DOCT JMRNTACTON SOBRE POTJTTCA EXTRRTOR * Por CARLOS JIMÉNEZ PIERNAS ÍNDICE DE MATERIAS Páginas COMUNIDADES EUROPEAS — Debate parlamentario sobre la adhesión de España a las Comunidades 210 CONFERENCIA SOBRE LA SEGURIDAD Y LA COOPERACIÓN EN EUROPA — Posición española ante el décimo aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki 252 COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO — Aplicación de la moción del Pleno del Senado, de 3 de octubre de 1984, sobre participación de España en la cooperación internacional para el desarrollo 255 DERECHO DE ASILO — Estadística sobre solicitudes de asilo político en España durante 1984 256 (•) En tanto no se indique expresamente otra fuente, los textos aquí recogidos proceden de la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores. 207 CARLOS JIMÉNEZ PIERNAS MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES — Nueva estructura orgánica del Ministerio español de Asuntos Exteriores 257 OTAN. — Pregunta del referéndum — Incorporación de España al Comité- de Coordinación Multilateral de Exportaciones (C.O.C.O.M.). Vid infra RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS — Comunicado Conjunto hispano-norteamericano de 10 de diciembre de 1985: inicio de negociaciones en 1986 para la reducción escalonada de la presencia militar norteamericana en España. Vid infra RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS — Propuestas de los partidos políticos principales sobre un modelo futuro de política exterior y de defensa con motivo del debate acerca de la permanencia de España en la Alianza Atlántica, y grado de integración en su caso: 1. Documento sobre «Paz y seguridad en España», aprobado en diciembre de 1985 por los órganos directivos (Comisión Ejecutiva Federal y Comité Federal) del PSOE 2. «Decálogo sobre política exterior y de defensa», aprobado por AP en diciembre de 1985 3. Pasaje del folleto Los aliados dentro de la OTAN. Diversas situaciones de integración militar en el interior de la Alianza Atlántica, Madrid, septiembre de 1984 (Publicaciones de Alianza Popular) 4. Documentos sobre «La paz es posible» y «Defensa neutral integrada», aprobados por el PCE en enero de 1986 — Documento «Constructores de la Paz», elaborado por la Conferencia Episcopal Española y hecho público en febrero de 1986 269 269 316 317 323 379 PRINCIPIOS DE AUTODETERMINACIÓN E INTEGRIDAD TERRITORIAL — Gibraltar: Canje de Notas interpretativo con motivo de la adhesión de España a las Comunidades Europeas 208 419 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL QUE DEBEN REGIR LAS RELACIONES ENTRE ESTADOS DE CONFORMIDAD CON LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS — Condena española de las violaciones de los principios de prohibición del uso de la fuerza, integridad territorial y autodeterminación por parte del Gobierno sudafricano 420 RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS — Incorporación de España al Comité de Coordinación Multilateral de Exportaciones (C.O.C.O.M.) 421 — Comunicado Conjunto hispano-norteamericano de 10 de diciembre de 1985: inicio de negociaciones en 1986 para la reducción escalonada de la presencia militar norteamericana En España 422 RELACIONES CON IBEROAMÉRICA — Comunicado Conjunto hispano-mexicano de 11 de junio de 1985 423 209 COMUNIDADES EUROPEAS — Debate parlamentario sobre la adhesión de España a las Comunidades1. DEBATE SOBRE EL PROYECTO DE LEY ORGÁNICA DE AUTORIZACIÓN PARA LA ADHESIÓN DE ESPAÑA A LAS COMUNIDADES EUROPEAS (BOCG 25/26-6-85) Día 25-6-85 El señor PRESIDENTE: Se inicia la sesión. Vamos a entrar en el debate de totalidad del proyecto de ley orgánica de autorización de España a las Comunidades Europeas, que se tramita por el procedimiento de urgencia. A este proyecto de ley orgánica se ha presentado una enmienda a la totalidad de texto alternativo, del Grupo Parlamentario Popular. El señor ministro de Asuntos Exteriores tiene la palabra para la presentación del proyecto. El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Moran López): Señor presidente, señorías, con profunda satisfacción y con legítimo orgullo, no sólo como miembro del Gobierno y como negociador en esta última etapa del largo proceso negociador con las Comunidades Europeas, sino también como español, somete hoy el Gobierno a la consideración de las Cortes la ley orgánica de autorización para la adhesión de España a las Comunidades europeas. Estoy convencido de que el sentimiento de todas sus señorías es el de que nos encontramos ante un hecho de verdadera significación histórica, no sólo para nosotros los españoles, y también nuestros vecinos y amigos portugueses, sino también y especialmente para la Comunidad. Para la Comunidad haber conseguido, en medio de las dificultades de la hora presente, ensanchar su composición en dos nuevos miembros es un logro fundamental en el que debe sustentar su credibilidad como proyecto de integración a escala con1 Vid. texto de la Ley Orgánica en esta Revista, vol. 6 (1985), pp. 1.Ü09-1.010. Nos limitamos a recoger el debate entre los dos grupos parlamentarios más importantes, el Socialista (Grupo del Gobierno) y el Popular 210 CüMUNIDADKS EUROPEAS tinental. Para España y para Portugal su inserción en este sugestivo proyecto histórico responde a una larga y profunda vocación de los pueblos de ambas naciones. Tanto España como Portugal han sido siempre europeas. Nunca se ha cuestionado esta realidad en ambos lados de la Península Ibérica, pero este hecho anclado en la realidad, no se hubiese completado sin la plena inserción jurídica en las instituciones, de las que, hoy por hoy, constituyen el proyecto más acabado y con más posibilidades de futuro para lograr el diseño de la unidad de los pueblos del continente que son las Comunidades Europeas en esta hora. Con la ratificación del Tratado que hoy se somete a sus señorías, el Gobierno está solicitando al mismo tiempo el refrendo del derecho de España a ocupar definitivamente el puesto que le estaba reservado en este proyecto. Señorías, permítanme que les diga —porque todas vuestras señorías han participado en este anhelo, en esta tarea—, que el esfuerzo europeísta de España ha sido, durante los años más oscuros, algo que alentaba al demócrata español, algo que unificaba en un mismo frente por la libertad a personas de derecha e izquierda, algo que aunaba a todas las regiones de España. Y así el europeísmo aparecía en Barcelona y en Madrid, donde en la AEC se unían personas de diferentes ideologías, se unían en Asturias, en Baleares, en todas las partes de España. Para nosotros, en aquella época, ver un modelo sociopolítico, como era el que representaban las Comunidades, la reconstrucción democrática y social de Europa a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, basada políticamente en la conjunción de esfuerzos de demócrata-cristianos, socialistas, liberales y aún comunistas, era un estímulo y, al mismo tiempo, una esperanza en aquellas horas. En diversas ocasiones yo he dicho esta obviedad: señorías, cuando se reúnen las Cortes Constituyentes de la democracia en 1977, en unos y otros bancos había personas que habían participado en la reunión de Munich, que lo habían preparado, que lo habían alentado, que se habían levantado de su fracaso, que habían sufrido incomodidades por mantener un futuro europeísta. Ha sido el europeísmo uno de los signos distintivos de la democracia española y uno de los factores aunadores e integradores, de la clase política española, sin el cual este proyecto de reconstrucción democrática no hubiese tenido lugar. Un largo período de negociaciones se cierra hoy con la aprobación por estas Cámaras, como se cerró hace pocos días con la firma del Tratado de Adhesión y del Acta que señala la derogación y plazos que a los principios comunitarios, al acervo comunitario introduce España. No ha sido ciertamente una tarea sencilla y sin escollos. Las negociaciones han sido, señorías, largas, difíciles, detalladas, intrincadas y, a veces, desesperantes, tanto que no en pocas ocasiones esa complejidad y lentitud se ha traducido en momentos de desánimo. Y no podía ser de otra manera, puesto que la sociedad española, que respaldaba masivamente la operación de integración, dando prueba de un europeísmo superior, incluso, al de los propios europeos, no alcanzaba a entender los obstáculos que una y otra vez se alzaban en el camino de esa integración. Todos los negociadores españoles sin excepción, los actuales y los que han trabajado a las órdenes de Gobiernos anteriores —a los que desde esta tribuna quiero rendir homenaje por la constancia de sus esfuerzos—, se han encontrado, en efecto, ante un sinfín de dificultades. Todos, señorías, porque todos somos pocos para in211 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR tegrar a España en Europa y para hacer a España cada vez más grande y más próspera. Dificultades: por un lado, las ittherentes a toda negociación de adhesión en la que el país candidato se enfrenta, no a una nación, sino a diez naciones, con intereses muchas veces de signo opuesto. Por otra parte, nos ha tocado a todos negociar en medio de la crisis económica. Los tiempos de la relativa euforia de los años 1960 a 1970, que permitieron la primera ampliación de las Comunidades, ya no eran, desgraciadamente, los mismos que siguieron a 1977, cuando el primer Gobierno español elegido democráticamente presentó la solicitud de adhesión. La crisis económica mundial, que no ha perdonado tampoco a las economías europeas, ha sido el freno que los países comunitarios han impuesto a las negociaciones a través de una serie de reacciones defensivas ante las perturbaciones que el potencial español, en determinados sectores, podía añadir a la situación de crisis, en la que todos estamos inmersos. Hoy, sin embargo, podemos proclamar que esas dificultades se han superado y que hemos alcanzado un resultado equilibrado. Tanto España como la Comunidad han logrado un acuerdo en que los intereses globales de todas las partes quedan suficientemente salvaguardados contra ciertas previsiones. No han quedado cabos sueltos de envergadura en la negociación, en parte porque la propia Comunidad, que había visto entorpecido el funcionamiento por una dificultosa asimilación de las ampliaciones anteriores, no deseaba repetir esa experiencia. Y en parte también, por qué no decirlo, porque España ha creído necesario defender con firmeza sus posiciones hasta el más mínimo detalle, ganando sus negociaciones una merecida reputación de minuciosidad y tenacidad en la defensa de los intereses nacionales. Como no quiero dejar en el aire sin argumentación ningún tipo de críticas voy, señorías, a detallar el contenido del Tratado, pero antes conviene también que en relación a la Ley Orgánica digamos algunas palabras. Los instrumentos básicos en que se materializa la adhesión de España a las Comunidades Europeas son las siguientes, como saben los señores diputados. El Tratado relativo a la adhesión a la Comunidad Económica Europea y al EURATOM. La decisión del Consejo de las Comunidades Europeas relativa a la adhesión a la CECA. A diferencia de lo que ocurre en el caso de la Comunidad Económica Europea y del EURATOM, la adhesión no se plasma en el caso de la CECA (la Comunidad del Carbón y Acero) en un tratado que debiera ser ratificado, sino que en teoría las condiciones son fijadas unilatcralmente por el Consejo de las Comunidades Europeas y España solamente se adhiere a él. En realidad las condiciones de adhesión a la CECA son también negociadas y se contienen en el Acta a la que se hace referencia inmediatamente. El tercer documento que significa la adhesión e integración de España a las Comunidades, es el Acta relativa a las condiciones de adhesión y a la adaptación de los Tratados. En dicha acta se recogen las condiciones concretas en las que España se adhiere a los tratados constitutivos de la Comunidad Económica Europea, al EURATOM y la CECA, tal como han sido modificados y completados, así como el derecho comunitario derivado. Dicha Acta forma parte del Tratado de Adhesión, en cuanto se refiere a la Comunidad Económica Europea y al EURATOM, y de la decisión del Consejo, en cuanto se refiere a la CECA. Ahora bien, los instrumentos mencionados hacen referencia a tratados constitu212 COMUNIDADES EUROPEAS tivos de la Comunidad tal como han sido modificados o completados. El conjunto de estos tratados, que debían ser objeto de publicidad tanto en las Cortes como, posteriormente, en el «Boletín Oficial del Estado», son los Tratados de la CECA, de París; de Roma, del EURATOM; Tratado sobre ciertas instituciones comunes de las Comunidades Europeas hecho en Roma el 25 -de marzo de 1957, Tratado que constituyó un Consejo único y una Comisión única de las Comunidades Europeas, hecho en Bruselas el 8 de abril de 1967, y otra serie de tratados y textos que modifican las Actas fundacionales. Permítanme, señorías, que al solicitar la aprobación de la Ley Orgánica señale algunos puntos elementales de Derecho, puesto que en acto de cierta trascendencia no debe, según mi parecer, quedar duda alguna, no ya sobre el alcance del mismo, sino asimismo de la correción y pulcritud con que se realiza, en total concordancia y escrúpulos respeto con lo que dispone nuestro sistema constitucional. Estas observaciones se refieren al contenido de la ley de autorización, algunas cuestiones concretas que no deben ser incluidas, en nuestra opinión, en la ley Orgánica, y, por último, para conocimiento de la Cámara, el proceso de tramitación y posterior publicación de los instrumentos que hoy va a aprobar la Cámara. La ley de autorización responde a lo que se ha dado en llamar una ley orgánica formal, por cuanto se limita a prever la concesión de la autorización parlamentaria para la conclusión o prestación definitiva del consentimiento del Tratado, adoptándose en este sentido en su promulgación. Podía plantearse la posibilidad de aprovechar las circunstancias para rellenar la ley orgánica con contenidos adicionales orientados a la regulación de problemas falsos, presuntos o reales, vinculados a nuestra futura condición de miembros de la Comunidad Europea. Es decir, ir más allá de este acto e intentar regular en esta ley orgánica problemas, algunos inexistentes, pero otros reales, que se plantearían en el momento de la vida comunitaria de España. Existen razones, señorías, que aconsejan limitarse a la simple autorización. En primer lugar, si se lee con cuidado el artículo 93 de la Constitución, que dice que mediante ley orgánica se podrá autorizar la celebración, se llega a la conclusión de que la ley orgánica es el instrumento y la autorización el objetivo. Entre instrumento y objetivo no debieran, pienso, interferirsc otros elementos que desvíen a la ley de la satisfacción de su fin: el fin para el que ha sido concebida. La ley orgánica se hace para autorizar la conclusión y no para ninguna otra cosa. A idéntica conclusión se llega buscando la correspondencia del artículo 93 con el artículo 94.1 de la Constitución. Está claro que el hoy artículo 93 al instrumentar la autorización de la conclusión de los tratados, a que se hace referencia mediante ley orgánica, sólo pretendía reforzar las exigencias procesales establecidas en el artículo 94.1, así como reforzar las mayorías parlamentarias requeridas para perfeccionar la autorización. En tercer lugar, plantea una ley orgánica formal, limitada a autorizar la conclusión del Tratado, además de ser y mantenerse conforme con la Constitución. Cualquier interpretación que se haga del artículo 93 de la Constitución es también oportuna, porque permite a las Cámaras pronunciarse sobre una cuestión clara, concreta y perfectamente definida, sin perderse en la maraña de situaciones eventuales que se crearán en la vida comunitaria y sobre la cual tiene perfecto control el Parlamento, evitando que una voluntad política favorable a la autorización pueda verse con213 DOCUMENTACIÓN SOBRR POLÍTICA EXTERIOR dicionada o alterada, por el tratamiento de problemas que giren alrededor de la condición de miembro de las Comunidades. Yo tengo para mí, señorías, que todos deseamos que España entre en la Comunidad Económica Europea y tengo el convencimiento de que con su voto va a manifestarlo así unánimamente la Cámara; porque tenemos hoy, señorías, todos la oportunidad de hacer bueno lo que venimos proclamando, de una parte y de otra de la Cámara. Cuando se vote será un acto de afirmación respecto a Europa, o será, por el contrario, un acto de duda y sería lamentable, señorías, que al perderse en divagaciones de la vida comunitaria futura SS.SS. no pudiesen expresar, con toda claridad, aquello que sienten, proclaman y vienen proclamando. Plantear una ley orgánica formal, limitada a autorizar es lo más oportuno para evitar que, bajo la cobertura de no me gusta el tratamiento de este o de otro punto de actuaciones procesales futuras, VV.SS. no pudiesen expresar claramene si están con el Tratado o están con Europa o están con la forma de negociar del Gobierno, de si da Europa un crédito a España o, por el contrario, tienen todavía las reservas, que ninguna justifica ninguna táctica, pienso yo, parlamentaria ni partidista. Se trata, en definitiva, de que el debate sobre la adhesión a las Comunidades no acabe siendo sustituido por un debate distinto sobre el juego de nuestras instituciones después de la adhesión. De haber presentado una ley orgánica material, el Gobierno también podría ser criticado, por querer explotar el momento y el entusiasmo del momento para resolver expeditivamente alguno de aquellos problemas, forzando una aparente obstrucción del proyecto de ley al Parlamento, que desea fervientemente autorizar la adhesión de España a las Comunidades. El Gobierno, señorías, va a presentar cuantos puntos y cuantas iniciativas legislativas sean necesarios para aclarar puntos importantes que están en la mente de SS.SS. y que yo les pasaré brevemente a citar. De entre los supuestos problemas que plantea la adhesión y que se dice que deberían ser resueltos en la ley orgánica de autorización, se tratan a continuación algunos de los más importantes: Relaciones Gobierno-Cortes; relaciones Poder central-Comunidades Autónomas; reconocimiento de las características fundamentales de Derecho comunitario en España, etc. Existe, en primer lugar, una razón común a todos ellos que aconseja no incluirlos en una ley orgánica. Y es que, como ha dicho el Tribunal Constitucional en su sentencia de 13 de febrero de 1981, si bien es cierto, que hay materias reservadas a la ley orgánica, también lo es que las leyes orgánicas están reservadas a estas materias y que, por tanto, sería disconforme con la Constitución que la ley orgánica invadiera materias reservadas a la ley ordinaria. Pues bien, la resolución de la mayoría de estos problemas concretos (delegación del Legislativo al Ejecutivo, garantía del cumplimiento del derecho comunitario, etc.), no es materia que se encuentre en el ordenamiento español reservada a la ley orgánica. En lo que se refiere al papel respectivo de las Cortes y del Gobierno en el desarrollo y aplicación del derecho comunitario, se trata de una materia que no es necesario regular en ley orgánica y que no viene exigida por el derecho comunitario. En efecto, las Cortes no tiene prejuzgada su competencia por el derecho comunitario, ya que éste, en caso de tener que ser desarrollado en el orden interno, está regido por el principio de autonomía institucional y procedimental de los Estados. 214 COMUNIDADES EUROPF.AS De acuerdo con este principio, es el derecho constitucional interno el que regula las instituciones y los procedimientos mediante los cuales se procederá a la ejecución del derecho comunitario. De ser necesarias medidas que incidan en la reserva de ley, éstas han de ser dictadas por las Cortes. Por el contrario, si se trata de medidas que no inciden en tal reserva, sino más bien de medidas de carácter reglamentario, la ejecución corresponderá al Ejecutivo. En definitiva, el derecho comunitario respeta el reparto de competencias que establece el derecho interno y así ha sido reafirmado por el Tribunal Internacional de Justicia de las Comunidades Europeas en distintas sentencias y, específicamente, en la de 11 de febrero de 1971. En el mismo sentido resuelve la cuestión el último inciso del artículo 93 de la Constitución que da a cada uno, Gobierno y Cortes, lo suyo, al afirmar que corresponderá al Gobierno o a las Cortes, en su caso, la garantía del cumplimiento del derecho comunitario. La Constitución, por tanto, tampoco exige una alteración de competencias entre Cortes y Gobierno. Naturalmente, esto no quiere decir que el Gobierno no pueda en su día, de estimarlo oportuno para realizar las adaptaciones exigidas por la adhesión en el plazo acordado, solicitar una delegación legislativa en los términos en que lo permite el artículo 82.3 de la Constitución. Ahora no lo hace, ¿es necesario criticarlo ahora por ello? Papel respectivo del poder central y las Comunidades Autonómicas. Sus señorías saben que este es un tema importante y alguna de las señorías de los Grupos nacionalistas saben que éste es un tema que ha sido objeto de mi preocupación y de mi dedicación, buscando siempre un sano equilibrio entre la unidad del Estado y la capacidad de negociar, y de celebrar y de contraer desde el Estado, con los derechos que tienen las autonomías conforme a los principios del bloque constitucional y de los Estatutos de Autonomía. Es esta otra cuestión que no debe ser regulada por una ley orgánica, y me concederán SS.SS. que no debe serlo al socaire de una capa en esta sesión, porque considero que, estando el Estado de las Autonomías afectando la entrada de España en la Comunidad, todos los regímenes autonómicos tienen el perfecto derecho de que estas cuestiones se estudien con detenimiento y sean objeto de trato particular. Sería fácil quizá, abusando —repito— del entusiasmo de este acto, fijar criterios que descontentarían a unos o serían precipitados para otros, o como algunas formulaciones que he leído con relación a este debate, extremadamente vagas y carentes de contenido. Esta cuestión no debe estar en la ley orgánica que presentamos hoy. En efecto, también en este tema rige el principio de autonomía institucional del Estado. El orden jurídico comunitario da un mandato de ejecución, en su caso, al Estado y, como ha dicho el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en su sentencia de 25 de mayo de 1982, cada Estado miembro es libre de atribuir como juzgue oportuno las competencias en el plano interno y de adoptar una directiva por medio de medidas adoptadas por las autoridades regionales o locales. En cuanto al Derecho interno español, el artículo 93 de la Constitución reserva a los órganos centrales las garantías del cumplimiento de las obligaciones derivadas del Derecho comunitario. La Constitución, aunque no lo dice expresamente, no descarta ni impide la ejecución de los tratados sobre el Derecho derivado de las Comunidades Autónomas, porque aunque tal ejercicio tiene un nexo con las relaciones internacionales, la misma no es acción o política exterior, sino interna, cobrando todo su vigor las normas constitucionales de reparto de competencias materiales entre instituciones centrales y autonómicas. 215 DOCUMENTACIÓN SOBRK POLÍTICA EXTERIOR Igualmente, en la propia Constitución, las instituciones centrales están dotadas de los mecanismos de control sobre las Comunidades Autónomas para garantizar el cumplimiento por éstas de su obligación de ejecución de) Derecho comunitario. Así, el artículo 149.3 prevé la supletoriedad del Derecho estatal, en caso de carencia o insuficiencia de desarrollo autonómico. Así, el artículo 150.3 prevé leyes armonizadoras, en caso de disparidades entre comunidades autónomas. El artículo 153 establece el control, respectivamente, del Tribunal Constitucional y de la jurisdicción contcncioso-administrativa. Y en el artículo 155 impone el cumplimiento forzoso, en caso de graves infracciones, de las obligaciones de las Comunidades Autónomas. No obstante, tal vez convendría regular, pero en todo caso separadamente y en su momento, un mecanismo de coordinación y cooperación entre los órganos centrales del Estado y las Comunidades Autónomas en los casos en que el desarrollo del Derecho comunitario haya de efectuarse a través de una pluralidad de normas dictadas por distintas Comunidades Autónomas y, eventualmente. por un órgano central del Estado. Para entenderlo bien y SS.SS. entienden bien el alcance de este acto, les diré que España no sólo asume el contenido de los tratados y los principios, sino también el derecho derivado, producido por la Comunidad. Habría que considerar, muy brevemente, las características fundamentales del Derecho comunitario, tal como se entiende ante nuestro propio ordenamiento jurídico. El reconocimiento de los principios o características del Derecho comunitario tiene primacía sobre el Derecho interno, buena parte de sus normas son de aplicabilidad directa. La suficiencia de su publicación en el «Diario» oficial de las Comunidades Europeas es otro de los elementos que no debe ser olvidado. Todas estas características no deben ser, en nuestra opinión, olvidadas. En primer lugar, porque tal reconocimiento no puede derivar de la ley orgánica, ya que el fundamento y la obligatoriedad de los principios es el propio Derecho comunitario, es decir que la aplicación no es porque se produzca aquí la recepción, lo que se produce es el acto de adhesión con todas las consecuencias, pero el Derecho comunitario es directamente aplicable. La obligatoriedad de tales principios la fija el propio Derecho comunitario que constituye un rasgo existencial y recogerlo en la Ley orgánica podría inducir a pensar que derivan de ella y que el Derecho comunitario es introducido en España con rango de ley orgánica, siendo así que es en realidad el artículo 23 el que habilita para el reconocimiento y obligatoriedad en España del Derecho comunitario en las mismas condiciones en que se regulan los tratados constitutivos de las comunidades, con las consecuencias que en ellos se establecen. En definitiva, señoras y señores diputados, una previsión expresa en la ley orgánica de la eficacia directa y primacía del Derecho comunitario sobre cualquier otra norma interna, o de la suficiencia de la publicación en el «Diario Oficial» de las Comunidades para la asunción de efectos es, no sólo superficial, sino contraproducente. Supone un craso desconocimiento del contenido de los tratados constitutivos de las Comunidades, que contienen disposiciones al efecto, las cuales se incorporarán a nuestro ordenamiento mediante la publicación en su día de tales tratados. Alegar ejemplos de otros países que al adherirse a las Comunidades han dictado leyes materiales que han transformado e introducido los tratados nada prueba, ya que en estos países como, por ejemplo, Gran Bretaña, existe h tradición dualista, es decir, en ellos los Parlamentos no intervienen en la conclusión de los tratados por lo que 216 COMUNIDADKS EUROPEAS estos carecen de eficacia interna a menos que los Parlamentos aprueben la legislación que los introduzca y permita tal eficacia. Tales leyes han sido criticadas por las transformaciones que realizaban y, en todo caso, no son necesarias en España, donde el Parlamento autoriza la conclusión de los tratados y donde tales tratados forman directamente parte del ordenamiento interno una vez publicados en España, no pudiendo sus disposiciones ser derogadas, modificadas o suspendidas por leyes ni anteriores ni posteriores, sino sólo en la forma prevista en los propios tratados o en el Derecho internacional general, tal como reza en el artículo 96 de nuestra Constitución. En consecuencia, señorías, la recepción del derecho comunitario se hará en España con motivo de la adhesión, así como las condiciones en que la misma se producirá, que están en el acta, y no puede considerarse como una revolución del orden jurídico español que se hiciera un tratamiento especial, sino como una manifestación de la posición que nuestro derecho interno asume frente al derecho internacional en general. Estas breves explicaciones, señorías, tal vez innecesarias por obvias y evidentes, quizá no estén de más al comenzar un debate que yo espero rico en formulaciones jurídicas y políticas y que nos ilustrará a todos. Voy a hacer unas breves manifestaciones nada más, antes de pasar al contenido del Tratado y al Acta de adhesión, sobre la tramitación y publicación de la Ley Orgánica y de los Tratados. En cuanto a la tramitación parlamentaria, la Ley Orgánica y los Tratados han de ir unidos, sobre todo cuando como en el caso presente se trata de una ley de mera autorización sin contenido normativo. Si bien sería posible presentar enmiendas parciales al articulado de la Ley en caso de querer incluir nuevas materias en el mismo, no ocurre igual con los Tratados. En efecto, los Tratados son textos negociados con otros sujetos de derecho internacional y que no admiten modificación unilateral por parte de ninguno, ni de los contratantes. De manera que toda enmienda parcial ha de tramitarse como una enmienda a la totalidad, tal como establece, por otra parte, el artículo 156 del Reglamento de esta Cámara. En cuanto a la publicación de la Ley Orgánica, he de señalar que ha de hacerse una vez aprobada, pero no así la del Tratado. En efecto, incorporar los Tratados como anejos a la Ley podría, como ya se ha visto, hacer pensar que esta Ley transforma los tratados de derecho interno español en virtud de la Ley con su mismo rango, lo que no es conforme ni con el Derecho Constitucional, ni con el Derecho comunitario. Por otro lado, al ser la Ley una Ley de autorización es preciso dejar un margen de tiempo para que se proceda por el Ejecutivo a depositar los instrumentos correspondientes y sólo después de depositados éstos se podrían publicar los tratados. A este respecto es necesario tener en cuenta que si el Tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea y al EURATOM entra en vigor el 1 de enero de 1986 si se ha ratificado por todos los estados miembros, la adhesión a la CECA se producirá el mismo día en que se deposite el instrumento de adhesión, por lo que, siendo la adhesión a las tres Comunidades un solo acto y un proceso simultáneo e indisoluble, es conveniente no depositar este instrumento de adhesión a la CECA hasta que se produzca ratificación por todos los Estados y se produzca la entrada en vigor el 1 de enero de 1986 en lo que se refiere a la Comunidad Económica Europea. Y ahora, señorías, les pido la gracia de cierta atención, de cierta paciencia y cierta benevolencia. Créanme sus señorías, que yo he tenido la tentación de hacer un 217 DOCUMENTACIÓN SOBRF. POI.fTICA EXTERIOR discurso político general, porque creo que la ocasión se prestaba a ello, porque creo que la ocasión es una de las más altas, no diré que han visto los siglos, pero sí todas estas décadas; pero yo me temía que sus señorías o algunas de ellas dijesen al final del debate: nos han escamoteado la explicación de lo que son los tratados y las actas y en qué condiciones nos adherimos. ¿Qué le digo a mis electores sobre éste y otros puntos? Evidentemente, SS.SS. son muy versadas en esta materia, tienen a su disposición las actas, de lectura difícil, y he considerado que para que no procedan contra mí con esta acusación o para que no procedan contra VV.SS. en sus circunscripciones si no pueden leer todas las actas, quizá no estuviese de más que hiciese un resumen, que yo desearía breve, de lo que es el Tratado. Evidentemente, es una opción que invita a cierta laxitud física y moral, pero si SS.SS. van a padecer en la lectura, hagan un esfuerzo de imaginación para darse cuenta de lo que han padecido los negociadores, previos o actuales, al negociar estos temas, todos ellos, por otra parte, esenciales para muchos sectores de la economía y de la sociedad española. Por tanto, ni mi desgana, ni la eventual de SS.SS., justifica escamotear a la Cámara y a la opinión un análisis de lo que el Tratado es. Cuando el nuevo Gobierno, respaldado como los anteriores por una opinión masiva, continuó las negociaciones a finales de 1982, éstas ya habían rendido frutos al cabo de tres años de imperceptible avance en una serie de capítulos. La aceptación por España en febrero de 1982 de la aplicación desde la adhesión del Impuesto sobre el Valor Añadido, pieza clave para el capítulo de fiscalidad dentro de la negociación y en la sistemática de las Comunidades, dio a la negociación un esperanzador avance, con el cierre de forma satisfactoria el 29 de marzo de ese año 1982, es decir, antes de que el Gobierno socialista fuese formado, de los seis capítulos cuyas líneas generales expongo a continuación. Primero, en cuanto a la libertad de establecimiento, España obtuvo unas medidas transitorias de una excepción temporal en los tres casos en que lo había solicitado. En el capítulo de la banca se limitó, ampliándosc de forma progresiva durante siete años, el número de agencias que podrían abrirlos, establecimientos de créditos comunitarios en España y su captación de recursos en el mercado interior español. En el sector de seguros, se obtiene un período transitorio de seis años para la aplicación completa en España de la reglamentación comunitaria en dicha materia. Finalmente, España cuenta con cinco años para la aplicación de la libertad de establecimiento prevista en el caso de prácticas de arte dentral, tema importante sobre el que he oído muchas intervenciones y preguntas en esta Cámara, porque, evidentemente, es un arte que todos hemos frecuentado y muchos de nosotros padecido. En cuanto a la política regional, con objeto de poderse España beneficiar de una política regional que tenga en cuenta los desequilibrios existentes en este terreno, nuestro país aplicará la normativa comunitaria en esta materia desde el momento de la adhesión. A estos efectos y con el fin fundamental de que España pueda beneficiarse desde la adhesión de las ayudas del fondo regional comunitario, antes de esa fecha deberán introducirse las modificaciones pertinentes en el reglamento de dicha Comunidad. En el capítulo de movimientos de capitales, también cerrado en 1982, España aceptó la aplicación de la normativa comunitaria existente en la fecha de la adhesión y, al mismo tiempo, se acordó un período transitorio de tres años para la adquisición 218 COMUNIDADES EUROPEAS por residentes en España de títulos extranjeros negociables en Bolsa, con excepción de las operaciones ya liberalizadas. También en marzo de 1982 se abordó con éxito el tema de la aproximación de las legislaciones, capítulo que se cerró el 23 de marzo. Por lo que se refiere a transportes, que también es de la tacada de 1982, se prevé una derogación temporal de un año para el reglamento sobre obligaciones inherentes a la noción de servicio público en los transportes de ferrocarril, carreteras y vías navegables. Se abordaron también en esta ocasión, señorías, los temas referentes a cuestiones económicas y financieras. Se fijaron las cuotas de participación española en el mecanismo de crédito y préstamos comunitarios. En el marco del apoyo comunitario a corto plazo la cuota deudora se ha establecido en 725 millones de ECUs. y su cuota acreedora en 1.450 millones. El límite de compromisos españoles en mecanismos de concurso financiero a medio plazo se estableció en 1.295 millones de pesetas. Ustedes saben que el sistema monetario europeo, surgido en uno de los momentos de la reciente historia comunitaria en que los distintos países, si bien bajo el principio de libertad de pertenecer a él o no, dieron un paso importante adelante bajo la impulsión, fundamentalmente, del canciller Schmidt y del entonces presidente de las Comunidades, señor Jenkins, el sistema monetario económico europeo, repito, ha quedado, en lo que se refiere a la inclusión española, abierto a un momento posterior, puesto que se trata de una participación regida por la libre voluntad de los Estados. En julio de 1982 se hace el compromiso respecto del IVA, y esto facilita este cierre de capítulos. Entramos ya con otros protagonistas, muy conscientes de que continuaban la obra de sus predecesores, los actuales negociadores, y empezamos con temas importantes, en un «crescendo» que nos iba a conducir a las largas jornadas de marzo de 1985, donde se cierran los principales capítulos de la negociación. A partir del mes de julio de 1982, se cierra la fiscalidad. El Gobierno actual, haciendo suyos los compromisos asumidos por el anterior, clausuró definitivamente este capítulo un año más tarde, obteniendo España un período transitorio de cuatro años para ciertos tratamientos fiscales, por ejemplo el que se refiere al tabaco, tanto rubio como negro. Entre julio de 1983 y abril de 1984 se fueron cerrando sucesivamente los aspectos relativos a los monopolios, Ceuta, Melilla, EURATOM y patentes, es decir, una parte sustancial de lo que es el contenido del acta de adhesión. No hace falta que diga a SS.SS. que, al cerrar cada capítulo, todo quedaba reservado a la decisión final, puesto que el resultado del Tratado tenía que ser equilibrado, por parte y parte, pero el proceso negociador inevitablemente llega a ir encontrando soluciones y compromisos respecto a distintos capítulos que se globalizarían en el acto final del Tratado. En diciembre de 1984 se llega a un punto culminante de la negociación al llegarse a los acuerdos sobre los temas que les he enunciado, unión aduanera, CECA, relaciones exteriores, así como el capítulo relativo a las cuestiones institucionales. Significó un gran avance. Empezaré por las instituciones. Antes de entrar en el detalle de cómo han quedado reglamentadas en el Tratado y en el Acta la cuestión de las instituciones, me gustaría hacer unas observaciones muy breves y previas. La adhesión, como saben, a este Tratado es la adhesión al Tratado, al derecho derivado, a los principios en las 219 DOCUMENTACIÓN SOBRK POLÍTICA EXTKRIOR condiciones fijadas en las actas, y es la adhesión a algo más, a la vida participativa comunitaria, es el método de hacer bueno ese europeísmo que es un signo, yo creo, identificador de nuestra democracia a través de las instituciones a las que ha llegado Europa en su lucha o en su camino hacia la unidad en un momento determinado en el momento de la creación de las Comunidades. Adherirse a las Comunidades no es un cálculo de deberes y haberes, adherirse a un resultado positivo o negativo equilibrado en este momento del 25 de junio de 1985; adherirse a las Comunidades es inscribirse dentro del proceso de la creación de un sistema económico y eventualmente político en Europa, haciéndolo a través de los instrumentos que son las instituciones, aceptando las reglas de la creación del derecho derivado y progresivamente, de una manera cada vez más intensa, de ideas, actitudes y posición internacional en todos los campos, y no solamente en aquellos establecidos en materia económica y social en los tratados comerciales. La Delegación Española aborda, pues, este capítulo de las instituciones con la clara conciencia de que, al obtener mayor o menor peso dentro de ellas, obtendrían mayor o menor peso sus ideas y proyectos dentro de la vida comunitaria y de la proyectada Unión Europea. Señorías, hemos conseguido una participación en las instituciones, de la que creo sinceramente podemos estar satisfechos. Ha conseguido España un status idéntico al de los países grandes en dos instituciones comunitarias, en la Comisión y en el Tribunal de Justicia, y muy próxima a los grandes en las otras dos grandes instituciones comunitarias, Consejo y Parlamento. Se consagra así una situación de países más cercanos a los grandes que a los medios, que favorece plenamente nuestros intereses y facilita una mayor movilidad dentro de la Comunidad. Vuestras señorías saben que la manera de determinar el peso institucional de un miembro no solamente se basa en haremos que hacen referencia al número de habitantes o a la extensión territorial, sino a otras, como pueden ser la renta «per capita» o el producto nacional bruto. Si en los primeros España podía pretender la equiparación total relativamente con los mayores, en otros criterios las conclusiones y las pretensiones comunitarias eran situarnos más cercanos de los países pequeños que de los países grandes. El resultado me parece aceptable, positivo y me parece —lo que es más importante— operativo respecto al futuro. En la Comisión, España tendrá derecho a nombrar dos comisarios, al igual que los cuatro grandes países, uno de los cuales será vicepresidente de la Comisión. En el Consejo, en las decisiones susceptibles de ser tomadas, por mayoría cualificada, el voto de España estará ponderado por un coeficiente de 8, frente al 10 de los grandes y al 5,3 y 1, del resto de los países de la Comunidad. En el Parlamento. España contará con 60 representantes. Como saben ustedes, porque es una noticia de interés, en un plazo máximo de dos años, a partir de la entrada en vigor del Tratado de Adhesión. España deberá celebrar elecciones parciales al Parlamento Europeo para designar sus representantes hasta las próximas elecciones generales para el Parlamento Europeo, que se celebrarán en 1989. Entre tanto, el cupo de representantes españoles vendrá designado por el propio Parlamento español de entre sus miembros. En el Tribunal de Justicia, España tendrá derecho, al igual que todos los Estados Miembros, a nombrar un Juez que, con la ampliación, pasará de 11 a 13 jueces. España, junto con los cuatro grandes países, participará en el turno de rotación para el nombramiento del juez decimotercero. Todas estas cuestiones, así como la participación de España en otras instituciones 220 COMUNIDADES EUROPKAS comunitarias, se han regulado con detalle en el Tratado de Adhesión. Una comunidad específica y de enorme importancia, no solamente por sus repercusiones en materia de defensa, sino por sus diríamos, posibilidades de colaborar en la nueva revolución tecnológica, es el EURATOM. La negociación para la adhesión a la Comunidad del EURATOM se ha saldado con el compromiso de beneficiarse, de la reglamentación comunitaria en materia de investigación y difusión de conocimientos nucleares, aprovisionamientos, inversiones y control de seguridad a partir de la adhesión. Igualmente, España se beneficiará de las ayudas comunitarias para la prospección de uranio y de prestamos para los programas nacionales destinados al desarrollo de la energía nuclear. En lo que se refiere al principal problema de importante alcance político, el relativo al control de la seguridad en las instalaciones nucleares. España ha logrado resolver satisfactoriamente el problema derivado de su situación específica de no ser un país con armamento nuclear y no haber firmado el Tratado de no proliferación de armas nucleares. La solución adoptada consiste en el compromiso de llegar a un acuerdo específico de verificación entre España, el EURATOM y la Organización Internacional de la Energía Atómica, con sede en Viena, quedando de esta suerte salvaguardada la autonomía de España frente a los países firmantes del tratado de no proliferación. Recordarán SS. SS., porque esta historia de todos y todos nos hemos preocupado, ocupado, alarmado, entusiasmado progresivamente, que uno de los grandes temas de la negociación en sus últimas etapas fue el de la unión aduanera y la libre circulación de mercancías. Desde el comienzo de la negociación se puso de manifiesto la preocupación por parte de España porque la implantación de la unión aduanera se realizará de forma progresiva y armonizada con el fin de no causar graves perturbaciones en la economía nacional. Era un poco la preocupación de quien habiendo recomendado baños fríos, sin embargo, teme sumergir al niño en un mar proceloso y enormemente gélido, porque el resultado positivo de la reactivación de la economía española podría ser truncado si la criatura pereciese en el empeño. El acuerdo logrado sobre desarme arancelario cumple los dos requisitos que España consideraba esenciales a este respecto: prudencia en la duración de un esfuerzo moderado en el primer tramo y reducción de aranceles a realizar desde la fecha de la adhesión. En efecto, en el período de transición de siete años que hemos conseguido, en términos generales (debiendo realizarse el desarme en ocho tramos), la magnitud de éstos no es constante, y esto fue, como SS.SS. recuerdan, uno de los grandes caballos de batalla, pretendiendo en algún momento los comunitarios algo que era la reducción súbita y drástica de los altos aranceles españoles y la reducción gradual en los primeros años, a un ritmo más bien electrizante. El resultado ha sido un desarme en siete años con ocho tramos, con un tramo inicial y uno final del 10 por 100, con cuatro tramos intermedios del 12,5 por 100 y otros dos del 15 por 100. España adoptará el arancel comunitario en el mismo plazo y en idénticos términos. Los derechos arancelarios que se han tomado como base, tanto para el desarme como para la adopción del arancel común, son los efectivamente aplicados en España y la Comunidad el 1 de enero de 1985. Por lo que respecta a la estructura del español, se pueden mantener todas las partes específicas del mismo durante el período de transición, con el fin de poder acomodarlas paulatinamente a los del derecho del arancel comunitario. También se ha conseguido la posibilidad de mantener durante el período transitorio contingentes arancelarios para las importaciones de determinados productos 221 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR que se estiman de interés nacional. En lo que se refiere a la libre circulación de mercancías, el principio general es la supresión de toda restricción cuantitativa o medida de efecto equivalente, pero España podrá mantener, no obstante, para 14 productos actualmente contingentados restricciones cuantitativas en la forma de contingente, con una duración de tres años para todos ellos y de cuatro para los demás. Tema importante también largo, difícil y técnico fue el de los monopolios. Los monopolios se saldaron a través de la aceptación y de los monopolios a las reglas del Tratado de Roma a realizar en un período de seis años a contar desde la adhesión. Las señoras y señores diputados son conscientes de que la propiedad industrial, tal y como ha sido regulada en nuestro país, estaba siendo objeto de una consideración con vistas a una reestructuración. Teníamos una legislación de patentes no solamente no concurrentes con la de muchos países más desarrollados, sino en cierto modo con ciertos efectos diríamos no positivos en este campo tan ligado a la innovación tecnológica y al avance económico industrial. Los acuerdos en materia de patentes con la conferencia negociadora introducen dos factores de cambio sustanciales. El primero es el de la patentibilidad de los productos a través de la adhesión de España al Convenio de Munich de la patente europea, y el segundo la denominada inversión de la carga de fa prueba en los procesos por usurpación de patentes. Este segundo punto, por su importancia y por sus efectos, tiene una serie de amortiguadores en las cláusulas de lo pactado en Bruselas. En este momento de la negociación se abordaron temas de regímenes específicos económicos españoles y, en concreto, el aplicable a Canarias, Ceuta y Melilla. Han sido siempre estos tres regímenes motivo de grandes discusiones y de cierta preocupación por parte de los negociadores españoles ante una actitud Ínicialmente poco abierta o comprensiva por parte de los negociadores comunitarios. En el caso de Ceuta y Melilla, la situación y estructura económica de ambas ciudades no ofrece duda sobre su prioridad para mantener el régimen económico y fiscal actual de libertad comercial y arancelaria. En cambio, en lo concerniente a Canarias existían en el mismo archipiélago dos posturas que se iban a manifestar en dos opciones discutidas por el Parlamento canario; la plena integración o la no inclusión en el territorio aduanero en la política agrícola común y en el ámbito de aplicación del IVA; es decir, una postura absolutamente integracionista y una postura que partía de la opción europea, pero que mantenía ciertas especifidades canarias. Había una tercera opción, diríamos, por motivos ornamentales, que era la total desvinculación, lo que significaba una decisión política de enorme alcance y que afectaba no solamente al futuro de Canarias, sino, a lo largo, a la misma integridad territorial española. La elección de este segundo modelo, el de la inclusión en el territorio aduanero con especifidades o reservas, fue adoptada por el Gobierno canario en diciembre de 1983. Esta posición canaria, que fue recibida por la delegación negociadora, planteó dificultades sin número en la negociación, porque de parte comunitaria se veía como un deseo de participar en lo positivo de la integración europea, manteniendo ciertas reservas y protecciones que realmente los comunitarios no consideraban que en aquel momento fuesen otorgables. Sin embargo, el resultado final se ajusta a las necesidades de Ceuta y Melilla, en lo que se refiere a estas dos ciudades, respeta e! régimen fiscal canario y concede a las exportaciones canarias preferencias sustanciales. Los aspectos fundamentales del Acuerdo sobre Canarias, Ceuta y Melilla, son los siguientes. En primer lugar, en lo que se refiere tanto al archipiélago como a las 222 COMUNIDADES EUROPEAS dos ciudades, pasan a formar parte integrante de pleno derecho de la Comunidad ampliada, y los tratados constitutivos de la Comunidad se les aplican al mismo título que al resto del territorio español, lo que es innecesario diga a SS. SS. tiene una importancia política que trasciende incluso al hecho comunitario. Sin embargo, con objeto de permitir el mantenimiento de sus regímenes económicos y fiscales, Canarias, Ceuta y Mclilla quedan fuera del territorio aduanero de la Comunidad, de la política agrícola y pesquera, de la política comercial y del ámbito del IVA. En resumen, esto significa que se mantienen las condiciones actuales de libertad comercial y se exime a las islas y a las ciudades citadas de aplicar barreras arancelarias y contingentarias frente al exterior y las disciplinas agrícola, pesquera y fiscal comunitarias. En cuanto a las exportaciones canarias, ceutíes y melillenses a la Comunidad, el principio general del Tratado es la exención arancelaria a su entrada en la Comunidad, esa exención se aplica sin límite a las exportaciones industriales. En los sectores agrícola y pesquero, la supresión de barreras arancelarias se extiende al volumen total de las exportaciones tradicionales. Durante cierto período del año, algunos productos agrícolas canarios de exportación deberán respetar los precios de referencia. Por lo general su época de producción no coincide con la época de producción de los productos europeos, frente a los cuales jugaría el sistema de precios de referencia. Hay otros detalles en este capítulo en los que creo que a lo largo del debate, inevitable y necesariamente por mi parte, gustosamente entraremos. Hay otros elementos en el acuerdo logrado que favorecen también a los productos canarios, como son la exportación tradicional de tabaco canario, que podrá exportarse sin cargas arancelarias a la Comunidad, aunque la materia prima haya sido importada en Canarias desde terceros. La actual ordenación de los sectores de exportación de algunos productos agrícolas podrá mantenerse durante los primeros cuatro años, y los acuerdos permiten mantener el mercado peninsular para el plátano canario. Por último, y esto es de suma importancia y es un logro excepcional en la experiencia negociadora de la Comunidad, Canarias, Ceuta y Melilla pasan a ser los primeros territorios de la Comunidad a los que corresponde el privilegio de poder revisar el régimen sin modificación de los tratados, es decir, sin denuncia de modificación de los tratados. El régimen de ser impopular o no dar los resultados previstos puede ser variado sin necesidad de modificar los tratados, y esto abre a Canarias la posibilidad de optar por la primera opción, si así lo deseasen en algún momento sus legisladores y Gobierno; es decir, la plena integración en la Unión Aduanera. Hemos negociado en la época de la crisis, y la crisis tiene nombres indicativos; uno de ellos es el acero. Ustedes recuerdan que, antes que nosotros, en Bélgica y en Alemania se procedió a una reconversión industrial siderúrgica importante. En estas circunstancias era preciso negociar manteniendo la libertad y las condiciones de la reconversión siderúrgica española, incluso los elementos de esta reconversión que en principio no coincidían, por no decir que eran incompatibles, con la normativa comunitaria. Partiendo de este principio, mantenimiento de nuestro proceso de reconversión, y aparte de los elementos comunes con el capítulo de Unión Aduanera, se ha logrado en este punto de la siderurgia un periodo transitorio para la integración de España a las Comunidades Europeas del Carbón y del Acero que esté en función de los planes de reconversión española. De esta forma el período de transición, con una duración prevista inicialmentc de tres años, puede reducirse y adaptarse a sus modalidades, atendiendo al avance de la ejecución de los planes. Durante el período de vigencia de la reestructuración española, la capacidad de producción 223 DOCUMENTACIÓN SOBRK POLÍTICA EXTERIOR española de laminados en caliente podrá alcanzar la cifra de 18 millones de toneladas, que como SS. SS. saben es una cifra estimable, teniendo en cuenta los datos reales de producción. Los planes de reconversión deberán ser compatibles con los objetivos generales del acero adoptados por la CECA. Por otra parte, en lo que se refiera a nuestras exportaciones, ya afectadas, como muchas de las europeas, por el cierre del mercado americano, desde la adhesión se les garantiza una cuota inicial de 827.500 toneladas año. Esta cifra será objeto de aumentos anuales durante la vigencia de los planes de reconversión españoles hasta la liberación total al final del período transitorio de tres años. Un capítulo complejo y dilatado, que voy a señalarles a ustedes exclusivamente de manera telegráfica, es el de las relaciones exteriores. España mantiene régimen de contingentes como consecuencia de lo negociado en una lista de 32 productos frente a los países GATT, a la que se añaden 37 productos frente a Japón y 48 productos respecto a los países de comercio de Estado. Se acepta el principio de las preferencias generalizadas. En cuanto a los acuerdos, pasamos a asumir los acuerdos multilaterales de la Comunidad, fundamentalmente con EFTA, Lomé, etc. Dentro de este capítulo de relaciones exteriores, la delegación española, bajo instrucciones del Gobierno español muy insistentes, se esforzó en encontrar un trato de privilegio por parte de la Comunidad respecto a Iberoamérica, no solamente en cuanto a la declaración que señalase una nueva actitud de la Comunidad respecto a Iberoamérica, iniciada, pero no continuada a partir de la Conferencia de San José, en septiembre de 1984, sino también manteniendo las corrientes tradicionales. Hemos conseguido el mantenimiento de las corrientes tradicionales en cuatro productos en el período transitorio. España va a participar dentro de la Comunidad de una manera muy insistente para que el golfo que se agranda entre Europa y el resto del mundo y concretamente Iberoamérica no continúe, y vemos con cierta esperanza nuestra participación los días 4 y 5 de noviembre en Luxemburgo, en lo que se ha llamado San José de Costa Rica-2, es decir, una reunión con los ministros centroamericanos más los ministros de Contadora y con los ahora doce miembros de la Comunidad, en la que habrá, según parece, contenidos económicos importantes. El 29 de marzo se llegó a unos acuerdos esenciales que significaron, de hecho, el fin de la negociación de los grandes temas, quedando sueltos una serie de detalles que luego habrían de ser negociados satisfactoriamente a nivel de suplentes y de técnicos. El 29 de marzo, en aquella noche que ustedes recuerdan y yo también, se llegó al fin de la negociación en los capítulos de pesca, agricultura, vino y asuntos sociales, asuntos sociales de un país que tiene unos seiscientos cincuenta y tantos mil españoles viviendo en países comunitarios. Este Gobierno y los que le precedieron han dado al tema la máxima importancia. También aquí la crisis ha hecho la negociación difícil. Existen en este momento 14 millones de desempleados en los países comunitarios. No obstante, el capítulo es, en opinión del Gobierno, absolutamente satisfactorio y aceptable. La delegación española fue objeto de un número importante de intercambios de documentos. La delegación española, a lo largo de todo el proceso, mantuvo las líneas básicas de sus primeras posiciones presentadas por Gobiernos anteriores consistentes, por una parte, en la adaptación de todo el acervo comunitario, pese a las dificultades que pudiera suponer para España su aplicación, y, por otra parte, la necesidad de igualdad de trato para nuestros emigrantes instalados en países comunitarios en el momento de la adhesión. 224 COMUNIDADES EUROPEAS El resultado fue el siguiente. Desde la firma del Tratado se mantendrán plenamente los logros obtenidos por los trabajadores españoles en materia social en los distintos países de la Comunidad, sin que les sea aplicada ninguna medida legislativa interna tendente a recortar los derechos de los trabajadores emigrantes. Desde enero de 1986 nuestros emigrantes residentes en los países comunitarios tendrán plena igualdad de trato con relación a los nacionales de dichos países. Es decir, que aproximadamente esta cifra de 650.000 españoles compatriotas nuestros tendrán, desde el momento de la integración en la Comunidad, una plena equiparación con los restantes ciudadanos europeos. Se termina la época de la maleta de cartón o de la maleta de madera, de las grandes colas, del desarrollo de los años cincuenta y sesenta a base de mano de obra de Europa. Se acaba la época de la angustia de la renovación del permiso de trabajo, de la complacencia o no complacencia de autoridades comunitarias. En este momento debemos expresar nuestra gratitud a aquellos países que han sido receptores de los trabajadores españoles. Creemos que este es un gran día para aquellos españoles que han buscado hacer sus vidas en el exterior y que hoy se encuentran, sin perder su nacionalidad, su orgullo de españoles, en un plano exacto de igualdad respecto a los trabajadores de los países donde viven. La igualdad de trato supone la equiparación en el salario, condiciones de trabajo, seguridad social, despido, reempleo y formación profesional, también a los aspectos conexos con el desempleo, y con los diversos servicios sociales, acceso a viviendas, transportes, escolarización de los hijos y diversas facilidades fiscales y sindicales. La igualdad de trato supone, asimismo, otras ventajas adicionales, como la concesión a los trabajadores españoles y a sus familias de un permiso de residencia fijo, un permiso de transporte. Todo esto que detallo, señorías, son la angustia, la sangre, los objetivos y los fines por los que han luchado compatriotas nuestros en los últimos veinte años y sobre cuya remesa ha vivido y se ha desarrollado en parte este país. Los familiares de los trabajadores que convivan con ellos en el momento de la firma, no de la adhesión, tendrán derecho a acceder al empleo desde la adhesión sin tener que haber residido tres años previamente. Por otro lado, los familiares que residan en España recibirán por parte de la Comunidad prestaciones familiares del país de empleo. Esto fue una gran batalla, país de residencia o país de empleo. Si los convenios bilaterales no reúnen una situación más favorable, tras tres años de período transitorio, en relación con los españoles que potencialmente puedan acceder a un puesto de trabajo en cuanto Estado miembro y viceversa, se ha establecido un período transitorio de seite años. Es un capítulo que consideramos corresponde a la dignidad de nuestros trabajadores, que corresponde de una manera equilibrada al esfuerzo y a su contribución al desarrollo de aquellos países y que corresponde, sin duda, a los objetivos de la delegación española. El tema agrícola fue iniciado en febrero de 1984 y ello por el retraso en carecer de propuestas comunitarias, puesto que la Comunidad misma tenía un enorme retraso en la reforma de la organización común de mercados de frutas y hortalizas. En una primera época algunos países de la Comunidad pretendieron establecer el sistema de etapas propuesto para frutas y hortalizas. Van abandonando esta pretensión y aceptando el mecanismo de verificación de convergencia de una duración de cuatro años, con una transiciión clásica de seis años para este sector: cuatro años de verificación de convergencia y seis de transición clásica. Al mismo tiempo se establecen en la negociación los principios de equilibrio, reciprocidad y progresividad y, de esta forma, la inicial liberalización de las importaciones en España de produc225 DOCUMENTACIÓN SOBRE POÜTICA EXTERIOR tos sensibles (cereales, cárnicos, lácteos, etc.) será progresiva y muy lenta al principio del período transitorio. Como norma general, el período transitorio es de siete años. En lo que se refiere a desarme arancelario, aproximación de precios y ayudas y adopción de la protección exterior comunitaria. Existe un período transitorio más prolongado de diez años para ciertos mecanismos horizontales de transición o el mecanismo complementario de intercambios, la adopción de acuerdos prefercnciales o la eliminación de ayudas nacionales incompatibles. Queda, asimismo, un período transitorio de diez años para el sector de frutas y hortalizas, motivado por la aplicación de la verificación de convergencia durante los cuatro primeros años, y para el sector de materias grasas, en razón del mantenimiento del sistema actual del comercio exterior español, durante un período inicial de cinco años. En el sector de frutas y hortalizas se produce, no obstante, un desarme arancelario acelerado durante los primeros años, de forma que, al final de la verificación de convergencia quedan suprimidas las diferencias arancelarias respecto a nuestros competidores, beneficiados de aranceles más bajos. Por ejemplo, en lo que se refiere a frutas y hortalizas, el arancel medio español es del 12 por 100 a la Comunidad, mientras que el marroquí es del 4 por 100 y el israelí del 8 por 100. Al terminar el período de verificación de convergencia, la discriminación desfavorable para España y favorable a estos países ha desaparecido. En el sector de materias grasas, el sistema propuesto se extiende a un período de diez años. A lo largo de la negociación, agricultores, autoridades, técnicos e incluso los que no lo éramos, fuimos descubriendo algo que es una evidencia, pero yo me excuso porque es un descubrimiento personal, y es la vulnerabilidad de un sector agrícola español frente a la competencia comunitaria. Es lo que se llama la sensibilidad de ciertos productos. De la misma manera que ciertos países agrícolas europeos deseaban garantías frente a nuestra competitividad en agrios o en algunas hortalizas, era necesario lograr una protección a través de un sistema transitorio específico para los productos sensibles. Estos sectores sensibles son: leche, productos lácteos, carne, vacuno, trigo blando panificable y ciertas frutas y hortalizas. En lo que se refiere a la leche, en la Comunidad, como ustedes saben, existen mares de leche y montañas de mantequilla, por lo que últimamente se ha procedido a un sistema de cuotas. La cuota fijada para España corresponde, aproximadamente, a la de producción de 1984. En el acta de conclusiones de la conferencia existe además, una declaración relativa a la revisión de esa cuota, en el caso de que las futuras estadísticas disponibles lo justifiquen. Una de nuestras dificultadas era que el método estadístico más simple y más verificable es el que se deriva del pago del IVA. En ese momento no estaba aprobado, pero desde el momento de su instauración podemos argumentar con mayor solidez respecto a las cifras, que no son desdeñables, y que corresponden a la producción de 1984, como digo, y, probablemente, podremos argumentar el alza en la leche. En el sector bovino, como complemento de la garantía que ofrece la organización común de mercados comunitarios y el control de importaciones, España mantendrá la posibilidad de añadir los gastos de matadero etc. El porcino quedó en principio en una situación específica, debido a la peste porcina en España, y se ha montado, frente a posturas maximalistas, comunitarias, un sistema más flexible, en base a la no aplicación de montantes compensatorios de adhesión a las importaciones hacia España durante los cuatro primeros años. Gran batalla también fue la del vino, con un saldo que me atrevo a presentar co226 COMUNIDADES EUROPEAS mo razonable y positivo, si bien, naturalmente, el sector es un sector en expansión y la entrada en la Comunidad producirá ventajas evidentes para ciertas calidades de vino. Sin embargo, habrá dificultades que exigirán cierta reconversión y esfuerzo en otros sectores. La cuota de producción asignada a España es de 27,5 millones de hectolitros para los vinos de mesa y los mostos de. verificación, quedando protegidas, por otra parte, las denominaciones de origen españolas. En cuanto a la aplicación de los montantes reguladores, se excluyen, en principio, las denominaciones de origen en función de la cría de los vinos. En un punto concreto la delegación de un país determinado mantuvo una postura que consideramos lesiva y no admisible respecto a la marca «Jerez Sherry» o «British Sherry» y, después de unas negociaciones difíciles aunque fuesen concretas, la Comunidad ha reconocido la exclusividad de la denominación de origen, «Jerez Sherry», para los vinos de esta región española, y excepcionalmente durante los primeros diez años se podrán seguir utilizando las expresiones «British Sherry» e «Irish Sherry» en el Reino Unido e Irlanda, pero no en el resto de la Comunidad. En el azúcar, la cuota conseguida corresponde a la producción española. En grasas, para los productos agrícolas transformados en la política social estructural se han obtenido ventajas muy alejadas de lo que eran las posiciones negociadoras hace unos meses. Hubo en la Comunidad una realidad y un mito que pesó sobre las negociaciones. La realidad era la capacidad pesquera española no solamente en la,Comunidad, donde pescamos un 8 por 100 o un 10 por 100 del total de nuestras capturas. El mito era el de la Armada Invencible Española, que de una manera, diríamos, drástica iba a entrar en las aguas e iba a dejar a los mares que circundan el viejo continente en ayunas de cualquier especie. Fue una dificultad importante porque los países, no solamente los grupos políticos, viven de estereotipos. El estereotipo de la capacidad pesquera española sin límites, hizo difícil y ardua la negociación. La Comunidad había establecido en 1983 su política pesquera, y la introducción en la Comunidad de un país pescador del nivel de España podría producir una serie de disrupciones. Llegaba a decirse que, de la misma manera que la pesca originó la salida de Noruega de la Comunidad tras el referéndum o las dificultades con otros países, la pesca iba a ser aquel muro contra el cual se iban a estrellar los esfuerzos españoles, incluso, la buena voluntad de los comunitarios. No obstante, el resultado de la pesca al que se llegó el 29 de marzo de 1985 es razonable y satisfactorio, y así lo han venido reconociendo los sectores afectados. No solamente se han doblado las capturas de merluza, de 18.000 toneladas—61.000 toneladas de jurel y bacaladilla—, sino también en lo que se refiere a la libertad de acceso a las aguas en las que tradicionalmente han faenado los españoles, con opción en el futuro de ampliar su campo de actividad. Se ha eliminado el sistema de licencias, se ha consolidado la presencia de todos los buques activos de la flota, tanto de bajura como de altura, y se han obtenido porcentajes sobre los TAC que dan a nuestra flota para el futuro unas perspectivas favorables. Por lo que se refiere a la flota de gran altura, se han consolidado sus derechos de pesca al tener capacidad en la lista de base de 300 barcos para nuestros arrastreros y palangreros, que habían ejercido sus derechos en los últimos años. De estos barcos, 150 podrán faenar en aguas comunitarias. La Delegación española a lo largo de la negociación mantuvo desde hace más de un año el principio de que al tratar de pesca, había que hablar no solamente de cap227 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR turas, sino también de organización de mercados y de ayudas estructurales. El resultado ha sido el tríptico: caputras, mercados, estructuras. En los recursos propios, para terminar, señorías, antes de pasar a otros temas evidentemente políticos, la Comunidad reconoce que nuestro país será beneficiario neto de fondos comunitarios... El señor MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES (Moran López): Yo comprendo los rumores de SS.SS., pero también comprendo que la opinión pública hoy, a través de nosotros, desea saber lo que ha sido el Tratado. Y, como he dicho al principio, a ello me he dedicado, porque no desearía que nadie quedase defraudado, no por comprensión mejor o peor, sino porque no me esforzase en hacerlo. En recursos propios, la Comunidad reconoció que España será beneficiaría al final del período transitorio. No obstante, mientras tanto, se pueden presentar situaciones de tipo contrario. Para evitar estas situaciones de desequilibrio, que pudieran surgir en los primeros años de dicho período, se ha arbitrado un sistema de equivalencia que significa una importante minoración de la contribuciones españolas. Para terminar, antes de liberarnos del contenido del Tratado, quiero hablar de dos temas políticos. Temas de gran importancia, no sólo para nuestra situación en la Comunidad, sino también para la situación como Estado y como país. El primero. Portugal; el segundo, Gibraltar. Respecto a Portugal tengo que decir que en los dos últimos años ha habido una situación de decrecimiento en el trato pesquero. También ha habido un esfuerzo concentrado por parte de nuestros amigos portugueses en el tema de negociación comunitaria. Respecto al período transitorio que rija las relaciones entre España y Portugal cabrían tres tipos de soluciones: El que la Comunidad nos aplicase el príodo transitorio; el que se nos aplicase a uno y otro el «article communitaire» y, en tercer lugar, el que se pactase con Portugal el período transitorio. Ha sido un esfuerzo de más de un año de negociaciones interrumpidas y retomadas que ha conducido a una solución respecto a Portugal que consideramos positivas. Contra los pronósticos de los más cscépticos de los medios comunitarios, que nos auguraban también la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Portugal, los dos países vecinos se han puesto de acuerdo en los tres últimos meses sobre unas cuestiones que habían necesitado siete años para ser resueltas por cada uno de ellos con la Comunidad. No es que el hambre ahogue, no es que la necesidad apriete, es que Portugal y España están entrando en una época distinta. Los prejuicios del pasado, los desconocimientos, las indiferencias no caben dentro de este planteamiento. Los acuerdos a los que se ha llegado entre España y Portugal son satisfactorios, no sólo porque equilibran los intereses de ambas naciones, sino porque permiten encarar el futuro común con una clara perspectiva integradora. Por lo que respecta a la pesca, que estaba parada desde 1982, se ha logrado la reanudación de una actividad recíproca interrumpida en dicho año. Mañana tendré ocasión, señores diputados, al contestar a una interpelación, de entrar en algún detalle sobre este tema. En lo que concierne a la agricultura, la integración de las estructuras agrarias de ambos lados de la frontera se realizará de forma cierta y progresiva con indudables beneficios mutuos con el mismo ritmo y modalidades, salvo algunas medidas especí228 COMUNIDADES EUROPEAS ficas pactadas y convenidas por cada uno de los países de la Comunidad. Por último, en el terreno de los intercambios comerciales, se ha superado la fase de la falta de entendimiento recíproco a base de una rápida marcha hacia el libre cambio en el que, salvaguardando los sectores flexibles de ambas economías, se liberaliza la mayor parte de los intercambios entre España y Portugal a partir de 1983. Finalmente, señorías, existe un tema que ha centrado la atención de la Cámara y de la opinión, un punto en el que existe un amplio consenso nacional, más bien diría yo que existe unanimidad: Gibraltar. Los tratados comunitarios y el derecho derivado se aplican a Gibraltar en virtud de los artículos 79 del Tratado de la CECA, 198 del Tratado de EURATOM y 227 del Tratado de la CEE, modificados en diversos extremos con los artículos 25 y 27 del Acta relativa a las condiciones de adhesión de la Gran Bretaña a la Comunidad el 22 de enero de 1972. Desde el comienzo del mandato de este Gobierno, la diplomacia española se ha preocupado en obtener que la adhesión de España a las Comunidades no pudiese arrojar sombra alguna sobre la vigencia de los títulos en que España funda su reivindicación sobre la ciudad y fortaleza de Gibraltar y para la recuperación del territorio usurpado del istmo. Sus señorías saben que, a partir de 1973. en múltiples contactos y conversaciones con el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, me he esforzado en poner las bases de una solución en el tema de Gibraltar que desembocase en la recuperación, por vía pacífica y negociada, del territorio de Gibraltar. Dichas conversaciones condujeron a la Declaración de Bruselas, el 26 de noviembre de 1984, y a las negociaciones y acuerdos celebrados en Ginebra el 5 de febrero de este año. Por primera vez la parte británica reconoce explícitamente que las conversaciones y negociaciones en curso abordaron el tema de la soberanía. Restaba, no obstante, señorías, obtener un acuerdo en el que se expresase explícitamente, y sin dar cabida a ninguna interpretación torcida, que la adhesión de España a las Comunidades Europeas no arrojaba ninguna duda o matiz sobre los títulos españoles. Pues bien, el 13 de junio de 1985 intercambiamos unas cartas —y SS.SS. conocen el valor en Derecho Internacional de las cartas, que equivalen a un Tratado resumido, a un acuerdo— intercambiamos unas cartas, el ministro de Asuntos Exteriores británico y yo mismo, según las cuales, sir Geoffrey Howe en nombre del Gobierno de Su Majestad Británica, y este ministro de Asuntos Exteriores, en nombre del Gobierno español, acuerdan que la adhesión y el acta a las Comunidades Europeas no implican, en ningún caso, modificación alguna de la posición española respecto a Gibraltar. Se añade en estas cartas que no afecta al proceso negociador y bilateral establecido en Ginebra y en Bruselas el 27 de noviembre de 1984. El texto de las cartas intercambiadas ha entrado en esta Cámara en la tarde de ayer, y la Mesa del Congreso me ha comunicado que está a disposición de las señoras y señores diputados. El objetivo primordial de mantener los títulos en que España basa su reivindicación se ha logrado y en lo que se refiere a las consecuencias de nuestra entrada en la Comunidad, no tiene ningún efecto sobre la reivindicación española y lo que yo espero es su logro en tiempo razonable. El Tratado, que acabo de explicar a SS.SS. y cuya aprobación solicito de la Cámara, es un tratado equilibrado, que se acomoda perfectamente a la situación eco229 DOCUMENTACIÓN SOURE POI.ITICA EXTF.RIOR nómica en que nos movemos. A diferencia de lo que hubiera podido ser hace unos veinte años, el Tratado, negociado en el clima de la crisis, ha tenido que proveer, de parte y parte, defensas para que los efectos de la integración no desequilibrasen demasiado rápidamente algunas de las estructuras, sin duda perfectibles, pero lícito su sostenimiento, de las economías respectivas. Los negociadores, conscientes de las ventajas que la integración comporta a largo plazo en el terreno económico, han tenido muy presentes los problemas que pueden surgir a corto y medio plazo por el incremento de la competencia, y hemos optado por amortiguar su impacto a través de un período de transición que permita una rcadaptación paulatina y suave de nuestros sectores productivos a la nueva es- • tructura. Pero frente a este aspecto inevitablemente defensivo, frente a estas cautelas para no hacer padecer a ningún sector económico español frente al detalle y la fijación en uno u otro producto —de los que la larga exposición es un brevísimo resumen de una manifestación de unos esfuerzos continuados por los negociadores anteriores, a los que de nuevo rindo tributo y por los negociadores actuales—, frente a esto, ni la delegación ni el Gobierno ni las Cámaras, espero, pierden la perspectiva, tratan de evitar que los árboles les impidan ver el bosque, el bosque magnífico y rejuvenecedor de Europa, al que vamos a entrar con buen paso, con cuidado, no perdiendo la senda, mirando hacia arriba, poniendo los pies, andando todos juntos, porque —repito— todos juntos somos pocos para la tarca que ahora vamos a iniciar. El señor PRESIDENTE: Advierto al público que no se puede aplaudir desde las tribunas ni hacer ninguna otra manifestación. Existe una enmienda a la totalidad de texto alternativo, del Grupo Parlamentario Popular. Para la defensa de la misma, tiene la palabra el señor Herrero Rodríguez de Miñón. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Señor presidente, para tratar de rescatar la atención de la Cámara, e incluso, de la opinión pública nacional, en el supuesto de que todavía existan televisores encendidos, voy a contarles una anécdota. Adelante, señor Herrero, cuéntenos la anécdota. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Un ilustre político conservador, que contribuyó bastante a la idea de Europa, Winston Churchill, solía ir a cenar una vez a la semana con sus ministros a! Hotel Savoy. Una vez le trajeron un «pudding» de arroz. Era la época de las restricciones bélicas y le trajeron un «pudding» de arroz. Churchill dijo: que lo retiren, porque está hecho con buena intención, está hecho con buenos ingredientes, pero no tiene argumento. Y la verdad sea dicha, y lo digo con el respeto que yo tengo por el señor Moran, al que después voy a dar cálidos elogios, porque se los merece, digo que lo que hemos oído hasta aquí, para el momento de hoy no tiene argumento. Vamos a ver si hacemos algo que pueda ser entendido por la Cámara y por la opinión pública de la nación, a la que aquí estamos representando, porque hoy es un día, a mi juicio, y a juicio, estoy seguro, de todos los miembros de la Cámara, extraordinariamente importante. Algo más que para echar cuentas y echarlas no del todo bien. Nosotros tenemos que hacer hoy una política de Estado, o intentar hacerla. Y esa política de Estado se caracteriza por las dos notas propias del Estado, que son: la generalidad y la permanencia. Hoy estamos aquí tratando de un tema que afecta a los españoles todos, con independencia de su ideología política y por encima de su 230 COMUNIDADES EUROPEAS ideología política. Porque lo que nos une como españoles embarcados en un proyecto común, ese proyecto al que se refería el ministro Moran en sus últimas palabras, es mucho más de lo que pueda separarnos. Hacemos una política, o pretendemos hacerla hoy, aquí, que no afecta sólo a los españoles de hoy, sino, todavía más, a los españoles de mañana y pasado mañana, una política que, desde luego, culmina largos años de esfuerzos. El ingreso de España en la Comunidad Económica Europea es una opción nacional hoy felizmente cumplida, y por eso quiero, al comienzo de mi intervención, felicitar, con toda sinceridad y con toda cordialidad, al Gobierno al que ha tocado presidir las fases finales de esc largo procesol. Es una felicitación a todo el Gobierno y al presidente del Gobierno. Porque si nosotros hacemos, y hacemos con razón, permanente responsable de los errores del Gobierno al señor presidente y de los errores de la dirección política de la administración que al señor presidente compete, incluso los de sus directores generales, es lógico que le hagamos también imputación de lo que puede tener de positivo, y tiene, la gestión gubernamental. Felicidades, señor presidente, al Gobierno entero y enhorabuena muy cordial al señor ministro, don Fernando Moran, porque su discurso aparte, todos sabemos la tenacidad y la buena voluntad que ha puesto, no en este discurso, por supuesto, sino en las negociaciones que felizmente ha culminado y que le han permitido, con todos los defectos que en su momento analizaremos, estampar su firma en algo que en conjunto continúa, con todos los defectos que tenga, la historia de España. Porque el ser de Europa, el ser europeo es una dimensión esencial de España. No se trata de decir, como desafortunadamente se ha dicho en ocasiones, ¡al fin somos Europa! Siempre hemos sido Europa y la fidelidad a esta europeidad es una constante en el ser histórico de los españoles. Por lealtad a Roma perecieron los saguntinos, cuando Roma era forjadora de Europa. Por Europa se pronunciaron ocho siglos de reconquista medieval, y no hace falta ser historicista en extremo para sentirse impresionado cuando el pasado día 12 de junio, bajo la presidencia del Rey don Juan Carlos, su Gobierno y los Gobiernos de once Estados europeos firmaban el Tratado, de cuya ratificación estamos tratando, a la sombra de una escultura ilustre, del Emperador Carlos V, el antecesor de nuestro Monarca, que, al decir de Menéndez Pidal, ha llevado a su ápice la apertura de la vieja España hacia Europa y la españolización de numerosas facetas de la vida europea. Por eso, porque nuestra integración en la Comunidad Económica Europea forma parte de una dimensión histórica y de un ya largo proceso, es necesario que tomemos conciencia de que juntos vamos a recorres todavía muchos tramos de se proceso. Pero también es preciso rendir un homenaje —ya se ha hecho, pero quiero que, asimismo, lo exprese la voz de la oposición— a cuantos españoles han contribuido a lo que Su Majestad el Rey ha calificado de triunfo de todos en su fase final, a los españoles que el ministro Moran llamó, en esta misma Cámara, la España peregrina que en 1962 se reunía más allá de nuestras fronteras en pro de una España como la que hoy va a ser parte de Europa, y, por supuesto, también a los españoles que en 1962, desde el gobierno de Madrid, iniciaron la aproximación a las Comunidades Económicas Europeas; a los españoles que en 1970 firmaron un espléndido tratado preferencial, que ha sido muy beneficioso para nuestra economía; a los gobiernos democráticos que iniciaron en 1977 la petición formal de adhesión de la Monarquía de231 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR mocrática a las Comunidades Europeas; a todos los que, con defectos, sin duda, han hecho posible este resultado al final. Pero después de los homenajes y después de recordar la historia hace falta utilizarla como peldaño para alcanzar, a través de ella, cotas más altas. Y para nosotros, los españoles que entramos en Europa, queda todo por hacer, porque nuestra europeidad no es sólo un legado ni ya algo conseguido, Europa es una tarea para la que, sin duda, hoy hace falta un nuevo esfuerzo, porque no está detrás de nosotos, está delante; no es ni siquiera algo a conquistar, sino algo a construir, e incluso, a imaginar, como se decía de la nebulosa de Laplace; no está en nuestro pasado, está en nuestro futuro. Esta tarea precisa que entre todos tenemos que abordar se concreta ahora en la ratificación de la participación de España en la Comunidad, de la integración de sus instituciones, en la leal contribución a sus procesos políticos y económicos y, desde luego, a mi juicio, en primer lugar, en obtener de esta integración el mayor beneficio posible para los intereses generales de España y el concreto bienestar de los españoles, de los españoles de carne y hueso, de los trabajadores del campo y de la industria, de los estudiantes, de los oficinistas y de los consumidores. A nuestro juicio, ello supone y exige —aparte de la necesidad de mejorar permanentemente nuestras posiciones una vez dentro de la Comunidad como han hecho desde el principio otros Estados miembros de la Comunidad— hacer conjuntamente un esfuerzo solidario de todos, de la sociedad y del Estado, para responder al reto que Europa supone. Y ese esfuerzo colectivo y solidario sólo se puede hacer, primero, afirmando una meta ilusionante a conseguir, después, realizando, por quien debe realizarla, una tarea de información y explicación y, por último, fijando entre todos el modelo europeo al que queremos contribuir. Sin duda, ese gran esfuerzo requiere una ilusión colectiva. La ilusión que yo cifraría en el empeño de modernización, dando un contenido real a esa palabra, porque modernidad no puede ser un cascarón vacío. Modernidad significa una sociedad libre de trabas y de intervencionismos, significa una economía libre de innecesarias ligaduras, significa una Universidad eficaz a la hora de investigar y de enseñar, significa una Administración pública objetiva y eficaz, una Justicia ágil e imparcial, una despolitización de jueces y funcionarios, significa en último término, racionalidad y eficacia. Para utilizar, señor presidente del Gobierno, sus propias palabras: significa que España funcione. España debería funcionar hace tiempo, y debería funcionar mejor y, sin duda, en mejores condiciones si hubiéramos puesto proa al alto mar de Europa. Pero, si no ha sido así —y digo que no nos interesa, ahora y aquí, el juzgar fallos del pasado ni promesas incumplidas, ni «slogans» vacíos—, vamos a aprovechar entre todos esta peripecia europea de nuestra historia para intentar de una vez modernizar nuestro Estado y nuestra sociedad, porque Europa y la modernidad aparecen siempre vinculados en la Historia de España. Sobran ejemplos del pasado, en el siglo XI, y en el XIII, en el XVI y en el XIX, pero lo que importa es el futuro a ver cómo lo hacemos ahora para que nuestros hijos y nuestros nietos den un aliento hispánico a la Europa posmoderna del siglo XXI. Este es un empeño ilusionante, capaz de movilizar las energías de nuestra nación, pero este tremendo esfuerzo colectivo para conseguir el empeño de la modernidad, un empeño que nos haga ser fuertes entre los fuertes, que nos evite convertirnos en una especie de «mezzogiorno» postergado de la Europa comunitaria, en los simples criaderos de corderos de lujo que vayan a comerse nuestros vecinos del norte, requiere una profunda labor informativa y requiere, como he dicho antes, el diseño de un modelo de política europea. 232 COMUNIDADES EUROPEAS En cuanto a la labor informativa, no cabe duda de que hay que explicar de verdad lo que la Comunidad Económica tiene de bueno para España, y hay que explicarlo sin ditirambos palurdos, porque no nos ponemos de largo, hace mucho tiempo que somos adultos, no somos por fin europeos, porque nunca hemos sido otra cosa. No ingresamos de favor, porque vamos a pagar un alto precio en el durísimo período transitorio, y proporcionamos a la Comunidad con nuestro ingreso una ampliación de su mercado que le garantiza, por de pronto, la primacía cuantitativa mundial. Y no entramos en ningún paraíso donde nuestros problemas vayan a resolverse como por ensalmo. Vamos, por el contrario, a entrar en un mercado más amplio y más competitivo, donde nuestras mercancías y nuestras empresas sólo si son mejores van a venderse mejor; en un concierto donde nuestros representantes sólo si son más hábiles y más firmes podrán mejorar nuestras posiciones; en un marco político, sin duda más estable y más influyente en el mundo, donde sólo si nuestros diplomáticos y nuestros gobernantes son más agudos y más previsores vamos a poder influir más y de aquí la importancia del seguimiento político «ad hoc» que estas Cortes hagan de la labor política de nuestros representantes en las Comunidades, como proponemos en nuestro texto alternativo. Vamos a ponernos en contacto con otras sociedades de las que podemos aprender muchas cosas, valores de modernidad y, también respeto a la tradición, y a las que podremos enseñar, sin duda también, muchas cosas, si conseguimos exprimir lo mejor de nosotros mismos. Porque tenemos muchas cosas que ofrecer. Somos un pueblo más joven que la media europea y que todos los países de la Comunidad, con más lenguas que ningún otro país de Europa, una de ellas universal, otra de ellas con prolongación transatlántica, otra de ellas la más antigua de Occidente, otra de ellas, precisamente es importante recordar el detalle, que se habla por mayor número de gente que el danés, es más importante que el danés en el mundo. Somos un pueblo con riqueza agrícola, mitos aparte, es tan poderosa como para haber tenido que ser contingentada porque Europa temía, y teme, nuestra competencia, cuyos empresarios en condiciones favorables, han sabido invadir con brío mercados europeos, y cuyos trabajadores han dado ejemplos de capacidad y de habilidad en toda Europa. Por ello precisamente, la limitación transitoria, pero larga, a la libre circulación de trabajadores españoles es una de las más chocantes discriminaciones de nuestra adhesión. En todo caso, sacar provecho de estos factores y elementos positivos no desde la inferioridad y la mendicancia, sino como socios de pleno derecho es aquello que nos permite el ingreso en la Comunidad Económica Europea. Ahora bien, todo eso tiene también sus costes, y es preciso que el Gobierno y su presidente los expliquen. Sin duda hay costes lógicos y aceptables, son costes derivados del ineludible acervo comunitario o de la situación real de la que partimos. Por ejemplo, la mera aplicación de la unión aduanera es un impresionante impacto a nuestra industria, del que sólo ésta podrá salir ahora si se vuelve, como tenemos que conseguir que se vuelva, más productiva para ser más competitiva. Ahora, también hay otros precios ilógicos que el Gobierno ha pagado, a nuestro juicio indebidamente, que colocan a España en mala situación, por ejemplo el hecho de que, reconociendo la política comunitaria los derechos históricos de pesca, hayamos renunciado a éstos en aguas portuguesas. Señor ministro, si a eso le llama ponerse de acuerdo, a ceder derechos históricos, tenga cuidado con sus acuerdos. Tampoco tiene mucho sentido, a nuestro juicio es ilógico, que en el último momento España, siendo deficitaria en su producción láctea, no haya obtenido las exen233 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR dones generales dadas a Jos países deficitarios, y es escandalosa, desde luego, \a participación de España en la devolución del famoso cheque inglés —el año 1986 sólo 10.000 millones de pesetas— para reembolsar una deuda que no pudo contraer nunca España porque la contrajo supuestamente la Comunidad desde 1972 a 1983, cuando bien lejos estaba España de ella. Todo esto hay que explicárselo a España, no tanto para llorar sobre la leche derramada —y nunca mejor traído a cuento el adagio, señor presidente— sino para que los españoles, conociendo de verdad la realidad, pueda asumirla del todo y entre todos superarla después. Sólo diciendo la verdad —y muchas veces el presidente del Gobierno se ha referido a la necesidad de no ocultar nada, de decir la verdad— es posible obtener el esfuerzo colectivo, del que todos precisamos para hacer entre todos la respuesta al desafío histórico que Europa significa. Por eso, señor presidente, es preciso —probablemente no ahora, pero en un próximo debate, al que sería bueno que usted se comprometiera desde ya— y sería bueno que lo explicara claramente, porque lo que antes se ha hecho aquí realmente no es una explicación, no es una valoración, es simplemente —digamos— la recitación de los flecos del Tratado, pero lo que queremos es una valoración con más carácter político, no ausente de cifras, pero hecha de tal manera que no sólo esta Cámara, sino los españoles, la comprendan, y yo estoy seguro de que todos estarán de acuerdo en que lo que se ha hecho antes no es ese tipo de explicación. Es preciso, señor presidente, que usted, que sabe hacerlo, explique a los pequeños ganaderos de la cornisa Cantábrica, de Euskadi, de Cantabria, de Asturias, de Galicia, también a los de la isla de Menorca, por qué les va a ir peor a sus producciones lácteas y de ganado vacuno. Tiene usted que explicar, señor presidente, en su lenguaje, que usted sabe hacerlo, por qué a los pescadores gallegos se les van a cercenar sus cuotas de pesca en las aguas portuguesas, por qué a los navarros, a los riojanos, a los aragoneses, a los catalanes, su producción de frutas y hortalizas les va a ser perjudicada durante el período transitorio. Tiene usted, señor presidente, que explicarles a los cultivadores de remolacha en la cuenca del Duero, o de cereales en grandes partes de Castilla la Vieja, por qué sus explotaciones van a ser muy maltratadas en el futuro; a los manchegos, por qué las cuotas van a suponerles tantos problemas en la producción de vino y de girasol, a los andaluces, con los que usted tiene además lógicamente una especial capacidad de comunicación, tiene que explicarles, por ejemplo, por qué, siendo deficitaria Europa en algodón, se han puesto contingentaciones a la producción algodonera en esta región, que también está penalizada en temas tan importantes como el vino, el girasol, la remolacha o el vacuno. El señor PRESIDENTE: Le ruego que termine, señor Herrero. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Señor presidente, me acojo a la benevolencia de que ha dado muestras en tantas ocasiones, y especialmente hoy, para prolongar un poquito más. El señor PRESIDENTE: No he dado muestras de ninguna benevolencia, porque, como sabe S.S., el Gobierno tiene tiempo ilimitado, he dado pruebas de benevolencia con S.S. al triplicarle el tiempo de vigencia que corresponde a S.S. en el procedimiento de urgencia. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: En todo caso, confío en su buena interpretación del Reglamento. Seguimos con lo que debe explicar el señor presidente, en este caso del Gobierno porque es necesario que explique a valencianos y murcianos la solución dada al pro234 COMUNIDADES EUROPF.AS blcma de los cítricos, que si va a mejorar, una vez pasado el período transitorio, va a tener realmente una mala situación temporal y muy dura comparada con terceros países como Israel y Marruecos. Todo esto debe usted, señor presidente, explicarlo en esta Cámara cuanto antes, ya digo en un debate pormenorizado sobre cada extremo del Tratado para que entre todos busquemos la solución adecuada que palie la dureza del período transitorio y compensar a los sectores que más van a sufrir el coste de la adhesión, porque si la adhesión es buena para España entera —yo creo que en conjunto lo es— no puede perjudicarse o triturarse con ella a sectores sociales y laborales que precisamente contribuyeron y contribuyen al incremento de la riqueza española y que no son precisamente los más beneficiados por ella. Y, al acabar este capítulo de los costes que hay que explicar, yo rogaría al Gobierno que tuviera cuidado con los últimos rumores sobre pasos excesivamente raudos y avanzados por el camino de la Unión Europea, porque hay algo que cualquiera que sea el avance en esos pasos debemos salvar. Tenemos que salvar, como salvan todos los países de Europa, aquellas competencias antes llamadas soberanas, aquellas competencias que son el mejor instrumento para la protección de nuestros intereses concretos, de los intereses del hombre y la mujer de la calle. Yo creo que éste es el verdadero sentido que hoy en nuestros días tiene hablar de soberanía, un instrumento para defender los intereses nacionales, que son también los intereses de los españoles de carne y hueso. Pero además, es preciso tener un modelo de nuestra política europea, porque sin un plano no se hace un edificio y sin un proyecto sugestivo no se hace una acción histórica, y aquí, como el señor ministro recordaba al final de su intervención —para lo que yo ruego al presidente que me de unos minutos para exponer—, aquí estamos haciendo historia, porque historia es la política en grande y la política en serio que hoy tratamos de abordar, y la oposición, en cuyo nombre tengo el honor de hablar, quiere contribuir a este diseño hoy porque los españoles le han encargado esta función, como en su día contribuirá desde el Gobierno cuando los españoles le encarguen esta función. El señor PRESIDENTE: Señor Herrero, ruego a S.S. que en lo posible defienda la enmienda a la totalidad de texto alternativo. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Sí, señor presidente, pero confío en que la importancia del tema me permita desarrollarlo.. Todos, Gobierno y oposición, todos somos pocos a la hora de aunar esfuerzos y la lógica diferencia de criterios no puede impedir esta acción de conjunto, antes bien debe enriquecer el esfuerzo común. Precisamente la manera como en una democracia la oposición ha de contribuir al esfuerzo del Gobierno, al acierto del Gobierno hoy, y al cuerpo electoral mañana, es controlando la acción gubernamental y las omisiones y olvido gubernamentales, llevando sus enmiendas y sus alternativas al debate parlamentario. Y en política de Estado —y ésta es una gran ocasión de política de Estado— la mayoría haría muy bien en mantener diálogo con la minoría y el Gobierno en prestar oídos a las razones de la oposición para integrarlas en una común razón de Estado. La contribución —y con esto llego a la última parte de mi intervención, señor presidente— que hoy pretende la oposición hacer a este modelo de política europea es triple. En primer lugar, un texto alternativo, en segundo lugar, una advertencia económica, en tercer término, y al hilo de la intervención del señor ministro, una propuesta política. 235 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR En primer lugar, planteamos un texto alternativo a la Ley Orgánica prevista en el artículo 93, porque creemos sinceramente que no es muy de recibo una Ley de artículo único, más propia para una aclamación plebiscitaria que para un debate parlamentario. Y habría muchas razones para decir porqué queremos una Ley como la que presentamos, un texto alternativo como el de nuestra enmienda, porque, como ya se ha dicho, tenemos que recibir el 1." de enero de 1986 un acervo normativo comunitario de 50.000 páginas, más o menos, de normas y eso va a tener que aplicarlo el juez de Arenas de San Pedro y los funcionarios del municipio de Castrillón, en Asturias, y es evidente que si no establecemos un mecanismo desde ahora para recibir todo eso y para que el ciudadano de a pie sepa con qué se enfrenta, en el buen sentido del término, señores, estamos acabando con el principio de seguridad jurídica establecido en nuestra Constitución. ¿Se dan ustedes cuenta de lo que es recibir de pronto 50.000 páginas de normas que han de ser aplicadas, algunas inmediata y directamente desde el 1." de enero de 1986, y otras desarrolladas desde esa misma fecha, si no hay desde ya funcionando, como nosotros prevemos que funcione, un mecanismo de análisis político y técnico? Yo podría abundar mucho en estas razones, señor presidente, pero con su permiso voy a referirme a una razón que yo estimo de peso, porque lo dijo un especialista notable en estos temas. El hoy ministro, señor Moran, afirmaba exigiendo una Ley el 29 de septiembre de 1978 en el Senado, y no exigiendo una ley formal, una ley tan material como para responder a todo esto. ¿Es posible, señores senadores, conceder al Gobierno la facultad de establecer esta recepción por medio de un dispositivo, de un instrumento que equivalga a una delegación gubernativa? ¿Es posible, tiene sentido, si la regulación de casi todos los sectores jurídicos, económicos e incluso políticos de la vida nacional van a quedar afectados con la adhesión, sustraer a las Cortes, por el precedimiento ordinario, el conocimiento, discusión y aprobación de esta recepción? Pensemos que la recepción se establece al adherirse al Tratado y que tiene las siguientes dimensiones: En primer lugar, la incorporación de lo que los mismos tratados dicen; en segundo lugar, la recepción de los actos jurídicos unilaterales de las instituciones de la Comunidad, concretamente las decisiones de la Comisión y del Consejo de Ministros; en tercer lugar, la recepción de los actos convencionales entre los miembros, lo que determina lo que se llaman las políticas de la Comunidad y, por último, la recepción también de las convenciones, basadas entre la Comunidad y terceros Estados, que significa las relaciones económicas de la Europa desarrollada con el 65 por 100 de los países desarrollados productores de materias primas. Y sigue el señor Moran señalando la necesidad absoluta de una ley, que él incluso renunciaba a que fuera orgánica, consideraba que podía ser ordinaria, con tal de que fuera una ley la que hiciese todo esto. Y por decir eso consiguió el señor Moran, o contribuyó a conseguir el actual artículo 93. Creo yo que con las palabras, sumamente autorizadas, del señor Moran, que es un gran profesional y que conoce el tema, queda suficientemente demostrada la necesidad de que esta ley, la ley que prevé el artículo 93, establezca un mecanismo para absorber ese inmenso acervo normativo de más de 50.000 páginas. El señor PRESIDENTE: Señor Herrero, por segunda vez le ruego que termine. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Se lo agradezco, señor presidente, pero le encarezco la importancia del tema. 236 COMUNIDADES EUROPEAS Hay otro problema que exige el texto alternativo, o un texto semejante al que nosotros presentamos, porque sin duda el nuestro puede ser muy mejorablc en los trámites oportunos si ahora se toma en consideración y, desde luego, ello no plantearía ningún retraso a la ratificación del Tratado, en su caso, porque está, nada menos, que el tema de articular las autonomías con la autoridad estatal a la hora de aplicar los reglamentos comunitarios y de desarrollar las directivas comunitarias y otras normas igualmente susceptibles de desarrollo. Sin intentar agotar el tema, dense cuenta, señores diputados, que no basta afirmar, como el presidente del Gobierno hizo en su última comparecencia ante el Senado, que el Estado mantiene las competencias suyas y las autonomías las suyas, porque el señor presidente del Gobierno decía: hay problemas añadidos, y claro está, que los hay, hay problemas añadidos que no pueden resolverse como, según el presidente del Gobierno, podían resolverse, por la mera ampliación tácita del concepto de legislación básica y por —permítanme la expresión— la truculenta invocación del artículo 155. Los problemas no se resuelven así, porque eso equivale a una forma vergonzante y tácita de la LOAPA, y eso hay que evitarlo a toda costa, hay que evitarlo en bien de todos. Hay que evitarlo porque la estabilidad constitucional de nuestro país pasa porque no se reabra el contencioso autonómico, felizmente cerrado o en vías de cierre. Y esto no son orgías jurídicas, estoy seguro de que el señor Boyer estará de acuerdo conmigo, no son orgías jurídicas, es tomar conciencia de una urgentísima necesidad española: prever un mecanismo flexible de articulación entre la voluntad estatal y las voluntades autonómicas que deben contribuir a integrarla, porque de ninguna manera se pueden resolver por vía de conflicto, y de conflicto incluso violento, los problemas que puedan deducirse a la hora de resolver esos problemas anexos a los que el señor presidente del Gobierno se refería. Por último, yo quiero llamar la atención sobre el tema de Gibraltar que abordamos en nuestro texto alternativo. De la misma manera que los británicos introdujeron Gibraltar en el contexto comunitario, cuyo carácter indefinido permitiría encontrar títulos suplementarios a la presencia británica en el peñón, creemos que España debería hacer —ya que no lo ha hecho en el acta de adhesión— en este acto una expresa reserva de sus derechos y no vale la explicación que ha intentado darme el señor ministro, por lo siguiente. Señor ministro, Inglaterra en el año 1972 introdujo el peñón en un contexto comunitario y nosotros no hemos conseguido, como usted sabe muy bien, hacer ese intercambio de notas dentro del contexto comunitario, sino al día siguiente de la firma (la firma fue el 12 y el intercambio de notas meramente bilaterales fue el 13), mientras que Alemania, por ejemplo, cuando fundó con Francia la Comunidad Económica Europea, exigió un protocolo sobre el estatuto de Berlín y consiguió un intercambio de notas, no a nivel de ministros de Exteriores, sino a nivel de presidentes de Gobierno, con Francia sobre el territorio del Sarrc. ¿Por qué? Porque era fundamental no crear títulos suplementarios o ambigüedades difícilmente susceptibles de explicación. Ustedes saben que esto se ha intentado y ustedes saben que no lo han podido conseguir. Yo hace tiempo dije en esta Cámara que había grandes y viejas entidades histórico-políticas que articulaban España como el viejo Reino de Navarra, o el viejo Reino de Galicia, o Cataluña, o Euskadi, y viejas reivindicaciones españolas, como era el caso de Gibraltar, que no podrían pasar jamás, aunque pasara un tratado o una norma por importante que fuera. Lo repito ahora, y creemos que es el interés nacional de todos garantizar, tanto que las Comunidades —me refiero a las Comunidades Autónomas— no van a ser erosionadas ni marginadas por 237 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR un artilugio de leguleyo de la gran tarea histórica de todos los españoles que es Europa, como el mantener en alto nuestra reivindicación de Gibraltar, siguiendo simplemente, lo mismo que Alemania hizo en el año 195] respecto del Sarre y respecto de Berlín. Señor presidente, voy a ser ahora muy breve, se lo prometo. La segunda aportación... El señor PRESIDENTE: Señor Herrero, le daré como máximo cinco minutos y. a los cinco minutos, le retiraré la palabra. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Gracias, señor presidente. La segunda aportación que la oposición pretende hacer en el momento de ingresar España en la Comunidad Europea es urgir una política capaz de relanzar la economía, porque España produce hoy más pero para los españoles que Europa para el resto de los europeos, y si no ponemos remedio el inmediato futuro será aún peor. Tenemos que producir empleo pese a que los expertos comunitarios, en sus estudios, hayan previsto otras alternativas menos dichosas. Y sin inversión no podemos cubrir la distancia que separa la competitividad de nuestra economía de las economías europeas, con las que vamos ahora a integrarnos, pero también a encontrarnos y a enfrentarnos. Sin inversión no habrá empleo para la España comunitaria, y necesitamos inversiones. Hay, señor presidente, dos tipos de economías hoy en el mundo: las que son susceptibles de atraer el dinero porque liberan la libertad para trabajar del individuo y la iniciativa, y las que ahuyentan el dinero porque no dan facilidades a la inversión productiva. Y, señor presidente, hoy las materias primas fundamentales no son el carbón, como en el siglo XIX. o el petróleo, como en años más recientes, es la iniciativa, la libertad para crear y las disponibilidades económicas y financieras para hacerlo, y el Mercado Común supone, sin duda, la libertad de circulación de capitales, pero para lucrarse de ello es preciso tanto liberar los capitales propios como atraer, en limpia concurrencia, los capitales ajenos. El presidente de la Coalición Popular, y muchos de mis compañeros diputados, han dicho muchas veces, y yo repito ahora, que si no liberalizamos, si no quitamos las ligaduras que maniatan a nuestra economía, si no incentivamos el ahorro y la inversión ni el ahorro nacional se convertirá en inversión ni atraeremos en cuantía suficiciente la inversión extranjera, y lo que necesitamos son inversiones, inversiones y más inversiones, porque para hacer frente a Europa necesitamos una nueva agricultura, necesitamos renovar nuestras industrias y necesitamos ir por el camino de las tecnologías de punta o, señores diputados, vamos a ser el yunque y no el martillo de Europa. Y queda, señor presidente, un tercer y último extremo que introduzco al hilo de la intervención del señor ministro y es la actitud ante la cooperación política europea —proceso interesante si los hay— iniciada el año 1969, revitalizada en la última década y consistente en la coordinación informativa, consultiva e incluso activa, de la política exterior de los miembros de la Comunidad. Nosotros proponemos que en esa cooperación política europea, España lleve a cabo una función activa, una función tan leal a su europeidad como a las dos dimensiones complementarias de su europeidad: la dimensión mediterránea y la dimensión atlántica. En la dimensión mediterránea hay un paso fundamental a dar que es la normalización de nuestras relaciones con Israel, como han hecho los demás miembros de la Comunidad Económica Europea y también parecía ser la intención del señor presidente del Gobierno en sus últimas declaraciones de La Haya cuando decía que había que orientar la cooperación política europea para garantizar paz y prosperidad 238 COMUNIDADES EUROPEAS en el Medio Oriente, pero eso sólo se hace si se está presente ante todas las partes en conflicto. Una de ellas es Israel, y es una nación cuya segunda comunidad lingüística, señores, es la española. Ese tipo de relaciones la España europea no las puede menospreciar. De Occidente, nosotros, los españoles, convertimos el Atlántico en el Mediterráneo de la modernidad, y tenemos una dimensión iberoamericana y una dimensión norteamericana y en la dimensión iberoamericana tenemos que sustituir la mera retórica por acciones eficaces, y como acciones eficaces. Cinco minutos, señor presidente. El señor PRESIDENTE: Le quedan exactamente un minuto y treinta segundos. Continúe, señor Herrero. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: A nuestro juicio, señores diputados, España debe orientar la atención de la Comunidad Económica Europea hacia las naciones iberoamericanas para promover en ellas la paz y la estabilidad democrática: pero ese proceso político es inviable sin el desarrollo económico y social. Si los años sesenta fueron en Iberoamérica los años de la subvención, y los años setenta la década de desafortunados préstamos, la presente década y la próxima tienen que ser las del desarrollo a través del comercio y la inversión. Es precisamente este ámbito donde la presencia española puede debilitarse una vez que su primordial atención haya sido atraída por Europa, por Europa y por países tercermundistas amparados por la convención de Lomé, merced a la habilidad y firmeza negociadora de países como Francia, Bélgica y Gran Bretaña. Sin embargo, no todo está perdido para los españoles si hacemos un esfuerzo de imaginación, si estimulamos la presencia europea en zonas donde ya hay una relación económica establecida, como es el Grupo Andino y Centroamérica. Me congratularé de que lo que ha dicho el señor ministro sobre el segundo San José sea una realidad en la que España pueda jugar algo más que frases hueras. En segundo término, España puede jugar su gran carta de presentación en Iberoamérica para conducir hacia ella flujos financieros, por ejemplo, a través de empresas mixtas y empresas... El señor PRESIDENTE: Señor Herrero, el tiempo ha terminado. Le ruego que termine su argumentación y que no desobedezca las indicaciones del presidente. Termine su argumento, señor Herrero, por favor, no quiero verme obligado a retirarle la palabra. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Le aseguro que termino en seguida. Por último, España debe, desde Europa, proporcionar una baza decisiva a la inversión humana que el desarrollo de este inmenso continente necesita. Si son otros los países europeos con mayor capacidad financiera para movilizar estos recursos, es España quien debe poner a disposición de esta gran tarea europea no una vacía retórica, no simples lazos históricos, sino su comunidad de lengua y cultura, sus maestros, médicos, sanitarios, técnicos de todos los niveles hoy en paro, su talante, su experiencia en fin, cuyo centenario vamos a conmemorar en poco tiempo. Y queda una vertiente, la vertiente de las relaciones de la cooperación política europea con los Estados Unidos, esalgo fundamental para el interés español y para el que pido la atención de los diputados el minuto que me queda. Señores diputados, no es el futuro de Europa la rivalización con los Estados Unidos, ni tratar de erosionar las posiciones de Estados Unidos. Es el futuro de Europa y de los Estados 239 DOCUMENTACIÓN SOBRE Poi.fTiCA EXTERIOR Unidos marchar juntos en la promoción de intereses comunes y muy especialmente a través de la liberalización del comercio mundial, que tan favorable seria a los intereses económicos españoles, amenazados por neoprotcccionismos ocultos. No nos conviene una Europa aislada y cerrada sobre sí misma, lo que se llama una Europafortaleza, nos conviene una Europa capaz de ser el copilar de lo que un europeo ilustre, perseguido por muchas tiranías, llamaba la Unión de los Pueblos Atlánticos. Señor presidente, con esto he terminado y está clara cuál ha sido la intención de mi discurso. En primer lugar, he felicitado cordialmente al Gobierno y no le he regateado méritos. En segundo lugar, le he invitado a participar más que con palabras con un esfuerzo real de información y de toma de responsabilidad para que los españoles sean capaces de tomarse en serio de verdad la idea de Europa, sabiendo lo que nos cuesta, sabiendo lo que podemos obtener de ella. En tercer lugar, he sometido a esta Cámara las líneas generales de nuestro modelo europeo. Un texto alternativo para ingresar en Europa con todas las garantías para Europa y para nuestra seguridad jurídica y política, una urgencia de nueva política económica que nos haga competitivos con Europa y unas líneas generales de política internacional capaces de fortalecer desde Europa el papel de España no sólo en Europa, sino en el mundo. Muchas gracias, señor presidente. El señor PRESIDENTE: ¿Turno en contra? Tiene la palabra el señor Marín. El señor MARÍN GONZÁLEZ: Señor presidente, señoras y señores diputados, consumo el turno del Grupo Parlamentario Socialista respecto a la enmienda de totalidad presentada a la ley orgánica de autorización por el Grupo Parlamentario Popular. En aras al Reglamento del Congreso, voy a oponerme a la enmienda de totalidad que nosotros entendemos no ha sido defendida por el portavoz de la oposición, porque, al contrario, entendemos que se ha librado un discurso, y aunque nos parece muy bien que la oposición haga un discurso sobre este tema, ha pasado de puntilla sobre las cuestiones centrales de esta enmienda a la totalidad, que me parece importante pormenorizar y estudiarla en detalle. Si ése es el modelo europeo que ustedes pretenden, creo que convendría matizar mucho, porque francamente esta enmienda a la totalidad que ustedes plantean, desde luego nos coloca en una situación claramente anticomunitaria, como pretendo demostrar de la manera más aséptica y neutral posible. En cuanto a la valoración global que ha hecho del Tratado de adhesión el representante de la oposición, solamente quiero señalar que hemos oído un conjunto de tópicos como que Europa y Estados Unidos tienen que llevarse bien, que el Mercado Común es un mercado más amplio, que hay que prepararse, que hay que modernizarse, que hemos descubierto que el español se habla más que el danés, lo cual parece obvio existiendo solamente siete millones de daneses y 38 millones de españoles. Y luego se han vertido una serie de gotas de catastrofismo sobre determinados sectores de las negociaciones de adhesión, sobre lo cual voy a pasar también bastante deprisa teniendo en cuenta que. efectivamente, el Tratado de adhesión y sus circunstancias internas serán discutidas con mucha asiduidad en este Congreso de los Diputados y me imagino que también en el Senado. El Grupo Parlamentario Socialista defiende la presentación de esta ley de autorización formal que ha presentado el Gobierno solicitando de las Cortes la autoriza240 COMUNIDADES EUROPEAS ción para ratificar el Tratado que integra a nuestro país en la Comunidad Económica Europea. Las razones son las siguientes. El Capítulo III de la Constitución, que está referido a los tratados internacionales, establece la exigencia de la previa autorización de las Cortes Generales para la prestación del consentimiento del Estado. No obstante, en el artículo 93, en los supuestos en los que se atribuye a una organización internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución, dicha exigencia se complementa con otro requisito, que debe ser hecho a través de una ley orgánica. Efectivamente, nosotros creíamos que ése iba a ser el objeto del debate, y no el discurso que hemos escuchado, que las enmiendas del Grupo Popular han incorporado a las consecuencias que va a tener el Tratado de adhesión; problemas que existen, que son reales y que hubiera merecido la pena debatirlos. Esos problemas, que son reales y que existen, intentaré describirlos de una manera muy rápida. Con la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea se plantea un primer problema: la incorporación del derecho comunitario. Otro segundo problema: la garantía del cumplimiento del derecho comunitario, garantía de cumplimiento del derecho comunitario, garantía de cumplimiento que tiene que ser hecha por las Cortes Generales, por el Gobierno y por las Comunidades Autónomas. Tercer problema, derivado de esta garantía del cumplimiento, está en ¿qué ocurre en cuanto se incumple por alguna de las partes ese derecho comunitario? Cuarto problema, que, efectivamente, hay que asegurar en el futuro un cuadro de cooperación que asegure el cumplimiento y la ejecución del derecho comunitario. Y por último, otro problema que pensábamos se iba a discutir y que está incurso en las enmiendas que presenta el Grupo Popular: las materias reservadas a la ley por la Constitución, y por tanto, el control que tienen que ejercer las Comunidades y el Parlamento. De eso no hemos oído absolutamente nada, pero tengo que entrar a pormenorizar, naturalmente, porque me obliga el Reglamento y porque tengo enorme interés en que ustedes vean si la enmienda a la totalidad se acompasa con las exigencias del derecho comunitario, como señalaba al principio. ¿Acaso se equivoca el Grupo Popular cuando señala que esos problemas existen? En absoluto porque están ahí. ¿Acaso es una exigencia que no puede ser tomada en consideración el que hay que resolverlo? En absoluto porque efectivamente habrá que resolverlo. Han sido estos problemas, que se alumbraban en su enmienda, objeto de preocupación, por supuesto del Gobierno y del Grupo Parlamentario Socialista. Ahora bien, creemos que no es el momento oportuno y, por otro lado, la técnica que se sigue para intentar resolverlo en absoluto responde a las necesidades que justifican la enmienda a la totalidad. El señor ministro, ya ha señalado las razones por las cuales el Gobierno ha presentado una ley orgánica de carácter formal. Y las razones —se las repito— son las siguientes: en primer término, la ley orgánica que se ha presentado nos parece que es el instrumento, y la autorización es el objetivo básico que persigue la norma constitucional, es decir, el artículo 93 de la Constitución. La ley orgánica que se presenta se hace para autorizar la conclusión del Tratado y no para otra cosa. Se agota en sí misma con la promulgación. Pero, además de esta consideración de carácter general sobre una buena lectura del artículo 93, hay que 241 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR hacer en este momento una lectura política el Gobierno, efctivamente, no incorpora a esta ley, de contenido formal, las inquietudes que tiene el Grupo Popular, como todos los Grupos de esta Cámara, por dos razones. La primera de ellas, por una cuestión de oportunidad política. Y digo por una cuestión de oportunidad política porque lo que se trata hoy con esta ley orgánica es que las Cámaras se pronuncien sobre una cuestión clara: el Tratado de adhesión; sobre una cuestión concreta: el Tratado de adhesión, y sobre una cuestión perfectamente definida: el Tratado de adhesión. En absoluto se puede pretender que otros problemas que existen se mezclen con este debate, al objeto de que el debate de adhesión de España a la Comunidad sea sustituido por otras cuestiones que son reales y que existen, pero que habrá que verlas en el futuro, porque afectan al juego de las instituciones españolas, una vez que se haya producido efectivamente la adhesión el 1 de enero de 1986. En segundo término, hay una cuestión de prudencia política. Imagínense ustedes si el Gobierno y el Grupo Parlamentario Socialista hubieran tomado la iniciativa de incorporar en esta ley orgánica formal los contenidos materiales que pretendía el Grupo Popular. Estoy absolutamente convencido de que la crítica hubiera sido la contraria el Gobierno está utilizando el trámite de adhesión de España a la Comunidad, pero para resolver —como decía muy bien el ministro— por la vía expedita, «manu militari»-, problemas que son muy delicados. En consecuencia, por una cuestión de oportunidad política y de prudencia política, el Gobierno, deliberadamente, no ha querido hacerlo, lo cual no significa que no nos preocupe. Y, efectivamente, como señaló con mayor autoridad el ministro, esa ley habrá que hacerla, e inevitablemente habrá que hacerla antes del 1 de enero de 1986, pero el momento oportuno no es ahora. Ahora entro a decir por qué su modelo europeo, su alternativa, no puede en absoluto ser aceptada gor el Grupo Parlamentario Socialista, en un análisis puramente técnico y aséptico de lo que es la normativa comunitaria. Eludiré hacer cualquier tipo de consideración, sea política o ideológica. Las enmiendas que ustedes plantean son innecesarias en la mayoría de los casos; incompatibles, algunas, con el derecho comunitario y con el carácter general, bajo una apariencia formal de pretender una mayor seguridad jurídica para los justiciables, introducen tal grado de confusión que provocarían, caso de ser aceptada, márgenes considerables de inseguridad jurídica. Las razones son las siguientes: el artículo 1." —y era el debate que había que haber hecho— ustedes proponen una fórmula que puede ser perfectamente aceptada por parte del Grupo Parlamentario Socialista. En último término, no añaden nada nuevo. La propuesta que había hecho el Gobierno era la que en su día fue aceptada, tanto por los países miembros fundadores, como en la primera ampliación, por Dinamarca, Reino Unido e Irlanda, por la segunda, Grecia, y ahora por Portugal y por España. Si ustedes entienden que el artículo queda así un poquito mejor, de acuerdo, queda un poquito mejor, pero no añade, señorías, nada fundamental. En segundo lugar, está el apartado segundo del artículo 1.° que ustedes proponen. Este artículo es innecesario y, además de ello, es anticomunitario. La finalidad de la ley orgánica es la de autorizar la prestación del consentimiento del Estado. Nada más. 242 COMUNIDADES EUROPEAS Veamos ahora lo que ustedes pretenden en este artículo 1." apartado 2: «A efectos de dar cumplimiento a las previsiones de dichos Tratados, se transfiere el ejercicio de las competencias derivadas de la Constitución a las instituciones de las Comunidades Europeas, en la medida prevista en el Tratado, y dentro del ámbito de los sectores afectados por la activida comunitaria». Tengo que señalarles que la mera adhesión a los Tratados produce automáticamente la transferencia a las Comunidades Europeas, en virtud el principio de la primacía del derecho comunitario, y no corresponde, en absoluto, al ordenamiento jurídico nacional operar dicha transferencia. Por decirlo todavía más claro, no se puede aceptar esta enmienda, ya que no hay por qué declarar la transferencia en el ejercicio de las competencias derivadas de las garantías contenidas en la Constitición. El ordenamiento jurídico comunitario —son las reglas del juego, y si de verdad se quiere apostar por ese modelo europeo hay que aceptarlo así, porque así son— es por el hecho de la adhesión a la Comunidad Económica Europea, un ordenamiento de aplicación automática, respecto del cual los Estados miembros se limitan a garantizar su cumplimiento, y el artículo 93 de la Constitución es rotundo en esta línea de interpretación. Corresponde a las Cortes Generales o al Gobierno, según los casos, la garantía de su cumplimiento. Sobre la primacía del derecho comunitario podía apuntarse —esta es la visión que tiene el Grupo Parlamentario Socialista— que existe una reiterada jurisprudencia de la Corte de Justicia de las Comunidades, en términos que son clacos y taxativos. Sobre este problema concreto de la enmienda que ustedes plantean ha habido, exactamente, nueve sentencias. Les voy a leer algunos de los considerandos, en concreto de la sentencia Simenthal, de 9 de marzo de 1978. Dice el alto Tribunal: «En virtud del principio de la primacía del derecho comunitario, las disposiciones de los Tratados y los actos de las instituciones directamente aplicables producen el efecto, en sus relaciones con el derecho interno de los Estados miembros, no solamente de hacer inaplicable de pleno derecho, por el propio hecho de su entrada en vigor, cualquier disposición contraria de la legislación nacional existente.» Insisto, esta enmienda es tan anticomunitaria que, sin duda, una profundización en las consideraciones particulares del Grupo Popular debería llegar a la misma consideración que estoy haciendo, porque, en último término, son decisiones, sentencias del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, que, efectivamente, les gustará a ustedes más y a los socialistas menos, pero son reglas de juego, y si el alto Tribunal de Luxemburgo ha establecido que ese es el juego del derecho comunitario respecto del derecho nacional, aunque a ustedes y a nosotros nos gusten más o menos, no tenemos nada que decir, simplemente acatar esas decisiones del Tribunal de las Comunidades. Artículo 2." Dicen ustedes: «Desde el momento de la adhesión, las disposiciones de los Tratados originarios y los actos adoptados por las instituciones de las Comunidades antes de la adhesión, obligarán y serán aplicables en España en las condiciones previstas en tales Tratados y en el Acta de Adhesión. Repito, obligarán y serán aplicadas en España.» Es un artículo completamente innecesario porque es una consecuencia directa de la adhesión de España a los Tratados, y más particularmente se deriva de los artículos 2." y siguientes del Tratado de Adhesión, que dicen lo siguiente: «Desde el momento de la adhesión, las disposiciones de los Tratados originarios y los actos adoptados por las instituciones de la Comunidad antes de la adhesión obligarán a los nuevos Estados, miembros y serán aplicables en dichos Estados en las condiciones previstas en estos Tratados y en la presente Acta.» Se trata 243 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA LXTLKIOK de un artículo absolutamente innecesario porque, en último termino, supone poner albarda sobre albarda. El artículo 3." dice: «Corresponde a las Cortes Generales o al Gobierno, según los casos, la garantía del cumplimiento de los Tratados de las Comunidades Europeas, y de las resoluciones emanadas de sus instituciones.» Esto es una transcripción literal del artículo 93 de la Constitución. En consecuencia, entendemos que, supuesto que la ley orgánica está referida al artículo 93 y viene en el preámbulo, ustedes quieren que este artículo se repita tres, cuatro veces. Pues bien, por poder hacerlo se puede hacer, pero por una cierta finura de técnica jurídica si no se incluye no pasa nada, y ustedes que son tan sensibles a estos argumentos se debían dar cuenta de ello. Artículo 4." de su enmienda a la totalidad, de la cual tampoco ha hablado. Este es un tema serio, por lo cual se lo digo con toda cordialidad creo que deben revisar su modelo europeo, porque si aplican lo que han dicho es para preocuparse en el futuro. El derecho comunitario, señor Herrero, no funciona así. Y no porque yo lo diga, sino porque hay unas decisiones de la jurisprudencia comunitaria acrisoladas que marcan los límites de las competencias nacionales. Decían ustedes que las normas jurídicas comunitarias serán de aplicación directa para los órganos internos en el territorio español. Según el Tratado y las jurisprudencia de la Corte, las normas jurídicas comunitarias, que son las incluidas en el artículo 189 del Tratado Comunidad Económica Europea, 161 EURATOM y 14 CECA, así como la jurisprudencia, reconocen la aplicabilidad directa de determinadas normas comunitarias, no correspondiendo al ordenamiento nacional conferirlo en modo alguno. En concreto, el Tribunal de Justicia de forma reiterada ha condenado cualquier tipo de intervención estatal referida al reconocimiento de la aplicación directa. Le pondré un ejemplo. En la sentencia del 17 de mayo de 1972, en el considerando cinco, se dice lo siguiente: «Visto que conforme al párrafo segundo del artículo 189 del Tratado, el reglamento tiene un alcance general y es directamente aplicable en todo Estado miembro, que en consecuencia por razón de su propia naturaleza y de su función en el sistema de las fuentes del derecho comunitario produce efecto inmediato y en función de ello confiere a los particulares, derechos que las jurisdicciones nacionales tienen la obligación de proteger. Y termina: que en relación con estos derechos se generan cuando se cumplen las condiciones previstas por el reglamento, sin que sea posible subordinar su ejercicio en el plano nacional. Se lo voy a repetir: sin que sea posible subordinar su ejercicio en el plano nacional a disposiciones distintas de aquellas que son exigidas por el propio reglamento. Es un artículo, lamento decírselo, profundamente anticomunitario, y como es contradictorio con la gran visión europeísta que ustede ha reclamado, tienen que revisarlo rápidamente porque, de otra manera, nos podríamos llevar sorpresas en el futuro. Esta enmienda que han presentado, siento decírselo, se da frontalmente de bruces con la articulación del derecho comunitario, cuando estemos en la Comunidad, y en la esfera interna del derecho español. Sigo con el artículo 5, que tampoco lo ha citado. Aquí ustedes plantean algo que no se puede excluir, esto es, ampliar las competencias del Consejo de Estado. No 244 COMUNIDADES EUROPEAS ha dicho una palabra de eso, pero está en su enmienda. Efectivamente, las competencias del Consejo de Estado están recogidas por su propia ley orgánica, y parece que no corresponde a esta ley orgánica formal de autorización incidir o resolver competencias del Consejo de Estado. Que ustedes entienden que hay que ampliar las competencias del Consejo de Estado, pues propónganlo, pero este no es el momento oportuno. Articulo 6.°. Esta es la más grave de todas sus enmiendas por las razones que le voy a decir. Ha aludido a un problema concreto, que es la relación que van a tener en el futuro las Comunidades Autónomas con el derecho comunitario. Vamos a analizarlo con cierto detenimiento, rogándoles que, en la medida de lo posible, mi intervención les haga reflexionar, porque, de verdad, no me puedo creer que el modelo europeo que tienen ustedes se corresponda con esta enmienda. En Alianza Popular hay finos juristas, seguramente con un gran conocimiento del tema y en absoluto han podido presentar la enmienda que vamos a ver presentada a este artículo 6.". Dicen ustedes: «Cuando las Cortes Generales o el Gobierno, según los casos, hubieran de dictar disposiciones para garantizar la ejecución y aplicación del ordenamiento de las Comunidades Europeas, y tales disposiciones hayan de ser desarrolladas legislativamente por las Comunidades Autónomas, o incidan en el ámbito de sus competencias, se adoptarán las medidas precisas para que los Parlamentos o Gobiernos autónomos, según los casos, sean oídos y puedan participar en su elaboración, sin perjuicio de cualesquiera otra medida de cooperación.» Este es un artículo incorrecto jurídicamente, porque no nos podemos referir, ni ustedes ni nosotros, porque son las reglas del juego, a que en aplicación del ordenamiento de las Comunidades Europeas, y en ejecución en este ordenamiento, se proceda a una intervención por parte de ninguna autoridad del Estado, incluidas Cortes, Gobierno y Comunidades Autónomas, excepto para un caso muy concreto, que son las directivas. Vamos a analizar el tema de las directivas y a demostrar fácilmente la extraordinaria incorrección jurídica de este artículo. Primero. Las Cortes Generales. En el supuesto de que las Cortes tengan que intervenir, tienen que tener en cuenta, igual que el Gobierno, que nos tenemos todos que atener a la normativa comunitaria. Segundo. Por lo que concierne a las Cortes Generales, conviene tener en cuenta que este Parlamento, como otros Parlamentos nacionales, en su día han tenido un poder legislativo tradicionalmente soberano, y por el hecho de la adhesión se va a producir una reducción en sus competencias. Eso parece obvio y parece indiscutible. Y quitando el caso conreto de las directivas, porque ni en el caso del reglamento, ni en el caso de las decisiones este Parlamento y este Gobierno como las Comunidades Autónomas tendrían que tener una limitación exclusivamente formal de incorporación. Hay un caso concreto que es el de las directivas. Ese caso concreto son las directivas CEE y la recomendación CECA. Pues bien, los Parlamentos nacionales y el Gobierno, como las Comunidades Autónomas, conservan su autonomía institucional, reconocida en el orden jurídico interno y, en nuestro caso, de acuerdo con la Constitución sólo para aquellas directivas que efectivamente tengan un contenido que afecte a reserva de ley. Estando de acuerdo, yo no me explico cómo se ha hecho esta redacción franca245 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR mente, porque esta redacción en ningún caso responde a unas exigencias que no las determino yo, sino la propia Corte de Justicia de Luxemburgo. Artículo 7.°. Aquí el tema empieza a ser un poco más preocupante, ya que se dice: Se constituirá una comisión de seguimiento. Se pueden constituir, según la Constitución, comisiones delegadas con atribuciones legislativas permanentes. Lo permite la Constitución y ustedes pueden presentar una moción, una proposición no de ley, pero es un caso insólito que se pida la incorporación de una comisión de seguimiento a una ley orgánica. Al menos, no es la costumbre de este Parlamento y eso tienen que aceptarlo. Si quieren pedir una comisión y quieren justificarla, pídanla; pero no a través de una ley orgánica. Artículo 8.''. Se refiere a la firma del Tratado de adhesión en relación con Gibraltar. Ya ha respondido el señor ministro. Ahí existe un canje de notas entre el Gobierno español y el Gobierno de la Gran Bretaña y yo lamento no poder aceptar los razonamientos que usted ha dado, aunque me imagino que el señor ministro, con más autoridad que yo, le responderá, porque poco tiene que ver el problema del Sarre, que termina con un conflicto bélico, con la cuestión que nos ocupa de Gibraltar. Pretender en este momento dar un salto histórico de los años 1950, cuando se construyó el Tratado de Roma, recién salidos de la Segunda Guerra Mundial, con la situación particular de Gibraltar, parece una profunda falta de respeto a la historia pretender cierto parangón con hechos o circunstancias totalmente históricos. No insisto, cualquier ciudadano sensible a una aproximación rigurosa de la historia sabe que es un ejercicio que puede resultar muy espectacular, pero que no puede ser riguroso. Termino con la disposición adicional. Esta sí que es más seria. Todavía más. Y van a ver ustedes por qué es la más seria y la que no terminamos de comprender como la han presentado ustedes, por más esfuerzos que hemos hecho incluso por intentar —en el buen sentido de la palabra— engancharnos a ella para ver si la podríamos mejorar. Dicen ustedes: «Dentro del mes siguiente a la entrada en vigor de la presente ley» —no ha hablado tampoco en su discurso de ella— «se constituirá una comisión integrada por un representante de cada una de las Comunidades Autónomas, 17; un representante de cada uno de los Ministerios, 15, y 20 representantes designados por mitad entre los diputados y senadores». En total una Comisión de 52 personas, cuya composición no sabemos en la parte que se refiere de quién depende, quién la preside, vinculan o no vinculan sus acuerdos. ¿Usted cree de verdad, señor Herrero, que va a poder convencer —y se lo digo con toda modestia— a personas que han estado en la sala de máquinas durante dos años y medio, que han hecho un trabajo de revisión del derecho derivado, que tiene la extensión de 50.(XX) páginas, de que se va a hacer una asamblea de 52 personas que no sabemos realmente para que se constituye? ¿De verdad cree que ése es el sistema más eficaz? Yo tengo, francamente, mis dudas. Ese es un trabajo que, por su prolijidad técnica, tiene que hacerse de una manera, y no me parece que ese sea el cuadro más adecuado. Pero voy a la cuestión de fondo, señor presidente, y le prometo que en escasos cinco minutos termino. Decía que esta disposición adicional es de todas sus enmiendas la que más se enfrenta con el derecho comunitario, y les ruego que me escuchen con un poco de paciencia, porque el tema aquí de nuevo empieza a preocupar. Acéptenme también, siquiera, que estoy haciendo el esfuerzo de entrar a debatir enmienda por enmienda y que no me he limitado a un discurso de tipo europeísta ni mucho 246 COMUNIDADES EUROPEAS menos, sino que estoy cumpliendo con mi obligación de responder estrictamente, enmienda por enmienda, a lo que ustedes habían planteado. Su disposición adicional primera es anticomunitaria, gravemente anticomunitaria. El Tribunal de las Comunidades ha reiterado que ninguna autoridad nacional tiene competencia para determinar qué normas comunitarias gozan o no de la aplicación directa. Es que, aunque se constituyera esa comisión de seguimiento, no podría determinar qué normas jurídicas comunitarias se aplican directamente o no. Escuchen esta sentencia. Hubo un Ministerio de Finanzas italiano que pretendió hacer la operación que ustedes nos «stán proponiendo. La Comunidad tiene ya casi 40 años de existencia, por lo que comprenderán ustedes que no vamos a descubrir nada nuevo; una cosa distinta es que a ustedes y a nosotros nos gustara que la realidad fuera otra, pero no es así. Escuchen ustedes lo que pasó al Ministerio de Finanzas italiano que intentó tomar la decisión a través de una Comisión, tal como ustedes pretendían. En la sentencia decía el alto Tribunal que los Estados miembros están obligados, en virtud de las obligaciones que se derivan del Tratado y que han asumido al ratificarle, a no obstaculizar el efecto directo propio del reglamento y de otras reglas del derecho comunitario; que el respeto escrupuloso de este deber es un condición indispensable para la aplicación simultánea y uniforme de los reglamentos comunitarios en el conjunto de la Comunidad. Y, por último, que particularmente los Estados miembros, están obligados a no adoptar ninguna medida susceptible de afectar la competencia del Tribunal para pronunciarse sobre cualquier interpretación del derecho comunitario o de validez de un acto adoptado por las instituciones de las Comunidades. Y lo repito: Los Estados miembros están obligados a no adoptar ninguna medida susceptible de afectar la competencia del Tribunal para pronunciarse sobre cualquier interpretación del derecho comunitario o de la validez de un acto adoptado por las instituciones de la Comunidad. En el supuesto de que creáramos esta comisión de seguimiento, los resultados de la misma no valdrían absolutamente para nada, porque el único que tiene capacidad es el Tribunal. No la tienen ni las Cortes, ni el Gobierno, ni ninguna Comunidad Autónoma; son las reglas del juego, es otra dimensión. Ninguna de estas instituciones tienen capacidad en el futuro para determinar lo que es vigente o no dentro del derecho comunitario. No se trata de una posición de partido, es que es así la jurisprudencia de la Comunidad. Disposición adicional segunda. Dicen ustedes: «Con anterioridad al 1 de enero de 1986 el Gobierno publicará, previo dictamen del Consejo de Estado, una tabla de vigencias y derogaciones de las normas españolas en relación al derecho comunitario.» El señor PRESIDENTE: Señor Marín, le ruego que vaya terminando. El señor MARÍN GONZÁLEZ: Cinco minutos, señor presidente. Igualmente es anticomunitario y puede suponer un grave riesgo de inseguridad jurídica para los justiciables. Ni el Gobierno, incluso con el concurso del Consejo de Estado, puede publicar una tabla de vigencias y derogaciones de las normas españolas en relación con el derecho comunitario, ya que el Gobierno, no puede determinar qué está vigente y qué no está. Es una competencia claramente jurisprudencial según el Tribunal de Justicia de las Comunidades. No insistan ustedes, esto ha sido debatido por la doctrina dentro de la Comunidad desde hace quince años. A lo mejor el tema les suena porque se aproximan a él por primera vez. 247 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR Hay una sentencia que lo prohibe taxativamente y la voy a leer: es la sentencia del 9 de marzo de 1978, donde, una vez más, se condena a un Ministerio francés, por intentar precisamente determinar qué estaba vigente y qué no estaba en el Derecho francés. Se hace ese ejercicio por parte de un Ministerio en Francia: qué estaba vigente, qué no está vigente; el particular lleva al Ministerio a la corte de Justicia. La respuesta de la corte es textualmente la siguiente: «El juez nacional encargado de aplicar en el marco de sus competencias las disposiciones del derecho comunitario, tiene la obligación de asegurar la plena eficacia de estas normas, dejando en caso necesario inaplicada por su propia autoridad a cualquier disposición contraria de la legislación nacional, incluso posterior.» Atención. Para que vean que lo que ustedes piden es anticomunitario. La sentencia dice: «Sin que tenga que solicitar o esperar la eliminación por vía legislativa o por cualquier otro procedimiento constitucional.» Lo que ustedes pretenden no tiene ningún sentido, porque si se hiciera según una decisión jurisprudencial clara y rotunda, significaría lo siguiente, y el tema es serio. Si el Parlamento y el Gobierno acceden a hacer una tabla de vigencias y derogaciones, entramos en la Comunidad, el día 1 de enero, y el 2 de enero estamos todos en un recurso de infracción ante la Corte de Justicia de Luxemburgo. Y el Gobierno no quiere empezar su andadura con un recurso de infracción. Por último, y ya termino señor presidente, está la disposición final primera que no añade nada nuevo y la disposición final segunda, que, de nuevo, es incorrecta. Yo lo digo con un profundo respeto, sin pretender herir a nadie. Creo que esta enmienda y otras han sido hechas con precipitación y es evidente. Es incorrecta porque la primera parte responde a una realidad, pero es que hay otra cuestión del derecho comunitario que es el derecho derivado, que no tiene nada que ver con lo que ustedes ofertan en esta disposición adicional. El problema es el siguiente, y termino, señor presidente. Escuchen: el derecho primario, de acuerdo con nuestra Constitución sólo surte efecto en virtud de la exigencia prevista en el artículo 96.1 de la Cosntitución, tras su publicación en el «Boletín Oficial del Estado». Eso significa que lo que es derecho primario se va a publicar en el «BOE». Efectivamente, en este punto ustedes llevan razón. Pero, señores míos, en el derecho derivado —que se comprenda bien, porque es un error que se comete muy a menudo, y es aquí donde reside la gran diferencia con la enmienda, por eso es una vez más incorrecta jurídicamente—, en el derecho derivado, a diferencia del derecho primario, las condiciones de su entrada en vigor están definidas en el ordenamiento comunitario y recogidas en el Acta de adhesión y, además, el derecho derivado para su entrada en vigor no depende de la publicación en el «Boletín Oficial del Estado» lo repito, no depende de la publicación en el «Boletín Oficial del Estado». Se publicará en el «Diario Oficial de las Comunidades Europeas» en castellano. Pues, díganme ustedes con la lectura de su enmienda, si la aprobáramos a través de una Ley Orgánica, el galimatías y la profunda inseguridad jurídica que hubiéramos creado a todo el Estado español. Sinceramente creo que sus enmiendas, que han sido definidas como un modelo difícilmente pueden ser aceptadas como un modelo. Me gustaría que hubiera argumentos para que se pudieran mejorar estos problemas en el futuro que, insisto, son los suyos y son los nuestros, y que hay que resolverlos en el futuro inevitablemente antes del 1 de enero de 1986. En cualquier caso, el Gobierno se siente tranquilo, porque jurídicamente ha respetado la Constitución de una forma escrupulosa, y el Gobierno y el Grupo Parla248 COMUNIDADES EUROPEAS mentario que lo asiste se siente feliz y contento porque se ha adecuado estrictamente a lo que exige el derecho comunitario. Son unas reglas del juego que podrán gustar más, podrán gustar menos, pero si queremos mirar a Europa, empecemos por respetar esas reglas del juego e independientemente de nuestro gusto particular por que tal o cual cosa pudiera sustraerse a la competencia del Tribunal de Justicia. No nos metamos en esos galimatías y hagámoslo con un poco más de rigor porque, desde luego, la primera andadura que tiene que hacer nuestro país en la Comunidad tiene que ser ejemplar, y de aceptarse las enmiendas que ustedes han presentado y que no han querido defender en profundidad, yo les aseguro que entrábamos el día 1, pero el día 2 estábamos todos delante del Tribunal de Justicia de Luxemburgo, y mientras el Gobierno tenga esta responsabilidad entiende que tenemos que actuar de una manera mucho más seria y responsable para que esto no ocurra. El señor PRESIDENTE: Gracias, señor Marín. El señor Herrero tiene la palabra para rectificar, naturalmente sobre el tema al que se ha referido el señor Marín y por un tiempo estricto de cinco minutos. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Señor presidente, brevísimamente, no me voy a referir a la finura de las apreciaciones políticas de las que ha hecho gala el señor Marín y cómo ha entendido todos los aspectos de mi discurso desde el lenguaje, desde la noción de política de Estado hasta el talante con el que hemos abordado el tema. No voy a entrar en su profunda capacidad de apreciación de estas cuestiones, que ha quedado evidente. En cuanto a la finura jurídica; señor Marín, como no tengo más que cinco minutos le voy a decir lo siguiente: yo el artículo 96 de la Constitución lo conozco bastante bien, porque lo hice yo. El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: El señor presidente es testigo de que ese título de la Constitución, mal que bien, fue obra mía, con una aportación ulterior del señor Moran. De manera que me lo sé bastante bien. Pero no basta, señor Marín, referirse a una concepción monista del Derecho internacional porque nos estamos jugando la seguridad jurídica de 38 millones de españoles y la posibilidad de aplicar la Ley por el juez de un rincón remoto y por el funcionario de otro rincón remoto. De manera que no basta con traernos aquí una concepción más o menos kelseniana del Derecho. Después le voy a contar una anécdota de Kelsen. Hay que conseguir que ese tremendo acervo comunitario de verdad sea eficaz en España, y en ninguno de los artículos de nuestro texto ponemos ninguna dificultad a que se aplique. Lo que queremos es que, de verdad, de verdad, se tomen las medidas para que se aplique, señor Marín. En ningún artículo hay nada anticomunitario. En la Disposición Final nos referimos expresamente, señor Marín, a la jurisprudencia del Tribunal que ha citado para que precisamente esos criterios que usted ha señalado sean tomados en cuenta por todos los órganos españoles que hagan los análisis en las aplicaciones del Derecho. Pero hay que establecer unos mecanismos para que eso no se quede en un monismo kelseniano, señor Marín, sino que de verdad lo entienda la nación, que es a la que las normas van dirigidas. Las Comunidades Autónomas. Usted cree que aquí todo está claro. Mire, le voy a leer una frase del presidente del Gobierno dicha en el Senado: «Los instrumentos para resolver los casos de conflicto serían, no pueden ser otros, la responsabilidad del Estado como tal en la ejecución de los tratados, reconocida por el artículo 93, y el mecanismo previsto en el artículo 155 cuando el incumplimiento de una Comunidad Autónoma ponga en peligro los intereses generales de España.» Usted compren249 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR derá que ese artículo extremo, extremísimo, que es de desear que jamás haya que aplicar, es el instrumento adecuado para resolver los conflictos que pueden plantear las 916 directivas. Usted ha dicho: «sólo queda el trocito de las directivas». Son 916, que yo sepa, 916 directivas, a resolver por la vía del artículo 155, invención prusiana, como sabe, que se llamaba ia ejecución federal. Mire usted, no es lo más adecuado. Sobre Gibraltar, usted no ha dicho nada. La tabla de vigencias lo único que pretende, señor Marín, es que el 1 de enero de 1986 los jueces sepan que hay cosas notablemente derogadas. No queremos obstaculizar el Derecho europeo; lo que queremos es que los organismos españoles tengan algunos indicadores, algunas pautas, algunas líneas con que aplicar el Derecho europeo, no al albur de que haya de recurrir siempre el juez de Arenas de San Pedro ante el Tribunal de las Comunidades Europeas. Me parece disparatado. Voy a acabar, señor presidente, con dos cosas, si me lo permite. Una, leerle la fórmula polinómica, como se llama, que manejan los expertos de ustedes cuando establecen los criterios para hallar el Derecho comunitario aplicable. ¿Les parece fácil entenderse con ella sin que antes pase por una Comisión, que, por supuesto, sería mucho más reducida que la Comisión General de Codificación, que funcionará bastante bien con 52 miembros, bastante menos que los de la Comisión General de Codificación? Fíjense en la fórmula que ustedes manejan: tratado originario, más acta de condiciones de adhesión, más protocolos complementarios, más anejos, más eventuales derogaciones, más acta final. Manejando todo esto se obtiene la norma aplicable y ustedes dicen una cosa: que el juez y el funcionario español, sin ayuda de ninguna comisión ni de ningún seguimiento ni de ninguna tabla va a hacer con toda facilidad. Ya termino, señor presidente, Kelsen, a quien usted no ha citado, en una época de su vida, tuvo que ir a explicar a los Estados Unidos, y en Estados Unidos le dijero: «Mire usted, no entre usted en una Facultad de Derecho; vaya usted a una Facultad de Filosofía, donde puede usted explicar brillantemente el monismo. En nuestras Facultades de Derecho queremos abogados que sepan defender de verdad nuestros intereses.» Yo estoy seguro que ustedes sabrán utilizar algo mejor que un kelsenianismo recalentado para defender los intereses de España a la hora de aplicar el acervo comunitario. Gracias. El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Marín, a los solos efectos de acotar el debate. El señor MARÍN GONZÁLEZ: Señor presidente, señorías, una vez más, creía que se me iba a responder sobre un conjunto de argumentos que he dado sobre la enmienda a la totalidad, pero una vez más no se me ha respondido por parte del Grupo Popular. Desconozco la razón, simplemente constato que una vez más no me han respondido. Se me ha hecho la valoración de que la incorporación del Derecho comunitario en España es difícil. ¿Y quién dice que sea fácil? Nadie dice que sea fácil. (Elseñor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Pónganse los medios.) Pero, ¿que tiene que ver es con las enmiendas que ustedes han presentado y que yo he intentado desmontar una a una? (El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: Todo.) Habrá que buscar mecanismos de información. Habrá mecanismos para que el juez español pueda aplicar correctamente... (El señor HERRERO RODRÍGUEZ DE MIÑÓN: ¿Cuáles?) El señor PRESIDENTE: Señor Herrero, no interrumpa... 250 COMUNIDADES EUROPEAS El señor MARÍN GONZÁLEZ: Habrá mecanismos, en estos momentos, ya que lo pregunta, se lo digo... El señor PRESIDENTE: Un momento, señor Marín, no dialogue. Señor Herrero, sólo el Presidente puede interrumpir al orador. Le ruego que se abstenga. El señor MARÍN GONZÁLEZ: Eso es. Entonces... (El señor Herrero Rodríguez de Miñón pronuncia las palabras que no se perciben.) El señor PRESIDENTE: Le llamo al orden, señor Herrero. Continúe, señor Marín. El señor MARÍN CONZALEZ: Vuelvo hacia atrás y concluyo, señor presidente: no he oído ningún tipo de argumentos que se hayan opuesto para nada a los criterios que ha mantenido el Grupo Socialista sobre la enmienda que ustedes han presentado. Respecto al juez español que usted decía —no se de que pueblo, creo de Arenas de San Pedro—, el Consejo General del Poder Judicial está desde hace un año integrando un programa de trabajo con el Tribunal de Justicia de las Comunidades, al cual nosotros estamos dando la apoyatura técnica, que está permitiendo formar a jueces y fiscales. Si usted no tiene confianza en el juez de Arenas de San Pedro, tampoco en el fiscal de yo no sé qué pueblo perdido de España, es su problema, pero, en principio, es responsabilidad única del juez apreciar qué derecho comunitario está vigente y cuál está derogado, y no porque el Gobierno se empecine en decirlo, sino porque así lo señala el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, y a partir de ahí no podemos discutirlo. Lo que hay que hacer es conseguir un sistema de modo y manera que el juez español esté lo mejor formado posible, pero ¿qué tiene que ver eso con la enmienda a la totalidad que ustedes han presentado? Por último, Comunidades Autónomas: ¿por qué no podemos aceptar su enmienda y, si la hubiéramos aceptado literalmente, qué hubiera pasado? Dicen ustedes lo siguiente: corresponde a las autoridades estatales y autonómicas en el ámbito de su respectiva competencia, la ejecución y aplicación de la normativa comunitaria europea, así como dictar las disposiciones necesarias en su caso. Esta es una de las cuestiones que más ha sido estudiadas por la Administración, y en este momento todavía no hemos sido capaces y lo confieso paladinamente, porque es un problema muy complicado, de llegar a una solución definitiva. Señor Herrero, si hubiéramos aceptado esta tarde su enmienda, le voy a decir exactamente, literalmente, lo que hubiera pasado en España. El complejo competencia! respecto al Derecho comunitario de las Comunidades Autónomas no es uniforme. Primer punto. Si aplicáramos lo que usted dice tendríamos la siguiente resultante: Hay Comunidades Autónomas que prevén la ejecución de los tratados internacionales con sujeción a la legislación y a las normas reglamentarias del Estado. Hay otras a las que, al contrario, se les reconoce una capacidad de adopción de disposiciones normativas necesarias para el Derecho comunitario. Digamos que son las que tienen competencias más amplias. Entre ellas están País Vasco, Cataluña, Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Canarias y Madrid. Los Estatutos de Autonomía de estas regiones o Comunidades Autónomas facultan para desarrollar ese Derecho comunitario. Hay otras, como les señalaba anteriormente, que solamente permiten desarrollarlas a través de normas reglamentarias del Estado. ¿Cuáles son estas? Porque ésta es una cuestión ciertamente importante. Extremadura, Castilla-León, Navarra, Región de Murcia y las islas Baleares, en cambio, en los Estatutos de Autonomía —y por eso el complejo de competencias de la Comunidad no es uniforme— 251 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR hay Comunidades Autónomas como Cantabria, La Rioja, Comunidad Valenciana y Galicia, que no tienen en su Estado absolutamente ninguna norma que prevea la capacidad de desarrollar el Derecho comunitario. Si esta tarde hubiéramos aceptado lo que ustedes nos proponen respecto a las Comunidades Autónomas, digo que lo han debido pensar mal, porque no me creo que ustedes deliberadamente hayan pensado dejar, por ejemplo, a Galicia fuera de esa capacidad. No me lo puedo creer. Como es un tema que es profundamente delicado, el Gobierno insiste, por una cuestión de prudencia política, en ver que es lo que se hace, al objeto de darle solución al complejo competcncial de las Comunidades Autónomas en esta materia compleja y que revisen uno a uno los Estatutos, para ver la forma de arreglarlo en el futuro. En consecuencia, insisto, no hemos encontrado una respuesta, porque difícilmente se pueden dar, a estas cuestiones que son importantes. En cualquier caso, señor Herrero, este debate ha tenido un valor, y el valor es el siguiente: ustedes han hecho aflorar en el momento en que España se integra a la Comunidad Económica Europea que efectivamente hay unos problemas que son muy serios, que hay que resolverlos. Eso es cierto, nadie se lo puede negar, y yo creo que ese es el gran concurso que han hecho ustedes a este debate. Por mi parte y en nombre del Grupo Parlamentario Socialista perdónenme que les insista en que la oferta que ustedes han hecho era difícil de aceptar, porque era muy incorrecta en muchas ocasiones y nos situaba en la frontera de lo anticomunitario, en algunos casos, y francamente pasada esa frontera en otros. Sin duda, los problemas que ustedes han planteado se tienen que resolver inexcusablemente antes del 1 de enero de 1986. El ministro y el Gobierno ya lo han dicho, que hay que pensar en el futuro a corto plazo y a ver si, aprovechando este espíritu europeísta que aquí la integración efectiva, de conseguir un cuadro donde, a través del consenso, y si es posible de la unanimidad, se resuelvan problemas que son muy serios y afectan a las cortes generales, al Gobierno y a las Comunidades Autónomas. Estas cuestiones —insisto— no se pueden resolver de una forma precipitada y que nos agradezcan las Comunidades Autónomas de verdad que no hayamos aceptado su enmineda porque hubiera sido un efecto claramente desastroso. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias. CONFERENCIA SOBRE LA SEGURIDAD Y LA COOPERACIÓN EN EUROPA — Posición española ante el décimo aniversario de la firma del Acta Final de Helsinki2. DISCURSO DEL MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES, DON FRANCISCO FERNANDEZ ORD.OÑEZ, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL X ANIVERSARIO DE LA FIRMA DEL ACTA FINAL DE HELSINKI. (31 de julio de 1985) Al tomar la palabra quiero en primer lugar agradecer al Gobierno y al pueblo de Finlandia su generosa hospitalidad y el esfuerzo que ha dedicado a esta reunión. Hos2 Vid. precedentes en esta Revista, vol. 5 (1984), pp. 1.061 y ss.; vol. 4 (1983), pp. 187 y ss., 697 y ss., / 977 977 y ss.; s y vol. 3 (1982). pp. 94! y ss. 252 CONFERENCIA SOBRE LA SEGURIDAD Y LA COOPERACIÓN EN EUROPA pitalidad y esfuerzo que confirman una vez más la gran dedicación que Finlandia siempre ha dispensado a la Conferencia de Seguridad y- Cooperación en Europa y que justifican que el nombre del Acta Final haya quedado unido al de Helsinki. Nos hemos reunido aquí los representantes de los 35 países signatarios para conmemorar el décimo aniversario de la firma del Acta Final. España ha apoyado desde el primer momento la idea de esta conmemoración. Y lo ha hecho porque ve en ella un acontecimiento sustantivo; más precisamente, un acto de reafirmación del proceso de Helsinki, una expresión de confianza y de esperanza renovada en el Acta Final. En efecto, el Acta de Helsinki introduce en el panorama europeo un elemento nuevo: un proceso permanente y dinámico de comunicación y diálogo que se extiende a Europa entera. Es un hecho sin precedentes que cubre desde la postguerra un vacío en nuestras relaciones. A) Primordialmente ha sido un proceso de creación. Se ha creado un foro de comunicación y diálogo que hasta entonces, simplemente, no existía. Se han sentado unos principios y unas finalidades en las relaciones entre los países europeos. La utilidad y singularidad de este proceso se ha puesto en evidencia sobre todo en aquellas ocasiones en que, cerrados otros foros de diálogo, el proceso de Helsinki subsistía como recurso prácticamente único. B) En segundo lugar, apreciamos en este proceso su naturaleza crítica, su propósito de reexaminar en forma analítica y constructiva los asuntos que le son propios para examinar lo que se ha hecho y lo que queda por hacer. C) El tercer rasgo peculiar de este proceso es un carácter público. No se ha limitado al ámbito cerrado de las discusiones entre los Gobiernos sino que ha trascendido a las opiniones públicas. Hemos dialogado en un debate abierto y los protagonistas verdaderos no somos sólo quienes nos reunimos en esta sala y tenemos el deber de no defraudar las expectativas suscitadas. D) Por último, el proceso de Helsinki ha tenido un carácter dinámico. Lentamente, con la carga de difíciles acuerdos y compromisos, con la buena voluntad de todos, se ha confirmado como una realidad en marcha, incorporada al paisaje político de Europa. Todo este proceso ha tenido sus limitaciones y sus fallos. Al pasar revista a estos daños se pueden constatar aspectos negativos junto a resultados satisfactorios. Pero no hay que olvidar que Helsinki es el germen de una inmensa ambición colectiva, nada fácil, y que se llama Europa en toda su extensión, es decir, no una Europa dividida sino la Europa histórica, creadora de los resortes últimos de la dignidad del hombre. Nuestra responsabilidad de hoy es estar a la altura de la esperanza de ayer. Señor presidente, voy a referirme con brevedad a los objetivos esenciales del Acta Final, y comenzaré por aludir a la seguridad en Europa. 1. La seguridad. A este respecto, los mecanismos que se han creado han funcionado de manera estimable. El proceso se ha enriquecido al establecerse un nuevo cauce de diálogo en la Conferenciade Estocolmo de la que esperamos medidas adicionales sobre confianza y seguridad y, en su momento, el establecimiento de condiciones que permitan pasar a una ulterior fase de reducción de armamentos. Cada vez se hace más urgente detener la carrera de armamentos: así los exige nuestro sentido de la seguridad y lo reclama la atención de nuestros países a la que 253 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR no podemos ser indiferentes. Menos aún quisiéramos defraudar las esperanzas de los pueblos con promesas de incierto cumplimiento, pero al asumir el mandato de Madrid hemos adquirido todos un compromiso que debe ser cumplido. Un aspecto peculiar de la inseguridad es el avance estremecedor del terrorismo en el mundo. Nadie puede esperar una reducción de este patético problema sin una verdadera cooperación internacional. 2. La cooperación. El Acta Final ha abierto también perspectivas de cooperación en diversos campos: cultural, científico, económico y tecnológico. En ellos se observan ciertos avances con el apoyo de sectores especializados, pero tenemos que reconocer que en un conjunto los resultados son modestos. 3. Los derechos y libertades. Es, sin embargo, en el ámbito de los derechos y libertades de la persona donde España quiere señalar al mismo tiempo su interés y su preocupación. España mantiene en este tema una posición muy clara en todos los foros internacionales. No puede existir paz entre la naciones si en cada una de ellas no existen las libertades y los derechos que permiten la dignidad moral de sus ciudadanos. Ha sido precisamente la conquista de la libertad y de los derechos humanos lo que identifica a la aventura histórica de Europa. Señor presidente, quiero aprovechar esta referencia para recordar que los diez años transcurridos desde 1975 han supuesto para mi país un cambio radical. En 1975 España no era una democracia y España es hoy un democracia plena y avanzada donde se ha producido una profunda transformación en todos los órdenes de la vida política y social. El mismo empeño que nos hizo trabajar en la Conferencia de Madrid se mantiene vivo y estimulante y debo expresarlo aquí en este importante acto. Como país occidental, europeo y mediterráneo, España concede primordial importancia al desarrollo de la seguridad en esta región a la que el Acta Final dedica un capítulo especial. Ha sido un acto de valentía y confianza la mención explícita de las cuestiones de seguridad mediterráneas. El trascurso de los años no han hecho sino confirmar lo acertado de esta decisión. El área mediterránea tiene una entidad propia y compleja; pero es cada vez más evidente su relación con la seguridad de Europa. Debemos seguir atentos a las cuestiones mediterráneas, obrando con prudencia y con tacto para entenderlas en sus términos específicos. Señor presidente, quisiera concluir mis palabras afirmando que España apoya el proyecto de futuro que se abre ante la próxima Conferencia de Viena y estará presente en esta Conferencia y en los restantes foros con el mismo espíritu constructivo y flexible que ha mantenido hasta ahora. La Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa es un foro único de diálogo en Europa, una Europa cuyo proyecto debe trascender sus propias fronteras y ser solidario con la angustia y los problemas de otros pueblos. Quiero referirme finalmente a la distensión. Una palabra quizá desgastada por el uso. Pero una idea viva que recoge ese clamor profundo que viene de nuestros pueblos y que reclama de todos nosotros la construcción de un mundo verdaderamente humano. Un mundo de justicia, de libertad, de tolerancia y de paz. Europa puede ofrecer por fin su alternativa propia, la alternativa de la razón. 254 CONFERENCIA SOBRE LA SEGURIDAD Y LA COOPERACIÓN EN EUROPA COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO — Aplicación de la moción del Pleno del Senado, de 3 de octubre de 1984, sobre participación de España en la cooperación internacional para el desarrollo 3 . INFORME SOBRE EL CUMPLIMIENTO DE LA MOCIÓN DEL SENADO ACERCA DEL GOBIERNO EN MATERIA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL 1. El 3 de octubre de 1984, el Pleno del Senado aprobó una moción de su Comisión de Asuntos Exteriores sobre la Cooperación Internacional de España para el Desarrollo, en la que se establecen unas directrices de lo que debe ser la Cooperación Española para el desarrollo de los pueblos. 2. Tales directrices coinciden, en sus líneas maestras, con las orientaciones que inspiran la acción del Gobierno en esta materia que, en lo que respecta a esta Dirección General de CTI, presenta en este momento los siguientes puntos principales de actuación, con independencia de la ejecución diaria de los múltiples Programas de Ayuda: a) En el aspecto normativo se va a iniciar de nuevo, en contacto con todos los Departamentos Ministeriales con actividades en este campo, la tarea de redactar un Anteproyecto de Ley de Cooperación que coordine y fomente la dispersa actividad de la Administración Española en el sector de referencia. Por otra parte, han comenzado los trabajos, asimismo en un ámbito interministerial, para elaborar un Estatuto del Cooperante que regule sus diferentes modalidades, teniendo en cuenta las nuevas disposiciones legales que reglamentan la Función Pública en España. b) En el aspecto organizativo está cercano a cumplimentarse el primer inventario sobre la Cooperación Internacional que llevan a cabo los Departamentos Ministeriales y otras Instituciones sobre la base de unas 800 fichas enviadas por esta Dirección General. El inventario permitirá disponer por primera vez con datos contrastados y cuantificados de un panorama preciso de la Cooperación para el Desarrollo que presta la Administración Española, como paso inicial para una mejor coordinación de este esfuerzo. c) En el aspecto del entorno internacional hay que hacer notar que la próxima entrada en vigor del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas implica una extremadamente importante contribución financiera española al FED (Fondo Europeo de Desarrollo) e, indirectamente, a unos programas comunitarios de Ayuda al Desarrollo. Es necesario para España que esta actividad de la CEE se oriente, en lo posible, hacia países y sectores que resulten beneficiosos para intereses políticos y económicos, lo que requerirá una presión muy activa, por parte de España, sobre los diversos órganos de propuesta y decisión de las Comunidades Europeas. Vid., esta Revista, vol. 6 (1985), pp. 305-308. 255 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR A este efecto ya están programados contactos con la Comisión de las Comunidades Europeas que proporcionarán la información necesaria para tomar las adecuadas decisiones, tanto operativas como de mecanismos administrativos, a fin de obtener las máximas ventajas del elevado incremento de la Ayuda Española al Desarrollo que lleva consigo el ingreso en las Comunidades Europeas. Madrid, 7 de junio de 1985. (BOCG - Senado -, 17-7-85) DERECHO DE ASILO — Estadística sobre solicitudes de asilo político en España durante 1984 4 . CONTESTACIÓN DEL GOBIERNO A LA PREGUNTA DEL DIPUTADO DON EDUARDO TARRAGONA CORBELLA SOBRE NUMERO DE EXTRANJEROS QUE SOLICITARON ASILO POLÍTICO EN ESPAÑA DURANTE 1984 (BOCG, 21-6-85) PREGUNTA Antecedentes En algunos puertos de Canarias, como también en puertos de la Península y de Baleares, son frecuentes los extranjeros procedentes de países tras el llamado «telón de acero», como también de Cuba y de Mozambique, que al pisar suelo español piden asilo político en España. Pregunta ¿Cuántos extranjeros solicitaron asilo político en España, durante el pasado año 1984, y a cuántos de estos mismos peticionarios les fue concedido? Palacio del Congreso de los Diputados, 22 de abril de 1985.—Eduardo Tarragona Corbellá. (BOCG, 25-5-85) CONTESTACIÓN «Durante el pasado año 1984 se presentaron 292 solicitudes de asilo político en nuestro país, siendo el estado actual de las mismas el siguiente: 4 Vid. esta Revista, vol. 5 (1984), pp. 846 y ss. Para una aproximación al estado del tema en el período comprendido entre 1978 y 1984, vid. diario El País, 11 de marzo de 1984, p. 21. 256 DERECHO DE ASILO Concedidas 18 Denegadas 14 Renuncias 35 Fallecidos 1 En trámite 224.» Lo que envío a V. E. a los efectos previstos en el artículo 190 del Reglamento del Congreso. Madrid, 3 de junio de 1985.—El secretario de Estado, Virgilio Zapatero Gómez. MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES — Nueva estructura orgánica del Ministerio español de Asuntos Exteriores. REAL DECRETO 1485/1985, de 28 de agosto, por el que se determina la estructura orgánica básica del Ministerio de Asuntos Exteriores y se suprime determinado Organismo autónomo del Departamento. La intensificación de la proyección exterior de España a lo largo de los últimos años aconseja una remodelación del Ministerio de Asuntos Exteriores que le permita hacer frente en forma eficaz a las tareas que le vienen encomendadas como órgano encargado de promover, dirigir y ejecutar la política exterior, cuya formulación corresponde al Gobierno. Las consecuencias, tanto de la incorporación de España a las Instituciones Comunitarias Europeas como las derivadas de la necesidad de lograr un mayor grado de coordinación de la cooperación internacional y de armonizar la política internacional del Estado, hacen necesaria la creación de nuevos órganos que conviertan a este Departamento en el instrumento idóneo para llevar a cabo la acción exterior que corresponde a nuestro país en el momento actual. Con la idea de reforzar la eficacia de la Secretaría de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas —que en adelante se denominará Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas— se amplía su estructura orgánica, en relación con la establecida por Real Decreto 629/1983, de 16 de febrero. Estas modificaciones tienden fundamentalmente a convertir a este organismo en el medio adecuado para coordinar la acción de la Administración española en las Instituciones Comunitarias y refleja su transformación de órgano de negociación a órgano de gestión, una vez superado el proceso de adhesión a las Comunidades Europeas. Se refuerza, asimismo, el área de cooperación mediante la creación de una Secretaría de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, de la que dependerán aquellos Centros directivos y Organismos autónomos encargados de las relaciones culturales y económicas y de la cooperación científica y técnica. Con esta nueva Secretaría de Estado se pretende conseguir una «eficaz cooperación con todos los pueblos de la tierra», tal y como refleja el preámbulo de nuestra Constitución como expresión de la voluntad soberana de la Nación española y muy especialmente con los países del área Iberoamericana con los que España mantiene una tradición 257 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR cultural común. De esta manera se da cumplimiento a los deseos expresados por el Poder legislativo a través del informe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado sobre Cooperación Internacional. Asimismo, y dada la dimensión política de la cooperación con Guinea Ecuatorial, se ha estimado oportuno hacer depender directamente del secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial. La reforma afecta igualmente a las unidades administrativas encargadas de la planificación y ejecución de la política exterior que a partir de ahora serán coordinadas por una Secretaría General de Política Exterior, cuyo titular tendrá rango de subsecretario. Si bien la complejidad de la política internacional aconseja mantener una especialización por áreas geográficas, la experiencia demuestra la necesidad de armonizar la actuación de las Direcciones Generales de Política Exterior mediante un órgano superior que se configure como órgano de apoyo al ministro en su función de plantear, proponer y llevar a cabo las directrices de la acción exterior del Estado que señala el Gobierno. La creación de esta Secretaría General de la Política Exterior obedece, igualmente, a la necesidad de reestructurar la cooperación política europea y por ello se ha tenido en cuenta la conveniencia de crear, dependiente de la misma, una Subdirección General de Cooperación Política Europea encargada de participar en los comités políticos comunitarios y de analizar y canalizar el flujo de información política que, en virtud de los acuerdos establecidos en el seno de la Comunidad Económica Europea, tendrá lugar entre nuestra Cancillería y las de los restantes países miembros de la misma. Junto con este cambio se ha considerado, igualmente, oportuno modificar la estructura de las actuales Direcciones Generales de América del Norte y Pacífico y de África y Asia Continental a fin de centralizar en la primera la política exterior para Asia. Por último, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 85 de la Ley 50/1984, de 30 de diciembre, sobre Presupuestos Generales del Estado para 1985, se toman las determinaciones procedentes respecto de los Organismos autónomos afectados por la supresión que establece dicho precepto. En su virtud, a iniciativa del ministro de Asuntos Exteriores y a propuesta de los ministros de la Presidencia y de Economía y Hacienda, previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 28 de agosto de 1985. DISPONGO: Artículo 1.° Organización general del Departamento. Uno. Al Ministerio de Asuntos Exteriores competen, de conformidad con las directrices del Gobierno y en aplicación del principio de unidad de acción en el exterior, las funciones de promover, proyectar, dirigir y ejecutar la política exterior del Estado; concertar sus relaciones con otros Estados y Entidades internacionales; defender y fomentar los intereses españoles en el exterior y llevar a cabo una adecuada y eficaz política de protección de ciudadanos españoles en el extranjero. Dos. El Ministerio de Asuntos Exteriores, bajo la superior dirección del titular del Departamento, desarrolla sus funciones a través de los órganos siguientes: 1. Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas. 2. Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. 258 MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES 3. Subsecretaría de Asuntos Exteriores. 4. Secretaría General de Política Exterior, con rango de Subsecretaría. Tres. Como órgano de asistencia inmediata al ministro existe un Gabinete, de acuerdo con lo que se determina en el Real Decreto 3775/1982, de 22 de diciembre, cuyo titular tiene rango de director general. Cuatro. Dependen directamente del titular del Departamento los Órganos siguientes: 1. El Servicio de Protocolo, Cancillería y Ordenes, cuya jefatura corresponde al primer introductor de embajadores, con rango de director general. Dispone de dos jefes adjuntos con nivel orgánico de subdirector general, uno de los cuales estará adscrito a la Secretaría de S.M. el Rey. 2. La Dirección General de la Oficina de Información Diplomática, de la que depende una Subdirección General de la Oficina de Información Diplomática. Cinco. Depende igualmente del titular del Departamento un Gabinete de Análisis y Previsión de Política Exterior, con nivel orgánico de Subdirección General. Seis. Asiste al titular del Departamento un Consejo Superior de Asuntos Exteriores cuya composición y funciones se regulan por disposiciones específicas. Siete. El Ministerio de Asuntos Exteriores ejerce sus funciones^en el Exterior por medio de las Misiones Diplomáticas con sus Oficinas y Servicios, Ofinas Consulares, Representaciones ante las Organizaciones Internacionales, Misiones Especiales ante otros Estados y Delegaciones en Organismos, Conferencias, Reuniones y Actos internacionales. Art. 2." Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas. Uno. Corresponde al secretario de Estado para las Comunidades Europeas, sin perjuicio de las competencias atribuidas a otros Departamentos, la coordinación de la" acción de la Administración del Estado en las Instituciones Comunitarias. Dos. De la Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas depende la Secretaría General para las Comunidades Europeas, con rango de Subsecretaría. Tres. Como órgano de asistencia inmediata al secretario de Estado existe un Gabinete, de acuerdo con lo que se determina en el Real Decreto 3775/1982, de 22 de diciembre. Art. 3.° Secretaría General para las Comunidades Europeas. Uno. A la Secretaría General para las Comunidades Europeas le corresponde, bajo la superior autoridad del secretario de Estado para las Comunidades Europeas, la dirección, impulso y coordinación de las Unidades dependientes de dicha Secretaría General, así como el ejercicio de las funciones que le sean delegadas por el mencionado secretario de Estado. Dos. Dependen de la Secretaría General para las Comunidades1 Europeas los Centros Directivos siguientes: 1. Dirección General de Coordinación Técnica Comunitaria. 2. Dirección General de Coordinación Jurídica e Institucional Comunitaria. 259 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR Tres. Como órgano de asistencia inmediata al secretario general existe un Gabinete Técnico, con nivel orgánico de Subdirección General. Art. 4." Dirección General de Coordinación Técnica Comunitaria. Uno. A la Dirección General de Coordinación Técnica Comunitaria le compete el seguimiento de las políticas comunitarias sectoriales. Dos. Dependen de la Dirección General de Coordinación Técnica Comunitaria las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para Asuntos Agrícolas y de Pesca. 2. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para Asuntos Económicos, Financieros y Sociales. 3. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para Asuntos Aduaneros y Comerciales. 4. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para Asuntos Industriales, Energéticos y de Transportes y Comunicaciones. Art. 5." Dirección General de Coordinación Jurídica e Institucional Comunitaria. Uno. A la Dirección General de Coordinación Jurídica e Institucional Comunitaria le compete la coordinación de la política comunitaria con los órganos y unidades de la Administración española en asuntos jurídicos y relaciones institucionales. Dos. Dependen de la Dirección General de Coordinación Jurídica e Institucional Comunitaria las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para Asuntos Jurídicos. 2. Subdirección General de Coordinación Comunitaria para las Relaciones Institucionales. Art. 6. Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. Uno. Corresponde al secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica la dirección, programación, control y evaluación de las actividades que en materia de cooperación internacional cultural, económica, científica y técnica desarrollen los órganos de este Departamento, así como la coordinación de las actividades que en este área tengan atribuidos otros órganos de las Administración. Dos. La Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica se estructura en los siguientes Centros Directivos: 1. Dirección General de Relaciones Culturales. 2. Dirección General de Cooperación Técnica Internacional. 3. Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales. Tres. La Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica tiene como órgano de apoyo y asistencia inmediata un Gabinete, de acuerdo con lo que se determina en el Real Decreto 3775/1982, de 22 de diciembre. Cuatro. Depende directamente del secretario de Estado para la Cooperación In260 MiNISTKRIO DE ASUNTOS EXTF.RIORES ternacional y para Iberoamérica la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial, con nivel orgánico de Subdirección General. Cinco. Corresponde al secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica la Presidencia de la Comisión Nacional de Cooperación con Guinea Ecuatorial. Seis. Está adscrita a esta Secretaría de Estado la Comisión Nacional para la Commemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, que se regula por sus diposiciones específicas. Siete. Están adscritos al Departamento, a través de esta Secretaria de Estado, los Organismos Autónomos siguientes: 1. Instituto de Cooperación Iberoamericana. 2. Instituto Hispano-Arabe de Cultura. Art. 7." Dirección General de Relaciones Culturales. Uno. Corresponde a la Dirección General de Relaciones Culturales el estudio, propuesta y aplicación de la política de relaciones culturales con otros países y la dirección de la gestión de los servicios culturales de España en el extranjero. Dos. Dependen de la Dirección General de Relaciones Culturales las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Acción y Cooperación Cultural. 2. Subdirección General de Servicios Culturales. Art. 8." Dirección General de Cooperación Técnica Internacional. Uno. Corresponde a la Dirección General de Cooperación Técnica Internacional el estudio, propuesta y aplicación de la política con otros países en materia de cooperación técnica y científica, así como en comunicaciones internacionales y en asuntos energéticos. Dos. Dependen de la Dirección General de Cooperación Técnica Internacional las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Cooperación Técnica y Científica. 2. Subdirección General de Cooperación Terrestre, Marítima y Aérea. 3. Subdirección General de Asuntos Energéticos. Art. 9." Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales. Uno. Corresponde a la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales el estudio, propuesta y aplicación de la política con otros países, en materia de relaciones económicas internacionales, bilaterales y multilaterales. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Relaciones Económicas Bilaterales con países no europeos. 3. Subdirección General de Relaciones Económicas Bilaterales con Países Europeos y Zonas Europeas de Libre Cambio. 261 DOCUMENTACIÓN SOBRL POLÍTICA EXTERIOR Art. 10. Subsecretaría de Asuntos Exteriores. Uno. Corresponde a la Subsecretaría de Asuntos Exteriores el ejercicio de las siguientes funciones: 1. Las que le asignan la Ley de Organización de los Servicios del Departamento, el Reglamento de la Carrera Diplomática y demás disposiciones complementarias. 2. El desempeño de las facultades que el artículo 15 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado atribuye al subsecretario de cada Departamento, y en particular la dirección, impulso y supervisión de la actividad de los Centros Directivos dependientes de la misma y la inspección superior del personal y de los Servicios. 3. La atención y despacho de los asuntos varios no pertenecientes a la competencia de otros órganos superiores y de Centros Directivos del Ministerio de Asuntos Exteriores, así como de cualesquiera otros que le encomienden las disposiciones legales vigentes. Dos. Dependen de la Subsecretaría de Asuntos Exteriores las siguientes Unidades con nivel orgánico de Dirección General: 1. Secretaría General Técnica. 2. Dirección General de Servicio Exterior. 3. Dirección General de Asuntos Consulares. Tres. Depende, asimismo, de la Subsecretaría la Escuela Diplomática que se rige por sus disposiciones específicas. Cuatro. Dependen directamente de la Subsecretaría las siguientes Unidades con nivel orgánico de Subdirección General: 1. Gabinete Técnico, como órgano de asistencia inmediata. 2. Oficina Presupuestaria. 3. Asesoría Jurídica Internacional. 4. Inspección General de Servicios, cuyo titular se denominará Inspector General y tendrá rango de embajador cuando ejerza sus funciones en el extranjero. 5. Servicio Jurídico del Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores. 6. Asesoría Económica. Cinco. Está adscrita a la Subsecretaría de Asuntos Exteriores la Intervención Delegada de la Intervención General del Estado. Seis. Quedan adscritas, asimismo, a la Subsecretaría las Comisiones Interministeriales de Límites con Portugal y Francia, de Ferrocarriles y Transportes y de Ríos Fronterizos, cuya composición y funcionamiento se regulan en sus disposiciones específicas. Art. 1!. Secretaría General Técnica Uno. Corresponde a la Secretaría General Técnica del Ministerio de Asuntos Exteriores el ejercicio de las funciones a que se refiere el artículo 19 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado. Dos. Dependen de la Secretaría General Técnica las Unidades siguientes: 262 MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES 1. Vicesecretaría General Técnica, con nivel de Subdirección General. 2. Subdirección General de Planificación y Organización. 3. Subdirección General de Informática. Art. 12. Dirección General del Servicio Exterior Uno. Corresponde a la Dirección General del Servicio Exterior el ejercicio de las funciones relativas a régimen interior, y formación administrativa, gestión patrimonial y obras, gestión económica y financiera y gestión de personal en la medida que señalan las disposiciones vigentes sobre Función Pública. Dos. Dependen de la Dirección General del Servicio Exterior las Unidades siguientes: 1. Oficialía Mayor, con nivel orgánico de Subdirección General. 2. Subdirección General de Personal. 3. Subdirección General de Administración de la Gestión Económica. 4. Subdirección General de Control de la Gestión. Art. 13. Dirección General de Asuntos Consulares Uno. Corresponde a la Dirección General de Asuntos Consulares el estudio, propuesta y aplicación de la política que se desarrolle en materia de protección de los ciudadanos españoles en el extranjero y las relaciones internacionales en materia de emigración, extranjería y refugiados. Dos. Dependen de la Dirección General de Asuntos Consulares las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Asuntos Consulares. 2. Subdirección General de Emigración y Participación. 3. Subdirección General de Convenios y Organismo Internacionales de carácter consular. 4. Subdirección General de Extranjería, Refugiados y Pasaportes. Art. 14. Secretaría General de Política Exterior Uno. Corresponde a la Secretaría de Política Exterior la asistencia al ministro y la elaboración, propuesta y ejecución de la política exterior coordinando la acción de diversas Direcciones Generales de Política Exterior de base geográfica y Organismos Internacionales. Dos. Dependen directamente de la Secretaría General de Política Exterior las Unidades siguientes, con nivel orgánico de Dirección General: 1. Dirección General de Política Exterior para Europa. 2. Dirección General de Política Exterior para Iberoamérica. 3. Dirección General de Política Exterior para América del Norte y Asia. 4. Dirección General de Política Exterior para África y Medio Oriente. 5. Dirección General de Organismos y Conferencias Internacionales. 6. Dirección General de Asuntos Internacionales de Seguridad y Desarme. 263 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR Tres. Dependen, asimismo, de la Secretaría General de Política Exterior las Unidades siguientes, con nivel orgánico de Subdirección General: 1. Gabinete Técnico, como órgano de asistencia inmediata al secretario general. 2. Oficina de Derechos Humanos. 3. Subdirección General de Cooperación Política Europea. Art. 15. Dirección General de Política Exterior para Europa Uno. Corresponde a la Dirección General de Política Exterior para Europa el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en el área geográfica correspondiente bajo la supervisión y coordinación del secretario general de Política Exterior. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Europa Occidental. 2. Subdirección General de Europa Oriental. Tres. Está adscrita a esta Dirección General la Comisión Interministerial Permanente de los Valles de Andorra que se rige por sus disposiciones específicas. Art. 16. Dirección General de Política Exterior para Iberoamérica Uno. Corresponde a la Dirección General de Política Exterior para Iberoamérica el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en el área geográfica correspondiente baje la supervisión y coordinación del secretario general de Política Exterior. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Méjico, Centroamérica y Países del Caribe. 2. Subdirección General de Países Andinos, Brasil y Cuenca del Plata. Art. 17. Dirección General de Política Exterior para América del Norte y Asia. Uno. Corresponde a la Dirección General de Política Exterior para América del Norte y Asia el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en el área geográfica corresponde bajo la supervisión y coordinación del secretario general de Política Exterior. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de América del Norte. 2. Subdirección General de Filipinas y Asuntos del Pacífico. 3. Subdirección General de Asia Continental 4. Secretaría Permanente del Consejo Hispano-Norteamericano, con nivel orgánico de Subdirección General. Art. 18. Dirección General de Política Exterior para África y Medio Oriente. Uno. Corresponde a la Dirección General de Política Exterior para África y Medio Oriente el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en el área geográfica correspondiente bajo la supervisión y coordinación del secretario general de Política Exterior. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 264 MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES 1. Subdirección General de África del Norte y del Próximo y Medio Oriente. 2. Subdirección General de África Subsahariana. Art. 19. Dirección General de Organismos y Conferencias Internacionales Uno. Corresponde a la Dirección General de Organismos y Conferencias Internaciones el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en las relaciones con las Naciones Unidas y demás Organismos Internacionales Técnicos y para el Desarrollo. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Naciones Unidas. 2. Subdirección General de Organismos Internacionales Técnicos y para el Desarrollo. Art. 20. Dirección General de Asuntos Internacionales de Seguridad y Desarme. Uno. Corresponde a la Dirección General de Asuntos Internacionales de Seguridad y Desarme el estudio, propuesta y aplicación de la política exterior en relación con los asuntos de Seguridad internacional y Desarme. Dos. Dependen de este Centro Directivo las Unidades siguientes: 1. Subdirección General de Asuntos Internacionales de Seguridad. 2. Subdirección General de Asuntos Internacionales de Desarme. DISPOSICIONES ADICIONALES Primera. 1. Se suprimen los Órganos Superiores que se mencionan y los siguientes Centros directivos: — La Secretaría de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas. — El presidente ejecutivo del Consejo Coordinador de las Relaciones con las Comunidades Europeas, con rango de subsecretario. — El secretario técnico de la Secretaría de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas. — El secretario de Coordinación de la Secretaría de Estado para las Relaciones con las Comunidades Europeas. — La Dirección General de la Oficina de Cooperación con Guinea Ecuatorial. — La Dirección General del Servicio Exterior. — La Dirección General de Política Exterior para América del Norte y Pacífico. — La Dirección General de Política Exterior para África y Asia Continental. 2. Quedan, asimismo, suprimidos los siguientes puestos con rango de director general: — Embajador extraordinario adjunto al ministro. — Embajador en Misión especial. 265 DOCUMENTACIÓN SOBRE POLÍTICA EXTERIOR 3. Se suprimen las siguientes Unidades y puestos con nivel orgánico de Subdirección General: — Asesoría Jurídica. — Subdirección General de Organización y Métodos. — Subdirección General de Administración. — Subdirección General de Régimen Interior. — Subdirección General de África del Norte. — Diez vocales asesores. 4. Todos los órganos colegiados del Departamento que hayan sido creados o regulados por Decreto, y que, por su composición y funciones, tienen carácter puramente ministerial, continúan subsistentes, pero en lo sucesivo serán regulados por Orden del Ministerio de Asuntos Exteriores, previa aprobación de la Presidencia del Gobierno. Segunda. 1. En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 85, número 1, de la Ley 50/1984, de 30 de diciembre, se suprime el Organismo Autónomo «Instituto de Estudios Africanos», cuya personalidad jurídica quedará extinguida desde la fecha de entrada en vigor del presente Real Decreto. 2. Las funciones que el ordenamiento jurídico atribuye al Instituto de Estudios Africanos son asumidas por la Dirección General de Política Exterior para África y Medio Oriente. 3. La Administración del Estado se subroga en los derechos y obligaciones que corresponden al Instituto de Estudios Africanos y la titularidad de los bienes integrantes del patrimonio del mencionado Instituto se incorporarán al Patrimonio del Estado, sin perjuicio de la posterior afectación de los mismos a la unidad administrativa que asume sus funciones. Tercera. 1. Se suprime el puesto de presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana, con rango de subsecretario. 2. La Presidencia de) Institituto de Cooperación Iberoamericana es asumida por el secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. Cuarta. En lo sucesivo todas las menciones del ordenamiento jurídico a cualquiera de los Órganos Superiores, Centros Directivos u Organismos Autónomos suprimidos, se entienden referidas a los órganos que, de conformidad con lo dispuesto en el presente Real Decreto, asumen las funciones de aquéllos. DISPOSICIONES TRANSITORIAS Primera. 1. Sin perjuicio de su formalización mediante los procedimientos legales oportunos, los Órganos Superiores y Centros Directivos del Ministerio de Asuntos Exteriores que asumen las funciones de las Unidades y Organismo reformados o suprimidos, llevarán a efecto todas las operaciones materiales de asunción de funciones y medios previstas en este Real Decreto. 2. Las Unidades y puestos de trabajo con nivel orgánico inferior a subdirector general de los Órganos Superiores, Centros Directivos y Organismos Autónomos, re266 MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES formados o suprimidos, continúan subsistentes, en tanto no se adopten las correspondientes medidas de desarrollo; y se adscriben provisionalmente a los distintos Órganos y Centros Directivos en función de las atribuciones asignadas a cada uno de ellos por el presente Real Decreto. 3. El Organismo Autónomo Patronato de Casas para Funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores continúa subsistente y mantiene su adscripción orgánica hasta que se dé cumplimiento para el mismo a lo previsto en los artículos 85 y 89 de la Ley 50/1984, de 30 de diciembre. Segunda. A todos los funcionarios y demás personal afectado por la reorganización del Ministerio de Asuntos Exteriores se les respetará su situación administrativa y continuarán percibiendo íntegramente sus retribuciones en tanto no se adopten las medidas de desarrollo del presente Real Decreto. Tercera. Sin perjuicio de la utilización inmediata de los bienes y derechos del Organismo Autónomo suprimido, el Ministerio de Economía y Hacienda, en el plazo de tres meses, afectará formalmente al Ministerio de Asuntos Exteriores los que resulten necesarios para el ejercicio de las funciones asumidas. DISPOSICIONES FINALES Primera. El ministro de Asuntos Exteriores dictará cuantas disposiciones sean necesarias para la ejecución y cumplimiento de lo previsto en este Real Decreto, previa aprobación de la Presidencia del Gobierno. Segunda. Sin perjuicio de lo previsto en la Disposición final anterior, el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el concurso de la Presidencia del Gobierno procederá, en el plazo de seis meses, a promover las medidas necesarias para el perfeccionamiento de la actividad del Departamento y de las Entidades adscritas al mismo. Tercera. Por el Ministerio de Economía y Hacienda se efectuarán las modificaciones presupuestarias precisas para el cumplimiento del presente Real Decreto. Cuarta.—Quedan derogados los Reales Decretos 629/1983, de 16 de febrero y 1870/1984, de 26 de septiembre, así como cuantas otras disposiciones de igual o inferior rango se opongan a los dispuesto en el presente Real Decreto, que entrará en vigor el mismo día de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado». Dado en Palma de Mallorca a 28 de agosto de 1985. JUAN CARLOS R. El ministro de la Presidencia JAVIER MOSCOSO DEL PRADO Y MUÑOZ (SOf.de 28-8-1985) 267 MINISTRO SE- Cooperación Internacional S. Estado para las CCEE S. General para las CCEE S.G. de Politica Exterior c 8 > o I.C.I. 5 I.H.A.C. -a o D G de Coord. e Inst- Co D Gral de C Téc. Com O G. de Rol. Culturales D Gral. de C.T.I. D. G. de R.E.I. D. Gral. de Protocolo Gabinete Ministro D. Gral. de A Consulares 0. Gral. d OÍD 4 D Grtes. de Zona O Gral. de 0. Gral. de África Europa D Gral. de O C.l. D Gral. de Iberoamérica D. Cral. de Seg. y Desarme D. Gral de América N. y Asia m x O Ot Coop Guinea Ec Gao. de Análisis y Prev Pol Ext. Escueta Diplomática Oficina Presupuestaria i CI Organismo Autónomo cuyo Presidente tiene categoría de Subsecretario. I H.A.C. Organismo Autónomo cuyo Presidente tiene categoría de Director General. Servicios jurídicos Asesoría j . Internacional Inspección de Servicios Asesoría Economía Oficina D. Humanos S G Coop Politica Europea OTAN OTAN Pregunta del referéndum. Incorporación de España al Comité de Coordinación Multilateral de Exportaciones (COCOM): vid. infra, RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS. Comunicado Conjunto hispano-norteamericano de 10 de diciembre de 1985: inicio de negociaciones en 1986 para la reducción escalonada de la presencia militar norteamericana en España: vid. infra, RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS. Propuestas de los partidos políticos principales sobre un modelo futuro de política exterior y de defensa con motivo del debate acerca de la permanencia de España en la Alianza Atlántica y grado de integración en su caso s. Documento «constructores de la paz» elaborado por la Conferencia Episcopal Española y hecho público en febrero de 1986. PREGUNTA DEL REFERENDUM «El Gobierno considera conveniente para los intereses nacionales que España permanezca en la Alianza Atlántica y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos: 1." La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. 2." Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. 3.° Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.» «¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la nación?» 1. Documento sobre «Paz y seguridad en España», aprobado en diciembre de 1985 por los órganos directivos (Comisión Ejecutiva Federal y Comité Federal) del PSOE6. PREÁMBULO La Comisión Ejecutiva Federal, en su reunión del día 14 de marzo de 1985, acordó la creación de una Comisión integrada por José M.' Bcnegas, Manuel Chaves, 5 Vid, precedentes en esta Revista, vol. 4 (1983), pp. 663 y ss.; y vol. 3 (1982), pp. 394 y ss., 683-685, 972 y ss., y 1.299 y ss. 6 FUENTU: Centro de Documentación de la CEF del PSOE 269 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Elena Flores y Guillermo Galeote para elaborar un documento que diera cumplimiento a las Resoluciones del XXX Congreso que, en el apartado dedicado a «una política española de paz y de seguridad» establece: «Una tarea urgente y trascendental es la de terminar de perfilar una política de seguridad que, englobando política exterior y política de defensa, garantice nuestra soberanía e independencia nacional y constituya una aportación positiva a la causa de la paz, todo ello desde una perspectiva específicamente española, buscando un modelo propio para nuestro país, en función de nuestros intereses y necesidades específicas.» El día 22 de mayo de 1985 se creaba la «Comisión de Paz y Seguridad» para iniciar los trabajos del documento, compuesta por los siguientes miembros: José María Benegas, Fernando Claudín, Manuel Chaves, Rafael Estrella, Elena Flores, Guillermo Galeote, Antonio García Pagan, Juan José Laborda, Miguel Ángel Martínez, Manuel Medina, Carlos Miranda, Ludolfo Paramio, Luis Planas, Gustavo Suárez Pertierra, Ángel Viñas y Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Este documento ha sido elaborado con las aportaciones, sugerencia y concurso de todos ellos. El documento está dividido en tres partes: Parte I: Antecedentes y Apunte histórico; Parte II: España, del aislamiento internacional a la apertura al mundo exterior y Parte III: Una política de paz y seguridad. Para una mejor comprensión y lectura cada parte está subdividida en capítulos. En la Parte I se abordan, sucintamente, los acontecimientos y fenómenos históricos acaecidos en Europa, tras la II Guerra Mundial, que dieron lugar a la configuración del actual sistema de seguridad colectiva y a su posterior evolución. La Parte II está referida a nuestro propio proceso histórico y trata de contribuir a una mejor comprensión de las actitudes que, en términos generales, tenemos los españoles ante los temas de política internacional en general y de política de seguridad en particular. En el Capítulo 6 se hace referencia concreta a la evolución del pensamiento de nuestro propio partido en función de los cambios históricos. La Parte III constituye la propuesta del Partido Socialista a una política de paz y seguridad, así como la contribución de nuestro país a la paz y la seguridad internacionales. ANTECEDENTES Y APUNTE HISTÓRICO LA SEGURIDAD INTERNACIONAL Fundamentos generales La búsqueda de la seguridad y la defensa de los Estados, así como la necesidad de encontrar fórmulas y mecanismos para garantizar la paz y evitar las guerras y los 270 OTAN conflictos, han sido una constante en la historia de las relaciones internacionales. Las fórmulas para garantizar la seguridad o defenderse frente a terceros han adoptado diversas modalidades. El sistema de alianzas defensivas bilaterales o multilaterales es uno de ios mecanismos clásicos. El Derecho Internacional, el ordenamiento jurídico que regula las relaciones entre los Estados, ha establecido un marco de convivencia pacífica entre los mismos de notable importancia. La negociación, la mediación, la conciliación y el arbitraje, como métodos de solución pacífica de las controversias, constituyen algunos de los métodos más extendidos. Pero el Derecho Internacional depende, para su cumplimiento, en gran medida, de la voluntad política de los Estados. No está sometido a reglas y garantías comparables a las del ordenamiento interno y carece de un poder coercitivo. Se hacen, pues, necesarias fórmulas que tienden a reforzarlo y complementarlo. La creación, tras la I Guerra Mundial, de la Sociedad de Naciones (SdN) como instrumento para garantizar colectivamente la paz y la seguridad internacional, representó un hito importante, aunque no pudiera evitarse el estallido de la II Guerra Mundial. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada en 1945, supuso una nueva y esperanzadora iniciativa que, a pesar de sus limitaciones, sigue constituyendo el marco de referencia obligado para la convivencia pacífica entre los Estados. La seguridad tras la Segunda Guerra Mundial Pero a partir de la II Guerra Mundial, el concepto de seguridad internacional ha adquirido perfiles mucho más sensibles y complejos, como consecuencia de la aparición de nuevos elementos o fenómenos que han venido a sumarse a los ya existentes. Ya no es posible definir la seguridad de las naciones y entre las naciones en los términos de las amenazas y las soluciones clásicas, sin tener en cuenta los siguientes elementos: — La existencia de un sistema de dependencia recíproca entre las naciones, de interdependencia en todos los órdenes: poíítico, económico, cultural, etc. — La aparición de nuevos medios de destrucción masiva c indiscriminada, cuyo inventario no se agota en el armamento nuclear. — La necesidad de procurar la convivencia pacífica entre los dos sistemas políticos, económicos y sociales contrapuestos, el representado por el mundo democrático y el sistema comunista. — La existencia de una comunidad de naciones más amplia y compleja en su composición, como consecuencia de la incorporación a la misma de una serie de países que alcanzaron su independencia a raíz del proceso de descolonización. — La agudización de los desequilibrios económicos que constituyen un potencial explosivo en el marco internacional. — La aparición de nuevas manifestaciones religiosas o ideológicas que pueden 271 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES desbordar el marco puramente nacional, para acabar incidiendo en ámbitos más amplios. Todos estos elementos han venido a sumarse a los tradicionales, tales como reivindicaciones territoriales, conflictos fronterizos, etc. Finalmente, los factores de carácter psicológico, como son la percepción que de su propia seguridad tiene un Estado, la dificultad en apreciar cómo las acciones de ese Estado son percibidas por otros, interpretar las intenciones de éstos, etc., constituyen un elemento importante en la seguridad internacional. El panorama esbozado implica que la seguridad internacional, cuyo objetivo es el mantenimiento de la paz, debe basarse en la necesidad imperiosa de evitar la guerra y de contribuir a eliminar las causas que pueden provocarla. En otras palabras, paz y seguridad se interrelacionan. Si no hay seguridad, la paz se hace precaria. Es preciso disuadir al posible agresor de que lleve a cabo amenazas o ataques, ante la certeza de que la respuesta será, al menos, tan contundente como su agresión. Seguridad y distensión son igualmente elementos complementarios, pues sólo sobre la base del diálogo y la cooperación entre los Estados podrá establecerse una mayor seguridad internacional. Paz, seguridad y distensión constituyen, pues, los elementos básicos de la convivencia internacional. La convivencia internacional Las bases sobre las que debe desarrollarse esa convivencia son las siguientes: 1. El reforzamicnto del sistema de seguridad de las Naciones Unidas, que implica: a) El cumplimiento por parte de todos los Estados de los principios de la Carta de las Naciones Unidas. b) La observancia de las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General. 2. El cumplimiento y respeto de todos los acuerdos, tratados y convenios internacionales suscritos por cada Estado. 3. La cooperación internacional para el desarrollo que tienda a la superación de los graves desequilibrios económicos entre los países industrializados y los países en vías de desarrollo y que responda a las necesidades del conjunto de los pueblos. Por lo que se refiere a las relaciones Este-Oeste, la convivencia pacífica deberá discurrir sobre las siguientes bases: a) La necesidad de crear un clima de confianza que permita una mutua, estable y continuada cooperación para encontrar soluciones constructivas a los pro272 OTAN blemas de desarme y control de armamentos y evitar malentendidos o desconfianzas recíprocas, puedan frenar el proceso de distensión. Las declaraciones de intención de carácter unilateral en favor del desarme y no uso de la fuerza tienen en sí mismas un valor positivo para la creación de ese clima de confianza, pero para que esas declaraciones sean jurídicamente vinculantes y cobren plena significación, deberán tradudicirse en la adopción de acuerdos internacionales de las características ya señaladas. b) La recuperación del proceso de distensión que se inició en la década de los sesenta y que culminó con la firma del Acta Final de Helsinki en 1975 que selló la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. El desarrollo y profundización de los principios contenidos en el Acta de Helsinki: la cooperación económica, científico-técnica, cultural, etc. y la defensa y promoción de los derechos humanos» constituye el punto de partida fundamental para el restablecimiento del clima de distensión. c) El mantenimiento de un auténtico equilibrio en las fuerzas nucleares y convencionales entre las dos Alianzas. Es este un punto especialmente importante en el que pueden entrar en juego los elementos psicológicos a los que antes hacíamos referencia sobre la percepción que cada Estado tiene de su propia seguridad. La seguridad absoluta de un Estado o grupo de Estados no pue.de hacerse a costa de la inseguridad política y psicológica de los demás. Cualquier intento de ruptura del equilibrio establecido con objeto de buscar la supremacía militar, produciría efectos desestabilizadores para el mantenimiento de un clima de confianza y de una política de distensión en el ámbito internacional. Fundamentos de una política de seguridad Una política de seguridad dirigida a preservar la paz, combina diversos elementos, entre ellos, de política de defensa y de política exterior. Tiene por objeto garantizar la soberanía y la independencia nacionales, la integridad territoral de un Estado, así como proteger a los ciudadanos y los bienes, y el sistema de valores políticos, económicos, sociales y culturales que lo sustentan. Los factores que un Estado ha de tener en cuenta a la hora de diseñar su política de seguridad son, fundamentalmente, la evaluación de las potenciales amenazas; la valoración de sus propias características, capacidades y vulnerabilidades; y la determinación de los medios con que pueda contar para hacer frente a tales amenazas. En este análisis, además de los factores que atañen más estrictamente al campo de la defensa, hay que tener en cuenta todos los elementos que hacen creíble y eficaz la acción internacional de un Estado: su propia estabilidad, la continuidad de su política, el mantenimineto de relaciones de buena vecindad y esquemas de cooperación e intereses mutuos, etc. En todo caso, es difícil que un Estado sea capaz de garantizar por sí solo su seguridad en los diversos supuestos posibles. De una u otra manera, cada Estado ha de contar con la conducta de otros Estados y, eventualmente, concertarse con algu273 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES nos de ellos para colaborar en la seguridad colectiva. De ahí la existencia en el mundo de hoy de diversos sistemas de alianzas bilaterales y multilaterales. EL SISTEMA DE SEGURIDAD EUROPEO. SUS ORÍGENES Europa después de la II Guerra Mundial La configuración del actual sistema de seguridad europeo se remonta al período inmediatamente posterior a la II Guerra Mundia, en el contexto de la denominada «guerra fría», que es consecuencia de los recelos y discrepancias surgidos entre los antiguos aliados que lucharon contra las potencias fascistas del Eje. En la Conferencia de Yalta, celebrada entre las potencias aliadas en febrero de 1945, se aprobó la llamada «Declaración sobre la Europa liberada», que establecía la política a seguir en las zonas liberadas o por liberar. En ella se preveía la constitución de gobiernos democráticos, a través de elecciones libres en los países que habían sido dominados por el fascismo y, en algunos casos, un cierto control aliado. Esta declaración encubría profundas divergencias entre anglosajones y soviéticos. Los primeros aspiraban a la creación de regímenes democráticos estables, promoviendo la reconstrucción de los países devastados por la guerra. Los segundos deseaban instalar en la Europa Oriental un conjunto de sistemas regidos por los partidos comunistas, que hicieran las veces de tampón y acrecentaran la seguridad soviética. En este sentido, la Unión Soviética estableció toda una red de convenios bilaterales de ayuda y cooperación con varios países europeos orientales (Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia) y en 1948 englobó en la red de estos acuerdos a Rumania, Hungría y Bulgaria. Tales acciones se dirigieron, en un primer momento, contra Alemania. Al amparo de las cláusulas defensivas, los acuerdos consolidaban la posición hegemónica de la Unión Soviética respecto a dichos países. En la Conferencia de Potsdam, en julio de 1945, los occidentales se quejaron de que en Rumania y Bulgaria fuera sólo la Unión Soviética la que dominaba la situación. En el gobierno polaco provisional de unidad nacional, los comunistas detentaban los puestos claves, sin que hubiera posibilidad de llegar a un acuerdo con el gobierno polaco exilado en Londres. Por otra parte, la rápida desmovilización estadounidense no tuvo paralelo en la URSS, cuyas inmensas fuerzas armadas proyectaban una amenaza sobre los países europeos. La presión soviética sobre Turquía y la ayuda a los comunistas griegos durante la guerra civil, aumentaron los temores de las democracias occidentales. En febrero de 1947 Gran Bretaña informó a Washington que, en adelante, no podría socorrer a Grecia y Turquía ni militar ni económicamente. La inquietud europea prendió finalmente en los Estados Unidos que, en junio de 1947, propusieron una gran acción de apoyo a Europa: «El Plan Marshall». Se trataba de robustecer las economías y las sociedades europeas para que ia democracia pudiera consolidarse. 274 OÍAN En la acción del mencionado Plan no se excluía a los países de Europa Oriental, pero aquellos que tenían gobiernos controlados por la Unión Soviética rechazaron la sugerencia. Los gobiernos de Checoslovaquia y Polonia se inclinaron, en un principio, a participar, llegando incluso, en el caso checoslovaco, a anunciar oficialmente su asistencia a la Conferencia de París, pero las presiones soviéticas les obligaron a desistir. Al tiempo, la Unión Soviética se lanzó a la ofensiva en Europa Oriental, destruyendo cualquier tipo de oposición política organizada. Los líderes socialistas, así como de otras ideologías, fueron encarcelados y, en ocasiones, ejecutados. Hungría, Bulgaria, Rumania y Polonia quedaron en una situación de forzada dependencia. Los partidos comunistas o nuevos partidos controlados férreamente por los comunistas, se hicieron dueños absolutos del poder. La Configuración de las Nuevas Alianzas En 1948 se produjeron dos acontecimientos decisivos que causaron la consternación de Europa Occidental. Por una parte, el llamado «golpe de Praga», organizado por el propio presidente del Gobierno y secretario general del Partido Comunista, que supuso la incorporación definitiva de Checoslovaquia a la zona de influencia soviética. Por otra parte, se producía el llamado «bloqueo de Berlín» por parte de la Unión Soviética, que cerró los accesos terrestres de la antigua capital alemana, en un intento de forzar su anexión a la zona soviética de ocupación. El bloqueo fracasó tras casi un año de funcionamiento de un puente aéreo que garantizó los suministros de los sectores occidentales de la ciudad. Estos hechos incidieron notablemente sobre los primeros intentos de establecer un sistema de alianzas en la postguerra, aunque tales intentos se habían dirigido, en un principio, contra un eventual renacimiento alemán: — El 4 de marzo de 1947 Gran Bretaña y Francia firmaron el Tratado de Dunkerke que preveía medidas de defensa colectiva y de cooperación económica, social y cultural. — El 17 de marzo de 1948, como respuesta a la intervención soviética en Checoslovaquia, se amplió el Tratado a los países del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo), firmándose el Tratado de Bruselas, que daba origen a la Unión Europea Occidental (VEO). Los socialistas Ernest Bevin y Paul Spaak desempeñaron un importante papel en los contactos previos que desembocaron en este Tratado. A los pocos días de la firma, ingleses y franceses sugirieron a los Estados Unidos conversaciones para establecer un sistema de defensa más amplio, apoyado por una garantía de seguridad norteamericana. La petición europea encontró serias resistencias en los Estados Unidos, ya que la tendencia general en el país, después de la guerra, era la de retirarse y recortar sus compromisos en Europa lo antes posible. 275 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES El bloqueo de Berlín constituyó una nueva llamada de atención en cuanto a las actitudes soviéticas y produjo un cambio de actitud en los Estados Unidos. — El 11 de julio de 1948, la denominada «resolución Vandenberg» del Congreso norteamericano autorizó al gobierno a entrar en alianzas fuera del continente americano. Este hecho supuso un giro de 180° en la tradicional política exterior de aislacionismo seguida por este país durante los años de paz. Con ello quedó libre la vía para establecer un «pacto atlántico» que agrupase a los cinco signatarios del Tratado de Bruselas —Inglaterra, Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo— a los Estados Unidos y a Canadá. Países neutrales antes de la II Guerra Mundial, como Noruega, Dinamarca, Bélgica y Holanda, que fueron invadidos y ocupados por las tropas alemanas, ante su indefensión ferente a la agresión nazi, optaron ahora por integrarse en el sistema de seguridad colectivo de la Alianza Atlántica. — El 4 de abril de 1949, los ministros de Asuntos Exteriores de Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos y Portugal firmaron el Tratado del Atlántico Norte. TEXTO DEL TRATADO DEL ATLÁNTICO NORTE «Los Estados Partes en este Tratado: Reafirmando su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con los pueblos y todos los gobiernos. Determinados a salvaguardar la libertad de sus pueblos, su herencia común y su civilización, basadas en los principios de democracia, libertades individuales e imperio del derecho. Deseosos de favorecer, en la región del Atlántico Norte, el bienestar y la estabilidad. Resueltos a unir sus esfuerzos para la defensa colectiva y para la conservación de la paz y la seguridad. Han convenido en el siguiente Tratado del Atlántico Norte: Artículo 1. Las Partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier diferencia internacional en que pudieran verse envueltas, de tal modo que la paz y la seguridad internacionales, así como la justicia, no se pongan en peligro, y abstenerse en sus relaciones internacionales del recurso a la amenaza o al empleo de la fuerza de cualquier modo que resulta incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas. Artículo 2. Las Panes contribuirán al desenvolvimiento de relaciones internacionales pacíficas y amistosas, reforzando sus instituciones libres, asegurando una mejor comprensión de los principios en que se basan esas instituciones y favoreciendo las condiciones propias para asegurar la estabilidad y el bienestar. Tratarán de eliminar toda oposición en sus políticas eco276 OTAN nómicas internacionales y estimularán la colaboración económica entre cualquiera de las partes o entre todas. Artículo 3. A fin de asegurar de la manerfa más eficaz la relación de los fines del presente Tratado, las Partes, actuando individual y conjuntamente de manera continua y efectiva mediante el esfuerzo propio y la ayuda mutua, mantendrán y acrecerán su capacidad individual y colectiva de resistencia a un ataque armado. Artículo 4. Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes fuese amenazada. Artículo 5. Las Partes convienen en que un ataque armado contra una o varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas las Partes y, en consecuencia, acuerdan que, si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa, individual y colectiva, reconociendo por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes así atacadas, adoptando seguidamente, individualmente y de acuerdo con las otras Partes, la acción que juzguen necesaria, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer y mantener la seguridad en la región del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y cualquier medida adoptada en consecuencia serán inmediatamente puestos en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales. Artículo 6. A efectos del artículo 5, se considera ataque armado contra una o varias de las Partes: un ataque armado contra el territorio de cualquiera de las Partes en Europa, en América del Norte; contra los departamentos franceses de Argelia '; contra las islas colocadas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en la región del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer; contra las fuerzas, buques o aeronaves de cualquiera de las Partes que están en dichos territorios o sobre ellos, o en cualquiera otra región de Europa en la que estuviesen estacionadas fuerzas de ocupación de cualquiera de las Partes en la fecha en que el Tratado entró en vigor, o en el mar Mediterráneo o en la región del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer 2. Artículo 7. El presente Tratado no afecta, ni será interpretado como afectando de algún modo a los derechos y obligaciones derivados de la Carta para las Partes que son miembros de las Naciones Unidas, ni a la responsabilidad primordial del Consejo de Seguridad en el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales. Artículo 8. Cada una de las Partes declara que ninguno de los compromisos internacionales actualmente en vigor entre ella y cualquiera otra Par1 Todas las disposiciones de este Tratado relativas a los antiguos departamentos franceses de Argelia han quedado sin valor a partir del 3 de julio de 1962. 2 Texto vigente tras la reforma introducida por el Protocolo de Adhesión de ürecia y Turquía de 17 de octubre de 1951. 277 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES te o cualquier otro Estado, está en contradicción con las disposiciones del presente Tratado y asume la obligación de no adquirir ningún compromiso internacional en contradicción con el Tratado. Artículo 9. Las Partes establecen por la presente disposición un Consejo, en el cual cada una de ellas estará representada, para conocer de las cuestiones relativas a la aplicación del Tratado. El Consejo estará organizado de manera que pueda reunirse rápidamente y en cualquier momento. El Consejo constituirá los organismos subsidiarios que se estimen necesarios y en especial establecerá un Comité de Defensa que recomendará las medidas a adoptar para aplicación de los artículos 3 y 5. Artículo 10. Las Partes pueden, por acuerdo unánime, invitar a acceder al Tratado a cualquier otro Estado europeo en condiciones de favorecer el desarrollo de los principios del presente Tratado y de contribuir a la seguridad de la región del Atlántico Norte. Cualquier Estado así invitado puede ser parte en el Tratado, depositando el instrumento de accesión ante el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Este informará a cada una de las partes del depósito de cada instrumento de accesión. Artículo 11. Este Tratado será ratificado y sus disposiciones aplicadas por las Partes conforme a sus preceptos constitucionales respectivos. Los instrumentos de ratificación serán depositados, tan pronto como sea posible, ante el Gobierno de los Estados unidos de América, quien informará a los Gobiernos de las otras Partes del depósito de cada instrumento de ratificación. El Tratado entrará en vigor entre los Estados que lo hayan ratificado en cuanto que las ratificaciones de la mayoría de los signatarios, comprendidas las de Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Luxemburgo, Países Bajos y Reino Unido hayan sido depositadas, y entrará en vigor para los otros signatarios el día del depósito de sus ratificaciones. Artículo 12. Pasados diez años de vigencia del Tratado, o en cualquier fecha, durante diez años o en toda fecha ulterior, las Partes se consultarán, a petición de cualquiera de ellas, con el fin de revisar el Tratado, teniendo en cuenta los factores que afecten en aquel momento a la paz y a la seguridad en la región del Atlántico Norte, incluyendo el desarrollo de acuerdos, tanto universales como regionales concluidos conforme a la Carta de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Artículo 13. Pasados veinte años de vigencia del Tratado, cualquier parte, en lo que a ella concierne, puede poner fin al Tratado, un año después de haber anunciado su denuncia al Gobierno de los Estados Unidos de América, el cual informará a los Gobiernos de las otras Partes del depósito de cada instrumento de denuncia. Artículo 14. Este Tratado, cuyos textos en francés o inglés hacen igualmente fe, será depositado en los archivos del Gobierno de los Estados Unidos de América. Este Gobierno transmitirá copias certificadas a los Gobiernos de los demás Estados signatarios. Poco después de la firma del Tratado se produjo el desbloqueo soviético en el acceso a Berlín. 278 OTAN La Reconstrucción de Europa A partir de ese momento la reconstrucción europea despegó con fuerza. Los mecanismos de cooperación establecidos en el Plan Marshall impulsaron la mejora de la situación económica en Europa Occidental en la que el proceso integrados registró avances institucionales importantes: — En el plano político se estableció, en 1949, el Consejo de Europa. — En el plano económico, en 1950, se lanzó la idea de una unión sectorial que dio origen, dos años más tarde, a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), formada por Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Luxemburgo. Era el primer paso hacia las Comunidades Europeas constituidas el 25 de marzo de 1957 por el Tratado de Roma. — En el plano defensivo, en 1950, el presidente del Gobierno francés, Rene Pieven, recogiendo la idea de Winston Churchill, dio a conocer un plan para constituir una ejército europeo en el que participara la República Federal de Alemania. El Plan Pleven dio pie, tras largas negociaciones, a un proyecto de tratado sobre una Comunidad Europea de Defensa (CED), firmado el 27 de mayo de 1952 por los seis miembros de la CECA. La víspera, los aliados occidentales firmaron otro acuerdo por el que se ponía fin al régimen de ocupación en la República Federal de Alemania y se reconocía a este país la plena igualdad de derechos. Los Países Bajos, Bélgica y la República Federal de Alemania ratificaron el Tratado en 1954. Italia decidió aguardar la ratificación francesa que no se produjo, con el consiguiente fracaso de la CED. Era difícil para muchos franceses aceptar tan rápidamente el rearme alemán y la plena participación alemana en un ejército europeo. Políticos de distinto signo coincidían en la valoración de que el tratado desnacionalizaba a las Fuerzas Armadas. El nacionalismo se había impuesto sobre la suprenacionalidad. El 23 de octubre un Protocolo revisa el Tratado de Bruselas, origen de la Unión Europea Occidental (UEO), produciéndose la incorporación de la República Federal de Alemania e Italia. Simultáneamente, un Protocolo reguló la adhesión de la República Federal de Alemania al Tratado del Atlántico Norte. El 5 de mayo de 1955 se produjo la integración del antaño adversario en el sistema defensivo occidental. Al producirse la remilitarización de Alemania y su incorporación a la UEO, la Unión Soviética protestó energéticamente y en mayo de 1955 organizó una conferencia en la capital polaca que desembocaría en la firma del denominado «Pacto de Varsovia» que incluía a Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y la propia Unión Soviética. En el preámbulo se hacía referencia a la aparición de nuevos fenómenos militares, tales como la UEO y la incorporación al Tratado de Washington de una República Federal de Alemania remilitarizada. Los acuerdos bilaterales que ligaban a cada uno de los países miembros con la Unión Soviética continuaron subsistiendo, por lo que, cabe afirmar, que e! 279 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Tratado de Varsovia no variaba, de hecho, la situación militar en Europa, si bien dotaba a los países del Este de una estructura formal común. La República Democrática Alemana se incorporó formalmente al Pacto de Varsovia el 18 de enero de 1956, tras el establecimiento del Ejército Nacional Popular. Como pronto pusieron de manifiesto los acontecimientos —intervención en Hungría y amenaza de realizarla en Polonia, en octubre de 1956—, la creación del Pacto de Varsovia, tuvo también la finalidad de contrarrestar las tendencias centrífugas, que se desarrollaron en el bloque soviético al socaire de la llamada desestalinización. El Pacto de Varsovia, que preveía un período de vigencia de treinta años, ha sido renovado en abril de 1985 por otros veinte años. La situación de otros países europeos Otros países europeos (Austria, Finlandia, Suecia y Suiza) no se incorporaron al sistema de seguridad colectivo establecido; se les denomina genéricamente países neutrales, aunque en rigor, no pueda aplicarse el término de neutral para todos ellos. De acuerdo con la definición generalmente aceptada, un Estado es neutral en virtud de un tratado internacional de carácter multilateral o mediante una declaración unilateral reconocida después por otros Estados, según la cual adquiere el compromiso legal de no participar en ninguna guerra futura, de no suministrar tropas o material bélico a otros países en guerra o créditos y préstamos para fines militares. Es la llamada neutralidad reconocida por el Derecho Internacional. El respeto a esta neutralidad por parte de la comunidad internacional constituye el elemento jurídico básico para la práctica de la misma. De ello puede deducirse que no se es neutral sólo por una manifestación de voluntad, sino por la aceptación y el respeto de la misma por el resto de los países. Este tipo de neutralidad permanente es la practicada por Suiza y tiene su base jurídico-internacional en los acuerdos cocluidos —a iniciativa suiza— en el Congreso de Viena y en la Conferencia de París de 1815 y ratificados en el Tratado de Versalles de 1919. La neutralidad permanente fuá adquirida también por Austria en 1955, bajo circunstancias totalmente distintas, derivadas de condicionamientos históricos. Al finalizar la II Guerra Mundial, Austria fue dividida en cuatro zonas de ocupación y permaneció bajo control militar aliado hasta 1955. En esa fecha, y tras largas negociaciones entre Austria y la Unión Soviética, se llegaba a un acuerdo sobre el Tratado de Estado para la reconstrucción de Austria soberana y democrática, que ponía fin a la ocupación y que sería suscrito por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Por el artículo IV del Tratado se prohibía la unión política o económica de Austria con Alemania. En el espíritu del Tratado de Estado, el Parlamento de Viena refrendaba, mediante ley constitucional, la neutralidad de Austria, el 26 de octubre de 1955. El Caso de Finlandia está motivado, sin duda, por la experiencia histórica y los conflictos y guerras que, desde 1930 a 1945, el país tuvo que sufrir. En 1919-20 el primer conflicto con Rusia; en 1939-40 con la Unión Soviética, en 1941-44 con la 280 OÍAN Unión Soviética con el apoyo de Alemania; y en 1944-45 contra los alemanes para expulsarles de su territorio. A la luz de esta experiencia, Finlandia firmó con la URSS un Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua. El Tratado establece la no participación de Finlandia en alianzas o coaliciones contra la segunda parte y el compromiso de luchar para repeler cualquier ataque armado, en caso de agresión a la Unión Soviética, a través de territorio finlandés, por parte de Alemania o cualquier otro Estado. El modelo practicado por Suecia, data de 1818 y presenta características distintas a las anteriores. Se trata de una opción política de no firmar pactos, no entrar en alianzas en tiempos de paz y permanecer al margen de los conflictos armados en la medida de lo posible. Esa opción, en la medida en que no está reconocida por el Derecho Internacional, requiere de una política de seguridad suficientemente disuasoria para lograr el respeto de la neutralidad, lo que no pudo evitar que Suecia la viera comprometida durante la II Guerra Mundial ante las fuertes presiones de la Alemania nazi. Tras una firme resistencia, Suecia tuvo que permitir en junio de 1940 la utilización de sus ferrocarriles por Alemania para el transporte de tropas y material de guerra a Noruega y el traslado de una división armada alemana de Noruega a Finlandia para la invasión de la URSS. Conviene subrayar que la neutralidad de un país no significa indefensión; por el contrario, la defensa constituye para estos países un punto sumamente importante en su política exterior, un capítulo significativo en sus presupuestos defensivos y una carga económica considerable. La neutralidad no debe confundirse con el neutralismo, o no alineamiento, seguido por un conjunto de países agrupados en el llamado Movimiento de los No-Alineados. Esta opción responde a unos supuestos históricos, culturales y socio-económicos determinados. Dentro de Europa es el caso de Yugoslavia y Malta. Irlanda constituye un caso peculiar dentro del esquema europeo, ya que es el único país de la Comunidad Económica Europea que no pertenece a la Alianza Atlántica. Su «status» puede estar motivado por el conflicto con Gran Bretaña a causa del problema del Ulster. LA EVOLUCIÓN DE LA SEGURIDAD INTERNACIONAL: LAS RELACIONES ESTE-OESTE Constituido el sistema de seguridad occidental en torno a la Alianza Atlántica, los países de Europa Occidental tendrían que hacer frente, en adelante, a una serie de problemas derivados de la asimetría geográfica entre las dos Alianzas militares o, en otras palabras, del hecho de ser fronterizos con el Pacto de Varsovia y del alejamiento geográfico de su principal aliado, los Estados Unidos. A este desequilibrio regional, venía a sumarse el fuerte desequilibrio en fuerzas convencionales en Europa entre la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia a favor de este último. La estrategia diseñada para contrarrestar tal desequilibrio fue la denominada de «represalia masiva», vigente durante los años cincuenta, y que contemplaba la utili281 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES zación de los arsenales norteamericanos como respuesta a eventuales ataques convencionales soviéticos contra cualquiera de los países de la Alianza. Durante los años cincuenta los europeos occidentales se sintieron amparados en su defensa por ei monopolio nuclear norteamericano. Pero esta época no duró mucho. En 1949 la URSS realizó su primera prueba nuclear y poco a poco se dotó de armas nucleares operativas, de bombarderos de largo alcance y de misiles intercontinentales. Lentamente la posibilidad de que el territorio estadounidense dejara de ser invulnerable ante eventuales acciones nucleares fue convirtiéndose en un hecho. La estrategia de represalias masivas vio como se erosionaba su credibilidad. Un recurso a todo el arsenal atómico disponible no era pensable, por lo tanto no era creíble y consecuentemente no disuadía. Los países europeos de la Alianza Atlántica se preguntaban hasta qué punto, en efecto, estarían dispuestos los Estados Unidos a lanzar un ataque nuclear en defensa de la Europa Occidental arriesgándose a las consecuencias de una acción similar contra su propio territorio. La Estrategia de la Alianza La situación de equilibrio nuclear, ya visible en los años sesenta, abrió grietas en la cohesión que hasta entonces había existido entre los intereses de seguridad europen-occiíicntalcs y los norteamericanos. Francia, ante la posibilidad de que la defensa de París no pudiera asegurarse por el miedo a que Nueva York quedara devastada, prefirió desarrollar una fuerza nuclear propia e independiente que pudiese ser utilizada para disuadir eventuales ataques contra el territorio francés. Ai tiempo, Francia se retiró de la organización militar de la Alianza Atlántica en 1966. Tras un debate de diez años, la Alianza diseñó en 1967 una nueva estrategia: la de «respuesta flexible o graduada». En sus líneas esenciales establecía que una eventual agresión soviética contra la Europa occidental o los Estados Unidos se contrarrestaría, en un principio, no con la utilización masiva de los arsenales nucleares, sino con la graduación en el empleo de los distintos niveles de los dispositivos de armas y fuerzas de la Alianza, controlando, en la medida de lo posible, la escalada de unos a otros. Así, una agresión realizada con efectivos convencionales (no nucleares) debía rechazarse con medios de la misma índole, evitando el automatismo de la respuesta nuclear. Sólo en el caso de que la defensa por medios convencionales resultara insuficiente, cabría hacer un uso limitado y selectivo de las armas nucleares. La idea que subyace en la «respuesta flexible» estriba en hacer ver al adversario que el riesgo al que se expone resulta incalculable. Dicho de otra manera, el riesgo para el agresor debe elevarse tanto que una agresión no le resulte rentable. Una vez que la Unión Soviética se dotó de una capacidad nuclear equiparable a la de Estados Unidos, la política de seguridad hubo de basarse, no ya en la mera contención, sino en la exigencia absoluta de evitar el estallido de una guerra, puesto que ambas potencias eran mutuamente vulnerables. Esto llevó a que se mantuviese el «status» establecido, como se puso de relieve en las crisis de Hungría (octubre 1956), Berlín (agosto 1961), Cuba (octubre 1962) 282 OÍAN y Checoslovaquia (agosto 1968) y a que se redoblasen los esfuerzos para reducir, en la medida de lo posible, las tensiones entre las superpotencias. En una palabra, la seguridad dejó de definirse en términos esencialmente militares, para pasar a situarse de forma decisiva en el terreno político. El concepto clave en torno al cual se organizaron las relaciones interestatales en el contexto del conflicto Este-Oeste, a partir de ese momento, fue el de distensión. Esta se basa en el diálogo y en la cooperación, en el interés recíproco de disminuir los riesgos de quiebra en el sistema internacional y en la conciencia de que es. preferible crear las condiciones necesarias par una concurrencia pacífica de los dos grandes sistemas políticos. El informe Harmel Atendiendo a estas circunstancias, la Alianza Atlántica aprobó en 1967 el denominado Informe Harmel, que tomajsu nombre del entonces ministro de Asuntos Exteriores belga. En el informe se contemplan los futuros objetivos de la Alianza que tienden a crear las bases para establecer un clima de entendimiento y mejora de las relaciones Este-Oeste a través de dos vertientes estrechamente ligadas: seguridad y distensión. La primera consiste en mantener la suficiente capacidad defensiva, y la necesaria solidaridad política, para generar un efecto disuasor frente a cualesquiera formas de amenaza o del uso de la fuerza por parte del adversario. La segunda vertiente, la distensión, estriba en la búsqueda de cauces de diálogo y de progreso en el establecimiento de relaciones significativas y duraderas entre los distintos países europeos, gracias a las cuales puedan mitigarse las diferencias políticas, sociales, económicas e ideológicas que existen entre los mismos. Seguridad defensiva y política de distensión se complementan y deben ser considerados como elementos de igual importancia. Los objetivos del Informe Harmel tuvieron su plasmación práctica en los crecientes contactos Este-Oeste que se desarrollaron a finales de los sesenta y principios de los setenta. El espíritu de la época de la distensión tuvo repercusiones importantes tanto en el marco estrictamente europeo, como a escala global. En Europa los resultados de esta política de distensión tuvieron un reflejo en los Tratados que la República Federal de Alemania concluyó con la Unión Soviética, Polonia y la República Democrática Alemana, en lo que se conoce como la «ostpolitik», cuyo artífice fue, el entonces Canciller de la RFA, Willy Brandt. A escala global, la política de distensión cristalizó en la creación de foros de desarme multilaterales y bilaterales y en numerosos acuerdos entre las superpotencias, entre los que destacan: — 1963.—Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares, suscrito por Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido. — 1968.—Tratado de No Proliferación de armas nucleares, suscrito por Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido. 283 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES 1969.—Inicio de las conversaciones soviético-norteamericanas sobre limitación de armas estratégicas (SALT). 1972.—Tratado de limitación de sistemas de misiles antibalísticos (ABM) y acuerdo provisional SALT-I sobre la limitación de armas estratégicas, suscrito por Estados Unidos y la Unión Soviética. 1973.—Inicio de las conversaciones en Viena sobre la reducción mutua y equilibrada de fuerzas en Centroeuropa (MBFR), entre países de la OTAN y del Pacto de Varsovia. 1975.—Firma del Acta Final de Helsinki por los gobiernos de 35 países, incluidos los de Estados Unidos y la Unión Soviética. Helsinki supuso el momento más destacado del proceso de distensión. La crisis de la distensión Pero Helsinki supuso también el inicio del deterioro de las relaciones Este-Oeste. Gran parte de las razones que condujeron a ese deterioro pueden encontrarse en la distinta concepción de la distensión entre el Este y el Oeste. Para los occidentales, el concepto de la distensión se basaba en el incremento de la cooperación con la Unión Soviética y los otros países comunistas en áreas de interés mutuo, cuyo resultado conduciría a la normalización de las relaciones con estos países, para crear un clima de estabilidad y confianza que supusiera un impacto positivo en las negociaciones de control de armamento y desarme. La Unión Soviética ha utilizado, el concepto de «coexistencia pacífica» que implica que prosigue su política de confrontación ideológica en sus relaciones con otros países de sistemas políticos diferentes, sin perjuicio de una cooperación con los mismos. Esta doble concepción del termino distensión, hizo posible que la Unión Soviética desarrollara diferentes políticas en diferentes planos al mismo tiempo. La «coexistencia pacífica» no excluyó la extensión de su influencia a otros países. A partir de 1975, con la salida norteamericana de Vietnam, se abre un período de debilitamiento de la hegemonía norteamericana, al que se contraponen avances diplomáticos de la URSS en el Tercer Mundo y el fortalecimiento del poderío militar soviético, no sólo en el terreno nuclear, sino en el convencional, especialmente con la creación de una poderosa flota de guerra oceánica. El acontecimiento más grave en esta época fue la decisión de la Unión Soviética de invadir Afganistán en 1979, una decisión que —si bien no alteraba sustancialmente el mapa de influencias en la zona— supuso un golpe definitivo para la distensión y el comienzo de la llamada «segunda guerra fría». Debido a este hecho, el Acuerdo sobre limitación de armas estratégicas SALTII, firmado en Viena en 1979, por Breznev y Cárter no llegó a ser ratificado por el Senado norteamericano, aunque de hecho ha venido siendo respetado. Pero la crisis de la seguridad en Europa está marcada por el rearme nuclear soviético y la sustitución de los misiles de alcance intermedio SS-4 y SS-5 por los más modernos, precisos y de más largo alcance SS-20 (portadores de tres cabezas nucleares cada uno), en proporciones que provocaron la alarma de los países de Europa Occidental. La notable superioridad en fuerzas convencionales y nucleares de alcan284 OTAN ce intermedio del Pacto de Varsovia hizo aumentar la evidencia de los desequilibrios regionales. En 1977 el Canciller alemán Helmut Schmidt planteó públicamente esta preocupación y desplegó una intensa actividad diplomática para tratar de conseguir la reducción de los misiles soviéticos. En diciembre de 1979, tras un largo debate, el Consejo Atlántico adoptó un acuerdo conocido como la «doble decisión». Doble, porque contemplaba, por un lado, la negociación con la Unión Soviética para reducir los misiles nucleares de alcance intermedio, SS-2Ü; por otro lado, si esta negociación no concluía con los resultados deseados, se preveía el despliegue de 572 misiles de alcance intermedio (Pershing II y misiles de crucero) en cinco países de Europa Occidental, para contrarrestar la superioridad soviética en este tipo de armas y restablecer el equilibrio en el ámbito nuclear. La crisis tenía otra vertiente que venía a sumarse a la inseguridad provocada por el rearme soviético, y era las dudas suscitadas en los países de Europa Occidental sobre si los Estados Unidos acudirían en su defensa en caso de conflicto con el Este. El despliegue de misiles norteamericanos de alcance intermedio en territorio europeo, debía contrarrestar el eventual «desenganche» norteamericano. El fracaso en las negociaciones y el deterioro de las relaciones Este-Oeste, llevó al inicio del despliegue de los «euromisiles» a finales de 1983 y al abandono por parte de la Unión Soviética de todos los foros de negociación. La Conferencia de Desarme de Estocolmo, fruto de la reunión en Madrid de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, clausurada con éxito gracias a una propuesta del Gobierno socialista español, se convirtió en el único punto de contacto de las dos superpotencias. El inicio de negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética en marzo de 1985 en Ginebra ha abierto una nueva etapa y nuevas expectativas sobre la posibilidad de un mejor entendimiento Este-Oeste. ESPAÑA: DEL AISLAMIENTO INTERNACIONAL A LA APERTURA AL MUNDO EXTERIOR ESPAÑA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA Antecedentes históricos Durante la etapa que hemos analizado, España permanece al margen del inicio de la construcción europea, en todos los órdenes, y de las vivencias comunes de los pueblos europeos. De ahí las distintas percepciones que los españoles tenemos acerca de los fenómenos históricos que acontecen en Europa y de los temas de política internacional en general y de seguridad, en particular. Para comprender las actitudes y comportamientos del pueblo español, en líneas generales, habría que analizar nuestra propia vivencia histórica, remontándonos al siglo XIX. 285 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES La pérdida de las colonias americanas y el proceso de transformación de la sociedad española, tras el fin de la monarquía absoluta, contribuyeron a que España fuera replegándose sobre sí misma y dejar de participar activamente en los asuntos internacionales de la época. Al aislamiento físico se añadía un aislacionismo en política exterior que respondía, no tanto a una opción voluntariamente elegida, sino a lo que podríamos denominar una cierta dejación por parte del Estado de las obligaciones exteriores. La pérdida de los restos del imperio colonial en 1898, supuso un fuerte aldabonazo para algunos sectores del país que acentuó el repliegue de nuestro país. Desde entonces España participó en la política internacional sólo en aquellos asuntos que afectaran a su más inmediata zona de influencia, en particular el Norte de África, y ello, no por una acción exterior propia, sino como consecuencia de los intereses en juego de otras potencias. Las operaciones militares en África centraron la atención nacional, exacerbaron el debate político y sus consecuencias influyeron decisivamente en la propia evolución española. Al estallar la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral. Esto potenció hábitos colectivos anclados en la ya larga etapa de aislamiento político y cultural, que se había convertido en uno de los grandes obstáculos a la lenta y discontinua modernización de la sociedad española. El debate político, a veces exarcerbado, sobre la conveniencia de la neutralidad no estuvo ausente de la sociedad española. De hecho, la opinión pública se dividió entre «aliadófilos» y «germanófilos», siendo los sectores liberales y de izquierda del país favorables a la participación de España al lado de los aliados. En julio de 1918 el diputado socialista Julián Besteiro criticó en el Congreso la forma en que se había llevado la neutralidad y previno sobre la posibilidad de que, al término de la guerra, los españoles, si seguían aislados, fuesen más desdichados y estuviesen más empobrecidos que los mismos pueblos que habían sufrido los horrores de la contienda. España no intervino activamente en los asuntos internacionales de la postguerra. Las tensiones internas, la descomposición del régimen monárquico, la implantación de la dictadura del general Primo de Rivera y la incesante guerra colonial en Marruecos favorecieron el repliegue tradicional. La experiencia republicana supuso un intento de modernización económica, social, cultural e institucional del país, pero desgraciadamente, quedaría truncada por la guerra civil. El Franquismo: Culminación del aislamiento El denominado «nuevo Estado», establecido por el general Franco, tras la guerra civil, hizo fracasar los intentos de las fuerzas progresistas por impulsar la modernización del país en un sentido democrático y pluralista y abrió una nueva etapa: al repliegue de España en la acción exterior vino a sumarse un aislamiento impuesto desde fuera. El régimen franquista quedó marginado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. En la Conferencia de Postdam de agosto de 1945, los aliados se pro286 OTAN nunciaron en contra de la entrada de España en la naciente Organización de las Naciones Unidas. Las razones del rechazo eran obvias: en primer lugar, el origen del régimen, como consecuencia del apoyo que habían prestado a Franco las potencias nazi-fascistas. En segundo lugar, el alineamiento del régimen en la Segunda Guerra Mundial. Si bien España se había declarado neutral al estallar la guerra, cuando la victoria de las potencias del Eje parecía perfilarse como segura, Franco dio un paso más en su alineamiento declarando la «no-beligerancia», que supone el apoyo diplomático y económico a una de la partes en conflicto sin tomar parte directamente en las hostilidades. El régimen mantuvo, efectivamente, una actitud colaboracionista con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler. Debe subrayarse que existió un interés franquista por entrar en guerra al lado del Tercer Reich. Tal interés se ligó a ciertas ayudas por parte alemana sobre las pretensiones territoriales de la dictadura en el Norte de África. Franco no logró que Hitler otorgase el apoyo solicitado. Después, las presiones aliadas, el curso de la guerra y la caótica situación interna determinaron que España no participase de forma generalizada en la contienda, aunque tuvo una participación efectiva a través del envío de un contingente de tropas al Frente Oriental (la llamada División Azul). Por último, el carácter de la dictadura, que había incorporado numerosos elementos típicos de los regímenes fascistas, la hacían difícilmente homologable con las renacidas democracias europeas. Estas razones, unidas a la animadversión que la dictadura franquista despertaba en la opinión pública occidental, imposibilitaron la incorporación del régimen en los nuevos esquemas de cooperación económica, política y de defensa que empezaron a establecer inmediatamente en nuestro entorno europeo (CECA, CEE, Alianza Atlántica). El cierre de la frontera hispano-francesa desde marzo de 1946 hasta febrero de 1948 y la retirada de embajadores de Madrid que recomendaron las Naciones Unidas, en diciembre del primer año, fueron momentos muy destacados de este proceso. Pese a ello, el régimen logró sobrevivir. La falta de unanimidad de los vencedores para liberar al pueblo español de la dictadura franquista y el deterioro de la situación internacional entre 1945 y 1947, que condujo a la llamada guerra fría, fueron quizás, los factores más importantes que facilitaron su supervivencia. Por otro lado, el ostracismo internacional sirvió al régimen para exaltar viejos sentimientos xenófobos c intentar que se cerraran filas en torno al mismo. Las características del régimen franquista impidieron que el pueblo español participase en los beneficios del Plan Marshall que, a partir de 1948, contribuyó a la reconstrucción y al crecimiento de la mayor parte de las economías europeas occidentales.. De todos estos factores el que, sin duda, tuvo una mayor incidencia en la permanencia del régimen, fue la evolución de la situación internacional. La crispación de la escena internacional con la guerra de Corea determinó nuevas estrategias en la política de las relaciones Este-Oeste. 287 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES El convenio Bilateral con Estados Unidos Los intereses geoestratégicos primaron por encima de cualquier otra consideración, y el territorio español se convirtió en un puntal importante para la estrategia de contención que los Estados Unidos desarrollaron respecto a la Unión Soviética. Estas circunstancias fueron aprovechadas por el General Franco para obtener, a cambio de contrapartidas de índole estratégica, una cierta respetabilidad que necesitaba desesperadamente, a causa de su marginación de las instituciones europeas. El 26 de septiembre de 1953 y tras un período de dos años de conversaciones exploratorias, se firmaron los Acuerdos hispano-norteamericanos. España entraba a formar parte del esquema defensivo occidental, aunque por la puerta falsa, y no en pie de igualdad con las democracias occidentales, como hubiera sucedido si las circunstancias hubiesen sido otras. Los Convenios, que se completaron con un amplio conjunto de arreglos secretos, que no se hicieron públicos hasta 1981, ya establecida la democracia en España, implicaban compromisos inéditos en nuestra historia contemporánea. Aceptaban la nuclearización del país y permitía la utilización de unas bases e instalaciones por los Estados Unidos con total discrecionalidad. La firma de los Convenios con los Estados Unidos logró afianzar el régimen y asestó el golpe definitivo a las esperanzas de los demócratas españoles de que una presión exterior pudiera poner fin a la dictadura. LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Las actitudes del Pueblo Español ante los problemas de la Seguridad Internacional El largo período en que España parece vivir de espaldas al mundo fue configurando, en gran parte de la sociedad, una serie de actitudes que se traducen en un cierto repliegue y en una despreocupación por todo lo que acontecía más allá de nuestras fronteras. Las cuestiones de política exterior, al igual que las de interior, fueron camufladas o hurtadas a la opinión pública, de forma que ésta no tomó conciencia, o no pudo tomarla, de la importancia de los temas internacionales y de la interrelación entre política interna y política exterior. Contribuye a la conformación de estas actitudes la propaganda del régimen que contrapone «los turbulentos sucesos» que acontecen en otras zonas del mundo con la «bonanza» y estabilidad internas. Incluso aquellos temas que afectaban más directamente a nuestra política exterior (Marruecos, Ifni, Guinea Ecuatorial) y que, en consecuencia, más interés podían despertar en la sociedad española, fueron declarados «materia reservada» por el régimen. Los temas relacionados con la defensa eran objeto del mayor secretismo. Por otra parte, la prioridad que para todos los demócratas constituía la recuperación de las libertades y las instituciones democráticas, hizo que, los temas internacionales, o los debates en torno a los mismos, que tenían lugar en otros países, no estuvieran presentes, de una forma inmediata, en el nuestro, excepto para recabar el apoyo y la solidaridad de los partidos afines, especialmente en el entorno europeo. 288 OTAN Sólo escapa a esta consideración la vocación europeísta de los demócratas españoles que viene marcada en esta época por la identificación de Europa con los valores de la libertad, la democracia y el progreso. Esta aspiración de integración en la Europa de las libertades constituirá el gran punto de encuentro entre demócratas de izquierdas y de derechas, así como de amplísimos sectores de la sociedad, convirtiéndose en auténtica «cuestión de Estado» en la etapa democrática. La percepción para estos sectores de la importancia que, para nuestra recientemente recobrada democracia, tendría el apoyo de las democracias europeas y, sobre todo, el proceso de imbricación de nuestras instituciones en las instituciones comunitarias, se hizo cada vez más patente. Por otra parte, el período de la transición democrática fue tan intenso en actividad política y tan fluido en acontecimientos, que centró la atención, casi exclusivamente, en los problemas de política interna. Esta etapa se caracterizó por el esfuerzo desplegado por todas las fuerzas políticas para encontrar vías de concertación que permitieran consolidar nuestro sistema democrático y superar los graves problemas pendientes. La etapa conocida como el «consenso» constituyó un ejemplo en la transición de la dictadura a la democracia. El «pacto tácito» en política exterior También en las grandes líneas de la política exterior estuvo presente este consenso o «pacto tácito» entre todas las fuerzas políticas. Este consenso se hacía necesario por la ausencia de un auténtico proyecto de política exterior, herencia de la etapa franquista; carencia de una política exterior que, en sus grandes lineas, conformara una «política de Estado», tal como la tienen definida el resto de los países democráticos de nuestro entorno. Hasta tanto no se diesen las condiciones para poder formular un proyecto global de política exterior, se entendía que todas las fuerzas políticas respetaban el «status quo» heredado. La responsabilidad de todas ellas en la tarea de asentar nuestro sistema institucional llevó a que se dejaran de lado legítimas opciones, en pro de este objetivo prioritario. El «pacto tácito» en política exterior funcionó eficazmente pudiéndose lograr, incluso antes de la entrada en vigor de nuestra Constitución, la integración de España en el Consejo de Europa, por el concurso activo que las fuerzas democráticas —y muy especialmente nuestro Partido— otorgaron al Gobierno de UCD. De igual manera, el Gobierno de UCD formuló una aspiración común de todas las fuerzas democráticas, al plantear la candidatura de España para el ingreso en la Comunidad Europea, inmediatamente después de las elecciones de 1977. La ruptura del consenso en política exterior: El debate sobre la Alianza Atlántica En febrero de 1981 se produce un cambio en la situación, al anunciar el candidato a presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, en su discurso de investidura, su voluntad decidida de incorporar á España a la OTAN. Las razones de esta controvertida decisión: en aquellos momentos, y de la precipitación en llevarla adelante, parecen estar relacionadas fundamentalmente con la situación interna del entonces partido en el Gobierno, con su progresiva desintegración que hacían prever un posible adelanto de las elecciones generales. 289 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES A partir de ese momento, se inició una carrera contra el tiempo, en la que no se tuvieron en cuenta una serie de elementos de importancia trascendental, para la adopción y la puesta en práctica de una decisión de tal naturaleza: — No se atendieron por parte del Gobierno aspectos prioritarios para nuestra política exterior, como era el estado de las negociaciones para la adhesión de España a las Comunidades Europeas, o la falta de progresos en la recuperación de Gibraltar. — No se había informado suficientemente al país sobre los motivos que habían llevado al Gobierno a adoptar tal decisión, ni de su eventual necesidad en aquellos momentos, ni siquiera del carácter mismo de la Organización en la que íbamos a integrarnos y que, según todos los sondeos, el país, en su mayoría, desconocía. La decisión del Gobierno de UCD rompía el consenso en política exterior. EL PARTIDO SOCIALISTA Y LA ALIANZA ATLÁNTICA Evolución histórica La posición de nuestro Partido respecto a la Alianza Atlántica ha sufrido desde el año 1949, fecha de la creación de la Organización, una evolución acorde con los acontecimientos y circunstancias históricas. La evolución podría situarse en torno a las siguientes fechas que se relacionan con determinados hechos o acontecimientos históricos: 1949.—Configuración del sistema de seguridad colectivo occidental: la Unión Europea Occidental (UEO) y la Alianza Atlántica. 1953.—Firma de los Convenios bilaterales hispano-norteamericanos. 1981.—Decisión del último Gobierno de UCD de incorporar España a la Alianza Atlántica. 1982.—Incorporación de España a la Alianza Atlántica (30 de mayo de 1982). —Elecciones generales del 28 de octubre (Diseño y redacción del programa electoral del Partido). 1983.—Período de Gobierno socialista (Diseño y desarrollo de un proyecto global de política exterior). 1984.—Debate sobre el estado de la nación (24 de octubre de 1984): «El Decálogo». —Resoluciones XXX Congreso (diciembre de 1984). La configuración del sistema de seguridad colectivo occidental Cuando en 1948-1949 se configura el sistema de seguridad colectivo occidental con la creación de la Unión Europea Occidental y de la Alianza Atlántica ante el 290 OTAN temor del avance soviético, España permanecía bajo la dictadura franquista y al margen de los países que representaban la libertad. La percepción y comprensión del significado de los fenómenos y acontecimientos que sucedían en Europa se vio reflejada en las Resoluciones del Congreso de nuestro Partido en marzo de 1948. en los siguientes términos: «El Partido Socialista Obrero Español, amante de la independencia de todas las naciones, viendo en peligro la de los países de Europa por la acción absorbente del imperialismo ruso que, para quebrantar esa independencia, utiliza como instrumentos a los Partidos Comunistas, acuerda realizar cuantos esfuerzos estén a su alcance para incorporar a España a la Unión de Europa Occidental que ahora se esboza.» Es la primera aproximación del socialismo español al sistema de seguridad occidental. En abril de 1949, poco después de ser firmado en Washington el Tratado del Atlántico Norte, la Comisión Ejecutiva de nuestro Partido entregaba a los gobiernos signatarios del Tratado, a unos directamente, y a otros por medio de sus representaciones diplomáticas en París, según consta en la información de «El Socialista» de abril de 1949, la siguiente nota: «Las fuerzas signatarias de la declaración política encathinadas a facilitar la sustitución del régimen dictatorial español por un sistema de normalidad institucional, manifestaron en el artículo 6." de la misma el propósito de incorporar inmediatamente España al Pacto de Bruselas, suscrito por Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Holanda y Luxemburgo. Fieles al pensamiento que inspiró esa declaración, manifiestan hoy igual propósito con respecto al denominado Pacto del Atlántico que, tomando por base el de Bruselas, va a ligar a aquellas naciones con otras de Europa y con Canadá y los Estados Unidos de América para la consecución de fines que son del más alto nivel para un país como España, susceptible por su posición geográfica y sus afanes de paz y de contribuir eficazmente a su realización. Por el Partido Socialista Obrero Español. Indalecio Prieto, Trifón Gómez, Luis Jiménez de Asua, Antonio Pérez.» El artículo 6." al que alude la declaración política dice así: «Sexto.—Incorporar España inmediatamente al grupo de naciones occidentales del Continente europeo asociadas para el plan de recuperación de Europa iniciado merced al auxilio económico de los Estados Unidos e incorporarla asimismo al Pacto de los Cinco —Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo— núcleo inicial de la Federación del Occidente de Europa, primero y de la de toda Europa, después, siempre dentro de la Carta de las Naciones Unidas promulgada en San Francisco.» Se era plenamente consciente por parte de los dirigentes socialistas de que la recuperación de la democracia era condición «sine qua non» para incorporar España a la Alianza. Era obvio que el «pecado original» del régimen franquista (su conni291 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES vencía con los regímenes del Eje) hacía imposible la integración de España al lado de los países que habían luchado contra el nazi-fascismo. La firma del Convenio bilateral con EE. UU. El incremento de la tensión internacional, que alcanzó su punto culminante en 1950 con la Guerra de Corea, hizo prevalecer las consideraciones geoestratégicas por encima de cualquier otra consideración de índole política. Esta tendencia generalizada en el plano internacional, llevó a que los Estados Unidos optaran por firmar en 1953 los acuerdos bilaterales con el régimen franquista. La frustración de los demócratas fue manifiesta; las esperanzas de un cambio en el sistema se disiparon. Es lógico que, en esta larga espera de cuarenta años hasta la recuperación de la democracia, muchos demócratas españoles tuvieran la sensación de que nada tenían que agradecer a los Estados Unidos y se generara, en algunos sectores de la sociedad, un sentimiento de desconfianza hacia ellos y, por identificación, hacia la OTAN, que había permitido que tal situación continuara. Este estado de opinión se ve reflejado en las Resoluciones de los Congresos de nuestro Partido en las etapas siguientes. No obstante, durante el período de la transición a la democracia, nuestro Partido, en una actitud de responsabilidad, no cuestionó el acuerdo con los Estados Unidos para no romper los equilibrios internacionales establecidos y evitar que un eventual aumento de la tensión internacional pudiera incidir en nuestro desarrollo democrático, aunque manteniendo la aspiración de ajustar o renegociar esa relación bilateral. La decisión del Gobierno de UCD de incorporar a España a la Alianza Atlántica La referencia en los Congresos del Partido a la Alianza Atlántica no había adquirido especial relevancia hasta que se anunció la intención del Gobierno de UCD de incorporar España a la Organización, manifestada en febrero de 1981, durante el debate de investidura del entonces candidato a Presidente. Ante esta decisión, nuestro Partido diseñó una estrategia de «disuasión» dirigida a tratar de convencer al Gobierno de UCD de la necesidad de aplazar la decisión por no ser prioritaria, por inoportuna y por no contemplar globalmente los intereses del país. En septiembre de 1981 el Partido puso en marcha una campaña, que expresaba nuestra posición, contraria a la incorporación de España a la Alianza y no contraria a la Organización como tal. El Debate de la Alianza en el Parlamento En el curso del debate parlamentario que comenzó el 6 de octubre y se prolongó hasta el 26 de noviembre, prueba de ia controversia que suscitaba el tema, las argumentaciones del Grupo Socialista giraron en torno a las siguientes líneas: — La incorporación de España a la OTAN no constituye una cuestión prioritaria para nuestro país. La crisis económica, la construcción del Estado de las Auto292 OTAN nomías, la lucha contra el terrorismo y la involución, eran las auténticas prioridades que requerían el concurso de todas las fuerzas políticas para abordar su solución. El debate sobre la OTAN introducía elementos de confrontación entre las fuerzas políticas al romper el consenso. — Tampoco constituía una prioridad en nuestra política exterior que debía orientarse a redoblar los esfuerzos negociadores para la integración de España en la Comunidad Europea. Las dificultades con que tropezaron entonces las negociaciones comunitarias, produjeron en muchos españoles la sensación de recibir un trato desigual por parte de los países europeos, ya que no se avanzaba en la cooperación con España en los ámbitos políticos y económicos y sí sólo en el de seguridad. — No se había explicado a la sociedad cuáles eran las opciones defendidas de España, ni se había diseñado un proyecto global de política de seguridad. En el trascurso del debate el Gobierno no supo explicar qué necesidades y prioridades justificaban su decisión en aquellos momentos, como tampoco el método escogido para llevarlo adelante. Las distintas intervenciones de los Grupos parlamentarios, independientemente del tema de fondo —la incorporación de España a la Alianza Atlántica— pusieron de manifiesto, en términos generales, una actitud crítica en cuanto a la forma en que se había llevado el proceso por parte del Gobierno: sin atender globalmente los intereses nacionales y sin negociar las modalidades de la integración que tuviera en cuenta nuestros intereses y necesidades específicas. Concluido el debate en las dos Cámaras con la votación favorable por mayoría a la adhesión de España al Tratado del Atlántico Norte, se produjo la ratificación gradual de los parlamentos de los otros 15 países miembros, que se completaba el 25 de mayo de 1982. El domingo 30 de mayo se cumplía el último requisito al ser depositado en Washington el instrumento de ratificación por parte de España. España en la Alianza Atlántica Entre la fecha de la adhesión de España (30 de mayo de 1982) y la constitución del Gobierno socialista (1." de diciembre de 1982), el Gobierno de UCD incorporó a España en numerosos órganos y comités de la Alianza, incluso después de la disolución de las Cortes, en un momento en que ya se perfilaba como probable el triunfo de nuestro Partido en las urnas. En esa misma línea, el Gobierno de entonces inició negociaciones con la Alianza con vistas a la incorporación de España a la estructura militar integrada de la Organización. Estas conversaciones no prosperaron por no llegarse a un pleno acuerdo entre las partes sobre las modalidades en que habría de producirse dicha integración (áreas de responsabilidad, mandos, etc.). La incorporación de nuestro país a la Alianza Atlántica suponía un cambio sustancial de las circunstancias: se había adquirido un compromiso internacional cuyo titular era el Estado; compromiso de carácter multilateral contraído con otros 15 países de nuestra órbita política y socio-económica, con la mayoría de los cuales íbamos a integrarnos en la Comunidad Europea. 293 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES La dirección del Partido valoró cuidadosamente la nueva situación y las consecuencias que tendría para España una eventual salida de nuestro país de la Alianza Atlántica, en base a las siguientes reflexiones: — Se vería comprometido nuestro proyecto global de construcción europea en todos sus ámbitos, político, económico y en materia de seguridad o, en otras palabras, de estar en Europa con todas sus consecuencias. Los países europeos percibirían nuestro abandono de la Alianza como un gesto inamistoso, de insolidaridad. — Pese a nuestra inequívoca vocación europeísta y occidental, se provocaría la desconfianza de los países de nuestro entorno con las inevitables consecuencias para nuestra credibilidad exterior y la estrecha colaboración establecida con ellos. — Una eventual salida de España de la Alianza, la primera que se produciría en su historia, provocaría una alteración en los equilibrios establecidos y, por consiguiente, la fragilización política de la Alianza, lo que en un momento de tensión internacional favorecería al bloque del Este. Atendiendo a estas consideraciones y consciente de las nuevas circunstancias que se presentaban, el Partido elaboró su programa electoral adquiriendo dos compromisos claros respecto a la Alianza Atlántica: la congelación, en un primer momento, de las negociaciones para la integración en la organización militar y la convocatoria, en un segundo momento, de un referéndum. El programa no se pronuncia por la salida de España de la Alianza Atlántica. El Comité Federal del Partido aprobaba el programa los días 24 y 25 de julio de 1982. La política del Gobierno en el seno de la Alianza Constituido el Gobierno socialista en diciembre de 1982, el primer Consejo de Ministros, celebrado el 7 de diciembre, aprobó la primera medida relativa a la Alianza Atlántica contenida en el programa electoral, congelando las negociaciones para la integración de España en la estructura militar de la Organización. La segunda medida del programa, la convocatoria del referéndum, se llevará a cabo en la presente legislatura. Entretanto, la política del Gobierno en el seno de la Alianza ha sido coherente con los compromisos internacionales de España y con los intereses que compartimos con los países europeos. En este sentido se expresaba el Gobierno socialista español en la reunión del Consejo Atlántico celebrado a finales de diciembre de 1982, en una declaración hecha pública ante los países aliados cuyo espíritu se resume en los siguientes términos: «El Gobierno español acepta ante todo que se ha producido la adhesión al Tratado en los concretos términos en que el Parlamento lo autorizó. En esta situación asume las obligaciones contenidas en el texto y las ejecutará en un espíritu de colaboración. El Gobierno no pretende ser causa de roces ni de equívoco; quiere, por el contrario, actuar como un miembro fiel, cooperador y sólido. El Gobierno considera es interés de España detener el proceso de integración en la estructura militar, con el objetivo de estudiar rigurosamente los 294 OTAN intereses nacionales desde el punto de vista de la defensa, así como todas las consecuencias que la adhesión y el planteamiento de integración en la estructura militar puedan representar. De acuerdo con lo expuesto por el Presidente en su programa de Gobierno, creemos que el pueblo español debe manifestarse en el momento oportuno y a la vista de un profundo análisis de las necesidades estratégicas y de defensa de España, y tras un verdadero debate sobre las formas de contribución de mi país a los objetivos y principios del mundo occidental, incluida su participación o no, en la Alianza. Animado del sincero deseo de no crear dificultades y de colaborar con los fines y objetivos del mundo occidental —incluidos los de defensa— el Gobierno está en la mejor disposición para explorar con los Estados miembros del Consejo, las fórmulas de una cooperación que resulte beneficiosa para todas las partes.» El proyecto global de política exterior Por lo que se refiere a la política exterior en su conjunto, el Gobierno socialista desplegó, desde el primer momento, una intensa actividad encaminada a reconvertir la situación en la que el Gobierno anterior había colocado a nuestro país, esto es, sin las necesarias bazas de negociación que un país debe hacer valer, en defensa de sus legítimos intereses. En este sentido, las propuestas y las medidas contenidas en el programa electoral han contribuido a desarrollar de forma global nuestra política exterior y han constituido un elemento más para impulsar el proceso de incorporación de España al proyecto integral europeo. — Así ha sido posible la culminación del proceso negociador y la firma solemne del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas el 12 de junio de 1985. Con ello España rompe su aislamiento y se integra en el contexto que le es propio, participando en el destino común de los pueblos europeos. Este logro histórico, sin duda uno de los acontecimientos más relevantes de nuestra historia reciente, trasciende el marco de la política exterior para convertirse en el reto más importante de nuestro futuro. — Se ha avanzado sustancialmente en el desbloqueo del contencioso gibraltareño al haberse incluido, por primer vez, las cuestiones de soberanía en las negociaciones entre España y el Reino Unido sobre el futuro del Peñón, según consta en la Declaración de Bruselas suscrita por ambos países el 24 de noviembre de 1984. — Se han sentado bases sólidas de entendimiento con nuestros países vecinos, estableciéndose importantes acuerdos de cooperación, entre ellos en materia antiterrorista. — Se ha contribuido de manera eficaz a la distensión y al diálogo entre el Este y el Oeste, especialmente con la aportación española al acuerdo final de la reunión de Madrid de la conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, logrado en septiembre de 1983. 295 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Se ha acentuado nuestra presencia en Iberoamérica y nuestro compromiso en pro de la paz, la libertad, la defensa de los derechos humanos y el logro de mayores cotas de bienestar y progreso para sus pueblos. El apoyo al proyecto de paz del Grupo de «Contadora», y la cooperación para desarrollar algunas de sus acciones, ha constituido —y sigue constituyendo— la fórmula que contempla la consecución de estos objetivos, de forma global, para la región centroamericana. Se ha ido gestando, en definitiva, un proyecto global de política exterior, cuyo eje lo constituye la incorporación de España al proceso de construcción de Europa en su concepción global, política, económica y de seguridad, la vertiente iberoamericana y la mediterránea. Esto ha sido posible grancias a la acción del Gobierno que ha discurrido por los cauces de responsabilidad y coherencia con nuestros intereses y los compromisos internacionales adquiridos, contribuyendo a aumentar la credibilidad y prestigio de España entre la Comunidad de Naciones. El «decálogo» Finalmente, pero igualmente importante, se ha esbozado, por primera vez en nuestra historia reciente, un proyecto de política de paz y seguridad para España, expuesto por el presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados en el debate sobre el «estado de la Nación», el 24 de octubre de 1984. contenido en los siguientes puntos, conocidos ya como el «decálogo»: El «decálogo» 1." España, en cuanto Estado que forma parte del Tratado de Washington, pertenece a la Alianza Atlántica y participa en sus órganos. En mi opinión este es un punto de partida inexcusable para nuestro diálogo político y con probabilidad el de mayor grado hipotético de consenso. Por tanto, estaría por la no denuncia del Tratado. 2.° España no se ha incorporado a la estructura militar integrada de la OTAN. En mi opinión no necesita hacerlo. 3.° España mantiene una relación bilateral con los EE.UU. que abarca aspectos defensivos, junto a otros. Actualmente se basa en el Convenio del 82 y el Protocolo del 83. En mi opinión es necesario proceder a un ajuste en la dirección de una progresiva menor presencia de fuerzas en nuestro territorio y de instalaciones de apoyo, de acuerdo con nuestros intereses nacionales. 4." Las Cortes han establecido la no nuclearización de España, en mi opinión debe mantenerse esta decisión prácticamente unánime de la Cámara. 5." España ha firmado el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares y ha sometido sus instalaciones nucleares al sistema de salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica. En mi opinión esto es suficiente, aunque no excluyo la consideración de la firma del TNP en el futuro. 296 OTAN 6." España no forma parte de la Unión Europea Occidental, única organización europea con competencias en materia de defensa. En mi opinión la participación de España sería deseable, aunque hay que ver antes los resultados de nuestra integración en la CEE. 7." España tiene en su territorio una colonia británica integrada en el sistema de mandos de la OTAN: Gibraltar. En mi opinión, teniendo en cuenta el nuevo status, debe avanzarse hacia la solución definitiva del problema de la Roca y de su reintegración a la soberanía española. 8." España trabaja activamente en la Conferencia Europea de Desarme y ha presentado su candidatura al Comité de Desarme de la ONU. En mi opinión esta política debe proseguirse y fortalecerse. 9." El Gobierno español está desarrollando una red de convenios bilaterales en materia de cooperación defensiva con otros países de Europa Occidental, que nos permiten estrechar relaciones sin constituir Tratados de Alianza. En mi opinión deben seguir desarrollándose estos sistemas de cooperación. 10." Para concluir, y afectando al conjunto de lo ya expresado, nos encontramos en un proceso ya avanzado de elaboración del Plan Estratégico Conjunto, elemento sustancial para la comprensión cabal de nuestras necesidades y nuestra misión. Debe, pues, ser objeto de este diálogo que nos permita llegar a un consenso en materia de defensa en su dimensión interior y exterior. Este proyecto de política de paz y seguridad responde al proceso de reflexión y de experiencia de Gobierno, durante el cual se ha analizado cuidadosamente tanto las condiciones internas de nuestro país y sus necesidades, como su proyección exterior y las circunstancias internacionales. Este proceso de reflexión y la experiencia de tres años de permanencia de nuestro país en la Alianza Atlántica, ha permitido constatar que algunas de las consideraciones que nuestro Partido hizo durante el debate parlamentario sobre la adhesión de España al Tratado del Atlántico Norte, no se ajustaban a la realidad. Así se ha constatado que la pertenencia de España a la Alianza Atlántica no ha supuesto ninguna merma en el ejercicio de nuestra soberanía, ni de nuestra capacidad de decisión. Por el contrario, la posibilidad de intercambiar puntos de vista en el sistema de consultas periódicas entre los países aliados, ha permitido que nuestra opinión pueda ser oída y tenida en cuenta. De ello se deriva la convicción de que la defensa de la paz y de la seguridad internacional puede ser más eficaz y activa en un foro donde España está presente y puede hacer oír su voz, defendiendo sus intereses y opiniones. Se ha constatado igualmente que nuestra pertenencia a la Alianza no ha afectado nuestras relaciones con terceros países, con los que hemos reforzado nuestro lazos de amistad y cooperación. Nuestra afirmación de que la entrada de España en la Alianza alteraría los equilibrios establecidos, no tuvo en cuenta que la situación de los equilibrios internacionales partía del hecho de que España formaba parte ya del sistema de seguridad occidental a través del Acuerdo Bilateral con EE.UU. y que la firma del Tratado del Atlántico Norte, no añadía ningún cambio sustancial a la situación de hecho. 297 DOCUMENTACIÓN SOBRF. ASUNTOS EXTERIORES Por el contrario, una eventual salida de España de la Alianza sí supondría una alteración política de los equilibrios que se establecieron con nuestro ingreso y, en consecuencia, una fragilización de la Alianza Atlántica, en favor del Pacto de Varsovia. El XXX Congreso Fruto de estas reflexiones y acorde con las nuevas circunstancias históricas, la evolución del pensamiento del Partido quedó reflejada en las Resoluciones del pensamiento del Partido quedó reflejada en las Resoluciones del XXX Congreso. En la Resolución relativa a «una política española de paz y seguridad» se recogen las líneas básicas sobre las que debe discurrir la acción del Partido en el Gobierno, en estrecha correlación con los puntos del «decálogo». «Una política española de paz y seguridad. — Una tarea urgente y trascendental es la de terminar de perfilar una política de seguridad que, englobando política exterior y política de defensa, garantice nuestra soberanía e independencia nacional y constituya una aportación positiva a la causa de la paz, todo ello desde una perspectiva específicamente española, buscando un modelo propio para nuestro país, en función de nuestros intereses y necesidades específicos. Nuestro país ha venido contribuyendo a la seguridad colectiva occidental, primero mediante la vinculación bilateral con Estados Unidos y luego con la adhesión al Tratado del Atlántico Norte. El PSOE reitera su disconformidad con la manera como el último Gobierno de UCD decidió la incorporación de España a la Alianza Atlántica: de forma irreflexiva, precipitada y gratuita, rompiendo el consenso de las fuerzas políticas representativas, sin tener en cuenta los intereses nacionales y sin una explicación suficiente al pueblo español. Con todo ello, al acceder a las responsabilidades de gobierno, el PSOE asumió los compromisos internacionales de España. Al mismo tiempo, el Gobierno socialista cumplió fielmente la promesa contenida en el programa electoral de congelar las negociaciones para la integración de España en la estructura militar de la OTAN. Asimismo, el Gobierno ha reafirmado el compromiso de convocar un referéndum dentro de la presente legislatura, para que sea el pueblo español quien se pronuncie en materia tan decisiva para nuestro país. — El Congreso considera que los órganos representativos de nuestro Partido y el Gobierno, sustentado en nuestra mayoría parlamentaria, deben orientar su acción en este terreno conforme a los siguientes criterios: a) Para dar cumplimiento al programa electoral ha de convocarse un referéndum, en la fecha que el Gobierno estime más oportuna, en función de las circunstancias nacionales e internacionales. b) Para que la solución que se adopte disponga de amplio respaldo y tenga garantías de permanencia en la natural alternancia en el Gobierno de un sistema democrático, deberá esforzarse en reconstruir el consenso nacional. 298 OTAN c) Para evitar que la tensión internacional pueda ser afectada negativamente, se tendrán en cuenta los equilibrios actualmente establecidos. d) Dado que la seguridad europea nos afecta directamente y no concurren hoy las circunstancias que pudieran justificar una política de aislamiento de España, se valorará la contribución española necesaria para la seguridad europea. e) Nuestra política debe conjugar la corresponsabilidad en la seguridad occidental con la cooperación política y económica en el ámbito europeo, haciendo hincapié en el fortalecimiento del papel de Europa y de sus instituciones que contribuya a hacer de nuestro continente un factor de paz y distensión, así como de cooperación y solidaridad con el Tercer Mundo. f) Nuestra contribución a la defensa occidental habrá de ser acorde con nuestros intereses soberanos. Ello significa mantener nuestra autonomía y rechazar compromisos de carácter militar que no sirvan a nuestros propios intereses y necesidades. g) Se considera fundamental el mantenimiento del principio de desnuclearización del territorio español, lo que significa la prohibición del despliegue, almacenamiento y transporte de armamento nuclear en el mismo. h) En esta misma línea, nuestra política de seguridad deberá abarcar al conjunto de nuestro territorio, tanto peninsular como extrapcninsular, atenderá prioritariamente a nuestro espacio estratégico inmediato (eje Canarias-Estrecho-Baleares) y perseguirá la superación del anacronismo colonial de Gibraltar. i) Sólo desde una perspectiva de conjunto podrá revisarse la relación bilateral con EEUU, de manera que progresivamente se reduzca la presencia militar norteamericana en nuestro suelo. j) El Gobierno desarrollará una política que tienda a frenar la carrera armamentista y que favorezca toda negociación susceptible de impulsar un desarme equilibrado, verificable y obligatorio, así como el establecimiento de medidas de confianza que contribuyan positivamente a la estabilidad de la comunidad internacional y al proceso de distensión. k) Apoyará igualmente las iniciativas tendentes a incrementar las responsabilidades europeas en materia de seguridad del continente. 1) Dado el nuevo peligro que representan las armas químicas y bacteriológicas, se poyarán las iniciativas tendentes a la prohibición de su uso y almacenamiento. m) En todo caso, España deberá trabajar activamente por la superación de los bloques militares y, en tanto estos pervivan, por la distensión y el diálogo entre el Este y el Oeste, basados en el concepto de la seguridad compartida y en la búsqueda de la paz y el bienestar de los puebelos.» 299 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES UNA POLÍTICA DE PAZ Y SEGURIDAD UNA POLÍTICA DE PAZ Y SEGURIDAD PARA ESPAÑA La propuesta del presidente del Gobierno, contenida en los punios del «decálogo», está basada en la consideración de que ésta es la fórmula que mejor defiende los intereses de España y supone un esfuerzo de aproximación, que busca encontrar el máximo consenso entre las fuerzas políticas con representación parlamentaria. El objetivo de este consenso es, el de configurar para nuestro país una política global de paz y seguridad, tal como existe desde hace décadas en los países de nuestro entorno; que asegure la continuidad y credibilidad de nuestra acción exterior, que entre a formar parte de los grandes temas de Estado y que no esté sometida, en consecuencia, a bandazos o revisiones cuando se produzca la natural alternancia de los gobiernos en los sistemas democráticos. El Partido, por su parte, ha querido desarrollar en este documento los puntos contenidos en las Resoluciones de nuestro XXX Congreso y en el «decálogo» para que esta opción de política de paz y seguridad para España pueda ser ampliamente conocida y difundida y pueda contar con el apoyo de la sociedad en su conjunto. Objetivos de una política de paz y seguridad para España El objetivo esencial de una política de paz y seguridad española es el de garantizar nuestra soberanía, independencia e integridad territorial, así como proteger a los ciudadanos y sus bienes y el sistema de valores políticos, económicos, sociales y culturales del que los españoles nos hemos dotado. Una política de paz y seguridad española deberá, pues, tener en cuenta nuestras características y necesidades específicas, así como los intereses globales del entorno geográfico y político al que pertenecemos y las potenciales amenazas directas o indirectas que, sobre España y su entorno, se ciernan. Amenazas que habrán de valorarse en su doble vertiente militar o política, que traten de coartar nuestra libertad de acción o decisión mediante la intimidación o la presión. La situación internacional y de las relaciones Este-Oeste constituye un elemento fundamental a tener en cuenta en el diseño de nuestra propia política de seguridad, para que pueda ser un instrumento eficaz y constructivo en nuestra contribución a la salvaguardia de la paz y la seguridad internacional. En el plano político y socio-económico, España pertenece al mundo occidental y es copartícipe de sus valores. Geográficamente, España es parte de Europa y ya en breve plazo lo será de sus instituciones políticas y económicas sobre las que se está contruyendo la integración europea. Geoestratégicamentc, ocupa un lugar clave en Europa Occidental, en la confluencia de dos continentes y dos mares y de importantes vías de comunicación. Atendiendo a estas consideraciones y criterios, nuestro país deberá tener en cuenta, además de los recursos y posibilidades que atañen más específicamente al campo de la defensa, aquellos otros elementos que contribuyen a hacer más eficaz la acción 300 OTAN internacional del Estado: medios diplomáticos, cauces de diálogo y negociación, establecimiento de relaciones de buena vecindad que se traduzcan en acuerdos de cooperación e intereses mutuos, etc. En este análisis se atenderá preferentemente a los aspectos políticos y defensivos. Una política de paz y seguridad deberá atender fundamentalmente los siguientes objetivos: — La seguridad, defensa y protección de nuestro territorio y espacios de soberanía, así como de nuestro entorno más inmediato. — La contribución a la paz y la seguridad de Europa. — La contribución a la paz y la seguridad ínterancionales. En este capítulo nos ocuparemos de los dos primeros objetivos, que hacen referencia a la seguridad de nuestro territorio «estrictu sensu», y al conjunto del entorno en el que estamos insertos. LA SEGURIDAD, DEFENSA Y PROTECCIÓN DE NUESTRO TERRITORIO La defensa y protección de nuestro territorio y espacios de soberanía, así como de nuestro entorno más inmediato, con especial atención a la zona comprendida entre Canarias, Estrecho y Baleares —dada su situación geoestratégica— constituye el objetivo prioritario de la política de seguridad. En función de los eventuales riesgos y amenazas deberán tenerse en cuenta los medios y acciones necesarios para prevenir o neutralizar posibles conflictos. Entre estos medios y acciones adquieren especial relevancia aquellos destinados a desarrollar una activa política de buena vecindad y cooperación global con todos los países de nuestro entorno inmediato, de tal forma que vaya creándose un entramado de intereses mutuos que estrechen y fortalezcan nuestras relaciones, para coadyuvar conjuntamente a la paz y la estabilidad en las zonas inmediatas a nuestro territorio. Para el cumplimiento de este objetivo se requiere, además, de unos instrumentos y medios adecuados para asegurar una credibilidad disuasoria frente a posibles amenazas exteriores. España ha emprendido un proceso de modernización y adecuación de sus Fuerzas Armadas y de los medios necesarios a la función que aquéllas han de desarrollar. Este proceso de modernización, que nos acerca a los esquemas europeos occidentales en estas materias, abarca diversos aspectos. Desde una perspectiva institucional se han clarificado las responsabilidades en materia de Defensa. El presidente del Gobierno y el ministro de Defensa, por delegación suya, asumen ahora el papel básico en la dirección de la política de defensa, ordenando, coordinando y dirigiendo las actuaciones de las Fuerzas Armadas. Se ha reorganizado profundamente la estructura del Ministerio de Defensa, que integra ahora verdaderamente a los tres Ejércitos mediante una dependencia funcional, sin ser pues ya una mera superposición de los mismos, lo que permite conjuntarlos al servicio de los objetivos estratégicos de la Defensa Nacional. Todo ello unido a un esfuerzo constante de modernización, en los campos de per- 301 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES sonal, de equipamiento y material, de organización territorial, que supone un nuevo concepto de despliegue de nuestros efectivos, ha permitido un nuevo diseño de nuestra política de defensa. Instrumentos esenciales en su desarrollo son el Plan General de la Defensa y su concreción en el campo de la política militar, el Plan Estratégico Conjunto, recientemente aprobados. CONTRIBUCIÓN A LA PAZ Y LA SEGURIDAD DE EUROPA Contribuir a la paz y la seguridad de Europa es contribuir a nuestra propia seguridad, ya que España es parte de Europa y nada de lo que en ella ocurra nos es ajeno. En consecuencia, debemos aportar nuestra contribución solidaria al sistema de seguridad colectivo occidental. La permanencia de España en la Alianza La contribución a la paz y la seguridad de Europa se inserta en nuestro proyecto global de colaboración al proceso de construcción de la unidad europea en su triple vertiente política, económica y de seguridad. La permanencia de España en la Alianza Atlántica constituye nuestra aportación específica a la seguridad europea, así como a su estabilidad, ya que contribuye a evitar la alteración de los equilibrios actualmente establecidos. España, como país signatario del Tratado, del Atlántico Norte, asume el mismo compromiso solidario en la defensa colectiva que los demás países aliados; solidaridad que se manifiesta, en primer lugar, mediante un sistema de consultas, cuando a juicio de cualquiera de los Estados miembros, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de alguno de ellos se encuentren amenazadas (artículo 4.° del Tratado). En segundo lugar, el artículo 5." establece que un ataque armado contra uno o varios Estados será considerado como un ataque dirigido contra todas las partes y, en consecuencia, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa, individual y colectiva, reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, asistirá en la parte o partes atacadas, adoptando individual y colectivamente las acciones que juzgue necesarias para restablecer y mantener la seguridad en la región del Atlántico Norte. Cualquier ataque, así como las medidas adoptadas deberán ser inmediatamente puestos en conocimientos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El compromiso de solidaridad no significa, sin embargo, una obligación para formar parte de la organización militar integrada, a la que no pertenecen Francia e Islandia, existiendo además numerosas modalidades de pertenencia por parte de aquellos otros países que participan en dicha organización militar integrada. La situación actual de España en la Alianza responde de modo conveniente a los intereses españoles, así como a las necesidades de la seguridad colectiva. Nuestra contribución a la misma deberá hacerse, pues, desde la solidaridad, pero sin que sea necesario la incorporación a la organización militar integrada. El «status» actual permite mantener nuestro ámbito de decisión propia en función de nuestras necesidades e intereses específicos de seguridad que no son, en to302 OTAN dos sus aspectos, coincidentes con los de los otros aliados, sin que ello signifique detrimento alguno de sus intereses. La contribución de España al sistema de seguridad colectiva occidental se venía realizando desde el año 1953 a través del Acuerdo bilateral con los Estados Unidos de forma indirecta, dadas las características del régimen anterior que hacía imposible la incorporación de nuestro país al esquema colectivo de la Alianza Atlántica. Esta situación nos mantenía ausentes del proceso de toma de decisiones que, en muchos casos, nos afectaban. La contribución de España a la seguridad común adopta ahora, con nuestra pertenencia a la Alianza, una nueva modalidad, ya que se establece en pie de igualdad con los demás países miembros, accediendo a los foros de información e intercambio político y estando presentes en la toma de decisiciones. La pertenencia a la Alianza supone, además, que España se beneficia del compromiso de solidaridad defensiva o de la garanía de defensa recíproca de la que carece el acuerdo bilateral hispano-norteamericano. El ajuste de la relación bilateral con Estados Unidos El cambio en la modalidad de la contribución de España a la seguridad común precisa de una revisión y ajuste de nuestra relación bilateral con los Estados Unidos para adecuarla a las nuevas circunstancias. El Convenio vigente de Amistad, Defensa y Cooperación, negociado y firmado a mediados de 1982 por el último Gobierno de UCD, fue posteriormente aprobado por el Parlamento salido de las elecciones de octubre de 1982, tras añadirse un Protocolo adicional, negociado por el Gobierno socialista. El Protocolo establece lo siguiente: 1. Ninguna cláusula o disposición del citado Convenio prejuzga la cuestión de la integración española en la estructura militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. 2. Cada Gobierno se reserva el derecho de iniciar, en cualquier momento, el procedimiento de revisión o modificación del Convenio, según lo previsto en el artículo 6.3. del mismo. 3. Si el Gobierno español decidiera, en el futuro, modificar su «status» con respecto a la Alianza Atlántica, los textos pertinentes podrían ser reexaminados por ambas partes a la luz de lo establecido en el párrafo anterior. Este último Convenio, técnicamente más favorable para España que los anteriores y reequilibrado, de acuerdo con las condiciones democráticas de nuestro país, responde, no obstante, a las concepciones estratégicas y juegos de intereses en la esfera internacional para los que fue concebido en 1953. La actual situación política y social de nuestro país, la incorporación de España a la Alianza Atlántica, la evolución de las concepciones y realidades estratégicas y la modernización de nuestras Fuerzas Armadas, constituyen un conjunto de factores que abogan por la conveniencia de ajustar el nivel de la presencia de tropas norteamericanas en España y la utilización de las facilidades que concedemos a Estados Unidos. 303 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Es precisamente la modernización de nuestras Fuerzas Armadas la que permite que, graduamente y de común acuerdo, pueda iniciarse un traspaso de cometidos y misiones que garanticen al tiempo nuestra seguridad y constituyen nuestra contribución a la seguridad común. El nuevo marco de seguridad y la cuestión de Gibraltar En el diseño de una política de seguridad española, el enclave de Gibraltar adquiere un especial relieve. El carácter militar de la colonia británica, situada en un punto neurálgico para los intereses estratégicos españoles y occidentales, hace necesario contemplar su futuro en el marco de nuestra política de seguridad. La reivindicación española de Gibraltar, reconocida por las resoluciones de las Naciones Unidas, tiene por sí sola peso específico y no puede limitarse sólo a consideraciones estratégicas o militares, pero la pertenencia de España a la Alianza constituye un factor que debe facilitar la recuperación de la soberanía española sobre el Peñón, al pasar España a ser la principal potencia aliada en el Estrecho. De hecho, el control del mismo no puede realizarse en la actualidad como se hacía anteriormente, desde un solo punto geográfico como Gibraltar, hoy en día muy vulnerable, sino que se requiere la utilización de otras zonas y muy especialmente la de los dos accesos al Estrecho. La incorporación de España a la Comunidad Europea y al sistema de seguridad común ha permitido avances positivos, aunque todavía insuficientes, en el proceso descolonizador de Gibraltar, iniciándose negociaciones con el Reino Unido que incluyen, por primera vez, las cuestiones de soberanía. En el marco de la cooperación común podrá ir avanzándose en la solución de este contencioso, de forma que nuestro país recupere la soberanía sobre el Peñón y se supere el anacronismo que supone mantener, en el umbral del siglo XXI, el último reducto colonial en Europa. España, territorio desnuclearizado El principio de la no nuclearización del territorio español, aprobado por las Cortes Generales en 1981 y reafirmado posteriormente por el Presidente del Gobierno en el llamado «decálogo», en octubre de 1984, deberá mantenerse, ya que una defensa española con suficiente credibilidad para garantizar la seguridad propia no necesita del armamento nuclear. Por otra parte, ei mantenimiento de la no nuclearización de nuestro territorio constituye una aportación específica a la paz y la distensión en Europa. Este principio, aprobado por el Parlamento implica que España respeta el espíritu y los objetivos del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), aunque no sea signataria del mismo. España es signataria del Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares y tiene sometidas sus instalaciones nucleares a las salvaguardias de la Agencia Internacional de Energía Atómica. El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) que entró en vigor en 1970, persigue en su espíritu una meta importante, como es la de evitar que el acceso al ar304 OTAN mamento nuclear prolifere indiscriminadamente, con el consiguiente riesgo que ello entraña. En función de las cláusulas del Tratado, los países signatarios renuncian a desarrollar el arma nuclear y aceptan que otros Estados, que disponen de la misma, sigan en su posesión. En este sentido puede decirse que el TNP es un Tratado de naturaleza desigual que consolida legalmente la división de los países en poseedores y no poseedores de armas nucleares propias, privilegiando a los primeros que poseen, además, el derecho de supervisión de los segundos. Esta desigualdad quedaba de alguna forma equilibrada en el TNP mediante una importante contrapartida para los Estados que renunciaban al arma nuclear, como era el compromiso de los Estados en posesión de la misma de celebrar, en fecha cercana, negociaciones relativas al desarme nuclear, así como sobre un Tratado de desarme nuclear general y completo bajo estricto y eficaz control internacional. Sin embargo, quince años más tarde no puede decirse que los Estados nucleares, especialmente los Estados Unidos y la Unión Soviética, hayan cumplido su compromiso, siendo un hecho la proliferación nuclear vertical, es decir, la carrera de armamentos nucleares de ambas potencias. Hay que subrayar que la firma del Tratado de No Proliferación impide la posesión de armas nucleares propias, sin que ello excluya que puedan tenerse armas nucleares ajena, como de hecho ocurre en muchos países signatarios del TNP. El Parlamento español estableció el principio de no nuclearización de) rritorio español, es decir, la no posesión, instalación, despliegue, almacenamiento o traslado de armas nucleares por nuestro territorio. Un cambio de actitud por parte de los Estados nucleares que representara una garantía suficiente para el cumplimiento de los compromisos y obligaciones que contrajeron ai suscribir el TNP, constituiría un elemento favorable para la consideración de la adhesión al mismo por parte de nuestro país. La contribución de España al reforzamiento del pilar europeo de la seguridad Resulta obvio que Europa tiene unas percepciones y necesidades de seguridad propias, que no coinciden, en su totalidad, con la que tiene los Estados Unidos; como tampoco puede desconocerse el hecho de que el gran vecino de Europa es la Unión Soviética, una gran potencia con intereses políticos globales. Europa, para su propia seguridad y su proyección exterior, debe tratar de superar la bipolaridad. De ahí la necesidad de establecer un sistema de consultas periódicas en foros europeos, que permitan conjugar la necesaria cooperación defensiva con los Estados Unidos, los intereses de seguridad de Europa Occidental y la necesidad de convivencia y distensión con los países del Pacto de Varsovia. Desde nuestro proyecto europeísta, consideramos que España debe contribuir al reforzamiento del pilar europeo de la Alianza. Ello significa el apoyo y participación en foros genuinamentc europeos ya existentes, o bien en aquellos otros que pudieran crearse, para el tratamiento y desarrollo de los aspectos de la seguridad europea y el establecimiento de los canales que permitan un mayor peso de Europa a la hora de la toma de decisiones y del ejercicio de responsabilidades que afecten a su seguridad. 305 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Aspecto importante de la cooperación europea es el que se refiere a la homogeneización, codesarrollo y coproducción de los sistemas necesarios para la defensa que aseguren la eficacia de la misma y proporcionen un mayor ámbito de autonomía europea. Con vistas a esa cooperación europea consideramos que el Gobierno, en el momento oportuno, podría presentar la solicitud de ingreso de España a la Unión Europea Occidental (UEO). Los acuerdos bilaterales de cooperación en materia de defensa La contribución a la seguridad europea requiere el mantenimiento y desarrollo de una política que, mediante el fomento de la cooperación en materia de defensa con otros países de nuestro entorno, permita alcanzar mediante la complementariedad, los siguientes objetivos: a) Mejorar nuestras relaciones políticas bilaterales: b) Mejorar y ampliar la capacidad de la industria nacional española en materia de defensa, elevando muy especialmente su nivel tecnológico y de autoabastecimiento. c) Situar a la industria española en condiciones y capacidad suficientes para participar en proyectos europeos de investigación, desarrollo y producción de armamento y material, lo que permitirá facilitar un entendimiento europeo en materia de defensa, evitando un monopolio norteamericano en este campo. CONTRIBUCIÓN DE ESPAÑA A LA PAZ Y LA SEGURIDAD INTERNACIONAL La salvaguardia de la paz y la seguridad para nuestro país y para el contexto europeo en el que estamos insertos, no puede, en modo alguno, desligarse de la necesaria contribución a la paz y la seguridad internacional en un sentido universal. Por ello aspiramos a que nuestro país participe activamente en todos aquellos foros multilaterales en los que está presente, con propuestas o iniciativas concretas, o bien apoyando aquellas otras susceptibles de preservar la paz o restablecerla, mediante la apertura de cauces de diálogo, negociación o mediación, cuando se requiera. La paz debe ser concebida en un sentido amplio y no sólo como la ausencia de guerra, ya que existen otras formas de violencia, como la violencia estructural derivada del subdesarrollo, la miseria y el hambre, o la violencia política y social que conculca los derechos humanos y las libertades, situaciones todas ellas moralmente condenables y que constituyen un potencial foco de conflicto y una amenaza para la paz. La búsqueda de soluciones para erradicar las causas de esas situaciones constituye una de las más eficaces contribuciones a la paz y la estabilidad. Consideramos que la contribución de nuestro país a la paz y la seguridad internacional debe orientarse en una doble vertiente, íntimamente relacionadas entre sí: — La convivencia internacional entre todos los Estados. — La distensión en el marco de las relaciones Este-Oeste. 306 OTAN La contribución a la convivencia internacional En el marco de la convivencia internacional la búsqueda de una auténtica paz, construyendo ésta día a día, tiene que conjugarse con la consecución de un sistema de seguridad que garantice la libertad y logre crear un clima de confianza y distensión que propicie la cooperación, la defensa de los derechos humanos y el entendimiento entre los pueblos. Es en ese clima en el que podrá abordarse con rigor un proceso de reducción de los armamentos, al nivel más bajo posible, de forma equilibrada y verificable. En este sentido deben mantenerse e incrementarse los esfuerzos desplegados en los siguientes ámbitos y direcciones: — Organización de las Naciones Unidas El reforzamiento de esta organización, creada tras la Segunda Guerra Mundial para preservar la paz y la seguridad internacional y «salvar las generaciones futuras del azote de la guerra», mediante los esfuerzos colectivos de todos sus miembros, constituye uno de los objetivos fundamentales en estos momentos. La etapa de incertidumbre y confusión por la que atraviesa la Comunidad internacional, a consecuencia de la cada vez más frecuente violación o incumplimiento de las normas del Derecho Internacional, debe llevarnos a redoblar los esfuerzos para preservar el sistema que regula la convivencia entre los Estados, respetando y acatando los Propósitos y Principios de la Carta fundacional de las Naciones Unidas, así como sus Resoluciones. La acción exterior multilateral de España, muy limitada hasta 1975 por las características del régimen anterior, ha dado paso a una mayor actividad tras la recuperación de la democracia. En el seno de las Naciones Unidas, y en los tres últimos años, la acción del Gobierno se ha centrado, fundamentalmente, en cuatro grandes áreas: desarme y distensión, cooperación al desarrollo, derechos humanos y codificación y desarrollo progresivo del Derecho Internacional. En el área de la distensión y control y limitación de armamentos, nuestro país ha tenido una participación cada vez más activa en las distintas instancias que se ocupan de estos temas: Primera Comisión de la Asamblea General; en la Comisión de Desarme, órgano plenario y de carácter deliberante; en el Comité preparatorio de la Conferencia de Desarme y Desarrollo que tendrá lugar el año próximo y en la Conferencia de Desarme de Ginebra, organismo restringido y negociador en el que España participa como observador desde hace cinco años y ante la que nuestro país ha presentado su candidatura de ingreso. Nuestro país participa, igualmente, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en el Fondo Monetario y en el Banco Mundial, favoreciendo la aproximación y el diálogo entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, muy especialmente en el grave problema de la deuda externa. En el ámbito de la defensa y promoción de los derechos humanos, nuestro país ha desarrollado una labor comprometida y activa, votando favorablemente aquellas resoluciones que condenaban la violación de los derechos humanos por parte de determinados regímenes o copatrocinando, en otros casos, esas mismas resoluciones. 307 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Asimismo, España ha ratificado en los últimos años el Convenio para la eliminación de la Discriminación de la Mujer, se ha adherido al protocolo facultativo del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y ha firmado la Convención contra la Tortura. Especial mención merece la participación de España, por primera vez en la historia, en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra. La creación en 1983 de una oficina de Derechos Humanos en el seno del Ministerio de Asuntos Exteriores muestra la sensibilidad del Gobierno por este tema. — En el Consejo de Europa, de ámbito más restringido, nuestro país ha desarrollado una labor activa de cooperación con todos sus miembros, en los ámbitos económico, social, cultural, científico, jurídico y en la protección y respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales. — Apoyo a la labor de paz desarrollada por el Grupo de Contadora, que se traduzca en un compromiso político para sustraer eLconflicto centroamericano a la confrontación Este-Oeste y la cooperación para el desarrollo a través de programas que tiendan a erradicar las causas endógenas de la conflictividad. En este sentido, la puesta en marcha por parte del Gobierno de un Plan de Cooperación Integral con Nicaragua, Honduras y Costa Rica, constituye una fórmula positiva que habría de fomentar y ampliar, en función de nuestros recursos. — En la misma linca se inserta la acción del Gobierno español en el seno de la Comunidad Europea en las reuniones entre ésta y los países centroamericanos y los del Grupo de Contadora. Las reuniones celebradas en San José de Costa Rica en septiembre de 1984 y Luxemburgo en noviembre de 1985 han constituido un exponente de lo que Europa puede aportar a la paz y al desarrollo de los países centroamericanos. La institucionalización del diálogo entre la Comunidad Europea y Centroamérica, acordado en la reunión de Luxemburgo, y el acuerdo de cooperación establecido con todos los países, sin discriminación, supone un logro importante para la paz y el desarrollo de los pueblos centroamericanos, tarea en la que nuestro Gobierno ha jugado un papel de vanguardia. Estimamos que esta política emprendida por España debe mantenerse y desarrollarse. — Apoyo a las iniciativas de paz en curso para Oriente Próximo que garanticen una solución justa y duradera para todos los pueblos y Estados de la región. — Apoyo a las iniciativas o declaraciones en favor de la paz y el desarme, como la «Declaración de los Cuatro Continentes», suscrita por varios Jefes de Estado y de Gobierno y apoyada por el presidente del Gobierno español. Estas declaraciones de carácter unilateral, si bien carecen de valor jurídico, al no traducirse en un tratado internacional, suponen la expresión de una voluntad y un compromiso con la paz, lo que les confiere un valor moral importante. La distensión en el marco de las relaciones Este-Oeste Por lo que se refiere a las relaciones Este-Oeste propugnamos que la acción exterior de España discurra sobre las siguientes bases: 308 OTAN — El mantenimiento de la paz y la seguridad en y entre todos los Estados. El mantenimiento de la paz sólo es posible si se tiene la percepción de que la seguridad está garantizada. En una era basada en la disuasión nuclear, la salvaguardia de la paz, conseguidos los niveles de seguridad necesarios o suficientes es, primordialmente, una labor política y no militar. Pero seguridad y distensión son elementos complementarios y deben ir estrechamente ligados. — La recuperación y la profundizarían del proceso de distensión constituyen el principal instrumento político para la convivencia entre los dos sistemas políticos y socio-económicos contrapuestos. El diálogo, la cooperación económica, comercial, científica y cultural, así como la defensa de los derechos humanos favorece esa convivencia, permite mayore márgenes de decisión de los Estados y proporciona el desarrollo de mayores cotas de libertad, de progreso y bienestar social a los pueblos. Una confrontación económica o guerra comercial con los países del Este agravaría la crisis mundial que, tanto para las naciones industrializadas como para los países del Tercer Mundo, constituye, en el sentido más amplio del término, un problema de seguridad. Por el contrario, el diálogo y los intercambios entre los países europeos orientales y occidentales, debido a su tradición histórica y cultural común, pueden contribuir a facilitar un mayor clima de entendimiento —pese a sus distintos intereses y diferentes valores— que supere la dialéctica Este-Oeste y los recelos y desconfianza que se dan entre los dos sistemas rivales y antagónicos que representan las grandes potencias. Una política de confrontación acelera la carrera de armamentos cuyos costos astronómicos, por su parte, agravan la crisis económica mundial. Hasta el momento, las naciones industrializadas del Este y del Oeste no han llevado a cabo, de una forma adecuada, esta tarea relacionada con la salvaguardia y promoción de la paz. — La creación de un clima de confianza, seriamente deteriorado tras la crisis de la distensión, constituye un elemento fundamental para abordar las negociaciones de desarme, estableciendo los mecanismos de control y verificación acordados para hacer aquél realmente efectivo. La Conferencia sobre medidas de Fomento de la Confianza y de la Seguridad y Desarme en Europa, más conocida como Conferencia de Desarme de Estocolmo (CDE), tiene como objetivo la negociación y adopción de un conjunto de medidas de confianza y seguridad, políticamente obligatorias, militarmente significativas, verificables y aplicables al territorio europeo desde el Atlántico a los Urales. La Conferencia de Desarme nace de un acuerdo adoptado en la reunión de Madrid de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa y, durante el período en que estuvo interrumpido el diálogo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, por el abandono de esta última de todos los foros de negociación, éste fue el único cauce de diálogo o encuentro entre ambas potencias. Los resultados de la Con309 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ferencia deben mejorar cuantitativamente y cualitativamente los compromisos ya existentes desde la adopción del Acta Final de Helsinki, y facilitar unas futuras negociaciones sobre el desarme en Europa. — El mantenimiento de un equilibrio entre las fuerzas nucleares y convencionales de las dos Alianzas. La supremacía o hegemonía militar de una superpotencia genera sentimientos de inseguridad en la otra, produciendo efectos desestabilizadores en el sistema internacional y desatando una espiral en la carrera de armamentos. Debe asumirse, en consecuencia, que la búsqueda de la seguridad absoluta de un Estado o grupo de Estados no puede hacerse a costa de la inseguridad política o psicológica de los demás Estados. — Favorecer el desarme o la reducción significativa, cuantitativa y cualitativa, de los arsenales nucleares y convencionales actualmente existentes al nivel más bajo posible, obligatorio (mediante la conclusión de Tratados Internacionales) y verificablc. Mientras subsisten las actuales circunstancias de desequilibrio convencional a favor del Pacto de Varsovia, no es posible tratar separadamente el desarme convencional y el nuclear, ya que la estrategia de la disuasión nuclear está diseñada como respuesta a un eventual ataque convencional por parte del Pacto de Varsovia. Muy frecuentemente, el temor que inspiran las armas nucleares hace olvidar esta conexión que, de no tenerse en cuenta, agudizaría aún más el desequilibrio existente en este extremo y que viene a sumarse a la asimetría geográfica entre la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia. Por ello, es sumamente importante establecer una estrecha vinculación entre las negociaciones que se llevan a cabo para la reducción de armas nucleares estratégicas (START) y de alcance intermedio (INF) en el foro de Ginebra y en el de Vicna, donde se negocia la reducción mutua y equilibrada de fuerzas convencionales (MBFR). — Favorecer y apoyar iniciativas que tiendan a la prohibición de la producción, desarrollo, empleo y transferencia de armas químicas y que estipule la destrucción de todas las existentes y de las instalaciones en que se producen. Propugnamos que España se sume a la iniciativa emprendida por el Comité de Desarme de Ginebra para la elaboración de un Tratado que contemple todos los puntos arriba señalados. La existencia y utilización de armas químicas y bacteriológicas constituye un motivo de creciente preocupación. Su utilización, por primera vez, en gran escala durante la I Guerra Mundial, y los inhumanos efectos producidos, dieron origen a la firma en 1925, en Ginebra, del Protocolo para la prohibición del empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos. El Protocolo de Ginebra, aunque sigue siendo hasta el momento presente, el texto jurídico internacional más importante en lo que se refiere a la prohibición de este tipo de armas, presenta algunas deficiencias. 310 OTAN En primer lugar, no ha sido ratificado aún por diversos países; en segundo lugar, limita la utilización de este tipo de armas a los supuestos de guerra, cuando algunos de los conflictos, en los que se sospecha de su empleo, no llegan a convertirse en guerras declaradas. Por último, la carencia de un mecanismo efectivo de verificación imposibilita el control del cumplimiento del protocolo de Ginebra. En este sentido, el grupo investigador de expertos, constituido en el seno de las Naciones Unidas, a instancia de los países occidentales, no pudo desarrollar eficazmente su labor al no permitir las autoridades de la URSS, Vietnam, Campuchea, Laos y Afganistán la verificación «in situ». Las distintas posiciones de los Estados sobre este tema han impedido llegar a acuerdos sobre la posibilidad de realizar verificaciones «in situ» obligatorias para todos los paíes. El segundo texto internacional de importancia, firmado en abril de 1972, sobre este tipo de armas, se refiere, no ya al empleo de las mismas, sino a su posesión, y es la «Convención sobre la prohibición del desarrollo, producción y almacenamiento de armas bacteriológicas y tóxicas sobre su destrucción». Adolece igualmente del mismo defecto que el anterior de un sistema de verificación suficiente. España es signataria del protocolo de Ginebra de 1925 y de la Convención de 1972. La presencia de España en los foros internacionales La presencia de España en los foros donde tienen lugar los debates de política internacional en general y en materia de seguridad, y donde se adoptan las decisiones, proporciona una importante plataforma para la promoción de la paz y hace posible la defensa de nuestros intereses y objetivos. — La Comunidad Europea a través de la Cooperación Política (CPD) que se perfila ya como el instrumento en torno al cual puede configurarse una política exterior común, incluidos los temas de seguridad, constituye un foro privilegiado, no sólo para la defensa de los intereses europeos, sino también para el desarrollo y proyección de una política exterior que coadyuve a la paz, la cooperación y el progreso en otras zonas del mundo. — La Alianza Atlántica, donde nuestro país puede desarrollar una política que tienda a reforzar el pilar europeo de la misma. Las percepciones que sobre su propia seguridad tienen los países europeos, que no coinciden en muchos casos con las de carácter global de los Estados Unidos, hace necesario una mayor coordinación y convergencia de los puntos de vista europeos. Debe ir abriéndose paso entre los países europeos la necesidad de asumir cada vez mayores cotas de responsabilidad en los temas de seguridad y desarme que responda a sus intereses y necesidades específicos. En esta línea fueron creados en el seno de la Alianza, el llamado Eurogrupo y el Grupo Europeo Independiente de Programas (GEIP). El Eurogrupo fue establecido en 1968 a propuesta de Gran Bretaña, para propi- 311 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ciar una mejor coordinación general de los puntos de vista de los países de Europa Occidental, pero también con el propósito de resolver tareas concretas en el campo de la educación, formación, etc. El Grupo Europeo Independiente de Programas establecido en 1976, tiene por objeto coordinar los intereses comunes y específicos de los países europeos para un intercambio de puntos de vista posterior con los Estados Unidos y Canadá. La necesaria cohesión de todos los miembros de la Alianza, europeos y extra-europeos, constituye un elemento esencial para asegurar la credibilidad de la disuación frente a una eventual amenaza, lo que no debe entenderse como un automatismo en todas las respuestas por parte de todos los países de Europa Occidental, lo que significaría una anulación de sus legítimos intereses o ignorancia de sus distintas percepciones sobre su seguridad. De igual manera, la cohesión interna de la Alianza debe basarse en la convicción de que la vulnerabilidad y el riesgo son compartidos o, en otras palabras, las relaciones transatlánticas son unas relaciones de interdependencia en las que Europa necesita de la contribución defensiva de Estados Unidos, al tiempo que la seguridad europea es inseparable de la seguridad norteamericana. Las negociaciones de Ginebra Puesto que las negociaciones de desarme tienen lugar entre las Grandes Potencias (actualmente en el foro de Ginebra), debe propiciarse con otros países europeos, tanto en el seno de la Alianza, como en el de la Comunidad Europea, sistemas de consultas que tiendan a reforzar el papel de los países de Europa Occidental para la adopción de iniciativas y propuestas que hagan prevalecer sus opiniones, especialmente en aquellos temas que afectan a su propia seguridad. Las negociaciones iniciadas en marzo de 1985 entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, tienen por objeto la conclusión de acuerdos para la reducción y el control de tres tipos de armas: — Armas nucleares estratégicas. — Armas nucleares de alcance intermedio. — Armas especiales. El nuevo foro de desarme de Ginebra recoge así las negociaciones que se desarrollaban anteriormente en foros separados para la reducción de armas nucleares estratégicas (START) y las de alcance intermedio (INF). Las dificultades tanto técnicas como políticas planteadas en este tipo de negociaciones derivan de la enorme complejidad de los temas tratados. Las armas estratégicas presentan, en principio, una menor dificultad que las de alcance intermedio, ya que se entiende, en términos generales, por este tipo de armas aquellas que son capaces de desarrollar misiones intercontinentales, es decir, de alcanzar el territorio de cada una de las superpotencias. La firma en los años setenta de los acuerdos SALT I y SALT II por los Estados Unidos y la Unión Soviética fijaba limitaciones en cuanto al número de determinadas categorías de este tipo de armas. 312 OTAN Pero el desarrolllo de nuevas tecnologías que deja obsoletos los sistemas de armas estratégicos o intercontinentales ya existentes, ha favorecido una carrera armamentista en su vertiente cualitativa al emprender cada una de las super-potencias un proceso de modernización de sus arsenales intercontinentales. La fórmula propiciada para neutralizar este proceso sería la de que cada país que quisiera modernizar un determinado sistema de armas asumiera el compromiso de eliminar un número de armas antiguas mayor que el número de nuevas armas que instalara para reemplazarlas. En todo caso, y mientras se lleven a cabo negociaciones para la reducción y control de este tipo de armas, deberá propiciarse la interrupción del desarrollo y pruebas de nuevas tecnologías que puedan socavar las bases de la negociación. Por lo que se refiere a las armas nucleares de alcance intermedio, una de las mayores dificultades a la hora de la negociación estriba en la distinta consideración que de las mismas tienen los Estados Unidos y la Unión Soviética. Para los norteamericanos, tales armas son aquellos misiles que no pueden llevar a cabo misiones intercontinentales y cuyo radio de acción se sitúa alrededor de los 5.000 kilómetros aproximadamente. Para la URSS son aquellos que no pueden alcanzar el territorio de ninguna de las superpotencias. Según esta concepción los misiles soviéticos que no pueden llegar a territorio norteamericano son de alcance intermedio, como los SS-20, en tanto que los Pershing y los misiles crucero, que sí pueden alcanzar el territorio de la Unión Soviética, son estratégicos. Aceptar esta tesis significaría dar carta de naturaleza a un privilegio que se arrogaría la Unión Soviética: el de tener en Europa una determinada categoría de armas nucleares y negárselo al mismo tiempo a los Estados Unidos. Las dificultades para un acuerdo en esta materia se derivan del desequilibrio geoestratégico entre las dos Alianzas. La discontinuidad geográfica entre el territorio de los Estados Unidos y los países europeos miembros de la Alianza Atlántica ha supuesto siempre una dificultad adicional a la hora de establecer las equivalencias cuantitativas y cualitativas en niveles de armamentos. Esa discontinuidad geográfica no se produce, en cambio, en el Pacto de Varsovia donde se agrupan todos los países miembros, incluida la otra gran Potencia, la Unión Soviética. La polémica ha estado centrada en los últimos años sobre este tipo de armas a raíz del despliegue de los SS-20 soviéticos y de la puesta en marcha de la llamada «doble decisión». Aunque España no formaba parte de la Alianza Atlántica en 1979 y, por consiguiente, no participó en la «doble decisión», no por ello es ajena a las consecuencias derivadas del despliegue de los SS-20 soviéticos, ya que como parte de Europa, nuestro país también ve afectada su seguridad. Por ello nuestro país debe propiciar todas aquellas iniciativas y propuestas que tiendan a reducir al nivel más bajo posible y de forma equilibrada las armas nucleares de alcance intermedio, en estrecha relación con la reducción de fuerzas convencionales. Las negociaciones de Ginebra han abierto también una nueva dimensión en los 313 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES temas de desarme al incluirse en las mismas las armas espaciales, especialmente la llamada Iniciativa de Defensa Estratégica. La Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) constituye un programa encargado de investigar y desarrollar las tecnologías necesarias para procurar un sistema de armas en el espacio contra misiles nucleares balísticos. El origen del proyecto data de algunos años, pero la idea de ponerlo en práctica fue expuesta en marzo de 1983 por el Presidente Reagan. Según la doctrina norteamericana la base del proyecto tiene como objetivo último la eliminación completa de las armas nucleares, lo que supone la sustitución de la actual doctrina estratégica de la disuasión nuclear por la de un sistema de defensa antibalístico en el espacio que evitara la tentación del llamado «ataque preventivo», o ataque masivo que pretendiera dejar inerme al adversario. El proyecto contempla la investigación en un amplio abanico de tecnologías para desarrollar un sistema que pretende detectar, identificar, interceptar y destruir los misiles balísticos en alguna de las fases de su curso. Pese a los avances tecnológicos, el proyecto representa hoy por hoy, una incógnita en cuanto a los resultados de la investigación y su invulnerabilidad. El largo período de tiempo que prcvisiblemente durará el proceso de investigación y el enorme costo económico que conlleva, son factores adicionales nada desdeñables a la hora de considerar su viabilidad. El proyecto comprende varias fases hasta su total puesta en marcha: investigación, desarrollo, pruebas y despliegue. El Tratado ABM sobre limitación de misiles anti-balísticos suscrito por los Estados Unidos y la Unión Soviética en 1972 y complementado por un Protocolo Adicional en 1979, establece limitaciones estrictas sobre pruebas, desarrollo y despliegue de sistemas de defensa de esta naturaleza para cada una de las superpotencias. El Protocolo Adicional de 1979 los reducía a uno solo. La URSS desplegó el suyo en torno a Moscú, que continúa su desarrollo. Los Estados Unidos establecieron el suyo en la base de Gran Forks, aunque no ha sido operativo por estimar, en un principio, que su eficacia era dudosa. Durante los últimos años, los Estados Unidos han acusado a la Unión Soviética de haber violado repetidas veces el Tratado ABM, así como de estar investigando y desarrollando su propio sistema de defensa espacial, sin que, debido al «secretismo» soviético, haya sido posible constatar en qué fase de desarrollo se encuentran esas investigaciones. Una acusación que podría tener fundamento es la relacionada con el radar de Krasnoyarks en fase de construcción en Siberia, que parece capaz de actuar como sistema de alerta ante un eventual ataque de misiles balísticos, lo que vulnera el Tratado ABM. El mencionado Tratado no prohibe, en cambio, la investigación, factor éste que no puede desconocerse dadas las posiblidades que se abren en este campo para el desarrollo de tecnologías avanzadas, razón por la que algunos países europeos dudan sobre la conveniencia de unirse al proyecto de investigación. La Iniciativa de Defensa Estratégica cuenta con la oposición soviética debido fundamentalmente al temor de no poder igualar ni tecnológica ni económicamente al programa norteamericano, pese a llevar años investigando en este campo. 314 OTAN La IDE ha despertado nuevos recelos entre los países de Europa Occidental, ya que podría provocar un eventual «desenganche» norteamericano respecto a sus aliados europeos y, en consecuencia, la quiebra de la actual estrategia defensiva de la Alianza, si se llegara a garantizar sólo la invulncrabilidad de los Estados Unidos. A nuestro juicio, la IDE responde fundamentalmente a los intereses norteamericanos, por lo que los países europeos deberían dar una respuesta conjunta al proyecto. En todo caso, entendemos que deben ser respetados los términos del Tratado ABM (sobre misiles antibalísticos) suscrito por los Estados Unidos y la Unión Soviética en 1972 y abogamos porque se cumplan fielmente los objetivos reseñados en la declaración conjunta de Estados Unidos y la Unión Soviética suscrita en Ginebra el 8 de enero de 1985: «El objetivo de estas negociaciones será establecer acuerdos eficaces, orientados a prevenir la carrera de armamentos en el espacio, a que concluya esta carrera en la tierra, a limitar y reducir las armas nucleares y a reforzar la estabilidad estratégica.» La seguridad compartida El Partido considera que debería ir profundizándose en la construcción de un sistema de paz europeo basado en la seguridad compartida entre las dos Alianzas. En la época de la disuasión nuclear, el mantenimiento de la paz se basa en la necesidad de poder y deber convivir con el adversario y no contra él. La política de seguridad compartida implica que, tanto las potencias del Este como del Oeste, pueden compartir un interés común para poner en práctica políticas que mejoren conjuntamente la seguridad de ambos lados. Parte de la problemática de la carrera de armamentos es debida a recíprocas percepciones de amenazas, en consecuencias, es posible superar esta dinámica si a la hora de diseñar la política de defensa de cada Parte, se tienen en cuenta las percepciones de seguridad y los cálculos de la otra. En otras palabras, la política de defensa que tiene como objetivo la seguridad nacional, no puede ser concebida aisladamente, sino que debe contemplar consideraciones más amplias de índole política, de control de armamentos y en definitiva de convivencia en la discrepancia. Los miembros de las Alianzas tienen ante sí la responsabilidad y la posibilidad de hacer factible este nuevo sistema de convivencia que representa la seguridad compartida. La responsabilidad, porque esta alternativa sólo es posible en el seno de las Alianzas y entre ellas, pero la consecución o el logro de este objetivo trasciende el marco de las mismas. En la era nuclear en que vivimos, en la que la seguridad y la defensa no se basan ya en los medios o sistemas clásicos o convencionales, no es posible, en el escenario europeo, permanecer al margen de un eventual conflicto Este-Oeste. Por esta misma razón los países europeos no integrados en las Alianzas pueden también beneficiarse de la estabilidad creada por las mismas, mediante la seguridad común o compartida. 315 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES 2. «Decálogo sobre política exterior y de defensa», aprobado por AP en diciembre de 19857. 3. Pasaje del folleto Los aliados dentro de la OTAN. Diversas situaciones de integración militar en el.interior de la Alianza Atlántica, Madrid, septiembre de 1984 (Publicaciones de Alianza Popular)8. EL DECÁLOGO DE AP El documento entregado por Manuel Fraga al jefe del Ejecutivo es el siguiente: 1."—Es objetivo preferente de la Coalición Popular el que España contribuya a afianzar la paz universal, a fomentar el entendimiento entre los pueblos y a crear condiciones que permitan sin mengua de la seguridad general, disminuir los gastos de armamento y permitir una mayor ayuda a las naciones menos favorecidas. 2."—Coalición Popular estima correcto y deseable que España ofrezca un frente unido en los temas básicos de la política exterior, así como en aquellos referentes a la defensa nacional. Para ello es necesario encontrar un denominador común que satisfaga plenamente los intereses nacionales en lo que se refiere a nuestra plena integración en el mundo occidental, tanto desde el punto de vista político como en su sistema de seguridad o en los ámbitos económico, social y cultural. 3."—Coalición Popular celebra que la nueva actitud del presidente del Gobierno haga hoy posible la permanencia de España como miembro del Tratado del Atlántico Norte. A este respecto, entiende Coalición Popular que la integración militar en la OTAN debe llevarse a cabo en su plenitud directa y favorablemente en la eficacia y mejora de las Fuerzas Armadas nacionales, tanto en lo que ser refiere a su preparación como a su armamento e información, y por ello a la mejor defensa del territorio nacional, siempre negociando las mejores condiciones y compensaciones para España, especialmente en los temas que afectan a nuestra integridad, seguridad y dignidad nacionales. 4.°—Coalición Popular, sin perjuicio del pleno respeto a los pactos vigentes y lo que corresponda en el momento de su revisión, una vez lograda nuestra plena integración en la OTAN en la forma que se deduce de los párrafos anteiores, no se opone al principio de reducción de las instalaciones de apoyo y las autorizaciones de uso concedidas sobre base bilateral, ni a la búsqueda de emplazamientos más adecuados para las mismas. 5."—Coalición Popular es abiertamente solidaria con las declaraciones ya realizadas por nuestras Cortes Generales que, en ocasión de autorizar al Gobierno para suscribir el tratado de Washington, prohibieron la instalación y/o almacenamiento de armas nucleares de la OTAN en España, y condiciona cualquier alteración de dicha decisión a un acuerdo en contrario de las propias Cortes. 6."—Coalición Popular estima procedente que se estudie la integración de España en la Unión Europea Occidental, pero recuerda que, como es bien sabido, al tratarse de una organización cuyo desarrollo no ha llegado a ser plenamente operativo, 7 FUENTE: Alianza, Revista quincenal del Partido, 10 de diciembre de 1984, p. 11; remitida por el Centro de Documentación de AP. " FUENTE: Remitido por el Centro de Documentación de AP. El pasaje comprende las pp. 21 a 30 del folleto, bajo el epígrafe «Ventajas para España de su participación en la Alianza Atlántica». 316 OTAN ésta no constituye una alternativa a nuestra presencia en la estructura militar de la OTAN. 7."—La solución definitiva del problema de Gibraltar y su irrenunciable reintegración a la soberanía española puede obtenerse a través de fases progresivas en las que se adopten las medidas apropiadas. La presencia y participación en la estructura militar de la OTAN debería constituir una de las fases preliminares hacia la resolución del contencioso, teniendo en cuenta que España puede reclamar la responsabilidad y el mando militar de la zona del Estrecho y del eje Baleares-Gibraltar-Canarias. 8."—Con respecto a los puntos octavo y noveno formulados por el presidente del Gobierno, Coalición Popular estima que se trata de temas poco conflictivos desde el punto de vista de la política de partidos y a ellos, salvo precisiones técnicas ulteriores, presta su conformidad de principio (proseguir y fortalecer el trabajo de España a favor del desarme en las instalaciones internacionales. Desarrollar los convenios de cooperación defensiva con otros países de Europa Occidental). 9."—Coalición Popular desconoce, en el momento presente, el contenido del plan estratégico nacional, y estima, por ello, que sería correcta y bien recibida la práctica de que éste y otros planes estratégicos fueran objeto de consenso en el marco de un acuerdo sobre la defensa nacional. 10.—En su intervención ante el Congreso de los Diputados con motivo del debate sobre el Estado de la Nación, el presidente del Gobierno, antes y después de la enunciación de los diez puntos, hizo una serie de referencias de las cuales quiere Coalición Popular recoger la relativa al referéndum. Coalición Popular estima que la celebración de tal referéndum sobre cualquier punto referente a nuestra situación en la OTAN, es claramente contrario a los intereses nacionales. Se trata de un tema en su día democráticamente aprobado por los representantes legítimos del pueblo español y por ello no procede acudir a una consulta popular directa. Ningún otro país miembro de la OTAN ha realizado tal o parecido referéndum, y su celebración crearía un pésimo precedente sobre la gestión normal de la política exterior. Por ello Coalición Popular no se asocia a la responsabilidad de la eventual convocatoria de dicho referéndum. VENTAJAS PARA ESPAÑA DE SU PARTICIPACIÓN EN LA ALIANZA ATLÁNTICA 1. Reforzar la defensa de Occidente frente a la amenaza soviética al fortalecer con sus fuerzas y, sobre todo, su posición geoestratégica, el dispositivo de disuasión de la OTAN cuya existencia ha permitido, a los países libres de la Europa occidental, vivir en paz y democracia desde el término de la segunda guerra mundial. Reforzar la defensa de Occidente significa aumentar la propia seguridad de España, incluida geográfica y políticamente en el grupo de países amantes de la libertad. España puede operar por su singular posición geográfica, tanto como un bastión de la defensa europea en caso de ataque soviético, como de insustituible base logística desde la que abastecer a las fuerzas de la libertad frente al poderío comunista. España proporciona una profundidad al dispositivo aliado de la que éste carece y España acorta la travesía atlántica con sus terminales de recepción, menos amenazados que los puertos del Canal de la Mancha. Las comunicaciones de Occidente podrían tener diferente signo en un momento determinado según que los ejércitos de la libertad contasen o no contasen con la colaboración militar de nuestro país, y no resulta ima317 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ginable pensar que este alto grado de responsabilidad, en el posible desenlace final de la contienda planetaria, pueda ser igonarado en ningún momento por los titulares de nuestro destino político, ni tampoco que los contendientes en la conflagración admitiesen de manera espontánea y simultánea una hipotética neutralidad española en el conflicto que pudiese llegar a encerrar para ellos, en algún caso, el riesgo de la derrota. La posición geoestratégica española es una pieza esencial para la defensa de Occidente y resulta impensable la tesis de que nuestra neutralidad pudiese colaborar a la edificación de la paz, aislándonos en caso de crisis, porque será solamente reforzando la disuasión como verdaderamente colaboraremos al equilibrio pacífico de Europa como elementos activos de dicha defensa. En último término, los españoles debemos pensar que nuestra independencia y nuestra libertad serían imposibles coexistiendo con una Europa dominada en su integridad por la Unión Soviética. Evitar la posible guerra, reforzando la disuasión, es el único camino real para la paz. 2. Formar parte por primera vez de una organización multilateral de seguridad, rompiendo el penoso aislamiento internacional en que España ha vivido durante toda su historia moderna. Dejando aparte el episodio, realmente poco satisfactorio para España de la Cuádruple Alianza de 1834, España, o ha estado ausente de las grandes decisiones internacionales, o ha sido víctima de ellas, estafada por sus supuestos aliados circunstanciales. 3. Esta participación en un sistema de seguridad colectivo, como lo es la Alianza Atlántica, representa igualmente la inclusión de España entre el grupo de países occidentales a la hora de fijar las directrices de su sistema de seguridad, aportando nuestros propios puntos de vista y la exposición de nuestros intereses nacionales en función del gran designio general aliado de garantizar la libertad de las democracias occidentales. Esta capacidad de discusión y cooperación a la hora de señalar el marco defensivo de Occidente, equivale a un reforzamiento de nuestra propia seguridad, puesto que la doctrina general se elaborará con la inclusión de las necesidades y percepciones españolas, cosa que evidentemente no sucedería con una España ausente de la reunión atlántica. 4. Todos los proyectos y, en su día, conclusiones sobre la evolución de la doctrina de la defensa occidental que, con toda probabilidad deberán tener lugar durante los años venideros, serán elaborados en el interior del Consejo Atlántico, autoridad suprema de la Alianza, quedando el Estado que permanezca ausente de la discusión al margen de tan decisivo debate continental. El futuro de la OTAN, y de su eventual reorganización con vistas a garantizar la seguridad del mundo libre en la segunda mitad de la década de los ochenta y comienzo de los noventa, se negociará y planteará en el interior de la OTAN actual, por la sencilla razón de que todos los países de la Europa occidental, con la excepción de los neutrales, participan de ella. El gran debate sobre la estructura de la futura seguridad en Europa comienza a iniciarse en el seno de la OTAN; y en el seno de la OTAN se desarrollará su futuro, con lo cual una voluntaria autoexclusión por nuestra parte del círculo atlántico nos privaría de toda oportunidad para influir sobre el destino de la Europa libre que es nuestro propio destino. Salirse ahora de la Alianza sería lo más parecido a realizar un suicidio diplomático. 5. La característica esencial de nuestro espacio de soberanía es la discontinuidad geográfica entre el territorio peninsular, los territorios insulares, mediterráneos y atlánticos, y las ciudades norteafricanas, ordenándose esta discontinuidad a lo lar318 OÍAN go del eje Baleares-Estrecho-Canarias, lo que representa una preciosa ventaja para el país que la posee, en el caso de que este país sea fuerte o esté aliado con otros países fuertes, pero puede representar un inconveniente mortal para una país débil o aislado. El eje Baleares-Estrecho-Canarias puede representar una línea defensiva vital para la seguridad meridional del mundo libre si se defiende con medios adecuados, pero puede igualmente convertirse en una brecha abierta para las democracias en general, y para España en particular, si su discontinuidad geográfica, por falta de fuerzas, se abre como un boquete para cualquier virtual agresor basado en el sur mediterráneo. La excepcional posición geoestratégica de España puede ser la mejor o la peor de las cosas, en función del tratamiento militar que reciba. 6. La inclusión de España en la red defensiva de la Alianza Atlántica aumenta el papel de nuestro país como factor multiplicador de la estrategia de disuasión atlántica frente a una posible amenaza soviética, dándole una reforzada solidez al sector más débil del dispositivo occidental, cuyo centro de gravedad se sitúa hoy, como es bien sabido, en el corazón centroeuropeo. Un mejor equilibrio en la solidez defensiva occidental, entre el norte y el sur del dispositivo equivaldría a un robustecimiento del conjunto y por lo tanto a una mejoría de la disuasión que equivale, en términos generales, a un mejor asiento para la paz de Europa y naturalmente de España. 7. Las relaciones entre España y Portugal, con raíces históricas tan profundas, podrían encontrar dentro de la OTAN una oportunidad para armonizar el principio de las aportaciones de los dos países ibéricos a la defensa occidental, teniendo siempre en cuenta que las misiones de España y Portugal deben tener propósitos militares diferentes, aunque lógicamente coordenados, dentro del esfuerzo colectivo de la Alianza. Pero el hecho de que aún desarrollándose dentro de marcos de responsabilidad geográfica diversos, nuestros dos países operasen dentro de la misma Alianza, permitiría que guardando cada uno de ellos su propia originalidad y funciones militares independientes, se estableciese una coordinación mutuamente compartida entre las funciones encomendadas a Portugal y las que debería cumplir España. Esta franca comunicación entre Lisboa y Madrid podría ser el primer paso efectivo y real para iniciar una armonización de nuestras políticas defensivas, condición muy importante para la mejor seguridad de Occidente. 8. La defensa de Occidente sólo puede concebirse como una empresa colectiva de todas las democracias europeas, asistidas por sus aliados norteamericanos basada, por lo tanto, en una doctrina conjunta y bien engranada. España que, sin duda alguna, y como han dicho todos los gobiernos de la democracia, se considera incluida en el esquema defensivo de Occidente, necesita unificar su propia doctrina estratégica y el reparto de sus funciones en el esfuerzo general al dispositivo colectivo de la Alianza, si quiere verdaderamente realizar una aportación efectiva y no simplemente retórica a la voluntad defensiva de los pueblos de la libertad. La unificación de su doctrina militar y la armonización y buen entendimiento con los restantes países democráticos, sólo puede cumplirse en el interior de una Alianza a la cual, en caso de conflicto, terminaríamos por unirnos. Mucho más sensato y lógico resulta pensar que, si el destino de una país libre como España en caso de crisis debiese ser la colaboración con los países de la Alianza democrática, defensores de idénticos principios de sociedad, iniciemos ya antes de las horas fatales una armonización de doctrina. 9. En el supuesto trágico de un conflicto, no puede dudarse de que España estará mejor defendida si queda incluida en el interior del perímetro protector de la 319 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Alianza, que si permanece fuera de él, como presa indefensa y conquistable por un posible agresor. Se ha dicho antes (punto 6) que, aumentando la credibilidad de la disuasión al reforzar el esquema defensivo de la Alianza, España colabora en el mantenimiento de la paz; pero si el conflicto estallase por desdicha, España estaría mucho más protegida dentro de una Alianza que solitaria, y no sólo porque tendría más fuerzas amigas guardando su integridad, sino porque solamente desde el interior de la Alianza podrá hacer oír su voz y atenderse sus necesidades estratégicas conforme se vaya desarrollando la crisis. Basta un leve ejercicio de imaginación para comprender que la seguridad de España se reforzará en caso de crisis mundial, si tenemos a un representante español colaborando en las directivas destinadas, por ejemplo, a proteger el estrecho de Gibraltar, mucho mejor que con una España ausente de esta elaboración cumplida sin escuchar nuestra voz. 10. Si un hipotético conflicto estallase al exterior del marco geográfico de la Alianza, comprometiendo los intereses de España, no hay la menor duda de que nuestra posición sería infinitamente más fuerte siendo miembro de la Alianza que estando aislados y solos y, por lo tanto, amenazados, no sólo por un virtual agresor sino por las complicidades que este mismo agresor pudiera obtener de países occidentales, quizá miopes a la hora de prestar sus colaboraciones, pero no por eso menos peligrosos para nuestros intereses, si llegase esta desgraciada situación. El Artículo quinto del Tratado del Atlántico Norte contempla las situaciones de ataques militares contra uno cualquiera de los países firmantes y la colaboración defensiva que estarían dispuestos a prestarle. El Artículo cuarto, en cambio, compromete la solidaridad aliada en caso de amenaza contra un aliado, estableciendo un sistema de consultas cuyo apoyo diplomático puede ser de inestimable valor para el país que atraviese momentáneamente una situación crítica. Es decir, el Artículo cuarto refuerza con su poder disuasorio la potencia del aliado en peligro, puesto que le aporta un sostén inestimable de países poderosos que obligarán a reflexionar con prudencia al posible agresor tentado por la violencia; pero, además, sitúa al aliado ante los foros internacionales bajo el amparo y resistencia de quince aliados de peso. Este punto concreto merece cierta atención, porque se ha dicho que al excluir el Tratado de Washington a Ceuta y Melilla del área defensiva dibujada por el Pacto no interesaba nuestra inclusión en la Alianza, pero se ha dejado de decir, sin embargo, que España recibiría una asistencia diplomática de todos los aliados, y sobre todo —argumento decisivo para inclinarse en favor de una integración militar— que España recibirá toda la información de la Alianza sobre los movimientos de tropas que pudiesen amenazar nuestras ciudades africanas, tanto a través de los sistemas de detección radioeléctrica a larga distancia situados en tierra, como por los radares aerotransportados a bordo de los aviones AWACS que doblan geográficamente la profundidad del área de vigilancia obtenida por nuestros propios sistemas nacionales. En términos militares una capacidad de alerta multiplicada por dos equivale a doblar igualmente el coeficiente de seguridad. 11. El punto anterior encadena naturalmente con éste, puesto que una España aislada, por mucho que proclame su afección a los valores de la civilización occidental, estará privada de la gigantesca aportación de informaciones que la OTAN proporciona a sus miembros, simplemente porque la OTAN reúne las aportaciones de todos los países que la componen, y está claro que dieciséis aparatos estatales cosechando información y clasificándola para su mejor disgestión, tienen forzosamente que ofrecer un caudal mucho más rico de conocimientos que los esfuerzos de un país solitario. En el mundo actual, donde la información es la condición previa de la se320 OTAN guridad, no puede dudarse que a España le conviene estar en disposición de recibir este tesoro de comunicaciones que perdería al exterior de la Alianza. No existe un foro informativo semejante a la OTAN; y puede decirse que jamás España ha disfrutado en toda su última historia de elementos de juicio tan ricos como los que la OTAN ha puesto graciosamente en nuestras manos desde nuestra adhesión. Esta información no es solamente militar, sino política, diplomática y económica, y su pérdida, si España decidiese abandonar el círculo aliado, representaría un descenso dramático de nuestro nivel de seguridad. La salida de España equivaldría a situarse en una postura de indefensión voluntaria y caprichosamente elegida. Pocos puntos tan graves como éste, a la hora de juzgar sobre la conveniencia o inoportunidad de nuestra salida de la Alianza. 12. La armonización de nuestra doctrina militar con los países que comparten nuestras propias ideas sobre la organización de la sociedad, la recepción de un caudal informativo precioso e indispensable, la aportación a la solidez de la disuasión y, por lo tanto de la paz, siendo valores inestimables, pueden hacernos olvidar que todos ellos, operando de manera conjunta, constituyen el único cauce para conseguir una modernización de nuestras Fuerzas Armadas que han realizado siempre notables esfuerzos por seguir la evolución del pensamiento militar pero que econtrarían mucho más fácil su operación en el interior de la Alianza que en el exterior de ella. La evolución de los armamentos, la participación en los programas colectivos preparados por la Alianza, la coordinación de algunas tareas comunes al escalón de las industrias de armamentos, son eslabones perfectamente encadenados dentro del mecanismo de colaboración de la Alianza que podría tener, llegado el caso, una incidencia positiva dentro de la industria nacional de armamento de España, cuya dimensión tanto económica como laboral es de sobra conocida. España ya está participando en algunos programas de construcción militar con países de la OTAN; y está claro que en el futuro esta colaboración, desarrollada en todos los sectores del armamento con destino a los tres ejércitos, podría representar una clara ventaja a la que se renunciaría unilateral y gratuitamente en el caso de nuestro apartamiento. Es evidente también que la modernización de nuestras fuerzas armadas sufriría un grave retraso si España abandonase la colaboración con los países de la OTAN en un terreno que la Alianza trata de estimular por todos los medios. Las fuerzas armadas europeas tratan de encontrar una doctrina actual para conducir la guerra en caso de crisis donde pueda brotar una amenaza nuclear, ejercicio intelectual de la más difícil elaboración dada la ignorancia que sobre semejante situación se padece, como es lógico, en el mundo actual. Dentro de la Alianza, este tipo de reflexión, determinante para el futuro de nuestra civilización se desarrolla con una profundidad y riqueza de datos de los que difícilmente podrían disponer los pensadores militares españoles, si fuesen condenados al aislamiento. Queda, por último, una cuestión no menos importante como es la exclusión de España de todos los ejercicios sobre las amenazas posibles, o la colaboración a la respuesta militar occidental, que pudiese afectar a nuestro país dentro del marco de los supuestos conocidos en la OTAN bajo la sigla «HILEX», donde, gracias a los ordenadores de datos de que dispone la Alianza, se estudian en tiempo real miles de situaciones de crisis y las posibles respuestas aliadas más adecuadas a cada una 'de ellas. El hecho de excluir a nuestro país de estos análisis teóricos para organizar racionalmente la defensa española representa un «handicap» muy grave para nuestra seguridad, puesto que los demás países van analizando pacientemente sus posibles fallos para corregirlos inmediatamente. La aportación de estos ejercicios al mejor co321 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES nocimiento de la propia defensa, significa en cambio una aportación a nuestra seguridad. La exclusión de España equivaldría a multiplicar nuestra inseguridad. 13. Entre el caudal informativo de que disponen los países miembros de la OTAN, figuran en primer plano las cuestiones referidas a la lucha contra el terrorismo que siempre se vería fortalecida con la recepción de este material en el caso de que España permaneciese en el interior de la Alianza. Las reuniones especializadas, las advertencias entre aliados sobre este delicado aspecto de la vida internacional, que en España adquiere una especial y delicada significación, pueden convertirse en actividades prohibidas para España al abandonar como una operación conveniente para la defensa de España la anulación de este elemento importantísimo de nuestra seguridad. 14. Las relaciones bilaterales entre España y los Estados Unidos, enmarcadas en el Convenio firmado en 1982, sólo pueden hacerse más fáciles y fructíferas si además del estricto cauce bilateral se inscriben en el marco mucho más amplio del Acuerdo entre participantes en una Alianza común. No conviene olvidar que todos los países miembros de la Alianza OTAN tienen suscritos acuerdos bilaterales militares con Estados Unidos —incluyendo a Francia— y que tales pactos se consideran por todos los países como complementarios del acuerdo global de la OTAN. Nuestras relaciones bilaterales serán más sustanciosas, si están incluidas en el panorama multilateral de la OTAN; y ni uno solo de los países europeos miembros de la OTAN ha pensado que el pacto bilateral a solas fuese más útil para su propia seguridad que la relación en el interior de la Alianza. Será preciso considerar que cuando trece países europeos creyeron, y creen, que el pacto bilateral con los Estados Unidos era un complemento útil, pero no exclusivo, de su sistema de seguridad, nosotros deberíamos meditar con serenidad sobre esta múltiple e inequívoca lección diplomática. 15. Quedan, por último, dos puntos importantes que, sin estar condicionados de manera fatalmente inevitable con nuestra presencia o ausencia de la Alianza, tienen sin embargo una relación muy estrecha con nuestra relación atlántica. El primer punto es Gibraltar, y el segundo, la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. Respecto al problema de Gibraltar, está claro que nuestra inclusión en la OTAN no representará la panacea para la resolución de un problema con casi tres siglos de antitüedad, pero también resulta evidente que el diálogo con Gran Bretaña tendrá mejores canales dentro de la OTAN que los empleados hasta ahora para hablar con los colonizadores de la Roca de manera regular. Decir que el problema de Gibraltar quedará resuelto con la inclusión de España en la OTAN es una falsedad. Decir que se puede arreglar con la exclusión voluntaria de España en la OTAN parece aún falsedad más grande. Por otro lado la integración española en el Mercado Común no es desde luego un asunto condicionado a la permanencia de España en la OTAN; pero no podemos olvidar que los parlamentos de los países miembros de la Comunidad Económica Europea deben ratificar el Tratado de Adhesión, reservándose un voto cuanto tiempo estimen necesario sin necesidad de dar explicaciones a nadie antes de que sea aprobado. Está claro que los parlamentarios de los grupos políticos europeos reticentes a nuestra adhesión podrían encontrar en la separación de España de la Alianza un pretexto para el aplazamiento «sine die» de la inclusión del punto español en sus órdenes del día. 322 OTAN No se trata de abusar de los adjetivos calificativos sobre esta eventualidad, sino mucho más simplemente de reconocer las realidades de la política internacional sin caer en la pueril actitud de dictarle a los demás, según nuestros propios códigos, las líneas de sus futuros comportamientos; sobre todo, cuando da la casualidad de que los intereses españoles y los europeos coinciden en los grandes objetivos plenamente, aunque puedan tener divergencias menores sobre las tácticas de aproximación de España al conjunto europeo económico-militar. 4. Documentos sobre «La paz es posible» y «Defensa neutral integrada», aprobados por el PCE en enero de 19869. EL REFERÉNDUM, INELUDIBLE I. El PCE, que fue pionero en afirmar que sólo un referéndum podía decidir acerca de la pertenencia de España a la OTAN, cree legítimo sentirse orgulloso de que su necesidad haya sido compartida por la mayoría de los españoles, hasta el punto de ser hoy ineludible. El arraigo y profundidad del sentimiento popular sobre la materia puede medirse en el fenómeno de una opinión pública que mantiene, coherentemente, sus actitudes pese a los espectaculares y no explicados giros del partido mayoritario y del Gobierno, hasta producirse la peligrosa paradoja de que el 95 por 100 del Parlamento esté enfrentado con la mayoría del país en este punto. El pueblo español está demostrando una profunda madurez política al rechazar apriorísticas interpretaciones paternalistas sobre lo que es mejor para España en un ámbito decisivo como es el de la política exterior y de defensa. Los españoles no se conforman con ser ciudadanos en lo interno y subditos en lo internacional. Efectivamente, en la misma medida en que la política exterior y la interior están entrelazadas y son interdependientes, la plenitud de la soberanía del pueblo español exige el ejercicio de los valores y decisiones democráticas tanto en un palno como en otro. Al afirmar que el referéndum es ineludible no se ignoran las presiones internacionales y nacionales que se ejercen contra su celebración y que alcanzan al interior mismo del PSOE y del Gobierno, ni se desconocen las continuas tentaciones de Felipe González de cancelarlo. Se sostiene, por el contrario, que el referéndum ha conquistado hasta tal grado y para tantos ciudadanos la condición de cuestión de dignidad democrática nacional, que su suspensión no podría ser más que temporal, habida cuenta del importante conflicto político que originaría. Ya no es posible «cerrar» el asunto OTAN sin la celebración del referéndum. El PCE reitera que el citado referéndum ha de ser para decidir única y exclusivamente la permanencia o abandono de la OTAN, de acuerdo con lo que figura en el programa electoral del PSOE, el cual afirma que: FUENTE: Gabinete de Prensa del PCE. 323 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES «En este sentido, el Gobierno trabajará para lograr un mayor techo de autonomía para España, desvinculándola progresivamente en el plano militar, del bloque del Atlántico Norte. En consecuencia, y en la línea ya expresada anteriormente por el PSOE, en un primer momento y como medida inmediata, se congelarán las negociaciones para la integración en la organización militar. En un segundo momento, se mantendrá el compromiso contraído por el PSOE de convocar un referéndum para que sea el pueblo español el que decida de nuestra pertenencia a la OTAN.» Así pues, el PCE estima imprescindible someter el trámite referendario al cumplimiento exacto del compromiso electoral del partido que sostiene al Gobierno. Ello implica la celebración de un referéndum con una pregunta clara e inequívoca que permita pronunciarse a los españoles acerca del tema sometido a decisión, sí o no a la pertenencia de España a la OTAN, sin vincular dicha decisión a otras opciones en materia de política exterior o de defensa. Queremos llamar la atención de los españoles ponisndo de manifiesto la falsificación voluntaria que el Gobierno ha realizado al pretender vincular el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea con la «inevitabilidad» de la presencia de España en la OTAN. Como afirmaba el propio PSOE en su documento titulado «50 preguntas sobre la OTAN», editado en octubre de 1981 «no es preciso ser miembro de la OTAN para ingresar en el Mercado Común. (Irlanda es miembro del Mercado Común y no lo es de la OTAN.) Son dos cosas diferentes. La OTAN es una organización fundamentalmente militar. El Mercado Común es básicamente comercial y económico. En la OTAN figuran dos países norteamericanos: EE.UU. y Canadá. En las Comunidades Europeas, lógicamente, sólo hay países europeos. El Gobierno español condicionó en su día la entrada de España en la OTAN al ingreso en el Mercado Común. Relacionar ambas cosas es ya un error de principio y utilizar públicamente el trueque y el cambio sobre decisiones tan fundamentales constituye un singular tropiezo político, diplomático y un engaño al pueblo.» Asimismo, el Gobierno pretende distorsionar gravemente el referéndum, anunciando unas pretendidas «condiciones especiales», en cuanto a la forma de la presencia de España en la OTAN, que resultan evidentemente impracticables, como el propio Gobierno sabe. En este sentido, es claro que la presencia de nuestro país en la OTAN implicará inevitablemente la existencia de armas nucleares norteamericanas en nuestro país, cuyo control escapará al Gobierno español. Como afirmaba Fernando Moran en 1981 «a medio plazo será imposible que los EE.UU. insistiesen frente a otros aliados para el despliegue de los eurocohetes y otorgase un trato privilegiado a España. La segunda generación de cohetes de alcance medio incluiría a España en la necesidad de desplegarlos. Piénsese, además, que la Alianza se orienta hacia posibles situaciones en el Mediterráneo, Libia, etc.». El Gobierno asume una gravísima responsabilidad al ocultar a los españoles las auténticas consecuencias de nuestra presencia en la OTAN en lo referido al tema del armamento nuclear. Igualmente resulta falaz la posición del Ejecutivo en torno a la no integración de España en la estructura militar integrada de la Alianza. El ministro Serra acaba de declarar que no es necesaria tal integración «en este momento», lo cual obliga a pensar que «en otro momento», probablemente próximo, tal integración definitiva se produzca. Concretamente el ministro de Defensa ha 324 OTAN condicionado o vinculado nuestra integración definitiva en la estructura militar al avance en la negociación sobre Gibraltar. Asimismo el Gobierno pretende hacernos creer que es posible un hipotético «ajuste a la baja» del número de soldados norteamericanos en España. Lo que no dice el Gobierno es que tal hipotética reducción está vinculada también a nuestra presencia definitiva en la estructura militar de la OTAN, con todas las consecuencias. Por todo ello denunciamos la existencia de acuerdos no públicos entre el Gobierno y la cúpula política de la OTAN, con el fin de proceder a una integración completa de España en la Alianza en «dos fases». La primera consistiría en anunciar tales «condiciones especiales» con el fin de no asustar a los españoles y poder ganar el referéndum. A partir de ese momento se procedería, en un plazo prudencial a la integración de España en el Saceur o mando militar integrado de la OTAN, con la salida de soldados españoles fuera de nuestro país y a la nuclearización progresiva de España. Por otra parte, los comunistas estimamos que un elemental sentido democrático obliga al Gobierno a respetar y sentirse vinculado por el resultado del sufragio. Es preciso cumplir la voluntad de los españoles. Dicha voluntad constituye un imperativo ético y político y la fuente de legitimidad del propio sistema democrático. Por consiguiente, el referéndum en absoluto puede tratarse de una ratificación o crítica de la política del Gobierno en cualesquiera :>tras áreas, función propia de las elecciones generales ni de un plebiscito sobre el conjunto de la política exterior del Gobierno, menos aún sobre la política general o, lo que resultaría grotescamente intolerable, sobre la figura personal del presidente del Gobierno, quien no debe olvidar los precedentes históricos de referendos perdidos al estar planteados desde la soberbia del poder. Una u otra decisión sobre la OTAN produce trascendentales consecuencias en todos los órdenes y, sobre todo, determina el carácter de la política exterior y de defensa. Esta o se orienta hacia el alineamiento con un bloque militar, la pérdida de autonomía y la dependencia progresiva con los Estados Unidos, o hacia un camino de autonomía europea, de neutralidad y de independencia. Digámoslo claramente: el alineamiento político y militar de España, al condicionar su acción exterior a los intereses estratégicos de una gran potencia, puede generar nuevos procesos de aislamiento. Por el contrario, la defensa de una política autónoma para nuestro país, además de añadir cotas de seguridad nacional mayores, permite realizar una activa política exterior para España que, sin duda, será más beneficiosa para nuestro país. Esa cuestión nodal suele ser despachada por los atlantistas españoles con el gratuito axioma de que la neutralidad es imposible, lo que se acompaña con rodear frecuentemente el problema con halos de misterio y secretismo, tratando el presentar el conjunto de la cuestión OTAN como algo sujeto a imponderables. El PCE expresa su convicción de que al propugnar la retirada de la OTAN, defendemos el interés nacional de España. En consecuencia estimamos que no nos encontramos ante una cuestión que deba de enfrentar a la izquierda con la derecha, sino que el referéndum debe constituir una ocasión histórica para que una amplia mayoría de españoles, con independencia de nuestra adscripción ideológica, defendamos conjuntamente la seguridad colectiva de nuestro pueblo, la no nuclearización de 325 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES España, el interés de las futuras generaciones, la soberanía nacional y la independencia en la acción de España en el mundo. Frente a aquéllos que desde el Gobierno argumentan acerca de la irrelevancia del referéndum porque en ningún caso España podrá retirarse de la OTAN, el PCE expresa su convicción de que es posible, además de necesario, denunciar el Tratado de Washington. Podemos marcharnos de la OTAN. Se trata de un acto de soberanía nacional, consagrada en nuestra Constitución y no podemos aceptar los argumentos «oficiosos» impulsados desde las áreas gubernamentales que pretenden transmitir al pueblo español una sensación de temor al sugerir que la retirada de España de la OTAN traería como consecuencia durísimas represalias por los miembros de la Alianza contra nuestro país. No dudamos de que existan presiones para evitar la recuperación de nuestra soberanía, pero afirmamos que gobernar es defender el interés nacional de España, es saber resistir a las torpes presiones que puedan ejercerse. Si aceptáramos ese argumento deberíamos concluir que España tendría que permanecer en la Alianza Atlántica no por miedo a nuestros eventuales enemigos, sino por miedo a nuestros presuntos amigos. II. Una de las más lamentables herencias legadas por el franquismo es la relativa a la política exterior: el descrédito internacional del régimen, junto a su carencia de otro proyecto histórico que no fuera su propia supervivencia, llevaron a la dictadura a oscilar entre inútiles gestos de grandilocuencia y la obsesión por la legitimación que superara su aislamiento. No fue otro el objetivo de Franco al firmar con Einsenhower los acuerdos bilaterales en 1953: la instalación de bases y las facilidades militares otorgadas a los Estados Unidos en España, a cambio de que Washington abriera las puertas del reconocimiento internacional del franquismo y le facilitase su introducción en la ONU. Acuerdos que, como han mostrado documentos oficiales de la época desvelados públicamente hace escasos años, constituían una denigrante y gravísima dejación de soberanía nacional a favor de los norteamericanos por cuanto estipulaban la posibilidad de que se lanzase un ataque nuclear desde España sin tan siquiera notificarlo previamente al Gobierno de nuestro país. De manera que el argumento de los atlantistas, de que la presencia de España en la OTAN, deriva y tiene su origen en aquellos pactos que desde entonces nos vinculan a la llamada «defensa de Occidente», se vuelve en su contra: esa vinculación fue impuesta por la dictadura y contenía cláusulas atentatorias para el interés nacional, siendo la única postura consecuente la de su revisión radical una vez restituidas las libertades. De hecho la cuestión OTAN ha estado muy presente en todo el período de la transición. Desde 1974, diversas fuerzas externas, especialmente EE.UU, trataron de influir directamente en la situación española con el objeto de que el inevitable cambio de régimen se diera de modo que permitiera el rápido ingreso en la OTAN. Ello era ya entonces un objetivo prioritario para la Administración norteamericana: se trataba de reforzar su flanco Sur, debilitado tras el nuevo régimen de Grecia, la incierta situación de Turquía, el avance comunista en Italia y la revolución portuguesa. El objetivo esencial del PCE durante ese período fue el de frenar los intentos de incorporar a España a la Alianza Atlántica. El PCE aceptó no poner en cuestión provisionalmente las bases en el período constituyente entendiendo que con ello facilitaba la transición democrática, mantenía el equilibrio estratégico y lograba que el in326 OTAN greso de España en la OTAN no pudiera plantearse con independencia del juicio que hoy nos merezca tal posición. El compromiso tácito que presidió la transición fue roto unilateralmente por Leopoldo Calvo Sotelo en noviembre de 1981 al imponer contra el sentir mayoritario del pueblo español la incorporación de España al bloque militar atlántico. Con ello se rompía el equilibrio estratégico, se incrementaba la tensión mundial y el Gobierno español vulneraba directamente las resoluciones de las Naciones Unidas. Efectivamente, la resolución A/35/66511 de la Asamblea Especial sobre el Desarme de las Naciones Unidas del 12 de diciembre de 1980 decía «... que las actuales alianzas militares sean disueltas, y que como primera etapa no sea adoptada ninguna medida que favorezca la expansión de los bloques militares ya existentes». En tales circunstancias, el PCE se consideró desligado de cualquier tipo de compromiso y en el X Congreso, celebrado en julio de 1981, se pronunció de nuevo contra el ingreso de España de la OTAN y por el desmantclamiento de las bases norteamericanas en España. Comenzaba una nueva fase política netamente diferenciada de la anterior. Aquélla estuvo dominada por el consenso en la política exterior con hechos tales como las posiciones en torno a la adhesión de España a las Comunidades Europeas, la visita de Adolfo Suárez a Cuba, la entrevista con Yaser Arafat, la presencia de observadores del Gobierno español en la Conferencia de No Alineados, la apertura en Madrid de una oficina del Frente Polisario, el no reconocimiento de Israel y la presencia de las fuerzas políticas parlamentarias en las delegaciones españolas que asistían a la asamblea anual de Naciones Unidas. Aunque ya en 1978 Alexander Haig revela en Nueva York que existen negociaciones con el Gobierno español para el ingreso en la OTAN, hasta junio de 1980 no se propone aquí públicamente, por parte del ministro Oreja pocos días antes de la visita de James Cárter, quien por aquel entonces ya había anunciado la famosa «doble decisión». La precipitación de los acontecimientos en España, en 1981, coincide con la elección de Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos y el desarrollo de su política de intervencionismo que postula que no existe metro cuadrado en el globo terráqueo en que no se jueguen intereses vitales de los Estados Unidos. Se hace difícil creer en la excesiva acumulación de los accidentes o casualidades históricas, lo que sugiere la existencia de una estrecha relación entre la paralización del proceso atlantista en el período 1980-81, la dimisión de Suárez y la elección de Calvo Sotelo. En efecto, no puede dejar de extrañar que fuera precisamente el anuncio de un inesperado y rápido ingreso en la OTAN el aspecto más novedoso del discurso de investidura de Calvo Sotelo, que la votación al respecto se adoptara tras el intento del 23 de febrero y que los EE.UU., que han ejercido una notable influencia en los últimos treinta años de la política española, con el único objeto de garantizar el alineamiento y dependencia de nuestro país sin que la democracia fuera factor motivante, mantuvieron que los acontecimientos del 23 de febrero eran un «asunto interno» de España. En estas condiciones se desarrolla la campaña electoral del 28 de octubre de 1982. El PSOE, y su secretario general muy especialmente, se comprometieron a convocar un referéndum cuyo objetivo sería la retirada de España de la OTAN. Ese fue su compromiso, si conseguía votos suficientes para formar Gobierno. Millones de espa327 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ñoles depositaron su confianza en esa promesa de Felipe González, que fue de inmediato burlada al adoptar una estrategia de «ambigüedad calculada», con el firme propósito de mantener a España en el seno de la Alianza Atlántica. El desarrollo de los acontecimientos y la perspectiva temporal de que hoy disponemos, nos permite plantearnos la interrogante de si realmente hubo «un cambio de posición» en el PSOE o si, por el contrario, ya antes del 28 de octubre de 1982, había decidido su opción atlántica y engañó deliberadamente a los españoles. Existen datos suficientes que abonan esta última hipótesis, como son la ambigüedad del slogan «OTAN, de entrada no» y otro, más importante aunque pasara desapercibido, como fue el que la dirección del PSOE no desarrolló presión alguna (aunque io anunciaran), sobre los partidos socialistas europeos para que ejercieran el derecho de veto en sus respectivos parlamentos con respecto a la ratificación del ingreso de España en la OTAN. Igualmente, es preciso destacar que en el programa electoral el PSOE evitó cuidadosamente pronunciarse sobre la pertenencia de España a la Alianza, aunque su campaña girase en torno a esa posición clamorosamente mantenida por Felipe González durante los actos electorales. Ahora pretenden explicar que no hay cambio de posición, puesto que en el programa electoral no figura ningún tipo de compromiso. Por todo ello resulta lícito interrogarse en el sentido de que quizá no se produjo una modificación en el punto de vista del PSOE sobre la cuestión OTAN, sino más bien un simple oportunismo electoralista en la posición precedente, acompañada de las oportunas garantías donde correspondiera, habida cuenta de la ausencia de los más mínimos signos de inquietud en la Administración norteamericana con motivo de los resultados electorales del 28 de octubre de 1982. La política realizada hoy por el Gobierno de Felipe González en la cuestión de la OTAN y en toda la política exterior, autoriza a pensar que a los dirigentes socialistas «no les venía mal» que España entrase en la OTAN antes de su llegada al poder. Ello les permitió dos cosas: realizar una campaña contra la OTAN que les dio muchos votos y justificar más fácilmente su previsto cambio posterior porque se trataba simplemente de aceptar un hecho consumado. Por todo ello, resulta ciertamente penoso que el presidente del Gobierno afirme que ha cambiado su opinión sobre la OTAN «tras dos años de profunda reflexión» al acceder al Gobierno. La dignidad del pueblo español exige, en una cuestión de especial trascendencia, que Felipe González diga la verdad a los españoles. El PCE así lo demanda. III. El PCE comparte que resulta aconsejable que las grandes opciones en la política exterior de un Estado sean objeto de un amplio consenso popular que permita una cierta continuidad general no sometida a modificaciones fundamentales como consecuencia de los cambios de Gobierno en cada legislatura. La política internacional opera en plazos largos, las relaciones internacionales son complejas y los factores externos son, en este ámbito, obviamente más influyentes que en la política interior. Ese consenso necesario, si se desea que sea estable, debe de inspirarse en una correspondencia entre la sociedad y las instituciones. En la sociedad española, desde el inicio de la transición democrática, ese consenso ha existido en un punto esencial: la necesidad de acabar con la sumisión franquista respecto a los Estados Unidos, la recuperación de la soberanía nacional, la tendencia al no alineamiento, a la definición 328 OTAN neutral de la política exterior. Todo ello se ha reitirado posteriormente en la persistencia que las encuestas de opinión han mostrado en relación con el rechazo de la pertenencia de España a la OTAN. La profundidad de los disensos sociales se ha producido, precisamente, a partir del momento en que se fuerza nuestro ingreso en la Alianza Atlántica. Es lamentable, entonces, que las instituciones no hayan reflejado, sino distorsionado, tal consenso. Felipe González propuso 10 puntos para un consenso en el Congreso de los Diputados. De entre ellos, el primero y determinante es «la pertenencia inexcusable de España en la OTAN». Habiendo concitado el PSOE tan amplio apoyo con una posición opuesta, ¿no sería más lógico construir un consenso parlamentario a partir de la evidencia de que el pueblo español quiere inexcusablemente la no pertenencia a ningún bloque militar? Para el PCE, el único consenso parlamentario moralmente legítimo sería el que se construyese teniendo en cuenta a la mayoría social de los españoles, y no a un consenso que enfrenta a las Cortes con los ciudadanos. POLÍTICA DF. BLOQUES EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL Cristi, armamentismo y guerra fría I. El ingreso de España en la OTAN se ha planteado en una década en la que si algo aparece con nitidez es la necesidad de superar la dinámica de bloques militares como factor preeminente del orden internacional. Entendemos por «dinámica de bloques» la confrontación y disputa permanentes entre las dos superpotencias, que da lugar a la tendencia a supeditar a ello todos los problemas y conflictos del mundo actual, a una ininterrumpida carrera de armamentos y a la bipolarización de las relaciones internacionales. Esta ha sido una preocupación constante en el pensamiento del PCE. Así, el X Congreso señalaba: «La existencia de dos bloques militares, de un lado la OTAN, de otro el Pacto de Varsovia —independientemente de sus orígenes históricos— representa en sí un peligro gravísimo para la paz y un factor que limita, cuando no anula, la independencia real de las naciones.» Históricamente, los bloques militares, que se presentan siempre como alianzas pacíficas y defensivas, surgen de las guerras y preparan las guerras, engendrando una sucesión de conflictos bélicos y no bélicos sobre la misma base de los intereses hegemónicos y de las recíprocas relaciones entre la economía y la política mundiales. La formación de los actuales bloques militares, la OTAN y el Pacto de Varsovia son el resultado de la situación creada al terminar la Segunda Guerra Mundial, de la que emergen EE.UU. y la Unión Soviética como potencias indiscutibles. Una primera tendencia surge entonces con poderosa fuerza: el movimiento que da al traste con el sistema colonial y que se da la mano con un movimiento democrático, unitario, revolucionario en ocasiones, integrado por la mayoría de las fuerzas que combatieron al fascismo. Y ambos se entrelazan en la aspiración a construir 329 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES un orden mundial basado en la paz, en la negociación política de los conflictos y en la autoridad de las instituciones internacionales como mecanismo regulador de los mismos, lo que determinaría el nacimiento de la ONU y de otras organizaciones mundiales. Pero pronto esta tendencia fue rebasada por la dinámica de bloques, reapareciendo las tensiones y los peligros. La coalición de pueblos y gobiernos, constituida en el curso de la guerra antifascista y encarnada en la alianza que unió en el mismo combate a EE.UU., la URSS, Gran Bretaña y, más tarde, Francia y China, fue rota por la guerra fría y la subsiguiente creación de los bloques militares. La primera manifestación del proceso que llevaría a la creación de los bloques fue el empleo de ia bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, que inició la era nuclear. Militarmente, aquel asesinato de centenares de miles de civiles con una nueva arma cualitativamente superior a todas las conocidas no era necesario, Japón estaba ya virtualmente vencido. Su significación fue, por el contrario, política. Anunciaba la decisión de EE.UU. de adjudicarse la hegemonía mundial. No se trataba del último acto de la Segunda Guerra Mundial, sino del primer acto de la guerra fría. En este sentido es necesario rescatar para la opinión pública un hecho poco recordado pero de enorme significación: el llamado «Plan Baruch» propuesto en 1946 por prestigiosos científicos de relieve mundial, bajo el auspicio de Einstein, y consistente en comunicar el secreto de la «bomba» a la comunidad científica internacional depositando en la ONU su control. El Gobierno de los EE.UU., presidido por Truman, rechazó ese plan. Iniciada la guerra fría, en 1949 se consuma un nuevo acto de indudable gravedad: la creación de la OTAN a iniciativa de EE.UU. Cinco años más tarde, en 1954, se constituía el Pacto de Varsovia a iniciativa de la Unión Soviética. A partir de estos hechos se ha acentuado la inseguridad de todos los países del mundo. Resultan ciertas las palabras del ex director de la Agencia estadounidense de Control de Armas, Eugene Rostow, de que «vivimos en un mundo de preguerra, no de postguerra». El PCE ha definido su posición sobre los actuales bloques militares en el Documento político del XI Congreso: «Los comunistas sabemos que los bloques no tienen el mismo origen histórico —puesto que la OTAN se creó en primer lugar y con claros propósitos agresivos— y que los países que los integran tienen una naturaleza social distinta,.pero pensamos que la condición imprescindible para el pleno logro de la paz de forma estable es la disolución progresiva y simultánea de ambos bloques militares, y reiteramos que la lógica de la confrontación entre los bloques no sólo es peligrosa para la humanidad, sino perjudicial para todos los pueblos que luchan por la independencia y el progreso.» Y más adelante agrega: «... en un mundo como el actual, marcado por la dinámica bipolar, la URSS y los demás países socialistas desempeñan un papel fundamental frente a los propósitos agresivos y belicistas del imperialismo norteamericano. Pero esta consideración no nos conduce a una posición de alineamiento. Reiteramos nuestra oposición a la lógica de los bloques, "actitud" que nos permite incidir en la lucha por la paz desde nuestra independencia.» 330 OTAN II. Una de las finalidades del presente documento es saber qué efectos produce la existencia de los bloques militares, si tiene sentido su continuidad y a qué intereses obedece su reforzamiento en los años 80. En los más de treinta años transcurridos desde la aparición de ambos bloques, el mundo ha cambiado. Han emergido docenas y docenas de nuevos países como resultado del proceso descolonizador, pueblos que constituyen la mayoría del planeta y que claman por hacer oír su voz y por superar el atraso a que la colonización les condenó. Por otra parte, la competencia armamentista entre ambas superpotcncias no puede ser ya explicada por razones de seguridad y de defensa: hace más de veinte años que se alcanzó la paridad nuclear; no obstante, la potencia destructiva de los dos arsenales ha seguido creciendo hasta rebasar en varias decenas de veces la capacidad de aniquilamiento mutuo y varias veces la de exterminio de la vida conocida en el planeta. Ya no es defendible que la confrontación de bloques sea únicamente expresión de la pugna entre capitalismo y socialismo, porque ese conflicto no puede resolverse militarmente en la era nuclear y porque las áreas de los bloques no se corresponden con las de ambos sistemas: Suecia o Austria son países tan democráticos, occidentales y capitalistas como los otros miembros europeos de la OTAN. Y Yugoslavia o China no por rechazar su pertenencia al Pacto de Varsovia son menos socialistas. Hoy es evidente que la dinámica de bloques no es el marco en el que se dirime la lucha de clases a nivel internacional, sino que más bien obedece a razones de Estado y al interés inercia! de ambas superpotencias en el sentido de mantener un papel preeminente en el escenario internacional. El mantenimiento de los bloques militares y la dinámica de confrontación y armamentismo que de ellos se deriva, impide abordar los problemas reales y más profundos del mundo actual. Vivimos, en efecto, en un mundo complejo, de profundas interrelaciones. Adquiere cada vez mayor relevancia la dimensión internacional de los fenómenos económicos, sociales, políticos y culturales. Cada vez son menos los problemas que pueden resolverse en meros marcos nacionales y más los que adquieren dimensión de problemas mundiales. Varios son los desafíos que en el umbral del siglo XXI afectan dramáticamente a la humanidad entera. — La crisis económica, cuya agudización conduce a la agravación del desequilibrio entre países industrializados y países suhdesarrollados. Mientras en éstos no encuentran solución a las lacras endémicas de hambre, miseria y atraso, en los países capitalistas se produce la paradoja del despilfarro, coexistiendo con la creciente masificación del desempleo y la marginación social en una auténtica crisis global y de civilización. — Una de las secuelas más graves de este insensato despilfarro de recursos es el crecimiento demográfico incontrolado que se observa en los países subdesarrollados. Este actúa como un mecanismo social de autodefensa frente al altísimo índice de mortalidad, la miseria, el atraso, la expoliación y pauperación de sus recursos y sus fuentes de vida. Al mismo tiempo, la eclosión demográfica agrava los problemas del desarrollo y acentúa los desequilibrios mundiales. En los países del Tercer Mundo vivirá a finales de este siglo el 80 por 100 de la humanidad. Los países desarrollados tienen que acudir en su ayu331 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES da con la mayor urgencia, multiplicando la asistencia económica y técnica múltiple a esos pueblos. — El vislumbrado agotamiento de los recursos naturales, acentuados por el saqueo de la naturaleza y la degradación del medio ambiente a que ha conducido el actual modelo de desarrollo al estimular necesidades que en última instancia no pueden ser satisfechas, como consecuencia de la lógica de rapiña que se contiene en la ley del máximo beneficio inmediato. — La nueva revolución científica y tecnológica, que puede permitir un histórico salto en la calidad y las formas de vida, pero que paradójicamente amenaza incrementar las desigualdades e injusticias sociales, a la vez que perfeccionar los ingenios de destrucción masiva. — Y por encima de todo, la amenaza de desaparición de la civilización y hasta de la especie humana. La incesante multiplicación de los arsenales atómicos en cantidad, calidad y ámbito, hasta alcanzar hoy el del espacio. Los riesgos de holocausto nuclear que se acompañan de una generalizada carrera de armamentos y la tendencia a la militarización de la vida internacional y las sociedades. Ante tales retos no es exagerado afirmar que la humanidad se halla ante una trascendente encrucijada: puede dar un salto cualitativo en civilización, progreso y justicia o abocarse a la desaparición. Siendo así. es absurdo pretender reducir la visión del mundo y de los problemas internacionales al simplista esquema del conflicto Este-Oeste. Por el contrario, la bipolarización del mundo en torno a las dos superpotencias distorsiona la diversidad y complejidad de las crisis de distinta naturaleza que se dan en las relaciones internacionales y dificulta su solución progresista. Es más. La naturaleza y dimensión de lo señalado plantea la ineludible superación de esa lógica bipolar para dar paso a la democratización de las relaciones internacionales, de tal manera que puedan configurarse centros de decisión mundial que respondan a la soberanía de los Estados, a los intereses de los pueblos. De lo contrario, se acentuará la actual tendencia a concentrar en restringidos c incontrolados círculos, rodeados de privatización y secretismo, las grandes decisiones que determinan el signo del porvenir de las gentes. La dinámica de bloques constituye un sistema caduco. Su pervivencia es un anacronismo y su reforzamiento oscurece el futuro. III. La carrera de armamentos crea un círculo vicioso. Su fundamento es la teoría de «la disuasión nuclear en base al equilibrio del terror». Pero ello lleva a buscar la propia seguridad en la inferioridad del contrario, por tanto en su inseguridad, empujándole a un idéntico proceso armamentista. La espiral es inseguridad-seguridadinseguridad. No hay seguridad posible provocando la inseguridad, el recelo y el miedo del oponente. En la medida, además, que pudiera alcanzarse la superioridad militar surgiría la tentación de acabar con la situación mediante el aventurerismo de un ataque que impidiera la respuesta del adversario: teorías que están en la base de las doctrinas más recientes del Pentágono y que han dado lugar a las medidas militares norteamericanas de los últimos años. Si, por el contrario, la superioridad militar deviene imposible no tendría más fin que la guerra por accidente, máxime habida cuenta de los procesos de automatización, que reducen los tiempos de respuesta a már332 OTAN genes en los que la decisión política se hace imposible; o por escalada no pretendida, pero impuesta por dinámicas de conflictos regionales que involucran a las potencias; o como resultado de la incontrolada proliferación nuclear, que alcanza ya a más de una docena de países. El juego, además de absurdo, es caro: 800.000 millones de dólares (128 billones de pesetas) alcanzaron los gastos militares mundiales en 1983, cuyos índices de incremento en moneda constante crecen año tras año. En el cuadro de crisis y de miseria, tal gasto para tan inútil como arriesgado mecanismo constituye una auténtica inmoralidad. El aumento continuo del dispendio militar refleja, a la par que estimula, una creciente militarización de la industria que, a su vez, introduce factores militares en todas las esferas de la vida política, social y cultural. De manera que los principales procesos y recursos de investigación científica y tecnológica giran, cada vez más, en torno a proyectos militares en detrimento de las necesidades civiles. De esta forma, se ha generado en EE.UU. el complejo militar industrial, denunciado en su tiempo por el presidente Eisenhower como un peligro potencial para el pueblo norteamericano y que hoy domina por completo la vida política de EE.UU., imponiendo en ella sus ideas conservadoras y reaccionarias. Para el complejo militar, la carrera ininterrumpida de armamentos y las tenciones mundiales que la justifiquen son un fin en sí mismo, pues constituyen la base del mantenimiento de su poder económico y político. En la URSS, los enormes gastos militares y la creciente militarización de la investigación científica han perjudicado gravemente, entre otros factores, el desarrollo económico y político de la sociedad soviética. Es a través de esos mecanismos que la carrera de armamentos se interfiere, impidiendo su solución, en la crisis económica internacional. La dinámica inercial de la carrera de armamentos ha impedido los procesos de desarme. De hecho, las conversaciones, tratados y negociaciones llamados «de desarme» han sido, en realidad, de control de armamentos, sin que nunca hayan frenado siquiera la escalada. Una prueba de lo que decimos la tenemos en la acogida a las últimas e importantes propuestas hechas por Gorbachov, relativas a la reducción progresiva de los misiles, a la negociación directa con Inglaterra y Francia sobre ese mismo tema, a las medidas que hagan imposible la guerra de las galaxias, a la suspensión de las pruebas nucleares. A pesar de que la URSS suspendió militarmente esas pruebas hasta el 31 de diciembre del año pasado y las ha prorrogado después, ni EE.UU. ni los demás países nucleares han aceptado hasta ahora tomar medidas similares. Al contrario, a últimos de diciembre EE.UU. ha realizado una nueva prueba nuclear, relacionada precisamente con la guerra de las galaxias, lo que demuestra la decisión de Reagan de llevar adelante el proyecto SDI, a pesar de la reunión de Ginebra. Se impone la necesidad de la presión desde todos los foros internacionales y las opiniones públicas, para dar lugar a un proceso auténtico de negociaciones de reequilibrio «a la baja» que inicie una reducción progresiva y simultánea de ambos arsenales hasta la desnuelearización completa de Europa y de otras regiones del mundo y la desaparición de la amenaza nuclear. En la medida en que el arma atómica no puede ser desinventada, el proceso no puede ser otro que el mantenimiento de un disuasorio mínimo bajo control concertado de las Naciones Unidas, con renuncia solemne de todos los estados a su uso. Estas serían fases para llegar a la destrucción completa de las armas nucleares, químicas y bacteriológicas, la prohibición de su pos333 DOCUMENTACIÓN SOBRL ASUNTOS EXTERIORES terior fabricación, controlada por la ONU y la desaparición de los bloques militares, estableciendo un sistema mundial de seguridad basado en la cooperación y en el respeto a la soberanía e independencia de todos los países. IV. La dinámica de bloques reduce el mundo a una especie de tablero en el que cada país es como una pieza cuyo valor es el de instrumento de una de las dos potencias, sacrificable en cualquier momento en función del objetivo supremo: ganar la partida al contrario. Ese pensamiento se esconde a veces sin disimulo en conceptos tales como «intereses vitales», «defensa de Occidente», «leyes de la geopolítica», «soberanía limitada», «linkage» (globalización). Así ha surgido el intento de transformar Asia, África y América Latina en zonas de disputa entre el «Este» y el «Oeste», implicándolas en la política de bloques, estimulándose el aumento de conflictos y guerras entre «países pobres». Desde 1945 las guerras en esos continentes han costado más de 25 millones de muertos. Puede entonces aseverarse que la falsa seguridad entre las superpotencias y en Europa se ha construido en gran medida sobre la base de la creciente inquietud del mundo subdesarrollado. Por encima de la tendencia a la negociación y la búsqueda de soluciones políticas, prevalece el uso de la fuerza y de los medios militares, en una espiral de sospechas y desconfianzas recíprocas, con la consiguiente búsqueda de protección y de alianzas. Los resultados son: la multiplicación de bases militares en territorio extranjero, la proliferación nuclear y la extensión de la carrera de armamentos al «Tercer Mundo». Son obvios los efectos devastadores de todo ello en la lucha por el desarrollo de esos países, mientras el movimiento No Alineados se ve sometido a grandes acosos y presiones tendentes a su desnaturalización. La concepción de «tablero» conduce a ignorar la Carta de las Naciones Unidas y sus principios, que definen un sistema de regulación política y pacífica de las relaciones y conflictos internacionales. Es particular y sistemáticamente violado el reconocimiento del derecho de todos los pueblos a la plena soberanía e independencia, a través de los intervencionismos en nombre de los intereses «estratégicos» y «vitales». La triste conclusión es que la lógica de bloques es más fuerte que el derecho internacional y relega a las Naciones Unidas a un papel testimonial simbólico. V. La dinámica de bloques experimentó un punto de inflexión importante en la década de los 60 y a lo largo de los 70, en el llamado período de la distensión. Tras la crisis de los misiles de Cuba, se abre camino, tanto en los EE.UU. como en la URSS, la idea de que es necesario buscar nuevas vías, al menos no exclusivamente militares, en la lucha por la hegemonía mundial. El punto culminante de ese proceso fue la Conferencia de Helsinki (1975). Sin embargo, a finales de los 70, resurgen las tensiones generalizadas, retorna la guerra fría, se habla del fin de la distensión. Pero la responsabilidad de la segunda guerra fría en curso recae, sobre todo, en los EE.UU. por la política desarrollada por la Administración Reagan, que ha apostado abierta y resueltamente por la agudización de los conflictos y el rearme. La política Reagan ha consistido, sustancialmente, en hacer a todo precio de la crisis económica un mecanismo de restitución de la capacidad de mando sobre toda la economía mundial, y de la carrera de armamento un mecanismo de recuperación de la hegemonía política perdida tras la guerra de Vietnam. 334 OTAN A la «Doble decisión» (que paraliza las conversaciones de control armamentista de Ginebra) y el despliegue de los euromisiles, por una parte, sigue la ocupación de Afganistán por la otra. La escalada ha recomenzado. La secuencia de los acontecimientos ha sido la siguiente: Reagan imprime, desde su acceso a la Casa Blanca, un fortísimo acelerón a las dotaciones del Pentágono, que elevan el déficit público norteamericano hasta niveles nunca conocidos; dicho déficit se financia en gran medida a través de capitales europeos y del Tercer Mundo, atraídos al mercado estadounidense por las altas tasas de recursos con que alimentar la carrera armamentista. A su vez, ese fenómeno genera una sobrevaloración artificial del dólar, que ha venido a agudizar el ciclo. Las consecuencias, muy rentables para una serie de empresas privadas, son la quiebra económica del Tercer Mundo, el drenaje de recursos de Europa y el empobrecimiento de las capas más pobres de los propios Estados Unidos. Esa política económica necesita, tiene como la otra cara de la misma moneda, la belicosidad exacerbada: Emplazamiento de los misiles en Europa; coordinación de la OTAN con Japón (contra la letra del propio Tratado); extensión de las áreas de «influencia» de la OTAN a Oriente Medio y África, con la consiguiente creación de la Fuerza de Despliegue Rápido (RDF); extremada afirmación de los «intereses vitales», desatando una ola de intervencionismo (Mediterráneo, océano Indico, Centroamcrica, Caribe, Pacífico). Recurso continuado a la fuerza, a las leyes de la «geopolítica estratégica» y de las políticas de hechos consumados. En definitiva, la política Reagan es la aplicación actualizada y sin paliativos de la llamada «Estrategia hacia adelante de la OTAN», cuyos objetivos son: ampliar la esfera de influencia, control hacia el Este y la no renuncia del empleo de la bomba atómica. Con ello, entra irreversiblemente en crisis cualquier carácter defensivo que la OTAN pueda tener, para adoptar una faz y una actitud inequívocamehnte belicista y ofensiva. Bloques y la seguridad europea I. ¿Qué efectos ha producido y está produciendo la dinámica de bloques sobre Europa?, cuestión sumamente actual por cuanto se defiende la permanencia de España en la OTAN en la medida en que salirse «constituiría un gesto insolidario hacia la Europa que nos ha admitido en la Comunidad». Europa ha quedado, a ambos lados, convertida en un rehén de la disuasión entre las grandes potencias. Su papel es ser el teatro de operaciones de la gran confrontación y el destino ser irremisiblemente destruida si «falla la disuasión». Los absurdos cálculos del Pentágono acerca de las nuevas doctrinas han reservado a Europa el privilegio del aniquilamiento en exclusiva: la guerra nuclear limitada. Europa no ha estado nunca tan insegura como hoy. Ninguna política de defensa y seguridad para Europa es pensable si no se combate abiertamente una estrategia militar que condena, caso de conflicto, al Viejo Continente a ser el primer y principal escenario atómico. Europa, para su supervivencia, está más interesada que nadie en la denuncia del viejo concepto de seguridad, obsoleto hoy, en virtud del cual, mayor cantidad y calidad de armas produce mayor seguridad. 335 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Las fuerzas europeas de progreso se hallan empeñadas desde hace años en la búsqueda de nuevas formas y conceptos de seguridad europea, que apuntan hacia la configuración de un sistema de seguridad colectiva para toda Europa basada en la cooperación política y la superación de los antagonismos. Particularmente intenso es el debate en el interior de los partidos socialistas, en los que emerge, con fuerza cada vez mayor, la convicción de que el destino de Europa no puede estar ligado a la hipoteca norteamericana. Tal es el sentido de las resoluciones sobre desarme nuclear del Partido Laboralista británico, los debates en el SPD de la RFA acerca de la creación de una zona libre de armas nucleares en Europa Central; el rechazo a la instalación de los euromisiles por el mismo SPD, el PS holandés, danés, etc. La sugerencia de abandonar la OTAN, por primera vez en la historia, en boca de un dirigente socialdemócrata alemán, el diputado La Fontaine. Son cada vez más intensas, asimismo, las tendencias a la autonomía y a la interrelación europea en los países del Pacto de Varsovia. Desde ese nuevo concepto de seguridad colectiva en la que lo político prime sobre lo militar, se hace más evidente que Europa está sólo interesada en una apuesta firme por la distensión y el desarme. La unidad y autonomía europeas tienen espacio para abrirse camino sólo con la reanudación de la confianza entre los pueblos y los Estados, en la realización de seguridad recíproca sobre la base del desarme efectivo y controlado y encauzando la perspectiva de la superación del antagonismo, la lógica y la existencia misma de los bloques militares. En ese sentido, las propuestas tendentes a dotar de armamento propio, incluso nuclear, a la Comunidad en el marco de la confrontación, en una especie de creación de un tercer bloque europeo, es una fuga adelante que no haría más que incrementar la carrera de armamentos, desnaturalizando un proyecto europeo. El atlantismo ha sido el principal obstáculo político para la construcción de una sólida Europa política, autónoma, fuerte económicamente, comprometida con la paz y la distensión y contribuyendo a la edificación de un nuevo Orden Económico Internacional. Esa visión de europeísmo progresista no se ha impuesto en la CEE porque han prevalecido los intereseses vinculado a la dependencia respecto de los EE.UU., en perfecta armonía con corporativismos y estrechos egoísmos proteccionistas. La guerra fría ha tenido también la consecuencia de congelar el proceso de integración de las Comunidades, acorralándola al límite de su conversión a una mera superestructura burocrática, degradándose las estructuras mismas de la CEE. Se ha frenado la aplicación de medidas ya aprobadas, como la adopción del ECU como moneda comunitaria, o las medidas contenidas en el llamado proyecto Spinelli, que plantea la democratización radical de las instituciones comunitarias y la extensión de sus competencias a todos los campos, incluidas las relaciones exteriores. Imprimir un cambio en la relación entre Europa Occidental y los Estados Unidos es esencial para la defensa de los intereses europeos. Cualquier paso en esa dirección es una medida solidaria con Europa, una medida profundamente europeísta. La Comunidad ha tenido ocasiones que ha desperdiciado. Podría haber explotado el espacio de distensión abierto en Helsinki, ejerciendo una acción de bisagra y mediación entre las potencias, y de puente con el Tercer Mundo, estimulando todo signo de coincidencia y acción conjunta en un plano de identidad europea común con los países del Este. Por el contrario, el alineamiento atlantista disciplinado no 336 OTAN comporta más que sujeción y prevalecimiento de los intereses norteamericanos ajenos a Europa, incluso antagónicos con ella, por cuanto la estrategia norteamericana para el 2000 centrada en el Pacífico prevé la decadencia y el declive de Europa. Eso es obvio en la dependencia tecnológica-europea que los Estados Unidos persiguen al desarrollar la SDI para hacer pasar el desarrollo tecnológico por el plano militar, donde alcanzaría primacía. Es de temer que los proyectos de alternativa tecnológica civil, como el llamado Eureka, en el que participan incluso países neutrales, acabe por ser desvirtuado al no desarrollarse en un contexto político de autonomía europea. Son ya manifiestas las tendencias a hacer del Eureka un proyecto complementario o subsidiario del SDI, en la medida en que empiezan a primar los factores militares y la orientación de competir al mismo nivel. La posición del Gobierno español acerca del SDI ha sido lamentable: ha pasado de la condena a la ambigüedad, para terminar en la aceptación y aun el ensalzamiento. II. Europa necesita una relación distinta con los países del Tercer Mundo no sólo por solidaridad, sino por propio interés. Europa Occidental depende del Sur del mundo en un 75 por 100 de materias primas y recursos energéticos, mientas Estados Unidos sólo en el 15 por 100. Europa puede contribuir a la construcción de un NOEI, entendiendo por ello la concordación de su propio desarrollo y activación económica con la lucha por la superación del subdesarrollo, adecuando su base productiva a las nuevas exigencias del Tercer Mundo y propugnando una especie de negociación global a escala mundial que arrebate capacidad de decisión a los poderes internacionales privados, sobre temas tales como materias primas, reservas energéticas, producción industrial, transferencia de tecnología y comunicaciones, problemas ecológicos, derechos del mar, recursos árticos, etc. Se trataría, en definitiva, de comenzar a concebir el planeta como una unidad de producción y consumo pacífica y solidaria. Una ocasión de plena oportunidad actual sería avanzar desde Europa un proyecto que pusiera en relación el problema de la deuda externa de los países de América Latina y su condonación, con la reducción drástica de arsenales y consiguientemente de gasto militar. La eliminación del subdesarrollo es incluso un factor de seguridad para Europa. No es pensable un mundo estable con 119 países en condiciones de pobreza y hambre afectando a 4.000 millones de seres de los 5.000 que a final de siglo poblarán la tierra. III. La sujeción a la lógica de bloques comporta la aceptación del principio del «status quo»: La situación en Europa no debe modificarse, las superpotencias que buscan la competitividad en el Tercer Mundo respetan (sin exceder el límite del propagandismo) las áreas de influencia respectivas, «el derecho» a influir determinantemente en las políticas nacionales. Con ello tienden a fortalecerse las ideologías conservadoras, inmovilistas, a un lado y a otro. La apertura de procesos de progreso e izquierda en Europa occidental y los procesos de democratización en los países socialistas se apoyan mutuamente y se necesitan recíprocamente. Y ambos sólo son posibles avanzando la unidad y la autonomía europeas. En un contexto bien distinto al de prevalecer exacerbado de la lógica de bloques. 337 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Pues bien, es en esa OTAN tan antieuropea y belicista y no en otra, en la que España ingresó en 1981. La misma OTAN en la que permanece en 1985. ESPAÑA EN LA OTAN I. Ni la instalación de las bases en 1953 ni el ingreso en la OTAN en 1981, respondían al interés nacional de España. Son, por el contrario, resultado de los intereses norteamericanos en situar a nuestro país en su órbita de influencia, dependencia y subordinación, de acuerdo con la concepción de «tablero» de la política mundial. Los sucesivos gobiernos han aceptado esa presión no tanto por su carácter irresistible o por temor a las consecuencias (como se insinúa), sino más bien para obtener diversos grados de legitimación: para el franquismo, el reconocimiento internacional; para una UCD deteriorada, justificar un giro a la derecha tras el período constituyente, afianzando los rasgos conservadores de la política española; y, hoy, para el PSOE, consecuencia natural de su renuncia al «cambio» y de sus esfuerzos de acomodación a los poderes e intereses dominantes, entre ellos, claro está, los internacionales. La constante que ha permitido en distintos períodos conducir la atlantización española ha sido la renuncia a una política exterior y de defensa propia, en función de intereses partidarios. Es importante entonces señalar que el factor determinante de la atlantización de España no ha sido la presión militar interna (independientemente de que una parte del estamento militar se sienta confortable en la OTAN): la iniciativa ha correspondido a los poderes económicos y políticos nacionales, muy receptivos y extremadamente sensibles a las insinuaciones de Washington. Para los EE.UU. y el mando de la OTAN, el ingreso de España ofrece indudables ventajas políticas y militares. Políticas, porque permite presentar a la Alianza como robusta y con buena salud, tras el deterioro sufrido en la década de los 70, y en el contexto de relanzamiento de la guerra fría en los 80. En cuanto a los factores militares, España adquiere tanta más relevancia en función de las nuevas doctrinas ofensivas de la OTAN «respuesta flexible» (que prevé la guerra limitada de Europa) y «extensión del área de influencia» hacia el Sur. En concreto, el papel reservado a nuestro país consiste en: Primero, plataforma aeronaval útil tanto para conflictos en Europa, Mediterráneo o Atlántico Oriental-Sur (Canarias). Segundo, plataforma de llegada y escala para fuerzas proveniente de América en tránsito hacia Europa Central. Tercero, almacén de armas estratégicas y plataforma de dirección electrónica. Cuarto, base de apoyo o «base avanzada» para acciones de combate y tropas y campo de maniobras. Quinto, proyección mediterránea hacia Oriente Próximo y Norte de África. Destaca el papel de España en las operaciones ofensivas hacia el Tercer Mundo. En función de la teoría de los «intereses vitales», los EE.UU. han potenciado su capacidad para proyectarse e intervenir velozmente en la periferia del sistema, comprometiendo a los aliados en la ampliación del margen de actuación de la OTAN más allá de los límites fijados para el propio Tratado de Washington. Así se han creado las Fuerzas de Despliegue Rápido (FDR) y diversas FOE (Fuerza de Operaciones Especiales). España es uno de los puntos elegidos para el tránsito de las FDR. Esta doctrina «extraterritorial» de la OTAN ofrece más luz sobre por qué se produce el ingreso en España en coincidencia con la nueva guerra fría. Un informe de 338 OTAN la Cámara de Representantes de los EE.UU. de 1979 señalaba las dificultades para utilizar las bases españolas fuera de Europa, subrayando que «ello sería mucho más seguro si España se integrara en la OTAN». De manera que nuestro país se vería implicado en guerras de los EE. UU., ajenas y contrarias al propio interés. Y con más facilidad se verá envuelta en operaciones como la del secuestro de los secuestradores del Aquille Lauro, en hostilidad tanto al derecho internacional como a la soberanía nacional. Hcnry Kissinguer lo deja bien claro: «Estados Unidos tomará sus decisiones en cada momento concreto en función de los intereses de seguridad nacional, con independencia de los compromisos con los aliados sean éstos vagos o concretos». II. En esas condiciones, la nuclearización militar de España es inevitable. Aunque oficialmente no hay armas nucleares en el territorio es muy arriesgado afirmar taxativamente si las hay o no en las bases americanas cuyo control escapa a las autoridades nacionales, como tampoco hay control sobre los navios de la VI Flota que atracan constantemente en los puertos españoles y que albergan ingenios atómicos. Pero más allá de especulaciones, por otra parte fundadas, el hecho es que la pertenencia a la OTAN significa asumir sus estrategias y doctrinas que contemplan la utilización de armas nucleares, que prevén la guerra nuclear, y que rechazan la firma de un acuerdo en no ser los primeros en desatarla (no first use), declaración solemne que el Pacto de Varsovia sí ha efectuado. ¿Cómo no pensar, en consecuencia, que el territorio nacional va a ser requerido para albergar armas nucleares en algún momento? Frente a ello, Felipe González insiste en «dar su palabra» de que mientras él sea presidente, eso jamás se producirá. Independientemente del crédito que pueda merecer y de la puerta que deja abierta para futuros gobiernos, el hecho incontrovertible es que en la OTAN lo que acaba prevaleciendo es la disciplina de bloque, como lo prueba el que los euromisiles hayan acabado por ser instalados, según lo previsto, pese a las fuertes resistencias de alguno de los gobiernos afectados y el clamoroso rechazo de la opinión pública respectiva. De hecho, nunca se ha dado el caso de que los aliados europeos resistan las presiones americanas de la Alianza, lo que dice mucho del pretendido argumento que señala que «en la OTAN entramos en un centro de decisión multilateral, en el que podemos influir». Por otra parte, y como ha sido revelado, existen planes concretos de nuclearización militar de España. El Plan de Despliegue de Armas Nucleares (memorándum secreto) aprobado por el presidente de los EE.UU. y preparado por los mandos militares del Pentágono, prevé con minucioso detalle el despliegue de vectores nucleares en España y otros siete países, caso de conflicto internacional. Ya lo advierte Fernando Moran en la página 149 de su libro «Una política exterior para España», cuando al referirse a los efectos de la entrada de España en la OTAN afirma que dicha incorporación serviría «para que este efecto sicológico y político incida sobre otros países europeos (Bélgica, Holanda, Portugal, por ejemplo) es necesario que España aparezca integrada sin reticencias ni matices, lo que equivale a decir en la hora actual que esté dispuesta a desplegar cohetes atómicos en su territorio. ¿Qué efectos tendría sobre la reticencia belga o danesa una España miembro de la OTAN que se negase a la nuclearización de bases al servicio de la OTAN? Muy probablemente, aumentar la resistencia de otros países a dicha nuclearización. En consecuencia, la integración de Es339 DOrUMFNTAClÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES paña en la OTAN implicaría bases nucleares y, por lo tanto, un riesgo de destrucción nuclear». El Gobierno se defiende argumentando que ello es imposible porque hay un acuerdo parlamentario en sentido contrario. Sin embargo, éste es un tema de la mayor importancia que es preciso explicar con toda claridad. La votación en el Congreso de los Diputados por la que se declaró la no disponibilidad de albergar armas nucleares en territorio español se vinculó al ingreso de España en la Alianza y se refiere, exclusivamente, a las armas atómicas de la Alianza Atlántica. Pero la Alianza Atlántica no tiene armas atómicas como tal organización y no puede ser titular de las mismas. Las armas atómicas son propiedad norteamericana y por consiguiente no están afectadas por el acuerdo parlamentario a que se refiere el Gobierno. El posible despliegue de misiles nucleares norteamericanos en España quedó en manos del Gobierno de nuestro país de acuerdo con el Convenio de Amistad y Cooperación suscrito entre España y EE.UU. y votado en las Cortes por los socialistas y otras fuerzas atlantistas en la primavera de 1983. Dicho acuerdo elimina el visto bueno de las Cortes que era preceptivo en las versiones anteriores del mismo. Ello significa que la decisión está más sujeta a presiones no controlables por la opinión pública y que puede incluso producirse en secreto. Estamos ante un clamoroso intento de engaño a la opinión pública. En cualquier caso, aun sin albergar cabezas atómicas, España es ya, al estar en la OTAN, parte de su infraestructura nuclear. El complejo militar nuclear es un conjunto cerrado del que las cabezas son un componente, que no puede funcionar sin las otras: control electrónico, mando, conexiones con satélites, vigías y radares... Los medios de que dispone Estados Unidos en España juegan en la estrategia nuclear americana un papel decisivo como centros de comunicación y coordinación. Así son utilizadas las bases de Rota, Morón, Sonseca, Torrejón y Estaca de Bares. Todo ello comporta que la condición de objetivo nuclear prioritario del Pacto de Varsovia se refuerza cualitativamente por España, desde el momento de su inserción en la estrategia de la OTAN. III. La pretendida no incorporación al Mando Militar Integrado (único paso relevante todavía no efectuado, y en virtud del cual se argumenta el mantenimiento sólo de la Alianza «política») no disminuye un ápice de los compromisos militares de España con la OTAN, que son crecientes y de primer orden. Efectivamente, España forma parte del Comité de Planes Nucleares, del Comité de Planes de Defensa, de la Namso (organización logística), de la Conferencia de Directores Nacionales de Armamento, del GEIP, del NADGE (infraestructura terrestre de la defensa aérea), de la ACSA (seguridad en las comunicaciones), de la ADSIA (interoperabilidad de los sistemas de datos), del NJCEC (comunicaciones y electrónica) y, sobre todo, es miembro del Comité Militar de la OTAN que ha sido incluso presidido por un militar español bajo mandato del actual Gobierno. Como en su momento propuso el entonces ministro Moran, la no integración militar exigía la retirada de esc Comité, del que Francia no forma parte. Pero es que además recientes declaraciones del Ministro Serra revelan los auténticos propósitos del Gobierno en esta cuestión al afirmar que son partidarios «de la vinculación de la solución del problema de Gibraltar a nuestra vertebración internacional en materia de seguridad» y de que «mientras estos temas no se resuelvan, téc340 OTAN nicamcnte, incluso, es imposible la integración militar española en la estructura militar de la Alianza Atlántica». Así, pues, el Gobierno no rechaza la incorporación de Fspaña al Mando Militar Integrado. Simplemente quiere negociarlo a cambio de Gibraltar. Por otra parte nada garantiza que otro Gobierno o este mismo den también ese paso más adelante, en la hipótesis de la superación del escollo del Referéndum. Así lo ha emplazado con nitidez la propia OTAN, en boca de su secretario ejecutivo, el turco Tugay Ozceri al declarar (12 de diciembre de 1985) que «la OTAN no aceptará después del Referendum la postura actual de España de no integración en la estructura militar, ni la desnuclearización del territorio», precisando que en la Alianza no se aceptan «estatutos especiales» ni es posible «imponer condiciones de permanencia». Es evidente que estas revelaciones esconden acuerdos secretos entre el Gobierno español y la OTAN que no se quieren hacer públicos antes del Referéndum, tal y como hemos señalado en la introducción. Igualmente, las conversaciones recientes hispano-norteamericanas, en las que se anuncia la posible reducción de las tropas de los EE.UU. tras el Referéndum podrían estar condicionadas a la garantía de integración militar, lo que, obviamente, reduce el interés de la presencia de fuerzas directamente estadounidenses en nuestro territorio, ya que todas las fuerzas españolas estarían a disposición del operativo atlántico. IV. La política exterior española ha renunciado a una personalidad independiente, a partir del ingreso en la OTAN. De hecho, junto a confirmarse y actualizarse los rasgos heredados de carencia de audacia, se ha incrementado el alineamiento y la dependencia. En todos los ejes potenciales de la acción exterior (Europa, América Latina, África y Mundo Árabe), nuestro país no ha encontrado más que límites y condicionantes en el atlantismo. En relación a Europa, la OTAN impide el planteamiento de una política genuinamente europea, para condenar al viejo continente a ser brazo disuasor hipotecado a las apetencias de las grandes superpotencias. La OTAN no ha introducido España a España, por cuanto el reforzamiento del atlantismo ahoga la expresión del europeísmo. Una España atlantista renuncia de entrada a un vigoroso papel incisivo en las Primeras Comunidades Europeas, para resignarse a una acomodaticia función de segundo o tercer orden. Respecto al Mundo Árabe, los efectos negativos son de doble naturaleza. La OTAN decanta en favor del Estado de Israel la posición española en la pugna entre éste y los países árabes obligando a un reconocimiento incondicional que no hará más que reforzar la posición belicista y genocida de ese gobierno, en la medida en que se produzca sin condicionamiento previo a la satisfacción de los derechos del pueblo palestino. Pero, además, la OTAN obliga a una selección de amistades entre los pueblos árabes según éstos se adecúen o no a los intereses y designios de los EE.UU., como consecuencia inevitable de asumir la visión de «tablero»: mientras pasamos a ser enemigos de estados árabes con los que no mantenemos litigio alguno, pero que se hallan enfrentados a la política norteamericana, tenemos que aceptar las desmesuradas apetencias de Marruecos, incluso contra España, como es el caso de los derechos de pesca, al ser Marruecos cliente privilegiado de los EE.UU. Por la misma razón, la OTAN nos confirma en la violación de la responsabilidad histórica de ga341 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES rantizar la autodeterminación del pueblo saharaui, impidiendo restituir la dignidad nacional perdida en los acuerdos tripartitos de 1975. En la medida en que el territorio nacional se convierte en plataforma de intervención hacia África y el Mediterráneo, el país se convierte en un factor de tensión e inseguridad respecto de los países africanos, mientras los intereses nacionales y los de la paz precisan de equilibrio y estabilidad en la zona. Por lo que se refiere a América Latina, la pertenencia a la OTAN predetermina la posición española en eventuales conflictos entre intereses latinoamericanos e intereses de la Alianza. El ejemplo de las Malvinas es bien elocuente: la potencia europea desencadenante de la guerra y que se enfrentó a todo el continente latinoamericano es firme «aliado» de España en la OTAN. Somos, asimismo, aliados de la potencia agresora a Nicaragua. Una España atlantista se ve presionada y encaminada a dar la espalda a los pueblos latinoamericanos cuyos gobiernos osen enfrentarse a los capitales que les sojuzgan, por cuanto la OTAN será la agencia ejecutiva de los morosos de una deuda externa impagable. La ofensiva económica norteamericana, amparada en el rearme atlántico guarda relación directa con el drástico empeoramiento de la relación real de intercambio para los países subdesarrollados (cuyas materias primas exportadas pierden rápidamente valor frente a los productos manufacturados que han de importar), lo que al unirse a las altas tasas de interés, asfixia aún más la endeudada economía de esos países, imposibilitados no ya de hacer frente a lo principal de la deuda, sino incluso de atender los intereses de la misma. En definitiva, la pertenencia a la OTAN al significar el alineamiento en la pugna Este-Oeste, determina inevitablemente el alineamiento en la pugna Norte-Sur, contrario a los intereses históricos actuales y de futuro de España. V. Desde el punto de vista Defensa Nacional, la OTAN no significa ni seguridad ni garantía de la integridad territorial. Menos aún contribuye, más bien perjudica el tercer objetivo constitucional de la Defensa: la independencia nacional. La OTAN supone el gratuito ejercicio de buscar enemigos contra las percepciones del pueblo español, que nunca creyó en una división maniquea del mundo ni bajo los más sucios manejos propagandísticos del franquismo, y que no se siente precisamente amenazado por ningún supuesto invasor del Norte. Por el contrario, el PEC (Plan Estratégico Conjunto) ha introducido por primera vez el concepto de la «amenaza del Este» como objetivo prioritario de la Defensa Nacional. Los términos se han invertido: en lugar de percibir amenazas y buscar consecuentemente aliados, hemos primero ingresado en una Alianza para buscar después los enemigos que lo justifiquen. Cabe señalar además, con perplejidad, que el PEC da por hecha fa integración en la OTAN sin contemplar su eventual abandono como consecuencia del referéndum, en una innoble burla a la soberanía democrática. La integridad territorial, cercenada aún por el hecho gibraltareño, no se ve favoracida por una OTAN en la que la posición británica es mucho más fuerte que la española. A lo sumo, conduciría a compartir militarmente Gibraltar como base de la OTAN, sin recuperar más que simbólicamente la soberanía sobre el Peñón. Sin que las recientes conversaciones Fernández Ordóñcz-Gcofrey Howe hayan siquiera 342 OTAN aproximado esa pobre perspectiva, nos hemos aliado con la potencia colonial ocupante de una parte del territorio nacional. La posición británica se ha reforzado. Canarias podría recibir la hostilidad de pueblos africanos al ser el archipiélago empleado como plataforma de intervención contra ellos, de modo además gratuito, por cuanto la OTAN, en contrapartida, no garantiza la defensa de las islas. VI. La OTAN incorpora a España a la carrera de armamentos, sin que sea explicable desde el punto de vista de la Defensa Nacional. Lejos de producirse ún abaratamiento de los costos de la Defensa, el gasto militar ha aumentado velozmente desde que estamos en la OTAN. En 1985, el presupuesto global de Defensa ha ascendido a 955.946 millones de pesetas (cerca de 3.000 millones diarios), incluyendo todos los conceptos generalmente contemplados en las evaluaciones de otros países europeos. De modo que, pudiendo comparar con rigor, el gasto militar supone el 3,4 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB), equiparable al resto de los países de la OTAN. Las partidas más espectaculares corresponden a la compra de armamento y la participación en programas armamentistas en el marco de la OTAN, que van a suponer un gasto de unos dos billones de pesetas en los próximos años, constituyendo el 44 por 100 del total de las inversiones del Estado. Todo ese dispendio se ampara en la Ley de Dotaciones Presupuestarias para Inversiones y Sostenimiento de las Fuerzas Armadas, aprobado en 1982 para el período 83-90 por un importe global de 3,5 billones de pesetas. El PCE votó favorablemente esa Ley, pese a señalar que «no había claridad sobre el destino final de esas partidas» como reserva principal. Hoy está claro que aquel voto fue un error del PCE. Efectivamente, el pretendido objetivo de modernizar las Fuerzas Armadas se ha tornado en adecuación a los planes y dinámicas de la OTAN, ajenas a una estricta visión de Defensa Nacional. Es bien elocuente el programa FACA (más de 300.000 millones): Los aviones F-18-A comprados a la empresa americana McDoncll Douglas. Por otra parte, el agravamiento de la crisis y del desempleo debiera conducir a la reconsideración de los gastos militares, que no pueden constituir la «partida intocable» de los Presupuestos. Máxime cuando las Dotaciones de la Ley se determinaron en pesetas constantes, es decir en términos no sujetos a la inflación. El Gobierno sabe, porque son los datos que manejan los expertos españoles de predicción económica contrastados a nivel mundial, que en el período de la Ley, hasta 1990, el paro aumentará hasta 3.500.000 de mantenerse las tendencias actuales. El PCE presentará en breve un proyecto de revisión de la «Ley de Dotaciones Presupuestarias». La tendencia que se observa es la de favorecer extraordinarios beneficios a las multinacionales dedicadas a la fabricación de armamentos. La contrapartida es el acceso español a la exportación de armas, lo que es más fácil dentro de la OTAN, según el ministro de Defensa, Narcís Serra. Efectivamente, tanto el tratado bilateral con los EE.UU. como otros acuerdos bilaterales con los miembros de la OTAN preven la cofabricación de armamentos que favorecen la exportación. Los clientes de España se hallan en el Tercer Mundo y son, especialmente, gobiernos dictatoriales (Indonesia, Sudáfrica, Honduras) o en zonas de conflicto (Arabia Saudí, Irak...). España se ha insertado así en el orden armamentista internacio343 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES nal, asumiendo a través del Gobierno PSOE la militarización de la economía y el pensamiento político propugnado desde Washington. Pero, además, esa ilusión económica es falsa: en 1985, la exportación de armamentos ha descendido en relación a años anteriores. En cualquier caso, la industria armamentista no es la óptima para crear puestos de trabajo. Los mismos volúmenes de inversión en aplicaciones civiles generan mucho más, como han demostrado todos los estudios. La industria bélica está generando un entramado de intereses, un cierto complejo militar-industrial español. ¿No resulta curioso que Eduardo Serra, subsecretario de Defensa, haya sido el único alto cargo no relevado con el acceso del PSOE al Gobierno? Las condiciones de vinculación armamentista a los EE.UU. no son sólo ajenas a la Defensa Nacional, sino de vergonzosa dependencia. El tanque M-48 no pudo ser utilizado durante la «Marcha Verde» (1975) porque los EE.UU. (fabricantes del tanque) no facilitaron las piezas de recambio necesarias en virtud de su compromiso con Marruecos. Existe una cláusula secreta en la compra del F-18-A que prohibe su utilización en caso de conflicto con Marruecos. VII. Esa visión militarizante de los desafíos políticos se extiende al problema tecnológico. Al sostenerse que la presencia en la OTAN contribuye a la «modernización» de España, se está aceptando la lógica americana de que el desarrollo científico y tecnológico se da primando la investigación militar. Ese y no otro es el objeto de la SDI o guerra de las galaxias. Parece claro que la industria de los EE.UU. pueda encontrar mayor comodidad para la hegemonía tecnológica en el plano militar. Menos claro es que el interés objetivo de la humanidad, de Europa o de España sea el mismo, por cuanto se frena la mejora de la calidad de vida que la aplicación civil planificada de las nuevas tecnologías podría permitir. Pero, ¿estamos realmente accediendo a las tecnologías de punta aunque sea aceptando la lógica americana? La experiencia de estos años indica lo contrario: más bien estamos avanzando hacia la colonización tecnológica y la pérdida de soberanía. Los únicos resultados presentados como un éxito (el contrato con la ATT para la instalación de una planta de montaje de «chips») tienen más de operación publicitaria que de garantía en la transferencia tecnológica. Es de temer que España se convierta en un taller de la microclcctrónica, renunciando a competir o desarrollar tecnología propia, asumiéndose, a la vez, los límites de la soberanía impuesta por el COCOM: convenio que prohibe la reexportación de tecnología, cuya firma por el Gobierno español estuvo precedida por la firme oposición del ministerio de Asuntos Exteriores, vencida por la presión de los intereses atlantistas españoles. La clave del desafío tecnológico se halla, en realidad, en las inversiones para la investigación científica. España dedica a ello el 0,4 por 1(X) de su PIB, ridículo en relación de la media europea. El Gobierno PSOE ha renunciado a su compromiso electoral de pasar al 0,8. Así, pues, un gran presupuesto armamentista está asociado a la renuncia a hacer de la propia investigación una prioridad nacional. Sólo la inversión de esos términos podría permitir una perspectiva de modernización, de colocar a España entre los países con perspectiva avanzada, de futuro. Lo contrario, lo actual, no es más que consagrar la incapacidad española de ser algo más que un país dependiente, mediocremente dócil a los designios imperiales americanos. 344 OTAN LA NEUTRALIDAD COMO ALTERNATIVA Toda consideración de los intereses nacionales, así como los supremos de la paz y el progreso de la humanidad, llevan a la conclusión de que España no debe permanecer en la OTAN. La salida de la OTAN debe realizarse inspirándonos en una política exterior de neutralidad. Pero, ¿es posible la neutralidad? Sus detractores suelen presentarla como un tema tabú sometido a imponderables y fuera del alcance de las capacidades de decisión nacional. Los atlantistas argumentan que la neutralidad puede ser buena, pero quimérica. Una vez más, debemos afirmar que la tarea política no es simplemente hacer «lo posible», sino precisamente hacer posible lo que es necesario. I. Pero, ¿es irrealizable un proyecto de neutralidad para España? Nada más lejos de la realidad. La neutralidad es una política que puede elegirse y que constituye un imperativo en el umbral del siglo XXI. La paz y el desarrollo exigen la superación de los bloques militares en un momento histórico en que lo caduco, lo viejo, es la bipolaridad, mientras que lo nuevo comporta realidades de multipolaridad. Lo que ciertamente constituye un anacronismo es la presencia de España en la Alianza Atlántica en 1986. Con esa propuesta del Gobierno de Felipe González, nuestro país se incorporaría al caduco sistema de relaciones internacionales que proviene del final de la Segunda Guerra Mundial tal y como hemos dicho. Lo viejo son los bloques y la bipolaridad, lo nuevo es el neutralismo activo, la distensión, el diálogo Norte-Sur y el Nuevo Orden Económico Internacional (NEOI). Pero parece necesario realizar alguna precisión conceptual en cuanto al término «neutralismo», toda vez que ello no equivale a la neutralidad tal y como la han adoptado algunos estados europeos, atendiendo a circunstancias históricas diversas. Así pues, existen «países neutralizados», como resultado de opciones concertadas entre las grandes potencias en función de particularidades históricas tales como el caso de Suiza o el caso de Austria, reflejado en un status jurídico aceptado internacionalmente. La «neutralidad integral» suiza es reconocida por la Liga de las Naciones desde 1920 y, también, más recientemente por las Naciones Unidas, que incluso exime al citado país de participar en las sanciones económicas. También es preciso diferenciar esa realidad de «países neutralizados» a que hemos hecho referencia, de la política de «no alineamiento», porque tal concepto es, sobre todo, una política desde y para los países del Tercer Mundo. Se fundamenta en sus problemas de desarrollo económico, social y cultural y ello explica que la referida política se aplique de forma distinta en cada país. Los países industrializados europeos nos encontramos en una situación peculiar en relación con los demás países industrializados, con el Tercer Mundo y con las superpotencias. Por ello, el «neutralismo activo» que preconizamos para España hemos de perfilarlo partiendo de las exigencias de seguridad colectiva y las relaciones entre las dos grandes alianzas militares que dominan el mundo. Nosotros concebimos la «neutralidad activa», en las condiciones de España, como un objetivo político, como «una política» no establecida en los tratados internacionales, ni tampoco como resultado del acuerdo entre las grandes potencias, sino 345 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES como una actitud sistemática y permanente tendente a colaborar de forma activa en el surgimiento de un nuevo modelo de relaciones internacionales. Esta neutralidad es posible. Países europeos como Irlanda, Suecia o Yugoslavia han optado libremente por ella y la han mantenido frente a presiones diversas y el desagrado permanente de uno u otro bloque. España tiene, además, una tradición histórica neutral que le ha permitido no estar implicada en las guerras europeas desde la invasión napoleónica. Mas en concreto, España no es corresponsablc de la división de Europa en dos bloques como resultado de la Segunda Guerra Mundial, en la que no fue «país beligerante» y tiene, por tanto, menos obstáculos que otros para la neutralidad. Otra interesada confusión de los atlantistas, que es preciso esclarecer, es aquella que atribuye una identificación entre alineamiento de bloques y modelo social. Ni Suecia es menos «occidental» que los países de la OTAN, ni Yugoslavia o Albania menos socialistas que los miembros del Pacto de Varsovia y, sin embargo, no son miembros de los bloques a los que cabría adscribir en función del «modelo social». La lucha entre capitalismo y socialismo no puede reducirse a la disputa militar entre los bloques, salvo que se acepte la inevitabilidad del holocausto. II. La adopción de una vía de neutralidad requiere la desvinculación de España a todos los mecanismos del complejo militar-nuclear de la OTAN y de los EE.UU., lo que implica la cancelación del Convenio de Amistad y Cooperación suscrito entre España y los EE.UU. La España neutral no estará interesada en la enemistad y la hostilidad con EE.UU. Por el contrario, el fomento con ese país de la cooperación económica, cultural y social, en el marco del más amplio desarrollo de las relaciones de intercambio, son del máximo interés para España. Esas relaciones deben estar presididas por el interés común y el beneficio recíproco. Para el PCE, la presencia de bases militares extranjeras en territorio convierte a nuestro país en sujeto pasivo de eventuales réplicas nucleares, lo que implica un riesgo inadmisible para la población civil. No cabe explicación a la actitud pusilánime de éste y anteriores Gobiernos por no haber solicitado, cuando menos, el traslado de las bases a terrenos alejados de los núcleos urbanos, como aconseja el más elemental sentido común. En consecuencia, el PCE trasladará al programa electoral de 1986 nuestra inequívoca posición partidaria de la no renovación del Tratado de Amistad y Cooperación con EE.UU., cuya vigencia expira en abril de 1987. Ello implicará que pasarán a depender de nuestras fuerzas armadas, con independencia de su fin último, las bases aeronavales y de comunicación norteamericanas en todo el territorio nacional: Zaragoza, Torrejón, Rota, Morón, Sonscca, Bárdenas, Soller, Humosa, Guardamar del Segura, Hinojos, Menorca, Loran, Estaca de Bares y Estartit. III. La España neutral firmará un Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y todos los convenios internacionales de renuncia y condena a las armas atómicas, químicas y bacteriológicas. La España neutral apostará por el reforzamiento de las instituciones internacionales, es especial por la potenciación de la autoridad mundial de la ONU y de sus organismos, que deben estar en condiciones de desempeñar una acción eficaz. 346 OTAN En ese sentido, España se situará al lado de las corrientes y países que propugnan la necesidad de emprender una serie de reformas que adecúen esas instituciones a la solución de los grandes problemas del mundo en el umbral del siglo XXI, de modo que puedan contar con poder de intervención para hacer efectivas las resoluciones de las Naciones Unidas, sobre todo cuando afrontan problemas concretos de interés general: el comercio mundial (UNCTAD), industrialización (UNIDO), o la agricultura (FAO). Los organismos económicos financieros que juegan un papel mundial determinante (FMI y Banco Mundial) deberían someterse a esa autoridad mundial. España ejercerá una política de neutralidad activa, es decir, beligerante contra la lógica de los bloques militares, estimuladora de un Nuevo Orden Económico Internacional basado en la paz y el desarme, la cooperación y el desarrollo equilibrado y armónico de la humanidad. La neutralidad activa permite desarrollar con iniciativa, plenitud y sin condicionantes, los ejes naturales de la acción exterior española: A) A) Europeismo. B) Concepción mediterránea. C) Paz y equilibrio en el Mogreb. D) Solidaridad con América Latina. Europeismo España es un país europeo tanto desde el punto de vista geográfico, social, cultural y económico. La internacionalización de las fuerzas productivas, el desarrollo de la ciencia y las comunicaciones plantea la necesidad de marcos regionales de cooperación y planificación. Europa es uno de ellos que España no puede eludir. La España neutral confirmará su pertenencia tanto al Consejo de Europa como a las Comunidades Europeas. La potenciación de los organismos europeos debe permitir que el continente sea un factor de paz, distensión y cooperación. La posición favorable del PCE a la adhesión de España a las Comunidades Europeas procede del VIII Congreso del Partido celebrado en 1972. Tal posición fue ratificada en todos los congresos sucesivos, toda vez que la adhesión «es una necesidad económica y política que dimana del desarrollo de las fuerzas productivas, de la estructura de la economía española y de su comercio exterior». Efectivamente, como dijimos en el VIII Congreso «el PCE, al preconizar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, afirma su voluntad de transformar, al lado de las demás fuerzas de izquierda de Europa, el actual carácter de la Comunidad, dominada por los grandes monopolios. Aspiramos a la Europa de los trabajadores, a la Europa de los pueblos: una Europa unida en los planos económico y político, que tenga una política propia, independiente, que no esté subordinada ni a los EE.UU. ni a la Unión Soviética, pero que mantenga relaciones positivas con ambas potencias; una Europa que sea un factor autónomo de la política mundial, contribuyendo así a superar los bloques militares y el bipolarismo, a democratizar la vida internacional, facilitando a todos los pueblos mayor libertad para ser dueños de sus destinos. La distensión, la coexistencia tendrán así un contenido más efectivo y 347 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES más profundo. Y el problema del desarme podrá abordarse con nuevas posibilidades de avance». Los argumentos de entonces siguen siendo completamente válidos y debemos seguir desarrollándolos en esa direción. Son ideas que forman parte de la cultura del PCE. Estamos convencidos desde hace tiempo que la posición de clase no consiste en oponerse a la internacionalización cada vez mayor de las fuerzas productivas, de las estructuras económicas, lo que es objetivamente un proceso transformador, sino partiendo de ello y poniéndose a la cabeza de ese proceso, transformar cada uno de nuestros países y Europa en su conjunto arrebatando la hegemonía a las multinacionales y a las fuerzas conservadoras, articulando la lucha obrera y democrática, por la paz y contra la crisis, por encima de las fronteras nacionales, en el marco de la Europa que hoy es capitalista pero que es el terreno de juego en el que tenemos que librar, nos guste o no, nuestra lucha por el socialismo. Y ello porque, como también decíamos en el VIII Congreso: «el desarrollo de esta tendencia a una articulación europea de la lucha de clases es la respuesta necesaria que exigen las nuevas realidades económicas. Desgraciadamente, se abre paso con excesiva lentitud y cabe decir, a nuestro juicio, que la responsabilidad también corresponde en parte a los Partidos Comunistas que no mostramos suficiente agilidad frente a esos nuevos fenómenos y que aún no hemos introducido en el conjunto de nuestras relaciones internacionales formas concretas y específicas bastante efectivas de cooperación al nivel europeo. En eso nos retrasamos en relación a los capitalistas. Hoy la realidad es que la CEE se encuentra, sin duda, sometida a las imposiciones de los EE.UU., enfeudada en la dinámica de los bloques políticos y militares. Mas de esta situación indeseable, los países de Europa occidental no saldrán cada uno por su lado. La dispersión supondría caer en la impotencia más completa y en el riesgo cierto de regresar a las querellas intereuropeas que han costado dos guerras mundiales y millones de muertos y destrucciones. Entendemos, por el contrario, que la unidad europea no sólo en lo económico, sino también en lo político, es un factor de paz en la esfera internacional. Sólo es concebible una Europa independiente de los bloques si ésta se une y fortalece. Por ello, el PCE expresa su apoyo a la resolución del Parlamento Europeo sobre el Proyecto del Tratado que instituye la unión europea, adoptada en febrero de 1984 y conocida como el «Documento Spinelli». Efectivamente, en el texto de la resolución se afirma que «en un mundo en cambio y crisis, la fuerte afirmación de la Comunidad Europea se hace cada día más indispensable: — Para constituir un interlocutor que pueda hacer escuchar su voz entre las dos grandes potencias: URSS y USA. — Para constituir una fuerza de transformación de las relaciones desiguales y explosivas que existen hoy entre el Norte y el Sur. — Para constituir un modelo de democracia original no solamente política, sino también económica y social, que permita la plena realización de sus ciudadanos.» La España neutral, en el seno de la Comunidad Europea, debería desempeñar un papel de primer orden en la consecución de la Unión Europea. Pero esta opción no tiene sólo un significado o contenido en el plano internacio348 OTAN nal. Por el contrario, creemos que tiene un profundo sentido nacional que afecta a los fundamentos de la propia nación española, a sus nacionalidades y regiones. Nuestro secular aislamiento de los procesos económicos, políticos y culturales europeos no han traído nada bueno a los españoles. Hemos estado durante siglos sumidos en sucesivas guerras civiles, incapaces de asentar sólidamente instituciones democráticas con vocación de permanencia. La CEE no es ningún talismán contra las tendencias autoritarias que anidan en sectores de la sociedad española. El único talismán es la voluntad masiva del pueblo español de desarrollar la democracia. No obstante, la participación de España en la construcción de una Europa unida es un factor de estabilidad y duración democrática, imprescindible para alcanzar transformaciones económicas y sociales avanzadas. Una España al margen de Europa no acabaría en manos de las fuerzas progresistas o de izquierda, sino mucho más probablemente, en las de las fuerzas autoritarias de siempre que han hecho del aislamiento de España el terreno privilegiado para su dominación. Por las razones expuestas, cobraba especial importancia las negociaciones que han llevado a cabo los Gobiernos de España con la CEE. El PCE votó en el Parlamento a favor del Tratado de Adhesión atendiendo a las consideraciones estratégicas y políticas a que hemos hecho referencia. Pero mantenemos nuestro profundo desacuerdo con la forma y con el contenido en que el Gobierno del PSOE ha dirigido las negociaciones para la adhesión. La clave de esas negociaciones debería haber estribado en la forma de modular el impacto de la integración con los menores costos sociales y económicos para nuestro país, postura que nosotros hemos defendido. Sin embargo, el Gobierno del PSOE, como los anteriores de UCD, ha negociado de espaldas a nuestro pueblo. Por esta razón ha debilitado su capacidad negociadora, no propiciando un Acuerdo Nacional necesario, no sólo por exigencia democrática sino también porque de esta forma se abría la oportunidad de preparar a las Comunidades Autónomas, a las fuerzas políticas, económicas y sociales para acometer el reto de la integración antes de la firma del Tratado. Oportunidad que por ahora se ha perdido. El PCE acusa al Gobierno del PSOE de haber actuado en la negociación con una política de cálculo electoralista. A lo largo de las negociaciones se ha trabajado con prisas injustificadas desde el punto de vista de los intereses de España. Asimismo, las presiones de la derecha a través, sobre todo, de la CEOE, consiguiendo en convivencia con la política económica del PSOE cerrar el capítulo industrial dejando pendiente algunos de los capítulos más conflictivos: agricultura, pesca, contribución presupuestaria, capítulo social, Canarias, etc. Así pues, el contenido del Tratado de adhesión ha quedado condicionado por la forma en que se ha negociado. Por ello, el PCE tiene el deber y la responsabilidad de señalar algunos de los aspectos más negativos del contendió del Tratado. De entre ellos creemos que hay que resaltar los siguientes: 1. En primer lugar, habrá una concentración de impactos negativos en los primeros años de la adhesión. El Gobierno de Calvo Sotelo tiene una gran responsabilidad en este tema por haberlo aceptado, sin contraprestación, la aplicación del IVA, desde el momento de la adhesión. Grecia ingresó en 1981 y aplicará el IVA más tarde que España. 2. En cuanto a la siderurgia, hay que resaltar el desconocimiento de la admi349 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTER/ORES nistración española sobre las actividades de la siderurgia no integral. Al ser 18 millones de Tm. el límite impuesto en la producción, en la que se engloba a la siderurgia integral y no integral y siendo sólo conocidas de forma fidedigna la producción de la integral, resulta previsible que se utilicen las prerrogativas que concede el Acuerdo para imponer recortes en el sector que sí se puede controlar: la siderurgia integral. Por ello, destacamos la incongruencia de que estando en un período de transición para este concepto de tres años, ya en el primero la Comunidad intervenga en la reconversión española. 3. La agricultura, un capítulo que podría haber sido el gran favorecido, se encuentra con un acuerdo desequilibrado. En parte, por lo que se dijo con anterioridad en lo referente al momento efectivo de la negociación. Pero también, por la existencia de unas estadísticas desfasadas que han sido utilizadas como armas negociadoras por la CEE, imponiendo graves limitaciones en sectores estratégicamente decisivos: cuota de leche y de vino, el umbral del girasol, limitaciones al cultivo de trigo duro, tomate para conserva... 4. En el capítulo de presupuesto, todo indica que incluso en el anteproyecto de presupuesto de la Comunidad para 1986 España va a contribuir más a la CEE que lo que va a percibir de ella, al menos en los primeros años. 5. Los problemas de emigración y asuntos sociales han sido uno de los últimos capítulos cerrados en la negociación. La posición del Gobierno español se fue amoldando a las condiciones comunitarias, de excepcional dureza en todo lo que afecta a los períodos transitorios, aceptándolas finalmente casi al pie de la letra. 6. Canarias, que defendía una fórmula de integración en la CEE, donde se respetaran sus peculiaridades económicas y fiscales en el marco de un Tratado especial de adhesión, ampliamente consensuado por todas las fuerzas económicas, sociales, sindicales y políticas ha visto burladas sus aspiraciones por el texto negociado y que aparece recogido en el Protocolo número dos del Tratado de Adhesión España-CEE. En todo caso, y por encima de las consideraciones realizadas, España se esforzará en el seno de las Comunidades Europeas por: — La búsqueda de una política internacional europea autónoma y equidistante de ambos bloques, de distensión, de paz y desarme. — La proyección de Europa hacia el Tercer Mundo en la búsqueda de relaciones de cooperación mutuamente ventajosas, en las que la reactivación económica de la industria sirva para la superación del subdesarrollo. — El fomento de vínculos de cooperación e intercambio con los países del Este europeo en la búsqueda de una identidad y papel comúnmente europeos y la confianza mutua. Todo ello contribuye, a nuestro juicio, a la edificación de un nuevo concepto de la seguridad europea, de acuerdo con lo señalado en el Capítulo 2.1. Somos conscientes de la complejidad de los problemas que se derivan de la seguridad colectiva de los países europeos y de que no es posible una concepción maniquea y abstracta de la seguridad europea. Pero ello no es obstáculo para afirmar que el concepto tradicional de la seguridad europea, inspirado en el principio de que más armamentos implica mayor seguridad, se encuentra sumido en una profunda crisis y ha convertido a Europa en un polvorín y la ha conducido a la mayor de las inseguridades: el riesgo permanente de desaparición física completa. El nivel actual de armamentos no es ya un efecto, sino ante todo la causa de las tensiones e inseguridades. 350 OTAN El sistema de seguridad colectiva que proponemos se basa en tener en cuenta más los datos políticos que los militares: es decir, se basa en la solidez de los vínculos políticos y económicos que superen la desconfianza mutua sobre la base de la reciprocidad de intereses comunes. Ambos lados de Europa han de ser socios corresponsables no antagonistas ni enemigos de tal sistema colectivo. Se trata a la vez de una nueva relación con el Tercer Mundo, ya que tampoco la seguridad de Europa no puede afianzarse ahondando el abismo entre el mundo industrializado y el mundo en vías de desarrollo. Estimamos que ese concepto de la seguridad debe concebirse desde la Comunidad como una política de cooperación, de paz y un factor de iniciativa para convertirse en un punto de referencia para los gobiernos y los pueblos de Europa, con independencia de que estén dentro o fuera de las alianzas militares existentes. Es preciso avanzar, tanto en el Este como en el Oeste, en una orientación defensiva fundada en el equilibrio de la fuerza militar a la baja, para favorecer la distensión. Por ello no podemos aceptar la supeditación de estos objetivos a la política norteamericana, toda vez que la profunda contradicción entre ambas opciones resuelta manifiesta. Los pasos inmediatos a efectuar en la dirección de esa nueva concepción de la seguridad europea son los siguientes: 1. Un papel propio de Europa en las negociaciones de desarme. Es necesaria la participación activa de los países europeos en aquellas negociaciones que se refie-, ran al teatro europeo, con el fin de impulsar y favorecer acuerdos recíprocamente verificables y controlables. 2. La renuncia a la «primera utilización nuclear» y la progresiva retirada de armas nucleares tácticas. Propiciaremos el desmantelamiento de los SS-20 y de los Pershing y Cruisse. 3. El establecimiento progresivo de zonas desnuclearizadas en los Balcanes, el Mediterráneo, en el Norte y en el Centro de Europa. España desarrollará con Portugal los trabajos ya iniciados para obtener y consolidar una Península Ibérica libre de armas nucleares. 4. Suspender la producción de armamento convencional de carácter ofensivo y desestabilizante y sustituirlo por una política de cooperación europea que permita disponer de un armamento defensivo. A ello hemos de sumar la adopción de iniciativas para reducir y controlar el comercio internacional de armas. B) Proyección mediterránea El Mediterráneo debe ser para los mediterráneos. El Mediterráneo constituye una encrucijada de tres continentes y marco en el que conviven dos macroculturas: la árabe y la europea. Además se proyecta como una zona estratégica de la mayor importancia entre el Norte y el Sur, entre el mundo industrializado y el mundo en vías de desarrollo. Para la España neutral, el Mediterráneo no es el flanco Este de nuestra proyección internacional sino que es, junto a América Latina, un ámbito básico de sus relaciones exteriores. El Mediterráneo es una zona de agudos conflictos locales, pero cuyo telón de fon351 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES do no es otro que su conversión en teatro de la confrontación entre las superpotencias y sus flotas. Por tanto resulta imprescindible trabajar en el logro de un marco de cooperación mediterránea, constituido bajo el principio de igualdad y soberanía de todos los países ribereños. Es preciso abrir vías de negociación que permitan albergar esperanzas y posibilidades de solución a conflictos interestatalcs como la guerra Irán Irak o a situaciones insostenibles como es la cuestión palestina y el incumplimiento, por parte de Israel, de las resoluciones de Naciones Unidas. España trabajará por la desnuclearización del Mediterráneo y por la retirada de las flotas tanto de EE.UU como de la URSS. Debemos avanzar hacia el establecimiento de una comunidad mediterránea, con órganos instituidos, al menos a nivel consultivo sobre la base de conferencias y encuentros que promuevan la cooperación cultural y científica; que aborden los problemas financieros, ecológicos, los referentes a puertos y tráfico marítimo, a la gran cuestión de la emigración en las zonas. En la Conferencia de Seguridad y Cooperación de Madrid, España perdió la oportunidad, siendo la anfitriona. de impulsar a fondo tal perspectiva, la sombra del alienamiento atlántico lo impidió. España no establecerá relaciones diplomáticas con el Estado de Israel mientras éste no inicie el reconocimiento del derecho del pueblo palestino a su propio Estado y se avenga al diálogo con la OLP, en el marco de las resoluciones de las Naciones Unidas. Asimismo deberá producirse la retirada de Israel de los territorios ocupados desde 1967. En ese cuadro, y en el ámbito de la cooperación y la seguridad mediterránea, España defenderá el derecho a la existencia del Estado de Israel y a una solución pacífica y negociada del conflicto de Oriente Medio, lo que permitirá la coexistencia de los Estados de Israel y Palestina. C) Paz y equilibrio en el Mogreb España está interesada en relaciones de equilibrio con todos los países de la ribera mediterránea que constituye el Mogreb (Marruecos, Argelia, Libia y Túnez). Sin caer en la trampa huera de referencia a «los tradicionales lazos de amistad con el pueblo árabe» es evidente que son profundas las relaciones que nos unen con esos países; tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista cultural. Actualmente España debe estar interesada en desarrollar esos lazos atendiendo además al interés económico que tiene para nosotros la relación con los citados países en lo que respecta a la política energética y a los propios caladeros de pesca sin los cuales sería impensable el mantenimiento de nuestra actividad en el sector... Sin embargo la política exterior española de los últimos años ha carecido del equilibrio necesario basculando hacia posiciones que perjudican nuestro interés nacional y los intereses generales de la paz en el área. Desde 1975 con la firma del Acuerdo Tripartito de Madrid y la entrega del Sahara a Marruecos y Mauritania (este último país se desvinculó posteriormente del acuerdo), los sucesivos Gobiernos españoles han optado progresivamente por una política pro-marroquí, rompiendo los equilibrios y abandonando la causa saharaui a 352 OÍAN cambio de un vago compromiso de aplazamiento de la cuestión de Ceuta y Melilla que sin embargo Hassan agita ocasionalmente. Existe una situación de herencia colonial pendiente (Sahara), sobre la que España no puede eximir una responsabilidad histórica razonable. Además corremos el peligro de violentas convulsiones en el área que de no ser debidamente examinadas podrían romper la pacífica convivencia si las ponemos en conexión con las reivindicaciones territoriales de Marruecos sobre España. No olvidemos que el régimen de Hassan II necesita una permanente legitimación interna y el monarca no duda en utilizar el nacionalismo expansionista para el logro de tal fin. La independencia de la República Árabe Saharaui Democrática resulta la esencial para la seguridad de Canarias. Si la lucha del pueblo saharaui por su independencia fuese aplastada, triunfando el expansionismo marroquí, que aspira también a la anexión de Mauritania, Canarias se encontraría en una situación comprometida. España al reconocer al Frente Polisario y a la RASD, apoya las resoluciones de la Organización para la Unidad Africana (ÓUA) y de la ONU y adopta iniciativas para buscar una solución de paz y de justicia que asegure la autodeterminación del pueblo saharaui. Al actuar así España no solo defendería una causa justa sino que defendería también una cuestión de vital importancia para nuestro país, de interés nacional. Actuar de manera contraria compromete y daña un futuro de relaciones de todo tipo entre España y la República Árabe Saharaui Democrática. Es vergonzoso que la RASD deba de recurrir a Méjico para obtener cooperación cultural en la lengua castellana. La España neutral propondría tras el reconocimiento de la RASD una negociación global sobre los problemas de la zona lo cual daría fuerza política y moral a España en el contencioso con Inglaterra acerca de Gibraltar. Esa posición en el Mogreb se acompañaría de una decidida política africana, alejada de lamentaciones y espectáculos de neocolonialismo, corrupción e incapacidad como se han dado en Guinea Ecuatorial. Una política de apoyo resuelto a los nuevos Estados independientes, a los movimientos progresistas interesados en diseñar una política fuera de los bloques. España apoyará resueltamente a la OUA y a su principal causa: la desaparición de Appartheid y del racismo en África austral. Tal actitud desvanecería cualquier posibilidad de replanteamiento de la cuestión canaria en el seno de la OUA y afirmaría la españolidad del archipiélago. D) Solidaridad con América Latina España se encuentra en una posición de especial significación en su proyección hacia América Latina. Podemos y debemos ser un país que desarrolle de manera sistemática una tarea de solidaridad y cooperación con todos los pueblos americanos, lo cual redundará también en beneficio de España. Solidaridad, porque España tiene que responder con decisión a las simpatías y esperanzas que la conquista de la democracia ha levantado en los países hermanos. Tenemos que mostrar un apoyo eficaz a la causa de los derechos humanos y a las libertades democráticas. Solidaridad respecto de unas naciones a las que la injusticia de las relaciones económicas internacionales condena a la pobreza ahora y a la miseria mañana. La España neutral tendrá que desarrollar una acción exterior especialmente solidaria hacia los pueblos de Centroamérica, especialmente Nicaragua, El Salvador, Guatema353 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES la, etc., sobre los que se cierne una amenaza de conflicto regional provocado por la actitud agresiva e intervencionista de la Administración Reagan. A esa actitud permanente de solidaridad, España debe sumar un apoyo decidido a la acción de Contadora evitando que la presión norteamericana invalide tal iniciativa. Pero también se trata de una tarea de cooperación. Nuestro país, como miembro de la Comunidad Económica Europea debería proponer una mayor concertación europeo-latinoamericana, en la que la superación de la impagable deuda externa, se pusiera en relación con la necesaria reducción de gastos militares en Europa y en la que se abordaría una cooperación de interés común entre ambas realidades continentales, en beneficio mutuo y fuera de la común dependencia de los Estados Unidos y de sus instrumentos financieros internacionales. LA DEFENSA NEUTRAL 1. De acuerdo con la política exterior propuesta, neutralidad activa, renuncia a la acción armada como forma de opción política y compromiso profundo con la paz y el desarme, el problema de la Defensa consiste exclusivamente en cómo garantizar la soberanía, independencia e integridad territorial, así como los espacios marítimos y aéreos, ante una eventual agresión exterior. Llevando al extremo el planteamiento, se trataría de cómo hacer frente a las grandes potencias y a los tremendos medios de destrucción de que disponen. No se contempla como probable la hipótesis del ataque atómico. En primer término, porque la única defensa posible ante ello no es militar sino política: la acción neutral en favor de la paz y el desarme que se propugna, es decir impedir que la guerra pueda desencadenarse. En caso de producirse, la indefensión es absoluta, ya que la hecatombe sería inevitablemente general, convirtiendo en inútiles tanto los «paraguas protectores» como los ridículos «forcé de frappe». Por otro lado, la neutralidad elimina la condición de blanco nuclear de todo bloque. La paradoja del armamentismo desmesurado en curso, es que no puede ser empleado sin conducir a la generalización suicida. Se halla en un callejón sin más salida que la locura, ninguna gran potencia puede emplear todos los recursos masivos de que dispone contra un país medio o pequeño, de manera que ni siquiera las grandes potencias son invencibles si se disponen a agredir, a pesar de lo descomunal de sus recursos. La experiencia de la guerra del Vietnam ha sido espectacularmente ilustrativa a ese respecto. En esas condiciones, un país como España está en condiciones de proteger su neutralidad incluso frente a las grandes potencias, sobre la base de una defensa adecuada. 2. En esa dirección, la propuesta que los comunistas hacemos a la Defensa Neutral Integrada, cuya base es la movilización de toda la población para la guerra en caso de agresión, de manera que podría ser calificada de «Guerra de todo el pueblo» o «Defensa Nacional Total», de acuerdo con las definiciones convencionales de diversos tratadistas. Esta concepción implica una actitud rigurosamente defensiva. Esto es, la firme decisión de que España no agredirá a nadie, de no ser atacada. Presupone, también renunciar de entrada al desarrollo del armamento atómico, químico o bacteriológico. Esa idea de defensa defensiva se cimenta en los siguientes principios: toda socie354 OTAN dad dispuesta a luchar hasta las últimas consecuencias por su libertad es invencible, ya que no hay fuerza capaz de quebrar la voluntad de un pueblo; los ciudadanos pueden ser totalmente comprometidos en la guerra, cuando la política de defensa refleja los auténticos intereses nacionales; la Defensa ha de convertirse en una actividad de la sociedad que se organiza para tal fin, la fuerza militar no está disociada del pueblo, sino compuesta por las Fuerzas Armadas, más toda la sociedad y su capacidad humana y material. El objetivo es convencer al hipotético agresor de que no le conviene empezar y, mucho menos, seguir la lucha. Disuadiéndole, aun si es más fuerte, de iniciar la aventura, porque se verá obligado a desarrollar un esfuerzo que no podrá soportar por tiempo indefinido, y que no será racional al no augurarle la victoria. La Defensa Neutral Integrada se correspondería con la tradición española de guerra de guerrillas, inventada aquí en ocasión a la invasión napoleónica. Jomini, tratadista militar francés, teorizaba así acerca de esa condición: «... cada paso significa una lucha. El ejército que entra en tal país domina en realidad solamente el terreno donde acampa. Puede abastecerse solamente bajo el filo de la espada y sus transportes están por todos lados amenazados y quemados...». «Vosotros tenéis un solo ejército mientras que vuestro enemigo tiene el ejército y además todo el pueblo que se ha levantado contra vosotros,..., que aplica cualquier medio, y del que cada hombre conspira contra vuestra cabeza, hasta los que no son combatientes. Vosotros domináis solamente la tierra sobre la que estáis parados, fuera de ella a vuestro alrededor encontraréis por todos lados hostilidad, que os crea a cada paso cada vez mayores dificultades.» Para tener un orden de magnitud de lo que implicaría esta estrategia, en cuanto al ímprobo esfuerzo que requeriría al atacante, he aquí tres ejemplos históricos; en Yugoslavia, los alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial, alcanzaron la relación de un ocupante cada 24 habitantes, equivalentes a cuatro soldados por cada kilómetro cuadrado; en Argelia llegó a haber un soldado francés por cada 12,5 habitantes; en el apogeo de la guerra, las tropas USA en Vietnam del Sur llegaron a tener un soldado por cada 10 habitantes, equivalente a ocho soldados por cada kilómetro cuadrado. En la primera hipótesis, para invadir a España se necesitaría un ejército entre 1,5 y dos millones de hombres; con la última, las fuerzas precisas estarían entre 3,7 y cuatro millones de hombres. ¿Qué agresor se arriesgaría? La amplitud de nuestras costas; una frontera terrestre al Norte escasamente practicable; una orografía poco apta en numerosas zonas para operaciones mecanizadas masivas; ríos, montañas y hasta pantanos que son líneas de contención y defensa natural; una favorable relación territorio-población, que ofrece capacidad de maniobra y de dispersión humana y material; esta serie de circunstancias hace que la Península disponga de altas posibilidades defensivas, y es la mejor garantía, a su vez, para dar solidez a la defensa de los archipiélagos. 3. La Defensa Neutral Integrada se apoya en dos ejes fundamentales que se complementan mutuamente y que forman parte de un todo único como instrumento de la defensa. a) Una fuerza militar convencional que podríamos llamar Ejército de maniobra, con la eficacia necesaria para defender los espacios marítimo y aéreo, así co355 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES mo las fronteras terrestres de la agresión de cualquier enemigo, capaz de repeler esa agresión e incluso de impedirla. b) Una organización y una estructura militar de base popular, que podría denominarse Defensa Integrada del Territorio y que, actuando integradamente con el Ejército de maniobra, estuviese en condiciones, en caso de una invasión, de continuar la lucha fuese cual fuese la parte ocupada por el enemigo y, aun si lo ocupara en su totalidad, hasta obligarle a retirarse desgastado. Hablando en términos de disuasión, nuestro Ejército de maniobra debería ser lo suficientemente potente para repeler un ataque realizado con fuerzas considerables. De impedir la invasión y, en caso de producirse ésta, ser capaz de contener al enemigo sobre el terreno y derrotarlo. El conjunto de nuestro Ejército de maniobra y territorial ofrecería a un posible invasor, incluso el más poderoso, la perspectiva poco alentadora de un pueblo y un país que no podría ser sometido nunca. La fuerza de maniobra debe ser, aunque reducida, permanentemente de una gran movilidad, altamente capacitada, dotada del material más moderno, completamente mecanizado, con una gran potencia de fuerza con posiblidades, por todo ello, de concentrar un importante poder militar en un momento dado y en un lugar determinado. Una red de alerta completa, equipada con los adelantos más recientes de la electrónica, sería un complemento necesario. La estructura y armamento del Ejército de maniobra habría de tener en cuenta la situación y las características geográficas de nuestro país. De otra parte, un Ejército de Defensa Territorial que, además de responder a las necesidades geográficas militares esenciales, tuviera una vinculación mayor a la sociedad civil y al territorio, cosa esencial en el plano militar y en el político, dadas las especiales características de las «formaciones territoriales» y de la «guerra de todo el pueblo» como política de defensa. El Ejército de Defensa del Territorio incorpora directamente la idea de guerra popular. La idea es la de que no se trata de un Ejército móvil, mecanizado, de maniobra, sino un Ejército que se apoya fundamentalmente en el territorio. No actúa en el concepto lineal de «frente», sino que sigue luchando aun cuando el enemigo haya ocupado el territorio. Aprovechando las ventajas del terreno y su fusión directa con la población, las formaciones territoriales permanentes deben contar con armas ligeras, semipesadas y pesadas. Todo este conjunto territorial y de maniobra debe ser entendido como un todo orgánico, que actuará integradamente, respondiendo a la verdadera concepción de «pueblo en armas». La Comisión de Defensa del CC del PCE hace pública, de manera simultánea, una alternativa de defensa en la que estos principios se desarrollan en concreto en los tres ejércitos en modo completo y exhaustivo. 4. En cuanto a los costos, hay ante todo un factor de soberanía que es esencial: la Defensa Neutral cuesta lo que aquí se decida gastar en función de las necesidades defensivas que aquí se perciban, mientras que alineados en la Alianza gastamos lo que otros decidan, en función de las necesidades que otros determinen o crean. La Defensa Neutral es, sustancialmente, menos costosa y, a largo plazo, mucho más barata que la alineada. Un ejército concebido exclusivamente para la defensa de un territorio es infinitamente más barato que uno concebido para ser utilizado en distintos escenarios bélicos. Un país neutral puede crear sus unidades de equipo a la medida de su propio 356 OTAN territorio, a precio más barato y con mayor eficacia, y todo ello en función de una máxima elemental: el grado de tecnología y sofisticación que se requiere para la defensa es infinitamente menor que la precisa para acciones de ataque y, por tanto, mucho más económica, permitiendo un mejor aprovechamiento de los recursos nacionales evitando, por tanto, las dependencias. CONCLUSIONES Razones para retirar a España de la OTAN 1. La OTAN compromete gravemente la seguridad nacional de España y convierte a nuestro país en objetivo prioritario en caso de conflagración nuclear. La pertenencia a la OTAN comportará, inevitablemente, la instalación de armas nucleares, aumentando la inseguridad de los españoles. 2. La OTAN no cubre nuestras necesidades de seguridad y defensa nacional, toda vez que no garantiza la integridad territorial española. Porque no garantiza la devolución de Gibraltar y no sirve como elemento disuasorio frente a terceros Estados. 3. La presencia de España en la OTAN es una opción anacrónica desde el punto de vista de la política exterior de España al aceptar, en la práctica, el modelo de relaciones internacionales que surge de la Segunda Guerra Mundial. La OTAN se fundamenta en una visión maniquea de un mundo complejo sometido a graves problemas económicos y demográficos, a profundos desequilibrios, con escasos y no renovables recursos naturales. La neutralidad y la construcción de un nuevo sistema de relaciones internacionales responde a las necesidades del mundo de hoy y conecta con las corrientes más avanzadas, progresivas y pacíficas que pugnan por construir un orden mundial justo, equilibrado y democrático. La neutralidad es una opción de futuro y modernidad, frente a la caducidad y lo anacrónico, simbolizado por el alineamiento con cualquiera de los bloques militares. 4. La permanencia de España en la OTAN obliga a una desenfrenada carrera armamentista, aumentando la militarización de la economía, atendiendo a las necesidades de defensa de una gran potencia como son los EE.UU. y no a las necesidades reales de una defensa nacional independiente y eficaz. 5. La presencia de España en la OTAN es una opción antieuropea al reforzar nuestra dependencia de los EE.UU. Europa debe ejercer un papel progresivamente autónomo en el mundo, persiguiendo su unidad y abanderando la distensión, el desarme y el establecimiento de una relación positiva de cooperación con el Tercer Mundo. No somos solidarios con Europa, alineándonos con EE.UU. Un auténtico sentido europeísta es, en consecuencia, antiatlantista y señala la inconsistencia de los argumentos que pretenden construir un europeísmo progresista, desde el alineamiento. Por el contrario, la neutralidad es europeísta, porque persigue la autonomía del continente, rechaza la subordinación a los bloques y la supeditación a los intereses norteamericanos. 6. La OTAN atenta contra el principio de la soberanía nacional, porque impide una política exterior independiente y activa. Limita las posibilidades de España en el mundo y conduce a nuestro aislamiento internacional. 357 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES La neutralidad dota de prestigio y autoridad a la posición internacional de España y permite desarrollar una política exterior de acuerdo con las ubicaciones históricas, culturales y geográficas de nuestro país. 7. La OTAN impide la proyección solidaria de España hacia los países latinoamericanos. Nos obligan a adoptar una actitud insolidaria en la cuestión de la deuda exterior; en los conflictos coloniales, como el de las Malvinas, nuestra posición se decantaría a favor de los aliados atlantistas y, finalmente, en conflictos como el de Centroamérica, no permitiría posiciones independientes y de búsqueda de soluciones pacíficas. 8. La OTAN obligará a nuestro país a defender posiciones contrarias a las de la mayoría de los países árabes, obligándonos al reconocimiento de Israel, sin condiciones, y al respaldo de los intereses estadounidenses en el Oriente Medio. Todo ello comprometería gravemente el desarrollo de uno de los sectores naturales de la política exterior de España, como es el relativo al mundo árabe. 9. La OTAN impide la profundización de la democracia española, por temor a que los intereses nacionales, manifestados democráticamente, se impongan a los intereses militaristas de la Alianza Atlántica. 10. La retirada de España de la OTAN constituye una necesidad de interés nacional. Se trata de defender nuestra soberanía, la independencia de nuestras Fuerzas Armadas, desarrollar una política exterior independiente y nacional, de defender la seguridad de todos los españoles y de trabajar por los irrenunciables objetivos de la Paz, el desarme y la distensión mundial. Por ello apelamos a la conciencia de todos los españoles, con independencia de su adscripción ideológica para que, unidos, recuperemos en el próximo referéndum la plena soberanía nacional de España. NEUTRALIDAD ACTIVA Y DEFENSA NACIONAL: DEFENSA NEUTRAL INTEGRADA NEUTRALIDAD ACTIVA Y DEFENSA NACIONAL Tal como afirmamos en el documento «La paz es posible», «no se contempla como probable la hipótesis del ataque atómico. En primer término, porque la única defensa posible ante ello no es militar sino política: la acción neutral en favor de la paz y el desarme que se propugna, es decir impedir que la guerra pueda desencadenarse. En caso de producirse, la indefensión es absoluta, ya que la hecatombe sería inevitablemente general, convirtiendo en inútiles tanto los "paraguas protectores" como los ridículos "forcé de frappe". Por otro lado, la neutralidad elimina la condición de blanco nuclear de todo bloque». El tipo de defensa que los comunistas propugnamos, teniendo en cuenta los objetivos de la defensa propuesta, las características y la situación de nuestro país, en el contexto internacional, el desarrollo y las características de la guerra moderna es de DEFENSA NEUTRAL INTEGRADA, basada en el principio de la guerra de todo el pueblo, que supondría contar con nuestras propias fuerzas, lo que no quiere decir que no se busque al mismo tiempo todo el apoyo internacional posible. Supone 358 OTAN una estrategia y una táctica de movilización de toda la población para la guerra en caso de agresión. Esta concepción implica una actitud defensiva. Esto es, la firme decisión de que España no agredirá a nadie de no ser atacada. Presupone también de entrada renunciar al desarrollo del armamento atómico, químico o bacteriológico. Nuestra concepción de «Defensa Neutral Integrada» se apoya en dos ejes fundamentales que se complementan mutuamente y que forman parte de un todo único como instrumento de la defensa. a) Una fuerza militar, que podríamos llamar Ejército de maniobra, con la eficacia necesaria para defender nuestro espacio marítimo, nuestro espacio aéreo y nuestras fronteras de la agresión de cualquier enemigo, capaz de repeler esa agresión, capaz de impedir una invasión. b) Una organización y una estructura militar de base popular, que podría denominarse Defensa Integrada del Territorio y que actuando integradamente con el Ejército de maniobra, estuviesen en condiciones, en caso de una invasión de nuestro territorio, de continuar la lucha fuese cual fuese la parte ocupada por el enemigo y aun si lo ocupara en su totalidad, hasta obligarle a retirarse, vencido. Hablando en términos de disuasión, nuestro Ejército de maniobra debería ser lo suficientemente potente para repeler un ataque realizado con fuerzas considerables. De impedir la invasión de nuestro territorio y en caso de producirse ésta, ser capaz de contener al enemigo sobre el terreno y derrotarlo. El conjunto de nuestro Ejército de maniobra y de Defensa Integrada del Territorio ofrecería a un posible invasor, incluso el más poderoso, la perspectiva poco alentadora de un pueblo y un país que no podría ser sometido nunca. La fuerza de maniobra debe ser, aunque reducida, permanentemente de una gran movilidad, altamente capacitada, dotada de gran material más moderno, completamente mecanizada, con una gran potencia de fuego con posibilidades por todo ello de concentrar un importante poder militar en un momento dado y en un lugar determinado. Una red de alerta completa equipada con los adelantos más recientes de la electrónica sería un complemento necesario. La estructura y armamento del Ejército de maniobra habría de tener en cuenta la situación y las características geográficas de nuestro país, los problemas políticos y estratégicos del área en que se está. El Ejército de maniobra podría estar constituido por una serie de unidades dependiendo de los E. M. regionales —que mandan las distintas comandancias territoriales— y que en caso de conflicto dependerían de un Estado Mayor Conjunto. Las actuales Regiones Militares deben convenir"°- —cambiando o no de nombre— en Comandancias Territoriales que podrían aso nir las siguientes funciones: 1. Demarcaciones administrativas militares. 2. Apoyo logístico fijo y descentralizado del Ejército de maniobra (transmisiones, intendencia, sanidad, maestranzas). 3. Mando orgánico y táctico (operativo) de las formaciones territoriales permanentes. 4. Mando de milicias territoriales que estarían constituidas por personas que reciben instrucción militar adecuada y que en caso de conflicto armado forman unida359 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES des que se integran en el dispositivo defensivo general establecido, entrenadas por oficiales profesionales. Toda esta estructura constituiría lo que podría llamarse «DEFENSA NEUTRAL INTEGRADA». Estas comandancias territoriales, en caso de necesidad podrían constituirse en Mando Conjunto de fuerzas territoriales y de maniobra. Las Comandancias Territoriales deben coincidir con una o varias regiones político-administrativas civiles. De esta manera, además de responder a las necesidades geográficas militares esenciales, las confiere una vinculación mayor a la sociedad civil y al territorio, cosa esencial en el plano militar y en el político dadas las especiales características de las «formaciones territoriales» y de la «DEFENSA NEUTRAL INTEGRADA» como política de defensa. La Defensa Integrada del territorio incorpora directamente la idea de guerra popular. La idea básica es la de que no se trata de un Ejército móvil, mecanizado, «de maniobra», sino de un ejército que se apoya fundamentalmente en el territorio. No actúa en un concepto lineal de «frente». Sigue luchando aún cuando el enemigo haya ocupado el territorio. Aprovechando las ventajas del terreno y su fusión directa con la población, con cuyo apoyo ha de contar, las formaciones territoriales permanentes deben contar con armas ligeras, semipesadas y pesadas. La Defensa Integrada del territorio podría estar encuadrada fundamentalmente por mandos de complemento. A todo esto hay que añadir una doble reserva. En la reserva activa cada reservista debe saber exactamente a dónde acudir en caso de movilización, de acuerdo a una estructura bien establecida previamente. Todo este conjunto territorial y de maniobra debe ser entendido como un todo orgánico, que actuará integradamente respondiendo a la verdadera concepción de «pueblo en armas». Las milicias responden a una necesidad de la defensa, de acuerdo a la concepción de la «DEFENSA NEUTRAL INTEGRADA» que implica ineludiblemente una estructura militar basada en el principio de autodefensa a nivel de todo el pueblo, y formarán parte de un ejército de nuevo tipo que todo él será expresión armada de la soberanía popular. SERVICIO MILITAR Los comunistas nos pronunciamos por el servicio militar obligatorio, ya que responde a la doctrina de la defensa neutral integrada que preconizamos como política de defensa. Que todos los jóvenes pasen por el Ejército es condición indispensable para que asuman la defensa del país como cosa propia, para que el Ejército esté vinculado al pueblo directamente como parte integrante del mismo, para que el principio de autodefensa sea ejercido por toda la población. La profundización de la democracia supone que no haya tarea fundamental del país en la que el pueblo no participe directamente, y la defensa es una cuestión nacional. Por ello, estamos en contra de un Ejército formado exclusivamente por profesionales. 360 OTAN Con esta concepción de la defensa, sintiéndola como cosa propia y con el Ejército de nuevo tipo que proponemos, la actitud de los jóvenes ante su incorporación a filas podría variar radicalmente. Posiblemente no tendrán el sentimiento de frustración que les produce ahora, de un tiempo en lo fundamenta! perdido, para un fin que no les aparece claro y que no va ligado para nada ni en relación con su actividad en la vida civil, unas formas que tienden a anular totalmente su personalidad, a lo que hay que añadir el desprestigio actual del Ejército entre los jóvenes. Los soldados reclutados integrarán el Ejército de maniobra y, principalmente, el de Defensa Integrada del Territorio. La concepción del servicio militar habrá de ser modificada. Podría reducirse el tiempo de permanencia en filas. La formación militar que se da a los soldados ha de ser intensiva y eficaz, más centrada en la preparación para el combate que en la formación cerrada (lo contrario de lo que se hace ahora). Será también permanente durante el tiempo que permanezca en filas; habrá de ir acompañada de una formación humanista basada en los principios constitucionales, facilitando la mejora de la calificación técnica y profesional de los soldados. Los soldados recibirán una asignación digna. Ello podría hacerse sin gravar de manera importante los presupuestos del Estado. La concepción de Ejercito de maniobra y de Defensa Integrada del Territorio obliga a que parte de los soldados que cumplen su servicio militar en el primero, los demás deberán hacerlo en sus regiones de origen. Al poner hoy en tela de juicio la necesidad del servicio militar obligatorio, pretendiendo que el Ejército sea exclusivamente profesional, se renuncia a una de las conquistas más importantes de la izquierda, la participación del pueblo en las tareas de la defensa nacional. Un Ejército exclusivamente profesional, aparte de ser prácticamente inservible para una guerra defensiva, al estar concebido para la agresión, supone un gasto astronómico para el país que lo mantiene y no por ello es más eficaz, véase el ejemplo israelí. El servicio militar obligatorio supuso la eliminación de los viejos privilegios y discriminaciones de la clase dominante y proporciona una garantía muy superior que la del Ejército profesional respecto a supuestos involucionistas. Consciente de ello, las instancias atlánticas y en general la derecha, son partidarios de un retorno a un Ejército profesional. La marcha hacia el material sofisticado ha sido históricamente la traducción militar de una desconfianza respecto del material humano. En lugar de aprovecharse de la técnica para tener una defensa popular, eficaz y barata, cosa hoy posible, la derecha prefiere normalmente confiar toda esa Superpotencia Técnica a un cuerpo mercenario. Asimismo, hemos de iniciar una reflexión sobre el problema de la incorporación de la mujer a las tareas de la defensa del país. Sabemos que tal cuestión resulta polémica y el presente documento no pretende establecer una posición cerrada y definitiva. Se trata de un problema que habría que resolver progresivamente y adecuando la participación de la mujer a aquellas tareas que correspondan mejor a sus características. Es difícil imaginar que la mujer no pueda ni deba, en ningún caso, participar en las tareas de la defensa nacional. 361 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES OBJFXIÓN DE CONCIENCIA AL SISTEMA PROPUESTO — El servicio militar en la Defensa Neutral Integrada se considera no sólo un deber sino también un derecho, derecho a defender la propia vida y las libertades formales y reales, derecho a defender el substrato institucional, económico, cultural, territorial, etc., que permite desarrollar la propia vida en libertad. — El más escrupuloso respeto a los derechos individuales nos hace asumir la objeción de conciencia, pero el libre ejercicio de este derecho personal debe compatibilizarse con el derecho a la defensa de todos y cada uno de los individuos en sociedad. — Rechazamos por tanto Servicio Sustitutorio considerado como un castigo o una marginación. (Doble duración del Servicio Militar, trabajos mecánicos inferiores...). — Declarada la Objeción se admitirá dentro de la Defensa Integrada del Territorio, que el objetor no participe ni colabore en servicios de armas ni en Servicios Mecánicos ni Auxiliares que impliquen apoyo al de Armas, aunque deberá colaborar a la defensa de los derechos generales de la Nación y, con más razón, a defender el derecho a la vida de los demás, por lo cual s;rá destinado en igualdad de condiciones a servicios de Sanidad, Protección civil... Este sistema permite al objetor no tener que empuñar las armas contra su conciencia, no lo que le exime de correr los mismos riesgos que los demás. EL PLAN META Y LA DEFENSA POR TIERRA DEL ESTADO ESPAÑOL En 1984 se establece el Plan de Defensa Nacional, del cual debería emanar el Plan Estratégico Conjunto (PEC). Los Programas Naval y Aéreo y el Plan de Modernización del Ejército de Tierra (META) deben desarrollar específicamente el PEC. Consideraciones generales Dentro del posicionamiento por OTAN del actual Gobierno, las posibles hipotéticas amenazas que podrían definirse en el PEC, dentro de una guerra generalizada no nuclear, serían las siguientes: Ataque masivo a través de las llanuras europeas. Los Pirineos constituirían la tercera linca defensiva definitiva, y toda España una gran base logística y zona defensiva de reserva para iniciar una contraofensiva. En cualquier caso de conflicto generalizado, España debería cerrar el Mediterráneo, enfatizando su fuerza en el Estrecho, completándolo con las Baleares y Canarias, como variante de esta amenaza potencial, ataque desde el Sur y Levante, a la Península, por países del Mogreb apoyados, al menos con aportación de material, por el Pacto de Varsovia, y, como es lógico, ataques a los archipiélagos. Esta amenaza puede ser considerada no sólo como parte del conflicto generalizado, sino incluso como comienzo del mismo. Al margen de los conceptos atlantistas, es probable que el PEC considere la hi362 OTAN pótesis de que se genere un conflicto armado local resultante de la agresión de algún país del Mogreb. Desde el punto de vista de la Neutralidad, el abanico de hipotéticas amenazas potenciales se reducen a las de la Defensa de la integridad del territorio, pero las posibles prioridades se concentran en el eje Baleares, Estrecho, Canarias, más que en la Península. a) Configuración geográfica. Con frecuencia se olvida que España es un archipiélago estratégicamente considerada, junto al núcleo peninsular (con difíciles accesos) existen tres núcleos aislados por vía terrestre. Islas Canarias, Ceuta y Melilla en el Norte de África y el archipiélago balear. Cualquier estrategia defensiva debe partir de este hecho obvio, que, sin embargo, tradicional y actualmente, como luego veremos, es olvidado con frecuencia por nuestros planificadores de estrategia. b) Posibles amenazas. El mayor peligro de conflicto bélico se da en Ceuta y Melilla. Aparte de sus deficiencias defensivas: escasez de territorio, relativo aislamiento (el Levante en el Estrecho sigue siendo hoy un poderoso factor a la hora de dificultar la navegación y se carece de aeródromos adecuados) y grandes concentraciones urbanas en las dos ciudades, existe el hecho definitivo que son territorios reivindicados por otra potencia (cuya inestabilidad interna es notoria) que ha recurrido en los últimos treinta años dos veces al menos, a la violencia contra nuestro país al reivindicar (y conseguir) otros territorios. En segundo lugar, parece que la zona más amenazada puede ser las Islas Cananas. Colocada en un punto decisivo de las derrotas que contornean las costas africanas, son testigo desde hace diez años a escasa distancia del conflicto bélico que se desarrolla en el Sahara. No hace diez años que la OUA discutió su presunta africanidad y una supuesta situación colonial bajo una potencia europea. Aunque tanto este tema como el del terrorismo ¡ndependentista parecen haber sido conjurados, nada impide que problemas análogos se planteen en el futuro próximo. El agente puede ser tanto potencias ribereñas como alguna gran potencia. En el Ínterin, recordamos, están una zona bélica cuyos chispazos han llegado a afectarla; incidentes navales, ametrallamientos, hundimientos y apresamiento de pesqueros, etc. El otro archipiélago, las Baleares, cuya relevancia estratégica no vamos a demostrar aquí, parece hallarse en una situación menos comprometida en un futuro próximo. Sin embargo, debemos recordar que la única persistente amputación del actual territorio nacional (salvo Gibraltar) se dio durante el siglo XVIII en una de estas islas: Menorca a manos de los británicos. En cuanto a la Península, la dificultad de una invasión es clara —aunque por supuesto es posible, y lo ha sido varias veces a lo largo de su historia— limitada en casi todo su perímetro por grandes formaciones montañosas, que además profundizan hacia el interior en otras cordilleras o terrenos quebrados. La barrera de los Pirineos hace a la Península difícilmente abordable desde tierra el menos de una forma suficientemente rápida y enérgica a las grandes masas acorazadas y blindadas. Incluso la escasez de pasos hace difícil su salto por parte de unidades más ligeras. Desde el mar aparecen principalmente como posibles zonas de invasión masiva 363 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES las depresiones bética, valle del Ebro y Guadalquivir, y desde el Oeste a través de las costas atlánticas de Portugal. Pero además, y dada la actual relación geopolítica y estratégica de las fuerzas en el planeta, sería muy poco probable que una invasión de la Península Ibérica, se diera en otro marco que no fuera el de una guerra generalizada. Independientemente de la pertenencia o no de España a cualquiera de los bloques, la invasión «manumilitari» de la Península sería un hecho de tal trascendencia que la resistencia española se vería rápidamente asistida por el otro bloque. Pero hoy, el armamento nuclear pone en cuestión una repetición de guerras pasadas, en la hora en que se pensara en una invasión de España, tal vez las armas nucleares tácticas, de alcance medio y tal vez las intercontinentales habrían entrado en acción desde tiempo antes, imposibilitando una guerra convencional en la Península. Aun cuando ésta se diera, otra enseñanza que nos ofrece la historia es clara: si una potencia mundial es capaz de invadir en fuerza la Península, el Ejército regular español muy probablemente se vería desbordado, la resistencia se haría en formas no convencionales: guerrillas, etc., en espera de que el otro poder actúe decisivamente. En consecuencia: consideramos una invasión de la Península como poco probable, si se diera en un contexto no nuclear (lo que resulta difícil imaginar) la resistencia más efectiva sería la irregular. Por contra las zonas españolas extrapeninsulares, pueden ser objeto de un conflicto limitado, en el cual los dos grandes bloques harían caso omiso de los intereses españoles si estuvieran en contradicción con los suyos propios. El plan META El Plan META está constituido por una serie de subconjuntos encaminados a que la organización, los medios y su despliegue optimicen una fuerza terrestre que permita cumplir los objetivos marcados en el PEC. De todos esos planos quizá el más significativo, puesto que implica la materialización en concreto de los planes políticos, económicos y estratégicos es el de Demarcaciones Territoriales de Despliegue (DEMA). Pero antes de entrar en ese tema conviene resumir, aun simplificando necesariamente, la estructuración del ET y del Plan META. El ET se organiza en tres elementos básicos: Cuartel General (CG).—Fuerza.—Apoyo a la fuerza. El Plan META debería conseguir que estos tres elementos se articularan con la máxima operatividad y funcionalidad y la mejor relación coste/eficacia para que el ET pueda cumplir en la década de los 90 los objetivos que le han sido señalados en el PEC de los 90 los objetivos que le han sido señalados en el PEC. Para ello, el META se subdivide en los siguientes planes: ORGA. Organización del ET. DEMA. Demarcaciones Territoriales. 364 OÍAN HUMA. Recursos humanos. MATE. Recursos materiales. ORDE. Ordenamiento logístico. En principio, en teoría y sólo en teoría, los objetivos meramente reorganizativos del META son aceptables, puesto que pretende una reducción de los efectivos y un perfeccionamiento de los mismos. Dejando para más adelante la Fuerza y su despliegue, debemos señalar algunos puntos al menos, dudosos. En el CG un cierto confusionismo en los cometidos de las cinco secciones que componen el Estado Mayor del Ejercito, así como la conveniencia o no de la existencia de un Estado Mayor Especial, y por supuesto, la hiperburocratización de todo el conjunto. Por otra parte, en el Apoyo a la Fuerza hay servicios que, probablemente, debieran estar más y mejor vinculados al CG como Informática, Normalización, Cartografía, etc. Asimismo conviene diseñar correctamente todo un sistema de comando, control, comunicaciones e inteligencia (C31). Todo lo cual tiene que ser contemplado y perfeccionado por el ORGA. Importantísimo es el Plan ORGA. Si bien los objetivos de reducción de personal, posibilidades de promoción, especialización, etc., son correctos en teoría, en la práctica parece ser que no están dando los resultados deseables, pero en cualquier caso deben ser estudiados en otro lugar, con la amplitud y especificidad que merecen, junto con el Plan ORDE y teniendo muy en cuenta la Ley del Servicio Militar. Hay que tener en cuenta que la reducción de efectivos no debe considerarse sólo desde aspectos estrictamente militares, puesto que los temas puramente sociales —cambios de destino, desplazamientos de familia, Seguridad Social, pruebas de ascenso, reducción de plantillas, etc.— deben ser también considerados desde puntos de vista económico-sociales. La fuerza y su despliegue Según el META y el plan DEMA la futura organización, ya en marcha, de la Fuerza será la siguiente: MANDOS OPERATIVOS REGIONALES (MORs) CENTRO. División Acorazada «Brúñete» N." 1 Una Brigada Acorazada y una Brigada Mecanizada. SUR. División Mecanizada «Guzmán el Bueno» N."2 Una Brigada Mecanizada y dos Brigadas Motorizadas. LEVANTE. División Motorizada «Maestrazgo» N." 3 Dos Brigadas Motorizadas. PIRENAICA ORIENTAL. División de Montaña «Urgel» N." 4 Dos Brigadas de Montaña. PIRENAICA OCCIDENTAL. División de Montaña «Navarra» N." 6 Dos Brigadas de Montaña. NORDESTE Brigada de Caballería «Jarama» y Brigada Aerotransportable. BALEARES, CANARIAS Y PLAZAS Fuerzas de Guarnición. 365 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES UNIDADES DE RESERVA GENERAL Brigada Paracaidista (BRIPAC) Unidades de Artillería Unidades de Ingenieros UNIDADES DE COMETIDOS ESPECÍFICOS Regimiento de Ingenieros de la Red Territorial de Mando Regimiento de Movilización y Prácticas de Ferrocarriles Regimiento de Zapadores Ferroviarios UNIDADES DE APOYO LOGISTICO GENERAL Regimiento de Automóviles Agrupación de Intendencia Agrupación de Sanidad Agrupación de Farmacia Agrupación de Veterinaria No entramos en el tema de las Demarcaciones territoriales en sí, tema que se discute al menos desde el año 1833. En principio es más aceptable que la anterior, puesto que reduce el número de Regiones Militares. Señalamos la desaparición de las Brigadas de Defensa Operativa del Territorio (BRIDOT). Como puede advertirse, la defensa terrestre española se prevé como básicamente peninsular. Por el contrario, Ceuta y Melilla, Baleares y Canarias están dotadas de pocos medios y difícilmente pueden ser reforzadas. En cualquier caso, hay que diferenciar el caso de Ceuta y Melilla de los otros dos. Si se diera un hipotético ataque localizado exclusivamente en Ceuta y Melilla, los españoles deberían ser defendidos, aunque la resolución definitiva del conflicto debería ser quizás más de orden político que militar. Ya hemos indicado que Canarias y Baleares están poco defendidas y resulta muy problemático que puedan ser reforzadas dada nuestra relativa debilidad aérea y naval. De las fuerzas peninsulares sólo un equivalente a tres Brigadas (Tercio de Armada de Infantería de Marina (TEAR), Brigada Paracaidista (BRIPAC) y Brigada Aerotransportada de Galicia (BRIAT) tiene una relativa capacidad para intervenir en cualquiera de estas zonas sometidas a grandes amenazas. Un total de ocho Brigadas acorazadas, mecanizadas y motorizadas asistirían impotentes desde el territorio peninsular a la lucha. Y ello por varios factores: primero, lejanía de puntos de embarque e insuficiencia de infraestructuras (caso de la División Acorazada «Brúñete» y de la Brigada de Caballería «Jarama»; segundo, insuficiencia logística, el MATRA del Ejército del Aire estaría absorbido por sus dos Brigadas y el Grupo Anfibio de la Armada sólo puede transportar al TEAR (todavía recordamos el enorme esfuerzo logístico que se debió desarrollar en la crisis del Sahara para situar allí un Batallón incompleto de carros, un grupo de artillería autopropulsada y la BRIPAC), y tercero por la propia constitución de las unidades: unidades pesadas con carros y artillería autopropulsada, las hace no idóneas para lo que debe ser su misión: en un caso defender los accesos a los pasos de montaña en Sierra Morena o en la Ibérica, o para un supuesto mucho más probable: su embarco hacia las Baleares o las Canarias. Es difícil imaginar cómo se podría transportar hasta esos lugares a unidades como la «Brúñete», la «Maestrazgo» o la «Guzmán el Bueno» en un tiempo y con un 366 OÍAN coste mínimamente razonable dada la penuria de medios aéreos o navales de trasnsporte. Además, los archipiélagos u otros previsibles teatros de operaciones no peninsulares ofrecen unas características. Pero aún en el supuesto que hubiera suficientes medios de transporte para ellas y sus enormes necesidades logísticas, ¿I blanco que para la aviación adversaria basada en el Norte de África ofrecerían esas pesadas columnas en su tránsito hacia y en los puntos de embarque dada la carencia de defensas antiaéreas, las haría fatalmente vulnerables. Además se carece de una red suficiente de radares y por completo de un sistema de alerta temprana, por lo cual el MACOM, podría ser en gran parte destruido en tierra, lo que obligaría a un exceso de operaciones que no podría garantizar mínimamente una adecuada cobertura de las unidades terrestres. En cuanto a las Divisiones de Montaña, señalemos su exclusiva concentración en los Pirineos, mientras que sistemas como el lbérico-Maestrazgo, Galaico-Astur y Central-Montes de Toledo que flanquean o bloquean rutas de penetración carecen por completo de unidades de montaña. Asimismo se advierte la inexistencia en el valle del Ebro de una unidad blindada ligera que sirviera de apoyo a las de montaña, o de tapón a una penetración por el eje del valle, sin tener que recurrir a la DAC «Brúñete», cuyo centro de gravedad, además, se ha desplazado hacia el suroeste. Hay que resaltar un aspecto por completo contradictorio; la BRIAT, que por otra parte carece de medios aéreos de transporte suficiente, se encuentra desplegada en una zona, Galicia, que carece por completo de bases aéreas, con sólo tres aeropuertos de los cuales hasta el momento sólo uno está medianamente dotado, que son inampliables, que en un buen número de días al año están cerrados al tráfico, y con una orografía y una climatología que ni siquiera permiten establecer fácilmente pistas provisionales. Por último, y sólo de pasada, indicaremos otra serie de puntos que parecen poco tratados por el Plan META. Insuficiencia de la red de transmisiones tanto en redes de todo tipo como en protección de las mismas y redes de C31, como de comunicaciones (frente al programa del Gobierno de reducción de líneas férreas, aparece como vital para el ET no sólo no reducir el sistema ferroviario, sino ampliarlo y mejorarlo). Dudosa articulación y estructuración de los sistemas de Movilización, Apoyo Logístico, Instrucción, acuartelamiento, zonas de maniobra, etc. Dentro del Plan MATE, insuficiente desarrollo de la Artillería Antiaérea en todos sus aspectos (móvil, de punto y de zona, a todas las cotas de cañón y misilística) de sistemas de Defensa Atómica, Bacteriológica y Química (ABO). De las Fuerzas Aeromóviles del Ejército (FAMET) tanto en medios de transporte y ataque como logísticos, etc. Como resumen podemos decir que tantas Brigadas pesadas, acorazadas y mecanizadas sin una conveniente protección antiaérea y apoyo logística adecuado, difícilmente servirían para nada en escenarios extrapeninsulares, y para poco en la Península, y en toda ocasión persiste su vulnerabilidad ante la acción aérea enemiga. Parece, por tanto, que la razón atlantista de esta «columna vertebral acorazada» es la de mantener una mínima defensa regular frente a un hipotético ataque soviético, sirviendo después sus restos como base para una resistencia guerrillera incluso no preparada previamente. 367 DOCUMENTACIÓN SOBRK ASUNTOS EXTERIORES Una alternativa En conexión con el desarrollo de los otros ejércitos, proponemos tender hacia la creación de unidades de rango inferior al de División, del tipo Brigadas Ligeras de gran movilidad y suficiente potencia de fuego, que puedan desplazarse fácil y rápidamente por la Península y también con una razonable capacidad de ser aerotransportadas y/o embarcadas. Insistimos que para ello es imprescindible el reforzamiento y mejora del apoyo logístico, infraestructuras y comunicaciones y, por supuesto, una correcta asignación de material. En este sentido se propone, dentro del MATE, el abandono del programa LINCE. El futuro carro de combate español, el LINCE, está previsto que se desarrolle con la tecnología del alemán Leopard-2, con un peso de 45/50 Tm. y cañón de 120 mm. El coste previsto inicialmente, para unos 500 carros, era de 140.000 millones de pesetas, considerándose hoy que supera los 300.000 millones de pesetas. En primer lugar, ya se ha repetido insistentemente en la poca o nula utilidad de las grandes unidades acorazadas en nuestra Defensa. En segundo lugar, la tecnología del Lcopard-2 concebido para las grandes llanuras de suaves terrenos de Alemania, no parece a priori la más indicada para un territorio montañoso, fraccionado, quebrado y áspero como el español. En tercer lugar, sería poco rentable, pues difícilmente podría dedicarse un determinado número de Linces a la exportación en competencia con los productos de otras naciones de gran experiencia en este campo, y aún menos con el propio Leopard-2 optimizado para la exportación, por lo que el coste por unidad resultaría exorbitante. En cuarto lugar, se mantiene altísima su vulnerabilidad aérea dado que la capacidad de 18 lanzadores Roland para tres Divisiones es prácticamente nula, y tampoco se ha previsto que a los Lince les acompañen carros del tipo Guerpart-2 con torres AAA bitubo. Por último, dada la pésima relación coste/eficacia del Lince, el abandono de su programa liberaría una ingente masa de recursos económicos y desarrollo tecnológico que podrían revertir, con rentabilidad, en otros programas más adecuados y útiles para nuestra Defensa. Se incrementaría así la potenciación, desarrollo y mejora de blindados ya existentes, como por ejemplo, el AMX-30 versión E2, el M 41E TUA «cazador» y sobre todo la de blindados de ruedas como los BMR, BLR, VEC, VCI, incluso los VIRCobra y BMU-2 ampliando la gama sobre todo de BMR con elementos de apoyo al fuego como el Mowag Shark de 105 mm. y antiaéreos bitubo similares al ADS Wildcat de 30 mm. por poner unos ejemplos. Deberían desarrollarse también los vehículos todo terreno de Pegaso y Santana, junto con los BMR. Puesto que uno de los conceptos que presiden nuestro modelo de despliegue es el de la movilidad, resulta obvia la potenciación de la BR1PAC y la BRIAT, en el caso de esta última, trasladándola a una zona con suficiente infraestructura de bases aéreas, y de las FAMET. En el caso de estas últimas a su actual organización compuesta por un batallón de helicópteros de transporte (BHELTRA), otro de ataque (BHELA), tres unidades de maniobra y unidades de apoyo, podrían añadirse cuatro nuevas unidades tipo batallón mixto, transporte y ataque, de apoyo inmediato, desplegadas en las zonas de Levante y Estrecho y en los dos archipiélagos, lo que implicaría duplicar el número de aparatos en servicio y su apoyo logístico. 368 OTAN Otro de los principios básicos es el de la cobertura y protección que proporciona la Artillería, especialmente la antiaérea, pues sin ella, las zonas industriales, infraestructuras, y las propias grandes unidades pueden quedar destruidas o al menos inutilizadas y, sobre todo, las concentraciones urbanas quedarían totalmente desprotegidas. En estos momentos, además de poca y mala AAA de cañón (por ejemplo, la Brigada «Jarama» para 338 blindados y más de 700 vehículos disponen sólo de 16 piezas monotubo de 20 mm.), posee sólo como lanzadores misilísticos 18 Roland y 13 Áspides con 450 y 200 misiles respectivamente, adquiridos recientemente, lo que para 10 ciudades de más de un cuarto de millón de habitantes, siete refinerías petrolíferas, tres arsenales, ocho Brigadas acorazadas, mecanizadas y motorizadas, 35 aeropuertos, sin contar las bases aéreas, nudos de ferrocarril, etc., puede considerarse sencillamente como inexistente. Resulta por lo tanto prioritario el desarrollo y fabricación en España de AAA misilística, lo que podría hacerse a través de proyectos de cooperación con las marcas de los Roland y Áspide, entre otros, y también de sistemas ligeros como los RBS70 y Blawpipe por ejemplo, y como es lógico, los sistemas de alerta de todo tipo. También deben desarrollarse sistemas de cañón y sistemas AAA y antimisil multitubo como el Meroka y otros más ligeros. Un incremento masivo de las defensas antiaéreas es perfectamente factible; duplicar el número de lanzadores ahora existentes Roland y Áspide, solo costaría 50.000 millones de pesetas, es decir la sexta parte de los recursos liberados del programa Lince, carro que resultaría bastante inútil sin esa cobertura AA, además de potenciarse específicamente las tecnologías de vanguardia. También deben mejorarse las artillerías de campaña y de costa, desarrollándose productos nacionales con posibilidades de exportación como los lanzacohetes de saturación Teruel, cañones remolcados como el SC-80 REMA de 105/39 y también el mismo autopropulsado, misiles contra carro Toledo, además, naturalmente, de los clásicos sin retroceso, 105 de campaña, de montaña, morteros, etc. En cuanto a la Artillería de costa móvil, vital en el Estrecho, además de piezas de 155, 175 y 203 mm. modernizadas, deben desplegarse en tierra misiles antibuque, como los Exocet y Harpoon, transportables en camiones TT y con su correspondiente AAA de defensa de punto. Piénsese que entre las costas peninsulares y Melilla hay una distancia de unos 160 kilómetros con la estratégica (y casi olvidada) isla de Alborán a medio camino, de Barbate a Tánger 40 kilómetros y 14 kilómetros el Estrecho y esos misiles tienen alcance de 70 a 100 kilómetros. La relación de materiales de todo tipo para adquirir, desarrollar o mejorar sería, necesariamente, larguísima, por lo que sólo señalaremos lo imprescindible que resulta acelerar los programas de transmisiones Olimpo, los de redes tácticas, permanentes y de C31, los de guerra y defensa electrónica y los de defensa ABO. En resumen: El Plan META corresponde a alternativas de conflicto muy poco probables, en el caso de darse, la eficacia de nuestro Ejército sería efímera, caso de una invasión en fuerza o bien de un ataque nuclear. Las posibilidades de conflicto más probables, extrapeninsulares, están bastante desatendidas. En ambos casos, nuestra debilidad aeronaval agrava la situación. 369 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES En particular, el énfasis en los medios pesados acorazados, olvidando factores como su debilidad, proyección estratégica o defensa AA, se revela como una estrategia equiparada. Las inversiones en esos medios pesados, aparte de cuantiosas y de escasa utilidad, serían un desastre comercial y desviarían esfuerzos que podrían invertirse mejor en tecnologías de vanguardia. Por contra, nuestra alternativa ofrece: Despliegue de suficientes unidades ligeras de gran movilidad y potencia de fuego y perfectamente coordinadas. Sistemas de armas en su mayoría desarrolladas y fabricadas por la industria nacional y, por tanto, rentables. Mayor capacidad de defensa en áreas extrapeninsulares. Real capacidad de defensa en la Península misma. Una capacidad de defensa real de nuestro territorio frente a todo lo que no sea el poder de una gran potencia, e incluso contra ésta en una hipótesis no nuclear. ALTERNATIVA PARA LA ARMADA ALTERNATIVA DE DEFENSA PARA LA ARMADA El número total de naves de la Armada, incluyendo a todo tipo de buques, lanchas, etc., sobrepasa las 150 unidades, cifra que sin un análisis mínimo parece desmesurada para nuestras necesidades de Defensa, por mucha mentalidad marítima que se tenga. Lo primero a destacar es que una gran parte de esta cifra total se encuentra muy cargada de años e incluso obsoleta y esta vejez incide de forma notable en los buques mayores de superficie, fundamentalmente en el portaaviones y los destructores. Comenzando por este tipo de buques, que en la actualidad forman el Mando de Escolta y el Grupo Aeronaval, se debe citar, en primer lugar, el portaaviones Dédalo, el cual será dado de baja cuando entre en servicio el portaaviones Príncipe de Asturias. La flotilla de destructores sobrepasan, con mucho, los treinta años de edad, por lo que, poco a poco, serán dados de baja. De hecho, una parte de ellos están adscritos solamente a misiones de patrulla y vigilancia marítima (los tipo Lepanto). Los problemas específicos que se plantean en la Marina son consecuencia directa de los problemas que plantea el propio buque de guerra, que por sus peculiarísimas características determinan incluso una duración diferente del Servicio Militar en muchos países. Los sofisticados equipos electrónicos de abordo requieren un largo período de aprendizaje, con formación de personal especializado que alcanza su punto óptimo en los tres años (tiempo de servicio de los cabos especialistas), al cabo de los cuales los que no renuevan su contrato son reemplazados, relevo que si no se lleva a cabo gradualmente puede suponer un notable bajón en el rendimiento de los órganos claves del buque. 370 OTAN Asimismo, debe tenerse en cuenta que la vida media de un buque de guerra se estima en veinticinco años, a partir de los cuales el mantenimiento es ruinoso. Precisamente, como consecuencia de los tratados hispano-norteamericanos de 1953 y sus sucesivas renovaciones, los Estados Unidos endosaron a la Armada española gran número de vetustas unidades provenientes de series producidas en la Segunda Guerra Mundial, envejecidos prematuramente por el tremendo esfuerzo que supuso su participación en la contienda, lo que supuso forzar su rendimiento a límites de tolerancia extrema. Lo más moderno y eficaz del grupo de escolta lo forman las cinco fragatas Baleares (SSM Harpoon, SAM Standard, ASROC, c. de 127 mm., lanzacohetes A/S y torpedos). En consecuencia, de 21 buques mayores de superficie, tan sólo en la actualidad, 11 de ellos tienen un valor real en un hipotético conflicto de nivel medio e incluso menor. El nuevo portaaeronaves más las cuatro fragatas FFG suponen un salto cualitativo importante; pero, no obstante, insuficiente. En un supuesto conflicto, el dominio del mar, de las zonas más vulnerables y la protección al tráfico no se verían medianamente garantizadas con este número de unidades mayores (y está claro que la OTAN no va a querer saber nada en intereses que sean exclusivamente nuestros). El arma submarina, por el contrario, posee unas unidades modernas y eficaces, aunque sólo convencionales. De los ocho submarinos actualmente en servicio, siete son modernos (Daphne y Agosta) y uno tan solo procedente de la «ayuda» americana, el cual será dado de baja cuando entre en servicio el último de la serie Agosta. Ciñéndonos a nuestras necesidades, es un número suficiente de submarinos convencionales, teniendo en cuenta que todos ellos son modernos. Las Fuerzas de Guerra de Minas, formadas por cuatro dragaminas oceánicos y ocho costeros son otros ejemplos más a restar que a sumar en la lista de barcos de la Armada. Son unidades viejas y superadas, de las cuales varias prestan servicio como patrulleros. El problema aquí se agrava debido a que en la cartera de pedidos actual no figura ni un solo buque para ese tipo de guerra. En cuanto al elevado número de patrulleros de distintas clases y lanchas rápidas, incluyendo aquí los estudios y pruebas que se están realizando para la construcción de un tipo de «hovercraft» totalmente español, llama la atención que no haya ni una sola lancha lanzamisiles, las cuales son de gran importancia para ciertas zonas de nuestro litoral peninsular e insular. En este contexto, dada la limitación de nuestros medios económicos y la inaplazable tarea de asegurar el mantenimiento de nuestras propias comunicaciones y por nuestros propios medios (las alianzas siempre son interesadas y no somos capaces de asumir nuestra propia defensa; nadie, en un momento dado de conflicto bélico, nos va a «sacar las castañas del fuego», por muy aliado que sea, a menos que ello coincida con sus propios intereses), la solución más viable por todos los conceptos es poner mayor énfasis en la construcción de unidades ligeras portamisiles y convenientemente distribuidas por nuestra geografía, representarían una fuerza disuasiva considerable potenciando la amenaza contra el enemigo, obligándole a mantenerse a cierta distancia de nuestras aguas. El primer factor a considerar es la absoluta insuficiencia de la protección costera; hemos hablado anteriormente de las grandes ventajas que representan las unidades 371 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ligeras portamisiles, sin embargo hay que ser plenamente conscientes de que su función es casi exclusivamente defensiva, tendente a proteger el tráfico de cabotaje y el control de las aguas territoriales, pero su valor y eficacia disminuye paulatinamente a medida que se alejan mar adentro, donde todas las ventajas que le otorga el abrigo de las costas, su mayor velocidad, capacidad de maniobra y pequeño tamaño se pierden considerablemente ante el enemigo de mayor tonelaje y armamento, que prefieren librar combate en mar abierto, donde el medio les es más propicio. En definitiva, las unidades ligeras portamisiles se revelan altamente eficaces para defender la costa contra un posible invasor, pero ello en un país eminentemente marítimo como el nuestro, en que el 95 por 100 del tráfico comercial se efectúa por mar, es absolutamente insuficiente. Cualquier hipotético enemigo podría colapsar la vida de nuestro país, sin necesidad de pisar materialmente nuestro suelo. Bastaría con cortar nuestras fuentes de suministros marítimas para provocar la paralización total.de la industria, basada hoy por hoy en el petróleo, impidiendo incluso la capacidad de respuesta militar en breve plazo, al agotarse las reservas de combustible que dejarían fuera de combate la maquinaria bélica de la nación y paralizada toda su intendencia. Por ello se impone como premisa fundamental, si queremos ejercer efectivamente nuestra soberanía, el control del tráfico marítimo y ello es perfectamente posible y coherente con una política de estricta neutralidad. Sin duda, el primer problema estriba en evaluar las dimensiones de la zona sobre la que se quiere ejercer el control, tomando en consideración las tres rutas fundamentales que a través del Atlántico abastecen nuestra península: la proveniente del Norte de Europa, que fluye a través del Canal de la Mancha y tiene como destino los puertos del Cantábrico y Norte de Galicia; la que proviene del continente americano, y, finalmente, la más importante, que fluye a España vía Canarias siguiendo la ruta del petróleo desde Oriente Medio a través del Cabo de Buena Esperanza. El segundo aspecto a dilucidar consiste en buscar el punto geográfico más idóneo para ejercer el máximo control con el menor costo, esto es, un punto equidistante de las bases marítimas de apoyo (Ferrol-Rota-Canarias), que permita acudir lo más rápidamente posible a cualquier punto de la zona donde sea necesaria su presencia. Un elemental estudio cartográfico que tuviese en cuenta los datos anteriores, situaría el «epicentro» de este grupo de combate a más de 600 millas del puerto de Lisboa en dirección a las islas Azores. De este hipotético centro de operaciones podría ejercerse un efectivo control de cualquier punto limítrofe de la zona, en un período de tiempo escasamente superior a las veinticuatro horas, suponiendo una velocidad media de 20 nudos. Una vez delimitados los dos primeros aspectos, surge el problema fundamental. Para que el ejercicio del control marítimo tenga autentica virtualidad y no sea una mera elucubración teórica: la necesidad de contar con la adecuada protección aérea. ¿Cómo llevar a cabo una adecuada cobertura aérea combinando la máxima eficacia con el mínimo costo? Este ha sido el dilema que desde la Segunda Guerra Mundial se han planteado continuamente los estrategas de la guerra aeronaval. En nuestro caso concreto, la cobertura aérea plantea dos alternativas netamente diferenciadas, según que esta misión estuviera encargada a los aviones de combate del Ejército del Aire o bien se encomendase a una fuerza aérea embarcada. 372 OTAN La primera hipótesis, teniendo en cuenta la posible ubicación del grupo de combate de la Armada, precisaría contar con aeródromos militares, lo más próximo a la costa atlántica, al objeto de que su trayecto fuese lo más reducido posible y presumiblemente operaría desde Galicia (Santiago), Cádiz (Rota) y Canarias (Gando). Desde cualquiera de estas bases, y utilizando los aviones de mayor radio de acción de que dispone actualmente la fuerza aérea de combate española, los Phantom (350 millas cargado con armamento), se cubriría apenas un 40 por 100 de la superficie total y ello a un costo económico astronómico. En efecto, un Phantom cargado de armamento tendría apenas autonomía para llegar hasta el grupo de combate, sobrevolar su control permanente durante dos horas y regresar a su base, inviniendo un total de cuatro horas en la operación. Si se tiene en cuenta que por cada hora de vuelo estos aviones precisan seis de mantenimiento, cada vez que participasen en esta operación deberían permanecer no operativos durante veinticuatro horas, lo cual nos lleva a la tremenda desproporción de que por cada avión en vuelo hacen falta diecisiete en mantenimiento. Todo lo expuesto anteriormente lleva implícita una condición evidente: fuera de las 200 millas como máximo no se puede confiar protección aérea basada en tierra a una fuerza naval. Y esta aseveración sigue siendo válida cuando los EE-18 sean operativos. La experiencia reciente de la «Guerra de las Malvinas» refuerza esta afirmación y confirma la necesidad de un portaaviones ligado a la solución Harrier como la solución más adecuada para cubrir nuestras necesidades defensivas en el Atlántico. Siendo un proceso prácticamente irreversible a corto plazo la desaparición de aviones embarcados que no estén basados en la técnica V/STOL (excepto en la US NAVY), se infiere que, una vez operativo el grupo de combate de la Armada española (basada en el portaaviones PA-11 y cuatro fragatas de escolta FFG), podrá ejercer un efectivo control marítimo, dentro de esta zona de interés vital para la defensa, siempre que disponga de adecuadas bases de apoyo naval, que inexcusablemente habrán de estar ubicadas en el Ferrol, Cádiz y el archipiélago canario. En relación a las Fuerzas de Apoyo Logístico, lo más destacablc es la vetustez del petrolero Teide, que ya ha cumplido con creces su cometido y además, ante el futuro grupo de combate, se hace más necesaria, si cabe, la construcción de un petrolero para la Armada. Frente a los que cuestionan la necesidad del grupo de combate para nuestro país, desde perspectiva pretendidamente «progresista», cabe recordarles la experiencia del modelo británico cuya Armada ha tenido la misión tradicional de asegurar las comunicaciones del mar con la isla y nada menos que dos guerras mundiales han demostrado que en este tipo de países marítimos, la supervivencia y la victoria final ha correspondido a los que han logrado garantizar sus comunicaciones que aseguraban el apoyo logístico y el desarrollo de sus industrias. Una política de neutralidad no se debe olvidar a la hora de hacer un análisis correcto de nuestras necesidades defensivas, la seguridad de nuestras propias comunicaciones, por tratarse de un país esencialmente marítimo, con 3.000 km. de costa en la península, un archipiélago situado a 220 km. de la misma y otro a 1.400 km. de Cádiz y por darse también la circunstancia de que el 95 por 100 de nuestro tráfico comercial tiene lugar por mar. 373 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES El control del tráfico marítimo representa una tarea irrenunciable para una España neutral. El grupo de combate parece estar en condiciones de cumplir esa misión, no obstante, la experiencia de la guerra de las Malvinas aconseja el empleo de radares volantes para evitar ataques por sorpresa, detectándolos con tiempo suficiente para que el sistema defensivo del grupo actúe con plena eficacia. Un lunar en la operatividad del grupo de combate lo constituye la ausencia de plataforma para helicópteros en las fragatas de la serie Baleares, lo que disminuye sensiblemente su rendimiento frente a la primacía de la amenaza submarina en el Atlántico. En cuanto al posible traslado de la base del grupo de combate de Ferrol a Rota, parece una medida absolutamente temeraria teniendo en cuenta que, hoy por hoy, la zona Sur de España está indefensa ante un ataque aéreo por sorpresa. La prudencia aconseja mantener su actual ubicación en Ferrol, zona suficientemente alejada como para no permitir un nuevo Pearl Harbour. Por lo que respecta al área mediterránea, la situación es sustancialmente diferente; aquí, la amenaza submarina, con ser muy fuerte, no se olvide que la salinidad del Mediterráneo dificulta gravemente su detección, está eclipsada por la amenaza aérea que representa la aviación basada en tierra, de nula incidencia en el Atlántico. De cara a estas amenazas, deben descartarse soluciones tipo Spruance o similares, buques muy sofisticados pero poco útiles, salvo para las superpotencias que pueden permitirse el lujo de disponer de muchas unidades. España, en plena crisis económica, debe optar por soluciones más baratas, menos sofisticadas y de elevado porcentaje de producción nacional. Un sistema integrado de patrullas rápidas portamisiles y fragatas ligeras representa el esquema ideal de defensa para este mar; la crisis económica, sin embargo, obligaría a una planificación a más largo plazo, por lo que en tiempo de paz deben darse prioridad a las patrulleras rápidas portamisiles (por el precio de dos fragatas FFG pueden adquirirse diecinueve unidades de este tipo) con la que poder ejercer un efectivo control naval (vigilancia, detección y seguimiento en Nuestra Zona Económica Exclusiva). El archipiélago balear constituye una pieza clave en todo este entramado defensivo, ya que en caso de conflicto representa la posibilidad de ejercer una defensa adelantada respecto a la península, proporcionando en caso de emergencia una mayor cobertura aérea y centro hipotético agresor constituye un objetivo preferente, ya que su posesión haría innecesario el desembarco en el litoral peninsular al objeto de forzar o cerrar el paso del Estrecho. Una política de neutralidad debe poner especial énfasis en las dos facetas de la guerra de minas: minado y dragado de minas. El Mediterráneo, con su ausencia de mareas y profusión de playas, constituye el escenario ideal para las operaciones anfibias, submarinas y de guerra de minas. La mina representa el sistema defensivo más barato, insidioso y eficaz frente a potencias muy superiores, con la ventaja de no depender de proveedores extranjeros. Finalmente, respecto a la defensa del Estrecho, siguen siendo plenamente vigentes los viejos sistemas de artillería de costa, dado que su anchura mínima, 15 kilómetros, permite su utilización sin tener que recurrir a medios mucho más sofisticados, reforzados con misiles de costa superficie y helicópteros minadores. En resumen, y por las razones geoestratégicas apuntadas, la Armada incluso en 374 OTAN una política de neutralidad, está llamada a desempeñar funciones de carácter estratégico, que en condiciones normales no debe desempeñar el Ejército de Tierra y excepcionalmentc la Fuerza Aérea. Para concluir, no pueden omitirse una serie de aspectos anormalmente negativos, so pena de distorsionar gravemente la realidad de nuestra Marina de Guerra: 1." Los obligados períodos de carena del portaaeronaves, eje del grupo de combate, hacen que en determinados períodos de tiempo, el grupo carezca por complejo de virtualidad lo que parece un lujo excesivo. 2." El TEAR de Infantería de Marina precisa ineludiblemente para sus operaciones del apoyo de artillería pesada que sólo los destructores a punto de jubilarse pueden ofrecerle. Cuando esto ocurra su capacidad operativa es más que dudosa, máximo cuando el apoyo aéreo aeronaval es muy limitado. 3° La dependencia tecnológica del grupo aeronaval respecto a los EE.UU. es tal, que bien pudiera considerarse como un grupo más de la US NAVY. Asusta pensar su capacidad real de actuación autónoma fuera de los esquemas OTAN. 4.° La subordinación a los intereses estadounidenses es tan patente que la española ha sido la última marina occidental en recibir misiles antibuque (dentro de la planificación de la OTAN no está previsto que España se enfrente con buques de superficie soviéticos en el Atlántico. A los EE.UU. les interesa fundamentalmente el componente antisubmarino). 5." La diferencia abismal de tiempo invertido en la construcción del portaaeronaves «Giuseppe Garibaldi» respecto del «Príncipe de Asturias» pone de manifiesto gravísimos fallos de la administración española, fallos de gestión que reiteradamente agravan los costes de modo considerable. 6." En la necesaria adecuación entre las necesidades reales y los fondos disponibles en una economía de crisis, España debe optar por reducir el papel de su Ejército de Tierra a la mínima expresión detrayendo fondos de programas inútiles como el Lince, aplicándolo a necesidades más perentorias de la Marina o la Aviación. 7." La planificación conjunta, los mandos integrados son absolutamente necesarios en caso de crisis. Suponen un ahorro enorme de dinero y la única garantía de eficacia. ALTERNATIVA PARA EL EJERCITO DEL AIRE ALTERNATIVA DE DEFENSA PARA EL EJÉRCITO DEL AIRE La relación entre los imperativos políticos y las necesidades técnicas. El primer aspecto a considerar en el conjunto de las necesidades de la Defensa Nacional, es la importancia de los potenciales peligros y amenazas para nuestra seguridad, y los medios técnicos, humanos y económicos que se correponden según nuestras disponibilidades económicas y prepuestarias. La aviación no debe pasar en proyectos e inversiones lo que nuestra capacidad material y juicio político estimen adecuado, en cada momento (no más cañones que mantequilla, con tres millones de parados). 375 DOCUMENTACIÓN SOBRR ASUNTOS EXTCRIORKS Fuentes no-alineados o no-condicionantes Todo el material de tecnología avanzada o sofisticada, implica un gravísimo riesgo de dependencia política, caso de tener que se importado sin garantías. Ejemplos en materia aeronáutica han existido en nuestro reciente pasado. Las condiciones de fuerte presión política se siguen dando en la actualidad, especialmente con la llegada del PSOE al Gobierno. Las peripecias del programa FACA pueden repetir una situación desfavorable para España: alto costo de financiación, material no enteramente probado, aviones que no encajan en un esquema defensivo exclusivamente español, limitaciones, directas o indirectas, de índole política, nula capacitación técnica y mínimo traspaso de tecnología. Los contratos sobre material militar de tecnología avanzada con los EE.UU., tanto en el pasado como en el presente, no se hacen en unas mínimas condiciones de equilibrio que correspondan a los intereses objetivos de ambas partes. El precio político, militar y económico no corresponde a las necesidades de un país soberano e independiente. Precisamente por la necesidad de independencia y soberanía se hace necesario estudiar la diversificación de las fuentes de aprovisionamiento en unas condiciones lo más ventajosas posibles para España, en todos los aspectos. Se debe volver la mirada hacia los fabricantes europeos, tanto los que ya han suministrado material (Francia y Gran Bretaña) como Suecia, relegada a un papel de oferta marginal, por su condición de no alineado, a pesar de su calidad aceptable, prueba del predominio, de las presiones americanas en el ámbito occidental. Las condiciones políticas cuando se opta por la compra de cualquier tipo de material aeronáutico deben ser claras: incondicionalidad de su uso y mantenimiento de asistencia técnica y repuestos, en cualquier caso de conflicto contra terceros. Cualquier limitación o condición «a priori» sobre su uso (especialmente en el norte de África), limita gravemente su capacidad disuasoria, incluso aunque finalmente se tuviera que usar. Ventajas técnicas y económicas Los necesarios compromisos de fabricación de aviones extranjeros deben incluir condiciones de cofabricación parcial de dichos aparatos. Todo lo razonable y técnicamente que se pueda, sin descartar la fabricación bajo licencia, de lo cual se han dado varios casos (Francia. Suiza...). Este objetivo no debe ser marginal, sino parcial, dentro de una política tendente a la recuperación del espacio tecnológico perdido. Aspecto esencial es además el económico, tanto la dimensión global de los proyectos que no deben extender nuestra capacidad financiera, en el conjunto de las inversiones de nuestras FF. AA., ni en el conjunto de la economía nacional. Hay que rechazar proyectos como el FACA, sin entrar en la idoneidad técnica de los aparatos escogidos, porque contradicen los principios anteriores. La enorme inversión del FACA desequilibra, aún más, la relación entre las distintas funciones del arma aérea, absorbiendo la mayor parte de las inversiones de material, y refuerzan una peligrosa tendencia de subordinación política y económica respecto de los EEUU., de los que nos hemos convertido en uno de los mayores compradores de armamento, con ridiculas contraprestaciones. 376 OTAN Nueva orientación de las funciones de las Fuerzas Aéreas Nueva política presupuestaria La política de inversiones del «Arma Aérea» debe cambiar hacia una nueva visión de los programas de inversiones y renovación del material. La actual situación prima de forma absoluta las funciones de interceptación y ataque profundo vaciando de dinero y material la aviación táctica y de transporte que ya se encuentra en una situación infradotada. No se puede planificar el arma aérea como si su exclusiva función fuese la cobertura del Mediterráneo occidental en apoyo de la VI Flota USA, dentro de los planes OTAN, desatendiendo cualquier otra hipotética amenaza local y perpetuando el tradicional desequilibrio interno de nuestra aviación. Potenciar la aviación táctica La actual situación de la aviación táctica es de insuficiencia numérica, obsolencia c inferioridad de dotaciones. Se hace urgente desarrollar las actuales unidades hasta un mínimo de aparatos entre aproximadamente 174 (mínimo) a 348 (máximo) con el fin de tender hacia una relación de dos a uno, respecto a la aviación estratégica (interceptación y ataque profundo), con el fin de mantener un correcto equlibrio entre ambos sectores que permita el adecuado apoyo a las unidades terrestres, así como la adecuada defensa de las fronteras peninsulares y extrapeninsualres. Con ese objetivo es prioritario el desarrollo de programas nacionales, o con acuerdos bilaterales o multilaterales, de aviones tácticos ubsónicos, de tecnología media o avanzada al alcance de nuestra industria y tecnología actual, así como los sistemas de armas (convencionales c inteligentes) que completen este sector. Esta política debe llevarse a cabo a corto y medio plazo, ajustándose perfectamente a una estrategia de nuestra específica defensa nacional, además de constituir un medio de amortizar nuestros costes de defensa mediante ventas al exterior. Replanteamiento del papel del MACOM El ejemplo del programa FACA, con la elección del F-18, debería servir de lección sobre lo que no se debe volver a hacer. Al margen de la calida del avión y la seriedad del método de evaluación, en los que no entramos, los criterios «políticos» no han tomado en consideración los fines últimos, ni hay prioridad en la defensa del territorio, ni ha quedado asegurada la independencia técnica, militar y política del Estado. La misión de combate para misiones de interceptación escapa por completo a las posibilidades de nuestra industria nacional. La construcción de un avión supersónico en España sería ruinosa y desde luego mucho más cara que su adquisición en el extranjero. Por el contrario, la aviación táctica está perfectamente a nuestro alcance fabricada en España siempre que sea subsónica; no tiene sentido para misiones de ataque a tierra utilizar aviones supersónicos, pues éstos aunque doblen la velocidad 377 DOCUMF.NTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES del sonido en condiciones normales, se vuelven subsónicos cuando van provistos de todas sus cargas exteriores, y además en ningún caso podrían efectuar la fase de ataque superando los 5(X) nudos, salvo muy contadas excepciones. Respecto a la aviación de combate, si bien es cierto que la defensa aérea comienza con la destrucción del enemigo allí donde se encuentre, en sus propias bases; si bien es cierto que la filosofía actual de nuestros mandos de aviación considera que la defensa aérea concebida con unidades específicamente dirigidas a la defensa del territorio nacional interceptando y destruyendo las incursiones aéreas enemigas, es uno de los conceptos más erróneos de los últimos años; si bien es cierto que todo ello desde el punto de vista militar, no lo es desde el punto de vista político de una perspectiva de Neutralidad Activa. Uno de los pilares de esta última lo constituye el principio de la renuncia a la agresión armada como fórmula de política exterior. Ello quiere decir que, reconociendo la validez militar del ataque por sorpresa a las propias bases de un hipotético enemigo, en el supuesto de que entrase dentro del radio de acción de nuestra aviación de combate, políticamente sería inaceptable el desencadenamiento unilateral de las hostilidades, aunque ello no es óbice en absoluto para llevarlo a cabo en caso de agresión exterior. Sentado este principio, cabe decir que la adquisición de 72 aviones F-18, fue un error político por motivos antes expuestos, y con graves limitaciones reales que afectan a su grado de acción y a su grado de maniobrabilidad. Por lo que respecta a lo primero, su autonomía a plena carga en configuración de ataque a tierra no supera las 370 millas de radio de acción hasta el objetivo, lo que plantea serias dudas en caso de emergencia en el archipiélago canario. En cuanto a su maniobrabilidad, factor estelar a la hora de su adquisición, está seriamente restringida por la aparición de fisuras en la estructura de cola, lo que actualmente le impide sobrepasar un ángulo de ataque superior a 25 grados, volando a velocidades comprendidas entre 3(X) y 400 nudos y a alturas inferiores a 30.000 pies. Para completar el panorama, resulta que el armamento aire/aire de que dispone el Ejército del Aire no está homologado para el F-18, lo que supone una dependencia total del exterior en misiones de combate aéreo. La A viación de Transporte Representa una de los capítulos a reforzar dentro de una política de neutralidad. Deben potenciarse transportes medios no pesados que son monopolio exclusivo de la USAF, ampliando alcance y capacidad; este es un terreno abonado para nuestra industria aeronáutica y de gran rentabilidad comercial. La capacidad de transporte es un elemento prioritario en una concepción moderna de la defensa del territorio. Av'tones <Jt uíeríu temprana Constituye una de las lagunas más notables del actual sistema de defensa aerea. La complicadísima orografía española dificulta enormemente la detección de ataques aéreos a baja cota que puede fácilmente burlar la piesencia de radares estáticos, ha378 CONSTRUCTORES nr \.A PAZ ciendo inútiles las costosísimas inversiones en aparatos de combate (el ejemplo de la guerra árabe-israelí, denominada de los seis días, es bien elocuente). Debería acometerse inmediatamente un programa de investigación y desarrollo de un avión de estas características por la industria aeronáutica española, estudiando su viabilidad a partir del modelo CN-235. El vacío existente en la actualidad y hasta que el programa descrito sea operativo, podría cubrirse con seis aviones GRUMA E2 «Howkeye». De todas las necesidades pendientes del Ejercito del Aire ésta debería tener prioridad absoluta. Otras consideraciones No tiene sentido que la Marina entrene sus propios pilotos del grupo aeronaval, al menos durante el período de instrucción básica para formación de pilotos. El curso podría hacerse perfectamente con los medios e instalaciones del Ejercito del Aire, lo que supondría un ahorro considerable de los presupuestos de la Armada. Dentro de la misma racionalización sería conveniente que los aviones de patrulla marítima y antisubmarinos pasarán a depender de la Armada. Tampoco tiene sentido que todo el tráfico civil y militar para Canarias pasen por el centro de control de Casablanca. Es un auténtico disparate. Urge dar cobertura al archipiélago desde territorio propio. Por último, debemos referirnos de manera somera al estado actual de operatividad del Arma Aérea. Aparentemente todo se ha sacrificado en beneficio del MACOM, que sin embargo está aquejado de una multiplicidad de modelos, de los cuales los F-4 Phantom y F-5 americanos y los Mirage-III franceses están ya anticuados y en malas condiciones de operatividad. Sólo el Mirage F-l francés soporta nuestra principal fuerza aérea, modelo que es utilizado por países vecinos de inferior grado de desarrollo a) nuestro. CONSTRUCTORES DE LA PAZ* — Texto íntegro del documento elaborado por la Conferencia Episcopal Española. INTRODUCCIÓN 1. LA PAZ, GRAVEMENTE AMENAZADA La paz es un valor universal, objeto de las esperanzas de todos los pueblos. Ahora que la humanidad cuenta con posibilidades incalculables de FUENTE: Diario Ya, 1 de mareo de 1986: cuadernillo en páginas centrales. 379 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES bienestar y cultura, cuando se percibe ya como alcanzable la convivencia de todos los pueblos en una auténtica sociedad universal, crece en todas partes la necesidad y el deseo de la paz. La paz aparece hoy como exigencia y condición indispensable no sólo para el progreso, sino incluso para la pervivencia de la humanidad sobre la tierra. Es doloroso reconocer que la paz del mundo está gravemente amenazada. En muchos países se viven ahora mismo los horrores de la guerra. Los conflictos y las tensiones que atraviesan y dividen nuestro mundo hacen que la humanidad entera viva con el miedo de una guerra nuclear generalizada de consecuencias prcvisiblcmcnte mortales para todos los hombres. Las naciones europeas, y nosotros con ellas, estamos dentro de estas tensiones y vivimos amenazados por la guerra. Por una parte, somos responsables de este mundo de conflictos y amenazas; y por otra somos también posibles víctimas. En nuestra misma patria aparecen amenazas contra la paz. El terrorismo se ha instalado fuertemente entre nosotros. La violencia sigue seduciendo a algunos como medio para solucionar los problemas sociales o políticos. Los conflictos más hondos de nuestra sociedad, como la justicia social, el paro, la tensión entre la unidad del Estado y el reconocimiento de los derechos de las diferentes nacionalidades y regiones, la intolerancia de orden ideológico, político o religioso, son, al menos, otras tantas dificultades para construir una paz sólida que elimine para siempre el riesgo de nuevos enfrentamientos internos. 2. NUESTRA INTERVENCIÓN PASTORAL La Iglesia, como continuadora de la obra de Cristo y dispensadora de su gracia redentora, considera como misión propia «la reconciliación de todos los individuos y de todos los pueblos en la unidad, la fraternidad y la paz»1. Por ello, los obispos españoles, siguiendo el ejemplo y la recomendación del Papa Juan Pablo II en este Año Internacional de la Paz, queremos invitar a todos los católicos españoles y a todos los ciudadanos, a examinar con nosotros los problemas de la paz a la luz del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y de las enseñanzas de la Iglesia. Al intervenir sobre estos asuntos de interés general lo hacemos como obispos de la Iglesia católica, testigos de la fe y maestros de la moral cristiana. No es nuestro deseo entrar en el terreno de las cuestiones técnicas o de las materias opinables implicadas en el complejo tejido de las relaciones JUAN PABLO II, Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz, 6 380 CONSTRUCTORES DE LA PAZ nacionales o internacionales. Somos conscientes de lo que el Concilio Vaticano II llamó la legítima autonomía de lo temporal2 y queremos respetarla plenamente. Estamos convencidos de que la revelación y la gracia de Dios ofrecen importantes ayudas para iluminar el problema de la paz y movernos a construirla con honestidad y fortaleza. Si bien las actividades temporales, científicas, económicas, políticas o militares tienen sus leyes y razones propias, todas ellas, en cuanto actividades humanas, deben responder a unos fines y a unas actividades que correspondan al verdadero bien del hombre. En este terreno de los fines y de las actitudes es donde la fe cristiana y los criterios morales que de ella se derivan aportan estímulos y luces peculiares para enjuiciar la situación presente, rectificar lo que aparezca torcido y desarrollar vigorosamente los verdaderos fundamentos de la paz. Nos sentimos unidos en esta preocupación pastoral con el Concilio Vaticano II, con los romanos pontífices y los demás episcopados, cuyo magisterio ha iluminado repetidamente con sus enseñanzas a la Iglesia y al mundo contemporáneo. Más especialmente, por más recientes, queremos recordar el mensaje del Papa Juan Pablo II sobre la paz en el día de Año Nuevo del presente 1986, así como la «Relación final» del Sínodo de Obispos recientemente celebrado. Continuamos también la línea de actuación y pensamiento de nuestra Conferencia Episcopal en años anteriores3 y, finalmente, queremos evocar y reconocer, como fuente de la que han bebido muchos especialistas de dentro y fuera de la Iglesia, a la Escuela Española de Derecho Internacional, que en pleno siglo xvi, cuando el descubrimiento de un mundo nuevo planteaba problemas inéditos al derecho y a la paz entre los pueblos, supo encontrar, en la fe cristiana, unos principios que todavía mantienen en gran parte su vigencia. En el desarrollo de esta exposición comenzamos por presentar los rasgos predominantes de la situación actual (cap. I); exponemos, después, una síntesis de la doctrina bíblica y católica sobre la paz (cap. II); a la luz de esta doctrina y de acuerdo con el más reciente magisterio de la Iglesia analizaremos desde el punto de vista moral las más graves cuestiones que se plantean en nuestro mundo acerca de la paz, la guerra y la defensa (cap. III); : Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO 11. Constitución pastoral «Gaudiumetspes» sobre la Iglesia en el mundo actual. 36 y 41. (En adelante. Constitución pastoral). 1 - Cf. Carta pastoral colectiva del Episcopado español del 17 de abril de 1975: La reconciliación en la Iglesia y en la sociedad; Comunicado de la XXIII Asamblea Plcnaria del 19 de diciembre de 1975: La Iglesia ame el mámenlo actual: petición de libertad para detenidos políticos; Comunicado final de I III Comisión Permanente del 22 de mayo de 1975; Reconciliación, repudio de la violencia, Iglesia-sociedad civil. Nota de la LIV Comisión Permanente sobre la violencia, 18 de septiembre de 1975; LXXXVI Comisión Permanente del 12 de mayo de 1981; Ante el terrorismo y la crisis del país; XCVII Comisión Permanente del 13 de mayo de 1983: Quiebra de valores morales; Declaración de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (24-XII-1983): l'az. armamentos y hambre en el mundo: Declaración de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (29-XI1984): Crisis económica y responsabilidad moral. 381 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES posteriormente examinaremos los problemas específicos de la paz en la sociedad española, manteniéndonos siempre en la perspectiva de la fe y de la moral cristiana (cap. IV); nos ha parecido oportuno dedicar una atención especial a las cuestiones que se nos plantean en este campo en cuanto integrantes de Europa (cap. V); nuestra instrucción termina enumerando las aportaciones más importantes que como católicos podemos y debemos hacer a la construcción de la paz en España, en Europa y en el mundo (cap. VI). De esta manera queremos contribuir a que la Iglesia y los católicos españoles, con una conciencia clarificada y con actitudes verdaderamente evangélicas y cristianas, seamos capaces de ocupar el lugar que nos corresponde en la construcción de la paz, junto con nuestros hermanos en la fe de la Iglesia universal y los hombres de buena voluntad del mundo entero. Esperamos que esta instrucción será recibida como un servicio pastoral a la comunidad cristiana y a todos aquellos conciudadanos que con verdadero espíritu de paz buscan los caminos de una sociedad nueva, más justa, más solidaria y fraterna, una sociedad pacífica que responda a la vez a las necesidades de los hombres y a los verdaderos designios de Dios. CAP. I LA PAZ, CLAMOR Y EXIGENCIA DE NUESTRO TIEMPO 1. SITUACIÓN CONFLICTIVA DEL MUNDO Quien examine con ojos limpios y espíritu desinteresado el panorama general de las relaciones internacionales tendré que reconocer la existencia de situaciones anormales y alarmantes. 1.1. División de bloques contrapuestos La sociedad mundial está dividida por la hegemonía de dos ideologías difícilmente conciliables, que dan lugar a sistemas enfrentados como dos bloques cerrados y opuestos que «dividen y contraponen entre sí a los pueblos»4. El dinamismo de estos bloques está determinado por el antagonismo de las dos superpotencias que presiden cada uno de ellos. Cada uno de estos bloques mira al otro con desconfianza, ve en él una amenaza para su prosperidad y hasta un rival en su voluntad de expansión y hegemonía. Las posiciones se endurecen y el afán por mantener las propias ventajas tiende a ser la razón primordial de las actitudes y de las acciones. Se sigue de ello una 4 JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986. 2. 382 CONSTRUCTORES DE I.A PAZ política de competencia y rivalidad que mata la necesaria confianza entre los pueblos, favorece la existencia de tensiones entre el Este y el Oeste y provoca la carrera de armamentos. 1.2. Carrera de armamentos y guerras localizadas La permanente tensión entre los dos bloques provoca el recurso a la fabricación y posesión de armas cada vez más perfeccionadas y de mayor poder de destrucción. Este objetivo destructor tiende a independizarse de cualquier otra consideración y lleva a planteamientos verdaderamente irracionales y crueles: una arma es tanto mejor cuanto más poder destructor tenga y más capaz sea de amedrentar al posible adversario. Las grandes potencias ponen a prueba sus fuerzas en guerras localizadas, en las que, sin necesidad de enfrentarse directamente, dirimen sus diferencias tratando de ampliar o conservar su hegemonía en territorios de terceros países. De esta manera se acrecienta la producción de nuevas armas y la venta de las ya superadas a otros países que se endeudan cada vez más hundiéndose en el subdesarrollo y en la miseria. Con razón el Papa Juan Pablo II ha denunciado la «ideologización de conflictos locales por parte de otras potencias, que buscan ventajas en una determinada región abusando de los pueblos pobres e indefensos»5. 1.3. Creciente fosa entre Norte y Sur La rivalidad que divide y enfrenta a los países desarrollados entre sí les mueve a centrarse en sus propios objetivos de desarrollo y armamento, desentendiéndose de las necesidades primarias de los pueblos menos desarrollados. Más aún, las enormes exigencias del armamentismo inducen a los países más fuertes a aprovecharse de las riquezas existentes en los países pobres, sin compensarles adecuadamente ni colaborar seriamente en su desarrollo. De esta manera se hace cada vez más profundo «el abismo social y económico que separa a los ricos de los pobres»6. Los pueblos del hemisferio Norte aumentan progresivamente las distancias con los países pobres del hemisferio Sur. El desarrollo insolidario de los primeros mantiene a los más pobres en el subdesarrollo mediante «manipulaciones inteligentes al servicio de ideologías y sistemas políticos que tienen como objetivo último la dominación»7. Así, mientras las tres cuartas partes de los recursos mundiales son consumidas por las naciones más adelantadas, Cf. Ibídcm. Ibídem Ibídcm. 383 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES que sólo representan una cuarta parte de la población, centenares de millones de personas pasan hambre; y mientras las grandes potencias del mundo acaparan los recursos de la humanidad para defender sus privilegiadas posiciones, los países más pobres se ven privados de lo más indispensable para sobrevivir. 1.4. Peligro de una catástrofe nuclear En esta situación la paz no tiene garantías suficientes. El acumulamiento de armas que algunos consideran como el mejor modo de evitar la guerra, no es capaz de construir la paz ni de eliminar las raíces profundas de los conflictos. En cualquier momento, las tensiones y las rivalidades pueden ser tan graves que hagan estallar el conflicto sin que sea posible controlar sus dimensiones ni mitigar su inmenso poder destructor. Aun antes de llegar a este momento crítico, la paz está ya herida en sus fundamentos por la injusticia existente, las múltiples agresiones localizadas y la estrategia de subversión y terrorismo extendida por diferentes puntos del mundo. La guerra no es más que la explosión brutal de la injusticia y de las ideologías expansionistas y dominadoras. 2. PRECARIA PAZ EN EUROPA Al examinar nuestras responsabilidades en relación con la paz, no podemos dejar de tener en cuenta la situación de Europa, de la que los españoles formamos parte. Al hablar de Europa no pensamos sólo en la Comunidad Europea, sino en Europa entera, desde el Atlántico a los Urales. Estamos y queremos estar unidos a esta Europa dividida y amenazada, que busca ansiosamente la seguridad y la paz al saberse la primera víctima en el caso de que se rompiera el difícil y frágil equilibrio existente enjre los bloques. 2.1. Una guerra todavía no cerrada A pesar de los importantes logros alcanzados durante los últimos años en las relaciones entre los pueblos europeos, no se ha llegado todavía a un tratado de paz que cancele del todo la segunda guerra mundial concluida militarmente hace ya más de cuarenta años. Desde entonces pueblos enteros se ven privados de su autonomía cultural y política; las libertades de expresión, de conciencia y de libre circulación no están reconocidos en gran parte de Europa; diversas naciones se ven divididas por fronteras artificiales que se mantienen por la fuerza y el temor de las armas. La incompatibilidad 384 CONSTRUCTORES DE LA PAZ entre los bloques y las áreas de influencia dividen violentamente a Europa en zonas incomunicadas y se miran con desconfianza y están sometidas a las exigencias de la rivalidad entre las superpotencias y a los vaivenes de sus relaciones. 2.2. Una búsqueda larga y laboriosa Los países europeos sienten la necesidad de superar esta situación o de mitigar al menos sus consecuencias más irritantes y dolorosas. Cuando el mundo entero se siente llamado a vivir como una única familia resulta menos tolerable la división y el enfrentamiento dentro de la familia europea, en la que no es posible el mutuo enriquecimiento al faltar la libertad de comunicación; las mismas familias se ven obligadas a vivir divididas y los problemas comunes no pueden ser abordados en sus dimensiones naturales porque no es posible la colaboración directa entre los trabajadores, los empresarios, los intelectuales, los políticos y los gobernantes. El Acta de Helsinki, así como la Conferencia de Seguridad y Cooperación de Europa (1975), son expresión de un anhelo común. A pesar de los escasos frutos obtenidos en la práctica, continuó el diálogo en las sesiones de Belgrado, Madrid y Estocolmo. El proceso, iniciado hace diez años, será revisado, una vez más, en Viena. Ojalá estos esfuerzos logran pasos efectivos en el reconocimiento de la libertad y de la justicia, fundamentos indipensables de la paz verdadera. 3. DIFICULTADES PARA LA PAZ EN LA SOCIEDAD ESPAÑOLA Si bien en relación con la paz exterior nuestra situación es muy similar a la del resto de los países de Europa occidental, nos encontramos, sin embargo, en unas circunstancias peculiares en relación con la paz interna de nuestra sociedad. Entre nosotros la injusticia, las tensiones, las ideologías intolerantes, la presencia misma de la violencia, tienen caracteres singulares y específicos. Enumeramos únicamente los que constituyen las mayores dificultades para construir sólidamente una convivencia pacífica estable: la injusticia social que mantiene en la pobreza a varios millones de españoles; el paro, que en vez de disminuir alcanza cifras intolerables; las ideologías totalitarias y agresivas sostenidas por grupos minoritarios; la dificultad de armonizar los derechos e intereses de las diversas nacionalidades y autonomías con las justas exigencias del bien común; la pérdida de ideales y valores éticos socialmente compartidos la persistencia del terrorismo inhumano y cruel. Sin caer en actitudes catastróficas, es innegable que los españoles debe385 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES mos enfrentarnos con estos problemas de manera seria y enérgica para llegar a una convivencia verdaderamente reconciliada, enriquecida con el bien de la paz, que nos permita superar definitivamente los enfrentamientos de nuestra historia y contribuir a la paz mundial, con arreglo a nuestras posibilidades históricas, culturales y religiosas. 4. 4.1. ACTITUDES SOCIALES DE FONDO Crisis de verdad y de sentido La amenaza de una guerra nuclear, las injustas diferencias entre los pueblos del mundo, la precaria paz de Europa y los conflictos de la sociedad española obedecen en el fondo a actitudes de prepotencia y de dominio que impiden la implantación de un orden verdaderamente justo y solidario entre los hombres. Acostumbrados a vivir en un clima de injusticia y de violencia, las grandes palabras, como «paz», «justicia», «solidaridad», quedan adulteradas y vacías de sentido. Perdidos en una sociedad donde se infringen habitualmente los criterios morales de respeto a la vida y de la convivencia, los hombres y las naciones sufren una crisis de verdad, de confianza y de sentido. 4.2. Resignación y desencanto Esta situación provoca en muchos la sensación de que no hay posibilidad de rectificar la situación actual, caminando hacia una sociedad nueva, más justa y solidaria, en la que las relaciones entre los pueblos estén dirigidas por un sentimiento de solidaridad universal en vez de inspirarse en la rivalidad y la competencia. La progresiva concentración de poderes hace cada vez más difícil la participación responsable de los ciudadanos en las grandes decisiones sociales y políticas. Por eso no tiene nada de extraño que muchos hombres y mujeres se dejen llevar por el desencanto y lleguen a la conclusión de que la situación actual del mundo, dividido en bloques y atravesado por tensiones y conflictos, es algo inevitable. Especialmente los jóvenes de uno y otro sexo se ven angustiados por un futuro cargado de dificultades y amenazas ante el cual no saben qué pueden o qué deben hacer. Este estado de ánimo provoca en unos reacciones agresivas y a otros los lleva a actitudes pasivas fácilmente aprovechadas por grupos minoritarios que aspiran a manipular y dominar la vida de los pueblos. «Todo esto puede y debe ser cambiado»8. Ibídem, 4. 386 CONSTRUCTORES DE LA PAZ 4.3. Hacia una «mentalidad totalmente nueva» La paz no es un ideal utópico que pueda ser dejado al entusiasmo de ciertos grupos soñadores. La paz universal se ha convertido en una condición indispensable para la subsistencia de la humanidad, en un punto de partida necesario para poder superar los graves problemas del hambre y de la pobreza en el mundo y avanzar en el establecimiento de una vida libre, pacífica y digna para todos los hombres de la tierra. Nosotros queremos afirmar solemnemente que la paz es necesaria, que la paz es posible, que es obligado para todos hacer cuanto dependa de nosotros para que sea pronto una realidad. Hay que resaltar que está ganando terreno la conciencia de que la reconciliación, la justicia y la paz entre los individuos y entre las naciones no son simplemente una llamada dirigida a unos cuantos idealistas, sino una verdadera condición para la supervivencia de la misma vida9. Esta conciencia está suscitando el nacimiento de grupos y movimientos que buscan nuevos caminos para construir la paz. Se extiende la convicción de que vivimos un «tiempo de adviento, de espera»10, y se despierta el sentimiento de que se abre una nueva época de la historia humana, cuyo rumbo está aún en nuestras manos. Los cristianos no podemos asistir con indiferencia a estos acontecimientos. En el Evangelio y en la vida de la Iglesia encontramos «nobles corazones, más aún, motivos de inspiración para realizar cualquier esfuerzo que pueda dar paz verdadera al mundo de hoy»11. El Concilio Vaticano II nos invitó hace ya más de veinte años a examinar los problemas de la guerra con «mentalidad totalmente nueva»12. A partir de la iluminación que nos viene de la revelación de Dios, de la tradición de la Iglesia y de las insistentes enseñanzas de los últimos Papas, debemos examinar las graves amenazas que se alzan hoy contra la paz del mundo, asumir con simpatía y discernimiento las aspiraciones de paz que surgen en los diversos grupos humanos, denunciar las raíces de la violencia e impulsar todo aquello que acelere el establecimiento de la paz universal entre los hombres y las naciones de la tierra. " Cf. Ibídem. '0 JUAN PABLO II, encíclica «Kcdemptor Hominis». 1. 11 JUAN PABLO II Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986, 6. 12 Constitución pastoral, 80. 387 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES CAP. II. 1. VISION CRISTIANA DE LA PAZ A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS Jesucristo es la Palabra definitiva de Dios sobre la salvación del hombre. Por ser el Hijo mediador y plenitud de toda revelación, ilumina y da sentido a todo lo válido del Antiguo Testamento, llevándolo a su plenitud insuperable y absoluta. Esa Palabra se hace hoy presente entre nosotros gracias al Espíritu, «por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia y, por Ella, en el mundo entero; va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la Palabra de Cristo»13. Por ello centramos ahora nuestra atención en esa Palabra fijada para siempre en la Sagrada Escritura, transmitida, anunciada e interpretada por el Magisterio de la Iglesia. 2. CRISTO, NUESTRA PAZ Con estas palabras de San Pablo (Ef. 2, 14) formulamos la confesión de nuestra fe y enunciamos la perspectiva propia de los cristianos en la construcción de la paz entre los hombres. Con su vida, su muerte y su resurrección, Jesucristo trajo a los hombres la paz de Dios, y fue constituido fuente de paz y reconciliación para todos los tiempos y para todos los pueblos. La predicación del Evangelio sigue renovando y estimulando a la Iglesia e invitando a todos los hombres a que se dejen penetrar por su Espíritu vivificante. Al propio tiempo, el mismo Espíritu sigue actuando más allá de las fronteras visibles de la Iglesia en el secreto de las conciencias de todos los hombres de buena voluntad14. 2.1. El ejemplo y la predicación de Jesús En su forma de vivir y en su predicación, Jesús de Nazaret expresa una convicción fundamental: que Dios es Padre, amor gratuito y generoso, que quiere que todos los hombres lleguen a ser sus hijos y vivan como hermanos, en paz y amor; que se inicia ya un «año de gracia»15 en el que llegará la paz y la liberación para todos los que, cogiendo su palabra, limpia su corazón de egoísmo y violencia. 11 Constitución dogmática sobre la Divina Revelación. 8. Cf. CONCILIO HCUMENICO VATICANO II, Constitución dogmática «Lumen gentium» sobre la Iglesia, 16. 15 U 4. 19. 14 388 CONSTRUCTORES DE LA PAZ Jesús centró su predicación en anunciar el Reino de Dios inaugurado en El mismo. Este Reino se realizará plenamente en el mundo nuevo de la Resurrección más allá de las fronteras de la muerte. La adhesión de los hombres por la fe y la conversión a este anuncio de Jesús abre la posibilidad y la obligación de realizar ya en este mundo de manera anticipada los rasgos esenciales de este Reino, que son misericordia, justicia, amor, verdad, liberación y libertad para los oprimidos hasta que el Señor vuelva. El Reino es como un banquete, al que todos los hombres son invitados para sentarse juntos y participar en la misma mesa16. Con este espíritu, Jesús formó una comunidad, cuya ley era el amor en el servicio; infundió confianza a los pobres, enfermos y pecadores; quiso librar a los poderosos y ricos de sus falsas seguridades; anunció un mundo reconciliado en el que todos vivan como hijos de Dios y hermanos entre sí. 2.2. Por la sangre de su cruz Cuando Jesús tuvo que enfrentarse con la muerte a manos de los hombres renunció a cualquier respuesta violenta, aceptó la voluntad misteriosa de Dios en amor y obediencia, se entregó mansamente como cordero llevado al matadero y murió perdonando a quienes lo mataban y ofreciéndose a Sí mismo como precio de la redención universal. Quienes creemos en El como Hijo de Dios y salvador de los hombres no podemos olvidar que el Evangelio, cuando nos propone expresamente el seguimiento de Jesús, destaca estos rasgos: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón»17. Dios mismo estaba misteriosamente presente en la muerte de su Hijo, ofreciendo su vida por nosotros para reconciliar a todos los hombres de El18. Al reconciliarnos con Dios, Jesús trajo la paz al mundo por la sangre de su cruz19 y derribó el muro e enemistad que separaba a los pueblos20. Resucitado de entre los muertos por el poder de Dios, Jesucristo fue constituido Señor, primicia de un mundo nuevo al que todos somos llamados. Con la fuerza de esta vocación y de esta esperanza, creyendo en El y aceptando en nosotros la acción de su gracia, podemos y debemos transformar este mundo a imagen y semejanza del mundo futuro, estableciendo ya desde ahora, aunque sea precariamente, el Reino de Dios, presidido por Jesucristo resucitado, Señor de la historia, y animado por el Espíritu Santo, fuente de amor, de fraternidad, de paz entre los hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación21. 16 Cf. Mt 2 2 , 1-4. Mt 11, 2 9 . Cf. 2 C o r 5, 18-19. " Cf. Constitución pastoral, 7 8 . 20 Cf. Ef 2 , 14. 21 Cf. Ap 5, 9-10. 17 18 389 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES 2.3. El Evangelio de la paz Este anuncio resume el mensaje de Jesús en relación con la paz: Dios ha intervenido en el mundo para suscitar el amor y la fraternidad entre todos los hombres, concediéndonos el don de la paz y pidiendo nuestra colaboración mientras llega la plenitud de la salvación. La paz es don de Dios. Quienes reciben en su corazón la buena noticia del Reino adquieren una visión del mundo y de la vida, experimentan el perdón y el amor de Dios, que les hace a su vez capaces de perdonar y amar a los hombres como ellos mismos son amados y perdonados. Jesús exhorta a sus discípulos a amar a sus enemigos, a ser buenos con todos más allá de los límites de las exigencias y los derechos: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; perdonad y seréis perdonados, porque con la medida con que midáis seréis medidos 22 . Por todo ello, los pacíficos son llamados «hijos de Dios» y Jesús los proclama bienaventurados: «Bienaventurados los que buscan la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios»23. La paz es fruto del amor. Esta tarea de pacificación, como el amor cristiano que la inspira, va siempre más allá de las leyes escritas y de las observancias legales: «Si alguno te obliga a andar una milla, vete dos con él»24. Prohibe devolver mal por mal y manda, en cambio, hacer el bien incluso a los que hacen el mal y a los enemigos 25 , no se toleran odios, desprecios, venganzas ni represalias contra nadie. Expresiones como «a quien te abofetee en una mejilla, ofrécele también la otra» o «al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto» 26 , manifiestan, dentro de su estilo hiperbólico, una mentalidad nueva, que crea en el hombre un corazón pacífico y pacificador. La paz, responsabilidad de los hombres. La paz, como todo don de Dios al hombre, debe contar con nuestra disponibilidad y colaboración. La conversión al Reino de Dios incluye necesariamente nuestro compromiso en favor de la paz. Este compromiso tiene unos contenidos y unas exigencias morales que podemos llamar «su verdad»: justicia, amor, verdad, misericordia, especialmente con los pobres y los oprimidos. Los pacíficos del Evangelio son los que, además de haber comprendido el designio de Dios, tratan de plasmarlo en el tejido de la historia: «No todo aquel que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial»27. 22 Cf. Jcr 6, 14 La paz exige práctica de la justicia, de la verdad y de la misericordia- Is 32 1618; Os 2. 20-29. -' Mt 5 . 9. Mt 5 . 4 1 . Cf. Mt 5, 4 4 . 26 Cf. Mal 5 , 4 0 . 27 Mi 7. 21. 34 25 390 CONSÍ RUCTORES DE LA PAZ Para construir la paz es necesario amar inseparablemente a Dios y a los hombres, inseparables entre sí: «Si al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego, vuelve a presentar tu ofrenda»28. De aquí la «verdad de la paz» tenga sus exigencias y compromisos en favor del hombre. La calidad cristiana de este compromiso se manifiesta especialmente en la preferencia por los desvalidos y humillados, en quienes Jesús mismo se hace presente y nos juzga29. 3. JESUCRISTO, ESPERANZA DE LOS PUEBLOS 3.1. Shalom, paz El hombre ha sido creado por Dios para vivir en comunión con El, con los demás criaturas y con todas las criaturas30. El hijo de Dios vino a este mundo, enviado por el Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, para formar un pueblo «de su propiedad», que fuera verdadera comunidad universal fundada en el reconocimiento de su paternidad y de su soberanía, viviendo en justicia, amor y misericordia31. El conjunto de estos bienes se expresa en el saludo bíblico «shalom» con el que se desea la paz como síntesis de todos los bienes necesarios y posibles. Esta paz significa bienestar, prosperidad material y espiritual, sosiego y felicidad, bendición de Dios y estima de los hombres de buena voluntad32. 3.2. La paz, obra de la justicia Aunque la paz sea un don que Dios concede a su pueblo33, la construcción de la paz es también tarea de los hombres; para ello es preciso vivir con sentimientos de reconciliación, con espíritu de justicia y con actitudes de solidaridad y misericordia hacia los más débiles y necesitados de la sociedad. Cuando no hay justicia se dice paz, paz, pero no hay paz34; cada uno crea sus propios ídolos para mantener sus falsas seguridades, oponiéndose así al 31 Mi 5, 23. Cf. M i 2 5 , 31-4.1 Este es el significado teológico del relato bíblico del paraíso (Cf. Gen 2). 31 Cf. Ex 19, 5-6. 1-8; Lev 25, 1-55. 32 Cf. La paz es bienestar: Job 9, 4; 1 Re 9, 25; felicidad Sal 38, 4; 2 Sam 18, 32, confianza mutua Num 25. 12; salud Ben 26, 29; Sam 18, 29; plenitud de bienes: Sal 37-11; Lev 26, 1-13. 33 Cf. Aspecto destacado en los llibros sapienciales: Sal 4, 9; 34, 15; 35, 27; 85, 9; Prov 3, 2-7. Cf. Jer 6, 14. La paz exige práctica de la justicia, de la verdad y de la misericordia: Is 32, 16-18; Os 2, 20-29. 34 Cf. Jer 6, 14. La paz exige práctica de la justicia, de la verdad y de la misericordia: Is 32 16-18- Os 2, 2(1-29. 29 30 391 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES verdadero Dios que quiere la justicia y la misericordia entre los hombres. Negando los derechos del hombre se niegan también los derechos de Dios35. Por eso el mismo Creador pide cuentas a Caín, el primer fratricida que rompió la paz: «¿Dónde está tu hermano?»36. 3.3. En la esperanza de la paz definitiva A pesar de las desviaciones y pecados de los hombres, los profetas anuncian que Dios llegará a reinar sobre toda la tierra y establecerá la paz en los últimos tiempos. Convertirá a las naciones poderosas, que forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas podaderas; no levantará la espada nación contra nación ni se ejercitarán más en la guerra37. «Yhavé proclamará la paz a las naciones»38, llegará al fin del mundo paradisíaco de la reconciliación y de la paz39. El Nuevo Testamento mantiene y confirma esta esperanza. Al final de los tiempos habrá nuevos cielos y nueva tierra, una nueva ciudad bajada del cielo, esto es, promovida por el amor y la gracia de Dios, morada de Dios con los hombres, sin muerte ni llanto, sin gritos ni fatigas40. 3.4. La paz, objetivo posible Los profetas anunciaron que esta reconciliación definitiva sería obra del Mesías, Príncipe de la paz41, y los cristianos confesamos a Jesucristo como el Mesías que ha traído la paz del Reino de Dios. Sin embargo, seguimos todavía viviendo bajo el azote de la guerra y aguardando la llegada de un mundo plenamente reconciliado. Sabemos que la paz entre los hombres entra dentro de los bienes del Reino que son posibles en este mundo. La guerra, las divisiones, los conflictos no son inevitables. Tenemos dentro de nosotros, por la gracia de Dios, la capacidad de superar las divisiones y construir un mundo de paz42. No es la fuerza fatalista del destino, sino nuestros propios pecados, pecados de egoísmo, ambición, intolerancia y venganza, lo que impide el establecimiento de la paz. Por eso, la Iglesia reclama la responsabilidad moral de los dirigentes políticos y la conversión de los hombres a una vida justa y solidaria 35 36 37 38 39 40 41 42 Cf. Is 11, 1-10; Jer22, 16. Gen 4 , 9 Cf. Is 2, 4; Miq 4, 3. Cf. Z a 9, 10. Cf. Is 11 y 12. Cf. A p 2 1 , 1-4. Cf Is 9, 6-7. Cf. 2 C o r 13, 11. 392 CONSTRUCTORES DE LA PAZ como raíz de los hombres a una vida justa y solidaria como raíz de los cambios y del esfuerzo necesarios para construir la paz. Ni el optimismo irresponsable ni la resignación fatalista son actitudes cristianas. La paz no llegará sola ni es fácil conseguirla. Pero está en nuestras manos. Las promesas y los dones de Dios nos permiten creer en la paz, amarla y esperarla como algo posible, a pesar de nuestra debilidad y de nuestros pecados. 4. 4.1. LA PALABRA DE LA IGLESIA Misión de la Iglesia y de los cristianos Entre la reconciliación ya realizada en Jesucristo y la plenitud de los tiempos se sitúa el tiempo de la Iglesia. La Iglesia es en Cristo «sacramento o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano»43. Ella, que es una y universal en la variedad de los pueblos y de las culturas, puede fomentar los vínculos entre las naciones. Desde el primer momento, la Iglesia naciente comenzó llevando a los diversos pueblos la conciencia de la unidad y el espíritu de reconciliación. La búsqueda y la defensa de la paz ha operado siempre en la conciencia de la Iglesia como una de sus más graves obligaciones. Ni siquiera en las épocas más oscuras de la historia dejó de manifestarse de algún modo esta conciencia. En los tiempos más cercanos, la doctrina y las enseñanzas del Magisterio han denunciado repetidamente los males de la guerra y han urgido las exigencias de la paz. 4.2. Ejemplo de las primeras comunidades de la Iglesia Convencidos de que la promesa de salvación es también «para los que están lejos»44, los primeros cristianos vencieron toda tentación de sectarismo y de discriminación entre hombres y pueblos. Pronto la comunidad de Jesús abrió sus puertas a los gentiles, pues «Dios no hace distinción de personas»45. Con el mismo espíritu de universalidad, las Iglesias que fueron naciendo en el mundo helenístico derribaron los muros de raza, sexo y condición social que impedían la fraternidad entre todos los hombres46. Lo mismo que el Maestro, también los primeros cristianos entraron en 43 44 45 46 Constitución pastoral, 42. Act 2, 39. Cf. Act 10, 34. Cf. Gal 3, 28. 393 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES conflicto con «los dominadores de este mundo tenebroso»47, sufrieron la persecución y el martirio. Con su paciencia y mansedumbre manifestaron el espíritu de reconciliación, vivieron y murieron perseverantes «en la caridad primera»48, anunciando el evangelio de la paz. 4.3. Una exigencia constante en la historia del cristianismo No es fácil encarnar el evangelio del amor y de la paz en una sociedad marcada por la rivalidad y la violencia. Ello puede explicar hasta cierto punto las diferencias y desviaciones de muchos cristianos contra esta vocación de unidad y de paz. Porque aunque los acontecimientos del pasado hayan de ser interpretados y juzgados dentro de su contexto histórico, es obligado reconocer que los miembros de la comunidad cristiana no hemos sido siempre instrumento ni signo de paz: guerras de religión entre cristianos y contra otras religiones, alianzas con los poderes de este mundo, silencio ante la violencia y los agresores; todo ello son deficiencias y pecados que desfiguran la vida de la Iglesia necesitada de purificación constante49. A pesar de todo, el servicio a la paz ha estado siempre vigente en la conciencia de la Iglesia, obligándole a resistirse a aceptar la guerra como medio normal de comportamiento entre los hombres. Es significativa y digna de admiración la resistencia de los primeros cristianos de Roma a participar en las acciones violentas de su sociedad, a pesar del reconocimiento de la autoridad civil como representante de Dios e instrumento del bien común y de la convivencia5". Cuando la expansión del cristianismo hace que aumente el número de los cristianos que participan en la milicia, a los soldados cristianos se les recuerda las exigencias del amor fraterno51. Más tarde, cuando la sociedad entera pretende regirse por los criterios de la fe cristiana, son los mismos cristianos quienes tienen que buscar la difícil armonía entre las exigencias del amor propio al prójijo y el mantenimiento del orden o de la defensa contra los enemigos52. 4.4. La regulación moral de la guerra Esta preocupación llevará a los doctores y pastores de la Iglesia, y especialmente a San Agustín, a formular los preceptos morales que deben 47 Ef6, 12 w A p 2 . 4. "" Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática «Lumen gentium». sobre la Iglesia, 8. 50 Rom 13. 1-7. 51 Sobre este punto es muy válida la información de la CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA en su exhortación La justicia construye la paz, cap. 3.1. 52 Cf Concilio de Arles (314) en la exhortación citada, 3.1., en nota anterior. 394 CONSTRUCTORAS DE I .A PAZ observarse cuando las circunstancias imponen la aceptación de la guerra: la paz es el conjunto de todos los bienes y debe ser siempre deseada y protegida, mientras que la guerra es un mal devastador que debe evitarse y rechazarse. Cuando la autoridad no puede defender de otra manera la paz del pueblo, la réplica armada a los adversarios debe vulnerar lo menos posible las exigencias del amor y del perdón a los enemigos. La intención de esta doctrina no fue nunca la justificación de la guerra, sino la defensa de las exigencias de la justicia y del amor a los enemigos aun en la circunstancia anómala de tener que usar la violencia. Con la misma intención, Santo Tomás de Aquino y otros teólogos, entre los que descuellan los españoles del siglo xvi, condenaron los males de la guerra y perfeccionaron la doctrina moral de la Iglesia sobre la guerra misma, tratando de evitarla en lo posible o, por lo menos, de disminuir y mitigar sus males". Para que el desarrollo de una guerra sea compatible con la moral cristiana debe existir una causa justa, han de estar agotados los procedimientos pacíficos de restablecer el orden, debe estar declarada y dirigida por una autoridad competente y soberana en la imposibilidad de recurrir a otra instancia superior. Los males infligidos al agresor deben ser proporcionales y restringidos para no violar los principios de la justicia ni destruir los bienes que se quieren proteger. Es preciso reconocer con tristeza que estas exigencias morales se han ido relajando y hoy existen concepciones de la «guerra justa» que tienen poco que ver con la visión cristiana de la paz y de la guerra. 5. EL MAGISTERIO ACTUAL DE LA IGLESIA Ante las graves amenazas que se ciernen sobre el mundo contemporáneo, la Iglesia ha desarrollado sus consideraciones morales sobre los problemas de la paz y de la guerra. El Concilio Vaticano II recoge y actualiza la doctrina tradicional de la Iglesia y las enseñanzas de los Sumos Pontífices: es preciso construir la paz y abandonar la guerra para siempre54. 5.1. La paz, obra de la justicia La paz, aspiración de todos los hombres y de todos los pueblos, es un don de Dios que por «la cruz elevada sobre el mundo lo abraza simbólicamente y " Cf SAN AGUSTÍN, De avílale üei. I.XIX c. 7, SANTO TOMAS, 11-11 40; FRANCISCO DE VITORIA, De indis sive de iure belli Huipanorum in barbaros: Rclectio posterior: Obras editadas por T. URBANO (Madrid, 1960), XI1-858. 54 Cf. JUAN XXIII, l'az en la ¡ierra, 109. Según JUAN PABLO II. debemos fomentar «una conciencia universal de los peligros terribles de la guerra»: Cf. Mensaje a la sesión especial de la ONU, 1982, 7. 395 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES tiene el poder de reconciliar Norte y Sur, Este y Oeste»55. Paz no quiere decir sólo ausencia de guerra, no se reduce al solo equilibrio de fuerzas contrarias ni nace de un dominio despótico, sino que con razón y propiedad se define como la obra de la justicia56. No hay verdadera paz si no hay justicia: «la paz construida y mantenida sobre la injusticia social y el conflicto ideológico nunca podrá convertirse en una paz verdadera para el mundo57. La justicia se expresa principalmente en el respeto a la dignidad de las personas y los pueblos y en la ayuda eficaz a su desarrollo58. La paz, continuamente amenazada por el pecado, ha de fraguarse en el corazón del hombre: «ante todo, son los corazones y las actitudes de las personas los que tienen que cambiar y esto exige una renovación, una conversión de los individuos59. Además, la paz tiene sus propios caminos, que son inexorables: el respeto al «derecho natural de gentes»60, la edificación de un nuevo orden internacional, el respeto a los acuerdos adoptados, la renuncia al egoísmo nacionalista y a las ambiciones de dominio, el cambio de mentalidad de los pueblos hacia sus presuntos adversarios y el diálogo como camino de solución de los conflictos61. En una situación como la que vivimos es muy difícil que se den las condiciones mínimas para poder hablar de una guerra justa. La capacidad de destrucción de las armas modernas, nucleares, científicas y aun convencionales escapa a las posibilidades de control y proporción. Por ello hay que tender a la eliminación absoluta de la guerra y a la destrucción de armas tan mortíferas como las armas nucleares, biológicas y químicas. Esto no será posible sin un cambio de conciencia que lleve a rechazar la guerra y extirpar las injusticias que la alimentan; es preciso llegar al desarme de las mismas conciencias62. 6. UNA MENTALIDAD EVANGÉLICA La situación amenazadora del mundo exige un cambio si se quiere sobrevivir. Esta es la opinión generalizada entre muchos de nuestros contemporáneos, y el mismo Concilio Vaticano II expresó su preocupación y dio su voz de alerta. H JUAN PABLO II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986, 6 Cf. Constitución pastoral 78. JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986, 3. w Cf. Constitución pastoral, 78. w JUAN PABLO II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986, 3. "' Constitución pastoral, 79. " Cf. Constitución pastoral, 82 y 83. *2 Cf. JUAN XXIII. Paz en la tierra, 113. w 57 396 CONSTRUCTORES DE I.A PAZ Los cristianos tenemos ya en el Evangelio las orientaciones fundamentales para superar esta situación, juzgando con un corazón nuevo la nueva coyuntura histórica. La paz que hemos de construir tiene su fuente en el amor; sólo desde ahí podemos emprender «el camino de la solidaridad, del diálogo y de la fraternidad universal63. Este amor alcanza también a los enemigos; no caben represalias ni venganzas. La construcción de la paz es responsabilidad de todos. Con esta mentalidad evangélica, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia y el testimonio de los mejores cristianos, queremos examinar ahora los problemas que se plantean hoy en relación con la paz y con la guerra, deseosos de ayudar a los cristianos y a los hombres de buena voluntad a aclarar sus conciencias sobre estas complejas cuestiones y promover el desarrollo de la paz en la medida de sus fuerzas. CAP. III. JUICIO CRISTIANO SOBRE LAS GRANDES CUESTIONES DE LA PAZ Queremos proyectar esta mirada evangélica sobre las cuestiones más urgentes de nuestro tiempo en torno a la paz, no para ofrecer propuestas concretas, que pertenecen al terreno de la política mundial o nacional, sino para que las soluciones no sucumban al pragmatismo del puro «realismo político» sin horizontes éticos. Es cierto que los grandes ideales quedan siempre más allá de las actuaciones prácticas, pero si éstas no brotan de preocupaciones éticas ni tratan de acercarse a los ideales, tampoco serán válidas para construir la verdadera paz. 1. LA GUERRA ES UN MAL CONDENABLE Para el pensamiento cristiano, la guerra es un mal que no responde a la naturaleza del hombre como ser racional y sociable; un atropello contra los derechos humanos y contra los derechos de Dios; una violencia incompatible con la mansedumbre de Jesucristo y el Evangelio de reconciliación. Dadas las espantosas consecuencias que hoy puede provocar un conflicto bélico, la guerra ha llegado a ser un mal intolerable: «en nuestra época, que se jacta de poseer la energía atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado»64. Una guerra con armas nucleares, bacteriológicas o químicas no puede ser justificada bajo ningún concepto ni en ninguna situación. La rapidez de 63 64 JUAN PABLO II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986 4 JUAN XXIII, Paz en la tierra, 127. 397 DOCUMENTACIÓN SOBRK ASUNTOS EXTERIORES intervención de las partes en conflicto y la capacidad de destrucción ilimitada hacen intolerables unos efectos que supondrían un crimen contra la humanidad, por lo que la guerra debe ser condenada sin paliativos65. Es igualmente injustificable cualquier guerra de agresión, sean cuales fueren los medios de destrucción empleados; serán siempre rechazables por la intencionalidad que originó el enfrentamiento y por la finalidad que se persigue, y ello aun independientemente del peligro real que entraña, además, la posible generalización del conflicto. Por otra parte, está disminuyendo la diferencia entre armamento nuclear y convencional. Resulta, por tanto, evidente que debemos hacer un esfuerzo para preparar con todas nuestras fuerzas los tiempos en que, con el consentimiento de las naciones, pueda ser proscrita totalmente toda clase de guerra66. 2. DERECHO A LA LEGÍTIMA DEFENSA La autodeterminación, la libertad y la integridad son bienes de los pueblos y de las naciones que pueden y deben ser defendidos por la autoridad legítima en el caso de que existan amenazas o agresiones injustas. En la doctrina católica, la autoridad y el Estado tienen la misión primordial de defender de la mejor manera posible los derechos personales y colectivos contra cualquier clase de agresión injusta que pueda presentarse. Ya desde ahora hay que decir que esta «mejor manera posible» ha de tener en cuenta no sólo la eficacia y la contundencia, sino también los aspectos morales, el respeto a la dignidad humana del adversario y, sobre todo, los derechos de la población inocente. En ausencia de una autoridad capaz de asegurar el orden internacional, está claro que un Estado soberano puede y debe organizar adecuadamente la defensa de su población y de su territorio. No es suficiente una concepción de la paz como mera ausencia de guerra, ni puede apoyarse la defensa en una mentalidad armamentista. Una política de promoción positiva de la paz tiene que fundarse, en primer lugar, en el respeto a los derechos de todos y al desarrollo de unas relaciones internacionales justas y solidarias. Hoy, por desgracia, existen todavía amenazas contra la paz y la libertad de los pueblos. Estas amenazas provienen de las ideologías que justifican la negación de los derechos humanos concretos en favor de inciertas utopías futuras, de la búsqueda de un bienestar cada vez mayor como meta absoluta sin atender a las necesidades de los demás, de la rivalidad y expansionismo de *' Cf. Constitución pastoral, 80. <* Cf Ibídcm, 82. 398 CONSTRUCTORES DE I.A PAZ las grandes potencias, del empleo de métodos subversivos y violentos para reivindicar pretendidos derechos o vengar agresiones padecidas. Es necesario todavía reclamar «el respeto de la independencia, de la libertad y de la legítima seguridad» de los pueblos67. Por ello no se puede negar a los gobiernos el derecho a tomar las medidas necesarias para la defensa y seguridad de sus pueblos68. 3. EXIGENCIAS ÉTICAS DE UNA LEGÍTIMA DEFENSA El derecho a la defensa legítima justifica evidentemente la producción y posesión de los medios necesarios para ejercerla. Pero desde el punto de vista moral surgen aquí graves preguntas: ¿Es lícito cualquier modo de organizar y llevar a cabo la propia defensa? ¿Es igualmente lícita la posesión y uso de cualquier clase de armas? La doctrina tradicional de la Iglesia aplicada a las nuevas circunstancias tiene también aquí su aplicación. El principio general para iluminar estas cuestiones es el siguiente: La defensa tiene que estar ordenada y subordinada al bien común de la sociedad, cuyos bienes se pretende defender; tiene que encaminarse a la evitación de la guerra, nunca a fomentarla o a provocarla; por último, la defensa tiene que ser proporcionada a los peligros reales de agresión. Tales criterios excluyen la validez de la carrera ilimitada de armamentos. Por otra parte, la defensa no puede descansar únicamente en la fuerza disuasoria de las armas. El primer esfuerzo de la defensa ha de consistir en el reconocimiento de los derechos humanos de todos los hombres y pueblos, así como en el desarrollo de relaciones internacionales inspiradas en el respeto, la confianza y la solidaridad. La legítima moral de la defensa no justifica, por tanto, la producción ilimitada de armas, dando lugar al desarrollo de una industria armamentística. Cuando esto ocurre, la defensa, en vez de ser recurso imprescindible para situaciones especiales, se convierte en el eje de un sistema económico que necesita ampliarse constantemente y justificarse sin cesar con la existencia de tensiones y conflictos. En esta situación, la fabricación y el comercio de armas, lejos de ser un instrumento de defensa, resulta un aliciente para la guerra, una verdadera amenaza contra la paz y hasta puede llegar a ser una injusticia respecto a los más pobres. Llegados a este punto, no se puede dejar de hablar de los problemas que plantean las armas llamadas científicas, es decir, armas nucleares, biológicas y químicas. A efectos del juicio moral, la particularidad de estas armas es, 67 68 Cf. J U A N P A B L O II, Mensaje a la II Asamblea Extraordinaria d e la O N U (7-VI-1982), 5. Constitución pastoral, 79. 399 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ante todo, su gran poder mortífero y destructor. Desde el punto de vista cristiano, en principio, no es moralmente aceptable ni la fabricación, ni el almacenamiento de esta clase de armas. Su gran poder destructor hace imposible admitir la moralidad de tal clase de armamentos. Un juicio semejante habría que hacer de ciertas armas convencionales con creciente capacidad de destrucción masiva e indiscriminada. Nunca deberían haber aparecido en una humanidad civilizada estos instrumentos de destrucción. Una conciencia moral no puede aceptar la existencia y el desarrollo de tales armas como un modo normal de ejercer el legítimo derecho a la propia defensa. La Iglesia, como intérprete de la conciencia que nace del Evangelio y de la misma conciencia moral de la humanidad, no ajena a las inspiraciones del Espíritu de Dios, no puede dejar de mantener vivo el imperativo moral de la prohibición y destrucción generalizada y controlada de tal clase de armamentos. 4. EL PROBLEMA MORAL DE LA DISUASIÓN Para iluminar moralmente la situación actual no es suficiente decir que estas armas no deberían haber existido nunca. De hecho, las naciones más poderosas del mundo, divididas en bloques antagónicos, se amenazan mutuamente con grandes arsenales de armas nucleares y científicas capaces de destruir totalmente la vida humana sobre la tierra. El juicio moral sobre esta situación es complejo y requiere importantes matizaciones. La estrategia de disuasión, tal como se practica actualmente, no garantiza de manera suficiente la construcción de la paz y presenta graves dificultades a una conciencia moral bien informada. En efecto, la estrategia de disuasión, llevada de su propio dinamismo interno, obliga a un crecimiento ilimitado en cantidad y calidad de las armas científicas, aumentando ciegamente su poder destructor; esta carrera ilimitada de armamentos condiciona cada vez más el desarrollo industrial y económico de los países afectados; el gran costo de estos armamentos obliga a consumir desmesuradamente los recursos limitados de que dispone la humanidad e impide a los países más desarrollados mantener unas relaciones de verdadera colaboración y solidaridad con los países pobres y subdesarrollados. Mientras en unos países se llega a construir artefactos costosísimos, de vida efímera, que tienen que ser sustituidos en poco tiempo, en otros lugares de la tierra los hombres no pueden conseguir los niveles mínimos de subsistencia y de dignidad. Para completar el análisis habría que añadir otra consideración: la industria armamentística exigida por la estrategia de la disuasión exige el complemento de la venta de armamentos a terceros países, generalmente pobres, con las consecuencias de endeudamiento y empobrecimiento de los países compradores y la multiplicación o agravamiento de los conflictos 400 CONSTRUCTORES DE LA PAZ armados entre países pobres, cuyos habitantes carecen con frecuencia de los bienes elementales de alimentación, sanidad y cultura. Cualquier persona con buen sentido moral y una información suficiente debe sentirse obligada a rechazar esta situación global como incompatible con una moral plenamente respetuosa con la vida humana y la solidaridad entre los pueblos. «Crece desmesuradamente —y el ejemplo produce escalofríos de temor— la dotación de armamentos de todo tipo, en todas y cada una de las naciones; tenemos la justificada sospecha de que el comercio de armas alcanza con frecuencia niveles de primacía en los mercados internacionales, con este obsesionante sofisma: la defensa, aun proyectada como sencillamente hipotética y potencial, exige una carrera creciente de armamentos que sólo su contrapuesto equilibrio puede asegurar la paz»69. Es preciso entrar en una consideración moral de la situación planteada entre las naciones por la existencia de ambos bloques. Tal división del mundo genera la desconfianza, el temor, la mutua amenaza, creando la necesidad consiguiente de organizar la defensa de los pueblos que se sienten amenazados. ¿Qué se puede decir desde una conciencia moral para superar razonablemente esta situación que parece un callejón sin salida? En el año 1982, Juan Pablo II se expresaba en estos términos: «En las circunstancias presentes, una disuasión basada en el equilibrio, no ciertamente como un fin en sí misma, sino como una etapa en el camino del desarme progresivo, quizá podría ser juzgada todavía como moralmente aceptable70. A la vez, siguiendo las enseñanzas del Concilio y citando palabras de Pablo VI, el Papa expresaba sus reservas de orden moral frente a la estrategia de la disuasión; no es suficiente garantía para la paz ni camino seguro para mantenerla y fortalecerla; la estrategia de disuasión implica la necesidad de ser superior al adversario, adquiriendo niveles cada vez más altos de capacidad destructora, con los que resulta inevitable la carrera de armamentos, con todos los males y riesgos que lleva consigo. Los pueblos tienen derecho a defenderse cuando se sienten amenazados; los gobiernos, a su vez, tienen la obligación de asegurar esta defensa; el desarme unilateral podría convertirse en un aliciente para la guerra en vez de ser una condición para la paz. El punto esencial consiste en no apoyar el mantenimiento de la paz o la evitación de la guerra de manera exclusiva o primordial en el temor impuesto por la amenaza de las armas. Es preciso poner en el primer plano de los esfuerzos las negociaciones y relaciones internacionales, junto con el reconocimiento universal de los derechos humanos tanto de las personas concretas como de los pueblos. 1 1 JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986. JUAN PABLO II, Mensaje a la II Asamblea Exlraordinaria de la ONU (7-V1-1982), 2. 401 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES El orden moral exige que los gobiernos se comprometan a establecer conversaciones y negociaciones para crear un clima de confianza tal que permita paralizar cuanto antes la producción de nuevas armas científicas y evitar su dispersión o extensión de manera absoluta. Es preciso que la colaboración y la confianza en hechos concretos hagan retroceder progresivamente los recelos y las amenazas. Posteriormente hay que avanzar en la disminución de estas armas de manera bilateral, gradual y controlada, hasta llegar a su completa destrucción y prohibición. Para que este proceso sea posible es necesario también que se avance en el reconocimiento efectivo de los derechos humanos de los hombres y de los pueblos. Las diversas ideologías y los diferentes sistemas sólo podrán coexistir pacíficamente si en un contexto de libertad internacional evolucionan hasta que sea posible el reconocimiento real del derecho de autodeterminación y autogobierno de los pueblos, de la libertad de expresión, de la libertad religiosa, de la libertad de circulación, comunicación y asentamiento. El reconocimiento generalizado de los derechos humanos dentro y fuera de las propias fronteras y el establecimiento de una política de confianza y de solidaridad entre todos los pueblos de la tierra es el camino para eliminar los bloques antagónicos existentes. De esta manera se hará innecesaria la carrera de armamentos y resultará posible romper la lógica diabólica del armamentismo. Es necesario añadir que una política de paz debe inspirarse hoy en una solidaridad internacional y planetaria. Estos horizontes de solidaridad tendrían que ser el auténtico objetivo de la investigación y del avance industrial, así como de las relaciones y pactos de colaboración entre los pueblos. Esta es la condición para que los avances técnicos y políticos de la humanidad resulten acordes con los planes de Dios y puedan dar lugar a un verdadero progreso material y moral, cuantitativo y cualitativo de la humanidad. Finalmente, este proceso pacífico de la humanidad no será prácticamente posible sin la existencia de una autoridad universal, verdaderamente representativa y democrática, capaz de garantizar la vigencia de los pactos establecidos, los legítimos derechos de los pueblos y la solución justa y pacífica de los conflictos locales que pueden aparecer. «A quienes piensan que los bloques son algo inevitable, nosotros les respondemos que es posible e incluso necesario crear nuevos tipos de sociedad y de relaciones internacionales que aseguren la justicia y la paz sobre fundamentos estables y universales». «Este es el camino que la humanidad tiene que emprender si quiere entrar en una era de paz universal y de desarrollo integral»71. " JUAN PABLO II. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1986, 3. 402 CONSTRUCTORES DE I.A PAZ CAP. IV. NUESTROS PROBLEMAS INTERNOS Y LA PAZ Es conveniente que los españoles desarrollemos nuestro conocimiento de los problemas mundiales de la paz, aprendamos a enjuiciarlos con un buen sentido moral y hagamos cuanto dependa de nosotros personal y colectivamente para apoyar y desarrollar iniciativas de distensión y de paz. Pero a la vez hemos de tratar de analizar sinceramente y superar de manera seria y responsable las dificultades específicas que se dan entre nosotros para la construcción de una paz estable dentro de nuestras propias fronteras. Estamos convencidos de que la hora presente es una hora propicia para superar las raíces internas de la violencia y orientar nuestra convivencia por caminos de paz y de progreso. Con el deseo de colaborar a este empeño común ofrecemos algunas sugerencias inspiradas en la moral del Evangelio y congruentes con la misión pacificadora de la Iglesia. 1. DIFICULTADES INTERNAS PARA LA PAZ Y LA CONVIVENCIA La experiencia demuestra que la convivencia y la paz encuentran entre nosotros graves dificultades. En el momento presente resulta excesivamente simplista hablar de la existencia de dos Españas, como si nuestra sociedad estuviera dividida en dos bloques irreconciliables. La realidad es bastante más compleja y no admite una catalogación tan rígida y simplificadora. En la sociedad española —más o menos como en las demás sociedades— se dan actualmente diferencias étnicas, sociales y generacionales que se cruzan y entremezclan en múltiples sentidos. Solamente la radicalización y la intolerancia, la ofuscación de la razón por la pasión podrían llevarnos a divisiones en la sociedad en bloques incompatibles. Sin embargo, como la misma historia demuestra, no hay nada, por malo que sea, que no se pueda repetir. Es imprescindible un esfuerzo de comprensión y de progreso social en actitudes de convivencia y solidaridad. La variedad y el pluralismo, resultado de un reconocimiento de la libertad en la vida social y política, no tienen por qué convertirse en rivalidad si progresamos socialmente en las actitudes morales requeridas por la paz. En este mismo año se cumple el cincuenta aniversario del comienzo de la guerra civil. El recuerdo de aquella trágica experiencia pesa todavía, quizás excesivamente, sobre la vida social y política de nuestra patria. La misión pacificadora de la Iglesia nos mueve a decir una palabra de paz con ocasión de este aniversario. Tanto más cuanto que las motivaciones religiosas estuvieron presentes en la división y enfrentamiento de los españoles. No sería bueno que la guerra civil se convirtiera en un asunto del que no 403 DOCUMENTACIÓN SOBRP ASUNTOS EXTERIORRS se pueda hablar con libertad y objetividad. Los españoles necesitamos saber con serenidad lo que verdaderamente ocurrió en aquellos años de amargo recuerdo. Los estudiosos de la historia y de la sociedad tienen que ayudarnos a conocer la verdad entera acerca de los precedentes, las causas, los contenidos y las consecuencias de aquel enfrentamiento. Este conocimiento de la realidad es condición indispensable para que podamos superarla de verdad. Por ello hay que desautorizar los intentos de desfigurar aquellos hechos, omitiendo o aumentando cualquier de sus elementos en favor de una posición determinada o en contra de personas, ideologías e instituciones. En ningún caso se debe utilizar una imagen distorsionada de lo ocurrido como argumento en favor o en contra de nadie en la actual situación española. Tal procedimiento podría avivar los rescoldos de la división, todavía no apagados del todo, y perpetuar en las generaciones jóvenes actitudes de intolerancia de consecuencias insospechables. Saber perdonar y saber olvidar son, además de una obligación cristiana, condición indispensable para un futuro de reconciliación y de paz. Aunque la Iglesia no pretende estar libre de todo error, quienes le reprochan el haberse alineado con una de las partes contendientes deben tener en cuenta la dureza de la persecución religiosa desatada en España desde 1931. Nada de esto, ni por una parte ni por otra, se debe repetir. Que el perdón y la magnanimidad sean el clima general de los nuevos tiempos. Recojamos todos la herencia de los que murieron por su fe, perdonando a quienes los mataban, y de cuantos ofrecieron sus vidas por un futuro de paz y de justicia para todos los españoles. Por fortuna, las circunstancias han cambiado profundamente. Vamos comprendiendo que las diferencias políticas, ideológicas o religiosas no deben ser causa de enfrentamientos, de incompatibilidades o discriminaciones entre los españoles. Es imprescindible evitar todo aquello que nos pudiera hacer retroceder en el camino y volver a exclusiones o enfrentamientos ya superados. Es necesario, en cambio, avanzar positivamente en el reconocimiento efectivo de los deberes y derechos fundamentales de todos. En este esfuerzo de conciliación y convivencia, los católicos tenemos una gran responsabilidad. El gran peso sociológico de la Iglesia en España hace que sus actitudes y las de los católicos en relación con los problemas sociales adquieran necesariamente una gran importancia moral y política. El Concilio Vaticano II, las enseñanzas de los obispos españoles y las exhortaciones de Juan Pablo II en su reciente visita apostólica a España nos animan a vivir personal y eclesialmente nuestra fe de manera coherente en todos los ámbitos de la vida humana sin ocultar nuestras creencias y sin ofender la libertad ni los derechos de nadie, evitando posibles actitudes de dominación o intolerancia, siendo más bien defensores de la libertad de todos y de una 404 CONSTRUCTORES DE LA PAZ ,72 sociedad fundada en el respeto, el diálogo, la colaboración y la convivencia . 2. EXIGENCIAS ÉTICAS DE LA PAZ Y DE LA CONVIVENCIA La variedad y el pluralismo, más que ser motivos para el enfrentamiento y la discordia, están llamados a ser una verdadera riqueza social si desarrollamos entre nosotros los valores morales de la paz y de la convivencia. Las personas, las asociaciones y las instituciones debemos comprometernos al reconocimiento de la libertad y de la identidad de los demás. Nadie en la vida política debe descalificar a los demás tratando de presentarse como representante único de la legitimidad democrática, de la libertad o de la justicia. Debemos evitar los procesos de radicalización que conceden valor absoluto a las propias ideas o intereses y conducen, poco a poco, a la negación de las razones o derechos de los demás hasta llegar a la justificación irracional de los enfrentamientos y la mutua destrucción. Resulta legítimo aplicar a nuestra situación social las recientes palabras de Juan Pablo II a propósito de la paz internacional: «El diálogo puede abrir muchas puertas cerradas... El diálogo es un medio con el que las personas se manifiestan mutuamente y descubren las esperanzas de bien y las aspiraciones de paz que con demasiada frecuencia están ocultas en sus corazones. El verdadero diálogo va más allá de las ideologías y las personas se encuentran unas con otras en la realidad de su humano vivir. El diálogo rompe los prejuicios y las barreras artificiales. El diálogo lleva a los seres humanos a un contacto mutuo como miembros de la familia humana con todas las riquezas de su diversidad cultural e histórica. La conversión del corazón impulsa a las personas a promover la fraternidad universal»73. 3. SANAR LAS RAÍCES SOCIOECONÓMICAS DE LOS CONFLICTOS En la historia de nuestros conflictos internos, las situaciones de injusticia social y económica han tenido una importancia innegable. La pobreza y la falta de oportunidades sociales, culturales o económicas, injustamente sufridas, empujan al odio y a la venganza, impiden la comunicación y la solidaridad a la vez que predisponen a quien tas padece a aceptar la validez de ideologías o consignas violentas y demagógicas. Subsisten lamentablemente entre nosotros bolsas de pobreza y de incultu72 73 Cf. J U A N P A B L O II, Discurso en el aeropuerto de Barajas, 31-X-1982, 5. J U A N P A B L O 11, Mensaje para la Jornada Mundial d e la Paz d e 1986, 4. 405 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES ra de origen étnico, cultural o geográfico que exigen enérgicas medidas sociales y políticas inspiradas en la solidaridad y el respeto efectivo de los derechos de las personas y de los grupos humanos que viven de hecho o de derecho en la marginación. Quienes tienen más han de saber renunciar a algo en favor de los que tienen menos. Una adecuada política fiscal, unida a una justa y austera utilización del dinero público, y un movimiento de inversiones privadas y públicas de inspiración social son instrumentos aptos para conseguir estos objetivos. Los católicos estamos obligados a impulsar y favorecer positivamente aquellas medidas que respondan a esta inspiración de solidaridad y justicia social. En estos momentos, la lucha contra el paro debe concentrar los esfuerzos de las instituciones políticas y sociales. Para nadie es lícito rehuir este esfuerzo ni rechazar los riesgos o sacrificios que esta empresa lleva consigo. Sería un error considerar el paro como una fatalidad contra la cual no hay otra solución que la resignación pasiva o la actitud insolidaria del sálvese quien pueda. El trabajo es un derecho y una necesidad del hombre para el despliegue de su personalidad y su inserción en la sociedad con libertad y dignidad. No es aceptable una sociedad en la que el trabajo sea patrimonio de unos pocos, mientras que amplios sectores tienen que resignarse a vivir sin alicientes ni dignidad a expensas de los demás, aunque sea por procedimientos socializados. La revolución tecnológica obliga a redistribuir el bien del trabajo de formas nuevas, caminando poco á poco hacia nuevos modelos de ordenamiento social que hagan posible compaginar los adelantos técnicos con el respeto integral y universal de los derechos humanos74. 4. UN ORDEN POLÍTICO JUSTO Y SOLIDARIO España es una comunidad de pueblos con diferencias de origen histórico, cultural y étnico. Esta pluralidad representa una riqueza real de nuestra sociedad, pero exige también un esfuerzo expreso para lograr la armonización de los legítimos derechos de todos en un proyecto común de convivencia. Es necesario estimular el conocimiento y el respeto entre todos, fomentar la solidaridad hasta superar y, si fuera necesario, reparar los agravios y las injusticias del pasado. El magisterio eclesial contemporáneo ofrece a este propósito algunas consideraciones de orden ético y moral de singular importancia. No será 74 Cf CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Exhortación colectiva sobre el paro. XXV Asamblea Plcnaria del 27 de noviembre de 1971. Declaración de la Comisión Episcopal de Pastoral Social: Crisis económica y responsabilidad moral (26-IX-1984). 406 CONSTRUCTORES DE LA PAZ inútil recordarlas, ofreciéndolas a la consideración de las personas interesadas y responsables en estos problemas. Existen posturas radicalizadas y antagónicas que, llevadas al extremo, harían insoluble este problema. Por un lado hay quienes acentúan de tal modo la unidad y homogeneidad del ordenamiento político que no dan lugar a las garantías necesarias para que cada pueblo pueda asegurar su propia identidad; en el otro hay también quienes propugnan de tal modo la defensa y el desarrollo de las propias notas específicas y diferenciadas que llegan a desconocer o desvalorizar los vínculos sociales, culturales y humanos que se han ido fraguando a lo largo de la historia. El verdadero Estado de derecho debe armonizar el obligado respeto y garantía de la identidad histórica y cultural de los pueblos integrantes con el respeto a los vínculos de comunicación e interdependencia constituidos conjuntamente a lo largo de una convivencia plurisecular. Las actividades o ideologías que absolutizan las ventajas o inconvenientes de una opción determinada, sin una visión realista, global y serena de la situación, son fuentes de fanatismo que hacen imposible la convivencia estable, justa y pacífica. Hay que buscar «formas políticas bien articuladas, equilibradas, que sepan respetar los particularismos culturales, étnicos, religiosos y, en general, los derechos de las minorías»75. Las diferencias y peculiaridades de orden cultural y lingüístico no nos deben hacer olvidar las graves diferencias de orden económico y social que se dan también entre las distintas regiones y nacionalidades de España. El proyecto de nuestra convivencia y las decisiones políticas concretas deben ir corrigiendo las raíces estructurales, culturales y humanas de semejante situación. Los hombres tienen derecho a contar con los medios ordinarios de su promoción y de su vida sin verse obligados a abandonar su familia y su tierra. Poder emigrar para mejorar es un derecho; tener que emigrar para vivir es un mal que la solidaridad debe remediar. La emigración, aun dentro de los límites territoriales del mismo Estado, es causa de profundos desarraigos históricos y culturales. El derecho del emigrante a su propia identidad ha de ir unido con el respeto debido a la cultura y a las instituciones de los pueblos a los que se emigra. La afirmación de los propios derechos debe conjugarse con la sensibilidad para percibir los derechos de los demás países. Únicamente el diálogo, el respeto, la comprensión y la flexibilidad permitirán resolver adecuadamente estos delicados y complejos problemas que se presentan de hecho en nuestra convivencia. Es claro que únicamente en virtud de los principios morales no se pueden configurar ni imponer fórmulas o proyectos políticos concretos. Tampoco 75 JUAN PABLO II, Discurso al Cuerpo Diplomático, 14-1-1984, 3. 407 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES llega más allá la competencia de una institución religiosa y moral como es la Iglesia. No obstante, la inspiración cristiana de la vida y las enseñanzas morales de la Iglesia en el campo de la convivencia social y política permiten presentar unas cuantas sugerencias más que consideramos de utilidad. Desde el punto de vista moral, mirando incluso el buen resultado social y político, es necesario anteponer a cualquier otro interés el objetivo de la paz y del bien común; cada grupo debe pensar no sólo en su propio interés, sino también en el bien y en las razones de los demás; ningún sistema, ninguna ideología debe absolutizarse por encima del respeto efectivo a las personas y a los grupos; el diálogo leal y constructivo tiene que imponerse siempre sobre las descalificaciones y los enfremamientos; los pactos y las normas legítimamente elaborados y promulgados tienen un verdadero valor moral y deben ser respetados por todos y utilizados como instrumento de colaboración y convivencia. Tanto la doctrina social de la Iglesia como el buen sentido y el amor a la paz podrían ayudarnos en la búsqueda conjunta y en la reconciliación entre aquellos que luchan por preservar la unidad y la soberanía del Estado y los que defienden la identidad cultural y hasta la soberanía política de algunos de ambos objetivos de la manera más justa y razonable para el bien común es tarea específica de las instituciones políticas y de los propios pueblos afectados. Semejante esfuerzo de clarificación constituiría una contribución indispensable para la consolidación de la paz. 5. SUPERAR LA LACRA MORAL Y SOCIAL DEL TERRORISMO Con demasiada frecuencia, los golpes del terrorismo quebrantan el orden de la justicia y de la paz con asesinatos, secuestros y extorsiones. Con su lógica de muerte, el terrorismo manifiesta hasta dónde se puede llegar cuando la inspiración ética queda relegada o sometida por ideologías radicalizadas y absolutizadas. No conviene olvidar que el terrorismo brota o prospera a veces como resultado de injusticias pasadas o por posibles abusos de la autoridad en las obligadas actuaciones en defensa del bien común, de la necesaria seguridad y del legítimo orden público. El terrorismo es intrínsecamente perverso porque dispone arbitrariamente de la vida de las personas, atropella los derechos de la población y tiende a imponer violentamente sus ideas y proyectos mediante el amedrentamiento, el sometimiento del adversario y. en definitiva, la privación de la libertad social. Las víctimas del terrorismo no son sólo quienes sufren físicamente en sí mismos o en sus familiares los golpes de la extorsión y de la violencia; la sociedad entera es agredida en su libertad, su derecho a la seguridad y a la paz. La colaboración con las instituciones o personas que propugnan el 408 CONSTRUCTORES DE LA PAZ terrorismo y la participación en las mismas acciones terroristas no pueden escapar al juicio moral reprobatorio de que son merecedores sus principales agentes o promotores. Tampoco tienen legitimación alguna los grupos que por su iniciativa pretenden responder a la violencia con la violencia. «La justa represión de la violencia armada corresponde únicamente a los poderes públicos legítimos»76. Debemos recordar a todos que «la violencia no es modo de construcción: ofende a Dios, a quien la sufre y a quien la practica»77. La sociedad, y el Estado en su nombre, tienen el derecho y el deber de defenderse de la violencia del terrorismo. Son dignos de estima y agradecimiento quienes tienen a su cargo la defensa de la sociedad, siendo ellos mismos y sus propias familias los primeros amenazados por la violencia terrorista. La lucha contra el terrorismo, legítima y justa en sí misma, debe evitar cualquier abuso de la fuerza más allá de lo estrictamente necesario y del ejercicio del derecho a la legítima defensa. La represión institucional y legal del terrorismo no puede aceptar ni promover una espiral de violencia que destruiría a la sociedad en sus mismos cimientos. En todo caso, ha de quedar absolutamente excluida la práctica de la tortura o de tratos vejatorios. En este sentido, abogamos por una legislación antiterrorista que ofrezca garantías suficientes para el respeto a la dignidad y a los derechos de los detenidos. CAP. V. EXIGENCIAS ETICAS DE NUESTRA DEFENSA EN EL MARCO DE EUROPA Los españoles formamos parte de Europa por nuestra historia y nuestra cultura. La reciente incorporación a las Comunidades Europeas ha fortalecido nuestras relaciones con Europa y aumentado nuestras obligaciones de solidaridad con los países europeos. A partir de esta condición europea, los españoles tienen que decidir las características más generales de su organización defensiva. También aquí, dejando aparte las decisiones o preferencias políticas que no son incumbencia directa de la Iglesia, queremos ofrecer algunas consideraciones de naturaleza moral y ética que puedan ayudar a los católicos y a quienes quieran escuchar nuestra voz a formarse un juicio moralmente recto sobre estas complicadas cuestiones en las que todos tenemos alguna responsabilidad. 76 Documento colectivo de los obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria: Erradicar la violencia debilitando sus causas, 13-VII-1985. 77 JUAN PABLO II, Homilía en Loyola, 6-XI-1982, 6 409 DOCUMENTACIÓN SOHRK ASUNTOS EXTKRIORES 1. CONTRIBUCIÓN DE EUROPA A LA PAZ Las circunstancias históricas de Europa hacen que las naciones europeas sientan fuertemente el deseo y la necesidad de la paz. Todas las naciones europeas tienen en su historia y en sus mismos orígenes la savia de la tradición cristiana. De algunas de ellas han nacido doctrinas y experiencias políticas que han fomentado en el mundo entero el reconocimiento de los derechos humanos y de la democracia. Aunque también es cierto que de Europa han nacido ideologías totalitarias y expansionistas que provocaron guerras y revoluciones sangrientas. La misma experiencia de las numerosas guerras que se han desarrollado en su territorio, y muy especialmente las consecuencias terribles de la última guerra mundial, ha suscitado paradójicamente entre los europeos un vivo anhelo de paz y la repulsa de la guerra. No se puede desconocer que Europa, la Europa real e histórica, sigue dividida por la fuerza, que en muchos países europeos no están reconocidos los derechos humanos, que las naciones europeas sufrieron los estragos de la guerra hasta la destrucción. La integración y la solidaridad con Europa no pueden ser únicamente una cuestión de mercados y de prestaciones económicas. Construir la paz de Europa y con Europa ha de ser un objetivo importante para nosotros. Ello supone apoyar decididamente las instituciones e iniciativas que trabajan en favor del reconocimiento de los derechos humanos, de la colaboración y la comunicación entre todos los pueblos de Europa, desde el Atlántico a los Urales. Sería de desear que utilizáramos nuestra participación en las instituciones europeas para hacer presentes las necesidades y las justas expectativas de los países subdesarrollados; de una manera especial, los países hispanoamericanos, agobiados por la pobreza, el endeudamiento exterior y las tensiones políticas, deben encontrar en nosotros un aliado leal y desinteresado. 2. ORGANIZAR NUESTRA DEFENSA EN UNA PERSPECTIVA DE PAZ En el momento de colaborar directamente en la construcción de esa paz que tanto anhelan y desean los pueblos europeos tenemos que plantearnos dos graves decisiones: nuestra actitud ante la carrera de armamentos y ia forma de organizar nuestra defensa. Respetando el ámbito de la responsabilidad de los gobernantes y políticos, queremos manifestar nuestra preocupación en este campo y ofrecer algunas orientaciones inspiradas en el Evangelio para colaborar desde nuestro punto de vista de cristianos y de pastores de la comunidad católica a la formación de la opinión pública sobre tan importantes decisiones. 410 CONSTRUCTORES DE LA PAZ Si queremos compartir el futuro con los demás pueblos de Europa se plantea la cuestión de si es ético o no integrarse en las alianzas militares de las que forman parte la mayoría de los países europeos y occidentales. Consiguientemente con lo que llevamos dicho, hemos de afirmar que el criterio determinante para una tal decisión ha de ser la búsqueda leal y sincera de la paz nacional e internacional en estrecha colaboración con todos los esfuerzos y proyectos encaminados a construir la paz; que es una cuestión de índole directamente política la forma concreta de servir mejor a estos objetivos; que, por consiguiente, no se puede imponer ninguna de las soluciones posibles por razones estrictamente religiosas o morales; que cualquiera que sea la solución adoptada por las instituciones competentes, nuestra organización defensiva debe estar decididamente ordenada a la supresión de la guerra y al servicio positivo de la paz nacional e internacional. Organizar la defensa para el servicio de la paz requiere abstenerse de entrar en la lógica del armamentismo. De aquí que nos preocupe el fuerte incremento de los presupuestos militares durante los últimos años y el aumento espectacular de las ventas de armas a terceros países. Nos preguntamos hasta qué punto la fabricación y la venta de armas no están siendo promovidas como elemento determinante de nuestro desarrollo industrial y económico. Sin rechazar los gastos necesarios para una justa y proporcionada organización de la defensa, no podemos menos de alertar contra el riesgo de un armamentismo que acabaría alterando profundamente la moralidad de nuestra vida social y el carácter pacífico de nuestras relaciones internacionales78. Para ser compatible con una verdadera inspiración ética, la organización de la defensa tiene que ser proporcional a los recursos disponibles, de manera que en situaciones normales no se sustraigan los recursos necesarios para la promoción económica y cultural de los más necesitados y de la sociedad entera. Dentro o fuera de la OTAN, es preciso promover decididamente todo aquello que nos acerque a la desaparición de los bloques, al desarme bilateral y total, a la instauración de un nuevo orden internacional capaz de garantizar sólidamente la paz. Las naciones ricas, entre las cuales debemos contarnos, a pesar de nuestras carencias y dificultades, no podemos organizar nuestra propia vida política y económica sin un espíritu de solidaridad con los pueblos más pobres de la tierra. En una época de conciencia planetaria como la nuestra no puede haber política ni estrategia verdaderamente éticas y humanas si no se inspiran en un sentimiento universal de solidaridad y de responsabilidad. ™ Nos hacemos eco de la denuncia hecha por monseñor Díaz Merchán, arzobispo de Oviedo, en el diario «YA», del 28 de diciembre de 1984. 411 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES CAP. VI. OBLIGACIONES Y COMPROMISOS EN FA VOR DE LA PAZ La paz no es simplemente la ausencia de la guerra o de la violencia. Más aún, la violencia surge de una manera o de otra si no existe el empeño generalizado de construir la paz positivamente, como fruto de un tejido de relaciones justas y solidarias que vayan desde el nivel de las simples relaciones interpersonales hasta las más complicadas construcciones jurídicas y políticas en orden nacional e internacional. En los países democráticos, las actitudes personales mayoritarias y la opinión pública influyen de manera importante en las decisiones de los políticos y de los gobernantes. Por eso es tan importante que las actitudes y criterios de los ciudadanos y la misma opinión pública se inspiren en sentimientos de respeto, de justicia y de fraternidad, una fraternidad abierta a todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra. 1. ESPECIALES COMPROMISOS DE LA IGLESIA Y DE LOS CRISTIANOS La promoción de la paz es para nosotros no sólo una preocupación ética y ciudadana, sino también una responsabilidad pastoral y cristiana. La paz, don de Dios y obra de los hombres, tiene que ser de manera singular solicitud y responsabilidad de los discípulos de Jesucristo, Príncipe de la Paz. Antes de terminar esta instrucción queremos reseñar las que nos parecen más urgentes tareas de la Iglesia y de los cristianos en servicio de la paz. La misión específica de la Iglesia es la reconciliación de todos los hombres y de todos los pueblos, entendida en toda su plenitud: reconciliación completa y definitiva entre Dios y los hombres y de los hombres entre sí. Ser cristiano obliga a comprometerse en esa misión: es urgente que todos los que nos decimos seguidores de Jesucristo mantengamos lúcidamente nuestra vocación y perseveremos en practicarla. Como obispos, queremos ser los primeros en comprometernos totalmente en la construcción de la paz y de la reconciliación y pedimos también este empeño a todos los miembros de la Iglesia. Reconocemos humildemente que también en nuestras Iglesias aparecen muchas veces la injusticia, el egoísmo, las divisiones y los enfrentamientos y que como consecuencia estamos también necesitados de reconciliación. Miembros de una Iglesia caminante, siempre necesitada de purificación, invitamos a los demás cristianos a que nos acompañen en un renovado esfuerzo de conversión a la justicia, al amor y a la generosidad, a fin de que la paz del Señor se albergue en nuestros corazones y en nuestras comunidades. 412 CONSTRUCTORES DE LA PAZ Sólo siendo ejemplos vivientes de reconciliación y de paz en la justicia y en el amor, nuestra llamada a la reconciliación y a la paz será inteligible y significativa para los hombres y las naciones, y solamente así nuestras Iglesias serán «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todas con el género humano»79. Las divisiones entre los cristianos enturbian y debilitan la fuerza de nuestro testimonio en favor de la unidad y de la paz. La llamada de Dios a la paz nos obliga a intensificar los esfuerzos de comprensión y acercamiento entre los cristianos divididos y las diferentes Iglesias cristianas. La oración en común y la participación en obras comunes, fortalecerá el valor de nuestros esfuerzos en favor de la justicia y de la paz. Nuestra primera recomendación concreta se dirige a los sacerdotes, religiosos y responsables de comunidades, grupos o movimientos. El estudio, la predicación y la difusión de la doctrina moral cristiana sobre estos asuntos de la vida social e internacional debe ser una preocupación creciente para todos nosotros. En los seminarios y centros de formación se debe conceder un lugar importante a la doctrina social de la Iglesia sobre la paz y las relaciones internacionales. Hemos de recordar a las parroquias y comunidades cristianas su vocación a ser constructores de la paz, orientando y animando a la participación de los laicos en el tejido socio-político de nuestra sociedad, en un compromiso vivido desde la peculiaridad de nuestra fe. La Iglesia se define, entre otras imágenes, como instrumento de la unión íntima del hombre con Dios y de los hombres entre sí; su catolicidad le permite ser una y plural, local y universal, creando cauces de comunicación y vínculos de unión entre los pueblos y comunidades humanas. Para secundar esta misión de la Iglesia no hemos de confundirla con la propia cultura o determinada opción política, pero sí actualizar en todas las circunstancias esa misión y esa vocación de unidad y de paz que «no está ligada a ninguna forma particular de civilización humana ni a sistema político alguno, económico o social»80. Destacamos aquí la especial responsabilidad de los padres y educadores. Si queremos que la sociedad del mañana sea más justa y más pacífica que la actual, nuestra generación debe empeñarse en un decidido y sistemático esfuerzo por educar a los niños y los adolescentes en las ideas, los sentimientos, las propuestas y las experiencias de la paz. Será necesario, por tanto, que los padres de familia y cuantos trabajan en instituciones educativas comprendan y asuman generosamente el hermoso y difícil pape] de ser verdaderos «educadores de la paz». Pedimos a los padres y educadores que sepan ofrecer a sus hijos y a sus 79 80 Constitución dogmática «Lumen gentium» sobre la Iglesia, 1. Constitución pastoral, 4 2 . 413 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES alumnos una visión íntegra de la fe en Dios y de la caridad fraterna, con sus mutuas y esenciales vinculaciones, ayudándoles a descubrir y practicar sus valores dentro de sus propias circunstancias: el diálogo, la paciencia, la verdad, la justicia, el perdón, el respeto, el amor, la solidaridad, la colaboración, el trabajo y la fiesta. Todo ello será, sin duda, anticipo, siembra y promesa de unas generaciones pacíficas y pacificadoras. A los que trabajan en obras y movimientos juveniles les exhortamos a presentar ante los jóvenes el gran objetivo cristiano de la paz de manera realista y atraycnte, iniciándoles en el conocimiento de las organizaciones católicas que trabajan por la paz y animándoles a participar personalmente en iniciativas concretas, como congresos, marchas, prestaciones voluntarias de cooperación, etc. La educación de la fe es hoy tarea prioritaria en nuestras comunidades cristianas. De la misma entraña de la fe brotan las exigencias de reconciliación y de fraternidad universal. Por ello, la paz debe ocupar un lugar importante en nuestra catequesis, en la que niños, jóvenes y adultos descubran el verdadero significado y las grandes exigencias de la paz. La paz grande del mundo se apoya en los pequeños gestos de paz que cada uno podemos construir a la medida de nuestras fuerzas y de nuestras responsabilidades, en la familia, en el grupo, en el trabajo, en la profesión, en el pueblo o en la ciudad, en lo cultural y en lo económico, en las relaciones interpersonales y en la política. 2. GRUPOS DE ESPECIAL RESPONSABILIDAD SOCIAL Especial responsabilidad en el servicio de la paz tienen todos aquellos que dirigen de una u otra manera la vida de las naciones. Pedimos en primer lugar a nuestros políticos que en sus actuaciones y proyectos busquen sinceramente la paz y la antepongan a cualquier otro objetivo personal, partidista, ideológico, económico y político. Los científicos son agentes cualificados en la construcción de la paz. El cambio cualitativo de la guerra moderna es fruto de la tecnología. La investigación y el trabajo científico tienen «el deber de la solidaridad humana internacional»; su finalidad es «la generación de la vida, la dignidad de la vida, especialmente de la vida del pobre»81. Una investigación científica polarizada por el interés de la guerra, fácilmente queda prostituida en su auténtica finalidad y pierde su debida orientación ética, aunque los científicos que trabajan en ella no sean moralmente los únicos ni los principales responsables. 81 JUAN PABLO II, Discurso a los miembros de la Trilatcral, 18-IV-1983, 1. 414 CONSTRUCTORES DE LA PAZ Queremos hacer una mención especial de aquellos que han adoptado como profesión personal la profesión militar. Quienes ejercen el servicio armado «pueden considerarse instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempeñando bien esta función contribuyen realmente a la consolidación de la paz»82. Los cristianos que prestan un servicio armado en la construcción y defensa de la paz deberán vivir también la vocación evangélica que se inspira en el amor, fructifica en perdón y busca positivamente la paz. Para que los militares cristianos perseveren firmes en esa vocación evangélica, la Iglesia les presta sus asistencia pastoral mediante sacerdotes especializados, a quienes dedicamos desde aquí una palabra de reconocimiento y aliento. Esperamos de los intelectuales que ofrezcan a la sociedad valores éticos y nuevos horizontes que estimulen a salir del egoísmo insolidario y fomenten un mundo más fraterno, más pacífico, más creativo, más sobrio y laborioso, más festivo y humano; de quienes dirigen y colaboran en los medios de comunicación social que ejerzan su papel de mediadores entre el hombre y su mundo en un respeto absoluto a la verdad y a los valores morales de la convivencia. De unos y de otros, que con sus conocimientos y sus medios traten de promover la responsabilidad, el mutuo respeto, el diálogo y la convivencia pacífica entre todos los ciudadanos. Queremos dirigirnos también a los hombres y mujeres del mundo del trabajo, de los sindicatos y de las asociaciones profesionales y empresariales. Dentro de este vasto campo se juega en gran parte la afirmación o la negación de la justicia. Será sólida garantía de la paz individual, social e internacional el que dentro de las relaciones laborales y económicas se observe siempre el sentido de la justicia en sus diversos aspectos, como la dignidad y el respeto a las personas, la justa distribución de los beneficios, la igualdad de oportunidades, la no discriminación por motivo alguno, el reconocimiento del trabajo, las cualidades y esfuerzos personales, el interés por el bien común, etc. 3. NO VIOLENCIA Y OBJECIÓN DE CONCIENCIA La objeción de conciencia debe también inspirarse en el deseo de colaborar activamente en la construcción de una sociedad pacífica, sin rehuir ese esfuerzo y los sacrificios necesarios para contribuir positivamente al desarrollo del bien común y el servicio de los más necesitados. A aquellos que por razones morales se sientan movidos a adoptar 82 Constitución pastoral, 79. 415 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES actitudes positivas de no violencia activa o a presentar objeción de conciencia al servicio militar, les exhortamos a purificar sus motivaciones de toda manipulación política, ideológica y desleal que pudiera enturbiar la dignidad moral y el valor constructivo de tales actitudes. Semejante recomendación no carece de fundamento, pues con frecuencia tales decisiones, nacidas de sentimientos nobles y humanitarios, se ven solicitadas por ideologías o instituciones políticas que actúan en favor de sus propios objetivos, no siempre coherentes con un servicio sincero de la construcción de la paz. El Conciclio Vaticano II alaba «a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa que, por otra parte, están al alcance incluso de los más débiles, con tal que esto sea posible sin lesión de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad»83. La estrategia de la acción no violenta es conforme a la moral evangélica, que pide actuar con un corazón reconciliado para liberar al adversario de su propia violencia. El Concilio ha renocido estos valores cristianos evocando la conducta de Jesús de Nazaret, quien «por medio de la cruz ha dado muerte al odio en su propia carne»84. Es deseable que una legislación cuidadosa y adecuada regule de manera satisfactoria esta manera específica de entender y practicar el servicio a la sociedad y a la convivencia, armonizando el derecho de los objetores y las exigencias del bien común. El reconocimiento de estas formas no violentas de servir a la sociedad y a la paz no debe llegar a condenaciones maximalistas de la legítima defensa armada ni de aquellos que profesan el servicio de las armas en favor de la paz y de la justa defensa de los ciudadanos. 4. CELEBRAR, PEDIR Y DIFUNDIR LA PAZ La fe y la comunión con Jesucristo comunican ya a los cristianos el don de la paz, la paz profunda y completa que es paz con Dios, consigo mismo, con los hermanos y con la creación entera. Esta paz de Dios no es sólo la paz del corazón; es también la paz de unos con otros, la paz con los que están cerca y con los que están lejos, un inicio real de la gran paz mesiánica con la que Dios quiere bendecir a todos sus hijos para siempre. La celebración de los sacramentos es momento especialmente intenso para esta posesión y experiencia de la paz. El sacramento de la reconciliación nos devuelve la paz con Dios y con los hermanos y nos libera del pecado, que es la raíz de todas las divisiones y conflictos. Celebrar sinceramente el w 84 lbídem. 78. lbídem. 416 CONSTRUCTORES DE LA P A Z sacramento de la conversión y de la reconciliación contribuye de manera importante a poner los fundamentos profundos de la paz. En la Eucaristía, los cristianos celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo y participamos en estos misterios de salvación por los que de una vez para siempre nos fue concedida la paz con Dios y el espíritu de amor y fraternidad. En la celebración eucarística, Jesucristo hace presente su obra de reconciliación y de paz en medio de nosotros; en las oraciones expresamos ante la presencia de Dios nuestro deficiencias y anhelos, nos damos unos a otros el abrazo de paz y nos alimentamos con el cuerpo y la sangre de Jesucristo hecho pan de reconciliación y fraternidad. Entre la celebración eucarística y la plenitud final del Reino de Dios vive la Iglesia y vivimos nosotros como puentes entre el mundo que camina hacia su plenitud y un Reino de Dios ya iniciado por Cristo y por la Iglesia en este mundo. La Iglesia se hace signo y fermento de paz cuando cristianos de distintas razas y lenguas, de distintos países y Estados, de diversos bloques y continentes celebran y viven juntos el misterio de la salvación y de la paz. Por esto mismo recomendamos la participación de los fieles en todas aquellas iniciativas que favorezcan el conocimiento y la colaboración con cristianos y ciudadanos de otros países, como son los congresos, las peregrinaciones, los intercambios, toda clase de gestos de apoyo y comunicación. De manera especial estas iniciativas son recomendables y necesarias con aquellos hermanos nuestros que viven privados de libertad religiosa y política. La participación intensa en la vida de la Iglesia, en las celebraciones litúrgicas, en la oración personal, en el esfuerzo continuado de penitencia y reconciliación nos llevará a experimentar con gozo dentro de nosotros el gran don mesiánico de la paz. De esta manera nos sentimos impulsados a anunciar el evangelio de la paz y la paz grande de la sociedad y de las naciones. Lo que Dios nos da debe ser ofrecido y transmitido a todos los hombres. Hay mil formas posibles de construir la paz. Todos podemos y debemos participar en aquellas que estén a nuestro alcance: formarse e informarse sobre los problemas de la convivencia nacional e internacional; participar en asociaciones y movimientos que trabajan por la paz; fomentar el conocimiento y el intercambio entre los pueblos de España, entre las naciones de Europa y del mundo entero; apoyar las iniciativas sociales o políticas en favor de la justicia, de la libertad y de la paz en España, en Europa y en el mundo; ofrecer nuestro tiempo y nuestro dinero para obras de ayuda a los países subdesarrollados; participar personalmente en obras de promoción mediante la prestación de servicios voluntarios dentro o fuera de España; luchar pacíficamente contra todas las causas de la desconfianza, de la división y de los enfrentamientos entre los hombres y las familias, los pueblos y las naciones. Todo en el nombre del Dios de la paz y con la fuerza de su amor. 417 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES CONCLUSIÓN Hemos comenzado esta instrucción confesando nuestra fe cristiana y la firme esperanza de que algún día llegará la reconciliación universal entre los pueblos. Somos conscientes de que la paz es don de Dios y, al mismo tiempo, tarea nuestra. Por el Señor sabemos que la experiencia de Dios y el compromiso con los hombres son inseparables para un cristiano. Desde esa convicción hemos reflexionado sobre la paz en el mundo y en nuestro propio país, con el deseo de que nuestra instrucción pueda ser «buena noticia para creyentes y no creyentes, para todos los sedientos de paz y de justicia que hoy lamentan tantas injusticias, violencias, tensiones y conflictos que parecen hacer imposible la verdadera paz. Al intervenir en ejercicio de nuestro ministerio pastoral en estos asuntos tan cercanos a la vida real, no queremos interferimos en lo que Dios ha dejado a la libertad de los hombres, sino acercar la luz de la revelación divina y el espíritu del Evangelio a la solución práctica de problemas tan fundamentales que tanto importan para el bien de nuestros conciudadanos y la colaboración de todos al gran objetivo de la paz internacional. Hacemos una llamada especialmente intensa y calurosa a los jóvenes españoles que buscan con frecuencia ideales nobles en los que volcar la energía y las ilusiones propias de su edad. Al ofrecernos estas reflexiones y sugerencias invocamos la asistencia de la Virgen María, Madre de la Paz y de la Esperanza, con cuyo ejemplo e intercesión lograremos ser fieles discípulos de Jesucristo y miembros activos de una Iglesia renovada, constructora del Reino de Dios en el mundo y servidora de la paz y de la fraternidad entre los hombres. Os escribimos llenos de esperanza: la vida acabará imponiéndose a la muerte; la alegría al dolor; la libertad a la opresión, y el amor al odio. Algún día desaparecerá la guerra y la violencia. Algún día reinará del todo y para, siempre la paz. Si lo afirmamos así es porque tenemos la promesa de Dios y la realización en Jesucristo. Príncipe de la Paz85. Plenamente confiados en esta promesa, terminamos recordando las palabras de la Escritura Santa: «Mas la sabiduría de arriba es primeramente pura; luego, pacífica, indulgente, dócil, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. Y el fruto de la justicia se siembra en la paz para aquellos que obran la paz»86. «Alegraos, enmendaos, animaos; tened un 85 80 Cf. Constitución pastoral, 78. Sant 3, 17-18. 418 PRINCIPIOS DE AUTODETERMINACIÓN E INTEGRIDAD TERRITORIAL mismo sentir y vivir en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros»87. «El que se hace testigo de estas cosas dice: Sí, voy a llegar en seguida. Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús, con todos» 88 . Madrid, 20 de febrero de 1986. PRINCIPIOS DE AUTODETERMINACIÓN E INTEGRIDAD TERRITORIAL — Gibraltar: Canje de Notas interpretativo con motivo de la adhesión de España a las Comunidades Europeas 10. MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES CANJE de Notas entre España y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre Gibraltar, en relación con la firma y posterior ratificación del Tratado relativo a la Adhesión de España a las Comunidades Europeas, hecho en Madrid el 13 de junio de 1985. Su excelencia sir Geoffrey Howe, QC, MP., Secretario de Estado de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Excelencia: Siguiendo las instrucciones de mi Gobierno, tengo la honra de hacer constar, en relación con la firma y posterior ratificación del Tratado relativo a la Adhesión del Reino de España a las Comunidades Europeas y la aplicación de la normativa comunitaria al territorio de Gibraltar, en los términos convenidos en el acta relativa a las condiciones de adhesión, que dicha adhesión no implica por parte del Reino de España ninguna modificación en su posición con respecto a Gibraltar y no afecta al proceso negociador bilateral establecido de conformidad con lo dispuesto en el Comunicado conjunto acordado con vuestra excelencia en Bruselas el 27 de noviembre de 1984. Tengo la honra de proponerle que la presente Nota y la respuesta de vuestra excelencia dejen constancia de las posiciones de ambos Gobiernos. Aprovecho esta oportunidad para reiterar a vuestra excelencia el testimonio de mis más alta consideración. Madrid, 13 de junio de 1985. m 2 Cor 13. 11. ^ p 22, 20-21. BOE, n.° 291, de 5 de diciembre de 1985, p 38508. Vid. precedentes en esla Revista, vol. 6 (1985), pp. 331-333, 351 y ss., 788 y ss., y 1009-1010. 881 1 419 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES TRADUCCIÓN Embajada Británica Madrid 13 de junio de 1985 Excmo. señor don Fernando Moran López Ministro de Asuntos Exteriores Madrid Excmo. señor: Tengo el honor de acusar recibo de su Nota, cuya traducción dice lo siguiente: «Siguiendo las instrucciones de mi Gobierno, tengo la honra de hacer constar, en relación con la firma y posterior ratificación del Tratado relativo a la Adhesión del Reino de España a las Comunidades Europeas y la aplicación de la normativa comunitaria al territorio de Gibraltar, en los términos convenidos en el Acta relativa a las condiciones de adhesión, que dicha adhesión no implica por parte del Reino de España ninguna modificación en su posición con respecto a Gibraltar y no afecta al proceso negociador bilateral establecido de conformidad con lo dispuesto en el Comunicado Conjunto acordado con vuestra excelencia en Bruselas el 27 de noviembre de 1984. Aprovecho esta oportunidad para reiterar a vuestra excelencia la seguridad de mi más alta consideración. Firmado: Geoffrey Howe. El presente Canje de Notas entró en vigor el día 13 de junio de 1983, fecha de las Notas. Lo que se hace público para conocimiento general. Madrid, 28 de noviembre de 1985.—El secretario general técnico, José Manuel Paz y Agüeras. PRINCIPIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL QUE DEBEN REGIR LAS RELACIONES ENTRE ESTADOS DE CONFORMIDAD CON LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS — Condena española de las violaciones de los principios de prohibición del uso de la fuerza, integridad territorial y autodeterminación por parte del Gobierno sudafricano. CONDENA ESPAÑOLA A LA POLÍTICA DE SUDÁFRICA La Oficina de Información Diplomática, del Ministerio de Asuntos Exteriores, hace público el siguiente comunicado: «El Ministerio de Asuntos Exteriores español ha venido siguiendo con la mayor atención los acontecimientos que se suceden en el África Austral, en la esperanza de que la dinámica del diálogo y negociación, que impulsó en su día la firma de los Acuerdos de Lusaka y Nkomati, prevaleciese e iniciara un nuevo clima en las relaciones de la República de Sudáfrica, con las Repúblicas Populares de Angola y Mozambique y todos los países vecinos. 420 RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS Llevada de su deseo de colaborar, en la medida de lo posible, en la búsqueda de la paz en una de las zonas del mundo más asediadas por la inseguridad y la guerra, la actuación española, consciente de las dificultades inherentes a un proceso largo y complejo, ha llevado a cabo una labor presidida por la discreción y la continuidad, invitando a todas las partes concernidas a proseguir el camino del entendimiento que, con vicisitudes varias, ya parecía estar dando algunos resultados. Desgraciadamente, una serie de acontecimientos que han tenido lugar en los últimos días, hacen que el Ministerio de Asuntos Exteriores tenga que: 1. Declarar su condena inequívoca y rotunda ante el llamado incidente de Cabinda, en el que una misión militar encubierta sudafricana fue capturada en las instalaciones petrolíferas de dicha provincia angolana, con flagrante violación de la soberanía de la República Popular de Angola. 2. Rechazar y condenar categóricamente la incursión militar sudafricana en Gaborone, acaecida el 14 del presente, saldada con numerosas víctimas, en lo que constituye una agresión no provocada e injustificable, al tiempo que hace llegar al Gobierno de la República de Bostwana su solidaridad y condolencia más profundas. 3. Considerar como nula y carente de efectos la instalación unilateral de un Gobierno en Namibia, con plena omisión y en abierto desafío a la comunidad internacional y a lo dispuesto en la Resolución 435/1978 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. 4. Urgir al Gobierno de la República de Sudáfrica a la renuncia de la violencia, al cumplimiento de las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas y a la adopción inmediata de cuantas medidas sean necesarias para que se restaure el arreglo pacífico de las disputas como único medio, a través de la negociación, de contribuir a su resolución.» RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS — Incorporación de España al Comité de Coordinación Multilateral de Exportaciones (COCOM) n . — Comunicado Conjunto hispano-norteamericano de 10 de diciembre de 1985: inicio de negociaciones en 1986 para la reducción escalonada de la presencia militar norteamericana en España l 2 . ACUERDOS DEL CONSEJO DE MINISTROS 18-9-85 * ACUERDO por el que, a propuesta del ministro de Asuntos Exteriores, se acepta la invitación de participar en el denominado Comité de Coordinación Multilateral de Exportaciones (COCOM) l3. * Vid., esta Revista, vol. 6 (1985), pp. 776 y 782. « FUENTE: diario El País, 11 de diciembre de 1985, p. 13. 92 El Consejo, en su reunión de hoy, decidió aceptar la invitación de participación española en el Comité Coordinador para el Control Multilateral de Exportaciones (COCOM), cuyo objetivo declarado es la vigilancia de las exportaciones de productos «sensibles» en caso de llegar a países como los pertenecientes al Pacto de Varsovia, Vietnam, Camboya y China. Él Comité fue creado en el año 1949 y a él pertenecen todos los países miembros de la Organización del 421 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES Texto integro del comunicado conjunto El texto íntegro del comunicado conjunto, difundido ayer al término de las conversaciones hispano-norteamericanas, es el siguiente: «Durante los días 23 y 25 de octubre y 9 y 10 de diciembre, delegaciones de España y de Estados Unidos de América han mantenido conversaciones sobre seguridad común. Durante la primera reunión se combinó la preparación de los siguientes estudios: — Estados Unidos analizará la contribución de las fuerzas norteamericanas estacionadas en España a la seguridad europea y occidental y las necesidades resultantes, teniendo en cuenta la actual participación española.. — España analizará la contribución española a la seguridad europea y occidental y sus implicaciones sobre la presencia militar norteamericana en España. Dichos estudios han sido analizados en el curso de la segunda ronda de conversaciones. Considerando que el ingreso de España en las Comunidades Europeas, incorporándose así al lugar que le corresponde, fortalece a Europa y al mundo occidental, teniendo en cuenta la importancia de la Alianza Atlántica, a la que España pertenece, para el mantenimiento de la paz y de la democracia en Europa, teniendo en cuenta asimismo que el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas españolas las capacita para cooperar al esfuerzo defensivo común, los dos Gobiernos han acordado iniciar, a lo largo del primer semestre de 1986, negociaciones previas en el proceso que conduzca a la renovación del convenio de amistad, defensa y cooperación, uno de cuyos objetivos será ajustar la presencia militar norteamericana en España al nivel que estimen necesario. Una vez acordados, los ajustes implicarán una disminución escalonada de la presencia militar norteamericana en España, basada en la asunción por las Fuerzas Armadas españolas de determinadas responsabilidades y misiones realizadas en la actualidad por las fuerzas armadas de Estados Unidos en España, manteniéndose la capacidad global defensiva y el nivel de seguridad para ambos países y sus aliados. La asunción de dichas responsabilidades y misiones por parte de las Fuerzas Armadas españolas permitirán mejorar la contribución de España a la defensa europea en el entorno geoestratégico español. Ambas partes han reafirmado la importancia de mantener las cordiales relaciones existentes entre los respectivos países y de incrementar los diversos aspectos de la cooperación.» Tratado del Atlántico Norte, más Japón. Sus reglamentos no están contenidos en texto escrito alguno y su funcionamiento, por tanto, lo es de una forma tácita. La adhesión de España al Comité Coordinador para el Control Multilateral de Exportaciones facilitará considerablemente a nuestro país la transmisión de tecnología de los países miembros. Los representantes del Comité, funcionarios de los Ministerios de Asuntos Exteriores, se reúnen periódicamente en París, acompañados por técnicos de otros departamentos, cuando es necesario. La misión primordial de esta organización consiste en revisar las listas de productos embargados (material nuclear, militar y de tecnología de doble uso) y también estudiar y conceder excepciones a los productos incluidos en dichas listas. Cada país posee una lista internacional de embargo de productos y, a su vez, puede vetar la aprobación de una lista. 422 RELACIONES CON IBEROAMÉRICA RELACIONES CON IBEROAMÉRICA — Comunicado Conjunto hispano-mexicano de 11 de junio de 1985 13 . 11-6-85 Comunicado conjunto hispano-mexicano con motivo de la visita oficial del presidente De la Madrid a España. La Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, reproduce a continuación el texto íntegro del Comunicado Conjunto hispano-mexicano firmado con motivo de la visita oficial del presidente De la Madrid a España. Invitado por S. M. el Rey Juan Carlos I, el Presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, llevó a cabo una visita de Estado a España del 8 al 11 de junio de 1985, durante la cual los dos Jefes de Estado, el Presidente del Gobierno español, Felipe González, y miembros de los respectivos Gobiernos, celebraron conversaciones y reuniones de trabajo en las que examinaron el estado general de las relaciones entre los dos países. Su Majestad el Rey Juan Carlos I y el Presidente De la Madrid, constataron con satisfacción el desarrollo que han experimentado las relaciones entre España y México, y refrendaron la determinación de sus Gobiernos de impulsarlas a niveles más altos de entendimiento y cooperación, en beneficio recíproco. En las reuniones que sostuvieron los Presidentes De la Madrid y González abordaron diversos temas internacionales y regionales que merecen la atención de sus respectivos Gobiernos. En especial, examinaron los distintos aspectos que conforman las relaciones mexicano-españolas y convinieron en la adopción de medidas para perfeccionar el marco en que se desarrollan, tanto en lo político como en lo económico y cultural. Reiteraron, asimismo, la voluntad de seguir impulsando las relaciones entre sus dos Países, de acuerdo con los principios del Derecho Internacional, del respeto a la soberanía de los Estados y en la perspectiva de la búsqueda conjunta de un orden económico y social internacional más justo y equitativo. Ambos mandatarios expresaron su honda preocupación por la carrera armamentista. En este contexto, resolvieron intensificar sus llamamientos en favor de la paz mundial y promover la participación de todos los Estados en las tarcas de desarme general y completo. El presidente del Gobierno español reiteró su apoyo a la iniciativa de paz suscrita en Nueva Delhi por los Jefes de Estado o de Gobierno de Argentina, Grecia, India, México, Suecia y Tanzania. Los Presidentes De la Madrid y González señalaron los amplios puntos de coincidencia de sus respectivas políticas internacionales y expresaron su propósito de fortalecer la concertación de posiciones comunes de sus Gobiernos, especialmente en aquellos temas relativos a la cooperación internacional, al proceso de desarme, al respeto de los derechos de los pueblos y a los principios de solución pacífica de controversias. Reiteraron su propósito de contribuir al fortalecimiento de las organizacio'•' Vid. precedentes en esta Revista, vol. 6 (1985). pp. 1.013-1.016; vol. 5 (1984), pp. 1.071-1.073; vol. 4 m pp. n n 694-695, A«4-fi9S yv vol. v,<l 3X (1982), MUK71 pp. n n QA1-QÍH (1983). 947-949 423 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES nes internacionales y su firme adhesión a la Carta de las Naciones Unidas, cuya vigencia debe guiar el desarrollo de las relaciones entre todos los pueblos del mundo. A este respecto, reafirmaron la utilidad de realizar consultas anuales entre sus cancilleres dentro del mecanismo adoptado en la IV reunión de la Comisión Mixta Intergubernamental México-España, así como reuniones periódicas de otros Altos Funcionarios de sus respectivos Gobiernos para intercambiar puntos de vista sobre los distintos temas de interés común. Coincidieron en señalar la urgencia de encontrar soluciones y promover alternativas al problema de la deuda externa sobre la base de una responsabilidad compartida entre acreedores y deudores. En este sentido, también estuvieron de acuerdo en la necesidad de reconocer la interrelación de las cuestiones monetarias, financieras y comerciales, la solución permanente al mismo. En el marco del interés prioritario que ambos Gobiernos conceden a sus relaciones con América Latina, los dos presidentes mostraron su satisfacción por los procesos de democratización en el área y formularon votos porque esta tendencia se fortalezca en beneficio de todos los pueblos del aquel continente. Especial atención dedicaron los Presidentes a la cuestión centroamericana y reiteraron su convencimiento de que los trabajos del Grupo Contadora constituyen la alternativa más viable de solución para los diversos puntos de controversia; expresaron su firme convicción de que es necesario lograr una clara voluntad política internacional en favor de una solución negociada y pacífica de los problemas que afligen al istmo centroamericano, fundamentada en los principios de no intervención y libre determinación de los pueblos. Los dos Presidentes expresaron su seria preocupación por el desarrollo reciente del conflicto y señalaron que los incidentes fronterizos podrían agravar aún más la situación, hicieron hincapié en la necesidad de que se promueva un clima político que facilite la negociación, subrayando la responsabilidad que tienen los Gobiernos centroamericanos para alcanzar entendimientos políticos solidos. En este contexto se refirieron a la conveniencia de que se reanude el diálogo de Manzanillo. A la luz de la adhesión de España a las Comunidades Europeas consideraron que ésta debe redundar en un acercamiento entre la Comunidad ampliada y América Latina y reconocieron la importancia que debe tener una eficaz y oportuna cooperación europea en el terreno financiero, comercial y de inversiones para fomentar el desarrollo en Iberoamérica. Estuvieron de acuerdo en considerar la Conferencia de San José de Costa Rica de septiembre de 1984 como un paso importante para una cooperación más amplia y expresaron su confianza en que sirva de aliento para que otros Gobiernos se comprometan igualmente a cooperar de manera efectiva en favor de los países centroamericanos. Los mandatarios manifestaron la voluntad de sus Gobiernos para desarrollar la cooperación bilateral con un enfoque integral, que contemple la interrelación entre los distintos sectores y plantee metas definidas de cooperación para el desarrollo a medio y largo plazos. Los dos Presidentes manifestaron su satisfacción por el crecimiento que han registrado las relaciones económicas entre México y España desde la reconstitución de las relaciones diplomáticas, no obstante las adversas condiciones que prevalecen en la economía internacional y en las respectivas economías nacionales. Destacaron, en este sentido, que el desarrollo del comercio bilateral se ha visto acompañado por la realización de importantes programas de cooperación industrial, pesquera, energética, minera, agropecuaria, turística y financiera. 424 RELACIONES CON IBEROAMÉRICA Ambos Presidentes expresaron su preocupación respecto de la existencia de un desequilibrio en los intercambios bilaterales y estuvieron de acuerdo en adoptar las medidas que contribuyen a estimular un mayor dinamismo y diversifiación en el comercio recíproco a fin de corregir esa situación. Igualmente destacaron la importancia de la cooperación financiera para impulsar la cooperación económica en general y hacer frente a los graves problemas de liquidez que derivan de la situación económica internacional. Con el propósito de estimular el desarrollo de los intercambios comerciales y facilitar la disponibilidad de recursos que se requieren para financiar las operaciones de intercambio, se acordó la suscripción de los siguientes instrumentos: — Memorándum de entendimiento entre el Banco Nacional de Comercio Exterior de México y el Banco Exterior de España, por el cual se establecen líneas de crédito recíproco por un monto de 150 millones de dólares. — Convenio de colaboración entre el Instituto Mexicano de Comercio Exterior y el Instituto Nacional de Fomento a la Exportación de España. Los dos Presidentes manifestaron la conveniencia de incrementar la cooperación entre pequeñas y medianas empresas, asegurar la transferencia de tecnologías, desarrollar programas de capacitación y, en general, impulsar proyectos de colaboración de los sectores definidos como prioritarios en los respectivos programas nacionales de desarrollo. Advirtieron con agrado que continúan aumentando el número de empresas conjuntas establecidas mediante coinversiones de capitales españoles y mexicanos y tomaron nota con satisfacción de la firma de 10 acuerdos específicos para el desarrollo de empresas conjuntas de elaboración y comercialización de productos alimenticios, para refrigeración, equipo eléctrico, productos farmacéuticos, textiles, aeronáuticos, agrícolas y equipos ópticos y médicos y muebles. Los Presidentes subrayaron la importancia del suministro de petróleo crudo mexicano al mercado español y estuvieron de acuerdo en la necesidad de ampliar la cooperación energética a otras áreas tales como la exploración, explotación, procesamiento y comercialización de hidrocarburos. En materia de comunicaciones y transportes, los Presidentes coincidieron en la necesidad de impulsar la colaboración entre empresas españolas y mexicanas en las áreas de transporte ferroviario, telefonía, aviación civil, transporte marítimo y fabricación conjunta de equipos y maquinaria. Los Presidentes reiteraron la disposición de sus Gobiernos por continuar y dar mayor amplitud a las acciones de cooperación en el sector pesquero especialmente en lo que hace al establecimiento de empresas de coinversión, investigación de recursos, captura, procesamiento, comercialización, programas de capacitación y asesoría técnica y construcción naval. Ambos mandatarios reconocieron el papel importante que desempeñan los factores científicos y tecnológicos para el fortalecimiento de la independencia y del desarrollo de sus respectivas economías y manifestaron su interés por continuar apoyando la cooperación bilateral en este terreno. Tomaron nota con satisfacción del alto grado de cumplimiento registrado en el III Programa de Cooperación Científica y Técnica aprobado para el período 19821985. Coincidieron en que los acuerdos complementarios suscritos entre los dos Estados en los sectores agropecuario, ciencias básicas, salud, seguridad social y socio425 DOCUMENTACIÓN SOBRE ASUNTOS EXTERIORES laboral constituyen instrumentos importantes para alcanzar desarrollos científicos y tecnológicos en áreas económicas prioritarias para ambos países. Los dos Presidentes se congratularon por la realización en Madrid de las exposiciones sobre Pintura, Escultura y Fotografía Mexicanas en la Biblioteca Nacional de Madrid, así como la del Libro Científico Mexicano en el CSIC y pusieron de relieve el significado que este tipo de manifestaciones tiene para profundizar el conocimiento mutuo entre los pueblos mexicano y español. Destacaron el valor de la naturaleza plural de las culturas de España y México, así como la necesidad de extender aún más el acceso a los bienes culturales y de asegurar la creciente función educativa de los medios de comunicación social. Señalaron, asimismo, que el horizonte de la Conmemoración del V Centenario del Encuentro entre los pueblos de España y América proporciona una oportunidad para impulsar la difusión de las aportaciones de México y España a la cultura universal en un nuevo esquema de cooperación entre los países iberoamericanos. Reafirmaron su voluntad de activar y coordinar sus iniciativas con vistas a la celebración del V Centenario tanto en el marco de las reuniones de las Comisiones Nacionales como bilateralmente. El Presidente De la Madrid estimó, asimismo, de interés la participación mexicana en la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Resaltaron la importancia de continuar otorgando un apoyo decidido a las actividades educativas, culturales y editoriales que desarrollan ambos países, conscientes de que estos intercambios constituyen un elemento esencial de sus relaciones bilaterales. Los Presidentes De la Madrid y González subrayaron la importancia que para la preparación y especialización de los recursos humanos de los dos países tienen los programas de intercambio académico y de becas. Para ampliar la cooperación y los intercambios en las áreas de la cultura, la educación, la ciencia y tecnología, se decidió la firma de los siguientes Convenios: — Acuerdo en materia de Reconocimiento o Revalidación de Certificados de Estudios, Título, Diploma y Grados Académicos. — Acuerdo sobre Riesgo Compartido Bilateral en Proyectos de Innovación Tecnológica. Al concluir la visita de Estado, el Presidente Miguel De la Madrid, el Rey Juan Carlos I y el Presidente del Gobierno Felipe González, coincidieron en calificar como excelentes las perspectivas de desarrollo de la relación entre México y España y en su decisión por continuar apoyando la ampliación de los numerosos lazos de amistad y cooperación existentes entre sus pueblos. El Presidente de México expresó su agradecimiento por las atenciones y muestras de simpatía que recibió del pueblo y del Gobierno de España y convino con el Presidente del Gobierno español en señalar que estos encuentros contribuyen a afianzar los nexos que unen a ambos países y se traducen en el fortalecimiento de la cooperación y el entendimiento entre los dos pueblos. El Presidente De la Madrid extendió al Rey Juan Carlos 1 una cordial invitación para que haga una visita de Estado a México. El Rey aceptó complacido y se convino que la fecha para realizarla será fijada oportunamente. Madrid, a once de junio de mil novecientos ochenta y cinco. 426