. 65). Madrid: BAC l%5. pág. 86). San
Cipriano a Magno. Carta 69: " . . . cuando el Senur llama a su
Cuerpo el pan, formado por la mosa de muchos granos, significa
la unión de nuecero pueblo, a quien figuraba, y cuando llama a
su sangre el vino, . stgoiftcaiu ¡ambién que nuestro rebaño está
formado por [u agrupación de una multitud tinid¿". (en: Ubras
de San Cipriano. Tratados. Cartas. Introducción, Versión y notas
por I. Campos (=BAC. 341). Madrid: BAC 1964, pág. 65ÓI. Sun
Agustín, Serme 57: "Luego la Eucaristía es nuestro pan cotidianu.
pan deí tiempo: y lientos ilc recibirle nú sólo como vianda que
alimenta el vienire. sino tamblán la mente Lu virtud que dicho
pan encierra es la unidad, para que nosotros mismos seamos lo
que recibimos: miembros de Crlsio ¡medrados en su Cuerpo", ten:
Obres de S«n Agustín. Tomo X. Homilías Edición preparada por
Fr. A. del Fueyo (=BAC, 95), Madrid: BAC 1952, p. 85 ss.).
540
sencia mística del Señor, sino la edificación real dtl
Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. La edificación
del Cuerpo del Señor se realiza por la comunión del
Cuerpo del Señor y se traduce en caridad entre los
hermanos, en paz, en fraternidad eucarística. La
presencia mística y la edificación del Cuerpo real del
Señor eran las dos dimensiones fundamentales de
la celebración eucaríslica que no podían darse separadas. De ambas, sin embargo, la más visible, la
más "real" era la edificación de los hermanos en la
caridad.
Estas dos perspectivas nos descubre san l'ablo
en su doctrina acerca de la Eucaristía: habla, evidentemente, de la presencia del Señor (Cf. 1 Cor.
10,16-17; 11,27) * y también ve en ella, es decir, en
la Eucaristía, a la Iglesia, la reunión que debe ser
de fraternidad y de igualdad (Cf. 1 Cor. 10,17; II,
20-22) 10.
El concepto y la realidad de igualdad fraternal
cristiana está continuamente amenazado. Ya lo estaba en tiempos de san Pablo, puesto que en su Primera Carta a los Corintios siente la necesidad de
recordarles que no deben existir diferencias en la
Iglesia de Dios, ya que entonces se la desprecia y
se la ofende:
Pues ni comer, cada cual toma su propia comida,
y uno liene hambre, y oiro está borracho. ¿No tenéis
casas para comer o beber? ¿O despreciáis la Iglesia de
Dios, y ofendéis a los que no tienen? . . . De este modo,
hermanos, al reunirás a comer, atendeos unos a otros.
(1 Cor. 11^1-22.23).
Eucaristía y Juicio
Se ve, pues, claramente, que para san Pablo la
presencia sacramental de la acción del Señor por la
que se ha borrado toda distinción en los de dentro,
es el motivo de juicio sobre su celebración eucarística concreta. El Señor se hace presente en la acción
eucarística, en su acción de unión, para juzgar pri*Cf. E. KASEMANN, "Aflltegeo und Eigenart der puuUnlschen
Atx-ndmuhblelire", en; E. Kasemann, Exegctlschc Vertucche und
Bcslnnuneen, lid. 1, Cottingen: Vmuterlioeuk 4 1Ü65. pp. 11-54.
• CS. W. MARXEN, Das Abendmoh] ais chribiologlschcs Problem,
üütersloh: Moün 1963. W. Marxen se excede en su juicio )• sobrepasa los limites de la investigación ai querer encontrar en los
orígenes del cristianismo sólo !a perspectiva comuniiaria. En cambio E. Kasemann ha visto claramente ambas realidades: "SI según
la comprensión tradicional de la iglesia Primitiva el elemento del
pan da participación en el Cuerpo de [esús, el Apóstol ( « , san
Pablo) modifica íal tradición en cuanto identifica participación en
lesús y en su Cuerpo con la Incorporación en el Cuerpo de
Cristo de la Comunidad" E. KASEMANN, op. clt., !3 (Traducción
proiiji Cf. lumblcn I. M. R. Tillard. Jalhol'tques romalns el
Anglkans, en: Nouvelle Reme Théoioglquc 93 (1971) 602-656,
esp. 609.
Termina la eucaristía y comienza la tarea de construir la hermandad entre todos tes hombres
alariamente a la Iglesia allí reunida. La acción del
Señor que se entregó por todos juzga y orillea lixla
separación y distinción primariamente eclesial. La
celebración de la Cena del Señor sitúa a los hombres,
en primer lugar a los que la celebran, en el horizonte
del juicio. Las actitudes de los asistentes están puestas frenle a frente a la acción unifieadora e igualadora del Señor en la Ultima Cena y en su Muerte
en la Cruz (Cf. 1 Cor. 11.27-32) ". La necesidad
de celebrar el memorial del Señor mantiene al mismo tiempo despierta la significación que en el tiene
la acción del Señor para todo tiempo "hasta que él
venga" (Cf. 1 Cor. 11.26).
Necesarios cambios litúrgicos
Es necesario, por lo tanto, que nuestras celebraciones eucarísticas tomen, de nuevo, esta perspectiva que está casi aumente en ellas porque allí
donde estuviese ausente el pensamiento de hermandad e igualdad cristianas no se daría aún verdadera
Eucaristía al no darse verdadera edificación de la
Iglesia. Para que esté préseme y visible esta proyec;!
Hs preciso afirmar que tamhicn dentro d£ 1J Iglesia exhtea unas
der¡as diferencias en los servidos, pero que esias diferencias caracterizan de tal manara a las personas que Incluso tifcetan a su
mismo ser. Este, es el cafo del sacerdocio ministerial según I.J
tradición católica.
ción fraternal habrá que "cambiar" muchas cosas.
El modo como se celebran nuestras Misas no favorece demasiado la expresión litúrgica de cslc contenido. Los cambios realizados en la Misa hasta ahora
han mostrado que la solución del problema que nos
inquietaba no ha sido aún totalmente encontrada,
y por lo tanto el problema permanece. Es más, en
vez de achicarse, parece haber aumentado. El cambio de', latín por el idioma del pueblo, por ejemplo,
hí. dejado entrever, después de pocos años, que el
cenlro de la cuestión está en otro lugar más profundo y más fundamental12. Hoy, aunque se puede
entender lo que se lee y se predica en la Misa, la
mayor parte de los "asistentes" no escucha. Somos
conscientes entonces de que la Misa necesita una
mayor participación y un mayor interés por parte
de los "asistentes". Se requiere, sin duda, una mayor inserción de la Eucaristía en la vida de los cristianos y de la vida de los cristianos en la Eucaristía,
lo que implica necesariamente un cambio de actitudes, un cambio de perspectivas y un cambio de
mentalidad.
u Cf. P. VANBERGEN. Le culiu rundu a Dieu en une épuque sécularísee. en: Parroise er lliurgle K (19701 297-310. 521-534. P. Vanbergen reíala las posiciones üe varios leólogos de confesiones
diferentes i:\pucstas en ¡a Asamblea Mundial del Consejo Ecutninico ttü las iglesias que IUVO lugar en Uppsaía en 19¡>8. El prohlrm.i del culto se da en las confesiones que desde hace cinco
ijglus y mis celebran sus liturgias en lengua vulgar.
541
Construir una Iglesia fraternal
Se hace necesario resaltar que el que celebra
la Eucaristía sin recordar y sin tener presente que
está construyendo una Iglesia fraternal está comiendo el piín y bebiendo el c¿iliz indignamente. Por lo
tanto, no puede n¿r que de los que se reúnen pura
celebrar la acción del Señor unos estén saciados o
borrachos y otros pasen hambre (ya sea de comida o
de cultura o de dignidad). Al mismo liempo hay
que recordar que es una misma Eucaristía la que
se celebra en todo lugar, ya sea en los barrios altos
o bajos, ya sea en Europa o en Asia. Esto evitará
caer en el error de comprender la Eucaristía como
una reunión de élites, de los que piensan igual o
son amigos o son familia. La reunión eucarística
cristiana no se funda en la amistad, simpatía o familiaridad, sino que licne su fundamento en la fe de
Cristo Jesús como "principio de unidad más fuerte
que las tendencias a la dispersión; lo que une es
más fuerte que lo que separa" ". El que no quiera
recordar lo que significa metanoia, conversión en la
antigua catequesis cristiana (Cf. Le. 1,7-14; Sant
2,14-17) y continúe gastando pan eucarístico está
comiendo su propia condenación, no discerniendo el
Cuerpo (1 Cor. 11,29).
Es evidente entre tanto, que el empeño del
cristiano por construir la igualdad y fraternidad cristiana no se limita al hecho de la celebración de la
Misa u . Igual que el Señor murió por lodos y se
identificó con los más pequeños (Mt. 25,40) el cristiano está orientado a identificarse con los más pequeños y servirles u en cada época de la historia
con los medios más apropiados y los métodos más
reales. Esto no puede implicar una disolución del
cristianismo o de la comunidad cristiana, ya que
ésta se constituye en su darse primeramente a los
de "dentro" y también a los de "fuera" ls. Haciendo
esto se realiza el por de Cristo por los no creyentes,
" A. MANARANCHE, "Pülilltiuc il Fo¡. Communlon esicharlstique
el ríe politiquc", en: Cahfcrs de 1'aciuallié rttleicusc el > K ¡ *
n 14. lí abril 1°'l, 245-250. |). 246. (Traducción propia!. Cf.
linubiún A. (j. MART1MORT. Asamblea litúrgica. Tr.idüiido por
I. Valladares < = nstela 25), Salamanca: Sigúeme 1965.
'• Cf. K. RAtlNTR "Heilsaufiraí dffr Kirche und HumunhiLTunB der
Weh". en: Ccisi und Lcbcn 44 (197¡) 32-48.
'' Las ¡¡«nadas otoervadonra y puntual Izacioncs que contienen la
segunda pane üct documento "Reflexiones sobre el Documento de
Trabajo 'Evangelio. Política y Socialismo' " y que elaboró el Comité Coordinador sobre la participación de fos cristianos en lu
construcción del Socialismo iminn-gradiudu y sin fechu) quedan
[nincumi'ntv (k-íiMuilibriidas entre otras por la aflmucldn "Los
pobres no necesitan btnefaclores o servidores" (p. 10). No veo
cómo se puede compadecer tita afirmación con El Evangelio (Cf.
Me. 10.45: Mi. 20.24-2R e l e ) .
'•• Su podemos olvidar este dato que se manifiesto Unto e« luí
Evangélica sinópticos cuino en lus Cartas de los Apóstoles. F.5 común a lodo el Nuevo Testamento. Cf. 1 Tes. •1.10-12; Col. 4,5;
1 Cor. 6 14-18; Me. 4,11: Mi. 7,6.
542
que fundamenta el por de Cristo por su Iglesia en
vista de realizar aquél. El cristiano tiene presente
que Dios es más grande que su propio pensar y poder (Mt. 5,47; 18,27; 1 Cor. 5.12).
Construir la igualdad de todos los hombres
Pero es que además, sin entregarse a la tarea
de construir la hermandad e igualdad de todos los
hombres, la tarea de construir la hermandad c igualdad cristianas quedaría incompleta y en el aire ". La
lucha con los de "fuera" (Cf. 1 Cor. 5,12-13) por
una sociedad más justa, más igual y digna tiene
que ser llevada a cabo por tres motivos principales:
primero por amor a los más pequeños; en segundo
lugar porque en las condiciones humanas en que
nos encontramos no es posible realizar la fraternidad cristiana sin poner al mismo tiempo las condiciones que conducen a la fraternidad humana y, en
tercer lugar, porque solo podemos conocer las implicaciones de la fraternidad cristiana si se tiene en
cuenta la situación y las aspiración del mundo actual.
Pero el fin que persigue el cristiano es la realización
de la fraternidad e igualdad cristianas. Esto es además lo positivo que puede y tiene que aportar a los
de "fuera" '*. De esta manera el cristiano intenta
"organizarse en servicio de la humanización del mundo, dejándose inspirar para ello, por las últimas
motivaciones cristianas, apelando entonces él mismo,
ciertamente, a estas motivaciones cristianas cuando
su derecho sea impugnado por otros cristianos o
grupos de cristianos" ISI.
Es claro que la misión del cristiano no se reduce al ámbito puramente intraeclesial. pero no es
menos evidente que toda su misión parte del punto
más fundamental del cristianismo y debe retornar a
él. Por esto es necesario repensar nuestra situación.
El intento de restaurar la fraternidad humana universal estará motivado en el cristiano por la conquisl;
Cf. 1. M. R. TILLAKD. 'LEucharislie e« la fraternité". en:
NouveiJc Rcvue Theologique 41 (19691 113.135. Eele urticulo ha
aparecido también ¿ilgu modificado en: ticclcsla Xaveriana. noviembre
1%S; E. DAIIVIS. Le rnessage ívanRcllque dt 1'amuur el
rumié1 de la comniunaulí liumuinc: en: Nuuvcllc Rcvuc Thcologique 92 11470) 180-193: ". . .un cristiano hoy no dcherúi querer
amar a su Iglesia desintegrándose de la unidad de la comunidad
humana. Pero, reciprocamente, no aspirará a tila unidad más que
considerándola como unida a la presencia de fn Iglesia . . .", p. 192
(Traducción pruphil.
" Cí. Le Mlnisicrc Sacerdotal. Huppun de la Commlsslon Internationale de Theologle, Paris: du Ccrf 1971: "Tombien la Iglesia
desea comprende! los ÍÍÍIIOS tic lus tiempos para respond-r a ellos
y contribuir a la evolución del mundo. F.sto no « , sin umbursw.
a costa de descuidar su propia misión. Sano pur una loma de
condénela más segura de esta misión especifica que h;i recibido
de Cristo por lo que la Iglesia se quiere puwr al serví.:,
mundo, dialogar y tutuborur con el" <p. IB11 (Traducción prouiu).
i»K. RAHNER. op. di.. +6 (Traducción propia).
ta y la instauración de la fraternidad cristiana. Ambas no son lo mismo, al menos miradas en los modelos históricos cune relamen te proyectados M. El mayor servicio que podemos prestar los cristiano; J la
historia en nuestro tiempo es el de renovar y profundizar el bentido original de la fraternidad e igualdad cristianas, detectando los equívocos habidos y
corrigiendo las causas que evitan su realización
concreta.
El desafío del marxismo
Algunas personas podrían pensar t¡u<: iu merece la pena gastar las fuerzas y las energías en renovar algo que no ha dado resultados eficientes.
Después de veinte siglos de celebraciones eucarísíicas no se ha realizado la fraternidad eriüliana ni
la igualdad cristiana. En cambio después de cincuenta años el Marxismo parece haber superado con
creces las realizaciones cristianas. Los que así piensen tienen que tener en cuenta que ha sido gradas
al concepto fraternal cristiano, y por lanío a las
celebraciones eucarísticas, como fue posible la R:volución Francesa y el Marxismo. La historia es irreversible. En segundo lugar debe considerarse que
la historia no ha terminado. Existen claros indicios
denlro del pensamiento marxista que tienden a colocar la fraternidad cristiana dentro de una nueva
luz. La postura del Marxismo frente a la religión y
sobre todo frente al cristianismo ha evolucionado
bastante, empujada por la experiencia, a la par que
»CI. |. RATINGFR. Le fraternidad cristiana. Traduudo pür [. Callado (-El ÍULUru lie ln vrrdad 21, Madrid. Tturus Ifo;,
su primer entusiasmo optimista acerca de la fraternidad universal se ve encontrado con la realidad, Al
mismo tiempo en el cristianismo se da un esfuerzo
constante para renovar concretamente la fraternidad
erial ¡ana. Finalmente, no debemos olvidar a donde
condujo la ¡dea d¿ la "igualdad y fraternidad" concebida por la Revolución Francesa.
Sin embargo, sentimos, hoy más que nunca la
existencia de un desafío, en el que está en juego la
existencia del cristianismo en varios países. Parece
haber llegado el tiempo en que el cristianismo muestre que su fraternidad e igualdad significan para la
historia y para el hombre de hoy y de mañana un
verdadero enriquecimiento y que sin ellas ía historia estaría abocada al fracaso irremediablemente,
Esto no es posible demostrarlo solamente con tesis,
sino con una postura en la que se arriesgue mucho 21.
No es, sin embargo, por una huida del mundo
con el cristianismo, ni con una huida con el nnindo adelante como se puede encontrar la verdadera
fraternidad cristiana. La primera huida lleva a la
creación de ghettos; la segunda a un mero retrasar
la verdadera contestación cristiana. La verdadera
fraternidad cristiana, que ha de ser luz de la historia,
se ha de encontrar por una doble conversión: una
conversión al Señor jesús que implica una conversión a ver las cosas como en realidad son y a no
vivir de ilusiones y una conversión a ver al Señor
crucificado como fundamento de toda realidad. No se
puede vivir de ilusiones, pero no se puede vivir de
espaldas al Señor Jesús.
:l
Cf. 1. COMBLIN, • Criticas a la Iglosia desdi- ÍULTE11. en: Conciilum 6 119611 3J8-5-!1)
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