El hombre y la naturaleza - Una visión histórica Santiago Kovadloff – Abril 2005 Actividad del Pograma Cultural del Ecocentro auspiciado por Aluar Aluminio argentino SAIC Muchas gracias por acompañarme, y por compartir este momento que quisiera hacer de reflexión. Quiero además de agradecerles a uds., agradecer a los organizadores del Ecocentro la posibilidad de volver aquí. Mi primera visita fue el año pasado, y esta no es más que la segunda, así que espero poder seguir compartiendo con quienes han tenido la iniciativa de crear este espacio cultural la posibilidad de trabajar juntos. En un comienzo habíamos pensado, con Alfredo Litcher, en la posibilidad de hacer un seminario sobre el concepto de naturaleza en la historia del pensamiento; esa idea no fue desechada pero si fue aplazada por razones de organización, entonces hemos decidido concentrar en la charla de hoy algunos aspectos temáticos de lo que sería el seminario que hubiésemos desarrollado a lo largo de tres encuentros sucesivos. El título que me pareció propicio para encabezar estas reflexiones es “El hombre frente a la naturaleza”. En la charla que ofrecí el año pasado a la que seguramente algunos de uds. asistieron planteé el porqué de la urgencia de tomar en cuenta el concepto de naturaleza, en un momento como este. Situaba, yo, la noción de naturaleza en un repertorio de dilemas contemporáneos que me parecía que le conferían perfil problemático a nuestro tiempo. Y encabezaba la reflexión sobre ese concepto de naturaleza, diciendo que una época alcanza lo que podríamos llamar su idiosincrasia propia, su perfil problemático como digo en el momento en que descubre cúales son los problemas inéditos, hasta entonces que no puede soslayar sin dejarse de lado a si misma. El descubrimiento de los problemas inéditos que una época es capaz de enfrentar señala al mismo tiempo el esfuerzo de originalidad analítica, en el sentido de reflexiva que una época esta llamada a llevar adelante para perfilarse en la historia con un signo propio. En esos dilemas contemporáneos que en aquella ocasión mencionaba yo, junto con el de la naturaleza, la noción de progreso, la noción de conocimiento y el concepto de la guerra. Estás cuatro nociones: naturaleza, progreso, conocimiento y guerra, decía en aquel momento, han sufrido una fuertísima una onda redefinición semántica, a partir del siglo XX. No es cosa, ahora tal vez de recordar, el alcance de estos cuatro conceptos, pero quisiera yo detenerme en el que hoy es materia de esta exposición, que es la noción de naturaleza. Recordaba, entonces parte de lo planteado para avanzar, en consecuencia hoy un poco más, decía yo entonces que la noción de naturaleza sufre en nuestro tiempo una redefinición radical porque habiendo sido el hombre durante centenares de miles de años un ser que pugnó y lucho por constituir su humanidad mediante el esfuerzo de abrirse un lugar en la naturaleza, se veía enfrentado ahora a una situación inesperada para sobrevivir debía abrirle él un lugar a la naturaleza en el mundo de la cultura. Esta inversión, no es sin consecuencias. No se trata ni siquiera superficialmente de un cambio de escenario. Se trata de una mutación radical en la comprensión de la propia subjetividad, porque si el hombre se educó para algo durante muchísimo tiempo, fue para apropiarse de la naturaleza. Esta apropiación en el marco de la cultura moderna, es 1 decir, la cultura que se despliega entre los siglos XV y XX, redundó en el riesgo de exterminio de la naturaleza. Por primera vez, afines del XIX, en primera instancia y con más transparencia en el transcurso del XX, el hombre advierte que la naturaleza se agota, es decir que ha sido objeto de una apropiación abusiva, a la que no vacilaría yo en llamar prostibularia. Como consecuencia de esta apropiación abusiva de la naturaleza, el hombre no solo descubre, decíamos en aquél momento que el entorno agoniza bajo la forma de especies que desaparecen, atmósferas que se contaminan, ríos envilecidos por la polución, ciudades que agonizan bajo el peso insoportable del estruendo, no solo descubre entonces que el entorno está vulnerado por el abuso, sino que descubre además que él es el entorno. Vale decir que el hombre descubre que lo que le pasa a su medio ambiente es lo que le sucede, él es lo que le ocurre a lo que él no es. El es lo que le ocurre a lo que él no es. Este descubrimiento es decisivo, porque implica que luego de una parábola de casi tres mil años, el hombre vuelve, vuelve, ha advertir que su cuerpo no termina donde finaliza su piel, sino que el consiste además en todo lo que lo excede. Que él es todo aquello que afectado por su abuso, vuelve sobre él bajo la forma de agonía para recordarle que quién agoniza es él. No abusemos de la presunción de creer que esto es claro. Poco es lo que entendemos acerca de esto que con tanta dificultad apenas alcanzamos a plantear. Son dilemas nuevos, estamos mucho más hondamente afectados por ellos que en condiciones de comprender y de resolver lo que estos problemas implican. Hace treinta y cuatro años, un hombre que consagró su vida al estudio de la medicina y de la ciencia del medio ambiente Konrad Lorenz, premio nobel de medicina escribió una obra que hemos conocido aquí bajo el título de “Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada”. Yo me he permitido traer esta noche este libro, por dos motivos; primero para sugerirles que lo lean quienes no lo han leído y sobre todo que lo relean quienes ya lo han leído. De él quiero sólo leerles un fragmento: “ … Así pues la humanidad civilizada se encamina por si sola hacia su ruina ecológica mientras asola con obcecación y bandalismo la naturaleza que lo circunda y lo nutre. Tal vez reconozca sus errores cuando sienta por vez primera, las secuelas económicas de tal actitud, pero entonces, probablemente será demasiado tarde. Sin embargo lo que menos percibe es el daño causado a su alma en el curso de ese bárbaro proceso. La ruindad estética y ética de la civilización actual es imputable en gran medida al distanciamiento generalizado y acelerado de la naturaleza viva por parte del hombre. Donde encontrará inspiración el hombre de la generación futura para respetar esto o aquello si todo cuanto ve en torno suyo es obra humana, y por cierto un obra humana excepcionalmente sórdida y disforme. El ha sembrado la desolación que contempla. Incluso el firmamento estrellado se oculta a la mirada del ciudadano con los rascacielos y el enrarecimiento químico de la atmósfera. Por consiguiente no es nada extraño que el progreso civilizador lleve como cortejo un afeamiento deplorable de la ciudad y del campo. Comparemos con los ojos bien abiertos el recinto antiguo de cualquier ciudad alemana con su moderna periferia o bien sus contornos engullidos vorazmente por el envilecimiento cultural con las localidades exentas todavía de tal carga. Será como comparar el cuadro histológico de cualquier tejido animal sano con un tumor maligno. Hallaremos sorprendentes analogías. Esta diferencia analizada con objetividad y transportada de lo estético a lo calculable estriba fundamentalmente en una pérdida de información….” 2 Quiere decir Lorenz, pasa lo que no sabemos que nos pasa. Pasa lo que no sabemos que nos pasa. Lejos está Lorenz, cuya prosa además habrán advertido que es diáfana, y elegante como corresponde a un hombre de ciencia, puesto que un hombre de ciencia ante todo tiene sentido de lo estético y por eso ama la armonía aúnen el uso de la palabra. Lejos está Lorenz de querer decirnos con esto volvamos atrás. Cuando uno quiere volver atrás es reaccionario. Cuando uno se queda en el presente es irresponsable. Cuando uno aspira a encontrar una salida hacia el futuro es porque se ha vuelto consciente de la demanda que el pasado le hace en el presente y quiere transformar la actualidad. Eso se llama mirar hacia delante. Se trata por lo tanto de una perspectiva cívica. Cívica quiere decir ciudadana en el sentido político de la palabra. Si no alcanzamos a configurar una idea clara de las deudas que hemos contraído en el presente con el pasado incumplido, con las deudas incumplidas del pasado en el presente, no tenemos futuro. El futuro no es lo que va a venir. El futuro es el sitio desde cual venimos nosotros hacia el presente cuando lo hacemos cargados de ideales. El futuro es el sitio desde el cual venimos nosotros hacia el presente cuando tenemos ideales. Y cuando no tenemos ideales, ¿desde donde venimos? Desde el futuro también, pero en este caso se llama resignación. Siempre venimos del futuro, es decir del repertorio de expectativas con las que configuramos el valor, el sentido, la significación de la actualidad. Y ¿qué es el pasado entonces? El pasado es hacia donde vamos. Como, ¿no venimos del pasado?, ¿ud cuando nació? No, no venimos del pasado, el pasado es el sitio hacia el que vamos en la medida en que las generaciones venideras deben superarnos, debemos ser dejados atrás. Si nos va bien, si le va bien a la comunidad a la que pertenecemos se nos deja atrás. Se nos supera. El que tenga hijos si se anima sabe de qué hablo. ¿Qué podemos desearles a nuestros hijos? que nos dejen atrás. Que no nos repitan. Uno sueña cuando es joven que va a ser mejor que sus padres y termina descubriendo en la mirada de sus hijos que se parece a ellos, a sus padres. Pero no porque los repita en el sentido explicito de que repite aquello mismo que sus padres han hecho, sino por que uno fatalmente, no coincide con sus hijos. Si le va bien no coincide. Si le va mal, ellos se someten y son idénticos a nosotros y nosotros aspiramos a que no existan y decimos son iguales a nosotros…que bien. Lo digo por que esto puede ser trasladado a la concepción del tiempo histórico. Konrad Lorenz está diciéndonos que es indispensable, que nosotros entendamos que ha sido de nosotros en un mundo en el que el concepto de progreso al quedar exclusivamente asociado a la eficacia operativa y posesiva sobre el medio ambiente, ha destruído la significación del medio ambiente como alteridad, como otro. Como yo quisiera encabezar, encauzar mejor dicho esta conversación hacia la idea de lo que nos exige la naturaleza a partir de un esfuerzo de comprensión de nuestro presente, quiero, dos cosas, anticiparles resumidamente cual entiendo yo que es ese desafío y hacer hasta donde me sea posible un recorrido histórico que les permita disponer a uds de una semblanza de las distintas acepciones de la noción de la naturaleza desde el pensamiento bíblico hebreo hasta la actualidad. ¿Cuál es el desafío que a mi juicio nos hace hoy la naturaleza? El desafío que nos hace consiste creo en ver si podemos transitar de la idea de la naturaleza como objeto de dominio, a la idea de la naturaleza como interlocutora. Ello no implica abandonar nuestras relaciones de trabajo y producción con el medio ambiente y con la naturaleza, pero implica entender que la naturaleza no es objeto pasivo de posesión. No es una prostituta. Es alguien. Tenemos una enorme dificultad para entender a la naturaleza como alguien. 3 Tenemos una enorme dificultad para entender a la naturaleza como alguien. Como presencia, como otro, como alteridad, como interlocutora. La propuesta es ver si a través del desarrollo de lo que a partir de este momento voy a empezar a hacer, puede vislumbrarse con alguna claridad gradual y mayor que significa entender a la naturaleza como interlocutora. El primer punto entonces, es darles una idea acerca del concepto de naturaleza tal como lo podemos configurar en la lectura de la Biblia hebrea, de la Torá, como se dice en hebreo. Es un punto de partida, no excesivamente convencional porque atañe a la configuración de los procedimientos occidentales de relación con la naturaleza. Podríamos encontrar otros también y cuanto más encontremos mejor, pero bajo el peso de la necesidad de ser sucinto, tomo entonces este punto de partida. La Biblia hebrea, particularmente el libro del génesis nos enseña lo siguiente, que dios construye lo real,….no. Dios no construye lo real. Dios transforma lo real. El dios de la Biblia no es un dios estrictamente creador de realidad sino transfigurador de lo real, hace del caos un cosmos, del desorden en que lo real palpita un orden una inteligibilidad que el efectúa a través de la palabra. El dios judío habla, no se arremanga para trabajar, habla. Trabaja hablando, produce significaciones. Es un dios que funda significados, dice: “hágase la luz”, y la luz se hace; hágase el día, hágase el mar, háganse las especies que vuelan y las que nadan, y esas especies y esos días se hacen. La palabra tiene poder configurador. Lo que hay bajo la forma de caos de pura materia amorfa indiscernible es, por obra de la palabra divina convertida en significado. Se entiende, eso quiere decir mundo. Pasamos del caos al cosmos, cuando transitamos de lo impronunciable a la significación, lo imponderable a lo ponderable por obra de la significación. Un dios que habla acota lo indeterminado de lo real y lo introduce en el campo de lo significativo. La naturaleza en consecuencia, y en primera instancia es en la Biblia lo que está sostenido por la significación. No es el mero haber, ya el caos implica un haber, es el haber bautizado. Lo real transformado por el sentido. Si uds tienen dificultad para comprender esto, y el que no la tenga es un cínico, puedan en parte palear esa dificultad comprendiendo lo que significa el nombre propio. Creo que todos nosotros hemos pasado por la angustiante experiencia de que llamándonos Marta o Roberto alguien nos mire a los ojos y nos diga “Alfredo, ¿que tal?”. “Soledad, ¿como estás?”. Este dislocamiento, este deslizamiento hacia un nombre que no es nuestro, es un arrebatamiento de presencia, una claudicación de transparencia de nuestra identidad. Es el horror de desconocerse, porque nuestro nombre nos inscribe en el campo de la inteligibilidad para nosotros mismos, no da lo mismo un nombre que otro una vez que uno lo tiene. Analógicamente entonces, podemos decir en un orden metafórico, que cuando dios designa a lo real lo inscribe en el campo de la identidad, le pone nombre, lo funda. Y en consecuencia el hombre es convocado según la Biblia dice, en génesis también, para que cumpla con dos funciones; fíjense que interesante. Dios lo lleva a Adán al edén y le dice: “bueno, aquí esta de todo lo existente la excelencia, es decir aquello que reviste mayor calidad, pues bien aquí esta todo para que lo nombres; le dice dios a Adán, de conformidad con tus necesidades”. Aquí esta todo para que lo nombres de conformidad con tus necesidades, y esto significa sin olvidar que ya tienen nombre. Hay un nombre funcional que les ponemos a las cosas en virtud del trato de rentabilidad que necesitamos entablar con ellas, y hay otro nombre que designa a las cosas como presencia. Vuelvo a los ejemplos, porque los ejemplos sin explicar matizan la oscuridad de las cosas. Uno está en el colegio y dicen: “Martínez Carlos, presente”. “Josefa Luisa, presente” Ahí el nombre está cumpliendo una función operativa, y otra cosa es cuando ella se acerca a Carlos y le dice, supongo yo, ¿sabes que sos hermoso? 4 También se hace presente Carlos en esa, pero es otra presencia, es la presencia significativa de quien que fuera de un marco exclusivamente funcional irrumpe como persona. Irrumpe como persona, vale como persona, no está cumpliendo función no es win izquierdo, el número 37 de la clase 12 B, es alguien. Pues bien, lo que dios le recuerda a Adán es esto: Mi palabra le dio significación al mundo para que se haga presente y vos podés entablar con el mundo una relación operativa en función de la rentabilidad que necesitás extraer de las cosas, pero no te olvides nunca, que más allá del vínculo operativo con el mundo está el mundo como presencia. ¿El mundo como qué? Como presencia. Y ¿qué quiere decir eso? bien, porque no se bien, bueno recapitulemos en la propia biografía de cada uno que significa valer como persona para un prójimo, para un amigo, para un amor, para un padre, para una madre, valer como presencia. Cuando alguien nos invita a comer, no para hablar de negocios, para estar con nosotros, sin más finalidad que estar con nosotros. Que pasa cuando vamos a ver el mar pero no para hacer surf, para ver el mar, para ver el mar, y subimos una montaña no para hacer alpinismo, para ver la montaña. Aburrido, no? Y tal vez no, tal vez se trata de ir al encuentro de lo real de poder contemplar acaso el hombre sea un ser que se distingue de otras especies fundamentalmente porque tiene el don de la contemplación. Es el único ser capaz de contemplar. Todos los demás seres vivos tienen relaciones puramente funcionales con el mundo, aún los que vuelan. Nosotros además de eso podemos contemplar, mirar sin más, no hay rentabilidad alguna en observar la caída del sol. Observar el fuego, la lluvia, la caída del sol, el rostro de un niño, un anciano, la huella en la tierra húmeda. Todo esto no sirve para nada, gracias a dios, pero traza el rasgo distintivo de nuestra especie. El hombre, uno que puede observar la presencia sin más de las cosas. Claro, todo esto exige educación. Una época sumida en el vértigo que lo lleva a confundir la existencia con la capacidad de durar más tiempo. Que se jacta que puede vivir cien años sin pensar si hay calidad subjetiva en ese vivir más. Lógicamente entenderá el atardecer, fundamentalmente como la hora en que los negocios cierran. De modo que, volviendo al concepto bíblico de la naturaleza podemos decir que para los judíos bíblicos todo lo real connota una doble significación. Aquí están las cosas para que de ellas me valga a fin de sobrevivir, y aquí están las cosas como expresión de un enigma, el enigma del origen de lo real que viene a convocarme como contemplador. El sábado, en la tradición hebrea, es también el día de la contemplación, el Shabat: día en que los hombres interrumpen su relación funcional con el mundo. Dejan de vender, de comprar, de salir, de entrar, de viajar, ¿qué hacen? Hacen nada. Dificilísima actividad. Dificilísima actividad. Y que consiste en hacer nada, consiste en reconcentrarse sobre el hecho de estar vivo. Sin más. Uno es uno, que fue uno por una única vez. Y que estamos por una única vez y hay un día en la semana en que la tradición hebrea viene a recordar a través de la Biblia que en el séptimo día dios descansa de lo que hace y se concentra en la perplejidad de lo existente. Si uds. leen con detenimiento génesis, verán que hay un momento en el que la Biblia dice, después de que dios crea esto o aquello y vio que era bueno y vio que era bueno. Es decir, que el impacto de lo echo sobre la sensibilidad del creador, ya escapa estrictamente a su control, el puede crear las cosas, pero la perplejidad y la emoción de haberlas hecho lo sorprende. Y vio que era bueno, y vio que era muy bueno. Quiere decir esto que hay un momento en el cual ante la presencia de lo real, no entablamos una relación de uso ni de abuso sino una relación de interlocución. Hablamos con lo que se hace presente acerca de su presencia. Este concepto bíblico que remite, entonces permanentemente, a lo hecho por la palabra; remite en consecuencia a una palabra que 5 tiene el poder de devolvernos el mundo como presencia cuando el mundo está contaminado por la palabra abusiva del uso. Esa palabra que nos devuelve el mundo como presencia se llama poesía. Dice Nicanor Parra, vecino de la zona, poeta chileno: “….El poeta está ahí para que el árbol no crezca torcido. ¿Cuándo crece torcido el árbol? Cuando al pasar junto a él no lo vemos. Cuando sólo lo vemos para saber cuanto pesará la madera que podríamos obtener cortándole las ramas. Cuando se trata de un objeto que interrumpe el tránsito o rompe la vereda. Las cosas se tuercen cuando el asombro se ausenta al contemplarlas…” Y el poeta viene a decirnos pongámoslas otra vez en su lugar, recordemos que son presencia viva. Que están ahí para que nos descubramos ahí. Para que nos hagamos presentes nosotros ahí. Pero poesía no quiere decir un género literario. Poesía es una actitud. La poesía mucho más que un género literario, y mucho antes que un género literario, es un modo de ver el mundo. Poeta es aquél que rompe para nosotros la costumbre dice Saint John Perse, un poeta de lengua francesa, de Martinica. Poeta es aquél que rompe para nosotros la costumbre. Es decir, que sustrae el mundo a la obviedad en que la sumerge el trato puramente funcional. El hombre de hoy está profundamente amenazado por la relación unilateralmente funcional que establece con la realidad. Ha disociado la ética de la eficacia. Y ha consagrado su esfuerzo teológico primordial a la sacralización de lo eficiente. Por que es un esfuerzo teológico, no es que no tenemos dioses hoy, eh. Hoy tenemos nuevos dioses, normalmente los llevamos en la cintura con un estuche bajo el nombre de Personal, CTImovil, son dioses, los adoramos. Vivimos para comunicarnos. ¿Comunicarnos? ¿De veras nos comunicamos? La técnica convertida en tecnolatría, hace como que el hombre sea un instrumento de los instrumentos. No pongamos en una pira todo lo que supimos conseguir, pero despertémonos y advirtamos en que medida en lugar de valernos de los objetos para ser sujetos nos convertimos en objetos por obra del vínculo con los objetos. Recordé aquí también, cuando estuve la vez pasada una sentencia magnífica de Lord Ellington uno de los más grandes físicos de nuestro tiempo, una broma sumamente inglesa y la quiero repetir para aquellos que no la oyeron. Dice Lord Ellington: “…..Todo físico sabe que su mujer es un conjunto de átomos y de células, ahora bien, si la trata así la pierde…” Claro, dentro del laboratorio, trabajemos en el espacio segmentado que nos impone el objeto específico de nuestra atención. Pero el laboratorio tiene una puerta, y del otro lado de la puerta está el mundo con su complejidad sinfónica y la multiplicidad de sentidos que tiene y la irreductibilidad de su fuerza polifacética a un solo concepto. Hay que aprender a estar afuera del laboratorio, tanto como adentro. Por que afuera está el desafío de un mundo que no se deja reducir a lo que entendemos dentro del laboratorio. Y cuando tratamos de transportar las categorías del laboratorio al mundo externo, cometemos algo que en el África se llama jibarización, reducción de la multiplicidad de lo real a la unidad de un criterio unilateral. Yo no le pregunté a ud, dice el médico donde está lo que le duele, sino lo que lo molesta. Si ud está sufriendo es otra cosa, yo me ocupo de lo que le duele. Entonces en un tiempo así moldeamos nuestra subjetividad para entablar con el entorno relaciones muy empobrecidas por la fragmentación y el entorno son mi mujer, mis hijos, mis amigos, mis semejantes. 6 Tenemos un vínculo televisivo con el dolor un rato. Una onda apatía se apodera de nuestra sensibilidad sometida a un cúmulo informativo que nos agobia, no tenemos espacio para pensar y adoramos la distracción que es el arte de estar en ninguna parte. Vivimos distraídos por mas concentrados que nos encontremos porque estamos fuera del vinculo dialogico con el mundo. Tenemos vínculos operativos, ¿no hay que teneros? ¿Quién dijo que no hay que tenerlos? Pobre de nosotros si no los tenemos, pero recordemos que no es lo único que tenemos que tener si queremos ser personas, habrá que ver si queremos ser personas. No esta escrito en ningún lado que querramos persistir en nuestra condición de sujetos. Los griegos a diferencia de los hebreos, no conciben naturaleza como un significado producido por un ser que habla, sino que conciben la naturaleza primordialmente como un repertorio de realidades gobernadas por leyes regulares, es decir, todo lo que el griego llama naturaleza, es primordialmente un conjunto de operaciones que tienen la característica de ser constantes. El griego descubre que las leyes regulan el funcionamiento, el comportamiento de lo fenómeno, y se apasiona en conocer a la naturaleza en su estructura legal. Van a fundar lo que hoy llamamos ciencia y no van a concebir a la naturaleza como una creación divina, es muy interesante esto, muy aleccionador. Los griegos antiguos, en tiempos ya de Pitágoras, dos mil seiscientos años antes de este instante, entendieron que los dioses no son creadores, son perfectos y Aristóteles desplegó una de las explicaciones más fascinantes sobre la naturaleza de lo divino que permite entender la concepción griega de la naturaleza. Dice Aristóteles: “…Dios no puede ser creador porque todo lo creado, si bien puede ser bello, adolece de imperfección, esta condenado a perecer. Se desgasta. No es concebible que algo perfecto como un dios cree algo imperfecto porque desde el punto de vista lógico nada absoluto crea nada relativo”. Uds. me dirán esto es pura lógica pero tiene unas consecuencias reales que no se imaginan, o sí se imaginan. Otra idea de Aristóteles al respecto es que la perfección solo anhela a vivir para si puesto que es la expresión máxima de la armonía. Digamos que el dios vive ensimismado, Salir de si para ir en busca de otra cosa, es aspirar a un mundo que no reúne las características de perfección que el tiene. Entonces para que quiere dios el mundo si el mundo no le brinda nada de lo que hay en el de perfecto, por lo tanto el dios además de perfecto vive ensimismado. ¿Y que es el mundo?, ¿no es creación?, como pero, ¿quien lo hizo? Gritamos desesperados por una causa lógica que nos permita entender algún tipo de secuencia. Aristóteles dice que el mundo esta ahí gobernado por leyes que debemos conocer para poder hacer ciencia, para poder administrar lo real, pero en la medida que el mundo esta constituido por formas llamadas a ser perecederas, no pueden provenir de un dios inmortal y perfecto. Por lo tanto es un mundo huérfano de dioses, los dioses son indiferentes al mundo para los griegos, los hombres aspiran a que los dioses les presten atención, pero los dioses solo se interesan por los hombres para instrumentarlos, es decir para valerse de ellos a fin de lograr sus propios fines, no hay amor entre el hombre y los dioses. El hombre dispone de una razón que le permite conocer mejor el mundo en que habita y su propia idiosincrasia, pero la naturaleza para el griego es eso estructura legal. Conocerla es aprender a dominarla pero de ninguna manera implica a remitirse a la presencia de un otro, la naturaleza nos habla de sus leyes y quien las conoce a eliminado el enigma de lo real. La palabra que designa a la naturaleza en un sentido no exacto al que nosotros lo 7 entendemos es füsys, füsys, digamos podemos escribirlo con una efe, una u con diéresis, una ese, una i griega y otra ese, vamos a decirlo así. Metasfèsis, metafísica, es aquella actividad que se realiza tratando de ir mas allá de la apariencia de las cosas en busca de sus leyes, en principio la ciencia es metafísica, un anhelo de conocer lo que esta detrás de la apariencia. Los metafísicos, los filósofos son los hombres de ciencia de aquel entonces porque preguntan por la condición de posibilidad de los fenómenos, pero es evidente que aquí esta ya delante de una realidad que lo desafía con sus enigmas legales y también al mismo tiempo delante de una pregunta extraordinaria o lo que, a la que los griegos le supieron dar vida, ¿como es posible que hayan comportamientos regulares? Puedo estudiar las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos. Pero más allá del hecho de que puedo estudiar las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos, ¿porque hay leyes? .Einstien dos milenios mas tarde dice esto lo que prueba la autentica estirpe de un físico no es el hecho de que se interese por el conocimiento de las leyes, sino el hecho de que manifieste perplejidad porque las hay, sino el hecho de que manifieste perplejidad porque las hay. Pero ¿porque dice que esto es lo propio de la autentica estirpe de un físico? Eso no seria mas bien lo propio de una sensibilidad religiosa, filosófica, no físico, dice físico. Lo que prueba la autentica estirpe de un físico es que manifieste perplejidad porque hay leyes. Y dice bien creo yo, porque manifestar perplejidad por el hecho de que haya leyes, significa que mas allá del vínculo operativo que establezco con la manipulación de los comportamientos regulares o irregulares de los fenómenos, abro mi sensibilidad hacia algo que no logro resolver matemáticamente y es que haya leyes. Un matemático es grande cuando se abre también a lo que no puede ser matematizado, es decir no solo a lo cifrable sino a lo indescifrable. La relación entre lo cifrable y lo indescifrable nos permite tener una experiencia de la complejidad de lo real. La complejidad no proviene solo de aquello que desconocemos por falta de un método adecuado sino de aquello que conocido por el método adecuado aún nos asombra por su estructura. Otra vez las analogías. Ninguno de nosotros, ninguno de los que aquí estamos dejamos de tener un sentimiento relativamente discernible de nuestra propia identidad. Nadie, en términos generales, se confunde con otro que esta razonablemente bien. Pero, ¿quién puede decir quien es?, ¿quién se atreve a decir me conozco?, ¿quién tiene de si el discernimiento suficiente como para presumir que no constituye un dilema irresoluble para si mismo por mas que se conozca?, ¿quién pude mirarse en ele espejo de veras, sin advertir que esta ante un desconocido? Entonces Einstein tiene razón, la perplejidad ante nuestra propia presencia, nos salva del maltrato en el que caemos por abuso de intimidad con nosotros mismos, es bueno desconocerse. Nos salva del maltrato que impone la costumbre cuando es abusiva. De manera que lo que griegos intentan mediante el conocimiento de las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos naturales, no es solo conocer para describir y prever, sino asomarse al enigma del origen. Es decir a la indiscernible condición de posibilidad de lo real legal, de todo aquello que es comportamiento regular. ¿Para qué sirve este esfuerzo? Para nada, por suerte no sirve para nada. Es perfectamente inútil como el amor, la libertad, haber nacido y tener que morir. Bueno, pero si no sirve para nada eso no quiere decir que no tenga sentido, y no, sentido tiene. Tiene sentido porque nos permite avanzar en el campo de un relacionamiento mas hondo con nuestra identidad, con lo que nuestra identidad tiene de complejo y con lo que hay de complejo en aquello que parece ser inerte, lo que nos rodea, la naturaleza. El hombre es aquel sitio de la naturaleza donde lo real se asombra 8 de si. Es el único sitio de la naturaleza donde lo real se vuelve perplejo para si mismo, donde el asombro de ser tiene lugar. Pero gracias al asombro de ser, es que lo real deja de ser concebido apenas como entorno que ahí esta para ser usado y se convierte en algo que nos interroga sobre nuestra propia presencia. Es muy interesante entender que este mundo habitado por enigmas que rompen permanentemente la suficiencia de la relación funcional y operativa con el mundo, que impiden que el mundo se agote en la dimensión operativa y funcional, tiene un giro interesante en la modernidad. Vamos a llamar modernidad convencionalmente al período que va del siglo XIV hasta hace una semanas. ¿Qué es la modernidad? En primera instancia la modernidad es la convicción de que la naturaleza esta ahí para prestar servicio, es decir para convertirse en algo rentable. El hombre de la modernidad emprende sus viajes con la convicción de que la naturaleza lo aguarda para que el se valga de ella a fin de asentar su poder y su identidad de señor. Eso es en principio la modernidad, un movimiento de conquista y colonización. Es luego también no solo un movimiento de acumulación de recursos naturales, sino también de transformación de recursos naturales, de industrialización de los recursos naturales. El hombre de la modernidad es el que sabe transformar lo natural en cultura. Una de las razones de la decadencia de España en el siglo XVI, consistió en que España no supo transitar hacia la industrialización de las materias primas las traía de América y las distribuía en Europa pero no las procesaba, no entendió para que valía la pena dar el salto de acumulación a la producción, no se industrializo. Hay un pasaje esplendido en el capítulo primero del Quijote de la mancha donde se cuenta que Don Quijote apasionado como estaba por los libros de caballería decidió vender la mayor parte de sus tierras para comprarse libros de caballería, después no tenía donde leerlos. Calculo mal, España también calculo mal en aquel entonces, después calculo bien. Pero lo cierto es que la modernidad es con respecto a la naturaleza en primera instancia un posecionamiento, un posicionamiento del sujeto frente al objeto. La naturaleza gana estatuto de objeto virtualmente rentable en la modernidad, se convierte en aquello que hay que hacer rendir. Desde la materia prima hasta la materia elaborada. Pero paralelamente con esta idea del entorno al hombre como aquello que debe ser capitalizado aparece en la modernidad otra lectura del hombre, ya no como sujeto que capitaliza sino como sujeto no colonizable, es decir, no reductible a la condición de objeto rentable. De que estamos hablando, estamos hablando de Shakespeare, estamos hablando de Pascal, estamos hablando de Montagne, estamos hablando de Bassin, estamos hablando de aquellos escritores de la edad moderna que comprenden que es hombre no se agota en la identidad que el se atribuye desde su condición de poderoso y de señor que detenta bienes sino que es también las pasiones que no controla. Que el es todo aquello que se le escapa de las manos como objeto de poder y hace de el un ser a merced de la pasión. Es decir que el hombre no es colonizable como los objetos que lo rodean. Es cierto que puede aparentar un autodominio absoluto que luego se vera desmentido por algún lapsus, por alguna pasión inesperada, por algo que no estaba previsto. Uno de los esfuerzos más notables que hace Europa Occidental en el siglo XVII, por reducir el hombre a un repertorio de conductas previsibles es el esfuerzo que hace Luis XIV por concentrar la identidad francesa en las maneras cortesanas. Es decir por reducir el individuo a una serie de comportamientos preestablecidos que deben ser cumplidos si uno quiere ser reconocido como francés. Pero es corte aparece un señor llamado 9 Moliere que viene a traer con sus comedias la evidencia de que el hombre no es solo el señor que todo lo tiene a su merced, sino también aquel que esta a merced de sus equívocos, de sus contradicciones, de sus pasiones que no puede controlar. Quiere decir entonces que la modernidad se sitúa paradójicamente frente a la naturaleza por un lado como aquello que debe ser dominado, poseído y subyugado y por otro se abre a la idea de que ese poseedor, ese dominador y ese subyugador no es dueño de si. La modernidad a la que pertenecemos todos nosotros sin duda alguna por origen y por experiencia tiene un concepto de la ciencia interesantísimo. La física del siglo XVII como uds. sabrán muy bien, es una física que parte de la idea de que el hombre es un observador neutral, mira lo que hay y ve lo que hay. Entre su mirada y lo que mira nada se interpone de tal manera que la física newtoniana se autopropone como una física objetivamente descriptiva. Esto es correlativo de un concepto del sujeto como el que yo les describía cuando les hablaba de la corte de Luis XIV, de la idea del hombre como ser autosuficiente y capaz de penetrarlo todo con su deseo sin encontrar nada que acote o limite su voluntad de poder. Hay una relación entre la física newtoniana entendida como presunta descripción del mundo que esta ante mi y yo lo veo como es y esta idea del sujeto que no encuentra limite para su voluntad de dominio. Una de las maravillas de la física de nuestro tiempo es que en el siglo XIX se descubre algo que se llama electrodinamismos, es decir la idea de que no hay sustancias materiales que conforman lo real y que son algo así como los fundamentos de todas las cosas, no es algo que esta ahí y que podemos discernir con nuestro calculo, sino que los electrodinamismos vienen a mostrarnos que hay tensiones mas que objetos, instancias mas que objetos, fuerzas, fuerzas que no son objetos y que interactúan incesantemente. Y de aquí en adelante que es lo que va a hacer la física de nuestro tiempo, que maravilla va a hacer la física de nuestro tiempo. Gracias a los grandes investigadores, a un Heisenberg como antes, como ahora me refiero y Ellington , y el propio Planck, y el propio Einstein ¿qué van a descubrir? Que hay un determinado campote realidades como son aquellas que a física le interesan, en las que la mirada del observador altera la índole de lo observado. Es decir, que el objeto que observamos no se mantiene incólume bajo nuestra observación sino que en virtud de nuestra observación se altera y por lo tanto lo que nosotros conocemos no es la cosa que tenemos adelante, sino la cosa que resulta de la relación que entablamos con lo que tenemos adelante. El mundo que observamos esta afectado por nuestra intervención como observadores y por lo tanto lo que conocemos es lo que queda inscripto en la relación que entablamos con lo que conocemos, no hay neutralidad. Voy a leerles también un pequeño fragmento de un libro magnifico de Werner Heisenberg, el físico alemán que se llama “La imagen de la naturaleza en la física actual”, un pequeño fragmento para que ustedes adviertan lo que quiero decirles: “…Precisamente en este punto, sin embargo se han producido en nuestro siglo el XX, hondas alteraciones en los fundamentos de la física atómica, que conducen muy lejos de la concepción de las realidades propias de la filosofía atómica, es decir que suponía una base material inamovible en la antigüedad. Cuando queremos formarnos una imagen del modo de ser de las partículas elementales, nos hallamos ante la fundamental imposibilidad de hacer abstracción de los procesos físicos mediante los cuales ganamos acceso, mediante los cuales ganamos acceso a la observación de aquellas partículas. Cuando observamos a objetos de nuestra experiencia ordinaria, el 10 proceso físico que facilita la observación desempeña un papel secundario. Cuando se trata de los componentes mínimos de la materia en cambio, aquel proceso de observación representa un trastorno considerable hasta el punto de que no puede ya hablarse del comportamiento de la partícula prescindiendo del proceso de observación. Resulta de ello en definitiva que las leyes naturales que se formulan matemáticamente en la teoría cúantica no se refieren ya a las partículas elementales en si, sino a nuestro conocimiento de dichas partículas…” Tal vez sea muy tarde para que nos caigamos de las sillas, pero se dan cuenta lo que esto implica, esto implica que nosotros abusamos del lenguaje cuando decimos que conocemos la realidad. Lo que nosotros conocemos es lo que ingresa en nuestro campo perceptivo y se altera en virtud de la relación que entablamos con eso. En el orden analógico la filosofía del siglo XX planteo cosas similares y ni que decir tiene el psicoanálisis. ¿Que dice la filosofía de Martín Bubber? La filosofía de Martín Bubber que vivió entre mil ochocientos setenta y cinco y mil novecientos sesenta y cinco dice esto: hay dos modos de relación posible con el prójimo. O yo me valgo de él como objeto de un vínculo funcional, o me vinculo con él como un tú, es decir, como alguien con quien al entablar relación me constituyo en persona. Soy persona por la índole del vínculo de diálogo entrañable que mantengo con otro. Y surjo como persona en virtud del encuentro con el otro, no es que ya voy constituido como persona. Me constituyo como persona en el vínculo de diálogo que entablo con el otro, y cuando salgo de ese vínculo de diálogo que ha hecho de mí un prójimo para el ya no soy más el que era, o ingreso a la categoría de un sujeto más, o vuelvo a constituirme en persona para otro ser. Pero los seres no tienen naturaleza, tienen cercanía o distancia. Significación dialogica o trascendencia como objetos de relación. Y que viene a decirnos el psicoanálisis, dos cosas, por lo menos dos cosas. Que aquí, creo vale la pena, subrayar. Una: el hombre no es dueño de sí, porque las leyes de la vida inconsciente que en parte pueden ser conocidas por él, no pueden ser subordinadas a él por la voluntad de poder. El sujeto es otro que lo que quiere. Y la segunda cosa que creo que es interesante que el psicoanálisis nos viene a decir, es que el lenguaje evidencia la presencia tanto de esta alteridad que somos cada uno de nosotros, como de la posibilidad de entablar relación con esa alteridad; por obra de la cura, es decir del cuidado que llevamos a cabo de lo que decimos en el sentido de advertirlo, de oírlo, de escucharlo. Física, filosofía, psicoanálisis, y claro está, la poesía siempre. Pertenecemos a un tiempo que lejos de tener que predicar la conveniencia de un saber interdisciplinario, que es algo así como una reunión de gremios para ver si llegamos a algún un acuerdo, puede aspirar a un conocimiento transdiciplinario, es decir, capaz de advertir que todas las formas del saber están atravesadas por una problemática común, que es la del relación con lenguaje, la imponderabilidad del sujeto y el carácter inabarcable de lo real porque todo lo que sabemos está inscripto en una capacidad de discernimiento limitada. Hay aquí implícita una ética, y para redondear el planteo, hay aquí la posibilidad de una nueva relación con la naturaleza si somos capaces de hacer el duelo por nuestros fracasos. Esa nueva relación con la naturaleza es la que al comienzo les mencioné yo bajo el nombre de una relación de interlocución.¿Qué significa aprender a hablar con el medio ambiente? Abandonar el campo de su explotación, caer en un arrebato místico que nos permita arrodillarnos frente a un árbol y llamarlo mi hermano, no, no. Entender que somos aquello que nos excede también. Que la naturaleza nonos rodea como objeto pasivo, 11 esperando la mano dominadora. Sino que es expresión de nuestra posibilidad de sobrevivencia como seres humanos, no como objetos que duran. Interrogar a la naturaleza como interlocutora significa advertir que en su preservación no sólo se nos va la nuestra, sino la calidad subjetiva de nuestra perduración. No está escrito que nuestra especie sobreviva por el hecho de que pueda durar mucho tiempo, podemos durar sin sobrevivir. Ya lo sabemos. Hay aparatos especialmente adaptados para que duremos sin vivir. Esto puede extenderse a nuestra vida cotidiana con facilidad si claudicamos de la responsabilidad de construir nuestra subjetividad en la doble vertiente del discernimiento que nos permite fundar un conocimiento asentado en la previsibilidad, en el orden y en la ley y en el esfuerzo por escapar incesantemente a la idolatría de lo previsible. Mediante nuestra apertura subjetiva al campo de todo aquello que nos habla sin cesar de nuestro descontrol en tendido como lo que somos y no alcanzamos a dominar. Nuestras pasiones, nuestros sueños, nuestros equívocos, nuestros deseos irrealizables, nuestros límites. Todo eso nos está hablando de un yo que excede el campo del dominio y que, reconsiderado puede permitir una relación con el entorno más fecunda por que es más compleja y más humilde. Me dirán uds, todo esto es muy difícil de lograr. stoy totalmente de acuerdo pero es imprescindible. Lo imprescindible puede ser difícil, pero puede constituir un proyecto educativo para una comunidad que sea capaz de advertir que su empobrecimiento subjetivo puede ir de la mano del más impresionante desarrollo tecnológico, cuando el desarrollo tecnológico no va acompañado por una apertura a la complejidad de la subjetividad. Hoy vivimos en un mundo que puede dominarlo todo. Acaso el hombre no halla nacido para ser primordialmente un dominador sino un convividor. Uno que sabe, tal vez, aprender a vivir con todo lo que no es él y aún con todo aquello de él que no domina. Por lo tanto ésta es la propuesta primera. El hombre frente a la naturaleza significa el hombre ante un espejo. Que le habla de lo que no pudo ser, de lo que acaso todavía quiera ser y de lo que sin duda podría ser si comprende mejor su pasado, es decir, si viene desde el porvenir con un proyecto de transformación hacia el presente. Gracias. 12