PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA Y SU PRIMERA Y SEG U ND A PARTE. UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO * Beata Baczyñska Uniwersytet Wroclawski Resulta obvio repetir que seguimos sin conocer el texto verdadero de las comedias de Calderón, aunque falta poco para que la pregunta que Miguel de Toro y Gisbert formuló en 1918 cumpla cien años1. Eso quiere decir que seguimos sin poderle hacer justicia tanto a la persona como a la obra de un dramaturgo cuyo cuarto centenario cele­ brábamos hace poco, repitiendo —cito a Diez Borque en un reciente artículo publicado en prensa nacional— «congreso a congreso, reunión a reunión, la urgente necesidad de disponer de las obras completas de Don Pedro en edición depurada y solvente»2. La completa edición crítica de las comedias calderonianas sigue siendo una de las asigna­ turas más pendientes de cara al nuevo milenio para quienes nos dedi­ camos al estudio de la literatura áurea española. El gran número de comedias y, ante todo, la complejidad que trae consigo la transmisión del texto destinado al teatro precisa todo un equipo para enfrentarse a la operación rescate de un discurso teatral que supone «la cima de la total fabricación simbólica occidental»3. Mientras no dispongamos de una edición elaborada según criterios de conjunto que garanticen la fiabilidad filológica de cada una y de * El presente trabajo es tan sólo un avance de un proyecto más amplio, cuyo propósito es rescatar a Calderón como poeta y «hombre de teatro» en corresponden­ cia con la circunstancia de su tiempo. 1 «¿Conocemos el texto verdadero de las comedias de Calderón?» (Toro y Gis­ bert, 1918). 2 Diez Borque, 2003; ver también Ruano de la Haza, 2000; Vega GarcíaLuengos, 2002. 3 Rodríguez de la Flor, 2001, p. 14. todas las comedias calderonianas sin perder de vista la dimensión escénica del hecho teatral, la Primera y la Segunda parte se nos ofrecen como un singular —por no decir ideal— corpus para emprender un estudio de la obra del primer Calderón ateniéndonos al principio que Ignacio Arellano considera básico y previo en cualquier acercamiento a la realidad del teatro áureo español, es decir, a «la necesidad de recuperarlos códigos de emisión de la comedia nueva, y adaptarlos a nuestra lectura e interpretación»4. La selección de veinticuatro «come­ dias de don Pedro Calderón de la Barca recogidas por don Joseph Calderón de la Barca su hermano» que salieron a la luz, respectiva­ mente, la primera docena en 1636, y la segunda en 1637, sin lugar a dudas— como concluye Alan K. G. Paterson— tuvo «la intencionali­ dad [...] autorial»5. No sólo el hecho de haber elegido de entre casi sesenta títulos — siempre y cuando recurramos a la «Cronología pro­ visional de las comedias de Calderón» de Kurt y Roswitha Reichenberger6— , sino sobre todo la misma composición interna de ambos volúmenes revela una cuidada estrategia que Germán Vega GarcíaLuengos no vaciló en calificar de «sagaz»78. Cuando el Consejo de Castilla en 1635 decidió reanudar la conce­ sión de licencias para libros de comedias y novelas, tras diez años de veda para imprimirlos — cito según la consulta emitida por la Junta de Reformación el día 6 de marzo de 1625— «por lo que blandamente hacen a las costumbres de la juventud»", Calderón pronto se sumaría a los que solicitaron el privilegio de ver impresas sus comedias, en orden cronológico: Tirso de Molina (Cuarta parte, 8 de marzo), Lope de Vegi ( Veintiuna y Veintidós parte, 25 dem ayoy 21 de junio), Juan Pérez de Montalbán (Primera parte, 29 de junio), Tirso de Molina (Quinta parte, 24 de julio9). El privilegio de la Primera parte calderoniana fue firmado el día 10 de didembre de 1635. El volumen fue tasado el día 15 de julio de 1636 y ya el 12 de febrero del año siguiente estaba — al pa­ recer— lista la Parte segunda, ya que el licenciado Lorenzo de Iturrizarra volvía a encargar «a Juan Bautista de Sosa, vedno de esta Villa, el libro intitulado Doce Comedias, compuestas por don PedroCalderón de 4 Arellano, 1995, p. 114. 5 Paterson, 2001, p. 20. 6 Reichenberger, 1981. pp. 730-42. 7 Vega García-Luengos, 2002, p. 39. 8 Ver Moll, 1974, p. 98. 9 Moll, 1974, pp. 102-103. la Ba rea, pa na que las vea, y con censura nos lo remi ta pa ra proveer jus­ ticia» lu. Observemos que el período sin licencias que precedió la publicación déla Primera y Segunda parte coinddió con quizá la mejor época en la historia del teatro español, cuyas características anticipaba Lope de Vega en la epístola poética que dirigía a Antonio Hurtado de Men­ doza, publicada en 1624 en el volumen titulado La Circe con otros poemas y prosas: Necesidad y yo partiendo a medias el estado de versos mercantiles, pusimos en estilo las comedias. Yo las saqué de sus principios viles, engendrando en España más poetas que hay en los aires átomos sutiles1011 (w. 208-13). La demanda de «versos mercantiles» estaba en alza sumándose al auge y afán reformista de los primeros años del gobierno del CondeDuque de Olivares, sin ceder apenas paso a las controversias que la actividad teatral despertaba y que dio origen a la decisión preventiva del Consejo de Castilla — a petición de la Junta de Reformación— de suprimir la concesión de licencias «para imprimir libros de comedias» y —Jaime Molí hace constar que se trata de un sobreescrito— «novelas ni otros de este género»12. No creo del todo casual que el eco de aquella proscripción lo encontremos en las aprobaciones de las partes de come­ dias que salieron impresas a caballo de 1635 y 1636. Pedro Calderón de la Barca no le escatima elogios a Tirso de Molina por la moralidad y doctrina de sus comedias insistiendo en lo apacible y honesto de su entretenimiento, como si quisiera salir al paso de las críticas que le hicieron al mercedario abandonar la Villa hacía diez años13. 10 Segunda parte, 1637, ^|3'. Cito siempre por la edición facsímil (Calderón, 1973, vol. V). 11 Lope de Vega, Obras poéticas, p. 1197. 12 Ver Molí, 1974, p. 98. 13 Recordemos que la Junta de Reformación tomó como blanco al «Maestro Téllez —cito según el conocido dictamen del día 6 de marzo de 1625—, por otro nombre Tirso, que hace comedias. Tratóse del escándalo que causa un fraile mercedano que se llama el Maestro Téllez, por otro nombre Tirso, con comedias que hace profanas y de malos incentivos y ejemplos. Y por ser caso notorio se acordó que se consulte a S. M. de que el Confesor diga al Nuncio le eche de aquí a uno de los monasterios más remotos de su Religión y le imponga excomunión mayor latae Por mandado de V. A. he visto el libro intitulado Quinta Parte de las Comedias del Maestro Tirso de Molina, recogidas por don Francisco Lucas de Avila, en las cuales no hallo cosa que disuene a nuestra santa fe y bue­ nas costumbres; antes hay en ellas mucha erudición, y ejemplar doctrina por la moralidad que tienen, encerrada en su honesto y apacible entrete­ nimiento; efectos todos del ingenio de su autor, que con tantas muestras de ciencia, virtud y religión ha dado que aprender a los que más desea­ mos imitarle. No tienen inconveniente para imprimirse, y así podrá V. A. darle la licencia que pide. Este es mi parecer14. Asimismo José de Valdivielso en la aprobación de la Primera parte de Calderón recurrió a la palabra reformación para subrayar el aporte de doctrina moral que encierran todas las comedias que forman parte del volumen: En estas comedias que me mandó ver V. A. y que escribió don Pedro Calderón de la Barca, cuyo ingenio es de los de la primera clase, en la novedad de las trazas, en lo ingenioso de los conceptos, en lo culto de las voces y en lo' sazonado de los chistes, sin que haya ninguna que no en­ cierre mucha doctrina moral para la reformación, muchos avisos para los riesgos, muchos escarmientos para la juventud, muchos desengaños para los incautos y muchas sales para los señores, y basta su nombre para su ma­ yor aprobación, pues en los teatros se las ha merecido de justicia. Por to­ do lo cual, y no hallar cosa disonante a la verdad católica de nuestra sagra­ da religón, ni peligrosa a las costumbres, merece la licencia que suplica a V. A. Este es mi parecer15. Las comedias incluidas en la Primera y Segunda parte calderonia­ nas traen no sólo el reflejo de la reformación olivarista de inspiración lipsiana, sino también el de los proyectos políticos internacionales del conde-duque, haciendo posible un análisis del compromiso del dra­ maturgo para con su tiempo16. La Polonia de La vida es sueño — para dar un ejemplo— ne^resultsudel todo fabulosa si tenemos en cuenta que sententiae para que no haga comedias ni otro ningún género de versos profanos. Y esto se haga luego». Ver Gasaález Palencia, 1946, p. 83; ver también Florit Durán, 1997, pp. 85-102. 14 Ver Wilson, 1963, p. 606. 15 Primera parte, 1636, f 3 r. Cito siempre por la edición facsímil (Calderón, 1973, vol. II). 16 En este sentido creo sumamente importante e instructivo el libro de Lola Josa, 2002, que traza los vínculos del arte dramático de Juan Ruiz de Alarcón con el programa de reforma de Olivares. Olivares intentaba poner en marcha en los años 1626-1629 un plan para hacer del Báltico un mar de los Habsburgo estableciendo una flota hispano-polaca bajo el mando del príncipe Ladislao17. Este mismo príncipe de Polonia, figura histórica, futuro rey Ladislao IV Vasa y primo hermano de Felipe IV, es una de las «personas que ha­ blan» en la comedia famosa El sitio de Bredá, asimismo incluida en la Primera parte. Las Primera y Segunda parte — ante todo— nos ofrecen una im­ portante cala en la forma de concebir Calderón su obra. Quiero recor­ dar aquí la hipótesis de Eva Reichenberger en relación al volumen autógrafo de autos sacramentales conservado en la Biblioteca Munici­ pal de Madrid. El análisis de diversos testigos del auto La cura y la enfermedad la llevó «a especular ccn la posibilidad de que en los dos tomos autógrafos [...], Calderón no sólo reelaborase cada uno de los autos sacramentales por sí solo, sino que lo hiciera siguiendo un obje­ tivo mayor: cada auto forma parte de una especie de “Canto comple­ jo ”, de un “Arte de teatro”, expuesta en toda una serie de obras»18. Creo que las primeras dos partes calderonianas como conjunto resultan de igual manera sugestivas, ya que ofrecen un orden inmejorable e inal­ terable que se manifiesta en una clara intención de combinar géneros, argumentos, temas, ambientes, etc, permitiendo — de por sí— recons­ truirla conciencia genérica del autor19 que supo llevar a cabo una sutil y puntual valoración de su propia obra con el fin de promodonar y conso­ lidar su carrera asegurándose — como apunta Alan K. G. Paterson— «su rango en las primeras filas del mundo de las letras»20. Hemos de re­ conocer que Calderón lo hizo con suma y bien empleada discredón. Baltasar G radán apuntaría en su Oráculo manual y arte de prudencia: Es menester arte en el ostentar: aun lo muy excelente depende de cir­ cunstancias y no tiene siempre vez. [...] Consiste a veces más en una elocuencia muda, en un mostrar la perfección al descuido, que el sabio 17 Baczyriska, 2002. 18 Reichenberger, 2002, p. 908. 19 María Luisa Lobato, 2000, p. 90: «Tratemos, pues, de recuperar el sentido del texto tal como Calderón lo ideó, como lo leyeron y vieron los censores que lo aprobaron, como lo recibió el público del corral de comedias o de palacio y como lo leyó quien compró la Parte de Comedias correspondiente. ¿Es que realmente resulta imposible encontrar marcas en el mismo que permitan desvelar su conciencia genéri­ ca?». 20 Paterson, 2001, p. 22. disimulo es el más plausible alarde, porque aquella misma privación pica en lo más vivo a la curiosidad21. La expresión «elocuencia muda» define muy bien la actitud de Calderón hacia sus comedias tal como las quiere vender al público lector en 1636 y 1637. Su postura es bien diferente a la de los demás dramaturgos que siguieron el ejemplo de Lope de Vega y sus profusos prólogos. Recordaré tan sólo que Juan Pérez de Montalbán optó en su Primer tomo de las comedias por un «prólogo largo, porque no se pue­ de decir mucho en pocas razones»22. No creo que haga falta glosar aquí la importancia de la figura del callar y el silencio en toda la obra del dramaturgo. Recordaré tan sólo que en La vida es sueño escuchamos a Rosaura emplear un oxímoron parecido: R osaura T u favor reverencio. Respóndate retórico el silencio; cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla23 (vv. 1620- 1623). La Primera parte destaca por incluir textos dramáticos que la pos­ terioridad iba a consagrar como el canon calderoniano, con La vida es sueño a la cabeza y El príncipe constante en el papel de un singular colofón. Edward M. Wilson emparentaba estos dos dramas —en un ya clásico artículo que compartió en 1939 con William J. Entwistle— con estas palabras: «El príncipe constante is a study of how a good man becomes a saint, as La vida es sueño is a study of how an animal man becomes a good man»24. Además, el volumen contiene diez títu­ los —no menos canónicos en su gran mayoría— presentados en una marcada sucesión cuya dinámica parece corresponder a un bien preme ditado proyecto editorial: Casa con dos puertas mala es de guardar, El purgatorio de San Patricio, La gran Cenobia, La devoción de la Cruz, La puente de Mantible, Saber del mal y del bien, Lances de amor y fortuna, La dama duende, Peor está que estaba, El sitio de Bredá. El conjunto presenta una significante homogeneidad desde el punto de vista cronológico: todas las obras incluidas en el volumen 21 Gracián, Oráculo manual, p. 277. 22 Pérez de Montalbán, Primero tomo, 23 Calderón, La vida es sueño, p. 138. 24 Wilson, 1939, p. 217. fueron estrenadas con anterioridad a 1630. Además, vale la pena ob­ servar la coincidencia de problemas textuales: de los cinco títulos cal­ deronianos que sabemos que fueron «hurtados», es decir, impresos con atribución falsa — bajo el nombre de Lope de Vega y Ruiz de Alarcón25— hasta tres (La vida es sueño, La devoción de la Cruz y La puente de Mantible) fueron incluidos en la Primera parte, a lo que habría que sumar también las ediciones de comedias no autorizadas anteriores a la publicación de la Primera parte. En total son cinco títulos — además de los tres dramas arriba mencionados, ambas come­ dias de capa y espada (Casa con dos puertas y La dama duende) — con testigos impresos anteriores o paralelos a la princeps, cuyo cotejo permite no sólo reproducir el proceso de recepción de las obras destina­ das primordialmente a ser representadas, sino también conocer las intenciones del autor de cara a la publicación impresa de sus comedias. Los estudios de transmisión textual, en especial los trabajos dedicados a La vida es sueño iniciados por José María Ruano de la H aza26, la reciente edición de La devoción de la Cruz por Manuel Delgado27, las significativas —desde el punto de vista de la circunstancia del texto— variantes de Casa con dos puertas (anticipadas por John E. Varey28), así como las dos versiones de la tercera jornada de La dama duende (que merecieron una especial atención por parte de Marc Vitse y Fausta Antonucci29), indican de una manera concluyente que el autor llevó a cabo una importante, substancial y consciente revisión de los textos que pensaba incluir en la Primera parte. Lo mismo podríamos decir probablemente sobre la comedia Peor está que estaba de no ha­ berse perdido durante la Segunda Guerra Mundial la suelta con este título, procedente de la colección de Ludwig Tieck, atribuida a un Luis Alvarez cuya identidad intentó esclarecer en su momento Angel Valbuena Bidones, basándose en un testimonio del insigne hispanista alemán Alfred Friedrich von Schack en su fundamental Geschichte der dramatischen Literatur und Kunst in Spanien30. 25 Ver Cruickshank, 2000, p. 131. 26 Ruano de la Haza, 1991; Ruano de la Haza, 1992; y también Vega GarcíaLuengos, Cruickshank y Ruano de la Haza, 2000. 27 Calderón de la Barca, La devoción de la Cruz, 2000. 28 Varey, 1985 y 1989. 29 Vitse, 1985, 1998 y 1999; Antonucci, 1998. 30 Ver Calderón de la Barca, Comedias, p. 314; ver Reichenberger, 1979, pp. 401-406. Resulta al menos curioso que, mientras que el fenómeno de la a utoreescritura se inscribe como la estrategia dominante de la Primera parte, la Segunda —aunque ambas nommalmente parecen compartir la misma intención de ofrecer un texto no errado («las he dado a la estampa con ánimo sólo de que ya que han de salir salgan enteras por lo menos»31, escribe José Calderón en la dedicatoria de la Primera parte; en la Segunda puntualiza «Restaurarlas solamenté pre­ tendí»32)— abunde en problemas textuales que autorizaron en su mo­ mento a Don W. Cruickshank a constatar: «The Segunda parte is not the only authority for all the texts ít contains. [...] The unsatisfactory parte versions [...] suggest that Calderón’s editorial intervention was either non-existent or at best somewhat desultory»33. Sin embargo, las comedias y su sucesión en el marco del volumen corresponden a un criterio de selección que poco tiene de aleatorio. La Segunda parte la abre El mayor encanto amor y cierra — otra comedia mitológica— Los tres mayores prodigios, ambas escritas por encargo y representa­ das «a su Majestad noche de San Juan»34 en 1635 y 1636, respectiva­ mente. En el volumen podemos observar —como en la Primera par­ te— la misma tendencia a disponer los títulos en una secuencia alternativa: Argenis y Poliacro, El galán fantasma, Judas Macabeo, El médico de su honra, Origen, perdida y restauración de la Virgen del Sagrario, El hombre pobre todo es trazas, A secreto agravio, se­ creta venganza, El astrólogo fingido, El amor, honor y poder. Tanto más extraña el aparente conflicto entre «la razón que para imprimirlas me obliga» (en la dedicatoria de la Segunda parte José vuelve a expla­ yar el móvil de dar a la imprenta las comedias de su hermano) y la compleja realidad textual del volumen. No por casualidad Germán Vega con motivo del cuatrocientos aniversario del nacimiento escogió la Segunda parte como botón de muestra para hablar de «Calderón, nuestro problema (bibliográfico y textual)»35. 31 Calderón, Primera parte, 1636, ^|4r. 32 Calderón, Segunda parte, 1637, ^|4V. 33 Cruickshank, 1973, p. 6. 34 Calderón, Segunda parte, 1637, ^2'. 35 Vega García-Luengos, 2002. Le agradezco a María Jesús Caamaño Rojo haber­ me comentado sobre los resultados de la investigación de la Primera y Segunda parte calderonianas, que se lleva a cabo en la Universidade de Santiago de Compostela, coor­ dinada por Luis Iglesias Feijoo, que hacen replanteamos la negativa valoración de la calidad textual de la Segunda parte. La Primera y Segunda parte de Calderón ofrecen un Corpus muy completo, cuyo esencial interés estriba, por un lado, en el carácter de autor de la selección, por otro, en su cronología que hace posible un estudio limitado al primer y decisivo período en la carrera del dra­ maturgo. Es más, los dos volúmenes ofrecen de por sí una personal valoración de su obra que hace posible rescatar a un hombre que de «hacer versos hizo su oficio»36 como muchos de su generación y en ape­ nas diez años se ganó la opinión de «florido, galante, heroico, lírico, cómico y bizarro poeta» y una — cito según el Indice de los ingenios d e Madrid de Pérez de Montalbán— «aceptación general de los doc­ tos»37. Ya los versos de apertura de La vida es sueño, con la cual em­ pieza la Primera parte, definen de una manera indirecta — pero he­ mos de reconocer que ingeniosa (por bizarra y docta)— la actitud de Calderón: R osaura Hipogrifo violento, que corriste parejas con el viento, donde rayo sin llama, pájaro sin matiz j...]38 (w. 1-4). El parlamento de Rosaura, que peca —como diría Lope— de cultidiablesco, y la misma voz hipogrifo nos introducen en medio del ambiente de polémicas y desazones que marcaron la vida teatral espa­ ñola, cuando le tocó al Fénix enfrentarse con los poetas que iban apa­ reciendo como «átomos sutiles» y entre ellos un joven Calderón39. La Primera y Segunda partes permiten acercamos a la realidad de aque­ llos años, en los cuales se está fraguando el paradigma del quehacer 36 La cruz en la sepultura ofrece una interesante escena, en la cual Eusebio y sus bandoleros capturan a un Pintor, un Poeta y un Astrólogo. El Poeta, cuando le preguntan quién es, responde: «Español; es mi ejercicio / hacer versos; soy poeta / en efeto, que esta seta / algunos la han hecho oficio». Todo el episodio quedó eliminado en la versión definitiva del drama La devoción de la Cruz. Cito por Calde­ rón, La devoción de la Cruz, p. 267. 37 Cito tras Profeti, 1997, p. 13. 38 Calderón, Primera parte, 1636, 1". 39 Lope, como es bien sabido, manifestaba su desacuerdo con la nueva moda poética que representaban los poetas de la generación de Calderón. El autor de La vida es sueño parece ya con el inápit aludir al Arte nuevo, en el que Lope recomendaba: «No traiga la escritura, ni el lenguaje / ofenda con vocablos exquisitos, / porque si ha de imitar a los que hablan, / no ha de ser por Pancayas, por Metauros, / hipogrifos, semones y centauros» (w. 264-68). Lope de Vega, Arte nuevo..., s. 161 (cito por Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, 1972). dramático de un poeta que en uno de sus textos tempranos hizo decir a Gil, el gracioso: Gil I)e la comedia es dudoso el fin, que, indeterminada, lo que al ignorante agrada cansa al fin al ingenioso. Busca, Lisardo, otros modos, si fama quieres ganar, que es difícil de cortar vestido que venga a todos40. Sin embargo, Calderón supo encontrarse el modo de ganarse la tá ma con sus comedias, hasta tal extremo que Juan de Vera Tassis y Villarroel ai la Verdadera quinta parte, el primer postumo volumen de sus partes, pudo con justicia escribir: Sus comedias se han hecho las más plausibles de todo el orbe, pues en la mayor parte de él se hallan traducidas en francés, en italiano y otras len­ guas, porque todas a una dignamente han celebrado sus singulares acier­ tos, cuya estudiosa aplicación, y decente divertimiento, no se atreve a ponderar, ni a defender mi tosca humilde pluma41. No fueron palabras exageradas, si tenemos en cuenta la nada me­ nos que universal difusión de la obra dramática calderoniana ya en su vida. Valga decir que en 1669 una comedia suya — Comedia vom Liebes Gespanster según un apunte tomado por un tal Cíeorg Schróder— fue estrenada en alemán en las tablas del teatro que había sido construido a principios del siglo XVII en Gdansk, siendo su mo­ delo el londinense The Fortune. Henry W. Sullivan cree probable que los burgueses de la próspera y portuaria Gdansk que abastecía con trigo y madera polacas la Europa de aquel entonces viesen representa­ do Das verliebte Gespenst que Andreas Gryphius (1616-1664), uno de los grandes representantes del barroco silesiano, había compuesto en 1660 recurriendo a la refundición francesa de El galán fantasma — Le fantóme amoureux de Philippe Quinault— para festejar la boda del duque Georg III Piast42. 40 La cruz en la sepultura, cito por Calderón, La devoción de la Cruz, pp. 267-69. Véase arriba la nota 37. 41 Verdadera quinta parle, 1682, ^ |2 ' (Calderón, 1973, vol. XIV). 42 Sullivan, 1983, pp. 81-82. Y aquello es lo que nos obliga —desde aquella Polonia que según Rosaura recibe mal «a un extranjero»43— a volver a calar en su obra, aunque nos damos cuenta de lo humilde y tosco de nuestra pluma. B ibliografía Antonucci, F., «Algunas observaciones sobre las dos versiones de la tercera jomada de La dama duende», Criticón, 72, 1998, pp. 49-64. Arellano, 1., Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995. Baczyúska, B., «Polonia y el mar: en torno al verso 1430 de La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca», en Estudios sobre el teatro del Siglo de Oro, ed. L. González, Scriptura. 17, 2002, pp. 47-63. Calderón de la Barca, P., Comedias. A facsímile edition..., ed. D. W. Cruickshank yj. E. Varey, London, Tamesis, 1973, 19 vols. — La vida es sueño, ed. E. Rodríguez Cuadros, Madrid, Espasa-Calpe, 1997. — La dama duende, ed. F. Antonucci, Barcelona, Crítica, 1999. — La devoción de la Cruz, ed. M. Delgado. Madrid, Cátedra, 2000. Cruickshank, D. W., «The textual criticism of Calderón’s comedias: a survey», en Calderón de la Barca, P., Comedias. A facsímile edition..., ed. D. W. Cruickshank y J. E. Varey, London, Tamesis, 1973, vol. I, pp. 135. — «Los “hurtos de la prensa” en las obras dramáticas», en Imprenta y crítica textual en el Siglo de Oro, ed. F. Rico, P. Andrés y S. Garza, Valladolid, Universidad de Valladolid-Centro para la Edición de los Clásicos Espa­ ñoles, 2000, pp. 129-50. Diez Borque, J. M., «Dramaturgos del Siglo de Oro en Obras Completas», ABC. Blanco y Negro Cultural, 26 de julio de 2003, p. 24. Florit Durán, F., «El teatro de Tirso de Molina después del episodio de la Junta de Reformación», en La década de oro en la comedia española: 16301640. Actas de las XIX Jomadas de teatro clásico. Almagro, julio de 1996, ed. F. B. Pedraza Jiménez y R. González Cañal, Almagro, Universidad Castilla-La Mancha/Festival de Almagro, 1997, pp. 85-102. González Palencia, A., «Quevedo, Tirso y las comedias ante la Junta de Reformación», Boletín de la Real Academia Española, 26, 1946, eneroabril, pp. 43-84. Gracián, B., Oráculo manual y arte de prudencia, ed. E. Blanco, 2.a ed., Ma­ drid, Cátedra, 1997. 43 «Mal, Polonia, recibes / a un extranjero, pues con sangre escribes / su entrada en sus arenas; / y a penas llega, cuando llega apenas» (w. 17-20); Calderón, La vida es sueño, p. 83. Josa, L., El arte dramático de Juan Ruiz de Alarcón, Kassel, Edition Reichenberger, 2002. Lobato, M. L-, «Calderón, autor trágico», en Estado actual de los estudios calde ronianos, ed. 1 . Garda Lorenzo, Kassel, Festival de Almagro-Editior Reichenberger, 2000, pp. 61-98. Lope de Vega, F., Obras poéticas, ed. J. M. Blecua, Barcelona, Planeta. 1969. Molí, J., «Diez años sin licencias para imprimir comedias y novelas en lo; reinos de Castilla: 1625-1634», Boletín de la Real Academia Española, 54. 1974, pp. 89-103. Paterson, A. K. G., «La socialización de los textos de Calderón. El legado de donjuán de Vera Tassis y don Pedro de Pando y Mier», en Calderón. Innovación y legado. Actas selectas del IX Congreso de la AITENSO en cola­ boración con el Grupo de Investigación Siglo de Oro de la Universidad de Navarra (Pamplona, 21-29 de mayo de 2000), ed. I. Arellano, G. Vega García-Luengos, New York, Peter Lang, 2001, pp. 17-29. Pérez de Montalbán, J., Primero tomo de las comedias, Madrid, Imprenta del Reino, 1635. Profeti, M. G., «El último Lope», en La década de oro en la comedia española: 1630-1640. Actas de las XIX Jornadas de teatro clásico. Almagro, 9. 10 y 11 de julio, ed. F. B. Pedraza Jiménez y R. González Cañal, Almagro, Fes­ tival de Almagro/Universidad Castilla-La Mancha, 1997, pp. 11-39. Reichenberger, E.. «¿Una teoría dramática calderoniana? El volumen de autógrafos de la Biblioteca Mmicipal de Madrid (Ms. 1255/1256) (I)», en Calderón 2000. Homenaje a Kurt Reichenberger en su 80 cumpleaños. Actas del Congreso Internacional, IV Centenario del nacimiento de Calderón, Universidad de Navarra, septiembre, 2000, ed. I. Arellano, Kassel, Edition Reichenberger, 2002, pp. 907-24. Reichenberger, K. y R., Bibliographisches Handbuch der Calderón-Forschung. Manual bibliográfico calderoniano, Kassel, Thiele und Schwarz-Edition Reichenberger, 1979, 1981, 1999, 3 vols. Rodríguez de la Flor, F., «Prólogo» a V. Martin, El concepto de «representa­ ción» en los autos sacramentales de Calderón, Kassel, Edition Reichenber­ ger, 2001, pp. 2-25. Ruano de la Haza, J. M., «Las dos versiones de La vida es sueño», en Hacia Calderón. Noveno coloquio anglogermano, ed. H. Flasche, Stuttgart, Franz Steiner, 1991, pp. 133-46. — La primera versión de «La vida es sueño», de Calderón, Liverpool, Liverpool University Press, 1992. — «Ediciones y maniscntos del teatro calderoniaro», en Estado actual de los estudios calderonianos, ed. L. Garda Lorenzo, Kassel, Festival de AlmagroEdition Reichenberger, 2000, pp.1-34. Sánchez Escribano, F. y Porqueras Mayo, A., Preceptiva dramática española del Renacimiento al Barroco, Madrid, Gredos, 1972. Sullivan, H. W., Calderón in the German Lands and the Low Countries: his reception and influence, 1654-1980, Cambridge. Cambridge University Press. 1983. Toro y Gisbert, M., «¿Conocemos el texto verdadero de las comedias de Calderón?», Boletín de la Real Academia Española. 5. 1918, pp. 401-21, 531-49; 6, 1919, pp. 3-12, 307-31. Valbuena Briones, A., «Una metodología para precisar los textos de la Segun­ da parte de comedías de Calderón», en Estudios sobre Calderón y el teatro de la Edad de Oro: homenaje a Kurt y Roswitha Reichenberger, eds. A. Porqueras Mayo, J. C. de Torres y F. Mundi Pedret, Barcelona, PPU, 1989, pp. 39-47. Varey, J. E., «Catalina de Acosta and her EfFigy: vv. 1865-68 and the Date of Calderon’s Casa con dos puertas», en Iberia. Literary and Historical Is­ sues. Studies in Honour of Harold V. Livermore, ed. R. O. W. Goertz, Calgary, Univeristy of Calgary Press, 1985, pp. 107-15. — «The transmission of the text of Casa con dos puertas: a preliminary sur­ vey», en Estudios sobre Calderón y el teatro de la Edad de Oro: homenaje a Kurt y Roswitha Reichenberger, eds. A. Porqueras Mayo, J. C. de Torres y F. Mundi Pedret, Barcelona, PPU, 1989, pp. 49-57. Vega García-Luengos, G., «Calderón, nuestro problema (bibliográfico y textual): más aportaciones sobre las comedias de la Segunda parte», en Ayer y hoy de Calderón. Actas seleccionadas del Congreso Internacional cele­ brado en Ottawa del 4 al 8 de octubre del 2000, eds. J. M. Ruano de la Haza y J. Pérez Magallón, Madrid, Castalia, 2002. pp. 37-64. — Cruickshank, D. W. y Ruano de la Haza, J. M., La segunda verdón de «La vida es sueño», de Calderón, Liverpool, Liverpool University Pres, 2000. Vitse, M., «Sobre los espacios en La dama duende: el cuarto de don Ma­ nuel», Notas y Estudios Filológicos, 2, 1985, pp. 7-32. — «Algunas observaciones sobre las dos versiones de la tercera jornada de La dama duende», Criticón, 72, 1998, pp. 64-72. — «Estudio preliminar», en P. Calderón de la Barca, Lm dama duende, ed. F. Antonucci, Barcelona, Crítica, 1999. Wilson, E. M., Entwistle, W. J., «Calderón’s Príncipe constante: Two Ap­ preciations», Modern Language Review, 34, 1939, pp. 207-22. — «Seven “aprobaciones” by don Pedro Calderón de la Barca», en Studia philologica. Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso por sus amigos y discípulos con ocasión de su 60." aniversario, Madrid, Editorial Gredos, 1963, vol. III, pp. 605-18.