1 - Gobierno de Canarias

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1 A finales del curso 2008/2009, el Comité de Derechos Humanos de nuestro instituto,
en la fase de valoración y conclusión de las actividades y acciones desarrolladas
durante el curso, concluye en poner en marcha un ambicioso proyecto: un concurso
literario en el que se propusiera a todo el alumnado y profesorado escribir sobre
temáticas relacionadas con los derechos fundamentales de las personas.
Nació este concurso con vocación de integración en la dinámica educativa general de
nuestro centro,
con la intención de fomentar la creatividad a través la expresión
escrita, como propuesta de enriquecimiento personal y
como una herramienta de
cuestionamiento crítico para el cambio social.
En el curso siguiente, 2009-2010, se puso en marcha el I Concurso Literario de Relato
y Poesía “Cuéntame de La Paz”. La segunda edición tuvo lugar el pasado curso
2010-2011, cuya temática versó sobre “Los Objetivos del Milenio”. En ambos casos
se acordaron las bases y se publicó la convocatoria coincidiendo con el Día
Internacional de los Derechos Humanos, fallándose los premios en la celebración del
Día internacional del Libro.
Fruto de esas dos primeras ediciones es esta publicación, con la que queremos
reconocer el esfuerzo realizado por los participantes y poner en valor el potencial
creativo con el que contamos en este Centro.
Este Concurso Literario IES Cruce de Arinaga, que ya va camino de su tercera
edición,
se
ha
hecho
posible
gracias
al
esfuerzo
de
muchas
personas.
Fundamentalmente al del alumando y profesorado que con sus trabajos han
participado en el concurso. Pero también gracias a la disponibilidad del profesorado
del Departamento de Lengua Castellana y Literatura
que amablemente se ha
prestado a servir de jurado. Gracias también a la colaboración del Proyecto de
Biblioteca y su coordinador. Y, no por último, gracias a la Vice-dirección y Secretaría
del Centro, que ponen a nuestra disposición los recursos que necesitamos para que
todo se haga realidad.
Pretendemos contar en cada edición con mayor nivel de participación y de positiva
repercusión en nuestra comunidad y actividad educativa. Por ello les animamos a
participar en las próximas ediciones que, a buen seguro, consolidarán este concurso
literario escolar.
Comité de Derechos Humanos
IES CRUCE DE ARINAGA
2 I CONCURSO LITERARIO
“CUÉNTAME DE LA PAZ”
IES CRUCE DE ARINAGA
ABRIL DE 2010
Comité de Derechos Humanos 3 POESÍA
4 ¿UNA PALOMA O UN ÁNGEL?
Un ángel antes era,
una paloma ahora es.
Con sus alas de cristal
y su canto celestial
al mundo va a abrazar.
Su corazón partido está,
al ver guerra y no paz,
al observar tanta tristeza
y tan poca alegría.
No existe mar
más grande que su herida,
no hay extensión
más grande que su corazón.
¿Qué será de nosotros
sin la alegría de la primavera,
sin el atardecer del otoño,
y sin la magia del invierno?
Nuestras manos unidas deben estar,
blancos y negros que más da.
Si a la paloma queremos recuperar
todos juntos debemos cooperar.
Adja Sokhna Mbye
PREMIO POESÍA CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
5 AQUI ESTOY...
...YA ME VOY
Reclamándote porque,
Las respuestas son
te necesito para existir,
las mismas siempre.
sin ti caminos no hay;
El dolor de mis pies
lentamente me perdería
se agudiza, sin más.
adentrándome en lo más profundo
Las cadenas impiden
sin la oportunidad de resurgir.
ese avance.
te necesito para no sufrir;
Luchar se hace inútil,
antes de ahogarme en el mar de penas
y yazgo desolado.
y la perdida esencia de la nostalgia
Los que dependen,
me atrape entre sus fauces;
y ese diminuto núcleo
y cuando intentes recuperarme
de esperanza que
sea tiempo tardío.
aguarda con paciencia;
Sencilla de alcanzar más
me mantienen vivo.
si tu grano no faltase
¿Dónde está todo?
muchos, mucho
¿A quién se lo ha dado?
y si él,
No me hundas,
pocos, pocos.
en la oscuridad,
En verdad, no te siento.
sino lánzame un poco de luz,
desde allí arriba
Aquí estoy,
tira de mí, tiren de mí,
sin nada
lo quiero, lo necesito.
ya me voy.
Sin respuesta, la misma
siempre, mis gritos no son
Vivo atado a tus pies,
escuchados desde el fondo.
me sometes a limitar,
Intentar resurgir, es como
no puedo abolir la necesidad;
escalar ciego.
maltrata mi cuerpo;
Maliciosa y rápida eres
como a un desecho,
pobreza, bendita pobreza.
atrapa y elimina
las inalcanzables metas.
Aquí estoy,
Con atención me arrastro
me hurtas,
al mínimo movimiento
ya me voy.
siendo abatido
por su pasado
Vacío estoy, me has hurtado,
y por mi tristeza.
bajo una manta,
6 lo seguirás haciendo
las palabras decaen
por vicio al más y más.
por el mísero camino.
yo no soy.... yo no soy
Tu egoísmo las quema
tu única oportunidad.
reduciéndolas a cenizas,
te hamacas placenteramente
que el viento lleva hasta
bajo el sol, mientras
mis ojos para hacerlos,
yo la muevo incansablemente.
sin más, llorar.
Con tu carismático rostro
No tendrás más por
tu gran sonrisa y tus dulces
guardar, sino que me
y ligeras palabras,
iré degradando
les vendas los ojos;
poco a poco
y sigues deslizándola
por esperar que entre
por debajo de la manta.
tus dedos corra
No he nacido donde
el fresco aire.
no hay que alimentarse
Lo que tienes ha salido
y mis hambrientos gritos
de mi alma, de mi cuerpo
siguen siendo inútiles
a cambio de nada.
a tu beneficio,
Que tu brazo se estire
a tu grandeza.
con sentido a mi cuerpo
¿Quién eres para sentarte
no es un martirio,
más arriba que yo?
es un bendición para mí.
¿Quién te dijo
Si me tienes atado
que tengo que mover
al sur, a la lejanía,
tu hamaca?
como un animal,
Dime cuál es la razón
desde el norte podrás
por la que tus vendados
darme sustento.
no quieren ver la manta.
No es doloroso
Aquí estoy
tener compasión.
uniforme a ti,
ya me voy.
Aquí estoy,
Susténtame, por favor,
Para tus ojos no es
ya me voy.
placentera mi piel, castigada
por el sol , en el medio de
Con tu egoísmo cubres
la nada, sobre la cruel
mi sufrimiento, los
y seca arena,
conscientes te hablan de mí,
a la sombra.
7 Me apartas porque,
sentir el sol.
nací bajo el sol,
Dulce y cuidadora
al igual que tú,
encerrada entre
en otro lado.
cuatro paredes,
Mejor lejos de mí
bajo candados.
para no oír mi extraña voz.
Sometida a tus deseos
Te intimida la tela,
sin poder decir
que cubre mi cuerpo,
palabra de los míos.
sea del color que sea,
Cubierta por tu creencia
sea del tamaño que sea.
que a su vez,
Aborreces mi manera de mirar
cubre cada lágrima
el mundo, sin tener en cuenta
de mi sufrimiento perpetuo
que las raíces del mío
a tu lado.
dan origen al tuyo.
Cerradas están mis manos
Así no puedo ver,
en las que se desvanecen,
hermano mío, cuál
por siempre, por ti,
es el motivo,
los gustos de vivir.
de tu desdicha.
Mi causado sufrimiento
Tus ojos se endurecen
ciega todos los caminos,
y se clavan en mí como lanzas
que nunca me dejarás tomar.
sembrando la desconfianza.
Me tienes, soy tuya.
Nunca has contado
Siempre estaré lejos,
que nacimos del mismo seno
de oler la libertad
de ternura y desesperación'
que al amado solitario
Nunca has contado que
apacigua.
por dentro somos
Mi amor y mi ternura
la misma persona y que
serán por siempre
derramamos la misma sangre,
una falsedad que no
intensa y continua.
llegará al límite donde
se encuentra la libertad.
Aquí estoy,
Las ansias del mejor
a tus pies,
nunca serán vencidas.
ya me voy.
Escucha mis gritos
desde lo más profundo.
Soy una flor marchita
que sufre porque tus
Aquí estoy,
pesados pies no me dejan
ni un paso más,
8 ya me voy.
Una alambrada y unas balas
han sido.
Salvación entre la
perdición que llegar
Aquí estoy,
hasta ti conlleva.
siempre existiré,
La implacable nostalgia
ya me voy.
y su perdida esencia
atizan durante el laborioso
No lo intentes,
camino, sin perderse,
no lo cubrirás,
entre el árido recorrido.
yo siempre existiré,
Seco, apagado y moribundo,
no solo cuando llegues.
deambula hasta visualizarla,
No intentes sustentarme
entre el sudor de su rostro
esa vez para que noten
puede al fin sentir
tu caridad , sobre
lo que es sonreír, con miedo
tu mentira.
a que la suerte falle.
No me inmutaré, ya que
La energía de la tierra
me estás devolviendo
caliente que pisa, sube
lo que fue mío.
por sus pies, haciendo nervios.
Estás marcando la diferencia,
Cientos de ojos lo rodean.
la que tú mismo has creado.
Cientos de ojos saben quién es,
No haces más que ver
no saben quién es.
desde tu ventana en el seno
Fue su último suspiro,
de tu cálido hogar, mientras
por sus dobles culpas.
fuera la lluvia azota,
Una lucha rencorosa,
sin dejar respirar.
para acabar mirando
Yo no podré parar
con sus fantasmales ojos
las potentes lluvias, mas
su propio cuerpo.
junto a mí sí.
Se acaban las lágrimas.
Y méteme dentro
De qué ha valido
de esa calidez que,
perder los pies en la tierra.
en parte, me has quitado.
Se siente tristemente
El amanecer es cada día,
deprimido y liberado.
no me basta con que
Ya puede desoladamente
me respaldes uno.
unirse a ellos que aguardan,
No me sometas.....
sentados a su alrededor,
un destino que no llegó.
9 Aquí estoy,
pero eran los únicos
no acabes conmigo,
a los que amaba.
ya me voy.
Me hiciste tragar
mi propio polvo sin vitalidad.
Tu rencor no es conmigo,
Incansable has hecho la lucha,
pero de igual manera
por quien tiene más,
vendrás contra mí.
limitada has hecho la vida
Invadirás mi tierra,
en este lugar....
mi tranquilidad con tus
grandes y ruidosos monstruos,
Ahora lo sabes, no lo niegues.
no la de é1.
Te necesito para vivir,
Lanzarás con toda naturalidad
me ayuda a liberar mis cadenas,
tu pesado odio sobre nosotros,
te necesito para no sufrir,
reduciendo nuestras
me ayudas a poder oler la libertad.
únicas posesiones a cenizas.
Me la podrías dar
Entre estas cenizas
con los ojos cerrados,
podrás distinguir.....
con las manos atadas.
No era maravillosa,
No me limites,
pero podía llevarla a rastras
No te limites.
y seguir.
Es un ruego,
No eran ellos perfectos,
y no un juego.
Kathia Cosentino Frederico
PREMIO CATEGORÍA B (3º Y 4º DE ESO)
10 CARTA DESDE LAS ALTURAS
Siento cómo la oscuridad se adueña del alma humana.
Las cuentas pendientes en esta vida sí quedan saldadas.
Tras muerte desegaño y traición.
No os dais cuenta de que este mundo ha perdio el color.
El campo ya no es esmeralda,
yerma oscura sin vida ni esperanza.
Arenas movedizas que ahogan y os vuelven mudos,
os conformais con todo aunque os parezca injusto.
El azul del cielo al fin se ha perdido
por franjas blancas que decoran vuestro mundo
provocan un llanto y quejido profundo.
Dibujando el camino de muerte y olvido.
El placer del silencio y la calma
se ha olvidado entre bombas y tiroteos en Gaza
desconsolada trato de dar luz a la mirada
solo os abraza la soledad más fiel y amarga.
11 Superiores unos a otros
siendo hermanos que se hunden en el mismo pozo.
pisais vuetro propio esfuerzo
Solo tratando de alzarse primero.
Odio, avaricia, rencor.
Sentimientos que os inundan el corazón.
Solo la mirada de un niño detiene este preciado tiempo
parando en seco vuestro propio infierno.
Mirad más allá de lo que veis,
que no se vuelva importante el color de la piel,
que el sexo no importe, solo lo que hacéis
endulza tu mundo con besos de miel.
No dejes que el tiempo lo eche a perder
transforma la ira, la guerra, el dolor
en estos momentos que tiempo te dio.
Transformad el infierno en un gran edén.
Haced que este mundo reviva otra vez.
Natalia Vega Bordón.
PREMIO DE POESÍA CATEGORÍA D. (BACHILLERATO)
12 EL SUSURRO DEL TIEMPO
El susurro del tiempo
la paz siempre será,
un mensaje muy claro
al mundo transmitirá,
con el canto de una sirena
la vamos a enviar.
Miles de sensaciones te inundarán
uno de ellos muy presente debe estar:
todos juntos abrazaremos
a un mundo sin mal,
donde reine la paz
y nos inunde la bondad.
Nuestros corazones
unidos por siempre entarán,
blancos y negros hermanos serán,
solo de nosotros dependerá
que la paz en el mundo vuelva a reinar
Adja Sokhana Mbye
CATEGORÍA A (1º DE ESO).
13 LA ESCALADA
Puedo escalar y no tropezar,
es la ventaja de subir
corriendo.
Lo que yo quiero es
impresionar a la gente
que me está viendo.
Toda la noche sin descansar,
esperando que no sople el
viento.
No tengo fuerza para
terminar pero esto es lo
que me he propuesto.
Me caí de un risco
apuntalado y la soga me
ataba los pies.
Yo quería seguir escalando
Pero todo salía al revés.
Y cuando ya yo estaba
agotado alguien dijo no,
no, no, no, no.
Yo que tú me voy por otro lado.
Porque esta aventura se acabó.
Juan Manuel Pérez López.
CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
14 MIS AMIGOS
Mis amigos son los pétalos de mi flor.
Mis amigos son tan generosos
que si pudieran me darían sus almas.
Mis amigos son mis compañeros de la vida.
Mis amigos son mi vida.
Si mis amigos fueran granitos de arena
Construirían el desierto del Sahara.
Mis amigos son como estrellas en una noche.
Mis amigos son tantos que para contarlos
inventarían un nuevo número.
Si mis amigos me dieran un euro cada uno
Sería millonaria.
Si os ha gustado este poema: imagínate a mis amigos.
Arantxa de Zouza Valladao
CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
15 AL MUNDO
La paz que necesito
el mundo no la tiene.
La paz que yo reclamo
el mundo no la quiere.
La guerra y la violencia
que mata a nuestra gente.
La paz que yo imagino
no entiende a esas mentes
que montan una guerra
con tal de enriquecerse.
Cristina Rivero Jesús
PREMIO ESPECIAL DEL JURADO. CATEGORÍA A. (1º Y 2º DE ESO)
16 POR LA PAZ
Emotivas sensaciones,
revolotean en mi ser
instan a apaciguar ánimos
que requieren del querer,
del querer que algunas almas
crezcan y alcancen a ver
que el verdadero duelo de la vida,
es vivir sin perder,
sin perder banalmente un tiempo
que luego no van a tener
para regocijar el espíritu,
para disfrutar de su propio ser …
menguado por otros derroteros
que con acciones de poder
ciegan el verdadero disfrute de la vida
y merman el éxtasis que puede ser
disfrutar en armonía con otros
que también quieren saber querer.
Deleitémonos con el día a día
Compartamos paz y amor
¡Disfrutemos con el alma limpia!
¡Creamos en un mundo mejor!
Carmen Espino
PREMIO CATEGORÍA D (PROFESORADO)
17 ESPERANZA ES NOMBRE DE MUJER.
Camina lento, eternamente lento (baja la cabeza).
Tan abajo mira que alcanza a ver mejor
el rastro que sus pasos arrancan del camino,
que el devenir del misterio perseguido.
En su caminar eterno y encorvado,
sus pies aran surcos al pétreo suelo,
arrugas que conforman un destino
que quizá conduzca a ninguna parte.
Sus zapatos, que pudieron ser negros, se ven de tierra.
Como si calzara barro con cordones, la punta desconchada y media suela.
Viste traje oscuro, casi claro, moteado por el polvo de la senda,
una camisa blanca, casi ocre y una corbata vieja casi nueva (inútil colgadera
de cuello)
Dicen los jóvenes que siempre le han visto así: yendo.
Aseguran que está de paso; que cruza el pueblo.
Que desde siempre se dirige a un pago vecino,
lugar donde le espera una mujer vestida de blanco (casi ocre)
con un ramo de frescas flores en sus manos (casi yertas)
Los más viejos dicen que está muerta.
18 Otros dicen que se dirige obstinado al sitio,
lugar en el que una vez tuvo lugar la bella escena,
donde surgió diminuta la esperanza compartida,
donde ahora duerme una mujer, jovial y destetada,
con las mamas casi flojas por la espera.
Los más viejos repiten que está muerta.
Muchos aseguran que se dirige hacia el lugar
donde habita una mujer hermosa y libertaria,
con su familia numerosa y matriarcal,
siempre rodeada de chiquillos (de todas las razas, edades y culturas)
dos aún aferrados a sus pechos y diez que corretean hace un siglo.
Los más viejos dicen y repinten que está muerta.
Miguel Mata Betancor
CATEGORÍA D, PROFESORADO.
19 DICOTOMÍA
Fosa infecta
Hueco dulce,
sombra de oscuro,
sombra clara,
cueva que apesta.
cueva perfumada.
Dónde está el demonio
Dónde está la madre
que tú guardas dentro.
que tú guardas dentro.
Dónde está la muerta
Dónde está la vida
que pudre mi cuerpo.
que aflora en mi cuerpo.
Dónde está la escoria,
Dónde está la esencia,
dónde está la fusta,
dónde está la amada,
dónde está el pecado,
dónde está la carne,
dónde está la tumba
donde está la cuna
que me cubra entero.
que me guarde dentro.
Más todo lo malo
Más todo lo bueno
se esconde del resto
aflora sin miedo,
más bien si esto existe,
más bien si esto existe,
por qué el esconderlo.
por qué el esconderlo.
Lo malo se lleva
Lo bueno se lleva
igual que lo bueno,
igual que lo malo,
¿Es la muerte lo amargo,
¿Es la vida lo tierno,
la vida es lo tierno?
la muerte es lo amargo?
Humanos preceptos:
Humanos preceptos:
lo malo, lo bueno;
lo bueno, lo malo;
lo dulce, lo amargo;
lo amargo, lo dulce;
la vida, la muerte;
la muerte, la vida;
el infierno, el cielo.
el cielo, el infierno
Miguel Mata Betancor
CATEGORÍA D. PROFESORADO
20 DESPUÉS DE TODO
Después de todo
El invierno pasa
Y se aleja.
El frío de enero
No necesita abrigo,
Ni capa febrero.
El viento de marzo
Apaga su furia
Y se olvida.
Después de todo
Llega la primavera,
Los rayos del sol,
Tu sonrisa.
La lluvia de abril nos renueva,
despertando del letargo
Hasta florecer.
Llega la primavera,
Las caricias de mayo,
Tu mirada.
Las cálidas tardes de junio
Nos hacen crecer
Alcanzando el cielo
Hasta la felicidad.
(Llega la primavera)
Después de todo, el invierno pasa
Y llega la primavera,
(llegas tú).
Santiago Plata
CATEGORÍA D, PROFESORADO
21 RELATOS
22 LA TORTUGA Y EL CONEJO
Era una tarde como otra cualquiera en el bosque. La tortuga caminaba
por el bosque cuando un conejo pasó corriendo y sin darse cuenta de que la
tortura estaba adelante de él se tropezó con la tortuga. Cuando se levantó del
piso se dio cuenta de la tortuga. Como estaba tan enojado, empezó a insultar a
la tortuga.
La tortuga empezó a insultarlo porque no había sido su culpa. Desde
ese día empezó una guerra sin fin. Él la retaba por cualquier tontería y a ella no
le quedaba otra elección que aceptar sus retos. Hasta que un día se cansó y le
propuso una carrera: si ella ganaba, no la molestaría nunca más; y si él
ganaba, ella se iría de bosque y más nunca regresaría. El conejo aceptó y
quedaron para dentro de cuatro días. La tortuga, sabiendo que la carrera iba a
ser larga, se preparó corriendo todos los días y al conejo no le preocupaba
porque él decía que la carrera estaba muy fácil.
Llegó el esperado día y todo estaba listo. Y entonces empezó la carrera.
Todo empezó normal el conejo llevaba algo de ventaja. Cuando le dio por
coger por un atajo pero él no se había dado cuenta que un cartel que decía que
había un puente un puente en mal estado. El conejo llegó al puente y sin darse
cuenta piso una tabla en mal estado y cayó al agua. La corriente estaba tan
fuerte que lo estaba arrastrando en peso a pedir ayuda.
La tortuga iba caminando cuando oyó gritos. Cuando llegó al lugar de los
gritos vio al conejo en el agua aguantado a una piedra. Ella se tiró al agua para
sálvalo porque era una tortuga y la corriente no era tan fuerte para ella. Lo
rescató después de nadar contra la corriente. El conejo agradecido le dio las
gracias y prometieron la paz para siempre.
Terminaron siendo muy buenos amigos.
Vanesa Campillo
CATEGORÍA B (3º Y 4º DE ESO)
23 LA PAZ
Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo,
y justo al pasar por delante de la puerta de su vecino, sin darse cuenta se le
cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese
momento, vio caer el papel, y pensó:
- ¡Qué descarado el tío! ¡Tira un papel para ensuciar mi puerta!
Pero en vez de decirle algo, planeó su venganza, y por la noche vació su
papelera junto a la puerta de ese vecino. Este estaba mirando por la ventana
en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan
importante que había perdido y que le había supuesto un problema aquel día.
Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había
robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero
no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a
una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los
llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema
para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como
estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de
los animales comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron peleándose mutuamente, cada vez más
exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a los
bomberos, a estrellar un camión contra la puerta de sus casas, lanzar piedras
contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bombaterremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada
compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día,
cansados del silencio, comenzaron a hablar. Con el tiempo, se fueron haciendo
amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar de lo que había
pasado con ese papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una
coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado, en lugar de juzgar
las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había
ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue cómo aquellos dos vecinos terminaron siendo los mejores
amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y
reconstruir sus casas.
Liliana Mayor Santana
PREMIO CATEGORÍA B (3º Y 4º DE ESO)
24 DE TRABAJADOR A ESCLAVO
Un día muy caluroso de verano, Fernando, más conocido por sus
vecinos y familiares como Nando, iba como cada día a su trabajo. Su trabajo se
encontraba a unos doce kilómetros de su casa. Como casi todos sus vecinos y
familiares, Nando, no tenía vehículo, ni podía coger otro medio de transporte
para poder trasladarse, así que tenía que ir caminando. Por el camino, se
encontraba cada día con mucha gente conocida y a la cual saludaba, y es que
Nando era muy conocido en el pueblo por su gran generosidad y simpatía.
Nando llegó a su trabajo un poco más tarde de la hora que tenía que
entrar, puesto que al ir caminando tenía que hacer varias paradas por el
camino. EI poder llegar al trabajo todos los días significa un reto importante
para Nando ya que tenía problemas de salud. Al llegar a su trabajo, se
encontró con su jefe, el cual le pedía explicaciones por su retraso, y tras lo
cual, le obligó a que hiciera más horas de lo habitual. Nando impresionado por
la reacción de su jefe obedeció sus órdenes, pensando que era fruto de un
arrebato. EI jefe, al ver que su trabajador no se oponía a sus órdenes, decidió
aumentarle las horas laborales y reducirle las condiciones laborales. Nando
extrañado por las circunstancias a las cuales su jefe le había sometido,
prosiguió su trabajo. Pasaron los días, y su situación laboral fue empeorando
cada vez más pasó a tener una vida laboral infrahumana en la cual se le redujo
bastante su salario, trabajaba largas jornadas sin descansar, no tenía días
libres ni vacaciones, casi no comía... vivía para trabajar.
Así pasaron los meses y años, hasta que un vecino que solía visitarlo
con frecuencia, extrañado por su ausencia, se lo comentó a otros vecinos y
estos decidieron visitar el lugar donde trabajaba Nando. En dicho lugar se
encontraron al único trabajador, Nando, en unas condiciones infrahumanas, en
las cuales ningún ser humano debería trabajar. Tras visualizar dichas
condiciones, los vecinos deciden ir a denunciar la situación.
Con el paso de la semana, su jefe fue sancionado con una elevada
multa y llevado a prisión por someter a un individuo a situaciones infrahumanas
y supuestamente a trabajar de manera ilegal.
Vidinia Rodríguez
CATEGORÍA C (BACHILLERATO).
25 UN RECUERDO DE POR VIDA
No puedo ver…
Solo oscuridad se extiende ante mí.
Escucho mucho ruido de fondo, pero mi mente no es capaz de procesar del
todo la información que adquiere de mis oídos. Explosiones, gritos, disparos,... todo
ese sonido se convierte en un sonido secundario frente a mis pensamientos. No siento
mi cuerpo.
No puedo mover los labios.
¿Cómo sabes cuándo ha llegado tu final? ¿Cómo sabes cuáles son los últimos
momentos de tu vida?
Aunque no pueda contestar a estas preguntas, sé que para mí estos son mis
últimos momentos, y aunque odie las circunstancias en las que me encuentro, la
mente humana siempre se queda con los buenos recuerdos y a mi mente solo vienen
imágenes de amor, cariño y felicidad.
El amor de mi vida, ella, esperando mi glorioso regreso a casa para vivir una
vida juntos y crear una familia. No quiero pensar cuantas lágrimas derramará al ver mi
féretro siendo descargado de un avión con lo poco que quede de mí.
Mi familia, mira que el viejo me lo advirtió...
"Eso no es ningún juego, es la vida real y puedes volver hecho un hombre, o
hecho picadillo. Ten cuidado hijo"
No le hice caso, pensé que no podría pasarme nada, que volvería a casa
triunfante. Y ahora no siento la mayor parte de mi cuerpo y solo puedo pensar en que
jamás te he visto llorar, papá. ¿Caerá alguna lágrima de tu rostro por mí? ¿O
mantendrás el tipo consolando los torrentes de lágrimas de mamá y Sara?
Sara, hermanita, pensar que no volveré a discutir con ella me hace querer
volver algunos años atrás, cuando en casa no parábamos de discutir todo el día y nos
regañaban siempre por nuestras discusiones. Ahora cambiaría cada insulto, cada
minuto que gasté en meterme con ella por un segundo para darle un abrazo como el
del día que me monté en aquel maldito avión para marcharme tan lejos de casa.
¿Y qué será de los muchachos? Con un jugador menos los domingos, uno
menos para salir de fiesta, y uno menos con quien cargar cuando nos cogíamos
nuestras tremendas borracheras, son mi otra familia y soy yo quien los ha
abandonado.
Tengo la sensación de que caigo en un abismo, esa sensación en mitad de un
sueño de caerte de la cama, pero esta vez cayendo hacia un abismo de silencio total y
calma. No puedo seguir pensando, un pesado sueño se apodera de mí y mi mente se
abandona ante el poder de mi subconsciente, dejándome apartado en una oscuridad y
silencio infinitos.
26 No dejo de oír un extraño pitido en mis oídos. He logrado recuperar mi
consciencia, pero... ¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? Una
extraña claridad me molesta, tras mis párpados solo logro identificar una suave luz,...
¿luz? Una fuerte claridad inunda mis ojos. Al fin puedo abrirlos ¿Estoy en el cielo?
Todo es blanco e impoluto, pero... qué extraño sonido para ser esto el cielo, ¿no? Un
pitido agudo y familiar suena a mi derecha cada pocas centésimas de segundo ¿Por
qué lo relaciono con la televisión? Sí que influye en nuestras vidas la “caja tonta” que
hasta el más allá nos recuerda a ella. Qué estupidez, tengo que estar delirando. Estoy
tumbado, eso es seguro, y algo blando y cómodo está bajo mi cabeza. Miro a mi
derecha, ¿Qué será ese ruido? Un monitor está colocado junto a la cama en la que me
encuentro. No, definitivamente esto no es el cielo, a no ser que allí tengan una
enfermería para los recién llegados.
Me doy cuenta de que no estoy solo en la habitación. Una chica joven, de unos
15 o 16 años me observa desde un sofá colocado a conciencia junto a mi cama.
¿Quién es? Su cara no me suena de nada.
- ¿Dónde estoy? - logro articular palabra tras no sé cuánto tiempo de silencio.
- No te preocupes, estás a salvo. Estamos en un hospital.
- ¿Cómo he llegado hasta aquí? Lo último que recuerdo es... - Vuelvo a
quedarme en silencio, ¿cómo es que no logro recordar nada?- No recuerdo nada,
¿qué me ha ocurrido?
-Te encontraron inconsciente en el campo de combate, por 1o que me ha
contado mi padre, que es el médico que te atiende, tu escuadrón fue atacado por un
grupo de combate enemigo que intentaba emboscaros.
- ¿Y mis compañeros? ¿Dónde están? ¿Se encuentran bien? - Todos mis
hombres... me había olvidado de ellos. De repente fogonazos de imágenes pasan por
mi mente, bombardeos, balas, humo, fuego, mis compañeros cayendo uno tras otro... ¡NO! ¡Parad! - Grité intentando acallar el sonido de la guerra en mi cabeza.
- Tranquilo, cálmate - la joven me coge la mano y la aprieta fuertemente
intentando aliviar mi dolor, algo imposible - Ahora descansan, en un lugar donde la
guerra no existe, donde no tendrán secuelas, donde todo esto jamás habrá ocurrido.
Las lágrimas caen por mis mejillas, lágrimas de un soldado sin sus compañeros
de apoyo, lágrimas de dolor al pensar en las familias de Ray, Saúl, Gabriel... todos los
que habían luchado a mi lado, que ahora se han ido y me han dejado solo.
Lágrimas al saber que este sentimiento me acompañará el resto de mi vida,
que estos recuerdos jamás llegarán a desaparecer y esas imágenes que poco a poco
vuelven a mi cabeza serán parte de mí, impidiendo que vuelva a ser quien era antes
de que esta maldita guerra me robara todo lo que he sido y matase todo lo que podría
haber llegado a ser.
Natalia Vega Bordón
PREMIO CATEGORÍA C (BACHILLERATO)
27 HASTA QUE NOS VOLVAMOS A VER
-¿Qué hora es? - pregunté sin auténticas ganas de conocer la respuesta.
- Demasiado tarde para que vuelvas sola a casa. - contestó con cierto tono de
tristeza en la voz mientras se incorporaba en el sofá.
- No quiero irme, ¿Por qué tengo que hacerlo? ¡Es mi padre quien quiere irse
de aquí para ayudar a gente que no conoce en lugar de quedarse y ayudar a su propia
hija!… No quiero irme - Las lágrimas que llevaba reteniendo toda la noche surgieron
de repente.
Taylor me rodeo con sus brazos y ahogó mis sollozos contra su hombro. El no
me entendía, yo no regresaría en un par de días, unas semanas o un mes. Estaré
fuera durante meses, incluso... no quiero pensar que esos meses se conviertan en
años.
Rodeé su cuello con mis brazos y lo abracé fuertemente contra mí, no quería
olvidar esa sensación y ese momento.
Un rato después caminábamos en silencio bajo la calurosa noche de verano,
rodeados de luces de farolas que alumbran mi camino a casa. No tengo la cabeza
donde tiene que estar, no puedo pensar que es mi última noche con Taylor, que su
mano esta agarrando fuertemente la mía como si no quisiera soltarla jamás, que
apenas quedan unas calles para llegar a mi casa y que el sueño termina para
convertirse en pesadilla. ¿Por qué mi padre me hace esto? ¿Qué le pasa? No es
normal que de la noche a la mañana quiera irse de aquí como quien se levanta y
decide cortarse el pelo, ¡no es normal!
Y yo con 17 años no puedo hacer nada, desde que murió mamá, papá ha
estado sobreprotegiéndome, y ahora... ¿me lleva a una zona en guerra? Es que no lo
entiendo, algo debe estar mal.
De repente algo tira de mi brazo y detiene mis pensamientos en plena
ebullición. Taylor se ha parado unos pasos antes de llegar a mi portal, y yo solo logro
ver una cosa, una lágrima cae por su rostro, desde sus ojos castaños hasta la
comisura de sus labios. Tira de mí y me abraza con todas sus fuerzas.
- No quiero despedirme de ti, así que no lo voy a hacer- Dice de manera seca y
tajante- volveremos a vernos, volveré a abrazarte y cuando llegue ese momento te
daré un beso de bienvenida, me niego a darte uno que signifique un adiós.
Yo no podía hablar, lo intentaba pero las palabras no surgían en mi garganta,
tan solo el sonido del silencio.
Tay me besó en la frente, se dio la vuelta y desapareció entre las luces y
sombras que cubrían la noche.
28 Lagrimas de incomprensión y tristeza caían esta vez por mi piel, lágrimas que
no podía detener. Me giré y caminé los pocos pasos que me separaban de mi casa.
Saqué las llaves de mi bolso como pude ya que las lágrimas casi no permitían ver.
Abrí la verja y subí lo más rápido que pude los escalones del porche. Pasé a través del
mosquitero de la puerta y subí corriendo hasta mi habitación.
-Ángela, ¿Eres tú? ¿Qué es lo que…?
Con un portazo cerré la puerta de mi dormitorio silenciando la voz de mi padre
en la planta de abajo. Me acosté sobre mi cama, con mis cosas, mis peluches, mi
edredón, y todas las cosas que echaría de menos a miles de kilómetros de aquí.
Levanté un momento la vista para tratar de encontrar mi portátil.
22 de Junio del 2003
Querido Taylor:
Tú más que nadie sabes que no quiero irme de aquí, necesito mis cosas, mis
amigos, mi vida, y a ti. Pero la decisión de mi padre no tiene vuelta de hoja y yo no
puedo hacer otra cosa más que resignarme y acatar la decisión. Volveré pronto, y
aguantaré esta pesadilla solo por el hecho de que tú estarás aquí esperándome.
Te quiere con locura,
Ángela
Cierro mi portátil y mi mundo se vuelve absoluta oscuridad, no quiero hablar,
no quiero saber nada de este puñetero mundo y las bromas del destino que no hacen
más que arruinarme la vida.
Mis ojos se cierran entre pensamiento y pensamiento entrando en un profundo
sueño, mientras acerco mi ordenador un poco más a mí.
23 de junio del 2003
Taylor, estoy subida en este maldito avión a cientos de kilómetros ya de mi
hogar, esto es un mal sueño del que no consigo despertar. Mi padre no deja de
hablarme de todas las vidas que vamos a salvar de todo lo bueno que vamos a hacer,
pero... ¿quién va a salvarme a mí? ¿Por qué no hace algo bueno por su hija
quedándose aquí? Al noroeste de Afganistán es adonde me dirijo... Desierto,
desolación y más desierto... Trataré de volver pronto, muy pronto. Solo tengo que
esperar unos meses a cumplir la mayoría de edad y poder coger el avión de regreso.
Te extraño. No me olvides. Te quiero.
Ángela.
15 de Julio del 2003
29 ¿Sabes? Un soldado herido ha llegado hoy al hospital donde trabaja mi padre.
Su estado era crítico, pero ha logrado despertar después de un par de días. Me he
mantenido a su lado todo el tiempo, he visto en su mirada al despertar y al empezar a
recordar, todo el odio, la tristeza y el dolor que provoca esta maldita guerra en las
personas. Cuando comenzó a recordar todo no podía dejar de llorar, nunca pensé que
vería a un hombre valiente y fuerte llorar como si no le quedase absolutamente nada
solo eso, sus imágenes y recuerdos del horror que pasó y las lágrimas lamentando lo
ocurrido. Lo único que pude hacer fue cogerle la mano y acompañarlo todo el tiempo.
Al anochecer tuve que regresar a "casa', pero mañana volveré y le haré compañía
hasta que físicamente logre recuperarse, quizás no sirva para nada, pero al menos he
de intentar ayudarlo.
Ahora entiendo en parte la necesidad de mi padre de cambiar su vida y tratar
de salvar las de otras personas. Soldados, civiles, niños, personas mayores,
mujeres… todas esas personas que se ven afectadas por esta guerra cruel e
innecesaria.
Quiero volver a mi casa, pero aquí necesitan más a mi padre y creo que lo voy
comprendiendo, volveré, estoy segura, pero cuando aquí no necesiten más la ayuda
de mi padre, ni la mía. Voy a acompañar al soldado y voy a intentar que recupere la
alegría en su mirada, que vea el lado bueno de haber sobrevivido a todo ese calvario,
que vuelva a ver a su familia y regrese a su hogar con los suyos, y al fin recupere una
vida normal y una sonrisa en el rostro. ¿Crees que podré ayudarlo a olvidar? Sé que
las secuelas de la guerra no desaparecen del todo, pero vivir una vida de esclavitud
pegada a su recuerdo sería peor que haberse quedado en el terreno de combate junto
a sus compañeros.
Todo el tiempo que me quede aquí lo dedicaré a regalar una sonrisa a cada
una de las personas que vea en este hospital. Una sonrisa no cuesta nada y puede
llenar el alma de muchos de los que viven aquí.
Me despido hasta que te vuelva a escribir y hasta que volvamos a vernos,
quizás no hoy, quizás no mañana, pero sí cuando consiga mi objetivo de entregar una
sonrisa a estas personas, entonces regresaré contigo y volveremos a vemos. Cuídate,
un beso.
Te quiere
Ángela
Natalia Vega Bordón
PREMIO CATEGORÍA C (BACHILLERATO)
30 EL CENTRO NO LLEVA A NINGUNA PARTE
Considera una circunferencia: si te desplazas sobre ella, serás capaz de
recorrer 2πr del espacio. Sí, volverás al punto de partida si perseveraste en tu
desplazamiento. Pero te moviste.
¿Y si en vez de estar en la circunferencia hubieras estado en el centro a
partir del cual aquélla se generó? Desde allí dominarías equidistantemente todos
los puntos de la circunferencia. Lugar privilegiado, desde luego. Sin embargo,
plantéate salir de ese lugar. No podrías. No podrías salvo que un radio se
proyectase en tu ayuda, o un intrépido diámetro quisiese conectar dos puntos de la
circunferencia en una travesía lo más corta posible. Desengáñate: el centro no
lleva a ninguna parte.
¿Por qué entonces ese empeño de todo bicho humano viviente en querer
ser el centro de la Humanidad, del Mundo, de la Realidad? Yo diría: miedo. Has
leído bien: miedo a lo desconocido. Míralo así: estés donde estés, ahí al menos
tienes la seguridad de saber lo que hay para ti; cualquier movimiento a un lado u
otro significa adentrarte en un terreno abonado por la sorpresa, donde cualquier
evento puede pillarte desprevenido. Me quedo donde estoy y que sean los otros
los que se expongan. Aquí se está bien, para qué negarlo.
¿No te has convencido? Ya lo harás. Date tiempo.
………………………………………………………………………………………
No ha mucho iba por la amplia autovía que me servía para conducirme de
casa al trabajo y viceversa. No recuerdo bien si iba o venía, aunque éste es detalle
baladí que no requiere mayor atención. Circulando por aquella carretera, como
tantos otros días, me dejaba seducir por el fluir del tráfico a través de sus tres
carriles por sentido. Camiones, autocares, furgonetas, turismos y motocicletas
marchaban a variadas velocidades hacia sus destinos. Carrocerías pintadas con
todos los colores del arco iris, y alguno más, en vertiginoso rodar, convertían en
espectáculo de la naturaleza los reflejos cromáticos que producía el sol sobre tales
creaciones humanas. Llevaba rato con los pensamientos puestos en las
sugestiones estéticas que el tráfico me producía cuando la idea racional hizo acto
de presencia: “Concéntrate en lo que haces; el peligro acecha”. Si me había
31 abandonado a una conducción mecánica, dejando volar la imaginación, la lucidez
lógica nubló todo indicio de fantasía cuasi onírica. Entonces, la visión de cuanto
acontecía a mi alrededor cobró nuevo sentido. Camiones con límite de velocidad
circulaban a veinte o cuarenta kilómetros por hora por encima de lo marcado en
círculo en sus portalones traseros; autocares atestados de pasaje adelantaban a
turismos por el carril izquierdo cual Fórmulas 1 en circuito de pruebas; utilitarios
mudaban de carril sin hacer el más mínimo uso de los indicadores intermitentes de
cambio de dirección en su trayectoria; motocicletas circulando por un cuarto carril
imaginario entre vehículos que marchaban en homogénea celeridad rueda con
rueda a todo lo ancho de la calzada… El éxtasis cromático dejó paso a la idea de
un monocromo rojo cubriendo toda la autovía. Y por ahí circulaba yo, hasta la
fecha ignorante del peligro que me rodeaba y del que yo formaba parte.
¿Dónde podría situarme para estar a salvo? El carril central se me ofreció
como espacio seguro por el que transitar. Desde allí evitaría las incorporaciones
bruscas y ralentizadas de los que llegaban por la derecha; allí no sufriría el acoso
de los impetuosos conductores que adelantaban a todo vehículo moviente. Me
acomodaría plácidamente en el centro y, con una velocidad de crucero adecuada
dentro de los márgenes marcados por el código de circulación para transitar por
una autovía, me encaminaría a mi destino con la seguridad de quien sabe adónde
va.
Tan pronto estuve instalado en ese carril comencé a percatarme de lo
complicado que me iba a resultar mantener mi posición privilegiada. Mi velocidad
se adecuaba a la normativa establecida. Si no estaba en el justo medio, sí podía
asegurar que ni iba despacio ni raudo. Marchaba a la velocidad que la situación
requería. Entonces advertí que en mi marcha iba siendo atosigado por
conductores que se me acercaban por la retaguardia y parecía que me pedían
más celeridad en mi discurrir por la vía. A éstos les dirigía mi pensamiento de que
si llevaban prisas, podían adelantarme por nuestra izquierda, que para eso estaba.
No obstante, mi acción me impelía a incrementar algo el ritmo de la marcha.
Sucedía así que me aproximaba a mi vez con inquietud manifiesta al vehículo que
me precedía. Y éste sí que transitaba como si el límite justo de velocidad lo
marcase él y solo él. Aunque el sano juicio invitase a la maniobra de
adelantamiento por la izquierda, cedía en la presión ejercida por mi pie derecho
sobre el pedal acelerador y mantenía la distancia de seguridad con respecto a
32 aquél, muy a mi pesar, que me desplazaba a velocidad inferior a la que
inicialmente había considerado como prudente. Pero seguía en el carril central,
que era de lo que se trataba.
Unos cuantos kilómetros más adelante, la realidad del carril central se
mostró en toda su crudeza. Me aproximaba al punto allí donde debía dejar la
autovía para cumplir con mi destino. Pero tal empresa requería abandonar dicho
carril, exponiéndome, pues, a los peligros allende sus discontinuos límites.
Seguridad o destino, he ahí el dilema. Por un momento me entretuve con el
pensamiento de qué pasaría si decidiese perpetuar mi estancia en dicho carril.
Sabía que era un pensamiento ocioso, toda vez que mi utilitario no es una
máquina de movimiento perpetuo, sino una que, como todas las humanas,
requiere de combustible para seguir siendo móvil. Por lo demás, la autovía no
circunvalaba, lo cual quería decir que acababa en algún lugar, como en algún otro
lugar tenía su origen. Aunque esto último podía suscitar otra interesante reflexión
acerca de la eternidad del centro, la cuestión que me interesaba tenía que ver con
que si el carril central me permitiría llegar a mi destino. La respuesta se hizo obvia:
no. Si quería llegar adonde quisiera que fuere, debía arriesgarme a dejar el centro.
A fe que lo hice, y tan pronto abandoné mi privilegiada posición equidistante
de todo peligro de tráfico rodado y pude aparcar mi coche, no sin haberme
expuesto y temido, en el estacionamiento junto a mi destino, solo entonces pude
formular el corolario de mis disquisiciones: el centro no lleva a ninguna parte.
……………………………………………………………………………………
El señor Presidente se conduce en política como yo me conduzco por la
autovía camino de mi trabajo. Me percato de que lo más cómodo es ir por el carril
central, pero sé que el sentido de la marcha lo marca la derecha.
Cuando circulo por la autovía, me sitúo en el carril de la derecha, y en él me
mantengo sabedor de estar haciendo lo correcto. Al ver al conductor que se
mantiene en el carril central sean las que sean las condiciones del tráfico, sonrío y
me pregunto: “¿Ingenuo o cómodo?” Si me respondo lo primero: no sabe que el
centro no lo conduce a ninguna parte. Si me respondo lo segundo: hace creer a los
demás que está seguro de sí mismo. El señor Presidente no es ningún ingenuo.
33 Generalmente, marcha y hace alarde de marchar por la derecha, pues es
un ciudadano convencido y concienzudo, consciente de su deber para con la
Patria y la marcha de la Nación. Sonríe franco cuando alguien se le aproxima por
el carril central. ¿Qué lección pretende darle? El centro es solo una apariencia de
progreso, que ciertamente no lleva a ninguna parte. Esto lo sabe bien el señor
Presidente, y su sonrisa benévola va dirigida al ingenuo defensor del valor del
centro.
Bien sabe el señor Presidente que la mayoría se mueve por el centro. Es la
ingenuidad del pueblo, o su ignorancia. Como no se vive más feliz que en la época
en la que se es ignorante, nuestro señor Presidente calla generoso, para no
despertarnos del sueño, para no enfrentarnos a la cruda realidad. Sutilmente, el
señor Presidente se sitúa en el Centro y nos conduce por la autovía del Progreso a
la velocidad que Él establece. Poco a poco, el señor Presidente vuelve a su carril
derecho, del que nunca ha sentido necesidad de salir. Desde allí seguirá
marcando el ritmo de la marcha, y nadie desde el centro se atreve ya a
sobrepasarlo. Ha quedado claro quién dirige el destino del Pueblo. El señor
Presidente sonríe complacido.
Y ay de aquellos que raudos van por el carril de la izquierda. ¡Locos! Si el
carril central no lleva a ninguna parte, qué decir de la vía de la izquierda. Se
progresa, vaya si se progresa. Pero, ¿adónde se dirigen los que por allí transitan?
A ningún lugar. Las salidas están a la derecha, nunca a la izquierda. La izquierda
no tiene futuro. Pero ellos no lo saben. Adelantan, adelantan, adelantan. ¿Seguro?
El señor Presidente sabe que el discurso de los que marchan por la izquierda es
puro artificio. Apariencia de ir a algún lugar, realidad de que no van a ninguno.
¡Pobres infelices! Más tristes que los que derrotan por el centro. Aún así, el señor
Presidente no puede reprimir una mirada de enojo por el retrovisor cuando ve
aproximarse a alguno de aquellos que marchan por la izquierda.
El centro es ignorancia y/o ingenuidad. La izquierda es temeridad y
soberbia. El señor Presidente puede perdonar la debilidad humana por caer en la
comodidad de una supuesta marcha segura por la vida. El centro no lleva a
ninguna parte, pero al menos con una leve corrección de rumbo pueden
reincorporarse al buen camino. Los que van por la izquierda no tienen perdón. Su
34 desenfrenada marcha está abocada a la colisión. En el peor de los casos, al gasto
inútil de los recursos. Eso lo sabe el señor Presidente.
Ir por la izquierda es un derroche. El más mínimo análisis así lo pone de
manifiesto. Solo la ceguera intelectual impide verlo de este modo. Ya no hay que
pensar en lo obvio de que ir por la izquierda no conduce a ningún lugar.
Concedamos que ir por dicho carril adelanta. (El señor Presidente reprime la
carcajada). Atendamos a los recursos: neumáticos recalentados, sometidos a
fuerte presión y desgaste; aumento del consumo de carburante, que a partir de la
velocidad establecida por el fabricante, el consumo se dispara en una
proporcionalidad inversa al avance logrado: no más carburante consumido
significa igual incremento en la aceleración. Ir por la izquierda es un derroche. Y un
peligro.
Nunca hay que escatimar esfuerzos en advertir de los peligros que entraña
ir por la izquierda. Todo probo ciudadano debe empeñarse en renunciar a los
excesos de la marcha por la izquierda. Los peligros acechan elevados a la
enémisa potencia cuando se circula por ahí. El mínimo error lleva a desviar el
rumbo y entrar en colisión con aquellos que marchan por el carril central. Puede
sobrevenir la tragedia. La mayoría, que marcha por el centro, se ve violentada por
la izquierda, viendo perturbada su seguridad y su comodidad. Si el señor
Presidente pudo ponerse al frente del Centro y conducir a la mayoría del pueblo
hacia el futuro seguro, fue por su talante de líder innato, conocedor de la profunda
realidad humana. Y condujo al Pueblo a la marcha adecuada, y Él pudo volver a
situarse a la derecha para seguir dándonos la posibilidad de una salida. Nadie
desde la izquierda puede jamás proporcionar a la mayoría que viaja por el centro
esa tranquilidad, seguridad y firmeza. Todo acercamiento de la izquierda al centro
no pasa de ser un atropello.
Pero la realidad de la izquierda cruda se ofrece al mundo cuando la
pérdida de rumbo se dirige más a la izquierda. Entonces la colisión sobreviene con
los que puedan marchar en sentido contrario, porque la vida es un itinerario de
doble sentido. ¡Cuán a menudo se olvida esto último! Paradójicamente, la colisión
se produce con aquellos que a su vez circulan por la izquierda. La ironía de la
carretera: el encuentro de la izquierda conduce a la catástrofe. La sabiduría de la
carretera: las derechas nunca entrarán en colisión.
35 No cabe duda: el señor Presidente se conduce en política como yo me
conduzco por la autovía camino de mi trabajo. Me percato de que lo más cómodo
es seguir la senda que abre otro. La sapiencia del señor Presidente
conduciéndose en política alcanza su clímax a la hora de demostrar el auténtico
sentido del progreso. Que el centro no lleva a ningún lado ya ha quedado patente.
A la izquierda no merece la pena dedicar más atención. El Progreso es la Derecha.
¡Cuántas noches he olvidado preparar el despertador! ¡Cuántas mañanas
he remoloneado en la cama! ¡Cuántas mañanas he salido con el tiempo más que
justo para llegar puntual a mi puesto de trabajo! ¡Cuántas mañanas he hecho
dejación de mis obligaciones! Y como yo, ¡cuántos! Frenéticamente nos
abalanzamos hacia las vías de acceso a la autovía, nos incorporamos al tráfico y
nos convertimos en masa. La culpa, el miedo, la rabia nos desesperan. Queremos
avanzar por la densidad del tráfico que ralentiza la marcha. Nos acordamos de las
nociones teóricas: los vehículos lentos van por la derecha: se progresa por el carril
del centro y mucho más por el de la izquierda. Y vemos cómo la Masa se desplaza
hacia esos carriles, saturándolos, bloqueándolos. El carril de la derecha queda
ampliamente libre. Ahí sitúo mi vehículo y, a velocidad prudente, avanzo y
progreso hacia mi destino.
Esto, sabiamente, lo sabe el señor Presidente.
Adenda: El señor Presidente es amigo del señor Primer Ministro de los
ingleses, muy amigo. El señor Primer Ministro le ha comentado confidencialmente
al señor Presidente que allí el carril de avance rápido se encuentra a la derecha y
se multa a los conductores que bloquean con su marcha acomodaticia el carril
central.
Pero, ¿no había quedado demostrado que el carril interior aísla a quienes
circulan por él? La Isla queda al otro lado del Canal y allí el Progreso es solo un
reflejo en el espejo.
Y bueno, los ingleses son excéntricos: Inglaterra resistirá mientras resista la
Banca inglesa.
Santiago Plata Déniz
CATEGORÍA D, PROFESORADO
36 LA AUSENCIA
El recuerdo más antiguo de Hadida es un mar de arena. Las dunas
bañaban el horizonte y sus formas dibujaban un paisaje de ondulante
serenidad. Su memoria la trasladaba a las numerosas llanuras donde su tribu
paseaba su existencia conviviendo con el desierto. El ganado era su principal
fuente de riqueza y se movían continuamente buscando el agua y los pastos
donde crecía la vida. Así supo que el desierto no es sólo arena, como se lo
imaginan los que lo desconocen, que existen regiones donde disfrutar de las
sombras de las acacias, de los matorrales y de la piel verde del desierto, que
renace agradecida con las escasas lluvias.
El campamento de refugiados donde ahora se encuentra no se parece
en nada a aquel recuerdo. La vida ahora está marcada por la guerra y la
evocación de la tierra perdida.
Hadida entrelazaba las manos nerviosas, cubiertas con tatuajes de
henna, que utilizaba para ahuyentar a los malos espíritus y era símbolo de
pureza y fertilidad. El ruido de los músicos adelantaba la llegada de la comitiva
para el enlace de Assalana, su querida hija.
La jaima era un bullicio de mujeres. En las tribus amazit los matrimonios
eran uno de los acontecimientos más importantes, y las mujeres eran en esos
momentos las protagonistas. Entre todo el bullicio, Hadida, de pronto, tocó con
sus dedos el amuleto plateado que colgaba de su cuello. Respiró
profundamente, cerró los ojos y su memoria voló hacia su propia boda. El
sonido era el mismo, el bullicio de voces y cantos se mezclaba con el olor del
perfume que Se quemaba en el brasero. Pero entonces, el medallón colgaba
del cuello de su madre. Ella se le había acercado y con un gesto la invitó a que
se retirasen fuera de la tienda; mirándola a los ojos de dijo:
- Aquí te traigo mi regalo de boda. Este collar que cuelga sobre mi cuello
y que anteriormente colgó sobre el de tu abuela pasará ahora a tu poder. La
tradición dice que cada mujer que lo posee debe entregarlo a su hija justo en el
momento de su boda y contarle la historia de la joya y de su propia vida.
La madre de Hadida le habló entonces de Gabula, la primera mujer que
poseyó el colgante; le habló de Omara, la mujer que atravesó el desierto
huyendo de los soldados que habían llegado del mar, diciendo que aquel
territorio era suyo y obligando a vivir a su pueblo bajo unas leyes extrañas para
ellos.
Ahora Hadida debía entregar su Historia y el colgante a su hija, y como
su madre hizo con ella, la invitó a salir de la jaima, disponiéndose a cumplir su
37 tradición. Le relató que hace ya más de veinte años que aquellos soldados se
fueron, y ellos tuvieron que huir hacia el desierto, porque del norte llegaban
otros soldados. También, estos decían que aquella tierra era suya y quisieron
imponerles otras leyes que ellos no conocían.
Le habló de los muertos que las bombas de napalm y fósforo blanco les
dejaron en Tifariti y Umdreiga, de su casa del Aiunn y de los amigos y parientes
a los que nunca más vio y de los que no tuvo noticias. Le habló también de
cómo levantaron los campamentos de la nada, y cómo de la arena surgieron
pueblos, casas, escuelas y hospitales y niños y niñas que, como Assalana,
jamás habían visto su tierra.
En ese preciso momento, al colgarle el amuleto al cuello, Hadida le dijo
con ternura:
- Ojalá, hija, que la próxima vez que este colgante pase de tus manos a
la de tu descendiente, la historia de nuestro pueblo haya cambiado. Que
volvamos a disfrutar del paisaje que hoy solo es mi memoria y que tú y tus hijas
disfruten de la tierra que me vio marchar.
Hadida y Assalana caminaron unidas hacia la jaima, se miraron y
sintieron en sus corazones que aquel ritual sería el último que su familia
celebraría en aquellos campamentos del inmenso Sahara, volviendo, por fin, a
su verdadera tierra. Saguia-el-Hamra y Río de Oro.
Ana Mata López
PREMIO CATEGORÍA D, PROFESORADO
38 Abril de 2011
II CONCURSO LITERARIO IES CRUCE DE ARINAGA “Los Objetivos del Milenio” COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS IES CRUCE
DE ARINAGA
39 POESÍA
40 IGUALDAD=LIBERTAD
Una rosa prisionera
en una cárcel de maltratos
rodeada de temores
que la torturan día a día.
Bajo un mar de lágrimas
ve pasar su vida,
esperando que algún día
recobrará su alegría"
Suspirando en cada brisa
manteniendo la sonrisa
perdonando cada mentira
sin saber qué será de su vida.
Por cada lágrima derramada
por cada sonrisa apagada
Por cada rosa deshojada"
Yo escribo esta oda
para cada rosa
que se encuentre sola.
Para cerrar la puerta
de sus temores,
para hallar la llave
de la igualad.
Sokhna Mbye
PREMIO CATEGORÍA A (1º Y 2º ESO)
41 EL MUNDO RESPONDE
¿Por qué mueren de hambre los niños inocentes?
¿Por qué pregunto algo tan evidente?
La respuesta la tiene la gente,
el rico, el pobre, el humilde, el indigente.
A ellos no los juzgues
debes ser consciente.
Solo con un poco, tú ayudar
Y esas madres su salud mejorar.
¿Por qué la mujer le tiene miedo a él,
Y los infantiles a su abuso de poder?
Él es un cobarde y tú eres inocente,
denuncia y sé valiente,
podemos hacerle frente.
¿Por qué hay tanto racismo en nuestras calles?
Si lo miras bien, somos todos iguales.
No importa la raza o la religión,
A todos nos une la misma condición.
¿Por qué el mundo se muere ante nuestros ojos?
¿Acaso estamos ciegos todos?
Inundaciones, volcanes, seísmos y maremotos.
¿No crees que todo esto es horroroso?
La tierra desaparecerá.
Yo pregunto, el mundo contesta,
Indiferencias, es la respuesta.
Inés Mendez Gónzales.
CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
42 LA NIÑA AFRICANA
La niña vive en África, la niña es africana.
No tiene nada que comer, nada que beber.
Ella no está sola, tiene a su familia.
Sale a la calle, no tienen nada:
hay hambre, desesperación, heridas,
la enfermedad de su pequeño hermano,
no hay agua, el agua que otros tiran,
en África hay que buscarla,
lejos, muy lejos: en el río, en el pozo salobre.
Con el esfuerzo de unas manos y pequeñas piernas.
Cristina Rivero Jesús,
ACCÉSIT
CATEGORÍA A (1º Y 2º ESO).
43 Tú decides
Muy a mi pesar usted me cae mal.
A pesar mío usted es muy usted.
Usted me cae muy a mi no pensar'
Usted, que mi pesar no comparte.
Aunque yo, siempre compartí,
entre otros como usted:
"Saber dónde está uno mismo es
saber quién se es".
Felicidades, estás vivo.
José Carlos Pérez
PREMIO CATEGORÍA D, PROFESORADO
44 LA ÚLTIMA CACERÍA
Cuando los enaníes vuelvan de su cacería
los páramos astados se vuelvan rojos,
morirá en tu alma el último día
de los enormes gigánticos cojos.
Será de las grandes la pequeña fiesta,
todos reunidos para esta celebración,
y nadie se irá a dormir la siesta,
que es para no perderse la ocasión.
Y el jefe saludará a la concurrencia,
las nínfulas bailarán bellas danzas,
las viejas murmurarán las indecencias
y los guerreros abrillantarán sus lanzas.
En el último día de los gigánicos cojos,
en la tribu entera todo será alegría,
pero a alguien le llorarán los ojos
porque ya habrán acabado las cacerías.
Santigo Plata Déniz.
CATEGORÍA D. PROFESORADO
45 LA RUEDA DE LA FORTUNA
Rueda de la fortuna
que tan altiva te sientes
palos no te detienen
en tu rondar iridiscente.
Suerte que nunca llegas,
muerte siempre certera,
rueda de la fortuna,
que infortuna la simiente:
nacer, vivir y morir
con tu rueda girando siempre,
suerte que nunca llegas:
¿habrán ido hoy a prenderte?
Sospecho cosa imposible
que ruedes junto a esa fuente,
porque en tu rodar altivo
te olvidas de los de siempre.
Y como de los de siempre te olvidas,
estoy por más nunca verte,
seguro voy de quién soy:
nadie, y uno más entre la gente.
Gente que siente la vida
como la vida los siente,
gente que busca otra rueda
que los mantenga pendientes
y no esa rueda fortuna
46 que altiva rueda deidades,
sino una rueda que gira
con rumbo fijo, hacia el frente;
el frente de los humildes,
de los pobres, los de siempre.
Gentes de todas las gentes
que ya no esperan fortuna
de esa rueda penitente.
Ahora la que persiguen
es rueda de nueva noria,
del agua de otro naciente,
del manantial, de la fuente,
de la virtud del de enfrente.
Cuenco y mano de hermano
donde beber nuevamente,
y así, juntos, sobreponerse
a tanta ausencia de suerte,
haciendo tu ausencia mía
y la ausencia mía la tuya,
que no hay otra suerte amiga
que nos de mayor fortuna
que mi mano con la tuya
y tu mano con la mía.
Miguel A. Mata Betancor.
Categoría D. Profesorado.
47 RELATOS
48 SUEÑOS ROTOS
Mi historia trascurre en un pequeño pueblo de Arabia Saudí. Soy una
recién llegada al mundo de la adolescencia, ya que solo tengo 12 años. Vivo
con mi madre y mi padre. Desde siempre he tenido que vivir obligada a cumplir
las normas machistas de mi país. Siempre he querido ser modelo, aunque mi
familia se negase rotundamente. Todavía recuerdo con tristeza el día que
decidí contárselo a mis padres:
-Papá, mamá -dije con un nudo en la garganta- ¡Quiero ser modelo!
Los dos me miraron con cara de sorpresa y decepción.
-¡Ese trabajo es totalmente indigno! -dijo mi padre lleno de rabia.
-¿Estás segura de lo que estás diciendo? Cariño, a lo mejor estás
confundida -dijo mi madre para arreglar la situación.
-¡No, mamá! Estoy totalmente segura y no pienso parar hasta
conseguirlo -dije sin que me temblase la voz, lo cual me dejó muy sorprendida.
-¡Lo único que conseguirás es ir al infierno! -dijo mi padre muy alterado y
sorprendido por mi comportamiento.
Salí corriendo a mi habitación y mi madre fue detrás de mí.
-Sé que estas en una etapa difícil y muy confusa de la vida. A tu edad yo
quería ser cantante, pero gracias a tu abuela conseguí volver al buen camino dijo mi madre con voz relajante.
Aunque ya me había relajado, yo seguía empeñada en cumplir mi
sueño.
A los 16 años encontré por internet un anuncio para mayores de 14 años que
quisieran ser modelos, no podía ni creérmelo. Mandé más de veinte
49 propuestas.
Un día recibí un mensaje diciéndome que había ganado el concurso y
que podía estar seis meces en Nueva York. Como sabía que mis padres no me
dejarían ir, decidí escaparme.
Me encontraba ya en el aeropuerto de Nueva York. Un hombre gordo,
de avanzada edad y con el pelo muy descuidado me esperaba con un cartel
donde ponía mi nombre, y me dijo:
-Estás dispuesta a hacer cualquier cosa para ser modelo…
Como es evidente, no lo dudé ni un momento y le dije que sí sin
pensarlo dos veces. En ese momento cometí el mayor error de mi vida, ya que
aquel hombre resultó ser el jefe de una red de prostitución. Me tuvo encerrada
en su prostíbulo durante 10 largos años.
Allí conocí a David, un policía que estaba de incógnito, le habían
encargado que descubriese al jefe de la red de prostitución y que nos liberase
a todas. Gracias a él conseguimos salir de esa prisión. Nada más salir, nos
aconsejaron que fuésemos a un médico para hacemos unas pruebas.
Descubrí que tenía sida y como no podía volver a mi casa ni contárselo
a mis padres, decidí quedarme en Nueva York. David fue el único que me
estuvo apoyando y aconsejando. Poco a poco nos fuimos enamorando.
Actualmente estamos casados y yo me estoy sacando mi carrera de Derecho
para poder meter en la cárcel a mafiosos y delincuentes.
A pesar de las duras penas que he pasado, me alegro de haberlas
vivido. Porque si no, no habría aprendido una importante lección: nunca confíes
en los anuncios de internet.
Sokhna Mbye
PREMIO CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
50 ‘’LAS CARTAS DE LA PUERTA’’
Y solo los números que sellaban aquellas puertas decían mi
nombre. Ésa era una frase que diariamente él se repetía y de la
que no tardó mucho en darse cuenta. Esos números eran lo único
que se conservaba firmemente en aquel edificio, verlo desde fuera
o caminar por uno de sus pasillos reconstruiría en sus mentes el
vivo conflicto del paisaje de la franja de Gaza. Era desastroso, y
no por el hecho de estar pegado el vertedero de la cuidad sino
porque se caía a trozos y lo más irónico era que nadie le prestaba
importancia salvo en el caso de que ocurriese algo dentro de sus
casas. Él no haría nada y para ahorrarse disputas vecinales y
conflictos de tipo ‘’variado’’ se disponía todas los días a cruzar el
pasillo sin levantar ni siquiera una mirada, entre escombros, trozos
de pintura y basura. En el pasillo donde está su puerta hay unas
ocho puertas más. Y no son las únicas. Llevaba demasiado tiempo
conviviendo con todas aquellos seres y sabía perfectamente que
ocurría tras de ellas. A veces se apenaba al recordar que debía
pasar por allí y con fosco aliento desprender un suspiro de hastío.
Era lo mismo siempre, hasta sus pensamientos; cuando cerraba la
puerta no hacía más que repetir una y otra vez: solo es un triste
juego… solo un juego cruel…para todos sin algunos.
Al girarse y despegar su débil mano del pestillo lo divisó, no
le desconcertaba sino que le era totalmente familiar: el 19. Sólo
cruzó esa puerta una vez y fue suficiente para conocer las partes
más bajas de la palabra miseria, con solo escuchar los llantos y
discusiones se le estremecía la carne. Motivos en verdad ninguno,
simplemente escuchar a altas horas de la madrugada un hilo de
voz detrás de su puerta en conjunto con unos nudillos que
parecían producir música en forma de un: necesito ayuda. Al
cruzar el umbral le comprimió el pecho una oleada de necesidad,
nerviosismo y desconcierto mezclado con una pizca de vacío
existencial y dolor. En esos instantes los zapatos mojados hicieron
un camino hacia la cocina. Estaba cerrada y solo unos flexos junto
a un recipiente de leche mezclada con agua, alumbraban aquella
cueva. Debía ajustar una tubería debajo del fregadero, esa era la
única misión. Para eso tuvo que renunciar a ver para no sufrir, era
indignante. En aquel lugar no había nada más que sacos de
51 sentimientos pulidos de tristeza en forma de criaturas que dormían
en el suelo de un salón entre muebles viejos
y cortinas sucias.
Era un pasadizo hacia la nada de los rostros inexpresivos, de las
personas olvidadas. Al salir la suerte ya estaba echada a una sola
carta como agua de borrajas. Esos recuerdos vivos eran útiles en
tiempos de desolación dónde debemos pensar que existe alguien
que atraviesa peores tiempos. Y pensando en tiempos malos tras
la puerta que la seguía, nunca existieron: el 1. No la atravesó pero
estar cerca le hace sentirlo en vivas carnes. Hombres resignados,
ya a la deriva, era el caso. Por la noche, por la madrugada, para él
quitarse la vida no guardaba horarios. Según contaban las malas
lenguas tenía muchas dificultades para encontrar un trabajo.
Cuenta que es de aquellos que las letras y números que debieron
aprender se esfumaron, a la fuerza. Cuando su voz grave asomó
las sonrisas del uso se dejaron ver. De mente flamante sus
palabras
no
suenan,
suenan
las
palabras
resignación acompañados de los suspiros del
del
abatimiento
y
cansancio. Éstos
mutilan cualquier esperanza de superar el nadar en el mar de las
desgracias, aunque sea tiempo tardío. ¿Qué hacer? , en verdad,
reducir sus pasos a unas pocas lágrimas y pensar en lo que viene
después sin fijarse en el dichoso presente y así estropear aún más
las cosas. Ajeno y amigo a la idea de ‘’mejorar’’. Para él ver aquel
hombre ensangrentado saliendo de una vieja puerta de truco
pasado, unas cuantas veces, con la vida pendiendo de un alfiler
encima de una camilla verdaderamente no le hacía demasiada
gracia. Aunque fuera la esperanza lo que ultimo se pierde, ellos
sabían que es increíble idea de que la vida de un ser dependa de
un papel tintado con números, con mucho valor. Pelear con uñas,
dientes y corazón no era suficiente, ni nunca lo fue y aunque
parezca extraordinario todavía aquel
hombre vive para contarlo
aún así sin tener palabras para hacerlo… y echando cartas esta
vez sin trucos…
52 Al hacer unos pocos pasos y mirar hacia la izquierda estaba
la casa que semanalmente recibía visitas de flores y policías, el
14. Era la puerta de los pasos errados del amor, si lo había.
¿Cómo supo él esto?, fácil. Hubo un día de las primeras semanas
en las que llegó, en el cual se produzco un incidente bastante
común, como decían. Mientras estaba cenando en su casa, se
empezaron a escuchar voces cada vez más altas de dos que
discutían al otro lado de la pared, sobre un sospechoso aliento de
alcohol
a
esas
horas.
Aunque
la
voz
más
grave
parecía
distorsionarse y repetir las palabras, claramente se deducía su
estado. Así durante mucho, tanto que se empezaron a escapar
insultos y con éstos gritos y golpes que acabaron en el pasillo con
un hombre tremendamente ebrio golpeándola. Esa era la primera
vez que la veía. Como claramente escuche de su propia boca a
través de la pared, no podía trabajar, ya que él decía que no
cobraría nada, ni salir porque no lo necesitaba. Frases sin sentido,
para algunos, pero con mucho valor. Llamé a la policía entonces,
desde detrás de la mirilla, pero debía salir antes de que acabara
muy mal. Después de forcejear un poco, aquella pesadilla acabó
con algunos moretones, trozos de diente y labios sangrientos.
Cuando llegó la policía solo tuve que decir unas palabras y
atravesar mi puerta y recuperar un poco la normalidad. Bueno, en
realidad no mucha debido a que la mañana siguiente encontró a la
misma con distinta cara sonriendo entre claveles y rosas a pie de
puerta gastada de golpes secos de demencia. Y entonces volvieron
los trucos a la mesa y sus cartas no eran verdaderas, pero estaban
echadas; si, neciamente se volvía al principio. No necesariamente,
pero si al: 20. Se encontraba en frente de la mujer del amor
incomprendido y la puerta 9 donde no vivía nadie, debido a que la
mujer se marcho, para siempre. Esta vez, la puerta atravesó la de
él. Ocurrió un fin de semana, lluvioso. Se había preparado un
almuerzo caliente, vivía solo y no tenía demasiados gastos. Al
sentarse en
la mesa de la cocina y contemplar la lluvia que
acariciaba los cristales y producía melodías, escuchó otra, pero
53 ésta salía de su puerta. En el momento que se dispuso a abrir, se
encontró con una agridulce sorpresa. Se trataba de la vecina y su
manada de hambrientas crías. Fue el instante en el que recordó la
mañana en que una vida se esfumo entre sus dedos. Esta mujer
nigeriana y soltera tenía
seis hijos y ya había perdido cuatro.
Ese cuarto fue el suyo.
De su boca brotaron las duras palabras los veinte minutos
después de reanimar al pequeño, trabajaba como enfermero, era la
única persona a la que podía recurrir. Llevaba demasiados años
tosiendo sin motivo y le faltaba la respiración. Según sus palabras
de
niña
ella
también
había
tenido
problemas
con
la
mala
alimentación, de ahí tantas pérdidas y además era incapaz de
cambiar la situación y ofrecerles algo mejor. Tanto que al abrirles
la puerta, no podía negarles ese plato de sustento que habían
venido a buscar. Era humillante pero verdadero como la vida
misma. Horrores escuchó de los carnosos labios de aquella joven.
Cuando pensaba que no podía perder a nadie más, muere su
pareja y se traslada a este edificio. Eran desgracias pintadas
encima
de
escalones.
desgracias,
Haciendo
que
recordar
la
ahogan
aún
más
y
empujan,
los
bajando
cristalinos
ojos
inocentes que se cerraban con mayor tranquilidad, frente a su roto
corazón que no quiere mirar hacia atrás. Cartas dañadas y usadas
solo podía jugar, en eso estaba su destino…
Después
de
esto
nada
fue
igual.
Tanto
que
la
poca
importancia de unos en otros se podía respirar, tal que había otra
puerta con el número 1. No era irónico sino desconcertante. Desde
fuera ésta era una de las más extrañas. Ya no vivía nadie allí, pero
me conozco la historia, gracias a las malas voces. Como dicen a
aquel hombre le faltaban unos caramelos en el frasco y al entrar
en su casa el aire era más puro que ninguno. Desde fuera se veía,
claramente, cuando dejaba la puerta abierta, que las plantas
devoraban las paredes. Pero aquella corriente de vitalidad resulto
luego de unas semanas ser totalmente mortal. Para alargar la vida
54 de su vitalidad en forma de plantas, decidió comprar un nuevo
producto para ello. Parecía que funcionaba y sus plantas crecían
en lo que él lentamente se destejía, dándose cuenta y siendo
sordo a voces ciertas. Al ser mala la calidad de la tinta con la que
su historia estaba escrita, nada le quedaba, nada. Sólo el aire puro
como soledad verdadera, le acompañaba y para él, el más bello
ritual de amor brotaba de rociar suavemente con agua esas hojas y
enredar sus manos en raíces de vida. Mala tinta, malas palabras y
poco entusiasmo por sentir que esperó el día de su vuelta. Sabía
que ampliarse, le destruiría… Pero conocía los trucos, conocía las
cartas, conocía el después echarlas no era necesario: ya lo
estaban. Bueno y la puerta que sigue a ésta se merece un premio
por insistencia y resistencia, la 15. A medida de las demás, muy
consciente. Se trataba de una joven, carismática sin motivos.
Crecía en su interior esa importancia por el otro que en el fondo a
todos nos falta. Tanto que, debí llevarla al hospital, del pasillo era
el único que poseía un vehículo más o menos decente. Ese día
tocó mi puerta para ofrecerme una actividad colectiva, para todos
los vecinos, para conocernos y ayudarnos, que palabras tan
sinceras. Por aquellas fechas terminaba de recoger mi moral al
asumir que se me había esfumado una pequeña vida y mis carnes
no se sostenían en pie, a esas alturas me parecía un chiste, me
negué. Pero el relato empezó cuando se le ocurrió tocar la puerta
de mi lado. A lo que salió el señor florestero con una notada
resaca y entre decidirse si darle un portazo o un golpe en la cara,
todos sabemos que hizo. Desperdiciados momentos son los que
desprendía comente, se equivocó de edificio simplemente.
¿Se acababa el pasillo?, y solo los números que sellaban aquellas
puertas decían mi nombre, no era una afirmación era una realidad
que volvería….
Kathia Alejandra Consentino Frederico.
PREMIO CATEGORÍA C (BACHILLERATO)
55 “NO LO SUEÑES, HAZ QUE SEA REAL”
Hoy, Maidhane se ha tenido que levantar temprano para ir al colegio. Tiene
mucho sueño pero su madre le ha preparado su desayuno favorito y cuando lo
huele en seguida se levanta y va corriendo al comedor. Son las tortitas con
caramelo que tanto le gustan, casi parece que pudiera degustarlas con solo
olerlas. Las engulle de un mordisco mientras su madre le avisa de que coma
despacio mientras su padre le sirve un poco de leche. Debe darse prisa en
ducharse para no llegar tarde. Ha terminado antes de lo previsto como
siempre, así que puede ver un rato la televisión, Cuando se ha entretenido con
los dibujos, su padre la llama para que se de prisa y coja su mochila. Su
hermanito pequeño aún duerme en su cuna, se acerca para darle un beso y
nota su cara suave y su olor a jabón de bebés.
En el colegio se encuentra con sus amigas de siempre y las saluda muy alegre
abrazándolas con toda su fuerza. Cuando suena el timbre entran corriendo
cogidas de la mano. La clase es grande, con muchas mesas, muchas sillas,
carteles de colores, alfombras que llenan la estancia y en un rincón sus batas
para pintar y allí al lado su taza de lunares que le compró un día su madre
cuando iban de compras. Cuando se sientan, la profesora que era muy
simpática y siempre estaba sonriendo, les pregunta a cada uno qué quiere ser
de mayor. Una de sus mejores amigas grita que quiere ser médica, para así
ayudar a la gente cuando se ponga enferma; la otra, dice después de esta, que
quiere trabajar en una gran oficina como su papá, con ordenadores y cosas
divertidas. Pero Maidhane, después de pensarlo mucho dice que quiere ser
veterinaria, ya que le gustan muchos los animales, y así podrá evitar que
mueran más “Manchitas”, que era como llamaba a su hámster. Luego se ponen
a pintar con las manos en un cartel grande que ha puesto su profesora en la
pared. Se ha manchado toda la bata de verde, azul y amarillo, pero no le
importa, a los niños les gusta mancharse y además se está divirtiendo mucho
con sus amigas.
Cuando llega del colegio su madre la saluda con un gran beso, mientras su
padre termina de prepararle el almuerzo. -¡Ha sido un día fantástico!- le cuenta
56 a sus padres. Les comenta lo mucho que se ha reído hoy, y se ha reído mucho
cuando contaba que a una de sus amigas se le había caído la pintura en el
pantalón. Cuando termina de comer, vuelve a saludar a su hermano pequeño,
aunque ahora está despierto. Le ofrece un osito de peluche, y se distrae con él
durante un tiempo. Cuando le entra el sueño, se va a su habitación a dormir un
poco. Antes de coger el sueño, recuerda todo lo de ese día y poco a poco se
va quedando dormida. Todo lo que ve se va volviendo cada vez más oscuro,
hasta convertirse en negro y empieza a oír un ruido que le molesta.
Entonces despierta. Hoy se ha quedado dormida y se ha despertado por los
llantos de su hermano. Tiene que levantarse temprano, limpiar la casa y cuidar
de su hermano hasta que vuelva su padre. Su hermanito no deja de llorar, y se
da cuenta de que los dos tienen hambre, pero deben esperar a que llegue su
padre con comida. Entonces se acuerda de su madre, y la echa de menos.
Echa de menos sus besos y sus grandes abrazos. Desgraciadamente murió
cuando dio luz a su pequeño hermanito. Ahora ella, con 6 años, tiene que
ocuparse de las cosas de las que se ocupaba su madre. La vida en Bari, una
pequeña región de Somalia, no es fácil para una mujer. Probablemente acabe
casada con un hombre muy mayor que ella, mucho después de haberle
practicado la ablación la anciana de su pueblo. La mujer en ese lugar es
inferiormente valorada, pero ella desea un mundo más justo, con igualdad de
géneros, con un lugar en el que la gente no pase hambre, en el que no tengan
que vivir en una casa pequeña con una sola habitación y en el que pueda ir a la
escuela, para, de mayor, poder ser una gran veterinaria.
“Ser mujer en un no-Estado como Somalia es peor que una desgracia, es una
condena a una muerte lenta, cruel e invisible. En un no-país donde cada hombre
dispone de un arma de fuego y la utiliza contra su vecino, hablar de derechos, de
lucha, de esperanza y de una vida digna resulta una utopía. A niñas les practican
la ablación y les cosen los labios de la vulva para impedir las relaciones
sexuales antes del matrimonio y garantizar su virginidad. Además de la violencia
general y de la física y de las mutilaciones sexuales, hay una tercera agresión
que afecta a las mujeres y a casi la totalidad de la población somalí, cerca de
ocho millones de personas: la pobreza extrema.” Mujer somalí.
Natalia Suárez Díaz
CATEGORÍA C (BACHILLERATO)
57 LOS ÁNGELES EXISTEN
Mi nombre es Sarima y tengo trece años. Soy de Mozambique y vivo en un
pueblo pequeño con mis padres y mis cuatro hermanos. Mis padres trabajan en el
campo todo el día para ganar dinero y comprar comida. Cuando puedo voy al colegio
que han construido los ángeles de la ONG. Les llamo ángeles porque cuando llegaron
iban vestidos de blanco. Me encanta aprender cosas nuevas y para mí es un triunfo
saber leer y escribir. Otras veces tengo que cuidar a mis hermanos pequeños y no
puedo ir. Me da mucha tristeza. Hoy tengo bastante hambre porque no como desde
ayer. Preferí dar mi parte de la comida a mis hermanos que estaban llorando
desconsolados. Son unos comilones. Además, ellos están tan flacos que parecen
estar enfermos.
Hoy ha pasado algo genial. Dos chicas han llegado al colegio y nos han dicho
que son de una ONG española. Dicen que van a construir un centro de ayuda al
menor donde habrá actividades y un pequeño comedor. También nos han invitado a
comer en el colegio y yo, que tengo las tripas pegadas, no les iba a decir que no. Casi
lloro de la emoción mientras comía. Tenía mucha hambre. Quiero estudiar mucho en
el colegio porque quiero ser una gran escritora, y así poder ayudar a mi familia para
que no pase hambre. Espero que los ángeles me ayuden a cumplir mi sueño.
Estoy deseando llegar a mi casa y contarles a mis padres lo del centro. Se
alegrarán un montón. He recorrido parte del camino corriendo. Estoy ansiosa de dar la
noticia. Algo no va bien. Me he encontrado a mi padre en la puerta. Se le veía muy
triste. Me ha contado que mi hermano Chioke de cuatro años está enfermo. Tiene
mucha fiebre, tos y escalofríos. ¿Por qué no hay ningún médico que le ayude? Siento
tanta rabia e impotencia. Toda mi felicidad se ha esfumado en un soplo de aire.
¿Dónde están los ángeles que no vienen? Mi padre ha ido a buscar a un amigo suyo
de Médicos sin Fronteras, pero está a varios kilómetros de aquí y no sé si llegaran a
tiempo.
Yo estoy al lado de Chioke vigilando su entrecortada respiración. Sus manos
son tan pequeñas y frágiles que da miedo sostenerlas. El nombre de Chioke significa
"regalo de Dios". Eso fue lo que mi madre sintió cuando él nació. Por eso le puso ese
nombre.
Ya no soy ninguna niña. Sé que mi hermano está peor. Ha pasado una larga
noche y Chioke ya no respira. Ha muerto en los brazos de mi angustiada madre.
58 Ahora se ha ido al cielo. Me duelen los ojos de tanto llorar. Solo me queda el consuelo
de pensar que Chioke ya no sufrirá más.
Estoy decidida. Ya no quiero ser escritora, quiero convertirme en médico y así
poder ayudar a los enfermos. Ese será mi sueño a partir de ahora. Lo haré por Chioke,
mi pequeño ángel blanco.
Sheila Cristina Méndez Lorenzo
PREMIO CATEGORÍA A (1º Y 2º DE ESO)
59 EL CUERVO BLANCO
En cuanto durmió, pude salí fuera.
Iba por el camino dando esos cadenciosos saltitos que dan de los
cachorros cuando salen a investigar. Con un palo tronchaba alguna que otra
espiga. Ardía con el aire fresco.
La noche antes, recién llegado, después de colmarme de cuidados,
mi abuela se acercó solemnemente y me dio un talismán. Era un
colgante rojo, que puso en mi cuello diciéndome: "este amuleto es
para protegerte. Si lo ves brillar, cogerlo fuerte diciendo "Pim, Pam,
Pum, Tras, Satanás no me cogerás” y sales corriendo sin mirar
atrás. ¡Prométeme que así lo harás!” Yo se lo prometí más divertido que
inquieto. Sintiendo el frío cristal en mi tibia piel y acunado por el olor a
lavanda y espliego que desprendía aquella cama que me acogía
protectora. Ladridos.
El camino entraba en el bosque y descendía suavemente, me adentré
más y más libre de preocupaciones hasta que en un recodo había un
prado de mil colores donde dientes de león competían con abejas y un
niño. Corrimos y corrimos, jugando y riendo amigos en un segundo,
felices por el mutuo hallazgo, siguiendo el natural instinto de
hermandad. Ismael y Queequeg. Yo no sé cuánto tiempo pasó hasta
que un repentino viento en la copa de los álamos arrancó miles de hojas
azuladas y blancas a cámara lenta. Nuestras sombras eran alargadas. La
noche se anunciaba y yo estaba lejos de mi abuela. Grillos.
Un potente silbido desde un sembrado nos hizo reparar en la
figura del padre que secándose la frente dijo:
- Esta noche la pasarás con mi familia y mañana será otro día.
Con un gesto indicó que le siguiéramos. Portaba un candil que había
60 encendido con un chisquero. El camino salía del prado y entraba otra vez en el
bosque y caminábamos en fila. Después de un tiempo, interminable, la
inquietud se apoderaba de mí, intentando no perder el paso por nada,
nada del mundo y con la nuca erizada por la sensación febril de que algo
nos seguía. Apareció la casa iluminada en un claro. Aullido.
Su madre estaba en la cocina y al verme me tranquilizó con una caricia y
una sonrisa. Era sorprendentemente joven y bonita. Después de asearnos.
Nos sentamos a la mesa donde había sopa y pan.
El calor hizo efecto y después de la segunda o tercera cabezada y
de negar la evidencia de que me moría de sueño, me señalaron una
escalera de madera por la que subirnos a la buhardilla donde pasaríamos
aquella noche. Había una ventana y una silla que hacía de mesilla sobre
el que el candil se apagó inmediatamente, dando paso a la luz de las
estrellas.
En medio de la noche me despertaron unas voces:
-Hay que ahogarlo en una barrica de adobo y dejarlo durante dos
días y tres noches para luego freírlo en grasa de murciélago -dijo una voz
asmática.
-Pues no hay duda de que cocinado en el pote de cobre a fuego
lento con unas setas y unos trozos de mandrágora va a estar superior comentó otra voz grave y profunda.
-No hay más que hablar -dijo la voz angelical de la madre-, vamos a
colgarlo por los pies y a devorarlo mientras aún vive, así estará fresco…
y soy yo quien decide… Ja, ja, ja.
De pronto una mano en mi hombro. Me sentí morir de miedo.
Pero era mi amigo diciéndome: ¡silencio y sígueme! Me condujo hasta el
sótano.
Allí en una jaula estaba su padre con un gatito blanco en su regazo. Este
me dijo:
-Cuando vinimos aquí maté un cuervo y liberé a la bruja del
bosque. Tomó el cuerpo de mi mujer y transformando a mi hijita en este gato
nos obligó a que le proporcionáramos niños. Debes acercarte a ella mientras
duerme y recitarle las palabras mágicas.
61 Con todo el valor que el terror otorga, me acerqué sigilosamente al
sillón donde dormía la bella bruja. Mi amuleto empezó a brillar y cogiéndolo
fuerte recité:
-Pim, Pam, Pum, Tras, Satanás no me cogerás. -Y otra vez- Pim, Parn,
Pum, Tras; Satanás no me cogerás.
Y otra vez y otra vez y otra vez hasta que ella se agitó y balbuceó.
Yo insistí otra vez y ella empezó a repetirlo cada vez más claramente
mientras soltaba humo por la nariz, la boca y luego los oídos para, de repente,
incorporarse con los ojos desorbitados gritar entre llamas: "¡Cuervo
blanco, mandas a tu nieto para acabar conmigo!". E incorporándose de
un salto explotó como un carbón encendido prendiéndolo todo.
Saliendo por fin del cuerpo de la pobre mujer que quedó tendida en el
sillón. Yo la conduje fuera de la casa mientras salía también mi amigo,
su padre y su hermana con forma humana.
Contemplamos alucinados cómo la casa ardía completamente.
Movidos por un mismo resorte salimos corriendo sin mirar atrás hasta
la salida del bosque, donde ya más tranquilos nos dirigirnos a la casa de
mi abuela, la hija del cuervo blanco.
Allí nos esperaba con muchas preguntas, pero también con una
larga historia familiar que contar alrededor de una lumbre.
José Carlos Pérez Déniz
PREMIO CATEGORÍA D, PORFESORADO
62 Más allá del horizonte
El sol a la espalda, la sombra se alarga sobre la arena hasta la orilla del
mar mientras intenta imaginar si el nuevo día traerá una solución a sus
problemas. ¿Podrán disiparse sus males del mismo modo como del horizonte
desaparece la negrura de la noche a medida que el sol levanta su vuelo y sus
rayos cobran fuerza y vigor? Sin embargo, estos mismos rayos menguan su
sombra, y así cree ver menguar sus posibilidades de una vida segura. “Sé un
hombre”, le dijeron los ancianos de su pueblo. Pero, ¿cómo ser un hombre en
un mundo que ya no es el de sus abuelos?
En aquellos tiempos, un muchacho recibía una formación adecuada al
puesto que iba a ocupar en su sociedad. Se le adiestraría en la búsqueda de
agua y alimentos: frutos y tubérculos suculentos solo apreciables por el ojo
adiestrado y experto. Se le transmitirían los secretos del arte de la caza:
cuándo, dónde y qué piezas cazar. Se le asignaría una muchacha que con el
tiempo se convertiría en su mujer, y se le enseñaría cómo tratarla, qué hacer
para concebir hijos sanos para la tribu y cómo debería, a su vez, perpetuar este
ciclo de vida que se remontaba al principio de los tiempos. Tendría su propia
cabaña, construida con la ayuda de los otros muchachos de su edad, y
pastorearía el rebaño de cabras del clan, que proporcionaría la seguridad
material para toda la familia: leche, carne, cuero... Un rito de paso, la temible
circuncisión, la prueba definitiva, era el último obstáculo para entrar y vivir en la
hombría. Entonces todo ese mundo, todo su mundo, se desmoronó.
Los ecos de la guerra lejana, el rumor de las balas y de la muerte
absurda se hicieron presentes en su aldea y puso fin a aquella existencia
tranquila y armónica que su pueblo llevó desde el comienzo de la memoria.
Una noche, un incendio proveniente de los confines del horizonte arrasó los
pastos donde pacían las cabras y los bosques donde vivían los antílopes. Se
alumbró la noche con aquellos fuegos y de igual modo se oscureció la vida en
la aldea. La lluvia podría acudir salvadora para aquel pueblo tranquilo, pero no
era época de lluvias y el panorama amaneció desolador. La desolación
aumentó con un extraño periodo de sequía. La escasez de agua y de prados
63 debilitó la población de cabras, y con ellas se debilitó la población humana. Un
extraordinario suceso hizo acto de presencia: por primera vez en la memoria de
aquel pueblo apareció el hambre. Poco a poco, el miedo a la miseria fue
asomando en las miradas de aquellas gentes.
No pasaron muchos meses cuando se supo la causa del fuego
devastador: los hombres que se llamaban a sí mismos soldados lo provocaron
para acabar con la amenaza de los rebeldes. Quiénes eran los soldados y
quiénes eran los rebeldes ambos eran extraños para los habitantes del pueblo,
pero sus desconcertantes acciones los habían puesto en peligro. Cuando los
soldados llegaron al pueblo, los hombres y las mujeres fueron separados en
sendos grupos. A los niños más pequeños se les permitió quedarse junto a las
mujeres; los muchachos hasta los dieciséis fueron metidos en un camión. Tan
pronto estuvo cargado, este camión arrancó y enfiló por un camino bordeado
de quemados pastizales hasta reducir en la lejanía la última vista de su pueblo.
Nunca lo volvería a ver. El eco de los gritos y de los disparos sería el sonido
que acompañase el vago recuerdo de lo que un día fue su hogar.
Aquella playa adonde ahora venía mañana tras mañana era la última
etapa de un largo camino que no tenía fin. Aquel camión los llevó lejos, muy
lejos. La sabana quemada quedó atrás y el regusto de la ceniza dio paso a la
aridez de una tierra desconocida para aquellos muchachos que habían sido
arrancados de su pueblo. El camión se paró cuando la noche había consumido
muchas horas. A gritos y golpes fueron conducidos a unos barracones donde
los obligaron a desnudarse, los rociaron con unos polvos blancos que les
provocó toses ásperas y los vistieron con unos uniformes iguales a los de los
soldados que habían conocido en el pueblo. Al despuntar el día, fueron
sacados a una explanada en la que se les dio una comida rancia a base de
harina y agua, lo primero que probaban en mucho tiempo. Luego les
informaron de lo que serían sus vidas a partir de entonces: iban a ser soldados
que matarían y morirían por la defensa de la patria. El primero que mostró su
queja por aquella disposición fue muerto por un tajo de machete. Los demás
supieron pronto que habían sido abandonados a su suerte.
64 Aquello a lo que llamaban “Patria” era un deambular entre senderos
selváticos que les conducían a aldeas no mayores que la suya y donde
sembraban un terror sin sentido. Alguna vez divisaban a lo lejos el perfil de un
ciudad a la que les estaba vedado acercarse. En su proximidad escuchaban a
los jefes hablar del abastecimiento a la tropa: armamento y alimento que
apenas veían. También les oían hablar de sus progresos, de las posiciones
aseguradas y del control que mantenían sobre el territorio. Solo después de
haber escapado y tratado con los grupos de ayuda a refugiados supo
interpretar el contenido de los partes de guerra que sus jefes entregaban a sus
superiores militares y políticos.
Los jóvenes como él eran reclutados bajo el signo del terror para
mantener un orden político que asegurase la rapiña de las riquezas naturales
de aquellas tierras. Algunos dirigentes habían acordado dar un nombre a
aquellas tierras en las que abundaban recursos forestales y mineros de
incalculable valor para gentes de otras tierras lejanas. Ese nombre impuesto
nombraba un país que nunca existió. Diamante, oro, zinc, uranio, coltán...
palabras que apenas significaban nada para los nativos de aquellos pueblos
que avasallaban eran la causa de la represión y el miedo. Los jefes de los
pelotones se llevaban su porcentaje en un negocio en el que la vida de un ser
humanos carecía de valor y en el que la naturaleza era un instrumento más al
servicio de la codicia insaciable de unos cuantos.
Huir de su pelotón no fue fácil. En una de aquellas aproximaciones a una
ciudad se toparon con unos europeos que decían venir en misión humanitaria,
alarmados por que una epidemia de sarampión estaba diezmando a la
población de la zona. Alguno de ellos habló de lo jóvenes que parecían muchos
de nuestros soldados y de que, tal vez, alguna organización podría interesarse
por ellos. Cabría la posibilidad de desmovilizar a alguno de aquellos jóvenes,
ahora que el país se había pacificado y los rebeldes ya no eran un peligro
importante. Dónde quedaba su casa o quién era su familia ya eran preguntas
que carecían de sentido para él. Había perdido la noción del tiempo que
llevaba disparando a sombras, matando a machetazos, ultrajando mujeres,
saqueando pueblos. Había perdido la noción de su ser y no conocía otra vida
que aquella. Todo lo que un hombre podría llegar a ser, en su caso, se había
65 truncado para convertirse en un instrumento al servicio del terror. Sin embargo,
aquellas palabras de aquellos hombres le hicieron concebir la idea de huir de
todo aquello. Las amenazas contra sus seres queridos ya eran amenazas
vacías. Si aprovechaba la ocasión, podría subirse en alguno de los vehículos
de aquella delegación, llegar a la ciudad que nunca había visto y encontrar a
alguien que pudiese ayudarle.
La ocasión se presentó. Estaba de guardia cuando la comitiva se puso
en marcha. A ninguno de sus compañeros hizo partícipe de su decisión. No
sería el primero al que traicionarían. Aprovechando la oscuridad de la última
hora de la madrugada, se escondió entre los fardos en la baca de uno de los
vehículos. Mientras pasaban el control, dejó de respirar, su corazón dejó de
latir, anticipándose a la muerte que recibiría de ser descubierto. Pero no
registraron los coches y la caravana se puso en marcha. El sol ya dominaba el
cielo cuando se hizo un alto en el camino. Se animó a bajar de su escondite y
se presentó a aquellos hombres. Apenas conocía su idioma, pero uno de ellos
supo qué era él y qué quería. Un tenso intercambio de opiniones acabó
permitiéndole acompañarles. Acomodado en el asiento trasero, entraron en la
ciudad cuando la noche se consumía.
Tres días pasaron antes de que le consiguieran instalar en una
organización que se ocupaba de rehabilitar a los ex-combatientes. Si sus
primeros días en la selva fueron de un horror casi indescriptible, con el miedo y
la angustia de saber si llegaría vivo al acabar la jornada como fieles
compañeros, estos primeros días en la jungla de la burocracia de la ciudad le
sumieron en desazón y desesperanza. A pesar de las primeras buenas
voluntades, pronto empezaron a cuestionarse la conveniencia de acoger a un
soldado del ejército regular, al que se suponía que él pertenecía. Tres días
interminables hasta que alguien le preguntó su nombre y su procedencia. No lo
sabía. El tiempo en aquella locura de guerra le había quitado su identidad. A
alguien se le ocurrió entonces que daba igual ese detalle. Así, le convirtieron
en guerrillero rebelde arrepentido. A cambio de un tiempo de servicio dedicado
a reparar los daños que pudiese haber causado a la comunidad, se convertiría
en un hombre libre. Otra vez volvía a oír que alguien esperaba que llegase a
ser un hombre. Un rayo de esperanza.
66 Muchos meses ha estado trabajando en la empresa que construye
barracones para desplazados por la guerra y el hambre que no acaba en una
región donde no escasea la comida. Aquí le han hablado de otro mundo, más
allá de los mares, donde es posible vivir como seres humanos. Aquí también
podrían vivir como seres humanos, pero no les dejan.
Todas las mañanas, antes de emprender la vuelta a sus tareas
cotidianas, se sienta en la arena, mira a lo lejos, donde el mar se confunde con
el cielo y se pregunta si aún hay futuro para los hombres.
Santiago Plata
CATEGORÍA D, PROFESORADO
67 COMITÉ DE DERECHOS
HUMANOS
IES CRUCE DE ARINAGA
CURSO 2011-2012
68 
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