S-0537/08 - Senado de la Nacion

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Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
VERSION PRELIMINAR SUSCEPTIBLE DE CORRECCION UNA VEZ
CONFRONTADO CON EL ORIGINAL IMPRESO
(S-0537/08)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1º - Agrégase como artículo 33 bis de la ley 24.660, el
siguiente:
"Artículo 33 bis: Quedarán exceptuados de los beneficios de prisión
domiciliaria del artículo anterior: los condenados mayores de setenta
años por los delitos de secuestro y desaparición de personas, torturas
y apropiación de niños, como de todos aquellos considerados
crímenes de lesa humanidad".
Art. 2º - Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Ramón Saadi.FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Sin duda nuestro país transitó por caminos dolorosos, durante la
Dictadura Militar donde se suprimió el Estado de Derecho y hoy en día
sabemos que existen culpables de estos crímenes atroces que se
cometieron.
La "desaparición" fue la fórmula más siniestra de la "guerra sucia": el
"objetivo" era secuestrado ("chupado") por un comando paramilitar
("grupo de tareas" o "patota") donde, convertido en un número y sin
ninguna garantía legal, quedaba a merced de sus captores. La
desaparición de personas fue un programa de acción, planificada con
anticipación, estableciéndose los métodos por los cuales llevarlo a la
práctica: arrojando a los "desaparecidos" al Río de la Plata (previa
aplicación de sedantes) desde aviones o helicópteros militares y en
fosas comunes; fusilamientos y ocultamiento de cadáveres, sin ningún
tipo de identificación.
Todos estaban incluidos en la categoría de "enemigos de la nación".
La metodología implementada consistió en la desaparición de
personas, las cuales en realidad eran llevadas a centros clandestinos
de detención, operados por las FFAA., donde se los sometía a
interrogatorios basados en tormentos físicos.
Se levantaron centros clandestinos de detención y torturas. En estos
laboratorios del horror se detenía, se torturaba y se asesinaba a
personas. Se encontraban en el propio centro de las ciudades del
país, con nombres tristemente famosos, como la ESMA, el Vesubio, El
Garage Olimpo, El Pozo de Banfield o La Perla. Existieron 340
distribuidos por todo el territorio. Locales civiles, dependencias
policiales o de las propias fuerzas armadas fueron acondicionados
para funcionar como centros clandestinos. Estas cárceles clandestinas
tenían una estructura similar: una zona dedicada a los interrogatorios y
tortura, y otra, donde permanecían los secuestrados. Ser secuestrado
o "chupado", según la jerga represora, significaba ser fusilado o ser
arrojado al río desde un avión o helicóptero.
Debido a la naturaleza, una desaparición encubre la identidad de su
autor. Si no hay preso, ni cadáver, ni víctima, entonces nadie
presumiblemente es acusado de nada. (Amnistía Internacional, en su
informe sobre la desaparición de personas por motivos políticos).
Hubo miles de desaparecidos: la Conadep constató más de 9.000
casos. Los organismos de derechos humanos hablan de más de
30.000.
Además del secuestro de adultos, hubo un plan sistemático de
apropiación de niños. Los niños robados o que las madres parían en
los centros de detención fueron inscriptos como hijos propios por
muchos miembros de la represión, vendidos o abandonados en
institutos. Durante la dictadura, los militares consideraban que los hijos
de los desaparecidos debían perder su identidad. Por eso los hacían
desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban
que la subversión era casi hereditaria o que se trasmitía a través del
vínculo familiar. De la misma forma que a los hijos de desaparecidos
se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó
quitarle esos antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran
considerados subversivos. (Diario "Página 12", 10 de diciembre de
1995).
Los crímenes contra la humanidad, que oportunamente el Tribunal de
Nüremberg calificó a estos como "... asesinatos, exterminio,
sometimiento a esclavitud, deportación y otros actos inhumanos
cometidos contra cualquier población civil antes de, o durante la
guerra; o persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos en
ejecución de o en conexión con cualquier crimen de la jurisdicción del
Tribunal, sean o no una violación de la legislación interna del país
donde hubieran sido perpetrados ...". Hoy, tanto el genocidio y los
otros crímenes de lesa humanidad -como las ejecuciones sumarias o
extrajudiciales, la tortura y las desapariciones forzadas, perpetradas
en forma sistemática o masiva-, conductas de ilegalidad manifiesta
que conmueven la conciencia de la humanidad y que casi siempre se
cometen a través de un aparato organizado de poder, constituyen
crímenes de "derecho de gentes" y no sólo crímenes de derecho
internacional convencional.
Que en este orden de ideas, por este Proyecto entiendo que va mas
allá de lo tolerable que estas personas autoras de crímenes de lesa
humanidad purguen la condena que se les dictara, dentro de la
comodidad de un hogar. Esto constituiría un evidente e insoportable
privilegio respecto de otros condenados de unos pocos años menos
de edad, que habiendo cometido delitos de menor gravedad y padecer
una salud quebrantada sin llegar a un estado terminal, se ven
impedidos de acceder al beneficio previsto en lo normado en el
artículo 33 de la Ley 24.660, ni han podido ser contemplados por leyes
de privilegio tal como lo es la Ley 23.251, conocida como Ley de
Obediencia Debida.La calificación jurídica de crímenes de lesa humanidad no es ajena al
Derecho Internacional Americano. La Convención sobre Desaparición
Forzada de Personas citada reafirma que la práctica sistemática de
desaparición forzada constituye un crimen de lesa humanidad y
reconoce varias de las consecuencias de esta calificación jurídica,
entre ellas el carácter imprescriptible de la infracción.
Frente al conocimiento del carácter criminal de los actos cometidos por
los condenados por delitos de lesa humanidad, carácter que no
pudiendo resistir mayor condena es además imprescriptible, es
literalmente inadmisible que la Justicia Argentina no adecue su
legislación acorde al delito en cuestión y establezca la diferencia
sustancial de beneficios otorgables entre criminales comunes y
criminales de la humanidad.
Mientras las cárceles están llenas de hombres mayores de 70 años
procesados por delitos comunes de menor gravedad (en su mayoría
pobres que no gozan de adecuada defensa), los secuestradores,
torturadores y apropiadores de niños de la dictadura militar no sólo
gozan ampliamente de aquel beneficio, sino que cumplen sus
condenas en cárceles propias (unidades castrenses) y se cuentan
entre los únicos que acceden a la posibilidad del arresto domiciliario.
Con lo cual se vuelve a generar otra suerte de flagrante impunidad.
Desde este H. Congreso tenemos la responsabilidad de seguir
condenando enérgicamente los aberrantes crímenes cometidos por la
Dictadura militar, y esta propuesta de que aquellos criminales autores
de genocidio sean excluidos del privilegio de la prisión domiciliaria no
atenta contra el principio de igualdad, ya que se los pone en un pie de
igualdad con el resto de la población carcelaria, lo que se intenta por
medio del presente es evitar que estos genocidas gocen de privilegios,
que no se merecen.
Por los motivos expuestos, es que solicito a los Señores Senadores
que me acompañen con el voto afirmativo de este Proyecto.
Ramón Saadi.-
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